Movimientos de Mujeres y Participacion Politica en Colombia2 PDF

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11.

MOVIMIENTOS DE MUJERES Y
PARTICIPACIÓN pOLíTICA EN COLOMBIA,
1930-1991

Norma Villarreal Méndez


AGRADECIMIENTOS

Este estudio ha llegado a su fin por el apoyo de muchas personas. En


primer lugar debo hacer un reconocimiento a Lola G. Luna, Directora
de la investigación, por su orientación teórica y generosidad manifesta-
da en la revisión y sugerencias para la elaboración del informe final. A
Germán por su apoyo y estímulo en los momentos de fatiga. Debo nom-
brar aquí a Magdalena León quien estuvo siempre pendiente de los re-
sultados del estudio. Tambien a María Eugenia y OIga Amparo Sánchez,
María Clara Plata y Clara Riascos, feministas que me ayudaron a refle- < '
xionar sobre el feminismo de los setenta y ochenta. Agradezco a Ximena
-
) ..,
. f.
. Castilla y Socorro Ramirez que me facilitaran material bibliogl"áfico y a
Marta Elena Andrade la documentación y la comunicación por fax. A
las Mujeres de la UMD, Adela y Beatriz, amigas que me facilitaron el pe-
riódico Nuestras Mujeres. A Edith Tarquino, Gloria Rojas, Paula Andrea
González mi sobrina y Nubia mi hermana, su apoyo en la transcripción
de materiales. A mi hermano Luis Carlos VilJarreal y Clara Isabel Bote-
ro, quienes me ayudaron en la recolección de fuentes, también quiero
expresarles mi agradecimiento. A mi hijo Juan Pablo quiero dedicarle
especialmente este trabajo, que sin su ayuda hubiera sido más dificil.

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PRESENTACIÓN

La investigación cuyos resultados se presenta, se derivó de una hipó-


tesis de trabajo referida a que las mujeres se constituyen en sujetos de
participación política en la lucha por los derechos de ciudadanía, por la
subsistencia, por la democracia y contra las discriminaciones de género,
articuladas a las coyunturas de la modernización y crisis del desarrollo.
Abarca un tiempo que se inicia en 1930 y culmina en 1991. El proyec-
to se pensó hasta 1990, año en que se inició, pero al producirse durante
ese tiempo la reforma constitucional en Colombia, nos pareció pel'ti-
nente extender el análisis hasta esa fecha. Por tanto al1<lncaen la época
en que las mujeres luchan por su independencia económica y el manejo
de sus bienes y concluye, cuando se aprueba una nueva Constitución
que consagra sus derechos específicos.
La investigación es abordada en cinco períodos y está antecedida de
un análisis de las expresiones y acciones de las mujeres para hacerse vi-
sibles, que se produjeron en los primeros treinta años del siglo XX.
Las fuentes utilizadas fueron bibliográficas, hemerográficas y orales.
Alguna de esta información, especialmente la del período sufragista,
fue facilitada por protagonistas quienes conservan recortes personales
sin fechas diarias, y así aparecen en las citas. En las entrevistas abiertas
que se hicieron, se buscó las interpretaciones de las protagonistas y
también contrastar la información que habíamos encontrado, Hemos
echado en falta la disponibilidad de los archivos feministas existentes,
que por falta de medios no están abiertos a la investigación, especial-
mente para la segunda etapa del feminismo.
El estudio encontró que a pesar de las luchas, las mujeres sufragistas
vieron postergado su derecho al voto en la disputa del bipartidismo por
el poder y por la Violencia, que se agudizó desde 1948. Se muestra tam-
bien, que grupos de mujeres se vincularon a formas de acción social y
orientación política, haciendo de éstas su baluarte, cuando comproba-
ron que el voto había sido una adquisición formal pues su participación
en la política no las transformó, ni cambió al país.
Hay esfuerzos que se vuelven contra las mujeres. Se trata de las
«alianzas» con los poderes establecidos y las «complicidades» en el re-
parto de las funciones sociales. El análisis histórico muestra que las

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mujeres en su proceso por construirse corno sujetos, están inmersas en
«lo político del género», que contiene rasgos de su subordinación al im-
plicarse en la dinámica social dominada por una «ideología matemalis-
ta"; ideas propuestas en la reflexión teórica de Lola G. Luna en este mis-
mo volumen. Pensarnos que en el proceso de visibilización que realizan
las mujeres, reproducen la política y al mismo tiempo producen el cam-
bio, dentro de un mundo de contradicciones dolorosas y difíciles de
aprehender.
La propuesta de dirimir el conflicto, sin destruir al contrario, cam-
biando las reglas de juego de las relaciones entre los sexos, apunta a
una transformación de la política por el feminismo. Ello. ha animado
las mas recientes intervenciones de las feministas en la política del país,
-en donde se han encontrado con el resto de los movimientos socia-
les- así corno su intervención, formulación y ejecución en las políticas
públicas.
Con la interpretación que surge de éste y el resto de los plantea-
mientos del estudio y con todos los interrogantes que quedan pendien-
tes, querernos hacer un rescate de historia de mujeres y una aportación
a la reflexión y al crecimiento del feminismo y de los movimientos de
mujeres en Colombia.

Norma Villarreal Méndez

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1. RECUPERANDO LA MEMORIA:
Los ECOS FEMINISTAS DE LAS PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO XX

El despuntar d~l siglo XX en Colombia encontró a una sociedad bajo


la férula de un gobierno conservador; desde mediados de la segunda dé-
cada, ya empezó a sentirse una ventisca que auguraba otms horizontes
como resultado de los cambios económicos, de la crítica social y de las
acciones de presión adelantadas por distintos sectores de la población y
de la influencia internacionaJ! .
Entre 1923 y 1928, la economía creció; el pago de la indemnización
por la pérdida de Panamá se había convertido en inversiones y las ex-
\ '
portaciones cafeteras aumentaron. Ello contribuyó al desarrollo de una (V
\ ... ,,~. :

infraestructura vial, a la inversión extranjera en exploración y explota- ;¡::.


ción petrolera, a su exportación y a una relativa expansión manufactu- ~~.
~
rera2 que favoreció el aumento y la organización de los trabajadores
que llevó a una gran presión sociaJ3. La huelga y masacre de las banane-
ras y la represión policial, siguieron a un período de movilización obre-
ra: huelgas de los fermviarios, de los trabajadores petroleros y de los de
las fábricas de textiles. Se dieron intentos de creación de movimientos
de izquierda, de confederaciones sindicales y movilizaciones de campe-
sinos e indígenas en demandas por tierra. De los reclamos sobre los res-
guardos de indios, liderados por Quintín Lame, hizo parte un manifies-

l. La critica social fue ejercida por intelectuales y trabajadores del sector artesanal
en el marco de la influencia socialista libertaria. Véase, Mauricio Archila, Cultura e Identi-
dad Obrera 1910-1943, CINEP Bogotá 1991, cap.Il;III.Tambien Ricardo Sanchez, Historia
PoUtica de la Clase Obrera, caps.I; Il; III Y IV, La Rosa Roja, Bogotá 1982. Tambien, Carlos
Uribe Los años Veinte en Colombia, Ed. Aurora, Bogotá 1985
2. Luis Ospina Vásquez, Industria y Protección en Colombia 1810: 1930. Editorial La
Oveja Negra. Medellín 1974. cap. VIII.
3. Ricardo Sanchez, op. cit. caps. 1; Il; IlI; IV; V.

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to sobre los Derechos de la mujer ind(gena en Colombia, firmado en 1927
por cerca de catorce mil indígenas4•
El incremento de una economía monetaria en los sectores rurales
por la expansión caf~tera, y las migraciones laborales, introdujeron un
aflojamiento de la dominación patriarcal ejercida sobre la sexualidad de
la campesina. Este efecto fue encontrado en un estudio de la zona cafe-
tera de Cundinamarca, que señaló el aparecimiento de formas alternati-
vas de relación de pareja, nuevos patrones de intimidad, permisibilidad
de relaciones libres, concubinato y madre solterismo, extrañas a una so-
ciedad campesina tradicional5•
En un marco de cuestionamiento empezaron a criticarse las limita-
ciones y carencias que enfrentaban las mujeres en razón de su sexo y
aparecieron acciones de diversos grupos de ellas pugnando por adquirir
visibilidad, lo que nos permite abordar el entramado del género 6.
A Colombia estaban llegando los ecos de la agitación feminista que
se venía dando en otras latitudes alrededor de los derechos políticos, de
las condiciones de educación, salud y trabajo de las mujeres, la necesi-
dad de una reforma moraF .

4. Claudia Von Werlhof, Unidas como una bandada de dguilas furiosas ... Luchas feme-
ninas y machismo en América lAtina, en León Magdalena, (ed.) Vol.I1I Sociedad Subordi-
naci6n y Feminismo. Debate sobre la Mujer en América lAtina y el Caribe, Bogotá 1982,
p.241
S. Michel Jimenez, Mujeres Cautivas e Hijos Bastardos. Historia Critica No. 4, Bogotá,
1990
6. Joan Scott, El Género: Una categoria útil para el andlisis hist6rico, en J. S. Amelang
y M. Nash (ed.) Historia y Género, Alfons el Magnanim, Valencia 1990, p. 44 Para Scott,
la esencia de la definición de género descansa en la conexión integral de dos proposicio-
nes: el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales, basadas en las dife-
rencias entre los sexos y el género es una vía primaria de relaciones de poder.
7. El artículo El Feminismo en Estados Unidos, infonnaba que en las elecciones en el
Estado de New York, las mujeres habían obtenido el derecho al sufragio. Se calculaba que
el número de votantes aumentarla en 1.000.000 por el contingente femenino, por lo cual
se aceleraba una campaña de"enseñanza de la ciudadanía" a las mujeres. El Sol Medellín
24-1-1918, p. 1.
En el artículo titulado Un vasto programa de las Feministas se infonnaba que varias
asociaciones francesas habían elaborado un conjunto de demandas entre las cuales figu-
raba la revisión de la legislación que establecía la inferioridad legal de la mujer casada,
propiciando una que favoreciera la igualdad de poder entre los esposos. El Programa tam-
bién incluía lucha contra el alcoholismo, demandas para la prohibición de su fabricación,
limitación de despachos de bebidas y aplicación rigurosa de la ley contra la embriaguez.
El programa de las feministas incluía además acciones para protección de los niños, para
la creación y mejoramiento de dispensarios y sanatorios, para mejorar la educación, unifi-
cación de los programas para los dos sexos, acceso a la enseñanza secundaria para todos y
la obtención al derecho al sufragio. El Espectador, Bogotá 17-1-1924. p.6

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1.1. La Educación en la Utopfa de las Mujeres

Para las mujeres que habían alcanzado un cierto nivel educativo, ge-
neralmente escritoras, la educación era la frontera entre la subordina-
ción y la liberación. El acceso a la educación y a la cultura fue un factor
que contribuyó al cambio en la vida de las mujeres. El campo de la re-
flexión intelectual, las letras y las artes hicieron visibles a muchas muje-
res de las primeras décadas. El movimiento cultural de mujeres que sur-
gió en América Latina8, tuvo influencia en la poesía que cultivaron las
colombianas. Para las de los sectores medios y altos no fue dificil, la ac-
tividad intelectual era socialmente aceptada. El cultivo de las artes y de
las letras, era parte del atractivo que se otorgaba a las mujeres: un ador-
no más.
A través del ejercicio intelectual, las mujeres se pensaron como seres
excluidos de las grandes decisiones; y desde este campo, en que eran va-
loradas, comenzaron su crítü,:a:

«En mi concepto, la mujer está llamada a más grandes destinos, de


los que nos ha cabido en suerte. La mujer en propOlTión a su talento y al
mayor grado de cultivo de su inteligencia, está en capacidad de desempe-
ñar muchos puestos tambien y aun mejor que muchos hombres,,9

Desde finales del siglo XIX, Soledad Acosta de Samper, autora de ex-
cepcionales dotes y muy prolífica, se mostró como una de las defenso-
ras de las nuevas opciones para la mujer en una monografía titulada
Aptitud de la mujer para ejercer todas las profesiones y el periodismo en
Hispanoamérica. En su presentación a un Congreso pedagógico celebra-
do en 1882,señalaba:

«Muchos preguntarán si la mujer que se pone en la misma línea que


el varón, no perderá los privilegios excepcionales de los que han gozado.
Creo que lo justo, 10 equitativo, sea abrir las puertas a los entendimien-
tos femeninos, para que pueda escoger la vía que contenga a cada cual ...
Ellas podrán elegir entre dos caminos igualmente honorables, pero sin
duda muy diferentes, Unas continuarán bajo la dependencia casi absolu-

8. Magdala Velásquez Toro, Condición jurídica y social de la mujer colombiana, en


Nueva Historia de Colombia T. IV, Planeta, Bogotá 1984,pp.9-6D
9. Feminismo, El Correo Liberal, Medel1fn 9-12-1968,p. 1. Es la reproducción de una
entrevista en la revista Tendencias, n° 2, con María Eastman, una poetisa antioqueña des-
tacada.Hada parte del grupo de escritoras antioqueñas, junto con María Cano y Fita Uri-
be, que el escritor Luis Tejada. consideraba hermanas menores de Juana Ibarburu y Al-
fonsina Stomi. Véase su artículo Tres Ecritoras antioqueñas, El Espectador, Bogotá
3-2-1924,p. 7.

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ta del varón ... Otras penetrarán en los recintos científicos que hasta el
día de hoy sólo frecuentaban los hombres» 10

El periodismo fue un espacio que las mujeres ocuparon publicando


sus ensayos, poemas y sus opiniones como intelectuales. Lo ejercieron
como ocupación y desde allí, lanzaron su diatriba contra la sociedad pa-
triarca]1 l. Cuando las intelectuales reflexionaban sobre la mujer, esta-
blecían una relación muy directa entre su precaria condición y la caren-
cia de educación, aumentada por las restricciones basadas en el género :

«Es lamentable el estado de ignorancia que reina en el bello sexo an-


tioqueño. Lejos estoy de hacer inculpaciones a la mujer que en tamaña
obscuridad se encuentra, mas sí a los que no han sabido dar impulso
que pudieran ofrecer un brillante porvenir a la a la patria, por sus bue-
nas capacidades, desgraciadamente obscurecidas o viciadas ... Con que
la mujer sepa manejar una casa y atender a los quehaceres domésticos y
ser lo que se llama una mujer chic en la sociedad, les parece mas que su-
ficiente a algunas que no piensan en el papel ridículo y desairado que
representa una dama en una reunión, cuando se trata de un asunto mas
elevado en que tiene que reducirse al papel de espectador mudo o a con-
testar con monosílabos a las preguntas que se le hacen»12

Entre 1920 y 1927 hubo debates sobre la condición de la mujer y su


educación en los cuales participaron prestigiosos intelectualesl3, como
l4
la especialista en educación María Rojas Tejada y Baldomero Sanín
Canols. En 1927 se creó el Instituto Pedagógico Nacional, ampliándose

10. Livia Stella Melo. Valores Femeninos de Colombia, s\e, Bogotá 1966, pp. 967-968
11. Fany Mery: Semfmilo. Página femenina. El Correo Liberal, 3-4-1918. p. 3.
El concepto de sistema patriarcal o patriarcado que adoptamos es de Kate, Millet. El
gobierno patriarcal es una institución en virtud de la cual una mitad de la población (las
mujeres) se encuentra bajo el control de la otra mitad (los hombres).
PoUtica Sexual, Editorial Aguilar, Mexico 1975p. 36
12. El Correo Liberal, entrevista reproducida de María Eastman, op. cit. La referen-
cia que hace la entrevistada a la situación de las mujeres en el depa~amento de Antioquía,
sirve de referencia a todo el pais, pues siendo esa región la que presentaba un mayor desa-
rrolo económico, podría ser peor en zonas de mayor atraso.
13. Velásquez Toro, op. cit. p.36
14. María Rojas, recibió título de instructora en 1898. Fue subdirectora de la Normal
de Medellfn en 1904- 1905. En 1916 fue directora del Centro de Cultura Femenina de En-
señanza Secundaria. A partir de 1917 se trasladó a Estados Unidos donde hizo estudios de
especialización de Economía Doméstica y Sicología Pedagógica. Fue profesora de español
en New York y Washington. Colaboradora de la revista Letras y Encajes y de los periódi-
cos: lA Prensa, El Sol Y Antioqu(a Industrial en Medellín y El Espectador, El Tiempo y Cul-
tura Colombiana en Bogotá.
Livia Stella Melo, op. cit. p.232
15. En sus Escritos se recogen intervenciones sobre la mujer. COLCULTURA,Bogotá
1977. Veáse tambien Velásquez Toro, op. cit. p.36

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la profesionalización de la mujer en la docencia16, y dos años más tarde,
en 1929, el Centro Femenino de Estudios de Antioquía, para acercar a
las mujeres a temas de educación y cultura general. Fue creado por Te-
resa Santamaría de González, fundadora y directora de la revista Letras
y Encajes desde 1925. Los estudios superiores de las mujeres se legiti-
. maron en el marco de la modernización:

«Hoy cuando todo ha evolucionado y cuando en todo el mundo la


atención que despierta la educación de la mujer, es tal que embarga y
compromete todos los intereses de la administración pública del Estado
Moderno ... El hecho palpable de que carezcamos en los actuales mo-
mentos de una representación femenina en los campos de las letras, las
ciencias, la economía, las bellas artes y la historia y que sea tan reducido
el número de las que sobresalgan, nos está diciendo cuán abandonada se
encuentra por el gobierno y aún por la sociedad, la educación de la mu-
jer colombiana» 17

Desde los periódicos socialistas, anarquistas y liberales se había ex-


presado la importancia de la educación en el progreso de la sociedad y
en la transformación de la mujer. Se insistía en el papel revolucionario
que cumpliría la educación, declarando la guelTa a la ignorancia y re-
chazando el papel de adorno o de objeto sexual de las mujeres. La Hu-
manidad, por ejemplo, contó con una columna de temas sobre la mujer,
firmada con el seudónimo de Clara Luna. Tambien aparecen escritos de
Catule Méndez. Desde allí se desarrolló una crítica sobre la desigualdad
de la mujer y su relación con la educaciónl8 •
El mejoramiento de la situación educativa de la mujer, constituyó
pués, un reclamo que desde las primeras décadas del siglo hicieron las
mujeres y los sectores más democráticos de la sociedad, Tambien fue la
condición que le permitió a las mujeres vincularse al espacio público de
una manera transformadora. En su condición de intelectuales, permea-
ron la prensa y se acercaron a los grupos contestarios de la época, hicie-
ron militancia política y llegaron a las trabajadoras, reflexionando sobre
la discriminación laboral que se les hacía por su sexo.

