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33 y 1/tercio

33 y 1/tercio
La censura no autorizar su novela y no podr publicarla en ningn sitio. No la admitirn ni en Amanecer ni en Aurora. Ya lo s repliqu en tono firme. Y sin embargo, me la llevo prosigui Rudolfi severamente (mi corazn dio un vuelco), le pagar tanto (indic una cifra misrrima) por pliego de imprenta. Maana lo pasarn todo a limpio. Son cuatrocientas pginas exclam. Lo dividir en partes dijo Rudolfi con voz de hierro, y doce mecangrafas de la oficina tendrn listas las copias maana por la tarde. Dej de protestar y decid someterme a la voluntad de Rudolfi. Las copias sern por su cuenta sigui l, limitndome por mi parte a asentir con un movimiento de la cabeza, como un mueco; y otra cosa: tendr que tachar tres palabras: estn en la pgina primera, setentaiuna y trescientas dos. Mir los cuadernos y vi que la primera palabra era apocalipsis, la segunda arcngeles, y la tercera diablo. Las tach dcilmente: cierto, tuve deseos de decir que se trataba de una ingenuidad, pero mir a Rudolfi y guard silencio. Luego aadi Rudolfi vendr usted conmigo a la Censura. Y le ruego muy encarecidamente que mientras estemos all, se abstenga de pronunciar ni una sola palabra. Acab por ofenderme. Si usted considera que soy capaz de decir algo empec a balbucear en un tono digno puedo quedarme en casa. Rudolfi no prest atencin alguna a ese intento mo de irritarme y prosigui: No, usted no puede quedarse en casa, sino que vendr conmigo. Y que har all? Se quedar sentado en la silla orden Rudolfi y a todo cuanto le digan contestar con una sonrisa amable. Mijal Bulgakov Novela teatral

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Equipo de redaccin: 33 y 1/tercio Portada: composicin de Ral Flores Iriarte sobre fotografas de Robert Freeman y Yamel Santana Valds-Hernndez Diseo de portada: Damin Flores Iriarte Fotografa interior: Elena V. Molina

Agradecimientos Ya Saben: Duanee Surez, Adriana Zamora, Orlando Luis Pardo, Ahmel Echevarra, Lizabel Mnica, JAAD, Kmilo Valds Fortes, Michel Encinosa, Hayde Arango, Marcos Antonio Daz, Yanet Bello, Ihoeldis Rodrguez, Diana Tur

La publicacin no se hace responsable de las opiniones expresadas por los autores. Los autores no nos hacemos responsables de las opiniones de la publicacin. Los responsables de los autores no expresarn opiniones en pblico. Las opiniones que usted se haga no son responsabilidad de los autores y menos si las expresa pblicamente.

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boulevard (a la green day) play todo es verde (david foster wallace hay alguien all afuera? (francisco ortega expediente polaroid 4cuentos (adriana zamora 2cuentos (jorge enrique lage 3cuentos (ral flores iriarte nuevos cronistas del planeta de los simios (juan trejo lvarez poetry / poesa (bob dylan expediente king 2textos (stephen king poesa (lizabel mnica new american cookbook: el aqu y el ahora en veinticinco libros cardinales (rodrigo fresn nunca llores delante del carpintero (ray loriga stop

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play

la mirada del cmplice, canciones puestas una y otra vez en la radio, los discos hi-fidelity de mam como cuando nos sentbamos de espaldas al sol, ojos en la luna para ver en el fantasma de un L.P. girando en el plato de un tocadiscos: la respuesta a todas nuestras inquietudes. esa placa de acetato girando a 33 revoluciones y 1 tercio nos llevaba a otra dimensin Tommy, Abbey Road, Sounds of silence, Al final de este viaje, Blonde on blonde, Diamond dogs, Mediterrneo, Dark side of the moon. dABA IGUAL 33 y 1/tercio no quiere ser una revista ms 33 y 1/tercio no quiere ser una revista (pasar revista? revisionista?) simplemente trata de escapar de lneas (no por grande el concepto se amplan los horizontes) 33 y 1/tercio quiere ser una revista menos equidistancia? eclecticismo? NO ... o s? las palabras se transforman en jpgs, en tiffs, en mp3s, adquieren alguna proximidad con el videoclip con el tiempo de 3 minutos de una cancin

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en la radio Fiction is things happening not things described: dynamic, not static. Use your imagination or someone will use it for you. (R. Sukenick) ayer alexandra vio una vista nocturna de este pequeo planeta. japn era una mancha alegre y superpoblada de luz elctrica, cuba no se divisaba (como siempre, estbamos completamente a OsCuRaS) literatura pop lit, thrash writing, paperback writers, splatterlight fiction casitas de plstico reciclado entre todos los rascacielos percepcin atomizada de multiverso cultural atomizado ampliar las fronteras que una vez fueron impuestas borrarlas Entiendo, dice alexandra, pero exactamente, que intentas hacer? Me encojo de hombros. Algo, le digo, no lo tengo muy claro todava Mejor aclralo, dice ella, y despus me dices Una oso panda queda embarazada tras mirar videos de sexo en China. (CNN) See how they fly like Lucy in the sky See how they run Im crying Im cryi-i-i-i-ii-i-i-i-i-ing Im crying?

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david foster wallace
(new york, 1962. autor de the broom of the system y infinite jest.)

todo es verde
Ella dice me da igual que me creas o no, es la verdad, puedes creer lo que quieras. Por tanto, est claro que est mintiendo. Cuando dice la verdad se vuelve loca intentando que la creas. Por tanto creo que la he pillado. Enciende un cigarrillo y aparta su mirada de mi, tiene un aspecto perverso con el cigarrillo encendido y mirando por la ventana mojada, y no s muy bien que decir. Le digo Mayfly, no s muy bien que hacer ni que decir y ya no me creo nada de ti. Pero hay cosas que s s. S que soy mayor y t no. Y te doy todo lo que tengo que darte, con las manos y con el corazn. Todo lo que tengo dentro te lo he dado. He estado aguantando y trabajando duro todos los das. Te he convertido en la razn por la cual hago todo lo que hago. He intentado construir una casa para drtela, para que vivas en ella, y he intentado que sea un sitio agradable. Enciendo otro cigarrillo y tiro la cerilla en el fregadero junto con otras cerillas, platos sucios, una esponja, y cosas de esas. Le digo Mayfly, mi corazn la ha pasado mal por ti, pero ya tengo cuarentiocho aos. Ya es hora de que no me deje arrastrar por las cosas. Tengo que tomarme una parte del tiempo que me queda para intentar sentirme bien conmigo mismo. Tengo que intentar sentirme como debera. Dentro de mi tengo necesidades que t ya ni siquiera puedes ver, porque t tienes demasiadas necesidades que te las tapan. Ella no dice nada y yo miro por su ventana y noto que ella sabe que yo s la verdad, y cambia de postura en mi sof de jardn. Lleva unos pantalones cortos y se sienta encima de las piernas. Le digo no importa en realidad lo que he visto o lo que he credo ver. Esa ya no es la cuestin. S que soy mayor y t no. Pero ahora me siento como si yo te lo diera todo y t ya no me dieras nada. Tiene el pelo recogido con un pasador y varias horquillas y la barbilla apoyada en la mano, es muy temprano, parece que ella est fantaseando con salir afuera a la luz brillante que hay al otro lado de la ventana mojada junto a mi sof de jardn. Todo es verde dice ella. Mira que verde es todo Mitch. Como puedes decir que sientes todo eso cuando fuera todo es tan verde.

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La ventana que hay junto a mi cocina se ha limpiado gracias a las lluvias torrenciales de anoche y muestra una maana soleada, todava es temprano y fuera todo est muy verde. Los rboles son verdes y la hierba ms all de los badenes es verde y est empapada. Pero no todo es verde. Las dems caravanas no son verdes, y mi mesa de camping que est ah fuera toda llena de agua y de latas de cerveza y de colillas flotando en los ceniceros no es verde, ni tampoco mi camin, ni la gravilla del aparcamiento, ni ese juguete de ruedas enormes tirado de lado bajo una cuerda de tender vaca de ropa junto a la caravana de al lado, en donde vive un tipo con unos nios. Todo es verde dice ella. Lo dice con un susurro y yo s que ese susurro ya no es para m. Tiro mi cigarrillo y le doy la espalda a la maana con el regusto en la boca de algo que es del todo cierto. Me giro y la miro sentada bajo la luz en mi sof de jardn. Ella est mirando fuera, sentada en el sof, y yo la miro a ella, y hay algo en mi que no consigue cicatrizar cuando la miro. Mayfly tiene un cuerpo hermoso. Y ella es mi maana. Digo su nombre.

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francisco ortega
(es chileno y pone en su blog, fortegaverso.blogspot.com: Soy periodista y me he pasado la vida escribiendo, incluso de minas ricas. Soy un basurero ambulante de cultura pop.)

hay alguien all afuera?

La pregunta que usamos de ttulo la cant el grupo Pink Floyd en 1979 en la segunda parte de su emblemtico disco "The Wall". Y por ms guitarras y orquestaciones que incluy la banda, su bajista y letrista Roger Waters fue incapaz de responderla. "Is there Anybody Out There?", la frase es lo nico que reza el tema homnimo. Slo una pregunta. Nada ms. Sin contestacin. Y se entiende que no la haya. Es cosa de pensar un segundo en la pregunta, sus rtmicas cuatro palabras (seis en ingls) suenan grandes, difciles de aterrizar, ms complicadas an de aplicar. Por lo mismo funciona tan bien al momento de introducirnos en la bsqueda de las nuevas voces de la narrativa mundial. Hay alguien all afuera? Lo ms probable es que en la superficie la respuesta sea afirmativa y que de hecho abunden los "nuevos nombres". Lo complicado pasa por lo que viene de inmediato. Si tenemos claro que hay "alguienes", qu demonios estn haciendo (o mejor dicho escribiendo) esos "alguienes"? hombres post-x Otra interrogante: Qu sucedi despus de la Generacin X? En la segunda mitad de la dcada final del siglo veinte prcticamente todas las revistas literarias del planeta trataron de contestarla. Cada escritor nuevo que apareca, bendecido por medios tan influyentes como "The New Yorker" o la poderosa venia de Santa Amazon.com era levantado al sitial de la nueva esperanza blanca de la novelstica. Pero lo cierto es que ningn autor joven post 1995 logr el impacto medial - que no es lo mismo que artstico- de sus antecesores de la era yuppie, de la poca de la X. A estas alturas resulta obvio que la Generacin X tuvo ms de fenmeno comercial y sociolgico que de literario, pero no puede negarse que algo potente nadaba bajo la superficie. Una serie de motivos y temas que uni a gentes tan diversa (y dispersa) como Bret Easton Ellis, Douglas Coupland y Jay McInnerney. Sus novelas estuvieron lejos de marcar un precedente artstico pero vaya que supieron ser polaroids de su momento. Sobre crticas y gustos, un libro como American Psycho (Ediciones B, 1991) -por un lado- y un disco como "Nevermind" de Nirvana - por el otro- existen como

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absolutos marcos de una poca, retratos lucidsimos de las formas de fines del siglo pasado. Qu pas despus? Muerta la X, un nuevo movimiento de narradores americanos asalt la posta del relevo. Gente como Michael Chabon, Chuck Palahniuk y Jonathan Frazer entre otros, surgieron como las nuevas glorias de la narrativa "joven" americana. La calidad de stos es indiscutible, pero carecen de aquello que uni a los autores de la Generacin X e hizo de ellos precisamente eso, una generacin: la obsesin comn de redactar su presente, algo que hasta los ms furibundos opositores al movimiento deben reconocerle. No deja de ser significativo que uno de los mejores retratos de la presente primera dcada del siglo veintiuno se daba justamente a un jubilado de la X. Hey Nostradamus (Bloombury USA, 2003), la ltima novela de Douglas Coupland, narrada por fantasmas adolescentes inspirados en la matanza de Columbine, consigue un fresco de la Amrica media ms transparente y real que cualquier vuelo intelectual y post todo de un David Foster Wallace o un Jeffrey Eugenides. nuevas voces, demasiados mundos Fuera de Norteamrica el dilema del relevo tambin ha sabido contestarse con puntos suspensivos. Es verdad que tras los pasos de los Ray Lorigas y las Lucas Etxeberras se han presentado nombres como el potente Nicols Casariego- que han alimentado con savia nueva a la narrativa contempornea espaola, pero al igual que con los novsimos gringos no puede hablarse de ellos como un movimiento de relevo y mucho menos de una generacin. Las motivaciones son demasiado individuales y salvo el haber nacido despus (y alrededor) de 1970, no hay algo realmente comn entre ellos. Distinto es el caso de los italianos, donde la llamada generacin canbal, integrada por autores como Niccolo Ammanitti (La ltima Nochevieja de la humanidad. Mondadori, 1997) supo aglutinar a una comunidad de autores novatos impulsados por una escritura rpida, a lo fast food, llena de referencias a la animacin japonesa, nuevas drogas, la esttica del cmic, del gore y del splatter. El leit motiv del canibalismo fue tan concreto en sus temas como metafrico en lo estilstico. Similar es el caso de los no-muertos britnicos, llamados as por la rutilante pero influyente revista "The Face" a partir del guin de Alex Garland (La Playa. Ediciones B, 1999) para la pelcula "28 das despus: Exterminio". Estos, junto a sus colegas canbales italianos, son de los pocos movimientos de nuevos escritores de principios de siglo con una real temtica en comn. O lo que es lo mismo un verdadero concepto de generacin a sus espaldas. Los que estn all afuera Tienen menos de treinta aos, algunos incluso bajan de los veinte. No aparecen aglutinados en obsesiones comunes, ni cabe hablar de ellos como una generacin hecha y derecha. Algunos escriben desde el corazn ms interno de las cosas, otros desde los mundos ms

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alejados. Adeudan lo justo de sus predecesores, estn conscientes de sus estmulos externos, de la velocidad de sus cosas y les sobran las ganas de hacer (escribir) cosas. Y sobre todo de decirlas con fuerza. Ms que libros, estos nombres redactan las pautas hacia donde se mover la literatura en las prximas dcadas. Nacido en 1985, Nick McDonell es quien encabeza - al menos desde la mirada ms rpida- al batalln norteamericano. Su novela Twelve (Anagrama, 2003) dibuja el retrato rudo de la Norteamrica adolescente ms luminosa y superficial. Divagaciones internas, vicios, sexo rpido, vida fotografiada como en el cine y nuevos tipos de droga, como la que da nombre a su novela, nadan a estilo libre en sus prrafos. La receta lo construye como un narrador que si bien no cuenta nada muy nuevo es propietario de una envidiable lucidez. Cada captulo suyo es una instantnea de la vida adolescente gringa bien-gringa post matanza de Columbine, post 11 de septiembre de 2001. Con 19 aos recin cumplidos, Christopher Paolini est en una orilla muy distinta a la de su previo colega. Obsesionado con los videojuegos y los mundos de Tolkien, este casi pber autor se embarc en la ambiciosa tarea de crear una triloga de fantasa heroica, con cdigos ultra modernos. En su prosa hay magos y hechizos, pero tambin Playstation y Messenger. Original en su propuesta, su Inheritance Trilogy se inici el ao pasado con Eragon (Knopf, 2003), protagonizada por un skater adicto a Internet que posee el poder de controlar un dragn. Nacido en 1977, Jonathan Safran Foer, autor de Todo est iluminado (Lumen, 2002) va por un realismo mgico-no mgico gringo. Fan de Garca Mrquez, Safran Foer ha declarado que su mana literaria apunta a huir de los excesos de la narrativa urbana en pos de la humildad que puede hallarse en el lado ms ntimo y rural de Norteamrica, ese de los suburbios y los campos. Lo suyo no son ni las marcas, ni la velocidad, sino las personas. Destaca el sentido del humor de este escritor, detalle no menor que le perdona muchas de sus falencias tcnicas. Ya alejada de las pautas de la primera novela y las historias de iniciacin, la neoyorquina Cecily Von Ziegesar (1979) apunta sus dardos a todas las formas de amor y de amistad que pueden experimentar las chicas de clase alta, alumnas de colegios y universidades privadas de la costa oeste. Definida como la Candace Bushnell (Sex and the City) de la era del Messenger, tras su debut con la cnica You Know You Love Me: Gossip Girl 1 (Little Brown & Company, 2001), esta seorita de anteojos y mirada de mala, camina cosechando mejores ventas y crticas con la segunda -Gossip Girl 2 (Little Brown & Company, 2002)- y tercera parte -All I Want is Everything: Gossip Girl 3 (Little Brown & Company, 2003)- de la que ella misma ha llamado "gran saga superficial". Amante de la interactividad, la autora administra en forma paralela el sitio www.gossip-girl.com donde invita a sus lectoras a aportar con ideas e

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historias para las futuras entregas de esta epopeya de tacos altos y conciertos de Britney Spears. Siguiendo lo libreteado en su celebrado debut, 10th Grade (Random House, 2003), Joe Weisberg (1979) debera estar en una lnea similar a la de Nick McDonell. Comparte con el autor de Twelve el deseo de retratar las formas del adolescente medio en los Estados Unidos de la era Bush hijo. Su historia es frvola, estructurada a modo de serie de televisin, sin personajes principales, construido el todo como un gran y desordenado coro al interior de un colegio de clase media de Chicago. Teln que segn su autor le sirve de vehculo perfecto para camuflar una stira poltica bastante inteligente. Lo de Weisberg puede apuntarse como un neominimalismo, mezclado con las formas de una serie adolescente del canal Warner a lo "The OC". A sus 33 aos Colson Whitehead es uno de los veteranos del grupo. Su aclamado debut The Intuitionist (Anchor, 2000) lo levant como el alumno ms aventajado de su clase. Su reconstruccin del gnero detectivesco a medio camino entre un cuento de Borges y una pelcula de Woody Allen le ha valido ser comparado con el Paul Auster de Triloga de Nueva York. Nombrado continuamente entre los mejores autores nuevos, a fines de marzo present The Colossus of New York: A City in 13 Parts (Doubleday, 2003), monumental novela ro sobre un Manhattan construido a trazos de pura cultura pop. Por su edad, Jonathan Lethem (1964) bien podra ser el padre o el to de Nick McDonell o Christopher Paolini. Su ltima novela, Fortress of Solitute (Doubleday, 2003) -que coge su nombre de la mtica fortaleza en el Polo Norte de Superman- sigue las miradas de dos amigos de Brooklyn a travs de los ltimos 30 aos. Las coordenadas de su ruta pasan por la irrupcin del punk, del hip hop, de la televisin por cable y la eterna pasin por los cmics de superhroes. El ms prolfico -ha publicado 11 libros desde 1998- de los autodenominados no-muertos ingleses, Steve Aylett (1967) se presenta como una de las apuestas literarias ms novedosas venidas de las islas britnicas tras Irvine Welsh (Trainspotting. Anagrama, 1996). Agrupado junto a su socio Jeff Noon (La aguja en el surco. Mondadori, 2003) en la misin de escribir segn la tcnica que usa un DJ para armar su set, los libros de Aylett -como Automatanza (Mondadori, 1999)- son para bailarlos. Lo suyo no son palabras, sino beat escritos, con todo lo bueno y malo que ello acarrea. Es probable que la literatura de Aylett no envejezca bien. Es tan de aqu, tan de ahora que se hace complejo visualizar cmo ser leda en una dcada ms, pero esa misma falencia es su mayor encanto. Con gente como Alex de la Iglesia y Santiago Segura en el cine y Carlos Pacheco en los cmics, Espaa se las ha ingeniado para destacar fuerte al interior de las fronteras de la llamada cultura freak. La televisin, el saber basura y las historietas tienen un lugar privilegiado en su industria artstica y la literatura no es la excepcin. El cataln Josn Hatero (1970) confiesa su abuso en sacar provecho a la cultura de la hamburguesa, plagando su obra - en la que destaca

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su volumen de relatos Tu parte del trato (Debate, 2003)- de referencias a filmes de terror, dibujos animados viejos y el cine de Almodvar. Pero es l mismo quien se apresura en declarar que en esta intertextualidad, ms lejos han llegado sus colegas Javier Calvo (1973) y Eloy Fernndez Porta (1974). Con El dios reflectante (Mondadori, 2003), Javier Calvo reluce como uno de los ms originales autores espaoles de los ltimos aos. Traductor, profesor de literatura y guionista ocasional de tiras cmicas, Calvo ha entendido la necesidad de llevar sus historias ms all de los lmites geogrficos de Espaa. l mismo lo seal respecto de su novela, "una historia puede transcurrir en Japn o Australia y ser perfectamente espaola". Porque as pasa en la notable El dios reflectante, 368 pginas para un trayecto coral que sigue la vida de un precoz genio japons, convertido en cineasta de gnero y de culto que al inicio de su historia se ve de pie ante la disyuntiva de tener que filmar su segunda pelcula y no tener las ganas ni las patas de hacerlo. El escritor usa las referencias y las citas para construir una trama desbordante en originalidad y nuevas formas estticas. Actores pornos, telpatas lunticos y monstruos mutantes desfilan por una prosa rica en elementos imaginativos, en extremo contempornea. En su moral literaria, el escritor asegura no hacer ms que hablar de los miedos y violencias cotidianas usando mscaras de monstruos imposibles. Antologado en colecciones como Invasores de Marte (Mondadori, 2001), a sus 29 aos Eloy Fernndez Porta comparte con Javier Calvo -quien adems es su especie de padrino literario- la fijacin por el lado ms bizarro del pop. Su prosa rebosa de citas al cine de horror, la space opera (subgnero de la ciencia ficcin poblado de naves espaciales) y anacronismos a lo Julio Verne. El cctel llega a ser subversivo, pero coherente con su lnea e ideologa narrativa. El desorden post todo de Fernndez Porta lo ha hecho firmar los libros de relatos Los minutos de la basura (Montesinos, 1997) y el notable Caras B: De la msica de las esferas (Debate, 2001), poblada de cuentos desarmables y ensayos literarios protagonizados por dibujos animados y criaturas imaginarias. No es gratuita la ostentosa adjetivacin que lo define como el David Foster Wallace hispano. Un regreso a la belleza de los escndalos familiares es lo que propone Andrs Barba (1975). Ahora tocan msica de baile (Anagrama, 2004), su tercera novela, le ha valido crticas ensordecedoras en su pas, la mayora seducidos por la limpia belleza de una prosa directa, sin concesiones, concentrada en nada ms que contar una buena historia. Crtico de Ray Loriga y otros autores de la Generacin X hispana, Barba ha argumentado que el gran pecado de los autores jvenes espaoles es que en su bsqueda de querer ser originales, de desear contar algo totalmente nuevo, se han vuelto predecibles y, lo que es peor, cada vez ms lejanos a la ansiada originalidad. A sus 28 aos, Marcos Rebollo se detiene en medio de las propuestas de Barba y Calvo. Sus cuentos se concentran en dramas de familia, sobre todo en las relaciones padres e hijos, pero tampoco rehuyen del

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recetario pop. Los hijos del mundo (Ediciones del Cobre, 2003) su ms reciente novela nos traslada a una annima ciudad del norte espaol, en la que un profesor que acaba de ver "Paris Texas" de Win Wenders empieza a alucinar con el fin del mundo mientras en forma paralela su hijo drogadicto busca maneras de acabar con su vida en las calles nocturnas de esa ciudad invisible que parece no estar en ninguna parte. Es una lstima -y tambin un hecho detonante- que el representante mexicano en esta lista, Gerardo Sifuentes, de 29 aos, hiciera ms noticia por un confuso incidente policial que lo puso tras las rejas que por su promisoria carrera literaria. Tras un par de novelas cortas, Sifuentes public Pilotos infernales (Ediciones ViD, 2001), una de las mejores colecciones de relatos de ciencia ficcin escritas en nuestro idioma. Quizs porque Sifuentes entendi que a un mundo no industrializado como Latinoamrica nada le es ms ajeno que la anticipacin cientfica, que en nuestra geografa no es vlido hablar de realidades virtuales ni de avances de ltima tecnologa, pero s de un post realismo mgico como forma de futuro, los mundos de Pilotos infernales pasan por un D.F. poblado de pandillas neopunk adoradoras de dioses aztecas, telenovelas de Televisa protagonizadas por actrices operadas cientos de veces con tal de conseguir la juventud eterna y cielos mexicanos donde los Ovnis van y vienen, como manifestaciones de nuevas religiones. Sifuentes es originalidad marginal y atrevida, a medio tiempo en la literatura, dice que prefiere escribir columnas subversivas por Internet. Una generacin (o degeneracin) nueva. En el cdigo binario de la era electrnica, quizs cabra llamarla 2.0. o 3.0. Esa es tarea de los relacionadores pblicos y la gente de marketing del mundo editorial.

(tomado de Revista de Libros, suplemento de El Mercurio)

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expediente polaroid
polaroid (marca registrada) m. Material plstico transparente que polariza la luz. 2 f. Cmara fotogrfica de revelado instantneo. 3 m. Grupo literario fundado en La Habana hacia noviembre/2003 ...hacia 1926, un joven estadounidense llamado Edwin Herbert Land abandon la universidad y desarroll un nuevo tipo de polarizador de luz al que llam Polaroid. ...el Polaroid est formado por cristales de pequeo tamao incrustados en plstico. Si la luz incidente es no polarizada, el Polaroid absorbe aproximadamente la mitad de la luz. Los reflejos de grandes superficies planas, como un lago o una carretera mojada, estn compuestos por luz parcialmente polarizada, y un Polaroid con la orientacin adecuada puede absorberlos en ms de la mitad. Este es el principio de las gafas o anteojos de sol Polaroid. (la luz polarizada est formada por fotones cuyos vectores de campo elctrico estn alineados en la misma direccin. La luz normal es no polarizada, porque los fotones se emiten de forma aleatoria, mientras que la luz lser es polarizada porque los fotones se emiten coherentemente. Cuando la luz atraviesa un filtro polarizador, el campo elctrico interacta ms intensamente con las molculas orientadas en una determinada direccin.) ...Edwin Herbert Land regres a la universidad pero abandon la carrera en el ltimo ao para instalar por su cuenta un Laboratorio junto con otros jvenes. Aos despus, este grupo se convirti en la Corporacin Polaroid, que en 1947 introdujo al mercado la cmara fotogrfica de revelado instantneo. ...instantneas polaroid. Remember Leonard Shelby. Ms de 50 aos despus, el protagonista de la pelcula Memento (2001), de Christopher Nolan, utiliza estas fotos para orientarse en un mundo que sigue fluyendo ms all de su memoria. Cine independiente, le llaman.

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...retinex, llam E.H.Land al sistema formado por la retina y el crtex cerebral. No se ve bien sino con el cerebro, lo esencial es invisible para cualquier rgano de percepcin. *** (Esbozo contraliterario.) En su Historia abreviada de la literatura porttil, el barcelons Enrique Vila-Matas nos habla de una conspiracin cuyos miembros (los porttiles) no saban de qu trataba la conspiracin; el concepto central, digamos (la supuesta literatura porttil), era totalmente ignorado por los supuestos conspiradores. Me viene esto a la cabeza cuando pienso en Espacio Polaroid. Lo dems son recuerdos. Recuerdo, en una de las tantas rpm, haberle preguntado con cierta preocupacin a R: Qu narrar? Y cmo narrarlo? Peor an: Hay algn signo de vida en el planeta Cuba? Un territorio lquido hi-tech entre el desierto rocoso y el espejismo? Silencio. R no hizo ms que ese gesto tan R de rascarse la nuca (todava lo hace). Tambin recuerdo: una casa casi sin muebles en Malecn, madrugada de salitre y msica y todos en el suelo; la tabla peridica de los elementos qumicos; sets abandonados y lecturas: lanzar y lanzar otra vez una red black; un ventilador de luces, un trpode, una cmara digital que filmaba las cosas tal como eran: salteadas y a saltos; una postal con un jerbo; noches Alamar y una noche en Holgun sin agua, sin rock, sin fitzcarraldo; el color de la sangre diluida; la mala traduccin de una mala traduccin de Stephen King; retrica punk en capsulitas de colores con gafas oscuras; pensar que se triunfa vivir de esa ilusin; C. Ricci en bata de dormir sosteniendo la sierra elctrica como quien sostiene un osito de peluche; un cake, un diccionario, un huracn, un partido de ftbol; el eternal sunshine de una spotless mind; un tren largusimo y dos nias en el tren viajando solas por la patria; Jay and The Silent Bob; down with The Beatles; la rana mexicana de mirada fija del sur de Sri Lanka; sueos de tartamudeo brit-brit-brit; sueos terroristas; Dreams of Californication; dioses de nen; la msica de una gaitera; por favor rebobinar; cabinas de radio, Coppelia, parques, flash, flash; un gel de bao ridculo: pure & vegetal; micropoltica & supermercado; un control remoto inservible; el plan para un asesinato mtiple y falaz; splatterpop derretido; fragmentos encontrados en el cine La Rampa; una revista digital (no es sta); ms ojos de fuego verde; otros das de lluvia; colisiones afectivas, efectivas, inefectivas (las hermosas vsceras de Alicia en las paredes y el techo y...); encuentros o despedidas; malos puntos suspensivos... interminable lnea de etcteras.

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(Nada de esto es literatura.) JE *** Tuvimos un 30 de octubre del 2003, unos quince, mucha msica y pocos deseos de bailar. Sentados en sillones y el mar dndonos en la cara. Por aqu cerca vive Csar Lpez. Y l que tiene que ver con esto? Nada. Tuvimos la idea de un espacio para promocin propia y ajena (no Pea, sino Espacio) Tuvimos nombre, y novela, y autor. (una chica con vestido de flores y botas del ejercito, tirndole polaroids a la nada...) Un bronceado de luna, unos ojos de fuego verde, un rayo de luz, adolescentes ladrones de tumbas en estos das de lluvias cuando es de noche en la ciudad. Tuvimos una mstica vestida de negro, y un audio defectuoso (a veces) y deseos de hacer cosas sin saber bien cmo hacerlas. Tuvimos canciones, y conciertos, y concursos. Tuvimos giras por Holgun y Matanzas, como rock stars. Tuvimos ausencia de agua, y suficiencia de gladiolos. Tuvimos a JAAD, Orlando Luis Pardo, Michel Encinosa, Yordanka Almaguer, Ral Aguiar, Yoss, Livio Conesa, Luis Eligio Prez, Adriana Normand, Ahmel Echevarra, Rito Ramn Aroche, Demis Menndez, Lizabel Mnica como invitados. Tuvimos tardes de Coppelia, y sesiones de fotografa, y modelos Polaroid. Tuvimos a Stephen King, Ray Loriga, Douglas Coupland. Kurt Vonnegut, Philip K. Dick, Paul Auster. Tuvimos las canciones de los Beatles, Joaqun Sabina, David Bowie. Las pelculas de Tim Burton, Woody, Kevin Smith, Quentin Tarantino. Tuvimos a Adriana y Ariadna, JE, RFI. Y, por supuesto, tambin tuvimos un 17 de noviembre del 2004, porque todo lo que empieza tiene que terminar. Sabamos que poco a poco a poco nos llegaramos a aburrir de todo esto y de todo lo dems. Todo cambia. Ya deberas de saber eso.

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RFI

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adriana zamora
(habana, 1979)

Ana y los dinosaurios

1 Para l abrir los ojos y ver a Ana es lo mismo. Puede verla con los ojos abiertos, con los ojos cerrados, con los ojos en blanco. Puede verla, eso es lo principal y tambin es extrao porque Ana es un fantasma. Un fantasma que lo ronda da a da y lo hace recordar. Y l recuerda. Yo soy Ana dice ella como si fuera la nica en el mundo. Me llamo Eduardo responde l, mucho ms modesto. Ella es Ana y va vestida con ropa muy ancha, dentro de una saya donde cabran tres iguales a ella. Pero no existe nadie igual. Entonces, mientras la mira, le tiende su mano irrepetible una y otra vez hasta confundirlo, hasta hacerle dudar de la realidad. De su realidad. Eduardo camina por la ciudad y el fantasma va con l. No lo persigue, slo le hace compaa. Sabe que l la necesita tanto tanto que todo se vuelve trgico de repente, o todo es trgico ya. El no sabe distinguir. Ella s que saba, por eso l le contaba sus sueos. Tus sueos son de loco sonrea ella tristemente. Y los tuyos, Ana? Cmo son tus sueos? piensa l pero no se atreve a preguntar. Ana no le cuenta, no le dice como son sus sueos. Al menos hasta ahora slo se limita a observarlo, escuchar sus pocas palabras. Pequeas frases de quien se siente intil y poco inteligente. 2 Sospecho que no sirvo para nada. S mirar por las ventanas en la maana y ver a la gente vestirse para ir al trabajo. Ver a la esposa-madre-abuela preparar el desayuno de su esposo-hijo-nieto. S escuchar cuando me hablan como la nia Momo, pero los efectos nunca son los mismos. S preparar el caf aguado y sacarle pulgas a mi gato. Incluso puedo decir mentiras que nadie cree, slo yo mismo.

