Apunte Penal Tercera Parte
Apunte Penal Tercera Parte
Apunte Penal Tercera Parte
La legítima defensa es un supuesto de excepción contemplado en la ley de ejercer defensa por mano propia
bajo determinadas circunstancias.
En cuanto a su naturaleza jurídica, es una causa de justificación o tipo permisivo, y como tal debe ser
analizada en el estrato de la antijuridicidad.
Conceptos.
Soler la define como la defensa que resulta necesaria para apartar de uno mismo o de otro una agresión
actual y antijurídica.
Para Jiménez de Asúa, es la reacción necesaria contra una agresión injusta, actual y no provocada.
Fundamentos.
El criterio individual sostiene que nadie está obligado a soportar lo injusto no provocado suficientemente.
Bienes defendibles.
A la cuestión de qué bienes pueden ser defendidos por medio de la defensa legítima, se han planteado
diversas doctrinas.
Hay acuerdo en que los bienes personales y personalísimos como la vida o la propiedad, pueden ser
defendidos por este permiso legal.
Bienes individuales.
La ley no establece límite alguno en lo que hace a los bienes de carácter individual. La ley dice: “en defensa
propia o de sus derechos”. Todo bien jurídico individual es defendible por medio de la legítima defensa,
como la vida, la libertad, la propiedad.
Bienes colectivos.
Pessoa expresa que hay que ponderar en cada caso concreto qué grado de afectación inmediata en término
de bienes jurídicos individuales trae consigo la lesión de un bien de titularidad compartida (regla de
incidencia).
Ejemplos.
Si alguien evita un incendio provocado dolosamente por un tercero, está en juego la seguridad pública, dado
el riesgo que esta conducta crea para bienes individuales.
También quien evita la destrucción de medicamentos en un hospital público, ya que está en juego la salud
pública.
Afectaciones irrelevantes.
Lo que sucede es que el medio empleado debe ser racional en relación con la conducta ofensiva del bien
jurídico.
La gravedad de la agresión ilegítima no es una exigencia de nuestra ley para la legítima defensa.
Fórmula legal.
El artículo 34 inciso 6 del Código Penal dispone que no es punible quien obre en defensa propia o de sus
derechos, siempre que concurran las siguientes circunstancias:
a) Agresión ilegítima, b) Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla, y c) Falta de
provocación suficiente por parte del que se defiende.
Elementos.
Agresión ilegítima.
Agresión es toda conducta humana que lesiona o pone en peligro un bien jurídico.
Bacigalupo sostiene que una agresión puede revestir la forma de una acción o de una omisión, y que puede
ser dolosa o culposa.
Agresión.
Al ser la agresión una conducta humana, se excluyen los casos de ausencia de conducta, los ataques de
animales o los peligros de las fuerzas de la naturaleza, contra los que sólo es viable el estado de necesidad.
La conducta de un animal no puede calificarse de ilegítima, ya que su accionar responde a sus instintos. Esto
impide una valoración jurídica.
Casos especiales.
Una agresión puede ser dolosa o imprudente. También puede constituir una conducta atípica.
Quien está siendo víctima de otra persona que obra en error de tipo, puede defenderse válidamente de esa
agresión.
Conductas inculpables.
No es necesario que la agresión sea además, culpable. De lo contrario, no podría haber legítima defensa
contra los actos de un inimputable o de una persona que obra coaccionada.
Ilegitimidad.
La agresión debe ser ilegítima, que debe entenderse como ilegal o antijurídica.
No constituirán agresión aquellas conductas justificadas o autorizadas o impuestas por el orden jurídico.
Actualidad de la agresión.
Actualidad de la agresión ilegítima significa que la misma crea un estado de afectación del bien jurídico, que
ya se ha concretado en la lesión o puesta en peligro del bien, sin haber concluido tal afectación o que
precede a esa afectación.
Objetivos de la defensa.
El acto defensivo tiene como posibles objetivos impedir o repeler la agresión ilegítima.
Impedir la afectación del bien que aún no se ha concretado, pero que es de inminente realización.
Repeler la afectación del bien jurídico ya existente, que no ha concluido, que es presente y que amenaza
continuar.
