Luchas Antipatriarcales de Las Mujeres Contra Las Múltiples Violencias
Luchas Antipatriarcales de Las Mujeres Contra Las Múltiples Violencias
Luchas Antipatriarcales de Las Mujeres Contra Las Múltiples Violencias
Tesis
que para obtener el grado de
Maestra en Sociología
Presenta
Astrid Celeste Iracheta Balanzar
Directora de tesis
Dra. María Raquel Gutiérrez Aguilar
Enero, 2021
Que el esfuerzo vertido en este trabajo sea de utilidad a otras mujeres.
A Raquel
A mi mamá
A Emilio
ÍNDICE
Introducción……………………………………………………………………………………………………………………………………………. 7
Capítulo 1. Luchas antipatriarcales contra las múltiples violencias para fracturar el orden impuesto
1.1 Tiempos de renovada potencia. Luchas de las mujeres contra las múltiples violencias……………… 10
1.2 Cambiar las explicaciones para cambiarlo todo. Las múltiples violencias y sus relatos…………….. 25
1.3 Disputa por el sentido…………………………………………………………………………………………………………………… 42
Capítulo 2. La fractura de la matriz de inteligibilidad patriarcal. Inducción de entendimiento patriarcal
y opacidad
2.1 #PueblaDeLosFeminicidios…………………………………………………………………………………………………………… 50
2.2 Matriz de inteligibilidad patriarcal: inducción de entendimiento patriarcal……………………………… 68
2.3 Matriz de inteligibilidad patriarcal: opacidad, el quid del asunto……………………………………………….. 89
3.3 Coordenadas de violencia familiar para pensar cómo romper las relaciones patriarcales………… 125
Consideraciones finales……………………………………………………………………………………………………………………………….. 143
Referencias……………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 147
Anexo…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………… 161
Índice de gráficos
Gráfico 1 Defunciones de mujeres con presunción de homicidio a nivel nacional, 1985-2016…………………… 57
Gráfico 2 Defunciones de mujeres con presunción de homicidio ocurridas en el hogar o en la vía pública 58
a nivel nacional, 1985-2016………………………………………………………………………………………………………….…
Gráfico 3 Defunciones de mujeres con presunción de homicidio con arma de fuego en el hogar o en la 59
vía pública a nivel nacional, 1985-2010………………………………………………………………………………………….
Gráfico 9 Casos de violación simple y violación equiparada a nivel nacional, 2015-2019……………………….…. 117
Gráfico 10 Casos de violación simple y violación equiparada en el Estado de Puebla, 2015-2019………………… 117
Gráfico 11 Casos de violación simple y violación equiparada en el municipio de Puebla, 2015-2019…………… 117
Gráfico 12 Casos de acoso sexual y hostigamiento sexual en el Estado de Puebla, 2015-2019……………………… 118
Gráfico 13 Casos de acoso sexual y hostigamiento sexual en el municipio de Puebla, 2015-2019………………… 119
Gráfico 18 Número de feminicidios por lugar en donde fue encontrado el cuerpo en el municipio de 134
Puebla, 2015-2019……………………………………………………………………………………………………………………………
Gráfico 19 Número de feminicidios por grupo etario en el municipio de Puebla, 2015-2019………………………. 134
Gráfico 20 Número de feminicidios por tipo de relación con el perpetrador en el municipio de Puebla, 135
2015-2019………………………………………………………………………………………………………………………………………..
Gráfico 21 Número de casos de delitos con violencia en el municipio de Puebla, 2015-2019………………………. 140
Gráfico 22 Número de casos de narcomenudeo en el municipio de Puebla, 2015-2019………………………………… 140
Tabla 4 Trabajo o situación de las mujeres y los feminicidas en el municipio de Puebla, 2015-2019….………… 136
Índice de imágenes
Imagen 1 TwittEncuesta de Cinco Radio………………………………………………………………………………………………………… 51
Las mujeres que luchan se encuentran1. Las luchas han conectado a diversas y heterogéneas
mujeres para impugnar desde cada cuerpo particular y desde diversas formas, el orden social en el que
vivimos. Este momento de renovada fuerza femenina la vivimos en las calles durante las protestas, en las
universidades cuando denunciamos violencia machista, en la redes sociales cuando pedimos justicia
contra las agresiones hacia las mujeres, en el café cuando nos reunimos con amigas para hablar y
reflexionar entre mujeres, en la experiencia de autonomía cuando acompañamos a otras en procesos de
interrupción del embarazo, en los hogares cuando las niñas pequeñas toman la palabra con fuerza para
hablar desde sí mismas, en las redes de amistad que se tejen entre mujeres para conformar una
cooperativa… Se trata de una serie de deseos y apuestas entrelazadas, en conjunto, no sin dificultad, pero
sí con vehemencia. Son luchas para construir futuro.
También son luchas de subversión. En donde las mujeres se rebelan contra todas las violencias y
desacatan los marcos de dominio y control patriarcales que buscan reinstalarlas en escenarios machistas.
Vivimos un momento de potencia feminista muy fuerte en terrenos arrasados por múltiples violencias a
causa de la intensificación del avance de procesos de acumulación, que se sostienen y se hacen tolerables
a través de la repatriarcalización de los territorios. En la ciudad de Puebla, esta vehemencia patriarcal ha
atravesado múltiples dimensiones de la vida cotidiana de las mujeres; ha cambiado nuestra manera de
transitar y habitar la ciudad. En los últimos años, las violencias contra las mujeres se han intensificado
radicalmente, por ejemplo: han aumentado los feminicidios, los casos de violencias sexuales y la
violencia familiar ¿Por qué? Desde discursos bien conocidos, se nos dice que la culpa la tienen las
mujeres porque seguramente estaban en lugares en los que no debían o que hicieron algo que provocó
esta violencia; se nos hace entender también que se trata de casos excepcionales en donde los hombres
seguramente tenían “problemas mentales”; incluso, se nos narra que la violencia es parte de la
“naturaleza” masculina y que no hay nada que hacer con ello. Necesitamos otras explicaciones.
Desde este trabajo de tesis exploro la posibilidad de configurar líneas de comprensión sobre el
funcionamiento y aumento de las múltiples violencias contra las mujeres, así como las luchas
antipatriarcales que se enarbolan para contrarrestarlas y diluir las relaciones de dominación. Esta labor
exploratoria tiene como base una lectura feminista desde donde las violencias contra las mujeres no son
vistas como un componente de género a agregar en un estudio, sino como blanco estratégico para el
7
avance de lógicas de dominación relacionadas con la acumulación. Puesto así, el estudio que realizo se
ubica en la ciudad de Puebla, durante los años 2015 a 2019. La delimitación temporal es importante
porque me sitúo en un momento en donde las violencias contra las mujeres aumentaron
exponencialmente justo después de realizarse una serie de disposiciones llevadas a cabo durante el
gobierno morenovallista que reconfiguraron todo el territorio: aumentaron los niveles de desigualdad y
de precariedad, se intensificaron los procesos de explotación laboral, se precarizaron los salarios para
toda la población pero fueron las mujeres las más afectadas, surgieron nuevas formas de
aprovisionamiento de recursos relacionados con el capital ilegal y con grupos criminales, etc. Todos estos
elementos nos hablan de una repatriarcalización del territorio poblano.
En este sentido, me interesa mostrar formas en que se pueden leer esos procesos o modalidades
de repatriarcalización, desde el feminismo, en la ciudad de Puebla. Es decir, la actualización de controles
patriarcales en la ciudad no operó de manera homogénea, sino a través de diversas modalidades en
distintos ámbitos y desde variados actores. De esta forma, ubico estas modalidades en tres ejes: la
repatriarcalización del sentido a través de una matriz de inteligibilidad patriarcal, las violencias sexuales
contra las mujeres como forma de actualizar la apropiación de los cuerpos como territorios comunes y la
violencia familiar y los feminicidios como efecto de la crisis del patriarcado del salario. Desde aquí, es
que comienzo a explorar, con base en variadas fuentes de información, la posibilidad de dar densidad a
estos tres ejes.
En el primer capítulo, titulado: Tiempos de renovada potencia. Luchas de las mujeres contra las múltiples
violencias, doy cuenta de tres elementos. El primero, comprende el momento actual de las luchas
renovadas de las mujeres contra las múltiples violencias, mostrando como un antecedente el caso de
Yakiri Rubí Rubio en 2013, en la Ciudad de México. Después, a partir de la marcha multitudinaria del 24
de abril de 2016, conocido como #24A, narro diversas y creativas estrategias de resistencia e impugnación
del sentido patriarcal que han generado las mujeres en diversos ámbitos y lugares; así como las luchas
para visibilizar y denunciar las violencias machistas en el país y, específicamente, en la ciudad de Puebla.
Está estructurado así porque no se pueden entender las luchas de manera aislada o delimitadas
territorialmente. Están en resonancia. El segundo elemento de este capítulo se centra en mostrar
explicaciones alternas al discurso oficialista sobre las múltiples violencias, porque es necesario cambiar
las explicaciones para cambiarlo todo. El último elemento de este apartado muestra la disputa por el
sentido del orden impuesto, desde la impugnación del mandato de silencio impuesto a las mujeres hasta
el desafío del sentido patriarcal que se nos trata de imponer. En donde las luchas por el sentido, son
luchas por cambiar la manera en que vivimos en el mundo en y desde nuestros cuerpos.
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El segundo capítulo, titulado: La fractura de la matriz de inteligibilidad patriarcal. Inducción de
entendimiento patriarcal y opacidad, se centra en los feminicidios ocurridos en la ciudad de Puebla, del 2015
al 2019. En el primer apartado de este capítulo presento disposiciones teóricas sobre el feminicidio, así
como sus antecedentes y fluctuaciones, de 1985 a 2019, para comprender su tendencia histórica. En el
segundo y el tercer apartado defino y caracterizo la herramienta analítica: matriz de inteligibilidad
patriarcal, conformada por dos ejes: 1. Inducción de entendimiento patriarcal, desde donde se produce
una modalidad de comprensión de los hechos; y 2. Opacidad, desde donde se pone en marcha la
obturación de la comprensión. El primer eje lo ubico principalmente en las notas periodísticas que
reportan feminicidios en la ciudad de Puebla, conformado por dos categorías: a. imagen-cuerpo y b.
narrativas patriarcales. El segundo eje, lo ubico en los datos presentados desde diversas fuentes que se
utilizan para comprender las violencias contra las mujeres, conformado por dos categorías: a. inducción
hacia una comprensión fragmentada y segmentada de la información y b. fragilidad de las fuentes de
información no gubernamentales.
Finalmente, en el tercer capítulo, titulado: Cartografía poblana del último lustro, muestro, por un
lado, toda una serie de cambios “desarrollistas” que reestructuraron el territorio poblano, inscritos en un
impulso nacional de políticas neoliberales. En donde estas reestructuraciones correspondieron a la
ampliación de marcos patriarcales, coloniales y capitalistas. De esta forma, las múltiples violencias
contra las mujeres y cuerpos feminizados han sido productivas y necesarias para el avance de las actuales
formas de despojo y extracción de valor. En suma, lo que ocurrió fue una repatriarcalización de los
cuerpo-territorios. En el segundo apartado, doy cuenta de una modalidad de esta repatriarcalización:
Las violencias sexuales contra las mujeres como una forma de actualizar la apropiación de los cuerpos de
las mujeres, por parte de los varones, como territorios comunes ante la precarización y la crisis de
dominio patriarcal, en donde se pone en marcha el despliegue de la sexualidad masculina hegemónica
violenta. Y en el tercer apartado, muestro elementos para comprender la segunda modalidad: La
violencia familiar y los feminicidios como efecto de la crisis del patriarcado del salario en un contexto en
donde surgen nuevas economías ilegales que reponen, bajo otras lógicas, formas de provisión de
recursos, en donde se organizan nuevas violencias como principio de autoridad.
9
CAPÍ TU LO 1
LUCHAS ANTIPATRIARCALES CONTRA LAS MÚLTIPLES VIOLENCIAS PARA FRACTURAR EL
ORDEN IMPUESTO
*
Tiempos de renovada potencia.
Luchas de las mujeres contra las múltiples violencias
“A las mujeres que se defienden… aplausos, apoyo, respeto, admiración; no castigo. Yakiri no estás sola”.
Sobre una manta de color rosa, este era uno de los mensajes que se leían el domingo 29 de diciembre
de 2013 en la Ciudad de México. Ese día, cientos de mujeres salieron a protestar1 para exigir la libertad
inmediata de Yakiri Rubí Rubio, quien llevaba ya veinte días encarcelada; así como las injusticias
ocurridas durante el proceso penal. Se denunciaba también, que el trato dado a Yakiri reflejaba la
situación de violencia, feminicidio e impunidad contra miles de mujeres diariamente (Carolina, 2014).
No fue la única protesta. Siguiendo las observaciones de Raquel Gutiérrez (2018), se desbordaron las
formas previsibles de encauzamiento del tratamiento de las injusticias (en contra de Yakiri). Así, la
creciente constelación de mujeres diversas organizó múltiples y ruidosas marchas, actos de denuncia
frente al hotel Alcázar, frente al Ministerio Público, en las oficinas del juzgado, siempre de forma
creativa. “Se vincularon además con la familia de Yakiri que es oriunda del barrio popular de Tepito
también en la Ciudad de México; contra la cadena de violencias, en la que Yakiri había quedado
atrapada” (pág. 30).
1 Esta movilización también fungió como catalizador para aglutinar otras voces, por ejemplo, se unieron a la marcha Norma Andrade,
fundadora de “Nuestras hijas de regreso a casa”, y su nieta Jade, quienes exigían justicia para su hija y madre, Lilia Alejandra y todas las
mujeres asesinadas en Ciudad Juárez; Sergio Ferrer, quien pidió apoyo por la libertad de la presa política Nestora Salgado en Guerrero; y
familiares de los jóvenes desaparecidos en el caso del bar Heaven. Se puede consultar en el siguiente link: https://elenemigocomun.net/es/
2014/01/yakiri-amo-estoy-viva/
2 Otro de los antecedentes de las renovadas luchas de las mujeres contra todas las violencias, es el caso de Marisela Escobedo, cuya hija fue
asesinada y desaparecida por su pareja en 2008. Se puede consultar en el libro “8M Constelación feminista ¿cuál es tu huelga? ¿cuál es tu
lucha?”, en el capítulo: “La lucha de las mujeres contra todas las violencias en México: reunir fragmentos para hallar sentido”, escrito por
Raquel Gutiérrez.
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colonia Doctores. De pronto, una motoneta amarilla, en la que viajaban dos hombres, comenzó a
seguirla. Se trataba de dos hermanos: Miguel Ángel y Luis Omar Anaya. Le bloquearon el paso.
Amenazada con un cuchillo, la subieron en medio de los dos. Cuando llegaron al hotel Alcázar, Miguel
Ángel le dijo al administrador: “la de siempre”. El administrador no le dio llave y tampoco le pidió los 170
pesos que cobraba por habitación; tampoco le exigió anotarse en el libro de registro. En ese hotel la
violaron. Yakiri se defendió y fue apuñalada en el brazo izquierdo. Se lanzó contra su agresor y
comenzaron a forcejear. Logró escapar porque hirió a su atacante, Miguel Ángel, en el cuello con una
navaja. Éste, murió desangrado. Ya en el Ministerio Público, aunque Yakiri acudió a los policías para
denunciar la violación, terminó declarando en calidad de presunta responsable por homicidio
calificado3 (Suárez, 2017). Desde un principio se descartó que hubiera actuado en legítima defensa.
Desde que Yakiri pisó el Ministerio Público, ocurrieron muchas irregularidades y omisiones.
Por ejemplo, no se llevó a Yakiri ante la Fiscalía Central de Investigación para la Atención de Delitos
Sexuales, donde hay personal especializado en violencia sexual. Tampoco se le dio asistencia
psicológica de emergencia, crucial en ese momento, ya que ella se encontraba semidesnuda y herida.
Incluso, tuvo que relatar de manera reiterada la agresión: dos veces a los policías que ubicó afuera del
hotel, y en diversas ocasiones ante el Ministerio Público y el personal médico. Se menospreció su
presunta inocencia en el homicidio de su agresor, se le negó un defensor de oficio y tuvo que atravesar
un proceso marcado por estereotipos sexistas (García Martínez, 2014). También, inspeccionaron su
bolsa y celular sin una orden judicial, le sembraron las llaves de la motoneta con la que los hermanos
Ramírez Anaya la atacaron y fue golpeada en la cárcel (Suárez, 2017). Yakiri tuvo que atravesar un
proceso sumamente violento contra ella, perpetrado, ahora, desde el sistema penal, que es, al mismo
tiempo, un sistema de castigo patriarcal4.
El entonces titular de la PGJDF5, Rodolfo Ríos Garza, declaró ante los medios: “Tenemos
testimoniales en la averiguación previa, donde ella entra con una persona de manera voluntaria y derivado del
dicho de ella no está acreditado que existiera una violación”. El caso de Yakiri comenzó a visibilizarse en los
medios debido a que el personal del Ministerio Público filtró información a los reporteros de
periódicos amarillistas. En estas notas iniciales se reprodujo la línea de investigación oficial. “En los
3 Para conocer con más detalle la historia de Yakiri Rubio, se puede consultar el libro: “En legítima defensa. Yakiri Rubio y la gran batalla
contra la violencia machista y el sistema penal”, de Ana Katiria Suárez.
4 Como afirma Norma Mogrovejo (2019): “La justicia se plantea entonces como otra de las formas de dominio colonial/patriarcal al que las
mujeres están negadas”. Porque “el patriarcado es un sistema de dominación que se vale del Estado y sus instituciones para mantener la
sujeción de las mujeres por medios pacíficos y violentos y así apropiarse de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus
productos”.
5 Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, ahora denominada como Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México
(FGJCDMX).
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titulares uno podía leer: Prostituta mata a su amante. La historia del crimen pasional, en sus
modalidades que van de la novia celosa a la amante vengativa y la prostituta rencorosa, encontraría
con los días eco sobre todo en la prensa escrita, en la que la joven, movida por la rabia de una vida
indigna, asesina sin miramientos ni piedad alguna a su inerme pareja sentimental o su
proxeneta” (Suárez, 2017a). Así, la narrativa oficial que se reprodujo en las notas periodísticas colocaba
también como culpable a Yakiri, estigmatizándola. La explicación de los hechos proporcionada a los
lectores de las notas periodísticas, construía y reproducía un escenario patriarcal en donde Yakiri
encarnaba la figura de mujer vengativa, rencorosa y celosa; o la figura de la prostituta6: desde la
mirada patriarcal, una mujer que no es virtuosa en cuanto a su sexualidad, “merece lo que tiene”. Lo
que operó en los periódicos fue la inserción de la información dentro de una narrativa patriarcal.
Después de 86 días presa, en marzo de 2014, el Tribunal Superior de Justicia del Distrito
Federal reclasificó su delito de homicidio calificado a homicidio “en exceso de legítima defensa”. Yakiri
pudo seguir su proceso en libertad condicional con una fianza de 450 mil pesos. Finalmente, en mayo
de 2015, la fianza quedó anulada y Yakiri fue absuelta sin cargos (Siscar, 2015). De acuerdo con Raquel
Gutiérrez (2018), durante esos tres meses en que Yakiri estuvo presa, su lucha alentó y se sintonizó con
el nuevo momento de emergencia de las luchas de muchísimas mujeres de todas las edades y
condiciones contra todas las violencias machistas. Se abrió el debate público sobre la necesidad de
nuestra auto-defensa individual y colectiva. Sobre todo, porque la historia de Yakiri no se inscribió en
clave victimista, sino en alguien que se defiende legítima y dignamente. También surgieron muchos
nuevos grupos de mujeres, se inauguraron espacios de debate y encuentro, otros se revitalizaron. Así,
un conjunto cada vez más amplio y diverso de mujeres comenzó a poner sobre la mesa la discusión
sobre la violencia que asola México, en particular, las violencias contra las mujeres. “La presencia
masiva y callejera de las mujeres hablando con voz propia contra todas las violencias machistas
volvería a aparecer recién el 24 de abril de 2016” (pág. 31).
En este lid, el 24 de abril de 2016 (#24A) las mujeres tomaron las calles de la ciudad de Puebla.
Esta no sería la primera ni la última protesta, pero sí una de las más significativas por su carácter
multitudinario. La movilización surgió a partir de una convocatoria a nivel nacional por medio de las
redes sociales. Y más de cuarenta ciudades en al menos veintisiete estados de México se sumaron al
llamado para denunciar y detener las violencias machistas (Ayala Martínez, 2016). “La convocatoria a la
«Movilización Nacional contra las Violencias Machistas #VivasNosQueremos», el llamado 24A, marcó
un antes y un después. La presentación pública de una multitud feminista llegaba para quedarse y
6 La figura de la prostituta es antagonista a las relaciones y a la sexualidad positivas, porque la sexualidad es definitoria en la condición de la
mujer y de la feminidad. La prostituta es la mujer social y culturalmente estructurada en torno a su cuerpo erótico y a la transgresión; es una
desviación frente a la mujer verdadera (Lagarde, 2005).
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extenderse a diversos espacios: a las calles contra el piropo, a las universidades contra el acoso, a los
puestos de trabajo contra el abuso, a los lugares de ocio y sociabilidad” (Rovira Sancho, 2018, pág. 230).
La iniciativa comenzó a promoverse en marzo, como respuesta a episodios de violencia, feminicidios y
casos de acoso sexual. Algunos de estos episodios ocurridos durante los primeros meses del 2016,
fueron el asesinato de las viajeras argentinas en Ecuador, el acoso sexual hacia la periodista Andrea
Noel, la violación de la veracruzana Daphne Fernández y el asesinato de Maricarmen Escobar (Mulato,
2016).
Estos episodios de violencia no son los únicos y no están organizados en términos de mayor
importancia, pero sí resultaron significativos a nivel mediático. En febrero de 2016 en Montañita,
Ecuador, las argentinas María José Coni, de 22 años, y Marina Menegazzo, de 21 años, fueron
drogadas, violadas y asesinadas. En Argentina se organizaron marchas bajo consignas como: “justicia
por Marina y Majo” y “Ni una menos”. También se marchó en Montañita y Guayaquil, en Ecuador
(BBC, 2016). El 8 de marzo de 2016, día internacional de la mujer, en la colonia Condesa, Ciudad de
México, la periodista norteamericana Andrea Noel fue agredida sexualmente. Ella pudo hacer público
el video en sus redes sociales gracias a que el incidente fue registrado por una cámara de seguridad
privada. A partir de esta agresión se lanzó un video con la campaña #NoTeCalles, que está disponible
en internet. Si bien hubo reacciones de apoyo, Andrea tuvo que dejar el país debido al acoso y a las
amenazas de muerte (SinEmbargo, 2016). También, en 2015, en Veracruz, Daphne Fernández, de 17
años, fue violada. Los responsables fueron cuatro jóvenes (apodados “los porkys”) hijos de empresarios
y políticos del Estado de Veracruz. A falta de acción jurídica tras la denuncia presentada, a principios
de 2016 el padre de Daphne divulgó los videos en los que los cuatro jóvenes se disculpaban por los
actos cometidos contra su hija. El caso se volvió viral y provocó una oleada de indignación y enojo
(Franco, 2017). Finalmente, en marzo de 2016, en el municipio de Pijijiapan, Chiapas, Maricarmen
Escobar, de 16 años, fue violada, torturada y asesinada. Fue uno de los casos que impulsó a
organizaciones civiles de todo el país a convocar, el 24 de abril, la movilización nacional contra las
violencias machistas7 (Agencia Reforma, 2016).
Así, la marcha que comenzó como un evento cerrado en Facebook, organizado por un pequeño
grupo de mujeres, se convirtió en una de las mayores movilizaciones. El hartazgo y la visibilización
que se dió a través de los testimonios de muchas mujeres que rompieron el silencio sirvió para que se
7 Durante los últimos años hemos presenciado todo un proceso de movilizaciones y protestas en Latinoamérica, entrelazadas con la
Primavera Violeta del 2016: “En Argentina, desde #NiUnaMenos a la #HuelgadeMujeres del 8 de marzo de 2017 y 2018, la fisonomía de los
espacios urbanos se transmutó con los cuerpos femeninos. En Montevideo, Uruguay, jamás se habían visto 400 mil mujeres gritando juntas
como el 8 de marzo de 2018. En Santiago de Chile, 2018, las protestas contra el acoso en las aulas derivaron en semanas de indignación.
Desde las redes, etiquetas como #MeToo, #MiPrimerAcoso o #SiMeMatan generaron un contagio transnacional como proceso de toma de la
palabra, de «contar y contarnos», catarsis colectiva con efectos en los juzgados, las calles, las escuelas…” (Rovira Sancho, 2018, pág. 227).
13
abriera la discusión sobre la normalización de la violencia que se vive en todo el país (Gire, 2016). El
papel de las redes sociales fue fundamental para lograr el amplio alcance que tuvo la marcha, pero
también en la visibilización de las violencias. Un día antes, el 23 de abril de 2016, miles de mujeres en
México y en otros países de Latinoamérica compartieron en redes sociales su primera experiencia de
acoso sexual con el hashtag #MiPrimerAcoso. La respuesta, al igual que ocurrió en Brasil con
#MiPrimerAsedio8, fue abrumadora (Ruíz-Navarro, 2016).
En México, esta campaña fue impulsada por (e)stereotipas9. En una entrevista, Catalina Ruíz-
Navarro, cofundadora de (e)stereotipas, menciona que buscaba visibilizar que esa conducta machista
era mucho más frecuente de lo que se habla, “llegamos a la conclusión de que es un problema que
sufren las mujeres, en promedio, a partir de los siete años de edad” (Carbajal, 2017). Tres semanas más
tarde del #MiPrimerAcoso, el físico mexicano Adrián Santuario Hernández analizó las publicaciones
que se hicieron y descubrió que la mayoría de los incidentes narrados ocurrieron cuando las niñas
tenían entre seis y diez años de edad (Mulato, 2016a). A pesar de lo que nos han hecho creer, la
pedofilia es algo normal. Los acosadores de estas miles de historias no son “locos”, “raros”,
“degenerados”, “asociales”, “excepcionales”; son los hombres con los que interactuamos todos los días,
amigos, familiares, tíos, hermanos, primos, papás, jefes, compañeros de clase. Sí: nos acosa el
tendero, el tipo que va por la calle, el malandro que acecha el callejón, pero también nos violan
mientras nuestra familia abre los regalos en la cena de navidad (Ruíz-Navarro, 2016).
De frente a este hecho, podemos enlazar las cifras del Sistema Nacional de Protección Integral
de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), que muestran que en el 2019, cada día 34 niñas en México
fueron embarazadas en hechos de violencia sexual, principalmente ocurrida dentro de la familia. Si
bien ha habido una disminución en la tasa de fecundidad en adolescentes, persiste en niveles altos los
embarazos en niñas de diez a catorce años de edad (Martínez, 2019). Para ese mismo año, a nivel
nacional se registró el mayor número de casos de violencia sexual infantil en niños y niñas. De
acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), desde el
8 En 2013, la feminista brasileña Juliana de Faria, desde su ONG “"ink Olga”, lanzó una campaña contra el acoso callejero llamada “Chega de
Fiu Fiu” o “Basta de Fiu Fiu”. Fue una campaña exitosa y una de las primeras en hablar del acoso callejero en Brasil. La campaña llegó a ocho
mil mujeres y Faria fue objeto de amenazas, violencia y acoso. Fue llamada a hacer un Ted Talk y contó la historia de su primer acoso a los 11
años. Le dijeron que nadie acosaría a una niña tan pequeña, que estaba mintiendo para llamar la atención. En octubre de 2015, una de las
niñas (de 12 años) que concursaba en el reality MasterChef junior Brasil fue acosada en redes. Las mujeres de “"ink Olga” sabían, desde su
experiencia, que ese tipo de acoso es tremendamente normal y contaron sus historias en Twitter usando el hashtag #MiPrimerAsedio.
Llegaron a más de 200 mil tuits. La edad media del primer acoso en Brasil fue de 9.7 años de edad. https://www.vice.com/es_latam/article/
bned78/miprimeracoso-la-historia-detras-del-trending-topic
9 (e)stereotipas creó un mapa interactivo en el que se pueden revisar las miles de historias que se compartieron prácticamente en todo el
mundo utilizando el hashtag #MiPrimerAcoso. Se puede consultar en la liga: https://estereotipas.com/2016/04/28/mapa-interactivo-de-
miprimeracoso/
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201510, la violación equiparada11 ha ido en aumento: 2015 se registró con 2,081 casos; el 2016 con 2,547
casos; el 2017 con 2, 734 casos; el 2018 con 2, 962 casos; y el 2019 con 3, 461 casos. Y fueron 10 estados de
la República que concentraron este último año, 2019, el 86% de las denuncias: Estado de México (782),
Puebla (337), Baja California (323), Nuevo León (321), Ciudad de México (268), Chihuahua (255), Oaxaca
(202), Campeche (193), Coahuila (120) y Zacatecas (107). Sandy Poiré, directora de Calidad y Asuntos
Internacionales de Save "e Children México, explica que la violencia sexual contra los menores es una
forma de sustento del poder, más que una circunstancia relacionada con el asunto sexual en sí mismo
(Ortiz, 2019). Para Lagarde (2005), la violación es el hecho supremo de la cultura patriarcal: la
reiteración de la supremacía masculina y el ejercicio del derecho de posesión.
Este panorama sobre el aumento del abuso sexual en niños y niñas, y los altos niveles de
embarazo en niñas en hechos de violencia sexual principalmente dentro de la familia, debe
mantenernos alertas, por la gravedad de lo que implica y porque no se trata de un fenómeno aislado,
es parte de la lógica con la que opera la violencia patriarcal. Además, las historias de las diversas
experiencias de acoso de miles de mujeres a temprana edad y en múltiples lugares, pone el dedo sobre
la llaga en el comportamiento y socialización de los hombres para con las mujeres, específicamente
con las niñas. Dentro del patriarcado, lo común y lo cotidiano son los hombres que se relacionan con
las niñas a través de la violencia sexual. Y esa, es una conversación que saca urticaria a muchos,
porque apunta a la subjetividad misma de los hombres: a su configuración misma como hombres.
Entonces, habría que invertir aquello que se dice sobre las violaciones y embarazos infantiles: “Dicen
que México tiene el primer lugar en embarazos infantiles por no decir que tiene el primer lugar en pedófilos y
violadores. Hablen claro y digan las cosas como son” (Nocturna en metro, 2019). Miremos algunas cifras.
10 Desde el 2015, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) comenzó a contabilizar las violaciones
equiparadas a través de las denuncias que se registran por este delito.
11 De acuerdo al Código Penal Federal, en el artículo 266, se equipara a la violación y se sancionará de ocho a treinta años de prisión: I. Al que
sin violencia realice cópula con persona menor de quince años de edad; II. Al que sin violencia realice cópula con persona que no tenga la
capacidad de comprender el significado del hecho o por cualquier causa no pueda resistirlo; y III. Al que sin violencia y con fines lascivos
introduzca por vía anal o vaginal cualquier elemento o instrumento distinto del miembro viril en una persona menor de quince años de edad
o persona que no tenga capacidad de comprender el significado del hecho, o por cualquier causa no pueda resistirlo, sea cual fuere el sexo de
la víctima.
15
persona sin su consentimiento; al 3.9% intentaron forzarlas a tener relaciones sexuales; al 3.0% las
obligaron a mostrar su partes íntimas y/o a mirar las partes íntimas de otra persona; al 2.5% las
obligaron a tener relaciones sexuales bajo amenazas o usando la fuerza; al 0.8% las obligaron a realizar
actos sexuales a cambio de dinero o regalos; y al 0.8% las obligaron a mirar escenas o actos sexuales o
pornográficos (fotos, revistas, videos, películas pornográficas)12. Ahora pensemos en quiénes fueron
los agresores que abusaron sexualmente de las mujeres durante su infancia: tío (20.1%), un no familiar
(vecino o conocido) (16.0%); primo (15.7%); desconocido (11.5%); hermano (8.5); otro familiar (6.4);
padrastro/madrastra (6.3%); padre (5.8%); otro (5.5%); abuelo (3.7%); madre (0.5%). Uno de los nodos
que enarbolan las luchas de las mujeres es, precisamente, la denuncia del abuso sexual a las niñas
como una de las múltiples violencias que atraviesan las mujeres a lo largo de su vida, y que se
representa en la consigna y hashtag: #LasNiñasNoSeTocan; o bien, en consignas como: “Las niñas no se
tocan, no se violan, no se matan”.
La violencia sexual a la que están expuestas las niñas, continúa a lo largo de la vida adulta
desde múltiples agresores. Por eso, la violación, el acoso y el hostigamiento sexual deben ser vistos
como un fenómeno social y político13, y no como un hecho particular o individual. Se trata de un
fenómeno generalizado que vivimos las mujeres como una experiencia en común. Lo común, dentro
del sistema patriarcal es la experiencia femenina de las múltiples violencias. La violencia sexual es una
experiencia acumulada en nuestra vida subjetiva; una de tantas experiencias de múltiples violencias
contra las que luchamos. Así, la marcha del #24A condensó el repudio y el hartazgo de las diversas
experiencias de violencias machistas que las mujeres sufrimos de forma masiva y sistemática a lo
largo de nuestra vida. Pero también expresó el deseo de construir una sociedad diferente, un mundo
otro. El impacto de las movilizaciones fue innegable14, por ejemplo, más de 6.000 mujeres (10.000
según datos de las organizadoras) se manifestaron en la ciudad de México ese día (Navarrete, 2016); o
12 Estas mismas cifras aparecen en el boletín del Instituto Nacional de las Mujeres, en donde se hace una observación respecto a los
porcentajes: “la suma de las situaciones de violencia sexual en la infancia (hasta antes de los 15 años) no coincide con el total, pues cada mujer
pudo haber vivido más de una”. Esta observación no la tiene el informe ejecutivo de ENDIREH. Liga del boletín INMUJERES: http://
cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/BoletinN11_2017.pdf
13 La violación, el maltrato conyugal, el abuso y el acoso a las mujeres, las bromas sexistas, etc., no son tan sólo expresiones del carácter
pervertido de algunos hombres, sino que todo ello es parte necesaria de un sistema completo de dominio masculino, o mejor dicho
patriarcal, sobre las mujeres. En dicho sistema, tanto la violencia física directa como la indirecta o estructural, son utilizadas comúnmente
como método para «mantener a las mujeres en su sitio » (Mies, 2019).
14 El #24A de México, también se sumó a otros movimientos de mujeres en el mundo: en Argentina por #NiUnaMenos, en Polonia por el
derecho al aborto legal, en Estados Unidos por la llegada de Donald Trump a la presidencia y su carácter misógino, entre otros grandes
movimientos protagonizados por mujeres. https://www.laizquierdadiario.cl/A-un-ano-del-24A-realidades-y-desafios-para-el-movimiento-
de-mujeres
Esto nos muestra una innegable conexión no sólo en cuanto a la extensión e intensificación que las violencias machistas contra las mujeres
han alcanzado, sino en las luchas y protestas que se han convertido en un hilo conductor que une esfuerzos y rebeliones de mujeres diversas
en distintas partes. No es un asunto coyuntural de un país o una ciudad, se trata de los intentos de millones de mujeres de romper los
dispositivos de control y de dominación.
16
en Guadalajara, en donde cientos de mujeres protestaron (González, 2016); “Miles de mujeres
marcharon simultáneamente en más de cuarenta ciudades mexicanas bajo el lema Vivas nos
queremos” (Ídem). En la ciudad de Puebla, la primavera violeta se manifestó en la calle con cientos de
mujeres que demandaban alto a la violencia machista. A pesar de las consignas y demandas
compartidas en las marchas de las diferentes ciudades, cada una avanzó con sus diferentes
particularidades contextuales. En el caso de Puebla, una de las consignas era la exigencia de que el
gobernador Rafael Moreno Valle declarar la alerta de género en la entidad (León O F́ arrill, 2016).
Además de exigir un alto a la violencia contra las mujeres, también se exigía el cese de los feminicidios
(#NiUnaMenos). Incluso, se denunció el acoso sexual que ocurre dentro de la BUAP.
Un año después de la marcha del #24A, en septiembre de 2017, Mara Castilla15 de 19 años de
edad fue violada y asesinada. Se trataba de una estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad
Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), cursaba el tercer semestre de la carrera. La última
vez que la vieron fue antes de abordar un automóvil del servicio de transporte Cabify que la llevaría a
su casa. Nunca llegó (Animal Político, 2017). Si seguimos la narración que los medios de comunicación
hicieron del caso, podemos encontrarnos con el siguiente relato. El 8 de septiembre Mara salió de
fiesta en Cholula. Hacia las 5:00 de la mañana abordó el coche Cabify que completó el trayecto de
veinte minutos entre el bar "e Bronx y su casa. Pero al llegar a su destino ella nunca bajó del
automóvil, que permaneció media hora afuera del fraccionamiento donde vivía. De acuerdo con el
registro de la empresa, el viaje concluyó a las 5:47 de la mañana (Camhaji, 2017).
15 En su momento, Mara participó en el hashtag #SiMeMatan, por el caso de Lesvy en la Ciudad de México. “Sus palabras en Twitter unos
meses antes (de ser asesinada) habían sido: #SiMeMatan es porque me gustaba salir de noche y tomar mucha cerveza” (Rovira Sancho, 2018,
pág. 232).
17
También, ese mismo día, los agentes encontraron el cuerpo de Mara en el fondo de una barranca
(Benítez, 2017).
El caso de Mara, casi como un drama de CSI16, se nos contó a través de un relato
pormenorizado en los diarios y en los noticieros por televisión. Y se nos contó así, por supuesto, para
convertir el feminicidio de Mara en espectáculo y promocionar el morbo. Además, al mismo tiempo
que se nos mostraba el modus operandi17 de un feminicida, ese relato expresaba la construcción de un
sentido como base para el entendimiento de las violencias contra las mujeres: acaso un ejemplo
aleccionador. Entre líneas del relato anterior (que es enunciado cronométricamente y que puesto así
nos muestra mucho, pero no explica nada), por ejemplo, no faltaron los periódicos en donde se
mostraban fotografías sobre la manera en que iba vestida Mara (a través de la cámara de video
vigilancia del bar), o se nos contaba que estaba demasiado alcoholizada y que, aun así, se había ido
sola a su casa.
El foco estuvo en el juicio sobre la conducta de Mara. Sobre el feminicida, el lugar común: era
un “enfermo”. Sobre Mara lo supimos todo: supimos el lugar donde estudiaba, quiénes eran sus padres
y sus amigos, los lugares que frecuentaba, sus gustos, sus aspiraciones, etc. Y, quizá porque el caso fue
mediatizado, se dieron a conocer algunos datos sobre el feminicida18, pero en general, al agresor se le
protegió y se cuidó su privacidad. Y esto, al margen de las disposiciones legales relacionadas con el
“debido proceso”, porque desde las notas periodísticas siempre se indaga más sobre las mujeres
asesinadas, y no de forma neutral, se las exhibe. Al conocer poco o nada sobre los agresores
identificados se pierden hilos de conexión relacionados con la forma en que están actuando los
hombres; perdemos hilos de explicación sobre aquellos que asesinan. Por supuesto, esta no es tarea de
las notas informativas de los periódicos, pero tampoco lo es la exhibición de la vida de las mujeres. Así,
desde la exhibición y la culpa, la atención se concentra en quienes sufren agresiones o quienes son
asesinadas, y no en los causantes: sobre ellos, a través de las narrativas periodísticas conocemos
atenuantes. La consigna que describe mejor esto sería: “para la mujer la culpa, para el hombre la
disculpa”.
16 Serie de televisión “CSI: Crime Scene Investigation”, que trata de un grupo de peritos forenses y criminólogos que trabajan investigando y
resolviendo crímenes.
17 El Colectivo de Mujeres del Tolima elaboró un cartel en donde pide al gremio periodístico lo siguiente: “Por favor periodista: no relate el
paso a paso del feminicidio. La noticia no es un tutorial, así que no describa detalles innecesarios”. Se puede consultar en el siguiente link:
https://twitter.com/fesminismos/status/1128440350182379520?s=20
18 Esto no ocurre en todos los casos, ya sea porque no se sabe quién es el agresor, porque se protege la identidad de los agresores o porque no
se le da seguimiento a los casos desde los medios de comunicación. Sin embargo, sí es posible encontrar información sobre algunos
feminicidas en las notas periodísticas, pero el tratamiento de la información suele ser diferente para las mujeres y para los hombres.
Además, es mayor el número de notas periodísticas y la cantidad de información que se publica sobre las mujeres asesinadas que sobre los
feminicidas.
18
En resumen: Mara salió de fiesta. Para la cultura de la violación19 y la culpabilización de las
mujeres, el hecho de que Mara hubiera salido con sus amigos de fiesta, implicó que se le sometiera al
escrutinio público. Las autoridades divulgaron durante la investigación datos sobre el crimen que
poco tenían que ver con el asesinato, y que hacían alusión a su vida personal, por ejemplo, que
supuestamente estuvo alcoholizándose y drogándose antes de que la mataran. Esta insistencia de
culpabilizar a Mara se puede encontrar también en redes sociales en muchos comentarios, por
ejemplo: “si hubieras estado en tu casa estudiando no te hubiera pasado nada”, “toda mujer sabe el grado que se
expone a esa hora de la noche y alcoholisada (sic) por favor mujeres ese tipo de riesgos tiene un fin y es
malo” (Llanos Martínez, 2017). Por supuesto, también existen otros actores que reproducen esta
especie de ruido, en tanto que instalan las explicaciones de los hechos en narrativas patriarcales y no
permiten inteligir otro tipo de conexiones de sentido, de hecho cortan toda conexión al culpabilizar a
las mujeres.
Ese mismo septiembre de 2017, dentro del contexto del feminicidio de Mara, el rector de la
Universidad Madero de Puebla (UMAD), Job César Romero, fue entrevistado. Le preguntaron sobre las
causas del incremento de las mujeres desaparecidas y asesinadas. Él respondió: “Para mí se debe a la
descomposición de la sociedad, y también otro, a las libertades que las chicas tienen. Ahora, cualquiera de ellas
puede salir a muy altas horas de la noche, puede regresar. Ellas han ido ganando espacios en las familias para tener
esa libertad, autonomía, para viajar en su carro o viajar en otros medios. Y yo creo que en esa libertad y en la
descomposición de la sociedad se vuelven presas de gente que tenga la intención de lastimarlas” (Viñas, 2017). Así
las cosas. Más allá de tratar de concebir estas declaraciones como desafortunadas, nos topamos de
frente con el grave y recurrente problema de no poder explicar las violencias contra las mujeres desde
otros lugares que no sean, en general: la culpabilización de las mujeres. Y, en este caso, centrar las
causas de los feminicidios en las libertades que tienen las mujeres20. Es la misma lógica: señalar “el
lugar que le corresponde” a las mujeres y mostrar las consecuencias de transgredir esos límites. Y de
nuevo, el foco se centra en el comportamiento de las mujeres y no del perpetrador. A pesar de las
críticas contra Mara, o precisamente por eso, ese mismo septiembre de 2017, miles de personas
19 Para que la cultura de la violación sea eficaz existen unos mitos: qué ropa llevaba, si había consentido, si había bebido, si había provocado,
que se filtran en la sociedad, como un gas, para cuestionar a la víctima, con el fin de banalizar la agresión. Cuando este mensaje se ve
apoyado por los medios de comunicación, la opinión pública y una justicia patriarcal, el objetivo de la cultura de la violación se cumple.
https://www.eldiario.es/opinionsocios/cultura-violacion-ensena-dientes_132_1186178.html
20 Este tipo de lógica, patriarcal y de control, en donde la causa de las violencias y de los feminicidios se centra en “la libertad que tienen las
mujeres”, nos deja ver la otra cara de la misma moneda: las posibles soluciones entonces rondarían en recortar o disminuir esas libertades.
