Poblacion Esperanza - Isidora Aguirre
Poblacion Esperanza - Isidora Aguirre
Poblacion Esperanza - Isidora Aguirre
de Isidora Aguirre
Personajes:
La obra fue presentada en Santiago ese año 59, luego llevada en gira a
Montevideo y se dio en temporada en Buenos Aires, en el Teatro San Telmo.
Acto primero
Cuadro 1
Teo: Pero ¡si es la Florita! (La abraza ). ¡Qué gusto de verte por aquí!. ¡Toda
una señorita!. Y ¿qué te trae a esta población?
Flora: Estoy haciendo la práctica de Servicio Social, tío. Y me salió un
“cliente”, como llaman a los que hay que atender. Es un niño, un asunto del
Juzgado de Menores. Se llama Rafael Contreras, estuvo en la Casa
Correccional, y hay que reeducarlo.
Teo: Miren la Florita ¡si habla como profesora!. Claro, conozco a Rafael. La
supo hacer mi sobrinita: ya tiene una profesión. (A Filomeno que ha
entrado) Mírala, Filomeno, una Visitadora Social, con un tío tan harapiento.
Filomeno: Usted nunca será un harapiento como uno, don Teo... (Al darse
cuenta que Flora lo oyó hablar, le tiende a Flora las monedas que recibió)
Flora: No, por favor... Guárdelas.
Teo: Recíbaselas, Florita, éste no será mudo, pero es muy caballero. Siéntese,
hijita. Bueno, aquí tengo este boliche de compra y venta. No es gran cosa,
pero no hace falta más. Gastos tengo pocos. El vino ¡ni lo pruebo!. Me pateó
el hígado. Y aquí me las arreglo mientras me sale el asunto ése.
Flora: ¿Cuál asunto, tío?
Teo: Hijita, si hay justicia en la tierra, el desgraciado que me vendió esos
sitios y me robó la plata, tendrá que devolverla.
Flora: Pero ¿cuánto hará de eso?
Teo: ¿Del pleito? Unos diez o quince años. Los pleitos son largos. Pero no me
moriré sin que se me haga justicia. Así podré dejarles algo a mis hijos.
Flora: Perdone, Tío, pero yo pienso que sus hijos son los que deberían
ayudarlo a usted. Pedro tiene situación, y Juan... bueno... (Calla, al mirar a
Filomeno)
Teo: Tuvo mala suerte ese niño. (La señora Violeta va hacia el cuarto del
Talao, golpea, al no tener respuesta, va hacia el boliche) Buenos días, señora
Violeta.
Violeta: ¿Ha visto al Talao?
Teo: No, señora Violeta.
Violeta: ¿Sabe si alojó aquí?
Teo: No le sabría decir.
Violeta: Bueno, aprovecho para hablar con usted, entonces.
Teo: ¿Conmigo?. ¿De qué cosa, sería?. Le presento a mi sobrina Florita.
Violeta: Cómo le va. Don Teo, usted sabe de qué cosa se trata. Le arrendé este
cuarto por recomendación del Talao, y hace dos meses que no me paga.
Teo: Es que el negocio ha andado “medio, medio” no más.
Violeta: Todos tienen su disculpa. Pero yo no soy a beneficencia. De algo
tengo que vivir ¿no?. Porque ando bien “cacharpeada” creen que soy rica.
Entonces ¡para qué pagar, pues!. No saben las pellejerías que pasa una para
comprar unos ranchos y tener algo ahorrado para la vejez. No tienen con qué
pagar... ¿y lo que gastan en vino?
Teo: ¡Cómo me dice eso a mí, señora!
Violeta: No se haga el santito, bien conocido es usted por su “declive”...
(Gesto de empinar el codo)
Teo: Yo al vino, le hice la cruz...
Violeta: Pague o se queda sin el cuarto.
Teo: No desconfíe: en cuanto me salga lo del pleito, le pago todo de una vez.
