Movimientos de Mujeres y Participacion Politica en Colombia2 PDF
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MOVIMIENTOS DE MUJERES Y
PARTICIPACIÓN pOLíTICA EN COLOMBIA,
1930-1991
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PRESENTACIÓN
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mujeres en su proceso por construirse corno sujetos, están inmersas en
«lo político del género», que contiene rasgos de su subordinación al im-
plicarse en la dinámica social dominada por una «ideología matemalis-
ta"; ideas propuestas en la reflexión teórica de Lola G. Luna en este mis-
mo volumen. Pensarnos que en el proceso de visibilización que realizan
las mujeres, reproducen la política y al mismo tiempo producen el cam-
bio, dentro de un mundo de contradicciones dolorosas y difíciles de
aprehender.
La propuesta de dirimir el conflicto, sin destruir al contrario, cam-
biando las reglas de juego de las relaciones entre los sexos, apunta a
una transformación de la política por el feminismo. Ello. ha animado
las mas recientes intervenciones de las feministas en la política del país,
-en donde se han encontrado con el resto de los movimientos socia-
les- así corno su intervención, formulación y ejecución en las políticas
públicas.
Con la interpretación que surge de éste y el resto de los plantea-
mientos del estudio y con todos los interrogantes que quedan pendien-
tes, querernos hacer un rescate de historia de mujeres y una aportación
a la reflexión y al crecimiento del feminismo y de los movimientos de
mujeres en Colombia.
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1. RECUPERANDO LA MEMORIA:
Los ECOS FEMINISTAS DE LAS PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO XX
l. La critica social fue ejercida por intelectuales y trabajadores del sector artesanal
en el marco de la influencia socialista libertaria. Véase, Mauricio Archila, Cultura e Identi-
dad Obrera 1910-1943, CINEP Bogotá 1991, cap.Il;III.Tambien Ricardo Sanchez, Historia
PoUtica de la Clase Obrera, caps.I; Il; III Y IV, La Rosa Roja, Bogotá 1982. Tambien, Carlos
Uribe Los años Veinte en Colombia, Ed. Aurora, Bogotá 1985
2. Luis Ospina Vásquez, Industria y Protección en Colombia 1810: 1930. Editorial La
Oveja Negra. Medellín 1974. cap. VIII.
3. Ricardo Sanchez, op. cit. caps. 1; Il; IlI; IV; V.
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to sobre los Derechos de la mujer ind(gena en Colombia, firmado en 1927
por cerca de catorce mil indígenas4•
El incremento de una economía monetaria en los sectores rurales
por la expansión caf~tera, y las migraciones laborales, introdujeron un
aflojamiento de la dominación patriarcal ejercida sobre la sexualidad de
la campesina. Este efecto fue encontrado en un estudio de la zona cafe-
tera de Cundinamarca, que señaló el aparecimiento de formas alternati-
vas de relación de pareja, nuevos patrones de intimidad, permisibilidad
de relaciones libres, concubinato y madre solterismo, extrañas a una so-
ciedad campesina tradicional5•
En un marco de cuestionamiento empezaron a criticarse las limita-
ciones y carencias que enfrentaban las mujeres en razón de su sexo y
aparecieron acciones de diversos grupos de ellas pugnando por adquirir
visibilidad, lo que nos permite abordar el entramado del género 6.
A Colombia estaban llegando los ecos de la agitación feminista que
se venía dando en otras latitudes alrededor de los derechos políticos, de
las condiciones de educación, salud y trabajo de las mujeres, la necesi-
dad de una reforma moraF .
4. Claudia Von Werlhof, Unidas como una bandada de dguilas furiosas ... Luchas feme-
ninas y machismo en América lAtina, en León Magdalena, (ed.) Vol.I1I Sociedad Subordi-
naci6n y Feminismo. Debate sobre la Mujer en América lAtina y el Caribe, Bogotá 1982,
p.241
S. Michel Jimenez, Mujeres Cautivas e Hijos Bastardos. Historia Critica No. 4, Bogotá,
1990
6. Joan Scott, El Género: Una categoria útil para el andlisis hist6rico, en J. S. Amelang
y M. Nash (ed.) Historia y Género, Alfons el Magnanim, Valencia 1990, p. 44 Para Scott,
la esencia de la definición de género descansa en la conexión integral de dos proposicio-
nes: el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales, basadas en las dife-
rencias entre los sexos y el género es una vía primaria de relaciones de poder.
7. El artículo El Feminismo en Estados Unidos, infonnaba que en las elecciones en el
Estado de New York, las mujeres habían obtenido el derecho al sufragio. Se calculaba que
el número de votantes aumentarla en 1.000.000 por el contingente femenino, por lo cual
se aceleraba una campaña de"enseñanza de la ciudadanía" a las mujeres. El Sol Medellín
24-1-1918, p. 1.
En el artículo titulado Un vasto programa de las Feministas se infonnaba que varias
asociaciones francesas habían elaborado un conjunto de demandas entre las cuales figu-
raba la revisión de la legislación que establecía la inferioridad legal de la mujer casada,
propiciando una que favoreciera la igualdad de poder entre los esposos. El Programa tam-
bién incluía lucha contra el alcoholismo, demandas para la prohibición de su fabricación,
limitación de despachos de bebidas y aplicación rigurosa de la ley contra la embriaguez.
El programa de las feministas incluía además acciones para protección de los niños, para
la creación y mejoramiento de dispensarios y sanatorios, para mejorar la educación, unifi-
cación de los programas para los dos sexos, acceso a la enseñanza secundaria para todos y
la obtención al derecho al sufragio. El Espectador, Bogotá 17-1-1924. p.6
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1.1. La Educación en la Utopfa de las Mujeres
Para las mujeres que habían alcanzado un cierto nivel educativo, ge-
neralmente escritoras, la educación era la frontera entre la subordina-
ción y la liberación. El acceso a la educación y a la cultura fue un factor
que contribuyó al cambio en la vida de las mujeres. El campo de la re-
flexión intelectual, las letras y las artes hicieron visibles a muchas muje-
res de las primeras décadas. El movimiento cultural de mujeres que sur-
gió en América Latina8, tuvo influencia en la poesía que cultivaron las
colombianas. Para las de los sectores medios y altos no fue dificil, la ac-
tividad intelectual era socialmente aceptada. El cultivo de las artes y de
las letras, era parte del atractivo que se otorgaba a las mujeres: un ador-
no más.
A través del ejercicio intelectual, las mujeres se pensaron como seres
excluidos de las grandes decisiones; y desde este campo, en que eran va-
loradas, comenzaron su crítü,:a:
Desde finales del siglo XIX, Soledad Acosta de Samper, autora de ex-
cepcionales dotes y muy prolífica, se mostró como una de las defenso-
ras de las nuevas opciones para la mujer en una monografía titulada
Aptitud de la mujer para ejercer todas las profesiones y el periodismo en
Hispanoamérica. En su presentación a un Congreso pedagógico celebra-
do en 1882,señalaba:
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ta del varón ... Otras penetrarán en los recintos científicos que hasta el
día de hoy sólo frecuentaban los hombres» 10
10. Livia Stella Melo. Valores Femeninos de Colombia, s\e, Bogotá 1966, pp. 967-968
11. Fany Mery: Semfmilo. Página femenina. El Correo Liberal, 3-4-1918. p. 3.
El concepto de sistema patriarcal o patriarcado que adoptamos es de Kate, Millet. El
gobierno patriarcal es una institución en virtud de la cual una mitad de la población (las
mujeres) se encuentra bajo el control de la otra mitad (los hombres).
PoUtica Sexual, Editorial Aguilar, Mexico 1975p. 36
12. El Correo Liberal, entrevista reproducida de María Eastman, op. cit. La referen-
cia que hace la entrevistada a la situación de las mujeres en el depa~amento de Antioquía,
sirve de referencia a todo el pais, pues siendo esa región la que presentaba un mayor desa-
rrolo económico, podría ser peor en zonas de mayor atraso.
13. Velásquez Toro, op. cit. p.36
14. María Rojas, recibió título de instructora en 1898. Fue subdirectora de la Normal
de Medellfn en 1904- 1905. En 1916 fue directora del Centro de Cultura Femenina de En-
señanza Secundaria. A partir de 1917 se trasladó a Estados Unidos donde hizo estudios de
especialización de Economía Doméstica y Sicología Pedagógica. Fue profesora de español
en New York y Washington. Colaboradora de la revista Letras y Encajes y de los periódi-
cos: lA Prensa, El Sol Y Antioqu(a Industrial en Medellín y El Espectador, El Tiempo y Cul-
tura Colombiana en Bogotá.
