PRD Anexo Ejercicios de Diccion
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TRABALENGUAS
Instrucciones: Realice la lectura de los siguientes trabalenguas, con la mayor rapidez y exactitud
posible. (Estos ejercicios se realizarán durante un minuto aproximadamente).
1. Recia la rajada rueda, rueda rugiendo rudamente rauda: rauda rueda rugiendo
rudamente la rajada rueda. Rueda rauda, recia rueda, rauda reciamente rueda.
Rueda recia, rauda rueda, rugiente, rajada rueda.
2. Abad y abadesa no son abaditas, sino abadiatos de una abadía; pues abad de
abadía sería abadita si fuese de musulmana dinastía, como la abadesa de una abadía
sería abadiato de la misma abadía.
3. En un santiamén os santiguásteis los seis. ¿Quién sois los seis? Los seis sois seis
saineteros sucios que osáis saciar vuestra sevicia zahiriendo a quienes a su vez no
osan zaheriros. ¡Eso es los que sólo sois los seis!
5. Me han dicho un dicho que han dicho que he dicho yo. Ese dicho está mal dicho,
pues si lo hubiera dicho yo, estaría mejor dicho que el dicho que han dicho que he
dicho yo.
6. Quinto tocaba el requinto en su quinta, pues la quinta en que estaba Quinto tenía
varios requintos entre los quintos: porque era una quinta la de quinto en la que
entre los quintos había requintos que otras quintas no tenían quintos como Quinto.
10. Como como poco poco, poco poco compro, poco poco como como, compro
poco poco.
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13. Ojeras tiene el ojeroso en el ojo, ojos que ojean de una ojeada; ojeador que ojea
con ojeras en el ojo, ojea ojeroso con ojeras de una ojeada.
15. María Chuchena su choza techaba y un techador que por allí pasaba dijo:
- Chuchena ¿tú techas tu choza o techas la ajena?
- Ni techo mi choza ni techo la ajena, que techo la choza de María Chuchena.
16. Lunas que lucen luces, luces que dan los luceros, nunca lucirán las luces, las luces
que lucen los luceros.
18. Sobre la giba gigante de la garifa jirafa, Jimena la jacarera, la gitana jaranera,
jubilosa jugueteaba gorjeando la jácara, jamando la jícama, juergueando la jícara,
jalando la jáquima: jalaba, gorjeaba, juergueaba, jamaba, jáquima, jícara, jácara y
jícama.
19. Tres tigres y trigo tengo, pues trigo para tres tigres es menos trigo del que tengo;
ya que tres tigres no comen tanto trigo como tres veces tres tigres, tigres que tres
veces no tengo. Por lo que tengo trigo para tres tigres, pues trigo para nueve tigres
no tengo.
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20. Chupi chupe, chupi chupe, chupi chupe, chupitón, chupi chupe, niño o niña toma
leche en biberón.
23. Cestas castas hacía Custo, pues la casta de las cestas que Custo costeaba por
costas, eran costas a costa de Custo que costeaban a Custo las cestas las cuales
Custo hacía castas por costas.
24. Zainos con Zaida, Zipi y Zapa: ¡zape!, dice Zaida a Zape y Zipi, Zape lanza un ¡zas! a
Zipi y Zaida, ¡zuzos!, azuza a Zaida y a Zipi Zape.
26. Don Tristras tenía tristeza, pero las perdía en un tris tras. Por eso las tristezas de
don Tristras no eran tristes por su tristeza, sino que sus tristezas eran tristes por un
tris tras de don Tristras.
27. Querer decimos que es poder, pues sin poder no hay querer: unos quieren y no
pueden, otros pueden y no quieren; aunque poder sin querer es peor que querer sin
poder.
28. María la de Juanito tiene un pequeño pavito, regordito y chiquito; pero otro
hermoso pavito tiene su amigo Pablito que es tan bonito y chiquito como el
pequeño pavito de María la de Juanito.
30. Tengo una cabra ética, perética y pelapelambrética. Si los hijos de la cabra ética,
perética y pelapelambrética fueran éticos, peréticos y pelapelambréticos, la cabra no
estaría ética, perética y pelapelambrética.
DICCIÓN DINÁMICA
Instrucciones: lea en voz alta, con la mayor rapidez y exactitud posible las siguientes
oraciones.