1.2. Espacios y Demandas: Hacia un Quehacer PoUtico de las Mujeres?

La construcción de identidades distintas a la de la mujer enclaustra-


da en el hogar, y la participación en el ámbito público, se produjo en va-

16. ibidem p. 18
17. Eduardo Moncriff, Los Intereses de la Educación. El Tiempo, 4-1-1928, p.9
18. Velásquez Toro, op. cit. p. 29

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riadas espacios. En 1903,acompañaron con trescientas firmas un mani-
fiesto exigiendo la defensa de la soberanía por la separación de Panamá,
en actitud de gran valor y osadía, si comparamos la exclusión polltica y
legal que enfrentabanl9•
En las sociedades que vivimos se hacen repartos sociales de las acti-
vidades de uno y otro sexo, Desde las costumbres y las instituciones se
generan acciones que incluyen a las mujeres. En una sociedad conserva-
dora y oligárquica, como la que nos ocupa, se identifica claramente el
reparto: a las mujeres corresponde la producción de la moral social de
la época, y tambien las actividades de solidaridad. Ambas tienen que ver
con el mantenimiento de la realidad social y política. La una con lo es-
piritual y los valores; las otras, con la supervivencia materia}2o.A las
mujeres de las primeras décadas las vemos ya trabajando en actividades
cívicas y de solidaridad. Desde allí crearon unos espacios de poder, ante
su exclusión como sujetos de derechos políticos. El espacio cívico cons-
tituyó el conjunto de actividades para mejorar o transformar la vida ciu-
dadana en la cual aparecieron involucradas mujeres de sectores medios
y altos. Esta participación significó una intervención en la sociedad en
les tocaba vivir, dentro de los arreglos que permitía el sistema de géne-
1'021•
En lo que se refiere a intervenciones públicas femeninas, relaciona-
das con la moral social, en 1918 aparecieron noticias relacionadas con
mujeres de Barranquilla que:

«alannadas por la facilidad que tienen los jóvenes para iniciarse en el


vicio»

urgían sanción legal a los establecimiento públicos expendedores de li-


cor a través de una carta dirigida al Gobemador22• En lo referido a las

19. Velásquez Toro. Ibidem, p. 9.


20. La reflexión sobre la exclusión e inclusión de las mujeres como parte de "lo políli-
co del género", está contenido en Lola G. Luna. Historia Género y Politica, publicado en
este mismo libro y también en Movimientos de Mujeres y Participaci6n PoUtica en América
Latina. Actas del Seminario Internacional Presente y Futuro de los Estudios de Género en
América Latina, Universidad del Valle, Cali, Colombia, 1993 (en prensa). El analisis histó-
rico que desde este capítulo se inicia, se toma comprensible bajo estas categorías.
21. En este sentido seflala Astelarra que el sistema de género:
«convierte la dicotomía biológica en una dicotomía social y establece funcio-
nes para cada sexo y un modelo de femineidad en la cual la maternidad y el
cuidado de la familia se convierte en el principal rol de la mujer»
Judith Astelarra, Las Mujeres y la PoUtica en Judith AsteIarra (comp), Participaci6n
PoUtica de las Mujeres. Centro de Investigaciones Sociales CIS Madrid 1990,p.lO.
22. La información está titulada Memorial de Matronas. Aparece firmada por 50 mu-
jeres y fechada el 14 de septiembre de 1918. Entre quienes firmaron, tomamos algunos
nombres: Zoila Luz de Insignares, Tulia P. de la Pefla, Carlota de Fuenmayor, Mercedes

70
actividades de solidaridad social, las mujeres se vinculaban a obras cari-
tativas orientadas por la iglesia. Esta actividad sustentada en el mito
mariano del que hablan varias autoras, no sólo permitió el ejercicio de
micropoderes en el ámbito doméstic023,sino que permitió un cierto gra-
do de actividad y figuración en el espacio público, con lo cual se fue ali-
mentando una movilización femenina convencional instrumentalizada
por la iglesia. A manera de ejemplo se señala la información sobre un
Comité Municipal de mujeres de Barranquilla, que hizo entrega de las
donaciones obtenidas para un bazar destinado a dotar una casa de ma-
temidad.24
Dentro de la línea de acción social para incidir en el mejoramiento
familiar se inscribían las Cajas de Ahorros, que constituyeron embrio-
nes organizativos para algunas mujeres, aunque bajo la dependencia
masculina. Un ejemplo de ello, lo constituyeron experiencias como la
Caja de Ahorros de Nuestra Señora de las Mercedes, que se organizó,
con trece socias y en poco tiempo llegó a noventa y cinco.25
Las actividades caritativas y/o de acción social, tuvieron el papel
ideológico de velar cuestionamientos que se hacían en terminos de desi-
gualdad social y subordinación de la mujer. Eran presentadas como las
constitutivas del feminismo verdadero desde la prensa, para deslegiti-
mar las demandas feministas, reiterando que la misión de ella era de
paz y amor:

«Algunos escritores ... han escrito extensos tratados sobre la condi-


ción de la mujer en las que os recomienda que sacudais el yugo a que es-
tais sometidas, a que desconozcais vuestros deberes y no hagais los debe-
res que os corresponde ... es que el feminismo que predicen estos
escritores empiezan por desquiciar las bases de nuestra sociedad».26

de la Espriella, Luisa de Molinares, Enriqueta de Uricoechea, Virginia P. de Castro. En la


misma página del referido diario apareció la respuesta del Gobernador J.F. Insignares
donde anunciaba la elaboración de un decreto para declarar sujeto de vigilancia a los clu-
bes privados. El Come,.cio, Barranquilla, 18-9-1918. p.1
23. En relación al concepto de "marianismo" véase Norma Fuller. En tomo a la pola-
ridad machismo-marianismo, Hojas de Wa,.mi, n° 4, Barcelona 1992, p. 5 y. También, EIsa
Chaney. Supermad,.e, Fondo de Cultura Económica, Mexico 1983.
24. Obra Piadosa, El Come,.cio, Barranquilla, 17-4-1918 p. 2. La información de pren-
sa incluye nombres de 23 mujeres del Comité. Entre ellos citaremos algunos: Mariela de
Rosado, Ester y Luisa Muñoz, Cristina de la Rosa, Ester de Castro y Jeny de Castro, Petro-
na Salcedo, Elisa de Pérez.
25. Acción femenina, Hojitas Sueltas Semanario Católico. Ibagué, 21-8-1917 p. 2. En-
tre IC\SdirectivC\Sde la Caja de Ahorro figuraban Agripina de Arango, Eusebia de Alzate,
Ernestina Arango y Emma Jaramillo
26. Nuevo Feminismo, El Come,.cio, Barranquilla, 26-11-1918 p. 1

71
Las mujeres también se expresaron desde otras posiciones. En 1928
aparecieron mujeres participando colectivamente del movimiento de las
bananeras. Un informe del General Carlos Cortés Vargas, fechado el S
de Diciembre de Ciénaga sobre lo acaecido, hablaba de una multitud de
3000 personas de ambos sexos, que rodearon los trenes, vivando al ejér-
cito y pidiendo aumento del jomap7. En el mismo año en Bogotá, las
mujeres se movilizaron contra la corrupción ~n la administración, el
mal servicio del acueducto y los manejos políticos. La destitución del al-
calde que hacía las denuncias y la muerte del estudiante Bravo Pérez,
precipitaron marchas de protesta de 10.000 y más personas. En esa oca-
sión, señalan las crónicas, las mujeres y los niños reemplazaron a los
policías de tráfico. Estos hechos precipitaron la destitución del alcalde y
la renuncia del ministro de gobiem028•
Desde el feminismo ya se estaban planteando cambios denunciando
la incapacidad civil de la mujer. Las sistemáticas denuncias, sobre la su-
bordinación de la mujer en el matrimonio, en téminos de su nula auto-
nomía económica, sugiere la existencia de un activo grupo de mujeres
con conciencia feminista vinculado a este propósito. De su existencia,
quedan como testimonios algunos comentarios de prensa29• Del 15 de
Julio al 20 de Diciembre de 1918,se publicó en El Correo Liberal, un
provocador aviso que bajo el título La Mujer Esclava transcribía el artí-
culo 182del Código Civil vigente, según el cual la mujer casada no podía
sin autorización del marido, celebrar contrato, aceptar herencia, dona-
ción, adquirir, enajenar, hipotecar o empeñar algún bien.
La potestad marital y la incapacidad civil de la mujer contra la cual
se originaba la propuesta anterior, tuvieron una primera reforma por la
Ley 8 de 1922, que permitió a las mujeres disponer de sus joyas e ins-
trumentos de su profesión.30
Surgen preguntas sobre la estrategia de prensa señalada y los pode-
res o influencias que las mujeres pusieron en juego para lograr ese cam-
bio, que si bien fue restringido, significó una respuesta. Otras pregun-
tas que surgen también, son sobre cómo funcionaron las relaciones con
el Estado y con los partidos, la relación entre quienes alentaron estas
acciones y las que se lograron para las mujeres trabajadoras en 1924 -

27. Efraím Estrada, Sucesos Colombianos 1925-1950. (Investigación sobre archivos


de Prensa). Centro de Investigaciones Económicas, Universidad de Antioquía 1990. p.290.
28. Estrada. Ibidem, p. 308
29. El Correo Liberal de MedellÚl, en su página femenina siempre incluía un tema de
reflexión. Uno de ellos, Mujer Ideal, su altar y su cuartel, planteaba la construcción de una
nueva identidad en la mujer moderna que había ganado autonomía y s~guridad. 13-10-
1917,p. l.
30. Jose Luis Chavarriaga Meyer. Derechos y reivindicaciones de la mujer colombiana.
Ed. ABC, Bogotá 1940, p. 369.

72
relativas éstas a la fundación de salas cunas en las empresas con traba-
jadoras-. Ello queda pendiente de estudios posteriores.

1.3. Mundo del Trabajo y Espacios Patriarcales

Aunque la literatura sobre la formación de la clase trabajadora no ha


desvelado el peso de la mujer en ella, esta tuvo importancia numérica
en la actividad artesanal. Esta participación en la fuerza laboral y en la
acción contestaria de los sindicatos y su relación con las feministas de
los partidos socialistas, hizo que sus demandas se relacionaran con el
género en el siguiente sentido:

«defendera los obreros de uno y otro sexo de las injusticias y explota-


ción desmedidas y buscar por todos los medios el progreso de los obre-
ros de ambos sexos». 31

Otros autores ya rescataron para la historia, la creación en 1917 en


Montería de un Centro de Emancipación Femenina, así como la figura
de Betsabé Espinosa, quien dirigió la huelga femenina de Fabticato (An-
tioquía) en 1919 formando escuadrones femeninos para protegerse de
los esquiroles32• Sus demandas integraban intereses de clase e intereses
específicos de mujeres: alza de salarios, uso de alpargatas y rechazo al
acoso sexual, ejercido por directivos y capataces33•
La presencia de las feministas en el partido socialista se plasmó en la
plataforma siguiente:

«El Socialismo Colombiano trabajará por cuantos medios estén a su


alcance porque las mujeres tengan las mayores garantfas posibles en
guarda de su persona e intereses; porque se la proteja contra la dilapida-
ción del marido vicioso o detentador de sus bienes porque su trabajo sea
remunerado según sus aptitudes lo mismo que el del hombre, porque se
le asegure en la percepción de su salario en todo caso comprobado de su
enfermedad y especialmente los 30 días antes y después de la materni-
dad; porque los atropellos a su honestidad y decoro sean sancionados se-

31. La Unión Obrera. 3-7-1913, cita en Patricia Alvear. Elementos para la Historia So-
cial y PoUtica de la Mujer Colombiana. Facultad de Ciencias Humanas. Departamento de
Sociología. Universidad Nacional. Bogotá. 1988 (mimeo) p.6s.
32. León Zuleta Ruiz. (comp.) Maria Cano y su tiempo. Memorias. Litoarte. Medellín
1988. p. 115. YTorres Giraldo Ignacio. Maria Cano. Mujer Rebelde. Edil. La Rosca. Bogotá
1972. p.6.
33. Velásquez Toro, op. cil. p. 20. En mi ponencia Género y Clase: la participación po-
[(tica de la mujer de los sectores populares en Colombia. 1930-1991, presentada en las IX
Jornadas sobre "La mujer latinoamericana ante el reto del siglo XXI. como un avance de
la presente investigación, se hace un análisis en relación a las demandas que como muje-
res integraban las trabajadoras en sus movilizaciones.

73
veramente por medio de leyes que establezcan la probanza y el castigo
de modo eficaz y porque no se le obligue a trabajar antes de los 12 ni
después de los 60,,34

En la plataforma del partido, tambien se incluyó como solicitud, la


reglamentación de la prostitución y la adopción de una legislación obre-
ra para crear cajas y fondos para matemidad.35
Las feministas socialistas tambien lograron institucionalizar una co-
lumna en el periódico del partido, que denunciaba las discriminaciones
y condiciones laborales de las trabajadoras y difundía los avances del fe-
minismo criollo y el de otros países. En una de las entregas del periódi-
co, se relataban los avances politicos de la mujer en la República de We-
imar (Alemania) y la organización de un partido feminista, sugiriendo
su imitación36. En otra edición, se anunciaba la publicación del periódi-
co Feminismo de Edith Drew y Romelia GÓmez37.Tambien, se denun-
ciaron las condiciones de las trabajadoras de las fábricas de arepas so-
metidas a exposición continua de calor y a tumos indebidamente
remunerados38; las multas y maltratos a obreras39 y casos de negación
de permiso solicitados por enfermedad de hijos40.
Las acciones de las mujeres trabajadoras por sus derechos se susten-
taron en la propuesta feminista, que articulaba el sujeto mujer y traba-
jadora asalariada. Ello explica su movilización en regiones y en los sec-
tores de la producción donde había mayor concentración de ellas 41.Un
estudio en profundidad de la formación de la clase obrera colombiana,
tendría que indagar más sobre la historia de las trabajadoras42.
Por otra parte, las organizaciones de trabajadores integraron el dis-
curso tradicional de lo femenino en su simbología, con tertulias y even-
tos. Expresión de ello fue la institucionalización de la Flor del Trabajo,

34. Plataforma Socialista, aprobada el 27 de Junio de 1918 fue publicada en El Lu-


chador N° 65, Medellín, 1.7.1919. p. 2. Esta platafonna fue aprobada en Bogotá en mayo
de 1919. Cita en Patricia Alvear, op. cit. p.66.
35. ibidem. .
36. F. Obrego Restrepo, Feminismo, El Luchador ~ 78, Medellfn, 21-7-1919, pp. 1 Y
2
37. Ibidem, n° 79.26-8-1919, p. 1
38. Ibidem, n° 80,29-8-1919, p.2
39. María Lopez, ibidem, n081, 4-9-1919, p.. 2
40. Ibidem, n° 87, 23-9-1919. p. 2
41. Anuario Estadístico del Municipio de MedelUn, Dirección Departamental de Esta-
dística, Años 1922-1923, Medellín. Este contiene infonnación sobre trabajadoras de los
textiles, tabacos y trilla de café. También el estudio de Luis Ospina Vasquez, op. cit. con-
tiene infonnación al respecto.
42. loan W. Scott, señala que en los estudios sobre la fonnación de la clase obrera y
la historia del movimiento sindical hace falta una perspectiva de género, porque se ha in-
visibilizado la acción de las mujeres. Gender and the Politics of History, Columbia Universi·
ty Press, New York 1988, cap. 11, Sección 4.

74
un torneo galante que se clausuraba con la elección nacional de una
dama escogida en competencia, con representantes de distintas regio-
nes. Ganaba la que aportaba mas votos «para obras de beneficio del
obrerismo»43 . El voto valía diez centavos que pagaban según la simpa-
tía y el encanto. Esta «seducción» generaba poder y cierta influencia de
las mujeres44.En coyunturas particulares, como la que nos ocupa, don-
de convergieron una agitación social obrera y una potenciación de la va-
loración social de la mujer por el feminismo se pueden producir hechos
sociales como el que protagonizó María Can045.Ella, que ha sido la más
carísmatica dirigente sindical, desapareció de la escena política cuando
se dio la singular coincidencia de un sindicalismo alinderado con una
ideología autoritaria y la disminución de mujeres en las fábricas. Años
despues, las feministas sufragistas de la Alianza Femenina de Medellín
le harían un homenaje46 y la Unión de Mujeres Demócratas recibió un
mensaje de la misma María, casi al final de su vida, en el que hace una
interpretación de su papel público:

«Extraño, pero más interesante, el hecho de que fuera una mujer la


que sembrara esa llama de inquietud revolucionaria por los caminos de
la patria. Extraño pero lógico, porque ya la mujer no entl"a solamente en
la casa, en el pequeño taller y en campo de cultivo, sino también en las
grandes fábricas, en el amplio comercio, en oficinas e instituciones, ¿No
es lógico igualmente que la mujer esté con los mismos derechos del
hombre, en todas las partes de la actividad económica y social de la na-
ción?».47

Una parte de las mujeres trabajadoras no pudieron construir espa-


cios distintos al familiar, porque continuaron cautivas del patriarcalis-
mo reinante en los espacios cotidianos. Otras mujeres de origen rural
rompieron con el hogar al emigrar a la ciudad y se vincularon en su

43. Paco Miró, Las elecciones para Flor del trabajo. Bogotá, El Tiempo, 17-4-1924, p.
3.
44. Un análisis en esta línea podrla aportar un mayor conocimiento del significado
de los reinados estudiantiles, entre las mujeres de los sectores medios, quienes después
eran llamadas a vincularse a programas sociales.
45. Antes de vincularse a la actividad sindical era una reconocida escritora:
"Canta exclusivamente al amor con honda y apasionada sinceridad ya que el
amor es eje de la vida de nuestras mujeres; es de una sensibilidad fina del tipo
de Juana de Ibarburu".
Luis Tejada. Tres Escritoras antioqueñas, El Espectador, Bogotá 3-2-1924, p. 7. Un
análisis de su actividad sindical se encuentra León Zuleta Ruiz, Maria Cano y su tiempo,
Memorias, Litoarte, Medellfn, 1988. También Ignacio Torres Giraldo, Maria Cano, mujer
rebelde, Edil. La Roca Bogotá, 1972.
46. Velásquez Toro, Op. cit. p. 27.
47. Maria Cano, Mensaje a la Organización Democrdtica de Mujeres de Antioqufa, Me-
dellfn, 1960 en Torres Giraldo, op. cit. p. 181.

75
vida de trabajadora a organismos de socialización secundaria48• Pero en
estos espacios predominaron formas de control de los comportamientos
privados y de las relaciones de afecto, reforzándose los valores «femeni-
nos» como la caridad, la sumisión y la delicadeza. A ello contribuía la
preocupación de la iglesia por preservar la virtud y la moral. Con esta
orientación funcionó el Patronato de Obreras creado en Medellín y que
ha sido objeto de análisis especial de Luz Gabriela Arang049•
Era natural que la sociedad conservadora del momento se atemori-
zara con los primeros pasos de las mujeres. Por ejemplo, las trabajado-
ras sin ser- ciudadanas se atrevían a cuestionar la organización social.
Basta recordar un gran mitin que se hizo en 1925 en Medellín y un me-
morial firmado por las obreras, manifestándose contra la pena de muer-
te, que se discutía en esa época en las cámaras 50. Esta movilización
temprana de las mujeres a favor de la vida, contiene teoricamente una
doble dimensión: la lucha por la vida como mujer-madre, y como defen-
sora de un elemental derecho ciudadano, el derecho a vivir.

1.4. Diversidad en las Formas de Participación

Las formas de participación de las mujeres se dieron en un marco de


los papeles permitidos y asignados por el género: obras de caridad en
instituciones como las Gotas de Leche y Patronatos de Obreras; espa-
cios de formación como Centros de Estudios Femeninos; torneos cívi-
cos como los reinados estudiantiles y la Flor del Trabajo.
El inicio en esta época de la s~cularización de la sociedad y el flore-
cimiento intelectual que se produjo en las mujeres de los sectores me-
dios y altos, posibilitó la resonancia de los ecos feministas que llegaron
al país. Desde finales del siglo hubo mujeres intelectuales que asumie-
ron la utopía feminista y destacaron en su campo. Algunas, como Susa-
na Olózaga de Cabo y Ana Restrepo de Gaitán, fundaron la revista An-
thena y desde allí empezaron a decir a las mujeres que reclamaran sus
derechos51• -Otras, como María Rojas Tejada, en la conferencia sobre Fe-
f minismo que dio en Pereira en 1927, justificaron la movilización de las
l sufragistas inglesas aunque no compartieran su radicalismo. Tambien

48. La socialización o procesos de aprendizaje de las normas sociales se produce en


primera instancia en el hogar y la escuela. Posteriormente las organizaciones y grupos
cumplen una acción de refuerzo o nuevo aprendizaje.
49. Luz Gabriela Arango, Mujer Religión e Industria. Fabricato 1923-1982. Editorial
Universidad de Antioquía. Universidad Externado de Colombia. Medellín, 1991, cap. 1.
50. La Justicia. Organo de la Federación Obrera en Torres Giraldo Ignacio, op. cito p.
163.
51. Esta revista fue creada en 1926 en Antioquía. Tuvo corta vida pues fue boicotea-
da, ibidem pp. 851-852.

76
contribuyó a la emergencia femenina, la militancia en la corriente so-
cialista de mujeres con posiciones feministas.
Entre los sectores populares, se estaba produciendo el acceso de las
mujeres al trabajo asalariado, lo que las inició en las actividades sindi-
cales, Si bien las convocatorias a las marchas les recalcaban su defensa
del pan y del futuro de los hijos 52, clara evidencia de la «ideología ma-
ternalista» que señala Luna53 , también se les estaban ofreciendo formas
menos convencionales de solidaridad54•
También en las áreas rurales, las mujeres empezaron a pensarse
como sujeto colectivo, con potencialidad para expresarse políticamente,
independientemente-de que no pudieran votarS5• En la población de
Puente Nacional (Boyacá) las mujeres en un memorial escrito al minis-
tro de gobierno de la época, pidieron la destitución del alcalde y el cam-
bio del funcionamiento de la policía, protestaron contra los atentados a
sus familiares varones, pidieron un investigador imparcial y reclamaron
contra la inestabilidad laboral que sufrían56• En Puerto Wilches, muje-
res trabajadoras firmaron un compromiso de solidaridad para trabajar
por la mejora de los sueldos y la reducción de la jornada de los trabaja-
dores de las cigarrerías57•

1.5. La Influencia Internacional

El tema de los derechos civiles y políticos de las mujeres empezó a


ventilarse en reuniones de los organismos interamericanos. En la Con-
ferencia Interamericana celebrada en Chile en 1923, se avanzó en el
compromisQ de adoptar una legislación para eliminar la desigualdad
que afectaba a las mujeres. En la Conferencia Interamericana reunida
en Cuba en 1928 una comisión del Partido Nacional de Feministas de
Cuba, sustentó ante los delegados, que el estudio de los derechos políti-
cos de la mujer debía integrarse al programa de la Conferencia5B• Con
estos argumentos logró que fuera aprobado el Comité Interamericano

52. Velásquez Toro, op. cito reproduce un mensaje de la Gaceta Republicana para
asistir a una manifestación en este sentido, p. 42.
53. Historia, Género ... op. cito
54. Por ejemplo, pudieron manejar algunos recursos, según se desprende de una in-
formación apreciada sobre la creación de una Compañía Femenina de Ahorros la "Socie-
dad de Señoras y Señoritas" en la Costa, para estimular el ahorro en el "Bello Sexo" y faci-
litar la construcción de casa para obreros. El Espectador, 8-9-1924, p. 24.
55. Es importante señalar que las mujeres se vincularon a los directorios y activida-
des polfticas de los partidos tradicionales en Colombia, el conservador y liberal, incluso en
algunos puestos de dirección, antes de tener el derecho al voto.
56. El Tiempo. 4-1-1928, p. 7.
57. Ibidem, 16-2-1928, p.7.
58. Feminismo en la Conferencia. El Tiempo, 17-2-1928.

77
de Mujeres.CIM, formado inicialmente con siete representantes, para
que adelantara un estudio sobre las peticiones hechas, y presentara re-
sultados en Montevideo, lugar de la siguiente Conferencia. A la Confe-
rencia de Cuba asistió como delegado de Colombia, Enrique Olaya He-
rrera, bajo cuyo gobierno se produjeron cambios que iniciaron la
emancipación de las las mujeres colombianas 59. La CIM se reunió en
1930para iniciar el estudio de las propuestas que se debatirían tres años
mas tarde en Montevideo. Allí sólo se avanzó en la aprobación de una
Convención sobre la Nacionalidad de las Mujeres.
El debate en los organismos internacionales contribuyó a la adop-
ción de medidas para mejorar las condiciones de la mujer trabajadora y
a legitimar las demandas que fueron incoándose entre las colombianas
por la igualdad social, pero el proceso que siguió, que adelantaron las
mujeres por sus derechos civiles y políticos, desde los años treinta en
adelante no podría entenderse, sin los procesos locales a que hemos he-
cho referencia.
Las mujeres encontraron dificultades en una sociedad, que trabajo-
samente transitaba hacia la modernización, con un fuerte control reli-
gioso y con un Estado oligárquico, conservador y patrimonialista en su
relación con las mujeres60, sustentado en un marco jurídico excluyente:
la Constitución de 1886, surgida de la derrota de los liberales en la gue-
rra de los mil días. Las movilizaciones de las mujeres desde esta época,
se enmarcaron en la polaridad exclusión-inclusión, es decir en los te-
mas legitimados por la sociedad que refrendaba el sujeto mujer-madre,
como paradigma de lo femenino. Habría que esperar a 1991,mas de cien
años despúes, y al avance del feminismo, para que los derechos ciuda-
danos de las mujeres, mas allá de voto, fueran consagrados en una Con-
stitución democrática.