Violeta: No me haga reír. Siempre andan con la esperanza de esto o lo otro,
pero ¡lo esperan sentados!. Y yo ¡que me pudra!. Me cansé de los que me
recomienda el Talao. Y del Talao también. Dígaselo. (Sale)
Teo: (Molesto, suspira y luego de un silencio). Bueno... ¿Cómo están en tu
familia, Florita? (Al fondo se muestra un niño) Mira, ahí está Rafael. Ven,
niño, no tengas miedo, ella es mi sobrina.
Flora: Él ya me conoce, tío, y con él vengo a hablar.
Rafael: No voy a volver a la Correccional.
Flora: Nadie pide que vuelvas. Hablemos.
Rafael: ¿Me puedo ir, don Teo. Me están esperando.
Flora: Déjelo, tío. (Sale el niño) No hay que forzarlo. Pero necesito datos para
mi encuesta. ¿Sabe dónde vive?
Teo: Lo tiene el Talao en su cuarto.
Flora: ¡Y quién es ese Talao?
Teo: (Sonríe) Estanislao Errázuriz.
Flora: ¿”Errázuriz” en esta población?
Teo: Son nombres que él se pone, mi hijita. Se los cambia como se cambia de
camisa.
Flora: ¿Y qué hace ese señor?
Teo: (Vacila) Un poco de todo, Florita.
Flora: Tengo que saber de qué vive.
Teo: Como te explicara... Saca un poco de aquí, un poco de allá. No le falta.
Flora: ¿Quiere decir... un ladrón?
Teo: Bueno, que aquí la gente es como los gorriones. No se sabe de qué viven,
ni cuanto tiempo se van a quedar. Hay familias que de repente desaparecen
con casa y todo... Y otros aparecen. (Animándose, como para cambiar el
tema). Mira, hoy por la mañana amaneció allí una casucha, y de adentro salió
un hombre hablando de “Jehová”.
Flora: Entiendo, tío. Pero en el caso de Rafael, tengo que llenar unas
encuestas para el juzgado.
Teo: Ese niño está en buenas manos. El Talao es generoso. Él fue quién me
instaló con este boliche. Me ayudó cuando me vio que andaba más para la otra
vida que para ésta.
Flora: Hacerse cargo de un menor es una responsabilidad, tío. Se necesita más
que “ser generoso”... ¿Tiene bunas costumbre ese Talao?
Teo: (Ríe) Esta Florita... ¡A qué llamas “buenas costumbres”?
Flora: Ser honrado. No tener vicios.
Teo: ¡Tantísimo que averigua!. Va a ser una buena Visitadora usted. Mire, el
Talao es un caso entre muchos: hijo de una sirvienta y del hijo del patrón...
encopetado. El jovencito llega un día con trago, se mete al cuarto de la
sirvienta y ¡listo!. Un guacho más. El Talao se crió por ahí, debajo de los
puentes, ratereando. Tuvo suerte que no lo metieran a una casa correccional,
así es que le sacó el cuerpo a la pobreza. Quiere a Rafael porque es guacho,
como lo fue él.
Pasa la lavandera Luzmila con una bolsa de ropa, se despide de don Teo
Flora: ¿Ése es el Talao?
Luzmila: El Trifulca. Malazo.
Flora: ¿Cuántos hijos tiene, señora?
Luzmila: Nueve, señorita. Todos pasados por el civil y bautizados con el
favor de Dios. Soy bien católica.
Flora: ¿Y su marido en qué trabaja?
Luzmila: Es que... para qué le voy a decir una cosa por otra... No soy na
casada. Soy “así no más”.
Flora: ¿No dijo que era tan católica?
Luzmila: Católica pero no fanática que le llaman... ¡Qué se saca cuando el
hombre pone puras dificultades. Está cesante. ¿No podría usted conseguirle
algún “pololito”, cualquier cosita, mientras tanto?