Tal como lo propuso una diputa del partido Morena en Veracruz en enero de 2019, un toque de queda para las mujeres: “Opino que es necesario
hasta un toque de queda para las mujeres y que no salgan de casa a partir de las diez de la noche mientras esto se arregla”. Esto, después de que ocurrieran
26 feminicidios en 52 días en esa entidad. Disponible en: https://www.proceso.com.mx/nacional/estados/2019/1/21/diputada-de-veracruz-
propone-toque-de-queda-mujeres-para-evitar-los-feminicidios-video-218936.html
19
salieron a las calles a protestar por su asesinato: en la Ciudad de México, León, Torreón, Puebla,
Guadalajara (Animal Político, 2017a).
El feminicidio de Mara fue un hito violento que marcó de manera profunda a las mujeres
poblanas y mexicanas, pero no ha sido el único caso de violencia y de ninguna manera es un hecho
aislado: las violencias son múltiples y sistemáticas. A nivel nacional de acuerdo con ENDIREH (2016,
citado en INEGI, 2017), que mide la dinámica de las relaciones de pareja, así como las experiencias de
las mujeres en la escuela, el trabajo y la comunidad con distintos tipos de violencia, muestra que el
25.3% de las mujeres (de 15 años y más), a lo lago de su vida, han sido violentadas en el ámbito escolar;
el 26.6 % han sido violentadas en el ámbito laboral; y el 43.9% han sido violentadas a lo largo de su
relación de pareja actual o última. También, a nivel nacional, de las mujeres que han enfrentado
violencia por parte del esposo o novio, a lo largo de su relación de pareja (19.1 millones), en el 64% de
los casos se trata de violencia severa a muy severa (Ídem). Y la tipología y mediciones, que son muy
importantes, siempre se quedan cortas, porque diariamente, las mujeres nos enfrentamos con
múltiples violencias que van más allá de esas mediciones, tanto en los ámbitos como en la intensidad
que predican. La violencia te interpela todos los días en el propio cuerpo. Tu cuerpo responde ante el
ambiente denso que está siendo enrarecido. Esta aguda experiencia primera en el cuerpo de muchas
mujeres y mío, es lo que las cifras medianamente describen sobre la situación actual; y es, desde aquí
que las mujeres estamos diciendo: ¡Alto, ya no más!
Casi un año después del #24A, durante el #8M (8 de marzo de 2017), de acuerdo con Raquel
Gutiérrez (2018), se abrió un tiempo nuevo. Millones de mujeres se movilizaron el 8 de marzo de 2017,
en al menos 50 países y cientos de ciudades para repudiar la violencia que impregna la vida cotidiana,
proyectándola hacia la vida pública. Se trató de un levantamiento o una insurrección; un
desplazamiento colectivo y vertiginoso que fue ocupando los espacios públicos abriendo un tiempo de
rebelión. Un tiempo de rebelión contra la violencia, contra toda la violencia sentida en los cuerpos y
soportada en la vida cotidiana y en los espacios públicos: hogares, escuelas, calles, mercados, fábricas,
oficinas y universidades se han convertido en lugares de disputa. En este sentido, hablar de disputa es
fundamental, porque las mujeres no sólo están disputando físicamente los espacios, están disputando
el sentido del orden de las cosas, poniendo sobre la mesa (aunque no sin dificultades) otra lógica y
entendimiento del mundo en el que vivimos y las explicaciones narradas sobre ese mundo. Las
mujeres, con sus luchas, están mostrando los huesos y las venas del patriarcado, haciendo visibles sus
lógicas y códigos y, frente a eso, proponiendo otras modalidades de existencia, y eso es perturbador
para el orden existente. Y ante este desenmascaramiento de los códigos patriarcales, de rebeldía y
boicot de los controles machistas, la violencia se intensifica.
20
En estos tiempos renovados de insubordinación masiva de las mujeres, las luchas contra las
violencias no deben observarse únicamente desde el conglomerado de “violencia de género”21 o que
sólo ocurren en el ámbito urbano,
La revuelta no sólo acontece en las ciudades, también la alimentan millones de mujeres que
habitan en el campo: en las inmensas plantaciones de productos que no serán alimento
cotidiano sino mercancías de exportación que cotizan en lejanas bolsas de valores, en
territorios agredidos y degradados por sustancias tóxicas para la obtención de minerales o al
rededor de ríos represados para imponer usos del agua decididos de manera ajena. Por eso la
lucha contra toda esta violencia desatada es una lucha contra el capitalismo y su orden social,
contra la negación de la vida toda y de la vida digna en las sociedades contemporáneas
(Gutiérrez Aguilar, 2018a, pág. 46).
Las múltiples violencias también las enfrentan y las resisten mujeres desde otras geografías y
a través de otras expresiones. Por ejemplo, Mina Navarro (2019) ha documentado los casos de violencia
más extrema contra las mujeres defensoras de sus territorios: en América Latina, el brutal asesinato
de Berta Cáceres en 2016; o en México, el feminicidio de María Guadalupe Campanur Tapia en 201822.
Navarro (Ídem) explica que se trata de una violencia que buscar agredir, disciplinar, estigmatizar,
atacar y hasta asesinar, no sólo como respuesta contra la insubordinación o incumplimiento del rol de
género que se espera de ellas (amas de casa-madres), sino también como un mensaje para demostrar
fuerza y ejercer control sobre el territorio, a partir del dominio del cuerpo de las mujeres. De esta
forma, la violencia y el despojo son mecanismos que aceitan esta modalidad de acumulación: no hay
extractivismo sin violencia ni despojo. Así, la intervención de las mujeres no sólo se encuentra en los
ámbitos productivos y reproductivos, también participan de la política comunitaria, en espacios que
tradicionalmente estaban dominados por los hombres. Las mujeres organizan una serie de estrategias
y esfuerzos para defender sus territorios y tramas comunitarias; despliegan una politicidad ligada a la
defensa y lucha por la vida.
21 Generalmente suele estudiarse, medirse y comprenderse la “violencia de género” como una tipificación aparte y aislada; y si se comprende
en relación con otros tipos de violencias, se hace desde la concepción de que el género es sólo uno más de otros múltiples componentes.
Además, al hacer referencia únicamente a la categoría “género”, se desdibuja el sujeto político “mujeres”, de esta forma, se colocan casi de
manera simétrica las categorías “varones” y “mujeres”, sólo como experiencias diferenciadas y no, necesariamente, como experiencias
jerarquizadas. María-Milagros Rivera (2002, pág. 50), explica que en el mundo universitario “triunfó, aunque no sólo y no en todos los casos,
una categoría de análisis que es el «género»; hasta el punto de que, durante algunos años, el término «género» tendió a sustituir la palabra
«mujeres» en ese ámbito, creando a veces confusión y risas. La categoría «género» no nació en la política feminista sino entre especialistas
progresistas que trabajaban en la universidad en los primeros años setenta”.
22 Berta Cáceres fue una mujer indígena lenca, asesinada en el contexto de la resistencia de su pueblo y del Consejo Cívico de
Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh) a la implementación del proyecto hidroeléctrico Agua Zarca. María Guadalupe
Campanur Tapia fue comunera de Cherán y participante activa en la seguridad y reconstitución del territorio de la comunidad purépecha,
que desde 2011 ha ganado su autonomía política para regirse por usos y costumbres. Para profundizar en este tema se puede consultar el
artículo de Mina Navarro, “Mujeres en defensa de la vida contra la violencia extractivista en México”, disponible en: https://
polcul.xoc.uam.mx/index.php/polcul/article/view/1373/1342
21
Estas luchas heterogéneas tienen un común denominador, un deseo en conexión, que Lucía
Linsalata (2020) enuncia con precisión: “¡Nuestra lucha es por la vida!”. De ahí que sean tan
importantes las preguntas que plantea y lo fundamental de poner la reproducción de la vida, de toda
vida, en el centro:
“¿Qué significa defender la vida en Abya Yala?, ¿qué se defiende cuando se defiende un río, un
lago, un cerro, un bosque, un desierto sagrado, un manantial, unas semillas originarias, un
territorio común, una trama relacional o un modo de existir, de los renovados y cada vez más
violentos procesos de separación y despojo impuestos por la voracidad del capital? […] La
centralidad que la noción de vida ha adquirido en una multiplicidad de luchas que hoy se
despliegan a lo largo y ancho de toda Abya Yala, nos obliga a volver a colocar la reproducción de
la existencia (humana y no humana) en el centro del debate y a profundizar nuestra reflexión,
tanto en torno a la forma en que, desde el capital y el orden simbólico dominante, se están
amenazando, re-estructurando e invisibilizando las tramas de interdependencia que sostienen
la vida; como en torno a las potencias transformadoras inscritas en las luchas de aquellos
pueblos que no han dejado de disputar por otros sentidos de vida y otros términos de
reproducción de la misma (Linsalata, 2020, pág. 56).
En esta línea, las luchas de las mujeres contra las múltiples violencias no se reducen a una
parcela específica de la realidad y tampoco se encapsulan en territorios delimitados o en ámbitos
específicos como la violencia de género. Retomando las palabras del Colectivo de Mujeres Minervas
(s.f.): el hecho de luchar contra todas las violencias significa y se traduce en una apuesta por disolver
las relaciones de dominación múltiples, capitalistas, patriarcales y coloniales. Por supuesto que se
denuncian las violencias machistas, pero también se conectan unas violencias con otras para alumbrar
la misma sustancia de que están hechas: la dominación. Puesto así, entonces no se trata de un
combate a las violencias reducidas o encapsuladas al terreno de lo doméstico privatizado, ni de
situarse en el lugar de víctimas, tampoco de demandar respuestas punitivas de control y tutela sobre
las mujeres. Estas luchas han adquirido dos rasgos fundamentales: masividad y radicalidad23. Las
luchas antipatriarcales han “ido adquiriendo densidad y radicalidad en sí, y en la medida que se
fueron enlazando explícitamente con las prácticas anticapitalistas y anticoloniales. […] Las distintas
violencias sobre nuestros cuerpos y territorios persiguen los mismos objetivos: sembrar miedo,
disciplinar, desgarrar nuestras tramas, despojarnos de nuestros medios de existencia y de nuestras
capacidades políticas” (pág. 13). Desde este piso es posible mirar las luchas antipatriarcales contra las
múltiples violencias como luchas heterogéneas contra todo un andamiaje de relaciones de
dominación.
23 De acuerdo con Verónica Gago (2019, pág. 234): “El movimiento feminista actual se caracteriza por dos dinámicas singulares: la
conjunción de masividad y radicalidad. Esto lo logra porque construye proximidad entre luchas muy diferentes”.
22
En el movimiento feminista24, su composición heterogénea ha sido esencial para lograr
traspasar las fronteras de un lenguaje para pocas y convertirse en una clave común que logra expresar
el malestar y anhelos de muchas, que hace justicia con historias muy diferentes. El movimiento
feminista actual está incluyendo y aglutinando diversas luchas, narrativas, dinámicas y conflictos que,
por el hecho mismo de conectarlos, se amplían; y al ampliarse, desde cada conflicto logran mapearse
las violencias y el diagnóstico de la crisis. Puesto así, desde la radicalidad se pone en juego una
conflictividad que es al mismo tiempo cada conflicto puntual y una crítica concreta y general de las
formas de explotación y extracción de valor que hoy requieren cada vez mayores niveles de violencia.
Además, otra característica del movimiento feminista actual es su internacionalismo, que trastoca las
escalas, alcances y formas de coordinación de un movimiento que continua ampliándose sin perder
fuerza por estar situado; desafía la imaginación geográfica como organizativa, porque está
impregnado de circuitos transfronterizos y no tiene una estructura partidaria ni centralizada (Gago,
2019).
En este sentido, las múltiples violencias cotidianas y los hitos de violencia contra las mujeres
resuenan en cada una de nosotras, y por eso no es posible hablar de hechos aislados (aunque sí
situados); pero al mismo tiempo las luchas que despliegan las mujeres también resuenan en cada una
de nosotras y por eso es posible conectar con luchas de otros lugares y tiempos. El despliegue de las
luchas de las mujeres expresa un horizonte de deseos25 y potencias. Y con ello, la posibilidad de abrir
caminos hacia la resistencia y la emancipación. Cuando se lucha se pone en cuestionamiento aquello
que nos han dicho que es la realidad y su funcionamiento. Se trata de la posibilidad de subvertir el
orden establecido; de la apertura un tiempo nuevo. Hoy, las mujeres estamos desplegando diversas
luchas antipatriarcales contra las múltiples violencias que erosionan nuestra vida y precarizan nuestra
existencia. Y “las luchas, sobre todo cuando son amplias y se generalizan, cuando tendencialmente
impugnan elementos centrales del orden de cosas existentes, cuando se masifican y fortalecen; ellas
mismas abren sus propias perspectivas, se reinventan a cada momento y delinean horizontes de
transformación política posibles” (Gutiérrez Aguilar, 2013, pág. 21). Así, al mismo que se lucha contra
las múltiples violencias, se generan nuevos espacios y otros entendimientos del mundo; se proponen
nuevas experiencias y se configuran nuevos lazos entre mujeres que desafían las formas sociales
patriarcales.
24 No todas las mujeres que luchan se nombran a sí mismas feministas, pero todas las luchas feministas son luchas de mujeres, de todo tipo
de mujeres; de cuerpos femeninos y feminizados. A veces intercalo “luchas de mujeres” con “movimiento feminista” que, si bien pueden ser
diferenciables en algún nivel, desde este trabajo no los entiendo como desconectados o separados. Sin embargo, utilizo fundamentalmente
el término “luchas de mujeres” por su mayor heterogeneidad, amplitud y apertura.
25 Lo que Raquel Gutiérrez (2013) llama “horizonte interior” de una lucha: como aquel conjunto de aspiraciones y anhelos, no siempre
lógicamente coherentes entre sí, que animan el despliegue de una lucha colectiva en un momento particular de la historia y se expresan a
través de ella; son los contenidos más íntimos de las propuestas de quienes luchan, comprendiéndolos en su dificultoso surgimiento.
23
En este tenor, lo que las luchas de las mujeres están impugnando es todo el orden existente.
De ahí la potencia que desbordan y, al mismo tiempo, las reacciones virulentas que buscan contenerla.
Verónica Gago (2019) nos propone la idea de potencia feminista, como una teoría alternativa del poder,
que significa reivindicar la indeterminación de lo que se puede, de lo que podemos. Se trata del
despliegue de un contrapoder, de un poder de otro tipo: que es invención común contra la
expropiación, disfrute colectivo contra la privatización y ampliación de lo que deseamos como posible
aquí y ahora. En este sentido, la potencia feminista es capacidad deseante, en donde el pensamiento
siempre tiene cuerpo. Porque es, precisamente, en el cuerpo, en donde se ensamblan experiencias,
expectativas, recursos, trayectorias y memorias. Además, la potencia feminista expande el cuerpo
gracias a los modos en que es reinventado por las luchas de mujeres, por las luchas feministas y por las
luchas de las disidencias sexuales. Desde esta plataforma que nos proporciona Gago es que se puede
entender la magnitud y los procesos creativos de las luchas de las mujeres. No se trata del deseo
inscrito y vehiculado dentro de los canales y circuitos de la dominación, sino, como menciona María-
Milagros Rivera (2002, pág. 51) se trata de “la indagación constante del propio deseo, un deseo que
desequilibra y descoloca lo establecido […] La práctica de la relación, que es una parte fundamental de
la tradición histórica femenina aunque no salga en las enciclopedias, hace posible la realización del
propio deseo en el mundo; al realizarse en el mundo, el deseo femenino interviene en lo simbólico
porque, si alcanza existencia, nombra fragmentos de la realidad hasta entonces caóticos”. Y,
precisamente, una de las consignas durante las protestas por el feminicidio de Mara, decía: “nos mueve
el deseo de querernos vivas y sentirnos libres”.
24
**
Cambiar las explicaciones para cambiarlo todo.
Las múltiples violencias y sus relatos
Estamos entrando a la tercera década del siglo XXI habitando un país que tiene como suelo
una fosa común. Todavía recuerdo aquella especie de celebración nacional en el año 2000: se
pregonaba alegremente la transición democrática. ¿Quién pudo haber imaginado que seis años
después comenzaríamos a vivir en un estado de guerra? Las que en ese entonces éramos niñas y hoy
somos adultas, no. Así, justo en pleno 2020, nos enfrentamos con un problema mayúsculo y
apremiante: ¿cómo pacificamos el país? Este estado de guerra, abiertamente enunciado a finales del
2006, ha marcado profundamente la manera en que las mujeres habitamos la vida cotidiana. Pero
además, se entrelaza a otro estado de guerra no anunciado abiertamente, la guerra contra las mujeres. Y no
se trata de afirmar que antes no existieran violencias contra las mujeres, pero en los últimos años
estas violencias se han intensificado y masificado a tal grado que nuestras historias vida, todas, están
siendo atravesadas por este tipo de experiencias exacerbadas, en donde las mujeres somos un objetivo
clave.
A finales del 2006, en México, se instauraron unos términos de guerra para el control
territorial y para facilitar la acumulación capitalista. Se trató del intenso empuje de la militarización,
de la acumulación y de la repatriarcalización de los cuerpos y los territorios. Lo que estamos viendo, y
hemos estado viviendo, es un momento de reforzada e intensificada redomestificación dentro de una
lógica de guerra. Todos los indicadores de violencias, en los últimos años, han estallado; han
alcanzado umbrales inimaginables, invivibles. Todos los días sorteamos múltiples violencias: la
violencia que va desde la precarización hasta la violación de niñas; desde la inseguridad en nuestras
colonias hasta el hostigamiento sexual; desde la explotación en un empleo mal pagado hasta la
violencia familiar; desde la violencia de sistemas penales patriarcales hasta el feminicidio; desde
enfrentamientos de cuerpos militares contra diversos actores que fracturan los territorios hasta la
intensificación de la crueldad contra el cuerpo de las mujeres en los medios de comunicación. Estas
múltiples violencias contra las mujeres y cuerpos feminizados son productivas y necesarias para el
avance de las actuales formas de acumulación y extracción de valor; pero también para controlar y
arrasar las disidencias, es decir, las violencias también como producción de contrainsurgencia. Es en
este terreno que hemos visto escalar con mayor vehemencia las violencias. Vivimos, pues, un
momento de guerra y violencias que ha sido estratégico para la dominación de los cuerpos.
25
Estos términos de guerra instalados en un territorio no son nuevos, aunque sí renovados y
actualizados. Como indica Suely Rolnik,
Lo que estamos viviendo no es un proceso natural, sino una fase más en una guerra que no ha
cesado: la misma guerra que llevó al cierre de los bosques comunales, al encierro y el exterminio
de todos los cuerpos cuyos modos de conocimiento o afección desafiaban el orden disciplinario,
a la destrucción de los saberes populares en beneficio de la capitalización científica, a la caza de
brujas, a la captura de cuerpos humanos para ser convertidos en máquinas vivas de la plantación
colonial; la misma guerra en la que lucharon los revolucionarios de Haití, las ciudadanas de
Francia, los proletarios de la Comuna, aquella guerra que hizo que surgiera la playa bajo los
adoquines de las calles de París en el 68, la guerra de los seropositivos, las trabajadoras sexuales
y los trans a finales del siglo XX, la guerra del exilio y de la migración… (Rolnik, 2019, pág. 9).
Pero en México, si bien mencioné ut supra vivimos atravesadas por dos tipos de guerra en
nuestro país, no ocurren ni operan por separado. La nombrada guerra contra el narcotráfico es una
modalidad y sustrato de la guerra contra las mujeres. Porque, justamente, este momento no podemos ver
lo que ocurre como algo ni “repentino” ni desconectado con las violencias contra las mujeres (o la
violencia de género), sino como un rasgo constitutivo de la “modernización”, es decir, de la expansión
capitalista en territorios específicos. En donde, si seguimos el rastro del “desarrollismo” nos topamos
con el recrudecimiento de las violencias contra las mujeres y con la expansión y amplificación de
marcos de control patriarcales, capitalistas y coloniales, en donde el escenario de guerra facilita estos
marcos. En esta línea, Verónica Gago (2019, pp.68-71) plantea la guerra contra las mujeres “como la guerra
contra los personajes femeninos y feminizados que hacen del saber del cuerpo un poder […] porque
hay guerra «en» el cuerpo de las mujeres y en los cuerpos feminizados es que hay guerra «contra» las
mujeres”. De esta forma, la guerra instaurada y disputada en el cuerpo de las mujeres, así como las
múltiples violencias en y contra los cuerpos de las mujeres y cuerpos feminizados, se traduce en
guerra y violencias contra toda la población. Ahora bien, si seguimos el rastro de la guerra contra el
narcotráfico o cualquier escenario de guerra impuesto en un territorio determinado, ¿qué es lo
primero con lo que nos topamos?
En primer lugar, nos topamos con la imposibilidad de comprender a ciencia cierta qué es lo que
pasó, cómo pasó y por qué pasó. Eso, si es que decidimos salirnos de la narrativa oficialista. Como
señala Raquel Gutiérrez (CIALC-UNAM,2019) estamos ante “un escenario de guerra que se nos viene
imponiendo en todo el continente. Se está jugando más que el disciplinamiento, se está jugando el
control de los territorios. Y se está haciendo a partir de desestructurar desde el fondo la posibilidad de
comprender las cosas y eso pasa por establecer un hito básico del relato, el punto cero del relato”. Se
trata del control de las narrativas sobre las múltiples violencias y su recrudecimiento; el control de las
narrativas acerca de lo que ocurre en los territorios insertos en un escenario de guerra. Este
26
mecanismo de producir una sola “verdad oficial” acerca de lo que ocurre obtura la posibilidad de
comprender, desde otros lugares, lo que efectivamente sucede. Es decir, explicar lo que ocurrió y
ocurre con la militarización del país, desde las explicaciones oficialistas, significa quedarnos
atrapadas en una máquina de producción de opacidad. ¿Cuáles son esas explicaciones alternas?, ¿por
qué estos niveles exacerbados de violencias tienen como blanco fundamental a las mujeres?, ¿cuál es la
relación entre este escenario mexicano militarizado y las dinámicas de despojo?, ¿cómo se entienden
las violencias contra las mujeres y cuerpos feminizados como formas de contrainsurgencia?, ¿por qué
estas múltiples violencias contra las mujeres y cuerpos feminizados son productivas y necesarias para
el avance de las actuales formas de despojo y extracción de valor? Para comenzar a comprender lo que
realmente sucede acerca de las múltiples violencias contra las mujeres y acercarnos a las respuestas de
estas interrogantes, tenemos, precisamente, que explorar las miradas críticas y alternativas que se han
generado en los últimos años.
En el país26, existe un punto de quiebre a partir del cual la violencia comenzó a aumentar.
Desde la puesta en marcha de la “guerra contra las drogas”, que inició el expresidente Felipe Calderón
Hinojosa, las violencias se recrudecieron. La narrativa oficial nos indicaba que la estrategia “consistía
en combatir a las organizaciones criminales mediante actividades localizadas, a saber: reducir —y
recuperar— los espacios de actuación de las organizaciones criminales, erradicar plantíos y
laboratorios de sustancias ilegales, interceptar cargamento de drogas y la implementación de
operativos permanentes” (Madrazo, Calzada y Romero, 2018). Durante el sexenio de Felipe Calderón
(2006-2012) se reproducía a través de los medios de comunicación un slogan publicitario: “para que la
droga no llegue a tus hijos”. Esta era, precisamente, la cara oficial de la estrategia de seguridad. Esta
estrategia fue retomada por el expresidente Enrique Peña Nieto (2012-2018). La violencia desatada no
sólo tocó al narcotráfico mediante “actividades localizadas”, sino que se desplegó a todo el territorio
del país. Así, desde una narrativa institucional difundida por los medios de comunicación, la “guerra
contra las drogas” estaba centrada en acabar con los narcotraficantes, y la muerte de cientos de
ciudadanos ajenos al narcotráfico se presentaba como “daño colateral” (tal como aseveró Felipe
Calderón).
26 Si bien mi análisis se centra en un periodo de tiempo: 2015 a 2019 en la ciudad de Puebla, es necesario hacer un breve recorrido sobre
algunas de las explicaciones propuestas para comprender las violencias contra las mujeres y su aumento en el país para plantear un piso
crítico. Así, en las líneas siguientes mostraré explicaciones alternas al discurso oficialista sobre el escenario de guerra en el que se
intensificaron las violencias contra las mujeres. Es importante conocer estas explicaciones alternas, porque estamos viviendo una
importante disputa por el sentido sobre lo que ocurre; y también, para salirnos de los discursos oficialistas que ponen en el centro y como eje
principal el tema de la seguridad. Puesto así, para fines explicativos, en las líneas siguientes voy a ampliar el periodo de tiempo analítico
dispuesto en esta tesis.
27
Sin embargo, existen otras lecturas de dicha “guerra” y de lo que ocurre dentro de este
escenario. Por ejemplo, Federico Mastrogiovanni, en su libro “Ni vivos, ni muertos”, relaciona la
desaparición forzada, con la intervención de algún elemento del Estado por acción u omisión.
Además, señala la desaparición forzada como mecanismo generador de terror del que se benefician
aquellos agentes que van a usufructuar con los recursos naturales en aquella población donde es
generado precisamente ese terror (Reporte Índigo, 2014). Otra lectura distinta a la narrativa
institucional, es la que proporciona Oswaldo Zavala. Él muestra que, si bien existe la violencia
atribuida a los “supuestos cárteles”, esa violencia obedece más a las estrategias disciplinarias de las
propias estructuras del Estado. La supuesta crisis de seguridad nacional como justificación de la
“guerra contras las drogas” estaba sustentada principalmente en una estrategia discursiva sin
fundamento material, porque la violencia en el país comenzó a aumentar de manera significativa
después de la militarización en 2008. “En la década anterior, entre 1997 y 2007, el índice de homicidios
de hecho iba a la baja en las principales ciudades del país, incluyendo Ciudad Juárez. La violencia sólo
repuntó en las zonas del país donde se concentraron los miles de soldados y agentes federales
enviados por el presidente Calderón” (Zavala, 2018, pág. 13).
Ahora bien, siguiendo las palabras de Dawn Paley (2018a) no se trata de argumentar que
México fue un país pacífico antes del arranque de la guerra en diciembre de 2006. “Pero desde
entonces, nos encontramos viviendo la transformación del Estado mexicano en un estado que se basa
en el terror y la violencia más que en las dos caras de tutela y despojo que perduraron en la estela de la
revolución mexicana”. Desde esta lectura alterna muy aguda, ella nos proporciona un concepto clave
para la comprensión y clarificación de lo que ocurre: lo que ella llama guerra antidrogas, en donde Paley
(2018) explica que existen agentes beneficiados por la violencia que se ha generado. Además de
enriquecer a los bancos estadounidenses, financiar campañas políticas y alimentar un redituable
comercio de armas, puede beneficiar a empresas petroleras, gaseras y mineras trasnacionales, así
como a las industrias maquiladoras y a un segmento del sector comercial y de venta al menudeo. “La
guerra contra las drogas es un remedio a largo plazo para los achaques del capitalismo, que combina
legislación y terror en una experimentada mezcla neoliberal para infiltrarse en sociedades y territorios
antes no disponibles para el capitalismo globalizado (pág. 12). Así, Paley (Ídem) propone que la guerra
antidrogas no se trata de la prohibición ni de la política de narcóticos. En cambio, señala cómo el terror
es usado en esta guerra contra la población27, y cómo, al lado de esta política de terror y el pánico
27 Este escenario de guerra contra la población, pero con otras dinámicas, nombres y supuestos objetivos diferentes enunciados desde los
discursos oficiales, ya lo hemos visto antes, por ejemplo, en Estados Unidos de América. “Ha habido tres momentos distintos de control
policial durante la era post Derechos Civiles, cada uno levantado sobre el anterior: la «Guerra contra las Drogas» de Reagan, el régimen penal
de Clinton y la «Guerra al Terror». Estos momentos yuxtapuestos han culminado en el fenómeno del «encarcelamiento masivo», que incluye
un examen intenso, vigilancia, control policial y encarcelamiento de personas trabajadoras de todo tipo, pero especialmente afroamericanos”
(Taylor, 2017, pág. 134).
28
resultante, se implementan políticas que facilitan la inversión extranjera directa y el crecimiento
económico. Dawn (2018a) también apunta que México es un país en guerra donde el capital
trasnacional ha florecido. Por eso es posible leer:
Puesto así, la “guerra contra las drogas” no sería más que “el nombre público de estrategias
políticas para el desplazamiento de comunidades enteras y la apropiación y explotación de recursos
naturales que de otro modo permanecerían inalcanzables para el capital nacional y
transnacional” (Zavala, 2018, pág. 15). De esta forma, ¿en qué sentido está relacionado el
recrudecimiento de las múltiples violencias contra las mujeres con la militarización y la guerra contra
el narcotráfico? En primer lugar, desde el terreno del impacto en los asesinatos de mujeres en
territorios militarizados. Por ejemplo, en el informe “Las dos guerras: El impacto de los
enfrentamientos de las Fuerzas Armadas en los asesinatos de mujeres en México (2007-2018)”,
publicado por la organización no gubernamental: Intersecta (2020), analizaron el impacto que los
enfrentamientos en los que se vieron involucradas las Fuerzas Armadas en México entre el 2007 y el
2018, en el marco de la llamada “guerra contra las drogas” tuvieron sobre los homicidios de mujeres.
Según las estimaciones del informe, por cada enfrentamiento adicional de la Secretaría de la Defensa
Nacional (SEDENA), los asesinatos de las mujeres, a tres meses de los enfrentamientos, en promedio
incrementaron en un 2.12%. En el caso de los enfrentamientos de la Secretaría de Marina (SEMAR), el
aumento estimado de los homicidios de las mujeres fue del 12.5% a tres meses de los enfrentamientos.
Puesto así, los enfrentamientos están asociados a un incremento de los homicidios de mujeres
cometidos tanto en la casa, como en la calle, con arma de fuego y sin arma de fuego. En este sentido, el
informe señala que en México, las mujeres hemos estado viviendo entre dos guerras cruzadas: la
guerra contra el narcotráfico y la guerra contra las mujeres.
Pero vayamos más allá. Estas violencias que han aumentado y se han recrudecido en
diferentes territorios, si bien se presentan y se experimentan de manera diferencial entre hombres y
mujeres, han sido las mujeres un blanco estratégico permanente. Es decir, las múltiples violencias
contra las mujeres no pueden ser vistas como una categoría a agregar en la comprensión de la
29
conflictividad social, sino que deben ser entendidas como modalidades de violencia localizadas con un
propósito específico. Raquel Gutiérrez y Dawn Paley (2016) consideran que la guerra es auspiciada,
organizada y conducida desde los distintos niveles de gobierno, mismos que son perpetradores de tal
violencia extrema. Así, la confrontación armada es contra la población trabajadora en general a fin de
anular cualquier posibilidad de organización y resistencia a los procesos de trabajo precarios en
condiciones de ultra-explotación tanto en el campo como en la ciudad. Pero fundamentalmente, esta
confrontación armada está dirigida específicamente contra las mujeres, contra nosotras; en contra de
las formas de vida y los entramados comunitarios que habitamos, resistimos y creamos en medio de
este huracán liberal de despojo, super-explotación y muerte. Desde aquí, entonces, es absurdo
comprender estas embestidas contra la población y contra las mujeres como daños colaterales o actos
accidentales. “Esta guerra, lejos de ser verdaderamente una guerra en contra de las actividades de
producción, distribución y venta de narcóticos tiene, como uno de sus objetos principales, la
destrucción y degradación de las relaciones de reciprocidad y apoyo mutuo, de colaboración y
confianza que tradicionalmente se han cultivado, en condiciones siempre de gran dificultad, en los
pueblos de México” (pág. 5).
Y, como analizan Gutiérrez y Paley (2016), en tanto los múltiples mundos de la reproducción
de la vida social generalmente son y han sido habitados por mujeres, somos nosotras quienes
cotidianamente reconstruimos condiciones que garantizan la vida en su conjunto. Es por eso que, bajo
esta forma de guerra innovadora, la violencia se ensaña con los cuerpos de las mujeres. Ellas también
hacen hincapié en que, entre el 2000 y 2006 la tasa de homicidios en México iba decreciendo, y fue en
2007 cuando se disparó28. Puesto así, se trata de una “violencia instrumentada para destruir nuestras
capacidades de defensa y regeneración de las tramas comunitarias de las que siempre somos parte,
que se desata, por tanto, con una particular crueldad sobre nosotras; constituyéndose también en
violencia expresiva, pedagógica, aterrorizante” (pág. 7). Desde esta mirada, no tendría cabida aquí el
discurso sobre la ausencia o el vacío del Estado en ciertas regiones, tampoco la pretensión de
aumentar el control militar o policial, porque son ellos, precisamente, los agentes productores de estas
violencias. Esta perspectiva desactiva completamente los discursos sobre la necesidad de aumentar la
seguridad del país. En cuanto al papel de los llamados carteles de la droga, podemos entenderlos
“como algo cuyo rol en la configuración de la situación de violencia desbocada es muy parecido al que
los grupos paramilitares o los escuadrones de la muerte han tenido en otros conflictos en América
Latina y en el mundo (Paley, 2014 en Gutiérrez y Paley, 2016, pág. 10).
28 Esta tendencia de aumento de violencia también puede observarse durante el sexenio del ex presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018),
con base en datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Aunque los datos no se encuentran desagregados por género, se
puede observar de manera general el aumento de la violencia por entidad federativa en el siguiente enlace: http://www.mexicosocial.org/
panorama-de-la-violencia-en-mexico/
30
Desde este punto, las múltiples violencias tienen un intenso propósito anti-mujer, anti-
cuerpos feminizados dentro de este desdoblamiento de guerra contra las mujeres. No es una guerra
definida en términos formales o jurídicos. Verónica Gago (2019) explica que tampoco se trata de un
enfrentamiento de dos bandos simétricos o bajo reglas claras de la contienda. La guerra contra las
mujeres es aquello que se despliega sobre un campo social ante un tiempo extremo de inestabilidad de
las relaciones de mando-obediencia y de explotación. Se trata de momentos históricos donde la
violencia se vuelve una fuerza productiva privilegiada para la acumulación del capital. Desde el
análisis de esta autora, no se concibe la estructura estatal como único agente productor de violencias a
través del cual se administran otros agentes letales. Es decir, no se trata únicamente del Estado. Gago
retoma a Rita Segato para nombrar nuevas formas de la guerra, a los modos actuales de violencia que
toman como blanco al cuerpo de las mujeres. Y las nombra como nuevas “porque actualizan una
geometría de poderes que van más allá del Estado-nación y porque son otros actores los que ejercen la
violencia, vinculados en buena medida al capital ilegal” (Ídem, pág. 67). Otra novedad que menciona es
que utiliza los métodos propiamente coloniales de asesinato a las mujeres (como el empalamiento, la
cal y el descuartizamiento), pero sobre todo, el ejercicio de afirmación de autoridad a partir de la
propiedad sobre los cuerpos.
Estas miradas críticas sobre las violencias contra las mujeres, disuelven nudos intelectivos
formados a partir de las narrativas oficialistas; nos permiten escapar de la opacidad que no es casual,
sino inducida estratégicamente. Como analizan de manera precisa Raquel Gutiérrez y Verónica Gago
(Segato, 2014), la dificultad de comprensión como una dimensión contrainsurgente es uno de los
elementos estratégicos de estas nuevas formas de la guerra. Ellas se refieren a la “opacidad” de la
conflictividad social. En donde esa opacidad no es simple confusión, falta de información o
imposibilidad de interpretar, sino que debe analizarse como un elemento estratégico precisamente de
la novedad, porque busca desarmar la capacidad rebelde. “De manera simultánea se pone en marcha
una pedagogía de la crueldad en la intensificación de la violencia mediática que opera difundiendo
esas agresiones contra las mujeres y difunde el mensaje y confirma un código de complicidad entre un
modo de ejercicio de la masculinidad” (Gago, 2019, pág. 82). En este mismo sentido, Oswaldo Zavala
(2018, pág. 9) menciona que “del fenómeno de tráfico de drogas sabemos poco o nada, pues a su
espacio social y a la esfera pública los separa una densa estructura de significado que ha sido
concebida con fines políticos de ocultamiento y no entendimiento. Se ha construido un sistema de
representación oficial y una matriz discursiva del «narco» que median y ocultan nuestra comprensión
de lo que realmente sucede”. Desde esta producción de opacidad, lo que queda invisibilizado es que el
modo de producción capitalista está apalancado a través de las violencias y el control patriarcal sobre
el cuerpo de las mujeres y los cuerpos feminizados. Cuerpos marcados para ser radicalmente
31
explotados y colonizados. Cuerpos en donde las múltiples violencias hacen huellas. Desde donde se
trata de implantar una atmósfera de miedo29.
El patriarcado es una larga guerra contra las mujeres, que se radicaliza en el capitalismo y en el
continente latinoamericano que es el más violento y extractivo del mundo. […] (En donde) toda la
violencia que se comete hacia las mujeres es una violencia política y social. De ahí que las
agresiones que son perpetradas bajo la implementación de las políticas de ajuste estructural
deben ser leídas como uno de los sacrificios que exige este ordenamiento social. El movimiento
de mujeres impide una operación central para el capitalismo: la posibilidad de hacer doméstica
o privada la violencia que sufren las mujeres (Quiroga, 2020, pág. 55).
Es por eso que es tan importante plantear otro tipo de explicaciones sobre la conflictividad
social, sobre lo que estamos viviendo, porque es fundamental alumbrar esas zonas que quedan
estratégicamente opacas y grises desde el discurso oficialista. Y porque desde este último, lo único que
se nos presenta son narrativas sobre aumento de seguridad y punitividad. La lectura sobre las
violencias contra las mujeres que propongo desde esta tesis, se presenta desde una plataforma
intelectiva que comprende que vivimos una repatriarcalización del cuerpo-territorio, que es funcional
para sostener el orden jerárquico entre los cuerpos sexuados y racializados (colonialismo), para
29 Mientras escribo esto, se despliega ante nosotras una muestra de toda esta estrategia de guerra contra las mujeres. En redes sociales
circula información sobre un supuesto secuestro masivo de mujeres en Puebla que ocurrirá en los próximos días. En la publicación digital se
lee: “por favor quiten sus fotos de perfil y toda información como su número, su correo electrónico o cualquier otro dato de sus redes sociales. Pongan todas sus
cuentas en privado, están secuestrando nenas por $10,000 cada una y se las están llevando a Cuernavaca. No salgan para nada y si sí tienen la necesidad de
hacerlo vayan acompañadas”; “Mañana no salgan, van a secuestrar a todas las mujeres y niñas que puedan, las patrullas y los de las Sabritas están
involucrados en esto”. A raíz de esto, muchas mujeres se alarmaron. Pero este ataque mediático para generar terror y una atmósfera de miedo,
fue desmentido por el Colectivo Las brujas del mar, que se dedicó a desmantelar los mensajes. https://www.facebook.com/brujasdelmar/
photos/pcb.403388774386584/403388667719928/ Incluso, la Secretaría de Seguridad Pública emitió un comunicado al respecto: “En redes
sociales circula información sobre un supuesto «secuestro» masivo de mujeres que tendría lugar este sábado. La viralización de esta noticia falsa se replica en
varios estados del país. Hacemos un atento llamado a no difundirla pues sólo pretende generar pánico”. https://www.periodicocentral.mx/2020/pagina-
negra/delincuencia/item/22811-difunden-mensaje-de-supuesto-secuestro-masivo-de-mujeres-en-puebla-es-falso-aclara-la-ssp Este es,
precisamente, el ambiente de miedo que en este momento se quiere inducir en las mujeres.
32
mantener, reforzar y actualizar las relaciones de dominación y explotación necesarias para las actuales
formas de despojo y extracción de valor, en donde se busca controlar los cuerpos y anular las
disidencias. Dentro de esta lógica es que se presentan una serie de arremetidas contra las poblaciones
en general: ya sea a través del aumento de la precariedad, el desempleo, la privatización de servicios
públicos, etc., en donde las mujeres son las que sostienen estos momentos de crisis a través de su re-
enclaustramiento en el ámbito doméstico con su trabajo no remunerado, o a través de su reintegración
precarizada a trabajos remunerados formales o informales, o a través de su endeudamiento para
consumo de productos de primera necesidad. “En una mirada a largo plazo encontramos que la
racionalidad patriarcal puede adaptarse a los cambios en el sistema económico para garantizar que la
reproducción de la vida siga siendo una responsabilidad femenina, subordinada a la lógica irracional
del crecimiento siempre exponencial de las ganancias” (Quiroga, 2020, pág. 25).
Desde este escenario de lecturas críticas sobre las violencias contra las mujeres, ¿es posible
construir una lectura sobre la situación que vivimos en la capital poblana? El objetivo de este trabajo es
plantear y mostrar diversos elementos que nos permitan explorar otro tipo de explicaciones en
relación al aumento de las violencias contra las mujeres en la ciudad. Dentro de esta lectura
exploratoria, como se habrá visto, recurro a la perspectiva feminista para tratar de construir recursos
suficientes que me permitan alumbrar espacios que se invisibilizan dentro de los discursos oficialistas
y desde narrativas patriarcales. La idea es proponer una lectura feminista sobre el aumento de las
violencias contra las mujeres que fracture el sentido oficial y patriarcal que se nos impone o induce
sobre su comprensión en la ciudad de Puebla. Puesto así, es necesario tomar en cuenta que el
escenario de guerra impuesto a nivel nacional, a finales del 2006, no operó de manera homogénea en
todo el país. En el estado de Puebla, el recrudecimiento de las violencias contra las mujeres, y todo tipo
de violencias contra la población, lo observamos de manera patente en la segunda mitad del ejercicio
de gobierno de Rafael Moreno Valle. ¿Por qué? Desde la lectura que hago, sostengo que la llegada de
Moreno Valle a la gubernatura del Estado implicó la reinstauración e intensificación de marcos de
lógica y control patriarcales, capitalistas y coloniales, a través de sus proyectos desarrollistas en la
entidad, pero también a través de toda una serie de disposiciones gubernamentales y no
gubernamentales que los posibilitaron.
33
trabajadoras, etc. Toda una serie de medidas que reconfiguraron el estado y la ciudad de Puebla, y que
ampliaron e intensificaron las violencias contra toda la población. Violencias que tuvieron y tienen
como punto medular el cuerpo de las mujeres. Además, acaso toda esta violencia exacerbada en el
cuerpo de las mujeres puede ser vista como síntoma de lo que ocurre con la población en su conjunto.
Desde donde, la urgencia por acabar con las violencias contra las mujeres debe ser leída como
urgencia y preocupación de la población en general. Por que la repatriarcalización del territorio a la
que me refiero no es una “cuestión de género”, entendido como algo que sólo le ocurre y concierne a
las mujeres, se trata de la ampliación de la expoliación y degradación de todos los cuerpo-territorios
pero que tiene como eje medular la hostilidad contra el cuerpo de las mujeres. Esta ampliación de
marcos de explotación apalancados en la hostilidad patriarcal opera como conjunto diverso. Es decir,
desde este punto de vista, las violencias contra las mujeres se comprenden en relación con el Estado, o
con las transnacionales, pero también se comprenden en relación con nuestras múltiples relaciones
más próximas. De ahí las diversas modalidades en que opera este empuje patriarcal.
Esta repatriarcalización de los cuerpos y del territorio también opera a ras del suelo, en la vida
cotidiana, con actores cotidianos, a través de la exacerbación de la masculinidad hegemónica violenta.
Es decir, este proceso de repatriarcalización es visible también en la intensificación de las relaciones
sociales de dominación entre los cuerpos sexuados en la vida cotidiana: en las violencias sexuales, en
la violencia doméstica, en la misoginia, en el sexismo, en la discriminación contra las mujeres.
Elementos como la militarización, el control del territorio por parte de grupos criminales ligados al
capital ilegal y/o a estructuras estatales, el mismo Estado, el avance de procesos de despojo, de
explotación y de acumulación, pero también las recientes arremetidas eclesiásticas contra la
autonomía de las mujeres, funcionan como un andamiaje entrecruzado que reactiva, refuerza y
actualiza relaciones de dominación patriarcales, en diversos y heterogéneos niveles e intensidades en
toda la población. Lo que estamos viviendo es la vehemencia del despliegue de dominación patriarcal
en diversas modalidades, múltiples actores y diversos lugares, que se expresan y tienen como punto
central las violencias contra los cuerpos de las mujeres y cuerpos feminizados, en donde se disputa el
control de los territorios, de los cuerpo-territorios en diversos niveles. Entonces, es que vemos y
vivimos, el aumento de violencias machistas en múltiples ámbitos de la vida cotidiana.