59. Durante los últimos días de la conferencia, los periódicos El Tiempo y El Especta-
dor, mantuvieron un seguimiento de los debates y reseñaron las demandas y acuerdos.
60. G. Luna. Estado y Participaci6n PoUtica de Mujeres en América Latina. Una rela-
ci6n desigual y una propuesta de análisis hist6rico, en Magdalena León (comp.) Movimien-
tos de Mujeres en América Latina, Tercer Mundo Ed., Bogotá (en prensa). Una versión an-
terior en Bolet{n Americanista op. cit.

78
2. EN EL CAMINO DE LA MODERNIZACIÓN:
EMANCIPACIÓN ECONÓMICA Y AVANCES EDUCATIVOS DE LAS
MUJERES, 1930 - 1943

El movimiento emancipatorio que se inició en 1930,impugnó las ba-


ses sobre las cuales se sostenía la posición de la mujer, dando lugar a
tres tipos de reivindicaciones: el manejo de los bienes por la mujer casa-
da, acceso a mayor nivel de educación y el derecho al sufragio. La )'cfor-
ma de 1922 había mantenido la representación legal de la mujc)' y de la
sociedad conyugal en el marido, por lo cual ella:

«no podía ni administrar, ni siquiera usufructuar de los bienes pro-


pios que había aportado al matrimonio, porque todos sus haberes caían
bajo el poder del marido»61

Entre los motivos para consagrar el reconocimiento de los derechos


patrimoniales femeninos en 1932, que se aprobaron como capitulacio-
nes matrimoniales, no sólo estuvieron presentes, razones de:

«tipo humanitario, sino la evidente necesidad de incorporar a la mu-


jer al proceso capitalista, en vía de expansión en el país»

y de preservar:

«las fortunas familiares en trance de ser disueltas por el manejo in-


controlables de los yemos»62

Se trató de diversificar la educación de las mujeres y mejorar el sis-


tema educativo, disminuyendo los costos por la coeducación. El ejerci-

61. José Luis Chavarriaga Meyer, op. cit. 360. \


62. Velásquez, MagdaIa, op. cit. p. 24,

79
cio ciudadano del sufragio por parte de las mujeres, empezó a ser objeto
de debate. La crítica a la exclusión política de aquellas y a su equipara-
ción con los menores, los vagos y locos, que tampoco gozaban de estos
derechos politicos, ni de participación en el gobierno, hicieron parte de
la agenda de las sufragistas desde 1930 y se extendió hasta 1954. Fue casi
un cuarto de siglo de lucha para conseguir el derecho al voto, pero falta-
ban unos años más para poder ejercerlo.
La existencia de estas condiciones de atraso actuaban como obstácu-
los en una sociedad que buscaba la oportunidad de cambios económi-
cos y políticos. En lo económico, se introdujeron reformas en la organi-
zación de la producción, en el manejo del capital y de la riqueza para
afrontar los efectos de la crisis mundial, marcando el tránsito a la mo-
dernización económica. Se pusieron en marcha medidas proteccionistas
y se modificó la política monetaria y cambiaria, creándose condiciones
para un desarrollo industrial que se acompañó de una modernización
de la maquinaria, con impacto en la población femenina ocupada. Se
adelantó en la construcción de carreteras para absorber la mano de
obra que dejaba cesante la crisis, como forma de desactivar las presio-
nes sociales63• También se hizo una reforma en la legisladón sobre tie-
rras, para asegurar la permanencia de los trabajadores agrarios en el
campo y la expansión de la frontera agrícola.
En lo político fue un tiempo de reformas, realizado bajo un cambio
de signo. Se instauró un régimen liberal con el gobierno de Enrique
Olaya Herrera, elegido bajo una fórmula bipartidista de Concentración
Nacional y que contó con expresiones de apoyo femenino. Fue seguido
por los gobiernos de Alfonso López Pumarejo y de Eduardo Santos,
quienes tuvieron que hacer frente a una gran inestabilidad en los frentes
interno y externo. En el interno por las movilizaciones de trabajadores y
campesinos y luchas políticas; en el externo por el conflicto con el
Petú64• La reforma constitucional adelantada durante el primer gobier-
no de López, significó el inició de la transformación política del país. A
partir de ella se delineó el perfil del Estado interventor para regular la
propiedad y la producción, en aras del interés social. También se defi-
nieron relaciones entre la iglesia y el Estado, estableciéndose el matri-
monio civil; se consagró la responsabilidad estatal en la dirección de la
educación, se dio la posibilidad a la mujer para desempeñar cargos pú-
blicos y se planteó el tema del voto femenin065•

63. Para una profundización sobre los hechos de este período véase: Ospina Vásquez
Luis. op. cit. YEstrada Efraín, op. cit.
64. Gustavo Humberto Rodríguez. Dlaya Herrera: político, estadista y caudillo. Im-
prenta Nacional, Bogotá 1974. cap. 29 y 30. p. 169-185.
65. La política renovadora de López es analizada en Alvaro Tirado Mejfa. Aspectos
Políticos del Primer gobierno de Alfonso López Puma rejo 1934-1938. PROCULTURA. Insti-

80
Todo el periodo se caracterizó por la organización y movilización de
distintos sectores sociales en defensa de sus intereses. Las obreras,
obreros, campesinos y campesinas se organizaron alrededor de ligas
agrarias y sindicatos obreros, para presionar demandas laborales y de
tierra. Los propietarios de tierra, industriales y financistas tuvieron una
expresión organizada en la Asociación Patriótica Nacional APEN, vincu-
lada ideológicamente al partido conservador, que extendió su influencia
a sectores de trabajadores y trabajadoras, a través de la iglesia66 • Se
produjo un aumento de formas institucionalizadas de organización y
participación, especialmente de trabajadores, creciendo el número de
sindicatos registrados y creándose la Confederación de Trabajadores de
Colombia, bajo ideología socialista67•
Al inicio del período, la población había alcanzado la cifra de
7.851.000 habitantes, contabilizándose 993 mujeres por cada 1000 hom-
bres. El 51.57% del total de la población era analfabeta68, con la proba-
bilidad de que estp proporción fuera superior entre las mujeres. Su par-
ticicipación en el nivel de primaria se mantenía y disminuía en la
secundaria69• Del conjunto de las trabajadoras de Antioquía en 1931, el
58% eran menor de 24 años y aunque el 82.8% sabían leer70 • eran obje-
to de discriminación salarial:

«Los jornales en las fábricas para las mujeres eran muy inferiores a
los de los hombres: ganaban alrededor de la mitad»71

Las mujeres eran mano de obra no especializada y contratada de


manera ocasional. Entre 1928 y 1931, el jornal diario promedio para las
obreras (en las trilladoras y fábricas de tejidos, cigarrillos), bajó de 79,
50 a 53 centavos72•

tuto Colombiano de Cultura, Bogotá, 1981, pp. 73 a 100. El debate de los derechos de la
mujer y sus logros es extensamente tratado por Velásquez Toro. Según ésta el voto se
planteó en 1933, pero el proyecto fue archivado, op. cit. p. 49.
66. Ibidem, cap. n, III y IV, pp. 107 a 177.
67. Sánchez, Ricardo, op. cit. p. 88.
68. El Nuevo Censo de la República. Cromos, Bogotá, 18-10-1930, p. 2.
69. En 1934 hubo una matricula escolar de 315.036 y en 1937,342.306. La matrícula
en secundaria no creció a igual ritmo. En 1934 hubo 2.320 y en 1937 12.868. Terminaron
secundaria en 1934 10.273 yen 1937, 4.964. Ver Chavarriaga Meyer, op. cit. pp. 217, 218,
219,220.
70. Ibidem p. 489.
71. Luis Ospina Vásquez, op. cit. p. 489.
72. Ibidem p. 488.

81
2.1. Los Primeros Pasos

Unos meses más tarde de la posesión del Presidente Olaya Herrera y


de su promesa de una legislación que consagrara la igualdad civil de la
mujer, se celebró bajo la presidencia de Georgina Fletcher, prosista y
experta en Heráldica, directora fundadora de la revista Hogar y Patria, el
IV Congreso Internacional Femenin073, de la Liga Internacional de Mu-
jeres Ibéricas e Hispanoamericanas, desde el 17 hasta el 26 de diciem-
bre de 1930. A su realización se asoció la Cámara de Representantes,
justificando su apoyo en razón que la Liga propiciaba una feminismo
que reivindicaba los valores del hogar y la moralidad74 . Congregó a
mujeres que estaban reconociéndose como sujetos de derechos y sesio-
nó con la presidencia honoraria de Teresa Londoño de Olaya Herrera y
la asistencia de mujeres familiares de políticos. Asistieron delegaciones
de todos los Departamentos de país y se debatieron ponencias sobre los
temas que preocupaban a las feministas de la época, tales como: Prácti-
ca y Enseñanza de la Educación Ffsica y Deporte en la Mujer, La Mujer y
la Universidad, Mujer y Participación Polftica y Capacidad Civil de la Mu-
jer. Entre las delegadas que asistieron por Boyacá, estaban Ofelia Uribe
de Acosta y Alicia Ruiz de Amórtegui; por Antioquía, Susana Olózaga de
Cabo y las escritoras María Rojas Tejada y María Eastman. También es-
tuvieron Inés Bayona Alvarez, Magda Franco de Restrepo, Elena Lleras
Restrepo, Elisa Lleras Camargo y Leonor Pedraza Arango, entre otras.
Las asistentes fueron casi todas escritoras o institutoras, pues junto con
la enfermería, eran las profesiones aceptadas socialmente para las mu-
jeres. Además, desde finales del siglo XIX se venían dando expresiones
feministas entre escritoras quienes por su educación y habían escrito
sobre el tema en revistas, periódicos y ensayos75.
Alicia Ruiz de Amórtegui, escritora liberal y cofundadora de la
Unión Femenina en 1945, presentó una ponencia sobre el papel de la
mujer en la sociedad76;María Rojas Tejada que había sido criticada por

73. Este evento se halla reseñado en periódicos y estudios de distinta manera. Ofelia
Uribe. Una Voz 1l1Surgente, Ed. Guadalupe, Bogotá, 1963, lo cita como Congreso Interna-
cional Femenino; Livia SteIla Melo op. cito p. 986, acoge el nombre que le dieron en sus
entrevistas, quienes estuvieron participando: IV Congreso Internacional de Mujeres Ibéri-
cas e Hispanoamericanas. Con anterioridad se habían realizado en Buenos Aires 1910,
Chile 1915 y Buenos Aires 1928.
74. Velásquez Toro, op. cit. p. 48.
75. Livia SteIla Melo, op. cito p. 851-852-884-890-986 YFlor Romero de Nohra y Glo-
ria Pachón Castro. Mujeres en Colombia. Ed. Andes, Bogotá 1961, p. 1S.
Inés Bayona Alvarez, publicó un libro sobre el Feminismo en Colombia y otro sobre el
matrimonio y divorcio de los que se tiene noticia por Melo.
76. Fue directora del Instituto de Orientación Social de Cundinamarca, inspectora
departamental de educación y Juez de conciencia por la Unión Femenina en 1945.

82
sus opiniones sobre la mujer, expresadas en su revista Femeninas, pro-
puso una reforma de los contenidos y métodos de las escuelas rurales,
urbanas, doméstica y profesional77. Una propuesta de Susana Olózaga
recomendaba crear campos de deportes y jardines en las escuelas publi-
cas. También propuso establecer el matrimonio civil y el certificado pre-
nupcial, proyecto que causó alarma:

«siendo considerado perverso y horrible por el cuerpo consultivo de


varones encargados de darlo el visto bueno a los trabajos presentados,
obteniendo negación absoluta del derecho de la palabra,)78

La opinión mayoritaria se manifestó por la reforma del marco nor-


mativo vigente para eliminar la incapacidad civil de la mujer casada; se-
ñalando otras claves de la discriminación de la mujer: la educación y la
exclusión de la política formal. Otros temas como el matrimonio civil y
el certificado prenupcial, que contaban con apoyo del cuerpo médico-
científico por la existencia de enfermedades de transmisión sexual, no
cristalizaron como demandas del movimiento sufragista. Estas discusio-
nes causaron agitados debates entre delegadas y produjeron una reac-
ción ciudadana que iba desde el rechazo al tema, hasta la curiosidad
malsana por «la opinión de las damas»79. Probablemente las d¡¡'ectivas "{
del Congreso debieron cuidar el desarrollo de las discusiones para man-
tener la altura del evento y no quemar las posibilidades de propuestas
viables en el momento, dado los tabúes de la sociedad, Vna muestra de
la polvareda que levantó el tema del certificado prenupcial lo constituye
el siguiente comentario:

«Es de lamentar las escenas de las cuales no tuvieron la culpa ni la in-


teligente delegada Antioqueña que presentó un importante trabajo sobre
el asunto (certificado prenupcial) ni las otras delegadas que llevaron los
temas de educación sexual. defensa social. como tampoco lo tuvo la dire-
ctora del Congreso que quizo poner orden a la discusión a fin de que es-
tos asuntos se trataran en un ambiente de distinción cultura y respeto»80,

77. C;;omocolaboradora de Letr'as y Encajes en Medellín y de los periódicos bogota-


nos El Tiempo y El Espectador', expresó sus ideas sobre la mujer. El tema que presentó en
el Congreso lo publicó en un folleto junto con la importancia de la alimentación del ser
humano. Melo, op. cie p. 232.
78. Olózaga perteneció a la Alianza Femenina Liberal de la década del sesenta y fue
correo de los liberales durante la guerra civil en Antioquía. Ibidem p. 851-852.
79. IV Congr'eso Internacional de Mujer'es Iber-oamericanas. El Espectador', 2-1-1931, p.
11.
80. Julio Rodríguez Piñeres. El cer'tificado pr'enupcial en el Congr'eso Femenino. El Es-
pectador', Bogotá 3-1-1931, p. 1.

83
La primera presencia pública de las mujeres para debatir sobre sus
intereses fue este Congreso. No fue casual que coincidiera con la fecha
en que se debatía en el Parlamento el Proyecto de Ley sobre Capitula-
ciones Matrimoniales. Este Proyecto fue según Ofelia Uribe de Acosta,
testigo de excepción de esta etapa:

«elaborado por un grupo de mujeres ligadas con vínculos familiares


con el presidente Olaya ... y que él acogió con estas palabras: «Mi satis-
facción es grande al ver a las mujeres por fin interesadas en sus derechos
... este será uno de mis primeros proyectos de Gobierno» 81

Ofelia Uribe se había vinculado a la «agitación» feminista con un pe-


queño grupo de mujeres inicialmente en San Gil, Santander. Escritora y
política es una de las reconocidas feministas. Presionó con otras muje-
res la aprobación de las Capitulaciones Matrimoniales, que le otorgaron
a la mujer casada el derecho a manejar sus bienes y la igualdad de opor-
tunidades en la educación. Desde la revista Agitación Femenina que fun-
dó y dirigió, lideró las demandas sufragistas que tambien planteó desde
programas radiales, Fue miembro del directorio que apoyaba a Jorge
Eliecer Gaitan, el líder liberal de mayor apoyo popular en la historia po-
lítica colombiana. La figura de Ofelia Uribe es cimera en la historia del
feminismo colombiano y es el puente entre el sufragismo y el feminis-
mo de los setenta.
Ofelia Uribe presentó en el IV Congreso, la ponencia Contribución al
Estudio de la Reforma Olaya-Restrepo sobre el Régimen de las Capitula-
ciones Matrimoniales, en la cual explicaba el contenido del proyecto,
Había coincidencia entre la modernización liberal y el discurso desarro-
llado por las feministas. Ello explica los nexos que fueron surgiendo en-
tre sectores lberales y grupos de mujeres y los debates políticos que se
suscitaron alrededor de los derechos de las mujeres y particularmente
del sufragio. En su exposición Ofelia Uribe afirmaba:

«La independencia económica no es nada, sin la igualdad civil, que es


lo único que caracteriza a las verdaderas reivindicaciones femeninas,
porque es verdaderamente irrisorio y profundamente ofensivo que a la
mujer, a quien se le reconoce la facultad de discernimiento y raciocinio,
propia de todo ser consciente, se le exija en cambio su plena responsabi- "-
lidad ante la Ley; que a la mujer, a quien se le coloca sin amparo de nin-
guna clase en poder del marido, se le imponga la patraña de una firma o
consentimiento para que él pueda disponer de un patrimonio, del que ha

81. Anabel Torres. Entrevista a arelia Uribe de Acosta, en Maria Cristina Laverde Tos-
cano y Luz Helena Sánchez Gómez (ed.) Voces Insurgentes, Universidad Central, Bogotá
1986, p. 189.

84
quedado de hecho despojada, por la primera regla y base del contrato
que es la obediencia y la sumisión absoluta. Pero para que las reformas
se desarrollen y prosperen han de proceder de la iniciativa o verdadera
acción femenina»82

Terminó su intervención pidiéndo que se nombrara una comisión de


mujeres que concurriera al Parlamento y defendiera la conveniencia del
proyecto. El Proyecto de reforma fue negado en esa ocasión, pero el
Presidente lo presentó de nuevo por medio del abogado de la Presiden-
cia, J..,.uis
Felipe Latorre, y fue aprobado por el Congreso como Ley 28 en
1932. Pero fue necesaria la presión de las mujeres para agilizar el proce-
so: el Centro Femenil, dirigido por Georgina Fletcher, lideró el envío de
un memorial y Clotilde García de Vcrós, fue quien asumió el liderazgo e
hizo defensa de los intereses de las mujeres en una sesión del Congre-
S083.
Las ponencias y debates del Congreso mostraron la existencia de
tendencias divergentes con respecto al papel de la mujer y el sentido de
sus demandas, las cuales se expresaron posteriormente con respecto a
la educación y al vot084• Las demandas por el acceso a la educación uni-
versita¡-ja emn la pue11a a la emancipación real. Pensar a la l11ujCI'cn
campos del pensamiento científico y técnico era el camino a la derrota
de la subordinación vigente, sostenida con la ignorancia y con la pose-
sión de un conocimiento exhaustivo en tareas hogareñas. El enfrenta-
miento a estos cambios tenía una doble razón de ser: la posesión de un
saber distinto, habilitaba a la mujer a otra clase de oficio y cuestionaba
la división sexual del trabajo, uno de los elementos en que se asentaba
la dominación masculina. Pero también un nuevo oficio implicaría mu-
jeres profesionales, con responsabilidades distintas a las tradicionales y
en espacios masculinos. Dentro del sistema de género imperante, la
educación diversificada era claramente subversiva, pues habilitaba a las
mujeres para quehaceres distintos de los que la costumbre había asigna-
do, posibilitandoles campos de acción liberadores de la coyunda domés-
tica y su salida a otro espacio de acción y discurso. El acceso a la educa-
ción como perdida del poder de disposición sobre la mujer, se revela en
chistes de la época:

82. Ofelia Uribe de Acosta: op. cil. p. 194.


83. Ibidem.
84. Según Lola G. Luna, en este período se conforma una tendencia conservadora,
defensora del voto, pero también de los valores tradicionales femeninos, defendiendo esta
posición como feminista. Los Movimientos de Mujeres: Feminismo y Feminidad en Colom-
bia (1930-1943). Boletin Americanista n° 35, Universidad de Barcelona, 1986.

85
"En mi país las mujeres ejercen profesiones de los hombres (afirma-
ba uno). Es insensato, (replicaba el otro) la mujer no ha sido hecha para
hacer lo que hace el hombre sino única y solamente para el hombre»85

Con respecto a la educación había diferencias entre las feministas.


Una tendencia era partidaria de un mayor énfasi.s en el bachillerato fe-
menino que la cualificara en lo que le era propio:

"La mayor culpa de los gobiernos no ha residido en olvidarse precisa-


mente que hay carreras que son adecuadas para la mujer y en donde ella
podría realizar labores muy meritorias, sino en dejar sin el más leve
control la educación secundaria femenina, en permitir que siga entrete-
niéndose indefinidamente a la mujer con una pseudo educación que no
hace sino alejarla de la vida, desconectarla de su misión social»86

El primer paso de la revolución educativa que inició Olaya Herrera,


fue la autorización para que los colegios femeninos expidieran diploma
de bachiller según el Decreto 1874 de 1932. La batalla por el acceso a la
educación universitaria fue ganada mediante el decreto 1972 del 1 de
diciembre de 1933,
La crítica sobre la ignorancia femenina que se venía ejerciendo lide-
rada por las institutoras, y que fue sustentada en el Congreso en 1930 en
la ponencia sobre La Mujer y la Universidad, junto con la voluntad polí-
tica de Olaya Herrera, vencieron la oposición existente en el Congreso.
El parlamentario Arturo Hemández, argumentaba que

"la patria no necesita que ellas se doctoren; las mujeres no deben te-
ner más campo de acción que las paredes de las casas»87

Desde sus órganos de expresión, las sufragistas hicieron el debate


con los políticos, visibilizandose en el espacio público, el de la acción
discursiva por excelencia. Señalaban que en el campo de los derechos,
aun quedaba camino por recorrer en la obtención de derechos para la
mujer, pues faltaban los derechos políticos. Para legitimar sus deman-
das y contestar a los oposicionistas, aclaraban que no se trataba de un
atentado al orden o a la moral sino de la simple extensión de derechos
ciudadanos: '\

"El feminismo reclama el reconocimiento de ciertos derechos para la


mujer como la entrada a la Universidad para estudiar, mejorar su cultu-

85. Cómo fue creatÚlla mujer. Cromos, Bogotá, 5-4-1930, p. 1.


86. Voto Femenino. Hogary Patria, Bogotá n° 2. Bogotá 1935, p. 1.
87. Jacinta Heli. Por el Feminismo. Hogar y Patria. nO1. Bogotá, 1-1935, p. 2. Aquí se
discuten las afinnaciones de este político.