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Aprend a sentarme en un parque y ver la gente caminar. Caminar rpido, despacio, cojeando de una pierna. Soy un maestro en el arte de pasar inadvertido. Puedo convertirme en fantasma y aparecer por las noches en tus sueos, pero slo en tus sueos, porque debo desaparecer obligatoriamente en la maana. Fumo bastante magistralmente, aunque sin hacer aros de humo como los galanes de las pelculas. Tambin pongo una letra despus de otra para formar palabras, una palabra despus de otra para formar oraciones. Agrupo oraciones hasta tener prrafos y agrupo prrafos tal como me ensearon en la escuela. S baarme en la lluvia, sobre todo cuando la gente anda escondida, guardando su pulcritud bajo techos. S respirar. Pero de repente he comenzado a sospechar que no sirvo para nada, que de nada vale saber mirar por las ventanas y hacer caf aguado. Sobre todo porque a nadie le gusta que lo espen y a nadie le gusta el caf aguado. Fumar magistralmente entraa con toda seguridad hacer aros de humo como los galanes de las pelculas. En el mundo de hoy nadie tiene tiempo para sentarse en los parques y el hecho de pasar inadvertido es mal visto, muy mal visto. La gente moderna suele odiar a los fantasmas. Incluso sospecho que no puedo respirar tan bien como crea. Cada vez que alguien me pregunta a qu me dedico enmudezco. Todos los alguien esperan que el resto se dedique a algo. Pero no as de simple. Debe ser algo Grande y Glorioso, como construir puentes o inventar vacunas. Absolutamente nadie espera escuchar que sabes mojarte en la lluvia. Un alguien ms comprensivo podra darle un poco de importancia al asunto y decir: Oh!, Qu maravillosa ocupacin, MUY TIL PARA LA HUMANIDAD! Pero lo que ms me preocupa es que yo mismo parezco encerrado en un circulo vicioso. Cada vez que me pregunto Bueno, y t, qu haces?, Automticamente me respondo: S mirar por las ventanas en la maana y ver a la gente 3 Ana, t eres un fantasma? pregunta l en el presente pasado. No, pero pronto lo ser responde ella y l no sabe cuando se lo dice. Ana suea con cosas grandes, tal vez infinitas. Sueas conmigo? pregunta Eduardo, el nio que se siente intil y poco inteligente. Por qu no? dice ella. T tambin eres algo grande, tal vez infinito. Pero a la vez eres pequeo, sabes? Nunca supe lo pequea que puede ser una cosa infinita hasta que so con dinosaurios.

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Ella suea con dinosaurios grandes y verdes con patas poderosas y ojos delicados. Los dinosaurios son pesados y ambiguos, como si de repente pudieran echar a volar. Dinosaurios, piensa l. Pero no puede imaginar cmo sern los sueos de Ana. Eduardo camina por la ciudad en un trnsito infinito porque no tiene dnde llegar. No tiene un lugar donde quepan l y Ana, que contina a su lado. La ciudad es un laberinto lleno de encrucijadas y Eduardo se pierde sin lstima porque no tiene otra opcin. T eres un fantasma? pregunta Eduardo en el futuro. S responde ella en el pasado presente. 4 Hace varios aos que estoy muerta. Hormigas y gusanos caminan sobre mis huesos mientras trato de hacerte creer que existo. Siento que respiro, el aire se cuela por todas mis rendijas. Siento el sol que quema mi cabeza. Siento el agua que de unas manos ensucia y de otras purifica. Siento las hormigas y gusanos que caminan encima de mis huesos. Tengo miedos, como cualquier persona que sobrevive muerta, y amores, como cualquier muerto que sobrevive. Por las tardes camino sin rumbo hasta cansarme, hasta no sentirme los pies, o hasta sentrmelos. No s qu busco, pero debe ser la vida. Qu ms habra de buscar? Pero soy un cadver, aunque no quiera saberlo. Soy un cadver perdido en un rincn lleno de insectos. Hormigas sobre tierra roja. Hormigas que cargan su alimento y se miran unas a otras y respiran. O es que no respiran las hormigas? Tengo preguntas. Muchas preguntas que debo, por fuerza, responderme a m misma, pues no hay nadie alrededor para hacerlo. Las preguntas, tal vez, se responden por s solas, como yo armo y desarmo mis huesos hmedos que son mi nico entretenimiento. La humedad tiene olor y sabor. El mundo de los muertos es hmedo, y es hmedo el mundo de los vivos. En el mundo de los muertos existen los rboles, el mar y las hormigas. Existe la tierra e incluso los cementerios. Cuando mueres en el mundo de los muertos vas a otro lugar. Tal vez sea un lugar de paredes blancas con una mesa servida modestamente y una foto sobre el aparador comido de comejn. Tal vez all todo sea increble y normal. Tal vez all encuentre la paz que no encontr en dos mundos. Pero todo no es ms que una ilusin, ese lugar no existe. Cuando dej la vida hall la misma humedad y todo el silencio. Cuando deje la muerte hallar slo habitaciones vacas.

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Estar vivo es muy aburrido. Es como levantar granitos de arena, uno a uno, y volverlos a transformar en piedra. Es el juego de nunca acabar, la locura, el hambre. Ya no s dnde est la diferencia porque hace aos que estoy muerta y, la verdad, no estoy muy segura.

5 Ana no le teme a la muerte. Nunca la ha temido. l no entiende cmo y ella no trata de explicarlo. Sonre y piensa en sus dinosaurios verdes. Sonre y piensa que tal vez l tenga su hora, su tiempo escondido. Eduardo se ha convertido en un deshacedor de laberintos, profesin poco honrosa a sus ojos de persona que se siente intil. Y t eres un fantasma? (no) pregunta ella. No (no) responde l rotundamente. Eduardo espera siempre pero Ana no hace preguntas. Tal vez lo sepa todo, piensa l. Pero ella lo niega por ser imposible. Ella sigue respondiendo en el futuro, en el pasado presente. Ella siempre all, esperando ser interrogada, probando a llevar la carga pesada que es sumergirse en ese mundo creado por los dos. Ms pesada an porque uno de los dos es un fantasma. Eduardo sigue preguntando, pidiendo casi a gritos que lo saquen de su duda en el presente, en el futuro pasado. Es entonces cuando ella se va, se pierde en los laberintos que l ha deshecho. Lo deja solo, completamente solo. Mientras, l suea por primera vez con dinosaurios.

***

Cuando es de noche en la ciudad


Cuando se pone el sol, detrs de todas las puertas de la ciudad se escuchan jadeos. Si a esas horas hubiese alguien caminado por la ciudad (digamos un hombre solo) encontrara las calles vacas, sin ningn polica en las esquinas, sin un perro, sin una bicicleta. El hombre solo vivira en un apartamento minsculo en la parte sur, all donde el aire es irrespirable por las noches. El apartamento tendra una habitacin, un baito, una cocina de cuatro cuadrculas con hornilla elctrica. Debajo del lavamanos habra una palangana verde ( de un verde claro y dudoso ). Dentro vivira una jicotea pequea, para no desentonar con el conjunto.

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Una hora despus del comienzo de la noche ya el hombre empezara a sentir la opresin en los pulmones y la jicotea guardara la cabecita dentro del carapacho echando slo una burbuja de vez en cuando al exterior. Los gemidos detrs de la puerta de sus vecinos ( una pareja joven ) acabaran por convencer al hombre de que el aire es irrespirable. Entonces se pondra su chaleco marrn y saldra a caminar. En la calle vaca se siente el ruido del viento moviendo los rboles. Las farolas del alumbrado pblico apenas trazan espacios de claridad en las esquinas. El hombre cruzara las calles mirando a los dos lados, cuidndose de un auto que nunca aparece. Caminara despacio hacia en norte, en busca del mar. Ni siquiera se escuchan televisores encendidos en la ciudad. Los que trabajan en la televisin estn muy ocupados gimiendo tras las puertas de sus casas. Nada perturbara la tranquilidad del hombre del chaleco marrn. Los asaltadores nocturnos siempre son atrapados por el ro de gemidos y terminan unos con otros abrazados bajo las escaleras de cualquier edificio. De un callejn oscuro salen maullidos de gatos en celo, pero el hombre apenas los escuchara. Sobre el nico banco sano del parque se amontonan las hojas secas. El hombre las apartara para sentarse. En el edificio vecino una ventana ha quedado abierta. La luz se proyecta sobre la acera, justo frente al banco donde el hombre solitario estara sentado. En medio de la luz, sombras negras se mueven. Si el hombre se fijara bien distinguira los torsos, la cabeza y los brazos de los amantes. La cabeza de l se acerca lentamente al pecho femenino, se pierde all y poco a poco baja, dejando ver la sombra de los pezones. Ella apoya las manos en la cabeza de su amante. Los pezones vuelven a desaparecer tras la sombra de sus brazos. La cabeza del hombre se pierde fuera del cuadro de luz. La sombra de la mujer levanta la barbilla y se pasa la lengua por los labios, una lengua que se vera tal vez grotesca si no fuera slo una mancha de sombra en el pavimento. El hombre del chaleco marrn trazara con una ramita seca los contornos de la ventana primero, luego, muy suavemente, los del cuerpo de la mujer. La mujer gime escandalosa cuando la ramita le roza la sombra del pezn. Gime ms alto y ms seguido. Seguramente sus gemidos terminarn en un grito, pero el hombre no la escuchara, ya se habra levantado del banco y caminara calle abajo con las manos en los bolsillos del chaleco. Las hojas secas se amontonan otra vez en el banco.

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Cerca del mar hay una casa donde no se escuchan gemidos. La luz del portal est encendida todas las noches, y en un silln de mimbre se sienta una muchacha. La muchacha teje un abrigo de lana para el invierno que se aproxima y tararea una cancin desafinada. Hasta all llegara el hombre solitario y se parara tras los arbustos de marpacfico para mirarla. Ella tararea y teje. Mira de vez en cuando a un gato gris que duerme en el cantero de las violetas. Sonre y lo hace sin saber que est sonriendo para un hombre de chaleco marrn que tal vez la mira detrs de la cerca. El hombre sentira deseos de hablar con ella, pero sera muy difcil para l perturbar su paz. Y se ira. Regresara a su casa en la parte sur, pidiendo en silencio que los jadeos de sus vecinos hayan cesado. No notara siquiera que la ciudad est callada, que la gente ya no gime tras las ventanas. Llegara a su casa y, sentado en el bao, esperara a que su jicotea asomara la cabeza para ver la hoja seca que le trajo de regalo.

***

Luca o no
La muchacha abre los ojos y se encuentra con unas paredes blancas hasta ahora desconocidas. La ventana abierta deja entrar la claridad libremente. Ella se acerca. El resto de las ventanas del edificio estn cerradas, menos una, de la que cuelga una sbana. En la sbana se balancea un muchacho delgado. Oscila unos segundos y luego se suelta para caer en el jardn. Ella ve cmo emerge de las flores, acomoda sus huesos salidos de lugar y camina hasta la entrada del edificio. ESCENA RETROSPECTIVA: La nia, de unos tres aos, corre por el patio en su triciclo rojo con cabeza de caballo. Se para frente a la puerta de la cocina. La abuela bate unas chirimoyas. La nia se relame, le encantan las chirimoyas. La anciana la mira, sonre y le alcanza un vaso con el batido espumeando en los bordes. Desde el bao la muchacha observa a una mujer que ha entrado en su habitacin. Trae un ramo de flores. Lo coloca en la jarra de cristal verde sobre la mesita de noche.

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Nadia estuvo est tarde y le trajo un potecito con gelatina verdelimn. La muchacha re divertida mirando la montaita dulce que temblequea bajo la cuchara. Mientras ella come, Nadia le acaricia los pies con ternura. ESCENA RETROSPECTIVA: La nia juega en el patio con otro nio ms pequeo que ella. Desde la casa se escucha la voz de la abuela, llamndolos. Ellos se esconden. Esperan que la anciana pase por su lado y entonces saltan riendo. La abuela re tambin. Cuando despierta, el sol ya est en el medio del cielo. Se pone las sandalias y sale a caminar. Un adolescente rapado toca una flauta dulce en el balconcito. Una mujer despeinada conversa en los rincones con los fantasmas. Dos jovencitas saludan a la muchacha entre saltos. sta sonre, pero se niega a corretear con ellas. Otra vez vino a verla la mujer de las flores. La muchacha permite que la peine y le ponga margaritas en la trenza. Tienes un pelo precioso, me hubiese gustado tenerlo as. ESCENA RETROSPECTIVA: Afuera nieva sobre calles extraas. Dentro de la habitacin la nia sopla las once velitas de su torta de cumpleaos, sonre con desgana a la cmara que empua su madre. Luego corta el dulce y pone los platos frente a los muecos de peluche, sus invitados. La muchacha abre la gaveta de la mesa de noche y saca las tijeras. Se para frente al espejo y toma su trenza con la mano izquierda. Est decidida. ESCENA RETROSPECTIVA: La ventana del bao hace un ruido insoportable. Se abre, se cierra, se abre. Nadia arrastra el cuerpo de la muchacha por el piso dejando manchas de sangre. Murmura: estpida, estpida, estpida. La muchacha espera que apaguen las luces y luego sale al pasillo. Entra en la habitacin contigua. En la cama duerme la mujer de las flores. La muchacha saca su tesoro y lo pone al lado de la almohada. ESCENA RETROSPECTIVA: Nadia corta los ltimos mechones. Te gusta as? La muchacha sonre.

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El mdico dice que an no puedes irte. Hay cosas que debieras recordar. Es que no te acuerdas del triciclo rojo? Y de la abuela? La muchacha mira al techo, indiferente. Lo recuerda todo, pero no quiere hablar. Nadia la mira con tristeza y sale a llorar al pasillo. La cabeza roja del caballo hace aos se est pudriendo en un patio ajeno. La muchacha se descuelga por la ventana. Mientras oscila siente la brisa nocturna acariciando su nuca, ahora desnuda. Pronto la sbana se suelta y el cuerpo cae ruidosamente al jardn. Es entonces, all entre las flores, cuando descubre que nunca supo en realidad dnde estaban sus huesos.

***

Lena
Lena hablaba conmigo y esta vez, para variar, el tema no era una de sus habituales paranoias adolescentes. Ni siquiera s de qu hablaba porque no la estaba escuchando. Pero eso no se notaba. Mi vista estuvo todo el tiempo fija en ella. Yo no s por qu la gente piensa que cuando uno la mira le est prestando atencin. Si se hubiese dado cuenta slo servira para aumentar aquellas habituales paranoias. En realidad yo la estaba mirando de pies a cabeza porque Lena es linda, lindsima, preciosa. Por eso, en un impulso incontrolable, la abrac y le di un beso en la boca. Un beso grandote en su boquita linda. Primero ella se asombr y qued paralizada. Despus empez a gritarme eres una tortillera cochinapuerca y de nada sirvi que le dijera que es muy linda cuando no est histrica. Lo peor fue despus cuando me son la tremenda bofetada y desapareci al doblar de la esquina. Me sent tan mal que fui a parar en casa de Dani. Siempre que me siento mal aparezco en casa de Dani como por arte de magia. Le cont a Dani muy coherentemente lo preciosa que es Lena y lo mal que haba hecho dejndome plantada en aquella esquina. l trat de explicarme algo muy tonto sobre la impresin que deba dar una mujer besando a otra en la boca en pleno 23. Le pregunt a Dani dnde quera que la besara. Tal vez l pensaba que existe otro

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lugar mejor para que una mujer bese a otra sin que sta le suene una buena bofetada. No s por qu cuando dije eso Dani se llev las manos a la cabeza y respondi algo que tena que ver con dejarme por incorregible. Yo no entend mucho, en realidad no entenda casi nada de lo que estaba pasando. Dani me pregunta por qu no le doy un beso a un hombre y yo le di uno ah mismo. Un beso grandote en su boquita linda. Me dijo que yo estaba loca y se fue a orinar.

replay

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jorge enrique lage
(habana, 1979)

ilusiones y artefactos

Su nombre era Violeta. Violeta Venus. Pero todos le decan La Catapulta. Por qu? le pregunt por fin esa noche, en su casa, ella sentada en una cama (su cama) llena de peluches, ella misma un peluche grande con ese abrigo de piel en el que caba dos veces. Aproximadamente una hora atrs la haba vuelto a ver, despus de aproximadamente unas 20 mil horas sin verla, y pens: Qu flaca se ha puesto, y pens: No hace tanto fro, y ella oh, sorpresa tuvo la inspiracin de reconocerme al instante: Se me acerc tambaleando por un pasillo de luz sucia de un lugar llamado La Madriguera, nombre bien puesto. Enredados en una esquina, asexuados y plidos, dos vampiros se laman los labios. Haba un fondo de rock oscuro. Y en medio de todo aquello sus ojos ojerosos, nublados de azul bajo una lluvia de pelo revuelto y sin lavar, y yo pensando cunto me gustara robarle esa imagen tan definitiva y a la vez qu diablos podra hacer con ella nada, lo juro, no se me ocurri nada. Cuando la tuve entera frente a m, le dije: Te pareces a Liv Tyler despus de incendiar una farmacia (hubiera bastado Liv Tyler en La Madriguera), y ella sonrisa y alcohol en la voz, de pronto dicindome: Anda, mi amor, scame de aqu. Por qu qu? dijo expulsando las sandalias con un movimiento brusco de ambas piernas que tambin expuls mi mirada. Luego se quit el abrigo inmenso, como una tercera o cuarta piel. Observ con cierto nerviosismo que las libras que haba perdido, ni tantas ni tan importantes, no la hacan menos deseable. Quizs todo lo contrario. El abrigo vol y se hizo un bulto en una esquina del piso. Yo me sent hecho un bulto en esa misma esquina y precis la cuestin: Por qu te dicen as. Ella mir la tarjetica en mi mano y dijo un Aaah que era todo un himno al cansancio. Habamos caminado mucho, por calles demasiado vacas. Yo al lado de esa imagen que se iba corporeizando poco a poco. Ella mareada y

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soolienta, colgada de mi brazo. (En algn momento sent que era mucho ms que una mujer. Junto a m caminaba la resaca tarda de toda una dcada, de todo un universo que no volver a vomitar nunca ms.) Hablamos, con mediana coherencia, de un montn de cosas. Todas en pasado. Como el hielo de la madrugada nunca es para tanto, le pregunt y ella dijo: Nunca en mi vida haba tenido tanto fro, creme. Y le cre. Y le hubiera credo cualquier cosa. El abrigo era de piel de oso panda gigante de los bosques de bamb del centro de China. Su casa era un apartamento con vista al mar en uno de los seudorrascacielos del Vedado. Por el momento viva sola. Me invit a pasar y yo declin la invitacin enrgicamente. Cuando entramos a su cuarto, de pura adrenalina mis dedos se pegaron a la tarjetica de presentacin que reposaba sobre la cmoda. Le, otra vez, lo que ya tanta gente me haba dado a leer: VIOLETA VENUS [email protected]
Si encuentran malo este mundo, deberan ver alguno de los otros.

La frase era de Philip K. Dick. No consider apropiado sealrselo. T no quieres saberlo dijo a continuacin del Aaah, y al instante estuve de acuerdo con ella. Yo no quera saberlo. Yo no quera saber nada. Pero de alguna forma, no s cmo, yo siempre termino sabiendo. Por ejemplo: minutos atrs haba escuchado de sus labios (por primera vez de sus labios) la versin oficial de ciertos hechos1. Algo sucedido en la prehistoria, aquella psicosis depresiva de los primeros noventa. Un relato digamos que real, devenido leyenda urbana. Ella, una amiga gorda, un pintor loco que la volva loca y era el amante de la amiga gorda y en ocasiones su amante. A partir de ah todo es confuso, an en sus labios por primera vez. Hay literatura, fotos pornogrficas, decapitaciones. Algo as como una guillotina o artefacto similar que no supe exactamente qu pintaba en todo aquello, de dnde sala, dnde meterlo. En cualquier caso, estaba relacionado con una experiencia terrible para ella. Dijo: Grit todo lo que iba a gritar el resto de mi vida. El pintor se fue a Francia, huyendo de algo que no era la polica. Su firma puede hallarse en las escasas copias digitales de un leo a medio hacer, donde las manchas simulan con precisin una mujer mueca inflable. Y todo eso haba sucedido justamente ah abajo, tres pisos downstairs y otras manchas pero no de pintura, y lo nico que faltaba por sugerir era que aquel apartamento reciba visitas regulares de ciertos fantasmas. En fin, una historia completamente idiota.

La no oficial, la torpe ficcin, es un relato que lleva por ttulo La Mquina (2001), de Jorge Enrique Lage.
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Solt la tarjeta antes que mis dedos tomaran la decisin de hacerla pedacitos. Violeta haba saltado de la cama, descalza, y ahora registraba dentro de un closet. Cierra los ojos. Obedec. En determinadas circunstancias lo ms excitante, lo extraordinario, es no ver a una mujer desvistindose. Cuando volv a mirar ella estaba acostada, los ojos cerrados, cubierta hasta la barbilla por una colcha espeluznante. Dispora de peluches en el suelo: Una pantera rosa. Un hipoptamo travesti. Un dinosaurio con la lengua afuera. Pens: Tengo que salir de aqu. Claustrofobia: Ella se ha quedado dormida y yo me he quedado encerrado aqu dentro con ella, qu miedo. Voz de sonmbula en off: Me traes un poco de agua? Hay vasos encima del refrigerador aclar. Slo que yo no saba dnde estaba el refrigerador. Anduve por el apartamento encontrando otras cosas, como un libro de poemas escrito con musas que se han movido y cuya dedicatoria le obsesivamente, tres o cuatro veces seguidas hasta dar con la cocina. Para Violeta V., que entiende de estas cosas mucho ms Cuando volv al cuarto encontr la cama vaca. Sin el menor asombro, me dije: Ha desaparecido. Al fin. Ya era hora. Apago la luz y me voy. Te asustaste? pregunt, cerrando la puerta detrs de ella. Estaba en el bao me quit el vaso de la mano. Gracias. El rostro mojado. Un pulver blanco del Che hasta los muslos. Le mir los muslos y los pies. Temblaba. A la mitad del agua (de pronto dese con demasiada fuerza verla beber de un bibern) reconoci el libro en mi mano y dijo, con hincapi burln en las comas: Hay, al sur de la Habana, entre el verdor y el oro, un sitio destinado a los juegos. Es un sitio tranquilo, dicen, muy bueno para las mutaciones... Yo nunca he ido a ese lugar, slo por temor a no volver ataj de memoria. Conozco el poema.

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Y yo conozco al poeta termin de chuparse el agua y me devolvi el bibern. Una vez estuvo aqu. Y diciendo eso salt a la cama. El pulver deca por atrs: HASTA LA VICTORIA SIEMPRE. Bajo l se revel un filo de blmer del color de la pantera. Apaga la luz y ven susurr. Apaga la luz y ven: Aqu debo hacer una pausa. Para clavar el instante: Ella ya muy lejos, la cabeza cubierta, un bulto bajo la colcha, un cuerpo vencido por el sueo, un sueo vencido por la anarqua. Yo de pie y de vuelta a la claustrofobia. En una mano el librito de poemas, triste como una bomba desactivada. En la otra, el tete que ella haba humedecido con su boca, la huella que dejaron sus labios expertos al acariciar la goma como un pezn. Solt las dos cosas, pezn y bomba, y me desvest lentamente. Mirando por la ventana: la luna, el oleaje, los helicpteros. Apagu la luz y fui. Ella se despert en cuanto la toqu. Debajo de aquella colcha haca un calor espeluznante y se lo dije al odo, procurando que sonara lo menos ertico posible. Pues yo estoy muerta de fro me record. T ya ests muerta de todo me pas por la cabeza decirle, pero ella empez a besarme la boca, mantenindola ocupada con mil ejercicios hasta que abri los ojos para mirarme como si me reconociera despus de mucho tiempo: expresin idntica a la de una hora atrs en un pasillo de luz sucia de un lugar llamado La Madriguera. Entonces pregunt si ya me haba contado Aquello. Tres pisos downstairs pero no, por favor, le ped. Con una sola vez es suficiente. Ella hizo una mueca: Se lo cuento a todo el mundo, no lo puedo evitar. Yo pens: Ests traumatizada hasta los huesos, se nota. Y por decir algo, dije: A lo mejor es un peso que no te has logrado quitar de encima. No, un peso no dijo. Quizs un contrapeso. Los pesos van y vienen, los contrapesos son mucho ms difciles de mover. Era una teora interesantsima. El cerebro como cajn de falsos equilibrios mecnicos. Nada ms. Disculpa, de dnde sacaste eso? Ni me escuch. A besarme otra vez. A besarnos ms veces. Por todas partes.

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T no quieres hacerlo, dijo. Pero ya era demasiado tarde para estar de acuerdo con ella. No, yo no quiero hacer nada, dije. Y comenc a desnudarla. El pulver del Che por el piso. Mis manos atrapadas en el blmer. T no quieres hacerlo, insisti. Frotndose contra m como una veinteaera venenosa. No, por supuesto que no quiero. Y acarici sus nalgas de revista. Y el tatuaje del que ya tanta gente me haba hablado: la dobleuve inicial de su nombre: el smbolo de uno de los metales ms duros. La penetr. Sent su apresurada humedad. En algn momento sent que era mucho ms que una mujer. Debajo de m se mova una ilusin de todos los sentidos. Realidad qumica con uas largas. Leyenda convertida en leyenda. Una especie superior. En plena subida, comenz a pedirme que terminara. Pero yo quera provocarle (no s por qu) el orgasmo ms estrepitoso de esa hora en el planeta. En plena subida, me deca que no, no, no. No poda. Ella no poda. Pero pudo. Claro que pudo. Precisamente por eso es que lo estoy contando. Dej escapar fragmentos de voz, arandome la espalda, sus piernas cerradas sobre m como una gigantesca tenaza de metal blanco, apretndome, y yo sal disparado dentro de ella, en el vaivn creciente de sus contracciones, y a continuacin sal disparado fuera de ella. Por los aires. Literalmente. Como un proyectil. Volando. Fuera de m. Hasta caer muy lejos. El impacto, menos mal, fue contra un colchn. Una cama desconocida con una mujer desconocida. Justo debajo de mi cuerpo (me dola como si tuviera fracturas en lugar de huesos) haba una triguea que se pareca aceptablemente a Liv Tyler. Algo se me desliz all dentro, en el cajn del cerebro. Su nombre era Violeta. Violeta Venus. Pero todos le decan La Catapulta. Me mir unos segundos. Disfrut unos segundos de su respiracin agitada. Cerr los ojos.

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Me pidi que me fuera. Yo no encontr qu pedir y al levantarme le lanc un vistazo despedida a su cuerpo: Haba engordado. No vi el tatuaje al final de su espalda, all donde deba estar. Ella volvi a cubrirse. Con una colcha todava ms grande. Un par de golpes me bastaron para ubicarme en el nuevo cuarto. De cierta forma, todo estaba igual que antes. Hasta mi deseo. No haba sucedido NADA. Y escribiendo como los locos: Cul deseo? O peor an: Deseo de qu? Me vest rpidamente. Mirando por la ventana: el amanecer ya haba disuelto la luna. Sustituyendo al mar, qu gran detalle, una planicie fangosa y sin oleaje se extenda hasta ms all del horizonte. En el suelo, (un murcilago bizco) (una conejita con las orejas manchadas de sangre) (un oso panda gigante de los bosques de bamb del centro de China) los peluches tenan ahora el intenso look de las cosas que te persiguen y pueden matarte. Y de pronto Violeta, desde su eterna madriguera, con voz de sonmbula: Perdname. No s de qu ests hablando. S, s lo sabes. No s por qu razn en ese momento decid ocuparme un poco del reguero. Borrar de aquel cuarto toda huella de espectculo sexual. Acaso porque no quera salir de all sin la seguridad de sentirla dormida. Dormida dormida. Acomod, mecnicamente, hasta las cosas que nada haban tenido que ver conmigo y que yo ni siquiera recordaba. Como cajas de cigarros y cajas de balas de colores. Ceniceros. Pistolas. Pastillas. Acomod su ropa. No estaba aquel pulver blanco del Che hasta los muslos siempre. Aunque supongo que eso ya no hay que decirlo. O peor an: supongo que nunca haba estado. W volvi a hablar: Que tuviera mucho cuidado. Que eso-all-afuera iba a estar lleno de tneles. Muchos tneles. (Tena razn.) Y seudorrascacielos vacos, tambin. Y ruinas bajo helicpteros. Y

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temperaturas bajo cero. Y que por favor acabara de irme porque si no no iba a poder dormir. As que acab de irme. Como no saban cundo la volveran a ver, al salir mis dedos se pegaron a la tarjeta de presentacin con la frase de Philip K. Dick. El lema de un visionario vencido. Si encuentran malo este mundo Mientras caminaba hacia la planicie fangosa y sin oleaje, pens varias veces: Cul mundo?, y pens por ltima vez: Qu remedio, tengo que hablarle de ella a alguien. Tengo que hablarle de esto a alguien. Porque a alguien tengo que encontrar en esto-aqu-afuera. O no?

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laura llama desde manhattan


THIS IS NOT AN EXIT

Bret Easton Ellis


(American Psycho)

Laura llama desde Manhattan y me dice que lo siente. A ella nunca le pas por la cabeza llegar tan lejos. Yo le pregunto qu quiere decir con lejos, dnde (y cundo) estableci el maldito punto de referencia. Laura respira hondo, me repite que lo siente, la iba a perdonar, s o no? Yo abro el cuaderno de nuestra vieja historieta: adentro est la foto que me mand. Le digo que qued de lo ms bien, con ese fondo de rascacielos fantasmas y acariciando a una bestiecilla peluda del Central Park, indudablemente un canguro, no es cierto? Laura hace silencio, me pregunta de qu demonios estoy hablando. La situacin era sta: Un cartel hasta la avenida 26 que deca cerrado closed pero ella, de todas formas, quera entrar: Saltemos la cerca dijo. Saltemos? dije. Despus de mucho trabajo no logr convencerla de que no me iba a convencer. Rendido, la escuch fabular: T vers cmo nos vamos a divertir all adentro con un guio de ojo que prometa.

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Y efectivamente, nos divertimos mucho. (Qu entienden ustedes por diversin?) Saltamos adentro muertos de la risa. La cerca no estaba lo suficientemente electrificada ni era lo suficientemente alta como para matarnos. Ella quera ver los lemmings. Yo, en el papel de gua, le dije que no tenamos lemmings. Ella me pregunt si saba que los lemmings se suicidaban en masa. Yo le dije que los lemmings no son ninguna secta religiosa, sencillamente se ahogan por no saber la diferencia que hay entre el mar y un lago cualquiera. En esas y otras divagaciones similares llegamos al foso de los leones. Anocheca. Qu es eso? pregunt ella, sealando un bulto ms o menos deforme tirado en el suelo. Inmediatamente despus solt un grito. Nos acercamos hasta confirmar que era Pues s, un nia descuartizada. Le calcul unos cinco, seis aos. Le faltaba un brazo. Las piernas eran dos muoncitos secos. El vestido, cuya tela exhiba seales de zarpazos rojos, no alcanzaba a cubrir una costillita por aqu, una tripita por all. Conectada al cuerpo por breves tiras de msculo, la cabeza (abiertos en susto los ojos azules, trenzas rubias) era el detalle ms perturbador. Tiene cara de llamarse Alicia observ. Ninguna de las dos dijo nada. Se oy un rugido. Y otro. Hasta ese momento no se me haba ocurrido relacionar el hallazgo con los inquilinos del foso. Fueron ellos seal. Hay una reja por el medio. No te has dado cuenta? Su voz estaba representando el descuartizamiento. Con las cuerdas vocales. A lo mejor es que estuvo adentro, jugando al safari. Y por qu ahora est afuera? Quin la sac? Le ped que visualizara a los leones (algn tipo de huelga) arrojando con un movimiento poderoso de la cabeza, estilo reyes de frica, sus sobras por encima de la reja. Bastante alta, por cierto. Absurdo. Nadie puede entrar ah. Y mucho menos los nios. Absurdo? Ests segura? No, claro que no lo estaba. Yo descubr que ya era tarde, ya me era imposible parar y me escuch decirle que, sin duda alguna, Alicia no

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entr sola: los ogros cuidadores del foso la acompaaron para luego dejarla adentro. Pero a quin se le ocurre darle nias a los leones? Argument que los leones tenan que comer algo. Se oy un tercer rugido, ms lejano, que poda provenir de casi cualquier animal. Entonces ella, en un ejercicio de frialdad desafiante, dijo que haba que devolver la nia al lado de all. Para que se la terminaran. Aqu no se puede quedar me mir. Aqu no se puede quedar repet, tratando de leer su mirada, repitindome que algo andaba definitivamente mal entre nosotros, todo intento de lectura era de antemano un intento equivocado y aquello pareca no tener remedio. Levant el cuerpo por el bracito y ste se desprendi. Escuch el sobresalto de mi supervisora y el golpe seco del crneo contra el suelo. Simultneamente. Arroj el bracito al foso sin mayores dificultades. Ahora no tena por dnde agarrar firme. Alc a la nia por los muones y de pronto la nia no pesaba, como si estuviera vaca por dentro. Como si fuera una mueca de plstico roto. Ten cuidado. Descuida, no te la voy a tirar arriba. No, aquello ya no tena remedio, cranme. ramos dos soledades de plstico cada vez ms duro. O sea: cada vez ms mutante. Ejecut un par de giros impulsores, estilo lanzamiento del martillo, y solt el cuerpo al aire. La cabeza se desprendi, pero para entonces ya se haba elevado a una altura ms o menos correcta. Ambas piezas se estrellaron al otro lado de la reja, rodando sobre las piedras. Los leones no se movieron. Me di la vuelta y la mir: tensa belleza, sonrisa tensa, aplausos sin especial energa. Era el fin. Dije: Bienvenida al zoolgico de las maravillas. Yo no me llamo Alicia, corazn y vino hasta m despacio, como calculando demorar el abrazo que iba a darme. Laura llama desde Manhattan y me dice que ha visto, de lejos, a Bret Easton Ellis. Luca viejo, me dice. Muy viejo. Se vea cansado. Releo al psicpata de hace unos veinte aos: La de cosas que podra hacerle a esta chica con un martillo, las palabras que podra grabarle en el cuerpo con un punzn para el hielo. Nunca fuiste un chico malo de verdad, pienso. Siempre fuiste un escritor.

