2010 Dibujo 57 13
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57 DIBUJO
Temario 1993
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1.3. Cerámica
2. Arte egipcio
2.1. Arquitectura
2.1.1. La tumba
2.1.2. El templo
2.2. Escultura
2.2.1. El relieve
2.3. Pintura
4. Arte persa
4.1. Arquitectura
4.2. Escultura
4.3. Pintura
5.2. Escultura
5.3. Pintura
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INTRODUCCIÓN
En el sentido estricto del término entendemos por artes figurativas aquéllas relati-
vas a la representación de formas que son referencia directa de la realidad. Se trata
por tanto de un concepto amplio, en oposición al arte abstracto, y bajo el cual
tradicionalmente se contemplan las manifestaciones escultóricas y pictóricas que
representan figuras humanas y animales.
Es importante tener en cuenta esta interpretación, ya que nos ayudará a determi-
nar los contenidos exactos de este tema, especialmente si tenemos en cuenta que
en las diferentes culturas que se extienden por la margen oriental del Mediterrá-
neo, la arquitectura posee un papel referencial respecto a las demás artes.
De hecho, el mundo antiguo no valora la pintura y escultura como artes completa-
mente autónomas, sino más bien como un complemento decorativo de la arqui-
tectura, que, como consecuencia de ello, adquiere un sentido marcadamente fi-
gurativo. Es por ello por lo que, a pesar del título del tema, vamos a hablar también
de arquitectura, aunque nunca debemos olvidar que en la exposición del tema
deberá quedar claro que ésta actúa como soporte de las llamadas artes figurati-
vas. Esta aclaración debemos remarcarla en la introducción a nuestra exposición,
explicando cómo es muy difícil separar la arquitectura de las artes figurativas en
las culturas del mundo antiguo. Por lo tanto, no habrá que hacer una explicación
exhaustiva de la arquitectura, aunque sí debamos hacer continuas referencias a
ella por el carácter unitario antes citado.
Así mismo, es preciso aclarar que en este tema no hemos querido hacer referen-
cia al arte grecorromano, pues aun siendo éste esencial para la comprensión del
mundo antiguo, su estudio se aborda de un modo exhaustivo en el tema 58 de
este temario.
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Reúne escultura y grabado en tallas de marfil, aunque también se utilizan cuernos, astas y piedras.
De éstas se deduce que debió haber un tipo de talla más modesta, de madera o barro, anterior y de
más fácil técnica. Es utilizado el bajo y altorelieve, el huecograbado y las incisiones finas.
Suelen reproducir cabezas o cuerpos de mujer (40000-20000 a.C.) y aparecen con gran insistencia las
ya llamadas venus auriñacienses, pequeñas esculturas femeninas desnudas o semidesnudas, que
presentan los atributos sexuales muy marcados o exagerados. No suele estar definido el rostro o las
extremidades, y se suponen símbolos de fecundidad. La ejecución es muy cuidada.
Aparecen otro tipo de estatuillas antropomorfas, de menor categoría debido al descuido en su eje-
cución, en las que también se evita la representación del rostro. Son representaciones exageradas y
grotescas, en las que en algunos casos aparece algún elemento zoomorfo. A éstos se les atribuye la
presencia de actos mágico-religiosos en este periodo.
En general los artistas dejan la representación del hombre bastante indeterminada, sobre todo pro-
curando esconder la forma del rostro.
Reúne tanto grabado como pintura. En un principio se utilizan zonas cercanas a las entradas de las
cuevas; en el Magdaleniense zonas más profundas y hacia el final del arte paleolítico se vuelve a
las entradas. Se suele combinar grabado con pintura ya que ésta es complementada con raspados,
rayados e incisiones para dar sensación de volumen. A veces se utiliza el volumen original de la roca
como sucede en Altamira.
Los colores son limitados a negors, rojos y ocres, derivados de carbones, sangres y óxidos de hierro.
Se aplica con una especie de lápiz impregnado directamente o bien con carbón vegetal también
aplicado directamente. Se extiende la pintura con las manos, los dedos, o espátulas.
Se dibuja lo que se sabe, y no lo que se ve, generalmente con siluetas y contornos de tintas planas.
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La perspectiva suele ser de perfil absoluto o relativo. El espacio utilizado es el llamado campo manual,
ya que al parecer las figuras siempre oscilan en un intervalo de 0,25 a 0,80 metros. El movimiento apa-
rece individual, ya que se piensa que no hay estructura y composición de un todo.
Como cuevas importantes que contienen estas pinturas podemos citar, en la región pirenaica y
cantábrica las de Altamira, Lascaux y Font-de-Gaume.
1.3. Cerámica
Aparece en el Neolítico con el hombre sedentario y su nueva necesidad de objetos de barro cocido
para la vida cotidiana. Para las artes plásticas va a ser fundamental el invento de la cerámica, que va
a perdurar a lo largo del tiempo y hasta nuestros días. Se extiende rápidamente por el continente
europeo y se pueden distinguir cuatro tipos fundamentales: la cerámica de bandas, la cerámica lisa,
la cerámica cordada y el vaso campaniforme.
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2 Arte egipcio
Se desarrolla la civilización egipcia a lo largo de la cuenca del Nilo, en una estrecha franja de tierra
limitada por altas planicies desérticas y fertilizada por las periódicas crecidas de las aguas del río, que
sólo ante el mar se ensancha en abanico, formando un delta muy fértil. Por sus condiciones geográ-
ficas y unidad étnica, Egipto constituye un foco de civilización con personalidad propia, cuyas rela-
ciones con el resto de los pueblos del Mediterráneo oriental y mesopotámico, aunque frecuentes,
no llegan a constituir influencias decisivas en su evolución artística.