1. Sobrevino un desmembramiento exacerbado.
2. Se rehusaba a descalzarse por ser inaccesible.
3. Observaba fingimiento para empeorar su pusilanimidad.
4. Con maledicencia, tergiversaba y zigzagueaba transversalmente para producir un
abigarramiento.
5. Se decía sustituto con templanza para substraer un enredo y ensombrecido
envanecimiento.
6. Demudado practicaba un endiosamiento en forma dadivosa para favorecer a los
damnificados.
7. Se decía descendiente para ensalzar su inconsciencia.
8. La deidad demostraba contentamiento en forma dadivosa para favorecer a los
damnificados.
9. Ignoto y denodado recibió ensalzamiento imperecedero al demostrar ser
fidedigno.
10. La insensibilidad se demuestra al envenenar y estigmatizar impertinentemente a
una persona.
VOCABULARIO
Abigarramiento Mezclar
Abismarse Sumergirse
Damnificado Causar daño
Deidad Divino
Demudado Turbado, Variar, Alterarse
Denodado Valiente, Intrépido
Desheredado Pobre, Excluir a una persona de la herencia
Deshilvanar Descomponer
Deshonrar Desprestigiar, Quitar dignidad
Desmembramiento Separar
Desistimiento Anular, Renunciar
Despiadado Cruel, Inhumano
Dilucidación Explicación
Endiosamiento Soberbio, Altivez
Enraizado Profundo, Arraigar
Enredado Complejo, Complicado
Ensalzar Alabar
Ensombrecido Negro, Obscurecer
Envanecimiento Inmodestia, Vanidad
Envenenar Matar
Estigmatizar Difamar, Afrentar
Exacerbar Irritar
Excipiente Accesorio, Sustancia neutra para incorporar
Faccioso Rebelde, gente en rebelión
Favorecer Ayudar
Fidedigno Fidelidad, Digno de fe 6
Floripondio Adornado
Fluctuante Variable
Ignoto Desconocido
Imperecedero Perpetuo
Impertinente Inoportuno
Imperturbable Sereno
Imprescindible Obligatorio
Inaccesible No acceso
Inconsciencia Irreflexión
Indecisión Dudar
Insensibilidad Indiferencia
Insociabilidad Soledad, Falta de sociabilidad
Intrascendente Insignificante
Jalifa Apoderado, Rey árabe califa
Jarifa Alegre, Vistoso, Bien compuesto
Laicismo Ateísmo
Magnánimo Bienhechor, Grandeza
Magnificencia Liberalidad para grandes gastos, grandeza
Maledicencia Maldecir
Malhadado Infelicidad, Desgraciado
Mimetismo Semejante
Mojigatería Fingimiento, Disimulado
Monstruosidad Delito, Calidad de monstruoso
Narcisismo Vanidoso
Objetar Impugnar, oponer una opinión.
Obtestación Juramento.
Obturar Cerrar.
Omnímodo Absoluto, comprende todo.
Onomatopéyico Semejante.
Paralelepípedo Muchos lados.
Parapetarse Defenderse.
Paroxismo Entusiasmo, exacerbación.
Perversión Vicio, corrupción.
Plebiscito Juicio.
Poltronería Pereza.
Pordiosear Pedir.
Posdata Final.
Prestidigitación Extraordinario, habilidades en juego de mano.
Pretorianismo Injusticia, política abusiva.
Probanza Justificación.
Propedéutico Principio, introductorio.
Proscripción Expatriación, correcta. 7
Pusilánime Cobarde.
Redada Pluralidad, conjunto de personas.
Redundancia Ratificar, abundancia.
Remanente Sobrante.
Reminiscencia Recordar.
Resarcir Ganancia, indemnizar.
Resquebrajar Deshacer, quebrarse.
Retrógrado Oscurantismo, posiciones pasadas.
Reverberar Brillantez.
Rimbombante Exceso, ostentoso.
Ronroneo Ruido bajo.
Somnolencia Dormitar, inclina al sueño.
Sonrojar Vergüenza.
Soporífero Dormir.
Submúltiplo Fracción baja.
Subrepticio Oculto.
Subsidio Amparar, socorro.
Subterfugio Excusa.
Subvención Amparar.
Sulfurar Ira.
Tecnicismo Lenguaje técnico.
Templanza Fortaleza.
Tergiversar Cambiar.
Tortuosidad Rodeo, Vueltas.