34
Puesto así, hablar sobre violencia patriarcal implica delinear múltiples aristas.
Fundamentalmente, delinear formas de poder, es decir, formas de dominación30. Desde aquí,
tendríamos que hablar de un conjunto de modalidades de violencia que aseguran esas relaciones de
dominación. Esas modalidades de violencia se expresan a través de variaciones que cambian y mutan
en tiempo y espacio. En este sentido, no podemos hablar de un edificio uniforme, a manera de mole,
sobre el patriarcado. Las relaciones patriarcales (que son relaciones de poder y por lo tanto de
dominación) no son homogéneas ni transhistóricas. De ahí que es importante localizar las relaciones
patriarcales en sus especificidades históricas y geográficas. Sin embargo, aun cuando hablo de
variaciones sobre la violencia patriarcal no hay que dejar de tener en mente que existe una especie de
núcleo duro que lo apalanca: la diferencia sexual entendida como jerarquía. Se trata de la jerarquía
primigenia fundante: es la primera lección histórica de dominación.
30 En la conferencia dictada en 1976 en Brasil, Michel Foucault, explicaba que “en el fondo no existe un poder, sino varios poderes. Poderes
quiere decir: formas de dominación, formas de sujeción que operan localmente, por ejemplo, en una oficina, en el ejército, en una propiedad
de tipo esclavista o en una propiedad donde existen relaciones serviles. Se trata siempre de formas locales, regionales de poder, que poseen
su propia modalidad de funcionamiento, procedimiento y técnica. Todas estas formas de poder son heterogéneas. No podemos entonces
hablar de poder si queremos hacer un análisis del poder, sino que debemos hablar de los poderes o intentar localizarlos en sus
especificidades históricas y geográficas”. https://www.bloghemia.com/2019/10/las-redes-del-poder-por-michel-foucault.html?
fbclid=IwAR0Jvh2WWwBkB9JaxjpR-qKykbb8iWbcLKVAKPYzxactsu_vE58qSv5CMB0
35
inclusión-anulación del otro femenino; en la configuración de relaciones sociales basadas en la
desigualdad. Y es por eso que toda violencia patriarcal se configura y se despliega a partir de la
abyección del cuerpo de las mujeres. Esto es, la masculinidad hegemónica se reafirma a través de la
dominación y/o destrucción del otro feminizado. Más preciso: el patriarcado se sostiene en la
abyección del cuerpo subordinado de las mujeres. Este mecanismo de reafirmación a través de la
abyección del otro31 lo vemos en todas las violencias, y más claramente, en las violencias contra las
mujeres. En esta línea, desde el heteropatriarcado se administran los cuerpos de tal forma que las
violencias continuamente se reactualizan para mantener el control y la dominación sobre los cuerpos
de las mujeres y los cuerpos feminizados. Y, como menciona María-Milagros Rivera (2002, pág. 101),
“cuando el orden dado no soporta más esa experiencia humana femenina original, la destruye con
ferocidad […] ya que lo que ocurre excede los límites de ese orden dado”. De esta manera, siguiendo a
Rivera (Ídem), esas reglas que norman y normalizan unificando y administrando los cuerpos dentro de
un orden se tragan espacios de libertad. La normalización destruye instancias y posibilidades de
libertad.
Desde esta perspectiva, las violencias contra las mujeres tampoco pueden ser explicadas a
través de argumentos biologicistas acerca de la “naturaleza masculina” inherentemente sádica. La
violencia contra las mujeres es un fenómeno producido históricamente y está estrechamente
relacionado con las relaciones de explotación entre hombre-mujer32, entre clases y a escala
internacional33; parece ser el principal denominador común que encarna la explotación y la opresión
de las mujeres, cualquiera que sea su clase, nación, casta, raza o si pertenece a un sistema capitalista o
socialista, al tercer o al primer mundo. De esta manera, la relación de explotación y opresión está
profundamente arraigada entre hombre-mujer, sustentada por la violencia directa y estructural. De
esta forma, el patriarcado es un sistema político con un conjunto social, cultural y económico que
determina la vida de las mujeres desde su nacimiento hasta su muerte. La paz en el patriarcado es la
guerra contra las mujeres34 (Mies, 2019). Marcela Lagarde (2005) diría que todas las mujeres están
31 La afirmación masculina se sostiene en las múltiples violencias contra las mujeres, en el sexismo, en la misoginia, en la discriminación. Tal
y como el colonialismo se sostiene a través de la construcción y las violencias sobre cuerpos y subjetividades abyectas racializadas.
32 “Las mujeres comparten como género la misma condición histórica, pero difieren en cuanto a sus situaciones de vida y en los grados y
niveles de la opresión. Las diferencias entre las mujeres derivadas de su posición de clase, de su acceso a la tecnología, de su relación con las
diferentes sabidurías, de su modo de vida rural, selvático o urbano, son significativas al grado de constituir grupos de mujeres: el grupo de
mujeres sometidas a la doble opresión genérica y de clase, el de las que sólo están sujetas a opresión genérica pero no de clase, el grupo de
mujeres sometidas a la triple opresión de género, de clase y etnia o nacional, los grupos de mujeres que viven todo esto y mucho más, pero
agravado por condiciones de hambre y muerte; grupos de mujeres que no comparten la clase ni otras particularidades, pero que han sido
sometidas a formas exacerbadas de violencia genérica, y otras” (Lagarde, 2005, pág.34).
33 Todas estas relaciones están más o menos integradas en el sistema de acumulación. El capitalismo tiene que utilizar, que fortalecer e
incluso inventar las relaciones patriarcales entre hombres y mujeres si quiere mantener su modelo de acumulación (Mies, 2019).
34 Slogan acuñado por las mujeres del movimiento pacifista alemán.
36
cautivas por el sólo hecho de ser mujeres en el mundo patriarcal, porque han sido privadas de
autonomía vital, de independencia para vivir, del gobierno sobre sí mismas, de la posibilidad de
escoger y de la capacidad de decidir sobre los hechos fundamentales de sus vidas y del mundo. Y
propone la siguiente definición de Patriarcado en donde lo caracteriza a través de tres elementos:
El patriarcado es uno de los espacios históricos35 del poder masculino que encuentra su asiento
en las más diversas formaciones sociales, y se conforma por varios ejes de relaciones sociales y
contenidos culturales. El patriarcado se caracteriza por: 1) El antagonismo genérico, aunado a
la opresión de las mujeres y al dominio de los hombres y de sus intereses, plasmados en
relaciones y formas sociales, en concepciones del mundo, normas y lenguajes, en instituciones,
y en determinadas opciones de vida para los protagonistas; 2) La escisión del género femenino
como producto de la enemistad histórica entre las mujeres, basada en su competencia por los
hombres y por ocupar los espacios de vida que les son destinados a partir de su condición y de
su situación genérica; 3) El fenómeno cultural del machismo basado tanto en el poder
masculino patriarcal, como en la inferiorización y en la discriminación de las mujeres
producto de su opresión, y en la exaltación de la virilidad opresora y de la feminidad opresiva,
constituidos en deberes e identidades compulsivos e ineludibles para hombres y mujeres
(Lagarde, 2005, pág. 91).
35 Si bien el patriarcado tiene una historia originaria, para Raquel Gutiérrez, María Noel e Itandehui Reyes (2018), es mas que eso: es la
manera cotidiana y reiterada de producir y fomentar separaciones entre las mujeres, al instalar una y otra vez algún tipo de mediación
masculina entre una mujer y otra, y por tanto entre cada mujer y el mundo.
36 Rita Segato (2003) entiende al Patriarcado como perteneciente al estrato simbólico y, en términos psicoanalíticos, como la estructura
inconsciente que conduce los afectos y distribuye los valores entre los personajes del escenario social. Así, la posición del patriarca es una
posición en el campo simbólico, que se transpone en significantes variables en el curso de las interacciones sociales.
37 “Para entender la opresión de la mujer es necesario examinar las estructuras de poder que existen en nuestra sociedad” (Zilla Eisenstein,
1980 citado en Lagarde, 2005, pág. 89).
37
agresiones originadas en la pulsión libidinal traducida en deseo de satisfacción sexual, sino que la
libido se orienta aquí al poder y a un mandato de pares o cofrades masculinos que exige una prueba de
pertenencia al grupo (Segato, 2016).
Finalmente, Segato (Santa Fe Debate Ideas, 2017), nos proporciona una lectura muy aguda
sobre los tiempos que vivimos en donde el espíritu de la época38 se manifiesta en el tratamiento que se
da al cuerpo de las mujeres. Y se manifiesta también, en una masculinidad media precarizada,
fragilizada, emasculada, transformada en impotente en un mundo de dueños, en donde los dueños
son cada vez menos. Dentro de una masculinidad hegemónica, que se define por la potencia sexual,
económica, política, intelectual, moral y bélica, una cantidad de hombres que están preparados a
pensarse como sujetos potentes son precarizados por el mundo en que vivimos, sobre todo, por las
relaciones económicas y por la incapacidad que tienen de acceder al empleo o a la educación, a las
varias formas en que normalmente los sujetos en la sociedad nos volvemos potentes. Esto genera
frustación, porque la vida y fase apocalíptica del capital por la que transitamos ha precarizado y ha
impedido a los hombres percibirse como sujetos potentes. Así, la restauración de la masculinidad es
mediante la victimización de la mujer. Ahora bien, si revisamos varios tipos de violencia, por ejemplo:
la violencia bélica entre ejércitos, la violencia de Estado, la violencia de género, la violencia policial, el
crimen organizado corporativo nacional o internacional, etc., y todas las conexiones y reclutamientos
existentes entre estos niveles de violencia que atraviesan, de arriba a abajo, todo el continente social
hasta los niveles capilares de las relaciones más íntimas, giran en espiral a partir de una célula
elemental que prolifera ad infinitum: la escena elemental del patriarcado, con su mandato de poder
(Segato, 2003).
Para comprender la conexión entre las múltiples violencias fue necesario reconceptualizar la
violencia: pluralizar su definición. De acuerdo con Verónica Gago (2019), se dejó de hablar “sólo” de la
violencia contra las mujeres y cuerpos feminizados para ponerla en relación con un conjunto de
violencias sin las cuales ésta no se explica, ni menos aún se comprende respecto a su incremento
histórico. Conectar las violencias implica desbordar los límites de la “violencia de género” para
vincular ésta violencia con las múltiples formas de violencia que la hacen posible. De esta forma nos
38 Rita Segato, llama a ese espíritu de la época, Dueñidad: la forma extrema del patriarcado. Es decir, en la relación de género, el poder se
expresa actualmente como dueñidad: potencia es dueñidad. El mundo en que vivimos es un mundo de dueños, porque la concentración de la
riqueza ha alcanzado niveles nunca antes vistos y no hay institución que pueda ponerle límites a esos niveles de riqueza. Por eso es
insuficiente hablar de desigualdad. Y esto va a acompañado con una refeudalización en el territorio, con menos espacios comunes que en la
edad media. Los dueños tienen poder sobre la vida y sobre la muerte. Finalmente, se ve expresado en lo que pasa al cuerpo de las mujeres y
en el cuerpo de todos aquellos que son disidentes y de toda la desobediencia. Es la dominación de la dueñidad sobre el cuerpo femenino un
síntoma de una economía que es, precisamente, de dueños. https://www.youtube.com/watch?v=8oqqpCAP2iI
38
desplazamos de una única definición de violencia, para entenderla con relación a un plano de
violencias económicas, institucionales, laborales, coloniales, etc.
Estas reactualizaciones en las modalidades de las violencias que toman como objetivo
principal el cuerpo de las mujeres, se ejercen desde nuevos y distintos agentes, que no necesariamente
tienen como actor fundamental al Estado. De esta forma, la persistencia patriarcal no puede
sostenerse sin la violencia que hoy denominamos de género, sin la violencia de los hombres, del
Estado, de los medios de comunicación, de las organizaciones civiles y políticas, de las iglesias y de las
fuerzas represivas contra las mujeres. La opresión de las mujeres sería inexplicable sin la violencia,
por eso se considera estructural a la organización patriarcal del mundo ya que permite la cosificación
sexual, soporte de la expropiación a las mujeres de su condición de sujeto” (Russell y Radford, 1992).
Como afirma Itandehui Reyes (2017, pág. 43), se trata de “dejar de mirar la violencia contra las mujeres
—violencia de género o violencia machista— como un epifenómeno separado de la forma social
vigente”.
Desde este trabajo, no retomo o elaboro una única definición de violencia. En cambio, utilizo
diversas definiciones de violencia al momento de dar cuenta de su aumento en un ámbito específico,
dependiendo la instancia que emite tal información. Lo que intento mirar desde aquí es el plano en
que se inscriben las violencias contra las mujeres así como sus modalidades, que operan en un terreno
determinado (la ciudad de Puebla) y que son expresiones de las formas de poder actuales. Además,
utilizo el término de “múltiples violencias”, en plural, precisamente porque las observo como conjunto
e interconectadas. Si bien en algunos momentos me refiero a “violencia”, en singular, eso responde a
que muestro datos y mediciones en los que ya está previamente tipificada la modalidad de violencia
que analizo; o cuando cito a alguna autora. Puesto así, las “múltiples violencias” se desplazan, atenúan
39
o intensifican dentro de una red de poder que exhibe diferenciales de opresión y explotación, en
donde, por lo tanto, las violencias se expresan de manera diferencial en los cuerpos de mujeres,
cuerpos feminizados y cuerpos de varones, en los que se actualiza el control patriarcal
constantemente; y, desde la cual, las mujeres resisten constantemente a través de diversas y variadas
luchas. Si bien en este trabajo analizo sólo algunas categorías denominadas de género, la pretensión
es explorar posibles conexiones con el conjunto de violencias que se expresan en la ciudad de Puebla,
dentro de un marco de disposiciones favorables para la acumulación.
Así, desde una lectura feminista, Verónica Gago (2019) nos propone que esta guerra contra las
mujeres se expresa en cuatro escenas predilectas que están en la base de los feminicidios como
sustrato, y que se enmarcan en una lectura de la violencia del neoliberalismo, como momento actual
de acumulación del capital. Las cuarto escenas son las siguientes:
1. La implosión de la violencia en los hogares como efecto de la crisis de la figura del varón
proveedor y su desjerarquización derivada, con relación a su rol en el mundo laboral; 2. La
organización de nuevas violencias como principio de autoridad en los barios populares a partir
de la proliferación de economías ilegales que reponen, bajo otras lógicas, formas de provisión de
recursos; 3. La desposesión y saqueo de tierras y recursos comunes por parte de transnacionales,
que despoja de autonomía material a otras economías; 4. La articulación de formas de
explotación y extracción de valor que tienen en la financierización de la vida social —y en
particular a través del dispositivo de la deuda— su código común (Pág.71).
A través de este recorrido teórico he puesto sobre la mesa elementos importantes desde los
cuales partir para realizar una lectura feminista sobre las múltiples violencias contra las mujeres en la
ciudad de Puebla. Es fundamental explorar otro tipo de comprensiones no sólo para entender qué es
lo que ocurre, sino para modificar las condiciones en las que nos encontramos desde otras lógicas
producidas, precisamente, por esos otros tipos de entendimientos que fracturen lógicas patriarcales.
Vivimos en un momento que Suely Rolnik (2019) llamaría contrarrevolucionario. “Estamos inmersos
en una reforma heteropatriarcal, colonial y neonacionalista que busca deshacer los logros de los largos
procesos de emancipación obrera, sexual y anticolonial de los últimos siglos” (pág. 9). Vivimos un
momento de refuncionalización del patriarcado en el capitalismo neoliberal, en donde cada vez se
requieren mayores niveles de violencia para concretar despojos, desplazamientos, explotación y
extracción de valor. Desde estas condiciones infames de vida que se nos tratan de imponer, las luchas
de las mujeres y el movimiento feminista pugnan por cambiarlo todo, por desestructurar todas las
relaciones de dominación, con y desde el cuerpo, cambiando las explicaciones para cambiarlo todo.
40
Desde este punto, así como se ponen en disputa las explicaciones y narrativas oficialistas de la
llamada “guerra contra el narcotráfico”, las luchas de las mujeres también ponen en disputa el sentido
de lo social en diversos ámbitos. Poner sobre la mesa la discusión y problematización sobre lo que se
nos cuenta que sucede es fundamental, porque al remitirnos a otras explicaciones se develan los
mecanismos que movilizan las múltiples violencias rompiendo las narrativas oficialistas. Esto nos
coloca en otra plataforma comprensiva de los hechos y, desde ahí, podemos comenzar a pensar en
cómo cambiar todo el tablero y no sólo la distribución de las fichas, porque el tablero mismo es el
problema. Romper con las narrativas oficialistas o institucionales que además se reproducen a través
de los medios de comunicación, no es tarea fácil, porque también se tiene que romper con lógicas
patriarcales muy fuertes que atraviesan todas estas explicaciones y narrativas, fundamentalmente en
el caso de las violencias contra las mujeres. De esta forma, las luchas antipatriarcales de las mujeres
contra las múltiples violencias pasan por el tamiz todo aquel orden lógico natural que se nos presenta
desde múltiples ámbitos; están en constante disputa por el sentido.
41
***
Disputa por el sentido
En Roma se enseñaba a las mujeres a venerar a Tácita muda. Ella era una divinidad romana;
una divinidad de los difuntos que se conmemoraba el 21 de febrero. Esta diosa se llamaba Lara (del
griego laleo, hablar), y por atreverse a hablar “inoportunamente” Júpiter le arrancó la lengua,
convirtiéndose así en Tácita Muda. Dentro de la trama, Júpiter, pese a estar casado con Juno, se
enamoró de la ninfa Yuturna y quería poseerla, aunque poco le importaba la opinión de ella. Por
ayudar a Yuturna, la ninfa Tácita/Lara confiesa a Juno que su marido quiere serle infiel. Ese fue el
motivo por el que el dios la privó del habla. Muda y desterrada al reino de los muertos, fue violada por
Mercurio en una escena escalofriante, pues ni siquiera le fue posible defenderse con la palabra. Las
romanas extraían de este mito la enseñanza de que si desobedecían al paterfamilias, la desgracia caería
sobre ellas, y nadie las protegería de la violación. Así, ellas, al igual que Tácita muda, debían ser tan
silenciosas como la muerte; tan silenciosas como el inframundo al que la ninfa fue desterrada
(Rodríguez, 2018).
42
de su capacidad política; la anulación de la posibilidad de simbolizarse39 a sí mismas; y la anulación de
simbolizar al mundo desde sí. En este sentido, la capacidad enunciativa de las mujeres ha sido, y es,
subsumida con fines de control. Además, se suspende la capacidad de defensa de las mujeres, incluso,
defensa a través de la palabra. Desautorizaciones aleccionadoras. Castigos ejemplares. El segundo
hecho, es la ruptura de los lazos entre mujeres y la inhibición de la posibilidad de generarlos; la
anulación de la ayuda mutua femenina que, cuando ocurre, es firmemente penalizada. Silenciadas y
aisladas. El tercero, es que a través de una matriz de inteligibilidad patriarcal (“de aquel de quien es el
poder del palacio”), y por tanto, de jerarquización y dominación, se interpretan y entienden los hechos
sociales. Esto, de la mano no sólo con la reproducción de narrativas patriarcales (machistas y
misóginas), sino con fines de fragmentar la inteligibilidad de los acontecimientos: inducir opacidad.
Así, se instaura reiteradamente, la anulación de las voces disidentes y se universaliza la experiencia
masculina. Aquel buen sentido, al que aludía Descartes, como la cosa mejor repartida en el mundo, es
patriarcal, por lo tanto arbitrario, y está en constante pugna.
39 El símbolo organiza la manera como hemos de percibir determinado suceso u objeto mediante los sentidos y se funda en convenciones
socialmente aceptadas. El símbolo no es reflejo de lo real, no es la representación de lo real —en sí mismo— sino de rasgos destacados de la
realidad según ésta se construye en nuestras cabezas de acuerdo a lo socialmente convenido como punto de vista, como criterio ordenador,
como esquema valorativo y clasificatorio. En un símbolo se resumen los significados socialmente atribuidos a las cosas, a las acciones, a los
sucesos —y también a los varones y a las mujeres—, pertenecientes a una época. El universo simbólico será así, el conjunto de significaciones
condensadas que orienta y genera una percepción-comprensión concreta de os eventos particulares (Gutiérrez Aguilar, 2010).
40 Luisa Muraro se refiere al “Orden simbólico de la madre” como una estructura que es la relación de la hija con su madre concreta y
personal; una estructura elemental que falta en el patriarcado, falta de la que el orden patriarcal se nutre. Esta estructura también es
simbólica. Para su existencia libre una mujer necesita, simbólicamente, la potencia materna (Muraro, 1994).
41 “Sólo ésta puede devolver a la sociedad, y a todas las mujeres, la potencia simbólica contenida en la relación femenina con la madre y
neutralizada por el dominio masculino” (Muraro, 1994).
42 “Desde la infancia las mujeres son persuadidas para que no tomen decisiones y para que dependan de una persona «capaz» y
«responsable»: el padre, el marido, el hermano…” (Lonzi, 2018, pág. 20).
43
prohibiciones, se trata también de prescribir positivamente todo un modo de ser, unas aspiraciones,
un sentido de lo válido, una matriz de posibilidades materiales, un contenido de verdad para los actos
y los discursos, etc. Es mucho más que la fuerza del “no”, es todo el peso de la práctica social
organizando las relaciones y las convenciones hacia la producción y reproducción de la vida social
(Gutiérrez Aguilar, 2010).
43 “Las experiencias de grupos anteriormente subordinados, tales como los campesinos, los esclavos, los proletarios, han entrado a formar
parte del registro histórico en cuanto han ascendido a puestos de poder o se les ha incluido en política. Es decir, la experiencia de los varones
de esos grupos; las mujeres se encontraban, como siempre, excluidas. Lo cierto es que hombres y mujeres han sido excluido y discriminados
a causa de su clase. Pero ningún varón ha sido excluido del registro histórico en razón a su sexo y en cambio todas las mujeres lo fueron […]
La contradicción entre la centralidad y el papel activo de las mujeres en la creación de la sociedad y su marginación en el proceso de
interpretar y dar una explicación ha sido una fuerza dinámica, que las ha impulsado a luchar contra su condición. Cuando en ese proceso de
lucha, y en ciertos momentos históricos, las mujeres toman conciencia de las contradicciones de su relación con la sociedad y el proceso
histórico, las perciben correctamente y las denominan privaciones que ellas comparten en cuanto a que son un colectivo. Esta toma de
conciencia de las mujeres se convierte en la fuerza dialéctica que las empuja a la acción a fin de cambiar su condición y entablar una nueva
relación con una sociedad dominada por los varones” (Lerner, 1990, pp. 21-22).
44
diferentes, a construir significados y representaciones distintas para orientarnos en el mundo. A
partir de sistemas clasificatorios que se nos inculcan desde la infancia, de los esquemas de percepción
(esquemas cognitivos) con los cuales aprendemos a colocarnos en el mundo, de las disposiciones
corporales y las escalas de valores que tenemos incorporadas, somos absoluta y radicalmente
distintos44. Las nociones comunes, social e históricamente construidas —pero también
permanentemente reconstruidas con los actos de cada una/o—, nos demandan actitudes distintas,
logros diversos, asignan sentidos diferentes a las mismas acciones, a los mismos pensamientos, según
sean producto de un varón o de una mujer (Gutiérrez Aguilar, 2010).
De esta forma, he llamado a este apartado: “la disputa por el sentido”, porque eso es
precisamente lo que contienen las luchas antipatriarcales de las mujeres contra las múltiples
violencias. Las protestas y luchas de las mujeres no son sólo una forma de mostrar la inconformidad
con el mundo en el que vivimos, son una manera de poner en crisis las explicaciones dominantes que
se nos dan sobre el mundo y sobre nosotras mismas y nuestro lugar en ese mundo. Se trata también de
poner en entredicho las condiciones de vida en las que se nos obliga a existir. Y, al mismo tiempo, de
forma creativa, organizar y configurar otras modalidades de existencia desde el propio cuerpo y desde
la propia experiencia como mujeres. Así, la disputa por el sentido se muestra en muchos y diversos
frentes. Por ejemplo, uno de ellos, fundamental, es la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito o el
aborto seguro al margen del Estado45 que se lleva a cabo entre mujeres que se organizan para cuidarse
mutuamente y compartir(se) saberes sobre la interrupción del embarazo. Aquí se pone en disputa el
control reproductivo46 de las mujeres y la libre disposición de sí del cuerpo de las mujeres.
44 “Si bien de ninguna manera somos mero producto de nuestras circunstancias exteriores, si bien no somos pura determinación de las
estructuras sociales que nos preceden, tampoco somos simple subjetividad actuante, no somos libertad y trascendencia etérea e inmaterial
que puede prescindir de sus circunstancias” (Gutiérrez Aguilar, 2010, pág. 24).
45 Para Verónica Gago (2019, pág. 105), “la constatación de que no hay forma de gobierno que no presuponga de manera intrínseca la
subordinación de las mujeres es el a priori que se puso en crisis con la lucha por el aborto al pasar los límites del cuerpo individual y del
territorio de la ley”.
46 De acuerdo a Raquel Gutiérrez (2010), detrás de todas las prácticas opresivas contra las mujeres está una intención social por controlar
nuestra capacidad reproductiva.
45
que no sean las mujeres mismas. Es decir, se mantiene el control reproductivo en manos del Estado47 a
través de su administración o penalización; o se busca reforzar el control eclesiástico, incluso, con
campañas llamadas “pro-vida” y contra lo que nombran “ideología de género”, pero también con
manifestaciones y rezos en espacios públicos. En la ciudad de Puebla, hasta hoy, y a pesar de múltiples
manifestaciones, se mantiene congelada la despenalización del aborto. Y las mujeres que recurren al
aborto son castigadas con la cárcel. Desde el ámbito eclesiástico48, hemos visto en los últimos años
fuertes campañas en contra de la interrupción del embarazo, criminalizando a las mujeres que
recurren a él. El año pasado (2019), también en Puebla, durante la novena marcha de las putas, diversas
personas católicas hicieron un cinturón de protección a la catedral para que no se realizan pintas, y
contrarrestaban las protestas con rezos. Pero sobre todo, a través de redes sociales, son muy visibles y
virulentos los ataques esgrimidos desde posiciones conservadoras y argumentos religiosos en contra
del aborto y en contra de las mujeres a favor del aborto49.
Las luchas de las mujeres por el derecho a disponer sobre su propio cuerpo, en cuanto al
control sexual y reproductivo, tienen una capacidad subversiva muy fuerte. Lo que se pone en
entredicho es la pertenencia y la propiedad (milenaria), por parte de los varones y de actores
patriarcales, de nuestro propio cuerpo. Es una disputa por arrebatar el control de nuestros cuerpos de
otros agentes, para tomarlo en nuestras manos. Se trata de tener disposición libre de sí misma. Y esto,
es una modalidad de agencia política diferente y disruptiva del orden patriarcal. Por eso “la negación
del aborto libre debe ser considerada como parte del veto global que se ejerce sobre la autonomía de la
mujer” (Lonzi, 2018, pág. 21). En este terreno las luchas se despliegan para incidir dentro del ámbito
estatal: despenalización y legalización del aborto seguro y gratuito; o fuera del ámbito estatal: a través
de redes de mujeres que se acompañan en la interrupción del embarazo. Incluso, en una ciudad tan
conservadora como la poblana, existen redes de mujeres “dedicadas a brindar «acompañamientos
amorosos», como llaman al proceso de interrupción del embarazo seguro desde casa” (Juárez, 2020).
Estas luchas en y desde el propio cuerpo, desde su disposición de sí, se traduce en cambios de sentido
sobre los mismos cuerpos, es decir, en cambios en la forma en que se experimentan los procesos
corporales desde la conjunción de saberes y acompañamiento de las mujeres, en este caso en la
47 “El Estado no ha escatimado esfuerzos en su intento de arrancar de las manos femeninas el control de la reproducción y la determinación
de qué niños deberían nacer, dónde, cuándo y en qué cantidad. Como resultado, las mujeres han sido forzadas frecuentemente a procrear en
contra de su voluntad, experimentando una alienación con respecto a sus cuerpos, su “trabajo” e incluso sus hijos, más profunda que la
experimentada por cualquier otro trabajador” (Martín, 1987 citado en Federici, 2013, pág. 161).
48 “La iglesia, a través de sus voceros varones, está en una cruzada contra las rebeldías de las mujeres y los cuerpos feminizados que están
reinventando los modos de autonomía y el deseo, y que están contando de nuevo la historia” (Gago, 2019, pág. 115).
49 “Los hombres castigan con el ridículo, la exclusión o el ostracismo a cualquier mujer que se arroga el derecho a interpretar su propio papel
o, en el peor de los males, el derecho a reescribir el argumento” (Lerner, 1990 , pág. 31).
46
manera en que se entiende y siente lo que significa interrumpir el embarazo desde la autonomía y no
desde la estigmatización.
Al mismo tiempo, esto también es una disputa por el sentido, porque, en lo que se refiere al
cuerpo, a su libre disposición por parte de las mujeres, se rechaza la inteligibilidad patriarcal; y al
mismo tiempo se generan, desde las mujeres, otros saberes y otras experiencias. Otras formas de vivir
nuestros cuerpos. Se trata de un tipo de autonomía sumamente radical. En resumen: esta radical
disposición de sí, de autodeterminación, rompe con la razón patriarcal desde donde los hombres
tienen control sobre el cuerpo de las mujeres, pero también rompe con el lugar y rol que las mujeres
deben ocupar. Siguiendo a Lagarde (2005): las mujeres están cautivas50 de su cuerpo-para-otros y de
su ser-de-otros. Por su ser-de y para-otros se definen filosóficamente como entes incompletos, como
territorios, dispuestas a ser ocupadas y dominadas por los otros en el mundo patriarcal.
Y es contra esta modalidad de existencia contra lo que se lucha. Las luchas de las mujeres no
son homogéneas, se manifiestan en distintos terrenos, de diversas formas y desde cuerpos diversos,
pero son luchas antipatriarcales, aunque algunas veces no se nombren así. Podemos ver el aprendizaje
de autodefensa feminista, las luchas contra el acoso escolar o universitario, las protestas a través de las
redes sociales usando hashtags, los tendederos que se colocan en las calles o plazuelas… pero también
el cuestionamiento de la familia heteropatriarcal, la división sexual del trabajo que se traduce en la
explotación de todo trabajo femenino, el modo de producción capitalista apuntalado en el control
patriarcal del cuerpo de las mujeres, etc. Y lo que observamos, es que las mujeres están
desestructurando lo patriarcal y, por ende, desestructurando el orden dominante, disputando el
sentido y de ahí su potencia y carácter subversivo. La lucha se da todo el tiempo en el terreno corporal,
pero, de manera simultánea en el ámbito de la inteligibilidad.
Desde aquí, en el marco de mi tesis, es preciso entender que la organización del sentido
dominante responde a la existencia de una matriz de inteligibilidad patriarcal, que es un patrón de
organización que atraviesa nuestras experiencias y entendimientos del mundo y, por lo tanto, la
comprensión de nuestros cuerpos. Es decir, nos silencia y nos dice qué pensar y la lógica con que
operará nuestro entendimiento; y, al mismo tiempo es una lógica impuesta sobre nuestras
experiencias. Y va más allá, conduce, incluso, nuestros deseos, aquello que empuja al cuerpo: orienta
50 Se impone la lógica de que el impulso que mueve a la existencia y que da sentido a la vida de las mujeres es la realización de la
dependencia. Esto significa una enorme ganancia patriarcal: la sociedad dispone de las mujeres cautivas para adorar y cuidar a los otros,
trabajar invisiblemente, purificar y reiterar el mundo. Las formas de ser mujer en esta sociedad y en sus culturas, constituyen cautiverios en
los que sobreviven creativamente las mujeres en la opresión. El cautiverio caracteriza a las mujeres por su subordinación al poder. Así, las
mujeres están cautivas porque han sido privadas de autonomía vital, de independencia para vivir, del gobierno sobre sí mismas, de la
posibilidad de escoger y de la capacidad de decidir sobre los hechos fundamentales de sus vidas y del mundo (Lagarde, 2005).
47
nuestros deseos a circuitos de dominación patriarcal. Y es precisamente esto contra lo que se lucha.
“Nos estamos rebelando prácticamente contra la razón masculina” (Gutiérrez Aguilar, 2010, pág. 23).
Por eso las luchas de las mujeres contra las múltiples violencias también son luchas por el sentido, no
sólo en términos de explicaciones sobre las causas y aumento de las violencias, como mostré en el
apartado anterior, sino una disputa por el sentido todo.
Desde este piso es que analizo las múltiples violencias contra las mujeres. Es decir, parto de la
idea de que existe un patrón de organización que opera a través la mirada masculina, a la que llamo:
Matriz de inteligibilidad patriarcal51. Este patrón de entendimiento nos atraviesa al momento de
querer comprender lo social, específicamente las múltiples violencias contra las mujeres: nos obtura la
comprensión, en cuanto a una comprensión más o menos cabal de lo social y la comprensión desde las
experiencias de las mujeres; y nos induce el entendimiento patriarcal. Desde este trabajo caracterizo
la matriz de inteligibilidad patriarcal a través de 2 ejes: el primero, la inducción de entendimiento
patriarcal, que se refiere a la producción de comprensión; y el segundo, la opacidad, que se refiere a la
obturación de la comprensión. Este esquema generativo me fue de mucha utilidad para analizar la
manera en que se nos narran específicamente los feminicidios en las notas periodísticas que los
reportan; y la información disponible sobre las violencias contra las mujeres desde organismos
gubernamentales y no gubernamentales. Es decir, todas aquellas fuentes que tenemos “disponibles”
para comprender las violencias contra las mujeres están atravesadas por una matriz de inteligibilidad
patriarcal. Y esto no es menor, es uno de los elementos dentro de este escenario de repatriarcalización
que opera como obturación de comprensiones alternas y al mismo tiempo induce una comprensión
patriarcal sobre lo que sucede. Por eso, desde esta tesis, es fundamental desplegar una disputa por el
sentido.
Finalmente, retomando la escena de Penélope con Telémaco y el mito de Tácita muda, desde
las luchas de las mujeres, lo que se fractura es precisamente el mandato de silencio que se nos impone.
La condición patriarcal de las mujeres es guardar silencio y, por lo tanto, no narrar, no explicar, no
significar, no simbolizar desde sí mismas. No hablar significa no enunciar, no nombrar, no crear. Y no
se trata solamente de anular, porque al mismo tiempo se induce la comprensión desde la mirada
masculina: se generan lógicas de comprensión patriarcales. Por eso se trata una y otra vez de
51 La idea de “matriz de inteligibilidad patriarcal” la estoy entendiendo como un esquema generativo, a través de lo que puede ser dicho o no,
lo que puede ser susceptible de comprensión o no. Utilizo “matriz” por el carácter de producción que engloba el término; utilizo
“inteligibilidad” para referirme principalmente a procesos de comprensión, entendimiento y sentido, aunque lo inteligible no debe ser visto
como una entidad separada de otros procesos corporales, puesto que los procesos de comprensión no se realizan en el vacío, siempre están
acompañados y entrelazados por todo aquello que sucede en el cuerpo o, si se quiere, por todo aquello que sucede en el cuerpo y en la mente
(no hay separación). Y, finalmente, utilizo el concepto “patriarcal” porque esta producción de entendimiento responde a lógicas masculinas y,
en efecto, patriarcales.
48
inhabilitar las protestas de las mujeres, porque cuando las mujeres protestan están utilizando la
palabra desde la disposición de sí mismas, y la palabra es cosa de hombres. Por eso las consignas, los
cánticos, los bailes, los tendederos, las asambleas de mujeres, etc., son reiteradamente infravalorados
y descalificados, porque desde la lógica patriarcal las mujeres no son interlocutores válidos.
Y es, precisamente por eso, que las luchas antipatriarcales de las mujeres contra las múltiples
violencias son tan potentes, porque al romper el mandato de silencio están desestabilizando al
patriarcado: rompen las jerarquías, se igualan52; dislocan el orden impuesto y el lugar que se les asigna
en el mundo. Así, fracturar el orden impuesto y sus lógicas patriarcales necesariamente tiene que
pasar por poner en tela de juicio las narrativas que se nos imponen, y esto no es fácil hacerlo cuando
hay todo un andamiaje operando para reproducirlas consciente o inconscientemente. Me refiero a los
medios de comunicación, específicamente a los periódicos que reportan los feminicidios, que operan
reproduciendo el entendimiento patriarcal de los asesinatos de las mujeres. Así, en el siguiente
apartado caracterizaré lo que llamo matriz de inteligibilidad patriarcal, que moviliza cierta
comprensión de las múltiples violencias contra las mujeres. La forma en que se nos presenta la
información sobre lo que ocurre con los cuerpos y las vidas de las mujeres asesinadas también debe
ponerse en disputa.
52 En el libro, El desacuerdo, Jacques Rancière (1996) retoma la narración de Pierre-Simon Ballanche sobre el relato de la secesión de los
plebeyos romanos en el Aventino, en el que el sentido del conflicto es el de una disputa sobre la cuestión de la palabra misma. La posición de
los patricios es simple: no hay motivo para discutir con los plebeyos, por la sencilla razón de que estos no hablan. Y no hablan porque son
seres sin nombre, privados del logos, es decir de inscripción simbólica en la ciudad. Pero los plebeyos se conducen como seres con nombre y
desde el momento en que los plebeyos podían comprender su apólogo —el apólogo de la desigualdad necesaria entre el principio vital
patricio y los miembros ejecutantes de la plebe— es que ya eran necesariamente iguales.
49
CAPÍ TU LO 2
LA FRACTURA DE LA MATRIZ DE INTELIGIBILIDAD PATRIARCAL. INDUCCIÓN DE
ENTENDIMIENTO PATRIARCAL Y OPACIDAD
*
#PueblaDeLosFeminicidios53
“La novelista canadiense Margaret Atwood una vez preguntó a un amigo por qué
los hombres se sentían amenazados por las mujeres. Él respondió: «Tienen
miedo de que las mujeres se rían de ellos». Después preguntó a un grupo de
mujeres por qué se sentían amenazadas por los hombres. Ellas respondieron:
«Tememos que nos maten».
Diana Russell y Jill Radfod, «Feminicidio. La política del asesinato de
las mujeres»
53 Hashtag utilizado para denunciar el aumento de los feminicidios en Puebla, así como la inactividad de las autoridades, en julio de 2018.
54 Este es un caso que, por sus características tan cruentas y la manera tan indolente de narrarlo, no mostraré el nombre de la mujer que fue
asesinada. Y será el único caso sobre el que escribiré de esta forma.
50
Todos y cada uno de los feminicidios son acontecimientos extremadamente violentos y
sensibles55. El estado y las circunstancias en que se encuentran muchos cuerpos es inefable, y sin
embargo, vemos y leemos continuamente reportajes periodísticos sobre los asesinatos de mujeres en
todo el país, en donde se muestra, a veces de manera explícita, los cuerpos de las mujeres. En la ciudad
de Puebla, la manera en que se relatan las noticias sobre los feminicidios, generalmente es
escandalosa y desparpajada. Baste decir, que si se revisa la nota periodista con la que abro este
capítulo, no acudimos al reportaje de una noticia, leemos un relato de carnicería. En donde los
cuerpos son tratados como cosas, fragmentos a ensamblar. Es una total banalización de los
feminicidios. Por otro lado, la causa del asesinato se localiza en la mujer: como ella se negó a regresar
con su expareja, éste la mató. Se puede argumentar que se trata de periodismo de opinión o que la
noticia se enmarca en la nota roja, pero se olvida que la distribución y alcance de una nota digital no es
la misma que tiene un periódico impreso. Y más allá, ¿por qué seguimos permitiendo que exista la
nota roja?, ¿no hay otra manera de reportear estos temas tan sensibles y dolorosos?
Varios grupos defensores de derechos humanos y grupos feministas protestaron contra este
tweet-encuesta. Y el Instituto Poblano de la Mujer (IPM) solicitó al conductor eliminar el tweet,
55 Es difícil evidenciar y denunciar toda la crudeza de lo que vemos sobre los feminicidios en los periódicos, sin recurrir a elementos que
hacen, precisamente, crudo a ese relato. Todos los feminicidios son demasiado impactantes para saber exactamente cómo narrarlos, de tal
manera que no se vulnere a las mujeres y al mismo tiempo se denuncie el tratamiento de la información periodística. En este apartado, traté
de hacerlo desde la sensibilidad y respeto hacia los cuerpos y el recuerdo de todas las mujeres asesinadas. Sin embargo, en algunos
momentos me vi obligada a recurrir a palabras, expresiones o fragmentos de narrativas que son duras y penosas, para mostrar de qué están
hechos los reportajes.
51
además, el área de comunicación del IPM indicó que le darían una capacitación en perspectiva de
género (Paéz, 2017). Así las cosas con uno de los conductores radiofónicos más populares de la ciudad.
Visto así, sean noticias de nota roja o no, lo que observamos es la misma lógica que operó en el caso de
Yakiri Rubio en donde se le culpabilizó y estigmatizó a través de los medios de comunicación. En el
caso de los periódicos que reportan feminicidios en la ciudad de Puebla, la estructura misma de la
noticia construye y reproduce un escenario patriarcal, es decir, se pone en marcha la inserción de la
información dentro de una narrativa patriarcal.
Y lo digo así, porque no se trata de sólo un locutor de radio culpabilizando a las mujeres o de
un periodista vendiendo morbo a los lectores56, sino de una serie de periódicos que durante el 2015 al
2019 publicaron una inmensa cantidad de notas sobre los feminicidios con la misma lógica que los dos
ejemplos mostrados (independientemente de su carácter de nota roja o no). Es un patrón de carácter
patriarcal que organiza los hechos que conocemos, en este caso, a través de las notas informativas57: el
lugar que ocupan las mujeres y los hombres dentro de los relatos, la causas enunciadas del
feminicidio, las descripciones y fotografías violentas sobre los cuerpos de las mujeres, etc. La
comprensión de lo que ocurre sobre los feminicidios está atravesada por la mirada patriarcal58. Este
tipo de entendimiento es tan reiterativo, se ajusta y reproduce tan bien el entramado social patriarcal
en el que vivimos (producido precisamente por éste último), que se da por sentado que las violencias
contra las mujeres se explican desde esa lógica, y listo, no hay nada que hacer.
Esta condición ostensiva de la mirada patriarcal anula otro tipo de explicaciones sobre las
violencias contra las mujeres: explicaciones que no sean enunciadas desde esa mirada; anulando, al
mismo tiempo, otras formas alternas de narrar y de explicar. Y esto ocurre precisamente en un
momento en que la intensificación de las violencias contra las mujeres requiere explicaciones que nos
ayuden a comprender qué es lo que ocurre. Es decir, durante los años 2015 a 2019 en la ciudad de
Puebla, vivimos de manera muy fuerte el aumento de la violencias contra las mujeres, y la manera en
56 No se trata de anular las noticias, sino de cambiar su estructura; de dejar de decir que los feminicidios son “una moda” y que se nombran
así porque las mujeres son asesinadas por su pareja sentimental, los reporteros deben estar informados sobre aquello que reportan. Se trata
también de dejar de culpabilizar a las mujeres: “la mató porque no quiso regresar con él” o “por necia”, y de denunciar el morbo que venden a
través de sus descripciones porque no es “interesante” ni “entretenido” conocer su cuestionamiento sobre cuerpos mutilados, ni saber el
procedimiento en que se cercena un cuerpo.
57 Un ejemplo muy claro sobre la gran incidencia que tienen los periódicos en cuanto a producción de sentido, por ejemplo, durante la
instauración de términos de guerra en el país, lo muestra Zavala (2018) cuando nos invita a pensar que la figura e imagen de la guerra contra
las drogas, del narcotráfico y del narcotraficante, fueron creadas por lo que él llama “periodismo narrativo” que funciona como dispositivo de
interpretación cultural en la articulación de estrategias de representación de la violencia actual. Así, este tipo de interpretación cultural
merma nuestra comprensión de las transformaciones históricas de los discursos oficiales sobre la violencia, y tiene como consecuencia la
despolitización de temas como la desigualdad social, la criminalización de la pobreza y el advenimiento de una disciplina policial.