La concepción religiosa del pueblo egipcio y el concepto divino de la realeza determinan la crea-
ción de un arte oficial, en torno al más allá, que guarda estrecho paralelismo en la distribución del
poder político. Al mismo tiempo se mantiene una continuidad en la línea general de la evolución
artística, un apogeo de la tradición en estrecha relación con la personalidad y persistencia de unos
ritos religiosos, que han dado lugar al postulado, mantenido durante años, de la inmovilidad del arte
egipcio. Hoy no es posible sostener tal afirmación ya que se ha comprobado que el arte egipcio se
desarrolla a partir de un proceso evolutivo complejo, si bien es cierto que en ocasiones presentando
momentos de retorno a los modelos más tradicionales, especialmente al arte del Imperio Antiguo,
y usurpaciones encubiertas, como la utilización de obras de dinastías antiguas convenientemente
alteradas.
Nos encontramos, por tanto, ante un sistema social muy fuertemente jerarquizado, en el que toda
la vida pública gira en torno a la religión y a la valoración de la vida ultraterrena que se concibe en
estrecha relación con la terrenal. De ahí se deriva la grandiosidad y simbolismo del arte egipcio, que
formalmente se materializará en una gran rigidez y hieratismo.
En general podemos decir que la estética egipcia subyace bajo las formas del arte romano del Bajo
Imperio, como en el arte bizantino y en el copto, que influyen fuertemente en el arte cristiano oc-
cidental, en los jeroglíficos y la simbología iconográfica del manierismo y el barroco, y, fundamen-
talmente, en múltiples aspectos del arte de los siglos XIX y XX. El monumentalismo, racionalismo
matemático, trascendencia de las formas arquitectónicas y escultóricas, tendencia a la abstracción,
simbolismo de marcado contenido intelectual, entre otros aspectos, tienen su origen en el arte egip-
cio, repitiéndose desde entonces como constantes en la evolución artística occidental.
La historia egipcia se inicia hacia el año 3300 a. de C., precedida por un amplio período del que sub-
sisten abundantes yacimientos prehistóricos, el período tinita, que comprende las dos primeras
dinastías (3300-2900 a. de C.). Al tercer milenio corresponde el Imperio Antiguo (2900-2060 a. de
C.), al que sucede una etapa de relativa crisis y desunión. Hacia 1580 aparece el llamado Imperio
Nuevo, que llegará hasta el 651, y durante el cual muchos de los principios estéticos tradicionales
son objeto de una evolución intensa. Le sucederá el Imperio Saíta, correspondiente a la conquista
persa (525 a. de C.), que supone el inicio de la helenización de las formas artísticas egipcias y que
marca el comienzo de su decadencia.
2.1. Arquitectura
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Podemos decir que lo más significativo de la arquitectura egipcia, gira en torno a dos tipos de cons-
trucción: la tumba y el templo.
2.1.1. La tumba
Como hemos señalado, la arquitectura funeraria egipcia alcanza un gran desarrollo. El tipo de sepul-
cro más utilizado por los faraones de las primeras dinastías es la mastaba, que a partir de la III dinas-
tía queda como tipo de sepultura empleado para el enterramiento de los grandes dignatarios de
la corte. La mastaba, hecha de ladrillo o piedra, exteriormente presenta el aspecto de una pirámide
truncada, encerrando en su interior una capilla, en la que se encuentra la llamada mesa de las ofren-
das. Tras ella se halla un pequeño compartimento (serdab), donde se deposita el tesoro y la estatua
destinada a servir de apoyo al alma descarnada del muerto. Sin comunicación ninguna con estos
compartimentos, excavado en la roca se encuentra un pozo vertical que comunica directamente
con la cámara mortuoria. Este tipo evoluciona hacía el tipo más conocido, la pirámide, utilizado por
los faraones de la IV dinastía. La transición se hace por medio de las mastabas superpuestas, como la
del faraón Snefru y las primeras pirámides escalonadas.
La pirámide alcanza su tipología definitiva con los faraones de la IV dinastía, Keops, Kefrén y Mike-
rinos. La cámara mortuoria se desplaza, en algunos casos, del subsuelo al interior de la pirámide, a
la que dan acceso laberínticos corredores, con entrada oculta. Estas enormes construcciones (la de
Keops alcanza 146 m. de altura) son tan sólo una partedel conjunto de edificaciones que componen
el conjunto funerario, que por lo general consta además de un camino, un templo y, ocasionalmen-
te, otras construcciones accesorias. La famosa esfinge de Gizeh sería una de estas edificaciones, en
este caso aneja a la pirámide de Kefrén.
En el Imperio Medio, en el Bajo Egipto se continúa utilizando el tipo de pirámides tradicional, si bien
la cámara mortuoria vuelve a ser excavada en el suelo rocoso, como en las antiguas mastabas. En
el Alto Egipto aparece el tipo de sepultura excavada en la roca llamado hipogeo. Éste está forma-
do por un pórtico arquitrabado, con columnas protodóricas, una sala con varios pilares y un nicho
al fondo. Este tipo de sepulturas continúa en el Imperio Nuevo, complicándose con la adición de
corredores y piezas accesorias, de las que hay ejemplos abundantes en el Valle de los Reyes, en las
cercanías de Tebas.
2.1.2. El templo
Los templos de las primeras dinastías han sido en su totalidad construidos de adobe y madera. Es en
la III dinastía cuando aparecen las primeras construcciones en piedra, copiándose en este material
las construcciones de madera y ladrillo, y en el que vemos utilizadas por primera vez columnas de
tipo protodórico.