Livia Stella Melo, op. cit. p.232
15. En sus Escritos se recogen intervenciones sobre la mujer. COLCULTURA,Bogotá
1977. Veáse tambien Velásquez Toro, op. cit. p.36
68
la profesionalización de la mujer en la docencia16, y dos años más tarde,
en 1929, el Centro Femenino de Estudios de Antioquía, para acercar a
las mujeres a temas de educación y cultura general. Fue creado por Te-
resa Santamaría de González, fundadora y directora de la revista Letras
y Encajes desde 1925. Los estudios superiores de las mujeres se legiti-
. maron en el marco de la modernización:
16. ibidem p. 18
17. Eduardo Moncriff, Los Intereses de la Educación. El Tiempo, 4-1-1928, p.9
18. Velásquez Toro, op. cit. p. 29
69
riadas espacios. En 1903,acompañaron con trescientas firmas un mani-
fiesto exigiendo la defensa de la soberanía por la separación de Panamá,
en actitud de gran valor y osadía, si comparamos la exclusión polltica y
legal que enfrentabanl9•
En las sociedades que vivimos se hacen repartos sociales de las acti-
vidades de uno y otro sexo, Desde las costumbres y las instituciones se
generan acciones que incluyen a las mujeres. En una sociedad conserva-
dora y oligárquica, como la que nos ocupa, se identifica claramente el
reparto: a las mujeres corresponde la producción de la moral social de
la época, y tambien las actividades de solidaridad. Ambas tienen que ver
con el mantenimiento de la realidad social y política. La una con lo es-
piritual y los valores; las otras, con la supervivencia materia}2o.A las
mujeres de las primeras décadas las vemos ya trabajando en actividades
cívicas y de solidaridad. Desde allí crearon unos espacios de poder, ante
su exclusión como sujetos de derechos políticos. El espacio cívico cons-
tituyó el conjunto de actividades para mejorar o transformar la vida ciu-
dadana en la cual aparecieron involucradas mujeres de sectores medios
y altos. Esta participación significó una intervención en la sociedad en
les tocaba vivir, dentro de los arreglos que permitía el sistema de géne-
1'021•
En lo que se refiere a intervenciones públicas femeninas, relaciona-
das con la moral social, en 1918 aparecieron noticias relacionadas con
mujeres de Barranquilla que:
70
actividades de solidaridad social, las mujeres se vinculaban a obras cari-
tativas orientadas por la iglesia. Esta actividad sustentada en el mito
mariano del que hablan varias autoras, no sólo permitió el ejercicio de
micropoderes en el ámbito doméstic023,sino que permitió un cierto gra-
do de actividad y figuración en el espacio público, con lo cual se fue ali-
mentando una movilización femenina convencional instrumentalizada
por la iglesia. A manera de ejemplo se señala la información sobre un
Comité Municipal de mujeres de Barranquilla, que hizo entrega de las
donaciones obtenidas para un bazar destinado a dotar una casa de ma-
temidad.24
Dentro de la línea de acción social para incidir en el mejoramiento
familiar se inscribían las Cajas de Ahorros, que constituyeron embrio-
nes organizativos para algunas mujeres, aunque bajo la dependencia
masculina. Un ejemplo de ello, lo constituyeron experiencias como la
Caja de Ahorros de Nuestra Señora de las Mercedes, que se organizó,
con trece socias y en poco tiempo llegó a noventa y cinco.25
Las actividades caritativas y/o de acción social, tuvieron el papel
ideológico de velar cuestionamientos que se hacían en terminos de desi-
gualdad social y subordinación de la mujer. Eran presentadas como las
constitutivas del feminismo verdadero desde la prensa, para deslegiti-
mar las demandas feministas, reiterando que la misión de ella era de
paz y amor:
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Las mujeres también se expresaron desde otras posiciones. En 1928
aparecieron mujeres participando colectivamente del movimiento de las
bananeras. Un informe del General Carlos Cortés Vargas, fechado el S
de Diciembre de Ciénaga sobre lo acaecido, hablaba de una multitud de
3000 personas de ambos sexos, que rodearon los trenes, vivando al ejér-
cito y pidiendo aumento del jomap7. En el mismo año en Bogotá, las
mujeres se movilizaron contra la corrupción ~n la administración, el
mal servicio del acueducto y los manejos políticos. La destitución del al-
calde que hacía las denuncias y la muerte del estudiante Bravo Pérez,
precipitaron marchas de protesta de 10.000 y más personas. En esa oca-
sión, señalan las crónicas, las mujeres y los niños reemplazaron a los
policías de tráfico. Estos hechos precipitaron la destitución del alcalde y
la renuncia del ministro de gobiem028•
Desde el feminismo ya se estaban planteando cambios denunciando
la incapacidad civil de la mujer. Las sistemáticas denuncias, sobre la su-
bordinación de la mujer en el matrimonio, en téminos de su nula auto-
nomía económica, sugiere la existencia de un activo grupo de mujeres
con conciencia feminista vinculado a este propósito. De su existencia,
quedan como testimonios algunos comentarios de prensa29• Del 15 de
Julio al 20 de Diciembre de 1918,se publicó en El Correo Liberal, un
provocador aviso que bajo el título La Mujer Esclava transcribía el artí-
culo 182del Código Civil vigente, según el cual la mujer casada no podía
sin autorización del marido, celebrar contrato, aceptar herencia, dona-
ción, adquirir, enajenar, hipotecar o empeñar algún bien.
La potestad marital y la incapacidad civil de la mujer contra la cual
se originaba la propuesta anterior, tuvieron una primera reforma por la
Ley 8 de 1922, que permitió a las mujeres disponer de sus joyas e ins-
trumentos de su profesión.30
Surgen preguntas sobre la estrategia de prensa señalada y los pode-
res o influencias que las mujeres pusieron en juego para lograr ese cam-
bio, que si bien fue restringido, significó una respuesta. Otras pregun-
tas que surgen también, son sobre cómo funcionaron las relaciones con
el Estado y con los partidos, la relación entre quienes alentaron estas
acciones y las que se lograron para las mujeres trabajadoras en 1924 -
72
relativas éstas a la fundación de salas cunas en las empresas con traba-
jadoras-. Ello queda pendiente de estudios posteriores.
31. La Unión Obrera. 3-7-1913, cita en Patricia Alvear. Elementos para la Historia So-
cial y PoUtica de la Mujer Colombiana. Facultad de Ciencias Humanas. Departamento de
Sociología. Universidad Nacional. Bogotá. 1988 (mimeo) p.6s.
32. León Zuleta Ruiz. (comp.) Maria Cano y su tiempo. Memorias. Litoarte. Medellín
1988. p. 115. YTorres Giraldo Ignacio. Maria Cano. Mujer Rebelde. Edil. La Rosca. Bogotá
1972. p.6.
33. Velásquez Toro, op. cil. p. 20. En mi ponencia Género y Clase: la participación po-
[(tica de la mujer de los sectores populares en Colombia. 1930-1991, presentada en las IX
Jornadas sobre "La mujer latinoamericana ante el reto del siglo XXI. como un avance de
la presente investigación, se hace un análisis en relación a las demandas que como muje-
res integraban las trabajadoras en sus movilizaciones.
73
veramente por medio de leyes que establezcan la probanza y el castigo
de modo eficaz y porque no se le obligue a trabajar antes de los 12 ni
después de los 60,,34
74
un torneo galante que se clausuraba con la elección nacional de una
dama escogida en competencia, con representantes de distintas regio-
nes. Ganaba la que aportaba mas votos «para obras de beneficio del
obrerismo»43 . El voto valía diez centavos que pagaban según la simpa-
tía y el encanto. Esta «seducción» generaba poder y cierta influencia de
las mujeres44.En coyunturas particulares, como la que nos ocupa, don-
de convergieron una agitación social obrera y una potenciación de la va-
loración social de la mujer por el feminismo se pueden producir hechos
sociales como el que protagonizó María Can045.Ella, que ha sido la más
carísmatica dirigente sindical, desapareció de la escena política cuando
se dio la singular coincidencia de un sindicalismo alinderado con una
ideología autoritaria y la disminución de mujeres en las fábricas. Años
despues, las feministas sufragistas de la Alianza Femenina de Medellín
le harían un homenaje46 y la Unión de Mujeres Demócratas recibió un
mensaje de la misma María, casi al final de su vida, en el que hace una
interpretación de su papel público:
43. Paco Miró, Las elecciones para Flor del trabajo. Bogotá, El Tiempo, 17-4-1924, p.
3.
44. Un análisis en esta línea podrla aportar un mayor conocimiento del significado
de los reinados estudiantiles, entre las mujeres de los sectores medios, quienes después
eran llamadas a vincularse a programas sociales.
45. Antes de vincularse a la actividad sindical era una reconocida escritora:
"Canta exclusivamente al amor con honda y apasionada sinceridad ya que el
amor es eje de la vida de nuestras mujeres; es de una sensibilidad fina del tipo
de Juana de Ibarburu".
Luis Tejada. Tres Escritoras antioqueñas, El Espectador, Bogotá 3-2-1924, p. 7. Un
análisis de su actividad sindical se encuentra León Zuleta Ruiz, Maria Cano y su tiempo,
Memorias, Litoarte, Medellfn, 1988. También Ignacio Torres Giraldo, Maria Cano, mujer
rebelde, Edil. La Roca Bogotá, 1972.
46. Velásquez Toro, Op. cit. p. 27.
47. Maria Cano, Mensaje a la Organización Democrdtica de Mujeres de Antioqufa, Me-
dellfn, 1960 en Torres Giraldo, op. cit. p. 181.
75
vida de trabajadora a organismos de socialización secundaria48• Pero en
estos espacios predominaron formas de control de los comportamientos
privados y de las relaciones de afecto, reforzándose los valores «femeni-
nos» como la caridad, la sumisión y la delicadeza. A ello contribuía la
preocupación de la iglesia por preservar la virtud y la moral. Con esta
orientación funcionó el Patronato de Obreras creado en Medellín y que
ha sido objeto de análisis especial de Luz Gabriela Arang049•
Era natural que la sociedad conservadora del momento se atemori-
zara con los primeros pasos de las mujeres. Por ejemplo, las trabajado-
ras sin ser- ciudadanas se atrevían a cuestionar la organización social.
Basta recordar un gran mitin que se hizo en 1925 en Medellín y un me-
morial firmado por las obreras, manifestándose contra la pena de muer-
te, que se discutía en esa época en las cámaras 50. Esta movilización
temprana de las mujeres a favor de la vida, contiene teoricamente una
doble dimensión: la lucha por la vida como mujer-madre, y como defen-
sora de un elemental derecho ciudadano, el derecho a vivir.
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contribuyó a la emergencia femenina, la militancia en la corriente so-
cialista de mujeres con posiciones feministas.
Entre los sectores populares, se estaba produciendo el acceso de las
mujeres al trabajo asalariado, lo que las inició en las actividades sindi-
cales, Si bien las convocatorias a las marchas les recalcaban su defensa
del pan y del futuro de los hijos 52, clara evidencia de la «ideología ma-
ternalista» que señala Luna53 , también se les estaban ofreciendo formas
menos convencionales de solidaridad54•
También en las áreas rurales, las mujeres empezaron a pensarse
como sujeto colectivo, con potencialidad para expresarse políticamente,
independientemente-de que no pudieran votarS5• En la población de
Puente Nacional (Boyacá) las mujeres en un memorial escrito al minis-
tro de gobierno de la época, pidieron la destitución del alcalde y el cam-
bio del funcionamiento de la policía, protestaron contra los atentados a
sus familiares varones, pidieron un investigador imparcial y reclamaron
contra la inestabilidad laboral que sufrían56• En Puerto Wilches, muje-
res trabajadoras firmaron un compromiso de solidaridad para trabajar
por la mejora de los sueldos y la reducción de la jornada de los trabaja-
dores de las cigarrerías57•
52. Velásquez Toro, op. cito reproduce un mensaje de la Gaceta Republicana para
asistir a una manifestación en este sentido, p. 42.
53. Historia, Género ... op. cito
54. Por ejemplo, pudieron manejar algunos recursos, según se desprende de una in-
formación apreciada sobre la creación de una Compañía Femenina de Ahorros la "Socie-
dad de Señoras y Señoritas" en la Costa, para estimular el ahorro en el "Bello Sexo" y faci-
litar la construcción de casa para obreros. El Espectador, 8-9-1924, p. 24.
55. Es importante señalar que las mujeres se vincularon a los directorios y activida-
des polfticas de los partidos tradicionales en Colombia, el conservador y liberal, incluso en
algunos puestos de dirección, antes de tener el derecho al voto.
