Cáncer de Mama

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Cáncer de mama

El cáncer es una de las principales causas de muerte en todo el mundo. Según fuentes
estadísticas, entre 1 de cada 2 y 1 de cada 3 personas desarrollarán una enfermedad de
este tipo a lo largo de su vida. Aunque muchos de los casos de cáncer tengan un buen
pronóstico si la detección es temprana, casi 10 millones de personas mueren anualmente
debido a él. Por estas cifras y otras muchas, los procesos cancerígenos se consideran la
segunda causa de muerte en las regiones de alto ingreso.
El cáncer de mama es el tipo de cáncer invasivo más común del mundo en mujeres. De
todas formas, la tasa de supervivencia 5 años después de su detección asciende a un 99
% si se diagnostica en un estadio localizado. Aquí se recogen las causas, los síntomas y
el tratamiento general del cáncer de mama.

¿Qué es el cáncer de mama?


El término ‘cáncer’ se utiliza para designar a un grupo de enfermedades en el que
algunas células del cuerpo se diseminan sin control. Estos cuerpos celulares fallan a la
hora de realizar sus patrones de división y crecimiento normales debido a mutaciones en
su ADN, ya sean somáticas (adquiridas a lo largo de la vida) o hereditarias. Aunque el
5-10 % de los cánceres tengan una base hereditaria clara, se estima que hasta la mitad
de ellos se pueden prevenir con un estilo de vida saludable.
Con base en la definición anterior, se puede definir el cáncer de mama como una
neoplasia maligna en la que las células de la mama se multiplican sin control, pudiendo
llegar a expandirse a otras partes del cuerpo y causar una metástasis. Existen varios
tipos, entre los que se encuentran los siguientes:
Carcinoma ductal invasivo (CDI): alrededor del 80 % de los cánceres de mama son
de este tipo. Reciben este nombre aquellas neoplasias malignas que han atravesado la
pared del conducto lácteo y comenzado a invadir los tejidos de la mama.
Carcinoma lobulillar invasivo (CLI): alrededor del 10 % de los cánceres de mama
son de tipo CLI. Se inicia en las glándulas de la mama que producen leche (lóbulos). Al
igual que el CDI, este cáncer también se ha extendido hacia los tejidos de la mama que
lo rodean.
Carcinoma ductal in situ (CDIS): aproximadamente 1 de cada 5 cánceres de mama
recién diagnosticados serán CDIS. Comienza dentro de los conductos lácteos y no es
invasivo, es decir, que no se puede propagar fuera del seno. No pone en peligro la vida,
pero sí aumenta las probabilidades de desarrollar una variante invasiva en el futuro.
Aunque muchos cánceres de seno se presenten en forma de bultos, no todos lo hacen.
Por ello, es necesario someterse a mamografías anuales a partir de los 40 años de edad.
Una vez superados los 55 años, la revisión se puede llevar a cabo cada 2 años.

Existen muchos tipos de tumores de mama.


Causas

Como hemos dicho en líneas previas, el cáncer ocurre a raíz de mutaciones somáticas y
heredables del ADN. A pesar de que algunas de las mutaciones son heredadas, la
mayoría de las que desencadenan el cáncer de mama se adquieren a lo largo de la vida.
La edad avanzada, el diagnóstico de otras enfermedades mamarias, la obesidad, la
exposición a la radiación, ciertos desequilibrios hormonales y el alcoholismo se
vinculan a una mayor susceptibilidad de desarrollar este cáncer.
Aun así, cabe destacar que algunas mujeres sin riesgo aparente terminan desarrollando
cáncer mamario y otras con cierta proclividad nunca lo hacen. Queda mucho por
estudiar en el ámbito de la oncología, tanto en la prevención como en el tratamiento de
las personas con cáncer.
La herencia y el cáncer de seno

Según la American Cáncer Society, del 5 % al 10 % de los cánceres de mama tienen un


claro componente hereditario. Esto quiere decir que surgen a partir de mutaciones en la
línea germinal (óvulos y espermatozoides que generan el embrión) y la proclividad se
hereda de los padres. Los genes más importantes vinculados a este cuadro clínico son
los siguientes:
Genes BRCA1 y BRCA2: estos genes son supresores de tumores, pues regulan el ciclo
celular y evitan la proliferación descontrolada. Ciertas mutaciones en los genes BRCA
aumentan el riesgo de sufrir cáncer de mama hasta 5 veces.
Gen TP53: este gen es esencial para inducir la respuesta de la célula ante el daño del
ADN, ya que detiene el ciclo celular en caso de mutación. Las mutaciones en el TP53
no solo se asocian al cáncer de mama, pues hasta el 50 % de todos los tumores humanos
contienen mutaciones en este gen.
Gen STK11: regula la polaridad de la célula y actúa como supresor tumoral. Las
mutaciones en este gen también se asocian a la aparición del cáncer de mama.
Estos genes (y otros muchos) son de interés para estudiar la proclividad a la hora de
desarrollar un cáncer de mama hereditario. Por suerte, a día de hoy existen pruebas de
prevención genética que permiten detectar mutaciones en estas secciones tan
importantes del genoma.