86
ra, adquirir títulos y ejercer profesiones, al igual que los hombres, a ma-
nejar los intereses a su antojo, sin extrañas ni odiosas tutelas, ejercer de-
rechos políticos como cualquier ciudadano que ha de ejercer autoridades
para tener responsabilidad en la cosa pública» 88

En el mareo de su exclusi6n, reclamaban la participaci6n en la vida


social y en la gesti6n del Estado para contribuir a la salvaci6n de la so-
ciedad, con una visi6n mesiánica de su poder y basada en estereotipos
que identifican a la mujer con la maternidad, la responsabilidad, el or-
den y la moralidad. Toda esta simbología de lo que es y puede hacer la
mujer y que le confiere un determinado poder de inteIVenci6n en la so-
ciedad, legitimaba su participaci6n. Con esa visi6n defendían que:

"La incorporación de la mujer a la vida social con los mismos títulos


que el hombre, es seguramente el único recurso que podemos oponer a
la disolución moral que nos amenaza; así pues, es necesario y urgente la
colaboración femenina, lo mismo que en el hogar, en todas las activida-
des donde ella sea factor de moralidad, de orden, de constancia y exacti-
tud en el trabajo»89,

En el mismo sentido se explica que frente a quienes quisieron desle-


gitimar sus demandas, señalando que otorgar derechos a la mujer, y
particularmente a la casada, implicaba la disolución de la familia o del
matrimonio, las feministas argumentaron que la participaci6n de la
mujer en la vida ciudadana, llevaría a una comunidad moral más solida-
ria.

En el debate sobre el voto, la educaci6n fue considerada como prere-


quisito para el ejercicio de los derechos políticos con independencia de
criterio, coincidiendo con muchos politicos que hicieron de éste su ar-
gumento para dilatar la aprobaci6n del sufragio90. Expresiones de índo-
le similar eran características de un sufragismo conseIVador que consi-
deró a las mujeres más como sujetos de deberes que de derechos. Este

"feminismo propugnaba que la mujer mejorara la suerte del hogar,


destinando a él integramente su escaso salario, porque el devengado por
el hombre no llegaba siempre integramente a la casa de la familia»91

La aceptaci6n de las mujeres en la vida ciudadana vino en cuenta

88. Ibidem, p. 2.
89. Georgina Fletcher. Editorial. ibidem, p. 1.
90. Voto Femenino. ibidem, n° 2.
91. Heli, op. cit.

87
gotas. La aprobación del Acto Legislativo número 1 de 1936, les conce-
dió una ciudadanía restringida a la mujer, Según lo establecido, podían
desempeñar empleos públicos que llevaron anexos autoridad y jurispru-
dencia. No obstante que lo aprobado permitía ejercer cargos de magis-
trado, juez, procurador, ministro, gobernador y diplomátic092, la exis-
tencia de la norma legal no garantizaba la modificación de los
estereotipos sobre el oficio de la mujer. Ocho años más tarde, la brecha
existente entre la norma y la ideología sexista provocó la protesta feme-
nina, por la imposibilidad jurídica de que una mujer que había accedido
al cargo de funcionaria -Rosita Rojas- tomara posesión como juez y
mostró que la ley no era suficiente para lograr los cambios.
El acceso de la mujer a la educación superior, tuvo gran importancia
en las décadas posteriores. Especialmente en el área del Derecho, se fue
forjando un movimiento silencioso de mujeres, que luego impulsó cam-
bios en el marco jurídic093• Falta por descubrir y visibilizar el carácter y
tipo de presiones que se dieron desde 1936 hasta el final del período de
estudio. Probablemente no fueron registradas específicamente porque
su acción estuvo diluida en espacios netamente masculinos. Sus deman-
das fueron retomadas por sectores de los partidos y del Estado como
parte del proceso de modernización94• Los partidos liberal y conserva-
dor recomendaron el perfeccionamiento de la legislación sobre el traba-
jo de mujeres y niños; la protección contra seducción y abandono y la
maternidad desde 1931. Para el liberalismo que estaba conduciendo el
proceso de reformas, el apoyo a demandas de las mujeres, dentro de los
límites de reproducción de una estructura familiar que no pusiera en
cuestionamiento las bases de la sociedad vigente, reafirmaba el conteni-
do moderno y democrático del partido y contribuía a ensanchar su base
social:

92. Chavarriaga, op. cit. p. 437. Según el autor el artículo 8 de la Reforma Constitu-
cional y el artículo 5 del Código de Régimen Político y Municipal, garantizaban esta inter-
pretación.
93. Algunas figuras fueron: Gabriela Pelaez, que terminó derecho en 1941, fue dele-
gada de la CIM en 1961 y fundadora de la Unión Femenina. Su tesis para optar al título de
abogada es referencia obligada de los estudios sobre las condiciones de la mujer. Aydée
Anzola Linares, fue conferencista en el Congreso de la Alianza Femenina en 1945 en el
tema "Los derechos de la mujer" y colaboradora de la revista Agitación Femenina y contri-
buyó a la reforma sobre la patria potestad en 1974. Esmeralda Arboleda fue representante
en la Asamblea Nac,onal Constituyente, donde defendió el voto femenino.
94. El programa del partido liberal que se aprobó en 1935 señala que:
.E1 Estado emprenderá la defensa colectiva de la mujer y se propone movili-
zar los recursos legales, científicos y económicos necesarios para disminuir
\o'?,'Qe\\~'" o.e\a maternidad mal atendid~l a la velo<\.ue'Qroteiala dificultad
de la mujer, los derechos de la descendenCIa •.
Gerardo Molina. Las ideas liberales en Colombia de 1935 hasta la iniciación del Frente
Nacional. Ed. Tercer Mundo. Bogotá 1978, p. 18.

88
«y cobijará igualmente nuestro anhelo de procurar una democracia
integral, todo aquello que tienda a levantar en Colombia el nivel de la
mujer, a rodearla de garantías y brindarle oportunidades, a reconocer de
manera práctica y concreta su papel decisivo en la vida de la República ...
Vele el liberalismo por los derechos de la mujer, por la tranquilidad y
bienestar de los hogares y el ennoblecimiento de la familia y adquirirá
para su predominio en la vida colombiana un título de fuerza incontras-
table y de solidez indestructible»95

Esta noción de participación y reconocimiento de la mujer como ser


de derechos, estaba mediatizada por la construcción social que la man-
tenía asida al hogar y con poder en tanto madre y esposa.
Gaitán, en cambio, inició la sensibilización de las mujeres por medio
de las Ligas Femeninas en los barrios ofreciendo capacitación en co-
mercio y mecanografía, promoviendo la organización de las trabajado-
ras domésticas desde sus tardes culturales en el Teatro Colón y apoyan-
dose en las amas de casa96, en su trayectoria política de crear una base
política con los sectores excluidos. No resulta pues extraño que lideres
del movimiento como Ofelia Vribe, Susana Olózaga, Georgina Fletcher
y Cleotilde de Vcros, hubieran sido activas militantes del partido liberal
y que sus contactos con políticos hubiera tenido importancia en el dise-
ño de las acciones de presión y sensibilización para el logro de la apro-
bación de un marco normativo favorable. Aunque en esta época no se
dieron espacios feministas o Comités de Mujeres en los partidos, la mili-
tancia política parcial que podían ejercer las mujeres como activistas,
fue un factor que les permitió reconocimiento y que usaron en favor de
sus demandas97,
El feminismo que se desarrolló en este período se movilizó contra la
limitación de sus derechos ciudadanos y su exclusión de la política for-
mal. Apostaba por la consecución de la igualdad en la educación, en las
relaciones laborales, por una sociedad mas ordenada, mas moral y efi-
ciente, Sustentaba que la participación de las mujeres en las decisiones
politicas, garantizarían un nuevo orden social. Consideraban la familia
como el elemento básico de la sociedad y pretendían un elevamiento

95. El tiempo, 4-1-1937, p. 7. Apuntes del discurso del Doctor Eduardo Santos, en la
proclamación de la candidatura presidencial liberal.
96. Entrevistas con Pascual del Vechio, Bogotá octubre 1992 y con Beatriz Aya de
Cárdenas, Bogotá, agosto de 1993. Beatriz Aya dijo que asistió a los viernes culturales por-
que inicialmente apoyaba a Gaitán. Entrevista realizada en Bogotá. agosto 1993. También
véase la referencia que hace El Tiempo. Bogotá octubre 19 de 1970.
Beatriz Aya es hja de María Currea de Aya y fue presidenta de la Unión de Ciudadanas
de Colombia.
97. La asistencia al IV Congreso Internacional Femenino. se hizo por nombramiento
oficial y éste tuvo el apoyo del gobierno para su celebración.

89
moral de ella como camino del orden y el progreso. No era homógeneo,
sino que presentaba tendencias. El punto de convergencia se situaba al-
rededor del sufragio. En los otros temas relacionados con la educación
y con el rol de la mujer, se notaban diferencias entre quienes querían
una modernización en el rol de la mujer y quienes aspiraban a una tras-
formación de la condición del genero femenino y abordaban temas me-
nos convencionales como la educación sexual y la prostitución. Conta-
ron para la difusión de sus mensajes con revistas como Hogar y Patria
en Bogotá y en Medellín. Tuvieron acceso a periódicos como El Radical
de Tunja y los eventos como el IV Congreso Internacional Femenino tu-
vieron cubrimiento. En Radio Boyacá de Tunja y en la Hora Cultural de
Bogotá, pudieron utilizar espacios para divulgar sus acciones y propues-
tas.
Las sufragistas contaron con comprensión de sus propuestas entre
varones intelectuales y políticos progresistas, tambien con la incom-
prensión de muchas mujeres que consideraban su condición como na-
tural y justa. También se dio un marco internacional propicio, pues la
declaración de Lima sobre los derechos de la mujer, en el marco de la
VIII Conferencia Panamericana de 1938, legitimó estas demandas inter-
nas.

2.2. Otras Expresiones de la Movilización de las Mujeres

Algunos grupos de mujeres se centraron en la acción social. Su legi-


timación se basó en el papel tradicional asignado al género femenino
como portador de acciones de beneficio social y caridad. Las que se vin-
cularon a esta actividad lo hicieron bajo dos modalidades, una bajo un
contenido más sistemático y formal de su actividad social y otra de ac-
tividad informal, dentro de un modelo clásico de asistencia social. Esta
actividad reforzaba las funciones de las mujeres como dadora de afecto,
de protección y apoyo material y haciendo de una actividad clasica-
mente doméstica, un referente para el reconocimiento individual. Tam-
bién fue un ámbito de referencia política, porque al convertirse en acti-
vidades que se ejercían sobre la comunidad se entroncaban con las
politicas sociales del Estado.
En las actividades con contenido mas sistemático, cabe referirse a
María Vergara de Carulla98, quien fundó en 1937, la primera escuela de
Sevicio Social y quien desde este espacio fundó y coordinó los Secreta-
riados Sociales de La Perseverancia, Las Cruces y Barrio Centenario de
Bogotá, a los cuales se vincularon grupos de mujeres. En estas activida-
des de acción social se destacaron las realizadas desde la Enfermería y

98. Melo, op. cito p. 221.

90
especialmente en la Cruz Roja, por Blanca Martín de David Almeyda99,
quien fuera delegada alterna de la CIM y miembro de la Unión Femeni-
na. Ella elaboró un plan para vincular la mujer a la Cruz Roja desde
1938 y fundó la Asociación Nacional de Enfermeras, primera asociación
profesional femenina. Por su parte, Debora Arango de la Cuesta\OO,a
mediados de la década del 30, inició una campaña de mejoramiento del
servicio doméstico, orientado a capacitar a las mujeres que se desempe-
ñaban en ese oficio.
En la actividad de asistencia social de carácter informal hacia secto-
res populares, encontramos la realizada por la Legión Femenina funda-
da en Barranquilla en 1930. Esta organización extendió sus actividades
a Bogotá para adelantar tareas de instrucción popular y elaborar carti-
llas de apoyo para la alfabetización IOl.En la misma línea se inscribió la
preparación de las mujeres procedentes del campo que no tenían oficio
definido. Para ello se había formado el Sindicato de la Aguja, que era un
espacio para adiestramiento en actividades de modistería y mecanogra-
fía 102. A este grupo pertenecía María Currea de Aya, que fue la primera
representante de Colombia en la CIM, presidenta honoraria de la Unión
Femenina desde 1945hasta 1960y vicepresidenta de la Organización Na-
cional Femenina, como veremos más adelante. Este grupo estuvo for-
mado también por Gloria GÓmez. Maruja Pelaez. Emilia Echavarria de
Cook, impulsaron también en la época, el Centro de Acción Social de la
mujer para el sector infantil103•
Los actividades anteriores son ejemplos para entender las compleji-
dades de la participación política de las mujeres. El desplegamiento de
las energías femeninas para el desarrollo de destrezas en otros grupos,
preferentemente de mujeres y niños'; el mejoramiento de las condicio-
nes de una comunidad por el establecimiento de equipamiento como
Gotas de Leche o Centros de atención, son ejemplos en donde las muje-
res desarrollan su participación política desde la exclusión, pero inclu-
yéndose con intervenciones claves para la comunidad y para el paíslO4•

99. Ibidem, p. 364-365.


100. Romero de Nohra y Pachón, op. cito p. 18.
Debora Arango de la Cuesta, fue periodista del Colegio Mayor de Antioqufa y experta
en museos de l'Ecole de Louvre. Fue directora del Museo Zea de Medellfn.
101. Se fundamentaban en la existencia del 51. 57% de analfabetos según el censo y
participaron en Bogotá bajo el liderazgo de Ana 1 reina de los estudiantes y entre otras,
Saturia Samper de Esguerra (familiar de Saturia Esguerra parlamentaria del partido libe-
ral), Sofía Pizarro de Ortiz, Teresa Franco de Caro, Josefina Vergara, Saturia Alvarez de
Garcfa. La Legión Femenina de Instrucción Popular. Revista Semana Ilustrada, Bogotá 25-
10-1939, p. 6.
102. Entrevista a Beatriz Aya de Cárdenas, citada. No está claro si el grupo de muje-
res que asistía al Sindicato de la Aguja, hubiera participado en alguna actividad del sufra-
gismo.
103. Ibidem.
104. Luna. Movimientos de Mujeres y Participación Política ... op. cito

91
Las mujeres populares tuvieron dos vías de expresión para visibili-
zarse y constituirse en sujetos politicos, es decir de discusión, propues-
tas de demandas y acciones. Una vía la constituyeron los reclamos y
movilizaciones realizadas desde el espacio sindical, caracterizado por
ser tipicamente masculino en su dirección y representación. Otra se ori-
ginó en acciones que desarrollaron las mujeres desde los barrios para
formular o demandar programas para el mejoramiento de sus condicio-
nes de salud, vivienda y educación.
Las movilizaciones de las trabajadoras fueron continuación de las
movilizaciones de decadas anteriores, realizadas por las jornaleras agrí-
colas y las obreras de las fábricas de textiles y cigarros. En octubre de
1935:

«el gremio de las escogedoras de café, por intermedio del represen-


tante Diego Ltús Córdoba, presentó al Congreso un memorial suscrito
por 300 obreras, en el cual denunciaban la situación laboral ... Acusaban
a las empresas de ... obligar a sus obreras embarazadas a realizar traba-
jos duros que provocaban abortos» 105

Exigían, además pensión por maternidad y protección a su derecho


al trabajo, para evitar despidos por embarazo, al cumplir 30 años o por
sindicalización de las trabajadoraslO6•
En septiembre del año 37, en La Garantía, primera fábrica de tejidos
que existió en Cali, más de 2000 mujeres hicieron huelga para presionar
un aumento del 20% para todo el personal. Como estrategia para conse-
guir fondos y promover la solidaridad, se decidió nombrar una Reina de
la Huelga. Esto muestra la ambigüedad existente sobre la figura de la
mujer por la permanencia de los estereotipos que se insertan en una
versión caballeresca y patriarcal sobre ella107, frente a su nuevo rol de
trabajadora.
En respuesta a las demandas y movilizaciones de las mujeres traba-
jadoras el gobierno de López en 1938, puso en vigor las normas de pro-
tección a la maternidad recomendadas por la OIT desde 1919: licencia
remunerada de ocho semanas por parto y de dos por aborto, y garantía
de puesto de trabajo, durante el embarazo y la lactancia108• Se logró que
las madres dispusieran de 20 minutos cada tres horas para amamantar
a sus hijos y la consagración de la obligación de crear salas cunas en las
fábricas que tenían mas de 50 obreras. Las movilizaciones que iniciaron
las mujeres durante este periodo, para mejorar su condición como obre-

105. Velásquez Toro, op. cito p. 36.


106. Ibidem. p. 34.
107. El Tiempo, 31-8-1937, p. 1.
108. Velásquez Toro, op. cito p. 38.

92
ras en tanto madres y por mejoras salariales se canalizaron tambien por
medio del Estado, al igual que las mujeres inglesas en el cambio al siglo
XX109•
Tambien desde los años treinta se empiezan a organizar las mujeres
en los barrios, para expresar sus opiniones y manifestarse como sujeto
de derechos, Ya en 1937 se produjo un manifiesto del Comité Femenino
de los Barrios de Occidente de Bogotá, que expuso sus demandas, iden-
tificándolas como parte de las de la mujer latinoamericana:

»... en nuestra patria se nos ha mirado a las mujeres como elemento


negativo en las contiendas cívicas, donde nuestra intervención oportuna
puede ser más efectiva por ser esos problemas más delicados y se compe-
netran más intimamente con nosotros y son: la protección del niño, la
defensa de la mujer, la defensa del trabajo femenino, el desarrollo de la
cultura, el fomento de la higiene y la mejora del nivel de vida de las cIa-
ses populares, he aquí el vasto campo que se ofrece a nuestras iniciativas
... La mujer debe constituir un gran ejército de paz, de la paz entre los
pueblos, entre las clases, entre los partidos y se debe constituir como el
gran ejercito del progreso que imponga el triunfo del derecho y de, las
grandes .'eivindicaciones sociales y políticas, por los medios sociales que
ofrece la organización democrática, en el cual es amplío y lib.·t' el (kbate
de las ideas» 110

Este documento señalaba la problemática femenina en una perspec-


tiva internacional e identificaba necesidades que interesaba que resol-
vieran las mujeres, como la protección del niñp, defensa de la mujer, de-
fensa de la cultura, fomento de la higiene y mejora del nivel de vida. En
él las mujeres se autoidentificaban como portadoras de la paz y el pro-
greso, y reclamaban la asunción de tareas detenninadas por el género,
algunas relacionadas con necesidades de las mujeres y otras relaciona-
das con toda la sociedad. En este caso vemos como lo aparentemente
privado como es el hogar y la protección del niño, se plantea como una
actividad que se integra al discurso de lo público. Igualmente las muje-
res hacen suyos intereses relacionadas con la cultura, la mejora del ni-
vel vida y la paz. Tal hecho, cuando aún no habían conseguido los dere-
chos ciudadanos, nos muestra una particular fonna de inclusión en la
vida política, a partir de los arreglos y representaciones del género.

109. loan W. Scott. El problema de la invisibilidad, en Ramos Escadón, Carmen


(comp.) Género e Historia, Universidad Autónoma Metropolitana, México 1992, p. 53.
110. Manifiesto del Comité Femenino de los Barrios de Occidente, El Tiempo, 9-8-1937,
p. 7. Firman el documento María Fonseca Gómez (presidenta), María l. Cárdenas (prime-
ra vicepresidenta), Elvira Fúquene (segunda vicepresidenta), Eunice de Mejía (Tesorera) y
Tránsito Carrillo (secretaria).