El tipo completo de templo egipcio no se alcanza hasta el Nuevo Imperio Nuevo . Es en la época
de la XVIII y XIX dinastías cuando Egipto se cubre de amplias y magnificas construcciones. La tipo-
logía más clásica coincide con la de los templos de Karnak y Luxor, constituidos por una avenida
de esfinges, dos obeliscos ante los pilonos (muros macizos trapezoidales decorados con relieves y
rematados por la característica gola egipcia), entre lo que se abre la puerta que da acceso a un patio
con columnas, al que sigue una sala hipóstila, con columnas, el santuario, y, al fondo, una pequeña
cámara, sin más hueco que el de la entrada y a la que sólo tenían acceso los sacerdotes. Las colum-
nas empleadas tienen capiteles fitoformes: lotiformes y papiriformes; en fecha tardía aparece un
tercer tipo, conocido como capitel hathórico.
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Este tipo de templo continúa, en sus líneas generales, en los períodossubsiguientes, sin más varian-
te que la introducción de un nuevo tipo de columna, la saíta, y la multiplicación de construcciones
accesorias.
2.2. Escultura
Son las tumbas las que han suministrado los principales ejemplares de la escultura egipcia. En ella se
deposita la imagen que ha de servir de apoyo al alma del muerto, definitivamente descarnada tras
su muerte, acompañándose con representaciones de las divinidades y de servidores, mientras que
en las paredes se desarrollan escenas, en relieve o pintadas, que narran las hazañas del faraón.
El hieratismo solemne, la rigidez y la tensión demuestran que no buscaban una representación viva
y real, sino retratos-soporte para la eternidad. Los egipcios creen que deben conservar el cuerpo des-
pués de la muerte para que el alma perviva. La ley de la frontalidad permanece tanto en esculturas
individuales como en las de grupo, que aparecen yuxtapuestos adoptando la misma posición. Se fi-
jan en las formas esenciales, rpoporcionando y equilibrando el conjunto, combinando la regularidad
geométrica con una observación de la naturaleza.
En los tipos iconográficos Egipto se mantiene fiel a unas formas fijas. De la época tinita es la estatua
de Nesa, y del Imperio Antiguo el grupo de Mikerinos, que muestran las características de la escul-
tura sedente y en pie, que con ligeras variantes ha de perpetuarse a través de los tiempos. De esta
época son también las estatuas de Rahotep y Nefret, él pintado de rojo cobrizo y ella de color claro,
con ojos incrustados en pasta vítrea, como es usual en toda la estatuaria egipcia.
En el Antiguo Imperio, junto a estas obras solemnes y grandiosas de los faraones, se alcanza un
acentuado realismo en obras como la de Cheik-el-Beled, en madera, representando a un alto
dignatario de la corte, o en las magníficas representaciones de escribas, sentados en el suelo con
las piernas cruzadas, el papiro y el estilo, acentuando la sensación de realismo los ojos de pasta
vítrea, que destacan muy vivamente sobre la pintura rojiza de la piel. Aparecen también estatuas
de metal, realizadas mediante planchas que recubren un alma de madera, así como pequeñas
figuritas realizadas en tierra cocida y que representan a servidores, artesanos, soldados, etc.
En el Imperio Medio se produce una cierta decadencia de la escultura, si bien en su técnica se
aprecian ciertos avances. Del espíritu de solemne grandiosidad e hieratismo son las representa-
ciones del faraón Senousrit III, manteniéndose en la iconografía los tipos creados durante el
Imperio menfita. A este período sucede el de la invasión de los reyes pastores, de cuyo período
no conocemos con certeza obra alguna.
Tras el interregno de las invasiones, en la dinastía XVIII se alcanza la culminación del arte egipcio.
Frente a la serenidad del arte del Imperio Medio, se nos ofrece, en el Imperio Nuevo, un carácter
delicado y elegante. Se alarga el canon de las figuras y se origina un tipo convencional e idealista
de cuerpos estilizados y rostros ovalados. Sin embargo, el momento más interesante de la historia
artística egipcia es el que surge de la ruptura con la tradición anterior como consecuencia de
la reforma religiosa de Amenofis IV. Se crea entonces un arte idealizado, que en escultura tiene
como referencia canónica la enfermiza figura del faraón. Son características las formas redondea-
das de los bustos, el cuello delgado y largo y el prognatismo acentuado, en una cabeza elipsoide,
continuando no obstante, el convencional colorido y la incrustación de los ojos, como aparece en
los bustos del faraón Amenofis IV y de su esposa Nefertiti.
Nos encontramos, por tanto, ante un paréntesis en la tradición formal del arte egipcio. Tras la muerte
del faraón, se vuelve a trasladar la capital a Tebas, y Egipto vuelve a sus creencias y tradiciones an-
teriores. La producción artística durante el reinado de Ramsés II vuelve a entroncar con el arte de la
dinastía XVIII.
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2.2.1. El relieve
Los relieves egipcios siguen en líneas generales la evolución ya indicada en la escultura de bulto
redondo. En los primeros tiempos aparecen bajorrelieves muy planos, de los que el ejemplo más
característico son las paletas en lapislázuli para preparar las pomadas que se aplicaban en los ojos
del difunto. En ellas es muy frecuente encontrar muchos de los convencionalismos formales propios
de la pintura y el relieve egipcios, tales como la representación de perfil de cabeza y pies, mientras
los ojos y el torso son representados frontalmente.
A los primeros faraones corresponden estelas que presentan la parte superior redondeada y tallada
a dos planos, dejando en relieve la figura. Más tarde aparecen los primeros relieves típicamente
egipcios, con las siluetas de las figuras rehundidas, de forma que el relieve quede a la misma altura
que el resto del muro en que se labra.
En el Imperio Nuevo las enormes construcciones y la necesidad de decorar inmensas superficies,
obligan al artista a trazar sus composiciones a mayor escala, en detrimento de la delicadeza y de los
detalles. Suelen representarse en este período escenas religiosas o civiles, así como escenas guerre-
ras que ilustran acerca de los éxitos militares del faraón.