Comienzo de la agresión.
Pessoa sostiene que el acto anterior a la afectación del bien jurídico, debe estar conectado con el acto
creador de la lesión o puesta en peligro, mediante una relación de producción razonablemente elevada.
El análisis debe llevar a la conclusión de que es razonablemente elevada la posibilidad de que se produzca el
acto agresivo.
Relación de producción.
Consiste en una conexión de carácter instrumental del acto anterior con respecto al acto que afecta al bien
jurídico. Es decir, se hizo el primer acto para hacer el segundo.
Si alguien se encuentra asiendo un arma de fuego de forma amenazante, es razonable inferir que el próximo
acto será dispararla. No es razonable exigir que dispare el arma para que la legítima defensa sea viable.
Fin de la agresión.
Defensas predispuestas.
Son aquellos mecanismos que permaneciendo ocultos, no son notorios, funcionan agresivamente contra la
persona que realiza una determinada actividad sobre una cosa, que es la que la defensa predispuesta procura
proteger.
Offendiculas.
Tienen carácter preventivo en el sentido de que están dispuestas de antemano como el anuncio de males o
daños en el supuesto de que pretendiesen ser superadas, o desoída a advertencia.
Tienen esa función, las púas o vidrios que se colocan en la parte superior de muros.
Postura de Pessoa.
Pessoa opone algunos reparos al tratar la cuestión de las defensas predispuestas, puesto que para que haya
legítima defensa es necesario que el acto defensivo sea una respuesta a una agresión antijurídica actual.
Cuando alguien instala un mecanismo de defensa en su hogar, lo hace mucho antes de que la agresión sea
actual. Si un ladrón resulta lesionado por la presencia de esos instrumentos, el acto defensivo se llevó a cabo
antes de que exista el acto agresivo.
Solución.
Este grupo de situaciones, en las cuales una defensa predispuesta causó lesiones a un ladrón, debe excluirse
del campo de la defensa legítima, por existir el acto defensivo antes que la agresión, y podría ser analizado
en el ámbito del ejercicio de un derecho.
El acto defensivo.
El acto defensivo debe ser una conducta típica, debe ser necesario y racional, y por regla general, afectar a
bienes del agresor.
La necesidad racional es la cualidad que debe tener el medio utilizado para impedir o repeler la agresión.
Necesidad.
Una conducta es necesaria cuando es el único camino eficaz para neutralizar la agresión antijurídica.
La idea de necesidad denota que no hay otra opción, no hay otra alternativa para neutralizar la agresión.
Racionalidad
Racionalidad significa proporcionalidad. La represión del ataque debe ser proporcionada al ataque mismo.
Necesidad racional del medio quiere decir, el empleo adecuado de los medios de defensa con relación al
ataque.
Proporcionalidad.
Debe haber proporcionalidad entre el mal evitado o salvado por el acto defensivo y el mal causado por dicho
acto.
No se exige que el mal evitado sea mayor que el causado, a diferencia del estado de necesidad justificante.
Determinación.
Debe tenerse en cuenta la efectiva afectación que cada bien sufre en concreto en el caso particular, la forma
en que se lleva a cabo el acto agresivo, y las características personales del agresor y del agredido.
Domínguez Henaín considera que será provocador suficiente quien dolosa o imprudentemente haya
desencadenado la agresión ilegítima.
Suficiencia.
Casos.
Hay conductas que tienen voluntad mortificante o hiriente, con relación a su destinatario, como son las
bromas mordaces.
Hay acciones que tienen entidad para desencadenar la agresión y es previsible que quien la lleva a cabo se
represente la situación que puede producir una reacción.
Ejemplo.
A agrede a B ilegítimamente. B se defiende con golpes de puño, pero con posterioridad se excede en la
legítima defensa.
Este exceso de B, es antijurídico, ya que su conducta no está justificada. Sin embargo, A no podrá
defenderse legítimamente porque es él quien ha provocado suficientemente la agresión de B.
Ejemplo.
A abusó sexualmente de la hija de B. Horas después, B busca a A y lo agrede con golpes de puño.