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Le record: Tenemos una conversacin pendiente. No lo olvides. Ella asinti: Pero ahora no, por favor. Ms tarde. Antes de irnos. Pasamos jaulas, quioscos, se encendieron las farolas. Los grillos. Postes con flechas con dibujos de animales. Hechos por animales. Por todas partes el bombardeo de informacin: Nombre comn, Nombre cientfico, Lugar de procedencia y Currculum. Ella y yo ramos lo ms parecido a una especie superior en un radio de quinientos metros. (Dentro de muy poco nos daramos cuenta de que no estbamos solos.) Ella quera ir al pabelln de las aves. Yo le dije que no soportaba ms de dos o tres minutos el zumbido de los pjaros electroacsticos. A esta hora deben estar dormidos. Dormidos tambin zumban, lo que menos. Nen, por qu eres tan neurtico? No lo soy. No s por qu la gente la tiene cogida con eso. Silencio orden de pronto, en voz baja. Mira! S, ya lo haba visto: una figura gruesa a la que le costaba trabajo caminar hacia nosotros. Un borracho en el lugar equivocado, coment ella. Un extraterrestre en el lugar inevitable, pens yo. Era las dos cosas. Buenas noches pronunciar no era su fuerte. Encantado de conocerlos alz una botella de agua mineral. Quieren un trago? Ella acept. Se empin la botella y yo dese estar dentro de una de esas burbujitas que surfeaban los pliegues de su lengua y bajaban por su esfago hacia otras profundidades. Los intestinos, la sangre. Con un poco de suerte: su corazn. Mi nombre es Bruce. Soy del planeta Arachnoid. Lo mir sonriendo. Usaba una especie de traje de buzo, plateado. Sin motivo natural, de pronto perdi el equilibrio y cay al suelo, con un ruido como el que hara una babosa gigante al caer. Mientras lo ayudbamos a levantarse, sigui: Vamos a invadir dentro de muy poco. Mi misin consiste en recoger la mayor cantidad de datos que puedan sernos tiles en la conquista y colonizacin de la Tierra. No ests en el mejor lugar para hacer tu trabajo dije. Cundo sera dentro de muy poco? indag ella. Segn nuestro cmputo temporal, vena siendo ms o menos en el siglo XXIV. Todo un asunto bien planeado, qu nos creamos (puro

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tpico, hay que crerselo). Por supuesto, l no era el nico explorador, estamos hablando de muchos extraterrestres encubiertos, infiltrados, caminando por ah como si tal cosa (lo cual no era ninguna noticia). Por el momento, a manera de ensayo, habr lneas de fuga fractal y pequeos terremotos (no nos explic qu era una lnea de fuga fractal ni qu poda ensayarse con un terremoto). Ah, y nosotros no imaginbamos cunto le gustaba el sabor del lquido, le haca sentir en otra galaxia (de hecho, estaba en otra galaxia). Otro picotazo a la botella de agua mineral. Otro tambaleo que no termin en el piso porque intervinimos. De pronto ramos grandes compaeros de juerga o algo as. l pregunt por dnde se sala del zoolgico. (Alguna vez han preguntado ustedes por una salida?) Yo le dije que, una vez adentro, ya no haba forma de salir. Ella, amorosa con todos, vengan del planeta que vengan, le indic el camino hacia una cerca o muro que de todas formas l no iba a poder saltar. Cuando Bruce se fue, me dijo: Siglo XXIV, te das cuenta? Hay tiempo de sobra para conversaciones pendientes. Y para muchas otras cosas... Sonri. Sonre. Le acarici una mejilla iluminada por la linterna llena de la luna. Haba una linterna en el suelo. Nos besamos. Igual podamos prescindir de ese beso. La linterna, dejada por Bruce al caer, estaba al lado de una zona de humedad pegajosa, tambin dejada por Bruce al caer. La recogimos. Nos servira para iluminar las caras emplumadas de los habitantes del pabelln. Papagayos. Gavilanes. Buitres. Rapaces con alzheimer. Cacatas que parecan barcos de vela naufragados. Y el chorro de luz de la linterna de pronto adquiri una consistencia cegadora. Los alambres metlicos retrocedieron a la nada. En la reja iluminada circularmente se abri un hueco circular. Apagu. Qu hiciste? casi grit ella. Nada. Mover el interruptor de esta mierda para ver si alumbraba ms. Entonces, sonando y volando a todo volumen, la jaura de pjaros electroacsticos escap por el hueco de la jaula. Ella y yo los vimos separarse en el cielo, contra la luna, trazando lneas entre las estrellas. Ella tapndome los odos y yo mirando el cielo, la luna y las estrellas con la preocupacin de quien ve libres, en fuga, las lneas de su propia neurosis.

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Laura llama desde Manhattan y me dice que un terremoto local ha tirado al mar la Estatua de la Libertad. Habla como si hubiera acabado de ocurrir al lado de ella, como si an tuviera el corazn hmedo de adrenalina y el vestido salpicado de agua. Puedo contar las gotas de felicidad en su voz, como si no tuviera otra persona con quien compartir esa aficin tan suya a ver caer las estatuas, como si por fin se hubiera decidido a salvar algo de nosotros: tal vez nuestra aficin a ver caer las estatuas, no importa de quines sean ni quines las levanten. Seguimos divagando: Porque resulta que no eran slo los lemmings, esa partida de locos raros. Otros roedores haban sido convenientemente excluidos: Los conejos, porque no hay que exhibir a los destinados a ser comida, carne, proveedores de rganos para estudiantes asqueados. Las ardillas, porque all en los rboles, bien controladitas, cumplan mejor su funcin de distraer a los nios y a las nias, algunos de ellos tambin asqueados. Y sobre todo, las ratas, por el delito mayor de ser ratas, esos bichos perifricos y fuera de control, casi tan resistentes como las cucarachas. Ah no, claro, ningn insecto. Nada de insectos. Y mucho menos las cucarachas. No era ese lugar una violencia? Un intento de mostrar la fauna que no es? No le des ms vueltas, mi amor me interrumpi ella. Eso ya no es el zoolgico, es todo. En todas partes es lo mismo. Ese es el problema. No puede ser lo mismo en todas partes. Etctera. Agotada su lista de cosas interesantes que haba que ver all dentro, nos quedaban esos pasatiempos en voz alta. Interpretar en la oscuridad. Caminar en la oscuridad. Demorar el otro dilogo, el que poda ser el ltimo. Entonces apareci otro alguien delante de nosotros: una silueta inmvil se recort bajo la luz mal combinada de un farol y la luna. Al acercarnos, vimos lo que poda interpretarse como una mujer. Con voz profunda, sin disimulo masculina: Buenas noches. Paseando? Una nochecita romntica? Ah, s le dije, muy romntica conteniendo las ganas de explorarle la cara con la linterna (supuse que bastara el dedo mal puesto para pulverizarle las facciones) y volviendo la vista a mi compaera de paseo.

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Ella le sonri a ella. O a l, porque de mujer-mujer slo tena algo de maquillaje y la ropa: un vestido elegante, largo y sin mangas. Un cuaderno en el brazo de vellos y msculos bien dibujados. Un lpiz entre los dedos de uas bien pintadas. Nos dijo que era dibujante. Y pintora. Su nombre era Sandra. Mucho gusto. Ahora mismo iba a tomar unos bocetos de los monos explic, y los monos se pegaron a sus barrotes para vernos mejor, hacer mejores bocetos de nosotros. Qu fcil perderse a estas horas por aqu, verdad? dijo cuando ya todo indicaba que iniciaramos una larga conversacin con un ser terrcola. Me gustara dibujarte confes despus (y por supuesto que no se refera a m), al final de esa larga conversacin donde supimos de sus viajes por el planeta Tierra: Sandra hablando de pases y lugares, Europa, Asia, aguas y desiertos, y ella confrontando su lista de cosas interesantes que haba que ver all-afuera, quiero decir, mucho ms afuera del zoolgico aunque en todas partes sea lo mismo. Al final de una conversacin que borde el coqueteo: Sandra recorriendo con miradas furtivas cada curva de ella, hasta las curvas menos peligrosas, al tiempo que disfrazaba palabras de elogio a su belleza, muy merecidas por cierto, y yo escuchando y observando de lo ms callado y divertido. No tena la menor idea de cmo reaccionar. Dibujarme? Ahora? S. Pero desnuda. Ella se pusa seria. Yo me puse serio. Sandra tambin se puso serio. Dijo: Soy una artista profesional. No se nota? Ella me mir. l me mir. Yo las mir a las dos. No dije nada porque comprend que esperaban que yo dijera algo. Me limit a reponer la sonrisa. A sostener la ropa que ella me daba a medida que se la iba quitando. La blusa, los jeans, etctera y etctera. Todo. Sandra sugiri una postura y empez a dibujar. Muy rpido. Los monos empezaron a masturbarse. Un poco ms lentos. El lpiz de Sandra pas de la velocidad a la violencia. Las pginas del cuaderno pasaron a llenarse a un ritmo increble. (El ritmo impuesto por una desnudez increble.) Otra pgina. Y otra. Y otra ms. Con qu demonios las estaba llenando Sandra? Cuntos miles de desnudos se propona hacer? Distintas variaciones en la postura de la modelo. Perfecta blanqusima la piel en la luna. Hacia el final de la sesin ya casi todos los monos haban eyaculado.

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Sandra bot el mocho de lpiz. Vino hasta m y me dio el cuaderno y me mir filosficamente. Yo tambin fui deleuziano dijo. (Ustedes me pueden explicar qu significa eso?) Deleuziana le rectifiqu de todas formas. Da igual como lo digas sonri. No vas a cambiar nada. Unos minutos despus estbamos sentados. Sandra ya se haba ido. Yo hojeaba el cuaderno. Ella, recin vestida y al parecer molesta, le tiraba cosas a los monos (los monos tambin le tiraban cosas a ella). Los dibujos de Sandra, mala sorpresa, no eran desnudos a lpiz sino vietas de cmic: una historieta furiosa que ocupaba casi todas las pginas en blanco. Ella pregunt: Qu haras t si yo me fuera? Si te fueras adnde? No s. Lejos. A Nueva York. Siempre he querido ir a Nueva York. Me entero ahora. Dime, Qu haras? Nada le dije. No hara absolutamente nada. Laura llama desde Manhattan y me dice que en una boutique de la Torre Eiffel subastaron las cenizas de Paris Hilton. Que por alguna razn la Muralla China ya no est en China (y t sabes bien dnde est, me dice). Que en cierta aldea escondida del Himalaya habl de Literatura Y con el Yeti. Que las cataratas del Nigara son mucho ruido y poca agua, lo ms lindo son los suicidas plateados en traje de buzo. Que ha tenido sexo de casi todos los colores en casi todos los hoteles de Venecia. Que dentro de una de las pirmides de Egipto perdi la linterna del extraterrestre y un rato despus, al salir, se dio cuenta de que estaba llorando. Te excitaste all, mientras l me dibujaba? Lleg un momento en que estbamos, literalmente, perdidos. Perdidos en el zoolgico, quiero decir. O a causa del zoolgico. Todava te excita verme desnuda? Ella conoca las respuestas (No a la primera y doble S a la segunda: vestida tambin), de modo que no hice caso a las preguntas. Dej que me acariciara una dudosa ereccin. Aparentemente, el cmic trataba sobre nosotros. Al principio se mova en la cuerda ertica soft pero despus comenzaban a entrar y salir dibujitos extraos, monstruos de marca mutante, caracteres y personajes ilegibles. El guin se enroscaba frentico. Ella haba

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opinado que era algo as como una historieta del absurdo fractal en clave ciencia-ficcin y terror pulp. Dios mo. Pero qu va: escapaba de todo eso. Escapaba, creo, hasta de s mismo. Y por supuesto, no haba ningn final. Ahora nos besbamos. Habamos dejado de caminar y nos besbamos casi con rabia. Le toqu los senos bajo la blusa, met las dos manos y le acarici las nalgas y el sexo bajo el blmer. Ella hizo cosas parecidas conmigo. Siempre ganaba. Era muy hbil, muy precisa. Antes de darme cuenta ya correteaban por delante de mis ojos los especmenes de la peor fauna lasciva. Cada vez ms rpido. Atropellndose. Sus manos contuvieron el chorrazo de semen. Dame el pauelo pidi. Se lo di. Se limpi. Luego dijo: Me vas a hacer un ltimo favor, verdad? y enganch un gesto a la cerca ms prxima, tras la cual dormitaban dos canguros: uno grande y uno pequeo. Madre e hijo, supuse. Lo que no supuse fue lo que ella tena en mente. Me lo hizo saber. Ests loca? dije. Yo no me voy a robar ningn marsupial. Ni siquiera saba que estaban aqu... A propsito, dnde coo estamos? Aquello se me pareci de repente a un cuento de psima antologa de jvenes canbales italianos. Ya no tan jvenes y nunca tan canbales. Oye, yo acabo de tener un detalle contigo. Qu te cuesta traerme el cangurito? Pero qu razonamiento es ese? explot. Me haces un paja y tengo que traerte un canguro. Si lo hubiramos hecho que te tengo que traer? El mamut? Nunca lo hubiramos hecho se puso seria. No aqu dentro. Y t lo sabes. Nos miramos largamente. De pronto no estuve seguro del significado de ese aqu-dentro, su verdadero alcance. De pronto no estuve seguro de ningn significado. Entonces, para qu seguir? Y por qu no seguir? Le di la espalda y me encamin hacia la jaula. Trab las manos en la reja. Sub. Nada ms fcil. Ella repeta: Ten cuidado, Ten cuidado, Ten cuidado. Yo pens: No importa. Estoy acostumbrado a caerme. Y t lo sabes. Ca adentro de un salto. Mam canguro no se dio por enterada. El cangurito dorma a unos pasos de la bolsa de mam. Alrededor todo era piel amarilla de hierba muerta, con pstulas de tierra. Me acerqu con estilo.

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El cangurito no protest, no abri los ojos. Ni falta que haca. Ya yo lo estaba cargando y me retiraba a pasos inaudibles. Ella me animaba desde afuera con gestos tambin inaudibles. Ella, de pronto, dio una altsima voz de alarma. Paralizado, me volv para ver cmo la canguro terminaba de despertarse. Era grande. Muy grande. Me mir sin el menor asomo de comprensin o simpata. Demasiado instinto maternal a la vista. Buenas noches le dije, pensando que no vala la pena correr: un salto suyo cubrira cualquier distancia. CORRE CORRE me gritaban desde el otro lado, y ni siquiera me pas por la cabeza negociar el cangurito: sin dejar de mirar a su madre, inici una lenta marcha atrs. Error al cuadrado. Esquiv el ataque rodando por el suelo. La bestiecilla peluda se escurri de mis brazos. SAL DE AH. Qu fcil se dice. Me levant vestido de polvo y sin tiempo para pensar. La canguro volvi a embestirme. Me libr con un modesto saltico hacia un lado. Corr. Alcanc la cerca. Ella golpeaba la cerca y mis dedos. SUBE SUBE SUBE. S, comenzar a trepar. Pero haba un detalle: antes de que pasara un segundo mi espalda indefensa iba a recibir un buen trastazo, quizs un mordisco. Me di la vuelta. Esquiv de nuevo. Cuando la canguro pate la cerca, mi espectadora solt un grito que debi haberse odo en otro planeta. En Arachnoid, probablemente. El cangurito asom la cabeza. El hecho de que ya se hubiera metido en la bolsa no supona el fin de las hostilidades. NO TE QUEDES PARADO. En algn momento pens, casi indiferente, que aquella basura poda volverse eterna. Saltar hacia aqu o hacia all. Frecuentar el suelo. Escurrirme. Recibir coletazos. Correr. Correr en vano. TRATA DE SUBIR AHORA. Pens que no conoca ni haba conocido nunca a esa mujer que gritaba y corra (tambin en vano) del otro lado de la reja. Pens que los canguros son como jerbos gigantes. Que los jerbos eran otros roedores excluidos. Que un amigo dijo una vez que los jerbos son rizomas. Y que nunca me interes saber qu carajo eran los rizomas. A alguien le interesa? (Ustedes se consideran una especie superior?)

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Aqu la especie superior soy yo, me dije, esto se tiene que acabar, y en ese momento vi a la infatigable canguro detenida, estirando las patas delanteras, ponindose un par de guantes de boxeo color rojo chilln. Muchos aos de dibujos animados detrs de ese gesto. Volvi a saltarme arriba. Recog del suelo un puado de tierra y se lo lanc a los ojos. Luego, me lanc a escalar la reja. Dio resultado. El cangurito gritndome insultos en un ingls de bolsa mientras la madre dejaba sus ojos en los guantes de tanto frotar. Afuera me recibieron los ojos de ella. Sus ojos cargados. Quizs de angustia. Quizs de sueo. Laura llama desde Manhattan y me dice que ha despertado con ganas de verme. Yo le digo que es probable que no haya despertado todava. Despus soy yo el que despierto. Desayuno imgenes, fragmentos encontrados. Laura en pedazos mordidos y dispersos, la huella de mis dientes, Laura collage, Laura lejos. Laura fantasma entre rascacielos. Me enjuago la cara y el sueo y trato de mirarme en el espejo pero el espejo est defectuoso. Froto el cristal. Nada. Sigue empaado. Vuelvo a frotar y de pronto descubro que en realidad no tengo ganas de verla, y me digo: No, t no tienes ganas de verla a ella. (Ha pasado tiempo.) T tienes ganas de verte en ella. Empec a hablar: Empec a hablar del fin: Empec (ya era hora) a ponerle fin a esta historia: Pero por favor, obviemos las ltimas vietas, no es porque algo acaba de suceder en esa jaula, no tiene nada que ver con esto, mira le ense moretones, sucios araazos, la sangre de mis manos. Es un asunto viejo y lo sabes. Ya no tiene remedio y lo sabes. Ella asinti: Tampoco hay que estar buscndole remedio a todo. Es ridculo. Bueno respir, pues ya va siendo hora de salir de aqu, no te parece? Me voy a ir yo sola. Pero antes quiero que me digas... Puntos suspensivos: quera que le dijera lo que pensaba escribir. Quera saber si yo iba a escribir sobre ella. Si alguna vez haba pensado escribir algo sobre ella. Qu cosas haba pensado y cundo y hasta dnde sera yo capaz de llegar. Todos los borradores pasados en limpio dentro de mi cabeza.

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O sea: lo nico que yo no poda regalarle. Ni siquiera como souvenir, estatuillas de mi libertad. Y sin embargo lo hice. De pronto me sorprend dicindoselo todo y de pronto descubr que ya era tarde, ya me era imposible parar y segu fabulando suicidamente, como hasta hoy, esperando que ella no entendiera nada. (Ustedes han entendido algo?) Ahora, como es lgico, viene la parte en que ella se enfurece y me cae a golpes. Primero una galleta. Dursima, mas pura introduccin. Qued dcilmente a la espera de lo dems, pensando en todas las cosas que podra hacerle a una chica con un martillo... Las palabras que podra grabarle en el cuerpo con un punzn para el hielo. Un piazo boca nariz. Otro (sin guantes) directo al ojo. Un tercero al abdomen. Me dobl. Termin de caer al suelo tras la infaltable y muy precisa patadita en la entrepierna. Un poco ms de pateadura (espalda, costillas) y se agach para agarrarme la cabeza por el pelo, buscando mi rostro. Eres un insoportable morboso hijo de puta me susurr al odo. O una combinacin similar. Yo hubiera aprobado cualquier orden de adjetivos. Me levant. Sangre nuevecita, ahora en los labios, ahora s estaba hecho todo un nervio de dolor, sin adrenalina. La vi alejarse. Sal tras ella. Me zumbaban los tmpanos. Unos pjaros electroacsticos sacudieron unas ramas. Ella casi corra. Yo casi no poda correr. Pasamos quioscos, postes con flechas, nombre comunes y cientficos. A esas alturas ya daba igual. A estas alturas ya da igual si de pronto les digo, por ejemplo, que el zoolgico haba mutado y la persecucin se desarrollaba en un gigantesco espacio de roedores, sin ms jerarquas, sin una sola jaula. La llam varias veces. La misma cantidad de veces ella me grit que me fuera al carajo. Yo me pregunt adnde carajo iba ella. Record: Me voy a ir yo sola. Record: Qu haras t si yo me fuera? Nos separaban ya pocos metros cuando llegamos al foso de los leones. Amaneca. Los pjaros electroacsticos llegaron detrs de nosotros. Detrs de m.

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Ella se detuvo. Yo pens: S, hazlo. Es fcil. Tan fcil como saltar una cerca. Permanec en silencio mientras ella dudaba. El cuerpo de Alicia en tres unidades, bracito y cabeza y banquete de moscas, estaba afuera de nuevo. Finalmente, lo hizo. No la vi saltar. De pronto dej de estar en un lado para estar en el otro, as de simple, como si la reja se hubiera desplazado a travs de su cuerpo. Aunque igual pudo haber saltado a una velocidad increble, no lo s. En ese momento no me import no saberlo. Repito: a esas alturas ya daba igual cualquier cosa. Me acerqu. Ella se dio la vuelta y me mir y nos miramos como quizs haba sido siempre: con una reja por el medio. O quizs no. No hubo dilogo ltimo. O quizs, de alguna forma, s lo hubo: Me fabriqu este que termina ms o menos as: Si los leones siguen en huelga, recogeras mi cadver? Hasta el ltimo pedazo. (Demasiado a lo greatests hits.) Demasiado instinto de conservacin a la vista, pens. Lo har? Tres o cuatro o cinco comenzaban a acercarse, estilo coto de caza. Yo dese ser el ltimo de la manada, el imperceptible, el de las sobras, el que llegara para encontrar solamente las hilachas o algn rgano. Los nervios, el sexo. Con un poco de suerte: su corazn. Cuando ella me dio la espalda y comenz a descender, internndose en el foso con tanta energa que los leones, maravillados, se detuvieron a esperarla, a m slo me qued cerrar los ojos y frotarme las manos y quizs aplaudir. Lo har, pens. Yo s que lo har. Tengo confianza en esta mujer. Laura llama desde Manhattan y me dice que lo siente. Yo siento el impulso definitivo de colgar. Pero no cuelgo.

ral flores iriarte


(habana, 1977)

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luz de mi vida, fuego de mis entraas


Lolita lea Lolita aproximadamente al mismo tiempo que yo decid irme al infierno. Ella no me hizo caso. Ella nunca me hace caso. Pasaba las pginas una a una como dulces de limn y no despeg la mirada del libro cuando decid irme. Alguna vez te has ledo esta mierda?, me pregunt ella, Est muy buena. Yo cerr la puerta. Atrs qued Lolita con Lolita en el regazo, pgina tras pgina, dulces de limn. Nabokov para las masas y Cranberries desde la cd player wake up and smell the coffee, pero no era caf, sino puerta gris plstico para el pensamiento y carmelita para la ilusin. Como un bao pblico, o algo as. Creme, de veras creme cuando te digo que te quiero. Ella despus tir toda la ropa por la ventana. Era un quinto piso y no supe que hacer. La vida atrs. Un cigarro, polvo en la nariz y la censura no me romper la boca por fallarle a las buenas costumbres. El caso es que mis ropas volaron ese da con pretensiones fallidas de palomas. Yo las vi caer y despus me fui al infierno. Estas no son horas de venir, me dijo el encargado, No podas haber escogido una hora mejor? Saludable, rojo, como corresponde, tras el bur con aire ausente, Ven maana, Maana ser un buen da. Todos los das son buenos, le dije yo. y l asinti, S, todos los das, pero ya no es da, sino noche, y yo mir el reloj y vi que era verdad, era noche, noche cerrada, nunca aclara la cosa para los perdedores a muerte. Fui al parque, pero ya no haban cigarros, mucho menos polvo, y fui hasta el drugstore, que ya no era tal, sino bodega barata o cafetera estatal, dependiendo de cuan mal puedas sentirte, y yo me senta mal, realmente mal, Hay cigarros?, y dijo el tipo S, y yo por poco le doy un beso, no se lo di por la cuestin homofbica, y porque eran treinta centavos, capital no disponible para mi en ese momento, No tengo dinero, le dije al tipo aquel, y l me regal dos cigarros sin costo alguno. Volv al banco del parque y se me acerc Pam. Pam fue hombre alguna vez en su vida. Ahora se dedica a dar el culo en sus noches libres. y puedo asegurar que Pam tiene muchas noches libres. El punto es que ya no es hombre, tiene tetas ms grandes que Pamela Anderson y eso ya es mucho decir. Por eso le dicen Pam. Diminutivo de Pamela.

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Le cont sobre Lolita. Luz de mi vida, fuego de mis entraas, dijo l / ella. Que coo es eso?, le dije. Pam llevaba una botella de ron siete aos y ya no tuve ms preguntas. Dorm en el banco, con algo de alcohol en las venas, hasta que vino la polica a despertarme. Fui al cine y all me encontr a una chica que llevaba tres noches sin dormir. Que se siente?, le pregunt, Como tener el cerebro lleno de algodn, contest ella, lo ves todo en cmara lenta, adrenalina por todo el cuerpo, deberas probarlo, en serio, deberas probarlo, Ya, le dije. Fuimos hasta su casa y all volv a dormir un poco ms. Cuando despert ella no haba dormido nada. Cuatro noches sin dormir, me dijo en voz baja, con esta son cuatro noches. Soy la mejor en mi trabajo, pero un tipo ah quiso propasarse conmigo. Lo dejaste? No, claro que no, se horroriz ella. Se llamaba Judith, ella, quiero decir, no el tipo que quiso sobrepasarse, ese tipo no tiene nombre y probablemente tampoco tenga madre, no tuvo ms remedio que abandonar al tipo con todos sus complejos y, de paso, abandon tambin el trabajo, pero como soy la mejor, estoy segura de que me llamarn para volverme a emplear. S?, le dije, y ella quizs not algo de sarcasmo en mi voz, pero el telfono son y ella tom el auricular como si le fuera la vida en eso, pero solo era la vecina para alguna bobera, Eso es lo malo de las vecinas, se quej ella, estn solo para joderte la existencia. Yo extraaba a Lolita. Mucho. Se lo dije. Luz de mi vida, fuego en mis entraas, susurr ella. Y yo le habl del infierno. Hay algo ms all que yo deba saber?, pregunt entonces. En la radio estaba sonando Paul McCartney con esas tontas canciones de amor que hablan de corazones rotos y so sad, sometimes she feels so sad y live and let live you know you did you know you did you know you did y yo le dije que no saba lo que estaba haciendo. Sal y mi ropa ahora estaba por toda la ciudad. Colgando de los cables, en las calles, todos los calzoncillos, todas las camisas, todo, absolutamente todo. Como un horror o una llaga abierta en medio de la espalda bronceada por el sol. La luna brillaba alto y que le voy a hacer, pens y no pens que el amanecer se demoraba demasiado, pero estoy seguro de que la idea me pas por la cabeza. An llevaba en el bolsillo trasero del pantaln los restos de la botella y me demor uno dos o tres segundos para derramar mi soledad a lo largo de la avenida. Como un ro de adolescentes impdicas esperando para ser desfloradas en la cola de la farmacia local. Pam an segua dando vueltas por ah. Me propuso sexo gratis, yo le habl de Judith y l hizo un mohn con los labios y me pregunt quien coo era Judith y yo le dije No te importa, y l Se lo voy a decir a

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Lolita, no a la de Nabokov, sino a la tuya, esa del quinto piso y yo No te atrevas, pero despus me acord de que la haba dejado para irme al infierno y le dije Atrvete si quieres, pero l no quiso, me prest sesenta kilos y pude comprar otros dos cigarros. Judith lleva cuatro noches sin dormir, le dije, tiene los ojos hinchados como balones de ftbol y ojeras que le llegan a las tetas. Pam se entusiasm, Pam se entusiasma casi con cualquier cosa, y me pregunt si tena hambre. Hombre, le dije, hambre sobra y me dijo, Vmonos a comer algo, pero antes invita a la insomne, tengo que verla con mis propios ojos, recogimos a Judith y nos fuimos a comer pizza o cualquier bobera por ah. Pam tena que ver a Judith con sus propios ojos y Judith tambin tena que ver una pizza con sus propios ojos. Todos felices, todos contentos. Pam mirando a Judith, Judith mirando la pizza y yo mirando a Britney Spears que acababa de entrar en ese momento de manos con un tipo que se pareca mucho a Jeremy Irons. Pam le pregunt como haces para no dormir y Judith se encogi de hombros. Pam suspir Si yo pudiera.... y ella le dijo Muchacho, tienes las tetas ms grandes que yo, lo cual es mucho decir, Ms grandes que Pamela Anderson, dijo l / ella, Ms grandes que Britney Spears, dijo ella y yo le dije Habla bajito, no vaya a ser que te oiga, Quin?, Quin va a ser, Britney, entonces seal tres mesas ms all. Jeremy Irons y Britney Spears. Mira, el delicado balanceo de los cristales sobre una pgina en blanco, dijo Judith que coo ests hablando, nena?, y ya para esas alturas Pam le haba hecho seas a Jeremy para que se acercara y yo le haba hecho seas a Britney para que se acercara y nadie, absolutamente nadie se haba dado cuenta del juego de seales recin instaurados entre todos nosotros. Jeremy y Brit-Brit vinieron y los invitamos a comer. Siempre me han gustado tus pelculas, le dijo Pam a Jeremy, Y a mi tus discos, le dije a la rubia. Baby one more time siempre ha sido una de mis canciones favoritas y Brit-Brit dijo que ella odiaba esa cancin, Oh, Dios, como odio ese maldito tema, siempre alguien se encarga de sacarlo a relucir y Jeremy tosi y dijo Creo que he pillado algn catarro o algo as, solo espero que no sea el SIDA, Pam sonri y le pregunt a Jimmy (brutal apocope de Jeremy) si le gustara algo de sexo gratis. Jeremy Irons pareci no escucharlo y habl de una tal Lolita, no Dominique Swain, sino otra. Luz de mi vida, fuego de mis entraas, suspir Britney, ella misma una Lolita de coleccin hasta hace unos cuantos aos atrs. Dios, solo espero no enfermar, dijo Jeremy, me temo lo peor. Sigui comiendo y Judith tambin y todos tranquilos, todos en paz. Despus nos fuimos al parque. Ellos queran ver la estatua de Lennon imagina que soy un soador, pero no soy el nico, bronce para Winston, aunque nunca vino a Cuba, y el Abbey Road es uno de los mejores discos jams hechos, pero me perdonas por decirlo Johnny, no eres ms que un Don Nadie, No digas eso, dijo Brit-Brit, l era un

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genio (fenmeno Cobain-Morrison-Joplin-Hendrix-Lennon: despus de morir te conviertes en un genio, un icono, un hroe, lo que quizs nunca quisiste ser en vida) y yo le dije S, tienes razn, cualquier cosa que Britney quiera decir yo le dir que s, mientras ella me diga que s a otras cosas que yo quiera decirle y ella me dijo No te hagas ideas, no puedes hacerte ideas, porque aqu estoy yo, una superestrella de pop, y he besado a Madonna y claro est que no te voy a besar a ti, muerto de hambre, y todo lo que me hace falta es un cigarro, le dije, ella sac una caja de More y alumbr la noche con la punta de su encendedor. A estas alturas Judith dorma el sueo de los justos en el banco al lado. Tena la cabeza sobre los muslos de bronce del viejo John y Jeremy le tocaba las tetas a Pam y Pam se las dejaba tocar encantado, encantadsimo, son de verdad?, pregunt Jimmy, No, reconoci Pam, pero en este mundo, todo es lo que quieras creer. Las ojeras de la chica insomne iban desapareciendo mgicamente. Le he prometido un empleo, dijo Brit-Brit, har los coros para mi prximo disco, si alguna vez llego a hacer un prximo disco, estoy pensando en retirarme, si alguna vez lo hago, ella me har los coros. Maana me voy al infierno, le dije a Brit-Brit. Ya entiendo, dijo ella, pero no intentes propasarte conmigo, soy toda una dama, y despus Quieres irte conmigo a Los Angeles?, y yo record en ese momento que no tena ropa, no tena nada de nada, mis camisas volando por toda la ciudad, mis pantalones, mis pauelos, ciudad nocturna, an no sala el sol, madrugada larga para tanta espera, Judith durmiendo en los muslos de John, Jeremy temindose lo peor, Creo que me contagiaron el SIDA o algo as, Britney bosteza, yo cambiando los tiempos gramaticales y John Winston Lennon imaginando que es un soador pero, claro, sabe bien que no es el nico. Despus vino la polica y nos llev a todos lejos, muy lejos. No sabes quienes son ellos?, se horroriz Pam, Judith no dijo nada, parpadeaba somnolienta y creo que no tena ni idea de nada de lo que estaba ocurriendo. El polica tampoco tena idea de nada. No conoca a Britney Spears, mucho menos a Jeremy Irons, as que nos llev lejos, bien lejos y aunque media hora ms tarde ya habamos salido (hay que evitar problemas diplomticos) la cosa es la cosa y nada puede cambiarla. Nos tenemos que ir, dijo Jeremy. Ya se acaba mi estancia aqu. Yo me quedo dos das ms, dijo Brit-Brit, con su dulce sonrisa perlada. Vine a hacer un do con Dayanis Lozano y ahora recuerdo que tengo que llamarla. Quieres conocer a Dayanis?, me pregunt y yo le dije que me encantara, pero extraaba a Lolita. Jeremy rescat un pauelo blanco que volaba en ese momento a travs de la madrugada y lo mir asombrado. Es mo, le dije, pero te lo puedes quedar. Gracias, dijo l. Es una puta, dijo Pam, pero l la quiere igual. No hables as de Lolita, le dije, pero Pam se iba ya del brazo de Jeremy.