2.3. Pintura
A los tiempos prehistóricos anteriores a la unificación corresponden las pinturas que conforman las
principales características formales del arte pictórico egipcio. En ellas aparece ya plenamente de-
terminado el convencionalismo colorista que representa en colores rojizos el cuerpo masculino, en
tonos amarillentos los desnudos femeninos y en negro los objetos, especialmente si son de madera.
Así mismo, aparecen ya fijados los mismos convencionalismos que hemos señalado en los relieves,
que representan figuras con cabeza y pies de perfil y ojos y torso frontales.
En los períodos siguientes la pintura en la decoración de tumbas es sustituida por los relieves, a los
que presta su policromía. Del Imperio Antiguo son las famosas ocas de Meídum, así como impor-
tantísimas muestras de pinturas en los hipogeos.
Con el Imperio Nuevo la pintura, como todas las demás manifestaciones artísticas, alcanza un mo-
mento de especial esplendor; en él se generaliza la costumbre de sustituir los relieves de las tumbas
por composiciones pictóricas. Corresponden a este período espléndidos ejemplares, como la caza
en el pantano y las escenas de banquetes y danzarinas que caracterizan la pintura de la dinastía
XVIII.
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3.1. Mesopotamia
La cultura mesopotámica se origina en torno a los ríos Tigris y Eúfrates, desarrollándose paralela-
mente a la egipcia, pero de modo completamente independiente. Por razones étnicas, geográficas
y políticas, la cultura mesopotámica se desarrolla en condiciones opuestas a las que propician la civi-
lización egipcia. En Mesopotamia nunca existió unidad étnica: al primitivo pueblo sumerio suceden
sucesivas invasiones semitas procedentes del desierto arábigo. Su condición de tierra de paso pro-
pició el trasiego continuo de distintos pueblos, lo que provocó numerosas guerras entre las distintas
ciudades y los pueblos vecinos.
De este modo, a la civilización sumero-acadia, que se desarrolla en torno a la unión del Eúfrates y el
Tigris entre los años 4000 y 1900 a. de C., sucede la asirio-babilónica, que se asienta en las regiones
montañosas del Norte, entre los siglos XVI al VI a. de C. A partir del siglo VI, dominada y sometida
por los persas, esta civilización deja de existir de modo independiente, para subsistir y transformarse
dentro de la cultura persa.
3.1.1. Arquitectura
En Mesopotamia la piedra es muy escasa, por lo que en las construcciones fue sustituida por el ladri-
llo y el adobe. Al mismo tiempo, la gran humedad del suelo obliga a construir los palacios y templos
sobre terrazas, a las que se asciende por escaleras y rampas. Este tipo de edificación cuenta en muy
pocas ocasiones con las columnas, ya que éstas no serán precisas como elementos de sustentación,
empleándose tan sólo con finalidad decorativa. Una innovación muy significativa de la arquitectura
mesopotámica es el empleo de cubiertas en forma de bóveda, e incluso formando cúpulas de
ladrillo.
Dada la fragilidad de estos materiales, los restos que se han conservado, llamados tell, se encuentran
en un estado ruinoso que nos ofrece muy poca información acerca de su primitiva configuración.
Pertenecientes a la primera dinastía son las tumbas reales halladas en Ur y que constituyen un ejem-
plo muy significativo de la arquitectura de este período. Éstas están formadas por un corredor que
conduce a la cámara mortuoria con cúpula falsa obtenida por aproximación de hiladas. En la cámara
funeraria se sitúa la sala del tesoro del rey, compuesto por joyas, utensilios religiosos, armas, alimen-
tos y otros enseres destinados a servir de auxilio al alma, de un modo muy similar a como se concibe
el enterramiento en Egipto. También junto a la cámara funeraria se encontraron los cadáveres de los
servidores y cortesanas reales, que eran inmolados en vida a la muerte del monarca. Esta costumbre
posteriormente desaparecería, sustituyendo a los cuerpos reales por su representación mediante
estatuas.
La tipología del templo mesopotámico coincide casi completamente con la del templo de El
Obeid, de comienzos del tercer milenio, situadocerca de Ur. Se trata de una construcción edificada
sobre una terraza, con un complejo sistema complejo de drenajeque evita la humedad y construído
completamente con ladrillo y adobe.
Desde la base, se asciende por una escalera que daba acceso al templo, y que ocupaba una mínima
parte de la terraza. Precediendo a la entrada se encuentra el ara de los sacrificios, que conduce di-
rectamente hacia una puerta adintelada con dos columnas ornamentales y abundantes relieves de
figuras de animales y pájaros.
En el templo, la parte más significativa es el zigurat, que consiste en una torre de pisos, compuesta
por varias terrazas superpuestas y decrecientes, a las que se ascendía por medio de rampas, estando
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cada una pintada de un color y decoradas con franjas verticales de piedra tallada. El zigurat se rema-
ta mediante una pequeña capilla, que hace las veces de observatorio y cuyo acceso se encontraba
limitado a los sacerdotes. Los zigurats de la III dinastía presentan, por tanto, características formales
muy similares a las del edificio descrito en la Biblia como la torre de Babel.
En cuanto a los palacios, los más significativos del son los asirios. Como los templos, se hallan co-
locados sobre una terraza, y, con fin estratégico, se colocan a caballo sobre la muralla que circunda
la ciudad, que en ningún caso alcanza una altura superior a la de la terraza. Contiene, como ocurre
en el palacio de Khorsabad, una serie de patios irregulares, a través de los cuales se comunican las
diversas dependencias de palacio, que comprendía una parte oficial y otra propiamente de vivienda,
formada por amplias salas decoradas con relieves de piedra, que recubrían la construcción de adobe
y ladrillo. Exteriormente la terraza se decoraba con grandes fajas verticales, flanqueadas las puertas
por columnas con fustes de madera y figuras de toros.
