Clase 9 Semiotica Articulo Homo Sapiens
Clase 9 Semiotica Articulo Homo Sapiens
Clase 9 Semiotica Articulo Homo Sapiens
Claudia Chamudis
Contenido
La Formación docente para las competencias comunicativas del Siglo XXI .............. 1
¿Qué perspectiva semiótica? ...................................................................................... 2
Los procesos de comunicación .................................................................................. 4
Semiosferas ................................................................................................................. 5
La Ilusión de la Transparencia de la Imagen ............................................................ 7
Las metáforas: desde una interfaz opaca a una “casi” transparente ...................... 9
Nuevos roles ante nuevas tecnologías .................................................................... 11
Son muchos los mandatos que recibe el sistema educativo, algunos de ellos se van
modificando con el tiempo y otros se conservan. Entre esos “mandatos históricos”,
sigue estando el de alfabetizar a los ciudadanos. Lo que probablemente
necesitamos quienes estamos implicados en la formación docente — en mi caso, en
la formación de Profesores de Lengua y Literatura de la Escuela Normal Superior
N° 32 de la ciudad de Santa Fe— es considerar un sentido ampliado de lo que
implica hoy alfabetizar, que podríamos definir como propiciar el desarrollo de la
competencia comunicativa de nuestros alumnos, en función de lo que Hymes
plantea (1971), como conocimiento y capacidad que tiene una persona para utilizar
todos los sistemas semióticos de que dispone como miembro de una determinada
comunidad socio-cultural.1
Esta definición nos lleva necesariamente a revisar cuáles son todos los sistemas
semióticos de los que disponemos los miembros de nuestra comunidad actual. La
revisión, que intentaremos en el presente artículo, implica tanto el reconocimiento
de los aportes de la semiótica como disciplina como el análisis de los sistemas
comunicativos que emplea nuestra comunidad sociocultural.
En el contexto actual, que algunos autores definen como signado por la cultura
digital, la inclusión de nuevos modos de leer y escribir, de producir y hacer circular
textos, y la definición misma de texto se ven resignificadas.
Hoy en día no alcanza con agregar un apartado en los programas que se llame:
“Lectura crítica de medios”. La lectura sin escritura, sin producción, no nos incluye
como miembros activos de una comunidad. Entre los componentes de esta
competencia comunicativa estarán, entonces, leer y escribir en lenguajes digitales,
que permiten la inclusión de imágenes fijas y en movimiento, de sonido, música, de
múltiples y variables estructuras de navegación. También la capacidad de hacer
circular aquello que producimos: publicar en internet, saber encontrar los nodos
que concentran mayor atención en la red, producir colaborativamente, integrarnos
en equipos de trabajo…
Pero aunque usemos los términos cultura digital, nuevos medios, tecnologías de la
información y la comunicación, no estamos ante una novedad absoluta, que no
pueda comprenderse con algunas de las herramientas teóricas y metodológicas
2
BAJTIN, MIJAIL: Estética de la creación verbal: México, Siglo xxi, 1992, pág. 312
3
DÉBRAY, Regis: Vida y Muerte de la imagen. Historia de la mirada en Occidente. Barcelona, Paidós, 1994.
Peirce). Por qué: porque la materialidad significante es una de las claves que define
a la imagen como tal, y porque la construcción de lo real está presente en todos los
modos de funcionamiento semiótico vinculados con la imagen. La pregunta por lo
real, la problemática del verosímil, nos afecta siempre que contemplamos una
imagen, o que leemos un texto que incorpora imágenes fijas y/o en movimiento,
por ejemplo, que es lo más común desde la aparición de las nuevas tecnologías.
Necesitamos por lo tanto un modelo de semiosis que no excluya ni ignore esta
problemática, sino que la trate como parte integrante de su razón de ser.
El enfoque que incorpora en pensamiento ternario a la concepción de signo es el
de Charles Sanders Peirce. Sin detallar sus concepciones, queremos destacar cuáles
son los aspectos que hacen que lo presentemos como la perspectiva pertinente.
En primer lugar, su definición de signo. Dentro de la teoría general de las
representaciones, el signo lingüístico no ocupará ningún lugar especial. El signo es
concebido a partir de una relación triádica, la generalidad de los términos
empleados que no prescribe un tipo de fenómeno en particular, y la inserción de la
significación en un proceso abierto, de semiosis ilimitada.
4. signo
29. Cualquier cosa que determina a otra (su interpretante) a referirse a un
objeto al que ella misma se refiere (su objeto) del mismo modo,
transformándose a su vez el interpretante en signo, y así sucesivamente ad
infinitum.4
Las categorías de signos se definen por la relación entre las tres instancias que
conforman el signo: el representamen, el objeto y el interpretante. Peirce define
tres órdenes, que son la primera instancia de su taxonomía: ícono, índex y símbolo.