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Ten cuidado con esa muchacha, me dijo Britney, nadie sabe lo que puede ocurrir, se comunica por correo electrnico con todo el mundo y los invita a su casa , o puede que sea a la tuya, tu amigo tiene razn. Es una maldita puta. No supe si se refera a Judith, a Lolita, o a Avril Lavigne, pero de todas formas le dije no te preocupes, no hay absolutamente nada de que preocuparse. Te vas al infierno por fin?, pregunt Brit-Brit. No, le dije, me voy a Los Angeles contigo, el infierno puede esperar. Pero no intentes propasarte, soy toda una dama. No te preocupes, le dije, no lo har. Entonces sali el sol, ella me regal una copia del In the zone autografiado y yo regres a casa, hogar, dulce hogar. Lolita ya no lea, Lolita yaca sobre la cama con las tapas rotas y la otra Lolita yaca tambin en la cama, Bot toda tu ropa, me dijo, pero despus me arrepent y recog lo que pude encontrar, algunas camisas, algunas toallas no te vas a poner bravo conmigo?, y yo le dije que no, claro que no, fumamos algo, omos a los Wallflowers y ella dijo No puedo creer que Britney Spears te haya dedicado ese maldito disco, nos fuimos a la cama y las sbanas fueron bendicin para mis ojos cansados, fuego verde, pupilas dilatadas, nos quedamos esperando por algn milagro, pero nada ocurri y ella dijo Deberas leerte esa mierda de Nabokov, todo el mundo ya se lo ha ledo y a que no sabes que actor famoso estuvo por aqu, si te lo digo no me lo vas a creer y cre que te habas ido al infierno, y yo le dije Maana me voy para los Angeles, el infierno puede esperar. Ella se qued parpadeando y abriendo y cerrando la boca. Para que quede claro, dijo al fin, no te quiero ni un da ms aqu, ni un da ms entiendes? estoy siendo lo bastante legible? Si dijo algo ms no me enter, ya para esas alturas yo estaba soando, la luz apagada, y quizs maana me fuera al infierno o a Los Angeles, lo mismo daba, porque ahora no se me ocurra una salida mejor. Me dej ir. Y fui feliz. Por un rato.

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flores (II)
La ltima hoja del ltimo captulo

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del ltimo libro termina con una batalla entre el Bien y el Mal. No sabes quien es quien. No sabes quien vencer. Nada de nada. Suspira y despus aade En este mundo hay muy pocas cosas que puedes tener por ciertas. Y como te enteras de quin vence?, le digo. De quin vence a quin?, pregunta ella asombrada. El Bien, le aclaro, el Mal. Hay que leerse el otro tomo, aclara ella, Es una trampa para el lector. Le digo que con Stephen King me ocurri algo parecido. Donde?, quiere saber ella. Al final del tercer tomo de La Torre Oscura el viejo Stephen deja a los personajes metidos dentro de Blaine el Mono, una loco motora atmica, y t sabes que van a morir. Ests seguro de eso. Bueno, ah se acaba el libro. Es una trampa no crees? Se empieza a or Heaven, no la de Bryan Adams, sino la versin en techno de DJ Sammy con Yanou en las vocales baby youre all that I want. Dentro de poco me toca, dice ella, pero antes tengo que hacer una llamada. Me acompaas? Le digo que s y salimos a buscar un telfono por ah. Dentro del teatro no hay, o s hay, pero no los dejan usar por los artistas, o algo as, o otra cosa que no entiendo bien. El punto es que tenemos que salir afuera para llamar desde un telfono pblico. Nos ponemos atrs de una muchacha que acaba de discar y ella mira el reloj apurada y la muchacha comunica y comienza a hablar papichuli esto, papichuli lo otro,

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y yo creo que ella y papichuli se van a demorar mucho; ya yo s como son estas cosas. Se lo digo y ella suspira. Vamonos, le digo, te toca ahora, le digo, estn esperando por ti, le digo, y a todas estas ella no dice nada. Quizs est esperando algn milagro divino, que papichuli caiga muerto de un infarto al otro lado de la lnea, que la muchacha cuelgue repentinamente, pero nada de eso pasa. Vamonos, le digo, estn esperando por ti, le digo y ella dice, S, ya s, y nos vamos. Te lo sabes bien todo?, le pregunto y ella dice que s, que cree que s. Crees o ests segura?, Mira que no es lo mismo, y ella dice que s est segura o, por lo menos, eso cree, y yo no le digo ms nada, porque ya hemos llegado y Heaven se ha terminado y est Waiting for tonight de Jennifer Lopez y siete muchachos hacen malabares con siete pelotas de goma y siete cuerdas suizas. Mira que bien lo hacen, dice ella, y cuando terminan, ella dice Ahora es mi turno, y la msica es George Harrison con Got my mind set on you. Te vas a quedar para verme?, me pregunta. Claro, le digo y ella suspira. Agradecida. Necesito a alguien que me aplauda, dice, Nunca logro concentrarme lo suficiente, dice, nunca nadie aplaude, dice. Yo te aplaudir, yo har lo que sea para que logres concentrarte, le digo. Gracias, y vuelve a suspirar. Doblemente agradecida. Va hasta el escenario y sonre. Dios, que sonrisa ms agradable. Es como ver salir el sol, o algo as. Nadie aplaude, pero yo s.

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Hasta que me duelen las manos. Ella vuelve a sonrer, y s que esta vez es para mi. Que bien. Lleva traje de terciopelo azul (she wore blue velvet) como pelcula de David Lynch, y sombrero de copa. Lleva una decena de batones en la mano, los lanza al aire y comienza a jugar con ellos. Harrison la acompaa fielmente y la sonrisa es reemplazada por una intensa mirada de concentracin. Alguien me toca por el hombro. Es el coordinador de la actividad. Usted es el que la acompaa?, me pregunta. Le digo que s. Que pasa?, pregunto. Es que la llaman por telfono, donde?, pregunto, En la oficina, dice l, venga conmigo, dice l, Y recuerde que esto est prohibido, dice l, Los artistas no pueden estar usando el telfono cada vez que quieran, dice l, S, lo recordar, digo yo. Y lo acompao. Est seguro de que yo puedo tomar esa llamada?, le pregunto. l se encoge de hombros. Sera mejor con ella, pero como est en medio de la actuacin...bueno, entonces con el que la acompae. Llegamos a una oficina. Puerta oscura, interior iluminado. Telfono. Descolgado. El coordinador se sienta detrs de un bur y prende la radio con cara de aburrido. La esttica llena el local, y despus de la esttica un noticiero sobre la situacin financiera en Europa del Norte, el tipo pone an ms cara de aburrido y cambia el dial, hacia otra emisora donde estn The Pretenders con Brass in pocket. Gonna use my arms, gonna use my legs, gonna use my style, gonna use my sidestep, gonna use my fingers, gonna use my my my imagination

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Dime, murmuro en el manfono. Siempre digo Hola, pero esta vez opto por copiar la frmula de una amiga ma. Dime suena ms impersonal, ms perentorio. Al otro lado solo hay un silencio sin lmites. Dime, repito. Como le va?, dice entonces una voz de hombre. A quin? A mi?, pregunto confundido. No, dice la voz, Claro que no es a ti. No te conozco, no puedo preguntarte. A ella, como le va a ella. Bien, supongo. Supones? Est con sus batones, lanzndolos al aire, sonre y est concentrada. Me parece que le va bien. Ah, dice la voz, despus vendr la parte de los aros. Los aros? Es maravillosa con los aros. La estn aplaudiendo? Yo la aplaudo, digo, los dems no mucho. Sigue as, dice. Ella lo necesita, dice, y escucha, dice, no quisiera que te perdieras la parte de los aros, regresa all, y dile que me fue imposible ir a verla. Tena un compromiso. Ella trat de llamarte antes, le digo. Lo s, pero ya sabes, tena un compromiso. Algo importante. No, no lo s. Yo no s nada. Bueno, dice la voz, tan solo dale el recado. Hasta luego, dice. Yo no digo nada. Cuelgo y salgo de la oficina y el coordinador 'cos I gonna make you see there's nobody else here, no one like me. I'm special (special), so special (special), no se da cuenta, sigue con The Pretenders y corea special, so special como si el mismo hubiera escrito junto a Chrissie Hynde Brass in pocket en algn momento de 1980.

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Regreso y me siento junto a una flaca en medio del pblico. Me doy cuenta de que todo ha terminado, Harrison y ella, sudorosa, aros y batones en la mano, saluda al pblico y sonre y ahora la aplauden un poco ms, no mucho, pero s lo suficiente. Ella hace una reverencia y se va. Despus ponen algo de Tchaikovski y salen a escena un muchacho y una muchacha vestidos con leotards oscuros y mallas apretadas y bailan. La flaca a mi lado aplaude como una loca y yo le pregunto si le gusta eso. Claro, dice la flaca, me encanta el ballet, y yo la miro y le digo que con ese cuerpo debera ser bailarina y ella me mira y sonre y dice que s es bailarina, como lo has adivinado. Me encojo de hombros y le digo Pura intuicin, nena, y me voy. Ella me espera en el pasillo. Que hacas conversando con Viengsay?, me pregunta. Que tiene de importante?, le pregunto yo. Nada, simplemente que es Viengsay Valds, Y quin es Viengsay Valds?, Una de las mejores bailarinas actuales, digna sucesora de Alicia Alonso. Ah, le digo, que interesante. Nos vamos y un tro de flacas me pregunta si yo soy amigo de Viengsay Valds. Claro que s, les digo, y entonces me observan con admiracin, con respeto, con idolatra. Salimos afuera. Tengo que hacer aquella llamada recuerdas?, dice ella. l te llam, le digo, mientras estabas actuando. Ella me mira. Espera algo ms. Dice que lo siente mucho, pero que no pudo venir, contino hablando, Tena un compromiso, algo importante. Ella mira entonces a otra parte. En este mundo hay muy pocas cosas que puedes tener por ciertas, dice, y yo creo que eso lo haba dicho antes, pero da igual. Caminamos en silencio a lo largo de 23. Sabas que adoro las flores?, dice ella al fin, las quiero desesperadamente, adoro tener mi jardn lleno de flores. Una vez tuve un hombre que tena un perro,

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y aquel hombre adoraba a los perros. Estuvimos juntos este hombre y yo y, por supuesto, no tengo nada en contra de los animales, pero aquel perro encontraba algn placer especial en destrozarme el jardn. Llegaba del trabajo cansada y hallaba todos los macizos hechos un desastre, un autentico desastre. Las flores en los rincones, rosas, tulipanes, marpacficos, gladiolos, pensamientos, crisantemos, de todos ellos no quedaba ni el recuerdo, ptalos, solo ptalos diseminados por aqu, por all, y yo lloraba y trataba de recomponerlo todo y cuando pensaba que iba a marchar bien no contaba con aquel perro asesino de flores, que vena al da siguiente, y se revolcaba en ellas y deshaca todo mi trabajo. Que horrible, cada vez que pienso en eso me dan deseos de llorar. No llores, le digo. Te comprar un ramo de rosas si no lloras. No te preocupes, murmura ella, No llorar. Todo eso ha terminado. Ya ha terminado. Ese hombre ya se ha ido. El perro, por supuesto, tambin. Entonces me pregunta que me parecieron los batones. Y los aros. Lo mejor del mundo, le digo, y te aplaud, no sabes como te aplaud. Hasta Viengsay Valds, gloria del ballet nacional, te aplaudi como una loca, deberas haberla visto. Cuando llegamos a 23 y 12 le compro un ramo de rosas. Amarillas. Ella parece desmayarse del placer. Me encantan las flores, dice,

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toma el ramo fuerte, bien fuerte y aspira, que bien, que bien. Seguimos caminando y dice que no tiene nada en contra de los animales, pero una vez vivi con un hombre que adoraba los canguros, especial fascinacin por ellos, tena un canguro en casa y deberas haber visto como me dejaba el jardn. Un desastre. Un autentico desastre. En fin, dice, he sido usada, he sido exterminada una y otra vez, he perdido tiempo, mucho tiempo, todo el tiempo del mundo a travs de mis manos como arena hmeda, pero tengo mis flores, todas, todas ellas, y el show debe continuar. Es una trampa no crees? Pero supongo que vale la pena.

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que habla de la impaciencia
Este es un edificio lleno de puertas. Puertas por todas partes, todo tipo de ellas. Paneles de caoba, vidrio fundido, plstico reciclado. Metal. Y todas estn cerradas. Puedes quedarte frente a ellas por horas y horas y no se abrirn. Tocar quedamente con nudillos silenciosos sobre superficies pulidas, descargar golpes, comrtelas a patadas, amenazar a gritos. Puedes hacer lo que quieras, pero todo por gusto. No se abrirn. Este es un edificio, por lo tanto, de gente que espera. Insegura, ansiosa, uas carcomidas, neurotransmisores desbocados. En fin: gente que espera. Tambin hay espejos. Por todas partes. En los pasillos, frente a las puertas, en los techos, hasta en el suelo hay espejos. Las ventanas estn cubiertas de espejos y algunas de las puertas tambin. Solo hay un pequeo agujero por donde entra la luz. Una esquina rota en la que se recorta un rayo de sol. Tmido, dbil, expectante. No obstante a esto, el edificio est muy bien iluminado. Esto se debe, sin duda alguna, a las propiedades reflectoras de los espejos. (La ansiedad, la ira, el cansancio y la angustia de los que esperan tambin es reflejada una y otra vez al igual que la luz a lo largo de los pasillos.) En el ltimo piso no hay espejos, ni puertas, ni nada. En el ltimo piso solo hay un gigantesco espacio vaco, destinado para la construccin de un gimnasio (nota al pie de pgina: este nunca se lleg a construir.) Todo ese espacio vaco se torna imponente, impactante, sobrecogedor. Algunos han muerto nada ms mirarlo. En el techo del edificio pasta una oveja. Sin bozal, sin caja, sin ningn pequeo prncipe que la cuide y la proteja. A la oveja esto no le importa, su nica ocupacin es comer hierba y balar cuando tiene hambre, lo cual ocurre bastante seguido, dado el hecho de que la hierba no crece sobre el techo de este edificio. Esta estructura contiene miles de personas. Quizs decenas de miles. Todas ellas expectantes. Algunos quieren entrar a las habitaciones y otros quieren salir de ellas, pero las puertas no se abren. Las mujeres dejan pasar el tiempo mirndose en los espejos, aplicndose maquillaje en los ojos para que no se note lo mucho que han llorado. Los hombres miran el vaco y callan. Como deca antes, este es un edificio de gente que espera. Miles de personas. Ah, y una oveja. Sobre el suelo a cada rato aparecen lombrices. Los nios las toman con dedos entumecidos y juegan con ellas. A que juegan no sabra decirlo. Delante de este edificio hay un pequeo espacio cubierto de csped reseco. Dado que mide aproximadamente siete metros por ocho podramos darle el nombre de jardn. La oveja en el techo mira

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ocasionalmente hacia abajo y entonces deja de balar. Los pocos que la han visto cuentan que en sus ojos aparece en esos instantes una expresin soadora, si es que aceptamos que las ovejas puedan poseer algo llamado "una expresin soadora". Este edificio no est solo. Lo rodean otros edificios. Quince, sesenta. Nadie sabe. Quizs sean cien. Y de un edificio a otro cambian detalles. Por ejemplo: el nmero de pisos, la cantidad de habitaciones, o la cantidad de espejos. Pequeos detalles que establecen poca o ninguna diferencia. Por lo dems, son todos exactamente iguales entre s.

replay

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juan trejo lvarez
(Barcelona, 1970. escritor y traductor literario)

nuevos cronistas del planeta de los simios


En 1968, la pelcula El planeta de los simios aport a la imaginera de Occidente una de las visiones ms aterradoras que haya podido alcanzar a condensar un relato de ficcin. El coronel George Taylor, interpretado por Charlton Heston, cae por error con su nave espacial en un planeta desconocido dominado por simios inteligentes. Tras pasar una temporada sometido a la tirana de ese orden inverso y siniestro, huye hasta alcanzar una playa desierta en la que se topa con los restos de la que en su da fue la estatua de la Libertad, vindose obligado a asumir de un solo golpe la dolorosa e inesperada verdad. En esa imagen final, nihilista y clarividente, muchos creyeron ver materializada la amenaza del holocausto nuclear, el presagio del horrible futuro que acechaba bajo el precario equilibrio de la guerra fra. Sin embargo, pasado el tiempo, hemos podido comprender que aquellos patticos restos no hablaban del futuro sino del presente, pues se trataba del retrato metafrico, o subconsciente si se prefiere, del estado en que se encontraban Estados Unidos en aquel momento. Algo sucedi al pasar de los aos sesenta a los setenta en el transcurrir de los acontecimientos que rompi el correlato histrico. Como nunca anteriormente hasta ese momento, los integrantes de la generacin de escritores norteamericanos nacidos en los sesenta se encontraron frente a un mundo dominado por la irona, sin posibilidad de recurrir a modelos del pasado que les resultasen tiles, ni para desarrollarse socialmente ni para explicar(se) lo que vean; se haba levantado una barrera, un gran muro, que los separaba de las generaciones precedentes. El muro que les separaba de ellos era el que indicaba el cambio de un mundo tangible a uno virtual. Existen varios factores que pueden explicar, de un modo menos lateral de lo que parece, la transformacin producida en la comprensin de la realidad, la evaporacin de la solidez. En primer lugar, el desarrollo de la posibilidad real de la destruccin del mundo debido a una guerra atmica, conllev un profundo desapego de la idea del continuo temporal, pasado-presente-futuro, as como de la idea de la responsabilidad individual histrica, pues el mundo poda

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desaparecer en cualquier momento y de forma arbitraria por medio de artefactos de poder indescriptible. En segundo, la salida al espacio, como seala Hans Blumenberg, llev a ver el planeta Tierra por primera vez como una simple bola flotando en el espacio vaco, alterando as para siempre, debido al poder de la imagen, el concepto de tierra firme. En tercer lugar, en 1971, las principales economas del mundo capitalista, con el gobierno Nixon a la cabeza, establecieron un nuevo orden monetario internacional basado en el "patrn dlar", haciendo de esa moneda la nica reserva de todo el orbe, ya sin convertibilidad con el oro; con ello, la economa pasaba a ser una cuestin puramente numrica, abstracta por completo y sin relacin ltima con un material slido ancestral de valor establecido. Y, por ltimo, con las escuchas del Watergate, la televisin dej de ser un pasatiempo vulgar y pas a transformarse en parte esencial de la cultura alfabtica. De algn modo, al igual que el coronel George Taylor de la pelcula, la nueva generacin de escritores, que provena de un lugar ordenado de bienestar y opulencia, en el que haban sido sometidos a un flujo constante de mensajes posibilistas teidos de un cegador optimismo, al cruzar la lnea que dejaba atrs la adolescencia, en el momento de abrir los ojos y buscar su lugar en el mundo, se encontr con un desolador panorama moral en el que no quedaban ms que los detritos de una cultura que, hasta haca bien poco, les haba ofrecido a los habitantes de esas tierras una entidad como individuos, adems de un aparente escudo protector bajo el que desarrollarse. "Parece -se afirma en Submundo (Circe, 2000), de Don DeLillo- como si algo que tuvo lugar durante la noche hubiera cambiado las reglas de lo que puede pensarse." As pues, los escritores de lo que algunos han denominado la next generation comparten, bsicamente, la sensacin de enajenacin ante un mundo que no slo no comprenden, sino del que saben de antemano que no pueden dar respuesta, as como la necesidad, una vez constatado ese hecho, de encontrar mediante sus narraciones un espacio moral e ntimo en el que poder existir socialmente sin desaparecer en la vacuidad elctrica imperante, haciendo uso para ello de todos los materiales a su alcance. Como declar Jonathan Franzen: "Siento que gente como David Foster Wallace, Jeffrey Eugenides o Lorrie Moore, entre muchos otros autores, son mis hermanos. Sienten la misma exasperacin que yo ante el estado actual de cosas. Cultivan un tipo de escritura que est viva porque se mantiene en contacto con el presente y al mismo tiempo conserva un humanismo a la antigua usanza." Pero unos cuantos detalles ms unifican y dan solidez como conjunto al heterogneo grupo formado por David Foster Wallace, Jonathan Franzen, Chuck Palahniuk, Jeffrey

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Eugenides, Lorrie Moore, A. M. Homes, Ethan Canin, Jonathan Lethem o Dave Egger, entre otros. Han ledo, por ejemplo, a los postestructuralistas franceses (Barthes, Derrida, Foucault) y a los narradores posmodernos norteamericanos (Pynchon, Barth, Gaddis); y los efectos pueden rastrearse, con mayor o menor incidencia, en todas sus obras. Todos admiten a Don DeLillo (1936) como el ms destacado pope literario de su generacin, aunque no el nico; en palabras de Foster Wallace: "El verdadero profeta del cambio en la narrativa americana, fue Don DeLillo, un novelista conceptual subestimado durante mucho tiempo que ha convertido la seal y la imagen en sus motivos combinados, del mismo modo que Barth y Pynchon esculpieron con parlisis y paranoia una dcada antes. Ruido de fondo (1985), de DeLillo, constituy, para la nueva hornada de narradores, un toque a rebato." Por otra parte, todos ellos parecen tener claro que el escritor ya no es el genio que se posiciona frente al minsculo lector dispuesto a ser iluminado. Las jerarquas han desaparecido hasta tal punto que entre la generacin de nuevos narradores bien podran incluirse a varios directores que han irrumpido con mucha fuerza en la escena cinematogrfica -David Fincher, Night Shamalan, Paul Thomas Anderson o Spike Jonze-, pues comparten con ellos de un modo muy estrecho no slo inquietudes, sino tambin maneras de narrar. Por eso no resulta extrao que varios de estos escritores hayan alcanzado la fama, a gran escala, gracias a la temprana adaptacin cinematogrfica de sus novelas. Es el caso de La tormenta de hielo, de Moody; El club de la lucha, de Palahniuk; Jvenes prodigiosos, de Chabon; Las vrgenes suicidas, de Eugenides; o The Emperor's club, relato de Canin incluido en El ladrn de Palacio. una generacin doble Toda generacin que se precie (y, aunque con reticencias, dar por bueno que hablamos de una "generacin") tiene que tener sus idelogos, aquellos escritores que no slo se preocupan de crear obras con las que hablar de su tiempo, sino que intenten tambin relatar el estado personal y social en el que les ha tocado llevar a cabo dicha labor. En este caso, ese papel, voluntaria o involuntariamente, les ha tocado en suerte, por si no se haba apreciado hasta ahora, a David Foster Wallace y Jonathan Franzen. Dos artculos suyos, "E unibus pluram: televisin y narrativa americana", incluido en el libro Algo supuestamente divertido que nunca volver a hacer (Mondadori, 2001), de Foster Wallace, y "Por qu molestarse?", del libro de Franzen Cmo estar solo (Seix Barral, 2003), han alcanzado el estatus de balizas ideolgicas entre las que se han movido, creativamente hablando, los integrantes de dicha generacin. A pesar de enfocar el tema desde ngulos diferentes, ambos artculos hablan de las posibilidades del realismo narrativo, de

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la herencia de la novela social y la narrativa posmoderna, y en ltima instancia de las posibilidades de la escritura en un mundo dominado por el totalitarismo de la irona impuesto por la televisin y la nula repercusin social del escritor y su obra. Algunas citas de Foster Wallace: "Para los jvenes escritores, la tele es parte de la realidad en la misma medida que los Toyota o los atascos de trfico". "El nexo donde televisin y narrativa convergen y se dan la mano es la irona autoconsciente". "Y no se engaen: la irona nos tiraniza. La razn por la que nuestra irona cultural dominante es a la vez tan poderosa y tan poco satisfactoria es que resulta imposible hacer que un ironista se defina". "Y por esa razn el narrador ciudadano de nuestra cultura televisiva est metido en un marrn tan grande. Qu hace uno cuando la rebelin posmoderna se convierte en una institucin de la cultura pop?". "Podemos resolver el problema celebrndolo. Trascender los sentimientos de angustia causados por la masa arrodillndonos ante ellos. Podemos ser reverentemente irnicos." Algunas citas de Franzen: "El novelista tiene cada vez ms cosas que decir a lectores que cada vez tienen menos tiempo de leer: dnde encontrar la energa de influir en una cultura en crisis cuando la crisis consiste en la imposibilidad de influir en la cultura?". "El escritor norteamericano de hoy afronta un totalitarismo cultural anlogo al poltico con el que tuvieron que enfrentarse dos generaciones de escritores del bloque oriental. No tenerlo en cuenta es cortejar a la nostalgia". "Te preguntas: por qu me tomo la molestia de escribir estos libros? No puedo fingir que la corriente dominante escucha la noticia que debo comunicarle. No puedo fingir que estoy subvirtiendo nada, puesto que cualquier lector capaz de descodificar mis mensajes subversivos no necesita orlos". "Esperar que una novela soporte el peso de toda nuestra sociedad trastornada -que ayude a resolver problemas contemporneos- me parece un engao tpicamente norteamericano. Escribir frases de tal autenticidad que uno puede refugiarse en ellas: no es suficiente? No es mucho ya?". "El realismo trgico preserva el acceso a la tierra que hay detrs del sueo del 'pueblo elegido', a la dificultad humana que hay debajo de la facilidad tecnolgica, a la tristeza que esconde la narcosis de la cultura pop: a todos esos presagios en los mrgenes de la existencia." Partiendo de estos dos artculos, declaraciones de principios en toda regla, establecer dos grupos de autores: los irnicos reverentes y los realistas trgicos. No es una divisin tan arbitraria como podra

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parecer, pues las lneas de unificacin que distinguen a ambos grupos, a pesar de las mltiples interrelaciones y saltos entre ellos, son lo bastante poderosas como para afirmar que existe una relacin de yuxtaposicin entre los autores; por decirlo de otro modo, la lectura de algunos de ellos ayuda a la comprensin y disfrute de otros. los irnicos reverentes Los escritores de este grupo (Foster Wallace, Palahniuk, Homes, Lethem, Eggers) tienen vocacin de punta de lanza. Lo que les lleva a escribir es el afn de seguir derribando muros de hipocresa, de sealar el punto dbil y de forzar los lmites de su arte. Tratan la relacin individuo-sociedad haciendo mucho hincapi en el entorno, en la extraeza del mundo, la situacin tiene ms peso que el personaje y la idea de presente suspendido es un punto de referencia bsico. Dan por hecho que la batalla de lo libresco est perdida de antemano y, por ello, tratan de transformar la palabra, la obra escrita, en otro tipo de artefacto, llevando en muchos casos la ficcin al extremo de lo inaceptable por el orden moral establecido. David Foster Wallace (1962) es uno de los miembros ms destacados de este grupo de escritores, no tanto por el carcter singular de sus obras de ficcin, sino por un detalle algo ms curioso: ha dedicado un enorme esfuerzo a la causa de cerrar el enorme boquete causado por la hipertrofia de la irona de la que habla en su artculo. Tras su primera novela, indita en castellano, salt a la palestra literaria americana con un excelente libro de cuentos, La nia del pelo raro (Mondadori, 2000), donde se aprecia toda la emergencia, la alegra y el poder para sugerir de la cultura popular. El ltimo relato del libro, "Hacia el oeste el avance del imperio contina", ya indicaba el camino que Foster Wallace tena pensado emprender con su siguiente novela, la mastodntica y obsesiva La broma infinita (Mondadori, 2002): la parodia y agotamiento de las maneras posmodernas. La broma infinita es un artefacto con vocacin de totalidad, como lo fueron aquellos intentos de Proust o Musil, pero en sentido inverso: donde aquellos pretendan crear algo uniendo piezas, Foster Wallace pretende acabar con algo metindolo todo en la trituradora de su escritura y guindolo por el sendero de la indefinicin, aplicando una dosis inmensa del veneno que intenta erradicar. Si La broma infinita llegase a pasar a la historia, se debera ms al hecho de ser algo similar a un agujero negro con una indescriptible fuerza de gravedad que a un punto de luz en el espacio literario, pues, a pesar de las altas cotas de ingenio, no es sino una especie de lpida que parece cerrar con doble llave el sepulcro de aquello que haba sumido a la literatura norteamericana en el estancamiento. Por suerte, y como indicaba en su crtica de la novela Sergi Snchez, "esta novela es el fin de algo y el principio de todo", y tras ella aparecieron Entrevistas breves con hombres repulsivos, otro libro de relatos, mucho menos rico que el primero, y, sobre todo, Algo supuestamente divertido que

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nunca volver a hacer (Mondadori, 2001, ambos). Es este ltimo el mejor de los libros de Foster Wallace hasta el momento, una magnfica y deliciosa recopilacin de reflexiones y piezas de no ficcin en las que, gracias a la poderosa franqueza que alcanza su prosa, logra dar lo mejor de s mismo como escritor y abrir una brecha de optimismo hacia el futuro. De Chuck Palahniuk (1964), curiosamente, an no se ha hablado mucho en el mbito hispano, a pesar de ser acreedor de una obra slida, coherente y llamativa, y de haber pergeado un libro, sin duda el mejor de su produccin, capaz de condensar el malestar de toda una generacin, de trazar (desquiciadas) alternativas y de convertirse, en parte gracias al cine, en un extrao libro secreto de culto masivo: El club de lucha (Aleph, 1999-2003). Palahniuk ha centrado cada una de sus novelas en temas especficos (el espacio de la masculinidad, el mundo de la moda, el mesianismo meditico, las adicciones), con el fin de abordar desde mltiples ngulos el tema de la alienacin del hombre en una sociedad despersonalizada. A este escritor con vocacin de activista (pertenece a un colectivo dedicado al gamberrismo artstico, la Cacophonic Society) an le impulsa el deseo de, si no cambiar el mundo, s hacerlo de nuevo humano. "Es el momento de producir libros que les sirvan a los hombres", ha dicho. Con Superviviente (Aleph, 2000), Asfixia, Nana y Monstruos invisibles (Mondadori 2001 y 2003), novelas marcadas por una prosa basada en verbos ms que en adjetivos, ha pretendido expresar lo siguiente: "Tenemos que aceptar el caos y todo aquello que entendemos por desastroso. Porque slo a travs de ese tipo de cosas podremos redimirnos y cambiar." Gracias a eso, sus personajes acaban alcanzando un estado ms all del nihilismo, una suerte de libertad definitiva y extrema; en cierto sentido, postapocalptica. As termina, por ejemplo, El club de lucha: "Vamos a acabar con la civilizacin para hacer del mundo algo mejor." Y as Asfixia: "Es grotesco, pero aqu estamos, los pioneros, los zumbados de nuestra poca, intentando construir nuestra realidad alternativa. Construir un mundo a partir de piedras y caos." Del resto de integrantes del grupo de los que he denominado irnicos reverentes, A. M. Homes es la ms traducida, y desde hace ms tiempo, al castellano. No se puede decir, sin embargo, que sea excesivamente conocida entre nosotros. El fin de Alice (Anagrama, 1999) no obtuvo aqu la airada respuesta que le propiciaron en Inglaterra, donde algunos quisieron prohibir la salida de una novela que, con descarnada delicadeza, trata el tema de la pederastia y de la sexualidad infantil. En Slo una madre (Ediciones B, 1996) y Msica para corazones incendiados (Anagrama, 2001), Homes ha evidenciado una afilada capacidad de penetracin en los recovecos de la psique humana, adentrndose con pasmosa serenidad en los rincones ms oscuros, y una efectividad narrativa basada en una prosa igualmente cortante y carente de gratificaciones. Esa capacidad de observacin la ha puesto tambin al servicio de National