Flora: Mejor vamos a su casa para tomarle los datos y ver qué puedo hacer
por usted.
Filomeno: ¡A esa flaca no hay visitadora que le pueda arreglar “la situación”!.
Ahí llega el Talao.
Asoma don Teo desde el boliche. Flora que iba saliendo con Luzmila, se
vuelve y mira con interés al Talao que entra y le entrega un paquete.
Teo: Oiga, Talao. Vino El Zurdo a avisar que el Trifulca salió del hospital y lo
anda buscando a usted. Cuídese, Talao, ya sabrá por qué lo busca.
Talao: No se preocupe, don Teo. Oiga, dígale a su sobrina que vuelva. A lo
mejor se quiere hacer cargo de mí, también. (Riendo, sale de escena)
Filomeno: (Que ha entrado y lo oye, riendo, por Talao). ¡Dios lo guarde al
angelito!
Teo: Seguro que fue el Trifulca, ¡lo estaba esperando para pegarle a la mala!.
Páseme el aguardiente, Filomeno
Flora: ¿Qué pasó, Tío?
Teo: Ese “cogotero” del diablo... ¡se le echó encima a la descuidada!
Talao: Un puro rasguño, don Teo
Filomeno: (A Luzmila) El Talao le pegó un solo aletazo y le reventó la
chirimoya (indica la nariz). Y el Zurdo lo golpeó más encima. Salió
tambaleándose el desgraciado.
Flora: Tío, hay que llamar a la Asistencia Pública...
Zurdo: ¡Cómo se le ocurre!. Oiga señora Luzmila, avísele a la señora Juanita.
Talao: Qué tanta alharaca...
Teo: (Aparte a Flora) Llamar a la Asistencia Pública, sería entregarlo, Florita.
(Examina la herida) Está feo el tajo. Ya, Zurdo, traigan a la señora Juanita.
Flora: Tío, yo sé hacer curaciones. Deme alcohol. ¿Tiene algo para vendarlo?
Zurdo Yo le consigo, señorita. (Sale)
Flora: Ayúdeme, tío. (Le quitan la chaqueta)
Talao: (A punto de desmayarse). ¡Échele no más!
Cuadro 2
(Entra Flora)
Zurdo: Mire quién viene aterrizando. Seguro que viene a hablar con el Jefe.
Le voy a dar aviso.
Acto segundo
Cuadro Único
Voz de Talao: ¿Quién?
Juan Reinoso: Yo.
Voz de Talao: ¿Quién es “yo”?
Juan Reinoso: Juan Reinoso.
Talao: (Saliendo) la media visita. ¿En qué andas?
Juan Reinoso: Hace unos días hablamos. ¿Te acuerdas?
Talao: Me lo pasa acordando.
Juan Reinoso: Te di los datos de la coca...
Talao: ¿Cuáles datos?
Juan Reinoso: Lo de las mujeres que la traen de Bolivia, y que era fácil
cambiarles el maletín en el hotel.
Talao: Y ¿por qué no se lo cambiaste vos?
Juan Reinoso: Quedamos en que tú hacías el trabajito y nos íbamos a medias.
Talao: ¡Y a qué viene esto?
Juan Reinoso: A que ya les quitaron el maletín con la pichicata.
Talao: Mala suerte, Juanito. Te la ganaron.
Juan Reinoso: La robaste vos.
Talao: ¿Ah sí?. ¿Me vieron con el maletín?
Juan Reinoso: Te vieron cerca del hotel.
Talao: Sería mi ánima que andaría penando.
Juan Reinoso: Dame la mitad de la coca, o de la plata. Yo te pasé el dato.
Talao: La media gracia “que había un maletín con coca”. Como si me
hubieras dicho: ahí está el Banco de Chile.. Ya, déjame tranquilo.
Juan Reinoso: ¿Estás Seguro que no fuiste tú?
