marcuse-CULTURA Y SOCIEDAD ACERCA DEL CARACTER A PDF
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CULTURA Y SOCI ED AD
H e r be r t M a r cu se La doct rina de que t odo conocim ient o hum ano, por su propio
sent ido, est á referido a la praxis fue uno de los elem ent os
fundam ent ales de la filosofía ant igua. Arist ót eles pensaba que
las verdades conocidas debían conducir a la praxis t ant o en la
experiencia cot idiana, com o en las art es y las ciencias. Los
hom bres necesit an en su lucha por la exist encia del esfuerzo
del conocim ient o, de la búsqueda de la verdad, porque a ellos
no les est á revelado de m anera inm ediat a lo que es bueno,
convenient e y j ust o. El art esano y el com erciant e, el capit án y
el m édico, el j efe m ilit ar y el hom bre de est ado - t odos deben
poseer el conocim ient o adecuado para sus especialidades, a
fin de poder act uar de acuerdo con las exigencias de la
respect iva sit uación.
Arist ót eles sost iene el caráct er práct ico de t odo conocim ient o,
pero est ablece una diferencia im port ant e ent re los
conocim ient os. Los ordena según una escala de valores que
se ext iende desde el saber funcional de las cosas necesarias
de la vida cot idiana hast a el conocim ient o filosófico que no
t iene ningún fin fuera de sí m ism o, sino que se lo cult iva por
sí m ism o y es el que ha de proporcionar la m ayor felicidad a
los hom bres. Dent ro de est a escala hay una separación
fundam ent al: ent re lo necesario y út il por una part e y lo
“ bello” por ot ra. “ Pero t oda la vida est á dividida en ocio y
t rabaj o, en guerra y paz, y las act ividades se dividen en
necesarias, en út iles y bellas.” ( 1) Al no ponerse en t ela de
j uicio est a división, y al consolidarse de est a m anera la “ t eoría
pura” , conj unt am ent e con los ot ros ám bit os de lo bello, com o
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act ividad independient e al lado y por encim a de las dem ás Est a t rascendencia es asunt o de la m et afísica, de la t eoría del
act ividades, se quiebra la pret ensión originaria de la filosofía, conocim ient o, de la ét ica y t am bién de la psicología. Al igual
es decir, la organización de la praxis según las verdades que el m undo ext erior, el alm a hum ana se divide en una
conocidas. La división ent re lo funcional y necesario, y lo bello esfera superior y ot ra inferior; ent re los dos polos de la
y placent ero, es el com ienzo de un proceso que dej a libre el sensibilidad y de la razón se desenvuelve la hist oria del alm a.
cam po para el m at erialism o de la prax is burguesa por una La valoración negat iva de la sensibilidad obedece a los
part e, y por la ot ra, para la sat isfacción de la felicidad y del m ism os m ot ivos que los del m undo m at erial, por ser un
espírit u en el ám bit o exclusivo de la “ cult ura” . cam po de anarquía, de inest abilidad y de falt a de libert ad. El
placer sensible no es m alo en sí m ism o; es m alo porque - al
igual que las act ividades inferiores del hom bre- se sit úa en un
Ent re las razones que suelen darse para referir el orden m alo. Las “ part es inferiores del alm a” at an al hom bre al
conocim ient o suprem o y el placer suprem o a la t eoría pura y afán de ganancias y posesión, de com pra y vent a; lo
desint eresada, reaparece siem pre est e argum ent o. El m undo conducen “ a no preocuparse por nada que no sea la posesión
de lo necesario, del orden de la vida cot idiana es inest able, del dinero y de lo que est á relacionado con él” .( 2) Por est o
inseguro, no libre - no sólo fáct ica, sino esencialm ent e. El Plat ón llam a a la part e apet it iva del alm a, aquella que se
m anej o de los bienes m at eriales no es nunca obra exclusiva dirige al placer sensible, t am bién la am ant e del dinero,
de la laboriosidad y del saber hum anos. La casualidad dom ina porque los apet it os de est e t ipo son sat isfechos
en est e cam po. El individuo que haga depender su obj et ivo principalm ent e m ediant e el dinero.” ( 3)
suprem o, su felicidad, de est os bienes, se t ransform a en
esclavo de los hom bres y de las cosas, que escapan a su
poder, ent rega su libert ad. La riqueza y el bienest ar no se En t odas las clasificaciones ont ológicas del idealism o ant iguo,
logran y conservan por su decisión aut ónom a, sino por el est á present e la inferioridad de una realidad social en la cual
favor cam biant e de sit uaciones im previsibles. Por la praxis no incluye el conocim ient o de la verdad acerca de la
consiguient e, el hom bre som et e su exist encia a un fin sit uado exist encia hum ana. El m undo de lo verdadero, de lo bueno y
fuera de sí m ism o. El que un fin ext erior sea el único que de lo bello es un m undo “ ideal” , en la m edida en que se
preocupa y esclaviza al hom bre, presupone ya una m ala encuent ra m ás allá de las relaciones de vida exist ent es, m ás
ordenación de las relaciones m at eriales de la vida, cuya allá de una form a de exist encia en la cual la m ayoría de los
reproducción est á reglada por la anarquía de los int ereses hom bres t rabaj an com o esclavos o pasan su vida dedicados al
sociales opuest os, un orden en el que la conservación de la com ercio y sólo una pequeña part e t iene la posibilidad de
exist encia general no coincide con la felicidad y la libert ad de ocuparse de aquello que va m ás allá de la m era preocupación
los individuos. En la m edida en que la filosofía se preocupa por la obt ención y la conservación de lo necesario. Cuando la
por la felicidad de los hom bres - y la t eoría clásica ant igua reproducción de la vida m at erial se realiza baj o el im perio de
considera que la eudem onia es el bien suprem o- no puede la m ercancía, creando cont inuam ent e la m iseria de la
buscarla en las form as m at eriales de vida exist ent es: t iene sociedad de clases, lo bueno, lo bello y lo verdader o
que t rascender su fact icidad. t rascienden a est a vida. Y si de est a m anera se produce t odo
aquello que es necesario para la conservación y garant ía de la
vida m at erial, nat uralm ent e t odo lo que est á por encim a de
ella es “ superfluo” . Aquello que verdaderam ent e int eresa a los
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hom bres: las verdades suprem as, los bienes y las alegrías que est e m undo m at erial ha de ser m odificado y m ej orado de
suprem as est án separados por un abism o de sent ido, de lo acuerdo con las verdades obt enidas en el conocim ient o de las
que es necesario, y por consiguient e son un “ luj o” . Arist ót eles ideas. La respuest a de Plat ón a est e post ulado es su
no ocult ó est a sit uación. La “ ciencia prim era” cuyo obj et o es program a de una nueva organización de la sociedad. En él se
el bien suprem o y el placer suprem o, es obra del ocio de expresa cuáles son las raíces del m al. Plat ón exige, con
algunos pocos para quienes las necesidades vit ales est án respect o a las clases dirigent es, la supresión de la propiedad
aseguradas suficient em ent e. La “ t eoría pura” com o profesión privada ( t am bién de las m uj eres y niños) y la prohibición de
es pat rim onio de una élit e, est á vedada a la m ayor part e de la ej ercer el com ercio. Pero est e m ism o program a pret ende
hum anidad, por férreas barreras sociales. Arist ót eles no fundam ent ar y et ernizar las cont radicciones de la sociedad de
sost enía que lo bueno, lo bello y lo verdadero fueran valores clases en lo m ás profundo del ser hum ano: m ient ras que la
universalm ent e válidos y universalm ent e obligat orios, que m ayor part e de los m iem bros de un est ado est á dest inada,
“ desde arriba” debieran penet rar e ilum inar el ám bit o de lo desde el com ienzo hast a el fin de su exist encia, a la t rist e
necesario, del orden m at erial de la vida. Sólo cuando se t area de procurar lo necesario para la vida, el placer de lo
pret ende est o, se crea el concept o de cult ura, que const it uye verdadero, de lo bueno y de lo bello queda reservado para
un elem ent o fundam ent al de la praxis y de la concepción del una pequeña élit e. Es verdad que Arist ót eles t odavía hace
m undo burguesas. La t eoría ant igua cuando habla de la desem bocar la ét ica en la polít ica, pero la nueva organización
superioridad de las verdades sit uadas por encim a de lo de la sociedad ya no ocupa el lugar cent ral en su filosofía. En
necesario se refiere t am bién a lo socialm ent e “ superior” : las la m edida en que es m ás “ realist a” que Plat ón, su idealism o
clases superiores son las deposit arias de est as verdades. Est a se vuelve m ás pasivo frent e a las t areas hist óricas de la
t eoría cont ribuye por ot ra part e a afianzar el poder social de hum anidad. Según Arist ót eles, el verdadero filósofo ya no es,
est as clases, cuya “ profesión” consist e en hacerse cargo de fundam ent alm ent e, el verdadero polít ico. La dist ancia ent re
las verdades suprem as. fact icidad e idea se vuelve m ás grande precisam ent e porque
fact icidad e idea son pensadas en una relación m ás est recha.
El aguij ón del idealism o: la realización de la idea, se vuelve
La t eoría clásica llega con la filosofía arist ot élica precisam ent e rom o. La hist oria del idealism o es t am bién la hist oria de su
al punt o en donde el idealism o capit ula ant e las acept ación de lo exist ent e.
cont radicciones sociales, expresando est as cont radicciones
com o sit uaciones ont ológicas. La filosofía plat ónica com bat ía
aun el orden de la vida en la sociedad com ercial de At enas. El Det rás de la separación ont ológica y gnoseológica ent re el
idealism o de Plat ón est á im buido de m ot ivos de crít ica social. m undo de los sent idos y el m undo de las ideas, ent re
Aquello que vist o desde las ideas se present a com o fact icidad sensibilidad y razón, ent re lo necesario y lo bello se ocult a no
es el m undo m at erial, en el que los hom bres y las cosas se sólo el rechazo, sino t am bién, en alguna m edida, la defensa
enfrent an com o m ercancías. El orden j ust o del alm a es de una reprobable form a hist órica de la exist encia. El m undo
dest ruido por “ la codicia de riqueza que reclam a t ant o del m at erial ( es decir, las diversas form as que adopt an los
hom bre que ya no le queda t iem po m ás que para preocuparse dist int os m iem bros “ inferiores” de aquella relación) es, en sí
por sus bienes. Es ahí donde se halla su alm a, de m odo que m ism o, m era m at eria, m era posibilidad, que est á vinculada
no t iene m ás t iem po que para pensar en la ganancia m ás al no- ser que al ser y que se vuelve realidad sólo en la
cot idiana” .( 4) Y el post ulado fundam ent al del idealism o es m edida en que part icipa del m undo “ superior” . En t odas sus
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form as, el m undo m at erial es precisam ent e m at eria, elem ent o individuos com o com pradores y vendedores del t rabaj o. El
de algo diferent e que le ot orga valor. Toda la verdad, t odo el caráct er puram ent e abst ract o al que han sido reducidos los
bien y t oda la belleza puede venirle sólo “ desde arriba” : por hom bres en sus relaciones sociales, se ext iende t am bién al
obra y gracia de la idea. Y t oda act ividad del orden m at erial m anej o de los bienes ideales. Ya no puede ser verdad que
de la vida es, por su propia esencia, falsa, m ala, fea. Pero, a unos hayan nacido para el t rabaj o y ot ros para el ocio, unos
pesar de est as caract eríst icas, es t an necesaria com o para lo necesario y ot ros para lo bello. Si la relación del
necesaria es la m at eria para la idea. La m iseria de la individuo con el m ercado es inm ediat a ( dado que las
esclavit ud, la degradación de los hom bres y de las cosas a caract eríst icas y necesidades personales sólo t ienen
m ercancías, la t rist eza y sordidez en las que se reproduce im port ancia com o m ercancías) , t am bién lo es su relación con
siem pre el t odo de las relaciones m at eriales de la exist encia, Dios, con la belleza, con lo bueno y con la verdad. En t ant o
est án m ás allá del int erés de la filosofía idealist a porque no seres abst ract os, t odos los hom bres deben t ener igual
const it uyen la realidad genuina, que es el obj et o de est a part icipación en est os valores. Así com o en la prax is m at er ial
filosofía. Debido a su inevit able m at erialidad, la praxis se separa el product o del product or y se lo independiza baj o
m at erial queda liberada de la responsabilidad por lo la form a general del “ bien” , así t am bién en la praxis cult ural
verdadero, lo bello y lo bueno, que queda reservada para el se consolida la obra, su cont enido, en un “ valor” de validez
quehacer t eórico. La separación ont ológica ent re los valores universal. La verdad de un j uicio filosófico, la bondad de una
ideales y los m at eriales t rae com o consecuencia la acción m oral, la belleza de una obra de art e deben, por su
despreocupación idealist a por t odo aquello que est á propia esencia, afect ar, obligar y agradar a t odos. Sin
relacionado con los procesos m at eriales de la vida. Part iendo dist inción de sexo y de nacim ient o, sin que int erese su
de una det erm inada form a hist órica de la división social del posición en el proceso de producción, t odos los individuos
t rabaj o y de la división de clases, se crea una form a et erna, t ienen que som et erse a los valores cult urales. Tienen que
m et afísica de las relaciones ent re lo necesario y lo bello, ent re incorporarlos a su vida, y dej ar que ellos penet ren e ilum inen
la m at eria y la vida. su exist encia. “ La civilización” recibe su alm a de la “ cult ura” .