B no obra en legítima defensa de un tercero, porque la agresión no es actual, sino que ha concluido, pero A
no podrá defenderse legítimamente, puesto que fue quien provocó suficientemente la agresión.
Cuando el sujeto injustamente agredido ha provocado suficientemente al agresor, origina la legítima defensa
imperfecta, ya que esa provocación le impide defenderse legítimamente.
Solución.
El suficiente provocador no actuará legítimamente si lesiona o mata al agresor, pero si lo hace para evitar un
mal grave e inminente, no se le podrá reprochar su injusto, por haber obrado en estado de necesidad
exculpante, que no justifica la conducta, sólo la disculpa en la culpabilidad.
Tipo Subjetivo.
Pessoa. advierte que no es necesaria la ausencia de ciertos datos psicológicos como el odio y el
resentimiento, pero sí es necesario que el autor tenga voluntad de defensa, la que se asienta en el
conocimiento que el autor debe tener de los presupuestos objetivos de la justificación. La redacción de
nuestra ley exige que el acto defensivo sea “para” impedir o repeler la agresión ilegítima
Es el permiso legal que autoriza defender legítimamente la persona o los derechos de un tercero, siempre
que haya una agresión ilegítima, un medio necesario y racional para la defensa, y que el tercero no haya
participado en la provocación suficiente.
Fundamento.
La legítima defensa no es únicamente propia, sino que también se puede defender a terceros (familiares,
conocidos o extraños).
Elementos.
3. En caso de haber precedido provocación suficiente del agredido, que el tercero defensor no haya
participado en la misma.
Participar.
La doctrina nacional reconoce unánimemente que participar significa “tomar parte en el hecho de la
provocación”. El mero conocimiento de la provocación previa no constituye participación.
Se plantea en doctrina penal si, para legitimar el acto del tercero defensor, es necesario el consentimiento
del sujeto defendido.
Jeschek considera que es necesario, argumentando que nadie está legitimado para imponer a otro su auxilio
si ésta no desea defenderse.
Bienes disponibles.
Si se trata de bienes jurídicos que el titular no puede disponer, como su propia vida, no es posible negar el
derecho de defensa ejercido por el tercero.
Distinta es la situación de los bienes jurídicos disponibles, como la propiedad, donde el titular puede
oponerse a la defensa de los mismos.
Distinción de Pessoa.
Si el defensor del tercero desconoce cuál es la voluntad del agredido y realiza el acto de defensa, en tal caso
la acción debe justificarse.
Si el agredido expresa su voluntad de exclusión del auxilio del tercero, en caso de bienes disponibles por su
titular, y el tercero conociendo tal voluntad, igualmente lleva a cabo el acto de defensa; en dicho caso la
conducta del tercero es ilícita.
Se trata de una presunción iuris tantum (por lo que admite prueba en contrario), de que ha mediado
necesidad de la defensa, bajo determinados presupuestos.
Primer supuesto.
Cuando durante la noche se rechazare el escalamiento o fractura de los cercados, paredes o entradas de su
casa, o departamento habitado, o de sus dependencias, cualquiera que sea el daño ocasionado al agresor.
Habitación.
En este supuesto, se denota la circunstancia de que se trata de un lugar donde se habita. No es necesario
que se viva permanentemente, aunque sí en el momento de la penetración.
Nocturnidad.
Se requiere que la defensa tenga lugar siendo de noche, comprendiendo tal situación, las horas que
transcurren entre la puesta de sol y el amanecer.
Escalamiento o fractura.
Es requisito que la intromisión en el hogar se realice mediante escalamiento o fractura, es decir, mediante
una vía no destinada a servir de entrada o forzando las entradas naturales que no están expeditas.
Fundamentos.
Durante la noche, en las horas de oscuridad, se presume que hay una mayor indefensión en general de las
personas.
Segundo supuesto.
Cuando se encuentre a un extraño en el hogar, en cualquier momento del día, siempre que mediare
resistencia por parte de aquél.
Habitación.
También se exige que sea el lugar donde se vive, y debe interpretarse en forma armónica con el primer
supuesto, por lo que deben incluirse las dependencias.
En este supuesto, el peligro es mayor para el ocupante.
Extraño.
Privilegio.