Talao: Regístrame. (abre su chaqueta, se ve su revólver)
Juan Reinoso: ¡Te vas a arrepentir de ésta! (Sale, furioso)
Sale don Teo del boliche con una botella de licor, luego Filomeno
Talao toma la guitarra y puntea una melodía, sale don Teo, con su botella de
licor. Ana María da unos pasitos de baile al compás de la guitarra.
Teo: Señorita, ¿me concede este vals?. No hay que echarse a morir, ¿no?
Ana María: Así me gusta verlo, don Teo. (Bailan unos compases)
Entra Violeta y se acerca sin ser oída. Al verla, de pronto, se quedan quietos,
Talao deja tocar y dejan de reír.
Acto tercero
Cuadro 1
Por la tarde, una semana después. Entra Juan Reinoso y se acerca con
cautela a la puerta de Talao. Lleva un diario doblado en la mano. Se ve
nervioso. Tras él entra Talao y se detiene a observarlo.
Zacarías: Buenas tardes.
Ana María Maestro, Alégrese. Al fin hay uno que se va a salvar. Tala, el
ladrón.
Zacarías: Aleluya, hermana. Oiría la voz del Señor.
Ana María: (Ríe) Oyó la voz de la Florita... (Pausa, se queda pensando). Va
a cambiar de vida, maestro. Si a él le resulta ¿por qué no a mí?. Si le va bien al
Talao, soy capaz de ir a su congregación y cantar a gritos mis pecados.
Cuadro 2
Teo: Ya puyes, Filomeno: no llora más. Estás como piojo, todavía. Coma,
para que se le pase la borrachera. Y si quiere volver al boliche, ahí tiene su
cama.
Filomeno: Estoy Fregado, don Teo.
Queda solo don Teo. Entra el Talao con un pequeño maletín envuelto en
diarios...
Talao: Don Teo, ¿me puede hacer un pequeño servicio?. Guárdeme esto. Ers
un maletín, el Zurdo vendrá a buscarlo.
Teo: Póngalo donde quiera. Hasta hora no viene nadie. Oiga, lo noto nervioso.
¿Es por el maletín?
Talao: Ojalá fuera por eso no más. Venía a hablar con usted, don Teo. Como
le dijera... quiero mucho a la Florita, hasta hablamos de casarnos.
Teo: Es una buena noticia, Talao.
Talao: Es que estoy en un aprieto. Ella me anda buscando trabajo, quizá
resulte. Pero ¿me ve empleado en una oficina?
Teo: ¿Por qué no?
Talao: Si me caso con ella quiero tener plata y responder. Esto, el maletín, es
pichicata, don Teo. Tendría para empezar.
Teo: Pero no creo que a ella le guste eso.
Talao: (Molesto) Y ¿qué quiere?. ¿Qué viva a costa de una Visitadora?
Teo: No se enoje. Le están tendiendo una mano.
Talao: Una mano de mujer...
Teo: A veces vale más que dos de hombre, Talao. Es peligroso ese asunto
(Indica el maletín, Entra Flora y escucha, sin ser vista por ellos)
Talao: El peligro es lo de menos, don Teo. Lo que pasa es que no le quiero
jugar sucio a la Florita. Prometí cambiar, pero estoy faltando a mi palabra. Así
es que, ¡más vale que no la vuelva a ver!. Dígaselo usted!
Teo: ¿Yo?
Talao: Hágame ese favor. Dígale que me fui, que estoy preso, lo que se le
ocurra. La cosa está fea, así es que me tengo que ir.
Teo: ¡Florita!... Vaya, buenas noches. (Vacila, luego opta por irse). Mejor los
dejo para que puedan conversar. (Sale)
Talao: (Luego de un largo silencio) ¿Oyó lo que hablábamos?. (Ella asiente).
Es mejor para usted que yo me vaya. Y quizá, mejor para mí.
Flora: Pero usted me dijo, ayer, que...