Trascender Traspasar los límites de la experiencia posible.
Transformismo Mutaciones rápidas.
Transición Transformar, pasar de un estado a otro.
Transgresión Culpabilidad, violar una ley.
Transigencia Tolerar.
Ubicuidad Abundancia, en todas partes.
Ulterior Último.
Zarrapastroso Andrajoso, desaseado.
EJERCITANDO LAS VOCALES 1
Instrucciones: Lea en voz alta, de izquierda a derecha, los fonemas que a continuación
se presentan. (Por lo menos, 5 veces, cada ocasión que realice el ejercicio).
FONEMAS
Instrucciones: lea 5 veces cada grupo de fonemas, incrementando paulatinamente
la velocidad.
M
Mecha, mucha, mapa, mofa, moda, muda, dama, moro, armero, armiño, almorzar,
mojado, comedor, Camelia, caramelo, mariposa, embudo, ampolla, Amparo,
ambición, almidón, mueble, campana.
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N
Nata, vena, vino, lana, luna, lino, cuna, cono, nivel, nogal, normal, conejo, canino,
dinero, enero, nieto, nieve, anuencia, andador, angina, banda, cancelar, canción,
candado, encaje.
Ñ
Añejo, uñero, otoño, engaño, mañana, pañoleta, pestaña, piñón, ponzoña,
puñetazo, bañera, dueña, saña, señal, señora, señorita, riñón, ruiseñor, leña, caña,
cañaveral, cañería, pezuña, cuña.
L
Lupa, loma, lobo, lava, lodo, lata, lira, loro, lana, lino, leña, lechuga, lengua, levantar,
libélula, almidón, palmar, empalizada, paloma, anulado, calamar, calumnia,
calmante, caliente, caldera.
LL
Llanura, llave, llaga, llorar, llano, llenar, llamarada, molleja, olla, falla, tallarín,
callejón, escollo, puntillas, galleta, malla, polilla, bullicio, sellar, arrullo, pimpollo,
gavilla, taller, pellizco, botella.
R
Par, por, mar, faro, arena, arenque, aroma, caracol, caramelo, caravana, caridad,
corona, garabato, heredero, furia, mariposa, marinero, nardo, mercurio, garbanzo,
paraguas, martillo, cuerda, ordinario, barquero.
RR
Rol, red, rama, rema, reno, rizo, rollo, rosa, rusa, parra, barra, zorro, borrego,
carreta, carril, carroña, cerrojo, cachiporra, correa, corral, chicharrón, barril,
borrador, burra, guerra.
Dilató la nariz para aspirar el perfume de retama que ascendía del jardín. Era idéntico al
otro, al del pequeño jardín de la pequeña casa donde celebró sus diecisiete años.
¿Alguien, además de ella, lo recordaría? ¿Alguien, en este instante – en todos los instantes-
recordaría toda la vida de Norma? Alargó el brazo y tomó el frasco de aceite mientras el
sol, comprimido, se desbarataba en la luz propia que el cuerpo brillante le devolvía,
disparado desde las puntas moradas de los senos.
Carlos Fuentes La región más transparente (fragmento)
2. Por miedo a un nuevo atentado, no oso permanecer en mi mesa por la noche. Me
acuesto, sin atreverme a dormir, con la lámpara encendida en la negra noche. Frente a mi
ventana, sobre la pared, se proyecta la sombra de una forma humana. No podría asegurar
si era hombre o mujer, pero tuve la impresión de que era una mujer.
Cuando me levanto para observar, cae bruscamente la cortina con un ruido seco. Luego,
oigo al desconocido entrar en la habitación vecina, y se hace el silencio. Durante tres horas
permanezco despierto, privado del sueño que habitualmente no se hace esperar. Una
sensación alarmante se desliza por mi cuerpo; soy víctima de una corriente eléctrica que
circula entre las dos habitaciones contiguas. La tensión va creciendo y, a pesar de la
resistencia, salto de la cama obsesionado por esta idea:
_ ¡Me matan! ¡No quiero que me maten! August Strindberg Infierno (fragmento)
3. Él se arrojó a sus pies, el rostro contra su regazo, con un terror indecible a quedarse
solo. Ríos devastadores por su interior, un mar encerrado, que buscaba una salida, hizo
saltar en pedazos los diques de los ojos. La mano de ella le recorría los cabellos. Vacío. La
cálida tarde. La ciudad tras los visillos azules. Tranvías. Automotores. Voces de niños desde
el parque. Pronto despertará Gerd. Ir de paso con ella. Cisnes en el parque. Gerd riéndose,
jugando en la hierba. La propia vida de Gerd. Y la vida que ella vivía en el bebé.