En estos casos, se flexibiliza el elemento “necesidad racional del medio empleado”, ya que es el elemento
privilegiado.
Fundamento.
La extensión del daño justificado se finca en la presunción de peligro para las personas, y no contra la
propiedad u otros bienes.
Si el escalamiento o fractura ya se han producido, la causa de justificación puede ser invocada con mayor
razón, pues esta circunstancia torna el peligro más inminente.
La presunción admite prueba en contrario, por lo que la misma cae si se comprueba que el peligro para las
personas se hallaba descartado.
Obediencia debida.
Concepto.
El cumplimiento de una orden dada de acuerdo a derecho dentro de una relación de servicio excluye la
antijuridicidad.
Esto significa que no habrá legítima defensa contra una orden que no es antijurídica, por faltar el requisito
de la ilegitimidad.
Doctrinas.
Un sector de la teoría sostiene que a una orden dada dentro del marco de la competencia del superior
jerárquico debe reconocerse una presunción de juricidad.
La Culpabilidad.
La culpabilidad, como categoría en la teoría del delito, está vinculada al fin de la pena, por lo que tendría una
doble función: legitimante del derecho penal y de la pena y limitadora de la pena. También está vinculada
con el principio de culpabilidad, de rango constitucional.
El presupuesto necesario para la imposición de una sanción penal es la culpabilidad, como categoría del
delito que, junto al injusto, configura el delito.
Principio de Culpabilidad.
Las derivaciones más relevantes del principio constitucional de culpabilidad son la prohibición de la
responsabilidad objetiva en materia penal, el límite al poder punitivo a través del equilibrio entre la
infracción y la sanción como respuesta jurídico-penal y el criterio de autodeterminación como la base del
juicio acerca de la responsabilidad.
Concepto.
La culpabilidad constituye el conjunto de condiciones que determinan que el autor de una acción típica y
antijurídica sea criminalmente responsable de la misma.
Culpable es el autor de un ilícito si ha podido comprender la ilicitud y comportarse de acuerdo con esa
comprensión, si ha podido saber de la ilicitud y si no ha obrado en un contexto en el que se excluye su
reprochabilidad.
Planos de la culpabilidad.
La culpabilidad es la única de las categorías de la teoría del delito que puede ser graduable, en el sentido que
se puede ser más o menos culpable en relación al injusto. Ese mayor o menor grado de culpabilidad se
traduce luego en la medición judicial de la pena a aplicar al caso concreto.
Por ello es importante no sólo determinar la culpabilidad del autor, sino además, su grado, y sobre esa base,
determinar la pena en concreto, ya que la sanción deberá guardar racionalidad con la culpabilidad por el
injusto.
Punibilidad.
La culpabilidad es el presupuesto necesario para la aplicación de una pena, aunque no suficiente, ya que
pueden existir excusas absolutorias por las cuales el legislador ha previsto eximir de pena al autor (art. 43,
art. 88 in fine, art. 185, Código Penal).
Además de haberse comprobado la culpabilidad, debe corroborarse que no se esté ante las específicas
circunstancias en que razones de política criminal han dejado de lado la respuesta punitiva.
Elementos de la Culpabilidad.
¿Qué condiciones son necesarias para que un sujeto pueda comprender la prohibición o mandato?
Como conjunto de condiciones básicas para exigir la obediencia a los mandatos y prohibiciones está referido
a la inteligibilidad del mensaje contenido en la norma, lo que lleva a los supuestos de error de prohibición
directo y de error de comprensión
Imputabilidad.
Por imputabilidad debe entenderse la capacidad de ser culpable, traducida en la capacidad de comprender la
criminalidad de la conducta por parte del autor.
Tal capacidad existe cuando el autor no padece de alguna grave perturbación de la conciencia o de una
insuficiencia de sus facultades, supuestos que excluyen la posibilidad de comprensión.
Concepto.
No basta con que se compruebe que el autor estaba dentro de alguno de los supuestos de insuficiencia o
alteración morbosa de las facultades, sino que este dato de la realidad debe interpretarse en relación con la
norma, esto es, con el tipo penal en juego.
Supuestos de Inimputabilidad.
