El Sol

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El Sol.

El Sol emite la energía necesaria para que haya vida en la Tierra. Por el Sol se rigen el tiempo, las
corrientes oceánicas y el ciclo hidrológico. Del Sol dependen nuestro estado de ánimo y las
actividades de nuestra vida diaria. Es fuente de inspiración para la música, la fotografía y otras artes.
El Sol es una estrella, como las que vemos en el cielo por la noche, pero está muchísimo más cerca.
Situado a cerca de 150 millones de kilómetros de la Tierra, es el centro de nuestro sistema solar y
calienta nuestro planeta lo suficiente para que los seres vivos puedan desarrollarse. Hace más de 4
500 millones de años que esta bola caliente de plasma incandescente es la fuerza que sustenta el
tiempo, el clima y la vida en la Tierra.
El sol tiene un diámetro de aproximadamente 1,39 millones de kilómetros, que equivale a 109 veces
el de la Tierra. En su núcleo, la temperatura es de unos 15 millones °C ; mientras que la superficie
del Sol (la parte que vemos) está a unos 5 500 °C.
EL EFECTO DEL SOL EN LA TIERRA
A lo largo de la historia de la Tierra, ha ido variando la cantidad de energía que esta recibía del Sol,
lo que ha tenido consecuencias de gran magnitud para el clima y todos los seres vivos. Desde que
finalizó la última era glaciar, hace cerca de 12 000 años, el clima ha permanecido relativamente
estable, si bien se ha visto afectado regularmente por ligeros cambios en la cantidad de radiación
solar que llegaba a la superficie de la Tierra. A menudo estas leves oscilaciones se deben a ciclos de
larga duración relacionados con la órbita que describe la Tierra alrededor del Sol, a cambios en la
nubosidad y a otras fluctuaciones que tienen lugar en la Tierra. Incluso fluctuaciones climáticas
relativamente leves han tenido efectos drásticos, de ámbito regional, en las civilizaciones y han
provocado el auge y la caída de imperios, como el maya o el del Antiguo Egipto. La cantidad de luz
solar que llega a la superficie de la Tierra depende de la radiación solar total, del ángulo cenital del
Sol y de las variaciones cíclicas de la órbita que describe la Tierra alrededor del Sol, así como de la
cantidad de luz solar que la atmósfera absorbe o irradia al espacio. La radiación solar que no es
absorbida o reflejada por la atmósfera (por ejemplo, por las nubes) llega a la superficie de la Tierra,
la cual absorbe la mayor parte de esta energía, y una pequeña proporción vuelve por reflexión al
espacio. En total, sea la atmósfera o la superficie de la Tierra absorben aproximadamente el 70 % de
la radiación incidente, mientras que el 30 % se refleja y vuelve al espacio, con lo cual no calienta el
planeta. Si no fuese por este efecto invernadero natural, en la superficie de la Tierra habría una
temperatura media nada acogedora de –18 °C, en lugar de los 14 °C de los que disfrutamos hoy en
día. Este efecto se ve potenciado por un aumento incesante de las concentraciones de gases de
efecto invernadero de la atmósfera debido a las emisiones procedentes de las actividades humanas,
como la quema de combustibles fósiles.

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