3.1.2. Escultura
Al analizar la escultura mesopotámica es preciso referirse a las dos culturas que de modo más signi-
ficativo influyen en la estética de la estatuaria babilónica. Analizaremos, así, por un lado la escultura
sumero-acadia y por otro la asiria.
XX Escultura sumero-acadia
Los escasos materiales que han proporcionado las excavaciones nos permiten reconstruir muy so-
meramente la evolución del arte escultórico en Sumer y Acad. Las estatuas de bulto redondo son
muy escasas, representando casi todas ellas a reyes, príncipes y altos dignatarios de la corte, ofreci-
das como exvotos a la divinidad. Se representan generalmente en actitud sumisa con las manos cru-
zadas ante el pecho, en la época sumeria rodeando la mano derecha el puño cerrado de la izquierda,
que a partir de la invasión acadia se muestra abierta.
Estas esculturas se distinguen por sus formas angulosas, cabeza rasa, sin cabellera ni barba, barbilla
prominente y cuadrada y ojos incrustados de piedras finas o pasta vítrea. En ocasiones la cabellera
era indicada mediante la incrustación de hilos de plata o simplemente policromada. También es
frecuente que la parte inferior del cuerpo termine en punta, al parecer para que pudiera clavarse la
figura en el suelo.
Mayor importancia por su calidad y número tienen los relieves. Por lo general representan escenas
de la vida del monarca, mostrando a los personajes con la misma indumentaria y actitud a la que
hacíamos referencia al analizar la escultura de bulto redondo. Así mismo, en estos relieves aparecen
muchos de los convencionalismos plásticos que observamos como característicos del relieve egip-
cio, es decir, indicación de la jerarquía por el tamaño de las figuras, y torso y ojos frontales en figuras
con pies y cabeza de perfil.
La tradición en cuanto a la composición en fajas paralelas se rompe momentáneamente en la obra
maestra del arte acadio, la estela de Naram-Sin, donde en una sola escena se representa la victoria
obtenida por los acadios en una región montañosa, y donde la figura del rey aparece a un tamaño
muy superior al resto.
De la primera dinastía de Babilonia son las estelas de Hammurabi, que ilustran el texto de su código,
representando al rey en actitud de adoración, con la mano izquierda cerrada sobre el pecho y la
derecha abierta levantada hacia el dios del sol.
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XX Escultura Asiria
Los asirios, cuya cultura está directamente derivada de la sumero-acadia, crean una escultura, espe-
cialmente en el campo del relieve, que se distingue por su sentido realista y por el carácter feroz de
las escenas que servían para decorar los recubrimientos de las grandes salas de los palacios. Se trata,
por tanto, de una escultura que una vez más aparece subordinada a una arquitectura profundamen-
te figurativa, lo que provoca que la escultura exenta se vea algo postergada. Es frecuente una técnica
que participa del relieve y del bulto redondo, tal como ocurre en las representaciones de toros que
flanquean las puertas de los palacios, y en los que su parte anterior está tratada como bulto redondo,
mientras que el cuerpo y las patas traseras sólo destacarán en relieve en el bloque de piedra en el
que están tallados.
Conocemos la escultura asiria a través de las numerosas estelas reales, en las que aparece la figura
del rey acompañado por las representaciones de las divinidades, y en diferentes escenas de caza y
guerra, en las que se representa al monarca junto al enemigo derrotado.
De siglo IX a. de C. conocemos distintos relieves en los que se desarrollan las escenas antes referidas,
si bien adquieren especial violencia. Algo parecido ocurre en los relieves que conocemos del siglo XII
a. de C. entre los que destacan por su belleza y ferocidad los famosos relieves del British Museum de
El león herido y La leona herida. En esta época aún persiste la organización en fajas, multiplicán-
dose los detalles de tal manera que las escenas de batallas adquieren un sentido muy intrincado y
casi laberíntico. En ellas los motivos tienden a acumularse, sin que ninguno destaque especialmente.
El rey aparece siempre tocado con el característico gorro cónico truncado y con vestiduras enrique-
cidas con bordados y joyas. Pero en la representación de la figura humana no se llega al realismo de
las representaciones animalísticas, como en los relieves a que hacíamos referencia anteriormente, en
los que frecuentemente se introducen policromías con diversos colores que contribuyen a realzar
determinados detalles.
Con la ruina de Nínive (606 a. de C.) desaparece la escultura asiria, pero su influjo será esencial en el
desarrollo posterior del arte persa.
3.1.3. Pintura
El empleo que el arte mesopotámico hace de la pintura es esencialmente decorativo, como ele-
mento subordinado a la arquitectura y la escultura. Su utilización más común es para realzar los
efectos de los bajorrelieves. No obstante, se conservan restos que permiten reconstruir una primitiva
disposición en bandas con motivos vegetales. Mayor interés aún presentan los restos del palacio de
Tell-Alunar, en cuya sala se representan una cacería real y la recepción de un vasallo.
Relacionado directamente con la pintura, el esmalte ha sido muy empleado por la cultura mesopo-
támica. Desde sus primeros momentos se encuentran numerosos testimonios que nos muestran
como esta técnica era la más empleadas en la decoración de templos y palacios. Un ejemplo ca-
racterístico lo constituyen las puertas de Istar, en Babilonia, con representaciones de animales en
relieve; los ladrillos que componen el friso aparecen esmaltados en su cara más estrecha.
Del pueblo hetita, que dominó gran parte del Oriente Medio hacía la segunda mitad del siglo XIV a.
de C. conservamos únicamente restos esporádicos. Su arte se desarrolla en contacto con la cultura
sumero-acadia. Anterior a la época de su máximo poderío, en torno al tercer milenio, apenas existe
ningún testimonio. Sin embargo, a fines del segundo milenio se realizan numerosos relieves con
representaciones de dioses y animales en escenas de guerra y danza. En la segunda mitad del primer
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milenio encontramos representaciones del dios Teshub, halladas en Babilonia y otras ciudades, en
las que se pone de manifiesto la influencia ejercida por el arte mesopotámico.