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Geographic para llevar a cabo un rico y poco corriente retrato de la ciudad de Los ngeles (Los ngeles, RBA, 2003). Jonathan Lethem (1964), por su parte, hasta publicar Hurfanos de Brooklyn (Mondadori, 2001), que le vali el National Book Critics Award, se haba dedicado a revisar el gnero fantstico y a darle una psicodlica vuelta de tuerca, as como a explorar la lnea que separa la cordura de la enfermedad mental; buena prueba de ello son Cuando Alice se subi a la mesa y Paisaje con muchacha (Mondadori, 2003, ambos). Hurfanos de Brooklyn, cuyos derechos posee el actor Edward Norton, se centra en la bsqueda del asesino de un pequeo mafioso que ha hecho las veces de padre adoptivo para un grupo de muchachos hurfanos entre los que est el narrador, un joven aquejado del sndrome de Tourette. En esta novela, Lethem muestra de un modo sincopado y tangencial el choque violento entre la inocencia juvenil individual y la implacabilidad del mundo adulto. Mencin especial merece el caso de Dave Eggers (1970), el integrante ms sorprendente y secreto del grupo; tambin el ms joven. Con slo un libro, Una historia conmovedora, asombrosa y genial (Planeta, 2001), Eggers (actual editor de la revista McSweeney's, en la que han publicado muchos de los escritores mencionados en este artculo) se coloc de inmediato en la rbita de autores con una trayectoria ms larga y, sin duda, ms definida. Dicha obra es uno de los libros ms inclasificables y sorprendentes aparecidos en los ltimos aos, pues enmascarada en forma de novela Eggers nos cuenta su propia historia: cmo tuvo que sobreponerse a la muerte casi simultnea de sus padres y hacerse cargo de su hermano pequeo. Para ello, fuerza hasta el paroxismo las formas novelsticas, incluyendo ms de cuarenta pginas de "sugerencias para disfrutar de la obra", prefacio y agradecimientos, y alternando momentos desbocados de dilogo con conmovedoras descripciones anmicas; entre otros muchos malabares narrativos. Resulta difcil de entender que fuese Planeta la que editase un libro tan extrao y minoritario, pero ello no empaa (a pesar tambin de los inevitables excesos) el poder de una prosa limpia, regida por la sinceridad y el deseo exclusivo de contar para ordenar el caos que supone vivir; casi como si fuese el primer escritor de un nuevo mundo. los realistas trgicos Por su parte, los miembros de este segundo grupo (Franzen, Moody, Eugenides, Chabon, Moore y Canin) intentan darle contenido humano, carne, a ese mundo moralmente arrasado; despus de todo, parecen decir, son seres humanos los que viven en l, como han venido hacindolo desde hace miles de aos. Su narrativa se centra ms en los personajes, en su fuerza y su vida interior, e intentan, a travs de ellos y sus experiencias personales a lo largo del tiempo, crear una lnea de enlace con el pasado por encima del muro que separa su generacin de las precedentes. En las obras de todos ellos est muy

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presente la idea de familia y la del legado cultural y social. Creen en el poder de la palabra escrita como fuente de transmisin y conocimiento, incluso siendo conscientes de la vacuidad imperante, y existe en sus obras un extrao optimismo surgido del atisbo de la superacin de la irona y de la aceptacin del entorno y los dolores que entraa. Jonathan Franzen (1959) es a estas alturas, al menos a nivel meditico, el autor de referencia cuando se habla de la next generation: su pico ms alto. Con su tercera novela, la impresionante Las correcciones (Seix Barral, 2002) ha logrado unificar a crtica y pblico (Andrs Ibez, por ejemplo, la compar a Madame Bovary, y ha vendido ms de un milln de ejemplares en su pas), y eso a pesar de, o tal vez gracias a, haberse enfrentado a una de las sacerdotisas de la comunicacin cultural estadounidense: Oprah Winfrey; acontecimiento que narra en uno de los artculos de Cmo estar solo. Franzen es un claro heredero de Pynchon, como demuestra la enrevesada, casi estrambtica, trama poltico-social de Ciudad veintisiete (Alfaguara, 2003), una extensa novela sobre una conspiracin hind para hacerse con la ciudad de San Luis. Pero su apuesta por la claridad expositiva ("Sin renunciar a una visin seria, el novelista tiene la obligacin de entretener") y la riqueza de matices sintcticos le acerca ms al amor y la fe por la frase bien escrita propio de DeLillo. Las correcciones, donde se narra la historia de una familia (aparentemente) normal, los Lambert, desde el repaso pormenorizado al discurrir de sus integrantes, dibujando unos muy slidos protagonistas, es a la vez una crnica sagaz de la Norteamrica del cambio de milenio. Lo curioso de esta obra es que, al igual que un Boeing 747, su despegue no es grcil, como no lo es, a pesar de su efectividad, el aterrizaje, pero cuando se encuentra en pleno vuelo, a velocidad crucero, resulta imposible no maravillarse de que un artefacto de semejantes dimensiones flote en el cielo con tanta armona. Porque Franzen ha conseguido con esta novela alcanzar El Dorado novelstico de su generacin, la tercera va: combinar los logros tcnicos del posmodernismo con la emocin asociada al realismo, sin la cual no puede haber buena literatura. Cabe la posibilidad de que si Ruido de fondo supuso un toque a rebato para los nacidos en los sesenta, Las correcciones acte a modo de radiofaro para la siguiente generacin. La tormenta de hielo (Debate, 1997), de Rick Moody (1961), es, sin duda, una de las obras que permite entender a este grupo de autores como una generacin. Durante un glido fin de semana del invierno de 1973, los Hood y sus vecinos los Williams sern protagonistas de un desgarrador momento de incomunicacin que llevar a la muerte de uno de los protagonistas. El hielo al que hace referencia el ttulo, no ser slo el que cubra el acomodado barrio residencial en el que viven, si no el que se haba de instalar definitivamente entre dos generaciones, representadas por unos padres progres, perdidos en su propia indefinicin, y unos hijos que tenan la televisin y los cmics como mximo referente cultural. La tormenta de hielo, en otras

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palabras, narra a la perfeccin el momento del corte en el correlato histrico, tomando a una familia de clase mediaalta como mximo exponente de un desastre de escala social. De Rick Moody se han traducido algunos libros ms -America Ocaso (Debate), Das en Garden State y Demonologa (Mondadori, 2003, ambos)- pero su cota ms alta, hasta el momento, es el reciente El velo negro (Mondadori, 2003), un atpico libro de memorias ("Los gneros son un problema de las libreras"), emparentado con las obras de Sebald, en las que las vivencias personales del autor, centradas en la poca que fue internado en un psiquitrico, se entrelazan con la historia de su familia a lo largo del tiempo (otro Moody inspir el famoso cuento de Hawthorne "El velo negro del pastor" que da ttulo al libro) y, por extensin, con la fundacin de su pas. Tras ocho aos de elaboracin, Jeffrey Eugenides (1960) public Middlesex (Anagrama, 2003), una novela que va camino de convertirse, a juzgar por las elogiosas crticas que le han dedicado los suplementos culturales, en uno de los fenmenos de los ltimos aos. Desde el punto de vista del hermafrodita Cal Stephanides, la novela nos cuenta una historia familiar de emigracin con tintes fundacionales que es, a la vez, un impresionante fresco que cubre ms de setenta aos de la historia de Amrica centrados en una de las ciudades clave de ese periodo: el Detroit de la industria automovilstica. El libro destaca, sobre todo, por su poder de evocacin, por su prosa bruida y generosa que permite una lectura amable y enriquecedora (la falta de mordiente o acidez no empaa sus logros). Middlesex tiene vocacin de obra mayor, todo lo contrario a lo que suceda con su primera novela, Las vrgenes suicidas (Anagrama, 1994), una singular novela (escrita en primera persona del plural) que reflejaba el misterio y la imposibilidad de comprensin de la feminidad, colocando una lente de aumento en las hermanas Lisbon, adolescentes con una irresistible atraccin por el suicidio. Michael Chabon (1963) apunt muy buenas maneras con su libro de relatos Un mundo modelo (Mondadori, 2003), expectativas que se vieron confirmadas con la novela Chicos prodigiosos (Anagrama, 1997), un refrescante y vivo repaso a la vida del escritor y profesor Grady Tripp, autor de culto enfrascado en una inacabable novela, durante un trepidante fin de semana en el que se debatir su futuro como marido, padre y escritor. Tras ella, Chabon se embarc en un proyecto de gran calado, Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay (Mondadori, 2003), en la que a pesar de sus esfuerzos por hacer viable una nostlgica historia de autores de cmic de los cincuenta, y a pesar de haber recibido por ella el Pulitzer, no alcanza el encantador nivel de su anterior novela. A pesar de que casi todos los integrantes del grupo de los realistas trgicos han escrito cuentos, la cuentista estelar del grupo es Lorrie Moore (1957). Su apuesta por las formas breves es muy intensa y especfica, logrando algo que pareca realmente difcil: superar el legado de Carver. El mejor de sus libros, el estupendo Pjaros de Amrica (Salamandra, 1999) es hasta ahora el ltimo de su

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produccin. Aparte de ste, la misma editorial ha publicado Autoayuda y Como la vida misma (2000 y 2003). Respecto a Ethan Canin (1960), su inclusin entre estos autores planteaba serias dudas. El emperador del aire (Salamandra, 1999), El ladrn de palacio (Anagrama, 1996), Blue River y De reyes y planetas (Salamandra, 1997 y 2001) son obras no slo ajenas a cualquier tipo de moda, sino que parecen apostar con firmeza por una recuperacin estilstica, a la sombra de Scott Fitzgerald, de las formas clsicas. Si bien su primer libro de relatos destac, precisamente, por el hecho de ir contracorriente, el resto de su produccin no tiene la fuerza como para lograr el objetivo de colocarlo en un estadio atemporal, a pesar del atractivo de los temas que trata o de la sobriedad que caracteriza sus obras. entre las grietas Para concluir, y tras haber hecho un repaso, siquiera a vista de pjaro, de su produccin literaria, me gustara indicar el punto definitivo de unin entre todos estos autores, inquilinos conscientes del planeta de los simios. Si una cosa comparten, ms all del tiempo que les ha tocado vivir, es su falta de cinismo. A da de hoy, en un mundo que no cesa de certificar la muerte de la cultura como forma de conocimiento, resulta sorprendente que todava haya escritores que crean en lo que hacen (y que quede claro que no son los nicos), afrontando su oficio con modestia y ambicin a partes iguales, aun a sabiendas de que su trabajo tiene todos los nmeros para convertirse, con suerte, en parte de la gran rueda que no cesan de sealar. Tal vez la narrativa, y con ella el papel impreso, tenga sus das contados, pero de momento, escribir o "coger una novela despus de cenar, representa una especie de cultural Je refuse!", como afirma Franzen; lo cual no es poco, habida cuenta de que el herosmo se circunscribe ya nicamente al mbito de lo ntimo y personal. Tal vez, como indica Foster Wallace, "los nuevos rebeldes sean artistas que se expongan al bostezo, a los ojos en blanco, a la sonrisita de suficiencia, al golpecito en las costillas, a la parodia de los ironistas y al 'Oh, qu banal'. A las acusaciones de sentimentalismo y melodrama. De exceso de credulidad. De blandura. De dejarse embaucar de buena gana por un mundo de mirones y seres acechantes que temen al miedo y al ridculo ms que al encarcelamiento sumario. Quin sabe." Tal vez la narrativa seria, o social, o como se la prefiera denominar, no tenga ya ms posibilidad de existir que entre las grietas y huecos que deje la tirnica cultura del entretenimiento, pero quiz precisamente por ese motivo sea tomada ms en serio, al entenderla "como un espectculo en peligro de extincin", segn palabras de DeLillo. Por decirlo de otro modo, tal vez los simios encierren para siempre en jaulas zoolgicas a los pocos humanos dispuestos a seguir en la brecha, permitindoles (pro)crear tan slo en cautividad, pero en ningn caso podrn delimitar jams el tamao interior de dichas jaulas ni la orientacin de las ventanas con las que mirar al exterior.

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(tomado de la revista Lateral)

replay

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bob dylan
(minnesotta, 1941. poeta y cantante; tambin actor. Autor de varias tonadas de variada recordacin (blowin in the wind, hey mister tambourine man, the times they are a-changin) y discos de placa, transformados en cd, pero que an siguen girando a 33 y 1 tercio: blonde on blonde, nashville skyline, highway 61 revisited, bringing it all back home)

poetry
I could make you crawl if I was payin attention he said munchin a sandwish inbetween chess moves what d you wanna make me crawl for? I mean I just could could make me crawl yeah, make you crawl! humm, funny guy you are no, I just play t win, thats all well if you cant win me, then youre the worst player I ever played what d you mean? I mean I lose all the time his jaw tightened an he took a deep breath hummm, now I gotta beat you

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for francoise hardy at the seines edge

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a giant shadow of notre dame seeks t grab my foot sorbonne students whirl by on thin bicycles swirlin lifelike colors of leather spin the breeze yawns food far from the bellies of erhardt meeting johnson piles of lovers fishing kissing lay themselves on their books, boats, old men clothed in curly mustaches float on the benches blankets of tourists in bright red nylon shirts with straw hats of ambassadors (cannot hear nixons dawg bark now) will sail away as the sun goes down the doors of the rivers are open i must remember that i too play the guitar its easy t stand here more lovers pass on motorcycles roped together from the walls of the water then i look across t what they call the right bank an envy your trumpet player

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Als wife claimed I cant be happy as the New Jersey nite ran backwards an vanished behind our rollin ear I dig the colors outside, an Im happy but you sing such depressin songs but you say so on your terms but my terms arent so unreal yes, but theyre still your terms but what about others that think on those terms Lenny Bruce says therere no dirty words just dirty minds an I say therere no depressed words just depressed minds but howre you happy an whenre you happy Im happy enough now why? cause Im calmly lookin outside an watchin the nite unwind whatd yuh mean unwind I mean something like theres no end it an its so big that everytime I see it its like seein for the first time so what? so anything that aint got no ends just gotta be poetry in one way or another yeah but an poetry makes me feel good but an it makes me feel happy ok but for lack of a better word but what about the songs you sing on stage? theyre nothin but the unwindin of my happiness

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straight away an into the ring juno takes twenty pills an paints all day. life he says is a head kinda thing. outside of chicago, private come down junkie nurse home heals countless common housewives strung out fully on drugstore dope, legally sold t help clean the kitchen. lenny bruce shows his seventh avenue hand made movies, while a bunch of women sneak little white tablets into shoes, stockins hats an other hidin places, newspapers tell neither, irma goes t israel an writes me that there, they hate nazis much more n we over here do. eichmann dies yes, an west germany sends eighty year old pruned out gestapo hermit off t the penitentiary. In east berlin renata tells me that i must wear tie t get in t this certain place i wanna go, back here, literate old man with rebel flag above home sweet home sign says he wont vote for goldwater, talks too much, should keep his mouth shut i walk between back yards an see little boy with feather in his hair lyin dead on the grass, he gets up an hands feather t another little boy who inmediately falls down. its my turn t be the good

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guy take that, redskin bang bang. henry miller stands on other side of ping pong table an keeps talkin about me. did you ask the poet fellow if he wants something to drink he says t someone getting all the drinks i drop my ping pong paddle an look at the pool, my worst enemies dont even put me down in such a misterious way. college student trail me with microphone an tape machine what d you think a the communist party? what communist party? he rattles off names an numbers he cant answer my question, he tries harder. i say you dont have t answer my question, he gets all squishy, i say theres no answer t my question any more n theres an answer t your question, ferris wheel runs in california park an the sky trembles, turns red, above hiccups an pointed fingers, i tell reporter lady that yes im monstruosly against the house unamerican activities committee and also the cia an i beg her please not t ask me why for it would take too long t tell she asks me about humanity an i say im not sure what that word means, she wants me t say what she wants me t say, she wants me t say what she can understand, a loose tempered fat man in borrowed stomach slams wife in the face an rushes off t civil rights meeting, while some strange

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girl chases me up smoky mountain tryin t find out what sign i am. i take allen ginsberg t meet fantastic great beautiful artist an no tresspassin boards block up all there is t see eviction, infection, gangrene an atom bombs, both ends exist only because there is someone who wants profit. boy loses eyesight, becomes airplane pilot, people pound their chests an other peoples chests an interpret bibles t suit their own means. respect is just a misinterpreted word an if Jesus Christ, himself, came down thru these streets, Christianity would start all over again, standin on the stage of all ground, insects play in their own world, snakes slide thru the weeds, ants come an go thru the grass, turtles an lizards make their way thru the sand, everything crawls, everything an everything still crawls

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run go get out of here quick leave joshua split go fit your battle do your thing i lost my glasses cant see jerico the wind is tyin knots in my hair

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nothin seems t be straight out here no i shant go with you i cant go with you on the brooklyn bridge he was cockeyed an stood on the edge there was a priest talkin to him i was shiftin myself around so i could see from all sides in an out of stretched necks an things cops held people back the lady in back of me burst into my groin sick sick some are so sick like a circus trapeze act oh i hope he dont do it he was on the other side of the railin both eyes fiery wide wet with sweat the mouth of a shark rolled up soiled sleeves his arms were thick an tattoed an he wore a silver watch i could tell at a glance he was uselessly lonely i couldnt stay an look at him i couldnt stay an look at him because i suddenly realized that deep in my heart i really wanted t see him jump (a mob. each member knowin that they all know an see the same thing they have the same thing in common.

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can stare at each other in total blankness they do not have t speak an not feel guilty about havin nothin t say, everyday boredom soaked by the temporary happiness of that their search is finally over for findin a way to communicate a leech cookout giant cop out. all mobs i would think. an i was in it an caught by the excitement of it) an i walked away i wanted t see him jump so bad that i had t walk away an hide uptown uptown orchard street pants leg in my face comere! comere! i dont need no clothes an cross the street skull caps climb by themselves out of manholes an shoeboxes ride the cracks of the sidewalk fishermen .. ive suddenly been turned into a fish but does anybody wanna be a fisherman any more n i dont wanna be a fish (swingin wandas down in new orleans rumbles across brick written swear word vulgar wail in new york city) no they cant make it

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off the banks of their river i am in their river (i wonder if he jumped i really wonder if he jumped) i turn corner t get off river an get off river still goin up i about face an discover that im on another river (this time, king rex blesses me with plastic beads an toot toot whistles paper rings an things. royal street. bourbon street st. claude an esplanade pass an pull everything out of shape joe b. stuart white southern poet holds me up we charge thru casa blazin jukebox gumbo overflowin get kicked out of colored bar streets jammed hypnotic stars explode in louisiana murder nite everythings wedged arm in arm stoned galore must see you in mobile then down governor nichel an gone) ok i can get off this river too

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on bleeker street i meet many friends who look at me as if they know something i dont know rocco an his brothers say that some people are worse hung up than me i dont wanna hear it a basketball drops thru the hoop an i recall that the living theatres been busted (has the guy jumped yet?) intellectual spiders weave down sixth avenue with colt forty fives stickin out of their belly buttons an for the first time in my life im proud that i havent read into any masterpiece books (an why did I wanna see that poor soul so dead?)

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first of all two people get together an they want their doors enlarged, second of all, more people see whats happening an come t help with the door enlargement. the ones that arrive

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however have nothin more than lets get these doors enlarged t say t the ones who were there in the first place. it follows then that the whole thing revolves around nothing but this door enlargement idea. third of all, theres a group now existin an the only thing that keeps them friends is that they all want the doors enlarged fourth of all, after this enlargement the group has t find something else t keep them together or else the door enlargement will prove t be embarassing

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poesa (traduccin de RFI)

"podra hacer que te arrastraras si tan solo prestara atencin" dijo l masticando un sandwish entre jugadas de ajedrez "por qu quieres hacerme arrastrar?" "quiero decir que podra hacerlo" "podras hacerme arrastrar" "s! hacerte arrastrar!" "hummm, que gracioso eres" "no, solo juego para ganar, eso es todo" "bueno, si no puedes ganarme entonces eres el peor jugador con el que haya jugado" "que quieres decir?" "quiero decir que pierdo todo el tiempo" apret las mandbulas y respir fuerte "hummm, ahora tengo que ganarte"

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para francoise hardy en la orilla del sena una sombra gigante de notredame busca agarrar mi pie estudiantes de la sorbona ruedan sobre delgadas bicicletas vitales colores en torbellino de giro y cuero la briza bosteza alimentos

33 y 1/tercio
lejos de los vientres de erhardt conociendo a johnson pilas de amantes pescando besndose yacen sobre libros, botes ancianos vestidos con bigotes rizados flotan sobre los bancos sbanas de turistas con brillantes camisas de nylon rojo con sombreros de paja de embajadores (no puedo oir ladrar ahora al perro de nixon) se irn navegando mientras se pone el sol las puertas del ro estn abiertas debo recordar que yo tambin toco la guitarra es facil estar aqu parado pasan ms amantes sobre motocicletas enlazados juntos desde los muros del agua entonces miro a lo que llaman la orilla derecha y envidio a tu trompetista

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la esposa de Al dijo que yo no poda ser feliz mientras la noche de New Jersey corra hacia atrs y se desvaneca tras nuestros odos rodantes "miro los colores afuera, y soy feliz"

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"pero cantas canciones tan deprimentes" "pero eso lo dices en tus trminos" "pero mis trminos no son tan irreales" "s, pero de todas formas son tus trminos" "pero que hay con los dems que piensan en esos trminos" "Lenny Bruce dice que no hay palabras sucias ... solo mentes sucias y yo digo que no hay palabras depresivas solo mentes depresivas" "pero como eres feliz y cuando ests feliz" "soy bastante feliz ahora" "por qu?" "porque miro afuera calmadamente y veo la noche revelarse" "que quieres decir con revelarse" "quiero decir algo que no tiene fin y es tan grande que cada vez que lo veo es como verlo la primera vez" "y qu?" "que algo que no tiene fin tiene que ser poesa de una forma o otra" "s pero ..." "y la poesa me hace sentir bien" pero ..." "y me hace sentir feliz" "okey pero ..." "a falta de una palabra mejor" "pero que hay con las canciones que cantas sobre el escenario?" "no son ms que la revelacin de mi felicidad"

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una vez dentro del ring juno toma veinte pastillas y

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pinta todo el da. dice que la vida es una cosa en la cabeza. afuera de chicago, desbarajuste privado enfermera casera junkie sana incontables amas de casa comunes colgadas completamente con drogas de farmacia, legalmente vendidas para ayudar a limpiar la cocina. lenny bruce muestra sus sptimas pelculas hechas a mano en la avenida, mientras un montn de mujeres se llevan pequeas tabletas blancas dentro de zapatos, medias sombreros y otros escondites, los diarios no dicen nada, irma va a israel y me escribe que all odian a los nazis mucho ms que nosotros aqu eichmann muere s, y alemania oriental envia ermitao de ochenta aos gestapo gastado a la penitenciara. en berlin occidental renata me dice que debo usar corbata para entrar a este sitio quiero regresar aqu, literato anciano con bandera rebelde sobre letrero de hogar, dulce hogar dice que no votar por goldwater, "habla mucho, debera mantener su boca cerrada" camino entre patios y veo a un chico con plumas en el pelo yaciendo muerto sobre la hierba, se levan ta y le da las plumas a otro chico que inmediatamente se cae. "es mi turno de ser el bueno ... toma esto, piel roja" bang bang. henry miller est en el otro lado de la mesa de ping pong y sigue hablando sobre mi. "le preguntaste al compaero poeta si quiere algo de beber" le dice a

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alguien que busca las bebidas suelto mi raqueta de ping pong y miro a la piscina, mis peores enemigos ni siquiera me entristecen de una forma tan misteriosa. estudiante universitario me persigue con micrfono y grabadora que cree del partido comunista? que partido comunista? me da nombres y nmeros no puede responder mi pregunta, l intenta mejor. le digo "no tienes por que responderme", l se inquieta, le digo que no hay respuesta para mi pregunta como mismo no hay respuesta para su pregunta, gira el carrusel en el parque de california y el cielo tiembla, enrojece, sobre hipos y dedos sealando, le digo a la reportera que s estoy monstruosamente contra el comit de actividades no-norteamericanas y tambin la cia y le ruego por favor que no me pregunte la razn porque me llevara mucho tiempo contestar lo que me pregunta acerca de la humanidad y le digo que no estoy seguro del significado de esa palabra, ella quiere que yo diga lo que ella quiere que diga, ella quiere que diga lo que ella puede entender, un gordo de mal temperamento con estmago prestado golpea a esposa en la cara y se va a un encuentro de derechos civiles, mientras una extraa chica me persigue por montaa humeante tratando de averiguar mi signo. llevo a allen ginsberg a conocer a fantstica gran hermosa artista y letreros de no traspasar bloquean toda la vista

33 y 1/tercio
desalojo, infeccin, gangrena y bombas atmicas, ambos fines existen solo porque hay alguien que quiere beneficio. chico pierde vista, se convierte en piloto de aeroplano, la gente se da en el pecho y en los pechos de otros y interpretan biblias a conveniencia propia. respeto es una palabra mal interpretada y si Jesucristo atravesara estas calles, el Cristianismo volvera a comenzar desde cero otra vez, parados en el escenario de todo terreno, los insectos juegan en su propio mundo, las serpientes se deslizan por las malezas, vienen las hormigas y atraviesan la hierba, tortugas y lagartijas hallan su camino a travs de la arena, todo se arrastra, todo ... y an todo se arrastra

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corre vete sal de aqu rpido abandona joshua pierdete ve con tu batalla haz lo tuyo perd mis espejuelos no puedo ver jerico el viento hace nudos en mi cabello nada parece estar bien aqu no no ir contigo no puedo ir contigo

33 y 1/tercio
en el puente de brooklyn estaba cruzado de ojos y parado sobre el borde un sacerdote hablaba con l yo cambiaba de posicin para poder ver desde todas partes desde los cuellos alargados y cosas los policas contenan a la gente la dama atrs de mi me dio en las costillas "enfermos enfermos algunos estn tan enfermos" como un acto de trapecio en el circo "oh espero que no lo haga" l estaba del otro lado del ral ojos anchos y salvajes hmedos de sudor la boca de un tiburn mangas enrolladas y sucias sus brazos eran gruesos y tatuados y usaba un reloj plateado pude darme cuenta de una mirada que estaba inserviblemente solo no poda quedarme y mirarlo no poda quedarme y mirarlo porque repentinamente me di cuenta que profundo en mi corazn realmente quera verlo saltar (una multitud. cada miembro sabiendo que todos saben y ven la misma cosa que tienen lo mismo en comun pueden mirarse unos a otros con las miradas en blanco no tienen que hablar y no se sienten culpables por no tener nada que decir, aburrimiento diario empapado por la felicidad temporal de "que su bsqueda finalmente ha terminado al hallar una manera de comunicacin" un envite de sanguijuelas

33 y 1/tercio
polica gigante. todas las multitudes podra pensar y yo estaba en esta y envuelto en la excitacin) y me fui tena tantos deseos de verlo saltar que tuve que irme y ocultarme en la ciudad en la ciudad calle orchard perneras en mi rostro "ven aqu! ven aqu!" no necesito ropas y cruzo la calle crneos con gorras suben solos por agujeros y cajas de zapatos van por las grietas de la acera pescadores ..... repentinamente me he vuelto un pez pero hay alguien que quiera ser un pescador ms que yo no quiera ser un pez? (wanda de moda en new orleans tropieza con palabrota escrita sobre ladrillo lamento vulgar en new york city) no no pueden salir de las mrgenes de su ro estoy en su ro (me pregunto si salt realmente me pregunt si salt) doblo la esquina para salir del ro

33 y 1/tercio
y salgo del ro todava yendo de cara y descubro que estoy en otro ro (esta vez, rey rex me bendice con cuentas de plstico y silba silbando anillos de papel y cosas. calle real. calle bourbon san claude y explanada pasan y lo desencajan todo joe b. stuart poeta sureo blanco me sostiene cargamos a travs de casa vitrola relampagueante inundante nos sacan a patadas de bar de negros calles atascadas estrellas hipnticas hacen explosin en la noche asesinato de louisiana todo comprimido brazo con brazo muy drogado debo verte en mobile entonces en gobernador nichel ido) okey puedo salir tambin de este ro en bleeker street encuentro muchos amigos que me miran como si supieran algo que no s

33 y 1/tercio
rocco y sus hermanos dicen que algunos estn peores de resaca que yo no quiero orlo una pelota de basket cae por el aro y me doy cuenta que el teatro viviente ha sido devastado (ya habr saltado el tipo?) araas intelectuales tejen en sexta avenida con colts cuarentaicinco sobresaliendo de sus ombligos y por primera vez en mi vida me enorgullece no haber ledo ninguna obra maestra de literatura (y por qu quise ver tan muerta esa pobre alma?)

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primero que todo dos gentes se juntan y quieren sus puertas ensanchadas, segundo que todo, ms gente ve lo que ocurre y vienen a ayudar con el ensanche de la puerta. los que llegan de todas formas no tienen ms que "vamos a ensanchar estas puertas" para decirles a los que estaban all en primer lugar. sucede entonces que toda la cosa solo gira en torno a la idea del ensanche de la puerta.

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tercero que todo, hay un grupo ahora que existe y lo unico que los mantiene como amigos es que todos quieren ensanchar las puertas cuarto que todo, despus del ensanche el grupo tiene que hallar algo ms para mantenerlos juntos o entonces el ensanche de la puerta se convertir en algo avergonzante

replay

33 y 1/tercio expediente king

El escritor Stephen King, aclamado por muchos lectores pero criticado y defenestrado por muchos crticos, pidi que se le diera apoyo a otros autores de ficcin popular, mientras reciba la Medalla 2003 por su Contribucin Distinguida a las Letras Americanas, premio entregado por la National Book Foundation. El crtico Harold Bloom se mostr particularmente contrario a la eleccin, al punto de escribir un artculo en el que considera al premio como un asalto al territorio de la literatura. Pero King pareci prestarle poca atencin a esto. Hay un montn de gente que decidi que era un buen premio para entregarme, y eso es suficiente para m. dijo King. El premio que recibi King fue creado en 1998 para rendir honor a los escritores que han contribuido a la literatura moderna con su trabajo. Durante la ceremonia King brind un largo discurso que fue seguido por los 900 invitados, entre los que se incluan 125 escritores. King dijo no tener paciencia para aquellos que dicen con orgullo que jams han ledo nada de John Grisham, Tom Clancy, Mary Higgins Clark o cualquier otro escritor popular. Qu piensan?, dijo King. Obtener prestigio acadmico por estar deliberadamente alejados de su propia cultura?
(tomado de ABC News)

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harold bloom un honor inmerecido


La decisin de otorgar a Stephen King el premio anual de la Fundacin Nacional del Libro por su contribucin distinguida a la literatura norteamericana es otro hito del indignante proceso de entumecimiento de nuestra vida cultural. En el pasado describ a King como un escritor de novelas baratas, pero tal vez eso sea demasiado amable. No tiene nada en comn con Edgar Allan Poe. Es un escritor terriblemente malo, cosa que puede comprobarse frase a frase, libro a libro.

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La industria editorial cay muy bajo al conceder a King un premio que anteriormente haba otorgado a los novelistas Saul Bellow y Philip Roth y al dramaturgo Arthur Miller. Al hacerlo, lo nico que se reconoce es el valor comercial de sus libros, que se venden por millones pero no hacen nada por la humanidad excepto mantener a flote el mundo editorial. Si ese va a ser el criterio en el futuro, entonces tal vez el ao prximo el comit d el premio a Danielle Steel, y seguramente el Nobel de literatura sea para J. K. Rowling. Esto forma parte de un fenmeno sobre el que escrib hace un par de aos, cuando me pidieron mi opinin sobre Rowling. Compr y le Harry Potter y la Piedra Filosofal. Fue un proceso muy doloroso. La escritura era espantosa; el libro era horrible. A medida que lea, adverta que cada vez que un personaje sala a caminar, la autora escriba que el personaje estiraba las piernas. Empec a hacer una marca cada vez que esa frase se repeta. Slo me detuve cuando ya haba hecho varias decenas de marcas. No lo poda creer. Rowling tiene la mente tan llena de cliss y metforas muertas, que no sabe escribir de otra forma. Cuando escrib eso en un diario, me criticaron. Me dijeron que J. K. Rowling es lo nico que leen ahora los chicos y me preguntaron si, despus de todo, no era mejor eso que no leer nada. Si Rowling es lo que hace falta para que abran un libro, no es algo positivo? No lo es. Poco despus le una elogiosa resea de Harry Potter del propio Stephen King. Haba escrito algo del tenor de: Si los chicos leen Harry Potter a los once o doce aos, cuando crezcan van a leer a Stephen King. Y no estaba ironizando. Nuestra literatura y nuestra cultura se van entumeciendo, y las causas son muy complejas. Tengo 73 aos. En el curso de una vida dedicada a la enseanza de la literatura en lengua inglesa, vi cmo se iban degradando los estudios literarios. Es muy poco lo que queda de las humanidades. Mi asistente de investigacin me dijo hace dos aos que en cierto seminario, el docente haba dedicado dos horas a decir que Walt Whitman era racista. Eso no es ni siquiera un desatino ingenioso. Es intolerable. Empec mi carrera enseando a los poetas romnticos. En la dcada de 1950 y principios de los aos 60 se entenda que los grandes poetas romnticos eran P. B. Shelley, William Wordsworth, Lord Byron, John Keats, William Blake, Samuel Taylor Coleridge. Hoy, sin embargo, son Felicia Hemans, Charlotte Smith, Laetitia Landon y otras que no saben escribir. En muchos programas se ensea a Aphra Behn, una dramaturga de cuarta lnea, en lugar de a Shakespeare. Hace poco, en el funeral de mi viejo amigo Thomas M. Green, de Yale, tal vez el profesor de literatura renacentista ms destacado de su generacin, dije: Temo que algo muy valioso haya terminado para siempre. En la actualidad hay cuatro novelistas norteamericanos que siguen trabajando y merecen nuestro elogio. Thomas Pynchon sigue escribiendo. Tambin est Cormac McCarthy, cuya novela Blood Meridian es comparable a Moby Dick, de Melville, y Don DeLillo. A

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pesar de ello, el premio de este ao recae en King. Es un terrible error.