En los tres órdenes de signos, icono, índex, símbolo, puede observarse una
progresión regular de uno, dos, tres. El icono no tiene conexión dinámica con el
objeto que representa; sucede simplemente que sus cualidades se parecen a las
de este objeto, y suscita sensaciones análogas en la mente para la cual es una
similitud. Pero realmente no está conectado con ellas. El índex está conectado
físicamente con su objeto; constituyen un par orgánico, pero la mente
interpretante no tiene nada que ver con esta conexión, excepto señalarla
después de establecida. El símbolo está conectado con su objeto en virtud de la
idea de la mente utilizadora-de-símbolos, sin la cual no existiría una tal
conexión.5
4 PEIRCE, Charles S.: El hombre, un signo. Barcelona, Crítica, 1988. Trad.: José Vericat (© 1965, H.U.P.), pág.
158
5 PEIRCE, Charles S.: Op. Cit, pág. 157.
Lo interesante de esta teoría es que rompe con la dicotomía verbal / no verbal. De
hecho, no hay dicotomías en sus planteos, ya que se trata, en todos los casos, de
relaciones triádicas. La palabra es sólo una de las maneras posibles de producción
de sentido. Las imágenes tienen a priori el mismo status que la palabra y, según su
relación, como “representamens”, con el objeto y el interpretante, podrán ser
clasificadas como íconos, índices o símbolos. No hay una clasificación previa al
proceso de significación, porque los signos son en tanto parte de la semiosis.
El pensamiento de Peirce es un pensamiento analítico disfrazado de taxonomía.
No se trata, pese a las apariencias, de ir a buscar instancias que correspondan a
cada uno de los “tipos” de signos. Cada clase define, no un “tipo”, sino un modo
de funcionamiento.6
6
VERÓN, Eliseo: La semiosis social: fragmentos de una teoría de la discursividad. Madrid, Gedisa,
1998, pág. 111
educativos, sino el uso que de ellas se haga, el enfoque particular que reciban, el rol
que asumamos dentro de las situaciones comunicativas.
No se trata simplemente de presionar para que haya Internet en las escuelas, o de
que un tema de geografía, por ejemplo, sea explicado a través de un texto
multimedial, sino de plantearse cuáles son las capacidades que debemos
desarrollar, como docentes o como alumnos, para apropiarnos de alguna manera
de estas herramientas. Plantearnos estratégicamente cuáles son las posibilidades
de inserción en una cadena de enunciados que se articula de manera tan intrincada
que puede dejarnos totalmente al margen, o abrirnos intersticios en los que
encontremos nuestro lugar. No es un tema menor, decorativo, que puede llegar a
hacer más “divertida” una clase. Incluso es la institución educativa en sí misma la
que se verá afectada hasta sus cimientos. Esa escuela nacida para enseñar a leer y
escribir, para formar una conciencia de pertenencia a una nación, ¿cómo se ve
afectada en un mundo en los que las nociones de alfabetización y territorialidad
están cambiando de un modo tan profundo? Su infraestructura edilicia, la
vestimenta de los actores que concurren a la escuela, las herramientas con las que
se desarrollan las clases, los contenidos impartidos, el material de estudio, el perfil
requerido de sus egresados: todos estos sistemas de significación serán afectados,
a corto o mediano plazo, por los desarrollos tecnológicos de la sociedad de la que
forma parte.
Si hablamos de otros aportes que la semiótica puede realizar en función del
abordaje de la producción semiótica en la escuela, debemos mencionar la
necesidad de la incorporación de herramientas de análisis que puedan servir para
la interpretación y producción de mensajes de los nuevos medios (o en los que lo
visual es uno de sus componentes).
La tarea de la semiótica en este sentido podría ser la de hacer cooperar los
aportes de un gran número de campos del saber (filosofía, fenomenología,
psicología, etnología, antropología, sociología, epistemología, lingüística, teorías de
la percepción, neurociencias, entre otras) institucionalmente separados, para
producir un saber, en cierto modo, de segundo grado, que dé cuenta de todo esto a
la luz de la comprensión de los procesos producción de sentido en la sociedad.
Las semióticas específicas (el análisis de la fotografía, del dibujo, del cine, de la
televisión, del video) han desarrollado herramientas de análisis, andamiajes
teóricos y metodológicos que pueden ser utilizados para la comprensión de estos
nuevos textos producidos en la intersección de varios medios específicos,
mediatizados por la digitalización de la información para su transmisión. Más allá
de entender los procesos químicos de la fotografía, o electrónicos de los píxeles
que reconstruyen una imagen en la pantalla de una computadora, las nociones de
color, orientación, forma, tamaño, composición siguen siendo vigentes.