Del año 1400 a. de C. son las ruinas de Bogas-Koei, de las que se conserva la muralla de la antigua
ciudad y una pequeña acrópolis, flanqueada la puerta por dos animales fantásticos en relieve, el
león y la esfinge, tipos que se perpetuarán en el arte asirio. De la misma época es el santuario de
Iasili-Kaia, con relieves rupestres en los que aparece una procesión de dioses y fieles, presididos por
la gran diosa femenina y la representación de dos de los más importantes reyes hetitas: Khattusil,
abrazado por el dios del sol, y su padre, Mursil. Entre los dioses es característica la representación del
dios Teshub, con gorro puntiagudo y armado con los atributos divinos.
Arruinado el Imperio hetita, sus manifestaciones artísticas se concentran en la zona de Asia Menor
limítrofe con Siria, teniendo una excepcional importancia para la Historia del Arte por la influencia
que ejerce en el arte asirio y persa, y en el arte occidental a través de los jonios, cretenses y etruscos.
De fines del segundo milenio, una vez destruido el poder político de los hetitas, son los relieves de
Malotia y Karchemisch, muy próximos formalmente al arte asirio.
Íntimamente relacionado con las culturas mesopotámicas se encuentran otros pueblos localizados
al Norte de Mesopotamia y Asia Menor, como los churritas, casitas, lidios, frigios, etc., de cuyas mani-
festaciones artísticas se conservan restos escasos.
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4 Arte persa
A mediados del siglo VII a. de C. surge al norte de la meseta de Irán un poder ario, que rápidamente
se extiende por Oriente hasta el Indo, y por Occidente hasta dominar la región mesopotámica, el
Asia anterior, y parte de Tracia y Egipto. Son los persas, pueblo que tomará de los pueblos vecinos
las técnicas y modelos artísticos que éstos habían venido desarrollando lentamente, pero dotarán
a estas formas de un sentido de la armonía y de una belleza completamente desconocidos por el
arte mesopotámico. La civilización persa, en resumen, es tanto una continuación de la civilización
mesopotámica como una renovación que pone en contacto los rasgos culturales más significativos
de Egipto, Asia Menor y Grecia.
Antes de la helenización de Oriente, en la historia persa podemos considerar dos períodos: el meda
(650-560 a. de C.), con escasas manifestaciones artísticas, y el esplendoroso período de los Aquemé-
nidas (560-331 a. de C.). Después de la helenización y de la reacción parta, surge un nuevo período
de esplendor, el sasánida (226-640), de incalculable interés para la historia artística.
4.1. Arquitectura
De las construcciones en Ecbatana, capital de Media, no quedan sino los textos literarios de Hero-
doto y Polibio. Es al período aqueménida al que corresponden los ejemplares característicos de la
arquitectura persa. Dado que las prácticasreligiosas no requerían de la existencia de un templo, las
tipologías arquitectónicas más frecuentes serán los palacios y las tumbas reales.
El palacio persa se halla generalmente construido sobre una terraza con basamento de piedra y
escaleras o rampas, que conducían a la grandiosa entrada adintelada, rematando con la gola egipcia
y flanqueada por toros alados, a semejanza de los palacios asirios. Al lado del palacio oficial se hallan
las salas de recepción o apadanas, enormes salas hipóstilas con cubierta plana sobre entablamentos
de madera que descansan en altísimas columnas de piedra, lo que permite grandes intercolumnios,
lo que sería imposible si los entablamentos fuesen de piedra. Las columnas presentan el caracte-
rístico capitel persa, de proporciones muy grandes, formado por una doble serie de volutas que
sostienen dos medios cuerpos de toros arrodillados, sobre los que descansa el entablamento y las
vigas de la cubierta.
La ornamentación del palacio la constituían bajorrelieves en piedra o en ladrillos esmaltados, colo-
cados en las rampas de acceso y en las salas interiores.
Después de las construcciones helenizantes de la época de los Arsácidas y de las escasas construc-
ciones partas, sobreviene en Persia un nuevo período de esplendor con los Sasánidas, cuya influen-
cia se extiende por Oriente hasta China y por Occidente a través de Bizancio. Los palacios sasánidas
característicos son los de Firuzabad, Servistán y Ctesifón. En ellos se adopta el tipo de construc-
ciones abovedadas. El de Ctesifón organiza su fachada a base de varias fajas de arcos, y uno en el
centro, elíptico, de 26 m. de luz por 34 de flecha.
Con la conquista de Egipto se adopta como enterramiento hipogeo, del que es ejemplo caracterís-
tico la tumba de DaríoI. Excavada en la roca, presenta una monumental fachada, como un palacio,
con puerta adintelada, rematada con gola egipcia, flanqueada por columnas adosadas que sostie-
nen el entablamento, y con la representación de un gigantesco trono sostenido por varias filas de
personas, representando a los pueblos subyugados.
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4.2. Escultura
La escultura persa se halla directamente inspirada en los tipos asirios, aunque, de carácter más fino
y armónico que éstos, rehuye las escenas sangrientas y guerreras. Como en Asiria, la decoración del
palacio es a base de largos frisos esculpidos, pero tratando estos relieves con un sentido de claridad
compositiva y de la armonía desconocido para los decoradores asirios. Se repiten los motivos, como
en el friso de los arqueros del palacio de Persépolis, siendo por lo general poco variados. Se
reducen en general a leones desfilando, toros alados, monstruos o guerreros ataviados con mantos
bordados y armados con arco y lanza, portadores del tributo, luchas del león con el toro, o, en fin, la
representación del héroe combatiendo a los monstruos. Estos relieves están realizados unas veces
en piedra y las más en ladrillos esmaltados, en los que no suele emplearse el color rojo.