56. El Tiempo. 4-1-1928, p. 7.
57. Ibidem, 16-2-1928, p.7.
58. Feminismo en la Conferencia. El Tiempo, 17-2-1928.
77
de Mujeres.CIM, formado inicialmente con siete representantes, para
que adelantara un estudio sobre las peticiones hechas, y presentara re-
sultados en Montevideo, lugar de la siguiente Conferencia. A la Confe-
rencia de Cuba asistió como delegado de Colombia, Enrique Olaya He-
rrera, bajo cuyo gobierno se produjeron cambios que iniciaron la
emancipación de las las mujeres colombianas 59. La CIM se reunió en
1930para iniciar el estudio de las propuestas que se debatirían tres años
mas tarde en Montevideo. Allí sólo se avanzó en la aprobación de una
Convención sobre la Nacionalidad de las Mujeres.
El debate en los organismos internacionales contribuyó a la adop-
ción de medidas para mejorar las condiciones de la mujer trabajadora y
a legitimar las demandas que fueron incoándose entre las colombianas
por la igualdad social, pero el proceso que siguió, que adelantaron las
mujeres por sus derechos civiles y políticos, desde los años treinta en
adelante no podría entenderse, sin los procesos locales a que hemos he-
cho referencia.
Las mujeres encontraron dificultades en una sociedad, que trabajo-
samente transitaba hacia la modernización, con un fuerte control reli-
gioso y con un Estado oligárquico, conservador y patrimonialista en su
relación con las mujeres60, sustentado en un marco jurídico excluyente:
la Constitución de 1886, surgida de la derrota de los liberales en la gue-
rra de los mil días. Las movilizaciones de las mujeres desde esta época,
se enmarcaron en la polaridad exclusión-inclusión, es decir en los te-
mas legitimados por la sociedad que refrendaba el sujeto mujer-madre,
como paradigma de lo femenino. Habría que esperar a 1991,mas de cien
años despúes, y al avance del feminismo, para que los derechos ciuda-
danos de las mujeres, mas allá de voto, fueran consagrados en una Con-
stitución democrática.
59. Durante los últimos días de la conferencia, los periódicos El Tiempo y El Especta-
dor, mantuvieron un seguimiento de los debates y reseñaron las demandas y acuerdos.
60. G. Luna. Estado y Participaci6n PoUtica de Mujeres en América Latina. Una rela-
ci6n desigual y una propuesta de análisis hist6rico, en Magdalena León (comp.) Movimien-
tos de Mujeres en América Latina, Tercer Mundo Ed., Bogotá (en prensa). Una versión an-
terior en Bolet{n Americanista op. cit.
78
2. EN EL CAMINO DE LA MODERNIZACIÓN:
EMANCIPACIÓN ECONÓMICA Y AVANCES EDUCATIVOS DE LAS
MUJERES, 1930 - 1943
y de preservar:
79
cio ciudadano del sufragio por parte de las mujeres, empezó a ser objeto
de debate. La crítica a la exclusión política de aquellas y a su equipara-
ción con los menores, los vagos y locos, que tampoco gozaban de estos
derechos politicos, ni de participación en el gobierno, hicieron parte de
la agenda de las sufragistas desde 1930 y se extendió hasta 1954. Fue casi
un cuarto de siglo de lucha para conseguir el derecho al voto, pero falta-
ban unos años más para poder ejercerlo.
La existencia de estas condiciones de atraso actuaban como obstácu-
los en una sociedad que buscaba la oportunidad de cambios económi-
cos y políticos. En lo económico, se introdujeron reformas en la organi-
zación de la producción, en el manejo del capital y de la riqueza para
afrontar los efectos de la crisis mundial, marcando el tránsito a la mo-
dernización económica. Se pusieron en marcha medidas proteccionistas
y se modificó la política monetaria y cambiaria, creándose condiciones
para un desarrollo industrial que se acompañó de una modernización
de la maquinaria, con impacto en la población femenina ocupada. Se
adelantó en la construcción de carreteras para absorber la mano de
obra que dejaba cesante la crisis, como forma de desactivar las presio-
nes sociales63• También se hizo una reforma en la legisladón sobre tie-
rras, para asegurar la permanencia de los trabajadores agrarios en el
campo y la expansión de la frontera agrícola.
En lo político fue un tiempo de reformas, realizado bajo un cambio
de signo. Se instauró un régimen liberal con el gobierno de Enrique
Olaya Herrera, elegido bajo una fórmula bipartidista de Concentración
Nacional y que contó con expresiones de apoyo femenino. Fue seguido
por los gobiernos de Alfonso López Pumarejo y de Eduardo Santos,
quienes tuvieron que hacer frente a una gran inestabilidad en los frentes
interno y externo. En el interno por las movilizaciones de trabajadores y
campesinos y luchas políticas; en el externo por el conflicto con el
Petú64• La reforma constitucional adelantada durante el primer gobier-
no de López, significó el inició de la transformación política del país. A
partir de ella se delineó el perfil del Estado interventor para regular la
propiedad y la producción, en aras del interés social. También se defi-
nieron relaciones entre la iglesia y el Estado, estableciéndose el matri-
monio civil; se consagró la responsabilidad estatal en la dirección de la
educación, se dio la posibilidad a la mujer para desempeñar cargos pú-
blicos y se planteó el tema del voto femenin065•
63. Para una profundización sobre los hechos de este período véase: Ospina Vásquez
Luis. op. cit. YEstrada Efraín, op. cit.
64. Gustavo Humberto Rodríguez. Dlaya Herrera: político, estadista y caudillo. Im-
prenta Nacional, Bogotá 1974. cap. 29 y 30. p. 169-185.
65. La política renovadora de López es analizada en Alvaro Tirado Mejfa. Aspectos
Políticos del Primer gobierno de Alfonso López Puma rejo 1934-1938. PROCULTURA. Insti-
80
Todo el periodo se caracterizó por la organización y movilización de
distintos sectores sociales en defensa de sus intereses. Las obreras,
obreros, campesinos y campesinas se organizaron alrededor de ligas
agrarias y sindicatos obreros, para presionar demandas laborales y de
tierra. Los propietarios de tierra, industriales y financistas tuvieron una
expresión organizada en la Asociación Patriótica Nacional APEN, vincu-
lada ideológicamente al partido conservador, que extendió su influencia
a sectores de trabajadores y trabajadoras, a través de la iglesia66 • Se
produjo un aumento de formas institucionalizadas de organización y
participación, especialmente de trabajadores, creciendo el número de
sindicatos registrados y creándose la Confederación de Trabajadores de
Colombia, bajo ideología socialista67•
Al inicio del período, la población había alcanzado la cifra de
7.851.000 habitantes, contabilizándose 993 mujeres por cada 1000 hom-
bres. El 51.57% del total de la población era analfabeta68, con la proba-
bilidad de que estp proporción fuera superior entre las mujeres. Su par-
ticicipación en el nivel de primaria se mantenía y disminuía en la
secundaria69• Del conjunto de las trabajadoras de Antioquía en 1931, el
58% eran menor de 24 años y aunque el 82.8% sabían leer70 • eran obje-
to de discriminación salarial:
«Los jornales en las fábricas para las mujeres eran muy inferiores a
los de los hombres: ganaban alrededor de la mitad»71
tuto Colombiano de Cultura, Bogotá, 1981, pp. 73 a 100. El debate de los derechos de la
mujer y sus logros es extensamente tratado por Velásquez Toro. Según ésta el voto se
planteó en 1933, pero el proyecto fue archivado, op. cit. p. 49.
66. Ibidem, cap. n, III y IV, pp. 107 a 177.
67. Sánchez, Ricardo, op. cit. p. 88.
68. El Nuevo Censo de la República. Cromos, Bogotá, 18-10-1930, p. 2.
69. En 1934 hubo una matricula escolar de 315.036 y en 1937,342.306. La matrícula
en secundaria no creció a igual ritmo. En 1934 hubo 2.320 y en 1937 12.868. Terminaron
secundaria en 1934 10.273 yen 1937, 4.964. Ver Chavarriaga Meyer, op. cit. pp. 217, 218,
219,220.
70. Ibidem p. 489.
71. Luis Ospina Vásquez, op. cit. p. 489.
72. Ibidem p. 488.
81
2.1. Los Primeros Pasos
73. Este evento se halla reseñado en periódicos y estudios de distinta manera. Ofelia
Uribe. Una Voz 1l1Surgente, Ed. Guadalupe, Bogotá, 1963, lo cita como Congreso Interna-
cional Femenino; Livia SteIla Melo op. cito p. 986, acoge el nombre que le dieron en sus
entrevistas, quienes estuvieron participando: IV Congreso Internacional de Mujeres Ibéri-
cas e Hispanoamericanas. Con anterioridad se habían realizado en Buenos Aires 1910,
Chile 1915 y Buenos Aires 1928.
74. Velásquez Toro, op. cit. p. 48.
75. Livia SteIla Melo, op. cito p. 851-852-884-890-986 YFlor Romero de Nohra y Glo-
ria Pachón Castro. Mujeres en Colombia. Ed. Andes, Bogotá 1961, p. 1S.
Inés Bayona Alvarez, publicó un libro sobre el Feminismo en Colombia y otro sobre el
matrimonio y divorcio de los que se tiene noticia por Melo.
76. Fue directora del Instituto de Orientación Social de Cundinamarca, inspectora
departamental de educación y Juez de conciencia por la Unión Femenina en 1945.
82
sus opiniones sobre la mujer, expresadas en su revista Femeninas, pro-
puso una reforma de los contenidos y métodos de las escuelas rurales,
urbanas, doméstica y profesional77. Una propuesta de Susana Olózaga
recomendaba crear campos de deportes y jardines en las escuelas publi-
cas. También propuso establecer el matrimonio civil y el certificado pre-
nupcial, proyecto que causó alarma:
83
La primera presencia pública de las mujeres para debatir sobre sus
intereses fue este Congreso. No fue casual que coincidiera con la fecha
en que se debatía en el Parlamento el Proyecto de Ley sobre Capitula-
ciones Matrimoniales. Este Proyecto fue según Ofelia Uribe de Acosta,
testigo de excepción de esta etapa:
81. Anabel Torres. Entrevista a arelia Uribe de Acosta, en Maria Cristina Laverde Tos-
cano y Luz Helena Sánchez Gómez (ed.) Voces Insurgentes, Universidad Central, Bogotá
1986, p. 189.