Semiosferas
Debray separa la historia de la imagen en “mediasferas”, que dependen para su
definición de cuál es su principal vector material de transmisión. Por eso reconoce
un quiebre entre la “edad” del cine y la fotografía, y la del video, con cuya aparición
comienza la “videosfera”:
“En la foto y el cine, la imagen existe físicamente. Una película es una sucesión
de fotogramas visibles al ojo desnudo en régimen continuo. En el vídeo,
materialmente, no hay ya imagen, sino una señal eléctrica en sí misma invisible,
que recorre veinticinco veces por segundo las líneas de un monitor. Somos
nosotros los que recomponemos la imagen. (...) La imagen de vídeo ya no es una
materia sino una señal. Para ser vista, la imagen debe ser leída por un cabezal
registador.”7
Estas marcas son las que parecen llevar a Débray a enunciar un nuevo corte en la
historia de la mirada: el de la aparición de la imagen digital, en los ochenta, con el
apogeo de la informática:
11Algunos autores como Joan Ferrés, Santos Zunzunegui y Miguel Santos Guerra se han dedicado a estudiar el
impacto de estos prejuicios en enfoque didáctico de los mensajes audiovisuales.
Puede darse una gran equivocación respecto a la educación para la imagen. La
creencia de que para “entender la imagen” no es necesario más aprendizaje que
el de abrir los ojos.12
Pero esta afirmación responde a uno sólo de los modos de funcionamiento del
signo planteado por Peirce: la iconicidad. Al tope de las listas gradientes de
iconicidad figura una imagen que presenta características particulares: la
fotografía. El valor de índice que le atribuye Dubois a la fotografía —citando
algunos pasajes del mismo Peirce en los que la presenta como tal— se sostiene en
el carácter de “huella” que el referente deja, mediante procesos químicos, en el
papel. Esta noción se completa con la relación que se establece cuando alguien
mira una fotografía y puede decir, como enuncia Barthes: “esto ha sido”.
En las conclusiones a las que arriba Dubois después de analizar cada una de las
instancias peircianas encontramos una síntesis acabada de la complejidad del
funcionamiento semiótico de la fotografía:
12
SANTOS GUERRA, Miguel: Imagen y Educación. Buenos Aires, Magisterio del Río de la Plata, pág. 33
13
THIBAULT – LAULAN, Ann Marie. El lenguaje de la imagen. Madrid, Marova, 1973, pág. 50.
continuación que puede llegar a ser semajanza (icono) y adquirir sentido
(símbolo).14
14 DUBOIS, Philippe: El acto fotográfico. Barcelona, Paidós, 1994 (1983), pág. 51.
fueron diseñados teniendo en cuenta la metáfora de la máquina de escribir: la de la
hoja en blanco, la del salto de página, la de la tijera para cortar… En los sistemas
operativos aparecen metáforas gráficas y verbales de carpetas, del tacho de
reciclaje para descartar un archivo… Cada metáfora implica también sus propias
limitaciones, por lo que lo más conveniente probablemente sea no atarse a una
única metáfora, sino combinarlas para una mejor comprensión de los procesos que
implican los nuevos dispositivos, los nuevos usos o los nuevos aprendizajes.
La ideología y los valores están en el diseño de las tecnologías: es decir, en el
diseño y/o selección de los dispositivos, de las interfaces, en el diseño gráfico, se
toman decisiones que son también políticas.
Hay entornos de educación mediada con tecnologías, como Moodle 15, por ejemplo,
desarrollado bajo código abierto, de distribución libre, que en algún aspecto
contribuyen a respetar ciertas metáforas: hablamos de un espacio común, de la
portada del sitio, que funciona como el patio de ingreso a una institución, con su
cartelera, con foros en los que todos los que “entran” a la institución pueden
enterarse de algunas novedades comunes a todos, tenemos las aulas virtuales,
donde pueden definirse roles de profesores, estudiantes, invitados, colaboradores,
ayudantes de cátedra. Como docentes, en nuestra aula virtual, podemos poner a
disposición de los alumnos recursos (textos, presentaciones multimediales,
videos), y publicar consignas que pueden verse como tareas… Podemos corregir,
como docentes, las tareas, y ponerle una calificación de acuerdo con la escala de
acreditación vigente en la institución, o la que definamos para cada tarea en
particular… Esas posibilidades metafóricas nos dan a los docentes la tranquilidad
de partir de roles y aspectos vinculados a la tarea educativa a los que ya estamos
acostumbrados, y de ese modo, paulatinamente, vamos quitando la opacidad a las
interfaces, para lograr hacerlas más transparentes. Cuando estoy enseñando a los
alumnos a usar estas plataformas, trato de usar metáforas de otros usos que ya se
han ido incorporando: por ejemplo: enviar una tarea a un docente en el aula virtual
es como adjuntar un archivo a un mail. O escribir en el foro general es como
escribir en la pizarra del patio de la escuela, donde todos van a poder leer. O
trabajar con una wiki es un tipo de escritura colaborativa como cuando
proponemos la producción grupal de un cuento en clase. La metáfora, la
comparación, son figuras retóricas que se pueden emplear como recursos
didácticos para que alumnos y docentes nos podamos sentir más seguros en la
incorporación de tecnologías al aula, hasta que el efecto de novedad se vaya
mitigando, y podamos estar más preocupados en lo que podemos hacer con las
tecnologías que en descifrarlas a ellas mismas como dispositivos que nos resultan
totalmente extraños.