93
2.3. Diversidad en las Mujeres y Heterogeneidad de sus Expresiones

En lo anterionnente dicho se han mostrado variadas fonnas de ex-


presión y movilización de mujeres de distintos sectores sociales. Hemos
visto que se construyeron espacios para reclamar derechos de ciudada-
nía, que contaron con centros de reunión y medios de expresión. Fue-
ron fonnas de acción en una identidad forjada para modificar las condi-
ciones de acceso a la cultura, a la educación, a la economía y a las
decisiones del Estado y los partidos. Estos espacios fueron ocupados
por las que se autodenominaron feministas. Eran mujeres de sectores
medios y altos que ejercían la docencia, el periodismo y algunas simul-
táneamente ejercían un cierto nivel de militancia política. Su lucha fue
dura y el grupo

«era reducido porque casi ninguna mujer quería dejarse matricular


dentro de esa especie de animales raros que aparecieron pensando, ha-
blando arduamente y pidiendo derechos impropios del sexo femenino,
según la expresión de los varones»JII

Estos grupos feministas se consolidaron alrededor de las demandas


sufragistas en los siguientes períodos,..junto a los grupos de mujeres de
sectores medios y altos, dedicados a programas de caridad o mejora-
miento social, al que designaremos genericamente de asistencia social.
Realizaron trabajos que ayudaron a otras mujeres y tambien a niños; al-
gunas de manera voluntaria e infonnal y otras profesionalizandose en
labores reconocidas como de mujeres: la salud o la enseñanza. Se ubica-
ron en áreas que eran parte de la política social del Estado, logrando
cierto nivel de figuración. Algunas mujeres de estos grupos fueron de-
signadas por el gobierno para que lo representara en los eventos inter-
nacionales, relacionados con la mujer. También lideraron organizacio-
nes de mujeres que se fonnaron posterionnente, lo cual pone de
manifesto el perfil de mujer que logró privilegiadas relaciones con el Es-
tado. El ejercicio de actividades relacionadas con los roles permisibles a
las mujeres, de acuerdo con la construcción social de lo femenino se
convirtió en el elemento principal de legitimación de su presencia públi-
ca y de representación de la mujer colombiana,
En los sectores de mujeres populares encontramos como grupo de
expresión y demandas, a las obreras, cuyas movilizaciones presionaron
por la adopción o el cumplimiento de medidas de protección para la
mujer trabajadora. El grado en que tales presiones lograron la adopción
o el cumplimiento total de estas medidas, fue relativo, pero no por ello
dejan de tener significado en ténninos de movilizaciones. En general las

111. Uribe de Acosta, op. cit. p. 199.

94
obreras aparecen organizadas en espacios de dirección masculina aun-
que ellas sean una proporción mayoritaria de la fuerza de trabajo. No
obstante en las fábricas de café La Garantía, la movilización fue exclusi-
vamente femenina. En las prácticas sociales de las mujeres populares,
tambien apareció el barrio como espacio de participación y combina-
ción de actividades. Para las mujeres de los sectores medios, que ejer-
cian sus actividades de asistencia social, y para las mujeres populares
que se movilizaron para mejorar su condición, el barrio se convirtió en
un transito entre -las tareas domésticas y el ejercicio de actividades co-
munitarias y públicas. Fue tambien un lugar de encuentro en donde las
diferencias de clase podían dar lugar a instrumentalización de las muje-
res mas pobres, pero tambien a la creación de formas de solidaridad en-
tre mujeres,
El grupo de mujeres que se proyectaba desde lo doméstico, para in-
cidir en la esfera de las decisiones políticas, con la intermediación civil
de las asociaciones barriales, tuvo un ir y venir en varios espacios, desde
lo doméstico a lo barrial y al espacio de los partidos. Igual les sucedió a
quienes asumieron las demandas por los derechos ciudadanos; tenían
una presencia intermitente en espacios de deliberación feminista como
revistas, centros o congresos, y en el partido. Ellas se movían desde el
debate por la democracia y la ciudadanía, hasta la reflexión sobre las
condiciones que la diferencia sexual producía en sus vidas.
No obstante este proceso de participación en la vida pública no se
logró una conciencia más activa, para reclamar derechosll2. Entonces,
¿qué significado tienen estas distintas experiencias en la transformación
de la mujer?, ¿qué nos pueden aportar en la comprensión de la activida-
des de las mujeres?
En la multiplicidad de relaciones que sustentan las mujeres, algunas
de las prácticas consiguen incidir sobre su subordinación y otras por el
contrario la legitiman o reproducen. Puede presentarse d manera alter-
nada un proceso de reproducción de la ideología en la transformación
de las condiciones de subordinación y cuando las acciones de las muje-
res se dan en espacios masculinos, sus demandas pueden diluirse a me-
nos que las expresiones fueren masivas. Por ejemplo, es posible suponer
que dada las características de los partidos y de las direcciones sindica-
les (tipicamente masculinas), en el período que nos ocupa, la participa-
ción femenina pudo tener un efecto de reproducción de la subordina-
ción, aunque ello no fuera tan automático.

112. Victoria Fajardo de Silva, dice en el Prólogo del libro Ideales Feministas, de Lu-
cila Rubio de Laverde, que el Congreso de 1930, fue una muestra esporádica y estéril de
los esfuerzos por transfonnar la condición de la mujer y liberar su conciencia. Ed. Nuevo
Mundo, Bogotá 1950, p. 2. Igualmente opina Ofelia Uribe en la cita anterionnente trans-
crita.

95
En esta heterogeneidad de las fonnas de acción de las mujeres, iden-
tificamos acciones políticas. Aquellas actividades que realizan las muje-
res para cambiar condiciones de acceso a a los bienes sociales, que les
pennita resolver necesidades atribuidas por el género, o de sobreviven-
cia económica para la madre o sus hijos, o por su ubicación de clase
como trabajadora asalariada, hacen parte de la lucha politica. De igual
manera, toda presión o movilización cuyo sentido se oriente a conseguir
cambios en su posición en la sociedad, en el barrio o la familia y en las
distintas organizaciones que fonnan el tejido social constituyen accio-
nes políticas. Las mujeres vuelven públicos temas discursivamente pri-
vados, porque participan en las fonnas de organizar la vida social, a
partir de un entramado ideológico y de acción producido en el marco de
la diferencia sexual. .
En este perlodo de 1940-1943, hubo expresiones de grupos de muje-
res que tuvieron diversidad de prácticas. En su estrategia de visibilizar-
se y adquirir derechos optaron por aprovechar contactos políticos, espa-
cios internacionales, medios de comunicación, así como la actividad en
el barrio y en la fábrica. Pero estas experiencias no cristalizaron en for-
mas organizativas. Quizá lo que significó una verdadera proyección,
para los procesos posteriores de reivindicación de los derechos, fue el
acceso a la educación universitaria. Por otra parte queda la duda de si
no existieron actividades reivindicativa entre 1936 y 1943 o estamos
frente a una carencia de registro de las actividades de las mujeres.

96
3. AGITACIÓN SOCIAL Y AGITACIÓN FEMENINA, 1944-1948

El nombre de Agitación Femenina, con que fue designada la revista


que dirigió Ofelia Uribe, sintetiza claramente las caracteristicas de la
época. Fue un tiempo de agitación en el sector de las mujeres y en toda
la sociedad. Políticamente el periodo estuvo dominado por la emergen-
cia de los sectores populares y por la crisis del partido de gobierno que
presentaba en su interior grandes divergencias. Ellas fueron exaced)a-
das por la fuerza que adquirió el sector gaitanista 113.
La agitación social tuvo como fondo la frustración popular por las
expectativas incumplidas de la gestión liberal de Alfonso López Pumare-
jo. El gaitanismo canalizó el descontento popular; creó nuevas formas
de comunicación y de trabajo político que llevaron a sus filas a nuevos
actores, rompiendo la estructura de participación dominante y sugirien-
do una utopía democrática con presencia de los excluidos. En su estra-
tegia de:

«darle voz a quien nunca la había tenido, Barrio por barrio, manzana
por manzana, vereda por vereda, los cuadros gaitanistas sin renombre
organizaron a la gente»1l4

estableciendo condiciones para que los distintos sectores sociales, ex-


presaran sus demandas y se construyeran como sujetos políticos.
En lo económico se enfrentaba una gran inflación. Los medios de
pago aumentaron entre 1942 y 1946 en un 156%, lo que se tradujo en un

113. Jorge Eliecer Gaitán fundó en 1934 la Unión Nacional de Izquierda Revolucio-
naria, UNIR. En 1940 fue nombrado Ministro de Educación Nacional y en 1943 ejerció el
cargo de Ministro de Trabajo. En 1945 se lanzó como candidato de la Restauración Moral.
Había liderado el sector más radical del partido, primero desde una posición y después
desde la misma estructura del partido. Su muerte desató la mayor protesta popular que se
conozca y agudizó un proceso de violencia y guerra civil, que ya venía incubándose.
114. Sergio Otálora. Gaitanismo, Movimiento social y no disidencia partidista en Gus-
tavo Gallón Giraldo (comp.). Entre Movimientos y Caudillos. CINEP. Bogotá 1989, p. 37.

97
aumento del 51% de los primeros 15 artículos de consumo 115, provocan-
do una gran agitación entre los trabajadores.
Las mujeres respondieron a las convocatorias de la coyuntura políti-
ca. Cuando el país protestaba masivamente por el intento de golpe con-
tra L6pez en Pasto, las mujeres liberales de todos los sectores sociales
participaron en las manifestaciones. Trabajadoras y mujeres de los ba-
rrios se hicieron presentes en 1947 cuando, ante el crecimiento de los
precios, se convocó en abril a una marcha del hambre para protestar
por la carestía de la vidall6• La participación de las mujeres en este tipo
de actividades, se explica por el efecto del alza de los precios en el ingre-
so de los hogares y en el salario como trabajadora.
Probablemente muchas mujeres que participaron en el movimiento
gaitanista lo hicieron movidas por sus necesidades inmediatas, relacio-
nadas con su condición de madres, esposas, amas de casa, más que por
su conciencia feminista. No obstante, hubo mujeres como Fabiola Agui-
rre, abogada vinculada a las feministas y quien en calidad de vicepresi-
denta honoraria de la primera Convención Popular, participó en la elec-
ción que designó a Gaitán como candidato a la presidencia. También
Ofelia Uribe tuvo una importante posición en el directorio liberal gaita-
nista de Boyacáll7• La propuesta de Gaitán que intentó unir a los colom-
bianos, excluidos del poder, con independencia de su color político, te-
nía similares características a la del feminismo. La discriminación
sustentada en las diferencias de sexo, identificaba en un primer nivel de
aproximación la posición de las mujeres, que con independencia de su
condición de clase, etnia y opinión política, estaban privadas del dere-
cho al voto.
Muchos autores consideran que el gaitanismo más que una disiden-
cia del partido liberal, constituyó una expresión del movimiento social,
aunque para otros toma las características de un movimiento populis-
ta128• Su estrategia era agitar al pueblo liberal y conservador para crear
un poder alternativo. A ella, se vincularon muchas mujeres de distintos
sectoresl19• Cuando Gaitán convocaba a los sectores que no tenían poder
de decisión, convocaba a las mujeres en sus distintas exclusiones. Ello
podría explicar la pluralidad de mujeres en sus actos, en sus moviliza-
ciones y en los hechos de ira popular que siguieron a su asesinato. En
la Marcha del Silencio del 7 de febrero de 1948, las mujeres participa-
ron vestidas de negro para pedir paz y en las acciones del 9 de abril

115. Molina, op. cit. p. 163.


116. Estrada, op. cit. p. 745.
117. Melo, op. cit. pp. 48 Y431.
118. Daniel Pecaut. Orden y Violencia. Colombia 1930-1954, vol. 11, Ed. Siglo XXI,
Bogotá 1987, p. 361 a 485.
119. Como refirió Beatriz Aya de Cárdenas, perteneciente a la clase alta de Bogotá,
cit.

98
marcharon pidiendo justicia. En los testimonios que recogió Alape se vi-
sualiza esa participación de la mujer en la protesta popular, cuando se
produjo el asesinato de Gaitán:

«Había mujeres del pueblo que llevaban tres o cuatro abrigos tipos
lumpen o vivanderas plasmando así su actitud de rebeldía contra las oli-
garquías a quienes sindicaban de la muerte de su lider o en franco des-
concierto» 120

Mujeres de la plaza de mercado de Bogotá, a quienes Gaitán había


estimulado para su organización, salieron a la calle y participaron
abiertamente en las jornadas. Ratificando esta afirmación, señalan
otros actores:

«Llegamos hasta la carrera séptima y tomamos hacia la plaza de Boli-


varo Alfonso Araujo iba un poco adelantado y lo llevaba del brazo una
mujer que parecía una líder popular» ... en el momento en que comenzó
el abaleo .. , la mujer que llevaba a Araujo del brazo recibió un tiro y
cayó»121

«La plaza de mercado era espantosa pOl'que ese em un fuelte gaita-


nista sincero. Se veían esas mujeres y hombres desesperados con cuchi-
llos y palos y con la gritería de: 'a palacio', el decir de todos»122

A otras mujeres su experiencia con el gaitanismo les inició en la par-


ticipación social y política:

«Cuando llegó Gaitán a Armenia, yo era una mocita de 15 años, Ha-


cia parte de la comisión para recibirlo. Mi padre era un gaitanista com-
prometido y después yo me dediqué a motivar a las gentes de las veredas
para explicarles lo de Gaitán»123

«Nuestras familias eran gaitanistas. El hablaba de justicia social. Des-


pués nos sacaron de la vereda. Así supimos qué era lo bueno y malo de la
política». 124

La inestabilidad política que caracterizó al período, las divisiones del

120. Arturo Alape. El Bogotazo. Memorias del olvido. Ed. Tercer Mundo, Bogotá
1985, p. 331.
121. Ibidem, p. 346.
122. Ibidem, p. 518.
123. Entrevista con Flor Maria Henao, presidenta de la Asociación Departamental de
mujeres campesinas e indígenas de Quindío. Bogotá, agosto de 1991.
124. Entrevista con Gloria Mery Pérez, Secretaria de la Asociación Departamental de
campesinas e indígenas de Quindío. Bogotá, agosto de 1991.

99
partido liberal que restauraron el poder a los conservadores, el desalojo
de los campesinos, el deterioro del salario en los sectores urbanos, la
existencia de un sindicalismo vencido, los despidos masivos y la pasión
especulativa, unidos al asesinato de Gaitán en abril de 1948, encendie-
ron al país125• La violencia urbana y rural afectó a las mujeres; muchas
murieron, otras quedaron viudas o huérfanas,

3.1. Tras las Huellas del Movimiento: de las Protestas y


Reclamos a la Organización

Los reclamos de las mujeres se iniciaron con la protesta a la deman-


da por el nombramiento de Rosa Rojas Castro como Juez Tercera Pe-
nal. El programa de radio Sutilezasl26, lo denunció como discriminato-
rio, señalando que merecía la rebeldía de las mujeres, llamando a la
protesta por lo que se consideraba un atropello a la libertad y al dere-
cho127• La autora de este comentario. Camila Uribe, hacía parte de quie-
nes eran reconocidas en la sociedad como integrantes del movimiento
feministal28• El rechazo fue tal, que según Libia Stella Melol29, condujo
a la creación de la Unión Femenina de Colombia por Hilda Carnazo y
otras mujeres en 1944, para respaldar el nombramiento de Rosa Rojas
como juez, eligiéndola presidental30• La asociación se formó con 70 so-
cias todas mujeres profesionales o empleadas de alta categoría; contó

125. Tirado Mejía, Alvaro, Historia Económica de Colombia. La carreta. Bogotá,


1977, p.231.
126. Se trasmitía todos los sábados por la Emisora Suramericana de Bogotá. Su di-
rectora era Teresa Sánchez Montoya. Lo conducían Camila Uribe y Gloria Merino y era
definido:
«no sólo como una radiorevista sino que sirve de tribuna al movimiento femi-
nista •.
Aurora n° 24, Bucaramanga 1943, p. 73.
127. Camila Uribe. Revivimos épocas primitivas. Emisión de Sutilezas, 3-7-1943,
transcrito en la Revista Aurora n° 33 y 34, Bucaramanga, 1943, pp. 516-517.
128. Ibidem. Camila Uribe, escribía además en la Revista Mireya y Letras y Encajes.
Fue fundadora de la Unión Femenina y su presidenta en 1948. Perteneció a la Mesa Pana-
mericana, a la CIM y a la Dirección Liberal en la década del 60. Melo, op. cito p. 934.
129. Estudió en un colegio de Lucila Rubio de Laverde. Hizo estudios de Comercio
Superior, Idiomas, Pedagogía. Dirigió un programa radial de la Unión Femenina y fue co-
lumnista de la revista Mundo Femenino y del suplemento femenino de La República. Su
libro Valores Femeninos es fuente de primera mano porque contiene la biografía de más
de mil mujeres.
130. Rosita Rojas nació en Tocaima en 1909 y murió en 1959. Hilda Carriazo, consi-
derada un cerebro femenino privilegiado, nació en 1909 y murió en 1950. Sus últimas pa-
labras fueron de recomendaciones para la organización. Estudió lingüística y era traduc-
tora de 3 idiomas. Fue corresponsal de periódicos extranjeros.
Melo, op. cito pp. 956, 1.052, 1.053 Y 1.054.

100
con una junta de asesores entre quienes figuraban Luis Felipe Latorre.
Alberto Aguilera Camacho y Rito Quintero, defensores en el Congreso y
en los medios de comunicación de los derechos de las mujeres. En el
lanzamiento de la organización, realizada en el teatro Colón. Luis López
de Mesa, disertó sobre la carencia de derechos políticos de la mujer del
siglo XX13l.
Además de propugnar por el mejoramiento cultural y económico de
las mujeres, la Unión femenina se propuso la creación de formas de
apoyo y solidaridad entre ellas, así como la capacitación técnica:

«la gestión ante los órganos legislativos y ejecutivos y la adopción de


aquellas medidas que se inscriban en el mejoramiento de todos los dere-
chos y reivindicación de la mujenol32

El plan de acción apuntaba a la reunión del elemento femenino:

«prescindiendo de prejuicios sociales, de credos religiosos y políticos.


Se propuso obtener en los comités seccionales y en la Junta Directiva, re-
presentación de todos los sectores de la actividad femenina y más ade-
lante con obreras, de manera que todos los intereses de las mujeres que-
daran representados y que cada miembro pudiera beneficiar al grupo o
sector a que perteneda,.133.

La mira de las organizadoras era reunir, por lo menos anualmente,


en cualquier ciudad de la República un Congreso Nacional de Mujeres,
con el fin de garantizar la permanencia y extensión de la organización a
todos los rincones del país. Tal vez por ello aprobó la realización de un
censo de mujeres activas para actualizar la cifra 2.069.000 del censo de
1938 y reClamó colaboración al gobierno para realizarlol34. Demandó
que la inspección sobre la instrucción femenina fuera realizada por mu-
jeres, al igual que propuso gestionar ante el gobierno que las actividades
de asistencia social y nutrición quedaran completamente en manos de
la mujer. Para ofrecer beneficios inmediatos a distintos sectores de mu-
jeres, la Unión Femenina se propuso establecer fondos cooperativos
para otorgar auxilio por muerte de socia o miembro de la familia. Tam-
bien, organizar bibliotecas, cursos especializados, ayuda a desemplea-
das y gestión de becas e intercambio para mujeres de alta instrucción.
Se comprometió con la reforma de la Constitución para conseguir la
ciudadanía plena de la mujer y la obtención del voto, así como la aplica-

131. Luis López de Mesa ha sido considerado el padre de la Sociología en Colombia.


132. Agitación Femenina nO1, Tunja 1944, p. 2.
133. Rosa María Moreno Aguilar. Carta enviada sobre la creación de la Unión Femeni-
na de Colombia, ibidem.
134. Ibidem.

101
ción del principio de «a trabajo igual, salario igual», suscrito por Co-
lombia como miembro de la Organización Internacional del Trabajo,
OIT desde años anteriores13S•
Casi un año mas tarde, los días 10, 11 Y 12 de febrero se reunió en Bo-
gotá, el I Congreso Nacional Femenino bajo la presidencia de Lucía Quera-
les y Mercedes Abadíal36, del cual surgió la Alianza Femenina137• Tenía
como:

«finalidad primordial, agrupar a todas las mujeres colombianas y aso-


ciaciones feneninas del país entorno al anhelo de adquirir la plenitud de
los derechos ciudadanos, sin que pierdan por ello su propia individuali-
dad y sus características económicas políticas y sociales y sin que afecte
el sentimiento católico que es patrimonio espiritual de la totalidad de
las mujeres colombianas» 138

Esta línea pluralista buscaba disminuir las prevenciones que pudieran


generar el origen socialista de la organización, pero simultáneamente cap-
tar sectores de trabajadoras y estudiantes para la causa sufragista. En la lí-
nea de establecer una organización unitaria que integrara mujeres de todas
los matices y mostrar que la Unión Femenina de Colombia y la Alianza Fe-
menina de Colombia estaban «estrechamente vinculadas», líderes de la
Unión Femenina como Emilia Helmens, Matilde Espinoza y Ofelia Uribe
fueron nombradas en los organismos de la Alianza Femeninal39• Cada una
de estas dos organizaciones buscaron sensibilizar la población femenina,
mediante la creación de filiales en distintas ciudades. En Medellín el Insti-
tuto de Cultura Femenina por medio de su revista, asumió en 1945 la ini-
ciativa de promover la filial de la Unión Femenina. En esta ciudad tuvo un
origen vinculado a las simpatías por el Partido Conservador, aunque se
presentó como una organización en que tenían cabida todas las mujeres
que aspiraran la plenitud de derechos políticosl40• En Tunja la dirección de

135. Ibidem, p. 27.


136. Lucía Quera1es era una líder que hacía su trabajo en los sectores populares de
Barranquilla y Mercedes Abadía era líder obrera, ambas pertenecían al Partido Socialista
Democrático.
137. Fue elegida como presidenta LucHa Rubio de Laverde, pedagoga, escritora y
una de las feministas más comprometidas. Colaboradora de Agitación Femenina y del Pe-
riódico lA Verdad, hizo parte de la nómina del Instituto Femenino de la Universidad Libre
en la década del 60. Organizó el 11 Congreso Femenino en 1946, asistió al I Congreso Inte-
ramericano de Mujeres en 1947 y al 11 Congreso de Mujeres de América. Estuvo en Varso-
via en 1960, invitada por el Consejo Internacional de Mujeres y en 1962 asistió al XV Con-
greso de la Liga Pro Paz, en Asilamar (San Francisco, Estados Unidos). También asistió a
la peregrinación Mujer por la Paz en Roma y Ginebra en 1963.
138. Agitación Femenina n° 4, 1945, p. 7.
139. Ibidem, nO5, 1945.
140. Letras y Encajes, n° 229, MedelUn 1945. La directora de la revista Teresa Santa-
maría fue elegida en 1954 suplente de la Asamblea Nacional Constituyente. ANAC, para

102
la filial de la Unión Femenina, estaba representada por Ofelia Uribe de
Acosta e Inés Gómez de Rojas, feministas liberales gaitanistas, junto con
Rosita Otálbra de Corsi, perteneciente a la revista Agitación FemeninaJ4J•
En Cali, Anita Mazuera formó la Alianza Femenina del Valle en el mismo
año de 1945y en un año logró 417 afiliadas, apoyándose en una campaña
radial de una hora semanal con el espacio Avanzada FemeninaJ42• En Ba-
rranquilla y otros pueblos del departamento del Atlántico, Lucía Querales
se apoyó en comités de barrio para promover movilizaciones por zonas,
que culminaron en la creación de la Alianza Departamental Femenina del
AtlánticoJ43• Con este respaldo, la Alianza Femenina convocó el n Congreso
Nacional que se realizó en Bogotá en Octubre de 1946144•
La Unión Femenina y la Alianza Femenina lideraron las acciones y
movilizaciones de este período para la obtención de derechos políticos,
llamando a procesos de acción unitaria. Por el origen político de sus lí-
deres y la composición de sus miembros es posible establecer diferen-
cias en ellas. En la Alianza Femenina predominaron las mujeres vincu-
ladas a los partidos de tendencia socialista. Esta organización extendió
su trabajo a las mujeres obreras y de los barrios populares y obreros,
aunque propició la participación pluralista. La Unión Femenina en
cambio, aunque en sus objetivos se preocupó en incluir los intereses de
mujeres obreras y populares, estuvo conformada por mujeres profesio-
nales de estratos medios y altos, vinculadas a los partidos liberal y con-
servador y a las jerarquías católicas, lo cual le confirió un cierto cariz
elitista y la hizo espacio de convergencia de distintas tendencias políti-
cas y enfoques ideológicos sobre la visión de la mujer. De esta manera,
en la misma organización participaron, quienes veían en la obtención
de derechos ciudadanos una vía para modernizar el rol tradicional de la
mujer y quienes lo consideraban necesario para cambiar la sociedad. El
resultado fue una instrumentalización del feminismo, apoyado por los
sectores mas tradicionalistas a cuya cabeza estaba la iglesia católicaJ45•

que participara en la defensa del derecho al sufragio femenino, en representación de las


mujeres del partido conservador.
141. Agitación Femenina n° 3, 1945, p. 11.
142. En una sóla ciudad del Valle, Palmira, se impulsó una filial de la Alianza Feme-
nina, con 40 socias, bajo la dirección de Haydée Valencia, quien era colaboradora de Agi-
tación Femenina Celilia Muñoz, militante del Movimiento Revolucionario Liberal en
1960 y de la Alianza Nacional Popular en la década del setenta, y quien llegó a los órganos
legislativos por su región, fue una de sus líderes. Agitación Femenina, n° 14, 1945, pp. 1, 7
Y 24.
143. Diario Popular, Bogotá, 10-1-1945, p. 1.
144. Agitación Femenina, n° 19, 1946, pp. 7 Y20.
145. La Unión Femenina de Medellín fue impulsada por Teresa Santa maría y Emilia
Gutiérrez ambas activistas de la Acción Católica y de los planteamientos de la Iglesia, con
respecto a la mujer. En esta línea de acción asistieron a seminarios internacionales de la
Unión Mundial de Asociaciones Católicas Femeninas y Congresos de Acción Católica, que
se celebraron en los años 40 y 50. Melo, op. cit. p. 147.

