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Trabajo 1°año La Tejedora

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TRBAJO PRÁCTICO DE PRÁCTICAS DEL LENGUAJE

E.E.S. N°1

PRIMER AÑO

1. Leé el texto “La tejedora”, de Marina Colasanti

ALGUNOS DATOS BIOGRÁFICOS SOBRE SU AUTORA:

Marina Colasanti
Marina Colasanti (Asmara, Eritrea –colonia italiana-, 1937). Artista
plástica, traductora, periodista, ilustradora y escritora ítalo-brasileña, quien
a lo largo de su carrera ha incursionado en la escritura de diversos géneros
literarios como la poesía, el ensayo, la literatura infantil y juvenil y la
narrativa, con numerosas publicaciones en portugués, algunas de las cuales
han sido traducidas al español, como es el caso de Hablando de
amor (cuentos, 1988), Una idea maravillosa (LIJ, 1991), La mano en la
masa y otros cuentos (LIJ, 1995), La joven tejedora (LIJ, 2004) –libro al
cual pertenece el cuento que aquí se publica- y El hombre que no paraba
de crecer (LIJ, 2005), entre otras. Como reconocimiento a su obra literaria,
ganó el primer premio del Concurso Latinoamericano de Cuentos para
Niños convocado por UNICEF y Funcec con su relato “La muerte y el rey”
(1994); y obtuvo el Jabuti, premio que otorga la Cámara Brasileña del
Libro, en tres ocasiones (1993, 1994 y 1997). También recibió el Premio
Norma Fundalectura en el año 1996, por su texto Lejos como mi querer.

La tejedora

Se despertaba cuando todavía estaba oscuro, como si pudiera oír al sol llegando por detrás de los
márgenes de la noche. Luego, se sentaba al telar.
Comenzaba el día con una hebra clara. Era un trazo delicado del color de la luz que iba
pasando entre los hilos extendidos, mientras afuera la claridad de la mañana dibujaba el horizonte.

Después, lanas más vivaces, lanas calientes iban tejiendo hora tras hora un largo tapiz que no
acababa nunca.

Si el sol era demasiado fuerte y los pétalos se desvanecían en el jardín, la joven mujer ponía en
la lanzadera gruesos hilos grisáceos del algodón más peludo. De la penumbra que trían las nubes,
elegía rápidamente un hilo de plata que bordaba sobre el tejido con gruesos puntos. Entonces, la
lluvia suave llegaba hasta la ventana a saludarla.

Pero si durante muchos días el viento y el frío peleaban con las hojas y espantaban los pájaros,
bastaba con que la joven tejiera con sus bellos hilos dorados para que el sol volviera a apaciguar a la
naturaleza.

De esa manera, la muchacha pasaba sus días cruzando la lanzadera de un lado para el otro y
llevando los grandes peines del telar para adelante y para atrás.

No le faltaba nada. Cuando tenía hambre, tejía un lindo pescado, poniendo especial cuidado en
las escamas. Y rápidamente el pescado estaba en la mesa, esperando que lo comiese. Si tenía sed,
entremezclaba en el tapiz una lana suave del color de la leche. Por la noche, dormía tranquila después
de pasar su hilo de oscuridad.

Tejer era todo lo que hacía. Tejer era todo lo que quería hacer.

Pero tejiendo y tejiendo, ella misma trajo el tiempo en que se sintió sola, y por primera vez
pensó que sería bueno tener al lado un marido.

No esperó al día siguiente. Con el antojo de quien intenta hacer algo nuevo, comenzó a
entremezclar en el tapiz las lanas y los colores que le darían compañía. Poco a poco, su deseo fue
apareciendo. Sombrero con plumas, rostro barbado, cuerpo armonioso, zapatos lustrados. Estaba
justamente a punto de tramar el último hilo de la punta de los zapatos cuando llamaron a la puerta.

Ni siquiera fue preciso que abriera. El joven puso la mano en el picaporte, se quitó el sombrero
y fue entrando en su vida.

Aquella noche, recostada sobre su hombro, pensó en los lindos hijos que tendría para que su
felicidad fuera aún mayor.
Y fue feliz por algún tiempo. Pero si el hombre había pensado en hijos, pronto lo olvidó. Un vez
que descubrió el poder del telar, sólo pensó en todas las cosas que éste podía darle.

—Necesitamos una casa mejor— le dijo a su mujer. Y a ella le pareció justo, porque ahora eran
dos. Le exigió que escogiera las más bellas lanas color ladrillo, hilos verdes para las puertas y las
ventanas, y prisa para que la casa estuviera lista lo antes posible.

Pero una vez que la casa estuvo terminada, no le pareció suficiente.

—¿Por qué tener una casa si podemos tener un palacio?— preguntó. Sin esperar respuesta, ordenó
inmediatamente que fuera de piedra con terminaciones de plata.

Días y días, semanas y meses trabajó la joven tejiendo techos y puerta, patios y escaleras y
salones y pozos. Afuera caía la nieve, pero ella no tenía tiempo para llamar al sol. Cuando llegaba la
noche, ella no tenía tiempo para rematar el día. Tejía y entristecía, mientras los peines batían sin
parar al ritmo de la lanzadera.

Finalmente el palacio quedó listo. Y entre tantos ambientes, el marido escogió para ella y su
telar el cuarto más alto, en la torre más alta.

—Es para que nadie sepa lo del tapiz —dijo. Y antes de poner llave ala puerta le advirtió: —
Faltan los establos. ¡Y no olvides los caballos!

La mujer tejía sin descanso los caprichos de su marido, llenando el palacio de lujos, lo cofres de
monedas, las salas de criados. Tejer era todo lo que hacía. Tejer era todo lo que quería hacer.

Y tejiendo y tejiendo, ella misma trajo el tiempo en que su tristeza le pareció más grande que el
palacio, con riquezas y todo. Y por primera vez pensó que sería bueno estar sola nuevamente.

Sólo esperó a que llegara el anochecer. Se levantó mientras su marido dormía soñando con
nuevas exigencias. Descalza, para no hacer ruido, subió la larga escalera de la torre y se sentó al
telar.

Esta vez no necesitó elegir ningún hilo. Tomó la lanzadera del revés y, pasando velozmente de
un lado para otro, comenzó a destejer su tela. Destejió los caballos, los carruajes, los establos, los
jardines. Luego destejió a los criados y al palacio con todas las maravillas que contenía. Y
nuevamente se vio en su pequeña casa y sonrió mirando el jardín a través de la ventana.
La noche estaba terminando, cuando el marido se despertó extrañado por la dureza de la
cama. Espantado, miró a su alrededor. No tuvo tiempo de levantarse. Ella ya había comenzado a
deshacer el oscuro dibujo de sus zapatos y él vio desaparecer sus pies, esfumarse sus piernas.
Rápidamente la nada subió por el cuerpo, tomó el pecho armonioso, el sombrero con plumas.

Entonces, como si hubiese percibido la llegada del sol, la muchacha eligió una hebra clara. Y
fue pasándola lentamente entre los hilos, como un delicado trozo de luz que la mañana repitió en la
línea del horizonte.

2. Contá con tus palabras el argumento de la historia.

3. ¿Qué clase de narrador tiene este cuento?

El narrador es creado por el autor para contar la historia. Hay diferentes tipos de narrador
según la información de que dispone para contar la historia y del punto de vista que
adopta.

Tipos de narrador:

DE 3ª PERSONA
NARRADOR OMNISCIENTE ( que todo lo sabe). El narrador omnisciente es aquel cuyo
conocimiento de los hechos es total y absoluto. Sabe lo que piensan y sienten los
personajes: sus sentimientos, sensaciones, intenciones, planes…

NARRADOR TESTIGO. Sólo cuenta lo que puede observar. El narrador muestra lo que ve,
de modo parecido a como lo hace una cámara de cine.

DE 1 ª PERSONA
NARRADOR PROTAGONISTA. El narrador es también el protagonista de la historia.

NARRADOR PERSONAJE SECUNDARIO. El narrador es un testigo que ha asistido al


desarrollo de los hechos.

4. ¿Cuál de las siguientes alternativas presenta una secuencia de acciones que se ajusta
cronológicamente al contenido del texto?
a. El esposo de la tejedora pidió un palacio – La tejedora destejió los jardines y criados
que pidió su esposo – El esposo de la tejedora le dijo a ella que faltaban hilar los
establos.
b. Un joven llegó a la puerta de la tejedora – La tejedora usó hilos verdes para las
puertas de su nueva casa – La tejedora subió descalza la larga escalera de la torre.
c. La tejedora tomó su lanzadera al revés – El esposo de la tejedora despertó por la
dureza de la cama – La tejedora sonrió mirando el jardín detrás de la ventana.

5. Resumí con tus palabras la estructura narrativa de este cuento (situación inicial, conflicto
y situación final)

6. En los textos trabajados vimos mujeres distintas, con características, valores, costumbres
diferentes. ¿Qué tipo de mujer representa la protagonista de esta historia? ¿Se parece a
alguna de las mujeres de los textos que leímos? ¿Por qué

7. Extraé diez sustantivos y diez adjetivos. Clasificalos de acuerdo con lo que recuerdes.

8. Reescribí el final de la historia desde el punto de vista del marido.


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