El Código Penal menciona dos de ellos: la alteración morbosa e insuficiencia de las facultades, fórmula que si
bien tiene resabios de una ciencia médica alienista, basada en lo biológico-psiquiátrico, no impide recurrir a
una fórmula más amplia, como la que propone Zaffaroni, de grave perturbación de la conciencia, que es más
abarcativa, pues incluye supuestos en los que no hay una base patológica comprobable.
Hace referencia a casos de deficiente desarrollo de funciones intelectivas básicas, lo que impide que el
sujeto pueda interactuar con su mundo circundante de manera lógica y coherente.
Dentro de las insuficiencias, se mencionan tres grados de deficiencia, la idiocia, que sería el más profundo;
la imbecilidad, y la debilidad mental leve.
Origen.
En realidad, estos distintos supuestos describen grados o niveles de insuficiencia, cuyos orígenes pueden ser
muy distintos, ya que pueden provenir de causas congénitas (parálisis cerebral, síndrome de Down, etc.) o
sobrevinientes, que pueden ser internas o externas al sujeto (medicamentos, traumas por accidentes,
secuelas de intervenciones quirúrgicas o de enfermedades adquiridas).
Análisis.
Las personas que padecen algún grado de insuficiencia, con excepción de la idiocia, que por ser la más
profunda impide toda capacidad de comprensión, pueden llegar a comprender cierta clase de conductas, y
por lo tanto, cierta clase de prohibiciones, como no matar o no apoderarse de algo ajeno. Sin embargo, no
estarán en condiciones de comprender conductas con algún nivel de complejidad, para la cual el sujeto debe
desplegar una capacidad intelectiva superior, como la estafa.
Estos casos deben ser analizados ante la situación concreta, y en relación al tipo penal en juego.
También deben incluirse aquí aquellas situaciones que son de origen biológico-neurológico, como la
epilepsia, y aquellas sin base psiquiátrica-biológica, tienen su origen en problemas conductuales, como las
neurosis graves (trastorno obsesivo compulsivo, pánico, etc.), las psicopatías y los trastornos de la conciencia
por intoxicación o estados patológicos.
Psicosis.
Las psicosis pueden ser de origen interno o externo al sujeto, en general, impiden al autor contar con
capacidad de comprensión de la criminalidad. Ello es la consecuencia de la característica común a estas
patologías, que es la ausencia de contacto con la realidad.
Sin embargo, debe considerarse que alguna de estas patologías tienen períodos de lucidez, la incapacidad
de comprensión no es absoluta y debe ser demostrada en cada caso concreto.
Epilepsia.
Si el hecho es cometido en el medio de una crisis epiléptica o convulsión, se trata de un problema de falta
de conducta, por involuntabilidad, por lo que no es un problema de la culpabilidad, sino de la acción.
Neurosis.
En cuanto a las neurosis, se encuentran dentro de los supuestos en que el autor tiene capacidad para
comprender la antijuridicidad y la criminalidad, ya que no están afectadas sus esferas intelectivas y
cognoscitivas. Sin embargo, ante ciertas circunstancias, no puede comportarse de acuerdo a dicha
comprensión, pues obran compulsivamente ante ciertos estímulos u objetos.
Psicopatías.
El psicópata no puede internalizar ciertos valores, y básicamente, carece de una mínima tolerancia ante la
frustración, lo que lo lleva a buscar la satisfacción inmediata de sus deseos a cualquier costo. Para ello,
manipula la realidad que lo circunda, y cosifica a las personas, pues no son más que instrumentos para lograr
sus objetivos. Se caracteriza por la ausencia absoluta de sentimiento de culpa.
En Argentina hay cierta resistencia a incluir la psicopatía dentro de las causales de inimputabilidad, a pesar
de que sería la solución correcta.
Atento a que el psicópata no tiene cura ni tratamiento posible, una vez en libertad, reiterará las mismas
conductas, pues carece de la capacidad de modificación de las mismas.
Existen situaciones en las que el autor tiene disminuida su capacidad de consciencia, y no puede dirigir sus
acciones de conformidad a su comprensión.