58 Esta mirada patriarcal, por su puesto, no la encontramos únicamente en las notas periodísticas sobre los feminicidios, pero la expongo en
este ámbito, porque es el medio del que todos abrevamos, en algún momento, para informarnos.
52
que los ciudadanos nos enterábamos sobre ello, específicamente sobre los feminicidios, era y es a
través de los periódicos. ¿Y qué es lo que se nos presenta desde ahí? Marcos explicativos gore
patriarcales sobre lo que sucede con la vida, el asesinato y los cuerpos de las mujeres. Ante este
escenario de repatriarcalización del territorio, vemos también una repatriarcalización del sentido. En
donde, por ejemplo, se culpabiliza a las mujeres por sus asesinatos y se exculpa al feminicida; en
donde se exhiben y se consumen como mercancías los asesinatos de las mujeres.
59 Como mencioné en el capítulo anterior, y a manera de ampliación, los procesos cognitivos no se reducen únicamente a la facultad de
comprensión o a términos gnoseológicos, sino que están entrelazados, unidos, con la experiencia, los afectos, la percepción, la memoria, el
cuerpo mismo, incluso con los procesos de simbolización. No existe la separación radical cuerpo-cerebro. Sin embargo, decidí utilizar el
concepto “inteligibilidad”, porque se acerca más a lo que quiero mostrar en este trabajo de tesis. Desde aquí, enuncio inteligibilidad como
una manera específica de comprender o entender (de dar sentido) todo aquello que ocurre o acontece, siempre unido con todo lo que
conforma el cuerpo, es decir, no lo veo como un procedimiento separado de todos los procesos corporales.
53
El análisis de los feminicidios60 en Latinoamérica comenzó con el caso conocido como
“González y otras vs México” o “Campo algodonero”, pero la práctica de matar mujeres de manera
violenta y misógina no es nueva en el mundo. Estos asesinatos de mujeres por razones de género si
bien no son recientes, los términos femicidio, feminicidio o violencia feminicida como categorías de
análisis sí son algo relativamente nuevo. Diana Russell y Jill Radford inauguraron las reflexiones sobre
femicide, tras recoger distintos estudios sobre casos de asesinatos violentos contra mujeres en
diferentes países y en distintas épocas. Su trabajo fue un parteaguas académico en el que se reconocen
estos crímenes contra niñas y mujeres como el punto más elevado de la dominación masculina
(Araiza, Vargas y Medécigo, 2020).
Así, desde el trabajo analítico: “Feminicidio. La política del asesinato de las mujeres”, de Diana
Russell y Jill Radford (1992), podemos enunciar que el feminicidio61 es tan antiguo como el propio
patriarcado; y es, además, un problema mundial. Desde estas autoras, el feminicidio, al igual que
otras formas de violencia sexual, a lo largo de la historia ha sido utilizado por los hombres para
asegurar las relaciones sociales del patriarcado, esto es, el dominio masculino y la subordinación
femenina; Visto desde diferentes culturas, ilustra continuidad y cambio en las formas que éste toma
en distintos puntos de las historias patriarcales. Así, todas las sociedades patriarcales han usado, y
siguen usando el feminicidio como una forma de castigo y control social ejercido por los hombres
sobre las mujeres: para las mujeres establece los límites que el patriarcado no está dispuesto a que
sean transgredidos, “si saltas la línea te puede costar la vida”, y para los hombres, al contrario, “puedes
matarla y seguir tan campante”. La definición que nos presentan las autoras es la siguiente:
60 En México, el feminicidio se tipificó en el año 2012 dentro del Código Penal Federal. En el artículo 325, jurídicamente, se entiende que
comete feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de género. Se considera que existen razones de género cuando ocurra
alguna de las siguientes circunstancias: I. La víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo; II: A la víctima se le haya infligido
lesiones o mutilaciones infamantes o degradantes, previas o posteriores a la privación de la vida o actos de necrofilia; III. Existan
antecedentes o datos de cualquier tipo de violencia en al ámbito familiar, laboral o escolar, del sujeto activo en contra de la víctima; IV. Haya
existido entre el activo y la víctima una relación sentimental, afectiva o de confianza; V. Existan datos que establezcan que hubo amenazas
relacionadas con el hecho delictuoso, acoso o lesiones del sujeto activo en contra de la víctima; VI. La víctima haya sido incomunicada,
cualquiera que sea el tiempo previo a la privación de la vida; VII. El cuerpo de la víctima sea expuesto o exhibido en un lugar público (Código
Penal Federal, 2020).
61 El femicidio (voz castellana del inglés femicide) tiene una matriz feminista y por lo tanto política. Parte también de la propuesta de Diana
Rusell, en 1976, en ocasión de un foro de feministas de 40 países bajo el nombre de Tribunal Internacional de Crímenes contra las Mujeres,
celebrado en Bruselas (Incháustegui Romero, 2014).
54
maternidad forzada (mediante la criminalización de los anticonceptivos y el aborto),
psicocirugía, negación de alimentos a las mujeres en algunas culturas, cirugía cosmética y otras
mutilaciones en nombre de la belleza. Siempre que estas formas de terrorismo resulten en la
muerte son feminicidios (Russell y Radford, 1992, pág. 57).
Desde aquí, el concepto de feminicidio abarca más allá de su definición legal de asesinato, e
incluye situaciones en las cuales se acepta que las mujeres mueran como resultado de actitudes
misóginas o de prácticas sociales62. En este sentido, Marcela Lagarde (2008) nos proporciona el
concepto de “violencia feminicida”. En donde señala que el feminicidio está rodeado de otras muertes
violentas de niñas y mujeres, es decir, no todas estas muertes son homicidios. La violencia feminicida
implica las muertes violentas de niñas y mujeres producto de accidentes, suicidios y desatención de la
salud y violencia, y el conjunto de determinaciones que las producen. Esta definición parte del
supuesto de que dichas muertes son producidas en el marco de la opresión de género y de otras
formas de opresión y, por lo tanto, son evitables. Son, así, muertes violentas.
El genocidio contra mujeres y sucede cuando las condiciones históricas generan prácticas
sociales que permiten atentados violentos contra la integridad, la salud, las libertades y la vida
de niñas y mujeres. […] No todos los crímenes son concertados o realizados por asesinos
seriales: los hay seriales e individuales, algunos son cometidos por conocidos: parejas, ex
parejas, parientes, novios, esposos, acompañantes, familiares, visitas, colegas y compañeros de
trabajo; también son perpetrados por desconocidos y anónimos, y por grupos mafiosos de
delincuentes ligados a modos de vida violentos y criminales. Sin embargo, todos tienen en
común que las mujeres son usables, prescindibles, maltratables y desechables (pág. 216).
Los asesinatos de mujeres, son “la forma de violencia más extrema y cruenta, entre las
diversas formas de control naturalizadas y por mucho tiempo invisibilizadas del patriarcado […] Estos
crímenes trazan un vínculo entre violencia-control-placer sexual como la expresión más extrema de
fuerza patriarcal” (Caputi, 1992; 1989 citado en Incháustegui Romero, 2014, pp. 376-377). En este
62 Dentro de esta definición, por ejemplo, se encuentran las mujeres que mueren por abortos mal practicados a las cuales no se les reconoció
el derecho a controlar su propia fertilidad. Muchos países niegan o restringen el acceso de las mujeres al aborto, por lo que en consecuencia
miles de ellas mueren al año por esa causa. Otros ejemplos de feminicidios incluyen, como ya se mencionó, muertes por causas de cirugías
innecesarias, incluidas las histerectomías, y las clitodirectomías o a causa de infanticidios, donde hay más bebés niñas que mueren en
comparación con los bebés niños, e incluso por la preferencia deliberada hacia los niños en detrimento de las mujeres en muchas culturas, lo
que resulta en muerte por negligencia o inanición (Russell y Radford, 1992).
63 “En el contexto latinoamericano, Marcela Lagarde reformula esta conceptualización a partir de un análisis antropológico, al que fue
convocada para tratar de explicar la ola de asesinatos violentos en el contexto de Ciudad Juárez a principios de los años noventa. Cambia el
término femicide de Russell y Radford por el de feminicidio, en el cual incluye la noción de violencia de Estado, pues es la que permite que los
feminicidios se sigan reproduciendo y reafirma su carácter estructural” (Araiza, Vargas y Medécigo, 2020).
55
sentido, los feminicidios son la expresión más radical de la violencia patriarcal, en tanto la anulación
del otro, es decir, la reducción de la vida en los cuerpos de las mujeres; expresan inapelable dominio y
control sobre los cuerpos de las mujeres que son considerados como objetos; y son parte del conjunto
de violencias múltiples desplegado contra las mujeres.
64 Durante este lapso de tiempo analizado confluyen hombres y mujeres nacidos al menos entre 1930 y 1990; generaciones que vivieron el
nacimiento, esplendor y crisis del Estado desarrollista, como los que nacieron con las políticas del cambio estructural, la apertura y la
globalización, los nuevos medios de comunicación. Todos viven en medio de transformaciones dramáticas desde el punto de vista
demográfico, político, económico, social y cultural. Es el México con la mayor cantidad de generaciones jóvenes en toda la historia; el del
mayor movimiento migratorio interno e internacional experimentado en el país. En el plano social y urbano: crecimiento de las periferias
urbanas en las ciudades medias, principalmente en la frontera norte; crecimiento de nuevos polos turísticos; megalopolización de la zona
metropolitana de la Ciudad de México. Un crecimiento urbano transido de grandes desigualdades, desordenado y fragmentado (grandes
zonas precarias o deterioradas y cinturones emergentes con edificaciones modernas y zonas restringidas para los grupos privilegiados). En
el norte, el auge de las maquiladoras. En el centro, sur y sureste son los años de la crisis de la industria paraestatal, de la privatización de
empresas públicas y la caída de la inversión petrolera.; los decenios de agudización de la cris de la agricultura temporalera, el aumento en las
importaciones de maíz e intensificación de la migración. Y en lo político, la alternancia partidista. En lo cultural y relaciones de género, se
incrementó el uso de métodos anticonceptivos, aumenta la escolaridad de la población femenina, aumentó la jefatura femenina y en
consecuencia los hogares modificaron sus patrones de género en la proveeduría (Incháustegui Romero, 2014, pág. 382).
56
mujeres en las que se presumió homicidio, de las cuales 15, 535 ocurrieron en los últimos seis años; la
cifra más baja corresponde al año 2007, con 1,089 casos y la más alta se observa en 2012, con 2,769
casos. La tendencia que observamos en la serie histórica de DFPH ha tenido varios cambios: primero,
hay una reducción en las tasas de DFPH, aunque con ligeros repuntes respecto al año anterior, en 1988
y 1998 (incluso en 1992 y 1994). Después de que en 2007 la tasa de DFPH se había reducido a la mitad
respecto al año 1985, entre 2007 y 2012 hay un repunte de 138%. Sin embargo, en 2012 se observa un
cambio de tendencia y esta desaceleración se convierte en un descenso. Pero en 2016 hay un cambio en
la tendencia pues la tasa aumenta, y esto implicó un promedio de 7.5 asesinatos de mujeres por día
(ONU Mujeres México, 2017).
Gráfico 1. Defunciones de mujeres con presunción de homicidio a nivel nacional, 1985-2016. Fuente: ONU
Mujeres México (2017).
57
descendente desde 1988 hasta 2004. Este año también representa un punto de inflexión, pues a partir
de entonces se incrementa su porcentaje. Los asesinatos de mujeres en la vía pública encuentran su
pico más alto entre 2012 y 2013 (ONU Mujeres México, 2017).
Gráfico 2. Defunciones de mujeres con presunción de homicidio ocurridas en el hogar o en la vía pública a nivel
nacional, 1985-2016. Fuente: ONU Mujeres México (2017).
Los incrementos de los últimos años de defunciones de mujeres están relacionados con
asesinatos ocurridos en la vía pública usando armas de fuego. Existen tendencias distintas según si la
agresión tuvo lugar en la vivienda o en la vía púbica: en el primer caso había una tendencia
descendente hasta el 2006, respecto al segundo caso, este incremento comenzó a partir de 1989, con
dos grandes aceleraciones, una en 2006 y la segunda en 2009. Así, el uso de armas de fuego para
asesinar mujeres en la vía pública exhibe un repunte sostenido desde 2001, en tanto que los disparos
como causa de muerte se incrementan en la vivienda hasta 2007 (Incháustegui Romero y López
Barajas, 2012). De acuerdo al informe “Las dos guerras. El impacto de las fuerzas armadas en los
asesinatos de mujeres en México (2007-2018)” (Intersecta, 2020), la brecha de género en los
homicidios con arma de fuego se está cerrando, y esto justo después del 2007. Los asesinatos de
mujeres con arma de fuego aumentaron tanto en casa como en la vía pública, pero el incremento en
los espacios públicos fue significativamente mayor. De acuerdo al informe, esto indica que a las
mujeres les comenzó a afectar también la violencia armada, una violencia que antaño afectaba
principalmente a los hombres.
58
Gráfico 3. Defunciones de mujeres con presunción de homicidio con arma de fuego en el hogar o en la vía
pública a nivel nacional, 1985-2010. Fuente: Incháustegui Romero y López Barajas (2012).
Al revisar los dos informes no pude encontrar datos completos a nivel estatal y municipal
sobre Puebla65, así que me remití a la fuente principal (el INEGI) para saber cómo estaba la situación y
para agregar los datos de 2017 a 2019. Desafortunadamente, la base de datos del INEGI sobre las cifras
de mortalidad, en el apartado “conjunto de datos: defunciones por homicidio” desagregado por sexo,
no va más allá de 1990. Entonces pensé que podía unir las tres fuentes: los dos informes y la base de
datos del INEGI para presentar una serie completa, de 1985 a 2019, a nivel estatal y municipal. Error.
Las tres fuentes tienen datos diferentes. ¿Por qué? El informe de 1985 a 2010 menciona en su prólogo
que las Estadísticas Vitales de mortalidad del INEGI se nutren de los registros de los certificados de
defunción, así como las defunciones registradas en los cuadernillos de defunción del Ministerio
Público que concentra y procesa el mismo INEGI después de hacer una confronta con la base de datos
65 El informe “Violencia feminicida en México. Características, tendencias y nuevas expresiones en las entidades federativas, 1985-2010”,
contiene datos absolutos de todos los años 1985 a 2010 sólo a nivel Estatal, pero a nivel municipal los muestra por lustro. El informe
“Violencia feminicida en México, aproximaciones y tendencias 1985-2016”, no contiene datos desagregados correspondientes al Estado ni al
municipio de Puebla, aunque sí contiene algunos porcentajes desagregados, éstos son insuficientes para formular un panorama completo.
59
que integra la Secretaría de Salud en su Sistema Epidemiológico y Estadístico de las Defunciones
(SEED). Ahora bien, en caso de que las defunciones estén mal clasificadas, se abre una Averiguación
previa y se reclasifica. Sin embargo, dice el informe: “no se procede a una corrección de las
Estadísticas Vitales de mortalidad para subsanar esta mala clasificación” (Incháustegui Romero y
López Barajas, 2012).
Pero el segundo informe, de 1985 a 2016, dice algo diferente. Menciona que las cifras
presentadas difieren ligeramente con las de las ediciones pasadas porque “cada vez que el INEGI
libera una nueva base de datos, ésta contiene no solamente las defunciones ocurridas en ese año, sino
también las registradas ese año, pero ocurridas en años anteriores y que no fueron registradas en su
momento por diversas situaciones. Por esta razón, cada año hay que reconstruir la serie
completa” (ONU Mujeres México, 2017). En su página web, INEGI sí menciona las actualizaciones que
ha tenido su base de datos. Entonces, en algún momento entre el primer y segundo informe, supongo,
las cosas cambiaron, y ahora todos aquellos informes que utilizaron datos del INEGI, que no sean de
este año, están desactualizados. Amén de estar leyendo la letra chiquita de los informes para saber este
tipo de cosas. Y eso, en caso de que se explique, porque existen fuentes que no lo explican. Menciono
esta circunstancia porque no es casualidad que los datos no chequen en distintos informes, incluso
cuando toman como base la misma fuente de información. Y esto se convierte en el pandemónium
cuando desde diferentes fuentes se mide lo mismo. Pero veamos ahora qué ha pasado con Puebla
respecto los homicidios de mujeres.
60
Nacional: Número de defunciones de mujeres por homicidio, 1990-2019
4,000 3,874
3,752
3,430
3,500
1,925
2,000
1,623
1,519 1,534 1,553 1,531
1,476 1,525 1,460 1,425
1,411
1,500 1,370
1,284 1,282 1,280 1,316 1,297 1,298
1,206
1,083
1,000
500
90
91
92
93
94
95
96
97
98
99
00
01
02
03
04
05
06
07
08
09
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
Años de incidencia
Gráfico 4. Defunciones de mujeres por homicidio a nivel nacional, 1990-2019. Fuente: Elaboración propia a partir
de datos del INEGI (2020a).
Los homicidios de mujeres66 han fluctuado de manera diferente en comparación con el nivel
nacional. Mientras en 2008 los homicidios de mujeres comienzan a aumentar en el país, a nivel estatal
comienzan a aumentar de manera gradual. En el Estado de Puebla, los asesinatos de mujeres se
exacerbaron hasta 2013, dos años después de que inició la gubernatura de Rafael Moreno Valle; y en
2017, el último año de su periodo. Para 2015, cuando ya era posible saber, desde datos
gubernamentales, de este abrupto repunte en asesinatos de mujeres, el procurador general de justicia
de ese entonces, Víctor Carrancá, justamente durante la colocación de la primera piedra de la Casa de
Justicia del Poder Judicial (en la ciudad de Puebla), declaró: “Cuando ocurren los investigamos y tratamos de
resolver pero lo que hay que ser es ser realistas. Hay que ver las cifras reales. No es un tema del que tengamos una
incidencia mayor a la que teníamos en otros años. […] Se han manipulado, se han utilizado las cifras para generar
esa percepción pero no es real y punto […] Es muy clara la tendencia que ha tenido el estado de Puebla desde antes
incluso de esta administración y la cifra no se ha modificado en homicidios en general, y por supuesto, también en
homicidios de mujeres y por ende en feminicidios. […] Lo que ha habido en términos generales es una
reducción” (Velázquez, 2015).
66 Fue hasta el año 2013 que se tipificó penalmente el delito de feminicidio en Puebla, así que la información sobre defunciones femeninas
con presunción de homicidio son muy útiles para trazar la fluctuación de los asesinatos de mujeres más allá de dicha fecha.
61
Estas fueron las afirmaciones del ex procurador, mismo que fue señalado por activistas y
organizaciones no gubernamentales de fabricar expedientes en contra de los 350 presos políticos,
durante la gestión morenovallista (Hernández, 2019). Y si pasamos revista, nos encontramos con que
ese mismo año, Facundo Rosas Rosas, renuncio a la secretaría de Seguridad Pública (SSP), después del
escándalo en donde “dos mandos bajo su jerarquía fueron detenidos por elementos de la Secretaría de
la Defensa Nacional coludidos con bandas dedicadas a la ordeña de ductos de Petróleos
Mexicanos” (SinEmbargo, 2015). Así las cosas, a este tipo de personajes se les pedía resolver la
problemática de las violencias en Puebla. Pero el año más escandaloso en cuanto a asesinatos de
mujeres a nivel estatal fue en 2017, y justamente fue un año en que diversas violencias también se
exacerbaron67 en la ciudad de Puebla, por ejemplo: los robos a negocios, robos a casa habitación, robos
a transeúntes, pero también las violaciones equiparadas y la violencia familiar. Un año después, a nivel
municipal, aumentarían sustancialmente las tomas clandestinas. Para comprender el panorama,
miremos cuál ha sido la tendencia a nivel estatal y municipal sobre los homicidios de mujeres.
123
120
107
94 96
92
Casos reportados
90
76 76
71
68
64 62
58 58
60 56 56
52 52
55 55
51
54 56
47 49
46 44 44 46
30
0
90
91
92
93
94
95
96
97
98
99
00
01
02
03
04
05
06
07
08
09
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
Años de incidencia
Gráfico 5. Defunciones de mujeres por homicidio en el Estado de Puebla, 1990-2019. Fuente: Elaboración
propia a partir de datos del INEGI (2020a).
62
Municipio de Puebla: Número de defunciones de mujeres por homicidio, 1990-2019
140 131
121
120 111
100
Casos reportados
80 76
60
60
40 34
27 30
25 25 26 23
18 19 18 21 19 19 18
20 14 16 13 14 15 16
12 10 10 10
8
0
90
91
92
93
94
95
96
97
98
99
00
01
02
03
04
05
06
07
08
09
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
19
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
Años de incidencia
Gráfico 6. Defunciones de mujeres por homicidio en el municipio de Puebla, 1990-2019. Fuente: Elaboración
propia a partir de datos del INEGI (2020a).
De acuerdo con las cifras de mortalidad del INEGI (2020a), los casos de homicidios de mujeres
en todo el Estado se comenzaron a concentrar en la ciudad de Puebla a partir del 2015. Es decir, en
2015, la ciudad de Puebla concentró el 63% de todos los casos de homicidios de mujeres ocurridos en el
Estado, el año anterior había concentrado el 19%. Y esto se fue incrementando en el último lustro. Hay
algo importante que mencionar de la serie, este incremento de la concentración de casos en la ciudad
de Puebla tiene un dato curioso: los datos indican que en el 2019 en el municipio de Puebla ocurrieron
121 casos de homicidios de mujeres, mientras que a nivel estatal ocurrieron 123 casos de homicidios de
mujeres. Eso significaría que durante el 2019 sólo en dos municipios más del estado ocurrieron 2 casos
de homicidios de mujeres: Huauchinango y Zacapoaxtla. ¿Durante el 2019 no ocurrieron homicidios
de mujeres en los demás municipios? La información de las notas periodísticas que reportan
feminicidios son disímiles sobre estos datos en este año en particular68.
68 A nivel estatal, durante el 2019, se registraron asesinatos de mujeres en los siguientes municipios: San Felipe Tapatlán, Zihuateutla,
Tepexco, Huauchinango, Los Reyes de Juárez, Atlixco, Zacapoaxtla, San Pedro Tlaltenango, Santiago Miahuatlán, San Martín Texmelucan,
Santa Clara Ocoyuca, Huaquechula, Cañada Morelos, Teziutlán, Izúcar de Matamoros, Cuautinchan, Atzitzintla, Cd. Cerdán, Amozoc de
Mota, Libres, Tecamachalco, Huitzilan de Cerdán, Xiutetelco, Ajalpan, San Andrés Cholula, San Lucas el Viejo, Tehuitzingo, Cuautlancingo,
Yehualtepec, Zoquitlán, Nicolás Bravo, Acatzingo, Tepexco, San Juan Tianguismanalco, Tlacotepec de Benito Juárez, San Salvador
Huixcolotla, Huejotzingo, Tepeaca, Tehuacán y Chietla.
63
Conocer la situación sobre cualquier tipo de violencia contra las mujeres nos enfrenta con
dificultades. Si al recurrir a informes que se elaboran desde la misma fuente (y la misma fuente en sí)
encontramos que presentan datos disímiles, como decía líneas arriba, nos encontramos en el
pandemónium cuando desde diferentes fuentes se mide lo mismo. Es un problema mayúsculo las
mediciones de las violencias contra las mujeres en México, porque ningún dato checa (las mediciones
desde distintas fuente no coinciden), porque muchos links están caducos y ya no existen, porque las
rutas digitales muchas veces son complicados laberintos, porque hay cientos de informes y si no eres
ducha en saber distinguir qué miden exactamente, de dónde provienen los datos y cuáles han sido sus
actualizaciones es muy fácil quedar aplastada por las complicaciones del sistema o de su
organización. Todos estos problemas obturan la comprensión. ¿Por qué la información desde fuentes
gubernamentales está organizada de manera tan complicada y fragmentada? Bueno, podemos
recurrir a organizaciones no gubernamentales para facilitarnos la vida. Error. Otros tipos de
problemas de presentan desde ahí. En primer lugar, el ya conocido, muchas veces los datos van a
seguir sin coincidir; en segundo lugar, a veces la sistematización de datos presenta fragilidades.
Miremos un ejemplo de esto sobre feminicidios a nivel estatal y municipal, con base en las siguientes
fuentes: Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP, 2020), el
Observatorio Ciudadano de Derechos Sexuales y Reproductivos (ODESYR, 2020) y el periódico Central
de difusión digital.
105
reportados
70 101 100 98
Casos
82 81 82 85 84
35 58
6 50 0 12 27 32
0
2015 2016 2017 2018 2019
Años de incidencia
64
Municipio de Puebla: Número de feminicidios o contabilizados como tales, ocurridos de 2015
a 2019
30
reportados
20 27
Casos
21 21
10 18 17 18 19 18
5 0 9 6 7 12 11
0
2015 2016 2017 2018 2019
Años de incidencia
Estos son los datos de tres fuentes diferentes que registran feminicidios en Puebla. Los datos
del Secretariado Ejecutivo corresponden a los homicidios de mujeres ya tipificados como
feminicidios, los datos de Periódico Central69 corresponden a todos los asesinatos de mujeres que no
han sido tipificados como feminicidios, y los datos de ODESYR corresponden a los asesinatos de
mujeres que no han sido tipificados como feminicidios. Cada una de estas fuentes nos proporciona
material importante para saber cómo está la situación, pero siguen sin coincidir los números. En el
caso del Secretariado Ejecutivo, es comprensible la no coincidencia (incluso con INEGI), porque mide
elementos diferentes. Pero, aún cuando el registro de Periódico Central y ODESYR basen sus datos en
un registro hemerográfico, siguen sin coincidir. Es más, si estas dos últimas fuentes registran sólo
homicidios de mujeres, entonces no se acercan al número de casos proporcionados por INEGI, pero
eso es entendible porque no todos los homicidios de mujeres se reportan en los periódicos y las
organizaciones no gubernamentales no tienen la misma infraestructura que el Estado Mexicano, el
problema es que las series de ODESYR y Periódico Central no reflejan la misma fluctuación de casos
69 Seleccioné este periódico porque es el único “local” que lleva el conteo de los feminicidios a nivel estatal acompañado con su
georreferenciación dentro de un mapa digital que está disponible en su página de internet, por lo que obtuve información más completa
para comparar y analizar con relación a fuentes gubernamentales y no gubernamentales. Respecto a las otras dos fuentes: seleccioné el
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública porque es una de las fuentes gubernamentales mejor sistematizadas. Por
último, seleccioné el Observatorio Ciudadano de Derechos Sexuales y Reproductivos debido a que es una fuente que se utiliza
frecuentemente para conocer la situación poblana y porque generan, además del conteo, un mapa virtual de georreferenciación de los
feminicidios. Con estas tres fuentes en relación me fue posible realizar un análisis más completo de la situación de los feminicidios así como
toparme con las fragilidades de cada una de las fuentes.
65
que INEGI sobre homicidios de mujeres. Y esto representa un problema al momento de querer
comprender de qué forma han aumentado los asesinatos de mujeres en el Estado y en el municipio.
Fue desde este panorama disímil en cuanto a los datos consultados, que comencé mi
acercamiento sobre los feminicidios en Puebla. Y la problemática se agrandó cuando comencé a
consultar datos sobre otras violencias contra las mujeres: las variadas fuentes de información, las
diversas clasificaciones, las múltiples estadísticas, los interminables recortes de tiempo (por año, por
mes, por lustro), los cientos de reportes, el lenguaje numérico a veces incomprensible, las ligas online
que ya no existían, los sitios web con sus múltiples botones de búsqueda que al final te llevaban al
mismo reporte una y otra vez, cúmulos de informes desde las fuentes institucionales que estaban
fragmentados (un pedazo de reporte por aquí, otro pedazo de reporte por allá)… toda una odisea. Pero
comencé a guardar y a ordenar todo lo que encontraba.
Después me tope con las fragilidades de los datos no gubernamentales: edades o nombres que
no coinciden, feminicidios sin seguimiento (en algunos casos las mujeres ya estaban identificadas y en
los registros seguían nombrándolas como “no identificadas”), feminicidios repetidos, etc. Una serie de
problemáticas que más que explicar, complicaban y opacaban el panorama. Incluso, cuando decidí
revisar las notas periodísticas directamente, las disimilitudes y errores en los datos seguían ahí. Todo
el proceso de búsqueda y análisis de la información se convirtió en un arduo camino para no quedar
atrapada bajo toneladas de información desigual, abstracta e inconexa. Entre más fuentes encontraba,
más confundida. Nada era nítido. Y fue muy difícil no quedar inserta en la opacidad.
Entonces dejé un tiempo todos aquellos informes y bases de datos y me dediqué a hacer mi
propio registro hemerográfico. A medida que leía las notas periodísticas para hacer mis registros
correspondientes, note esas características sensacionalistas y morbosas que tanto se le critican a los
periódicos que reportan violencias, pero había algo más. La estructura misma de la noticia me sugería
comprender los asesinatos de mujeres desde una mirada particular: en donde las mujeres son
exhibidas, culpabilizadas o estigmatizadas; en donde las explicaciones de las causas de los
feminicidios siempre hacían referencia a otra entidad que no fuera la figura masculina; y, en donde se
predicaban cosas sobre los feminicidas que parecían fungir como atenuantes. Las notas periodísticas
sobre los feminicidios no sólo muestran referencias machistas o sexistas, inducen una comprensión
patriarcal sobre los asesinatos de mujeres. Entonces, tenía por un lado, todas estas problemáticas
reiterativas para comprender el panorama sobre los feminicidios a partir de los datos y de la
información desde diversas fuentes. Y por el otro lado, tenía un tipo muy específico de producción de
comprensión, que de ninguna manera era anodina.
66
Frente a esto, decidí dar nombre a lo que ocurría. No por mero ejercicio imaginativo, sino
porque tiene todo que ver con las violencias contra las mujeres. Así que elaboré una herramienta
analítica para fines operativos y explicativos dentro de este trabajo de tesis: matriz de inteligibilidad
patriarcal. Conformada por dos ejes: 1. Inducción de entendimiento patriarcal, desde donde se
produce una modalidad de comprensión de los hechos; y 2. Opacidad, desde donde se pone en marcha
la obturación de la comprensión. El primer eje lo ubico principalmente en las notas periodísticas que
reportan feminicidios en la ciudad de Puebla, conformado por dos categorías: a. imagen-cuerpo y b.
narrativas patriarcales. El segundo eje, lo ubico en los datos presentados desde diversas fuentes que se
utilizan para comprender las violencias contra las mujeres, conformado por dos categorías: a.
inducción hacia una comprensión fragmentada y segmentada de la información y b. fragilidad de las
fuentes de información no gubernamentales.
70 Deliberados en relación al sistema patriarcal, no en relación a personas específicas (aunque también podría ser).
67
**
Matriz de inteligibilidad patriarcal: inducción de entendimiento patriarcal
Una sábana sobre un cuerpo. A veces, la sábana no alcanza a cubrir todo y se asoma una mano,
un pie o una parte del cabello. A veces la sábana está manchada. Y al rededor, un cerco hecho con cinta
amarilla, policías y peritos en plena inspección. También hay imágenes donde se nos muestra el
cuerpo: boca abajo, de espaldas o flotando. Existen periodista sensacionalistas que van más allá, la
nota muestra el cuerpo desnudo y expuesto en su vulnerabilidad más radical. A veces, en las
fotografías, esos cuerpos desnudos están desenfocados, un poco de censura para el ojo espectador.
Muchas veces, los periódicos reciclan fotografías para diversas notas, una especie de imagen genérica
que se repite una y otra vez. En esas fotografías repetitivas, podemos encontrar, por un lado,
fragmentos corporales: el brazo de una mujer con la mano manchada de sangre o un zapato
maltratado de tacón rojo, con gotas también de sangre; por otro lado, partes del cuerpo de las mujeres
sexualizados: piernas desnudas sobre el suelo, la parte inferior del cuerpo de una mujer vistiendo una
pequeña falda en donde las piernas están sucias y maltratadas, o el cuerpo de una mujer con vestido
corto y escotado recostado sobre el suelo.
A veces parece que se alude a la procedencia y en la fotografía aparece una mujer sobre un
campo de cultivo con indumentaria indígena, un estereotipo. Siempre recostadas sobre el suelo. Hay
notas periodísticas en donde se muestra la cara de las mujeres, a veces difuminada o con una cinta
negra digital sobre los ojos; a veces no. Cuando se conoce la identidad y un poco de la vida privada,
puede que sean publicadas fotografías tomadas de sus redes sociales, mientras más provocativa y
sexualizada la imagen, mejor. A veces los cuerpos están ocultos, la fotografía muestra su silueta dentro
de una bolsa o bajo una cobertor. A veces basta con la imagen de una gran mancha de sangre en el piso
o sobre la pared. Aún después de haber sido asesinadas, el lucro con el cuerpo de las mujeres continúa.
Sobre los periódicos de nota roja, todos conocemos que llevan sus portadas más allá de la crueldad, si
es que eso es posible aún.
68
Estos son el tipo de escenas que se nos presentan de manera continuada y repetitiva a través
de los periódicos que reportan notas de feminicidios. Las notas periodísticas no son sólo informativas,
nos indican una determinada noción del cuerpo de las mujeres; una manera en cómo, socialmente, se
está concibiendo la corporalidad femenina, acaso también, cómo debemos entender y sentir nuestro
propio cuerpo. Es escalofriante. Se trata de una mirada patriarcal sobre nosotras. Una mirada
configurada desde la matriz de inteligibilidad patriarcal, desde donde se nos piensa y se nos ordena
cierto tipo de comportamientos, sentires, deseos; también marca la manera en cómo nos
relacionamos con el mundo y con el Otro; y nos coloca en una postura jerárquica de inferioridad, de
cosificación. Las imágenes de los feminicidios que han circulado con abundancia desde hace unos
años también presentan la desaparición de la sacralidad del cuerpo y de la vida. Lo que se nos deja ver,
lo que se nos enseña, es un reduccionismo corporal llevado al límite: un cuerpo o la parte de un cuerpo
como una simple cosa inorgánica.
Lo que se nos muestra a través de los diarios que reportan feminicidios es la extensión
narrativa y visual, cercana, de lo que pasa en estos momentos, en múltiples lugares, con los cuerpos de
las mujeres y los cuerpos feminizados. Acaso una especie de holograma que nos muestra y replica lo
que pasa con las vidas que son consideradas desechables, zonas de sacrificio, en el periodo que
atravesamos. Y al mismo tiempo que replica, también produce y reproduce sentido, no sólo respecto
con lo que ocurre con el cuerpo de las mujeres, sino en cómo debemos entender y sentir el propio
cuerpo. Desde una matriz de inteligibilidad patriarcal, se les está indicando a todas las mujeres,
adultas y niñas: observa, así deviene el cuerpo de mujer. El cuerpo patriarcal de una mujer71, desde las
notas periodísticas que reportan feminicidios72, deviene impotente, sacrificiable y mercantilizable.
Son discursos que exhiben y enseñan la manera en que hoy existe un abuso y ensañamiento con
cuerpos específicos, fundamentalmente, con el cuerpo de las mujeres. Esta modalidad de existencia
para las mujeres que se nos manifiesta cotidianamente está inserta justamente en un momento de
avance de procesos de despojo y de explotación; de redomestificación dentro de un escenario de
guerra; de contrainsurgencia desplegada; de destrucción masiva de la naturaleza; y de la ampliación
de marcos de control patriarcales, coloniales y capitalistas. No es casualidad que lo que se nos presenta
sea, precisamente, una especie de síntesis visual y narrativa de todo eso. Como afirma Natalia
Quiroga:
La violencia se recrea, una y otra vez, convirtiéndola en una acto de disfrute y de consumo. Es la
música de fondo que acompaña la vida cotidiana. Esta banalidad no nos lleva a la indignación,
71 El cuerpo patriarcal de una mujer es aquel cuerpo de mujer configurado a partir de la mirada patriarcal, o como diría Carla Lonzi (2018,
pág. 20): “la imagen femenina con la que el varón ha interpretado a la mujer ha sido invención suya”.
72 Pero también cualquier producto audiovisual y narrativo que opere con la misma lógica.
69
sino al acostumbramiento. La “pedagogía de la violencia” que propicia el abordaje de los medios
transmite la agresión a las mujeres de forma pornográfica y amarillista. Prácticamente hay una
erotización del hecho violento. […] El cuerpo femenino es continuamente expropiado,
convertido en una mercancía descartable para el alto rating de los programas. […] De esta forma,
el cuerpo de la mujer es convertido en zona de sacrificio (Quiroga, 2020, pág. 54).
Puesto así, de 2015 a 2019, en la ciudad de Puebla se ha publicado una cantidad ingente de
notas periodísticas que reportan feminicidios. Este bombardeo mediático no responde únicamente al
aumento de los casos de feminicidios, sino a movimientos que repatrarcalizan los territorios, porque
no se trata únicamente del aumento de la cantidad de reportajes, sino a las cualidades que tienen esos
reportajes. Es decir, la manera en que se reportan los feminicidios, la estructura misma que tienen las
narrativas y las fotografías responden y se conectan al momento de violencias exacerbadas contra las
mujeres. Se puede argumentar que la exhibición de cuerpos asesinados en los periódicos no es una
práctica nueva, pero lo que estamos viendo e introyectando en estos momentos son cuerpos de
mujeres asesinadas en primera plana, en todos los medios de comunicación y de manera masiva. Lo
que está en los ojos de todos, todos los días, son cuerpos de mujeres asesinadas. Y esto, es una
embestida patriarcal mediática muy fuerte.
70
Para mostrar lo que argumento, recurro al análisis narrativo de dos elementos dentro de las
notas periodísticas que reportan feminicidios: la estructura discursiva que se enuncia sobre los
feminicidios y las fotografías que se muestran. Si en el primer capítulo hice hincapié en que
necesitamos otro tipo de explicaciones sobre el aumento de las violencias contra las mujeres y la
importancia que tiene la disputa por el sentido desde múltiples ámbitos, en este capítulo me parece
fundamental apuntar a que necesitamos otro tipo de narrativas73 sobre la información que se nos
presenta para la comprensión de lo social, porque la que tenemos disponible, los periódicos, induce
inteligibilidad patriarcal: reproducen un sentido patriarcal sobre los feminicidios y sobre los cuerpos
de las mujeres. Mostrar la manera en que ocurre esto es esencial para desmantelar lógicas patriarcales
y disputar el sentido, ahí, desde donde se nos dice cómo entender y entendernos. Como punto de
referencia para comenzar a desanudar todo aquello a lo que me he referido, es necesario hablar del
cuerpo y de la mirada patriarcal.
Lo que se expone en las notas periodísticas sobre los feminicidios, son cuerpos, y los cuerpos
tienen carga interpretativa, simbólica, no es pura materialidad. David Le Bretón (2002) señala que el
saber aplicado al cuerpo es de carácter cultural74, le permite otorgarle sentido al espesor de su carne.
En este sentido, las representaciones del cuerpo y los saberes acerca de éste son tributarias de un
estado social, de una cierta visión del mundo y, dentro de esta última, de una definición de persona.
73 Dentro de este apartado utilizo indistintamente discurso y narrativa. Esto no se debe a una actitud deliberada por mezclar conceptos
metodológicos, sino que responde a la pretensión de mantener cierta forma en la cadencia del texto. Es cuestión puramente de forma.
74 Aunque no se trata de una dimensión puramente cultural, sino estructural.
71
Así, el cuerpo es una construcción simbólica y no una realidad en sí misma. De esta forma, tomando
como referencia lo que mencionan Lagarde y Le Bretón, a través y desde el cuerpo de las mujeres se
expresan determinados saberes, sentimientos, ánimos, sensaciones, percepciones, etc., que si bien,
son epocales, están inscritos dentro de una milenaria historia del patriarcado, que le da densidad y
espesor a los cuerpos (aunque no solamente a través del patriarcado). La pretensión es la enseñanza de
vivirnos y ser vividas desde lo que María Mies (2019) llama: “modelo depredador patriarcal”, para
construir cuerpos y subjetividades funcionales al capital, en donde las mujeres somos una fuente de
valor invisibilizado y una alteridad susceptible de ser explotada. Por eso la disputa por el sentido es
fundamental, porque al hablar de intelección no sólo me remito a una actividad propiamente cerebral
o cognitiva, sino al entendimiento anudado con afectos y sentimientos, con formas corporales de ser.
La materialidad de nuestros cuerpos nunca es un campo separado o desconectado de lo que se predica
sobre nuestra corporalidad75. Los discursos se encarnan.
De acuerdo con Rita Segato (Santa Fe debate ideas, 2017), la regularidad y la frecuencia de los
asaltos al cuerpo de las mujeres, la manera en que se publicitan y son vehiculados por los medios de
comunicación es algo de un orden nuevo. Corresponde a una espiral de violencia. Estamos expuestos a
la banalización y a la naturalización de formas de crueldad. De esta forma, propone el concepto de
pedagogía de la crueldad, que tiene que ver con la manera en que está funcionando el lente mediático
para la sociedad. Es decir, la televisión muestra una carnicería sobre los cuerpos; rapiña, exhibe y viola
cuerpos, y lo hace a través de un doble engaño o una doble maniobra. Por un lado, rapiña los cuerpos
que presenta al público. Y por otro lado, le miente: lo invita a creer que se encuentra del lado del
violador y no del violado, cuando en realidad se encuentra del lado expuesto a la violación. Ese engaño
lleva a una sociedad habituada al daño. Además, la violencia se espectaculariza. Estos dos conceptos
que nos proporciona Segato, de manera muy lúcida, nos ayudan a comprender qué está pasando con
la banalización de la crueldad y el consumo de los cuerpos como espectáculo.
75 Un ejemplo muy agudo sobre esto lo muestra Silvia Federici (2013), cuando señala que a raíz de la crisis poblacional de los siglos XVI y
XVII la reproducción y el crecimiento poblacional se convirtieron en asuntos de estado y en el principal objeto del discurso intelectual. En
donde el Estado comenzó a implementar políticas pro-natalistas y empezó a castigar cualquier comportamiento que obstruyese el
crecimiento poblacional. De esta forma, une la crisis poblacional con una teoría expansionista de la población y con la implementación de
políticas que promovían el crecimiento poblacional, que encuentran su climax con el surgimiento del mercantilismo. Desde el mercantilismo
se concebía que la riqueza de las naciones era proporcional a la cantidad de trabajadores y los metales preciosos que éstos tenían a su
disposición. Fue durante esta época que se impulsó de manera frenética el incremento de la población, y al mismo tiempo, se estableció una
nueva concepción de los seres humanos como recursos naturales, que trabajaban y criaban para el Estado. El resultado de esto fue la
esclavización de las mujeres a la procreación como parte de una política reproductiva capitalista. “Si en la edad media las mujeres habían
podido usar distintos métodos anticonceptivos y habían ejercido un control indiscutible sobre el proceso del parto, a partir de ahora sus
úteros se transformaron en territorio político, controlados por los hombres y el estado: la procreación fue directamente puesta al servicio de
la acumulación capitalista” (pág. 159). Los cuerpos de las mujeres fueron convertidos en máquinas reproductivas puestas al servicio del
capital.
72
Sin embargo, me parece que esto va más allá. Y tiene que ver con la dimensión corporal: la
manera en cómo estamos entendiendo los cuerpos de las mujeres y cómo, como mujeres, nos
sentimos en nuestra propia piel; cómo aprehendemos lo que significa el cuerpo de una mujer. Se trata
de la configuración corporal de las mujeres como cuerpos sacrificiables mostrados en imágenes y
narrativas repetitivas y masivas a través de los medios de comunicación. Y, en el caso específico de los
diarios que reportan los feminicidios, si bien, como afirma Segato, el lector está del lado expuesto a la
violación, es muy intensa la inducción a colocar a los lectores del lado del violador. Es decir, aquellos
que revisan las notas periodísticas sobre los feminicidios, están entendiendo los hechos desde una
mirada patriarcal. Y esto es muy evidente en las fotografías, porque la estructura misma que tienen
está configurada de esa manera. No son fotografías anodinas, además de habituarnos a la crueldad y
presentarlas como espectáculo, se nos induce un entendimiento de lógica patriarcal hacia los hechos y
hacia lo que significa el cuerpo de las mujeres, incidiendo en cómo sentimos y entendemos el cuerpo
de las mujeres y cómo nos sentimos en nuestro propio cuerpo de mujer. Las imágenes penetran
nuestros cuerpos.