84
quedado de hecho despojada, por la primera regla y base del contrato
que es la obediencia y la sumisión absoluta. Pero para que las reformas
se desarrollen y prosperen han de proceder de la iniciativa o verdadera
acción femenina»82
85
"En mi país las mujeres ejercen profesiones de los hombres (afirma-
ba uno). Es insensato, (replicaba el otro) la mujer no ha sido hecha para
hacer lo que hace el hombre sino única y solamente para el hombre»85
"la patria no necesita que ellas se doctoren; las mujeres no deben te-
ner más campo de acción que las paredes de las casas»87
86
ra, adquirir títulos y ejercer profesiones, al igual que los hombres, a ma-
nejar los intereses a su antojo, sin extrañas ni odiosas tutelas, ejercer de-
rechos políticos como cualquier ciudadano que ha de ejercer autoridades
para tener responsabilidad en la cosa pública» 88
88. Ibidem, p. 2.
89. Georgina Fletcher. Editorial. ibidem, p. 1.
90. Voto Femenino. ibidem, n° 2.
91. Heli, op. cit.
87
gotas. La aprobación del Acto Legislativo número 1 de 1936, les conce-
dió una ciudadanía restringida a la mujer, Según lo establecido, podían
desempeñar empleos públicos que llevaron anexos autoridad y jurispru-
dencia. No obstante que lo aprobado permitía ejercer cargos de magis-
trado, juez, procurador, ministro, gobernador y diplomátic092, la exis-
tencia de la norma legal no garantizaba la modificación de los
estereotipos sobre el oficio de la mujer. Ocho años más tarde, la brecha
existente entre la norma y la ideología sexista provocó la protesta feme-
nina, por la imposibilidad jurídica de que una mujer que había accedido
al cargo de funcionaria -Rosita Rojas- tomara posesión como juez y
mostró que la ley no era suficiente para lograr los cambios.
El acceso de la mujer a la educación superior, tuvo gran importancia
en las décadas posteriores. Especialmente en el área del Derecho, se fue
forjando un movimiento silencioso de mujeres, que luego impulsó cam-
bios en el marco jurídic093• Falta por descubrir y visibilizar el carácter y
tipo de presiones que se dieron desde 1936 hasta el final del período de
estudio. Probablemente no fueron registradas específicamente porque
su acción estuvo diluida en espacios netamente masculinos. Sus deman-
das fueron retomadas por sectores de los partidos y del Estado como
parte del proceso de modernización94• Los partidos liberal y conserva-
dor recomendaron el perfeccionamiento de la legislación sobre el traba-
jo de mujeres y niños; la protección contra seducción y abandono y la
maternidad desde 1931. Para el liberalismo que estaba conduciendo el
proceso de reformas, el apoyo a demandas de las mujeres, dentro de los
límites de reproducción de una estructura familiar que no pusiera en
cuestionamiento las bases de la sociedad vigente, reafirmaba el conteni-
do moderno y democrático del partido y contribuía a ensanchar su base
social:
92. Chavarriaga, op. cit. p. 437. Según el autor el artículo 8 de la Reforma Constitu-
cional y el artículo 5 del Código de Régimen Político y Municipal, garantizaban esta inter-
pretación.
93. Algunas figuras fueron: Gabriela Pelaez, que terminó derecho en 1941, fue dele-
gada de la CIM en 1961 y fundadora de la Unión Femenina. Su tesis para optar al título de
abogada es referencia obligada de los estudios sobre las condiciones de la mujer. Aydée
Anzola Linares, fue conferencista en el Congreso de la Alianza Femenina en 1945 en el
tema "Los derechos de la mujer" y colaboradora de la revista Agitación Femenina y contri-
buyó a la reforma sobre la patria potestad en 1974. Esmeralda Arboleda fue representante
en la Asamblea Nac,onal Constituyente, donde defendió el voto femenino.
94. El programa del partido liberal que se aprobó en 1935 señala que:
.E1 Estado emprenderá la defensa colectiva de la mujer y se propone movili-
zar los recursos legales, científicos y económicos necesarios para disminuir
\o'?,'Qe\\~'" o.e\a maternidad mal atendid~l a la velo<\.ue'Qroteiala dificultad
de la mujer, los derechos de la descendenCIa •.
Gerardo Molina. Las ideas liberales en Colombia de 1935 hasta la iniciación del Frente
Nacional. Ed. Tercer Mundo. Bogotá 1978, p. 18.
88
«y cobijará igualmente nuestro anhelo de procurar una democracia
integral, todo aquello que tienda a levantar en Colombia el nivel de la
mujer, a rodearla de garantías y brindarle oportunidades, a reconocer de
manera práctica y concreta su papel decisivo en la vida de la República ...
Vele el liberalismo por los derechos de la mujer, por la tranquilidad y
bienestar de los hogares y el ennoblecimiento de la familia y adquirirá
para su predominio en la vida colombiana un título de fuerza incontras-
table y de solidez indestructible»95
95. El tiempo, 4-1-1937, p. 7. Apuntes del discurso del Doctor Eduardo Santos, en la
proclamación de la candidatura presidencial liberal.
96. Entrevistas con Pascual del Vechio, Bogotá octubre 1992 y con Beatriz Aya de
Cárdenas, Bogotá, agosto de 1993. Beatriz Aya dijo que asistió a los viernes culturales por-
que inicialmente apoyaba a Gaitán. Entrevista realizada en Bogotá. agosto 1993. También
véase la referencia que hace El Tiempo. Bogotá octubre 19 de 1970.
Beatriz Aya es hja de María Currea de Aya y fue presidenta de la Unión de Ciudadanas
de Colombia.
97. La asistencia al IV Congreso Internacional Femenino. se hizo por nombramiento
oficial y éste tuvo el apoyo del gobierno para su celebración.
89
moral de ella como camino del orden y el progreso. No era homógeneo,
sino que presentaba tendencias. El punto de convergencia se situaba al-
rededor del sufragio. En los otros temas relacionados con la educación
y con el rol de la mujer, se notaban diferencias entre quienes querían
una modernización en el rol de la mujer y quienes aspiraban a una tras-
formación de la condición del genero femenino y abordaban temas me-
nos convencionales como la educación sexual y la prostitución. Conta-
ron para la difusión de sus mensajes con revistas como Hogar y Patria
en Bogotá y en Medellín. Tuvieron acceso a periódicos como El Radical
de Tunja y los eventos como el IV Congreso Internacional Femenino tu-
vieron cubrimiento. En Radio Boyacá de Tunja y en la Hora Cultural de
Bogotá, pudieron utilizar espacios para divulgar sus acciones y propues-
tas.
Las sufragistas contaron con comprensión de sus propuestas entre
varones intelectuales y políticos progresistas, tambien con la incom-
prensión de muchas mujeres que consideraban su condición como na-
tural y justa. También se dio un marco internacional propicio, pues la
declaración de Lima sobre los derechos de la mujer, en el marco de la
VIII Conferencia Panamericana de 1938, legitimó estas demandas inter-
nas.
90
especialmente en la Cruz Roja, por Blanca Martín de David Almeyda99,
quien fuera delegada alterna de la CIM y miembro de la Unión Femeni-
na. Ella elaboró un plan para vincular la mujer a la Cruz Roja desde
1938 y fundó la Asociación Nacional de Enfermeras, primera asociación
profesional femenina. Por su parte, Debora Arango de la Cuesta\OO,a
mediados de la década del 30, inició una campaña de mejoramiento del
servicio doméstico, orientado a capacitar a las mujeres que se desempe-
ñaban en ese oficio.
En la actividad de asistencia social de carácter informal hacia secto-
res populares, encontramos la realizada por la Legión Femenina funda-
da en Barranquilla en 1930. Esta organización extendió sus actividades
a Bogotá para adelantar tareas de instrucción popular y elaborar carti-
llas de apoyo para la alfabetización IOl.En la misma línea se inscribió la
preparación de las mujeres procedentes del campo que no tenían oficio
definido. Para ello se había formado el Sindicato de la Aguja, que era un
espacio para adiestramiento en actividades de modistería y mecanogra-
fía 102. A este grupo pertenecía María Currea de Aya, que fue la primera
representante de Colombia en la CIM, presidenta honoraria de la Unión
Femenina desde 1945hasta 1960y vicepresidenta de la Organización Na-
cional Femenina, como veremos más adelante. Este grupo estuvo for-
mado también por Gloria GÓmez. Maruja Pelaez. Emilia Echavarria de
Cook, impulsaron también en la época, el Centro de Acción Social de la
mujer para el sector infantil103•
Los actividades anteriores son ejemplos para entender las compleji-
dades de la participación política de las mujeres. El desplegamiento de
las energías femeninas para el desarrollo de destrezas en otros grupos,
preferentemente de mujeres y niños'; el mejoramiento de las condicio-
nes de una comunidad por el establecimiento de equipamiento como
Gotas de Leche o Centros de atención, son ejemplos en donde las muje-
res desarrollan su participación política desde la exclusión, pero inclu-
yéndose con intervenciones claves para la comunidad y para el paíslO4•
91
Las mujeres populares tuvieron dos vías de expresión para visibili-
zarse y constituirse en sujetos politicos, es decir de discusión, propues-
tas de demandas y acciones. Una vía la constituyeron los reclamos y
movilizaciones realizadas desde el espacio sindical, caracterizado por
ser tipicamente masculino en su dirección y representación. Otra se ori-
ginó en acciones que desarrollaron las mujeres desde los barrios para
formular o demandar programas para el mejoramiento de sus condicio-
nes de salud, vivienda y educación.
Las movilizaciones de las trabajadoras fueron continuación de las
movilizaciones de decadas anteriores, realizadas por las jornaleras agrí-
colas y las obreras de las fábricas de textiles y cigarros. En octubre de
1935:
92
ras en tanto madres y por mejoras salariales se canalizaron tambien por
medio del Estado, al igual que las mujeres inglesas en el cambio al siglo
XX109•
Tambien desde los años treinta se empiezan a organizar las mujeres
en los barrios, para expresar sus opiniones y manifestarse como sujeto
de derechos, Ya en 1937 se produjo un manifiesto del Comité Femenino
de los Barrios de Occidente de Bogotá, que expuso sus demandas, iden-
tificándolas como parte de las de la mujer latinoamericana:
93
2.3. Diversidad en las Mujeres y Heterogeneidad de sus Expresiones
94
obreras aparecen organizadas en espacios de dirección masculina aun-
que ellas sean una proporción mayoritaria de la fuerza de trabajo. No
obstante en las fábricas de café La Garantía, la movilización fue exclusi-
vamente femenina. En las prácticas sociales de las mujeres populares,
tambien apareció el barrio como espacio de participación y combina-
ción de actividades. Para las mujeres de los sectores medios, que ejer-
cian sus actividades de asistencia social, y para las mujeres populares
que se movilizaron para mejorar su condición, el barrio se convirtió en
un transito entre -las tareas domésticas y el ejercicio de actividades co-
munitarias y públicas. Fue tambien un lugar de encuentro en donde las
diferencias de clase podían dar lugar a instrumentalización de las muje-
res mas pobres, pero tambien a la creación de formas de solidaridad en-
tre mujeres,
El grupo de mujeres que se proyectaba desde lo doméstico, para in-
cidir en la esfera de las decisiones políticas, con la intermediación civil
de las asociaciones barriales, tuvo un ir y venir en varios espacios, desde
lo doméstico a lo barrial y al espacio de los partidos. Igual les sucedió a
quienes asumieron las demandas por los derechos ciudadanos; tenían
una presencia intermitente en espacios de deliberación feminista como
revistas, centros o congresos, y en el partido. Ellas se movían desde el
debate por la democracia y la ciudadanía, hasta la reflexión sobre las
condiciones que la diferencia sexual producía en sus vidas.