103
Pero en la Unión Femenina tambien participó un sector de mujeres con
una ideología liberal, que señalaba la falta de intervención qe las muje-
res en las decisiones como expresión de las contradicciones y limitacio-
nes del funcionamiento de la democracia. Tambien se vincularon a esta
organización, y a sus acciones por conquistar derechos políticos, femi-
nistas que habían asistido al Congreso del 30, como Alicia Ruiz de
Amórtequi y la propia Ofelia Uribe, lo cual sugiere que tuvo pluralismo
en su pensamiento y una unidad de acción en tomo a la carencia de de-
rechos políticos formales.
Las demandas por el voto, que fueron el motor de las movilizaciones
de las mujeres y que originó lo que llamamos el movimiento sufragista,
constituyó el punto de confluencia de esta diversidad ideológica; permi-
tió la vinculación de distintos sectores de mujeres con independencia de
su condición social, económica, credo religioso, político o ciclo biológi-
co, constituyendo una expresión de su incorporación a la política. No
obstante, que el feminismo sufragista estuvo atravesado por el biparti-
dismo, la condición femenina de ciudadanas sin derechos, y la posición
de algunas mujeres en espacios de poder masculinos, posibilitó accio-
nes colectivas y el despuntar de la conciencia de subordinación en los
diversos sectores de mujeres.
El feminismo que se dio en mujeres del partido liberal y socialistas,
proyectaba una posición ante la vida y ante el mundo de carácter inte-
gradora. Para ellas el feminismo significaba igualdad, libertad, justicia y
democracia. Igualdad frente al trabajo y frente a las oportunidades edu-
cativas; libertad para ejercitar los derechos de las personas de poseer,
obtener y disponer bienes materiales; justicia en lo personal y en lo so-
cial: para que nadie se apropiara de lo que le es ajeno bajo ningún con-
cepto; para que no se maltratara o violentara la vida de nadie; para que
todos pudieran ejercer una vida digna; para que nadie influenciara a
otros en su pensamiento, ni lo conminara por la fuerza a pensar y a ac-
tuar en función de otros; para que las decisiones se tomaran de acuerdo
a la conveniencia del interesado,
Según Lucila Rubio de Laverde:

«El feminismo pide que el trabajo de la mujer se remunere de acuer-


do con sus capacidades, olvidándose de su sexo, 'Que si una mujer puede
ser gerente o jefe de sección de un negocio importante, no se tenga en
cuenta su condición de mujer siempre para dejarla en puestos subalter-
no,. 146.

A estas mujeres feministas les preocupaba la inutilidad de las leyes


que penalizaban conductas de la mujer en forma distinta a la de los

146. Ideales... op. cito p. 159.

104
hombres; vivían preocupadas por la violencia y el hambre, la injusticia,
la guerra, la vida. En este marco global y específico se definía para ellas
la necesidad de derechos políticos para la mujer:

«Sin derechos políticos bien poco podemos influir en la causa de la


paz. Ni alcanzaremos la influencia necesaria para proteger a las mujeres
que precisan ayuda, ni reformaremos la maquinaria administrativa ...
Nosotras creemos que al obtener el voto de la mujer colombiana no debe
sumarse incondicionalmente los partidos políticos existentes sin haberse
trazado un programa de lucha colectiva que la beneficie y tenga por ob-
jeto corregir abusos de que adolecen nuestros sistemas actuales de go-
bierno ... Si votamos con nuestros compañeros sin ninguna discrimina-
ción, no haríamos otra cosa que duplicar los votos sin alcanzar las
transformaciones que buscamos ... El día que la mujer obtenga el 500AJ de
representación en las Cámaras podremos esperar la iniciación de una era
de paz» 147.

Ofelia Uribe reclamaba el voto para presionar desde el Estado cam-


bios en la orientaci6n y aplicaci6n de las normas. Le preocupaba el des-
conocimiento de las leyes que protegen y reivindican los derechos de la
mujer, los que daban protecci6n a la maternidad y al niño; los proble-
mas de la falsa moral de la sociedad que condenaba a la madre soltera,
induciendola a la delincuencia. El planteamiento fue del cambio de la
sociedad, dentro de la cual se transformarían las relaciones entre los se-
xos. A ella le preocup6 la articulaci6n de la lucha de las mujeres en ins-
tancias organizativas que garantizaran peso político para negociar. En
esta perspectiva, le dio un gran papel a la sindicalizaci6n de la mujer
trabajadora. Desde su punto de vista, era necesario sensibilizar a las
mujeres de las distintas agrupaciones políticas para coordinar una es-
trategia reivindicativa. Ubic6 desde esa época los intereses de género,
anticipándose a la identificaci6n de distinto tipo de necesidades en las
mujeres, tanto las que tienen que ver con la responsabilidad en un nú-
cleo familiar, como sus intereses como ser socia)148.
En el discurso de Lucila Rubio de Laverde se infiere que aunque so-
cialista, para ella, la diferencia sexual constituía un concepto de mayor
poder de reflexi6n y movilizaci6n que las diferencias de clase. Desde
esta perspectiva, convocaba a las mujeres privilegiadas y a las pobres,
por encima de las diferencias de clase que las separaban, para superar
la miseria, la disoluci6n de hogares y para que las de mayor educaci6n,

147. Ibidem, pp. 169, 170 Y247.


148. Ofelia Uribe, tanto en su libro y los artículos contenidos de Agitación Femenina
y La Verdad, como por su práctica política. se adelantó a los hechos y tuvo una visión que
entroncó en parte con el feminismo de los setenta y ochenta.

105
se comprometieran en el cambio social que beneficiaría a las mujeres
en cuanto tales.149
Desde el mismo feminismo se establecieron fronteras, con una ten-
dencia conservadurista sobre los cambios en la percepción y función de
la mujer:

«La femineidad no es ya la insípida actitud de la tonta inocentona,


sino la fluorescenciamagnífica del intelecto»

y a renglón seguido, se agregaba:

«Tranquilícense ... los dioses tutelares del hogar patriarcal porque


esta ha cambiado y habrá de cambiar en el sentido del esfuerzo mutuo,
de la mutua y eficaz colaboración que nacen del compañerismo, de la in-
teligencia razonadora de la igualdad civil y política» 150

La afirmación anterior indica que desde sectores del movimiento su-


fragista se había identificado la heterogeneidad existente con respecto a
la valoración de sus papeles sociales. Asi mismo sugiere la existencia de
reflexiones sobre la valoración de los mecanismos de subordinación
presentes en la relación familiar y el reconocimiento de que los cambios
al interior del hogar hacían parte de las transformaciones que se intuían
para la sociedad y que en años posteriores, han contribuido al desarro-
llo de la utopía feminista.

3.2. La Movilización en torno al Sufragio: Sujetos y Estrategias

En el clima de enfrentamiento y pugnacidad que se vivía, las mujeres


demandaron el voto para contribuir al cambio global de la sociedad;
para influir en la moderación de los enfrentamientos, como una especie
de arbitros de las posiciones encontradas que hacían dificil la conviven-
cia polítical51 y tambien para reorientar la gestión gubernamental:

«Aspirábamosa que la mujer purificaría el sufragio, haría disminuir


la corrupción administrativa, defendería valientemente los intereses de
la familia»152.

La participación de la mujer en las elecciones se defendía como una


estrategia para moralizar las costumbres ciudadanas evitando la com-

149. Rubio de Laverde,/deales ... op. cito p. 131.


150. Agitación Femenina nO 18,1946, p. 4.
151. Adelante, Agitación Femenina nO 1, 1944, p. 1.
152. LucHa Rubio de Laverde. Per{ilesde Colombia, Bogotá 1965, p. 91.

106
pra-venta de votos y posibilitando que sólo los mas competentes y ho-
nestos tanto en su vida pública como privada fueran elegidos1S3•
El lanzamiento de una encuesta, que hizo Ofelia Uribe por la Radio
Boyacá y Agitación Femenina en 1944, para conocer la opiniones de los
radioyentes sobre el sufragio, mostró una mayoría en favor del feminis-
mol54• Esta indagación pública sobre los derechos de las mujeres, junto
con la que lanzó la Alianza Femenina del Valle en 1945, constituyeron
parte de una hábil estrategia que contribuyó a la dinámica del movi-
miento; de esta manera se le dio al debate un carácter nacional, fortale-
ciéndose los conceptos de las feministas frente a los detractores y esti-
mular y generar una reflexión publica, que produjo opinión general
sobre el tema de los derechos de la mujer y contribuyó a la movilización
de ellas en todo el país. Un segundo tipo de estrategia estuvo formada
por la divulgación masiva por radio, prensa y a través de conferencias
de los intereses y acciones alrededor de la conquista del sufragio y de
otras demandas de las mujeres. Una tercera clase de estrategia estuvo
compuesto por la presión ejercida ante el Congreso, con la creación o
utilización de contactos o redes de amigos o familiares y la presentación
de Memoriales al mismo, acompañados de firmas para la solicitud de r'-
C.
,
modificaciones del marco normativo para la consagración de los dere- -- ~ ~.
chos que se reclamaban. Los resultados de opinión sobre el sufragio fe- ,- .
menino, tanto los que estaban a favor como en contra fueron publica- ¡.:'
dos en Agitación Femenina.
En las opiniones expresadas por mujeres de distintos sectores, en
respuesta a la consulta, se definía el voto como un instrumento para la ,
, '

toma de conciencia sobre la participación de la mujer en la vida política


del país, relacionando la oposición a su otorgamiento como el interés de
mantener prácticas viciosaslS5•
La directora de la revista Letras y Encajes, Teresa Santamaría, cele-
braba la consulta como mecanismo para expresar la opinión y puntuali-
zar que la mujer como parte de la nación que pagaba impuestos, estaba
en todo el derecho de intervenir para orientar el manejo y administra-
ción del Estado. Señalaba además que no consideraba que el voto feme-
nino fuera significar un cambio definitivo en la situación del país, con-
sideraba la inexistencia de razones morales para negar el voto a la
mujer y lo asimilaba éticamente como un agravio a la sociedad. Puntua-
lizaba que «el ejercicio de una ciudadanía plena de la mujer» permitiría
mejorar la administración:

153. Josefina Canal de Reyes. Respuesta a una Encuesta. Agitación Femenina, n° 1,


1944, p. 8.
154. Uribe Ofelia, op. cito p. 201.
155. Haydée Valencia Chávez. Respuesta la encuesta abierta por Alianza Femenina,
Agitación Femenina, n° 11, 1945, p. 22.

107
«elegiríamos mujeres que fueran al Congreso Nacional, a hacer expe-
dir leyes eficaces en defensa de la maternidad. en defensa de la niñez, en
defensa de la mujer trabajadora; elegiríamos mujeres que fueran a la
Asamblea Departamental a expedir ordenanzas sobre el fomento de la
cultura, sobre la educación de los niños ... elegiríamos mujeres que fue-
ran al Concejo Municipal, a dictar acuerdos sobre asistencia social, no
con un criterio político, sino con un espíritu de bondadosa justicia» 156.

En la anterior justificación sobre el derecho de la mujer al voto se


daba un contenido ético, como el de lograr que mejores personas llega-
ran a ejercer la administración y el gobierno. La idea de la suprema
bondad y supremo bien como propio de la mujer era asimilable a quie-
nes planteaban condiciones innatas en ella. Este pensamiento comparti-
do por un sector de mujeres, fue identificado en el capítulo anterior
como expresión ideólogica conservadora e instrumentalizadora de las
nuevas ideas del feminismo. El mismo sentido tienen las siguientes afir-
maciones:

«Que voten las mujeres y ayuden la cosa pública ... su intención las
llevará a acertar siempre lo bueno y muchos podrán colaborar en el be-
neficio común»157.

El 24 de noviembre del mismo año la Unión Femenina de Colombia,


envió un memorial a la Cámara de representantes, firmado por 40 mu-
jeres, entre ellas estaba Lucia Rubio de Laverde. A él adhirieron la firma
otras 74, encabezadas por Ofelia Uribe de Acostal58• En él se afirmaba
que:

«la incorporación de la mujer a la vida nacional era un hecho tan im-


portante y tan conveniente como los más trascendentales cambios políti-
cos que se han producido en el país ... desde el momento en que las mu-
jeres obtengan igualdad de derechos políticos se habrá creado en ellas la
conciencia de sus deberes ... vendrán seguramente entre el hombre y la
mujer entendimientos que lejos de perjudicar sus .relaciones recíprocas
las mejorará en sumo grado» 159

Entre los puntos en que se basaba la Unión Femenina para pedir ple-
nos derechos políticos, destacamos los siguientes:

156. Agítación Femenina. n° 2.1944. p. 6.


157. Jorge Martfnez Roa. Agitación Femenina n° 2, 1944, p. 2.
158. Anales de la Cámara de Representantes, 24 de noviembre de 1944. Serie 1, nO2.
159. Memorial dirigido por la Unión Femenina en representación de la mujer colombia-
na. Agitación Femenina, nO2.1944, p. 2 Y 28.

108
a. El número de mujeres activas según el censo de 1938 era similar al
de los hombres;
b. El derecho de la ciUdadanía, influiría para que el trabajo fuera justa-
mente valorado;
c. La contribución que ella hace con su trabajo al erario y a la riqueza
nacional;
d. Su condición de contribuyente implica que si paga impuestos debe
participar en el manejo y vigilancia de los mismos, lo que sólo sería
posible, con su carta de ciudadaníal60.

En respuesta a los argumentos de miembros del Congreso sobre el


carácter elitista y restringido del interés de las mujeres frente al voto,
sugerido por el limitado número de firmas que acompañaban los me-
moriales frente al total de la población, las mujeres respondieron:

«No es posible desconocer que hoy hay en Colombiaun movimiento


respaldado por un fuerte núcleo de mujeres que reclaman ciudadanía y
sería a todas luces injusto exigir que este reclamo partiría de la inmensa
mayoría, si se tiene en cuenta que se ha legisladoen forma muy diferente
en lo relacionado con el sexo masculino, siempre que de reformas o pre-
rrogativas se ha tratado»161

La respuesta del gobierno fue un proyecto para conceder el sufragio


con muchas restricciones. Aunque la propuesta, no garantizaba plena-
mente la participación electoral, suscitó violentas controversias en la
prensa escrita. Se argumentaba que las intervenciones de las mujeres en
asuntos de los hombres (la politica) no cuadraban en la costumbres y
que el ejercicio de funciones públicas le:

«quitaría a la vida privada su encanto»162,

de donde se concluye que el mundo de la mujer era el circunscrito al


hogar.
Las sufragistas afinaron su estrategia y divulgaron sus demandas por
distintos medios, haciendo énfasis en la unidad de la mujer en tanto
hermanas de sexo excluidas de la participación política. El 28 de no-
viembre de 1944, Lucila Rubio de Laverde, dirigió un mensaje a las mu-
jeres de Colombia por Radio Cristal, sobre el significado del margina-
miento de la mujer de las decisiones electorales. Invitó a que se
construyera una verdadera fuerza nacional, como estrategia indispensa-
ble para incidir sobre los prejuicios y presionar en el Congreso para

160. Agitación Femenina nO 3,1944, p. 1.


161. Hay demanda en la opinión, Agitación Femenina n° 2, 1944, p. 3.
162. Calibán. El Tiempo, 6-11-1944, p. S.

109
conseguir la aprobaciónl63• Esta misma invitación la hizo Mercedes
Abadía en nombre de la mujer obrera, quien sugirió movilizaciones,
cartas y telegramas de presión de mujeres sin distingos de colores políti-
cos, religiosos o de clases, para obtener el derecho a elegir y a ser elegi-
das y superar la «esclavitud hogareña» 164.
Para las feministas, el voto era un problema de autonomía como per-
sona y ciudadana; su carencia significaba que otros seguirían pensando
por las mujeres y que a ellas sólo les quedaría la obediencial65• Bajo una
dimensión de cambio político, la demanda por el voto formaba parte,
para algunas dirigentes, de un triángulo de lucha:

«Derechos políticos para la mujer, justicia en la remtmeración del tra-


bajo femenino y mayor cultura para todas las colombianas integran el
triángulo de nuestra lucha. Considero de capital import-ancia el acrecen-
tamiento de la cultura femenina especialmente entre las grandes masas
de obreras, campesinas y empleadas» 166.

Para LucHa Rubio la eliminación de la exclusión política de la mujer


significaría el progreso, la democracia, la justicia, la eficiencia:

«el derecho a la mayor cultura, el trabajo remunerado de acuerdo con


su calidad no con sexo ... el amparo de la madre, la protección al niño, el
certificado prenupcial que libre de estigmas fatales la carne inocente del
niño, en fin una legislación que olvide menos a la mujer» 167.

El movimiento por la participación de la mujer en la sociedad era se-


ñalado como un acto de justicia y su negación como vulneración de los
derechos humanos, no sólo en cuanto privaba a la sociedad de la contri-
bución de un sector de la población en el manejo del Estado, sino por-
que excluía a un sector social con necesidades de plantear sus propues-
tas y puntos de vista para resolver sus problemas.
En Mayo de 1945, la Unión Femenina de Colombia, envió otro me-
morial al Congreso de la República. En él pidió que se estudiara la Re-
forma propuesta por el Ejecutivo al artículo 14 de la Constitución Na-
cional, ya que en las legislaturas de noviembre de 1944 y enero de 1945
se aprobó suprimir la palabra varones. El movimiento abogaba por el
establecimiento de un equilibrio jurídico concediéndole los derechos de

163. LucHa Rubío de Laverde.ldeales ... op. cit. p. 121.


164. Mercedes Abadia, El Derecho a Elegir y a ser Elegidas, Diario Popular. 26-12-
1944, p. 5.
165. Rubío de Laverde, Ideales ... op. cito p. 122.
166. Ibídem. El Triángulo de nuestra lucha. Agitación Femenina nO 7. 1945. pp. 4 Y 27.
167. Ibídem. Habla la presidenta de Alianza Femenina. Agitación Femenina, n° 7.
1945, p. 4.