Para comprender mejor esta idea, es necesario recurrir al concepto de Male gaze (“mirada
masculina”). Apareció por primera vez en el artículo “Placer visual y cine narrativo”, en 1975. Este
concepto fue acuñado por Laura Mulvey, teórica feminista y cineasta británica. En este artículo,
Mulvey escribe un elaborado análisis sobre la estructura narrativa del cine76 en donde se refleja la
dicotomía activo/pasivo en la cual los personajes masculinos son quienes hacen avanzar la acción,
mientras que las mujeres pueden funcionar como un ornamento o como simple acompañante de su
contraparte masculina. La concepción de male gaze es comprendida como la configuración inconsciente
de un punto de vista, que no depende de que haya un hombre tras la cámara sino que es en sí misma
una parte constitutiva del dispositivo cinematográfico (González y Villar, s.f.). Así, para comenzar,
76 Dos de las películas que analiza Laura Mulvey (2007), en “Placer visual y cine narrativo”, son de Alfred Hitchcock: Vértigo y La ventana
indiscreta. En la filmografía de Hitchcock, el héroe ve exactamente lo mismo que el público. En estas dos películas, la mirada ocupa el punto
central del argumento, ya sea que se incline hacia el voyeurismo o hacia la fascinación fetichista. En el caso de Vértigo, el héroe es el perfecto
representante del orden simbólico y la ley (se trata de un policía). Así, el hombre está del lado correcto de la ley y la mujer del equivocado.
Hitchcock utiliza los procesos de identificación y el empleo de la cámara desde el punto de vista del protagonista masculino, y envuelve
profundamente a los espectadores situándolos en la posición del actor, haciéndoles compartir su mirada inquietante. El público queda
absorto en la situación voyeurista, y de esta manera, el público sigue el crecimiento de su obsesión erótica y consecuente desesperación
desde el punto de vista del protagonista. El espectador ve a través de la mirada del héroe y se encuentra a sí mismo como cómplice. Si el
poder de lo simbólico masculino encarna en el héroe, entonces la narración se teje en torno a lo que Scottie deja o no deja ver; controla la
palabra. En su análisis de La ventana indiscreta, Jeffries, en la medida que observa, una dimensión erótica se añade a su mirada constituyendo
una imagen central para el drama. Lisa, su novia, tenía poco interés sexual para él, era casi un estorbo mientras permanecía del lado del
espectador. Cuando Lisa cruza la barrera entre su habitación y el bloque de enfrente, su relación renace románticamente. Esto, debido a que
no solo la contempla a través de sus prismáticos como una imagen distante cargada de sentido; también la ve como una intrusa culpable
expuesta a un hombre peligroso que amenaza con castigarla. Finalmente, la salva. Es posible distinguir entonces, que la forma femenina se
ofrece para su disfrute (que connota fantasía masculina). La mujer es el objeto de la mirada combinada del espectador y de todos los
personajes masculinos de la cinta. Por medio de la identificación con el actor, a través de la participación de su poder, el espectador también
puede, indirectamente, poseerla. La mujer funciona como ícono, expuesta para la mirada y el disfrute de los hombres, controladores activos
de esta mirada. La forma voyeurista de la mirada tiene como objeto a la mujer.
73
esta “mirada masculina” tiene una lógica muy específica en cuanto a lo femenino: lo representa desde
una perspectiva y estructura narrativa patriarcal en las pantallas del cine, en donde la mujer funge
como un objeto para el placer visual del hombre, ya sea el protagonista de la película o el espectador
que mira través de los ojos del protagonista masculino.
Desde luego, el análisis que Mulvey elabora está situado desde una perspectiva psicoanalítica,
pero me parece importante retomar, para fines de este apartado, tres ideas fundamentales que ella
pone sobre la mesa. La primera, que la mirada determinante del varón proyecta su fantasía sobre la
figura femenina, a la cual configura a su medida y conveniencia. Es decir, que en su tradicional papel
de objeto de exhibición, las mujeres son contempladas y mostradas simultáneamente con una
apariencia codificada para producir un impacto visual y erótico tan fuerte, que connotan «para-ser-
miradabilidad» [to-be-looked-at-ness]. El leitmotiv es la mujer expuesta como objeto sexual. Ella
significa el deseo masculino, soporta su mirada y actúa para él. La segunda, tradicionalmente, la
exhibición de la mujer ha funcionado en dos niveles diferentes: como objeto erótico para los
personajes de la historia que se desarrolla en la pantalla y como objeto erótico para el espectador que
se encuentra entre el público. Y la tercera, que existe una división heterosexual del trabajo, que Mulvey
cataloga como activo/pasivo77 que ha controlado igualmente la estructura narrativa en el cine. Dentro
de esta dicotomía que contienen las narrativas, la figura masculina no puede llevar la carga de la
cosificación sexual. El hombre, como parte activa que despliega la trama, no sólo controla la fantasía
de la película, sino que surge como representante del poder en un sentido nuevo: como portador de la
mirada del espectador. Así, el espectador se identifica con la figura dominante, es decir, con el
protagonista principal masculino (Mulvey, 2007).
Lo que observamos reiteradamente es que la imagen de la mujer como materia prima (pasiva)
para la mirada (activa) del hombre se inscribe en una estructura narrativa exigida por un orden
patriarcal. Cuando se enfatiza el carácter de «para-ser-mirada» de la mujer, el cine construye el modo
en que debe ser mirada dentro del espectáculo mismo. El código cinematográfico crea una mirada, un
mundo y un objeto, y produce así una ilusión cortada a la medida del deseo (Mulvey, 2007). Esto es
relativamente fácil distinguirlo en el espacio cinematográfico, en cuanto a que es posible relacionarlo
con un ámbito creativo. Pero en el terreno de la difusión de noticias, específicamente en los
periódicos, esto no se logra vislumbrar tan fácilmente debido a las premisas que enarbola: objetividad
e imparcialidad. Como si los periódicos encargados de la difusión de noticias fueran espejos que
77 “El artículo Placer visual y cine narrativo, descansa en la tesis de que el cine clásico alinea la feminidad con la reproducción social y la
pasividad, y la masculinidad con la actividad y la esfera de la producción”. https://girlsatfilms.com/2020/08/12/essay-la-puesta-en-escena-
de-las-fragilidades/
74
únicamente reflejan una parcela de la realidad. Esto no es así, las noticias son construidas78. Los
medios conllevan un rol específico de intermediarios simbólicos colectivos, en cuanto que proveen
marcos cognitivos que intervienen en la percepción del público sobre los sucesos de su entorno.
Desempeñan un papel significativo en el “modelado de saberes” de las audiencias (Califano, 2015). La
prensa es un elemento de intervención cultural y, en consecuencia, ideológica para todos aquellos que
tienen (directa o indirectamente) algún tipo de vínculo con ellos, como: lectores, receptores de la
opinión de los lectores, aquellos que se van nutriendo del imaginario colectivo al que dichos medios
refuerzan, respaldan, contradicen o forman (Castro Ricalde, 2002).
Dentro de las notas periodísticas que reportan los feminicidios, por un lado, las fotografías
presentan el cuerpo de las mujeres como objeto de exhibición, connotan «para-ser-
miradabilidad» [to-be-looked-at-ness]; El cuerpo de las mujeres asesinadas es expuesto como objeto
(a veces sexualizado, pero siempre fragmentado) que soporta la mirada. Dentro de la imagen se teje
una trama, un relato, no es sólo una fotografía. Por otro lado, la manera en que se narran los hechos
(se presenta una historia) configura una cierta lógica en donde la figura masculina nunca lleva la carga
de la cosificación. Cuando leemos noticias sobre feminicidios lo hacemos a través de una matriz de
inteligibilidad patriarcal que nos induce a entender aquello que pasó con los asesinatos de las mujeres
y a aprehender el sentido del cuerpo de las mujeres desde la mirada del patriarcado. De esta forma, el
lector/espectador porta la mirada masculina, se identifica con la figura dominante debido a que la
noticia misma está configurada de esa manera. No se trata de una perspectiva personal, oficial o
institucional solamente (aunque las atraviesa) sino de un escenario que dispone la manera en que se
contará y se mostrará lo que se debe inteligir sobre los feminicidios. ¿De qué manera se han
caracterizado las narrativas patriarcales dentro de las notas informativas que reportan los
feminicidios en la ciudad de Puebla, durante los años 2015 a 2019 en la ciudad de Puebla?, ¿Que nos
están mostrando sobre las causas de los feminicidios, la figura de las mujeres y de los feminicidas?,
¿Cuáles son las formas en que nos muestran los cuerpos de las mujeres de manera visual? Para
contestar estas preguntas recurro a la caracterización de la matriz de inteligibilidad patriarcal.
78 En cuanto medio de comunicación, no todos los hechos son transformados en noticia, sino únicamente aquellos que resultan
seleccionados para tal fin. De esta forma, los ciudadanos se topan con una realidad de segunda mano, esto es, con la construcción de una parte
de la realidad social elaborada por los medios de comunicación. Pueden hacer circular ciertos temas destinados a influir en el debate público,
de ahí que tengan peso en el establecimiento de la agenda social ( (Califano, 2015). Además, “las políticas, los temas y los acontecimientos son
objeto de patrones de selección e interpretación que se definen en negociaciones y disputas y, por ello, pueden modificarse a lo largo del
tiempo” (Matthes, 2012 citado en Retegui, 2017).
75
Matriz de inteligibilidad patriarcal
1. Inducción de entendimiento patriarcal
—Producción de comprensión
*ámbito: Notas periodísticas que reportan feminicidios en la ciudad de Puebla
a. Imagen-cuerpo
La estructura misma de la fotografía no es neutral ni casual, sino que responde a una mirada
patriarcal de los hechos, pero sobre todo, responde a una mirada patriarcal del cuerpo de las mujeres.
Las fotografías que se muestran no están elegidas al azar79, existen patrones sobre el tipo de
fotografías que se muestran: formatos de disposición de los cuerpos de las mujeres, reiterativos
fragmentos del cuerpo de las mujeres, indumentarias repetitivas en estado de desgaste, etc. Este
manejo sobre la forma en que se muestra el cuerpo de las mujeres asesinadas dentro de una fotografía
nos muestra un relato en sí mismo. Las fotografías no son subsidiarias del texto en las notas
periodísticas que reportan los feminicidios en la ciudad de Puebla, simbolizan de manera muy fuerte
por sí solas, de ahí la potencia de una imagen. Independientemente de si el fotógrafo o el lector sea
hombre o mujer, la mirada patriarcal persiste y lo que vemos en las fotografías da densidad a nuestra
experiencia sobre el cuerpo femenino.
De 2015 a 2019, los periódicos de la ciudad de Puebla, nos mostraron una cantidad enorme de
fotografías sobre los cuerpos de las mujeres asesinadas. Estas fotografías no solo nos informarían
sobre lo ocurrido, sino que se encargarían de poner en imágenes la atrocidad de los tiempos que
vivimos, y ponerlas a disposición de todos nosotros. A menos de que uno tenga anestesiada la
sensibilidad, basta ver una sola fotografía de una mujer asesinada para sentirse abatida. O bien, si se
miran con los ojos del patriarcado, estás fotografías son la norma, lo cotidiano, lo conocible, lo que se
espera que ocurra con el cuerpo de las mujeres en una imagen; se espera violencia. Y es que las
fotografías que nos proporcionaron reiteradamente tres periódicos de la ciudad de Puebla80 (aunque
no son los únicos), sobre las mujeres asesinadas, contienen todo tipo de maneras en que se puede
violentar el cuerpo de una mujer. En su mayoría son fotografías gore. ¿Por qué se pueden presentar
este tipo de fotografías explícitas? El truco está en denominarlas como nota roja. Y ya está, se puede
presentar lo que sea bajo ese nombre. Pero no solamente existen escenas sangrientas, hay más.
80 Los periódicos no publican únicamente fotografías de las mujeres asesinadas, sin embargo, en los siguientes párrafos me concentro
únicamente en cómo se presentan los cuerpos de las mujeres en las fotografías de las notas periodísticas que reportan los feminicidios en la
ciudad de Puebla, dentro del periodo 2015 a 2019. Para ello, tomé como base: Periódico Central (en su sección “página negra”), El Sol de
Puebla (en su sección “policiaca”) y Periódico E-consulta (en su sección “seguridad”). Y de nuevo, no es justificable el argumento de “la nota
roja”, como si fuera una especie de derecho a mostrar cuerpos dañados: “mira, que yo hago nota roja y por eso puedo revictimizar y violentar
de nuevo a una mujer que fue asesinada”. Es absurdo. Los detalles metodológicos se encuentran en “anexos” dentro de este trabajo de tesis.
76
1. Imagen-cuerpo real
Muchos de los periódicos en sus notas informativas predican sobre la indolencia del gobierno
sobre los feminicidios, pero no voltean a mirar el tipo de imágenes que publicitan. Si lo hicieran, se
darían cuenta de que la misma crítica se les puede hacer a sus reportajes. Encontramos muchos tipos
de fotografías en los diarios que reportan los feminicidios en la ciudad de Puebla, pero cuando se trata
de mostrar el cuerpo real de una mujer asesinada, los límites se desdibujan. Este tipo de fotografías
son las más brutales. Son aquellas, precisamente, en donde se muestra el cuerpo real de una mujer
asesinada. Se nos presentan cuerpos que fueron radicalmente violentados, y que son vulnerados una y
otra vez en la reproducción continua de las imágenes.
El ojo destazador. Este tipo de fotografías nos dejan ver el daño físico sobre los cuerpos de las mujeres,
no tienen paragón. Los cuerpos pueden estar desnudos, semidesnudos o vestidos. La imagen es tan
potente, que hiere. Quizá difuminen un poco las heridas y los rostros de los cuerpos, pero muestran el
daño o deterioro. Son fotografías violentas: para el lector, para la familia de las mujeres y para el
recuerdo de las mismas mujeres asesinadas. Los cuerpos de las mujeres son construidos como
entidades radicalmente pasivas, inertes, dispuestos al daño, vejados. Se refuerza el carácter de la
mirada patriarcal sobre ellos: observarlos como cuerpos desechables, fragmentables y aniquilables. La
estructura de este tipo de imágenes induce a mirar los cuerpos de las mujeres de esta manera, la
reiteración constante acostumbra al ojo espectador a mirar objetos, cosas sin vida. Pero no se trata
únicamente de acostumbrarnos a la crueldad, lo que opera es la interiorización de las imágenes sobre
cómo se está entendiendo el cuerpo de las mujeres. Esa interiorización se extrapola a otros cuerpos
femeninos fuera de las notas periodísticas. Es decir, no sólo se mira el daño y se normaliza, sino que,
porque se normaliza, se interioriza, y se replica la misma lógica en la vida cotidiana. Acostumbrarse a
algo también es reproducirlo en cierto nivel. Y lo que se reproduce en este caso, es el lente patriarcal
que mira en los cuerpos de las mujeres, cuerpos sacrificiables81. Desde la inteligibilidad patriarcal, el
ojo destazador indica: “mira, así deviene el cuerpo de mujer”.
Por eso las protestas y denuncias contra este tipo de prácticas, como las que se hicieron contra
las fotografías filtradas de Ingrid Escamilla, asesinada en la Ciudad de México, son tan importantes.
Porque este tipo de fotografías, por un lado, replican e intensifican el daño más allá del hecho del
feminicidio; y por otro lado, porque inducen un entendimiento del cuerpo femenino a través de ojos
patriarcales desde donde es lógico mirar cuerpos de mujeres en estas situaciones. Para contrarrestar
81 “Al enseñarnos un nuevo código visual, las fotografías alteran y amplían nuestras nociones de lo que merece la pena mirar y de lo que
tenemos derecho a observar” (Sontag, 2006, pág.15).
77
el daño causado por la publicación de esas fotografías, la familia de Ingrid y muchas mujeres llamaron
a una campaña para subir a internet imágenes de momentos bonitos, y enlazar esas imágenes con el
nombre de Ingrid. Esto, para reivindicar su imagen, para recordarla y mirarla desde otros ojos, y para
que cuando alguien buscara su nombre en internet no aparecieran las fotografías violentas82. No
podemos seguir mirando cuerpos ultrajados de mujeres, y es momento de que los periódicos se hagan
cargo de la carnicería que publicitan.
El ojo sutil. En este tipo de imágenes no se le permite al observador mirar el cuerpo expuesto o al
menos no en su totalidad. A través de formas sutiles y sugerentes se replica la lógica anterior: la
construcción de los cuerpos de las mujeres como cuerpos sacrificiables. Esto se hace mostrando una
imagen en donde aparece una mancha de sangre sobre el piso y a un lado la mano de la mujer
asesinada; o cuerpos cubiertos por una sábana, una manta o una cobija. Son formas sugestivas de
asociar el daño y la violencia con el cuerpo de las mujeres. Son imágenes de baja intensidad, pero no
por eso dejan de ser potentes. Porque el escenario mismo muestra: peritos, policías, patrullas, vecinos
mirando; en la noche, el cuerpo en un terreno baldío, la luz de una ambulancia; en su casa, sobre el
piso con sangre; etc. Allí donde no fue posible o no se quiso tomar una fotografía de un cuerpo
expuesto, siempre queda el recurso de mostrar a través de las sutilezas; de sugerir la violencia
mediante lo que rodea el cuerpo cubierto de una mujer.
La fotografía de la fotografía. Acaso la escena más reveladora. Una foto del cuerpo de una mujer
asesinada que muestra a otro reportero fotografiando el cuerpo. Se trata de la puesta en escena del
mecanismo de convertir en objeto de la mirada al cuerpo de una mujer asesinada. Las fotografías de
los cuerpos dañados de las mujeres no ayudan a su identificación, tampoco son de utilidad para
comprender lo que pasó, y mucho menos informan sobre la noticia en sí. ¿Para qué tomarles
fotografías? Porque, desde la mirada patriarcal, aún después de ser asesinadas, son objeto de
consumo. No importa si el cuerpo está expuesto o está bajo una sábana, ahí hay un cuerpo que tiene
que ser visto y el fotógrafo hace lo propio: lo cosifica. Pero la fotografía que toma a otro tomando una
fotografía del cuerpo, revela el carácter vouyerista de este acto que se replicará en las notas
informativas. Susan Sontag (2006, pág. 30) diría que “las cámaras son máquinas que cifran fantasías y
crean adicción”.
82 Cientos de mujeres compartieron en internet imágenes agradables, cariñosas, placenteras, como forma de contrarrestar el daño
producido por la publicación de las violentas imágenes del cuerpo de Ingrid. Ahora, cuando se busca en internet el nombre de Ingrid
Escamilla, lo que aparecen son muchos momentos bonitos. Sobre esta campaña, se puede consultar la información en el siguiente link: https://
verne.elpais.com/verne/2020/02/12/mexico/1581546256_834306.html
78
2. Imagen-cuerpo mujer genérica
Son fotografías prefabricadas de cuerpos de mujeres que tienen la misma composición y que
pueden ser adaptadas o colocadas en cualquier noticia sobre feminicidios. No son fotografías de los
cuerpos reales de las mujeres asesinadas, son imágenes de cuerpos genéricos de mujeres que son
utilizadas por todos los periódicos. No importa el año, el lugar o el nombre de la mujer que fue
asesinada, si la nota periodística no contiene una fotografía de ella, es posible colocar una imagen de
la mujer genérica que representa a cualquiera. No son imágenes que denotan brutalidad explícita. Por
su cualidad de prefabricación, son susceptibles de generar varios escenarios con temáticas diferentes.
Sin embargo, no es ilimitado el número de estas imágenes, antes bien, conforman una especie de
catálogo del que sustraen esa imagen para que muchas noticias cumplan con tener la imagen de una
mujer.
No se trata de cualquier fotografía prefabricada de una mujer. Las maneras en que es colocado
el cuerpo, la vestimenta, la escena, cumplen con ciertos requisitos, como si existiera una especie de
normas de selección para saber qué tipo de cuerpos, y cómo, deben ser presentados en las notas
periodísticas. Porque claro, ¿qué otra forma habría de representar el cuerpo de una mujer asesinada?
La imagen de la mujer genérica siempre rota entre las siguientes escenas.
El ojo de la morgue. El cuerpo de la mujer se encuentra sobre una plancha metálica, se nota que está
desnuda porque la manta no cubre sus hombros. A un lado, una persona con guantes azules se
dispone a colocar una sábana sobre ella. También encontramos la imagen de unos pies desnudos, la
bolsa negra de la morgue no alcanza a taparlos, las uñas pintadas con color rojo indican que son pies
de mujer. No se trata de cuerpos maltratados, sino cuerpos inertes, fríos. Es una escena que denota el
cuerpo la mujer susceptible de ser inspeccionado y revisado. Son cuerpos impasibles.
El ojo que sexualiza. Es muy complicado sexualizar de manera explícita los cuerpos reales de las mujeres
asesinadas, pero si se recurre al catálogo de mujeres genéricas se pueden seleccionar imágenes en
donde los cuerpos de las mujeres, muy estilizados, vistan vestidos pequeños, faldas muy cortas o
escotes que dejen ver un poco la forma de los senos. Son fotografías infames que erotizan un
asesinato. Lo que se muestra del cuerpo de las mujeres son aquellas partes susceptibles de ser
sexualizadas: piernas desnudas, hombros desnudos, el pecho un poco descubierto, brazos desnudos,
los atuendos siempre son pequeños. Los cuerpos sexualizados siempre están tendidos en el piso, sin
vida. Son imágenes que erotizan y sexualizan el cuerpo de una mujer que aparece inconsciente o
muerta. Se trata de la mirada patriarcal que ve en el cuerpo de una mujer asesinada la posibilidad de la
excitación.
79
El ojo que fragmenta. Generalmente son fragmentos de manos, ya sea porque el cuerpo está
desenfocado, porque se asoman por debajo de una sábana o porque el marco fotográfico recorta una
zona determinada; pies calzados con botines de tacón o pies desnudos, pantorrillas sobre un piso de
tierra. Lo que se muestra son porciones o fracciones de mujeres, nunca un cuerpo completo. Las
manos y piernas tendidas en el piso muchas veces tienen manchas de sangre y tierra, indican
maltrato. Lo mismo ocurre con otras partes del cuerpo que se muestran. No están sexualizadas, son
partes del cuerpo de las mujeres que están sucios o manchados.
3. Imagen-cuerpo vivo
Y sin embargo, pese al aluvión de imágenes infames, en las notas informativas que reportan
los feminicidios también nos encontramos con fotografías de las mujeres en su vida cotidiana, antes
de ser asesinadas. Muchas son imágenes que muestran a las mujeres afables, embarazadas, con su
familia, con sus amigos, en algún bar con amigas. No me parece que sean fotografías que reivindiquen
la imagen de las mujeres, puesto que son utilizadas como objetos de consumo a través de su
exhibición. Sin embargo, no contienen elementos en donde se muestre daño físico. Son fotografías de
la vida cotidiana de las mujeres. Existen dos escenas que sobresalen.
Junto a su feminicida. Muchas fotografías obtenidas de las redes sociales de las mujeres asesinadas son
publicadas por los periódicos. Y entre todas esas fotografías, se muestran aquellas en donde los
feminicidas y las mujeres estaban juntos, tenían una relación. A veces se romantiza la violencia: los
dos están juntos abrazos y la fotografía es manipulada para que, sobre el cuerpo de la mujer resalten lo
que parecen agujeros hechos por balas desde donde emana un poco de sangre; otra veces, cuando el
feminicida fue un desconocido para las mujeres, se unen las fotos en donde a la imagen de la mujer se
le coloca un filtro de color dramático, y entre las dos fotografías, un moño negro. Las imágenes
muestran el desenlace de estas uniones. ¿Son imágenes que advierten? Son escenas innecesarias.
Imagen-cuerpo que protesta. Las protestas se han desplegado tan masivas y tan visibles, que han invadido
los periódicos. Son fotografías que generalmente no se utilizan en el hallazgo de un cuerpo, sino en el
seguimiento de los casos, por ejemplo, cuando no se han esclarecido o cuando el feminicida no ha sido
detenido o no ha sido sentenciado. Los cuerpos de las mujeres aparecen con vitalidad, con fuerza. Son
fotografías de mujeres reales representando denuncia y exigiendo justicia. No hay mujeres genéricas
en las protestas, son cuerpos reales, diversos. La imagen representa la lucha. Aunque esto hay que
mirarlo con reserva, porque el marco desde donde se publica es la nota roja.
80
Estas son las principales imágenes que las notas periodísticas colocan para representar el
cuerpo de las mujeres, así, tal cual las conciben en un hecho de extrema violencia. Esas son las formas
en que se nos están mostrando y representando a las mujeres asesinadas. Este tipo de fotografías no
son anodinas, son reiterativas y repetitivas, responden a patrones de organización. Desde este trabajo
sostengo que las imágenes que se nos muestran a través de las notas periodísticas que reportan los
feminicidios, responden a un eje de comprensión concreto sobre los cuerpos de las mujeres: las
imágenes se estructuran y organizan a través de una matriz de inteligibilidad patriarcal. Desde ese eje
que produce inteligibilidad, se induce una comprensión patriarcal sobre cómo debemos entender el
cuerpo de las mujeres asesinadas, pero también el cuerpo de todas las mujeres, y por lo tanto, induce
la manera en cómo debemos representarlo y sentirlo. De manera análoga, imposibilita comprender los
cuerpos de las mujeres desde entendimientos alternos, es decir, entender los cuerpos de las mujeres
desde otra modalidad comprensiva. La disputa por el sentido “en” y “desde” el cuerpo también
atraviesa la manera en que se nos está significando y normando: la forma en que se nos está diciendo
que debemos entender la corporalidad femenina. Y el primer paso es deshebrar y fracturar todos
aquellos discursos patriarcales que nos coloquen en zonas de sacrificio y de dominación; como objetos
mercantilizables y de consumo, aún después de haber sido asesinadas.
83 Son diversos los mecanismos y dispositivos en los procesos de subjetivación, sin embargo, aquí me refiero únicamente a las imágenes de
los periódicos que reportan feminicidios. Aunque este análisis se puede extrapolar a los medios de comunicación en su conjunto.
81
Matriz de inteligibilidad patriarcal
1. Inducción de entendimiento patriarcal
—Producción de comprensión
*ámbito: Notas periodísticas que reportan feminicidios en la ciudad de Puebla
b. Narrativas patriarcales
Lo primero que sale al paso cuando se revisan las notas sobre feminicidios, son narrativas
patriarcales de los hechos. De manera análoga a la fotografía, la estructura misma del relato induce
una determinada lógica y entendimiento sobre lo que está ocurriendo con los feminicidios. La matriz
de inteligibilidad patriarcal, en cuanto a producción de comprensión no tiene únicamente como
elemento las fotografías, sino también los relatos sobre los casos de feminicidios. Desde estos relatos,
82
se induce entendimiento patriarcal: se trata de enunciados que construyen lugares comunes sobre las
explicaciones y la trama de los asesinatos de mujeres. Estos lugares comunes introducen lógicas
machistas y patriarcales sobre la figura de la mujer en el relato, las causas del feminicidio, la figura del
feminicida, la romantización (al estilo de una telenovela) de la relación entre ellos, los atenuantes del
asesino o los agravantes para las mujeres, etc.
Que los relatos se nos presenten así no se explica únicamente a través de descuido o
ignorancia periodística, se trata de lógicas explicativas que se interconectan con el momento en que
vivimos. Quizá se pueda objetar que la manera en que son narradas las noticias no es de un orden
nuevo, sin embargo, la intensificación y masificación de discursos machistas sí lo es. Es decir, las
mismas disposiciones enunciativas que contienen las notas periodísticas que reportan feminicidios
las encontramos en otros ámbitos de manera reiterativa. Se exacerban los discursos patriarcales de
manera general, pero específicamente en los medios de comunicación a través de la distribución
masificada de las noticias se replica y reproduce comprensión patriarcal. Y aquí no se trata de no
consumir noticias, sino de identificar qué tipos de discursos se enarbolan desde aquello que
consumimos como noticias. En resumen: la repatriarcalización del territorio opera también a nivel
discursivo, que no es un ámbito separado de las prácticas sociales. Lo que se dice y cómo se dice,
importa.
Desde este punto, cabría preguntarnos, ¿de qué manera están narrando las notas periodísticas
los feminicidios en la ciudad de Puebla?, ¿qué tipo de comprensión y explicación se está induciendo
desde ahí?, ¿cuáles son las características de las narrativas patriarcales que contienen? No pretendo
hacer un trabajo como el que hace la corregidora, sería una tarea titánica, pero sí me interesa mostrar
las principales características de las narrativas patriarcales que operan en los periódicos y que
producen, en concreto, inteligibilidad patriarcal. En las siguientes líneas me concentro únicamente en
tres aspectos: lo que se enuncia sobre las mujeres, la explicación de los feminicidios y lo que se enuncia
sobre los feminicidas85.
Datos innecesarios pero útiles. En las notas informativas encontramos muchos datos que no son útiles
para comprender cabalmente los feminicidios, en tanto que es información morbosa, sensacionalista
y reproduce estereotipos sexistas. Curiosamente, parecería que estos datos hablan más del
85 Por supuesto, se pueden construir más categorías, pero para efectos de este trabajo sólo muestro estos tres aspectos.
83
entendimiento y prejuicios del periodista que sobre los hechos mismos, pero no solamente es así.
Estos datos innecesarios son extremadamente útiles en las narrativas patriarcales, puesto que colocan
a las mujeres en una posición desde donde es posible juzgarlas por sus comportamientos, incluso, por
su cuerpo. Encontramos la típica referencia a la sexualidad de una mujer: “Paulina le confesó a doña
Esperanza que tenía relaciones sexuales con José María pero no funcionaron los métodos anticonceptivos”; “le contó
a su mamá que tenía un retraso menstrual, aunque nunca se corroboró que estuviera embarazada”. El dato
innecesario sobre el comportamiento de una mujer respecto de sus hijos: “Se dedicaba a la prostitución,
debido a esto, Maleny, de aproximadamente 4 años, estaba al cuidado de Enedina”; “una mujer a la que la madre
pagaba para alimentar a su hija”. O su “estatus” sentimental: “Ahora se sabe que era madre soltera”. Además
de la indagación y examen de la vida sentimental de la mujer asesinada: “…actualmente ya vivía con otro
hombre”; también de la expareja del feminicida: “la menor (vivía) con su exesposa, quien ya tiene un nuevo
cónyuge”. Y el dato más innecesario que logra exponer el cuerpo: “la necropsia reveló después que era de una
mujer adulta que tenía implantes en los senos”.
Características positivas patriarcales. Se trata de enunciados que colocan a las mujeres como “buenas
mujeres”, dentro del estándar patriarcal. No significa que las características enunciadas sobre las
mujeres constituyan hechos o actos positivos o negativos en sí mismos, sino que dentro del marco de
la trama narrativa de las noticias, se conforman como las únicas características positivas susceptibles
de ser enunciadas como tales dentro de una narrativa patriarcal. Son lugares comunes, esperados para
el comportamiento de las mujeres, por ejemplo: “la describen como alguien muy tranquila”; “Era un chica
muy tranquila, estudiaba […] su papá la visitaba muy seguido”; “una persona muy trabajadora que no consumía
alcohol”; “no llevaba una vida de excesos”; “no se metía en problemas”. ¿En qué sentido ayuda a la
comprensión de los feminicidios enunciar que una mujer “no se metía en problemas”? ¿Problemas de
qué tipo? Se puede argumentar que muchos de estos enunciados son predicados por la misma familia,
pero dentro de la estructura narrativa (que no es configurada por la familia) tienen el papel de mostrar
las características positivas patriarcales que se espera cumplan las mujeres.
Características negativas patriarcales. Son enunciados que sugieren conductas de riesgo para las mujeres,
no se expresan como abiertamente negativas, pero dan a entender una especie de relación causa-
efecto, por ejemplo: “La mujer fue asesinada después de que asistió a un bar”; “…planeó junto con sus amigas
salir a divertirse un rato, pero ya no le fue posible pues con un disparo en la cabeza le arrebataron la vida”. Incluso,
conductas negativas que justifican que no fuera buscada cuando desapareció: “no la habían buscado
porque era común que se fuera de su casa y regresara después de varios días”. Se indaga en su vida para mostrar
información que la estigmatice: “era una bailarina exótica que trabajó en diversos bares de Puebla, según la
información en su perfil en redes sociales”; “En su cuenta de Facebook constantemente subía fotos de sus tatuajes […]
Además de compartir fotos sobre los altares que hacía en honor a la Santa muerte”; “Era indigente y ganaba unos
84
pesos prostituyéndose”. O los típicos enunciados que hacen alusión a bebidas alcohólicas y a drogas:
“consumía solventes”; “en su domicilio se encontraron diversas drogas”; “adicta a las bebidas alcohólicas y drogas”;
“estuvo ingiriendo bebidas alcohólicas con varias personas”.
Culpabilización: Cualquier elemento que funcione como agravante para culpabilizar a las mujeres es
utilizado. Se sugiere que los feminicidios ocurren porque en algún punto de la trama ella permitió que
sucediera tal o cual situación. La culpa, en algún nivel, en algún momento, siempre es de ella. Incluso,
se las culpa por decidir: “Ella aceptó verlo de nuevo”; “Ella lo invitó”; “Le mandaba mensajes a cada rato para
que regresaran y ella lo aceptó”; “El atacante ingresó a su domicilio invitado por ella misma”; “Eran compañeros de
trabajo, ella lo invitó a su casa para tomar”. Pero también se las culpa por las consecuencias del feminicidio
en cuanto a la relación con sus hijos: “Violeta deja en orfandad a una niña”; “dejó un hijo pequeño huérfano”;
“(ella) los dejó huérfanos”. Enunciados que son estructurados como si la mujer hubiera decidido y fuera
responsable de “dejarlos”. No importa que hayan sido los hombres los asesinos, la mirada patriarcal
siempre coloca a las mujeres en el lugar de la infracción.
La pérdida de control sobre la mujer. Uno de los argumentos esgrimidos para explicar las causas de los
feminicidios, es que las mujeres terminaron sus relaciones sentimentales con los feminicidas,
llevando, como en la categoría anterior, a responsabilizarlas de sus muertes porque terminaron con
ellos. Y más allá, se exime a los hombres de responsabilidades, porque la culpa fue de un suceso, no de
él. Eso es lo que se muestra, pero lo que se oculta y opera detrás es que las mujeres se salen del control
de los hombres: “el motivo del asesinato fue que Rocío le anunciara a su pareja sentimental, el rompimiento de su
relación”; la discusión se originó cuando ella intentó terminar la relación”; “la mujer pretendía terminar la
relación”; “Las autoridades penitenciarias determinaron que Jorge González apuñaló a Rocío Edith por un ataque
de celos, pues ella fue para terminar la relación”; “decidió concluirla (la relación), sin embargo el hombre jamás
quiso alejarse de ella y ante un nuevo rechazo decidió matarla”; “la mató por negarse a regresar con él”; “la apuñaló
en varias ocasiones al ser rechazado cuando le pidió ser su novia”; “Al negarle el acceso al presunto responsable, este
ingresó y la golpeó hasta privarla de la vida”; “aseguró que lo hizo porque ella lo quería abandonar”. Ante la
pérdida de dominio y control, sobre el derecho que los hombres creen tener sobre el cuerpo de las
mujeres, los feminicidas reaccionaron de manera violenta. Y esta lógica de pérdida de dominio
también aparecen en enunciados como: “argumentó que apuñaló a la mujer debido a que lo engañó”; “le había
sido infiel por lo que decidió asesinarla”. Las mujeres incurren en una falta a las normas establecidas que
se espera que cumplan, se salen del control establecido por los hombres.
85
Fue la discusión. Este es el argumento más repetitivo de todos, el motivo fue de la discusión, fue el
momento, generado a veces por bebidas alcohólicas o estupefacientes: “Es que estaba alcoholizado o
drogado”; “tras ingerir bebidas alcohólicas discutieron, lo que provocó que el sentenciado agrediera a la occisa con
un objeto punzocortante”; “se dice se encontraba bajo los efectos de alguna droga”; “Estaba borracho”. La causa del
feminicidio es un factor externo situacional, en cierto sentido una causa ajena al feminicida, que
ronda en problemas relacionados con el dinero: “murió tras una pelea con Chava porque le reclamó por un
dinero guardado que le dio para cuando saliera de prisión”; “tras sostener una discusión por la pérdida de 3 mil
pesos y su herramienta”; las causas, totalmente despolitizadas, llevadas al terreno de lo privado,
problemas personales: “comenzaron a discutir por problemas personales, lo que ocasionó que este sujeto
agrediera a la joven privándola de la vida”; la situación excepcional: “al calor de la pelea él la atacó”. Nunca se
mira directamente a los hombres como posibles responsables de los feminicidios, y este es el
atenuante predilecto, las discusiones: “Tras una discusión, apuñaló y mató a su pareja”.
Porque la mujer se embarazó. El embarazo se reporta como si una paloma se hubiera posado en las
cabezas de las mujeres y de repente “aparecieran”, por sí mismas, embarazadas. Hasta en esto se anula
la responsabilidad de los feminicidas: "su novio era casado y la mató por embarazarse”. La causa del
feminicidio, así, queda ubicado en el cuerpo de la mujer “que se embaraza”, en el embarazo mismo:
“tenían los problemas comunes de cualquier pareja, pero a raíz del embarazo él comenzó atacarla de manera más
violenta”; “tras el embarazo de ella, él comenzó a ser más violento”. Además, no es posible que una mujer
embarazada rompa con los sueños de los feminicidas: “…se encontraba embarazada. Cuando la joven le
comunicó eso a Chema, él se molestó porque le menciona que tenía la intención de seguir sus estudios profesionales”.
Este “inconveniente” se ve resuelto a través de la anulación del otro: “al enterarse de que contaba con varias
semanas de embarazo, decidió asesinarla”.
El feminicida virtuoso. Muchas de las notas periodísticas, cuando se conocen los datos, muestran
información de violencia previa de los feminicidas contra las mujeres, generalmente violencia
familiar. Pero cuando se trata de perfilarlo, también se hace alusión a sus cualidades positivas,
dejando ver que, después de todo era un feminicida virtuoso. Y es que no se trata de demonizar a los
feminicidas representándolos como entidades malévolas, por supuesto que son hombres comunes y
cotidianos, pero en el marco de la estructura narrativa de las notas periodísticas, estas cualidades
positivas que se enuncian funcionan como atenuantes al resaltar virtudes (no necesariamente
características comunes) en ellos. Por ejemplo: “un joven de 20 años de edad y experto en artes marciales”;
“(era) educado y caballeroso y por ello se enamoró de él”; “de modales educados”; “era muy amable”. Y el epítome
86
de la virtuosidad, nótese los adjetivos: “el más hábil artesano escultor en madera dentro del Centro de
Reinserción Social”. A pesar de todo, la figura masculina siempre tiene aciertos.
El feminicida que acepta su culpa. Aquí vemos la construcción de la figura de un feminicida que se
entrega a las autoridades e, incluso, hasta los ayuda a localizar el cuerpo de la mujer que asesinó: “se
encuentra detenido luego de haber admitido ser el responsable de su muerte […] el hombre incluso acompañó a
agentes ministeriales a buscar el cuerpo”. Como si el mismo proceso penal no lo obligara a contribuir con
las autoridades. Pero existen otros agentes que intervienen para que el feminicida acepte su culpa y se
entregue, la familia de las mujeres asesinadas: "decidió entregarse ante las autoridades luego de las amenazas
que sufría por parte de los familiares de la mujer”; y su propia familia: “la familia de Luis Humberto lo obligó a
entregarse”; “…el propio padre del sujeto dio aviso a las autoridades después de que su hijo le hablara por teléfono y
le confesara que apuñaló a su ex pareja sentimental tras un arranque de celos”. El feminicida acepta su culpa y
la enuncia sin reparo: “Cuando lo detuvieron dijo: Sí, yo la maté porque me provocó”. Acaso la expresión más
certera sobre el dominio y control que creen tener los hombres sobre los cuerpos de las mujeres: sobre
su vida y su muerte.
Esto es sólo una parte de lo que leemos todos los días en los periódicos que reportan
feminicidios en la ciudad de Puebla: narrativas de los hechos en donde se construye un escenario
patriarcal al rededor de la información. Desde ese escenario, las mujeres que son asesinadas siempre
tienen parte de la responsabilidad de lo que les ocurre; se construye una figura de mujer que tienen un
buen proceder en su vida (a través de características positivas patriarcales) y mujeres de dudosas
conductas (a través de características negativas patriarcales), pero ambas, son asesinadas. Si no se cuenta
con datos explícitos sobre una conducta negativa patriarcal, siempre se puede recurrir a los datos
innecesarios pero útiles que inducen al lector a situarlo en la posibilidad de ejercer juicios valorativos
sexistas sobre las mujeres, porque la culpa siempre debe recaer en ella. Y lo mismo ocurre con las
causas de los feminicidios y con las narrativas sobre los feminicidas desde las notas periodísticas: se
insertan en una matriz de inteligibilidad patriarcal, desde donde se induce a mirar y comprender los
hechos desde la mirada masculina.
87
desde donde: 1. Se justifican los feminicidios, 2. Se culpabiliza a las mujeres, 3. Se exculpa al agresor, 4.
Se exhibe y se lucra con la vida de las mujeres, 5. Se mercantilizan los cuerpos de las mujeres
asesinadas. Acaso es una mirada compartida entre los productores de información y los
consumidores. En un ambiente de por sí violento contra las mujeres, los periódicos, a través de este
tipo de narrativas replican, producen y amplían intelección patriarcal. Por eso la disputa por el sentido
en este terreno no es menor: es necesario desenmascarar y desestructurar esa matriz de
inteligibilidad patriarcal que atraviesa, produce y organiza la información que consumimos, y por lo
tanto la comprensión y entendimiento sobre los feminicidios en particular, pero sobre las violencias
contra las mujeres en general. La manera en que contamos y nos contamos las cosas es fundamental
para nuestra vida intersubjetiva, y es en estos terrenos en donde también las mujeres están luchando.
88
***
Matriz de inteligibilidad patriarcal: Opacidad, el quid del asunto
Escribir sobre la violencia contra las mujeres no es fácil. Las múltiples violencias nos tocan y
atraviesan todo los días, así que cuando uno trata de investigar sobre el asunto, ya lleva a cuestas
preocupaciones cotidianas. Me parece que todo aquel que escribe sobre violencia, en algún punto,
toma distancia de eso que está estudiando. Una cierta distancia y en algunos momentos. Porque
adentrarse en territorios tan cruentos es perturbador. Quizá sea ese uno de los mecanismo que
implanta la crueldad: “no te acerques, la Hidra de Lerna aguarda”. ¿No funciona precisamente así en la
vida cotidiana? Cuanto más violencia y crueldad se ve a nuestro al rededor, más distancia toman
algunas personas sobre lo que pasa. “Prefiero no enterarme”, me dice una amiga. “Yo ya no veo las noticias”,
comenta mi mamá. “Yo he visto ya tantas cosas... mejor me bloqueo”, platica mi prima. Pero por más que se
quiera mirar a otro lado, la sensación de que algo te puede pasar aparece en cuanto sales de tu casa;
para otras, el cuerpo les dice que el peligro está ahí mismo, en su hogar. ¿Habrá invadido ya nuestros
sueños?