No obstante este proceso de participación en la vida pública no se
logró una conciencia más activa, para reclamar derechosll2. Entonces,
¿qué significado tienen estas distintas experiencias en la transformación
de la mujer?, ¿qué nos pueden aportar en la comprensión de la activida-
des de las mujeres?
En la multiplicidad de relaciones que sustentan las mujeres, algunas
de las prácticas consiguen incidir sobre su subordinación y otras por el
contrario la legitiman o reproducen. Puede presentarse d manera alter-
nada un proceso de reproducción de la ideología en la transformación
de las condiciones de subordinación y cuando las acciones de las muje-
res se dan en espacios masculinos, sus demandas pueden diluirse a me-
nos que las expresiones fueren masivas. Por ejemplo, es posible suponer
que dada las características de los partidos y de las direcciones sindica-
les (tipicamente masculinas), en el período que nos ocupa, la participa-
ción femenina pudo tener un efecto de reproducción de la subordina-
ción, aunque ello no fuera tan automático.
112. Victoria Fajardo de Silva, dice en el Prólogo del libro Ideales Feministas, de Lu-
cila Rubio de Laverde, que el Congreso de 1930, fue una muestra esporádica y estéril de
los esfuerzos por transfonnar la condición de la mujer y liberar su conciencia. Ed. Nuevo
Mundo, Bogotá 1950, p. 2. Igualmente opina Ofelia Uribe en la cita anterionnente trans-
crita.
95
En esta heterogeneidad de las fonnas de acción de las mujeres, iden-
tificamos acciones políticas. Aquellas actividades que realizan las muje-
res para cambiar condiciones de acceso a a los bienes sociales, que les
pennita resolver necesidades atribuidas por el género, o de sobreviven-
cia económica para la madre o sus hijos, o por su ubicación de clase
como trabajadora asalariada, hacen parte de la lucha politica. De igual
manera, toda presión o movilización cuyo sentido se oriente a conseguir
cambios en su posición en la sociedad, en el barrio o la familia y en las
distintas organizaciones que fonnan el tejido social constituyen accio-
nes políticas. Las mujeres vuelven públicos temas discursivamente pri-
vados, porque participan en las fonnas de organizar la vida social, a
partir de un entramado ideológico y de acción producido en el marco de
la diferencia sexual. .
En este perlodo de 1940-1943, hubo expresiones de grupos de muje-
res que tuvieron diversidad de prácticas. En su estrategia de visibilizar-
se y adquirir derechos optaron por aprovechar contactos políticos, espa-
cios internacionales, medios de comunicación, así como la actividad en
el barrio y en la fábrica. Pero estas experiencias no cristalizaron en for-
mas organizativas. Quizá lo que significó una verdadera proyección,
para los procesos posteriores de reivindicación de los derechos, fue el
acceso a la educación universitaria. Por otra parte queda la duda de si
no existieron actividades reivindicativa entre 1936 y 1943 o estamos
frente a una carencia de registro de las actividades de las mujeres.
96
3. AGITACIÓN SOCIAL Y AGITACIÓN FEMENINA, 1944-1948
«darle voz a quien nunca la había tenido, Barrio por barrio, manzana
por manzana, vereda por vereda, los cuadros gaitanistas sin renombre
organizaron a la gente»1l4
113. Jorge Eliecer Gaitán fundó en 1934 la Unión Nacional de Izquierda Revolucio-
naria, UNIR. En 1940 fue nombrado Ministro de Educación Nacional y en 1943 ejerció el
cargo de Ministro de Trabajo. En 1945 se lanzó como candidato de la Restauración Moral.
Había liderado el sector más radical del partido, primero desde una posición y después
desde la misma estructura del partido. Su muerte desató la mayor protesta popular que se
conozca y agudizó un proceso de violencia y guerra civil, que ya venía incubándose.
114. Sergio Otálora. Gaitanismo, Movimiento social y no disidencia partidista en Gus-
tavo Gallón Giraldo (comp.). Entre Movimientos y Caudillos. CINEP. Bogotá 1989, p. 37.
97
aumento del 51% de los primeros 15 artículos de consumo 115, provocan-
do una gran agitación entre los trabajadores.
Las mujeres respondieron a las convocatorias de la coyuntura políti-
ca. Cuando el país protestaba masivamente por el intento de golpe con-
tra L6pez en Pasto, las mujeres liberales de todos los sectores sociales
participaron en las manifestaciones. Trabajadoras y mujeres de los ba-
rrios se hicieron presentes en 1947 cuando, ante el crecimiento de los
precios, se convocó en abril a una marcha del hambre para protestar
por la carestía de la vidall6• La participación de las mujeres en este tipo
de actividades, se explica por el efecto del alza de los precios en el ingre-
so de los hogares y en el salario como trabajadora.
Probablemente muchas mujeres que participaron en el movimiento
gaitanista lo hicieron movidas por sus necesidades inmediatas, relacio-
nadas con su condición de madres, esposas, amas de casa, más que por
su conciencia feminista. No obstante, hubo mujeres como Fabiola Agui-
rre, abogada vinculada a las feministas y quien en calidad de vicepresi-
denta honoraria de la primera Convención Popular, participó en la elec-
ción que designó a Gaitán como candidato a la presidencia. También
Ofelia Uribe tuvo una importante posición en el directorio liberal gaita-
nista de Boyacáll7• La propuesta de Gaitán que intentó unir a los colom-
bianos, excluidos del poder, con independencia de su color político, te-
nía similares características a la del feminismo. La discriminación
sustentada en las diferencias de sexo, identificaba en un primer nivel de
aproximación la posición de las mujeres, que con independencia de su
condición de clase, etnia y opinión política, estaban privadas del dere-
cho al voto.
Muchos autores consideran que el gaitanismo más que una disiden-
cia del partido liberal, constituyó una expresión del movimiento social,
aunque para otros toma las características de un movimiento populis-
ta128• Su estrategia era agitar al pueblo liberal y conservador para crear
un poder alternativo. A ella, se vincularon muchas mujeres de distintos
sectoresl19• Cuando Gaitán convocaba a los sectores que no tenían poder
de decisión, convocaba a las mujeres en sus distintas exclusiones. Ello
podría explicar la pluralidad de mujeres en sus actos, en sus moviliza-
ciones y en los hechos de ira popular que siguieron a su asesinato. En
la Marcha del Silencio del 7 de febrero de 1948, las mujeres participa-
ron vestidas de negro para pedir paz y en las acciones del 9 de abril
98
marcharon pidiendo justicia. En los testimonios que recogió Alape se vi-
sualiza esa participación de la mujer en la protesta popular, cuando se
produjo el asesinato de Gaitán:
«Había mujeres del pueblo que llevaban tres o cuatro abrigos tipos
lumpen o vivanderas plasmando así su actitud de rebeldía contra las oli-
garquías a quienes sindicaban de la muerte de su lider o en franco des-
concierto» 120
120. Arturo Alape. El Bogotazo. Memorias del olvido. Ed. Tercer Mundo, Bogotá
1985, p. 331.
121. Ibidem, p. 346.
122. Ibidem, p. 518.
123. Entrevista con Flor Maria Henao, presidenta de la Asociación Departamental de
mujeres campesinas e indígenas de Quindío. Bogotá, agosto de 1991.
124. Entrevista con Gloria Mery Pérez, Secretaria de la Asociación Departamental de
campesinas e indígenas de Quindío. Bogotá, agosto de 1991.
99
partido liberal que restauraron el poder a los conservadores, el desalojo
de los campesinos, el deterioro del salario en los sectores urbanos, la
existencia de un sindicalismo vencido, los despidos masivos y la pasión
especulativa, unidos al asesinato de Gaitán en abril de 1948, encendie-
ron al país125• La violencia urbana y rural afectó a las mujeres; muchas
murieron, otras quedaron viudas o huérfanas,
100
con una junta de asesores entre quienes figuraban Luis Felipe Latorre.
Alberto Aguilera Camacho y Rito Quintero, defensores en el Congreso y
en los medios de comunicación de los derechos de las mujeres. En el
lanzamiento de la organización, realizada en el teatro Colón. Luis López
de Mesa, disertó sobre la carencia de derechos políticos de la mujer del
siglo XX13l.
Además de propugnar por el mejoramiento cultural y económico de
las mujeres, la Unión femenina se propuso la creación de formas de
apoyo y solidaridad entre ellas, así como la capacitación técnica:
101
ción del principio de «a trabajo igual, salario igual», suscrito por Co-
lombia como miembro de la Organización Internacional del Trabajo,
OIT desde años anteriores13S•
Casi un año mas tarde, los días 10, 11 Y 12 de febrero se reunió en Bo-
gotá, el I Congreso Nacional Femenino bajo la presidencia de Lucía Quera-
les y Mercedes Abadíal36, del cual surgió la Alianza Femenina137• Tenía
como:
102
la filial de la Unión Femenina, estaba representada por Ofelia Uribe de
Acosta e Inés Gómez de Rojas, feministas liberales gaitanistas, junto con
Rosita Otálbra de Corsi, perteneciente a la revista Agitación FemeninaJ4J•
En Cali, Anita Mazuera formó la Alianza Femenina del Valle en el mismo
año de 1945y en un año logró 417 afiliadas, apoyándose en una campaña
radial de una hora semanal con el espacio Avanzada FemeninaJ42• En Ba-
rranquilla y otros pueblos del departamento del Atlántico, Lucía Querales
se apoyó en comités de barrio para promover movilizaciones por zonas,
que culminaron en la creación de la Alianza Departamental Femenina del
AtlánticoJ43• Con este respaldo, la Alianza Femenina convocó el n Congreso
Nacional que se realizó en Bogotá en Octubre de 1946144•
La Unión Femenina y la Alianza Femenina lideraron las acciones y
movilizaciones de este período para la obtención de derechos políticos,
llamando a procesos de acción unitaria. Por el origen político de sus lí-
deres y la composición de sus miembros es posible establecer diferen-
cias en ellas. En la Alianza Femenina predominaron las mujeres vincu-
ladas a los partidos de tendencia socialista. Esta organización extendió
su trabajo a las mujeres obreras y de los barrios populares y obreros,
aunque propició la participación pluralista. La Unión Femenina en
cambio, aunque en sus objetivos se preocupó en incluir los intereses de
mujeres obreras y populares, estuvo conformada por mujeres profesio-
nales de estratos medios y altos, vinculadas a los partidos liberal y con-
servador y a las jerarquías católicas, lo cual le confirió un cierto cariz
elitista y la hizo espacio de convergencia de distintas tendencias políti-
cas y enfoques ideológicos sobre la visión de la mujer. De esta manera,
en la misma organización participaron, quienes veían en la obtención
de derechos ciudadanos una vía para modernizar el rol tradicional de la
mujer y quienes lo consideraban necesario para cambiar la sociedad. El
resultado fue una instrumentalización del feminismo, apoyado por los
sectores mas tradicionalistas a cuya cabeza estaba la iglesia católicaJ45•
103
Pero en la Unión Femenina tambien participó un sector de mujeres con
una ideología liberal, que señalaba la falta de intervención qe las muje-
res en las decisiones como expresión de las contradicciones y limitacio-
nes del funcionamiento de la democracia. Tambien se vincularon a esta
organización, y a sus acciones por conquistar derechos políticos, femi-
nistas que habían asistido al Congreso del 30, como Alicia Ruiz de
Amórtequi y la propia Ofelia Uribe, lo cual sugiere que tuvo pluralismo
en su pensamiento y una unidad de acción en tomo a la carencia de de-
rechos políticos formales.