110
ciudadanía a la mitad de la población colombiana. Solicitaron una au-
diencia ante la Comisión de Reformas Constitucionales en la cual la
presidenta de la Unión. Rosa María Moreno acudió llevando un memo-
rial con más de 1000 firmas de mujeres de Armenia. Puente Nacional,
Gámeza 168. Riohacha. Popayán. Medellín y El Banco. En un artículo in-
vitó a unirse a todas las mujeres de Colombia, sin distingos de clases e
ideas políticas para que firmaran el memorial que Unión Femenina pre-
sentaría en la Cámara para «defender nuestros derechos ciudadanos», el
cual había tenido una respuesta favorablel69•
La Alianza Femenina también aportó 4000 firmas. Para las dirigen-
tes los intereses de las mujeres y de los niños, sólo podían ser debatidos
y resueltos cuando las mujeres tuvieran representación y ocuparan es-
pacios de decisión porque sólo las mujeres por su conocimiento de
ellas, podían orientar las respuestas adecuadas a sus necesidades 170.
Las activistas en los sectores populares hicieron del proselitismo en
favor del voto, un elemento adicional para su movilización. Mercedes
Abadía, en una concentración ante 500 mujeres, les trasmitió la necesi-
dad de luchar contra la especulación y de impulsar otros intereses como
la extensión del voto a la mujer, que posibilitara su elección a cargos po-
pulares171• Con anterioridad se había dirigido en una conferencia a las
obreras sobre el voto, afirmando su papel en el afianzamiento de la de-
mocracia, refutando a quienes decían que el otorgamiento del voto favo-
recería a la derecha. Así, convocó a las mujeres obreras a que acompa-
ñaran en esa lucha a las mujeres progresistas que llevaban esta
bandera 172. Igual sentido tuvo un mensaje que se publicó en Agitación
Femenina llamando:

« ••• a las mujeres obreras, a las que trabajan en las fábricas, hogares y
campos, a las intelectuales y empleadas que soportan el peso de todos los
deberes ... me creo obligada a invitar a todas las mujeres de Colombia, a

168. El boletín n° 2 de la Unión Femenina reseñaba el recibo de 2.000 firmas. Ade-


más de Gámeza se había formado un capítulo de la Unión Femenina, su presidenta fue
Luz Mila Varela. Entre las mujeres que se vincularon a la organización, estuvieron entre
otras las siguientes: Gloria G. de Salamanca, Otilia R. de Rojas, Carmen Niño de Vega, Te-
resa Mejía de Pérez, Rosaura Moreno, Lola Cely y Resurrección Rincón. Posteriores estu-
dios deberían rescatar mayores datos sobre éstas y otras mujeres que regionalmente lide-
raron el movimiento feminista de la época. La Unión Femenina en Gámeza, Agitación
Femenina n° 8,1945, p. 22.
169. Rosa María Moreno Aguilera. Unámonos, Agitación Femenina, n° 7,1945, p. 5.
170. Ibidem. Habla la presidente de la Unión Femenina, Agitación Femenina, n° lO,
1945, p. 6.
171. Concentración realizada en el teatro Mundo, convocada por Josefina Valencia,
que reunía a mujeres de los barrios del sur. Diario El Popular, 7-8-1945.
172. Colombia te necesita, conferencia radial de la Hora Socialista, 1945. Fotocopia
mimeografiada, s/f.

111
sostener los principios que impongan mejores condiciones políticas a
nuestro sexo» 173.

En la vinculación de las mujeres obreras a la causa del sufragio fue


fundamental el trabajo de las activistas del Partido Socialista Democrá-
tico. Para ellas que habían conseguido finalmente una legislación pro-
tectora, la obtención de los derechos políticos resultaría estratégico por
cuanto sus conquistas podrían extenderse y consolidarse. La presencia
de las trabajadoras en esta lucha junto con mujeres de sectores medios
y altos, se entiende en el marco de los intereses comunes. Aquí aparecen
como posibles los acuerdos interclases que se refieren a la transforma-
ción de las condiciones globales de la subordinaciónl74.
Pero resulta importante distinguir las distancias conceptuales exis-
tentes entre quienes se llamaban feministas y las que seguían la orienta-
ción restrictiva y patriarcal de la iglesia con respecto a las mujeres. Esta
última tendencia se expresó desde las revistas Letras y Encajes y Mireya
y demandó derechos para las mujeres, siempre que eso no significara
trasformaciones en el rol tradicional de las mujeres:

«Queremos adquirir derechos iguales a los hombres, siempre que


ellos no se opongan a nuestra femineidad y sentimientos delicados» 175.

Este sector no sólo tuvo expresiones en estas revistas, sino que tam-
bién tuvo un espacio de radio llamado La Hora Azul, dirigida por Elisa
Flórez de Peñuela y Eugenia Camacho de Rodriguezl76. Esta tendencia
formulaba su argumentación a favor del sufragismo apoyándose en es-
critos y opiniones de sacerdotes y del pensamiento oficial de la iglesia.
En un artículo de la revista Mireya, se constata la ideología esencialista
que subyacía respecto a la participación de las mujeres en la política:

«la presencia de la mujer en los comicios públicos serviría para dulci-


ficar el debate, para comunicarle cultura y elegancia, purificar las cos-
tumbres y mejorar la situación de la niñez, los inválidos y los obre-
ros»l77

173. ;\krcedes Abadía, El Voto Femenino: Un paso a la liberación. Agitación Femeni-


na nO11, 1945, p. 18.
174. Estas presiones por los derechos polfticos. formarían parle de los intereses es-
tratégicos que según Virginia Vargas, buscan mQdificar las condiciones de subordinación.
El aporte de la rebeldla de las mujeres, Ed. Flora Tristán, Lima 1989, p. 83.
175. Los Derechos de la Mujer, Letras y Encajes, n° 126, 1937.
176. Anabel Torres, Una voz ... op. cit. pp. 32 Y33.
177. Fray Mora Diaz, Mireya, 1945, p.7.

112
La afirmación anterior estaba apoyada en citas del Cardenal Gaspa-
rri, en donde se decía que una manera de salvar la sociedad era conse-
guir el voto de las mujeres. Bajo la influencia del partido conservador y
de la iglesia, esta corriente de las sufragistas, reclamaba el voto femeni-
no, dándole una triple dimensión: a) de eficiencia y mejora de la admi-
nistración pública y del gobierno; b) de redención y valoración de la so-
ciedad como un resultado de los valores morales propios de la mujer,
transferibles a la sociedad y al gobierno, una vez ella pueda ser elegida y
elegir; y c) mejor atención a los sectores que requirieran de la formula-
ción y puesta en marcha de leyes y programas, como la misma mujer,
los niños y los desprotegidos en general. Es decir, que el voto significa-
ría, eficacia, redención y asistencia.
Además del voto, las feministas de entonces, integraron otras pro-
puestas que apuntaban al mejoramiento de la condición de la mujer. La
información que hemos consultado, si bien no nos permitió informar-
nos plenamente acerca de cuáles proyectos fueron adelantados, si nos
señalaron algunas actividades en que se involucró el movimiento. De es-
tos vale la pena citar la organización de un curso de servicio social para
señoritas, en la Universidad Obrera, bajo la dirección de Fanny Monta-
ña de Cuellar, con la cooperación de la Alianza Femenina178 y la iniciati-
va de formación de una biblioteca feministal79•
También se preocuparon por señalar los problemas de las mujeres
más pobres y urgir soluciones a sus carencias en términos de educa-
ción, salud o servicios públicos, agua aprovechando el conocimiento de
expertos en esos temas 180.
El efecto de los problemas económicos y del desbordamiento de los
precios tuvieron espacio en las preocupaciones de las feministasl81•
Ellas se abrieron a estos intereses probablemente con la convicción que
no era posible ampliar su base social ignorando que las necesidades de
las mujeres requerían de soluciones inmediatas. Desde estos intereses se
fueron articulando sus nexos con empleadas y obreras para construir
espacios de encuentro. Como resultado de ello, se pudieron conectar
las opiniones y acciones de empleadas sobre la gestión gubernamental o
sobre sus leyes, en puntos de debate articulados con los derechos politi-
cos como demanda fundamental. A esta hipótesis lleva el conocimiento
de la protesta escrita de 64 empleadas de Tunja al presidente, con oca-

178. LucHa Rubio de Laverde. La Universidad Obrera, Agitación Femenina, n° 11,


1945, p. 18.
179. Agitación Femenina, n° 8, 1945, p. 2.
180. Luis A. Bo1fvar. Mujer, Agua y Progreso. Agitación Femenina, n° 11, 1945, pp. 4, 7
Y 30.
181. Aureliano Rueda OJaya. La Mujer y el control de precios. Agitación Femenina, n°
6, 1945, p. 2.

113
sión de la cuota de compensación militar que se aprobó para que fuera
pagada por quienes se eximieran del servicio militar:

«no podemos aceptar que un régimen que nos ha negado los derechos
ciudadanos, únicos que podrían justificar el deber a contribuir con la
cuota de compensación militar, nos someta en forma arbitraria a pagar
este tributo» 182.

Por otro lado la relación con el Estado y los partidos estuvo marca-
da por las contradicciones que se creaban en torno de la consagración
de los derechos civiles y politicos, necesarios a una modernización de la
sociedad, y la rigidez de una estructura política bipartidista. Los com-
promisos que el Estado habia adquirido para modernizar las relaciones
de trabajo y crear mecanismos formales de protección a la mujer traba-
jadora, generaban menos suspicacia entre los politicos. En cambio, los
problemas que enfrentaba la aprobación del voto, hicieron parte de la
disputa entre los partidos por garantizar las mayonas, temiendo que el
difícil equilibrio político pudiera ser alterado por la presencia de la mu-
jer en las urnas. Se trataba del funcionamiento de una estructura políti-
ca autoritaria que no quena abrirse al juego democrático, una de cuyas
primeras manifestaciones sería posibilitar la expresión del sector exclui-
do. Existieron liberales y conservadores que se opusieron al voto feme-
nino y conservadores que dieron la batalla a su favor, lo que muestra
que se enfrentaba un problema ideológico de género que transcendía el
mecanismo de funcionamiento de los partidos. Se trataba de ejercer el
control de la decisión de las mujeres porque se suponía su incapacidad
para decidir.
En cada legislatura se presentaron proyectos de reforma de la Cons-
titución para otorgar el voto, sin mayor resultado, a pesar de la solidari-
dad de parlamentarios que coincidían con la vigencia de una democra-
cia restringida. Muchos que eran radicales en la propuesta para el
cambio social, proponían un otorgamiento gradual de derechos politi-
cos a la mujer. El Partido Liberal, dirigido por Gaitán, aprobó en la Pla-
taforma del Colón que debía tener primero una etapa de capacitación
para elegirla en los Concejos Municipalesl83• Los liberales, suponían que
la mujer estaba dominada por el clero y su voto podna perpetuar en el
poder a sus contrarios políticos y mantuvieron la linea de concesión
gradual de los derechos. Los conservadores en cambio, asumieron la
posición de otorgar a las mujeres plenos derechos. Esta discusión se
mantuvo durante la legislatura de 1948, sin mayores avances. El logro

182. Las empleadas de Tunja se dirigen al presidente López. Agitación Femenina, nO 6,


1945, p. 19.
183. Molina, op. cito p. 201.

114
en términos de extensión de derechos fue la posibilidad de que las muje-
res pudieran ser elegidas para desempeñar cargos, que llevaran anexa
autoridad y jurisdicción.

3.3. El Internacionalismo Feminista

El movimiento feminista de este período profundizó sus contactos


internacionalesl84 estableciendo redes de comunicación e intercambio.
La relación con las organizaciones feministas internacionales y con los
organismos del sistema internacional como CIM, sirvió para legitimar
sus demandas. En sus escritos las feministas señalaron que Colombia
era uno de los cuatro países que junto con Guatemala. República Do-
minicana y Honduras, permanecían como:

«islotes en el medioevo por la intransigencia masculina»

«consagran todavía el principio excluyente de ciudadanía a los varo-


nes»185

La presencia de colombianas en eventos donde se debatía sobre el


Estado de sus derechos en el mundo y Latinoamérica, les proporciona-
ban argumentos intelectuales y garantizaba la solidaridad internacional
a las demandas internas, que las mujeres defendían ante los políticos y
la población, para mostrar la justeza de sus luchas. Para las sufragistas
y los parlamentarios que apoyaban el voto, era constante elllamamien-
to a que Colombia cumpliera los compromisos adquiridos internacio-
nalmente y adoptara legislaciones para garantizar derechos políticos al
conglomerado femenino. Los distintos memoriales que las sufragistas
enviaron al Congreso para insistir en la aprobación del voto, fundamen-
taron su argumentación en el Acuerdo de Lima, que sustentaba que la
mujer tiene derecho a igual tratamiento en el orden político y en el civil.
A través de éste, se encarecía a los gobiernos de las Repúblicas america-
nas para que se adoptaran legislaciones integrales que garantizaran a

184. Desde la Convención de Séneca Falls (EE.UU.) en 1848. el feminismo se proyec-


tó como movimiento internacional que unificó s;"s reclamos en tomo a la independencia
económica. su admisión en la vida profesional. aspectos de moral social y derecho al voto
y se hizo énfasis en el establecimiento de redes internacionales. Desde la perspectiva so-
cialista, se organizó en 1907 la Conferencia Internacional de Mujeres. Richard Evans. Las
Feministas, Siglo XXI Ed. Madrid 1980, pp. 43 Y 165.
185. Agitaci6n Femenina, n° 2,1944, p. 11.

115
las mujeres derechos políticos y les ofrecieran oportunidades y protec-
ción en el trabajo, y amparo como madresl86•
Las organizaciones feministas de países varios estuvieron atentas y
activas al desarrollo de las diferentes luchas sufragistas e igualmente,
las colombianas mantenían una disponibilidad para apoyar con cartas
las demandas de las mujeres de otros países. La Alianza Femenina
Ecuatoriana, entidad con 5000 afiliadas, envió a su organización her-
mana en Colombia cartas de apoyo. Agitación Femenina publicó estas
cartas, así como las publicadas en El Heraldo de Caracas en diciembre
de 1944, firmadas por Ada Pérez Guevara a nombre de grupos feminis-
tas venezolanos, como la Acción Femenina de Caracasl87•
En mayo de 1945 feministas colombianas vinculadas a la liga Pro
Paz y Libertad, asistieron al Congreso Interamericano, celebrado en
Harverford (Estados Unidos). Allí se discutió sobre alfabetización, coo-
perativas, sufragio femenino, servicio militar y hubo manifestaciones
contra el fascismo y la necesidad de un desarme progresivol88• Para el
año 1946 se programó la realización de la IX Conferencia Interamerica-
na de Mujeres, en Bogotá, pero no existen evidencias de su realiza-
ciónl89• Posteriormente, la asistencia y divulgación del Congreso Intera-
mericano de mujeres en Guatemala en 1947, convocado por la
Comisión Interamericana de Mujeres. CIM, sirvió para generar un deba-
te en torno al sufragio femenino. También para mostrar los alcances y
matices del movimiento de mujeres y los alinderamientos que tanto a
nivel nacional como internacional se estaban produciendo como resul-
tado de la posguerra,
Lucila Rubio de Laverde, quien asistió como delegada por Colombia,
informó de la designación de una comisión para sensibilizar a los go-
biernos en torno a la adopción de medidas que garantizaran el derecho
a la alimentación, salud, habitación y trabajo por parte de las mujeres.
También informó sobre la solicitud a los gobiernos para que se ejercie-
ran acciones que resolvieran problemas relacionados con el alcoholis-
mo, la seguridad social, estabilidad laboral, protección a las madre sol-
tera, e investigación de la paternidad, supresión de la denominación
discriminatoria entre hijos (natural o legítimo) en documentos públicos
y certificado prenupcial para favorecer la salud de la mujerl90•

186. El Acuerdo de Lima fue el resultado de la VIII Conferencia Interamericana de


1938. Agitación Femenina, n° 4,1945, p. 4.191. Ibidem.
187. Ibidem.
188. Ibidem, n° 8,1945, p. 2.
189. Se sabe solamente que la directora del mandato por la paz y la Cooperación,
Mabel Venon, dirigió un mensaje a las colombianas, recomendando la creación de asocia-
ciones femeninas que prepararan la Conferencia de 1946. Agitación Femenina, nOlO, 1945,
p.3.
190. Ideales ... op. cit. pp. 138 a 174.

116
En el registro de las Convenciones internacionales que suscribió Co-
lombia y que el movimiento feminista utilizó para presionar, destacan
el Acta de Chapultepec (Mexico 1945) y la Carta de Naciones Unidas
(San Francisco, 1945). Los acuerdos y documentos constituyeron hitos
claros en la legitimación internacional que obtuvieron las feministas en
sus luchas. Ello sirvió para la aprobación de leyes, la toma de decisiones
de los gobiernos, y a establecer un cierto compromiso en adelantar ac-
ciones desde el Estado, contribuyendo posteriormente a que se creara
un germen feminista en el ámbito estatall91• En 1948, último año del pe-
ríodo que nos ocupa, en el marco de la IX Conferencia Interamericana
que tuvo su sede en Bogotá, se realizó la Convención sobre la Concesión
de los Derechos Civiles a la Mujer. En la declaración se convino:

«que el derecho a elegir y ser elegidos no deberá negarse o restringir-


se por razones de sexo)}192

La publicidad de lo aprobado sobre los derechos de la mujer, se per-


dió entre los terribles sucesos del 9 de abril.

3.4. Los Medios de Comunicación en la Estrategia Feminista

El uso de medios masivos y la realización de conferencias fueron


factores claves para generar opinión, institucionalizar la relación de in-
tercambio con otras mujeres y acrecentar el movimiento.
Para la difusión masiva, ya se ha visto que se impulsaron revistas y
espacios radiales permanentes, que podemos señalar como propios en
la medida en que eran gestionados por mujeres del movimiento, aunque
en ellos tuvieron acogida como colaboradores varones aliados. También
se aprovecharon emisiones especiales de radio de sectores amigos, para
difundir avances del movimiento o para difundir el contenido de sus de-
mandas. Muchos de los medios escritos que participaron en el movi-
miento feminista del período, habían surgido en años anteriores como
la revista Letras y Encajes de Medellín y Aurora de Bucaramanga, otras

191. Quintana Vinasco, op. cit. p. 151. En la introducción a la Carta se dice:


«Nosotros, los pueblos de las Naciones Unidas resueltos ... a reafinnar la fe en
los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad de la persona huma-
na, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones gran-
des y pequefias ... hemos resuelto aunar nuestros esfuerzos para realizar estos
designios».
En la Conferencia de Chapultepec se recomendó que
«los gobiernos de las Repúblicas Americanas adopten sus sistemas de legisla-
ción ... a fín de suprimir las discriminaciones ... por razón del sexo».
Velásquez Toro, op. cit. p. 23.
192. Quintana Vinasco, ibidem, p. 169.

117
en cambio, como Agitación Femenina de Tunja y Mireya de Bogotá sur-
gieron en 1944, mientras que Catleya que se venía publicando mensual-
mente desde 1938 en Popayán, se extendió hasta 1945 y contribuyó al
debate sobre la educación y los derechos políticos para las mujeres.
La revista Agitación Femenina señalaba que sus postulados eran la:

«obtención del voto; la dignificación de la mujer en todo aspecto; la


defensa de sus derechos al amparo de la justicia y la equidad; la prepara-
ción moral, mental y técnica de nuestras falanges femeninas, capaz de
darle digna y eficiente en el concierto de la vida humana" 193

Agitación Femenina se publicó desde 1944 a 1946 en la Imprenta De-


partamental de Boyacá. Tuvo difusión nacional y en sus páginas escri-
bieron feministas de distintas regiones del país, constituyéndose en un
canal principalísimo del movimiento sufragista, estando abierta a la in-
formación de las distintas tendencias. En cuanto a otros medios escritos
surgidos de este período señalamos el boletín de la Unión Femenina
cuya duración no ha sido posible precisar.
En los medios radiales enumerar los ya citados: el programa Sutile-
zas, la Hora Feminista, la Hora Azul y la Hora Cultural, además las femi-
nistas tuvieron un espacio partidista permanente de una hora semanal,
en la Tribuna Femenina Liberal de Radio Cristal. Desde esta radiofusora
Lucila Rubio de Laverde, leyó su Mensaje a las Mujeres de Colombia el
28 de noviembre de 1944194•
Había otras publicaciones femeninas, como Acción Femenina, órga-
no informativo de mujeres simpatizantes del fascismo dirigido por Ga-
briela Escobar Moreno, conectada con un grupo criollo nazi falangis-
ta195, pero no contamos con información para establecer nexos con
sectores del movimiento feminista.

En 1947 tuvo lugar un ciclo de conferencias en la Biblioteca Nacio-


nal, coordinado por Emilia Ayarza de H. En este expusieron sus ideas
varias mujeres entre otras Lucila Rubio que fue presentada por Bertha

193. Feminismo y No Polltica, Agitaci6n Femenina, n° 5, 1945, p. 13.


194. Ideales ... op. cito 115 a 122.
En algunas ocasiones, luego de acuerdos con emisoras locales, que pedían permiso
del gobierno, se pudieron trasmitir mensajes a las mujeres como los emitidos por La Voz
del Socorro y la Voz de Cúcuta el 10 de enero de 1945. Distintos periódicos nacionales o
locales como El Tiempo, El Liberal, Diario Popular, publicaron artículos o informaciones
del movimiento y comentarios de simpatizantes como Alberto Galindo, Jose Mar, Luis Ló-
pez de Mesa o Jorge Soto del Corral. Aunque estos medios, también dieron cabida a los
más mordaces escritos y caricaturas contra las feministas y sus propuestas, según lo seña-
la Ofelia Uribe en Toerres, Entrevista ... op. cit. pp. 201-221.
195. Vernon Lee Fluharty. La Dan"lll de los Millones, El Ancora Ed. Bogotá 1981, p.
89.

118
Hernández de Ospina, esposa del presidente196• También participaron la
escritora Elisa Mujica. María Currea de Aya y Aydeé Anzola Linares.
Esta última fue una de las primeras abogadas del país y primera mujer
colombiana en llegar al Concejo dé Estado en calidad de Magistradal97•
Así mismo también participaron Gloria Inés Forero abogada y Esmeral-
da Arboleda, primera mujer en llegar al Senado de la República, a la Di-
rección Nacional del partido liberal y segunda Ministra de Estado, en el
Ministerio de Comunicaciones en 1961.