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jeff zaleski

la necesidad de leer a stephen king


Otro hito del indignante proceso de entumecimiento de nuestra vida cultural, escribi Harold Bloom en L.A. Times. Y muchos en la industria de la publicacin estn de acuerdo. Pero otros estamos pensando diferente. La decisin de los directores de la National Book Foundation de otorgarle a Stephen King la Medalla 2003 por su Contribucin Distinguida a las Letras Americanas ha dividido a la comunidad literaria de manera inusual. O, ms importante aun, son los potenciales problemas revelados por nuestras respuestas a la decisin de la Fundacin: problemas con algunos premios literarios y, ms urgentemente, con las lecturas que elige nuestra comunidad. Primero, pensemos: se merece King el premio? En Publisher's Weekly hacemos un acercamiento catlico a los libros. Asumimos que la excelencia literaria puede aparecer en cualquier tipo de libro, ya sea de suspenso, extranjero, libro para chicos, novela grfica, ciencia popular, biografa, libro de cocina, poesa, memorias. Y, de esta manera, hemos realizado excelentes crticas de libros de autores tan diversos como David Macaulay, Margaret Atwood, Dennis Lehane, Robert Caro, Nigella Lawson, Isaac Bashevis Singer y, s, Stephen King, varias veces. Obsrvese que la medalla es entregada, segn palabras de la Fundacin, a una persona que ha enriquecido nuestra herencia literaria a travs de una vida de servicio, o de su obra. Hay un pequeo debate sobre si King ha enriquecido nuestra herencia literaria a travs de una vida dedicada al trabajo; sus contribuciones de caridad, por ejemplo, son bien conocidas. Pero ha hecho lo mismo con su obra? Eso es una cuestin personal de cada uno, pero mi opinin es que nuestra herencia literaria se ha beneficiado enormemente con el trabajo de este maestro de narradores, que no slo moderniz un gnero entero -el horror-, sino que nos ha dado personajes tan claves como Carrie, Cujo y Christine, el auto encantado; y, a su vez, nos entretena mientras lo haca.

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Pero King es un escritor de gnero y un escritor comercial. Y eso explica gran parte de la bronca. No es un secreto que la comunidad literaria generalmente relega los gneros y la ficcin comercial a un segundo plano. (Nosotros hacemos lo mismo con vastas reas de noficcin, y quizs con libros para chicos, pero por ahora, limitaremos la discusin a la ficcin para adultos). Una mirada a los ganadores de los premios otorgados por la National Book Foundation y la National Book Critics Circle durante las dcadas pasadas confirma esto. No hay autor de gnero -ni escritor considerado comercial- que haya ganado un premio al "mejor" en cualquier categora (aunque, en 1980, un premio extra de los National Book Award le permiti a John D. MacDonald alzarse con un galardn por Mejor Autor de Supenso). Incluso son raras las nominaciones para dichos autores. Este ao, las nominaciones para el National Book Award en la categora Ficcin siguen la norma. Los cinco nominados de este ao son muy buenos, pero son todos del tipo "ficcin literaria". Es posible que Tony Hillerman est alguna vez en la lista? O Tananarive Due? George Pelecanos o Margaret Maron? Peter Straub? Usualmente, es al final de sus vidas, o ms all, cuando los grandes escritores de gnero son reconocidos como grandes escritores: Hammett, por ejemplo, o Heinlein, o Lovecraft o Chandler. S, la comunidad literaria ha reconocido ahora a King, y en 1999 el mismo premio fue para Ray Bradbury. Una vez cada tanto, un escritor de gnero es elevado de su lugar y puesto en un status literario. Ocurri con Ross MacDonald, mas recientemente con Elmore Leonard, y ahora pasa con King. Los premios literarios corresponden, en forma correcta, a autores de grandes libros -trabajos con originalidad, poderosos y bellos. La literatura, incluso la gran literatura, puede aparecer en cualquier gnero, adems de ser parte de la "ficcin literaria". Pero muchos de nosotros no estamos familiarizados con los "gneros", porque no los leemos (quisiera saber cuntos de los que objetan la medalla a King, incluido Bloom, han ledo seriamente su trabajo). Muchos de nosotros no leemos, y menos estudiamos, a los escritores comerciales de bestsellers. Y esto puede ser un serio problema para nuestra industria: porque lo que los profesionales de la industria leen difiere de lo que compra el pblico. Esta observacin est basada en aos de conversaciones que he tenido con profesionales de la industria literaria, y es una observacin muy precisa. Y es cierto que la publicacin es una industria que requiere un conocimiento de mercados especializados, y que la excelencia literaria puede encontrarse tanto en libros que se venden mucho como en los que se venden poco. Por eso, es significativo que profesionales de esta industria, cuando son consultados sobre que cosas leen, citan "literatura" y no "ficcin" o diferentes gneros; es decir, un libro de T.C. Boyle antes que uno de Michael Crichton. Esta preferencia se manifiesta en los grandes premios literarios, la mayora de los cuales, por supuesto, son entregados por profesionales de la publicacin.

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Quizs una razn de que la industria de la publicacin solo tiene un pequeo crecimiento es que no escuchamos suficiente al mercado, al pblico, porque leemos muy lejos de ellos. No estoy sugiriendo que slo publiquemos determinados gneros en particular o xitos comerciales, o que dejemos de leer "literatura", sino que aprendamos mas de nuestro mercado estudiando (leyendo) lo que la gente quiere. La informacin es poder, y por eso sugiero que es importante no slo leer con criterio amplio, para entender por experiencia personal los productos que ms venden. Cualquier duda de que existe una brecha entre los hbitos de lectura de los profesionales de la publicacin y el pblico en general puede verse con un simple test. Los autores de ficcin para adultos ms ledos en las pasadas dos dcadas -es decir, los autores que han vendido la mayora de los libros-, probablemente han sido Nora Roberts, Dean Koontz, Tom Clancy, Danielle Steel, John Grisham, Mary Higgins Clark, Michael Crichton y Stephen King. Y luego tenemos a los ms recientes autores comerciales como Michael Connelly, David Baldacci, Laurell K. Hamilton y Jan Karon. Cuntos libros hemos ledo de ellos? Si fueron pocos, o ninguno, seria deseable leer muchos ms, a fin de entender, apreciar y aprender a querer lo que quiere la mayora del mercado.

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replay

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stephen king
(maine, 1947)

apareci can
Garrish sali del sol resplandeciente del mes de mayo y pas al frescor de la entrada. Le cost un poco ajustar la vista y en el primer momento Harry el Castor no fue ms que una voz incorprea saliendo de las sombras. Era una zorra, verdad? pregunt el Castor. Verdad que era una verdadera zorra? S contest Garrish. Fue difcil. Ahora pudo fijar sus ojos en el Castor. Se estaba frotando los granos de la frente con la mano y le sudaban las orejas. Llevaba sandalias y una camiseta con 69 y un botn en la parte delantera que deca: Bienvenido es un Pervertido. Los enormes dientes delanteros del Castor se distinguan en la oscuridad. Iba a dejarlo en enero explic el Castor. No dej de decrmelo mientras todava tenia tiempo. Y luego, pasaron las recuperaciones y ya fue cuestin de volver a intentarlo o dejar el curso incompleto. Creo que he suspendido, Curt. Lo jurara. La gobernanta estaba en la esquina, junto a los buzones. Era una mujer sumamente alta que se pareca vagamente a Rodolfo Valentino. Estaba esforzndose por meter un tirante de combinacin por el sobaco sudado de su traje con una mano, mientras que con la otra pona una chincheta a una hoja de salida de dormitorio. Muy difcil repiti Garrish. Quise copiar algo de ti, pero no me atrev, te lo juro, aquel to tiene ojos de guila. Crees que sacaste tu sobresaliente? A lo mejor he suspendido dijo Garrish. Crees que t suspendiste? exclam el Castor. Crees que... Voy a ducharme, okey? Claro, Curt. Claro. Fue ste tu ltimo examen? S. Fue mi ltimo examen. Garrish cruz el vestbulo, empuj la puerta y empez a subir. El hueco de la escalera ola como un suspensorio atltico. Siempre la dichosa escalera. Su habitacin estaba en el quinto piso. Quinn y aquel otro idiota del tercero, el de las piernas peludas, le pasaron lanzndose una pelotita. Un pequeo, con gafas de montura de concha y un valiente principio de barba, le pas entre el cuarto y el

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quinto, con un libro de clculo apretado contra su pecho como si fuera la Biblia, y desgranando un rosario de logaritmos. Tena los ojos tan vacos como pizarras. Garrish se par a mirarle, preguntndose si no estara mejor muerto, pero el pequeo no era ya ms que una sombra que apareca y desapareca en la pared. Volvi a verle una vez ms y luego desapareci del todo. Garrish lleg al quinto y anduvo hasta su habitacin. Pig Pen se haba ido haca dos das. Cuatro finales en tres das, bambam y hasta la vista, madam. Pig Pen saba arreglarse las cosas. Haba dejado nicamente sus cromos en la pared, dos calcetines desparejados y sucios y una parodia, en cermica, del Pensador de Rodin sentado en la taza de un retrete. Garrish meti la llave en la cerradura. Curt! Eh, Curt! Rollins, el imbcil consejero del piso, que haba enviado a Jimmy Brody a visitar al decano porque haba bebido, se acercaba por el corredor, hacindole seales con la mano. Era alto, bien plantado, con el cabello recortado en cepillo, simtrico en todo. Pareca barnizado. Has terminado todo? pregunt Rollins. S. No te olvides de barrer tu cuarto y llenar la hoja de desperfectos, okey? S. Pas una hoja de desperfectos por debajo de tu puerta, el otro da, verdad? S. Si no me encuentras en mi cuarto, echa la hoja por debajo de la puerta, y la llave tambin. Est bien. Rollins le cogi de la mano, se la sacudi un par de veces, rpidamente, pumpumpum. La mano de Rollins estaba seca, rasposa. Estrechar la mano de Rollins era como estrechar un puado de sal. Que tengas un buen verano, hombre. Bien. No trabajes demasiado. No. salo, pero no abuses. S, y no. Rollins pareci momentneamente desconcertado, luego se ech a rer: Cudate.

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Dio una palmada al hombro de Garrish y se volvi para advertir a Ron Frane que apagara el estreo. Garrish imagin a Rollins muerto en una cuneta con los ojos llenos de gusanos. A Rollins no le importara. A los gusanos tampoco. O te comas el mundo o el mundo te coma a ti, y estaba bien de ambos modos. Garrish se qued pensativo viendo alejarse a Rollins hasta que lo perdi de vista, entonces entr en su habitacin. Con el desorden ciclnico de Pig Pen desaparecido, la habitacin pareca yerma y estril. De la montaa retorcida, destartalada, que haba sido la cama de Pig Pen, no quedaba sino el colchn manchado. Dos portadas de Playboy le contemplaban con dos glaciales bi dimensionales. No haba mucha diferencia en la mitad de habitacin correspondiente a Garrish, que siempre estaba perfectamente ordenada al estilo militar. Si dejabas caer una moneda sobre la colcha de la cama de Garrish, rebotaba. Tanto orden haba crispado los nervios de Piggy. Se haba graduado en ingls y sus frases eran perfectas. A Garrish le llamaba el encasillado. Lo nico que haba en la pared sobre la cama de Garrish era una enorme ampliacin de Humphrey Bogart que haba comprado en la librera de la Facultad. Bogie llevaba una pistola automtica en cada mano y lucia tirantes. Pig Pen deca que las pistolas y los tirantes eran smbolos de impotencia. Garrish dudaba de que Bogie hubiera sido impotente, aunque nunca haba ledo nada sobre l. Se acerc a su ropero, lo abri con la llave y sac el gran Magnum de culata de nogal, del 352, que su padre, un ministro metodista, le haba comprado por Navidad. En marzo, l se compr la mira telescpica. No deban guardarse armas en la habitacin, ni siquiera rifles de caza, pero no haba sido difcil. Lo haba sacado la vspera de la consigna de armas de la Universidad, con una autorizacin para retirarlo, falsificada. Lo meti en su funda impermeable de cuero, y lo dej escondido en el bosque, detrs del campo de ftbol. Luego, de madrugada, a eso de las tres, sali a buscarlo y se lo trajo arriba por los dormidos corredores. Se sent en la cama con el rifle sobre las rodillas y llor un poco. El Pensador, sentado en su taza, le estaba mirando. Garrish dej el rifle sobre la cama, cruz la estancia y de un manotazo lo hizo caer de la mesa al suelo, donde se hizo mil pedazos. Llamaron a la puerta. Garrish coloc el rifle debajo de la cama. Adelante. Era Bailey, medio desnudo. Tena un poco de borra de algodn en el ombligo. No haba futuro para Bailey. Se casara con una estpida y tendran hijos estpidos. Despus, morira de cncer, o de fallo renal. Cmo estuvo el final de qumica, Curt? Muy bien.

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Me preguntaba si me podras prestar tus apuntes. Yo lo tengo maana. Los quem con todo lo que no me serva. Oh. Oh, Dios mo! Lo ha hecho Piggy? y seal los restos del Pensador. Creo que si. Por qu tuvo que hacerlo? A mi me gustaba. Iba a comprrselo. Bailey tena unas facciones recortadas, como de ratn. Sus calzoncillos le colgaban por detrs. Garrish poda ver cmo sera con el tiempo, cmo morira de enfisema o de algo, metido en una tienda de oxigeno. Tendra un color amarillento. Yo podra ayudarte, pens Garrish. Crees que le importara si me quedara con sus cromos? Me figuro que no. Bien. Bailey cruz la habitacin, pisando cuidadosamente con sus pies desnudos los fragmentos de cermica y retir las chinchetas de las portadas de Playboy. Esta fotografa de Bogart es realmente asombrosa, tambin. Sin tetas, pero...! Oye Bailey mir a Garrish para ver si Garrish sonrea. Al ver que no lo haca, le pregunt: Supongo que no ibas a tirarla, o algo as, verdad? No. Estaba preparndome para ir a la ducha. Bueno. Que tengas un buen verano, por si no te vuelvo a ver. Gracias. Bailey se dirigi hacia la puerta, bailndole el fondillo del calzoncillo. Se detuvo y pregunt: Cuatro puntos este semestre, Curt? Como mnimo. Enhorabuena. Hasta el ao que viene. Sali y cerr la puerta. Garrish se qued sentado en la cama un momento, luego sac el rifle, lo desmont y lo limpi. Se acerc el can al ojo y contempl el pequeo crculo de luz del otro extremo. El can estaba limpio. Volvi a montar el arma. En el tercer cajn de su escritorio haba tres pesadas cajas de balas Winchester. Las coloc en el alfizar de la ventana. Cerr con llave la puerta del cuarto y volvi a la ventana. Subi las persianas. La explanada estaba verde y jugosa, salpicada toda ella de estudiantes que paseaban. Quinn y su amigo idiota estaban jugando a la pelota. Corran de un lado a otro como hormigas heridas, escapndose de un hormiguero aplastado. Voy a decirte algo dijo Garrish a Bogart Dios se enfureci con Can, porque Can tenia la idea de que Dios era vegetariano. Su hermano lo vea de otro modo. Dios hizo el mundo a Su imagen, y si no te comes

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el mundo, el mundo te come a ti. As que Can va y le dice a su hermano Por qu no me lo dijiste? y su hermano contesta Por qu no me escuchaste? Y Can dice Est bien, ahora te escucho. As que se carga a su hermano y dice Eh, Dios! Quieres carne? Aqu la tienes! Quieres lomo, o chuletas o Abelbur guesas o qu? Y Dios le dijo que se preparara. Qu te parece? Bogie no contest. Garrish abri la ventana y apoy los codos en el alfizar, sin dejar que al can del rifle 352 le diera el sol. Puso el ojo en la mira. Lo tena apuntando al dormitorio de chicas del Carlton Memorial, del otro lado de la explanada. Carlton era popularmente conocido como la perrera. Situ la cruz de la mira sobre una enorme furgoneta Ford. Una rubia con tejanos y una blusa azul plido estaba hablando con su padre y su madre, mientras su padre, rubicundo y calvo, cargaba las maletas en el coche. Alguien llam a la puerta. Garrish esper. Volvieron a llamar. Curt? Te dar medio dlar por el pster de Bogart. Bailey. Garrish no contest. La chica y su madre se rean de algo, sin enterarse de que sus intestinos estaban llenos de microbios que coman, se dividan y se multiplicaban. El padre se reuni con ellas y se quedaron juntos al sol, un retrato de familia en la cruz de la mira. Maldita sea! protest Bailey. Oy sus pasos pasillo abajo. Garrish apret el gatillo. El rifle retrocedi con fuerza contra su hombro, pero era el retroceso blando y perfecto que recibes cuando has apoyado el arma exactamente en el punto apropiado. La cabeza rubia de la muchacha sonriente se cort. Su madre sigui sonriendo por un instante y luego se llev la mano a la boca. Chill a travs de la mano. Garrish le dispar. Mano y cabeza se desintegraron en un surtidor rojo. El hombre que haba estado cargando las maletas ech a correr. Garrish le sigui y le dispar a la espalda. Entonces levant la cabeza, abandonando la mira por un momento. Quinn sostena la pelota y contemplaba los sesos de la chica rubia que se haban estrellado en el cartel de PROHIBIDO APARCAR que haba detrs de su cuerpo tendido. Quinn no se movi. En toda la explanada la gente se haba quedado petrificada, como nios jugando a estatuas. Alguien volvi a golpear la puerta, y sacudi el picaporte. Otra vez Bailey: Curt? Ests bien, Curt? Creo que alguien ha...

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Buena bebida, buena carne, buen Dios, vamos a comer! exclam Garrish y dispar a Quinn. Tir del gatillo en lugar de apretar y el tiro sali desviado. Quinn ech a correr. Ningn problema. El segundo disparo dio en el cuello de Quinn y le hizo volar unos cinco metros. Curt Garrish se est matando! chillaba Bailey. Rollins! Rollins! Ven corriendo! Sus pasos volvieron a perderse por el corredor. Ahora todos echaban a correr. Garrish poda or cmo gritaban. Tambin poda or el apagado sonar de los pies en la explanada. Mir a Bogie. Bogie sostena sus dos pistolas y miraba por encima de l. Contempl los restos esparcidos del Pensador de Piggy y se pregunt qu estara haciendo Piggy hoy, si estaba durmiendo, o viendo la televisin, o disfrutando de un enorme y maravilloso gape. Cmete el mundo, Piggy! pens Garrish Hay que tragarlo de golpe! Garrish! Ahora era Rollins el que golpeaba la puerta. Abre, Garrish! Se ha encerrado jade Bailey. Tena mala cara, se ha matado, lo s. Garrish volvi a sacar el can por la ventana. Un muchacho con una camisa a cuadros estaba en cuclillas detrs de un seto, vigilando las ventanas de los dormitorios con desesperada intensidad. Quera escapar, correr, Garrish lo vio, pero sus piernas estaban yertas. Santo Dios, vamos a comer murmur Garrish y empez a apretar de nuevo el gatillo.

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la teora de las mascotas de l.t.


Mi amigo L.T. casi nunca habla sobre cmo su esposa desapareci, o de que ella probablemente est muerta, simplemente otra victima del Hombre del Hacha, pero le gusta contar la historia de cmo le dej. Lo hace poniendo los ojos en blanco, como si dijera ella me enga, muchachos, mucho, y como Dios manda. A veces cuenta la historia a un grupo de hombres sentados en uno de los muelles de carga detrs de la fabrica mientras comen sus almuerzos, l tambin toma el almuerzo, el que se prepara l mismo; ninguna Lulubelle ha vuelto a casa para hacerlo en estos tiempos. Normalmente re cuando cuenta la historia, que siempre termina con la Teora de las Mascotas de L.T. Demonios, yo normalmente me ro. Es una historia divertida, incluso

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si sabes como termina. Pero ninguno de nosotros lo sabe, no completamente. Fich a las cuatro, como siempre deca L.T. entonces fui a Debs Den a tomar un par de cervezas, como la mayora de los das. Jugu una partida al pinball, y me fui a casa. Fue en ese momento cuando las cosas dejaron de ser como habitualmente. Cuando una persona se levanta por la maana, no tiene la mas mnima idea de cunto puede haber cambiado su vida cuando descansa la cabeza por la noche. l no sabe el da o la hora, dice la Biblia. Yo creo que este verso en particular es sobre el final, pero es apropiado para cualquier cosa, chicos. Cualquier cosa en el mundo. Nunca sabes cuando vas a hacer saltar la trampa. Cuando gir hacia el camino de entrada vi que la puerta del garaje estaba abierta y que el pequeo Subaru no estaba, pero esto no me pareci extrao en el momento. Ella siempre estaba yendo a algn sitio -un rastrillo o algn otro sitio- y dejando la maldita puerta del garaje abierta. Yo se lo deca: Lulu, si sigues haciendo esto el tiempo suficiente, a la larga alguien lo aprovechara. Vendr y se llevara un rastrillo o una bolsa de musgo. Demonios, incluso un Adventista del Sptimo Da recin salido de la escuela haciendo su ronda para ganarse una insignia robara si pones la suficiente tentacin en su camino, y es el peor tipo de persona para tentar, porque ellos la sienten ms que el resto de nosotros. De todas maneras, ella siempre deca Mejorar, L.T., lo intentare, de cualquier modo, realmente lo har, cario. Y lo haca bien, hasta que reincida de vez en cuando como cualquier pecador. Aparqu pegado a un lado para que ella pudiera meter el coche dentro cuando llegara de donde fuera, pero cerr la puerta del garaje. Luego me dirig a la cocina. Comprob el buzn, pero estaba vaco, el correo estaba dentro, en el aparador, as que ella deba haberse ido despus de las once, porque no llega al menos hasta entonces. El cartero, quiero decir. Bien, Lucy estaba junto a la puerta, maullando como lo hacen los siameses; me encanta ese maullido, creo que es algo bonito, pero Lulu siempre lo ha odiado, quiz porque suena como el llanto de un nio y ella no quiere tener nada que ver con nios. Qu hara con una alfombra de piel de mono? sola decir. Lucy esperando en la puerta tampoco era nada fuera de lo normal. Esa gata me quera. Todava lo hace. Ahora tiene dos aos. La adquirimos al principio del ltimo ao que estuvimos casados. Ya vale de dar rodeos. Parece imposible creer que Lulu se fuera hace un ao, y eso que solo estuvimos juntos tres. Pero Lulubelle era del tipo que impresionan. Lulubelle tena lo que yo llamo calidad de estrella. Saben a quin me recordaba siempre? A Lucille Ball. Ahora que lo pienso, creo que esa fue la razn por la que llame Lucy a la gata, aunque no recuerdo haber pensado en ello en aquel momento. Podra haber sido lo que llaman una asociacin subconsciente. Ella entraba en una habitacin (Lulubelle, quiero decir, no la gata) y la iluminaba de alguna manera. Una persona como esa, cuando se ha ido apenas puedes creerlo, y te quedas esperando a que vuelva. Mientras tanto, aqu est la gata. Su nombre era Lucy, para empezar, pero Lulubelle odiaba la forma en que actuaba, tanto

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que empez a llamarla Screwlucy y cosas de ese tipo. Lucy no estaba loca, creo, solo quera ser amada. Quera ser amada mas que cualquier otra mascota que yo haya tenido en mi vida, y he tenido unas cuantas. De modo que entr en casa y cog a la gata y la acarici un poco y ella subi a mi hombro y se sent all, ronroneando y hablando en el lenguaje siams. Comprob el correo que estaba en el aparador, tire las facturas a la papelera, y fui al frigorfico a por algo de comer para Lucy. Siempre guardo una lata abierta de comida para gatos ah, con un trozo de papel de aluminio encima. Evita que Lucy se excite y clave sus garras en mi hombro cuando oye el abrelatas. Los gatos son inteligentes, ya saben, mucho ms listos que los perros. Tambin son diferentes en otras cosas. Puede ser que la mayor divisin en el mundo no sea hombres y mujeres, sino gente a la que le gustan los gatos y gente a la que le gustan los perros. Alguno de ustedes, empaquetadores de cerdo, ha pensado en eso alguna vez? Lulu protestaba como el demonio por tener una lata abierta de comida para gatos en el frigorfico, aun cuando tuviera un trozo de papel de aluminio encima, deca que eso provocaba que todo supiera como atn rancio, pero yo nunca ced en eso. En la mayora de las cosas dej que se saliera con la suya, pero ese asunto de la lata de comida para gatos era una de las cosas en las que defend mis derechos. De todas maneras, no tena nada que ver con la lata de comida para gatos. Tena que ver con la gata. A ella no le gustaba Lucy, eso era todo. Lucy era su gata, pero a ella no le gustaba. De modo que fui al frigorfico y vi que haba una nota en l, sujeto con uno de los imanes con forma de vegetal. Era de Lulubelle. Ms o menos como lo recuerdo, deca algo as: Querido L.T.: Te estoy abandonando, cario. A menos que llegues temprano a casa, me habr ido hace tiempo cuando leas esta nota. No creo que llegues temprano a casa, no has llegado temprano a casa en todo el tiempo que llevamos casados, pero al menos s que leers esto nada mas vuelvas a casa, porque lo primero que haces siempre al regresar no es venir a verme y decir Hola cario, estoy en casa y darme un beso, sino ir al frigorfico y sacar lo que sea que quede en la ultima asquerosa lata de Calo que pusieras ah y dar de comer a Screwlucy. Al menos s que no irs arriba y te dars un susto al ver que mi foto de La Ultima cena de Elvis no est, y mi mitad del armario este casi vaca y pienses que ha venido un ladrn al que le gusta la ropa de mujer (al menos alguien a quien solo le importa lo que hay debajo de ella). Yo me enfado contigo algunas veces, cario, pero sigo pensando que eres dulce y carioso y amable, t sers siempre mi pequeo bizcochito de sirope de arce, no importa donde nos lleven los caminos. Es solo que he decidido que no estaba hecha para ser la esposa de un envasador de Spam. Esto no lo digo de una forma presuntuosa. Incluso llam a la Lnea Psicolgica la semana pasada, he meditado esta decisin, permaneciendo despierta noche tras noche (oyndote roncar, chico, no quiero herir tus sentimientos pero siempre tienes un ronquido en ti), y me dieron este consejo: Una cuchara rota puede ser un tenedor. Al principio no lo entend, pero no me di por vencida. No soy lista como algunas personas (o como

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creen algunas personas que son), pero trabajo en las cosas. Mi madre sola decir que el mejor molino muele despacio pero sumamente fino, y yo lo mol cono un molinillo de pimienta en un restaurante chino, pensando por la noche, mientras roncabas y soabas sin dudas, en cuantos morros de cerdo podas meter en una lata de Spam. Y entend el refrn, porque la forma en que una cuchara rota puede llegar a convertirse en tenedor es una bonita cosa en la que pensar. Porque el tenedor tiene puntas. Y estas puntas pueden separarse, tal como tu y yo debemos separarnos, pero siguen teniendo el mismo mango. As estamos. Somos seres humanos, L.T., capaces de amarnos y respetarnos. Fjate en todas las peleas que hemos tenido sobre Frank y Screwlucy y, a pesar de eso, normalmente nos las arreglamos para entendernos. Pero el momento me ha llegado para probar suerte por caminos diferentes a los tuyos, y meterme en el gran ro de la vida con un punto de vista diferente al tuyo. Adems, echo de menos a mi madre. (No puedo decir seguro si todas estas cosas realmente estaban en la nota que L.T. encontr en su frigorfico; no parece totalmente posible, debo admitirlo, pero (los hombres que escuchaban su historia estaran acurrucndose en el pasillo en este punto o alrededor del muelle de carga), al menos suena a Lucibelle, eso puedo asegurarlo). Te lo ruego, no intentes seguirme, L.T., y aunque estar en casa de mi madre y s que tienes el nmero, apreciara que no llamaras y esperaras a que yo te llame. En su momento lo har, pero mientras tanto tengo un montn de cosas en las que pensar, y aunque est en el buen camino, todava estoy hecha un lo. Supongo que finalmente te pedir el divorcio, y creo que es justo decrtelo. Nunca he sido una persona que ofrezca falsas esperanzas, siendo partidaria de que es mejor decir la verdad y ahuyentar al diablo. Por favor, recuerda que lo que hago lo hago por amor, no por odio o resentimiento. Y por favor, recuerda lo que me dijeron y que ahora te digo yo: una cuchara rota puede ser un tenedor disfrazado. Con todo cario, Lulubelle Simms. L.T. hacia una pausa aqu, dejndoles digerir el que ella se haba despedido con su nombre de soltera, y dando a sus ojos unos de esos giros patentados por L.T. DeWitt. Luego les contaba la postdata que ella puso en la nota: Me llevo a Frank conmigo y te dejo a Screwlucy. Pienso que probablemente esto es lo querras. Con cario, Lulu. Si la familia DeWitt era un tenedor, Screwlucy y Frank eran las otras dos puntas en l. Si no fuera un tenedor (y hablando para mi mismo, siempre he tenido la sensacin de que el matrimonio es ms parecido a un cuchillo del tipo ms peligroso, con dos filos afilados), se podra decir que Screwlucy y Frank eran lo que resuma todo lo que iba mal en el matrimonio de L.T. y Lulubelle. Porque, piensen en eso, aunque Lulubelle compr a Frank para L.T. (en el primer aniversario de boda) y L.T. compr a Lucy, que pronto seria Screwlucy, para Lulubelle (segundo aniversario de boda), cada uno acab con la mascota del otro cuando Lulu abandon el matrimonio.