En la época burguesa, la t eoría de las relaciones ent re lo No se considerarán aquí los dist int os int ent os de definir el
necesario y lo bello, ent re t rabaj o y placer, experim ent ó concept o de cult ura. Hay un concept o de cult ura que para la
m odificaciones fundam ent ales. Por lo pront o, desapareció la invest igación social puede ser un inst rum ent o im port ant e
concepción según la cual la ocupación profesional con los porque a t ravés de él se expresa la vinculación del espírit u
valores suprem os es pat rim onio de una det erm inada clase con el proceso hist órico de la sociedad. Est e concept o se
social. Aquella concepción fue reem plazada por la t esis de la refiere al t odo de la vida social en la m edida en que en él
universalidad de la “ cult ura” . La t eoría ant igua había t ant o el ám bit o de la reproducción ideal ( cult ura en sent ido
expresado con buena conciencia, que la m ayoría de los rest ringido, el “ m undo espirit ual” ) , com o el de la reproducción
hom bres han de pasar su exist encia preocupándose de m at erial ( la “ civilización” ) const it uyen una unidad hist órica,
aquello que es necesario para la vida, m ient ras que sólo una diferenciable y aprehensible.( 5) Hay, sin em bargo, ot ra
pequeña part e podría dedicarse al placer y la verdad. Pero a aplicación m uy difundida del concept o de cult ura según el cual
pesar de que la sit uación no se ha m odificado, est a buena el m undo espirit ual es abst raído de una t ot alidad social y de
conciencia ya no exist e. La libre com pet encia enfrent a a los est a m anera se eleva la cult ura a la cat egoría de un ( falso)
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pat rim onio colect ivo y de una ( falsa) universalidad. Est e ant agónicas de la exist encia. La cult ura afirm a y ocult a las
segundo concept o de cult ura ( acuñado en expresiones t ales nuevas condiciones sociales de vida.
com o “ cult ura nacional” , “ cult ura germ ana” , o “ cult ura lat ina” )
cont rapone el m undo espirit ual al m undo m at erial, en la
m edida en que cont rapone la cult ura en t ant o reino de los Para la ant igüedad el m undo de lo bello, sit uado m ás allá de
valores propiam ent e dichos y de los fines últ im os, al m undo lo necesario, era esencialm ent e un m undo de la felicidad, del
de la ut ilidad social y de los fines m ediat os. De est a m anera, placer. La t eoría ant igua no había aún com enzado a dudar
se dist ingue ent re cult ura y civilización y aquélla queda que a los hom bres lo que les int eresa en est e m undo es, en
sociológica y valorat ivam ent e alej ada del proceso social.( 6) últ im a inst ancia, su sat isfacción t errenal, su felicidad. En
Est a concepción ha surgido en el t erreno de una det erm inada últ im a inst ancia, no en prim er lugar. Lo prim ero es la lucha
form a hist órica de la cult ura que en adelant e será por la conservación y seguridad de la m era exist encia. Debido
denom inada cult ura afirm at iva. Baj o cult ura afirm at iva se al desarrollo precario de las fuerzas de producción dent ro de
ent iende aquella cult ura que pert enece a la época burguesa y la econom ía de la ant igüedad, la filosofía no pensó j am ás que
que a lo largo de su propio desarrollo ha conducido a la la praxis m at erial podía ser organizada de t al m anera que en
separación del m undo aním ico- espirit ual, en t ant o reino ella se creara t iem po y espacio para la felicidad. En el
independient e de los valores, de la civilización, colocando a com ienzo de t odas las t eorías idealist as se encuent ra el t em or
aquél por encim a de ést a. Su caract eríst ica fundam ent al es la de buscar la felicidad suprem a en la prax is ideal: t em or ant e
afirm ación de un m undo valioso, obligat orio para t odos, que la inseguridad de t odas las relaciones vit ales, ant e el “ azar”
ha de ser afirm ado incondicionalm ent e y que es et ernam ent e del fracaso, de la dependencia, de la m iseria, pero t am bién
superior, esencialm ent e diferent e del m undo real de la lucha t em or ant e la sociedad, ant e el hast ío, ant e la envidia de lo
cot idiana por la exist encia, pero que t odo individuo “ desde su hom bres y de los dioses. El t em or por la felicidad, que
int erioridad” , sin m odificar aquella sit uación fáct ica, puede im pulsó a la filosofía a separar lo bello de lo necesario,
realizar por sí m ism o. Sólo en est a cult ura las act ividades y m ant iene la exigencia de la felicidad en una esfera separada.
obj et os cult urales obt ienen aquella dignidad que los eleva por La felicidad queda reservada a un ám bit o exclusivo, para que
encim a de lo cot idiano: su recepción se conviert e en un act o al m enos pueda exist ir. La felicidad es el placer suprem o que
de sublim e solem nidad. Aunque sólo recient em ent e la el hom bre ha de encont rar en el conocim ient o filosófico de lo
dist inción ent re civilización y cult ura se ha convert ido en verdadero, lo bueno y lo bello. Sus caract eríst icas son las
herram ient a t erm inológica de las ciencias del espírit u, la opuest as a las de la fact icidad m at erial: es lo perm anent e en
sit uación que ella expresa es, desde hace t iem po, el cam bio, lo puro en lo im puro, lo libre en el reino de la
caract eríst ica de la praxis vit al y de la concepción del m undo necesidad.
de la época burguesa. “ Civilización y cult ura” no es
sim plem ent e una t raducción de la ant igua relación ent re lo
út il y lo grat uit o, ent re lo necesario y lo bello. Al int ernalizar El individuo abst ract o, que con el com ienzo de la época
lo grat uit o y lo bello y al t ransform arlos, m ediant e la cualidad burguesa se present a com o el suj et o de la prax is, se
de la obligat oriedad general y de la belleza sublim e, en t ransform a, en virt ud de la nueva organización social, en
valores cult urales de la burguesía, se crea en el cam po de la port ador de una nueva exigencia de felicidad. Ya no es el
cult ura un reino de unidad y de libert ad aparent es en el que represent ant e o delegado de generalidades superiores, sino
han de quedar dom inadas y apaciguadas la relaciones que en t ant o individuo part icular debe él m ism o hacerse cargo
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del cuidado de su exist encia, de la sat isfacción de sus De est a m anera, la exigencia se t ransform a en post ulado, y
necesidades, y sit uarse inm ediat am ent e frent e a su su obj et o, en una idea. El dest ino del hom bre a quien le est á
“ det erm inación” , frent e a sus fines y obj et ivos, sin la negada la sat isfacción general en el m undo m at erial queda
m ediación social, eclesiást ica y polít ica del feudalism o. En la hipost asiado com o ideal.
m edida en que en est e post ulado se ot orgaba al individuo un
ám bit o m ayor de aspiraciones y sat isfacciones individuales -
un ám bit o que la crecient e producción capit alist a com enzó a Los grupos sociales burgueses en ascenso habían
llenar con cada vez m ayor cant idad de obj et os de sat isfacción fundam ent ado en la razón hum ana universal su exigencia de
posible baj o la form a de m ercancías- la liberación burguesa una nueva libert ad social. A la fe en la et ernidad de un orden
del individuo significa la posibilit ación de una nueva felicidad. rest rict ivo im puest o por Dios opusieron su fe en el progreso,
Pero con est o desaparece inm ediat am ent e su validez en un fut uro m ej or. Pero la razón y la libert ad no fueron m ás
universal ya que la igualdad abst ract a de los individuos se allá de los int ereses de aquellos grupos cuya oposición a los
realiza en la producción capit alist a com o la desigualdad int ereses de la m ayor part e de los hom bres fue cada vez
concret a: sólo una pequeña part e de los hom bres posee el m ayor. A las dem andas acusadoras la burguesía dio una
poder de adquisición necesario com o para adquirir la cant idad respuest a decisiva: la cult ura afirm at iva. Est a es, en sus
de m ercancía indispensable para asegurar su felicidad. La rasgos fundam ent ales, idealist a. A la penuria del individuo
igualdad desaparece cuando se t rat a de las condiciones para aislado responde con la hum anidad universal, a la m iseria
la obt ención de los m edios. Para el prolet ariado cam pesino y corporal, con la belleza del alm a, a la servidum bre ext rem a,
urbano al que t uvo que recurrir la burguesía en su lucha con la libert ad int erna, al egoísm o brut al, con el reino de la
cont ra el poder feudal, la igualdad abst ract a sólo podía t ener virt ud del deber. Si en la época de la lucha ascendent e de la
sent ido com o igualdad real. A la burguesía que había llegado nueva sociedad, t odas est as ideas habían t enido un caráct er
al poder, le bast aba la igualdad abst ract a para gozar de la progresist a dest inado a superar la organización act ual de la
libert ad individual real y de la felicidad individual real: exist encia, al est abilizarse el dom inio de la burguesía, se
disponía ya de las condiciones m at eriales capaces de colocan, con crecient e int ensidad, al servicio de la represión
proporcionar est as sat isfacciones. Precisam ent e, el at enerse a de las m asas insat isfechas y de la m era j ust ificación de la
la igualdad abst ract a era una de las condiciones del dom inio propia superioridad: encubren la at rofia corporal y psíquica
de la burguesía que sería puest o en peligro en la m edida en del individuo.
que se pasara de lo abst ract o a lo concret o general. Por ot ra
part e, la burguesía podía elim inar el caráct er general de la
exigencia: la necesidad de ext ender la igualdad a t odos los Pero el idealism o burgués no es sólo una ideología: expresa
hom bres, sin denunciarse a sí m ism a y sin decir abiert am ent e t am bién una sit uación correct a. Cont iene no sólo la
a las clases dirigidas que no habría m odificación alguna con j ust ificación de la form a act ual de la exist encia, sino t am bién
respect o a la m ej ora de las condiciones de vida de la m ayor el dolor que provoca su presencia; no sólo t ranquiliza ant e lo
part e de los hom bres. Y a m edida que la crecient e riqueza que es, sino que t am bién recuerda aquello que podría ser. El
social t ransform ó en posibilidad real la realización efect iva de gran art e burgués, al crear el dolor y la t rist eza com o fuerzas
la exigencia general, est o se hizo cada vez m ás difícil, et ernas del m undo, quebró en el corazón de los hom bres la
poniendo de m anifiest o el cont rast e ent re aquella riqueza y la resignación irreflexiva ant e lo cot idiano. Al pint ar con los
crecient e m iseria de los pobres en la ciudad y en el cam po. br illant es colores de est e m undo la belleza de los hom bres, de
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las cosas y una felicidad suprat errenal, infundió en la base de fuerzas económ icas que m ant ienen la vida del t odo. La
la vida burguesa, conj unt am ent e con el m al consuelo y una aspiración de felicidad t iene una resonancia peligrosa en un
bendición falsa, t am bién una nost algia real. Est e art e, al orden que proporciona a la m ayoría penuria, escasez y
elevar el dolor y la t rist eza, la penuria y la soledad, a la t rabaj o. Las cont radicciones de est e orden conducen a la
cat egoría de fuerzas m et afísicas, al oponer a los individuos idealización de est a aspiración. Pero la sat isfacción verdadera
ent re sí y enfrent arlos con los Dioses, sin m ediación social, en de los individuos no se logra en una dinám ica idealist a que
una pura inm ediat ez espirit ual, cont iene, en su exageración, post erga siem pre su realización o la conviert e en el afán por
una verdad superior: un m undo de est e t ipo sólo puede ser lo no alcanzable. Sólo oponiéndose a la cult ura idealist a
cam biado haciéndolo desaparecer. El art e burgués clásico puede lograrse est a sat isfacción; sólo oponiéndose a est a
alej ó t ant o sus form as ideales del acont ecer cot idiano que los cult ura resonará com o exigencia universal. La sat isfacción de
hom bres que sufrían y esperaban en est a cot idianidad, sólo los individuos se present a com o la exigencia de una
podían reencont rarse m ediant e un salt o en un m undo m odificación real de las relaciones m at eriales de la exist encia,
t ot alm ent e diferent e. De est a m anera, el art e alim ent ó la de una vida nueva, de una nueva organización del t rabaj o y
esperanza de que la hist oria sólo hubiera sido hast a ent onces del placer. De est a m anera, influye en los grupos
la prehist oria de una exist encia venidera. Y la filosofía t om ó revolucionarios que desde el final de la Edad Media com bat en
est a idea lo suficient em ent e en serio com o para encargarse las nuevas inj ust icias. Y m ient ras que el idealism o ent rega la
de su realización. El sist em a de Hegel es la últ im a prot est a t ierra a la sociedad burguesa y vuelve irrealizables sus
cont ra la hum illación de la idea: cont ra el j uego com ercial con propias ideas al conform arse con el cielo y con el alm a, la
el espírit u com o si fuera obj et o que no t uviera nada que ver filosofía m at erialist a se preocupa seriam ent e por la felicidad y
con la hist oria del hom bre. Con t odo, el idealism o sost uvo lucha por su realización en la hist oria. Est a conexión se ve
siem pre que el m at erialism o de la praxis burguesa no claram ent e en la filosofía de la ilust ración. “ La falsa filosofía
represent a la últ im a et apa y que la hum anidad debe ser puede, al igual que la t eología, prom et ernos una felicidad
conducida m ás allá de él. El idealism o pert enece a un est adio et erna y acunarnos en herm osas quim eras conduciéndonos a
m ás avanzado del desarrollo que el posit ivism o t ardío, que en ellas, a cost a de nuest ra vida real o de nuest ro placer. La
su lucha cont ra las ideas m et afísicas no sólo niega el caráct er verdadera filosofía, diferent e y m ás sabia que aquélla, adm it e
m et afísico de est as últ im as, sino t am bién su cont enido y se sólo una felicidad t em poral; siem bra las rosas y las flores en
vincula inseparablem ent e al orden exist ent e. nuest ra senda y nos enseña a recogerlas.” ( 7) La filosofía
idealist a adm it e t am bién que de lo que se t rat a es de la
felicidad del hom bre. Sin em bargo, la ilust ración, en su
La cult ura debe hacerse cargo de la pret ensión de felicidad de polém ica con el est oicism o, recoge precisam ent e aquella
los individuos. Pero los ant agonism os sociales, que se form a de la exigencia de felicidad que no cabe en el idealism o
encuent ran en su base, sólo perm it en que est a pret ensión y que la cult ura afirm at iva no puede sat isfacer: “ ¡y cóm o no
ingrese en la cult ura, int ernalizada y racionalizada. En una ser ant iest oicos! Est os filósofos son severos, t rist es, duros;
sociedad que se reproduce m ediant e la com pet encia nosot ros serem os t iernos, alegres y am ables. Ellos abst raen
económ ica, la exigencia de que el t odo social alcance una t oda el alm a de sus cuerpos; nosot ros abst raerem os t odo el
exist encia m ás feliz es ya una rebelión: reducir al hom bre al cuerpo de nuest ras alm as. Ellos se m uest ran inaccesibles al
goce de la felicidad t errenal no significa reducirlo al t rabaj o placer y al dolor; nosot ros est arem os orgullosos de sent ir
m at erial, a la ganancia, y som et erlo a la aut oridad de aquellas t ant o el uno com o el ot ro. Dirigidos a lo sublim e, ellos se
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elevan por encim a de lo acont ecim ient os y creen ser - nadie fuera de la “ ley que se encuent ra en su propio pecho” .