Mientras él lloraba sobre sus rodillas, ella viajaba. Siempre viajaban, cada uno por su lado,
por paisajes cambiantes. A veces se encontraban en casuales estaciones, luego seguían
adelante, a través de aromas, de regiones desconocidas, de elementos revolucionados.
Cuando sus miradas volvían a encontrarse, reflejaban mundos transoceánicos. Peter Weiss
El duelo (fragmento)
4. Unos días antes de las fiestas patrias alguien levantó la cabeza. No se sabe si fue Ramón
o Martín o Jesús el primero que lo vio. Lo que sí se sabe es que al instante todo el pueblo
levantó la cabeza y vimos a don Chico arriba del campanario con las alas puestas, iniciando
cauteloso el aleteo que habría de conducirlo a la gloria. Detenía a veces el movimiento, se
mojaba con saliva el dedo y comprobaba la dirección del viento, abría de par en par las alas
y descansaba la cabeza sobre el hombro, semejante a nuestro viejo escudo nacional. De
pronto reinició el aleteo, arresortó la pierna derecha contra el muro del campanario para 12
tomar impulso, apuntó el pie izquierdo hacia El Porvenir, que tal era el nombre de la
cantina que está enfrente de la iglesia y se dispuso a iniciar la epopeya. Alguien le
preguntó tocándole la punta del ala izquierda:
- ¿Va usted a volar, don Chico?
- Seguro- respondió.
- ¿Y... llegará lejos, don Chico?
- Lejísimos.
- ¿Y de altura, don Chico?
- Altísimo.
- ¿Al cielo llegará, don Chico?
- Al cielo mismo.
La cara de aquel que preguntaba se iluminó.
- Por vida suya, don Chico, llévele al cielo este queso a mi mamá que se murió con el
antojo.
Don Chico aceptó con ligereza el queso, buscando deshacerse del impertinente sin
considerar el error que había cometido. No se sabe si fue Ramón o Martín o Jesús, el
primero que hizo el encargo al otro mundo. Lo que sí se sabe es que al instante todo el
pueblo subió al campanario y don Chico siguió aceptando quesos y chorizos, dulces y
aguardiente, tostadas y jamones para llevar al cielo.
Cuando don Chico resorteó la pierna derecha, siguiendo la dirección a El Porvenir, abrió el
espectáculo grandioso de sus alas. El pueblo escuchó el estruendo de carrizos
rompiéndose y petates rasgándose en el aire y quesos rodando por la calle.
Cuando el silencio volvió, alguien dijo:
- Lo mató el sobrepeso. Si no fuera por los encarguitos, don Chico vuela. Eraclio Zepeda
Don Chico que vuela (fragmento).
5. En realidad lo que nos servía de celda era uno de los sótanos del hospital. Se sentía
terriblemente el frío, debido a las corrientes de aire. Toda la noche habíamos tiritado y
durante el día no lo habíamos pasado mejor. Los cinco días precedentes había estado en
un calabozo del arzobispado, una especie de subterráneo que debía datar de la Edad
Media: como había muchos prisioneros y poco lugar, se les metía en cualquier parte. No
eché de menos mi calabozo: allí no había sufrido frío, pero estaba solo; lo que a la larga es
irritante. En el sótano tenía compañía. Juan casi no hablaba: tenía miedo y luego era 13
10. …¡Paf! Su frágil cuerpecillo se estremeció adolorido, abrió los ojos y se vio rodeado de
un musgo suave y casi cubierto por las aguas verdosas y frías de un pantano.
Era verdad, no había muerto, se sentía herido, pero allí estaba, mudo de terror.
A lo lejos contempló una vieja casona rodeada por jardín, donde los últimos trinos de otras
aves se escuchaban apenas. Había muchos árboles, y en ellos, multitud de nidos colgaban
dejando ver el acogedor ambiente que la avecilla ahora tanto deseaba.