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Ella me compr ese perro porque a m me gustaba el que sala en Frasier deca L.T.. La raza del perro era terrier, pero no recuerdo ahora como se llama ese tipo. Jack algo. Jack Sprat?, Jack Robinson?, Jack Shit? Saben cmo una cosa como esa se te queda en la punta de la lengua?. Alguien le dijo que el perro de Frasier era un terrier Jack Russell y L.T. asinti con la cabeza enrgicamente. Eso es! exclam. Seguro!. Exactamente!. Eso es lo que Frank era, correcto, un terrier Jack Rusell. Pero quieres saber la fra y dura verdad? Dentro de una hora se me olvidar otra vez, estar en mi cerebro, pero como algo bajo de una piedra. Dentro de una hora me estar diciendo a m mismo qu dijo ese tipo que era Frank? Un terrier Jack Handle? Un terrier Jack Rabbit? Es algo as, s que es algo as. Etctera. Por qu? Creo que es porque yo odiaba tanto a ese pequeo jodido. Esa rata ladradora. Esa maquina de mierda con piel. Lo odiaba desde la primera vez que puse los ojos en l. Ya no est y estoy contento. Y quieren saber por qu? Frank senta lo mismo por mi. Fue odio a primera vista. Saben cmo algunos hombres entrenan a sus perros para que les lleven las zapatillas?. Frank no me traa las zapatillas, pero vomitaba en ellas. S. La primera vez que lo hizo, met en eso el pie derecho. Fue como meter el pie en tapioca caliente con grumos extragrandes en ella. Aunque no lo vi, mi teora es que esper fuera del dormitorio hasta que vio que llegaba (jodidamente escondido mas all de la puerta del dormitorio) entonces entr, descarg en mi zapatilla derecha y se escondi debajo de la cama para ver la diversin. Deduje esto basndome en que todava estaba caliente. Puetero perro. El mejor amigo del hombre, y una mierda. Quise mandarlo a la perrera, con correa y todo, pero a Lulu le dio una mierda de ataque. La tendran que haber visto cuando lleg a la cocina y me cogi intentando hacerle al perro un lavado de estmago. Si llevas a Frank a la perrera, tambin podras hacerlo conmigo, dijo, empezando a llorar. Eso es lo que quieres hacer con l, y eso es lo que quieres hacerme. Cario, todo lo que somos para ti es una molestia de la que te gustara deshacerte. Esa es la dura realidad. Quiero decir, oh, mis sangrantes almorranas, sin parar. Ha vomitado en mis zapatillas, dije. El perro vomit en sus zapatillas as que le corten la cabeza, dijo ella. Oh, pastelillo de azcar, si solo pudieras orte!, Hey dije, intenta meter tu pie desnudo en una zapatilla llena de vmito de perro y vers como te gusta. Ponindola furiosa, ya saben. Excepto que poner furiosa a Lulu nunca era nada bueno. La mayora de las veces, si t tenas un rey, ella tena un as. Si t tenas un as, ella tena un triunfo. Adems, la mujer era jodidamente exagerada. Si algo pasaba y yo me enfadaba, ella se pona furiosa. Si yo me pona furioso, ella enloqueca. Si yo en enloqueca, ella se pona en la jodida Alerta Roja Def-con I y vaciaba los silos de misiles. Estoy hablando de arrasar la Tierra. Normalmente no mereca la pena. Pero normalmente cuando nos pelebamos, yo lo olvidaba. Ella continu Oh, cario. Has metido tu piececito en un poco de vmito. Intent

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intervenir, explicarle que no era cierto, que un poco de vomito es como un poco de saliva, un regurgitado no tiene esos grandes trozos flotando, pero ella no me dej decir palabra. Para entonces, ella haba pasado al carril de adelantamiento, todo adelante y lista para dar una leccin. Deja que te diga algo, cario empez, unas pocas babas en tus zapatillas es algo menor. Chico, escchame. Intenta ser una mujer algn da, quieres? Intenta ser quien siempre termina apoyndose en esa pequea parte de tu espalda donde tienes una espinilla, o quien va al bao en mitad de la noche y el tipo ha dejado la maldita tapa subida y te caes y chapoteas en ese agua fra. Un poco de buceo a medianoche. Tampoco ha tirado de la cadena, los hombres piensan que el Hada de la Orina viene a eso de las dos de la maana y se ocupa de todo, y ah estas, llena de meado, y entonces te das cuenta de que tus pies tambin estn en eso, estas chapoteando en Porquera de Limn porque aunque los chicos piensan que son Dick el tirador con eso, la mayora no aciertan una mierda, borrachos o sobrios acaban ensuciando todo el maldito suelo alrededor del retrete antes de que empiecen a acertar. Toda mi vida he vivido con eso, cario -un padre, cuatro hermanos, un ex-marido, aparte de algunas aventurillas que no vienen al caso a estas alturasy t estas dispuesto a mandar al pobre Frank a la cmara de gas porque slo una vez ha echado unas cuantas babas en tus zapatillas. Mi zapatilla de piel le dije, pero eso solo fue una pequea andanada por encima de mi hombro. Una cosa acerca de la vida con Lulu, y ms vale que me crean, yo siempre sabia cuando haba sido vencido. Cuando perda, era jodidamente decisivo. Una cosa que seguro no iba a decirle nunca es que estaba seguro de que el perro haba vomitado en mis zapatillas a propsito, de la misma forma que se meaba en mi ropa interior a propsito si me olvidaba de ponerla en el cesto de la ropa sucia antes de irme a trabajar. Ella poda dejarse las bragas y las medias esparcidas desde el infierno a Harvard -y lo haca- pero si yo me dejaba un par de calcetines de deporte en una esquina, volva a casa y me encontraba con que el maldito terrier Jack Shit les haba dado una ducha de limonada. Pero, se lo dije? Me habra concertado hora con un psiquiatra. Lo habra hecho aunque supiera que era cierto. Porque ella se habra dado cuenta de que hablaba en serio, y no quera hacerlo. Ella quera a Frank y Frank la quera. Eran como Romeo y Julieta. Frank sola venir a su silln cuando estbamos viendo la tele, se tumbaba en el suelo a su lado, y apoyaba el hocico en su zapato. Simplemente se quedaba echado ah toda la noche, mirndola, todo sentimiento y amor, con su trasero apuntado en mi direccin, as que si tena que echar un pequeo gas, yo me beneficiaria de todo. l la quera y ella le quera. Por qu? Dios lo sabe. El amor es un misterio para todo el mundo menos para los poetas, creo, y nadie en su sano juicio puede entender nada de lo que escriben sobre eso. Yo no creo que la mayora de ellos puedan entenderse a s mismos en las pocas ocasiones en que se levantan de la cama y huelen el caf. Pero Lulubelle no me regal ese perro para poder tenerlo ella, dejemos las cosas claras. Yo s que hay gente que hace cosas como esas -un tipo le regala a su mujer un viaje a Miami

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porque l quiere ir, o una esposa le regala a su marido un NordicTrack 6 porque piensa que l debe hacer algo con su barriga- pero esto no fue ese tipo de regalo. Al principio nosotros nos ambamos; yo s que la amaba, y apostara mi vida a que ella tambin. No, ella me compr ese perro porque yo siempre me rea mucho con el que sala en Frasier. Ella quiso hacerme feliz, eso es todo. No sabia que Frank iba a quedar encantado con ella, o ella con l, no mas que lo que sabia que el perro iba a odiarme lo suficiente como para que vomitar en mis zapatillas o mordisquear la parte de abajo de las sabanas de mi lado de la cama fuera el punto culminante de su da. L.T. mirara a los hombres sonrientes, sin sonrer, pero hara su conocido giro de ojos, y reiran otra vez. Yo tambin, cmo no, a pesar de que yo sabia lo del Hombre del Hacha. A m nunca me haban odiado deca. Ningn hombre o animal, y esto me inquiet bastante. Me sorprendi mucho tiempo. Intent hacer amistad con Frank (primero por m, luego por aquella que me lo regal) pero no funcion. Por lo que s, l pudo intentar hacerse amigo mo, cmo puedo explicarlo? Si lo hizo, tampoco funcion. Algn tiempo despus le (creo que en Dear Abby) que una mascota es el peor regalo que puedes hacerle a alguien, y estoy de acuerdo. Quiero decir, a no ser que te guste el animal y t le gustes al animal, piensen en qu significa esa clase de regalo. Significa: cario, te doy este maravilloso regalo, es una mquina que come por un lado y caga por el otro, funcionar durante quince aos, tmalo o djalo, felices jodidas Navidades. Qu es lo nico que pensaras despus de eso, aparte de no? Entienden lo que quiero decir? Creo que lo hicimos lo mejor que pudimos, Frank y yo. Despus de todo, a pesar de que nos odibamos mutuamente, ambos ambamos a Lulubelle. Por eso, creo, que, aunque a veces me grua si me sentaba cerca de ella en el sof mientras ponan Murphy Brown o una pelcula o algo, nunca me mordi. Sin embargo, eso me volva loco. Simplemente su jodida caradura, esa pequea bolsa de pelo y ojos tena la osada de gruirme. Escchale deca yo, me est gruendo. Ella acariciaba su cabeza de una forma en la que casi nunca acariciaba la ma, a no ser que hubiera bebido un poco, y deca que realmente era la versin canina de un ronroneo. Por cosas como esa l era feliz estando con nosotros, pasando una tranquila tarde en casa. Les dir una cosa, sin embargo. Nunca intent acariciarle cuando ella no estaba cerca. Le di de comer en ocasiones, y nunca le di una patada (aunque estuve tentado algunas veces, sera un mentiroso si dijera algo distinto), pero nunca intent acariciarle. Creo que hubiera intentado morderme, y entonces la hubiramos tenido. Casi como dos tipos viviendo con la misma chica bonita. Menage a trois es como se le llama en el Foro Penthouse. Ambos la ambamos y ella nos amaba a los dos, pero el tiempo pasa, empec a darme cuenta de que la proporcin estaba cambiando y ella empezaba a querer a Frank un poco ms que a m. Quiz porque nunca le replicaba y nunca vomitaba en sus zapatillas y con Frank la maldita tapa del inodoro nunca era un problema, porque

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l lo haca fuera. A menos que, por supuesto, me hubiera dejado un par de calzoncillos en una esquina o debajo de la cama. En este punto L.T. probablemente terminara el caf helado de su termo, hara crujir los nudillos, o ambas cosas. Era su manera de decir que el primer acto haba terminado y el Acto Segundo estaba a punto de empezar. As que un da, un sbado, Lulu y yo estbamos en el centro comercial. Simplemente paseando, como la gente suele hacer. Ya saben. Y llegamos a Pet Notions, cerca de J.C. Penney, y haba una multitud frente al escaparate. Oh, vamos a mirar, dijo Lulu, as que fuimos y nos abrimos paso hasta la parte delantera. Era un rbol falso con ramas desnudas y falsa hierba; Astroturf por todos lados. Y ah estaban unos gatitos siameses, media docena persiguindose unos a otros, subiendo al rbol, golpendose las orejas. Oh, no son una monada? dijo Lulu, Oh, no son los bebes ms graciosos?. Mira, cario, mira! Estoy mirando, dije y lo que estaba pensando es que acababa de encontrar lo que yo quera para Lulu por nuestro aniversario. Y fue un alivio. Yo quera que fuera algo extraespecial, algo que la asombrara, porque las cosas haban estado un poco escasas de intensidad entre nosotros durante el ltimo ao. Yo pens en Frank, pero no estaba muy preocupado por l, gatos y perros siempre pelean en los dibujos animados, pero en la vida real normalmente se entienden, esa ha sido mi experiencia. Habitualmente se entienden mejor que algunas personas. Especialmente cuando hace fro en el exterior. Para hacer una larga historia un poco mas corta: compr uno y se lo regal por nuestro aniversario. Le puse un collar de terciopelo, y una pequea tarjeta debajo. HOLA, soy LUCY! deca la tarjeta De parte de L.T. con cario! Feliz segundo aniversario! Probablemente sabrn lo que voy a contarles ahora, no?. Seguro. Es como con el maldito Frank el terrier otra vez, solo que al revs. Al principio yo estaba feliz como un cerdo en la mierda con Frank, y Lulubelle estaba feliz como una cerda en la mierda con Lucy, al principio. Acercando su cabeza a la suya, hablndole como a un nio, Oh cosita, o cosita linda, pequeita, y as una vez y otra. Hasta que Lucy solt un maullido y golpe la punta de la nariz de Lulubelle. Con las uas fuera, claro. Entonces corri y se escondi bajo la mesa de la cocina. Lulu se lo tom a risa, como si fuera la cosa ms graciosa que le hubiera pasado nunca, y tan mono como cualquier cosa que un gatito pudiera hacer, pero pude ver que estaba molesta. Justo entonces Frank lleg. Haba estado durmiendo arriba, en nuestra habitacin a los pies del lado de la cama de ellaporque Lulu solt un pequeo chillido cuando la gatita le ara la nariz, as que baj a ver qu era ese lo. Observ a Lucy bajo la mesa y enseguida se dirigi a ella, olfateando el linleo donde haba estado. Detenlos, cario, detenlos, L.T., se van a pelear, deca Lulubelle, Frank la matar. Dejmoslos solos un minuto, dije. Veamos que pasa. Lucy se arque de la forma en que lo hacen los gatos, pero se mantuvo en el sitio, vindole llegar. Lulu empez a avanzar, intentando ponerse en medio a pesar de lo que yo haba dicho

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(obedecer no era precisamente uno de los puntos fuertes de Lulu), pero yo la cog de la mueca y la sujet en su espalda. Es mejor dejar que lo solucionen entre ellos. Siempre es mejor. Es ms rpido. Bien, Frank fue al borde de la mesa, meti la nariz debajo, y empez ese gruido en su garganta. Djame ir, L.T. Tengo que cogerla, deca Lulubelle, Frank le est gruendo. No, no lo hace, dije, solo est ronroneando. Lo reconozco de todas las veces que me ha ronroneado. Ella me ech una mirada que podra haber hecho hervir agua, pero no dijo nada. Las nicas veces en los tres aos que estuvimos casados en que ella no tena la ltima palabra, era siempre acerca de Frank y Screwlucy. Extrao pero cierto. En cualquier otro tema, Lulu poda liarme. Pero cuando era sobre las mascotas, pareca que se quedara sin poder reaccionar. Sola volverla loca. Frank introdujo la cabeza bajo la mesa un poco ms, y Lucy le golpe la nariz de la misma forma que haba araado la de Lulubelle; solo que cuando golpe a Frank, lo hizo sin sacar las uas. Pens que Frank ira a por ella, pero no lo hizo. Solt una especie de gritito, y apart la vista. No asustado, mas como si estuviera pensando Oh, as que esto es lo que pasaba. Se fue al saln y se tumb frente a la TV. Y esta fue la nica confrontacin que hubo entre ellos. Dividieron el territorio mucho mejor de lo que Lulu y yo lo hicimos el ltimo ao que pasamos juntos, cuando las cosas se pusieron mal; el dormitorio perteneca a Frank y Lulu, la cocina me perteneca a m y a Lucy (solo a partir de Navidad, Lulubelle empez a llamarla Screwlucy) y el saln era terreno neutral. Los cuatro pasamos un montn de tardes ah el ltimo ao, Screwlucy en mis rodillas, Frank con el hocico en los zapatos de Lulu, los humanos en el silln, Lulubelle leyendo un libro y yo viendo la Rueda de la Fortuna o Estilo de vida de los Ricos y Famosos, al que Lulubelle siempre llamaba Estilo de vida de los Ricos y Topless. La gata no tena nada que hacer con ella, no desde el da uno. Frank, de vez en cuando tena la idea de que Frank estaba finalmente intentando entenderse conmigo. Al final, su naturaleza siempre intentaba obtener lo mejor de l aunque mordiera mis zapatillas o agujereara mis calzoncillos, pero de vez en cuando pareca hacer un esfuerzo. Lama mi mano, quizs me sonrea. Normalmente si yo tena un plato de algo, l quera un bocado. Sin embargo, los gatos son diferentes. Un gato nunca buscar tu favor a no ser que le convenga a sus intereses el hacerlo. Un gato no puede ser hipcrita. Si hubiera ms predicadores que fueran como gatos, este volvera a ser un pas religioso otra vez. Si le gustas a un gato, lo sabes. Si no, tambin lo sabes. A Screwlucy nunca le gust Lulu, ni un poquito, y lo dej claro desde el principio. Si me estaba preparando para darle de comer, Lucy se restregaba contra mis piernas, maullando, mientras le serva la comida en el plato. Si Lulu la alimentaba, Lucy se sentaba al otro lado de la cocina, junto al frigorfico, mirndola. Y no se acercaba al plato hasta que Lulu se marchaba. Esto volva loca a Lulu. Esta gata cree que es la Reina de Saba, deca. Por entonces, haba renunciado a hablarle como a un bebe. Tambin haba renunciado a coger a Lucy. Si lo haca, consegua un araazo en la mueca la mayora de las veces. Yo

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intentaba fingir que me gustaba Frank y Lulu intentaba fingir que le gustaba Lucy, pero Lulu dej de fingirlo mucho antes que yo. Yo creo que es porque ninguna de las dos, la gata o la mujer, resisten ser unas hipcritas. No creo que Lucy fuera la una razn por la que Lulu me abandon repentinamente, s que no. Pero estoy seguro de que Lucy ayud a que Lulubelle tomara su decisin final. Las mascotas pueden vivir mucho tiempo. As que el regalo que le hice para nuestro segundo aniversario fue la gota que colm el vaso. Cuntenselo a Dear Abby! La charla de la gata era lo peor, en lo que concerna a Lulu. No poda soportarlo. Una noche Lulu me dijo Si esa gata no deja de aullar, L.T., creo que le voy a lanzar una enciclopedia. No est aullando, le dije, est charlando. Bien, dijo Lulu, Me gustara que dejara de charlar. Y justo entonces, Lucy salt en mis rodillas y se call. Siempre lo haca, excepto por un bajo ronroneo, subiendo por su garganta. Le rasqu entre las orejas como le gustaba, y sucedi que levant la mirada. Lulu baj la vista a su libro, pero antes de que lo hiciera, lo que vi fue autentico odio. No a m. A Screwlucy. Lanzarle una enciclopedia? Pareca como si quisiera meter a la gata entre dos enciclopedias y aplastarla hasta la muerte. Algunas veces Lulu llegaba a la cocina y coga a la gata de la mesa y la echaba fuera. Yo le preguntaba si alguna vez me haba visto echar a Frank de la cama de esa manera. Cuando yo deca eso, Lulu me sonrea. Sus dientes se vean, al menos. Si lo intentas alguna vez, te encontrars con uno o dos dedos menos, probablemente, responda. A veces Lucy realmente era Screwlucy. Los gatos tienen un humor variable, y algunas veces se ponen frenticos, cualquiera que haya tenido alguno podra decirlo. Sus ojos se agrandan y brillan, sus colas se estiran, empiezan a correr alrededor de la casa; a veces se encabritan sobre las patas traseras y manotean, boxeando al aire, como si estuvieran luchando con algo que ellos pueden ver pero los humanos no. Lucy se puso de ese humor una noche cuando tena un ao; no pudo ser mas de tres semanas antes del da que llegu a casa y descubr que Lulubelle se haba ido. Bueno, Lucy sali lanzada de la cocina, hizo una especie de carrera deslizndose por el suelo de madera, salt sobre Frank, y fue subiendo por las cortinas del saln, zarpa sobre zarpa. Dejando unos buenos agujeros en ellas, con trozos colgando. Entonces se sent en la barra, mirando la habitacin con sus grandes y salvajes ojos azules y la punta del rabo movindose de ac para all. Frank slo se sobresalt un poco y luego volvi a apoyar el hocico en el zapato de Lulubelle, pero la gata le dio un susto del demonio a Lulubelle, que estaba concentrada en su libro, y cuando levant la vista hacia la gata, pude ver ese absoluto odio en sus ojos otra vez. Vale, dijo, ya est bien. Se acab. Vamos a encontrar una buena casa para esa zorra de ojos azules, y si no furamos capaces de encontrar una casa para una siamesa de pura raza, la llevaremos a un refugio de animales. Ya he tenido bastante. Qu quieres decir?, le pregunt. Ests ciego?, pregunt. Mira lo que ha hecho a mis cortinas. Estn llenas de agujeros!, Si quieres ver cortinas con agujeros, le

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dije, por qu no subes y miras los que hay en mi lado de la cama?. Los bajos estn hechos harapos. Porque l los mastica. Eso es diferente, dijo, chillndome. Es diferente y lo sabes. Bien, no iba a dejar pasar esa mentira. De ninguna manera iba a dejar pasar esa mentira. La nica razn por la que crees que es diferente es porque te gusta el perro que me regalaste y no te gusta la gata que yo te regal, dije. Pero te dir una cosa, Seora DeWitt: si llevas a la gata a un refugio el martes por araar las cortinas, te garantizo que el mircoles llevar al perro a la perrera por mascar los bajos de la cama. Lo entiendes? Ella me mir y empez a llorar. Me lanz el libro y me llam hijo de puta. Mezquino hijo de puta. Intent sujetarla, hacer que se quedara el tiempo suficiente para intentar disculparme (si haba forma de disculparme sin echarme atrs, lo cual no quera hacer esta vez) pero ella se desasi y corri a la habitacin. Frank corri tras ella. Subieron las escaleras y la puerta del dormitorio se cerr de golpe. Le di media hora o as para que se tranquilizara, y sub las escaleras. La puerta del dormitorio todava estaba cerrada, y cuando empec a abrirla, choc contra Frank. Pude moverlo, pero fue un trabajo lento con l deslizndose sobre el suelo, y tambin fue una labor ruidosa. Estaba gruendo. Y quiero decir gruendo, amigos mos; no era un maldito ronroneo. Si hubiera entrado, creo que hubiera hecho su mejor intento de arrancarme mi virilidad. Dorm en el sof esa noche. Por primera vez. Un mes mas tarde, me gustara o no me gustara, ella se haba ido. Si L.T. haba sincronizado bien su historia (la mayora de las veces lo haca; la practica conduce a la perfeccin), la campana que indicaba la vuelta al trabajo de la Planta de Carne Procesada W.S. Hepperton de Ames, Iowa, sonara justo entonces, librndole de cualquier pregunta de los nuevos hombres (los obreros antiguos saban... saban que no se deba preguntar) sobre si L.T. y Lulubelle se reconciliaron, o si saba donde estaba ella, o (la pregunta del milln) si ella y Frank todava seguan juntos. No haba nada como la campana de vuelta al trabajo para cerrar al pblico preguntas ms delicadas sobre la vida. Bien sola decir L.T., guardando su termo y levantndose y estirndose, todo esto me llev a crear lo que llamo la Teora de las Mascotas de L.T. DeWitt. Ellos le miraban expectantes, como hice yo la primera vez que le o usar la gran frase, pero ellos siempre tendran un sentimiento de decepcin, como lo tena yo siempre; una historia tan buena merecera un mejor final, pero L.T. nunca lo cambiaba. Si tu perro y tu gato se llevan mejor que t y tu mujer deca, lo mejor es que esperes llegar a casa alguna noche y encontrar una nota de Querido John en la puerta de tu frigorfico. Contaba mucho esta historia, como ya he dicho, y una noche cuando vino a mi casa a cenar, se la cont a mi mujer y a su hermana. Mi esposa invit a Holly, que se haba divorciado haca casi dos aos, de forma que chicos y chicas estuvieran igualados. Estoy seguro que fue

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por eso, porque a Roslyn nunca le gust L.T. DeWitt. A la mayora de la gente le gustaba, mucha gente se entregaba a l como las manos se entregan al agua caliente, pero Roslyn nunca ha sido como la mayora de la gente. A ella tampoco le gust nunca la historia de la nota en el frigorfico y las mascotas. Puedo asegurar que no le gustaba, a pesar de que sonrea en las partes adecuadas. Holly... mierda, no lo s. Nunca he sido capaz de saber que piensa esa chica. Principalmente solo se sent all con las manos en el regazo, sonriendo como la Mona Lisa. Fue culpa ma esa vez, sin embargo, lo admito. L.T. no quera contarla, pero le incit a hacerlo porque estaba todo tan callado alrededor de la mesa, solo el ruido de la plata y el tintineo de los vasos, y poda sentir la antipata de mi esposa hacia L.T. Pareca desprenderse en oleadas. Y si L.T. era capaz de sentir la pequea aversin del terrier Jack Russel, probablemente sera capaz de sentir a mi esposa haciendo lo mismo. De todos modos, eso es lo que yo imaginaba. As que la cont, principalmente para agradarme, supongo, e hizo girar sus ojos en las partes adecuadas, como si dijera Dios mo, me enga totalmente, verdad? y mi mujer sonri aqu y all (me sonaba tan falso como el dinero del Monopoly) y Holly sonrea con su pequea sonrisa de Mona Lisa con los ojos bajos. Aparte de eso la cena fue bien y, cuando termin, L.T. le dijo a Roslyn que le estaba agradecido por una excelentemente interesante comida (signifique eso lo que signifique) y ella le dijo que viniera cuando quisiera, que estaramos muy contentos de volver a verle en casa. Era una mentira por su parte, pero dudo que haya habido una cena en la historia del mundo en la que unas cuantas mentiras no hayan sido contadas. As que todo fue bien, al menos hasta que le llev en coche a su casa. L.T. comenz a hablar de que en una semana o as hara un ao desde que Lulubelle se haba ido, su cuarto aniversario, que significa flores si ests anticuado, o electrodomsticos si eres ms moderno. Entonces cont cmo la madre de Lulubelle (por cuya casa Lulubelle nunca apareci) iba a colocar una lpida con el nombre de Lulubelle en el cementerio local. La Sr. Simms dice que debemos considerarla como muerta dijo L.T., y luego empez a chillar. Tuve tal sobresalto que casi me salgo de la maldita carretera. Grit tan alto que empec a asustarme, empec a temerme que todo ese dolor reprimido pudiera matarle con una apopleja o porque se le reventara una vena o algo. Se balanceaba adelante y atrs en el asiento y apret las manos contra el salpicadero. Era como si hubiera un tornado suelto dentro de l. Finalmente me hice a un lado de la carretera y empec a palmearle el hombro. Poda sentir el calor de su piel incluso a travs de la camisa, tan caliente como si se estuviera asando. Vamos, L.T. dije. Ya es suficiente. La echo de menos dijo con una voz tan llena de lgrimas que apenas entenda que estaba diciendo. Tan jodidamente de menos.

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Llego a casa y no hay nadie aparte de la gata, maullando y maullando, y pronto yo tambin estoy llorando, los dos llorando mientras le lleno el plato con la maldita porquera que come. Gir su llorosa y congestionada cara hacia m. Mirarle era ms de lo que poda soportar, pero lo hice, senta que tena que hacerlo. Despus de todo, quien le haba llevado a contar la historia de Lucy y Frank y el frigorfico esa noche? No haba sido Mike Wallace, o Dan Rather, eso era seguro. As que le mir. No llegu a abrazarle, por si acaso el tornado de alguna manera saltaba de l a m, pero segu palmendole el brazo. Creo que ella est viva en alguna parte, eso es lo que creo dijo. Su voz todava sonaba espesa y vacilante, pero tambin haba un lastimoso pequeo intento de desafo en ella. No me estaba contando lo que crea, sino lo que quera creer. Estoy bastante seguro de eso. Bien dije, puedes creer eso. No hay leyes que lo prohban, verdad? Y no es como si hubieran encontrado su cuerpo, o algo as. Me gusta pensar que est por ah, en Nevada, cantando en el hotel de algn pequeo casino dijo. No en Las Vegas o en Reno, no podra hacerlo en una gran ciudad, pero en Winnemucca o Ely estoy seguro de que podra conseguirlo. Algn lugar como esos. Ella simplemente vera un cartel de SE NECESITA CANTANTE y renunciara a la idea de ir a casa de su madre. Demonios, intentarlo no cuesta una mierda, es lo que Lu sola decir. Y ella saba cantar, ya sabes. No s si alguna vez la oste, pero saba. No se si era magnifica, pero era buena. La primera vez que la vi, estaba cantando en el saln del Hotel Marriott. En Columbus, Ohio, all estaba. O, otra posibilidad... Vacil, luego continu en voz baja. La prostitucin es legal en Nevada, ya lo sabes. No en todas las ciudades, pero en la mayora. Ella podra estar trabajando en alguno de esas caravanas Green Lantern o el Mustang Ranch. Montones de mujeres tienen una vena de prostituta en ellas. Lu la tena. No quiero decir que se lanzara a ello, o lo hubiera hablado conmigo, as que no puedo decir como lo s, pero lo s. Ella... s, ella podra estar en alguno de esos lugares. Par, con la mirada perdida, quiz imaginando a Lulubelle en una cama en la habitacin trasera de un prostbulo de Nevada, Lulubelle no llevara nada mas que las medias, ligando con algn vaquero desconocido mientras desde otra habitacin llega el sonido de Steve Earle and the Dukes cantando Six Days on the Road o una TV dando Hollywood Squares. Lulubelle prostituyndose pero no muerta, el coche al lado de la carretera (el pequeo Subaru que ella llev a la boda) sin nada en la mirada. De la forma en que la mirada de un animal, aparentemente atento, normalmente no significa nada. Puedo creerlo si quiero dijo, secndose los hinchados ojos con las muecas. Seguro dije. Apuesta por ello, L.T.

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Preguntndome si los sonrientes hombres que oan su historia mientras se coman la comida podran imaginar a este L.T., este tembloroso hombre con las mejillas plidas y los ojos enrojecidos y la piel caliente. Diablos dijo, lo creo. Vacil, y luego dijo otra vez Lo creo. Cuando volv a casa, Roslyn estaba en la cama con un libro en la mano y la manta subida hasta el pecho. Holly se haba ido a casa mientras yo llevaba a L.T. a la suya. Roslyn estaba de mal humor, y averig por qu muy pronto. La mujer detrs de la sonrisa de Mona Lisa le haba cogido cario a mi amigo. Totalmente loca por l, quizs. Y no caba duda de que mi mujer no lo aprobaba. Cmo perdi el carn de conducir? pregunt, y antes de que pudiera responder. Bebiendo, no? Bebiendo, s me sent en mi lado de la cama y me quit los zapatos. Pero hace casi seis meses, y si se mantiene limpio otros dos meses, lo recuperar. Creo que lo conseguir. Va a Alcohlicos Annimos, lo sabes. Mi mujer gru, claramente no impresionada. Me quit la camisa, ol los sobacos, la colgu en el armario. Solo la haba usado una o dos horas, solamente para cenar. Sabes? dijo mi mujer, creo que es una pena que la polica no le investigara ms a fondo despus de que su esposa desapareciera. Le hicieron algunas preguntas dije, pero solo para obtener la mxima informacin posible. Nunca hubo ninguna duda de que lo hiciera, Ros. Nunca fue sospechoso de ello. Oh, ests muy seguro. En realidad, lo estoy. S algunas cosas. Lulubelle llam a su madre desde un hotel al este de Colorado el da que se fue, y volvi a llamarla desde Salt Lake City el da siguiente. Por entonces ella estaba bien. Fue en das laborales, y L.T. estaba en la fbrica. Tambin estaba en la fbrica el da que encontraron su coche aparcado en una carretera comarcal cerca de Caliente. A no ser que pueda transportarse mgicamente de lugar en lugar en un abrir y cerrar de ojos, no pudo matarla. Adems, no podra. La amaba. Ella gru. Era ese odioso sonido de escepticismo que haca a veces. Incluso despus de treinta aos de matrimonio, ese sonido todava hace que quiera volverme y gritarle que pare, que se vaya a la mierda o que saque los pies del tiesto, cualquiera de las dos, que diga lo que tenga que decir o que se quede callada. Esta vez pens en contarle cmo L.T. haba llorado; cmo estaba que pareca que tuviera un cicln dentro de l, llorando desconsoladamente por todo lo que no haba podido retener. Pens hacerlo, pero no lo hice. Las mujeres no se fan de las lgrimas de los hombres. Pueden decir algo distinto, pero en el fondo no se creen las lgrimas de los hombres.