verdaderos hom bres cuando precisam ent e dej an de serlo. “ La nat uraleza ha querido que el hom bre produzca por sí
Nosot ros no dispondrem os de aquello que nos dom ina; ello no m ism o t odo aquello que est á m ás allá de la regulación
regulará nuest ras sensaciones: en la m edida en que m ecánica de su exist encia anim al y que no pueda part icipar
adm it am os su dom inio y nuest ra servidum bre, int ent arem os de ninguna felicidad o perfección que él m ism o no haya
hacerlo agradable, convencidos de que precisam ent e aquí creado, liberado del inst int o, por su propia razón.” ( 12) Toda
reside la felicidad de la vida; y por últ im o, nos creerem os la riqueza y t oda la pobreza proceden de él m ism o y
t ant o m ás felices cuant o m ás hom bres seam os, o t ant o m ás repercut en sobre él. Todo individuo se encuent ra en relación
dignos de la exist encia cuant o m ás sint am os la nat uraleza, la inm ediat a consigo m ism o: sin m ediación t errenal o celest ial. Y
hum anidad y t odas las virt udes sociales; no reconocerem os por est o, est á t am bién en relación inm ediat a con t odos los
ninguna ot ra vida m ás que la de est e m undo.” ( 8) dem ás. Est a idea de persona encont ró su expresión m ás clara
en la poesía clásica a part ir de Shakespeare. En sus dram as,
los personaj es est án t an cerca el uno del ot ro, que ent re ellos
2 no exist e nada que no pueda ser expresado o que sea
inefable. El verso hace posible lo que en la prosa de la
realidad se ha vuelt o im posible. En los versos de los
La cult ura afirm at iva recogió, con su idea de la hum anidad personaj es, liberados de t odo aislam ient o y dist ancia social,
pura, la exigencia hist órica de la sat isfacción general del hablan de las prim eras y de las últ im as cuest iones del
individuo. “ Si consideram os la nat uraleza t al com o la hom bre. Superan la soledad fáct ica en el ardor de las bellas y
conocem os, según las leyes que en ella se encuent ran, vem os grandes frases, o present an la soledad baj o el aspect o de
que no hay nada superior a la hum anidad en el hom bre” ,( 9) belleza m et afísica. El crim inal y el sant o, el príncipe y el
en est e concept o se resum e t odo aquello que est á dirigido a siervo, el sabio y el loco, el rico y el pobre, se unen en una
la “ noble educación del hom bre para la razón y la libert ad, discusión cuyo result ado ha de ser el esplendor de la verdad.
para los sent idos e inst int os m ás finos, para la salud m ás La unidad que el art e represent a, la pura hum anidad de sus
delicada y fuert e, para la realización y dom inio de la personaj es, es irreal; es lo opuest o a aquello que sucede en la
t ierra” .( 10) Todas las leyes hum anas y t odas las form as de realidad social. La fuerza crít ico- revolucionaria del ideal, que
gobierno han de t ener sólo un fin: “ que cada uno, sin ser precisam ent e con su irrealidad m ant iene vivos los m ej ores
m olest ado por el prój im o, puedan ej ercit ar sus fuerzas y ( …) anhelos del hom bre en m edio de una realidad penosa, se
un goce m ás herm oso y m ás libre de la vida.” ( 11) La vuelve evident e en aquellos períodos en que las clases
realización suprem a del hom bre est á vinculada a una sat isfechas t raicionan expresam ent e sus propios ideales.
com unidad de personas libres y razonables en la que cada Nat uralm ent e, el ideal est aba concebido de t al m anera que en
una t iene las m ism as posibilidades de desarrollo y sat isfacción él dom inaban m enos los rasgos progresist as que los
de t odas sus fuerzas. El concept o de persona, que a t ravés de conservadores, m enos los rasgos crít icos que los j ust ificant es.
la lucha cont ra las colect ividades opresivas se ha m ant enido Su realización es alcanzada m ediant e los individuos, a t ravés
vivo hast a hoy, abarca por encim a de t odas las de la form ación cult ural. La cult ura significa, m ás que un
cont radicciones y convenciones sociales, a t odos los m undo m ej or, un m undo m ás noble: un m undo al que no se
individuos. Nadie libera al individuo de la carga de su ha de llegar m ediant e la t ransform ación del orden m at erial de
exist encia, pero nadie le prescribe lo que puede y debe hacer la vida, sino m ediant e algo que acont ece en el alm a del
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individuo. La hum anidad se t ransform a en un est ado int erno
del hom bre; la libert ad, la bondad, la belleza, se conviert en
El caráct er de subst ancia del alm a ha est ado, desde
en cualidades del alm a: com prensión de t odo lo hum ano,
Descart es, basado en la peculiaridad del yo com o res
conocim ient o de la grandeza de t odos los t iem pos, valoración
cogit ans. Mient ras que el m undo sit uado m ás allá del yo es,
de t odo lo difícil y de t odo lo sublim e, respet o ant e la hist oria
en principio, m ensurable y es m at eria cuyo m ovim ient o es
en la que t odo est o ha sucedido. De una sit uación de est e t ipo
calculable, el yo escapa, com o única dim ensión de la realidad,
ha de fluir un act uar que no est á dirigido cont ra el orden
al racionalism o m at erialist a de la burguesía en ascenso. Al
im puest o. No t iene cult ura quien int erpret a las verdades de la
( …) el yo, en t ant o subst ancia esencialm ent e diferent e, al
hum anidad com o llam ado a la lucha, sino com o act it ud. Est a
m undo corporal, se produce una ext raordinaria división del yo
act it ud conduce a un poder- conducirse, a un poder- m ost rar la
en dos cam pos. El yo en t ant o suj et o del pensam ient o ( m ens,
arm onía y m edida en las inst it uciones cot idianas. La cult ura
espírit u) , est á, en su peculiaridad aut oconscient e, aquende el
ha de dignificar lo ya dado, y no sust it uirlo por algo nuevo. De
ser de la m at eria, com o su a priori, m ient ras que Descart es
est a m anera, la cult ura eleva al individuo sin liberarlo de su
t rat a de int erpret ar m at erialíst icam ent e al yo, en t ant o alm a
som et im ient o real. Habla de la dignidad del hom bres sin
( anim a) en t ant o suj et o de las “ pasiones” ( am or y odio,
preocuparse de una efect iva sit uación digna del hom bre. La
alegría y t rist eza, celos, vergüenza, rem ordim ient o,
belleza de la cult ura es, sobre t odo, una belleza int erna y la
agradecim ient o, et c.) . Las pasiones del alm a quedan
ext erna sólo puede provenir de ella. Su reino es
reducidas a la circulación de la sangre y a su m odificación en
esencialm ent e un reino del alm a.
el cerebro. La reducción no es perfect a. Se hace depender de
El int erés de la cult ura por los valores del espírit u es, por lo los nervios a t odos los m ovim ient os m usculares y
m enos desde Herder, un elem ent o const it ut ivo del concept o sensaciones, que “ provienen del cerebro com o finos hilos o
afirm at ivo de la cult ura. Los valores espirit uales form an part e t ubit os” , pero los nervios m ism os deben “ cont ener un aire
de la definición de cult ura, com o oposición a la m era m uy fino, un alient o, al que se denom ina espírit u vit al” .( 14) A
civilización. Alfred Weber se lim it a t an sólo a ext raer la pesar de est e residuo inm at erial, la t endencia de la
consecuencia de un concept o de cult ura vigent e desde hacía int erpret ación es clara: el yo es o bien espírit u ( pensar, cogit o
ya t iem po cuando define: “ ‘cult ura’... es sim plem ent e aquello m e cogit are) o bien, en la m edida en que no es m ero pensar,
que es expresión espirit ual ( aním ica) , querer espirit ual cogit at io, es un ent e corporal y ya no es m ás el oj o genuino:
( aním ico) y, por lo t ant o, expresión y querer de un ‘ser’, de las cualidades y afinidades que se le adscriben pert enecen
un ‘alm a’ sit uada por det rás de t odo dom inio int elect ual de ent onces a la res ext ensa.( 15) Y, sin em bargo, no pueden
exist encia y que en su afán de expresión y en su querer no se disolverse t ot alm ent e en la m at eria. El alm a es un reino
preocupa por la finalidad y la ut ilidad...” . “ De aquí surge el int erm edio, no dom inado, ent re la inconm ovible
concept o de cult ura com o form a de expresión y liberación de aut oconciencia del puro pensar y la cert eza físico- m at em át ica
lo aním ico en la subst ancia exist encial espirit ual y del ser m at erial. Aquello que después const it uirá el alm a: los
m at erial.” ( 13) El alm a, que sirve de base a est a concepción, sent im ient os, los deseos, los inst int os y anhelos del individuo,
es algo m ás que la t ot alidad de las fuerzas y m ecanism os quedan, desde el com ienzo, fuera del sist em a de la filosofía
psíquicos ( que son obj et o, por ej em plo, de la psicología de la razón. La sit uación de la psicología em pírica, - es decir,
em pírica) : alude al ser no corporal del hom bre en t ant o de la disciplina que realm ent e t rat a del alm a hum ana- dent ro
subst ancia propiam ent e dicha del individuo. de la filosofía de la razón es caract eríst ica: exist e sin poder
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ser j ust ificada por la razón m ism a. Kant polem izó en cont ra aparecen com o relaciones obj et ivas, com o leyes de las cosas,
de la inclusión de la psicología em pírica dent ro de la la filosofía dej a librada al individuo est a apariencia y se
m et afísica racional ( Baum gart en) : la psicología em pírica t iene refugia en la const it ución t rascendent al del m undo, que se
que ser dest errada t ot alm ent e de la m et afísica y es opera en la pura subj et ividad. La filosofía t rascendent al no
absolut am ent e incom pat ible con la idea de est a últ im a” . Y logra acercarse a la cosificación: invest iga t an sólo el proceso
agrega: “ Pero adem ás habrá que ot orgarle, sin em bargo, un de conocim ient o del m undo ya cosificado.