* * *
Como síntesis del período puede decirse, que la participación políti-
ca de las mujeres colombianas tuvo como eje la conquista de sus dere-
chos políticos: ciudadanía y voto. En el interior del movimiento sufra-
gista se organizó un núcleo de conciencia feminista a tono con el
espíritu de cambio hacia una sociedad menos dispar en lo relativo a los
derechos políticos de hombres y mujeres. A ello sirvieron como legiti-
madores la Organización de los Estados Americanos. OEA y otros orga-
nismos internacionales y después la Organización de las Naciones Uni-
das.ONU. La coyuntura de cambio en la posición del Vaticano, liderado
por Pio XII, promovió la votación de las mujeres contra el fascismo y el
comunismo y vinculó al sufragismo a mujeres católicas del partido con-
servador.
El proceso que hemos relatado, sugiere una gran riqueza y creativi-
dad en la construcción del movimiento feminista. Aglutinó a las muje-
res en torno al voto, tema que por su nivel de generalidad podía agrupar
a distintos sectores; también articuló demandas de las mujeres obreras
en aspectos salariales. Se tocaron otros aspectos de las mujeres en tanto
seres humanos como la salud, la educación y la familia; la protección
del niño mereció igualmente atención. Todo lo anterior señala una di-
mensión totalizante de las luchas y de las estrategias impulsadas por las
mujeres.
Las movilizaciones feministas se inscribieron en el contexto de la
crítica social y de las agudas luchas por construir un poder alternativo
al bipartidismo. Cuando en este proceso se vieron las mujeres atrapadas
por la violencia -con el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán- tuvieron

196. Patricia Alvear. op. cit. p. 107 Y 108.


197. En esta ocasión Aydée Anzola orientó su conferencia denominada. Ni más abajo
ni más arriba que el hombre. sobre la necesaria confraternidad de los sexos como exigen-
cia de la modernidad. Agitación Femenina. n° 8. 1945. p. 27. En el Congreso de la Alianza
Femenina. realizado el 24 de junio de 1946, hizo una exposición de la legislación colom-
biana en materia de protección a la mujer embarazada y de los avances de la ley 48 de
1924 sobre la organización de guarderías en empresas con más de 50 mujeres. Agitación
Femenina. n° 18, 1946, p. 7 a 10.

119
que diferir sus demandas ciudadanas y convertirse en aliadas y activis-
tas por la paz, porque estaba en juego la supervivencia de la sociedad y
de todos sus miembrosl98.
Dentro del movimiento sufragista se advierten tendencias, estaba
aquella que veía el voto como parte de la modernización de la sociedad
y de los aparatos del Estado y otra que planteaba una transformación de
las condiones de vida de las mujeres sociedad. El movimiento estuvo
atravesado por los intereses políticos partidistas y por diferencias socia-
les y de enfoque. No obstante esta diversidad, cuando se reconocieron
excluidas de derechos políticos, se movilizaron estratégicamente por en-
cima de sus diferencias para presionar ante el Congreso y para difundir
ante la opinión pública sus demandas. Frente a quienes controvertían el
derecho al sufragio, tuvieron una posición unificada, argumentando
desde las distintas corrientes la justeza de sus demandas. La extensión
de derechos ciudadanos articuló los distiQtos matices feministas, lo-
grando el apoyo de las mujeres obreras.
Dentro de la diversidad existente, se forjaron organizaciones que es-
tablecían puentes para responder a la demanda básica del voto. La
Unión Femenina y la Alianza Femenina agruparon a mujeres con orige-
nes sociales distintos y enfoques ideológicos y partidistas distintos, pero
la participación de socias de una organización en otra, en sus órganos
directivos, posibilitó el encuentro.
En la orientación de los medios de comunicación de la época se per-
ciben estos enfoques ideológicos distintos y las diversas influencias po-
líticas, pero igualmente se logró la participación en ellos de las distintas
expresiones.
El resultado fue una estrategia coherente para incidir en la demanda
del voto tanto en los memoriales como en la presión ante el parlamento
y la opinión pública. Pero no fue un movimiento masivo. LucHa Rubio
dice que sólo una minoría llevaba la vocería ante el Congreso Nacional.
Posiblemente nunca fueron más de 100 mujeres cuando se discutieron
los proyectol99. También Ofelia Uribe registró como reducido el grupo
de las feministas2°O. Es probable que no hubiera coincidencia frente a
otros temas de la lucha feminista como el certificado prenupcial, la
orientación y el papel de mujeres frente a los programas de bienestar
social y probablemente la orientación de la educación o el divorci020I,
pues se referían a problemas que afectaban de manera distinta a los

198. Las feministas recharon el atentado contra Gloria JaramilIo de Gaitán. esposa
de Jorge Eliecer Gaitán, que se produjo en MedeIlín. Agitación Femenina, n° 15, 1946, p. 3.
199. Perfiles ... op. cit. p. 89.
200. Ofelia Uribe de Acosta. Una Voz ... op. cit. p. 199.
201. La revista Letras y Encajes, publicó una protesta de las mujeres de MedeIlín con-
tra el divorcio, en Luna, Los Movimientos de Mujeres: feminismo ... op. cit. p. 186.

120
grupos de mujeres202• Fue en tomo al tema global del sufragio y en re-
chazo a la exclusión política que a todas afectaba, en donde se dieron
los acuerdos básicos,
Quedan aún muchas interrogantes sobre el grado en que el movi-
miento penetró en la vida de estas mujeres y las transformó; si concitó
el interés de la población femenina, aunque su presencia en las bancas
del Congreso no reflejara la movilización que se hizo. También hace fal-
ta más información sobre el proceso de las organizaciones y de sus líde-
res a nivel regional, probablemente invisibilizadas para la historia por el
torbellino de la violencia que se agudizó desde 1947 e hizo estallar al
país desde abril de 1948. Queda por indagar tambien el efecto de las
pugnas y divisiones en el Partido Liberal sobre las demandas de las mu-
jeres. Tambien hay incógnitas en tomo al gobierno conservador en el
fortalecimiento del grupo de sufragistas conservadoras y en su capaci-
dad de negociar años mas tarde, el estudio de un proyecto de voto en la
Comisión de Asuntos Constitucionales con los sucesivos gobiernos con-
servadores.

202. Matilde Espinoza, criticó la práctica de la caridad adelantada por muchas da-
mas como forma de ejercicio que había adquirido el beneplácito de los enemigos del su-
fragio:
«Se ajaba a la mujer que dirige hospicios ... a la que se ha impuesto la obliga-
ción de visitar asilos de ancianos y a aquellos que también en las tardes navi-
deñas, prestaron su concurso para el reporte de juguetes a la infancia».
Agitación Femenina, n° 14, 1946, Suplemento Especial.

121
4. VIOLENCIA PARTIDISTA.
REACOMODOS INSTITUCIONALES y VOTO FEMENINO, 1949·1957

Este período de 1949 a 1957, representa la parte final del proceso


sufragista. Pensamos que tuvo tres momentos: el de la organización
para la obtención del voto alrededor de una organización específica; el
momento de los intentos de crear una fuerza autónoma que se convirtió
después en una fase de enfrentamiento al régimen de Rojas y finalmen-
te un tercer momento de movilización para refrendación del voto en el
plesbiscito de 1957.Todo ello en el contexto de la Violencia,
La desaparición del caudillo liberal, Jorge Eliecer Gaitán, el 9 de
abril de 1948 que condujo a situaciones de ira popular que han tenido
repercusiones por muchas décadas en la vida política nacional. La ge-
neralización de los incendios y saqueos y la expansión de una revuelta
sin control el día del asesinato de Gaitán, fueron expresión del Estado
de desarticulación del movimiento popular y de la carencia de formas
de conducción de la protesta. El temor a una revuelta llevó a pactos en-
tre los líderes de los partidos para asumir el control político por medio
de un gobierno de Unión Naciona}203y a la adopción de medidas milita-
res y de po licia con lo que se neutralizó el estallido de las clases popula-
res urbanas, la acción de los sindicatos y de otras organizaciones, que
actuaban con independencia de los partidos políticos. Los dos partidos
políticos suscribieron un llamamiento a la paz y la concordia, señalando
que los odios fratricidas precipitarían el caos204•
La violencia se institucionalizó como elemento regulador de las rela-
ciones partidistas y políticas. Penetró la sociedad civil, se expresó en la
vida urbana, pero se hizo singularmente atroz en el sector rural. La eta-

203. Pecaut, Orden y ... op. cito pp. 500-506. El autor trascribe las declaraciones del
presidente Mariano Opina Pérez (conservador) y del expresidente Eduardo Santos (libe-
ral) quienes coincidían, junto con los medios de comunicación y los gremios, en la necesi-
dad de convocar a los "hombres de bien", a las clases dirigentes de la sociedad, "frente a
una situación típica y realmente explosiva de lucha de clases".
204. Estrada, op. cito pp. 778-782.

123
pa de enfrentamiento que se acentuó después de abril de 1948 fue según
muchos autores escalofriante:

«Tal vez no hubo delito que no se cometiera: asesinato, violación de


mujeres en presencia de sus padres, esposas o hijos, emasculación ... El
asesinato llegó a adquirir a veces la magnitud del genocidio ... » 205

Esta violencia en los campos tenía su correlato con el aumento de


precios y la consiguiente pobreza en las ciudades. Durante solo el mes
de marzo de 1948, el costo de vida para una familia promedio de traba-
jadores pasó del 17, 3% a 283, 8%206; el efecto inflacionario incrementó
en los meses posteriores los precios del pan, la mantequilla, la leche, las
papas, los vegetales y la carne, los controles fueron ineficaces. La con-
frontación de las mujeres tambien llegó al recinto de las Cámaras. En
incidentes que allí se presentaron, en septiembre de 1949, murió el re-
presentante Gustavo Jiménez y fue herido Jorge Soto del Corral, defen-
sor de los derechos políticos de la mujerZ°7•
La decisión de los liberales de no participar en las elecciones y el as-
censo de Laureano Gómez, conservador doctrinario, aceleraron el con-
flicto y desvalorizaron la imagen de las instituciones políticas que no
pudo ser evitada por la convocatoria a una Asamblea Constituyente en
1952. En cambio, en lo económico se asistió a una coyuntura favorable
por el alza, sin precedentes y durante 4 años, de los precios del café208•
Esta abundancia condujo incluso, durante la administración de Laurea-
no Gómez, a un crecimiento sensible de la administración pública209 y a
una aceleración del desarrollo industriaFlo,
Para garantizar el orden social e impedir que la producción econó-
mica pudiese verse afectada, en muchas regiones fueron designadas au-
toridades militares2ll• Pero aunque esto ocurriera en varios sitios de la
República, fue un incidente personal entre el presidente y el Comandan-
te General Rojas Pinilla212 , otrora Ministro de Obras Públicas, lo que

205. MoJina. op. cit. p. 242.


206. Ibidem. p. 223.
207. Estrada, op. cit. 782.
208. Pecaut. Orden y ... op. cit. p. 508.
209. Ibidem, p. 509. Esto le significó al Partido Conservador en el gobierno, el au-
mento de su control burocrático.
210. Entre 1948-1953 la producción industrial se elevó en más del 500!<>. Para mayor
información consultar, CEPAL. El desarrollo económico de Colombia. Anexo estadístico,
DANE, Bogotá 1970.
211. En muchas zonas rurales se formaron grupos de autodefensa y guerrilla. sobre
los cuales se sustentaron muchos insurgentes que surgieron en épocas posteriores.
212. El general Gustavo Rojas Pinilla fue presidente de Colombia a raíz del golpe mi-
litar de junio 13 de 1954. Fue obligado a dejar el cargo ellO de mayo de 1957. Posterior-
mente fundó la Alianza Nacional Popular. ANAPOcomo tercer partido y se presentó como
candidato a la presidencia en 1970.

124
decidió a los militares asumir el control del Estad02l3. El ascenso del ré-
gimen militar fue saludado positivamente por líderes políticos del libe-
ralismo y de la fracción ospinista del conservatismo. También tuvo el
apoyo de dirigentes gaitanistas, que incluso empezaron a proyectar la
idea de una tercera fuerza para superar el conflicto y en contra del bi-
partidismo, aceptando tareas en el gobierno. Para algunos autores y
analistas, cuando la gestión empezó a orientarse más popularmente y
fue objeto de crítica, se produjo una represión del régimen que causó su
caida. Otras razones tambien hay que buscarlas en la reacción de los in-
tereses económicos y políticos ligados al bipartidismo que empezaron a
percibir señales de alarma214•

4.1. Violencia y Debate sobre el Voto

Aunque en este Estado de violencia generalizada no es fácil visibili-


zar el papel de las mujeres, es pertinente suponer que ellas sufrieron di-
rectamente los efectos de la violencia, pues bien se sabe que los críme-
nes de humanidad de esa época: asesinatos, torturas, asaltos, incendios,
se hicieron contra toda la población sin discriminación de sexo o edad y
que en particular las mujeres fueron violadas y atropelladas sexualmen-
te. Las huerfanas, viudas y madres que fueron despojadas de sus hijos,
se contaron por miles.
El clima de confrontación, fue el marco inicial para la participación
política de muchas mujeres, por el contenido de solidaridad con los
afectados por la violencia. Cecilia Durán de Melody, bisnieta del liberta-
dor de los esclavos en Colombia, se dice que empezó el mismo 9 de abril
por la noche, como dirigente en la organización femenina para auxiliar
a victimas de lat violencia:

«Fonnó con sus compañeras un contingente que dio techo. pan y estí-
mulo a los perseguidos por el sectarismo políticO»21S,

En este periodo ademas del compromiso activo de las mujeres por la


paz y la solidaridad, continuó su demanda por el voto. Una manifesta-
ción de ello fue la convocatoria que hizo la Unión Femenina para parti-

213. Analizando el tema de la continuación del poder civil, se señala que las fuerzas
armadas no tenfan interés, aún dfas antes del golpe, a pesar de la presión incluso de nota-
bles conservadores. Pecaut, Orden y ... op. cit. p. 513 a 518.
214. Existen opiniones diversas en torno a esta coyuntura. El profesor Antonio Gar-
da sostenfa, que el régimen de Rojas fue depuesto porque empezó a afectar intereses oli-
gárquicos y que el paro general que provocó su caida, fue financiado por industriales y
banqueros. Antonio Garcfa es autor de ensayos sobre economfa y política colombiana.
215. Melo, op. cit. p. 437.

125
cipar en un desfile de mujeres hacia el palacio de gobierno, para de-
mandar el cese de la contienda216• Esta fue la primera manifestación fe-
menina pidiendo la paz y millares de mujeres se unieron al llamado. Ca-
mila Uribe, presidenta de la Unión Femenina llevó la palabra en este
act0217•
En el Congreso continuaba la controversia sobre el voto femenino y
los enfrentamientos políticos se agudizaron para apoyarlo o negarlo en
razón de la coyuntura. Representantes del partido liberal, que sufría la
aniquilación de sus seguidores en las zonas rurales, se opusieron por te-
mor a la influencia que pudieran ejercer los sacerdotes en la conciencia
política de las mujeres. Políticos conservadores también se opusieron al
voto, dentro de su tradicional postura contra la emancipación de la mu-
jer. Al final de la legislatura de 1948, el Senador liberal Alfonso Romero
Aguirre había presentado un proyecto de Acto Legislativo para ampliar
los derechos civiles y políticos de la mujer colombiana218• La propuesta
restringía la elección a Asambleas y Concejos y fue defendido como par-
te de un proceso gradual de adquisición de los derechos. Casi al mismo
tiempo fue aprobado un proyecto del representante Guillermo Chávez
Chávez cuya ponencia ya había sido catalogada por las sufragistas como
la más amplia y razonada defensa de la mujer219, sometiendo a crítica
la propuesta que restringía el sufragio a determinados niveles de repre-
sentación220• En agosto de 1949 el gobierno presentó al Congreso con
mediano éxito, un decreto para la aprobación de la Convención Intera-
mericana sobre la Concesión de derechos civiles y la reforma del Artícu-
lo 15 de la Constitución Nacional que reservaba a las mujeres del voto.
Lo relativo a los derechos no tuvo dificultades, la reforma relacionada
con el voto no se logró.
La discusión en tomo a los proyectos mencionados, dejó al descu-
bierto los intereses electorales que se movían alrededor del voto. Uno de
los senadores pidio a sus copartidarios que tal propuesta debería ser
aprobada, sólo cuando ocupara la presidencia del Estado un presidente
liberal, ya que el voto femenino era tesis del partid0221• Por su parte uno
de los ponentes, Chávez, recordaba que en diciembre de 1945, se había
aprobado en la Cámara una proposición en la que se declaraba que era
parte esencial del programa conservador222• Otro senador, Navia Varón,
terció en el debate reconociendo los avances femeninos y anunciando
que estaba dispuesto a apoyar el proyecto de Chávez en razón a que el

216. Estrada, op. dt. p. 780.


217. Meto, op. dt. p. 934.
218. Quintana Vinasco, op. dI. p. 154.
219. Uribe, Ponencia sobre el Voto Femenino, Agitación Femenina, nO 19, 1946, p. 3.
220. Quintana Vinasco, op. dt. pp. 165-167.
221. Quintana Vinasco, Acta 24 de octubre 4 de 1949, op. cil. p. 179.
222. Ibidem, p. 180.

126
Papa Pio XII había promovido el voto de las mujeres italianas para apo-
yar las listas del Partido Social Cristiano «contra la invasión del comu-
nismo»223.
La apropiación que uno y otro partido intentaron hacer de la lucha
por los derechos políticos de la mujer, sugiere varias reflexiones en la
relación a ésta y el bipartidismo. El voto era evaluado en razón a su po-
tencialidad para ampliar o controlar la base electoral, en un contexto de
confrontación en el Congreso, de eliminaciones masivas de adversarios
politicos y de proliferación de células electorales falsas y cercanía de
elecciones224.Todo ello supondría una paradoja. Al mismo tiempo que
la mujer se beneficiaría de las medidas por el reconocimiento de sus de-
rechos políticos y en general de otras medidas legislativas, podía quedar
presa de las manipulaciones electorales, con lo que a la subordinación
por el género, se le añadía otra, legitimada por las lealtades políticas.
Aquí no sólo tenía importancia la apropiación númerica de los posibles
votos femeninos, sino también el beneficio que suponía el control de la
reproducción de los patrones culturales y de sus prácticas políticas. El
reconocido papel de las mujeres en la preservación de las condiciones
de la sociedad y de los valores que se consideraban perdidos en la vorá-
gine de la violencia, se pensaba que podía prevenir expresiones radica-
les de cambio, tanto en la mujer como en la sociedad.
El gobierno conservador de Laureano Gómez en 1953 presentó a la
Asamblea Constituyente, convocada por el cierre del Congreso, un pro-
yecto de Constitución que concedía el voto en los Concejos a padres de
familia, hombres y mujeres casadas225;permitiendo la ampliación del
sufragio femenino hasta equiparar a las mujeres con los varones226.
Las sufragistas criticaban la fórmula de obtener los derechos por
cuenta gotas y manifestaban que era aberrante que la mujer fuese trata-
da como menor de edad con respecto del sufragio, pero igual a los hom-
bres para pagar impuestos y responder por delitos. Algunas de ellas, cer-
canas al partido conservador, decidieron acercarse a la iglesia para
pedir asesoría sobre su posición y demandar apoyo en los parlamenta-
rios conservadores y en la población femenina.

223. Ibidem, Acta N° 22 de la Comisión Primera del Senado de la República del 22 de


septiembre de 1949, p. 176.
224. Carlos Lleras Restrepo, De la República a la Dictadura, Ed. Argra, Bogotá, 1955,
pp. 280-290.
Durante 1949 y en vfsperas del debate electoral para la elección presidencial 1950-
1954, se denunciaban tanto los asaltos y genocidios, como la desaparición y retención de
cédulas.
225. Molina, op. cit. p. 271.
226. Presentado el proyecto de la Reforma Constitucional, El Colombiano, Medellfn, 9-
6-1953, p. 1.

127
Las liberales promovieron un Memorial que llegó reunir 3000 fir-
mas227 , enviado el 16 de diciembre de 1953 a la Subcomisión IV de la
Cámara fue recibido por Felix Angel Vallejo, quien era partidario de la
ampliación de los derechos políticos a las mujeres228•
La posición de la iglesia respecto a esta materia, pudo haber influido
sobre el gobierno y sobre otros lideres políticos que empezaron a sensi-
bilizarse en el tema. La prensa conservadora tambien criticó el condi-
cionamiento que quería hacerse del voto femenino:

«El ejercicio del sufragio no requiere condición especial alguna en el


ciudadano que justifique hacerlo exclusivo del hombre. Si el derecho a
elegir y ser elegido reside en el pueblo, es absurdo que la mitad de un
país no pueda disfrutar de ese derecho»229

La Comisión de estudios constitucionales nombrada por la Asam-


blea Nacional Constituyente, durante el gobierno militar de Rojas Pini-
lla, volvió a estudiar el tema dentro del proyecto de reforma constitucio-
nal. El proyecto fue aprobado en la plenaria de la Comisión el 23 de
febrero de 1954, siguiendo el propósito expreso del presidente y las pre-
siones de las sufragistas. Según acto legislativo No, 3 del 25 de agosto
de 1954 de la Asamblea Nacional Constituyente. ANACfue aprobado el
derecho de las mujeres a votar, Ofelia Uribe aclara que:

«Bueno es que se sepa también que la Comisión encargada de dicho


proyecto había una resuelta mayoría contra su expedición y que, de no
haber sido porque el presidente Rojas Pinilla envió a su Ministro Henao
Henao a pedir la aprobación expresando la irrevocable decisión del go-
bierno de concederle el voto a la mujer, la Comisión lo hubiera nega-
do»23o,

y Julia Mancera de Camacho, señaló posteriormente que:

«Las mujeres en agradecimiento le entregaron a Rojas una bandeja


de plata »231
.

227. Magdala Velásquez, op. cit. p. 24.


El memorial fue firmado, entre otras por Esmeralda Al"boleda,Aydee Anzola de Lina-
res y Magdalena Fety de Holguln.
228. Felix Angel Vallejo. Misión y Deslino. Ed. Cosmos, Bogotá, 1964. Este poIrtico
estimaba que debería estudiarse la relación entre la agitación social del pals y la ausencia
de participación poIrtica de la mujer en la elaboración y creación de leyes e instituciones.
229. El Sufragio Femenino, El Colombiano, 9-2-1954, p. 1.
230. Op. citop. 221.
231. Julia Mancera es una figura transicional entre el feminismo liberal de los cin-
cuenta y el feminismo actual. Entrevista realizada en Bogotá, septiembre 1993.

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