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Quiz deberas llamar a la polica dije. Ofrceles un poco de tu experta ayuda. Indcales lo que han pasado por alto, como Angela Lansbury en Apartado criminal. Met las piernas en la cama. Ella apag la luz. Permanecimos tendidos en la oscuridad. Cuando habl otra vez, su tono era ms amable. No me gusta. Eso es todo. No me gusta y nunca lo har. S dije. Creo que eso lo aclara. Y no me gusta la forma en que miraba a Holly. Lo que significaba, tal y como averig finalmente, que no le gustaba la forma en que Holly le miraba a l. Cuando no estaba mirando a su plato, claro. Preferira que no volvieras a invitarle a cenar dijo. Permanec en silencio. Era tarde, Estaba cansado. Haba sido un da duro, una tarde dura, y estaba cansado. Lo ltimo que quera era tener una discusin con mi esposa estando cansado y ella preocupada. Era el tipo de discusin que poda llevarte a pasar la noche en el sof. Y la nica forma de parar una discusin como esa es estar callado. En el matrimonio, las palabras son como lluvia. Y la tierra del matrimonio est llena de cauces secos y arroyos que pueden convertirse en torrentes en un abrir y cerrar de ojos. Los terapeutas creen en el dilogo, pero la mayora de ellos son divorciados o maricones. El silencio es el mejor amigo del matrimonio. Silencio. Al cabo de un rato, mi mejor amigo gir hacia su lado, lejos de m al lugar al que ella iba cuando finalmente daba por terminado el da. Permanec despierto largo rato, pensando en un polvoriento coche pequeo, quiz una vez blanco, cado en una zanja junto a una carretera comarcal en el desierto de Nevada, no demasiado lejos de Caliente. La puerta del conductor permanentemente abierta, el retrovisor arrancado de su enganche y cado en el suelo, el asiento delantero empapado de sangre y marcada con las huellas de los animales que han venido a investigar, quiz a probarla. Haba un hombre creen que era un hombre, normalmente lo es- que haba descuartizado a cinco mujeres en aquella parte del mundo, cinco en tres aos, la mayora durante la poca en que L.T. haba vivido con Lulubelle. Cuatro de las mujeres estaban de paso. De alguna manera debi conseguir que pararan, las arrastr fuera de sus coches, las viol, las descuartiz con un hacha, abandonndolas uno o dos desvos mas all para los buitres y los cuervos y las comadrejas. La quinta vctima fue la esposa de un anciano ranchero. La polica llama a este asesino el Hombre del Hacha. Cuando escribo esto, el Hombre del Hacha todava no ha sido detenido. No ha vuelto a matar; si Cynthia Lulubelle Simms DeWitt fue la sexta victima del Hombre del Hacha, tambin fue la ltima, al menos por ahora. Todava hay algunas dudas, sin embargo, sobre si fue o no la sexta vctima. Si no

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en la mayora de las mentes, esa duda existe en la mente de L.T. que todava se permite tener esperanza. La sangre del asiento no era sangre humana, sabis?; a la Unidad Forense del Estado de Nevada le llev menos de cinco horas determinarlo. El trabajador de rancho que encontr el Subaru de Lulubelle vio una nube de pjaros a media milla, y cuando lleg no encontr una mujer descuartizada, sino un perro descuartizado. Poco quedaba aparte de huesos y dientes; depredadores y carroeros haban tenido su da, y no haba demasiada carne de un terrier Jack Russell con lo que empezar. No cabe duda de que el Hombre del Hacha encontr a Frank; el destino de Lulubelle es probable, pero est lejos de ser seguro. Quizs, pens, ella est viva. Cantando Tie a Yellow Ribbon en The Jailhouse en Ely o Take a Message to Michael en The Rose of Santa Fe en Hawthorne. Vestida con un conjunto de tres piezas. Hombres viejos intentando parecer jvenes con chalecos rojos y negras corbatas de lazo. O quiz est aplastando vaqueros de GM en Austin o Wendover; doblndolos hacia delante hasta que sus pechos se aplasten contra sus muslos, bajo un calendario en el que aparecen tulipanes en Holanda; sujetando pares y pares de nalgas flcidas en sus manos y pensando en qu ver en la TV esa noche, cuando termine su turno. Quiz ella aparc a un lado de la carretera y se fue caminando. La gente hace eso. Lo s, y probablemente ustedes tambin. Algunas veces la gente dice a la mierda y se marcha. Quiz ella dej a Frank atrs, pensando que alguien llegara y le dara un buen hogar, slo que fue el Hombre del Hacha el que lleg, y... Pero no. Conoca a Lulubelle, y aunque me vaya la vida no puedo verla abandonando un perro que probablemente se ase hasta la muerte o muera de hambre en el yermo. Especialmente un perro que amaba de la manera en que amaba a Frank. No, L.T. no exageraba sobre eso, yo los haba visto juntos, y lo saba. Ella todava podra estar viva en alguna parte. Tcnicamente hablando, al menos. L.T. est en lo cierto sobre eso. Solo porque yo no puedo imaginar una situacin que lleve a ese coche con la puerta permanente abierta y el retrovisor cado en el suelo y el perro muerto y picoteado por los cuervos dos desvos mas all; solo porque no puedo imaginar una situacin que lleve desde ese lugar cerca de Caliente a algn otro lugar donde Lulubelle Simms cante o cosa o haga mamadas a los camioneros, fuera de peligro y de incgnito, bien, eso no significa que dicha situacin no exista. Como le dije a L.T., no es como si hubieran encontrado su cuerpo, slo encontraron su coche, y los restos del perro cerca del coche. Lulubelle podra estar en cualquier parte. No poda dormir y estaba sediento. Me levant, fui al bao, y saqu los cepillos de dientes del vaso en el que los guardamos cerca del lavabo. Llen el vaso de agua. Luego me sent sobre la tapa del inodoro y beb el agua y pens en el sonido que hacen los gatos

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siameses, ese extrao aullido, cmo suena bien si te gustan, cmo debe sonar cuando llegas a casa.

replay

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lizabel mnica
(habana, 1983)

poesa

vaca
Equvoco contestable: Beneficio de pareja nonagenaria Receloso aliento delator del fraudulento vecino Al que llamaban Vaca; Creer -consistente forma en asiduo tratar alumbradoDesprecio en la eutanasia Seora, seorita... No traslade la negativa de estricto e innecesario remilgo social hacia la oficina funeraria

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(abatir)
Los tres que en mi contienden nos hemos quedado en el mvil punto fijo y no somos ni un es ni un estoy. Alejandra Pizarnik

gramfono. parricidio gramfono. sonar; sornar. soportar.

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dficit de ilcito. (femenino)

(superficial emplasto. colisiones intervenidas a tiempo... bub bub bu... tiempo intervenido.) Abatir. salgo a caminar y veo?

hombre unifrmaco en la sien (Abatir) (raspo cazuelas, en un mutis cerrado, mmica frentica, casi inaudible.) Hurtar das.

calmante, medias cordiales gratificaciones.

descaminar. hedor a islote estancado en la cloaca de un viejo sistema desage. imposible modernizar sis tema des habra que modificarlo todo de-, romperlo, no quedara arrecife sino algn aditamento para nuevo sistema, ya con algo que reseque

quizs pequeo taponcito estancador. Descamisar.

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y?) (yo salgo a caminar Molestar ltimo. ocioso. Psame real.

y dije, tena miedo a que me lo desaparecieran. gramfono hecho de tuberas metlicas. Mujer silente busca en el diccionario la palabra sistema. (raspo cazuelas, en un mutis cerrado, mmica frentica, casi inaudible.) (raspo cazuelas, en un mutis cerrado, mmica frentica, casi inaudible.) (raspo cazuelas, en un mutis cerrado, mmica frentica, casi inaudible.)

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a mitad de habitacin

Limpia se distiende la armazn simbitica

duras las patas en madera

silla en composicin afractuosa disfuncional

convivir con las cuerdas

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sobre las sentaderas con las cuerdas

no hay entusiasmo alguno hacia morir convivir con las cuerdas es muerte ininterrumpida, con vivir con las cuerdas basta

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sordo pjaro [gritando, ruidos en ciudad]


Para Andrs

no permitas que sordo p jaro silencio pi cotee pa ra nos extraer de epidermis insectos gritando; ruidos en ciudad de fondo hemos expues to ante Ustedes las razo nes que

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nos movieron a volar La Asocia cin de Proteccin a los Peces silencio de fondo; cuchicheo; no permitas que el sordo pjaro silencio picotee nos para extraer de epidermis los piojos gritando; ruidos ciudad-de-fondo hemos expuesto ante U.D. s las razones que nos movieron a volar

***

otra

La violencia de

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casas de aldea en la noche sin ruidos. En una de esas casillas de tablero un hombre simple mente, ve durante toda la noche oculto tras la inmutable pared de su casa ve durante toda la noche oculto tras inmutable pared ve

canales interminables de TV extranjera canales interminables de TV por cable. por cable.

Frente a la ventana una otra casita.

***

humo

Cascado proyecto litrgico esta espera, (o es desapercibido, sobrado brujo humedecer de atesmo) Senil mito... calamidad de (menguados) (brillos adversos)

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Yo preciso visible comenzar inactivo: apostado. (pastel abierto de gallina sin invitados que pregunten) Nada de humo, bien sujetos a nosotros mismos...

basta de hablar de poltica, dijo el joven y oper algo en la vitrola

replay

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rodrigo fresn
(Buenos Aires, 1963. Escritor y periodista. Libros de ficcin: Historia argentina (1991), Vidas de santos (1993), Trabajos manuales (1994), Esperanto (1995), La velocidad de las cosas (1998), Mantra (2002) y Jardines de Kensington (2003). Vive en Barcelona, donde traduce y anota las lyrics de Bob Dylan.)

New American Cookbook El aqu y el ahora en veinticinco libros cardinales

Lo bueno de la literatura estadounidense es que nunca deja de crecer; lo malo de la literatura estadounidense es, tambin, que nunca deja de crecer; lo cual complica su pleno disfrute y su consumo. Siempre hay alguien por desenterrar y dentro de cinco minutos nacer un nuevo genio. La dificultad se hace todava ms evidente cuando se trata de organizar de intentar organizar rnkings, cuadros sinpticos, listas, etc. No hay sitio que alcance; porque la literatura estadounidense siempre suma y rara vez resta. As Moby Dick contina siendo la novela ms moderna; La letra escarlata no ha dejado de reinventar el puritanismo pagano valindose del ttem/tab del adulterio; Huckleberry Finn conserva su posicin jerrquica en tanto road novel; Henry James sigue recreando "lo europeo". Y la trada de Fitzgerald & Faulkner & Hemingway (que suena como un bufete de abogados implacables) gan, gana y ganar todos los casos. Jack Kerouac contina en el camino y Salinger es ms influyente que nunca desde su invisibilidad. Los espectros ms o menos recientes de Saul Bellow, John Cheever, Donald Barthelme, Raymond Carver y Bernard Malamud y Stanley Elkin y Richard Yates y William Gaddis y Philip K. Dick siguen asustando inmejorablemente y como si fuera la primera noche. Cormac McCarthy y James Ellroy parecen tener cada vez mejor puntera y Don DeLillo y Thomas Pynchon no han perdido el respeto de los jvenes. El culto a nombres como David Gates y Lee K. Abbott y Stephen Millhauser y Barry Hannah y Colin Harrison suma cada vez ms fieles. Richard Russo y John Irving no dejan de divertirse con la novela decimonnica adaptada a nuestros das; Richard Ford y Tobas Wolf y Sam Shepard no piensan renunciar a la exploracin de las tierras baldas del homo americanis y Philip Roth y John Updike cada da escriben mejor. Hay sitio para todos; hasta para el autor de la ms grande novela americana: Lolita de Vladimir Nabokov. De ah, insisto, que haya algo paradjico a la hora de hablar de una nueva narrativa estadounidense porque por intencin y definicin la literatura estadounidense aparece desde siempre y para siempre

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inevitablemente ligada a la idea de la novedad sin por eso desatender a sus fuentes; la literatura estadounidese siempre fue nueva y nunca dejar de serlo. Hay que pensar en un mismo tren con cada vez ms vagones y ms kilmetros de rieles por delante y por detrs. Hay que pensar en muchas estaciones y trayectos posibles. Lo que no impide la apuesta de una antologa personal del aqu y el ahora en veinticinco libros y sus autores (en orden alfabtico) que a su vez comprenda a tantos otros inevitables e imprescindibles. Y aqu vienen (de existir traduccin, el ttulo figura en castellano) y, seguro, dentro de un mes sern muchos ms. Qu malo, qu bueno, qu suerte. Manual de caza y pesca para chicas, de Melissa Bank (1999). Tras los pasos de su hermanas mayores Ann Beattie (autora de la muy influyente y casi fundacional novela Chilly Scenes of Winter, de 1976), Mary Robison (la ms rara), Anne Tyler (Nuestra Seora de la Famila Disfuncional), Paula Fox (la ms revalorizada) y Lorrie Moore (acaso la ms astuta de todas), Bank debut con esta exitosa coleccin de cuentos que exuda talento. La idea es, una vez ms, narrar desde "lo hembra" pero sin fciles concesiones a "lo femenino" o a "lo histrico" estilo Sex and the City. Historias agridulces y muy inteligentes de una autora que acaba de publicar, por fin, su primera novela: The Wonder Spot. La versin bestial, sarcstica y X-Rated de todo esto se encuentra sin dificultad en los relatos y novelas de la cida y tambin muy talentosa Mary Gaitskill. Otros debuts de cuentos femeninos a destacar: Do Windows Open?, de Julie Hecht (1997); How to Breathe Under Water, de Julie Orringer (2003) o cualquiera de las collections de Amy Hempel. El festn del amor, de Charles Baxter (2000). El autor llevaba publicadas varias novelas y colecciones de cuentos celebradas por la crtica y colegas, pero el gran pblico supo de l cuando public este libro de trama atomizada, visiones mgicas, sbitas iluminaciones, pequeos milagros y ms de un guio a la tica y esttica de John Cheever. Una celebracin del insomnio y de sus habitantes que se lee como si El sueo de una noche de verano de William Shakespeare transcurriera en las afueras del Medio Oeste. Drop city, de T.C. Boyle (2003). Eximio cuentista, pero tambin valiente reconstructor de la historia de su pas a travs de personajes y freaks que pueden ser tanto el inventor de los cereales Kellogg's como el sexlogo Alfred C. Kinsey. Lo que no impide que Boyle sea tan clsico y social como un Dreiser o un Farell. Y tal vez Drop City sea su ttulo ms ambicioso y logrado. De qu trata? Del fin del paraso hippie y de la decadencia de una comuna de acuarianos que descubre, de pronto, que tena razn John Lennon cuando cant aquello de "El sueo termin".

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Jvenes prodigiosos, de Michael Chabon (1995). Muchos preferirn su reciente viraje a los territorios del pulp con Las formidables aventuras de Kavalier y Clay; pero lo cierto que Chabon nunca ha sido mejor que en esta farsa universitaria con escritor/profesor sufriendo bloqueo de inspiracin y haciendo sufrir a todos los que lo rodean. La buena pelcula con Michael Douglas y cancin oscarizada de Bob Dylan apenas da una idea de las carcajadas y los blues que se encuentran aqu adentro. En esta misma veta la comedia dramtica se encuentran tambin las novelas de J. Robert Lennon The Funnies (1999) y Cartero (2003). La vida despus de dios, de Douglas Coupland (1994). Curioso breviario sobre las cuestiones del alma o del espritu, ustedes eligen. Incluye ilustraciones, aforismos, epifanas y satoris varios. Desde que patent aquello de la Generacin X en 1991, Coupland de acuerdo, naci en Vancouver, pero Bellow tambin naci en Canad y, como l, Coupland ha marcado a fuego la literatura norteamericana ha ido convirtindose en una suerte de Salinger para las nuevas generaciones, escribiendo alternativamente novelas muy cidas como Todas las familias son psicticas (2001) o muy dulces como Eleanor Rigby (2004). En unas y otras siempre la cosa pasa por las batallas sin tregua entre padres e hijos. Y nadie gana, claro. Por esta misma senda, entre angelical y martirolgica, transitan hoy Alice Sebold y su Desde mi cielo best-seller del 2002 narrado por una nia violada desde el Ms All y el muy publicitado Jonathan Safran Foer con sus Todo est iluminado (2002), prxima a estrenarse su adaptacin cinematogrfica con Elijah "Hobbit" Wood, y la reciente Extremely Loud and Incredibly Close (2005). How we are hungry, de Dave Eggers (2004). Eggers se hizo famoso en el 2000 con la modesta e irnicamente titulada autobiografa comentada Una historia conmovedora, asombrosa y genial. Y desde entonces se ha convertido en el ms vigoroso agitador cultural de los ltimos tiempos fundando el imperio McSweeney's editorial, librera, revistas, discos y causas benficas sin por eso descuidar su obra. Pero la verdad sea dicha el mejor Eggers se encuentra en la corta distancia de largo aliento y los relatos aqu recopilados recuerdan a lo mejor de Vonnegut y Brautigan y Holst. American psycho, de Bret Easton Ellis (1991). El libro ms maldito del ms maldito de todos. Poco y nada que agregar al muy publicitado y escandaloso asesino serial y yuppie Patrick Bateman salvo que en el futuro ser considerado un clsico estadounidense tan vlido como El gran Gatsby o Herzog a la hora de explicar un determinado momento de la vida y la muerte en las decadentes soires del Imperio. Todo Chuck Palahniuk sale de aqu y de

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Glamourama (1999). Apndice sexual: la versin femenina pero igualmente monstruosa y talentosa de Ellis se encuentra en las novelas y relatos de A.M. Homes. La versin teen?: Twelve, de Nick McDonell. Las vrgenes suicidas, de Jeffrey Eugenides (1993). Uno de los ms perfectos debuts de todo los tiempos, una inmensa pequea novela que quita el aliento y devuelve la ms asombrada de las sonrisas. Stira noir de la vida en los suburbios que se nutre tanto de Cheever como de Garca Mrquez. Ya saben: la pica tantica de las hermanas Lisbon durante los setenta, invocada por un narrador invisible y colectivo. Imprescindible. Eugenides se tom nueve aos para escribir Middlesex (2002) cometiendo el perdonable pecado de publicar un segundo libro que es, apenas, excelente. Las correcciones, de Jonathan Franzen (2001). Cuando apareci esta novela, fueron muchos entre ellos DeLillo y Cunningham y Ford los la etiquetaron como "Gran Novela Americana". Y es cierto: en ella laten todos y cada uno de los Temas que suelen orse, hacerse or y hasta gritar en esos libros decididos a dejar marca y marcar poca. Rasgos contenidos en una maniobra tan recurrente como eficaz: la disolucin de una familia como transparente metfora de la disolucin de un pas. Todo esto narrado, claro, con una prosa quirrgica, de autopsia en vida, que hace equilibrio sobre esa fina lnea que separa a la carcajada del alarido. Franzen firm tambin un polmico ensayo en Harper's posteriormente recopilado en Cmo estar solo (2002) donde explicaba cmo recuperar la tradicin de la novela norteamericana. Las correcciones es la puesta en prctica de todo eso. Las confesiones de max tvoli, de Andrew Sean Greer (2004). Curiosa mezcla de realismo mgico y novela histrica para contar el trnsito de un hombre que nace viejo pero con mente de nio y va "creciendo" hasta acabar como un beb sabio y sufrido. Libro reminiscente de los usos y atmferas de Stephen Millhauser que no bastara para incluirlo aqu de no ser por los dos ttulos anteriores del autor: How It Was For Me (2000), de relatos, y la novela The Path of Minor Planets (2001), que no tienen nada que ver con ste y que lo lanzaron como un escritor dueo de una rara sensibilidad a la hora de lo trgico y domstico. Aqu no eres un extrao, de Adam Haslett (2002). Nueve relatos magistrales cifra cabalstica y salingeriana entre los que destacan "Notas para mi bigrafo" y "El buen doctor". Crisis familiares, depresiones individuales y todo eso narrado con mano firme y ojo de guila para el detalle revelador, siguiendo los pasos del primer Ethan Canin y del primer Michael Cunningham y del primer David Leavitt. Alguien dir Cheever, alguien dir Gates, alguien dir Bausch, alguien

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dir Yates y si todo sigue as alguien muy pronto dir Haslett. Y el triunfal debut con libro de short-stories siempre fue y seguir siendo una frtil tradicin estadounidense. Por lo que aprovecho este lugar para mencionar otros estrenos ms que atendibles: Natasha and Other Stories, de David Bezmozgis (2004); Para el alivio de insoportables impulsos, de Nathan Englander (1999); Remote Feed, de David Gilbert (1998); La cuestin de Bruno, del nacido en Sarajevo pero escritor Made in USA Aleksandar Hemon (2000); Thirst, de Ken Kalfus (1998); Sam The Cat, de Matthew Klam (2000) y, por supuesto, siguen las firmas. Hijo de jess, de Denis Johnson (2003). No puede afirmarse que Johnson sea "joven" o "nuevo"; pero s que es uno de los escritores ms revolucionarios, por siempre novedosos, y considerado casi un gur por los recin llegados a la fiesta. Esta novela-en-relatos cuenta las idas y vueltas de un drogadicto en busca de la luz al final del tnel. Pero advertencia no es el tpico producto estilo Trainspotting. Lo que hay aqu es Alta Literatura, una prosa tan precisa como potica, y la ms alegre de las tristezas a la hora de contar un ascenso y no un descenso a los infiernos. Pensar en lo mejor de Blake y de Lowry y de los beatniks. Y s: es posible muy posible que Johnson sea un genio. Crossing california, de Adam Langer (2004). Ecos de Bellow y Salinger y Roth para esta muy talentosa y muy divertida primera novela. Principios de los ochenta en la avenida California de Chicago, una joven juda de tendencias polticas extremas y un joven negro que le declara su amor haciendo pelculas y un reparto de secundarios perfectamente delineados (a destacar la viperina Michelle). Y buenas noticias: este agosto se publica The Washington Story, su segunda y espero que no sea la ltima parte. La fortaleza de la soledad, de Jonathan Lethem (2003). Autor que comenz como discpulo confeso de la ciencia-ficcin entrpica de Philip K. Dick pero que con este libro ha dado un giro de timn sin traicionarse. Novela de iniciacin y de amistad salpicada por abundante data pop rock, cine, msica en la que Lethem reescribe con pasin proustiana su propia infancia en Brooklyn durante los aos setenta. Para su mejor y mayor disfrute, consumirla con los muy complementarios Men and Cartoons (cuentos, 2004) y The Dissapointment Artist (ensayos, 2005). The age of wire and string, de Ben Marcus (1995). Tras los pasos de los super-ficcionalistas de principios de los setenta y de la mirada clnica de Nicholson Baker, se manifiesta este librito extrao y nico. 140 pginas repartidas en microrrelatos que se proponen y consiguen una suerte de manual de instrucciones para un mundo invisible que no es otra cosa que la sombra del nuestro. Difcil de

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explicar, hay que leerlo para entenderlo y admirarlo. Y despus continuar la exploracin con los igualmente formidables e indefinibles Notable American Women (2002) y The Father Costume (2002). Menos radical pero sebaldiano y mixto a la hora de procesar ficciones y no ficciones es el libro de relatos I'm Not Jackson Pollock de John Haskell (2003) con apariciones estelares de Orson Welles, Juana de Arco, Anthony Perkins, Glenn Gould, y el pintor del ttulo. El velo negro, de Rick Moody (2002). Anlisis social, ensayo autobiogrfico sin anestesia, retrato del artista adolescente, crtica histrica, mirada sin parpadear en el espejo, todo eso y mucho ms con una de las mejores y ms personales y arriesgadas y exquisitas prosas del presente. Algo as como el John Updike del nuevo milenio. Complementar con los relatos de Demonologa (2000) y la ya clsica novela La tormenta de hielo (1994). Una vez le preguntaron cul era su tema y Moody, sin dudarlo, respondi: "La arritmia de la desesperacin". El club de la lucha, de Chuck Palahniuk (1997). Demasiados libros despus demasiado poco tiempo entre uno y otro el chiste comienza a perder su gracia. Lo que no significa que este manual de instrucciones para anarquistas/nihilistas as como su hermana gemela Asfixia (2001) y los ensayos y entrevistas de Error humano (2004) no siga resultando tan transgresor como hilarante. Ttulos posteriores parecen confirmar lo que se sospechaba: el plan maestro de Palahniuk consiste en coronarse como el Stephen King de una nueva generacin que no ha ledo a J. G. Ballard o a Kurt Vonnegut. Otro entrpico destacable es Saunders con sus relatos sobre parques temticos en quiebra y programas de televisin sdicos reunidos en Guerracivilandia en ruinas (1996) y Pastoralia (2000). Igual paisaje desolado y tribal se contempla en El gran s... de Mark Costello (2004), donde se cantan los blues de sufridos miembros del servicio secreto con los mismos modales entre cidos y desoladores que alguna vez Joseph Heller dedic a los pilotos de combate en Catch-22 (1955). El tiempo de nuestras canciones, de Richard Powers (2003). Los que lo acusaron en ocasiones con cierta razn de escribir libros demasiado fros y cerebrales recibieron una bofetada de ms de seiscientas pginas con esta novela todo corazn que se extiende a lo largo de medio siglo de historia estadounidense y de la vida de dos hermanos negros posedos por la msica. El final reserva una de las ms sorpresivas y brillantes vueltas de tuerca y, s, todo parece indicar que la gran novela afroamericana de esta dcada ha sido escrita por un blanco. Love and Hydrogen, de Jim Shepard (2004). Autoantologa de un escritor que como Johnson ya tiene sus aos y sus libros; pero

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que es ms moderno que muchos recin debutantes. Sus novelas una de ellas se ocupa de los vuelos de un bombardero durante la Segunda Guerra Mundial, otra reconstruye la filmacin del Nosferatu de Murnau son inequvocamente admirables. Pero son sus relatos con una variedad de registros y tcnicas aparentemente inagotable los que quitan el aliento: el monstruo de la Laguna Negra, el bajista de The Who y John Ashcroft son algunos de sus hroes. Criptonomicn, de Neal Stephenson (1999). Un crtico defini a las ms de mil pginas de esta saga histrica, criptogrfica y familiar como "una mezcla de Don DeLillo, Tom Clancy, Thomas Pynchon, Michael Crichton y David Foster Wallace"; y tiene algo de razn. Se lee con la compulsin de un best-seller y se disfruta tanto como El arco iris de gravedad o Submundo. Un frentico recorrido por el universo de cdigos secretos y finanzas informticas a cargo de un escritor que se divierte casi tanto como el que lo lee. Stephenson continu el baile publicando las ms de tres mil pginas de la prequel y triloga El ciclo barroco (2003-2004). Ms de lo mismo pero, esta vez, en la trascendente frontera que separa los siglos XVII Y XVIII. Aproximaciones ms vanguardistas y arty al paisaje cronocyber-punk de Stephenson se pueden disfrutar en las novelas de Steve Erickson. Especialmente recomendables son Tours of the Black Clock (1989), que cuenta la historia del porngrafo privado de Hitler y Arc d'X (1993) donde se reescribe en variaciones psicotemporales el romance entre Thomas Jefferson y la esclava Sally Hemmings. El secreto, de Donna Tartt (1992). Ms un culto que una novela, este exitoso thriller acadmico ubicado en un prestigioso college de Nueva Inglaterra no dej a nadie indiferente con sus destellos de Fowles y Highsmith y Murdoch y Oates. Sumarle a esto el aspecto de herona de Edgar Allan Poe de su autora (por entonces de veintiocho aos de edad) y sus costumbres ermitaas, y los encargados de marketing de la editorial tuvieron orgasmos mltiples. Lo cierto es que El secreto funciona y est bien escrito. Tuvieron que pasar diez aos para que llegara Un juego de nios (2002): reinvencin del universo de Carson McCullers combinado con detective-story juvenil. A pocos les gust, a muchos desconcert pero se trata, sin duda, de una de las novelas fallidas ms logradas de los ltimos tiempos. Los que tengan ganas de ms de lo ltimo harn bien en seguir con las novelas de otra hija de McCullers: La casa del gigante (1996) y Niagara Falls All Over Again (2002), de Elizabeth McCracken. Alternar, si se lo desea, con los neofaulknerianos Brad Watson y Heidi Julavits. The atlas: people, places, and visions, de William T. Vollmann (1996). Cuando era nio, Vollmann se distrajo y la consecuencia de esa distraccin fue que su hermanita muriera ahogada. De este terrible Big Bang surge toda una obra inmensa que incluye a novelas colosales como The Royal Family (2000) o la recin aparecida Europe

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Central (2005); un ciclo histrico en siete volmenes bautizado como Seven Dreams del que ya ha publicado cuatro; o un tractat de ms de cuatro mil pginas sobre las aplicaciones de la violencia. En sus ratos libres, Vollman viaja a Tailandia a investigar el turismo sexual o a Afganistn y Croacia en plena guerra (casi muere all; fue el nico sobreviviente cuando su auto pis una mina). Todo esto y mucho ms se puede leer en este libro hecho de fragmentos, viajes, personas y muertos. Los que saben lo consideran el novelista ms novelista en cuanto a posibilidades de un futuro Nobel de su generacin. I'll let you go, de Bruce Wagner (2001). Inexplicablemente indito en nuestro idioma, Wagner es el mejor y tal vez nico heredero de Nathanael West a la hora de la comedia noir hollywoodense. Cualquiera de sus cuatro novelas es recomendable, pero tal vez sta sea la mejor puerta de entrada: una barroca y muy dickensiana novela de costumbres combinada con gtico familiar y thriller victoriano, pero en el frvolo y desolado Beverly Hills del nuevo milenio. Algo supuestamente divertido que nunca volver a hacer, de David Foster Wallace (1997). Todo el mundo supo de este torrencial escritor adicto a las notas al pie cuando, en 1996, public esa Big Big Big Mac que es la novela La broma infinita: la exhaustiva saga de una familia muy muy muy disfuncional. Pero tal vez la esencia de su talento se aprecie mejor en estos largos ensayos sobre diversos temas donde se incluye el sesudo y ya indispensable "E Unibus Pluram: televisin y narrativa norteamericana". Lo que no impide disfrutar de aquel otro que da ttulo al libro y que disecciona el mundo de los cruceros caribeos con maldad regocijante. Viaje de vuelta, de Stephen Wright (1994). Largos y tumultuosos relatos que acaban armando la vertiginosa novela de un hombre fugndose de s mismo y asumiendo diferentes personalidades a lo largo de un camino lleno de sangre y sorpresas. Pesadillesco y verosmil. Prosa convulsa. Da miedo. Pocas veces un libro se pareci tanto a una pelcula de David Lynch.
(tomado de Letras Libres)

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ray loriga
(madrid, 1967. escritor, guionista, director. quizs ha publicado lo peor de todo, das extraos, cados del cielo, hroes, toko ya no nos quiere, trfero, y el hombre que vendi manhattan)

nunca llores delante del carpintero


No mires ahora, pero creo que hay alguien mirando. Mi mujer est obsesionada, cree que todo el mundo nos mira. Vivimos en un tico, hace muy poco que nos hemos mudado. Desde nuestra terraza se ve una torre llena de ventanas, una torre muy alta, muchas ventanas. Yo no creo que nadie nos mire. Ella tiene miedo de andar desnuda por la casa. La torre est muy lejos, cuando miro a las ventanas no veo ms que pequeas formas que se mueven. Pequeas formas que se mueven desnudas. Esa es mi mujer, est obsesionada, ya lo he dicho. Cuando vinimos a vivir aqu, la casa estaba hecha un asco, as que nos pusimos a arreglarla; el suelo, las paredes, la terraza, las caeras, todo. Gastamos muchsimo dinero, yo no tengo dinero, ni mucho, ni poco, ni nada. La casa qued muy bien, vivimos felices durante dos o tres das, pero luego el suelo empez a abrirse, la madera estaba demasiado fresca o era demasiado joven, o algo as. El suelo se abre. Yo me quedaba mirando al suelo sin saber muy bien que haba que hacer para detener aquello. Ella tambin miraba al suelo y luego me miraba a m y despus mirbamos a la torre para ver si alguien ms estaba vindolo. La torre est demasiado lejos. Luego abrimos una botella de vino blanco y nos sentamos a beber. No haba que preocuparse por la torre. Estbamos vestidos, las grietas no eran tan grandes. Desde lejos, todava ramos una pareja feliz. Habra que hacer algo. Haremos algo a la vuelta. Cerramos las maletas y salimos hacia el aeropuerto. Holanda es un pas extrao, la gente acude en masa a los recitales de poesa. Eso no puede ser bueno. Para mi, s, yo soy poeta. Mi mujer es novelista. Gana dinero. En Holanda es algo grande ser poeta, pero fuera de Holanda, no. Esto es increble. La verdad es que era increble, toda esa gente hacindome fotos y entrevistas, invitndome a comer, pagndome el taxi, saludndome al pasar, escuchando mis cosas, hacindome caso.

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Mi mujer estaba contenta, no le importaba que nadie hubiese odo hablar de sus novelas. Sus novelas estn traducidas a siete idiomas, pero en Holanda no las conocan. A ella le pareca bien, le gustaba quedarse callada mirando como yo suba y suba, hinchado como un pez globo. Le gustaba cuidar a su pez globo y besar a su pez globo, y sobre todo, le gustaba tener un pez globo en la cama por unos das, porque sabia que despus me deshinchara y me quedara mirando como un idiota las grietas del suelo, sin hacer nada al respecto. Cuando volvemos? Maana Los festivales de poesa pueden durar un par de das o una semana o incluso un mes, pero nunca duran para siempre. Cerramos las maletas y salimos para el aeropuerto, de vuelta a casa. En el avin apenas dijimos nada. Los dos estbamos cansados. Yo estaba triste, adems. Puede que ella tambin, no lo s. No hay manera de saberlo. Voy a llamar al carpintero. Buena idea. Te has gastado un montn de dinero en ese suelo. Mir por la ventanilla del avin. No se vea gran cosa. Los aviones deberan volar mas bajo. Mejor an, vas a llamar t. Yo? Llegamos a casa, llam al carpintero, me cost mucho convencerle para que viniese a ver el suelo, pero al final dijo que s. Al parecer, l tambin tena algo que decirnos, no estaba muy de acuerdo con el dinero que le habamos pagado. Haba habido un error, eso es lo que me dijo. Nos sentamos en el saln, las grietas corran por debajo de nuestros pies, el carpintero no se haca responsable, deca que habamos abierto las ventanas demasiado pronto o demasiado tarde y hablaba de la humedad y de la sequedad como si fueran personas, malas personas, y nos enseaba papeles con nmeros. Es evidente que ha habido un error. Todava me deben dinero. A nosotros no nos pareca evidente. A nosotros nos pareca que el suelo se abra. El carpintero miraba a mi mujer, mi mujer me miraba a mi y yo miraba las grietas. Me senta mal, pero no mal de una manera nueva, sino mal como toda mi vida, como al principio. Siguieron discutiendo durante un buen rato. Cuando ella se dio cuenta de que yo estaba llorando, simplemente extendi un cheque y sac de all al maldito carpintero. Luego los dos salimos a la terraza para asegurarnos de que las pequeas formas desnudas no lo haban visto todo desde la torre.

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stop
Este lp ha dejado de girar. Por el momento. Puede volver a poner la aguja en el primer surco. Tambin puede no hacerlo. Es libre para hacer lo que quiera, o no? *** en el prximo nmero: ? cuentos de michel encinosa y orlando luis pardo... ? poesa de frank ohara... ? expediente ellis... ? ms... *** Y por anunciar, anunciamos la creacin del sello 45 r.p.m. donde se publicarn en formato electrnico obras inditas y/o publicadas (pero fuera de circulacin) de ral flores iriarte, jorge enrique lage, orlando luis pardo, michel encinosa, jorge alberto aguiar, ral aguiar, ahmel echevarra, yordanka almaguer, arnaldo muoz, lizabel mnica, entre otros...

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All lyrics 2005 33y1/tercio Productions Reprinted by permission

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