Las demandas por el voto, que fueron el motor de las movilizaciones
de las mujeres y que originó lo que llamamos el movimiento sufragista,
constituyó el punto de confluencia de esta diversidad ideológica; permi-
tió la vinculación de distintos sectores de mujeres con independencia de
su condición social, económica, credo religioso, político o ciclo biológi-
co, constituyendo una expresión de su incorporación a la política. No
obstante, que el feminismo sufragista estuvo atravesado por el biparti-
dismo, la condición femenina de ciudadanas sin derechos, y la posición
de algunas mujeres en espacios de poder masculinos, posibilitó accio-
nes colectivas y el despuntar de la conciencia de subordinación en los
diversos sectores de mujeres.
El feminismo que se dio en mujeres del partido liberal y socialistas,
proyectaba una posición ante la vida y ante el mundo de carácter inte-
gradora. Para ellas el feminismo significaba igualdad, libertad, justicia y
democracia. Igualdad frente al trabajo y frente a las oportunidades edu-
cativas; libertad para ejercitar los derechos de las personas de poseer,
obtener y disponer bienes materiales; justicia en lo personal y en lo so-
cial: para que nadie se apropiara de lo que le es ajeno bajo ningún con-
cepto; para que no se maltratara o violentara la vida de nadie; para que
todos pudieran ejercer una vida digna; para que nadie influenciara a
otros en su pensamiento, ni lo conminara por la fuerza a pensar y a ac-
tuar en función de otros; para que las decisiones se tomaran de acuerdo
a la conveniencia del interesado,
Según Lucila Rubio de Laverde:
104
hombres; vivían preocupadas por la violencia y el hambre, la injusticia,
la guerra, la vida. En este marco global y específico se definía para ellas
la necesidad de derechos políticos para la mujer:
105
se comprometieran en el cambio social que beneficiaría a las mujeres
en cuanto tales.149
Desde el mismo feminismo se establecieron fronteras, con una ten-
dencia conservadurista sobre los cambios en la percepción y función de
la mujer:
106
pra-venta de votos y posibilitando que sólo los mas competentes y ho-
nestos tanto en su vida pública como privada fueran elegidos1S3•
El lanzamiento de una encuesta, que hizo Ofelia Uribe por la Radio
Boyacá y Agitación Femenina en 1944, para conocer la opiniones de los
radioyentes sobre el sufragio, mostró una mayoría en favor del feminis-
mol54• Esta indagación pública sobre los derechos de las mujeres, junto
con la que lanzó la Alianza Femenina del Valle en 1945, constituyeron
parte de una hábil estrategia que contribuyó a la dinámica del movi-
miento; de esta manera se le dio al debate un carácter nacional, fortale-
ciéndose los conceptos de las feministas frente a los detractores y esti-
mular y generar una reflexión publica, que produjo opinión general
sobre el tema de los derechos de la mujer y contribuyó a la movilización
de ellas en todo el país. Un segundo tipo de estrategia estuvo formada
por la divulgación masiva por radio, prensa y a través de conferencias
de los intereses y acciones alrededor de la conquista del sufragio y de
otras demandas de las mujeres. Una tercera clase de estrategia estuvo
compuesto por la presión ejercida ante el Congreso, con la creación o
utilización de contactos o redes de amigos o familiares y la presentación
de Memoriales al mismo, acompañados de firmas para la solicitud de r'-
C.
,
modificaciones del marco normativo para la consagración de los dere- -- ~ ~.
chos que se reclamaban. Los resultados de opinión sobre el sufragio fe- ,- .
menino, tanto los que estaban a favor como en contra fueron publica- ¡.:'
dos en Agitación Femenina.
En las opiniones expresadas por mujeres de distintos sectores, en
respuesta a la consulta, se definía el voto como un instrumento para la ,
, '
107
«elegiríamos mujeres que fueran al Congreso Nacional, a hacer expe-
dir leyes eficaces en defensa de la maternidad. en defensa de la niñez, en
defensa de la mujer trabajadora; elegiríamos mujeres que fueran a la
Asamblea Departamental a expedir ordenanzas sobre el fomento de la
cultura, sobre la educación de los niños ... elegiríamos mujeres que fue-
ran al Concejo Municipal, a dictar acuerdos sobre asistencia social, no
con un criterio político, sino con un espíritu de bondadosa justicia» 156.
«Que voten las mujeres y ayuden la cosa pública ... su intención las
llevará a acertar siempre lo bueno y muchos podrán colaborar en el be-
neficio común»157.
Entre los puntos en que se basaba la Unión Femenina para pedir ple-
nos derechos políticos, destacamos los siguientes:
108
a. El número de mujeres activas según el censo de 1938 era similar al
de los hombres;
b. El derecho de la ciUdadanía, influiría para que el trabajo fuera justa-
mente valorado;
c. La contribución que ella hace con su trabajo al erario y a la riqueza
nacional;
d. Su condición de contribuyente implica que si paga impuestos debe
participar en el manejo y vigilancia de los mismos, lo que sólo sería
posible, con su carta de ciudadaníal60.
109
conseguir la aprobaciónl63• Esta misma invitación la hizo Mercedes
Abadía en nombre de la mujer obrera, quien sugirió movilizaciones,
cartas y telegramas de presión de mujeres sin distingos de colores políti-
cos, religiosos o de clases, para obtener el derecho a elegir y a ser elegi-
das y superar la «esclavitud hogareña» 164.
Para las feministas, el voto era un problema de autonomía como per-
sona y ciudadana; su carencia significaba que otros seguirían pensando
por las mujeres y que a ellas sólo les quedaría la obediencial65• Bajo una
dimensión de cambio político, la demanda por el voto formaba parte,
para algunas dirigentes, de un triángulo de lucha:
110
ciudadanía a la mitad de la población colombiana. Solicitaron una au-
diencia ante la Comisión de Reformas Constitucionales en la cual la
presidenta de la Unión. Rosa María Moreno acudió llevando un memo-
rial con más de 1000 firmas de mujeres de Armenia. Puente Nacional,
Gámeza 168. Riohacha. Popayán. Medellín y El Banco. En un artículo in-
vitó a unirse a todas las mujeres de Colombia, sin distingos de clases e
ideas políticas para que firmaran el memorial que Unión Femenina pre-
sentaría en la Cámara para «defender nuestros derechos ciudadanos», el
cual había tenido una respuesta favorablel69•
La Alianza Femenina también aportó 4000 firmas. Para las dirigen-
tes los intereses de las mujeres y de los niños, sólo podían ser debatidos
y resueltos cuando las mujeres tuvieran representación y ocuparan es-
pacios de decisión porque sólo las mujeres por su conocimiento de
ellas, podían orientar las respuestas adecuadas a sus necesidades 170.
Las activistas en los sectores populares hicieron del proselitismo en
favor del voto, un elemento adicional para su movilización. Mercedes
Abadía, en una concentración ante 500 mujeres, les trasmitió la necesi-
dad de luchar contra la especulación y de impulsar otros intereses como
la extensión del voto a la mujer, que posibilitara su elección a cargos po-
pulares171• Con anterioridad se había dirigido en una conferencia a las
obreras sobre el voto, afirmando su papel en el afianzamiento de la de-
mocracia, refutando a quienes decían que el otorgamiento del voto favo-
recería a la derecha. Así, convocó a las mujeres obreras a que acompa-
ñaran en esa lucha a las mujeres progresistas que llevaban esta
bandera 172. Igual sentido tuvo un mensaje que se publicó en Agitación
Femenina llamando:
« ••• a las mujeres obreras, a las que trabajan en las fábricas, hogares y
campos, a las intelectuales y empleadas que soportan el peso de todos los
deberes ... me creo obligada a invitar a todas las mujeres de Colombia, a
111
sostener los principios que impongan mejores condiciones políticas a
nuestro sexo» 173.
Este sector no sólo tuvo expresiones en estas revistas, sino que tam-
bién tuvo un espacio de radio llamado La Hora Azul, dirigida por Elisa
Flórez de Peñuela y Eugenia Camacho de Rodriguezl76. Esta tendencia
formulaba su argumentación a favor del sufragismo apoyándose en es-
critos y opiniones de sacerdotes y del pensamiento oficial de la iglesia.
En un artículo de la revista Mireya, se constata la ideología esencialista
que subyacía respecto a la participación de las mujeres en la política:
112
La afirmación anterior estaba apoyada en citas del Cardenal Gaspa-
rri, en donde se decía que una manera de salvar la sociedad era conse-
guir el voto de las mujeres. Bajo la influencia del partido conservador y
de la iglesia, esta corriente de las sufragistas, reclamaba el voto femeni-
no, dándole una triple dimensión: a) de eficiencia y mejora de la admi-
nistración pública y del gobierno; b) de redención y valoración de la so-
ciedad como un resultado de los valores morales propios de la mujer,
transferibles a la sociedad y al gobierno, una vez ella pueda ser elegida y
elegir; y c) mejor atención a los sectores que requirieran de la formula-
ción y puesta en marcha de leyes y programas, como la misma mujer,
los niños y los desprotegidos en general. Es decir, que el voto significa-
ría, eficacia, redención y asistencia.