Aún así, las mujeres continuan con la reproducción de la vida. A pesar del miedo que se
implanta, las mujeres salen a trabajar, usan el transporte público, recorren caminos solitarios,
preparan a sus hijos para la escuela, van a comprar la despensa o hacer pagos de la casa. Muchas no
han podido modificar totalmente sus prácticas cotidianas para sentirse más seguras; las que sí,
tampoco se han librado del miedo totalmente. A veces, cuando manejo hacia la ciudad de Puebla y veo
la gran nube de contaminación que tiene encima, imagino que esa fusión de sustancias tiene inscrito:
“Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate”86. Estas palabras se leerán como desesperanza. Y sí. Las
escribo porque eso es precisamente lo que se busca provocar en nosotras: que nos acostumbremos a
vivir en un páramo. Nunca antes entendí con tanta claridad, la fuerza y la potencia que tenemos las
mujeres cuando estamos juntas. Las mujeres que se organizan en cooperativas para percibir ingresos
porque los sueldos son miserables, las mujeres que conforman colectivos para enseñar a otras mujeres
cómo defenderse; las mujeres que hacen círculos de lecturas más allá de las escuelas porque quieren
formular pensamiento propio; las mujeres que salen a protestar a las calles con el rostro cubierto y que
pugnan otro tipo de vida para todas nosotras. Las mujeres, en pronombre “nosotras”, está lleno de
esperanza.
86 “Los que aquí entráis, perder toda esperanza”, en La divina comedia, Dante Alighieri.
89
Y es, desde la esperanza y la fuerza, que se debe investigar y escribir sobre las violencias. Los
muros y las trabas son muchos. Así como en la vida cotidiana se nos trata de implantar el horizonte
como un páramo, adentrarnos a la comprensión de las violencias contra las mujeres supone
adentrarse a un terreno árido. Y como menciona Adorno (1984, pág. 7): “es preciso atravesar la helada
inmensidad de la abstracción”. Se puede seguir y reconocer un hilo conductor que enlaza esta helada
inmensidad tanto en las calles que transitamos, como en los datos que recopilamos y analizamos. La
lógica es la misma: alejarnos de toda comprensión; mantenernos en el caos y en la conmoción. Caos y
conmoción de otra mujer violentada o asesinada en la ciudad; de las narraciones de nota roja en los
periódicos. Nada es nítido, ni comprensible. Por eso escribir sobre las violencias no es fácil, porque te
adentras en un espacio que desgarra la sensibilidad y nubla la comprensión con la velocidad de tantos
datos y hechos sórdidos. ¿No es así un poco como opera la violencia en nuestra cotidianidad?
La imposibilidad de dar sentido a los fenómenos sociales ya fue abordada en el capítulo uno
sobre la guerra contra el narcotráfico y sobre la renovada guerra contra las mujeres. Baste remarcar aquí un
elemento importante en cuanto a la producción de opacidad y obturación del sentido: el Estado. En
cuanto a la guerra contra el narcotráfico, Luis Astorga (1995 citado en Zavala, 2018, Pág. 29) señala que
esta narrativa “fue originada en una matriz ideológica construida por el mismo Estado que impone un
sentido unívoco sobre el narco con pretensiones universales y que marca las coordenadas básicas de su
representación inventando dicha mitología”. O podríamos pensar en la densa estructura de significado
que propone Zavala (2018), que impide la comprensión de lo que realmente ocurre. Es decir, por un
lado, desde los discursos oficialistas, construidos desde el Estado, se induce cierta comprensión de los
hechos (como ya lo vimos en el caso de las notas sobre los feminicidios pero desde los periódicos). Pero
por otro lado, y esto es fundamental, lo que opera principalmente es producción de opacidad si no te
ajustas a la narrativa oficial. Justo como la idea que nos proporcionan Raquel Gutiérrez y Verónica
Gago (Segato, 2013), sobre la opacidad de la conflictividad social deliberada para producir dificultad de
comprensión y desarmar la capacidad rebelde, dentro del marco de la renovada guerra contra las
mujeres.
90
sino de reconocer que los datos se disponen de tal manera que el seguimiento y la conexión entre estos
es profundamente confusa. Cualquiera que se adentre en los vericuetos de fuentes de datos
gubernamentales, una y otra vez, en mayor o menor medida, en algún punto u otro, queda atrapado
entre datos incompletos, inexactos, links que no funcionan, múltiples informes que no siempre están
actualizados, archivos que son imposibles de leer y comprender, etc. Estas dificultades, se presentan
de manera ínfima o de manera múltiple, pero siempre están ahí. Algo siempre falla. ¿Por qué?
Puesto así, dentro de este escenario de renovada guerra contra las mujeres, la opacidad de la
conflictividad social, la dificultad de comprensión y las narrativas inducidas e insuficientes para
organizar la experiencia de lo que nos ocurre, operan en múltiples dimensiones, una de ellas es la
captura, organización y análisis de datos sobre el sentido y explicación sobre los feminicidios y las
violencias contra las mujeres. Desde aquí, y con base en la revisión que realicé, postulo que esta
disposición sobre los datos e información desde organismos gubernamentales produce tal
ininteligibilidad, fragmentación y segmentación del sentido que podría indicarnos que se realiza de
manera deliberada. ¿Cómo nombrar estos mecanismos que se ponen en marcha en el momento de
acercamiento a fuentes de información? En el caso del apartado anterior, era patente la inducción de
la comprensión hacia lógicas patriarcales. En este caso, por los patrones de fragmentación y
segmentación tan reiterativos, y la obturación de la comprensión tan insistente, deliberada o no,
decidí elaborar la herramienta analítica de matriz de inteligibilidad patriarcal, para dar cuenta de ello.
Lo decidí así, porque toda esta especie de estrategias y mecanismos funcionan como un
esquema generativo de ininteligibilidad. Desde lógicas patriarcales, dentro de la producción de
conocimiento, existen ciertas prescripciones, por ejemplo: que la investigación y los datos estén libres
de valores o prejuicios, porque se apuesta a la absoluta objetividad y universalidad de las
explicaciones. Sin embargo, la pretendida absoluta objetividad es un medio de control patriarcal
desde donde se pone en marcha el desapego emocional y la idea de que aquello que se estudia puede
ser concebido como una entidad externa a la subjetividad de las personas (Blazquez, 2010); que se
opere desde una perspectiva androcéntrica. Esto provoca que la cualidad de género sea tomada en
cuenta como una categoría o elemento más a agregar junto con otros elementos, es decir, la
fragmentación de la información. Desde aquí, tomando en cuenta estas consideraciones: 1. Los tipos
de datos que generalmente obtenemos desde instancias gubernamentales son profusamente
cuantitativos, conteos objetivos interminables. Esto, más allá de la necesidad de recurrir a datos
cuantitativos para dar cuenta de grandes poblaciones; 2. Los datos gubernamentales se nos presentan
siempre de forma segmentada, como si la realidad social operara así. Y esto, también, más allá de las
necesidades operativas de presentar los datos de esta manera. En esta línea, lo que observamos no ya
en los datos en sí mismos, sino en los mecanismos para acceder y entender a esos datos es la avalancha
91
de conteos interminables (importantes sí, pero interminables) fragmentados y segmentados. Y eso,
por decirlo en términos generales. Son mecanismos patriarcales de control de la información en
donde al otro no se le permite acceder o se le permite con una serie de dificultades. Se trata de una
mecánica de obturación de la comprensión.
87 En este punto no hablaré únicamente sobre los feminicidios ya que es preciso mostrar lo más cabal posible esa fractura y segmentación de
los datos y la información.
92
formas de aproximarse a los datos gubernamentales: en registros administrativos88 o a través de
encuestas. Los fuentes de información son muchas, y sin embargo, muchas veces entre un informe y
otro los datos cambian, aunque midan lo mismo y tengan la misma fuente89. Voy a dar una muestra de
la diversidad con algunas observaciones y problemáticas que pude observar:
Fiscalía General del Estado. Toma como base los datos de Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los
denuncias penales y reporta la información al INEGI y al Hogares (ENDIREH). Proporciona información sobre los distintos
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública tipos de violencia contra las mujeres (mayores de 15 años) y sus
(SESNSP). componentes. Esto, a nivel nacional y por entidad federativa.
Observaciones: solicité información y no obtuve respuesta. Observación: no logré encontrar datos desagregados por
Si la Fiscalía reporta al Secretariado, ¿por qué en 2019 el municipio.
secretariado reportó, a nivel estatal 58 feminicidios y la Fiscalía 60?
Anuarios Estadísticos Estatales. Elaborados por el INEGI, presenta Sistema de Indicadores de Género (SIG) de Inmujeres. Listado de
la información más reciente disponible, organizada en capítulos y indicadores que toman como base ENDIREH.
da a conocer el panorama más completo de cada entidad federativa.
Observaciones: No todos los anuarios del Estado de Puebla
disponibles desde la página del INEGI están completos, en algunos
hacen falta capítulos. Además, existen datos que no concuerdan con
los emitidos por el Secretariado Ejecutivo, por ejemplo, para el 2015
el anuario (con fecha de publicación 2017) reporta un sólo
feminicidio en el Estado de Puebla, mientras que el Secretariado
reporte 6. Si estas dos instancias se nutren de las denuncias ante el
ministerio público del fueron común ¿por qué no concuerdan los
datos? Además, el anuario del Estado de Puebla clasifica el
feminicidio en culposo y doloso ¿feminicidio culposo?
Los anuarios están descontinuados porque se encontraron errores
en ellos, y eso lo supe únicamente porque marqué a las oficinas del
INEGI, no hay ninguna explicación en su página.
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública Panorama de la violencia contra las mujeres. A cargo del INEGI,
(SESNSP). En el apartado Incidencia delictiva nacional y por muestra resultados a nivel nacional y por entidad federativa. Se
estado, es posible consultar las denuncias registradas en el cuenta con una publicación para cada entidad federativa, una para
ministerio público. la Ciudad de México y una a nivel nacional.
Observación: los datos no se encuentran desagregados por género.
88 La contabilización en registros administrativos se realiza solamente con la información de aquellas mujeres víctimas de violencia que
solicitaron atención en algún servicio (médico, de procuración de justicia, legal, etc.), de este modo no es posible contabilizar a quienes no
acudieron a solicitarla. http://estadistica.inmujeres.gob.mx/formas/convenciones/Nota%20violencia.pdf
89 Un ejemplo de esto son los informes: “Violencia feminicida en México. Características, tendencias y nuevas expresiones en las entidades
federativas, 1985-2010” y “La violencia feminicida en México, aproximaciones y tendencias 1985-2016”. En el primer apartado de este capítulo
ya expliqué el por qué la disimilitud.
93
Estadísticas Judiciales en material penal de los Estados Unidos Boletín Estadístico. “Violencia en las relaciones de pareja.
Mexicanos. Es editada por el INEGI con información Resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las
proporcionada por los juzgados de primera instancia en material Relaciones en los Hogares”. Disponible en versión impresa en
penal, y contiene información sobre personas sentenciadas por Inmujeres y electrónica en el micrositio de estadística Inmujeres.
delitos de los fuero común y federal, características de los delitos,
motivo de la sentencia, y la situación jurídica en la que terminó el
proceso.
Observación: las bases de datos descargables sólo llegan al 2012,
por lo que es imposible saber sobre delitos procesados actuales en
cuando a violencias contra las mujeres.
Consulta interactiva de datos del INEGI. Muestra estadísticas en Publicación de análisis. “Violencia de género en las parejas
varios rubros: seguridad pública y justicia hasta Educación. mexicanas. Análisis de los resultados de la Encuesta Nacional sobre
Observación: Las gráficas muestran panoramas demasiado la Dinámica de las Relaciones en los Hogares”. Disponible en
generales, no ayudan a la especificidad. En cuanto a “Seguridad versión impresa en Inmujeres y electrónica en la página del Centro
Pública y justicia” los datos están desagregados por género pero no de Documentación del Inmujeres.
por municipio. Y los datos presentados ya en gráficas, la mayoría
llegan hasta el 2015. Que sea interactivo no ayuda mucho en cuanto
a la concreción.
Instituto Nacional de las Mujeres— Sistema de indicadores de Base de Datos para el análisis Social (BD Social). Reúne datos de
género. Se pueden consultar varios indicadores sobre violencia las encuestas generadas en el país, financiadas parcial o totalmente,
contra las mujeres a partir de registros administrativos y encuestas con recursos públicos. Contiene también el Observatorio con
especializadas. perspectiva de género (funciona como base maestra que te enlaza a
Observación: existen muchos indicadores generales que no están diversas encuestas según el tema que buscas).
actualizados, por ejemplo, el “promedio de horas de trabajo Observación: hasta este momento la ruta del Observatorio con
doméstico por sexo y grupo de edad” sólo presentan datos del 2003 perspectiva de género no funciona.
y 2004; en cuanto a violencia, los datos no están desagregados por
estado ni municipio.
Censo Nacional de Procuración de Justicia Estatal. Es elaborado Encuesta Nacional sobre Violencia contra las Mujeres. La lleva a
por el INEGI con información de cada una de las entidades cabo la secretaría de Salud, en la que se tiene como población
federativas. Recaba información a partir de registro objetivo a las mujeres usuarias del servicio de salud.
administrativos, de las instituciones públicas de los tres poderes
(Ejecutivo, Legislativo y Judicial) y de los tres ámbitos de gobierno Encuesta Nacional sobre Violencia en el Noviazgo. La lleva a cabo
(Federal, Estatal y Municipal) la Secretaría de Educación Pública y el Instituto Mexicano de la
Observación: Los informes contienen información muy general y al Juventud, en donde se identifica el contexto, magnitud, así como
momento de descargar las bases de datos, una computadora los factores determinantes de los diferentes tipos de violencia que
común, como la mía, no puede leer los datos descargables. se presentan en una relación de noviazgo.
Tabla 2. Fuentes de datos gubernamentales organizados en registros administrativos y encuestas. Fuente: Elaboración
propia a partir de datos de Inmujeres (s.f.)
Y estas son sólo algunas fuentes de datos gubernamentales de las más importantes, por
supuesto aquí están más o menos explicadas y ordenadas90, pero en una primera aproximación
neófita (o no), esto se presenta a través de múltiples bases de datos en diversos formatos, en cientos de
90 Eso fue posible debido a que encontré una especie de ruta crítica publicada en Inmujeres, aunque muchos de los links que presentan
tampoco están disponibles ya. La tabla presentada con las diversas fuentes es de Inmujeres, pero las observaciones hechas son personales. La
liga digital del archivo se encuentra en el pié de página número 88.
94
informes generales o particulares, unidos a ligas digitales muchas veces ya inexistentes, con rutas de
búsqueda muchas veces complicadas, con archivos no actualizados, además de las observaciones
hechas en la tabla. A esto me refiero con fragmentación y segmentación de la información. A través de
todas esas problemáticas o mecanismos de opacidad, la información se nos presenta muchas veces
ininteligible. Es complicado acceder a un panorama más o menos cabal y sin disimilitudes sobre lo
que ocurre con las violencias. Y esto, no necesariamente se explica por falta de experiencia
investigativa (aunque también), porque cualquier ciudadano, independientemente de si realiza una
investigación o no, debería poder acceder a la información de la manera más sencilla posible.
A este tipo de fuentes (y no están mostradas todas en la tabla) hay que agregar aquellas que se
presentan desde el ámbito no gubernamental, por ejemplo: el Consejo Ciudadano de Seguridad y
Justicia del Estado de Puebla, o el Observatorio Ciudadano de Violencia Social y de Género, de la
Universidad Iberoamericana-Puebla. Si combinamos fuentes gubernamentales y no
gubernamentales, aparece lo siguiente en el caso de los feminicidios: el Observatorio Ciudadano de
Violencia Social y de Género presentó para 2019 un conteo de 79 casos de probables feminicidios en el
Estado de Puebla a través de un seguimiento hemerográfico, en contraste con los 60 registrados por la
Fiscalía General del Estado de Puebla y los 58 registrados por el Secretariado Ejecutivo (Ibero Puebla,
2020). Y, por supuesto, tampoco los números checan con el registro de Odesyr para ese año (85), ni con
el registro de Periódico Central (84). Mostrar estas disimilitudes no tiene que ver con la necesidad de
contar con un número totalmente exacto (aunque deberíamos poder contar con eso), sino con la
urgencia de contar con mejores datos y mejor información. Las cuentas salen mal, y el modo de contar
no es cualquier cosa.
95
información. O ambas. Es por eso que la opacidad de la conflictividad social, como mencioné en líneas
anteriores, es un mecanismo estratégico, porque el acceso y la comprensión a la información no es un
tema menor. Que los datos y la información se presente ante nosotros como oscura, sombría, no
nítida, bloquea la capacidad inteligibilidad y por lo tanto, muchas veces de acción. Y este mecanismo
opera justamente, en mayor medida, desde las fuentes de datos gubernamentales y, de manera
secundaria, en la fuentes no gubernamentales.
Las fuentes no gubernamentales91 que hacen uso de las bases de datos institucionales tendrán
los mismas problemáticas para acceder y comprender la información presentadas en el apartado
anterior. ¿Pero qué pasa con los datos que generan desde sus propios análisis? Algunas de estas
fuentes de información presentan fragilidades en su sistematización y conteo, específicamente en el
caso de los feminicidios. Tomaré como ejemplo un periódico digital “Periódico Central” y Odesyr. No
quiero decir que sólo ellos dos presenten fragilidades, pero los utilizo porque fueron las dos fuentes a
las que me remití al comenzar este trabajo y, por ende, en donde encontré esas fragilidades.
91 De ninguna manera estoy afirmando que el trabajo de las organizaciones no gubernamentales no es valioso, de hecho, ante la fuerte
opacidad estatal, la información que nos proporcionan alumbra zonas oscurecidas por el Estado. Lo que asevero es que al realizar esta
investigación y revisar sus fuentes de datos me encontré con ciertas fragilidades en sus registros. Y no se trata de la obsesión por cuantificar
todo de manera milimétrica, en mediciones de este tipo siempre habrá errores.
96
mismo caso de feminicidio. En octubre reportan la “aparición” de un cuerpo sin identificar y le asignan
un número. A finales de octubre reportan que ese cuerpo fue identificado y le asignan un nombre,
pero le asignan otro número en su conteo: el mismo caso de feminicidio ocupa dos veces un lugar en
su registro. Entonces, el número de feminicidios totales no es correcto: no son 84, sino 83 en 2019. No
voy a enumerar los errores encontrados, puesto que el objetivo y mi labor aquí no es señalar si un
periódico o una organización no gubernamental hace correctamente o no su trabajo y en qué rubros,
sino mostrar un punto al final del apartado. Baste decir que las fragilidades en este tipo de conteos a
través de un periódico son dos: no todos los casos de asesinatos de mujeres son reportados por sus
mismas páginas, por lo tanto tienen un conteo menor que el del INEGI, y es por eso que su conteo
siempre será diferente a otros que utilizan bases hemerográficas. Es decir, un solo periódico (y hasta
quizá varios en conjunto) no logra registrar todos los asesinatos de mujeres que ocurren en una región
determinada; la segunda, que implica el cuidado en su sistematización de datos, porque contiene
errores como el que mencioné.
Cualquier análisis que tome como fuente de datos un registro hemerográfico tendrá
dificultades. Al analizar las notas informativas desde diferentes y diversos periódicos, la información
que encontraremos será disímil, aunque los periodistas hayan estado en el mismo lugar reportando lo
mismo. Y no se trata de percepción periodística, sino de los datos duros o datos concretos, como los
nombres de las mujeres, sus edades, el lugar de ubicación del cuerpo, la fecha de “aparición” del
cuerpo, el municipio, etc. Muchos de este tipo de datos son diferentes de una nota periodística a otra.
Así que al momento de registrar, el investigador tiene que decidir ciertas cosas, por ejemplo
seleccionar edades que son inexactas porque se presentan en rangos o porque son diferentes, esto, al
momento de analizar de manera estadística. También, cuando se registra la información, es necesario
triangular los datos de un periódico a otro para complementar los datos que a una nota periodística le
haga falta, pero asumiendo que quizá haya errores de origen. Y muchos etcéteras. Hacer un registro
hemerográfico presenta varias dificultades debido a la información misma que presentan los
periódicos. Odesyr hace un registro hemerográfico.
97
periodísticas posteriores a la “aparición” del cuerpo de una mujer. Al momento de hacer una revisión,
caso por caso, no logré hacer coincidir su registro hemerográfico con el que yo elaboré, es decir, tenían
casos como “no identificados” que no logré encontrar en las notas periodísticas. Y no me fue posible
consultar cuáles eran estos casos específicos, porque su registro no proporciona la liga de internet
para consultar la nota periodística desde donde Odesyr tomó esta información. Otro ejemplo: en su
registro aparecen para el municipio de Puebla, en 2017, 18 feminicidios, pero en láminas recientes en
su página de internet, para el mismo periodo municipal, registran 19. No hay explicación en la lámina
sobre este cambio. Existen otras observaciones, pero no las mostraré todas, porque el quid del asunto
es evidenciar que la información que tenemos al alcance para conocer la situación sobre feminicidios,
presenta puntos frágiles.
Más allá de los errores de cada organización o periódico, y que cualquiera puede tener al
momento de registrar y analizar una gran cantidad de información, estas fragilidades de las fuentes
de información no gubernamentales se presentan, porque, me parece que reproducen la
sistematización, análisis y presentación de resultados, de la misma manera en que operan las
instituciones gubernamentales: datos fragmentados, inconexos, disímiles, donde es complicado
rastrear las fuentes de donde obtuvieron la información, modificaciones sin explicación, etc.
Problemáticas de origen que tenemos todos los que trabajamos con datos y que tiene que ver con
lógicas patriarcales de organización, análisis y presentación de la información. Es muy difícil romper
con la reproducción de la fragmentación de la información. Y, teniendo “a la mano” esta ingente
cantidad de información inconexa y disímil es muy fácil instalarse en una especie de laberinto. Más
allá de una organización no gubernamental específica o de un periódico determinado, esto ocurre
porque los procedimientos que utilizamos se insertan en una matriz de inteligibilidad patriarcal. No
se trata de un caso aislado o de un agente en específico, sino de que mucha de la información que
tenemos “al alcance” se nos presenta a través de mecanismos que obturan la comprensión y, por lo
tanto, es complicado generar explicaciones de otro tipo sobre lo que acontece. ¿Cómo rompemos con
esto? Para comenzar a fracturar esta matriz de inteligibilidad patriarcal son fundamentales dos cosas:
por un lado, identificar de qué manera replicamos lógicas patriarcales, tanto en la reproducción de sus
narrativas como en la inducción de la fragmentación y la segmentación; y, por otro lado, en apuntar
que necesitamos nuevas formas de recopilar, analizar, generar y presentar datos e información.
98
CAPÍ TU LO 3
CARTOGRAFÍA POBLANA DEL ÚLTIMO LUSTRO
*
Puebla: cacicazgo, patriarcado y capitalismo
No hay presos políticos […] lo que hay es una aplicación de la ley […] Si una persona bloquea una carretera
está cometiendo un delito. Independientemente de la razón por la cual haya tomado esa decisión, en el
momento que comete un delito se tiene que aplicar la ley. Si una persona lastima o daña maquinaria de
una empresa que está haciendo el gaseoducto, el cual es un proyecto federal, se está cometiendo un
delito. Yo creo que lo que no podemos permitir es la anarquía. Me duele ver de pronto imágenes de otras
entidades federativas donde pareciera que no hay autoridad. Incluso, llegan a desmantelar estaciones de
seguridad, es algo que no podemos permitir.
Rafael Moreno Valle, «Entrevista radiofónica con Enrique Montero Ponce»,
19 de enero de 2015.93
Puebla, ciudad de progreso. Esa frase atravesó todo el Estado poblano. No era raro leerla en
espectaculares que publicitaban el trabajo del gobernador Rafael Moreno Valle; escucharla por la radio
o verla en los periódicos para dar soporte a los cambios legales y estructurales que se llevaron a cabo
durante su gestión; incluso aparecía pintada en los tablones que cubrían alguna construcción de sus
megaproyectos o reparación y rescate de algún edificio del centro histórico. Funcionaba como una
máxima en el ejercicio y aspiración gubernamental. Mantra publicitario que intentaba mostrar a
Puebla avanzando hacia el mejor futuro posible. Aquello que se enunciaba desde el discurso oficial
estaba enmarcado en la grandilocuencia de un gobernador que quería “devolver a Puebla el lugar que
92Esta cita se encuentra en el libro de Andrew Paxman, “Los gobernadores. Caciques del pasado y del presente”.
93 Fuente: “Rafael Moreno Valle Rosas (2011-2017). La persistencia del autoritarismo subnacional”, de Juan Luis Hernández Avendaño.
99
le corresponde”94, que parecía estar obsesionado con su imagen pública95, que afirmaba que durante
su gestión no había presos políticos y al que le dolía la falta de autoridad en otros estados.
El epígrafe que abre este capítulo esboza muy bien cuáles fueron las preocupaciones del
gobernador panista: hacer cumplir la ley. Y no cualquier tipo de ley, sino aquellas que protegen la
propiedad privada. No le importaban los motivos, cualquiera que quebrantara su ley, era un
delincuente, por eso no concebía como tal la existencia presos políticos (al menos no de manera
abierta). Y lo sorprendente es que, cuando se refirió a los gaseoductos, no hizo referencia a las tomas
clandestinas y a la aplicación de la ley (para ese momento el número de tomas clandestinas ya había
aumentado), sino a aquellas personas que lastimaban o dañaban la maquinaria de alguna empresa.
Aquello que él llamaba “anarquía”, muchas veces fueron protestas legítimas, pero claro, a la manera de
Ávila Camacho, aquí no había más voz que la suya. Ese mismo año en que hizo esta declaración, los
casos de homicidios de mujeres en la ciudad de Puebla se exacerbarían; a nivel estatal, desde 2013, ya
había cifras alarmantes sobre esto. Pero lo importante, es que Puebla se convirtiera en una ciudad de
progreso, con todo lo que eso implicaba.
Cada obra inaugurada, se decía, no sólo mejoraría las condiciones materiales de los
ciudadanos, sino que mejoraría la imagen de la ciudad o del estado. En 2016, Enrique de la Madrid
Cordero, secretario de turismo federal, y Rafael Moreno Valle inauguraron el teleférico de Puebla. El
proyecto se convertiría en un atractivo turístico más de la ciudad; en él se habían invertido 359
millones 249 mil pesos. Además, el proyecto había generado 3,250 empleos, aumentaría la derrama
económica y la población se vería beneficiada debido a que a través del turismo se generarían más
empleos a corto plazo y bien pagados. El gobernador también agradeció la participación de los
vecinos, ya que el proyecto incluyó el mejoramiento de la imagen urbana en 37 manzanas y parques, en
el que se utilizó 103 millones 887 mil pesos, y en donde las azoteas de 873 casas formaban el mural
urbano más grande del mundo (El Universal, 2016).
Pero el ex profeso mural urbano sólo maquilló la zona. Los techos y tinacos de las casas fueron
pintados con una base blanca y formas triangulares en azul. A los habitantes, se les sugirió que
94 Esta frase la menciona varias veces dentro de su Plan Estatal de Desarrollo 2011-2017. Se puede consultar en el siguiente link: http://
www.transparenciafiscal.puebla.gob.mx/index.php?option=com_docman&task=cat_view&gid=463
95 En marzo de 2011, Rodolfo Ruiz Rodríguez, director del periódico digital E-consulta, recibió una llamada de la oficina de Comunicación
Social del gobierno. Un funcionario le pidió que cambiara una fotografía del gobernador que aparecía en la portada de ese medio. Ruíz
preguntó cuál era el problema con la imagen y la respuesta fue: “Aquí entre nos, al gobernador no le gusta cómo se ve en la foto”. Exigencias
de este tipo se volvieron rutinarias, y cuando el periodista se negó a cumplir la orden aduciendo que sólo se trataba de una fotografía
informativa, comenzó un boicot publicitario contra E-consulta. Disponible en: https://www.proceso.com.mx/285243/moreno-valle-el-
frivolo-verdugo-de-la-prensa-2
100
tendieran la ropa por las noches o donde no se viera, o bien, que el tendido fuera en un horario que no
se observara desde el teleférico (Castillo, 2015). Semanas antes de la inauguración, algunos vecinos
denunciaron que se les restringió el uso de los techos de sus viviendas, para no “afear” el panorama;
otros demandaban la falta de servicios públicos, seguridad y el mantenimiento de sus vialidades
(Llaven 2016). Los techos no recibieron mantenimiento desde su creación y la impermeabilización no
sirvió: desde la primera temporada de lluvias el agua se comenzó a filtrar (Velázquez, 2019). Este
escenario en donde las obras son también maquillaje de imagen pública y propaganda, terminó por
desinflarse cuando el flamante teleférico se convirtió, en extensión (recorre un tramo no mayor a 600
metros lineales), en el más corto de México, y también, en el más caro: tenía un sobrecosto de 300
millones de pesos (Llaven, 2016). Y, con la misma operación que se repetiría en otras obras públicas, el
proyecto fue adjudicado directamente al contratista, en este caso, a la empresa CEMS Constructora S.
A. De C. V. (E-consulta, 2019).
La ciudad de Puebla es profundamente jerárquica. Los cotos de poder en Puebla son cerrados,
clasistas, racistas y machistas. Las élites son heterogéneas, forman grupos afines, bandos políticos,
conjuntos empresariales. No es raro que muchas élites empresariales y políticas estén homologadas,
96 De 2015 a 2019, Puebla ha tenido cinco gobernadores y un Encargado de despacho del gobierno: 2011 a 2017, Rafael Moreno Valle; 2017 a
2018: Antonio Gali Fayad; 14 a 24 de diciembre de 2018: Martha Erika Alonso; diciembre de 2018 a enero de 2019: el encargado de despacho,
Jesús Rodríguez Almeida; de enero a julio de 2019: el gobernador interino, Guillermo Pacheco Pulido; y a partir de agosto de 2019, Miguel
Barbosa Huerta. En este apartado hablaré principalmente del periodo de gobierno panista, durante la gestión de Moreno Valle y Antonio
Gali. En cuanto a la gestión del actual gobernador, lo abordo de manera breve al final de la tesis. Es importante señalar que a lo largo de este
capítulo, en algunos momentos ampliaré el límite temporal de mi tesis (2015-2019) con el fin de proporcionar información más completa.
101
ya sea a través del parentesco, el amigazgo o negocios afines. Son como grandes familias y,
precisamente, así se organizan y conducen tanto el ámbito privado como en el público: como familias
heteropatriarcales97. Pero en su generalidad, las élites patriarcales poblanas, conciben a la alteridad
como inferior, anulable, susceptible de ser mandada. Y dentro de la alteridad, están las mujeres, los
pobres, los homosexuales, los indígenas, etc; Cualquier otro cuerpo que no sea como ellos o que no
enarbole los valores que representan. Por su carácter jerárquico patriarcal, las mujeres son objetos
subordinados.
Rita Segato (2018), nos proporciona una figura para comprender esto: la del criollo. Que es
sinónimos de racista, misógino, homofóbico, transfóbico y especista. En donde nuestros Estados
toman precisamente esta forma: Estados criollos, que fueron concebidos por élites criollas para recibir
la herencia colonial, para su apropiabilidad, para administrar los bienes que pasaron de mano en
mano de la administración ultramarina a manos de la administración local. Lo que está en el núcleo es
el patriarcado colonial moderno, un patriarcado de alta intensidad y letalidad. Y como lo que se
configura son relaciones sociales patriarcales, el criollo apunta a la nuclearización de la familia. “En su
papel blanqueado de patriarca, el criollo irá a castigar todo aquello que percibe en desacato con su ley
patriarcal, por eso, debemos entender los crímenes misóginos, homofóbicos y transfóbicos como el
mismo tiempo de violencia, que es la violencia del patriarca hacia todo lo que lo desacata. Contra todo
aquello que ese sujeto maldito sacrifica para entronizarse” (pág. 42).
Entre los cronistas poblanos de hoy, se dice sotto voce que el gobernador que más se ha parecido
a Maximino es Rafael Moreno Valle Rosas (2011-2017). Como los tiempos han cambiado, el
arma preferida de Moreno Valle no es la pistola, sino el celular (a veces de modo literal,
cuentan).[…] El caciquismo al estilo maximalista en verdad aún vive en Puebla. Desde el uso
selectivo de la violencia represora y la cooptación de la prensa poblana hasta el control tras
bambalinas del congreso local, hay mucha evidencia del autoritarismo de este lobo priísta con
piel de oveja del PAN. Pero ha aportado sus propios toques caciquiles como son su afán por el
monumentalismo, visto en el enorme Museo Internacional del Barroco, el masivamente
renovado estadio del Club Puebla y las carreteras elevadas que entrelazan el sur de la ciudad
97 Pero no nos confundamos, estas características no son propias y distintivas únicamente de la élite patriarcal poblana, si acaso es que estos
grupos pueden ejercer dominación de manera más intensa, prolongada y extendida en un territorio.
102
capital. Y al igual que Maximino en una época, Moreno Valle ha soñado con canjear su capital
gubernamental acumulado por la llave de Los Pinos (pág. 21).
103
Estas alianzas entre cacicazgo y explotación no son algo novedoso, recordemos a Maximino
Ávila Camacho y William Jenkins98. Pero ahora, además, vemos fuertes alianzas y disputas nuevas
relacionadas al capital ilegal y a diversos grupos criminales, ya sea en pugna o en contubernio, tanto
con el Estado como con empresarios. En el contexto actual poblano, que en los últimos años hemos
visto aumentar la pobreza, la precariedad, la desigualdad y los empleos de miseria, en donde contar
con las condiciones materiales necesarias para vivir se ha convertido en una problemática de muchos,
observamos la intensificación dos escenas fundamentales que elabora Verónica Gago (2019) como
características de la guerra contra las mujeres que estamos atravesando: “1. La implosión de la violencia
en los hogares como efecto de la crisis de la figura del varón proveedor y su desjerarquización
derivada, con relación a su rol en el mundo laboral. 2. La organización de nuevas violencias como
principio de autoridad en los barrios populares a partir de la proliferación de economías ilegales que
reponen, bajo otras lógicas, formas de provisión de recursos99” (pág. 71). Entonces, no sólo se trata de
las jerarquías y dominación ya instauradas y longevas en Puebla, sino de su cruce y exacerbación con
la “modernización” llevada a cabo por Moreno Valle y la expansión capitalista; con la militarización del
país; con la crisis de la figura del varón proveedor; con formas más violentas de masculinidad, control,
autoridad y dominio por parte de grupos criminales; y con un ambiente de hostilidad hacia las
mujeres dentro del cual se despliegan múltiples violencias desde variadas relaciones próximas, en
donde el territorio de dominio, control y blanco de violencias, es precisamente, los cuerpos de las
mujeres. Es, en resumen, una repatriarcalización muy intensa del territorio poblano.
El gobierno de Moreno Valle también se entrelaza con un impulso de cambios a nivel nacional
y con intereses internacionales. Así, no se trata únicamente de los intereses personales de
enriquecimiento de un gobernador o de su narcisismo o el delirante sueño del control total, sino
también, de la dinámica que se desplegó a nivel nacional en cuanto al gobierno en general, que
posibilitó, permitió o alentó esos tipos de gobierno. Es decir, la manera de gobernar del
Morenovallismo y sus consecuencias, más allá de sus particularidades y características situadas, se
entrelaza con una serie de gobiernos estatales de análogos desfalcos al erario y de aumento de
98 William Jenkins fue un estadounidense que se enriqueció en Puebla a principios del siglo XX , monopolizó la producción azucarera y
textiles, promovió la represión de sindicatos, obreros y campesinos; por supuesto, respaldó con miles de dólares a los hermanos Maximino
Manuel y Rafael Ávila Camacho, miembros del Partido de la Revolución Mexicana (PMR). Y durante las dos gubernaturas de Puebla, de los
hermanos Ávila Camacho, Jenkins llegó a la cumbre de su fortuna. Es posible consultar más sobre esto en el libro de Andrew Paxman, “En
busca del Señor Jenkins. Dinero, poder y gringofobia en México”, o en el artículo “La olvidada historia de William Jenkins, el “gringo” más
odiado por los mexicanos”, disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-38312594
99 En estas escenas, se enmarca “una lectura de la violencia del neoliberalismo, como momento actual de acumulación de capital, que da
cuenta de las medidas de ajuste estructural pero también del modo en que la explotación se enraíza en la producción de subjetividades
compelidas a la precariedad y al mismo tiempo batallando por prosperar en condiciones estructurales de despojo” (Gago, 2019). En este
apartado sólo exploro dos escenas de las cuatro que propone Verónica Gago, aunque no eso no significa que las otras dos escenas no ocurran
también. Las cuatro escenas las enuncio en el capítulo 1.
104
violencia y represión, por ejemplo: el de Eruviel Ávila en el Estado de México (2011-2017), el de Javier
Duarte en Veracruz (2010-2016), el de César Duarte en el Estado de Chihuahua (2010-2016) o Roberto
Borge en el Estado de Quintana Roo (2011-2016). También, el gobierno morenovallista (Rafael Moreno
Valle y Antonio Gali Fayad) se suma al impulso de cambios federales que se fueron configurando antes
y durante su paso por el poder estatal, en las líneas siguientes mencionaré dos. El primero de ellos se
relaciona con la política de seguridad nacional impulsada por el expresidente Felipe Calderón: “la
guerra contra el narcotráfico”, específicamente con la Iniciativa Mérida; el segundo se refiere a las
Reformas Estructurales impulsadas por el expresidente Enrique Peña Nieto: “el pacto por México”. Así,
las reformas legales, disposiciones administrativas, los cambios en políticas de seguridad o en materia
penal, así como la configuración de redes de grupos criminales enlazados con o durante el gobierno
panista se insertan en cambios de largo aliento a nivel nacional: se trata de diversas
reestructuraciones de orden neoliberal.
Desde el inicio de su gestión, Rafael Moreno Valle se adhirió a la lógica de seguridad y control
de la Iniciativa Mérida. En su Plan Estatal de Desarrollo (2011-2017) mencionaba como uno de los
objetivos la creación de la Academia Nacional de Formación Policial Puebla-Iniciativa Mérida “General
100 Para revisar en profundidad la Iniciativa Mérida, se puede consultar el informe de la Cámara de Diputados disponible en el siguiente
enlace: http://www.diputados.gob.mx/sedia/sia/spe/SPE-CI-A-02-08.pdf
105
Ignacio Zaragoza”, en la que se apuntaba a la profesionalización y capacitación de los cuerpos de
seguridad y procuración de justicia no sólo del estado, también a nivel nacional, para recibir
adiestramiento con instructores nacionales y extranjeros. Esta Academia permitiría mejorar el
Sistema Estatal de Inteligencia, para producir información dirigida a la instrumentación de
escenarios y evaluación de acciones policiacas anticipadas, a través del desarrollo de una plataforma
tecnológica que se basaba en la información delictiva. En este sentido, se utilizarían estudios sobre las
causas estructurales del delito, su distribución geodelictiva, estadísticas de conductas ilícitas no
denunciadas, tendencias históricas y el perfeccionamiento de la policía criminal y de seguridad
pública (Gobierno de Puebla, 2017).
En efecto, a través de un Decreto del Ejecutivo del Estado, en mayo de 2011, Rafael Moreno
Valle y el entonces presidente Felipe Calderón inauguraron la Academia Nacional de Formación y
Desarrollo Policial Puebla-Iniciativa Mérida, en Amozoc, Puebla. Para su construcción, el gobierno de
Estados Unidos, a través de la Iniciativa Mérida, aportó 5 millones de dólares, de un total de 33
millones de pesos de inversión. Calderón afirmó: “Hoy no es una potencia extranjera la que pretende dañar
nuestra patria, sino una fuerza organizada transnacional. Y hoy, como ayer y siempre, los mexicanos estamos
haciéndole frente, con valor, con determinación, con coraje, a esos criminales que pretenden ensombrecer nuestro
presente y cancelar nuestro futuro” (Cruz, 2012). Discurso por demás oligofrénico, para ese entonces ya se
sabía de los desastrosos resultados de su política de seguridad y en el país ya se contabilizaban miles
de muertos y personas desaparecidas. Ya en el 2013, durante el gobierno federal a cargo de Enrique
Peña Nieto, dentro de la Academia policial, Rafael Moreno Valle, en compañía del embajador de
Estados Unidos en México, Anthony Wayne, inauguró el Pueblo Táctico que simula una porción de una
ciudad en donde se pueden practicar diversos ejercicios tácticos en diferentes escenarios. La inversión
fue casi de 2 millones de dólares, la mitad de ellos aportados por el gobierno de Estados Unidos a
través de la Iniciativa Mérida. Para entonces ya se habían entregado a México 1.2 billones de dólares en
equipo e instalaciones para combatir lo que se denominó como crimen transnacional (Otero, 2013).
106
se aplicaban reformas101 que alientan la privatización y la inversión extranjera directa. En este sentido,
el abogado Víctor Rangel (2016), muestra que la Constitución se reformó para otorgar legalidad a la
violación estatal de derechos humanos y proteger la estabilidad del capital privado. El “derecho penal
neoliberal posmoderno”, como lo denomina, se convierte en un aparato represivo con base en el
aumento de la legislación penal, de penas, de nuevos delitos y restricciones de los derechos de
seguridad jurídica o debido proceso penal. “La radicalización del sistema productivo está produciendo
a su vez la radicalización del sistema político-jurídico penal y de represión incluso de hecho, pero
ahora ya no es oculto, sino abierto, agresivo” (Sánchez Sandoval, 2005 citado en Rangel Cortés, 2016,
pág. 79).
Pocos días después de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto como presidente de la
república (2012), se dio a conocer que las principales fuerzas políticas (PRI, PAN, PRD)102 habían
logrado un Pacto por México. Se trató de un paquete de cinco acuerdos que destrabarían asuntos
pendientes en la agenda nacional (la aprobación de reformas estructurales que no habían sido puestas
en marcha por falta de acuerdo político)103. En realidad, se trató de un pacto cupular y de partidos
políticos en donde la agenda primordial fueron las reformas estructurales neoliberales. El pacto se
componía de cinco acuerdos y un adéndum: Sociedad de derechos y libertades; crecimiento
económico, empleo y competitividad; seguridad y justicia; transparencia, rendición de cuentas y
combate a la corrupción; gobernabilidad democrática (Rocha-Quintero, 2013).
A partir de estos ejes se aprobaron 11 reformas dentro de los primeros veinte meses de la
Administración de Peña Nieto y durante el periodo de transición: reforma laboral, reforma en
competencia económica, reforma en telecomunicaciones, reforma financiera, reforma hacendaria,
reforma político-electoral, reforma educativa, reforma en seguridad social, reforma energética,
reforma en transparencia y reforma en el Código Nacional de Procedimientos Penales. Por su puesto,
fueron aplaudidas tanto por Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial
101 Para consultar de manera profunda las reformas precisas hechas al sistema jurídico penal mexicano, así como su análisis desde el
ámbito del derecho, se puede revisar el siguiente enlace: https://revistas.juridicas.unam.mx/index.php/reforma-judicial/article/view/
10451/12595
102 Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional (PAN), Partido de la Revolución Democrática (PRD).
103 En el marco de un capitalismo financiero global, tanto los gobiernos de Vicente Fox Quesada (2000-2006), como de Felipe Calderón
(2006-2012) intentaron, a lo largo de sus sexenios aprobar tres grandes reformas de corte neoliberal. 1) La energética: la posibilidad de la
inversión privada en la producción y distribución de energía eléctrica; convertir en negocio privado otros tipos de producción de energía (por
ejemplo, la eólica); la posibilidad de que empresas privadas realicen exploración y extracción de petróleo. 2) La Fiscal: buscar un modelo de
recaudación de impuestos basado en el consumo que implicaría el aumento del Impuesto al Valor Agregado (IVA), de 16% a 19%, y la
posibilidad de gravar alimentos y medicinas. Acciones propuestas y recomendadas desde la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (OCDE). 3) La Laboral: que se aprobó en el periodo de transición entre Felipe Calderón y Peña Nieto, que permite formas de
contratación más flexibles, legalizó la subcontratación, acotó los juicios laborales y recortó el pago de salarios caídos. https://rei.iteso.mx/
bitstream/handle/11117/820/El%20pacto%20por%20México%20bajo%20la%20lupa.pdf?sequence=2
107
(CCE): “Las reformas que se pactaron al inicio del sexenio generan condiciones de progreso y desarrollo de largo
plazo”; como por Gustavo de Hoyos, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana
(Coparmex): “Este es el principal activo que ha logrado construir esta administración desde que comenzó”; así
como por José Manuel López Campos, presidente de la Confederación de Cámaras Nacionales de
Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco-Servytur): “Esta administración pasará a la historia por las
reformas que realizó a la Constitución de 1917, las cuales constituyen un patrimonio que permitirá al país detonar
su crecimiento económico en los siguientes años” (Ponce, 2018). En 2013, el mismo día que se publicó la
reforma financiera, Fitch Ratings elevó la calificación crediticia de México a BBB+. En 2014, el índice
crediticio de México volvió a cambiar, esta vez a AAA, a raíz de las reformas energética y fiscal (Paley,
2018). Las cúpulas empresariales estaban satisfechas.