Son frecuentes los relieves de grandes dimensiones representando al rey en su trono, sostenido por
figuras representativas de las diversas satrapías, ataviadas con sus indumentarias regionales, como
vemos en el palacio de Persépolis y en los relieves que decoran la parte superior de las fachadas de
las tumbas.
En el período sasánida la escultura no aparece en los palacios, sino esculpida en las rocas. Suelen ser
de gran tamaño, y están dedicadas, como en la de los Aqueménidas, a la glorificación de la realeza.
4.3. Pintura
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5.1. Arquitectura
En la arquitectura egea podemos considerar, en atención a sus obras más características, dos zonas;
la cretense, representada por los palacios, y la continental o micénica, representada por el megarón,
las tumbas de corredor con cúpula y las construcciones ciclópeas.
5.1.1. Creta
Sus descubrimientos se deben, principalmente, a las excavaciones de Evans y las misiones francesas
e italianas. Al minoico medio corresponden los tres palacios característicos de la arquitectura creten-
se: Knossos, Faistos y Hagia-Triada.
De Egipto los cretenses adoptaron el uso del pilar de sección cuadrada colocado sobre una basa
plana. Se emplea la columna, de madera originariamente, que al ser pasada a la piedra resulta más
estrecha por su parte inferior (tronco de árbol invertido), a veces sin basa, y capitel con gruesa mol-
dura convexa, sobre el que descansa un ábaco cuadrado. Sobre éste corre el entablamento, con friso
decorado con medallones separados por recuadros.
El palacio se halla formado por complicados conjuntos de habitaciones rectangulares, almacenes,
dormitorios, sala de recepción, baños, etc., colocadas asimétricamente en torno a un gran patio
rectangular, con columnas, generalmente de madera sobre basas de piedra, y al que comunican
directamente las grandes salas de recepción, con cubierta sostenida por gruesos pilares y en las que
se sitúa el trono. Los palacios, como todos los edificios, están revestidos exteriormente de estuco
blanco, y al interior, de estuco rojo y ocasionalmente blanco, con pinturas al fresco u ornamentación
esculpida.
5.1.2. Micenas
El arte micénico se desarrolla en Troya, Micenas, Tirinto y Orcómenes, ciudades rodeadas por mura-
llas ciclópeas, en contraposición con el arte cretense, que al basarse en el poder de la thalasocracia,
considera superflua la construcción de grandes murallas como elemento de defensa de ciudades y
palacios.
En Micenas vemos aparecer un tipo de edificio, llamado megaron, antecedente del templo dórico y
que está constituido por una sala rectángular precedida de una antecámara y un pórtico.
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Sin embargo, la manifestación arquitectónica de mayor interés dentro de este área son las tumbas
de corredor que, a través de un pórtico adintelado con frontón agudo, comunica con una gran cá-
mara circular, destinada al culto, cubierta mediante una bóveda falsa, obtenida por aproximación de
hiladas, y otra cámara adyacente, más pequeña, en la que se sitúa al cadáver.
5.2. Escultura
En general no existen en el arte creto-micénico esculturas de gran tamaño. Son todas ellas obras
de pequeñas dimensiones, en mármol, alabastro, esteatita, jaspe, etc., en las que juega un papel
determinante la policromía obtenida mediante la combinación de diversos materiales. Muchas de
estas estatuillas representan figuras humanas. Suele tratarse de representaciones de sacerdotisas
ataviadas con faldas largascon volantes y ceñidas por la cintura, mostrando el torso descubierto.
5.3. Pintura
Tampoco resultan especialmente significativos los restos de pinturas que se han conservado. Sin
embargo, sabemos que se trata de un modo artístico que se empleó con bastante intensidad en el
arte egeo. Son muy interesantes los frescos del palacio de Knossos y las pinturas del sarcófago
de Hagia-Triada, representado una procesión ritual, que constituye una de las pocas muestras del
arte funerario cretense.
A partir de los escasos restos conservados podemos deducir que era frecuente decorar las paredes
de templos y palacios con pinturas realizadas sobre estuco rojo con motivos tomados generalmente
de la cerámica. Se trata de un arte que sorprende por su independencia respecto al de otras culturas
próximas, de un colorido muy vistoso, que evoca muchas obras de la pintura contemporánea, y que
en general presenta un sentido marcadamente vitalista y muy elegante.
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BIBLIOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA REFERIDA
FRANKFORT, HENRI: Arte y Arquitectura del Oriente Antiguo. Editorial Cátedra. Madrid, 1987.
HARTT, FREDERICK: Arte. Historia de la Pintura, Escultura y Arquitectura. Editorial Akal. Colección Arte y Es-
tética. Madrid, 1989.
WINCKELMANN, JOHANNES: Historia del Arte en la Antigüedad. Ediciones Folio S.A. 2003.
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RESUMEN
Las primeras manifestaciones artísticas que conocemos son La mastaba: más utilizado por faraones de las primeras di-
del Paleolítico Superior y contemplándolas, asistimos ya a la nastías. A partir de la III dinastía por grandes dignatarios
presencia de una complejidad mental y un concepto de esté- de la corte.
tica similar al de nuestros días. La pirámide: evolución de la mastaba, por superposición.
Utilizadas sobre todo en la IV dinastía. Destacan las de
Keops, Kefrén y Mikerinos y la Esfinge de Gizeh.
1.1. Arte mobiliar
El hipogeo: aparece en el Alto Egipto.
Reúne escultura y grabado en tallas de marfil, aunque debió
de haber un tipo de talla más modesta, de madera o barro, 2.1.2. El templo
anterior.