lugar pequeño en los planes de est udio ( es decir, com o m ero
episodio) , por razones económ icas, porque no es lo
suficient em ent e rica com o para const it uir por sí sola una La dicot om ía de res cogit ans y res ext ensa no afect a al alm a:
disciplina, pero es dem asiado im port ant e com o para ést a no puede ser ent endida ni com o m era res cogit ans ni
expulsarla t ot alm ent e o ubicarla en alguna ot ra part e... Es com o m era res ext ensa. Kant dest ruyó la psicología racional,
sim plem ent e un huésped ext raño a quien se le concede asilo sin poder alcanzar la psicología em pírica. En Hegel, cada
por un t iem po hast a que encuent re su propia m orada en una det erm inación del alm a es concebida desde el espírit u al
ant ropología m ás am plia.” ( 16) Y en sus lecciones sobre t ransform arse en su verdad. El alm a, según Hegel, est á
m et afísica de 1792/ 93, Kant se expresa aun m ás caract erizada esencialm ent e por no ser “ aún espírit u” .( 19)
escépt icam ent e acerca de est e “ huésped ext raño” : “ ¿es Cuando en su t eoría del espírit u subj et ivo, se t rat a de la
posible una psicología em pírica com o ciencia? No; nuest ros psicología, es decir, del alm a hum ana, el concept o rect or ya
conocim ient os acerca del alm a son dem asiado lim it ados.” ( 17) no es el alm a sino el espírit u. Hegel t rat a el problem a del
alm a principalm ent e en la ant ropología; allí est á aún
t ot alm ent e “ ligada a det erm inaciones nat urales” .( 20) Aquí
La dist ancia que separa la filosofía de la razón con respect o al habla Hegel de la vida planet aria en general, de las
alm a hace referencia a un sit uación fundam ent al. En el diferencias nat urales ent re las razas, de las edades de la vida,
proceso social del t rabaj o, el alm a no t iene part icipación de lo m ágico, del sonam bulism o, de las dist int as form as de
alguna. El t rabaj o concret o es reducido al t rabaj o abst ract o los sent im ient os psicopát icos y - sólo en unas pocas páginas-
que posibilit a el int ercam bio de los product os del t rabaj o del “ alm a real” , que no es ot ra cosa que el paso al yo de la
com o m ercancías. La idea del alm a parece referirse a círculos conciencia, con lo que se abandona la t eoría ant ropológica del
de la vida que escapan a la razón abst ract a de la praxis alm a y se penet ra en la fenom enología del espírit u. El est udio
burguesa. La elaboración de la m at eria es realizada sólo por del alm a se divide, pues, en dos part es: una que corresponde
una part e de la res cogit ans: por la razón t écnica. a la ant ropología psicológica y ot ra, a la filosofía del espírit u;
Com enzando con la división del t rabaj o según las exigencias t am poco ( …) grandes sist em as de la filosofía burguesa de la
de la m anufact ura y t erm inando con la indust ria de m áquinas, razón hay lugar para la consideración int egral del alm a. Los
“ las pot encias espirit uales del proceso m at erial de la verdaderos obj et os de la psicología: los sent im ient os, los
producción” se enfrent an con el product or inm ediat o “ com o inst int os, la volunt ad, se present an sólo com o form as de la
propiedad aj ena y fuerza dom inant e” .( 18) En la m edida en exist encia del espírit u.
que el pensam ient o no es inm ediat am ent e razón t écnica se
separa cada vez m ás, desde Descart es, de la vinculación
conscient e con la praxis social y perm it e la cosificación que él Sin em bargo, la cult ura afirm at iva ent iende por “ alm a”
m ism o est im ula. Si en est a praxis las relaciones hum anas aquello que precisam ent e no es espírit u. Lo que se quiere
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decir con “ alm a” “ es inaccesible para la luz del espírit u, para del t rabaj o, t ransform ó el desarrollo del individuo en
el ent endim ient o, para la invest igación em pírica... Es m ás com pet encia económ ica e hizo depender del m ercado la
fácil seccionar y analizar un t em a de Beet hoven m ediant e el sat isfacción de sus necesidades. Con el alm a, la cult ura
bist urí y los ácidos, que analizar el alm a con la ayuda del afirm at iva prot est a en cont ra de la cosificación para caer, sin
pensam ient o abst ract o” .( 21) Con est a idea del alm a las em bargo, en ella. El alm a es prot egida com o el único ám bit o
facult ades, act ividades y propiedades del hom bre no de la vida que aún no ha sido incorporado al proceso social
corporales ( de acuerdo con la división t radicional, del t rabaj o. “ La palabra alm a proporciona a los hom bres
represent ación, sent im ient o y apet it os) quedan reunidas en super iores el sent im ient o de su exist encia int erna, separada
una unidad indivisible - unidad que se conserva de t odo lo real y de t odo lo que ya es, un sent im ient o m uy
m anifiest am ent e en t odas las conduct as del individuo y que det erm inado de las posibilidades m ás secret as e ínt im as de su
es la que precisam ent e const it uye su individualidad. vida, de su dest ino, de su hist oria. Desde el com ienzo, y en el
lenguaj e de t odas las cult uras, es un signo en el que se
resum e t odo aquello que no es el m undo.” ( 25) Y con est a
Est e concept o de alm a, que es t ípico de la cult ura afirm at iva, cualidad negat iva se conviert e el alm a en la única garant ía,
no ha sido acuñado por la filosofía: las referencias a aún no m ancillada, de los ideales burgueses. El alm a
Descart es, Kant y Hegel indican t an sólo la perplej idad de la sublim iza la resignación. En una sociedad que est á
filosofía con respect o al alm a.( 22) La idea del alm a encont ró det erm inada por la ley de los valores económ icos, el ideal que
su prim era expresión posit iva en la lit erat ura del sit úa al hom bre - al hom bre individual e irrem plazable- por
Renacim ient o. Aquí el alm a es, por lo pront o, una part e no encim a de t odas las diferencias sociales y nat urales que
invest igada de un m undo a descubrir, al cual se ext ienden afirm a que ent re los hom bres debe privar la verdad, el bien y
aquellas exigencias cuyo anuncio acom pañó, en la nueva la j ust icia, y que t odos los crím enes hum anos deben ser
sociedad, el dom inio racional del m undo por el hom bre expiados por la pura hum anidad, sólo puede est ar
liberado: libert ad y aut ovaloración del individuo. De est a represent ado por el alm a y los hechos aním icos. La salvación
m anera, el reino del alm a, de la “ vida int erior” , es el correlat o sólo puede provenir del alm a pura. Todo lo dem ás es
de las riquezas de la vida ext erior recient em ent e inhum ano, est á desacredit ado. Evident em ent e, sólo el alm a
descubiert as. El int erés por las “ sit uaciones individuales, carece de valor de cam bio. El valor del alm a, no depende del
incom parables y reales” - hast a ent onces descuidadas- , del cuerpo com o para poder ser convert ida en obj et o y
alm a, form aba part e del program a: “ de vivir la vida t ot al e m ercancía. Exist e un alm a bella en un cuerpo feo, un alm a
int egralm ent e” .( 23) La preocupación por el alm a “ t iene su sana en un cuerpo enferm o y un alm a noble en un cuerpo
influencia en la crecient e diferenciación de las individualidades m ezquino, y viceversa. Hay algo de verdad en la proposición
y aum ent a la alegría vit al de los hom bres por un desarrollo que afirm a que lo que le sucede al cuerpo no puede afect ar al
nat ural basado en la esencia del hom bre” .( 24) Vist a desde la alm a. Pero est a verdad ha adquirido, en el orden exist ent e,
plenit ud de la cult ura afirm at iva, es decir, desde los siglos 18 una form a t errible. La libert ad del alm a ha sido ut ilizada para
y 19, est a pret ensión aním ica se present a com o una prom esa disculpar la m iseria, el m art irio y la servidum bre del cuerpo.
no cum plida. La idea del “ desarrollo nat ural” ha quedado; Ha est ado al servicio de la ent rega ideológica de la exist encia
pero significa, sobre t odo, el desarrollo int erno. En el m undo a la econom ía del capit alism o. Sin em bargo, bien ent endida,
ext erno el alm a no puede desarrollarse librem ent e. La la libert ad del alm a no se refiere a la part icipación del hom bre
organización de est e m undo, a t ravés del proceso capit alist a en un m ás allá et erno, en donde finalm ent e t odo est ará bien,
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pero será ya inút il para el individuo. Presupone m ás bien fundam ent al de la vida, puede querer indicarse con est o dos
aquella verdad superior que afirm a que en la t ierra es posible cosas: por una part e, una renuncia a los sent idos ( en t ant o
una organización de la exist encia social en la que la econom ía ám bit o irrelevant e de la vida) y por ot ra, un som et im ient o de
no es la que decide acerca de la vida de los individuos. No los sent idos al dom inio del alm a. I ndiscut iblem ent e, la cult ura
sólo de pan vive el hom bre: est a verdad no queda elim inada afirm at iva adopt ó est a últ im a posición. La renuncia a los
por la int erpret ación falsa de que el alim ent o espirit ual es un sent idos significaría la renuncia al placer.Presupone la
sust it ut o suficient e de la carencia de pan. ausencia de la conciencia desdichada y una posibilidad real de
sat isfacción. En la sociedad burguesa se opone a ella, en
m edida crecient e, la necesidad de disciplinar a las m asas
Así com o el alm a parece escapar a la ley del valor, lo m ism o insat isfechas. Una de las t areas fundam ent ales de la
sucede con la cosificación. Casi es posible definirla diciendo educación cult ural será la int ernalización del placer m ediant e
que t odas las relaciones cosificadas pueden ser resuelt as y su espirit ualización. Al incorporar a los sent idos al acont ecer
superadas en lo hum ano. El alm a funda una am plia aním ico, se los sublim iza y se los cont rola. De la conj unción
com unidad int erna de los hom bres que se ext iende a t ravés de los sent idos y del alm a nace la idea burguesa del am or.
de los siglos. “ El prim er pensam ient o en la prim era alm a
hum ana est á vinculado al últ im o pensam ient o de la últ im a
alm a hum ana.” ( 26) La educación del alm a y su grandeza La espirit ualización de los sent idos funde lo m at erial con lo
unifican, en el reino de la cult ura, la desigualdad y la falt a de celest ial, la m uert e con la et ernidad. Cuant o m ás débil se
libert ad de la com pet encia cot idiana, en la m edida en que en vuelve la fe en el m ás allá celest ial, t ant o m ás fuert e es el
ella aparecen los individuos com o seres libres e iguales. Quien respet o por el m ás allá del alm a. En la idea del am or se
ve a t ravés del alm a, ve, m ás allá de las relaciones refugia el anhelo de la perm anencia de la felicidad t errenal,
económ icas, al hom bre m ism o. Cuando el alm a habla se de la bendición de lo absolut o, de la superación del fin. Los
t rasciende la posición y valoración cont ingent es de los am ant es en la poesía burguesa recurren al am or para superar
hom bres en el proceso social. El am or rom pe las barreras la t ransit oriedad cot idiana, la j ust icia de la realidad, la
ent re los ricos y los pobres, ent re los superiores y los servidum bre del individuo, la m uert e. La m uert e no les viene
inferiores. La am ist ad m ant iene la fidelidad aun con respect o de afuera sino que est á enraizada en el am or m ism o. La
a los hum illados y los despreciados y la verdad hace oír su liberación del individuo se realiza en una sociedad que no est á
voz aun ant e el t rono de los t iranos. El alm a se desarrolla, a edificada sobre la solidaridad, sino sobre la oposición de los
pesar de t odas las inhibiciones y m iserias sociales, en el int ereses de los individuos. El individuo es considerado com o
int erior de los individuos: el ám bit o vit al m ás pequeño es lo una m ónada independient e y aut osuficient e. Su relación con
suficient em ent e grande com o para poder t ransform arse en un el m undo ( hum ano y ext rahum ano) es o bien una relación
ám bit o aním ico infinit o. Tal ha sido la form a com o la cult ura inm ediat am ent e abst ract a: el individuo const it uye en sí
afirm at iva en su período clásico ha ensalzado siem pre al m ism o el m undo ( en t ant o yo cognoscent e, sent ient e,
alm a. volent e) o bien una relación abst ract a m ediat izada,
det erm inada por las leyes ciegas de la producción de
m ercancías y del m ercado. En am bos casos no se supera el
En prim er lugar, se cont rapone el alm a al cuerpo del aislam ient o m onádico del individuo. Su superación significaría
individuo. Cuando se la considera com o el ám bit o el est ablecim ient o de una solidaridad real, lo que supone la
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superación de la sociedad individualist a por una form a Las relaciones puram ent e privadas t ales com o el am or y la
superior de la exist encia social. am ist ad, son las únicas en las que ha de conservarse el
dom inio inm ediat o del alm a sobre la realidad. En t odos los
dem ás casos el alm a t iene, sobre t odo, la función de
Pero la idea del am or exige la superación individual del elevarnos a los ideales, sin urgir su realización. El alm a t iene
aislam ient o m onádico. Pret ende la ent rega fecunda de la una acción t ranquilizadora. Por ser excluida de la cosificación,
individualidad a la solidaridad incondicionada ent re persona y es la que m enos la padece y la que m enor resist encia ( …)
persona. En una sociedad en la que la oposición de los Com o el sent ido y el valor del alm a no dependen de la
int ereses es el principium individuat ionis est a ent rega realidad hist órica, puede seguir incólum e, aun en una realidad
perfect a se da en form a pura t an sólo en la m uert e. Pues sólo inj ust a. Las alegrías del alm a son m enos cost osas que las del
la m uert e elim ina t odas aquellas circunst ancias cuerpo: son m enos peligrosas y se las concede gust osam ent e.