Tampoco es deseable que las interfaces se vuelvan totalmente invisibles para
nosotros, porque entonces estaríamos perdiendo de vista dos cosas: en primer
lugar, que la ideología y los valores subyacen al diseño de cualquier tecnología, por
lo tanto, debemos ser conscientes de ello; y en segundo lugar, que los alumnos y los
docentes también podemos, y debemos, participar de ese diseño, algunos como
16 Para profundizar en el tema de la dinámica diseñador/usuario de interfaces: Scolari, Carlos: Hacer clic: hacia
una sociosemiótica de las interacciones digitales, Madrid, Gedisa, 2004
17 Walter Benjamin: «Petite histoire de la photographie» (1931), trad. francesa en W.B.: L'Homme, le langage et
ed.), cap. 1.
tomado esta posibilidad en sus manos. La historia de la educación del Siglo XXI
puede llegar a ser distinta si tenemos la posibilidad de pensarnos en un rol más
creativo, de guías, de generadores de oportunidades de aprendizaje, de
facilitadores de trabajos colaborativos.
Joan Ferrés, en un texto muy provocador, La educación como industria del deseo,
plantea que hasta ahora el rol del docente ha sido, en el mejor de los casos, la
explicación. Ahora estamos viendo medios muy potentes para explicar: los
alumnos tienen, o tendrán en poco tiempo, acceso a múltiples fuentes de
información, sitios con explicaciones multimediales, videos de los mejores
especialistas del mundo en cada disciplina a un clic de distancia. Ya no planteamos
la idea de que la trasmisión de la información no es exclusividad nuestra. Eso ya se
discute desde hace años, cuando la escuela intentó cambiar de un paradigma
conductista hacia otro en el que las estrategias didácticas estaban más al servicio
de la explicación. Ahora eso tampoco alcanza. Dice Joan Ferrés: “El profesor tiende
a considerarse un trabajador cualificado en una fábrica de conocimiento y no
advierte que el conocimiento sólo puede surgir si previamente se produce un deseo.
La capacidad de explicación ha de ir acompañada de implicación”.19
Todo cambio de roles trae aparejada cierta cuota de incertidumbre. Por eso creo
que el diseño de dispositivos, de estrategias, de trabajo sostenido para que este
cambio sea aprovechado de la mejor manera posible es fundamental.
Si vamos a hablar de cambios, también debemos hablar de continuidades. Hay
muchas cosas que habrá que cambiar en la escuela, y hay otras que deberán
continuar. Retomamos la idea del inicio: continuaremos colaborando en el
desarrollo de la competencia comunicativa, conservando algunas habilidades
cognitivas que rescatamos como valiosas (la lectura profunda, reflexiva, de textos
escritos, lineales, abstractos, simbólicos), y ampliando esta competencia hacia
lecturas no lineales, multimediales, de alto grado de vinculación, que incluye
funcionamientos icónicos e indiciales. Los nuevos medios generan esa posibilidad
de confluencia de lenguajes que nos desafía.
Bibliografía
19 FERRÉS I PRATS, Joan: La educación como industria del deseo, Barcelona: Gedisa, 2008, pág. 58
Claudia Chamudis. Profesora en Letras, egresada de la Universidad Nacional del Litoral
(UNL, Santa Fe, Argentina). Magister en Sociosemiótica, egresada del CEA de la
Universidad Nacional de Córdoba. Es docente de Semiótica en la Universidad Católica de
Santa Fe, Secretaria de Educación y Directora del Instituto de Investigación y Capacitación
del SADOP Seccional Santa Fe y docente titular en el Profesorado de Lengua y Literatura
de la Escuela Normal Superior N° 32 “Gral. José de San Martín”.