En las primeras dinastías:
En general, los artistas dejan la representación del hombre
bastante indeterminada, sobre todo procurando esconder la Construidos en adobe y madera.
forma de rostro. En la III dinastía:
Construcciones en piedra.
1.2. Arte rupestre Columnas de tipo protodórico.
En el Nuevo Imperio:
Reúne tanto grabado como pintura y se suelen combinar.
Capiteles fitoformes, lotiformes y papiriformes.
Los colores son limitados a negros, rojos y ocres.
En fecha tardía capitel hathórico y más tarde la columna
Se dibuja lo que se sabe: siluetas y contornos.
saíta.
La perspectiva suele ser de perfil absoluto o relativo. La tipología clásica de templo coincide con los de Karnak y
Las cuevas más importantes son: Luxor. Consta de:
Altamira. Avenida de esfinges.
Lascaux. Dos obeliscos ante los pilonos.
Font-de-Gaume. Patio con columnas.
Sala hipóstila.
1.3. Cerámica Santuario.
Aparece en el Neolítico.
Se pueden distinguir cuatro tipos fundamentales: 2.2. Escultura
Cerámica de bandas. Son las tumbas las que han suministrado los principales ejem-
plares de la escultura.
Cerámica lisa.
Egipto se mantiene fiel a unas formas fijas:
Cerámica cordada.
Vaso campaniforme. Hieratismo solemne.
Rigidez y tensión.
Ley de la frontalidad.
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En el Imperio Medio se produce cierta decadencia, pero tam- Capilla que actúa como observatorio.
bién algunos avances técnicos. Destaca: El más significativo es El Obeid.
Representación del faraón Senousrit III. Los palacios:
En la dinastía XVIII encontramos la culminación del arte egip- Se construyen sobre la muralla.
cio. Es característico:
Constan de amplias salas decoradas con relieves.
Formas redondeadas en bustos.
Colorido convencional. 3.1.2. Escultura
Incrustaciones en los ojos. Las dos culturas que más influye son:
Destacan las obras:
XXEscultura sumero-acadia
Busto del faraón Amenofis IV y Nefertiti.
Las esculturas de bulto redondo son escasas.
2.2.1. El relieve Los relieves suelen representar escenas de la vida del monar-
ca.
Sigue las líneas generales de evolución que la escultura de
bulto redondo: La obra maestra del arte acadio es la estela de Naram-Sin,
aunque también destaca la tabla de Hammurabi.
En los primeros tiempos encontramos bajorrelieves muy
planos. XXEscultura Asiria
Más tarde aparecen los relieves típicamente egipcios, de
Su técnica participa del relieve y bulto redondo.
siluetas rehundidas.
En el Nuevo Imperio se representan escenas religiosas, ci- Destaca su sentido realista y su carácter feroz.
viles y guerreras. Destacan las obras: El león herido y La leona herida.
3.1.3. Pintura
2.3. Pintura
El empleo de la cultura es esencialmente decorativo. Destaca
Encontramos convencionalismo colorista:
como ejemplo el palacio de Tell-Alunar.
Colores rojizos para el cuerpo masculino. Relacionado directamente con la pintura se utiliza el esmalte.
Colores amarillentos para los desnudos femeninos. Destacan las puertas de Istar.
Negro para los objetos.
En los períodos siguientes la pintura es sustituida por los re- 3.2. Cultura hetita
lieves con policromía.
En el Imperio Antiguo destacan las Ocas de Meídum y en el El arte de esta cultura es de excepcional importancia por la
Nuevo la Caza en el Pantano. influencia que ejerce en el arte asirio y persa, y en el arte occi-
dental a través de los jonios, cretenses y etruscos.
Destacan las siguientes obras:
Finales del segundo milenio: relieves con representaciones
3. Arte mesopotámico y hetita de dioses y animales en escenas de guerra y danza: Relie-
ves de Malotia y Karchemisch.
Segunda mitad del primer milenio: representaciones del
3.1. Mesopotamia
dios Teshub.
1400 a.C.: ruinas de Bogas-Koei.
3.1.1. Arquitectura
Las características principales a resaltar son:
Construcción en ladrillo y adobe. 4. Arte persa
La gran humedad del suelo obliga a construir sobre terra-
zas, a las que se asciende por escaleras y rampas.
Las columnas no serán precisas. Tan sólo tienen finalidad 4.1. Arquitectura
ornamental. Dado que las prácticas religiosas no requerían de la existencia
Como innovación encontramos bóvedas y cúpulas de la- de un templo, las tipologías arquitectónicas más frecuentes
drillo. son:
Las tumbas: Palacio: consta de:
Las más características son las de Ur, de la primera dinas- −− Entrada adintelada.
tía. −− Apadanas, junto al palacio oficial.
Los templos constan de: −− Columnas de capitel persa.
Escalera de acceso. −− Ornamentación con bajorrelieves.
Precediendo a la entrada, el ara de sacrificios. Hipogeo como forma de enterramiento.
−− Destaca la tumba de Darío I.
Puerta adintelada con columnas ornamentales y relieves.
Zigurat, la parte más significativa.
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5.2. Escultura
4.3. Pintura
Obras de pequeñas dimensiones, normalmente representa-
Encontramos policromía de esculturas y bajorrelieves. ciones de sacerdotisas.
5.3. Pintura
5. Arte Egeo: Creta y Micenas Se trata de un arte de un colorido muy vistoso, vitalista y ele-
gante.
Destacan:
5.1. Arquitectura
Frescos del palacio de Knosos.
Podemos considerar dos zonas en:
Pinturas del sarcófago de Hagia-Triada.
5.1.1. Creta
Su obra más característica es el palacio. Destacan:
Knossos.
Faistos.
Hagia-tirada.
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