Derechos Tutelados
Derechos Tutelados
Derechos Tutelados
BRUNO)
“El carbón no es un derecho humano, podemos vivir sin la explotación de carbón, pero no
podemos vivir sin agua y sin cultura”. (Luis Misael Socarras, Fuerza de Mujeres Wayuu)
Al igual que en La Horqueta II, son muchas las comunidades que nunca han sido consultadas
en el proceso de ampliación de la actividad extractivista de Cerrejón en los últimos treinta
años en el sur de La Guajira, de manera que sorprendió leer que el Consejo de Estado
ordenara al Ministerio del Interior y a la empresa minera ponerse al día y realizar la consulta
previa.
Para Jakeline Romero Epiayú, de Fuerza de Mujeres Wayúu, debe haber interés en poder
construir diálogos justos. Agrega: “Una comunidad negra o indígena siempre va estar en
desigualdad de condiciones cuando se enfrenta, por ejemplo, a procesos de consulta previa.
Porque quien no conoce sus derechos, le queda muy difícil defenderlos. Es muy triste
constatar que hoy [las] comunidades han ganado procesos de consulta por la vía jurídica,
cuando el derecho a la consulta previa es algo fundamental, que está inscrito en nuestra
constitución y está en el Convenio 169 de la OIT. No tiene por qué una comunidad que llegar
a un nivel estatal de este tipo para exigir la garantía de sus derechos. Es una obligación del
Estado garantizarle sus derechos en el momento en que una empresa desea desarrollar sus
actividades. Comunidades como la Horqueta y el Rocío, afectadas por la desviación,
enfrentan la triste realidad que no tienen garantizados sus derechos y tienen que pelear por
ellos. Es muy fácil para una empresa, porque solamente lo mide en términos de recursos
económicos, pero para nosotros estas intervenciones a nuestro territorio han implicado
costos muy altos”.
Jurisprudencialmente podemos encontrar la Sentencia T-704 de 2016 que menciona que “la
garantía [de la consulta] consiste en la necesidad de realizar un trámite de consulta complejo
y previo a la adopción de cualquier medida que afecte directamente los derechos de los
pueblos étnicos” y también podemos encontrar en la sentencia T-129 de 2011 que resalta
que “ […] es deber del Estado no sólo consultar a dichas comunidades, sino también obtener
su consentimiento libre, informado y previo, según sus costumbres y tradiciones, dado que
esas poblaciones, al ejecutarse planes e inversiones de exploración y explotación en su
hábitat, pueden llegar a atravesar cambios sociales y económicos profundos, como la
pérdida de sus tierras tradicionales, el desalojo, la migración, el agotamiento de recursos
necesarios para la subsistencia física y cultural, la destrucción y contaminación del ambiente
tradicional, entre otras consecuencias”. Ambas sentencias pasaron inadvertidas.
MEDIO AMBIENTE SANO: La desviación del cauce del arroyo Bruno supone la vulneración del
derecho humano al agua para las comunidades residentes de la zona. La pérdida del
abastecimiento del agua para estas comunidades pone en riesgo su autonomía y soberanía
alimentaria, y vulnera el derecho a un medioambiente sano.
Toda actividad humana tiene impactos negativos y la extracción minera tiene unos impactos
adicionalmente más grandes. Tiene impactos en relación al consumo del agua, la calidad del
aire, la capa forestal.
El problema que el caso del arroyo Bruno evidencia va más allá de una acción minera con
fuertes impactos ambientales y comunitarios que ha sido avalada por el Estado, se trata
también de un espejo en el que se refleja el modelo nocivo con el que el mundo busca el
desarrollo.
las comunidades decidieron utilizar el mecanismo de la acción de tutela, como una de las
herramientas de participación ciudadana judicial dispuesta para solicitar la reivindicación de sus
derechos fundamentales
IGUALDAD: el
derecho a la igualdad frente a las comunidades de la etnia
wayúu que sí fueron tenidas en cuenta y consultadas.
En el contexto que se acaba de describir, Lorenza Pérez Pushaina, José Miguel
Vergara Pérez, Aura Robles Gutiérrez y Misael Socarrás Ipuana, en
representación de las comunidades de La Horqueta, La Gran Parada y Paradero
presentaron la acción de tutela que ahora se revisa, cuestionando el proyecto de
desviación del Arroyo Bruno, por la presunta afectación de sus derechos
fundamentales al agua, a la seguridad alimentaria, a la identidad e integridad
étnica, a la consulta previa y a la igualdad frente a comunidades como ‘Campo
Herrera’ que sí fueron consultadas respecto de la realización del proyecto, a
pesar de que ellos también se encontraran en el área de influencia del mismo.