Entran aquí los casos de intoxicación provocada por bebidas alcohólicas, medicamentos o drogas, en las que
el sujeto conserva su capacidad de obrar voluntariamente. En todo caso, se deberá tener en cuenta si dicha
intoxicación fue deliberadamente provocada para cometer el hecho, o si fue el resultado de una mera
conducta negligente.
Elementos de la Culpabilidad.
¿Qué condiciones son necesarias para que el sujeto actúe de acuerdo a la comprensión de la prohibición o
del mandado?
Aquí se parte de la base de que el autor tiene capacidad de comprensión y de actuar de conformidad a dicha
comprensión, es decir, que es imputable.
Autodeterminación.
El ámbito de autodeterminación puede ser pleno o estar disminuido, y se puede comprobar a través de
corroborar que el autor no se encontraba bajo alguno de los supuestos de inimputabilidad o en alguna
situación coacta o de necesidad extrema. Quien obró contando con capacidad de comprensión y de actuar
conforme a dicha comprensión, sin coacción y fuera de una situación de necesidad exculpante, tenía
autodeterminación plena.
Lo relevante es que debe haber tenido autodeterminación en el momento del hecho, como presupuesto
para el reproche, puesto que las personas responden en la medida de las acciones realizadas de acuerdo a
sus posibilidades de elección.
La exigibilidad consiste en que a una persona que era imputable, y que tuvo la posibilidad de conocer la
prohibición, le era exigible que se motivara en la norma, y optara por una conducta alternativa, conforme a
derecho.
Si era imputable, le era exigible que comprenda la antijuridicidad, y si pudo comprenderla, le era exigible
que se motive en dicha comprensión normativa.
Culpabilidad disminuida.
Quedan abarcados en este supuesto los casos en los que el sujeto tiene capacidad psíquica de culpabilidad,
de comprensión de la antijuridicidad, aunque por diversos motivos, tal capacidad no se encuentra
conformada plenamente, existiendo circunstancias que disminuyen el injusto, con consecuencias concretas
en la medición judicial de la pena.
Dentro de estos casos están algunas oligofrenias leves, intervalos lúcidos en distintas psicosis, o demencias
incipientes.
Por otro lado, están los casos de los errores evitables de prohibición y exceso en la defensa.
La exclusión de la responsabilidad de los menores de cierta edad se apoya en la presunción iuris et de iure de
que aún no han alcanzado la madurez necesaria para comportarse de acuerdo con su comprensión del
derecho.
No se trata de que el menor de edad sea un inimputable, sino que es un sujeto no punible por razones de
política criminal.
Según el artículo 1 de la ley 22.278, no es punible el menor que no haya cumplido 16 años de edad. Tampoco
lo es el que no haya cumplido 18 años, respecto de delitos de acción privada o reprimidos con pena privativa
de libertad que no exceda de dos años, con multa o inhabilitación.
La Culpabilidad para Claus Roxin.
Asequibilidad normativa.
En caso de ser culpable, aún debe establecerse la necesidad preventiva (general y especial positiva), de
imponer una pena, decisión que estará sujeta a la comprobación de otras circunstancias, como quien ha
obrado en un exceso en la legítima defensa, o bajo un estado de necesidad exculpante o disculpante.
La responsabilidad por el hecho es una categoría intermedia entre la antijuridicidad y la culpabilidad, basada
en un reducido contenido de ilicitud dado por ciertas eximentes.
Dentro de los supuestos que excluyen la responsabilidad por el hecho están el estado de necesidad
exculpante, el miedo insuperable, los supuestos no punibles de aborto, así como situaciones conflictivas
entre libertad de conciencia y derecho penal.
Contenido de la Culpabilidad.
Está compuesta por tres elementos: la capacidad de comprender la ilicitud y de comportarse de acuerdo a
ella (capacidad de culpabilidad o imputabilidad); la posibilidad del conocimiento de la ilicitud o conciencia
potencial de la antijuridicidad y del error de prohibición (posibilidad de conocer la desaprobación jurídico
penal) y la exigibilidad o circunstancias que excluyen el reproche de culpabilidad.
El estado de necesidad exculpante o disculpante, supone la existencia de un peligro para un bien jurídico,
actual y no evitable de otro modo y en la formulación alemana del instituto, se exige que se actúe para evitar
el peligro para sí mismo, para un pariente o para una persona allegada.