condicionadas, ext eriores, que dest ruyen la solidaridad Una diferencia esencial ent re alm a y espírit u es que aquélla
perm anent e, y cont ra las que luchan los individuos. La m uert e no est á dirigida al conocim ient o de la verdad. Allí donde el
no se present a com o la desaparición de la exist encia en la espírit u t iene que condenar, el alm a puede aún refugiarse en
nada, sino m ás bien com o la única perfección posible del la com prensión. El conocim ient o procura dist inguir ent re lo
am or y, por lo t ant o, com o el m ás profundo sent ido de est e uno y lo ot ro y elim ina la oposición sólo sobre la base de la
últ im o. “ fría necesidad de las cosas” ; en el alm a se reconcilian
rápidam ent e las oposiciones “ ext ernas” , que se t ransform an
en unidad “ int erna” . Si exist e un alm a fáust ica, occident al y
Mient ras el am or en el art e es elevado a la cat egoría de germ ánica, ent onces pert enece a ella una cult ura fáust ica,
t ragedia, en la vida cot idiana burguesa am enaza con occident al y germ ánica, y en est e caso la sociedad feudal, la
t ransform arse en sim ple deber y hábit o. El am or cont iene en capit alist a, la socialist a, son sólo m anifest aciones de est a
sí m ism o el principio individualist a de la nueva sociedad. alm a y sus crasas oposiciones se disuelven en la herm osa y
Exige exclusividad. Est a exclusividad se m anifiest a en la profunda unidad de la cult ura. La nat uraleza conciliadora del
exigencia de fidelidad incondicionada que, part iendo del alm a, alm a se m uest ra claram ent e cuando la psicología se conviert e
ha de obligar t am bién a los sent idos. Pero la espir it ualización en el Organon de las ciencias del espírit u, sin est ar basada en
de los sent idos pide a ést os algo que no pueden proporcionar: una t eoría de la sociedad que vaya m ás allá de est a cult ura.
escapar al cam bio y a la m odificación e incorporarse a la El alm a t iene una gran afinidad con el hist oricism o. Ya en
unidad e indivisibilidad de la persona. En est e punt o ha de Herder el alm a, liberada del racionalism o, t iene que poder
exist ir una arm onía preest ablecida ent re int erioridad y int uir afect ivam ent e ( einfühlen) t odo: “ para poder int uir t oda
ext erioridad, posibilidad y realidad, que precisam ent e es la nat uraleza del alm a, que dom ina por doquier, que m odela
dest ruida por el principio anárquico de la sociedad. Est a t odas las rest ant es t endencias y fuerzas del alm a y que
cont radicción vuelve falsa la fidelidad excluyent e m ut ilando la colorea hast a la acciones m ás indiferent es, no hay que
sensibilidad, lo que se m anifiest a en la act it ud hipócrit a de la recurrir a las palabras, sino penet rar en la época, en la
pequeña burguesía. región, en t oda la hist oria, hay que int uir e int uir
afect ivam ent e t odo...” ( 27) El alm a, por su caráct er de
int uición universal, rest a valor a la dist inción ent re lo correct o
y lo falso, ent re lo bueno y lo m alo, ent re lo racional y lo
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irracional, proporcionada por el análisis de la realidad social ( y así, su realidad es reducida a un ám bit o que esencialm ent e
con respect o a las posibilidades alcanzadas en la organización no es el de la vida real) . La ej em plificación del ideal cult ural
m at erial de la exist encia. Según Ranke, cada época hist órica en el plano del art e, t iene aquí su razón: la sociedad burguesa
m anifiest a una t endencia diferent e del m ism o espírit u sólo ha t olerado la realización de sus propios ideales en el
hum ano; cada una t iene un sent ido en sí m ism a “ y su valor art e y sólo aquí los ha t om ado en serio, com o exigencia
no se basa en lo que de ella surj a, sino en su propia universal. Lo que en la realidad es considerado com o ut opía,
exist encia, en su propio ser” .( 28) El alm a no dice nada con fant asía o pert urbación est á allí perm it ido. En el art e, la
respect o a la corrección de aquello que represent a. Puede cult ura afirm at iva ha señalado las verdades olvidadas sobre
t ransform ar una m ala causa en un sublim e ( el caso de las cuales, en la vida cot idiana, t riunfa la j ust icia de la
Dost oiev sk i) .( 29) Las alm as profundas y finas pueden est ar al realidad. El m edium de la belleza “ purifica” la verdad y la
m argen de la lucha por un fut uro m ej or del hom bre y hast a alej a del present e. Lo que sucede en el art e no obliga a nada.
adherirse al ot ro bando. El alm a se asust a frent e a la dura Cuando est e m undo bello no es present ado com o algo rem ot o
verdad de la t eoría que señala la necesidad de m odificación ( la obra de art e clásica de la hum anidad vict oriosa, la I figenia
de una form a m iserable de la exist encia: ¡cóm o puede una de Goet he, es un dram a “ hist órico” ) , es desact ualizado por
t ransform ación ext erna decidir acerca de la verdadera obra y gracia de la m agia de la belleza.
subst ancia et erna del hom bre! El alm a se dej a ablandar y
am ansar, obedeciendo a hechos que en últ im a inst ancia
t am poco le int eresan. De est a m anera, el alm a pudo En el m edium de la belleza los hom bres pueden part icipar de
convert irse en un fact or út il de la t écnica del dom inio de las la felicidad. Pero sólo en el ideal del art e la belleza fue
m asas en la época de los est ados aut orit arios en que fue afir m ada con la conciencia t ranquila, pues en realidad aquélla
necesario m ovilizar t oas las fuerzas disponibles en cont ra de t iene un poder peligroso que am enaza la organización ya
una m odificación real de la exist encia social. Con ayuda del dada de la exist encia. El caráct er inm ediat am ent e sensible de
alm a la burguesía de la últ im a época pudo ent errar sus la belleza hace t am bién referencia inm ediat a a la felicidad
ant iguos ideales. Decir que lo que im port a es el alm a, es út il sensible. Según Hum e, una de las caract eríst icas
cuando lo único que int eresa es el poder. fundam ent ales de la belleza es provocar placer: el placer no
es sólo un fenóm eno concom it ant e de la belleza, sino un
elem ent o const it ut ivo de su esencia.( 30) Y según Niet zsche,
Pero lo que realm ent e int eresa es el alm a: la vida no la belleza despiert a la “ dicha afrodisíaca” ; Niet zsche polem iza
expresada, y no realizada del individuo. En la cult ural del cont ra la definición de la belleza de Kant com o aquello que
alm a ent raron - de m anera falsa- aquellas fuerzas y provoca en nosot ros una sensación de agrado no int eresado,
necesidades que no encont raban lugar en la exist encia oponiéndole la frase de St endhal que afirm a que la belleza es
cot idiana. El ideal cult ural recogió el anhelo de una vida “ une prom esse de bonheur” .( 31) Aquí reside el peligro de una
m ej or: de hum anidad, bondad, alegría, verdad, solidaridad. sociedad que t iene que racionalizar y regular la felicidad. La
Pero t odo est o lleva el sello afirm at ivo: pert enece a un m undo belleza es, en verdad, im púdica: ( 32) m uest ra aquello que no
superior, m ás puro, no cot idiano. Todas est as fuerzas son puede ser m ost rado públicam ent e y que a la m ayoría le est á
int ernalizadas com o deberes del alm a individual ( así, el alm a negado. Separado de su vinculación con el ideal, en el ám bit o
debe realizar aquello que cont inuam ent e se viola en la de la pura sensibilidad, la belleza sufre de la desvalorizacion
exist encia ext erna) o son present adas com o obj et os del art e general de est e ám bit o. Liberada de t odas las exigencias
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aním icas y espirit uales, la belleza puede ser gozada, con la producción de placer que no pert enezca, por razones de
conciencia t ranquila, sólo en un cam po exact am ent e “ higiene social” , a la reproducción. Sin em bargo, las clases
delim it ado: sabiendo que de est a m anera uno se relaj a y se desm oralizadas, que conservan form as sem im edievales y que
abandona por un breve t iem po. La sociedad burguesa liberó a han sido desplazadas a las capas m ás inferiores de la
los individuos, pero sólo en t ant o personas que han de sociedad, const it uyen, en est e caso, un recuerdo
m ant enerse disciplinadas. La libert ad dependió desde un prem onit orio. Allí cuando el cuerpo se conviert e en una cosa,
principio, de la prohibición del placer. La sociedad dividida en en una cosa bella, puede presum irse una nueva felicidad. En
clases conoce una sola form a para t ransform ar a los hom bres el caso ext rem o de la cosificación, el hom bre t riunfa sobre
en inst rum ent os de placer: la servidum bre y la explot ación. aquélla. El art e del cuerpo bello, t al com o hoy puede
En el nuevo orden, com o las clases dom inadas no prest an un m ost rarse sólo en el circo, en los variet és y en las revist as,
servicio inm ediat o y personal, sino que son ut ilizadas est a frivolidad desprej uiciada y lúdica, anuncia la alegría por
m ediat am ent e, com o elem ent os de producción de plusvalía la liberación del ideal, a la que el hom bre puede llegar cuando
para el m ercado, se consideró inhum ano ut ilizar el cuerpo de la hum anidad, convert ida verdaderam ent e en suj et o, dom ine
los dom inados com o fuent e de placer y em plear al hom bre a la m at eria. Sólo cuando se suprim a la vinculación con el
direct am ent e com o m edio ( Kant ) ; en cam bio se pensó que la ideal afirm at ivo, cuando se goce de una exist encia sabia, sin
ut ilización de sus cuerpos y de su int eligencia para obt ener racionalización alguna y sin el m enor sent im ient o purit ano de
una m ayor ganancia, era el ej ercicio nat ural de la libert ad. culpa, es decir, cuando se libere a los sent idos de su at adura
Consecuent em ent e, la cosificación en la fábrica se convirt ió en al alm a, surgirá el prim er brillo de ot ra cult ura.
deber m oral de los pobres, pero la cosificación del cuerpo
com o inst rum ent o de placer se volvió algo reprobable, se
t ransform ó en “ prost it ución” . En est a sociedad, la m iseria es Pero, según la cult ura afirm at iva, los ám bit os carent es de
t am bién la condición de la ganancia y del poder. Sin em bargo, alm a, “ desanim ados” , no pert enecen a la cult ura. Al igual que
la dependencia se realiza en el m edium de la libert ad t odos los ot ros bienes de la esfera de la civilización, quedan
abst ract a. La vent a del t rabaj o ha de realizarse sobre la base librados abiert am ent e a las leyes de los valores económ icos.
de la propia decisión del pobre. El pobre realiza su t rabaj o al Sólo la belleza “ anim ada” y su goce “ anim ado” es adm it ido en
servicio de quien le da pan. Su persona en sí, separada de las la cult ura. Com o los anim ales son incapaces de conocer y
funciones socialm ent e valiosas, est e abst ract um , puede gozar la belleza, Shaft esbury deduce que t am poco el hom bre
conservarlo para sí y erigirlo en sant uario. El pobre debe puede, m ediant e los sent idos o m ediant e “ la part e anim al de
m ant ener puro est e sant uario. La prohibición de ofrecer su su ser, com prender y gozar la belleza; el goce de lo bello y lo
cuerpo al m ercado com o inst rum ent o de placer en vez de bueno se realiza de una m anera m ás noble, con la ayuda de
inst rum ent o de t rabaj o, es una de las raíces sociales y lo m ás noble que exist e, de su espírit u y de su razón...
psíquicas fundam ent ales de la ideología burguesa- pat riarcal. Cuando el placer no est á sit uado en el alm a sino en cualquier
En est e punt o se t razan los lím it es de la cosificación y su ot ra part e“ , ent onces “ el goce m ism o, ya no es bello y su
respet o t iene vit al im port ancia para el sist em a. Así pues, expresión carece de encant o y gracia” .( 33) Sólo en el m edium
cuando el cuerpo, en t ant o m anifest ación o deposit ario de la de la belleza ideal, en el art e, puede reproducirse la felicidad,
función sexual, se conviert e en m ercancía, provoca el en t ant o valor cult ural, en el t odo de la vida social. Est o no
desprecio general. Se lesiona el t abú. Est o vale no sólo con sucede en los ot ros dos ám bit os de la cult ura que part icipan
respect o a la prost it ución, sino t am bién con respect o a t oda con el art e en la present ación de la verdad ideal: en la
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filosofía se volvió cada vez m ás desconfiada con respect o a la en sí m ism o la m uert e, hay que et ernizar el inst ant e bello
felicidad; la religión le concedió un lugar sólo en el m ás allá. para hacer posible algo que se parezca a la felicidad. La
La belleza ideal fue la form a baj o la que podía expresarse el cult ura afirm at iva et erniza el inst ant e bello en la felicidad que
anhelo y gozarse de la felicidad; de est a m anera, el art e se nos ofrece; et erniza lo t ransit orio.
convirt ió en precursor de una verdad posible. La est ét ica
clásica alem ana concibió la ( …) belleza y verdad en la idea de
una educación est ét ica del género hum ano. Schille decía que Una de las t areas sociales fundam ent ales de la cult ura
el “ problem a polít ico” de una m ej or organización de la afirm at iva est á basada en est a cont radicción ent re la
sociedad “ debe seguir el cam ino de lo est ét ico porque es la t ransit oriedad desdichada de una exist encia deplorable, y la
belleza la que nos lleva a la libert ad” .( 34) Y en su poem a “ Die necesidad de la felicidad que hace soport able est a exist encia.