Además del voto, las feministas de entonces, integraron otras pro-
puestas que apuntaban al mejoramiento de la condición de la mujer. La
información que hemos consultado, si bien no nos permitió informar-
nos plenamente acerca de cuáles proyectos fueron adelantados, si nos
señalaron algunas actividades en que se involucró el movimiento. De es-
tos vale la pena citar la organización de un curso de servicio social para
señoritas, en la Universidad Obrera, bajo la dirección de Fanny Monta-
ña de Cuellar, con la cooperación de la Alianza Femenina178 y la iniciati-
va de formación de una biblioteca feministal79•
También se preocuparon por señalar los problemas de las mujeres
más pobres y urgir soluciones a sus carencias en términos de educa-
ción, salud o servicios públicos, agua aprovechando el conocimiento de
expertos en esos temas 180.
El efecto de los problemas económicos y del desbordamiento de los
precios tuvieron espacio en las preocupaciones de las feministasl81•
Ellas se abrieron a estos intereses probablemente con la convicción que
no era posible ampliar su base social ignorando que las necesidades de
las mujeres requerían de soluciones inmediatas. Desde estos intereses se
fueron articulando sus nexos con empleadas y obreras para construir
espacios de encuentro. Como resultado de ello, se pudieron conectar
las opiniones y acciones de empleadas sobre la gestión gubernamental o
sobre sus leyes, en puntos de debate articulados con los derechos politi-
cos como demanda fundamental. A esta hipótesis lleva el conocimiento
de la protesta escrita de 64 empleadas de Tunja al presidente, con oca-
113
sión de la cuota de compensación militar que se aprobó para que fuera
pagada por quienes se eximieran del servicio militar:
«no podemos aceptar que un régimen que nos ha negado los derechos
ciudadanos, únicos que podrían justificar el deber a contribuir con la
cuota de compensación militar, nos someta en forma arbitraria a pagar
este tributo» 182.
Por otro lado la relación con el Estado y los partidos estuvo marca-
da por las contradicciones que se creaban en torno de la consagración
de los derechos civiles y politicos, necesarios a una modernización de la
sociedad, y la rigidez de una estructura política bipartidista. Los com-
promisos que el Estado habia adquirido para modernizar las relaciones
de trabajo y crear mecanismos formales de protección a la mujer traba-
jadora, generaban menos suspicacia entre los politicos. En cambio, los
problemas que enfrentaba la aprobación del voto, hicieron parte de la
disputa entre los partidos por garantizar las mayonas, temiendo que el
difícil equilibrio político pudiera ser alterado por la presencia de la mu-
jer en las urnas. Se trataba del funcionamiento de una estructura políti-
ca autoritaria que no quena abrirse al juego democrático, una de cuyas
primeras manifestaciones sería posibilitar la expresión del sector exclui-
do. Existieron liberales y conservadores que se opusieron al voto feme-
nino y conservadores que dieron la batalla a su favor, lo que muestra
que se enfrentaba un problema ideológico de género que transcendía el
mecanismo de funcionamiento de los partidos. Se trataba de ejercer el
control de la decisión de las mujeres porque se suponía su incapacidad
para decidir.
En cada legislatura se presentaron proyectos de reforma de la Cons-
titución para otorgar el voto, sin mayor resultado, a pesar de la solidari-
dad de parlamentarios que coincidían con la vigencia de una democra-
cia restringida. Muchos que eran radicales en la propuesta para el
cambio social, proponían un otorgamiento gradual de derechos politi-
cos a la mujer. El Partido Liberal, dirigido por Gaitán, aprobó en la Pla-
taforma del Colón que debía tener primero una etapa de capacitación
para elegirla en los Concejos Municipalesl83• Los liberales, suponían que
la mujer estaba dominada por el clero y su voto podna perpetuar en el
poder a sus contrarios políticos y mantuvieron la linea de concesión
gradual de los derechos. Los conservadores en cambio, asumieron la
posición de otorgar a las mujeres plenos derechos. Esta discusión se
mantuvo durante la legislatura de 1948, sin mayores avances. El logro
114
en términos de extensión de derechos fue la posibilidad de que las muje-
res pudieran ser elegidas para desempeñar cargos, que llevaran anexa
autoridad y jurisdicción.
115
las mujeres derechos políticos y les ofrecieran oportunidades y protec-
ción en el trabajo, y amparo como madresl86•
Las organizaciones feministas de países varios estuvieron atentas y
activas al desarrollo de las diferentes luchas sufragistas e igualmente,
las colombianas mantenían una disponibilidad para apoyar con cartas
las demandas de las mujeres de otros países. La Alianza Femenina
Ecuatoriana, entidad con 5000 afiliadas, envió a su organización her-
mana en Colombia cartas de apoyo. Agitación Femenina publicó estas
cartas, así como las publicadas en El Heraldo de Caracas en diciembre
de 1944, firmadas por Ada Pérez Guevara a nombre de grupos feminis-
tas venezolanos, como la Acción Femenina de Caracasl87•
En mayo de 1945 feministas colombianas vinculadas a la liga Pro
Paz y Libertad, asistieron al Congreso Interamericano, celebrado en
Harverford (Estados Unidos). Allí se discutió sobre alfabetización, coo-
perativas, sufragio femenino, servicio militar y hubo manifestaciones
contra el fascismo y la necesidad de un desarme progresivol88• Para el
año 1946 se programó la realización de la IX Conferencia Interamerica-
na de Mujeres, en Bogotá, pero no existen evidencias de su realiza-
ciónl89• Posteriormente, la asistencia y divulgación del Congreso Intera-
mericano de mujeres en Guatemala en 1947, convocado por la
Comisión Interamericana de Mujeres. CIM, sirvió para generar un deba-
te en torno al sufragio femenino. También para mostrar los alcances y
matices del movimiento de mujeres y los alinderamientos que tanto a
nivel nacional como internacional se estaban produciendo como resul-
tado de la posguerra,
Lucila Rubio de Laverde, quien asistió como delegada por Colombia,
informó de la designación de una comisión para sensibilizar a los go-
biernos en torno a la adopción de medidas que garantizaran el derecho
a la alimentación, salud, habitación y trabajo por parte de las mujeres.
También informó sobre la solicitud a los gobiernos para que se ejercie-
ran acciones que resolvieran problemas relacionados con el alcoholis-
mo, la seguridad social, estabilidad laboral, protección a las madre sol-
tera, e investigación de la paternidad, supresión de la denominación
discriminatoria entre hijos (natural o legítimo) en documentos públicos
y certificado prenupcial para favorecer la salud de la mujerl90•
116
En el registro de las Convenciones internacionales que suscribió Co-
lombia y que el movimiento feminista utilizó para presionar, destacan
el Acta de Chapultepec (Mexico 1945) y la Carta de Naciones Unidas
(San Francisco, 1945). Los acuerdos y documentos constituyeron hitos
claros en la legitimación internacional que obtuvieron las feministas en
sus luchas. Ello sirvió para la aprobación de leyes, la toma de decisiones
de los gobiernos, y a establecer un cierto compromiso en adelantar ac-
ciones desde el Estado, contribuyendo posteriormente a que se creara
un germen feminista en el ámbito estatall91• En 1948, último año del pe-
ríodo que nos ocupa, en el marco de la IX Conferencia Interamericana
que tuvo su sede en Bogotá, se realizó la Convención sobre la Concesión
de los Derechos Civiles a la Mujer. En la declaración se convino:
117
en cambio, como Agitación Femenina de Tunja y Mireya de Bogotá sur-
gieron en 1944, mientras que Catleya que se venía publicando mensual-
mente desde 1938 en Popayán, se extendió hasta 1945 y contribuyó al
debate sobre la educación y los derechos políticos para las mujeres.
La revista Agitación Femenina señalaba que sus postulados eran la:
118
Hernández de Ospina, esposa del presidente196• También participaron la
escritora Elisa Mujica. María Currea de Aya y Aydeé Anzola Linares.
Esta última fue una de las primeras abogadas del país y primera mujer
colombiana en llegar al Concejo dé Estado en calidad de Magistradal97•
Así mismo también participaron Gloria Inés Forero abogada y Esmeral-
da Arboleda, primera mujer en llegar al Senado de la República, a la Di-
rección Nacional del partido liberal y segunda Ministra de Estado, en el
Ministerio de Comunicaciones en 1961.
* * *
Como síntesis del período puede decirse, que la participación políti-
ca de las mujeres colombianas tuvo como eje la conquista de sus dere-
chos políticos: ciudadanía y voto. En el interior del movimiento sufra-
gista se organizó un núcleo de conciencia feminista a tono con el
espíritu de cambio hacia una sociedad menos dispar en lo relativo a los
derechos políticos de hombres y mujeres. A ello sirvieron como legiti-
madores la Organización de los Estados Americanos. OEA y otros orga-
nismos internacionales y después la Organización de las Naciones Uni-
das.ONU. La coyuntura de cambio en la posición del Vaticano, liderado
por Pio XII, promovió la votación de las mujeres contra el fascismo y el
comunismo y vinculó al sufragismo a mujeres católicas del partido con-
servador.
El proceso que hemos relatado, sugiere una gran riqueza y creativi-
dad en la construcción del movimiento feminista. Aglutinó a las muje-
res en torno al voto, tema que por su nivel de generalidad podía agrupar
a distintos sectores; también articuló demandas de las mujeres obreras
en aspectos salariales. Se tocaron otros aspectos de las mujeres en tanto
seres humanos como la salud, la educación y la familia; la protección
del niño mereció igualmente atención. Todo lo anterior señala una di-
mensión totalizante de las luchas y de las estrategias impulsadas por las
mujeres.
Las movilizaciones feministas se inscribieron en el contexto de la
crítica social y de las agudas luchas por construir un poder alternativo
al bipartidismo. Cuando en este proceso se vieron las mujeres atrapadas
por la violencia -con el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán- tuvieron
119
que diferir sus demandas ciudadanas y convertirse en aliadas y activis-
tas por la paz, porque estaba en juego la supervivencia de la sociedad y
de todos sus miembrosl98.
Dentro del movimiento sufragista se advierten tendencias, estaba
aquella que veía el voto como parte de la modernización de la sociedad
y de los aparatos del Estado y otra que planteaba una transformación de
las condiones de vida de las mujeres sociedad. El movimiento estuvo
atravesado por los intereses políticos partidistas y por diferencias socia-
les y de enfoque. No obstante esta diversidad, cuando se reconocieron
excluidas de derechos políticos, se movilizaron estratégicamente por en-
cima de sus diferencias para presionar ante el Congreso y para difundir
ante la opinión pública sus demandas. Frente a quienes controvertían el
derecho al sufragio, tuvieron una posición unificada, argumentando
desde las distintas corrientes la justeza de sus demandas. La extensión
de derechos ciudadanos articuló los distiQtos matices feministas, lo-
grando el apoyo de las mujeres obreras.