104 Mover a México fue el slogan del gobierno federal durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.
105 Algunas de las características neoliberales de lo que Jaime Cárdenas llama “el nuevo Estado” son las siguientes: poderes fácticos
nacionales y trasnacionales sin límites y controles jurídicos suficientes; supremacía de los tratados internacionales principalmente
relacionados con el comercio, las inversiones y la propiedad privada por encima de las Constituciones nacionales; mecanismos débiles de
derecho procesal constitucional para no proteger con suficiencia los derechos fundamentales de carácter social, ni los derechos colectivos;
instrumentos anticorrupción compatibles con los intereses de las grandes corporaciones trasnacionales; entrega del patrimonio de las
naciones —sus recursos naturales— y de su explotación a los intereses foráneos; derechos fundamentales sin garantías plenas de
realización, principalmente respecto a los derechos económicos, sociales y culturales.Para un análisis y crítica en profundidad sobre la teoría
neoliberal del Estado, así como de cada una de las Reformas Estructurales, es posible revisar el libro “El modelo jurídico del neoliberalismo”,
de Jaime Cárdenas Gracia en el siguiente enlace: https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv/detalle-libro/4334-el-modelo-juridico-del-
neoliberalismo
108
La combinación de la reestructuración económica acompañada de la militarización y el
reforzamiento de la punitividad y represión del sistema jurídico penal, ampliaron los marcos de
acción para la acumulación de capital. Este fue el nuevo mapa que se configuró a nivel nacional, y del
que participó el ex gobernador Rafael Moreno Valle: un caldo de cultivo para el aumento y
recrudecimiento de las violencias. Por ejemplo, el periodista Ignacio Alvarado, asegura que el Plan
Mérida fue el instrumento perfecto para la manipulación social y política del país. En donde el sistema
de terror tenía un propósito de destierro, un objetivo para despoblar territorios inmensos, ricos en
hidrocarburos, minerales y agua. Así, existe un antes y un después de las reformas estructurales, como
la energética, que hoy permite la participación de capitales privados y extranjeros en la explotación de
los recursos naturales (Castelnovo, 2016). Federico Mastrogiovanni (2016 citado en Zavala, 2018)
explica también que “ambos procesos —la apertura paulatina del sector energético a los capitales
privados y la agudización de la violencia y el terror— se han desarrollado de forma paralela”.
Finalmente, Paley (2018) asegura que aún sin la guerra antidrogas, el país de todos modos habría
implementado las reformas neoliberales, pero el miedo, la distracción y el terror creados por la guerra,
así como el financiamiento especial dado en su nombre, ayudaron a agilizar el proceso.
Estos dos grandes ejes que atravesaron el país: el Plan Mérida y las Reformas Estructurales,
son elementos importantes que conforman el contexto dentro del cual Rafael Moreno Valle llevó a cabo
su gestión estatal y dentro de la lógica en la que se insertó su particular forma de gobierno.
Específicamente, le brindarían la posibilidad de la serie de cambios legales que gestionó a nivel
estatal, y de los cuales se verían ampliamente beneficiados, tanto él como ciertas cúpulas
empresariales; le posibilitarían también, contar con recursos legales (aunque no solamente) para
reprimir y acallar la disidencia social o a sus opositores, poniendo sobre la mesa su autoritarismo y
manejo caciquil del gobierno. Y no sólo se insertó en este contexto, la bancada panista de Puebla
brindó un servicio político a los intereses y objetivos del gobierno priísta federal. Por ejemplo, “la
alianza tejida entre Rafael Moreno Valle y Enrique Peña Nieto no sólo se observó en los negocios de la
obra pública, sino en el apoyo tácito de los diputados panistas federales de Puebla al presupuesto de
egresos de 2017 que presentó EPN y al que se opusieron todos los panistas, menos los panistas
poblanos que votaron con el PRI dicha iniciativa” (Hernández, 2017, p. 10).
106 Cuando utilizo el término morenovallismo estoy haciendo referencia al periodo de gestión gubernamental de Rafael Moreno Valle y
Antonio Gali Fayad.
109
gobernadores de la república cuentan con más dinero y autonomía que nunca. “Los gobernadores se
han convertido en una especie de virreyes que han sustituido al gran monarca que caracterizaba al
presidencialismo priísta” (Proceso, 2004). Desde los años noventa ocurrieron cambios concretos en el
ámbito político que propiciaron esta autonomía. Estos cambios bien pueden verse como avances
democráticos, por significar un contrapeso a lo que por mucho tiempo fue un Estado demasiado
centralista. Sin embargo, entre sus resultados ha sobresalido, precisamente, el refuerzo de una
conducta insólitamente caciquil y corrupta (Paxman, 2018).
Así, los intentos por democratizar y descentralizar al país se reflejaron en la disminución del
control presidencial sobre los gobernadores. “Durante el régimen priísta, si los gobernadores
abusaban de su poder, el presidente tenía los instrumentos —“garrotes y zanahorias”— para
disciplinarlos107. [Lo que en un principio se consideró como] la llegada de la democracia al país108, sin
embargo, puso fin a esta situación. Ahora los gobernadores podían hacer lo que se les
antojara” (Zuckerman, 2011). Puesto así, la “rendición de cuentas” no provenía exactamente de una
107 “Así ocurrió con el primer Moreno Valle, quien no terminó el sexenio por represión social y política, y así ocurrió con 17 gobernadores que
durante el salinismo fueron removidos por distintos motivos, pero todos ellos relacionados con el margen de maniobra del gobierno
federal” (Hernández, 2017, p.9).
108 Con el triunfo de Vicente Fox Quesada, en el año 2000.
110
investigación autónoma e institucional, sino del control que ejercía el presidente de la república sobre
los gobernadores. Sin este control político y administrativo, los gobernadores tuvieron carta libre para
hacer y deshacer en sus Estados109. Así, los gobernadores alcanzaron tal grado de autonomía política
que “no le debían lealtad ni asumían cierta responsabilidad política ante el presidente en turno (fuese
Fox o Calderón)” (Hernandez, 2017, p.9).
Por último, es importante mencionar que el aumento del dinero proveniente del narcotráfico
ha sido un factor importante del crecimiento de la corrupción en los Estados (Paxman, 2018). Esto no
siempre fue así. Entre 1975 y 1985, “el sistema político sometió de forma absoluta al crimen
organizado, limitando sus lugares de operación a ciudades específicas, determinando su rutas de
tráfico y marginándolo del poder político, civil y militar” (Zavala, 2018). A mediados de la década de los
ochenta, el narcotráfico comenzó una etapa de enriquecimiento (por su participación en el
multimillonario tráfico de cocaína) y fortalecimiento. Esto le permitió cambiar las reglas del juego en
su relación con el Estado. Si antes existió un arreglo tácito en donde el Estado permitía y regulaba el
negocio a cambio de una parte de las ganancias y ponía algunos límites a la actividad criminal, tanto
en términos de violencia como de no realizar otro tipo de delitos; a partir de la década de los noventa,
particularmente, a principios del presente siglo, el acuerdo se modificó drásticamente (Valdés
Castellanos, 2013). La descentralización del Estado que aumentó el margen de maniobra a nivel estatal
y municipal, tuvo consecuencias para la reorganización de la relación Estado-narcotráfico en el
ámbito local (Astorga, 2015 citado en Fuentes Díaz, 2018).
Hasta aquí he nombrado algunos factores contextuales para comprender el terreno sobre el
que se encontró el gobierno morenovallista. Por supuesto no son los únicos y la realidad es más
compleja que eso. Sin embargo, este pequeño mapeo nos muestra el piso sobre el que ocurrieron una
serie de cambios a nivel estatal y municipal. Este impulso nacional neoliberal y securitista se
amalgamó muy bien con el gobierno de Moreno Valle; con la historia política regional: autoritaria,
oligarca y caciquil; con los procesos de despojo, privatización, precarización y represión
morenovallista; así como redes de poder patriarcal ya instauradas y nuevas, como los grupos
criminales. Es decir, con la llegada del morenovallismo a la gubernatura de Puebla se dispuso una serie
de cambios que aplanarían el camino para la expansión de marcos de control patriarcal, colonial y
capitalista. Por eso, desde el momento en que tomó posesión se elaboraron una serie de maniobras
estratégicas, por ejemplo: el control policial a través de la “ley bala”; el control político y territorial a
través del espionaje o la ley orgánica municipal; despojos legalizados a través de la ley de expropiación
109 Salvo que exista una presión mediática y popular tan intensa, que obligue a un gobernador a renunciar. Como ocurrió con el gobernador
de Guerrero, Ángel Aguirre, en 2014, debido a la denuncia de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa.
111
exprés. Elementos de la construcción de una plataforma que estaría entretejida con el endeudamiento
masivo del Estado, con la explotación y expoliación de la población trabajadora, el aumento de la
precariedad y la desigualdad social, el encarecimiento de servicios públicos con la privatización del
agua.
Toda esta reconfiguración territorial, que fue una arremetida contra la población en general,
tiene como centro las violencias contra las mujeres. Es decir, todos estos cambios están relacionados
con el aumento de las violencias contra las mujeres, no como un agregado a manera de violencia de
género, sino su blanco preferencial en el ejercicio del control. Lo que estamos viendo es la
repatriarcalización del territorio desde diversos flancos dentro de una renovada guerra contra las
mujeres. Esta repatriarcalización, como había mencionado en capítulos anteriores, no opera a manera
de bloque, tiene sutilezas, variaciones, modalidades. Una de esas modalidades fue la analizada en el
capítulo anterior: la repatriarcalización del sentido. Ahora bien, también vimos que Verónica Gago
(2019) propone escenas predilectas dentro de esta vehemencia patriarcal anudada con el capitalismo.
Para comenzar a explorar y delinear otras formas de comprensión sobre las violencias contra las
mujeres, retomo de ella dos escenas para situarlas en el contexto poblano: “la implosión de la violencia
en los hogares como efecto de crisis de la figura del varón proveedor y su desjerarquización derivada,
con relación a su rol en el mundo laboral; y la organización de nuevas violencias como principio de
autoridad en los barrios populares a partir de la proliferación de economías ilegales que reponen, bajo
otras lógicas, formas de provisión de recursos (Gago, 2019, pág. 71). Y agrego una más: la coordenada
de las violencias sexuales contra las mujeres.
112
como una forma de actualizar la apropiación de los cuerpos de las mujeres, por parte de los varones,
como territorios comunes ante la precarización y la crisis de dominio patriarcal, en donde se pone en
marcha el despliegue de la sexualidad masculina hegemónica violenta; 2. La violencia familiar y los
feminicidios como efecto de la crisis del patriarcado del salario en un contexto en donde surgen
nuevas economías ilegales que reponen, bajo otras lógicas, formas de provisión de recursos, en donde
se organizan nuevas violencias como principio de autoridad. Desde aquí, aclaro que no se tratan de
explicaciones acabadas y suficientes en sí mismas, sino de una lectura exploratoria feminista que nos
arroje líneas para profundizar y comprender las violencias contra las mujeres en la ciudad.
113
**
Coordenadas de violencias sexuales para pensar cómo desestructurar las relaciones de
mando-obediencia
Protestar y denunciar las violencias contra las mujeres significa protestar contra un orden
social que se produce y reproduce en relaciones de dominación patriarcales; significa, también, tratar
de comprender cómo operan esas violencias contra las mujeres para desmantelarlas. En el Estado y la
ciudad de Puebla, las violencias contra las mujeres se intensificaron durante los años 2015 a 2019. Por
ejemplo, los asesinatos de mujeres no comenzaron a aumentar de manera abrupta a partir de la
puesta en marcha de la guerra contra las drogas, sino durante la segunda mitad de la gestión
gubernamental del morenovallismo. Desde entonces, las mujeres hemos tenido que sortear y lidiar
con todo tipo de agresiones que hemos visto aumentar en intensidad, en diversidad y en distintos
ámbitos. Y, durante los últimos años, hemos atestiguado cómo se ha ido perfilando un lugar común:
relatos y experiencias de cuerpos de mujeres agredidos. Sin embargo, también, a pesar de todas las
circunstancias y las experiencias tan intensas de violencias (vividas en el cuerpo propio o narradas a
través de las palabras de otra mujer), las mujeres no nos hemos quedado mudas y pasivas.
En las siguientes líneas localizo una serie de escenarios de violencia patriarcal contra las
mujeres que tienen como común denominador las violencias sexuales. No significa que las violencias
sexuales sean la única modalidad de violencia, pero la presento como una coordenada de
repatriarcalización del territorio por la siguiente razón. En los últimos años hemos visto un intenso
aumento en los casos de violencias sexuales, es decir, una exacerbación en su reiteración en la ciudad
de Puebla. Es una variación de la violencia patriarcal que todas y cada una de las mujeres en algún
momento hemos atravesado, y ha ido en aumento. Esta variación de violencia patriarcal, por
supuesto, mantiene un núcleo compartido con todas las violencias contra las mujeres: la
jerarquización, dominación y control sobre el cuerpo de las mujeres. Sin embargo, para explicar el
aumento de las violencias sexuales en Puebla, recurro a dos líneas precisas. La primera, el despliegue
de la sexualidad masculina a través de la violencia y la agresión. Y la segunda, las violencias sexuales
como una manera de actualizar la apropiación de los cuerpos de las mujeres, por parte de los varones,
como territorios comunes, ante la precarización y la crisis de dominio patriarcal. Comenzaré con un
acto de denuncia.
114
El 8 de marzo de 2017, en la Facultad de Psicología de la BUAP, las estudiantes denunciaron
casos de acoso y hostigamiento sexual por parte de profesores. Las alumnas pegaron una lámina de
cartón en pleno patio y colocaron tendederos afuera de la Facultad para que todas aquellas estudiantes
que habían sido acosadas por profesores, compartieran sus relatos y los nombres de los agresores que
las habían violentado. Los testimonios fueron muchísimos110: había relatos de alumnas que contaban
experiencias de hostigamiento y acoso sexual a cambio de calificaciones (dentro y fuera del ámbito
educativo), denuncias de comentarios machistas y misóginos por parte de profesores o compañeros, e
incluso hubo testimonios del personal universitario. Además, exigían seguridad y denunciaban la
complicidad que se da dentro de la institución en cuanto a la protección de los agresores y la nula
intervención de las autoridades para frenar los casos de acoso sexual. En los últimos años, estas
acciones de denuncia se han replicado en diversas facultades de la BUAP: en el Colegio de Historia, en
la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, en la Facultad de Lenguas, en la Facultad de Ciencias
Químicas, en la Facultad de Biología, en la Facultad de Comunicación, en la Escuela de Artes Plásticas
y Audiovisuales (en donde las alumnas fueron intimidadas por la Dirección de Apoyo y Seguridad
Universitaria-DASU)111. En 2020, esto también se extendió a otras universidades, como la Universidad
Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) y la Universidad Iberoamericana Puebla.
115
atacadas. Ese mismo año, la Secretaría de Educación Pública (SEP) investigaba el caso de denuncia por
violación de una alumna, por parte de uno de sus compañeros (de 14 años de edad), dentro de los
sanitarios de la Escuela Pacheco y Henning (De La Luz, 2018).
Estos casos que presento no son excepcionales en la ciudad de Puebla, y no se trata sólo de
percepción, en el último lustro, los casos de violencia sexual113 han ido en aumento. Este aumento de
violencias sexuales contra las mujeres y las niñas en los hogares, en los espacios públicos, en las
universidades, en los lugares de trabajo, en el transporte público, etc., ocurren dentro de un momento
en donde el deterioro de las condiciones materiales de vida ha alcanzado a millones de personas; en
donde la precarización y la desigualdad social se entrelazan con una crisis del dominio patriarcal.
Vemos a los varones, todos los días, desde diversos ámbitos, tratando de actualizar formas de
apropiación de los cuerpos de las mujeres a través de la sexualidad masculina hegemónica que es
fundamentalmente agresiva. En este sentido, ante el despojo y la precariedad, se trata de reinstalar la
lógica de que los cuerpos de las mujeres sean entendidos como territorios comunes que están
disponibles para los varones.
Si revisamos los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública
(2020), sobre hostigamiento sexual, acoso sexual, abuso sexual, violación simple y violación
equiparada114, todas las agresiones han aumentado. Aquí hay una observación importante que hacer
respecto a la violación: de 2015 a 2016, en la ciudad de Puebla, la violación simple aumentó
abruptamente mientras que la violación equipada disminuyó ligeramente, pero a partir del 2016 esto
se invierte, y mientras los casos de violación simple se mantienen, aumentan de manera exacerbada
los casos de violación equiparada. Y a nivel estatal ocurre ligeramente lo mismo. Este es un patrón
local, porque a nivel nacional no ocurre así: tanto la violación equiparada como violación simple
muestran una tendencia en aumento, de hecho, aumentan mucho más los casos de violación simple.
113 En este trabajo, llamo “violencia sexual” al hostigamiento sexual, acoso sexual, abuso sexual, violación simple y violación equiparada. No
son las únicas modalidades de violencia contra las mujeres en las que la sexualidad está inmersa, pero lo enuncio así con fines descriptivos.
114 De acuerdo con el Código Penal Federal, Hostigamiento sexual (art. 259 Bis) se refiere a aquella persona que valiéndose de su posición
jerárquica derivada de sus relaciones laborales, docentes, domésticas o cualquiera otra que implique subordinación realice uno o más actos
lascivos o de connotación sexual a otra persona sin su consentimiento; Acoso sexual (art. 259 Ter) a quien: I. asedie, por cualquier medio, con
fines lascivos, y a pesar de su oposición a una persona o solicite la ejecución de un acto de naturaleza sexual, para sí o para un tercero,
independientemente de que se realice en uno o varios eventos, II. asedie reiteradamente, con fines lascivos a cualquier persona, sin su
consentimiento, en lugares públicos, o en instalaciones o vehículos destinados al transporte público de pasajeros, III. capte imágenes o
realice cualquier registro audiovisual del cuerpo de otra persona o de alguna parte de su cuerpo, sin su consentimiento o con carácter
erótico-sexual, o IV. Realice reiteradamente actos de exhibicionismo, remisión de imágenes o videos con connotación sexual, lasciva o de
exhibicionismo corporal, o los solicite, sin que la víctima haya otorgado su consentimiento; Abuso sexual (art. 260) quien ejecute en una
persona, sin su consentimiento, o la obligue a ejecutar para sí o en otra persona, actos sexuales sin el propósito de llegar a la cópula; violación
simple (art. 265) quien por medio de la violencia física o moral realice cópula con persona de cualquier sexo; la violación equiparada ya está
definida en el capítulo uno.
116
Nacional: Número de casos de violación simple y violación equiparada, de 2015 a 2019
10,500
Casos
7,000
2,962 3,671
2,081 2,547 2,734
3,500
0
2015 2016 2017 2018 2019
Años de incidencia
Gráfico 9. Casos de violación simple y violación equiparada a nivel nacional, 2015-2019. Fuente: Elaboración
propia a partir de datos del SESNSP (2020).
357
Casos
400 271
300
135 112 147
200
100
2015 2016 2017 2018 2019
Años de incidencia
Gráfico 10. Casos de violación simple y violación equiparada en el Estado de Puebla, 2015-2019.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del SESNSP (2020).
140 100
Casos
74
54
70 34
0
2015 2016 2017 2018 2019
Año de incidencia
Gráfico 11. Casos de violación simple y violación equiparada en el municipio de Puebla, 2015-2019.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del SESNSP (2020).
117
Con base en las gráficas anteriores, si bien los casos de violación simple son muchos más que
los casos de violación equiparada (en términos absolutos), si comparamos su incidencia a nivel estatal
y municipal de 2015 a 2019: en la ciudad de Puebla ocurrieron, en promedio, el 33% de los casos de
violación simple registrados a nivel estatal; y el 43% de casos de violación equiparada registrados
también a nivel estatal. Es muy preocupante la gran cantidad de casos de violación, pero alarma el
aumento de casos de violación a menores de quince años, es decir, adolescentes y niñas, y justo en la
ciudad de Puebla. ¿Por qué a partir del 2016 los casos de violación equiparada comenzaron a aumentar
en la ciudad de Puebla?, ¿por qué el 43% de todos los casos de violación equiparada que ocurren en el
estado se encuentran en la ciudad de Puebla?, ¿se debe a que denuncian más en la ciudad de Puebla
que en otros municipios?, y si es así, ¿por qué denunciar más los casos de violación equiparada y
denunciar menos los casos de violación simple a partir del 2016 en la ciudad de Puebla? O podríamos
preguntarnos: ¿el aumento de los casos de violación equiparada (o su denuncia) está relacionado con
que a partir del 2016 aumentaron las protestas de las mujeres adultas?
Estado de Puebla: Número de casos de acoso sexual y hostigamiento sexual, de 2015 a 2019
Acoso sexual Hostigamiento sexual
350 302
280
reportados
Casos
210 145
116 94
140 63 66
35 24 18 32
70
0
2015 2016 2017 2018 2019
Años de incidencia
Gráfico 12. Casos de acoso sexual y hostigamiento sexual en el Estado de Puebla, 2015-2019. Fuente: Elaboración propia
a partir de datos del SESNSP (2020).
118
Municipio de Puebla: Número de casos de acoso sexual y hostigamiento sexual, de 2015
a 2019
Acoso sexual Hostigamiento sexual
131
140
Casos reportados
105
68 74
70 55
33 24 30
35 14 13 10
0
2015 2016 2017 2018 2019
Años de incidencia
Gráfico 13. Casos de acoso sexual y hostigamiento sexual en el municipio de Puebla, 2015-2019. Fuente: Elaboración
propia a partir de datos del SESNSP (2020).
115 De acuerdo con Oyèronké Oyěwùmí (2017), feminista nigeriana, en la cultura occidental el cuerpo ha sido central en la construcción de la
diferencia y es la piedra angular en que se funda el orden social. Así, en occidente, las categorías tienen una larga historia de encarnamiento
y, por lo tanto, de engeneramiento. Pero las categorías de género no son universales ni atemporales, y no han estado presentes en cada
sociedad ni en todos los tiempos. Por ejemplo, antes de la expansión de las ideas de occidente, en la cultura Yorùbá (África), el cuerpo no era
la base de los roles sociales, ni de sus inclusiones o exclusiones. Aunque la lógica cultural Yorùbá precolonial no utilizó al cuerpo humano
como la base del rango social (bajo ninguna circunstancia un macho era inherentemente superior a una hembra en virtud de su tipo de
cuerpo), la sociedad estaba organizada jerárquicamente. El rango de la persona dependía primera y principalmente de su senioridad, la cual
se basada en la edad cronológica. Los términos Yorùbá del parentesco no indican género y ninguna otra categorías social tuvo especificidad
de género.
Desde aquí, no estoy negando que la experiencia subjetiva esté atravesada por un cuerpo sexuado, pero quiero mostrar que la diferencia
entre cuerpos sexuados no ha significado jerarquía en todos lados ni en todos los tiempos.
119
política sexual se configura en virtud de la «socialización» de ambos sexos según las normas
fundamentales del patriarcado. En donde la violación, la agresividad, el desprecio y el deseo de
ultrajar o destruir la personalidad ajena adopta un cariz claramente ilustrativo de lo que es la política
sexual.
De este modo, la relación de poder que se configura entre los cuerpos sexuados, es también
una relación mediada por la sexualidad. Sí, las agresiones sexuales son aleccionadoras, marcan
dominio y control, pero ese tipo de violencias están organizadas en torno a la expresión de lo que se
configura como sexualidad masculina, sus normas, sus prácticas, su ejercicio. Y aquí es importante
retomar lo que menciona Katharine Mackinnon (1987): el dominio masculino es sexual. Los hombres
en particular, sexualizan las jerarquías. De esta forma, la violación, la violencia, el acoso sexual, el
abuso infantil, la prostitución y la pornografía, en conjunto, son prácticas que expresan y actualizan el
poder distintivo de los hombres sobre las mujeres en la sociedad. Lo que se denomina sexualidad es la
dinámica de control mediante el cual el dominio masculino erotiza, y abarca desde lo íntimo hasta lo
institucional, de una mirada hasta la violación; es aquello que mantiene y define la supremacía
masculina como sistema político. Cada agresión contra una mujer se convierte en sexualidad, se
vuelve sexy, entretenida116. El significado sexual está elaborado por relaciones sociales de poder en el
mundo.
Estas afirmaciones de Katharine Mackinnon nos hacen cuestionarnos sobre la forma en que
los hombres están configurando su sexualidad y las formas de expresarla. Y este es un asunto
sumamente complicado, porque se trata de poner en entredicho, también, aquello que se considera
más íntimo, personal, profundo e inasible: el deseo. Específicamente, el “deseo masculino” dentro del
sistema patriarcal. ¿Qué hombre cuestiona y problematiza su deseo? Kate Millett (1995) diría que “la
fuerza del patriarcado se asienta también sobre un tipo de violencia marcadamente sexual, que se
116 La sexualidad no es una esfera discreta de interacción o de sensaciones y conductas; es una dimensión omnipresente de la vida social,
algo que impregna la totalidad. Por eso es un error no enfocarse en la desigualdad de género sin un relato sexual de su dinámica. De esta
forma no puede categorizarse el significado de la violencia sexual únicamente como violencia y no como un hecho sexual, en donde el rol
sexual masculino se centra en la intrusión agresiva frente a los menos poderosos. Estos actos de dominio se viven como sexualmente
excitantes. Y es por eso que es posible afirmar que la excitación producida por la reducción de una persona a cosa, a algo que es menos que
un ser humano, es una fuerza motriz fundamental. Dentro del dominio masculino las premisas sexuales fundamentales son la violación y el
abuso, en los que se erotiza ese dominio y esa sumisión. Cualquier cosa que hace que un pene tiemble y se endurezca, experimentando su
potencia, es lo que la cultura entiende por sexualidad: lo hace el temor, la hostilidad, la indefensión de un niño o de un estudiante, o de una
mujer infantilizada, restringida o vulnerable, la repulsión y la muerte; lo hace la jerarquía (una creación constante de relaciones persona/
cosa). Este tipo de relacione situadas en y también generando un contexto de poder en el que se pueden experimentar, se convierten en
sexualidad. El escenario del abuso sexual es: tú harás lo que yo diga. La dominación en el sistema masculino constituye placer, por eso está
sexualizada la violación del que carece poder. Se trata, en resumen, de una distribución del poder social (Mackinnon, 1987). Me parece muy
importante que Mackinnon no obvie o minimice el componente sexual y erótico, en donde la dominación y la jerarquía son sexualmente
excitantes. Sin embargo, me queda en suspenso el siguiente cuestionamiento, siguiendo las premisas anteriores: si dentro de la sexualidad
masculina toda violencia (que constituye dominación) contra una persona que es reducida a cosa, es erotizada, incluso la repulsión y la
muerte, ¿el asesinato de una mujer, aunque no ocurran avances sexuales explícitos, también puede ser erotizado y sexualmente excitante?
120
materializa plenamente en la violación” (pág. 101). Y es que son muchos los relatos y experiencias de
mujeres en donde los hombres acechan, intimidan, inhiben, agreden, amedrentan y atemorizan a
través de avances sexuales que ellos experimentan como excitantes117. Y esto, independientemente de
si los hombres busquen una relación amorosa o no, porque puede tratarse de conocidos o
desconocidos: el tío o primo que acosa y toca de manera sexual; aquel señor que se masturba en el
transporte público o en el parque frente a las mujeres; el joven que sigue por las calles a las mujeres
para levantarles la falda o tocarlas; los profesores que hostigan con fotografías inapropiadas enviadas
por celular a las alumnas; el chico de la fiesta que viola a las mujeres cuando están dormidas; el amigo
que tiene avances sexuales agresivos que no son bienvenidos con las mujeres; etc. Esto ocurre todos los
días.
117 Estas afirmaciones de Katharine Mackinnon, no comulgan del todo con lo propuesto por Rita Segato (2016), en cuanto que ésta última,
menciona que, en la violencia sexual, aunque la agresión se lleve a cabo por medios sexuales, la finalidad misma no es de orden sexual, sino
del poder. Y explica que no se trata de agresiones originadas en la pulsión libidinal traducida en deseo de satisfacción sexual, sino que la
líbido se orienta al poder y a un mandato de pares o cofrades masculinos. Es importante tomar en cuenta que las dos autoras explican
territorios y campos sociales distintos. Sin embargo, me parece que, al margen de lo que propone Segato, no debemos soslayar el
componente sexual en todos los casos de violencias, sino ver especificidades.
118 Este hashtag no ha dejado de nutrirse de relatos desde el 2018. Estos son algunos de los tweets: “Cuando salgo a caminar o correr y no voy
acompañada, llevo conmigo 1.un garrote plegable 2. Un taser 3. Un gas pimienta, uno, dos o los 3. Ah, y no paro de ver por encima de mi hombro y estar
alerta”; “Íbamos caminando a casa cuando un wey se para en un coche a pedir indicaciones y mientras le explicaba se empezó a masturbar
#ALosHombresTambiénLesPasaEso?”; “Diario viajo intranquila en cualquier parte de un microbús. Si voy sentada junto al pasillo no falta el que se restriegue,
si voy sentada junto a la ventana algún “dormido” que me agarre la pierna o un seno, si voy parada un arrimón seguro ¿#ALosHombresTambiénLesPasaEso?”;
“Una vez en 4to semestre en prepa 6 UDG un profe me dio la mano para saludar y antes de soltarme se relamió la boca y me dijo que apretaba muy rico”; “A la
primera semana de un trabajo, mi jefe directo me dijo que podía pedir ayuda para cualquier cosa, que yo era mujer y sabía cómo hacerle para conseguir lo que
quisiera #ALosHombresTambiénLesPasaEso?”.
121
modalidad de sexualidad que toma vías violentas para expresar control y dominio. Esto es: la
exposición de fuerza y potencia masculina vía la sexualidad. ¿Por qué? La explicación sobre la
intensificación de violencias sexuales no puede quedar encerrada en el ámbito de una “incorrecta”
socialización en cuanto a referirnos a varones “desadaptados” (como muchas veces se hace desde la
psicología), al contrario, esa agresividad y hostilidad son indicadores de una “correcta” socialización
de las relaciones sociales patriarcales en los varones. Mientras recababa datos sobre el aumento de
violencia sexual y sobre el aumento de la precarización119 social en la ciudad de Puebla, pensaba que,
en estas condiciones de empobrecimiento material en las que nos encontramos, no estamos viendo a
los hombres protestando de manera masiva e importante contra ello y por mejorar la calidad de vida,
estamos viendo a hombres ser agresivos contra las mujeres. Y recordé dos momentos históricos
similares que nos narra Silvia Federici sobre esto: la política sexual que se puso en marcha y la
configuración de las mujeres como nuevos bienes comunes y como sustituto de las tierras perdidas.
La política sexual se trató de una contrarrevolución que operó en todos los niveles de la vida
social, en Europa del siglo XV. A través de ella, se captó a los trabajadores más jóvenes y rebeldes a los
que se les dio acceso a sexo gratuito. Por ejemplo, ya desde el siglo XIV, en Venecia, las violaciones a
mujeres proletarias rara vez se castigaba de manera enérgica, no había consecuencias más allá de un
tirón de orejas, incluso en el caso frecuente de ataques en grupo. En Francia, se convirtió en práctica
común las violaciones de mujeres proletarias en pandilla: los varones las realizaban de manera abierta
y ruidosa por la noche, incluso se metían a las casas o arrastraban a las mujeres por las calles. No había
intento por ocultarlo. Así, las autoridades prácticamente dejaron de considerar las violaciones como
delito, esto, en los casos en que se tratara de mujeres de clase baja. Este consentimiento por parte del
Estado debilitó la solidaridad de clase que se había alcanzado en la lucha antifeudal. Todos los
disturbios causados por esta política que perturbaba la tranquilidad, fueron percibidos por las
autoridades como un pequeño precio a pagar a cambio de la disminución de las tensiones sociales.
Finalmente, la política sexual, que implicaba prácticamente “la legalización de la violación creó un
clima intensamente misógino que degradó a todas las mujeres cualquiera que fuera su clase. También
insensibilizó a la población frente a la violencia contra las mujeres, preparando el terreno para la caza
de brujas” (Federici, 2013, pág. 97). Para fragmentar los lazos sociales y disminuir las tensiones, se dio
carta libre a los varones para hostigar y violar a las mujeres proletarias, se les sacrificó.
Ahora bien, de acuerdo con Federici (2013) la configuración de las mujeres como bienes
comunes está relacionada con una nueva división sexual del trabajo. A la par que se privatizaban las
tierras, se forjó esta nueva división sexual del trabajo en donde las mujeres eran definidas como
122
madres, esposas, hijas o viudas. Esto implicaba que quedara oculta su condición de trabajadoras, y por
lo tanto los hombres tenían libre acceso a los cuerpos de las mujeres y a su trabajo.
De acuerdo con este nuevo “contrato sexual”, para los trabajadores varones las proletarias se
convirtieron en lo que sustituyó a las tierras que perdieron con los acercamientos, su medio de
reproducción más básico y un bien comunal del que cualquiera podía apropiarse y usar según su
voluntad.[…] En la nueva organización del trabajo todas las mujeres se convirtieron en bien
común120, pues una vez que las actividades de las mujeres fueron definidas como no-trabajo, el
trabajo femenino se convirtió en un recurso natural, disponible para todos, no menos que el aire
que respiramos o el agua que bebemos. […] Se constituyó así un nuevo orden patriarcal,
reduciendo a las mujeres a una doble dependencia: de sus empleadores y de los hombres
(Federici, 2013, pág. 170).
Los cuerpos y el trabajo de las mujeres quedaron al servicio de los varones como bienes
comunes del que cualquiera podía apropiarse. Ahora bien, no estoy sugiriendo que los pasajes que
describí ocurren de manera análoga en la ciudad de Puebla. Sería un error anacrónico. Sin embargo, lo
que trato de mostrar es que existen elementos para pensar lo siguiente: 1. Vemos de manera clara que
las violencias sexuales continuamente se minimizan y se muestra una actitud muy permisiva por
parte de las autoridades. No son pocos los casos en donde, esas mismas autoridades, desestiman casos
sobre violencia sexual a partir de razonamientos machistas. Y este es un reclamo que se hace
constantemente a las autoridades desde las protestas de las mujeres. 2. Estamos viviendo un
momento importante de despojo y precarización social, en donde las mujeres retoman fuerza y se
niegan a soportar controles patriarcales. Desde aquí, podríamos comprender las violencias sexuales
como una manera de actualizar la apropiación de los cuerpos de las mujeres, por parte de los varones,
como territorios comunes ante la crisis de dominio patriarcal, vía las agresiones sexuales de una
masculinidad hegemónica violenta.
120 “Los ecos de esta «apropiación originaria» quedan al descubierto por el concepto de «mujer común»” (Karras, 1989 citado en Federici,
2013, pág. 170).
123
muy bien para fragmentar los lazos sociales y disminuir las tensiones que genera la desjerarquización
en los varones en un contexto de precariedad material. Como menciona Natalia Quiroga (2020, pág.
54): “en tiempos de crisis el cuerpo femenino es ofrecido como un bien disponible para resolver las
tensiones sociales”. Se está sacrificando el cuerpo de las mujeres para sostener los altos niveles de
explotación que requiere la acumulación actual. Es por eso que las luchas antipatriarcales de las
mujeres, que denuncian todas las violencias machistas y que subvierten y fragmentan los controles
patriarcales son tan potentes: porque desestabilizan las relaciones de mando-obediencia que se
imponen para apalancar la acumulación.
124
***
Coordenadas de violencia familiar para pensar cómo romper las relaciones
patriarcales
Son las mujeres las que están sosteniendo las crisis. Y las sostienen en sus cuerpos. El cuerpo
puesto como bien común a ser ocupado como territorio de dominio a través de las violencias sexuales,
pero también a través del inmenso trabajo que realizan para sostener los hogares y reproducir la vida.
Ante las arremetidas neoliberales que precarizan las condiciones de existencia, son las mujeres las que
se hacen cargo del trabajo no remunerado que se intensifica a medida que los servicios públicos se
privatizan o se encarecen. Haciéndose cargo así, de muchas actividades que ya no pueden ser
solventadas, relacionadas, por ejemplo, con el cuidado. Por otro lado, vemos también a muchas
mujeres que cumplen con dobles jornadas de trabajo: además de cumplir con las “obligaciones del
hogar”, tienen que salir a realizar trabajos remunerados, ya sea manera formal o informal. ¿Por qué las
mujeres están teniendo que cumplir con dobles y hasta triples jornadas de trabajo en múltiples
ámbitos?, ¿de qué manera podemos comprender el aumento de la precariedad social con el aumento
de las violencias en los hogares o con los feminicidios? Para comenzar a responder esto es necesario
aproximarnos a algunos datos.
En Puebla, cada año más mujeres trabajan y son las perores remuneradas. En la ciudad de
Puebla, de acuerdo al INEGI (2020b) el número de mujeres consideradas como población
económicamente activa ocupada, aumentó de 2015: 352, 979 mujeres a 2019: 396, 540 mujeres, esto,
sólo en el primer trimestre de cada año121. Entre los trabajos en los que la actividad de las mujeres ha
aumentado se encuentran los siguientes:
Ciudad de Puebla. Indicadores de ocupación y empleo de mujeres (primer trimestre de cada año, números absolutos)
121 Las cifras que muestro a continuación corresponden únicamente al primer trimestre de cada año mencionado. INEGI proporciona los
datos de los cuatro trimestres, en donde la fluctuación cambia, sobre todo a final del año (aumenta). Tomando en cuenta que cada trimestre
tiene peculiaridades contextuales y temporales específicas que hacen aumentar o disminuir las cifras (aunque no cambian de manera
significativa) decidí mostrar únicamente el primer trimestre de cada año bajo el criterio siguiente: tomar cifras sobre cómo inician el año las
poblanas y poblanos. Dicho esto, aunque los números sólo indican una fracción del año, sí muestran la lógica que operó a lo largo de los cinco
años que tomo en cuenta.
125
Ciudad de Puebla. Indicadores de ocupación y empleo de mujeres (primer trimestre de cada año, números absolutos)
Sector de los hogares: sector informal 90,384 85,123 92,421 92,179 110,342
Tabla 3. Ocupación y empleo de mujeres en la ciudad de Puebla, 2015-2019. Fuente: Elaboración propia a partir de datos del
INEGI (2020b).
A lo largo de cinco años, las mujeres han estado aumentado su participación en diversos
sectores laborales. Pero su ingreso es muy menor a los que se reportan para los hombres, por ejemplo:
es mucho mayor el número de mujeres que gana hasta 1 salario mínimo en relación con los hombres;
mientras que en el caso de los hombres la proporción de ellos que ganan de 1 salario mínimo hasta
cinco, y más, es mucho mayor. Es decir, en la ciudad de Puebla, las mujeres se están empleando cada
año más y están ganando mucho menos. Ahora bien, el aumento de mujeres en los sectores laborales y
que los hombres estén mejor remunerados, no indica que las condiciones de vida hayan mejorado. De
hecho, a lo largo de estos cinco años, si bien tanto hombres como mujeres aumentaron su
participación en trabajos asalariados, el número de hombres y mujeres que ganan más de 5 salarios
mínimos se ha estado reduciendo (INEGI, 2020b).
350,000
300,000
256,192 259,329
240,723 247,474
237,534
250,000
200,000
2015 2016 2017 2018 2019
Años
Gráfico 14. Número de mujeres y hombres asalariados en la ciudad de Puebla, 2015-2019. Fuente: Elaboración propia
a partir de datos del INEGI (2020b).
126
Estado de Puebla: Nivel de ingresos en salarios mínimos, mujeres y hombres, de
2015 a 2019
Mujeres hasta 1 salario mínimo Hombres hasta 1 salario mínimo Mujeres 2 a 3 salarios mínimos Hombres 2 a 3 salarios mínimos
Mujeres de 3 a 5 salarios mínimos Hombres 3 a 5 salarios mínimos Mujeres más de 5 salarios mínimos Hombres más de 5 salarios mínimos
120,000 110,721
91,424 86,673 89,618 89,428
73,373
80,000 63,403 60,860 65,001 62,442 67,803
61,669 57,883 60,910 64,387
53,392 56,605 53,167 51,115
44,102 46,511
37,285 40,283 40,365 39,723 38,688 39,990 39,912
40,000 25,798 22,865 25,201 29,082
14,107 13,674 8,725
0
2015 2016 2017 2018 2019
Años
Gráfico 15. Nivel de ingresos en salarios mínimos, mujeres y hombres en el Estado de Puebla, 2015-2019.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INEGI (2020b).
Estos últimos años los poblanos han sido precarizados en relación al salario. Respecto a los
hombres, la gran mayoría perciben ingresos que van de 2 a 3 salarios mínimos; aquellos que perciben
más de tres salarios mínimos han disminuido, mientras que los que perciben hasta 1 salario mínimo
han aumentado. En relación con las mujeres, aquellas que ganaban más de 3 salarios mínimos han
sido radicalmente reducidas; mientras aquellas mujeres que perciben lo ínfimo, 1 salario mínimo, han
ido en aumento. La arremetida a los ingresos de los poblanos es brutal, en una ciudad en donde los
servicios básicos se han encarecido. Cada año hay más mujeres asalariadas, pero ganando el mínimo.
El número de hombres asalariados aumentó ligeramente, pero ganando salarios de miseria. En
resumen: vivimos una caída de los trabajos mejor remunerados y el aumento de los trabajos más
precarizados. Y esto impactó de forma importante, sobre todo en las mujeres. Pero desde el discurso
oficialista se presumía el aumento de trabajos para los poblanos. De hecho, en 2016, durante una
entrevista, el ex gobernador Rafael Moreno Valle comentó: “solamente con prevención y generación de
empleos se puede combatir de raíz el fenómeno de la inseguridad, pensar que el problema se resuelve con policías es
no conocer la realidad”. El empleo que se generó durante el morenovallismo fue precario: con bajos
salarios y sin seguridad social (Aroche Aguilar, 2016).
127
De acuerdo con los datos del censo económico 2009, del Valor Agregado Neto (VAN) generado en
el estado de Puebla, 70% era apropiado por los empresarios a través de ganancias, mientras que
30% restante se trasladó a los trabajadores a través de sus remuneraciones. Ahora bien, si
observamos esta misma información para el año 2014, las ganancias apropiadas por el capital
representaron 75.4% del total de la producción estatal, mientras que 24.6% restante se lo
quedaron los trabajadores. Esta situación ha implicado que los trabajadores del estado de
Puebla hayan disminuido en casi 5% su participación en los excedentes de la producción, aun
cuando existen cerca de 200 000 trabajadores más en el mercado laboral respecto a los
existentes en 2009. […] Existen sectores como la minería y la producción de vehículos de
transporte en los que el capital se apropia del 99.2% y el 84%, respectivamente, de lo que se
produce (López y Reyes, 2017, pág. 155-157)122.
Estamos siendo expoliados. Como indica claramente Natalia Quiroga (2020, pág. 15), “una
economía al servicio de las ganancias genera que las condiciones de vida sean subordinadas al lucro,
produciendo impresionantes dividendos para los sectores concentrados del capital. Por eso, un
elemento que resulta necesario discutir es el concepto de escasez y el mandato de austeridad: la idea
de que no hay dinero”. Porque lo hay. Pero está siendo concentrado por los grandes capitales, a los que
no se les toca. Es necesario poner sobre la mesa el tema de la redistribución de la riqueza. Y eso, sin
tomar en cuenta el sector informal (o las economías ilegales) en donde muchas mujeres se han
insertado. Así, mientras caía el poder adquisitivo, aumentaban los trabajos de hambre, se
incrementaba la desigualdad social y se intensificaba la precariedad, los poblanos trabajaban, y
mucho. Y las mujeres estaban y están soportando toda esta arremetida contra la clase trabajadora.