Quien estaba obligado a soportar el peligro, no se beneficiará con la exculpación, quien está en posición de
garante tiene un deber intensificado de soportar el peligro.
Regulación legal.
El artículo 34 inciso 2, segunda parte del Código Penal, establece que no será punible el que “obrare
violentado por amenazas de sufrir un mal grave e inminente”.
Fundamento.
Cuando un sujeto lesiona un bien jurídico ante la amenaza de sufrir un mal grave e inminente (siendo los
bienes iguales, semejantes, o con la misma significación valorativa), existe falta de libertad por reducción del
ámbito de autodeterminación: si de las circunstancias del caso se demuestra que no podía razonablemente
exigirse otra conducta conforme a derecho, aunque el acto sea en sí injusto, se elimina el reproche de
culpabilidad.
Postura de Bacigalupo.
El estado de necesidad por conflicto de intereses jurídicos que involucran bienes de igual entidad, se sitúa
como causa excluyente de la responsabilidad por el hecho, toda vez que al agente no se le puede exigir la
adecuación de su conducta a derecho, existiendo una notable disminución del contenido de ilícito que
implica la salvación de bienes jurídicos, aunque se encuentren igualmente tutelados por el derecho.
Elementos.
El mal que se quiere evitar debe ser grave e inminente (próximo a ocurrir).
La gravedad del mal debe determinarse normativamente, no importa lo que pueda ser grave para el sujeto
si para el derecho no lo es.
En cuanto al origen del mal, el mismo puede provenir de la naturaleza o de la acción humana.
Origen Natural: puede ser producto de un naufragio por una tormenta intensa.
Origen humano: puede darse el supuesto de las coacciones. El sujeto A amenaza a B con matar a su hijo si
no mata a un tercer sujeto.
En este supuesto, la conducta no puede encuadrar en el estado de necesidad justificante, ya que una vida
no vale más que la otra.
El mal que se quiere evitar, debe constituir para él un mal grave e inminente.
No podrá disculparse la conducta de quien, observando cómo dos náufragos se pelean por una tabla para
mantenerse a flote, dispara desde la costa sobre uno de ellos, resolviendo así el conflicto.
El mal que se evita puede ser mayor, igual o menor que el que se causa.
Debe utilizarse el medio menos lesivo y efectivo de los que se dispone para evitar el mal.
Un importante sector de la doctrina, exige que al igual que en el estado de necesidad justificante, si el sujeto
con su conducta anterior creó la situación de necesidad, no habrá estado de necesidad si la creación fue
intencional.
Para otro sector, el artículo 34 inciso 2 no exceptúa a quien provocó la situación de necesidad, por lo que no
hay base legal para excluirlo.
Concepto.
Se denomina error de prohibición al que impide exclusivamente la comprensión del carácter y entidad del
injusto del acto (Zaffaroni).
Sancinetti prefiere hablar de error sobre la antijuridicidad, porque también puede darse en los delitos de
omisión.
En el Error de Tipo:
El autor “no sabe lo que hace”, o cree estar realizando una acción diferente.
En el Error de prohibición:
En el Error de tipo:
En el error de prohibición:
El error vencible, imputable o evitable no elimina el reproche penal. Suele sostenerse que el error es
vencible cuando al autor le era exigible evitarlo.
Sin embargo, no debe confundirse con un supuesto deber de información jurídica, puesto que el único
deber de los ciudadanos es el de no cometer delitos.
La evitabilidad del error debe ser valorada en relación a los casos concretos, es decir, al sujeto y a sus
particulares circunstancias.
Zaffaroni: ante la falta de una fórmula general para la culpabilidad disminuida, propone hacer uso de los
criterios del artículo 41 del Código.
ERRORES EXCULPANTES.
DESCONOCIMIENTO DE LA PROHIBICIÓN.
ALCANCE DE LA PROHIBICIÓN.
ERROR DE PROHIBICIÓN.
Un extranjero, que no conoce el idioma ni tiene personas relacionadas con él que lo asesoren en tal sentido,
que tiene relaciones con una menor de 13 años, porque en su país no es un delito, cuando en el nuestro sí.