Dentro de la diversidad existente, se forjaron organizaciones que es-
tablecían puentes para responder a la demanda básica del voto. La
Unión Femenina y la Alianza Femenina agruparon a mujeres con orige-
nes sociales distintos y enfoques ideológicos y partidistas distintos, pero
la participación de socias de una organización en otra, en sus órganos
directivos, posibilitó el encuentro.
En la orientación de los medios de comunicación de la época se per-
ciben estos enfoques ideológicos distintos y las diversas influencias po-
líticas, pero igualmente se logró la participación en ellos de las distintas
expresiones.
El resultado fue una estrategia coherente para incidir en la demanda
del voto tanto en los memoriales como en la presión ante el parlamento
y la opinión pública. Pero no fue un movimiento masivo. LucHa Rubio
dice que sólo una minoría llevaba la vocería ante el Congreso Nacional.
Posiblemente nunca fueron más de 100 mujeres cuando se discutieron
los proyectol99. También Ofelia Uribe registró como reducido el grupo
de las feministas2°O. Es probable que no hubiera coincidencia frente a
otros temas de la lucha feminista como el certificado prenupcial, la
orientación y el papel de mujeres frente a los programas de bienestar
social y probablemente la orientación de la educación o el divorci020I,
pues se referían a problemas que afectaban de manera distinta a los
198. Las feministas recharon el atentado contra Gloria JaramilIo de Gaitán. esposa
de Jorge Eliecer Gaitán, que se produjo en MedeIlín. Agitación Femenina, n° 15, 1946, p. 3.
199. Perfiles ... op. cit. p. 89.
200. Ofelia Uribe de Acosta. Una Voz ... op. cit. p. 199.
201. La revista Letras y Encajes, publicó una protesta de las mujeres de MedeIlín con-
tra el divorcio, en Luna, Los Movimientos de Mujeres: feminismo ... op. cit. p. 186.
120
grupos de mujeres202• Fue en tomo al tema global del sufragio y en re-
chazo a la exclusión política que a todas afectaba, en donde se dieron
los acuerdos básicos,
Quedan aún muchas interrogantes sobre el grado en que el movi-
miento penetró en la vida de estas mujeres y las transformó; si concitó
el interés de la población femenina, aunque su presencia en las bancas
del Congreso no reflejara la movilización que se hizo. También hace fal-
ta más información sobre el proceso de las organizaciones y de sus líde-
res a nivel regional, probablemente invisibilizadas para la historia por el
torbellino de la violencia que se agudizó desde 1947 e hizo estallar al
país desde abril de 1948. Queda por indagar tambien el efecto de las
pugnas y divisiones en el Partido Liberal sobre las demandas de las mu-
jeres. Tambien hay incógnitas en tomo al gobierno conservador en el
fortalecimiento del grupo de sufragistas conservadoras y en su capaci-
dad de negociar años mas tarde, el estudio de un proyecto de voto en la
Comisión de Asuntos Constitucionales con los sucesivos gobiernos con-
servadores.
202. Matilde Espinoza, criticó la práctica de la caridad adelantada por muchas da-
mas como forma de ejercicio que había adquirido el beneplácito de los enemigos del su-
fragio:
«Se ajaba a la mujer que dirige hospicios ... a la que se ha impuesto la obliga-
ción de visitar asilos de ancianos y a aquellos que también en las tardes navi-
deñas, prestaron su concurso para el reporte de juguetes a la infancia».
Agitación Femenina, n° 14, 1946, Suplemento Especial.
121
4. VIOLENCIA PARTIDISTA.
REACOMODOS INSTITUCIONALES y VOTO FEMENINO, 1949·1957
203. Pecaut, Orden y ... op. cito pp. 500-506. El autor trascribe las declaraciones del
presidente Mariano Opina Pérez (conservador) y del expresidente Eduardo Santos (libe-
ral) quienes coincidían, junto con los medios de comunicación y los gremios, en la necesi-
dad de convocar a los "hombres de bien", a las clases dirigentes de la sociedad, "frente a
una situación típica y realmente explosiva de lucha de clases".
204. Estrada, op. cito pp. 778-782.
123
pa de enfrentamiento que se acentuó después de abril de 1948 fue según
muchos autores escalofriante:
124
decidió a los militares asumir el control del Estad02l3. El ascenso del ré-
gimen militar fue saludado positivamente por líderes políticos del libe-
ralismo y de la fracción ospinista del conservatismo. También tuvo el
apoyo de dirigentes gaitanistas, que incluso empezaron a proyectar la
idea de una tercera fuerza para superar el conflicto y en contra del bi-
partidismo, aceptando tareas en el gobierno. Para algunos autores y
analistas, cuando la gestión empezó a orientarse más popularmente y
fue objeto de crítica, se produjo una represión del régimen que causó su
caida. Otras razones tambien hay que buscarlas en la reacción de los in-
tereses económicos y políticos ligados al bipartidismo que empezaron a
percibir señales de alarma214•
«Fonnó con sus compañeras un contingente que dio techo. pan y estí-
mulo a los perseguidos por el sectarismo políticO»21S,
213. Analizando el tema de la continuación del poder civil, se señala que las fuerzas
armadas no tenfan interés, aún dfas antes del golpe, a pesar de la presión incluso de nota-
bles conservadores. Pecaut, Orden y ... op. cit. p. 513 a 518.
214. Existen opiniones diversas en torno a esta coyuntura. El profesor Antonio Gar-
da sostenfa, que el régimen de Rojas fue depuesto porque empezó a afectar intereses oli-
gárquicos y que el paro general que provocó su caida, fue financiado por industriales y
banqueros. Antonio Garcfa es autor de ensayos sobre economfa y política colombiana.
215. Melo, op. cit. p. 437.
125
cipar en un desfile de mujeres hacia el palacio de gobierno, para de-
mandar el cese de la contienda216• Esta fue la primera manifestación fe-
menina pidiendo la paz y millares de mujeres se unieron al llamado. Ca-
mila Uribe, presidenta de la Unión Femenina llevó la palabra en este
act0217•
En el Congreso continuaba la controversia sobre el voto femenino y
los enfrentamientos políticos se agudizaron para apoyarlo o negarlo en
razón de la coyuntura. Representantes del partido liberal, que sufría la
aniquilación de sus seguidores en las zonas rurales, se opusieron por te-
mor a la influencia que pudieran ejercer los sacerdotes en la conciencia
política de las mujeres. Políticos conservadores también se opusieron al
voto, dentro de su tradicional postura contra la emancipación de la mu-
jer. Al final de la legislatura de 1948, el Senador liberal Alfonso Romero
Aguirre había presentado un proyecto de Acto Legislativo para ampliar
los derechos civiles y políticos de la mujer colombiana218• La propuesta
restringía la elección a Asambleas y Concejos y fue defendido como par-
te de un proceso gradual de adquisición de los derechos. Casi al mismo
tiempo fue aprobado un proyecto del representante Guillermo Chávez
Chávez cuya ponencia ya había sido catalogada por las sufragistas como
la más amplia y razonada defensa de la mujer219, sometiendo a crítica
la propuesta que restringía el sufragio a determinados niveles de repre-
sentación220• En agosto de 1949 el gobierno presentó al Congreso con
mediano éxito, un decreto para la aprobación de la Convención Intera-
mericana sobre la Concesión de derechos civiles y la reforma del Artícu-
lo 15 de la Constitución Nacional que reservaba a las mujeres del voto.
Lo relativo a los derechos no tuvo dificultades, la reforma relacionada
con el voto no se logró.
La discusión en tomo a los proyectos mencionados, dejó al descu-
bierto los intereses electorales que se movían alrededor del voto. Uno de
los senadores pidio a sus copartidarios que tal propuesta debería ser
aprobada, sólo cuando ocupara la presidencia del Estado un presidente
liberal, ya que el voto femenino era tesis del partid0221• Por su parte uno
de los ponentes, Chávez, recordaba que en diciembre de 1945, se había
aprobado en la Cámara una proposición en la que se declaraba que era
parte esencial del programa conservador222• Otro senador, Navia Varón,
terció en el debate reconociendo los avances femeninos y anunciando
que estaba dispuesto a apoyar el proyecto de Chávez en razón a que el
126
Papa Pio XII había promovido el voto de las mujeres italianas para apo-
yar las listas del Partido Social Cristiano «contra la invasión del comu-
nismo»223.
La apropiación que uno y otro partido intentaron hacer de la lucha
por los derechos políticos de la mujer, sugiere varias reflexiones en la
relación a ésta y el bipartidismo. El voto era evaluado en razón a su po-
tencialidad para ampliar o controlar la base electoral, en un contexto de
confrontación en el Congreso, de eliminaciones masivas de adversarios
politicos y de proliferación de células electorales falsas y cercanía de
elecciones224.Todo ello supondría una paradoja. Al mismo tiempo que
la mujer se beneficiaría de las medidas por el reconocimiento de sus de-
rechos políticos y en general de otras medidas legislativas, podía quedar
presa de las manipulaciones electorales, con lo que a la subordinación
por el género, se le añadía otra, legitimada por las lealtades políticas.
Aquí no sólo tenía importancia la apropiación númerica de los posibles
votos femeninos, sino también el beneficio que suponía el control de la
reproducción de los patrones culturales y de sus prácticas políticas. El
reconocido papel de las mujeres en la preservación de las condiciones
de la sociedad y de los valores que se consideraban perdidos en la vorá-
gine de la violencia, se pensaba que podía prevenir expresiones radica-
les de cambio, tanto en la mujer como en la sociedad.
El gobierno conservador de Laureano Gómez en 1953 presentó a la
Asamblea Constituyente, convocada por el cierre del Congreso, un pro-
yecto de Constitución que concedía el voto en los Concejos a padres de
familia, hombres y mujeres casadas225;permitiendo la ampliación del
sufragio femenino hasta equiparar a las mujeres con los varones226.
Las sufragistas criticaban la fórmula de obtener los derechos por
cuenta gotas y manifestaban que era aberrante que la mujer fuese trata-
da como menor de edad con respecto del sufragio, pero igual a los hom-
bres para pagar impuestos y responder por delitos. Algunas de ellas, cer-
canas al partido conservador, decidieron acercarse a la iglesia para
pedir asesoría sobre su posición y demandar apoyo en los parlamenta-
rios conservadores y en la población femenina.
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Las liberales promovieron un Memorial que llegó reunir 3000 fir-
mas227 , enviado el 16 de diciembre de 1953 a la Subcomisión IV de la
Cámara fue recibido por Felix Angel Vallejo, quien era partidario de la
ampliación de los derechos políticos a las mujeres228•
La posición de la iglesia respecto a esta materia, pudo haber influido
sobre el gobierno y sobre otros lideres políticos que empezaron a sensi-
bilizarse en el tema. La prensa conservadora tambien criticó el condi-
cionamiento que quería hacerse del voto femenino:
128