Künst ler” ( Los art ist as) expresa la relación ent re la cult ura Dent ro de cada exist encia la solución puede ser sólo aparent e.
exist ent e y la fut ura, en los siguient es versos: “ Was wir als Precisam ent e en est e caráct er de apariencia de la belleza del
Schönheit hier em pfunden, wird einst als Wahrheit uns art e, descansa la posibilidad de la solución. Por una part e, el
ent gegengehn” ( 34 bis) . De acuerdo con la m edida de la goce de la felicidad puede est ar perm it ido sólo baj o una form a
verdad socialm ent e perm it ida y baj o la form a de una felicidad anim izada, idealizada. Por ot ra, la idealización anula el
realizada, el art e es, dent ro de la cult ura afirm at iva, el ám bit o sent ido de la felicidad: el ideal no puede ser gozado; t odo
suprem o y m ás represent at ivo de la cult ura. Niet zsche la placer le es ext raño, dest ruiría el rigor y la pureza que t iene
definió así: “ Cult ura: dom inio del art e sobre la vida” .( 35) ¿Por que poseer en la realidad carent e de ideales de est a sociedad,
qué ha de at ribuirse el art e est e papel ext raordinario? para poder cum plir su función de int ernalización y de
disciplina. El ideal que persigue la persona abnegada que se
coloca baj o el im perat ivo cat egórico del deber ( est e ideal
La belleza del art e - a diferencia de la verdad de la t eoría- es kant iano es sólo la sínt esis de t odas las t endencias
soport able en un present e sin penurias: aun en él puede afirm at ivas de la cult ura) , es insensible a la felicidad; es
proporcionar felicidad. La t eoría verdadera conoce la m iseria y incapaz de generar felicidad o consuelo, ya que no exist e
la desgracia de lo exist ent e. Cuando m uest ra el cam ino de la sat isfacción act ual. Para que el individuo pueda som et erse al
reform a, no nos consuela reconciliándonos con el present e. ideal de una m anera t al que en él crea reencont rar sus
Pero en un m undo desgraciado la felicidad t iene que ser anhelos y necesidades fáct icas com o realizadas y sat isfechas,
siem pre un consuelo: el consuelo del inst ant e bello en la el ideal t iene que t ener apariencia de sat isfacción act ual. Est a
cadena int erm inable de desgracias. El goce de la felicidad est á es la realidad aparent e que ni el filósofo ni la religión pueden
lim it ado al inst ant e de un episodio. Pero el inst ant e lleva alcanzar; sólo el art e lo logra - precisam ent e en el m edium de
consigo la am argura de su desaparición. Y dado el aislam ient o la belleza. Goet he ha dej ado ent rever est e papel engañoso y
de los individuos solit arios, no hay nadie que conserve la reconfort ant e de la belleza: “ El espírit u hum ano se encuent ra
propia felicidad después de la desaparición del inst ant e, nadie en una sit uación est upenda cuando honra, cuando adora,
que no caiga en el m ism o aislam ient o. Est a t ransit oriedad, cuando ensalza un obj et o, ensalzándose a sí m ism o; pero
que no dej a t ras sí la solidaridad de los sobrevivient es, est a sit uación no dura m ucho t iem po. Muy pront o los
necesit a ser et ernizada para poder ser soport able, pues se concept os generales lo dej an frío, el ideal lo eleva por encim a
repit e en cada inst ant e de la exist encia y anuncia al m ism o de sí m ism o; pero ent onces desea volver a t enerse a sí
t iem po la m uert e en cada inst ant e. Porque cada inst ant e lleva m ism o, a sent ir aquella sim pat ía por lo individual, sin recaer
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en aquella lim it ación y sin perder t am poco lo im port ant e, lo felicidad: hay una part e de la felicidad t errenal en las obras
que eleva el espírit u. ¡Qué sería de él en est a sit uación si no del gran art e burgués, aun cuando aquéllas se refieren al
int erviniese la belleza y solucionase felizm ent e el enigm a! Ella cielo. El individuo goza la felicidad, el bien, el esplendor y la
es la que da a la ciencia vida y calor y al suavizar lo paz, la alegría t riunfant e; goza t am bién el dolor y la pena, la
im port ant e, lo sublim e, y al derram ar su am brosía celest ial, crueldad y el crim en. Experim ent a una liberación. Y encuent ra
nos lo acerca nuevam ent e. Una bella obra de art e ha com prensión y respuest a para sus inst int os y exigencias. Se
recorrido t odo el cam ino y es ent onces, nuevam ent e, una produce una quiebra privada de la cosificación. En el art e no
especie de individuo al que abrazam os con sim pat ía, del que es necesario hacer j ust icia a la realidad: aquí lo que int eresa
podem os apropiarnos.” ( 36) es el hom bre, no su profesión o su posición social. La pena es
la pena y la alegría, alegría. El m undo aparece ot ra vez com o
lo que es por det rás de la form a de m ercancía: un paisaj e es
En est e cont ext o lo decisivo no es que el art e represent e la realm ent e un paisaj e, un hom bre realm ent e una cosa.
realidad ideal, sino que la present e com o realidad bella. La
belleza proporciona al ideal el caráct er am able, espirit ual, y
sedant e de la felicidad. Ella es la que proporciona la En aquella form a de exist encia que corresponde a la cult ura
apariencia del art e al despert ar en el m undo de la apariencia afirm at iva “ la felicidad de la exist encia... es sólo posible com o
la im presión de fam iliaridad, de act ualidad, es decir, de felicidad en la apariencia” .( 37) Pero la apariencia t iene un
realidad. Gracias a la apariencia, hay algo que aparece: en la efect o real: produce sat isfacción. Sin em bargo, su sent ido es
belleza de la obra de art e, por un inst ant e, el anhelo queda m odificado fundam ent alm ent e: la apariencia se pone al
colm ado, quien la cont em pla sient e felicidad. Y una vez que servicio de lo exist ent e. La idea rebelde se t ransform a en
est a belleza t iene la form a de la obra de art e, es posible palanca de j ust ificación. El hecho de que exist a un m undo
repet ir siem pre est e inst ant e bello: la obra de art e lo vuelve m ás elevado, un bien superior al de la exist encia m at erial,
et erno. El hom bre puede siem pre reproducir, en el goce ocult a la verdad de que es posible crear una exist encia
est ét ico, est a felicidad. m at erial m ej or en la que t al felicidad se conviert e en un
m edio de ordenación y m oderación. El art e, al m ost rar la
belleza com o algo act ual, t ranquiliza el anhelo de los
La cult ura afirm at iva fue la form a hist órica baj o la cual se rebeldes. Conj unt am ent e con los ot ros ám bit os de la cult ura
conservaron, por encim a de la reproducción m at erial de la cont ribuye a la gran función educat iva de est a cult ura:
exist encia, las necesidades del hom bre. Y en est e sent ido disciplinar de t al m anera al individuo - para quien la nueva
puede decirse, lo m ism o que con respect o a la form a de la libert ad había t raído una nueva form a de servidum bre- que
realidad social a la que pert enece, que t am bién t iene algo de sea capaz de soport ar la falt a de libert ad de la exist encia
razón. En verdad, la cult ura afirm at iva ha liberado a las social. La oposición m anifiest a ent re las posibilidades de una
“ relaciones ext ernas” de la responsabilidad por el dest ino del vida rica, descubiert as precisam ent e con la ayuda del
hom bre - de est a m anera est abiliza su inj ust icia- , pero al pensam ient o m oderno, y la realidad precaria de la vida,
m ism o t iem po, le cont rapone la im agen de un orden m ej or, im pulsó siem pre a est e pensam ient o a int ernalizar sus propias
cuya realización se encom ienda al present e. La im agen est á pret ensiones, a sopesar sus propias consecuencias. Fue
deform ada y est a deform ación falsea t odos los valores necesaria una educación secular para hacer soport able est e
cult urales de la burguesía. Sin em bargo, es una im agen de la enorm e shock cot idiano: por una part e, la prédica
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perm anent e de la libert ad, la grandeza y la dignidad de la felicidad. Est a felicidad no puede violar las leyes del
inalienables de la persona, del dom inio y la aut onom ía de la orden exist ent e, y t am poco necesit a violarlas; debe ser
razón, de la bondad, de la hum anidad, del am or realizada en su inm anencia. La personalidad, que ha de ser,
indiscrim inado a los hom bres, de la j ust icia, y por ot ra part e, con la realización de la cult ura afirm at iva, el bien suprem o del
la hum illación general de la m ayor part e de la hum anidad, la hom bre, t iene que respet ar los fundam ent os de lo exist ent e;
irracionalidad del proceso social de la vida, el t riunfo del el respet o por las relaciones de poder ya dadas, es una de sus
m ercado de t rabaj o sobre la hum anidad, de la ganancia sobre virt udes. Sus prot est as han de ser m edidas y prudent es.
al am or al hom bre. “ Sobre el t erreno de la vida em pobrecida
ha crecido t odo un conj unt o de falsificaciones baj o la form a de
la t rascendencia y del m ás allá.” ( 38) Pero al inj ert ar la No siem pre ha sido así. Ant es, en el com ienzo de la nueva
felicidad cult ural en la desgracia, al “ anim izar” los sent idos, se época, la personalidad present aba una cara diferent e.
at enúa la pobreza y la precariedad de est a vida, Pert enecía, por lo pront o - al igual que el alm a, de la que
convirt iéndola en una “ sana” capacidad de t rabaj o. Est e es el debía ser la m ás perfect a encarnación hum ana- a la ideología
verdadero m ilagro de la cult ura afirm at iva. Los hom bres de la liberación burguesa del individuo. La persona era la
pueden sent irse felices, aun cuando no lo sean en absolut o. fuent e de t odas las fuerzas y propiedades que capacit an al
La apariencia vuelve incorrect a la afirm ación de la propia individuo para convert irse en señor de su dest ino y organizar
felicidad. El individuo, reducido a sí m ism o, aprende a su m undo en t orno de acuerdo con sus necesidades. Jakob
soport ar y, en ciert o m odo, a am ar su propio aislam ient o. La Burckhardt ha present ado est a idea de personalidad en su
soledad fáct ica se eleva a la cat egoría de soledad m et afísica y concept o del “ uom o universale” del renacim ient o.( 39) Cuando
recibe, en t ant o t al, la bendición de la plenit ud int erna a pesar se hacía referencia al individuo com o personalidad se quería
de la pobreza ext erna. La cult ura afirm at iva reproduce y dest acar de est a m anera que t odo lo que había hecho de sí lo
sublim iza con su idea la personalidad, el aislam ient o y el debía sólo a sí m ism o, no a sus ant epasados, a su t est am ent o
em pobrecim ient o social de los individuos. social o a su Dios. La caract eríst ica de la personalidad no era
sólo espirit ual ( un “ alm a bella” ) , sino m ás bien el poder, la
influencia, la fam a - un ám bit o vit al para su act uar lo m ás
La personalidad es el deposit ario del ideal cult ural. La am plio y pleno posible. En el concept o de personalidad,
personalidad t iene que pr esent ar la felicidad, t al com o est a represent at ivo de la cult ura afirm at iva a part ir de Kant , ya no
cult ura la proclam a, com o bien suprem o: la arm onía privada hay huella alguna de est e act ivism o expansivo. La
en m edio de la anarquía general, la alegre act ividad en m edio personalidad es dueña de su exist encia sólo en t ant o suj et o
del t rabaj o am argo. Est a personalidad recoge en sí t odo lo aním ico y ét ico. “ La libert ad e independencia del m ecanism o
bueno y rechaza o ennoblece lo m alo. No int eresa que el de t oda la nat uraleza” que ha de caract erizar su esencia( 40) ,
hom bre viva su vida; lo que im port a es que viva t an bien es sólo una libert ad int eligible que acept a las circunst ancias
com o sea posible. Est e es uno de los lem as de la cult ura vit ales dadas com o m at eria del deber. El ám bit o de la
afirm at iva. Por “ bien” se ent iende aquí esencialm ent e la realización ext erna se vuelve m uy pequeño, m ient ras que el
cult ura m ism a: part icipación en los valores aním icos y de la realización int erna es m uy grande. El individuo ha
espir it uales, int egración de la exist encia individual con la aprendido a plant earse, ant e t odo, las exigencias a sí m ism o.
hum anidad del alm a y con la am plit ud del espírit u. La El dueño del alm a se ha vuelt o m ás am bicioso en lo int erno y
felicidad del placer no racionalizado queda elim inada del ideal m ás m odest o en lo ext erno. La persona ya no es el t ram polín
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para el at aque del m undo, sino una línea de ret aguardia bien La lucha abiert a del est ado aut orit ario en cont ra de los
prot egida, det rás del frent e. En su int erioridad, en t ant o “ ideales liberales” de hum anidad, individualidad, racionalidad,
persona ét ica, posee lo único que el individuo no puede en cont ra del art e y la filosofía idealist as, no puede ocult ar el
perder.( 41) Es la fuent e, ya no de la conquist a, sino del hecho de que aquí se t rat a de un proceso de aut oelim inación.
renunciam ient o. Personalidad es, sobre t odo, el hom bre que Así com o la t ransform ación social en la organización de la
renuncia, el que im pone su propia realización dent ro de las dem ocracia parlam ent aria al convert irse en est ado aut orit ario
circunst ancias ya dadas por m ás pobres que ést as sean. Es el de un Führer es sólo una t ransform ación dent ro del orden
que encuent ra su felicidad en lo exist ent e. Pero aún en est a exist ent e, así t am bién la t ransform ación cult ural del idealism o
form a t an em pobrecida, la idea de personalidad cont iene un liberal en el “ realism o heroico” se realiza dent ro de la cult ura
m om ent o progresist a, que en últ im a inst ancia se ocupa del afirm at iva; se t rat a de una nueva m anera de asegurar las
individuo. La singularización cult ural de los individuos ant iguas form as de la exist encia. La función fundam ent al de
encerrados en sí m ism os, las personalidades que llevan en sí la cult ura sigue siendo la m ism a; sólo cam bian las form as
su propia realización, corresponden, con t odo, al m ét odo com o est a función se realiza.
liberal de disciplina, que exige que no haya dom inio alguno
sobre un det erm inado cam po de la vida privada. Dej a que el
individuo com o persona siga exist iendo en la m edida en que La ident idad del cont enido, a pesar del cam bio t ot al de la
no pert urbe el proceso del t rabaj o y dej e librado a las leyes form a, se m uest ra de m anera m uy clara en la idea de
inm anent es de est e proceso, a las fuerzas económ icas, la int ernalización. La int ernalización: la t ransform ación de los
int egración social de los hom bres. inst int os y fuerzas explosivas del individuo en lo aním ico, ha
sido una de las palancas m ás fuert es para im poner
disciplina.( 42) La cult ura afirm at iva había superado los
3 ant agonism os sociales en una abst ract a generalidad int erna:
en t ant o persona, en su libert ad y dignidad aním ica, los
individuos t ienen el m ism o valor; m uy por encim a de las
Todo est o se m odifica cuando para la conservación de la oposiciones fáct icas se encuent ra el reino de la solidaridad
form a exist ent e, del proceso del t rabaj o ya no es suficient e cult ural. Est a abst ract a com unidad int erna ( abst ract a, porque
una sim ple m ovilización parcial ( en la que la vida privada del dej a subsist ent es las cont radicciones reales) se conviert e, en
individuo perm anece en reserva) sino que es necesaria una el últ im o período de la cult ura afirm at iva, en una com unidad
“ m ovilización t ot al” en la que el individuo, en t odas las ext erna igualm ent e abst ract a. El individuo es sit uado en una
esferas de su exist encia, t iene que ser som et ido a la disciplina colect ividad falsa ( raza, pueblo, sangre y t ierra) . Pero est e
del est ado t ot alit ario. Ent onces la burguesía ent ra en conflict o vuelco hacia lo ext erno t iene la m ism a función que la
con su propia cult ura. La m ovilización t ot al de la época del int ernalización: renunciam ient o e int egración en lo exist ent e,
capit alism o m onopolist a no es conciliable con aquel m om ent o que se vuelve soport able m ediant e una apariencia real de
progresist a de la cult ura, que est aba cent rado alrededor de la sat isfacción. La cult ura afirm at iva ha cont ribuido en gran
idea de personalidad. Com ienza la aut oelim inación m edida a que el individuo, liberado desde hace m ás de cuat ro
( Selbst aufhebung) . siglos, m arche t an bien en las filas com unit arias del est ado
t ot alit ario. Los nuevos m ét odos usados para im poner
disciplina no son posibles si no se elim inan los m om ent os
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progresist as cont enidos en los est adios ant eriores de la “ con alm a” se som et e m ás fácilm ent e, se inclina con m ás
cult ura. Vist a desde la últ im a et apa del desarrollo, la cult ura hum ildad ant e el dest ino, obedece m ej or a la aut oridad.
de aquellos est adios se present a com o un pasado feliz. Pero si Conserva para sí t odo el reino de su alm a y puede rodearse
la t ransform ación aut orit aria de la exist encia beneficia de de un nim bo t rágico y heroico. Lo que se puso en m archa
hecho sólo los int ereses de grupos sociales m uy pequeños, desde Lut ero: la educación int ensiva para la libert ad int erna,
señala t am bién el cam ino sobre el que ha de m ant enerse el produce sus m ej ores frut os cuando la libert ad int erna se
t odo social en la sit uación m odificada; en est e sent ido conviert e en la falt a de libert ad ext erna. Mient ras que el
represent a - de m anera deficient e y con la crecient e desgracia espírit u es obj et o del odio y del deprecio, el alm a sigue siendo
de la m ayoría- los int ereses de t odos los individuos cuya valiosa. Hast a se llega a obj et ar al liberalism o que para él ya
exist encia est á vinculada a la conservación de est e orden. no significan nada el alm a y el cont enido ét ico; se celebra
Est e es precisam ent e aquel orden al que est aba ligada com o “ la not a m ás profundam ent e espirit ual del art e clásico”
t am bién la cult ura idealist a. En est a doble escisión se basa, la “ grandeza del alm a y la fuert e personalidad” , “ la am pliación
en part e, la debilidad con la que la cult ura prot est a hoy cont ra del alm a al infinit o” .( 43) Las fiest as y celebraciones del
su nueva form a est ado t ot alit ario, su pom pa y sus rit os, los discursos de sus
j efes, se dirigen siem pre al alm a. Van al corazón, aún cuando
se refieran al poder.
Hast a qué punt o la int erioridad idealist a est á relacionada con
la ext erioridad heroica, se m uest ra en la posición front al,
com ún a am bas, en cont ra del espírit u. La supervaloración del La im agen de la form a heroica de la cult ura afirm at iva ha sido
espírit u, que fuera caract eríst ica en algunos ám bit os y esbozada m uy claram ent e en la época de la preparación
represent ant es de la cult ura afirm at iva, est uvo siem pre ideológica del est ado t ot alit ario. Se at aca la “ act ividad de
acom pañada por un profundo desprecio del espírit u en la m useo” y las form as grot escam ent e edificant es que aquel
praxis burguesa, que encont ró su j ust ificación en la había adopt ado.( 44) Est a act ividad cult ural es j uzgada y
despreocupación de la filosofía por los problem as reales del rechazada desde el punt o de vist a de las exigencias de la
hom bre. Pero t am bién por ot ras razones, la cult ura afirm at iva m ovilización t ot al. Est a act ividad “ no represent a ot ra cosa que
fue esencialm ent e una cult ura del alm a, no del espírit u. El el últ im o oasis de la seguridad burguesa. Proporciona el
espírit u, aún allí, en donde no había ent rado en decadencia, recurso aparent em ent e m ás plausible m ediant e el cual es
fue siem pre algo sospechoso: es m ás aprehensible, m ás posible sust raerse a la decisión polít ica.” La propaganda
exigent e y m ás real que el alm a; es difícil ocult ar su claridad cult ural es “ una especie de opio m ediant e el cual se encubre
crít ica y su racionalidad, su oposición a la fact icidad irracional. el peligro y se despiert a la conciencia engañosa de un orden.
Hegel no encaj a bien en el est ado aut orit ario.Hegel era Pero est e es un luj o insoport able en una sit uación en la que lo
part idario del espírit u; los que vinieron después han sido que hace falt a no es hablar de t radiciones, sino crear
part idarios del alm a y del sent im ient o. El espírit u no puede t radición. Vivim os en un período de la hist oria en el que t odo
sust raerse a la realidad sin anularse a sí m ism o; el alm a depende de una inm ensa m ovilización y concent ración de las
puede y debe hacerlo. Y, precisam ent e, por est ar sit uada m ás fuerzas disponibles” .( 45) ¿Movilización y concent ración para
allá de la econom ía puede est a últ im a dom inarla t al qué? Lo que Ernst Jünger define com o la salvación de la
fácilm ent e. Su valor consist e precisam ent e en no est ar “ t ot alidad de nuest ra vida” , com o la creación de un m undo
som et ida a la ley de los valores ( económ icos) . El individuo heroico de t rabaj o, se revela después, cada vez con m ayor
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claridad com o la t ransform ación de t oda la exist encia al de bat alla, com o fuego y m ovim ient o.” ( 49) El cult o idealist a
servicio de los int ereses económ icos m ás fuert es. Tam bién de la int erioridad y el cult o heroico del est ado est án al servicio
desde aquí se det erm inan las exigencias de una nueva de órdenes de la exist encia social que son fundam ent alm ent e
cult ura. La necesaria int ensificación y expansión de la idént icos. El individuo es sacrificado t ot alm ent e en aras de
disciplina del t rabaj o present a a t oda ocupación con los est e orden.Si la ant erior form ación cult ural t enía que
“ ideales de una ciencia obj et iva y de un art e que exist e sólo sat isfacer el deseo personal de felicidad, ahora la felicidad del
por sí m ism o” com o pérdida de t iem po; est a int ensificación individuo t endrá que desaparecer en aras de la grandeza del
hace deseable aligerar el last re en est e ám bit o. “ Toda nuest ra pueblo. Si ant eriorm ent e la cult ura había apaciguado en una
llam ada cult ura” no puede im pedir que el m ás pequeño de apariencia real la pret ensión de felicidad, el individuo t endrá
nuest ros est ados front erizos viole nuest ro t errit orio” ; pero ahora que aprender que no debe hacer valer sus exigencias
est o es precisam ent e lo que int eresa. El m undo debe saber personales de felicidad: “ El crit erio est á dado por la form a de
que el gobierno no dudará un inst ant e en rem at ar t odos los vida del t rabaj ador; no int eresa m ej orar est a form a de vida,
t esoros art íst icos de los m useos y venderlos al m ej or post or sino proporcionarle un sent ido suprem o, fundam ent al.” ( 50) .
cuando la defensa así lo exij a.( 46) La nueva cult ura que Tam bién aquí la “ form ación cult ural” ha de reem plazar a la
reem plazará a la ant erior t endrá t am bién que coincidir con t ransform ación. Así pues, est a reducción de la cult ura es una
est a concepción. Est ará represent ada por caudillos j óvenes y expresión de la gran agudización de t endencias que desde
desaprensivos. “ Cuant o m enos cult ura, en el sent ido habit ual hacía t iem po se encont raban en la base de la cult ura
de la palabra, posea est e grupo social, t ant o m ej or será” .( 47) afirm at iva. Su verdadera superación no conducirá a una
Las insinuaciones cínicas de Jünger son algo vagas y se reducción de la cult ura en general, sino a una elim inación de
lim it an sobre t odo, al art e. “ Así com o el vencedor es quien su caráct er afirm at ivo. La cult ura afirm at iva era la im agen
escribe la hist oria, es decir, quien crea su propio m it o, así opuest a de un orden en el que la reproducción m at erial de la
t am bién es el vencedor quien det erm ina qué es lo que ha de vida no dej aba ni espacio ni t iem po para aquellos ám bit os de
ser considerado com o art e” .( 48) Tam bién el art e t iene que la exist encia que los ant iguos llam aban “ lo bello” . Uno se ha
ponerse al servicio de la defensa nacional de la disciplina acost um brado a considerar que t oda la esfera de la
m ilit ar y t écnico- laboral ( Jünger ( …) : la elim inación de los reproducción m at erial est á esencialm ent e vinculada a la lacra
grandes m onoblocks para disem inar a las m asas en caso de de la m iseria, de la brut alidad y de la inj ust icia, y a renunciar
guerra y de revolución; la organización m ilit ar del paisaj e, a t oda pret ensión de suprim irlas o de prot est ar cont ra ellas. El
et c.) . En la m edida en que est a cult ura ha de apunt ar al punt o de part ida de t oda la filosofía t radicional de la cult ura:
enriquecim ient o, em bellecim ient o y seguridad del est ado la dist inción ent re cult ura y civilización, y la separación de
t ot alit ario, lleva consigo los signos de su función social: aquella de los procesos m at eriales de la vida, se basa en el
organizar la sociedad de acuerdo con el int erés de algunos reconocim ient o que t iende a et ernizar aquella relación
pocos grupos económ icam ent e m ás poderosos; hum ildad, hist órica. Met afísicam ent e est o se disculpa con aquella t eoría
espírit u de sacrificio, pobreza y cum plim ient o del deber por de la cult ura que afirm a que hay que “ m at ar hast a ciert o
una part e, volunt ad suprem a del poder, im pulso de punt o” la vida para “ lograr bienes que valgan por sí
expansión, perfección t écnica y m ilit ar por la ot ra. “ La m isión m ism os” .( 51)
de la m ovilización t ot al es la t ransform ación de la vida en
energía, energía que se m anifiest a en la econom ía, en la
t écnica y en el t ráfico, en el girar de las ruedas y, en el cam po
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La reincorporación de la cult ura a los procesos m at eriales de cult ura perderá su obj et o. La afirm ación de que la cult ura se
la vida es considerada com o un pecado cont ra el espírit u y ha vuelt o hoy innecesaria, cont iene un elem ent o dinám ico.
cont ra el alm a. En realidad, reincorporación sería la Sólo que la falt a de obj et o de la cult ura en el est ado
m anifest ación expresa de algo que ya se había im puest o aut orit ario no result a de la sat isfacción de la conciencia de
ciegam ent e desde hacía ya t iem po, desde el m om ent o en que que el m ant ener despiert o el deseo de sat isfacción es algo
no sólo la producción, sino t am bién la recepción de los bienes peligroso en la sit uación act ual. Si la cult ura ha de est im ular
cult urales se encuent ran baj o el dom inio de la ley de los no sólo los anhelos, sino t am bién su realización, ent onces no
valores económ icos. Y sin em bargo, el reproche cont iene algo podrá t ener aquellos cont enidos que en t ant o t ales t ienen ya
de verdad: la reincorporación se ha valorizado hast a ahora un caráct er afirm at ivo. La grat it ud será quizás ent onces su
sólo baj o las form as del ut ilit arism o. El ut ilit arism o es sólo el verdadera esencia t al com o Niet zsche lo afirm ará con relación
reverso de la cult ura afirm at iva. Lo “ út il” es ent endido aquí a t odo art e ( …) ( 52) La belleza deberá encont rar ot ra
com o la ut ilidad del hom bre de negocios, que incluye la encarnación si es que no ha de ser sólo apariencia real, sino
felicidad en la cuent a de los gast os inevit ables: com o diet a y expresar la realidad y la alegría. Sólo la cont em plación
descanso. La felicidad es calculada, desde el prim er m om ent o, hum ilde de algunas est at uas griegas, la m úsica de Mozart y
por su ut ilidad, al igual que la posibilidad de ganancias en los del viej o Beet hoven nos dan una idea aproxim ada de est as
negocios es calculada en relación con los riesgos y con los posibilidades. Pero quizás la belleza y su goce no
cost os y, de est a m anera, queda est recham ent e vinculada a correspondan ya al art e. Quizás el art e en t ant o t al pierda
los principios económ icos de est a sociedad. En el ut ilit arism o t odo obj et o. Desde hace por lo m enos un siglo su exist encia
el int erés del individuo se une a los int ereses fundam ent ales para el burgués est aba lim it ada a los m useos. El m useo era el
del orden exist ent e. Su felicidad es inofensiva. Y conserva lugar m ás adecuado para reproducir en el individuo la lej anía
est e caráct er hast a en la organización del ocio im puest a por el de la fact icidad, la elevación consoladora en un m undo m ás
est ado t ot alit ario. Ent onces se organiza la alegría perm it ida. digno, lim it ada t em poralm ent e, a la vez, a los días de fiest a.