Error sobre la norma prohibitiva o sobre sus alcances. Por ejemplo, el autor, de 19 años, que aprendió de sus
padres que una chica de 15 tiene derecho a tener relaciones sexuales con quien quiera y tiene acceso carnal
con su amiga menor de 16, ignorando que incurre en el delito de estupro (artículo 120 del Código Penal).
DESCONOCIMIENTO DE LA PROHIBICIÓN.
Error de comprensión.
Opera cuando el sujeto, no obstante conocer la prohibición normativa, no la internaliza como tal, por un
defecto de socialización, o por una cuestión cultural o religiosa.
Son casos donde el sujeto conoce la norma prohibitiva, pero no la puede internalizar por cuestiones
culturales. El agente pertenece a una cultura o subcultura diferenciada. Por ejemplo, los aborígenes
internalizan valores diferentes.
La conciencia disidente.
En estas hipótesis, los valores personales del agente no coinciden con los de la ley. Un autor por conciencia
disidente es quien realiza el injusto como un verdadero deber de conciencia; y debe realizar un esfuerzo
mayor para evitarlo. Debe ser al menos una causa de disminución de la culpabilidad.
Opera sobre el ámbito de la justificación, y puede asumir dos modalidades: a) la creencia de que una
conducta está permitida por el orden jurídico, cuando en realidad no está prevista en el derecho positivo, y
b) la creencia errónea de estar ante una situación de justificación que de hecho no está dada.
Error sobre la norma permisiva o sus alcances. Un maestro de escuela rural cree estar legitimado a ejercer
sobre sus alumnos el derecho de corrección delegado por los padres, incluso a costa de leves bofetadas.
(Artículo 89 del Código Penal).
El autor conoce la tipicidad prohibitiva, pero cree falsamente que su conducta está justificada. Asume dos
modalidades:
Falsa suposición de las circunstancias fácticas o condiciones objetivas de una causa de justificación.
Agresión simulada.
Agresión aparente.
Agresión Simulada
Jorge quiere hacerle una broma a su amigo Ariel, para lo cual se disfraza de ladrón y lo sorprende a la
entrada de su edificio. Ariel le asesta golpes de puño creyendo que lo hace en legítima defensa.
Objetivamente la agresión ilegítima no está dada.
Agresión Aparente.
Alberto ve a su peor enemigo, Roberto, acercarse blandiendo un palo en actitud amenazadora. Creyendo
que se proponía golpearlo, se adelanta y lo golpea fuertemente en el estómago. En realidad, Roberto se
dirigía a golpear a un perro bravo que había atacado a su hijo.
El Acto EXCESIVO.
El acto excesivo es un acto ilícito. Y ello se infiere a partir de un dato indiscutible: la ley castiga dicho acto. No
sólo es ilícito sino además culpable. No es admisible un estado de derecho de pena sin culpabilidad.
La acción debe comenzar siendo justificada y luego devenir en ilícita a causa del exceso. Cuando en una
defensa falta desde el comienzo la racionalidad del medio, no puede haber exceso en la legítima defensa,
porque nunca se obró en legítima defensa.
Clases de exceso.
Exceso intensivo: estando presente la agresión ilegítima el acto defensivo aparece como desproporcionado
en forma cualitativa.
• No se trata propiamente de un error de prohibición, pero debe resolverse conforme a sus reglas.
Error exculpante.
El error invencible acerca de una situación de necesidad exculpante, es aquél en que la persona cree
encontrarse ante una situación de necesidad, por colisión de intereses de igual rango, en la cual debe elegir
un mal para evitar otro.
ZAFFARONI: es un error sobre la entidad de la acción o relevancia penal (criminalidad). El autor cree estar
cometiendo una contravención.
SANCINETTI: esa clase de error no impide comprender el carácter antijurídico del accionar. El autor puede
motivarse conforme a derecho. Se llegaría al contrasentido que el autor deba conocer el monto y la especie
de pena.
Por falsa suposición: se aplica el delito atenuado, porque el sujeto tuvo la comprensión de la
criminalidad del delito atenuado.