Quería alcanzar uno de aquellos nidos para poder descansar, pero ¿cómo lograrlo, si
buena parte de su cuerpo estaba hundido en el cieno y casi no podía moverse? Sara María
Lugo Pantano ( fragmento)
11. ... llegué a mirarlo con inexpresable odio y a huir en silencio de su detestable presencia,
como si fuera una emanación de la peste.
Lo que, sin duda, contribuyó a aumentar mi odio fue descubrir, a la mañana siguiente de
haberlo traído a casa, que aquel gato, igual que Plutón, era tuerto. Esta circunstancia fue
precisamente la que le hizo más grato a mi mujer, quien, como ya dije, poseía en alto
grado esos sentimientos humanitarios que alguna vez habían sido mi rasgo distintivo y la
fuente de mis placeres más simples y más puros. 16
El cariño del gato por mí parecía aumentar en el mismo grado que mi aversión. Seguía mis
pasos con una pertinencia que me costaría hacer entender al lector. Dondequiera que me
sentara venía a ovillarse bajo mi silla o saltaba a mis rodillas, prodigándome sus odiosas
caricias. Si echaba a caminar, se metía entre mis pies, amenazando con hacerme caer, o
bien clavaba sus largas y afiladas uñas en mis ropas para poder trepar hasta mi pecho. En
esos momentos, aunque ansiaba aniquilarlo de un solo golpe, me sentía paralizado por el
recuerdo de mi primer crimen, pero sobre todo – quiero confesarlo ahora mismo- por un
espantoso temor al animal. Édgar Alan Poe El gato negro (fragmento)
12. Cierto es que después de la primera agresión no se había metido jamás conmigo.
Cierto, también, que durante todo el curso no me obligó a hacer ningún trabajo, ni me
endilgó tarea alguna; que tampoco me interrogó, como a los demás, ni me llamó bestia
peluda, cagarruta de zopilote, tercer cuerno del diablo u otras florituras con las que
acostumbraba lacerar a sus alumnos; cierto, por último, que cada vez que me veía en su
clase me guiñaba un ojo y meneaba la cabeza como diciéndome ya verás deformidad
humana cómo te pongo a la hora del examen. Sentada en el banquillo de los acusados,
tuve que esperar un cuarto de hora para que el infeliz se dignase a mirarme siquiera y,
después de bostezar groseramente, mascullara: ah, es verdad, tengo que examinar al
sabio hermafrodita, porque no me dirás que eres mujer con esa facha. A ver, a ver, dime,
dime la verdad, a qué sexo perteneces, narizotas. Mi silencio no hizo más que enfurecerlo.
Era obvio que estaba cometiendo una crueldad indescriptible, comparable a la tortura que
utilizan los gorilas de la represión para lastimar a sus víctimas, y que esto era demasiado
fuerte para su degradado carácter. Eugenio Aguirre La suerte de la fea (fragmento).
13. Sintió que el hombre aquel que llevaba sobre sus hombros dejó de apretar las rodillas y
comenzó a soltar los pies, balanceándolos de un lado para otro. Y le pareció que la cabeza,
allá arriba, se sacudía como si sollozara.
Sobre su cabello sintió que caían gruesas gotas, como de lágrimas.
- ¿Lloras, Ignacio? Lo hace llorar a usted el recuerdo de su madre, ¿verdad?
Pero nunca hizo usted nada por ella. Nos pagó siempre mal. Parece que, en lugar de
cariño, le hubiéramos retacado el cuerpo de maldad. ¿Y ya ve? Ahora lo han herido. ¿Qué 17
pasó con sus amigos? Los mataron a todos. Pero ellos no tenían a nadie. Ellos bien
hubieran podido decir: “No tenemos a quien darle nuestra lástima”. ¿Pero usted, Ignacio?
Allí estaba ya el pueblo. Vio brillar los tejados bajo la luz de la luna. Tuvo la impresión de
que lo aplastaba el peso de su hijo al sentir que las corvas se le doblaban en el último
esfuerzo. Al llegar al primer tejabán, se recostó sobre el pretil de la acera y soltó el cuerpo,
flojo, como si lo hubieran descoyuntado.
Destrabó difícilmente los dedos con que su hijo había venido sosteniéndose de su cuello y,
al quedar libre, oyó cómo por todas partes ladraban los perros.
- ¿Y tú no los oías Ignacio? – dijo -. No me ayudaste ni siquiera con esta esperanza. Juan
Rulfo El llano en llamas (fragmento).
te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso