Tema 8
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Tema 8
INTRODUCCIÓN
Todas las lenguas del mundo poseen elementos gramaticales. Pero, en realidad, hay unas pocas
excepciones: las denominadas protolenguas, o lenguas macarrónicas, apenas tienen gramática.
Derek Bickerton describe así las lenguas macarrónicas: “Rara vez, o nunca, tienen algún tipo de
reflexión morfológica (por ejemplo, sufijos verbales), ni concordancia de número o persona, etc.
Muy rara vez, o nunca, disponen de verbos auxiliares para expresar tiempo verbal, aspecto,
igualdad o pertenencia a clase, aunque a veces tienen expresiones para la posibilidad o la
obligación. No tienen subordinación, ni conjunciones y muy pocas preposiciones, artículos o
adjetivos demostrativos, aunque pueden incluir algunas negaciones, indicadores de preguntas y
cuantificadores”.
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PERSPECTIVA ESTRUCTURAL DE LA GRAMÁTICA
Según sus propios términos la lingüística está interesada más en la competencia sintáctica, que en la
actuación.
Actualmente, los modelos teóricos asumen, en principio, que los lectores u oyentes construyen, a
partir de las oraciones, estructuras sintácticas de tipo chomskiano.
Estas teorías asumen una concepción modular del lenguaje al estilo de Fodor, es decir que postulan
estadios de procesamiento autónomos o “encapsulados”. Así, al procesarse una oración primero
operaría el analizador sintáctico que realiza una segmentación, basada exclusivamente en
información estructural. Sólo en estadios posteriores entrarían en juego otros factores no
estructurales, como el significado de las palabras, aspectos contextuales del discurso o
consideraciones pragmáticas que validarían la segmentación hecha u obligarían a una nueva
segmentación.
Antes de adentrarnos en la descripción de este tipo de teorías es importante aclarar qué clase de
fenómenos se estudian empíricamente. La estrategia de investigación es plantear a los participantes
oraciones gramaticalmente ambiguas y comprobar qué interpretación sintáctica desarrollan de
forma inmediata y automática. De este modo es posible verificar cuáles son las preferencias de
segmentación, que según las teorías basadas en principios son universales. Consideremos una
oración:
En esta frase hay una ambigüedad gramatical, ya que el predicado “iba a la playa” puede atribuirse
alternativamente a “María” o a “Juan”. Ambas interpretaciones difieren en la estructura sintáctica:
en un caso “iba a la playa” s adjunta como sintagma verbal (SV) de María (sintagma nominal SN 1),
mientras que n el otro caso se adjunta como SV de Juan (SN2).
Lyn Frazier y Charles Clifton desarrollaron inicialmente la denominada Teoría de vía muerta (garden-
path) para las oraciones sintácticamente ambiguas. Según esta propuesta, los lectores u oyentes
eligen inmediatamente una de las estructuras posibles, basándose en dos principios universales, es
decir, que operan en todas las lenguas:
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El cierre tardío: unir las nuevas unidades gramaticales a la cláusula o sintagma procesado
más recientemente.
Dado que la Teoría de vía muerta es de carácter modular, los principios de segmentación se
aplicarían con independencia del significado de las palabras o de cualquier factor semántico o
pragmático.
En un experimento se encontró que esos principios de adjunción mínima y cierre tardío no eran
universales. La hipótesis de cierre tardío de Frazier se cumplía en los lectores angloparlantes (aunque
no de forma espectacular), pero los lectores españoles mostraban preferencia relativa por un cierre
temprano.
La preferencia por el cierre temprano en los lectores hispanohablantes se observa no sólo en los
tiempos de lectura, sino también en la actividad electrofisiológica cerebral.
Los potenciales evocados relacionados con eventos constituyen una técnica electrofisiológica muy
útil para valorar el curso temporal de la actividad cerebral asociada a una tarea. mediante el
empleo de ERP se ha observado que las anomalías sintácticas generan algunas respuestas
cerebrales características, especialmente en el componente P600, es decir una onda de polaridad
positiva que ocurre en torno a 600 ms tras la presentación de una palabra que contradice la
interpretación sintáctica previa.
Carreiras, Salillas y Barber presentaron a adultos oraciones de relativo ambiguas similares a las
utilizadas por Cuetos y Mitchell, con una resolución favorable a SN1 – CR a o a SN2-CR b. Por
ejemplo:
Juan felicitó a la cocinera del alcalde que fue premiada y laureada en las fiestas.
Juan felicitó al cocinero de la alcaldesa que fue premiada y laureada en las fiestas.
Éstas fueron malas noticias para la teoría de vía muerta, ya que no se verificó la universalidad de las
estrategias de segmentación que postulaba dicha teoría. Por eso, Frazier en su última propuesta, la
denominada Teoría de la interpretación, consideran que los principios de adjunción mínima y cierre
tardío sólo se aplican rígida y universalmente a un conjunto muy limitado de sintagmas o relaciones
gramaticales “primarias”, correspondientes a sujeto, predicado y complementos de las denominadas
cláusulas finitas. Por el contrario, las oraciones ambiguas que incluyen sintagmas “no primarios”,
entre ellas las oraciones de relativo, se interpretan aplicando mecanismos semánticos de asignación
de roles temáticos. Así, la segmentación de una oración de relativo ambigua no estará determinada
por principios rígidos y obligatorios, sino por el dominio temático de la oración, que depende de
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conocimientos léxicos y del mundo. Por ejemplo, en la oración 6a tendríamos una adjunción de CR
a SN1, mientras que en 6b tendríamos una adjunción a SN2:
Alguien disparó contra el criado del palacio que estaba en el balcón. 6a
Alguien disparó hacia la habitación de la actriz que estaba en el balcón. 6b
A diferencia de las teorías de vía muerta y sus sucesivas reelaboraciones, las Teorías de parámetros
reconocen que hay diferencias sintácticas cualitativas entre las lenguas, que una teoría de la
segmentación debe tener en cuenta. Por ejemplo, hay un parámetro lingüístico que difiere en inglés
y español. La posición de los modificadores en el sintagma nominal: en inglés l adjetivo precede al
nombre, y en español l adjetivo sigue al nombre. Este hecho favorecería que en las oraciones de
relativo sintácticamente ambiguas se utilice en español una estrategia específica de adjunción de CR
al SN1, “saltándose” el SN2, ya que éste se percibiría como un simple modificador o complemento
del nombre.
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Existe una estrecha correspondencia entre forma lingüística y significado.
Figura y fondo. En muchas estructuras predicativas se postula una relación figura/fondo. La figura
es la entidad relativamente desconocida que recibe el foco atencional, y el fondo es la entidad más
familiar que se utiliza como marco de referencia. Por ejemplo, consideremos la oración locativa: “El
libro rojo está encima de la mesa de mi despacho”. La figura es el objeto cuya posición deseamos
establecer (el libro rojo), y el fondo es el objeto mejor conocido que sirve de marco de referencia (la
mesa de mi despacho). Una característica del patrón predicativo figura/fondo es la asimetría. Así, en
las oraciones locativas la figura suele ser más dinámica, de menor tamaño y menos saliente que el
fondo. Consecuentemente, la inversión de los términos determina frases extrañas o con un
significado diferente. Así, al invertir la figura y el fondo del ejemplo anterior se obtiene: ”La mesa de
mi despacho está debajo del libro rojo”. La asimetría predicativa se observa también en los
predicados que indican similitud, en los cuales las propiedades compartidas por la figura y el fondo
deben ser especialmente salientes en el fondo. Por ejemplo, en la frase “mi perro es como un león”,
la similitud que el hablante quiere destacar reside en ciertas propiedades sobresalientes del león
(fiereza, fuerza, etc.) que se transfieren a su perro. De nuevo, la inversión de los términos produce
frases pintorescas como “un león es como mi perro”.
ANÁFORAS
Un tipo de elemento lingüístico que facilita la construcción de la coherencia entre las oraciones es la
anáfora. El término anáfora describe una palabra referida a un concepto mencionado en el contexto
previo. Veamos algunos ejemplos:
Ágata está escribiendo una novela policiaca. Ágata se inspira en los sucesos de la prensa. 6a
Ágata está escribiendo una novela policiaca. Ella se inspira en los sucesos de la prensa. 6b
Ágata está escribiendo una novela policiaca. La autora se inspira en los sucesos de la prensa. 6c
Ágata está escribiendo una novela policiaca y ( ) se inspira en los sucesos de la prensa. 6d
En la 6a hay una anáfora muy simple consistente en la mera repetición del nombre Ágata.
En 6b á el pronombre que se refiere anafóricamente al mismo antecedente Ágata.
En 6c hay una anáfora categorial que se refiere al mismo antecedente, Ágata, pero
describiéndola como “la autora”.
En 6d tenemos lo que se denomina una anáfora cero en la que no hay un elemento
anafórico visible, pero el antecedente, Ágata sigue implícito en la cláusula. (La anáfora cero
es de uso muy común en lengua castellana).
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Las anáforas pueden tener un referente único claro, pero también existen anáforas ambiguas, es
decir que son gramaticalmente compatibles con dos posibles referentes en la cláusula anterior.
Vemos ambos casos:
En la 7a la anáfora “ella” se puede resolver fácilmente gracias a que el género gramatical concuerda
con Juana pero no con Arturo. Pero en 7b la tarea es cognitivamente más compleja, dado que la
pista gramatical es ambigua: “ella” concuerda tanto con Laura como con Juana en género y número.
La resolución en este caso requiere procesos de razonamiento o inferencia basados en nuestro
conocimiento del mundo: la causa de que Laura confesase fue que Juana (ella) se lo pidió.
Una de las primeras investigaciones que estudió el curso temporal de la resolución de anáforas
ambiguas fue Gernsbacher, quien utilizó tanto anáforas de repetición del nombre (no ambiguas)
como anáforas pronominales ambiguas:
Ana predijo que Eva perdería la carrera 1, pero Eva 2 llegó la primera con facilidad 3. 8a
Ana predijo que Eva perdería la carrera 1, pero ella 2 llegó la primera con facilidad 3. 8b
En ambos tipos de oración, en la posición 1, antes de recibir la anáfora, tanto el referente como el
no referente se verifican con idéntica rapidez, es decir, están igualmente activados. Sin embargo, en
la anáfora de repetición en la posición 2 inmediatamente después de recibir el nombre (“EVA”) el
referente se verifica mucho más deprisa que el no referente, y este mismo patrón se observa en la
posición 3, al final de la oración. Los resultados con la anáfora pronominal ambigua muestran, sin
embargo, que en la posición 2 tanto el referente como el no referente se verifican igual de rápido,
es decir que permanecen igualmente activados. Sólo en la posición 3, al final de la oración, se
verifica más rápido el referente que el no referente.
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En otras palabras, Gernsbacher postula que hay dos procesos que operan en la resolución anafórica:
Objeto que aparece en una serie de objetos Si necesitas un plato los tienes en la cocina.
repetidos.
Categoría genérica Voy a pedir una pizza margarita. Son las que más
me gustan.
En la tabla vemos que los antecedentes están escritos en singular y, sin embargo, sus respectivas
anáforas son pronombres que están en plural y, por lo tanto, son gramaticalmente erróneas. Lo
interesante, sin embargo, es que estas anáforas son conceptualmente correctas. En efecto, en
algunos estudios se comprobó que los lectores aceptan las anáforas conceptuales, e incluso las
prefieren a las anáforas gramaticalmente más correctas.
En una serie de experimentos, Gernsbacher presentó a los lectores los tres tipos de anáforas
conceptuales mencionados, pero incluyendo también condiciones de control. Por ejemplo, las
anáforas singulares con antecedente colectivo se comparaban con otras condiciones posibles:
Individuo singular: La profesora ordenó silencio al estudiante revoltoso. Él no le hizo ni caso. 9a
Individuo plural: La profesora ordenó silencio al estudiante revoltoso. Ellos no le hicieron ni caso. 9b
Colectivo singular: La profesora ordenó silencio al grupo revoltoso. Él no le hizo si caso 9c
Colectivo plural: La profesora ordenó silencio al grupo revoltoso. Ellos no le hicieron ni caso. 9d
La condición agramatical “individuo plural” 9b se leyó más lentamente (media = 3,650 ms)
que la condición “individuo singular” 9a (M = 3.490 ms).
Sin embargo, la condición “colectivo plural” 9d, es decir, la anáfora conceptual, se leyó
incluso más deprisa (M = 3.320 ms) que la condición “colectivo singular” 9c,
gramaticalmente más correcta (M = 3.550 ms). Además, los lectores juzgaron más natural la
condición “colectivo plural” que la “colectivo singular”.
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CONECTORES
Los conectores son otro tipo de marcadores lingüísticos, que funcionan como un “pegamento
semántico” entre las cláusulas. Al igual que las anáforas, operan como instrucciones de
procesamiento, indicando al lector u oyente cómo debe integrar dos cláusulas. Los conectores de uso
más frecuente (conjunciones y adverbios) son los aditivos temporales, causales y adversativos.
Veamos algunos ejemplos:
Los conectores operan entre unidades relativamente complejas, por lo general cláusulas u oraciones.
Ello constituye una diferencia importante con las anáforas, que son meros punteros que señalan un
concepto nominal previamente mencionado. Por otra parte, los conectores no se limitan a indicar
que existe una relación formal (por ejemplo, sintáctica) entre dos unidades lingüísticas, sino que
inducen al lector a construir un tipo de relación semántica particular entre dos eventos.
Los conectores aditivos imponen muchas menos restricciones semánticas que los demás, siendo más
polisémicos o de propósito general. Los conectores más restrictivos (es decir, adversativos y
causales) son cognitivamente más demandantes que los menos restrictivos. Prueba de ello es que el
orden de adquisición de los conectores en los niños es el siguiente:
El primer estudio sobre el funcionamiento cognitivo de los conectores fue desarrollado por Millis y
Just. Simplemente manipularon la presencia o ausencia del conector “porque” en oraciones con
contenido o sesgo causal. Por ejemplo:
Los padres brindaron por su única hija durante la cena porque Juana había superado los exámenes finales en
una prestigiosa universidad. 14
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La técnica de la ventana móvil
El registro de los movimientos oculares durante la lectura es el mejor método para analizar en
línea los procesos de lectura, dado que se mide el tiempo que el ojo se detiene en cada palabra o
segmento de la oración. Sin embargo, esta técnica requiere un equipamiento caro y un análisis de
datos lento y costoso.
Una técnica alternativa de aplicar es la ventana móvil. Sólo se necesita un ordenador programado
adecuadamente. El participante recibe inicialmente en la pantalla una serie de máscaras que
ocultan las palabras de la oración. Para leer ésta, simplemente debe apretar una tecla y, cada vez
que lo hace, se desvela una palabra en el lugar d la máscara correspondiente, y la palabra anterior
vuelve a enmascararse. De ahí la impresión de una ventana que se desplaza.
El lector se familiariza rápidamente con el procedimiento y lee a su propio ritmo, mientras que el
ordenador registra el tiempo que ha permanecido cada palabra en pantalla. Lo interesante es que
los tiempos de lectura de las palabras reflejan el costo cognitivo de cada una. Así, las palabras más
largas, las menos frecuentes y las que requieren realizar alguna operación cognitiva adicional se
leen más lentamente.
Los conectores adversativos, por su parte, indican al lector que debe estar preparado para una
ruptura de sus expectativas causales en la siguiente cláusula. En otras palabras, son indicadores de
discontinuidad entre las cláusulas. Su presencia también parece tener un efecto facilitador en la
lectura.
Se sabe que los efectos de presencia o ausencia de conector son prácticamente idénticos en las
oraciones causales y en las adversativas.
El significado es referencial: no sólo representamos las palabras y las oraciones sino que
también elaboramos un modelo de la situación al que aquellas se refieren.
En algunos casos las oraciones se refieren a situaciones concretas, como experiencias
visuales (“el ordenador está sobre la silla”), auditivas (“Marta escucha una salsa”), motoras
(“Luis lanzó una pelota”), olfativas (“notó el olor de los pinos”) o emocionales (“Marta vio
morir a su perro fiel”).
Algunas investigaciones siguieren que la comprensión de estos tipos de oraciones moviliza
representaciones corpóreas, es decir, que incluyen aspectos visuales, motores, etc., de la
situación.
Como consecuencia de estas investigaciones, las teorías corpóreas consideran que la
comprensión de oraciones implica simulaciones sensoriomotores de los eventos, y estas
simulaciones constituyen un aspecto fundamental del significado lingüístico.
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La comprensión de oraciones que describen objetos activa representaciones visuales. Estos
estudios indican que, en la comprensión de oraciones, los individuos activan imágenes visuales, que
incluyen la orientación espacial, la posición y la forma de los objetos.
En general, los estudios de COA muestran un efecto de facilitación entre significado y acción cuando
ambos implican acciones similares o compatibles.
Parte del sistema de neuronas espejo (SNE) en los macacos (área F5) coincide aproximadamente
con el área de Broca en los seres humanos, especializada en la producción del lenguaje pero
también en la planificación, observación y control de las acciones. Otras neuronas espejo en el
cerebro humano se hallan distribuidas en la corteza parietal inferior y en la corteza temporal
superior.
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La comprensión de oraciones activa expresiones faciales. Se argumenta que durante la
comprensión de oraciones los lectores simulan la emoción implícita, empleando los mecanismos
cerebrales correspondientes, que incluyen la expresión facial apropiada. Se realizó otro experimento
con las mujeres que recibían un tratamiento antiarrugas en una clínica cosmética. El tratamiento
consistió en la inyección subcutánea de toxina botulínica, paralizante, en los músculos del entrecejo
(corrugadores). El experimento se desarrolló en dos sesiones: una antes del tratamiento y otra
después. En cada sesión las participantes leyeron oraciones relativas a situaciones de ira, situaciones
de pena o situaciones alegres. Se registraron los tiempos de lectura como VD y se comprobó que la
velocidad lectora de las oraciones alegres no había variado entre ambas sesiones. Sin embargo, la
lectura fue más lenta tras el tratamiento con toxina botulínica tanto en las oraciones tristes como en
las de enfado. Es decir, la parálisis de los músculos del entrecejo, que intervienen en la expresión e
emociones negativas como enfado y pena, dificulta la comprensión de oraciones que implican dichas
emociones, sugiriendo que la simulación emociones es necesaria para la comprensión.
Las metáforas son expresiones semánticas híbridas: por lo general se refieren a ideas abstractas,
pero utilizan para ello palabras concretas. Por ejemplo:
Las metáforas muertas son las que utilizamos a diario y ya no nos damos cuenta de ellas. Las
metáforas vivas o nuevas, son las que suelen utilizar los grandes poetas y tenemos la impresión de
disonancia semántica o tensión metafórica que contribuye seguramente a la impresión estética.
Lakoff y Johnson proponen que las metáforas no son únicamente modos de hablar, sino más bien
modos de pensar. Nuestro sistema conceptual se organiza de modo metafórico. Así, las denominadas
metáforas orientacionales constituyen un rico sistema conceptual organizado en torno a las
dimensiones del espacio. Por ejemplo, algunas nociones abstractas, como el bien, la virtud, la alegría,
la consciencia, etc., se sitúan metafóricamente en el polo “arriba” de la dimensión vertical, mientras
que las nociones opuestas (el mal, el vicio, la tristeza, la enfermedad) se sitúan en el polo “abajo” de
la dimensión vertical.
Las metáforas pueden ser generativas, es decir, pueden guiar nuestro comportamiento.
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MÁS ALLÁ DE LOS HECHOS: ORACIONES NEGATIVAS Y CONTRAFACTUALES
Las oraciones contrafactuales describen eventos irreales, pero, además, proponen una relación
condicional que puede ser verdadera o falsa.
LA NEGACIÓN
El estudio de McDonald y Just demostró con mucha nitidez que la negación es un reductor de
activación. En opinión de los autores, esto ocurre porque la negación cambia el foco del discurso,
desviándolo del concepto negado.
Los resultados de los estudios neurocientificos mostraron actividad en la corteza motora y premotora
(áreas frontoparietales) durante la comprensión de oraciones de acción afirmativas, en comparación
con las oraciones abstractas afirmativas. Sin embargo, cuando se analizaron las oraciones de acción
negativas, se constató una reducción de actividad en esas mismas áreas motoras, indicando que la
negación bloquea las representaciones motoras asociadas al lenguaje de acción.
Las personas utilizamos expresiones contrafactuales para hacer conjeturas acerca de eventos
pasados que podrían haber sido de otro modo. Por ejemplo, “si Jaime hubiera estudiado la última
semana, habría aprobado el examen”.
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