El paisaj e idílico, el lugar de la felicidad dom inical, se El m anej o casi sagrado de los clásicos t enía t am bién caráct er
t ransform a en cam po de ej ercicios físicos, la excursión de m useo: la dignidad de aquellos apaciguaba cualquier
pequeño- burguesa a la cam paña, en deport e al aire libre. El im pulso explosivo. No había por qué t om ar dem asiado en
caráct er inofensivo de la felicidad crea su propia negación. serio lo que un clásico había dicho o hecho: pert enecía a ot ro
m undo y no podía ent rar en conflict o con el m undo act ual. La
polém ica del est ado aut orit ario en cont ra de t oda act ividad
Desde el punt o de vist a de los int ereses del orden exist ent e, “ de m useo” encierra algo de verdad; pero cuando el est ado
la superación real de la cult ura afirm at iva t iene que parecer t ot alit ario com bat e las “ form as grot escas de edificación
ut ópica: est a superación est á m ás allá de la sociedad a la que m oral” quiere t an sólo colocar m ét odos m ás act uales de
la cult ura había est ado hast a ahora vinculada. En la m edida afirm ación que reem placen a los ant icuados.
en que la cult ura ha sido incorporada al pensam ient o
occident al com o cult ura afirm at iva, la superación y
elim inación del caráct er afirm at ivo provocará la elim inación de Todo int ent o de esbozar la im agen opuest a a la cult ura
la cult ura en t ant o t al. En la m edida en que la cult ura ha dado afirm at iva t ropieza con el clisé inext irpable del paraíso
form a a los anhelos e inst int os del hom bre que no obst ant e t errenal. Pero con t odo, es siem pre m ej or acept ar est e clisé y
poder ser sat isfechos, perm anecen de hecho insat isfechos, la no aquel de la t ransform ación de la t ierra en una gigant esca
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fábrica de educación popular, que parece subyacer en algunas elim inación de la cult ura afirm at iva no elim inará la
t eorías de la cult ura. Se habla de la “ universalización de los individualidad, sino que la realizará. Y “ si alguna vez som os
valores cult urales” , del “ derecho de t odo el pueblo a los felices no podrem os m enos que est im ular la cult ura” .( 56)
bienes de la cult ura” , de “ m ej orar la educación corporal,
espirit ual y m oral del pueblo” .( 53) Pero est o significaría t an
sólo convert ir la ideología de una sociedad com bat ida en la
form a conscient e de vida de ot ra, erigir en una nueva virt ud
un defect o.
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( 15) Cfr. la respuest a de Descart es a las obj eciones de Gassendi a la
N OTAS segunda m edit ación ( Medit at ione?? uber die Grundlagen der
Philosophie, t rad. alem ana de A. Buchenau, Leipzig., 1915, p. 327 y s.) .
( 16) Kant , Krit ik des reinen Vernunft, Werke, t . I I I , p. 567.
( 2) Plat ón, República, 525 y 553 ( t rad. alem ana de Schleierm acher)
( 17) Die philosophischen. Haupt eoriesunpen I m m anuel Kant s, ed. A.
( 3) Plat ón, op. cit . 581. Kowalewski, Munchen, - Leipzig, 1924, p. 602.
( 4) Plat ón, Leyes, 831. Cfr. J. Brake, Wirlschaft en und Charakt er in der ( 18) Marx, Das Kapit al, ed. Meissner, Ham burg, t . I ., p. 326.
ant iken Bildung, Frankfurt a. M., 1935, p. 124 y ss.
( 19) Hegel, Encyklopädie der philosophischen Wisserdechaft en, t . I I ,
( 5) Cfr. St udien über die Aut orit ät und Fam ilie, Scrift en des I nst it ut s für # 388.
Sozialforschung, t . V, París, 1936, p. 7 y ss.
( 20) I bídem , # 387.
( 6) O. Spengler concibe la relación ent re civilización y cult ura no com o
sim ult ánea, sino com o una “ sucesión orgánica necesaria” : la civilización ( 21) O. Spengler, op. cit . p. 406.
es el dest ino inevit able y el final de t oda cult ura (Des Unt ergang des ( 22) Es caract eríst ica la int roducción del concept o del alm a en la
Abendlandes, t . I , 23a edic., München, 1920, p. 48 y sg.) . Con esa psicología de Herbart : el alm a no est á “ en ninguna part e ni en ningún
reform ulación no se alt era nada en la valoración t radicional de la cult ura lugar” , “ no t iene ni disposición ni capacidad para recibir o para producir
y la civilización, indicada m ás arriba. algo” . “ La esencia sim ple del alm a es t ot alm ent e desconocida y lo será
( 7) La Met t rie, Discours sur le bonheur. Ocuvres philosophiques, Berlín, siem pre; no es un obj et o ni de la psicología especulat iva, ni de la
1775, t . I I , p. 102. em pírica” ( Herbart , Lehrbuch zur Psychologie, § 150- 1553; Säm t liche
Werk e, publicadas por Hart enst ein, t . V, Leipzig, 1850, p. 108 y ss.
( 8) Op. cit ., p. 86 y ss.
( 23) W. Dilt hey, al hablar de Pet rarca. En: Welt anschanung und Analyse
( 9) Herder, I deen zur l’hilosophie der Geschicht e der Menschheit, libro des Menschen seit Renaissance und Reform at ion, Gesam m elt e Schrift en,
15, sección 1 ( Werke, ed. por Bernhe Suphan, Berlín, 1877- 1913, t . t . I I , Leipzig, 1914. p. 20. Cfr. el análisis de Dilt hey, del paso de la
XI V, p. 208) . psicología m et afísica a la psicología “ descript iva y analít ica” en L. Vives,
op. cit . p. 423 y ss.
( 10) Op. cit ., libro 4, sección 6 ( Werk e, t . XI I I , p. 154) .
( 24) Loc. cit . p. 18.
( 11) Op. cit , libro 15, sección 1 ( Werk e, t . XI V, p. 209) .
( 25) O. Spengler, loc. cit . p. 407.
( 12) Kant , I deen zur einer allgem einen Geschicht e in welt bürgerlicher
Absicht , parágrafo 3 ( Werk e, ed. Cassirer, Berlín 1912, t . I V, p. 153) . ( 26) Herder, Abhandlug über den Ursprung der Sprache 2a part e, 4a ley
nat ural ( Werk e, t . V, p. 135) .
( 13) Alfred Weber, Prinzipielles zur Kult ursoziologie, en: Archiv für
Sozialwissenschaft , t . 47, 1920/ 24, p. 29 y s.Cfr. G. Sim m el, Der Begriff ( 27) Herder, Auch eine Philosophie der Geschicht e zur Bildung der
und die Tragedie der Kult ur, en donde “ el cam ino del alm a hacia sí Menschheit , Werke, t . V., p. 503.
m ism a” es descript o com o el hecho en que se basa la cult ura
( Philosophische Kult ur, Leipzig, 1919, p. 222) . O. Spengler define a la ( 28) Ranke, Uber die Epochen der neueren Geschicht e, 1a conferencia
cult ura com o “ la realización de las posibilidades anim ales” (Der ( Das polit ische Gespräch und andere Schrift en zur Wissenschaft slehre,
Unt ergang des Abendlandes, t . I , p. 418) . ed. Erich Rot hacker, Halle, 1925, p. 61 y ss.) .
( 14) Descart es, Uber die Leidenschaft en der Secle, art . VI I . ( 29) Con respect o al caráct er quiet ist a de los post ulados aním icos en
Dost oievski, cfr. L. Löwent hal, Die Auffassung Dost oiewskis im
Vorkriegdeut schland, año III ( 1934) de la Zeit schrift für
Sozialforschung, p. 363.
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( 30) D. Hum e, A. Treat ise of Hum an Nat ure, libro I I , part e 1, sección ( 44) Ernst Jünger, Der Arbeit er. Herrschaft und Gest alt. 2a ed.,
VI I I ( ed. L. A. Selby - Riuge, Oxford, 1928, p.p. 301) . Ham burg, 1932, p. 196.
( 31) Niet zsche, Werk e, Grossokt avausgabe, 1917, t . XVI , p. 233 y t . ( 45) Op. cit . p. 199.
VI I , p. 404.
( 46) Op. cit . p. 200.
( 32) Goet he, Faust I I , Phorklas: “ Alt ist das Wort doch bleibet hoch und
( 47) Op. cit . p. 203.
wahr der Sinn. Das Scham und Schönheit nie zusam m en Hand in Hand
Den Weg verfoigen über der Erde grunen Pfad” (Werk e, Cot t asche ( 48) Op. cit . p. 204.
Jubiläum sausgabe, t . XI I I , p. 159) . ( “ Viej o es el dicho pero aún encierra
Una verdad lozana cuando reza. Que j unt os la vergüenza y la belleza ( 49) Op. cit . p. 210.
Nunca van por la senda de la t ierra.” ) . ( 50) Op. cit . p. 201.
( 33) Shaft esbury, Die Moralist en, 3a part e, 2a sección ( t rad. alem ana de ( 51) H. Rickert . Lebenswert e und Kult urwerle, en: Logos, t . I I , 1911/ 12,
Karl Wolff, Jena, 1910, p. 151 y ss.) . p. 154.
( 34) Uber die ast helische Erziehung des Menschen, final de la segunda ( 52) Wer ke, t . VI I I , p. 50.
cart a.
( 53) Program a del Part ido Socialdem ócrat a Alem án de 1921 y del
( 34 bis) “ Lo que sent im os aquí com o belleza, se nos dará alguna vez Part ido Popular de Saj onia de 1866.
com o verdad” .
( 54) K. Kaut sky, Die m at erialist ische Geschicht sauffasrung, Berlín,
( 35) Niet zsche, Wer ke, t . X., p. 245. 1927, t . I I , pp. 819 y 837.
( 36) Goet he, Der Sam m ler und die Seinigen ( al final de la 6a cart a) . ( 55) Op. cit . p. 824.
( 37) Niet zsche, Wer ke, t ., p. 366. ( 56) Niet zsche, Wer ke, t . XI , p. 241.
( 38) Niet zsche, Wer ke, t . VI I I , p. 41.
( 39) Die Kult ur der Renaissance in I t alien, 11a ed. de L. Geiger, Leipzig,
1913; especialm ent e t . 1 p. 150 y ss.
( 40) Kant , Krit ik der prakt ischen Ternunft, 1a part e, libro I , capít ulo 3,
Werk e, t . V. p. 95.
( 41) Est a idea que subyace al concept o de personalidad ha sido
expresada por Goet he de la siguient e m anera: “ Man m äkelt and der
Personlichkeit , vernunft ig ohne Schou: Was habt denn ihr aber was euch
erfrent . Als eure liebe Persönlichkeit ! Sie sei auch sie sei.” (Zahm e
Xenien, Werke, t . I V, p. 54) . ( “ Uno se quej a de la personalidad,
razonablem ent e, sin respet o. ¡Qué t enéis, sin em bargo, que pueda
alegraros, salvo vuest ra bienam ada personalidad, cualquiera que ést a
sea! ” ) .
( 42) Cfr. Zeit schrift für Sozialforschung, año V, 1936, p. 219 y ss.
( 43) Walt er St ank, Grundlage nazionalsozialist ischer Kult urpflege,
Berlín, 1935, pp. 13 y 43.
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