Talao: Eso fue ayer.
Flora: Lo aceptan en Valparaíso. Trabajo de oficina...
Talao: (Sin mirarla) ¿mozo de los mandados?
Flora: Como vendedor.
Talao: Macanudo. Soy como bala para manejar dinero ajeno. (Ella empieza a
llorar) No llore. Le dije que no era fácil cambiar. No porque uno se enamora,
la vida se vuelve enseguida color de rosa.
Flora: No entiendo cómo pudo cambiar tanto.
Talao: Al contrario. No cambié en absoluto.
Flora: Pero, ayer me prometió...
Talao: Lo difícil es cumplir. Lo estuve pensando. Si me caso, será teniendo
algo que yo mismo consiga. Y con mi dinero. Y ocurre que no lo tengo.
Flora: Entonces, no hay más que hablar. (Va a salir, él la detiene)
Talao: Escuche: aquí tengo algo que vale muchísimo dinero. Podría empezar
un buen negociio, donde nadie me mande.
Flora: ¿Qué es?
Talao: No importa lo que sea.
Flora: ¿Algo que robó?
Talao: Sí. El último robo del Talao.
Flora: Entonces, antes me mintió.
Talao: También le mentí cuando dije que tenía dinero para casarnos.
Flora: Lo de Valparaíso puede ser suficiente. Ahorramos al comienzo. Y...
(Calla al ver la mirada seria de Talao)
Talao: Claro. Podemos esperar unos diez años para que me suban el sueldo.
Eso, si le hago la pata y me humillo ante el jefe (Ella lo mira en silencio. De
pronto, él estalla, golpea con el puño el mesón). ¡Por qué tengo que ser tan
cobarde... tan marica... tan desgraciado!, (Llama) ¡Zurdo!
Zurdo: (Entrando) Aquí estoy, Jefe. Buenas noches, señorita.
Talao: (Le pasa el maletín) Encárgate de esto.
Zurdo ¿Cómo habíamos acordado?
Talao: No. Tíralo al canal.
Zurdo: ¿Se volvió loco, Jefe?
Talao: Haz lo que te digo.
Zurdo Pero Jefe ¡es oro purito!
Talao: Al canal, Zurdo.
Zurdo: Como mande, jefe. Puchas... tantísima plata.
Talao: Escucha, Zurdo: ahora me voy, y no vuelvo. Es el último servicio que
te pido. ¿Puedo confiar en ti?
Zurdo: Las cosas que pregunta, no ofenda. Usted sabe que soy “de una sola
hebra”.
Talao: Bueno. (Se despide del Zurdo con un gesto amistoso. A Flora). Y bien,
se acabó el tragedioso Estanislao. (Ella empieza a llorar) Bah, ¿no está
contenta? (Ella le sonríe). Cuando le dije que tenía miedo a cambiar no le
mentí. Todavía lo tengo. Pero si ahora le digo que sí... "¡es sí!”. ¿Me cree?
(Ella asiente, secando sus lágrimas, él la abraza) Ahora, vámonos. Aquí no
me puedo quedar. (Entra don Teo) Ganó ella, don Teo. Voy por mis cosas, y
nos vamos.
Surge entre las sombras, Juan Reinoso. Talao ahora sale de su cuarto con
una maletín de viaje. Juan Reinoso lo ataja, poniéndose delante.
Talao: ¡Regístrame!
Juan Reinoso: Muéstrame lo que llevas en la maleta.
Talao: Déjame pasar, carajo.
Juan Reinoso: Se acabaron los guapos, Talao (Lo apunta con el revólver).
¡Dame la coca!
Teo: ¡Juan! ¿Estás mal de la cabeza?
Don Teo se echa desde atrás sobre Juan Reinoso, Talao aprovecha para
quitarle el arma.
Toma la maleta de Talao y sale de prisa junto con Reinoso. Talao ha caído,
herido mortalmente.
Fin de la obra