Desde esta información, es necesario presentar dos ideas importantes. La primera: la única manera en
que todo esto es soportable es a través de la vehemencia patriarcal. La segunda: la crisis del
patriarcado del salario está teniendo efectos muy concretos y devastadores en el ámbito familiar.
Los hombres tienen una pequeña colonia en sus hogares. En donde el matrimonio es una
institución que subordina a las mujeres y en donde, desde el feminismo, se identifica que el trabajo
doméstico no retribuido significa la prestación que permite subsistir al capitalismo privado y estatal.
Puesto así, la familia heterosexual es la piedra angular del sistema patriarcal (Lonzi, 2018). Y toda esta
situación de precariedad la enfrentan las mujeres, asumiendo y haciéndose cargo de los servicios que
deja de percibir la familia, porque es el rol que tienen como mandato, es decir, por la división sexual
122 Y la situación con la desigualdad intraempresarial tampoco es nada halagüeña. “Para aquellas empresas con hasta dos trabajadores la
razón entre ganancias y salarios es casi de uno, esto quiere decir que, en promedio, las ganancias que los capitalistas perciben es muy similar
a los salarios promedios de los trabajadores. Esta situación no varía sustancialmente para las empresas que tienen desde tres hasta 10
trabajadores y las cuales representan cerca de 98% de las unidades económicas del Estado. Sin embargo, para aquellas empresas con un
número mayor a 100 trabajadores contratados, esta situación se transforma. Las empresas de este tamaño muestran una relación entre
ganancias y salarios que va desde 11 000 hasta casi 29 000. Esto se debe a que empresas que tienen ganancias promedio de poco más de 193
000 000 mensuales pagan salarios de $6 800.00” (López y Reyes, 2017, pág. 156).
128
del trabajo. Las mujeres tienen la obligación del cuidado y de la reproducción de la vida en condiciones
cada vez más precarias, en donde ahora, tienen que hacerse cargo de cada vez más cosas a las que ya
no es posible el acceso. Como señala Amaia Pérez (2014),
La situación a la que se enfrentan los hogares se caracteriza por una creciente dependencia del
mercado para acceder a los recursos que el Estado deja de garantizar al mismo tiempo que el
acceso a los ingresos es cada vez más incierto para la mayoría. Las instituciones públicas
reducen drásticamente el papel garante que tenían, por deficiente que este fuese, tanto en el
acceso a bienes y servicios necesarios en la vida cotidiana (salud, educación, vivienda,
transporte) como, particularmente, las situaciones de riesgo (enfermedad, dependencia vejez,
incapacidad). A la par, se desata un proceso de encarecimiento de ciertos bienes y servicios
vinculado a la desregulación del mercado (por ejemplo, se encarece la luz por la liberalización del
sector). Y/o a políticas redistributivas regresivas (como la subida de los impuestos directos). En
general, se producen privatizaciones explícitas o encubiertas de los servicios públicos y se pierde
la noción de universalidad de los derechos, lo que nos deja al albur de los mercados al mismo
tiempo que cada vez se pone menos coto a la lógica de acumulación (Pérez, 2014, pág. 140).
Toda esta gran cantidad de trabajo estratégicamente invisibilizado para sostener la esfera de
la producción, recae en el cuerpo de las mujeres. Sin todo el trabajo de reproducción de la vida que las
mujeres están obligadas a realizar, apalancadas en las relaciones patriarcales, la esfera de la
producción no podría sostenerse en condiciones tan violentas como las que vivimos. De ahí la
arremetida patriarcal tan violenta que estamos experimentando para mantener a las mujeres en “su
sitio”. De esta forma, lo que tenemos que poner en el centro, no son las ganancias o el capital, sino las
formas en que ahora mismo se está llevando a cabo la reproducción de la vida y la formas autónomas
que se están generando. Pero las mujeres no tienen que hacerse cargo únicamente de todas estas
tareas y actividades que son fundamentales, también están soportado y sorteando la guerra desatada
en los hogares poblanos. Todas estas políticas neoliberales exigen cada vez más de las mujeres que
reparen las masculinidades rotas por la ausencia de explotación y por su exceso (Quiroga, 2020).
Porque la masculinidad patriarcal está siendo erosionada con toda esa serie de violencias económicas
contra la población, en donde, para recuperarla reacciona violentamente.
Siguiendo esta línea, la comprensión del aumento de las violencias contra las mujeres en los
hogares no puede quedarse en el ámbito de lo doméstico, de lo privado, ni en un tema de salud
pública. Debe tratase como una condición sine qua non del avance de procesos de explotación, de
acumulación y, por lo tanto, de la precarización de la vida en su conjunto. Retomando las palabras de
Gago (2019) en el capítulo uno: las violencias se vuelven una fuerza productiva privilegiada para la
acumulación del capital, en donde, los modos actuales de estas violencias están tomando como blanco
129
al cuerpo de las mujeres. Y las mujeres poblanas que atraviesan violencia familiar cada año son más,
tanto a nivel estatal como municipal. Las cifras que nos muestra el Secretariado Ejecutivo del Sistema
Nacional de Seguridad Publica (2020), son alarmantes. Si en cuanto a las violencias sexuales, vimos
ligeros cambios y fluctuaciones, la violencia familiar que ocurrió en Puebla, de 2015 a 2019, presenta
un aumento sostenido seriamente preocupante.
Violencia familiar
10,000
9,077
Casos registrados
9,000
8,000 7,296
7,000 6,327
6,000 5,586
5,024
5,000
2015 2016 2017 2018 2019
Años de incidencia
Gráfico 16. Casos de violencia familiar en el Estado de Puebla, 2015-2019. Fuente: Elaboración propia a
partir de datos del SESNSP (2020).
Violencia familiar
3800 3,669
3,509
Casos registrados
3350
3,012
2900 2,686
2,531
2450
2000
2015 2016 2017 2018 2019
Años de incidencia
Gráfico 17. Casos de violencia familiar en el municipio de Puebla, 2015-2019. Fuente: Elaboración propia
a partir de datos del SESNSP (2020).
130
De todos los casos de violencia familiar que han ocurrido a nivel estatal, de 2015 a 2019, en
promedio, el 46% se presentaron en la ciudad de Puebla. Casi la mitad de todos los casos han ocurrido
en la capital. Y eso, tomando en cuenta que la capital, a lo largo de esos años ha desconcentrado
ligeramente los casos de violencia familiar: para el 2015, el 50% de todos los casos se presentaban en el
municipio, y para el 2019, se presentaron el 40%. A nivel municipal, a partir del 2017 vemos un
aumento importante en los casos de violencia familiar, justamente el año en que las violaciones
equiparadas comenzaron a aumentar (2015: 54 casos; 2016, 34 casos; 2017, 74 casos). Es decir, si
tomamos en cuenta que las violaciones equiparadas ocurren generalmente dentro del ámbito familiar,
precisamente por familiares o conocidos, estamos hablando que el entorno familiar se ha vuelto
sumamente hostil tanto para las mujeres adultas como para las niñas o los niños. La casa ya no es un
lugar seguro.
El hogar ya no es el reposo del guerrero, como se proponía cuando la división sexual del trabajo
reservaba a las mujeres la tarea de romanizar la casa (bajo el mando del “patriarcado del
salario”). La casa es hoy donde el “guerrero” (una de las figuras clásicas del mandato patriarcal)
quiere hacer la guerra “interna” como síntoma de su impotencia y de las humillaciones
padecidas en los ámbitos laborales y en otros territorios existenciales. Entonces, mejor que
estallido la imagen es otra: la implosión. La violencia se pliega hacia adentro, agujerea los
cuerpos, desteje las relaciones (Gago, 2019, pág. 76).
La manera en que se explica, desde el feminismo, esta implosión de violencias en los hogares en
territorios barridos por la acumulación capitalista es a través de la “crisis del patriarcado del salario”.
Silvia Federici (2013), elabora esta aguda comprensión sobre cómo, la familia patriarcal es el principal
centro para la reproducción de la fuerza de trabajo, en donde el marido es el encargado de disciplinar y
supervisar a su esposa e hijos, tiene dominio y control sobre su mujer. Esta relación jerárquica dentro
de la familia es posible porque las mujeres están excluidas del acceso al salario, y por lo tanto, hace
imposible que las mujeres tengan dinero propio, y se generan así las condiciones materiales para su
sujeción a los hombres. En palabras de Silvia:
131
Pero esta organización del trabajo que tiene como pilar fundamental el salario está colapsada.
Lo que ocurrió en la ciudad de Puebla entre los años 2015 a 2019, es que las mujeres “salieron” de los
hogares a emplearse en trabajos del sector formal e informal, ganando salarios de miseria la mayoría
de ellas, pero aún así, consiguiendo ingresos. Quizá algunas de ellas para ayudar en los gastos del
hogar y/o buscando autonomía. Desde los datos que aporto no se muestra el estatus económico de las
mujeres, el origen étnico, ni las zonas de la ciudad en donde habitan. Esta información es muy valiosa
y no está disponible. Es fundamental comprender las particulares y dificultades que están teniendo las
diversas mujeres en la ciudad y no tenemos información sobre eso. Por ejemplo, hay que pensar en
mujeres que se encuentran en sectores profundamente marginales que se topan con las economías
ilegales y con distintos grupos criminales: los dedicados al robo de combustible, el narcomenudeo o
extorsión. Porque “la intensificación de las violencias machistas expresa esa desmesura de la violencia
ya no concentrada en la forma salarial. También es esa fuerza productiva para pensar la relación entre
patriarcado y acumulación, la que se pone en juego en la dinamización de las economías ilegales, […]
(porque) la violencia como recurso productivo es fundamental para la prosperidad de las economías
ilegales que la requieren de modo cotidiano” (Gago, 2019, pág. 130).
Esta crisis en los salarios tienen como consecuencia una crisis en el patriarcado del salario. En
donde el salario ya no es sustento de la jerarquía masculina de dominio y control a través de la figura
del varón proveedor. Entonces tenemos una masculinidad hegemónica disminuida y quebrantada en
momentos en donde las mujeres están ganando su propio dinero y, al mismo tiempo, vemos múltiples
luchas de mujeres disputando los espacios, enarbolando autonomía y fracturando el control
patriarcal. A través de una serie de reacciones violentas de diversos tipos los varones buscan retomar
lo que consideran su territorio: el cuerpo de las mujeres. Estas distintas modalidades de agresiones
tienen como núcleo el despliegue de fuerza y dominio para mantener la jerarquía y las relaciones
patriarcales; enuncian poner. En Puebla lo estamos viendo con el aumento de las violencias sexuales,
con el aumento de los feminicidios, con la exacerbación de la violencia familiar y de pareja, con las
desapariciones de mujeres, con la trata: se trata de reiterativas maniobras que reducen y disminuyen
la posición de las mujeres. Los varones no están mirando hacia aquellas relaciones de poder que los
precarizan de forma material y los quiebran de manera subjetiva; están dirigiendo múltiples
violencias hacia los cuerpos de las mujeres, también precarizadas, para “recuperar” y detentar el
mandato de masculinidad.
132
alteridades desechables, subjetividades y cuerpos abyectos que se encarnan en los cuerpos de las
mujeres y cuerpos feminizados (los cuerpos pobres, los cuerpos racializados, los cuerpos trans…). En
donde la desigualdad cada vez más acrecentada posibilita y refuerza relaciones coloniales de
dominación, sobre los cuerpos y también sobre el territorio (la naturaleza) expropiado y explotado. Y
al mismo tiempo que se lleva a cabo la explotación para la acumulación, se somete, arrasa y destruye
los cuerpo-territorios. Esta aniquilación del otro jerarquizado lo vemos todos los días en los
feminicidios.
En la ciudad de Puebla, gran número de feminicidios son perpetrados por las parejas
sentimentales o ex parejas sentimentales de las mujeres asesinadas. De nuevo, los hogares no son un
lugar seguro: violencias sexuales, violencia familiar y feminicidios. Es decir, la vehemencia patriarcal
que vivimos también se está expresando en los feminicidios dentro del hogar o dentro de relaciones de
pareja. Ahora bien, no todos los feminicidios en la ciudad de Puebla tienen el mismo patrón: no
operan de la misma forma. Incluso a nivel Estatal también varían en cuanto a la manera en que
ocurren en relación a la capital. Siendo así, me parece que debemos mirar muy detenidamente estas
maneras en que están ocurriendo los asesinatos de mujeres para dar cuenta de sus variaciones
territoriales en el momento de elaborar explicaciones. Dilucidar estas modalidades específicas nos
ayudará a comprender mejor la conflictividad social. Sin embargo, y a pesar de las variaciones, el eje
es el mismo, el mandato de masculinidad. O, como diría Rolnik (2019): la escena del machismo.
133
tsunami de conservadurismo cada vez más mezquino y cruel que viene infectando el planeta— (pág.
125).
El mantenimiento de la escena machista por parte de los varones a través de la violencia o esta
recuperación del dominio y control patriarcal ha generado que las mujeres sean asesinadas en sus
propias casas. De acuerdo con mi revisión hemerográfica, del 2015 al 2019, en la ciudad de Puebla, la
mayoría de los feminicidios se perpetraron en el interior de los propios domicilios123 de las mujeres, en
donde muchas de las mujeres tenían en 21 y 40 años. Y, a través de la información que es posible
conocer por medio de la notas periodísticas124, es como nos enteramos que son las parejas o exparejas
sentimentales los feminicidas.
Municipio de Puebla: Número de feminicidios por lugar en donde fue encontrado el cuerpo,
de 2015 a 2019
2015 2016 2017 2018 2019
10
10 9 9
Casos registrados
8
6 6
6 5 5 5
4 4 4 4
4 3 3 3 3
2 2 2 2 2
2 1 1 1
0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0
0
Vía pública Su domicilio Terreno baldío Barranca Río Atoyac En su trabajo Otros
Años de incidencia
Gráfico 18. Número de feminicidios por lugar en donde fue encontrado el cuerpo en el municipio de
Puebla, 2015-2019. Fuente: Elaboración propia a partir de un registro hemerográfico.
10
10
Casos registrados
8 7
6 6 6
6 5 5 5
4 4
4 3 3 3 3
2 2 2 2 2
2 1 1 1 1 1 1 11 1 111 1 11 1
0000 0 0 0 0 0 0 00 00 0
0
0-10 11-20 21-30 31-40 41-50 51-60 61-70 71-80 81-90 s/n
Años de incidencia
Gráfico 19. Número de feminicidios por grupo etario en el municipio de Puebla, 2015-2019.
Fuente: Elaboración propia a partir de un registro hemerográfico.
123 Dentro de la gráfica sobre “números de feminicidios por lugar en donde fue encontrado el cuerpo”, el rubro “otros”, indica, por ejemplo:
penal de San Miguel, mercado, caseta de vigilancia, bar, cueva, central de abastos, cisterna.
124 No todas las notas periodísticas reportan la información suficiente como para tener datos sobre todos los feminicidios en la ciudad, es
muy complicado contar con este tipo de datos en casos en los que ni siquiera se conoce la identidad de las mujeres asesinadas, sin embargo, a
través de las notas periodísticas es posible aproximarnos para delinear la situación.
134
Municipio de Puebla: Número de feminicidios por tipo de relación con el perpetrador de 2015
a 2019
11 15
No Especificado 5 10
10
0
0
Otros 0 2
3
0
Tipo de relación
Hijo/a 0 2
0
0
0
0
Chofer/Transporte Privado 0 2
0
0 1
Vecino 0 1
0
1 2
Ex-pareja Sen>mental 2
2
1
2 5
Pareja Sen>mental 3 9
7
0 3 6 9 12 15
2019 2018 2017 2016 2015
Gráfico 20. Número de feminicidios por tipo de relación con el perpetrador en el municipio de
Puebla, 2015-2019. Fuente: Elaboración propia a partir de un registro hemerográfico.
Profesora de preescolar Estudiante BUAP—Sociología Estudiante UPAEP Situación de calle Situación de calle
135
Trabajo o situación de los feminicidas
Tianguista
Tabla 4. Trabajo o situación de las mujeres y los feminicidas en el municipio de Puebla, 2015-2019. Fuente: Elaboración
propia a partir de un registro hemerográfico.
125 Las observaciones adicionales que hago son con base en el registro hemerográfico que realicé.
136
¿Qué nos dicen los feminicidios (o posibles feminicidios) en cuanto a su georreferenciación?
Sería muy esclarecedor pensar por zonas y dotar de densidad la información referente a lo que ha
ocurrido en esas zonas a lo largo de los últimos años: sus problemáticas, sus dificultades, la
organización de sus habitantes, en qué trabajan los hombres y las mujeres, las fuentes de obtención de
recursos, etc. Con la información que puede ser estudiada a través de su georreferenciación, quedan
análisis pendientes por realizar, por ejemplo: 1. Relacionar, año por año, los lugares en donde se
concentraron los feminicidios (las zonas en la ciudad) e intentar explorar relaciones con
acontecimientos, hechos o el contexto en que sucedieron los feminicidios, precisamente en esas
zonas; 2. Año por año, localizar zonas en donde se encontraron los cuerpos de las mujeres que hasta
ahora no han sido identificadas; 3. Mapear las zonas en donde ocurrieron feminicidios perpetrados
por las parejas o exparejas sentimentales, las zonas en donde se desconoce a los feminicidas y las
zonas en donde los feminicidios probablemente estén relacionados (de alguna forma) a grupos
criminales; 4. Año por año, identificar las zonas en donde se han utilizado armas de fuego.
El mapa que presento a continuación no tiene un conteo cabal de los asesinatos de las
mujeres, debido a que lo realicé con base en un registro hemerográfico acompañado de todas las
problemáticas que eso representa y que discutí en el capítulo dos. Es por eso que, ante diversos
conteos, yo no proporciono un número “exacto” de posibles feminicidios de 2015 a 2019. Lo que me
interesa mostrar es la visualización de las zonas susceptibles de ser analizadas. Porque a partir de ahí,
me parece que es posible comenzar dotar de densidad la comprensión de lo que ocurre en la ciudad
pensándola por zonas. Puesto así, el mapa que presento contiene la ubicación126 de los feminicidios en
la zona metropolitana de Puebla. Desde la información que recopilé a través del registro
hemerográfico, si pensamos en términos de las colonias en donde “se encontraron” los cuerpos de las
mujeres asesinadas, podemos delinear los siguientes ejes. El primero, “colonias y/o juntas auxiliares127
que presentan 2 casos el mismo año”: 2015, col. Miravalle, col. Nuevo paraíso y col. Santa María; 2016,
junta auxiliar San Jerónimo caleras; 2019, col. Santa Lucía, col. Xonaca. En el caso de la junta auxiliar
San Jerónimo Caleras, 3 de los casos registrados en los periódicos ocurrieron ahí durante el año 2019.
El segundo eje, “colonias y/o juntas auxiliares que presentan dos casos en años distintos”: col.
Bugambilias (2015 y 2019); col. San Ramón 4ta sección (2015 y 2016); col. Santa María (2015 y 2019);
126 La ubicación de los probables feminicidios la realicé con base en un registro hemerográfico, por lo que no todos están ubicados en el lugar
exacto en donde se encontró el cuerpo de las mujeres. Esto se debe a que no todas las notas periodísticas contienen la información suficiente
para georreferenciarlos. Sin embargo, he tratado de que sean lo más exactos posibles, o bien, que estén dentro de la colonia o junta auxiliar
correspondiente.
127 Coloco las colonias y las juntas auxiliares en el mismo rubro porque en algunos periódicos no aparece el nombre de la colonia pero sí el
nombre de la junta auxiliar. Decidí no descartar esta información porque, aunque no es exacta en cuanto a colonia, nos indica una zona
específica potencialmente a analizar.
137
junta auxiliar San Jerónimo Caleras (2016 y 2019); col. Aquiles Serdán (2017 y 2019); col. Insurgentes de
oriente (2017 y 2019).
Imagen 3. Mapa de feminicidios en la zona metropolitana de Puebla, 2015-2019. Fuente: Elaboración propia a partir de un
registro hemerográfico.
Existen zonas, como San Jerónimo Caleras, en donde muchas de las problemáticas que se
presentan están relacionadas con el robo de combustible: venta ilegal de gasolina, tomas clandestinas
en gasoductos, balaceras y ejecuciones; pero también narcomenudeo y robos. Y si nos disponemos a
hacer una revisión hemerográfica sobre cómo está la situación de las violencias contra las mujeres,
encontramos, por ejemplo, los siguientes datos: intento de feminicidio a una chica de quince años, a
quien su pareja sentimental intentó apuñalar en 2017 (Hernández, 2017); un hombre que sustrajo de su
casa a una niña de ocho años para violarla en 2018 (Gómez, 2018); un varón que le prendió fuego al
departamento de su ex pareja, a quien acosaba y que además era señalado por violencia familiar, en
138
2019 (Razo, 2019). Una junta auxiliar en franca violencia cruzada. Pero no es la única. Zonas que antes
se consideraban seguras se han reconfigurado , no sólo a través de la precariedad material y laboral,
sino también por condiciones de inseguridad, relacionadas, en gran parte a grupos criminales. En
donde las violencias contra las mujeres se ven exacerbadas.
Esto tiene que ver con la otra escena de violencia neoliberal del momento actual de
acumulación del capital que nos proporciona Verónica Gago (2019, pág. 71): “la organización de nuevas
violencias como principio de autoridad en los barrios populares a partir de la proliferación de
economías ilegales que reponen, bajo otras lógicas, formas de provisión de recursos”. Algunas de esas
otras formas de provisión de recursos en la ciudad de Puebla son: robos al transporte público, robos a
casa habitación, robos a transeúntes y los robos a negocios, todos con violencia, encontraron su pico
más alto el último año de gobierno de Moreno Valle, en 2017. Otras maneras de obtener recursos son
las tomas clandestinas y el narcomenudeo. En la ciudad de Puebla, en el 2018, durante la gestión como
gobernador de Antonio Gali, mientras los casos de narcomenudeo disminuyeron, el número de tomas
clandestinas aumentó abruptamente. 2017 y 2018 fueron justamente los años en que aumentaron
significativamente las violencias contra las mujeres en la ciudad en los ámbitos de: violación
equiparada, acoso sexual, violencia familiar.
Sin embargo, fueron los asesinatos de mujeres los que comenzaron a aumentar de manera
abrupta, en el 2015. Parecería que las violencias contra las mujeres no aumentaron de manera gradual
en cuanto a la intensidad de las agresiones, sino todo lo contrario: de acuerdo con los datos, aquello
que comenzó a ocurrir primero, antes de que aumentaran de manera importante las violencias
sexuales y la violencia familiar, fueron los asesinatos de mujeres128; incluso, antes de que aumentaran,
también de manera importante, las tomas clandestinas, los robos a negocios, los robos a casa
habitación y los robos a transporte público, aumentaron primero los asesinatos de mujeres. En el caso
del narcomenudeo, habría que tener una serie de años más larga para tener más información al
respecto, con la información que recopilé de 2015 a 2019, baste decir que en el año 2015, cuanto
aumentaron los asesinatos de mujeres en la ciudad, los casos de narcomenudeo estaban muy encima
de los años posteriores. Para visualizar estas ideas que expongo, muestro a continuación información
sobre robo a casa habitación, robo a transeúnte, robo a transporte público, robo a negocio (todos con
violencia), narcomenudeo y tomas clandestinas.
139
Municipio de Puebla: número de casos de delitos con violencia, de 2015 a 2019
2250
1500
1,145 725 1,179 1,182
618 1,052
750 717 263 218 224
194 123
1,781
1800
1350
Casos registrados
900
332 391
450 304
148
0
2015 2016 2017 2018 2019
Años de incidencia
Gráfico 22. Número de casos de narcomenudeo en el municipio de Puebla, 2015-2019. Fuente: Elaboración propia a
partir de datos del SESNSP (2020).
140
Municipio de Puebla: número de casos de tomas clandestinas, de 2015 a 2019
Tomas clandestinas
136
140
Número de tomas
105
clandestinas
70
35
35 15 12 14
3 3 5 8 7 9 3
0 2 2 0 0 0 1 0
0
00
01
02
03
04
05
06
07
08
09
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
Años de incidencia
Gráfico 23. Número de casos de tomas clandestinas en el municipio de Puebla, 2015-2019. Fuente: Elaboración propia a
partir de datos de gobierno fácil (2020).
Estas son las coordenadas de la violencia familiar y los feminicidios como efecto de la crisis
del patriarcado del salario en un contexto en donde surgen nuevas economías ilegales que reponen,
bajo otras lógicas, formas de provisión de recursos, en donde se organizan nuevas violencias como
principio de autoridad. Hago la salvedad de que no se trata de una explicación acabada y no contiene
todos aquellos elementos que la realidad social nos está indicando y que por la extensión de este
trabajo no es posible analizar aquí. Baste decir que muestro líneas importantes de comprensión a
explorar y a profundizar. La primera de esas líneas, es comprender que la violencia en el hogar y los
feminicidios que son perpetrados por parejas o ex parejas sentimentales de las mujeres no se ubican
en el orden lo privado como un espacio que concierne a relaciones sentimentales complicadas, sino
que se deben entender en relación con procesos sociales amplios que instauran formas de control
patriarcales para facilitar la acumulación de capital legal e ilegal. La segunda línea, el avance de
marcos capitalistas en terrenos determinados se sostiene a través de la vehemencia patriarcal
desatados en esos territorios, en donde la crisis de la figura del varón proveedor es efecto de múltiples
procesos de despojo y explotación de la población que generan contextos precarizados y de intensa
desigualdad social.
141
Tercera línea, ante esta crisis de dominación patriarcal sentida en los cuerpos de los varones,
éstos recurren a las violencias para actualizar y mantener los escenarios machistas desde donde les es
posible desplegar la fuerza masculinidad patriarcal para reafirmarse sobre los otros. Esta
reafirmación la realizan a través de la agresión y abyección del cuerpo de las mujeres: en el hogar, para
mantener el control y la permanencia de la familia heteropatriarcal. Cuarta línea, la forma del salario
no solamente está fracturada en términos de no ser suficiente para cumplir con las necesidades
materiales más básicas, sino en términos de no poder sostener ya la figura patriarcal del varón que se
configura como potente. Y que recurre a otras formas de aprovisionamiento de recursos de manera,
por ejemplo, ilegal, desde donde se radicaliza la masculinidad y se intensifica el mandato patriarcal.
Hay una recomposición de la autoridad masculina. Quinta y última línea, en el territorio poblano los
cuerpos de las mujeres han sostenido toda esta arremetida económica: trabajan más y ganan menos;
se hacen cargo de la reproducción de la vida en contextos familiares que se vuelven mortales; se
encargan de todas las labores de los cuidados en una ciudad que se encarece en donde, para muchos,
ya no es posible pagar por ciertos servicios que ahora serán realizados por las mujeres; soportan las
violencias machistas derivadas de la expoliación de la población, son convertidas en zonas de
sacrificio.
Vivimos momentos muy hostiles contra las mujeres. En donde hablar de crisis no significa
únicamente referimos a términos económicos o monetarios, sino a toda una serie de embestidas
contra la vida misma y su sostenibilidad. A veces me parece que todas estas violencias contra el cuerpo
de las mujeres es una especie de analogía tétrica de lo que ocurre con la naturaleza ahora mismo:
todos aquellos procesos violentos que se vierten en los territorios y que terminan con la vida no-
humana en ellos. Pero inclusive en este panorama que se nos trata de imponer, como una especie de
laberinto sin salida, todavía existe la potencia de cambiarlo todo. Desde las luchas feministas lo que
está en el centro es la reproducción de la vida, de toda vida. Y para lograr que la vida continue, es
necesario fracturar las relaciones patriarcales que sostienen todo un andamiaje de relaciones
capitalistas y coloniales. También, es necesario demoler instituciones como la familia heteropatriarcal
en donde las mujeres se ven encerradas, explotadas y violentadas. El movimiento feminista es tan
masivo y tan diverso que su potencia, incluso, desborda la figura del varón patriarcal, dando
posibilidad a que muchos hombres se cuestionen a sí mismos. Pero sobre todo, desborda las formas
sociales en las que vivimos, posibilitando otras maneras de hacer y de ser en relación con el otro. Por
eso las luchas antripatriarcales de las mujeres se traducen en una impugnación de todo el orden
existente.
142
Consideraciones finales
En 2018 llegó a la presidencia Andrés Manuel López Obrador con una narrativa diferente. En
su discurso de toma de protesta presidencial criticaba el sistema neoliberal, e incluso poco tiempo
después declaró: “Oficialmente ya no hay guerra, nosotros queremos la paz” (Nájar, 2019). Su Plan Nacional
de Desarrollo 2019-2024 pretende mostrar una lógica diferente: se centra en la erradicación de la
corrupción, del dispendio y la frivolidad; en las políticas sociales; en el rescate del sector energético; en
la creación del Banco del Bienestar. Se trata de un cambio de régimen, o eso argumenta la narrativa
estatal. Por si acaso, dudemos un poco. La primera línea con que comienza el Plan de Desarrollo
(Gobierno de México, 2019) es demoledora: “La Constitución ordena al Estado Mexicano velar por la
estabilidad de las finanzas públicas y del sistema financiero”. Más adelante, en cuanto a la seguridad
nacional y la seguridad pública, argumenta un cambio de paradigma: “el actual gobierno decidió
cambiar las medidas de guerra por una política de paz y seguridad integral que ataque las raíces
mismas del descontrol delictivo y de la pérdida de seguridad y que tenga como objetivo inmediato la
reducción de los índices delictivos (Ídem). Cuidar de las finanzas y desarticular la guerra.
Aún cuando se ha enunciado varias veces desde el discurso oficial el fin del neoliberalismo,
persisten lógicas neoliberales como el reparto de dinero directo a la población, junto con la
financierización de la entrega de esos recursos públicos; o el objetivo de que todas las cabeceras
municipales tengan una sucursal del Banco del Bienestar. Aún cuando se afirme sobre el papel que las
medidas de guerra serán cambiadas, esto no ha ocurrido exactamente así: es patente que continúa la
lógica de la seguridad y la militarización. Incluso, a un mes de haber tomado posesión, lanzó una
convocatoria para reclutar jóvenes que quisieran formar parte de la Guardia Nacional. Así, en 2019, el
ejército nacional reclutó 14,833 jóvenes. De acuerdo con el discurso oficial, el reclutamiento crea
oportunidades para los jóvenes que desean desarrollarse profesionalmente, con la convicción de servir
a la patria (Díaz, 2019). La propuesta de integrarse a los cuerpos militares es tentadora en un contexto
en donde la precariedad ha llegado a millones de mexicanos. De esta forma, parece que las opciones de
trabajo para los jóvenes que no pueden acceder a un salario o a un empleo bien remunerado que
responda a la cobertura de las necesidades materiales básicas, son integrarse al ejército o bien a los
grupos criminales. En esta opción de vida para los varones, se implanta y reproduce la idea de la
masculinidad dentro de la lógica de la guerra y la violencia como su medio fundamental. Como
menciona Carla Lonzi (2018, pág. 46): “el pensamiento masculino ha ratificado el mecanismo que hace
parecer necesarios la guerra, el caudillaje, el heroísmo”.
143
Dentro de esta crisis del patriarcado del salario, podemos seguir el argumento de Lonzi (2018),
de que la guerra aparece estrechamente ligada a la posibilidad de identificarse y ser identificado como
sexo masculino potente, superando así la ansiedad interior por el fallo de la virilidad propia. Aparece
entonces aquí un escenario de guerra permanente con fines para la acumulación, que se apalanca en la
producción y reproducción de subjetividades dentro de la masculinidad hegemónica ligada
estrechamente con la violencia, en donde las mujeres somos un blanco a seguir. Así, formar parte de
los cuerpos militares significa para los jóvenes no sólo una oportunidad de “estabilidad económica”,
sino una manera de reafirmar su virilidad y masculinidad ligadas a la violencia129.
El estado de Puebla también cuenta con nuevo gobierno desde el 2019. Luis Miguel Barbosa, el
nuevo gobernador, sigue a pie juntillas la misma lógica de seguridad. Por ejemplo, en noviembre de
2019, López Obrador visitó el municipio de Oriental para hacer un recorrido de supervisión por las que
serán las nuevas instalaciones de las fábricas de la industria militar de la Secretaría de Defensa
Nacional (SEDENA). Junto con Miguel Barbosa, señaló que para diciembre se concluiría la cuarta fase
de cinco que se tienen programadas para la construcción de las instalaciones. Pero no se trata
solamente de la construcción, sino del traslado de la fábrica de armas ubicada en Santa Fé (CDMX) a
Puebla130. Esta mudanza concluirá en el 2021 (Montes, 2019). El gobernador también ha planteado la
construcción de penales en cada uno de los 22 distritos judiciales del Estado como parte del sistema de
seguridad pública (Olivera, 2019). De hecho, aseguró que en 2020 se concretará la construcción de un
nuevo penal en San Pedro Cholula (Morales, 2020). Si la guerra “terminó”, ¿por qué continúan
ampliándose este tipo de escenarios que, al mismo tiempo, amplifican los marcos de control
patriarcales?
En la ciudad de Puebla, las violencias sexuales contra las mujeres no han disminuido; tampoco
la violencia familiar. Y los casos de feminicidios siguen en aumento. Si bien las tomas clandestinas en
la ciudad se redujeron significativamente en 2019, ese mismo año aumentaron los casos de
narcomenudeo. Y las arremetidas económicas contra la población continúan: el aumento de la
precariedad y la desigualdad; el desempleo o el empleo con salarios de miseria; el encarecimiento de
servicios públicos… vivimos un momento en el que estamos atravesando múltiples violencias. Pero
129 Y el servicio militar obligatorio opera de manera similar en cuanto a la configuración y reafirmación de la masculinidad hegemónica.
María Galindo lo explica de manera clara: “El servicio militar obligatorio tiene un carácter racista y clasista. Sólo ese hecho ya podría ser un
argumento contundente para que los jóvenes de sectores populares lo rechacen. Pero sucede todo lo contrario. ¿Por qué? Porque el servicio
militar representa para esos jóvenes un espacio de reivindicación de su condición de hombres [...] Los militares monopolizan y concentran
uno de los discursos de masculinidad y hombría más fuertes y más extendidos en la sociedad (Galindo, 2018).
130 Obrador argumentó que para la SEDENA ya significaba cierto riesgo tener en Santa Fé la fábrica de armas. Los terrenos que quedarán
disponibles podrían destinarse como museos, como parque para la cuarta sección del bosque de Chapultepec y como espacios para
urbanizar. Las ganancias de los desarrollos urbanos estarán destinadas a la Guardia Nacional. https://www.gob.mx/presidencia/prensa/
conferencia-de-prensa-del-presidente-andres-manuel-lopez-obrador-20-de-diciembre-2018?idiom=es
144
desde el discurso oficialista se predica: a mayor violencia, mayor seguridad. Que en realidad se trata
de una necesidad inducida del aumento de seguridad. O bien, se enuncia: a mayor violencia, mayor
control. En donde el aumento de mecanismos de control policiaco y militar están justificados para
“salvaguardar” a la población. Es necesario dejar de ver a las violencias como consecuencia del
ensanchamiento de la capacidad de los grupos criminales y el debilitamiento del control del Estado,
para poder desplazarnos del discurso sobre el incremento de la seguridad y del control. Las mujeres
no necesitamos mayor control por parte de otros agentes sobre nuestras vidas y cuerpos. En cambio,
las violencias están siendo productivas en cuanto a la intensificación de marcos patriarcales,
coloniales y capitalistas.
Ahora bien, esta vehemencia patriarcal que hemos visto extenderse los últimos años, está
reconfigurando la vida de las mujeres en este justo momento de pandemia global. Muchas mujeres se
han visto obligadas a regresar y encerrarse en el hogar. Por un lado, porque perdieron su empleo o
porque ellas mismas renunciaron para hacerse cargo de las labores de la casa, y el cuidado y educación
de los hijos. Por otro lado, mujeres que trabajan desde su casa y además se hacen cargo de la
reproducción de la vida. O las mujeres que tienen que salir a trabajar a pesar de que esto implica la
posibilidad de enfermar y que, al regresar al hogar, tienen que continuar con el trabajo reproductivo.
Vemos múltiples mujeres totalmente quemadas por la gran cantidad de trabajo que ahora tienen que
realizar, confinadas al hogar patriarcal que además es sumamente violento. Y precisamente, “en donde
131 En México, en 2019, aumentó un 65% el número de solicitudes presentadas por particulares a la Secretaría de la Defensa Nacional
(SEDENA) para la portación de armas (Murillo, 2019).
145
lo doméstico se produce en el capitalismo como espacio de “encierro”: se confina a las mujeres en el
hogar, se las limita a ese ámbito bautizado como “privado” (Gago, 2019, pág. 34).
Pero a pesar de que la pandemia significó un golpe muy fuerte que nos desorientó a todas, las
luchas de las mujeres se siguen reconfigurando y enlazando para hacer frente a este momento de
intensa redomestificación. Porque el encierro no significa únicamente salvaguardarse de un virus que
puede enfermarnos de manera mortal, el encierro también está funcionando como un dispositivo que
intensifica el control patriarcal sobre los cuerpos de las mujeres. Es así, que a pesar de este encierro, y
con múltiples dificultades, las mujeres siguen desplegando luchas en todos los ámbitos y diversos
sentidos: siguen reproduciendo la vida en condiciones ahora más complicadas; persisten en mantener
los lazos con otras mujeres, aún, cuando por ahora los cuerpos no pueden estar juntos; continúan con
luchas que parecían apagarse cuando comenzó la pandemia; insisten y mantienen las denuncias
contra las violencias machistas que parecen no dar tregua; e incluso, salen a tomar edificios para
manifestarse y protestar.
Ante este panorama conformado por una especie de caos y miedo, no podemos caer en la
desorientación inducida. Dentro de este torbellino, es necesario recordar estas palabras: “vivimos
tiempos de asedio, de un conservadurismo violento, porque son tiempos también de despliegue de
una potencia feminista rebelde” (López Pardo, Gutiérrez León y Mokrani Chávez, 2019, pág. 10).
Puesto así, no podemos permitir que se imponga un mandato de reclusión para permanecer dentro de
la familia heteropatriarcal. La pandemia no terminó con la potencia feminista. Las luchas
antipatriarcales de las mujeres contra las múltiples violencias continúan.
146
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Audiovisuales
CIALC-UNAM. (2019, diciembre 03). ¿Qué sucede en Bolivia? [Archivo de video]. Youtube. Disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=rZv5y55DWUA&feature=emb_logo&has_verified=1
Reporte Índigo. (2014, junio 16). Reporte índigo (Edición 530): “Ni vivos ni muertos” 1. [Archivo de video].
Youtube. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=Cx9i0ulk4QQ
Santa Fe Debate Ideas (2017, octubre 27). Rita Segato / Eva Illouz - El impacto del capitalismo en
la vida del siglo XXI. [Archivo de Video]. Youtube. Disponible en: https://www.youtube.com/
watch?v=8oqqpCAP2iI
160
❁
Anexos
Lugar de enunciación
No soy un cerebro que escribe. Escribo desde un cuerpo, como millones más, afectado por los
tiempos turbulentos que vivimos. Cuerpos y vidas que han sido dañadas, en menor o mayor medida,
por lógicas de guerra, dominación y acumulación. Escribo desde un cuerpo de mujer, como millones
de cuerpos de mujeres más, en el que se han condensado y trazado marcas: sobresaltos, miedos,
peligros y violencias intensificadas en los últimos catorce años. Pero escribir desde este cuerpo de
mujer, también significa escribir desde la resistencia en conexión con otros cuerpos de mujeres y
cuerpos femeninos heterogéneos que también luchan y resisten a mandatos patriarcales, coloniales y
capitalistas; a mandatos de obediencia. Con dificultad pero con tenacidad. Por eso, esta escritura no es
desde la soledad, sino desde el acompañamiento.
Escribo desde una ciudad que se ha vuelto intransitable e inhabitable en diversos niveles e
intensidades. Una ciudad que cada día parece más hostil para las mujeres. Desde donde, en los
últimos años, se han instalado de manera férrea lógicas violentas contra nuestras vidas y nuestros
cuerpos: desde las violencias sexuales hasta la violencia de la precarización, desde la violencia de la
explotación hasta la violencia aguda del feminicidio. En esta ciudad, lo cotidiano, son las múltiples y
diversas agresiones contra los cuerpos de las mujeres. Pero también, es en esta ciudad en donde miles
de mujeres se organizan para resistir y enfrentar las violencias, en conjuntos, juntas. Escribo desde
una ciudad en donde las mujeres están debatiendo, manifestándose, denunciando, organizándose y
luchando todos los días contra todas las violencias.
Escribo desde el feminismo que significa escribir desde la libertad. Desde la posibilidad de
desear, pensar y hacer de este mundo un lugar otro para habitar humanos y no-humanos. Para mí,
escribir desde el feminismo se traduce en la habilitación y creación de una escritura autónoma, desde
el derecho a pensar con cabeza propia. Escribir en conjunto es escribir desde el feminismo: desde la
fuerza y claridad que aportan múltiples mujeres que comparten saberes y experiencias; desde donde
se gestiona la distancia y la cercanía. Mi lugar de enunciación parte, principalmente, desde el deseo en
conjunto de muchas mujeres de desmantelar toda relación de dominación.
161
Anexo metodológico
• Objetivo general
Explorar nuevas líneas de comprensión sobre el funcionamiento y aumento de las múltiples violencias
contra las mujeres, así como las luchas antipatriarcales que generan las mujeres para contrarrestarlas,
desde una lectura feminista, en la ciudad de Puebla durante los años 2015 a 2019.
• Objetivos particulares
1. Conocer las condiciones de posibilidad que se configuraron como sustrato y soporte para el
aumento de las violencias contra las mujeres en relación con el ejercicio de gobierno panista en la
ciudad de Puebla, así como las luchas antipatriarcales de las mujeres contra las múltiples violencias
que se desplegaron durante ese periodo.
2. Caracterizar las narrativas patriarcales dentro de las notas informativas que reportan los
feminicidios en tres periódicos de la ciudad de Puebla.
3 periódicos en formato digital que reportan Registro Hemerográfico Análisis de diseño narrativo, en
feminicidios en la ciudad de Puebla: El Sol de donde utilicé una matriz analítica
Puebla, Periódico E-consulta y Periódico Central para la elaboración de categorías
(de 2015 a 2019)
162
Base de datos del objetivo 2
129 48 52
3 periódicos en formato digital que reportan Registro Hemerográfico Análisis estadístico descriptivo de
feminicidios en la ciudad de Puebla: El Sol de variables sociodemográficas y
Puebla, Periódico E-consulta y Periódico Central territoriales
(de 2015 a 2019)
4. Mapear los feminicidios reportados en las notas informativas de los periódicos de la ciudad de
Puebla, para conectarlos con dos escenas proporcionadas por Verónica Gago características de la
guerra contra las mujeres.
Periódicos en formato digital que reportan Registro Hemerográfico, y Georreferenciar en google earth el
feminicidios en la ciudad de Puebla de 2015 a 2019; delimitación y selección de lugar de aparición de las mujeres
además de bases de datos e investigaciones información correspondiente asesinadas, y conectarlas con la
previas al objetivo información estadística y
documental
Observación:
La georreferenciación en google earth la realicé cruzando la información de diversas notas periodísticas, porque no todos
los reportajes contenían la dirección completa, y fue útil revisar las fotografías del lugar o la casa para comprobar que la
dirección era la correcta. Sin embargo, hago la salvedad de que no todos las ubicaciones son exactas, esto se debe a casos
en donde los periódicos no reportan la dirección precisa.
163
Base de datos del objetivo 3 y 4
Registro hemerográfico durante el periodo 2015 a 2019
La opinión 2 Ángulo 7 2
Diario Puntual 1
TOTAL DE NOTAS PERIODÍSTICAS REVISADAS
DURANTE EL PERIODO 2015-2019: 309 Total de notas revisadas: 66
164