Síntomas del cáncer de mama

La mayoría de las mujeres con cáncer de mama no presentan signos y síntomas durante
la etapa inicial. Estas son algunas de las señales que indican la necesidad de acudir al
médico a realizarse una revisión:
Un engrosamiento o bulto en la mama que se siente distinto al resto del tejido
circundante.
 Cambios en el tamaño o la forma de uno de los senos.
 Cambios en la piel que se encuentra sobre la mama, como puede ser la
formación de hoyuelos, la irritación o la piel de naranja.
 Inversión de uno de los pezones en tiempos recientes.
 Aparición de una llaga en la zona del pezón.
 Dolor en el seno que, en general, no desaparece.
 Secreción repentina del pezón, sobre todo si es sanguinolenta o unilateral.
Algunos cánceres se descubren durante mamografías rutinarias, mientras que otros se
diagnostican tras el análisis pertinente. Sea como fuere, es necesario acudir a un
profesional médico si aparece cualquiera de los signos citados.

Diagnóstico del cáncer de mama

El primer paso para diagnosticar un cáncer de mama es una exploración física, es decir,
que el profesional palpe el seno y los ganglios linfáticos bajo la axila para detectar
bultos u otras anormalidades. Una vez se ha llevado a cabo este estudio preliminar, se
recurre a técnicas de diagnóstico por imagen:

Mamografía de diagnóstico: es una exploración de la glándula mamaria mediante el uso


de rayos X. Es algo más exhaustiva que la mamografía de prevención rutinaria.
Ecografía mamaria: en esta ecografía, se usan ondas sonoras para producir
imágenes observables del tejido mamario. Permite distinguir las masas sólidas de
aquellas llenas de líquido.

Resonancia magnética: se hace uso de campos magnéticos para generar


imágenes detalladas del seno. Suele utilizarse para monitorizar los avances y la
recuperación de los casos ya diagnosticados.
Si estas pruebas arrojan sospechas de un cáncer, debe realizarse una biopsia. Existen
muchos tipos de biopsia, pero todos tienen un objetivo común: extraer las células del
tumor para confirmar o descartar que sean cancerígenas. Muchas técnicas pueden
arrojar información sobre una neoplasia maligna, pero solo la biopsia permite formular
un diagnóstico definitivo.

Tratamiento del cáncer de mama

El tratamiento de un cáncer de mama puede ser local o sistémico, dependiendo de la


extensión del tumor, el tipo y la gravedad del cuadro clínico. Hay muchas opciones y
tipos de tratamiento a la hora de abordar un tumor maligno, así que lo mejor en todos
los casos es contar con el asesoramiento de uno o más especialistas médicos. De todas
formas, la tumorectomía (extracción quirúrgica del tumor) está indicada hasta en el 80
% de los casos.
En la tumorectomía se extirpa el tumor maligno de forma quirúrgica, pero se conserva
la estructura general del seno. Por otro lado, en la mastectomía se extirpa la totalidad del
tejido mamario, algo que es necesario en el 20-30 % de los casos restantes. Este
procedimiento puede ser simple (se retira el seno y el pezón) o radical modificado
(también se extirpan la mayoría de ganglios linfáticos debajo del brazo). Si se tiene una
predisposición muy alta, a veces se recomienda extirpar ambas mamas a la vez.
Una vez se ha completado la cirugía, es posible optar por tratamientos oncológicos
como la radioterapia, la quimioterapia, la terapia hormonal, la inmunoterapia y ciertos
abordajes paliativos. La tasa de supervivencia general 5 años después del diagnóstico y
tras el tratamiento adecuado es del 90 %, pero si se detecta en su etapa localizada esta
aumenta al 99 %.A veces, el tratamiento del cáncer de mama pasa por la extracción de
ambos senos.

Prevención

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el 50 % de los cánceres se


pueden prevenir. Aunque algunas personas tengan mayor predisposición que otras a
desarrollar una neoplasia maligna, es posible adelantarse a ella o reducir los riesgos si se
tienen en cuenta los siguientes puntos:

Llevar a cabo autoexploraciones mamarias mensuales: es necesario que toda


mujer se familiarice con su entorno mamario y realice palpaciones al menos una vez al
mes en cada uno de sus senos. Así, se podrán detectar irregularidades en sus primeros
estadios.
Hacerse una mamografía anual: se recomienda que toda mujer entre 40 y 55 años
de edad se someta a una mamografía anual con el fin de prevenir el cáncer de mama.
Limitar la terapia con hormonas después de la menopausia: la terapia de
estrógeno y progestina está vinculada a un mayor riesgo de padecer cáncer de mama y
el riesgo aumenta cuanto más tiempo se mantenga el tratamiento.
Llevar un estilo de vida saludable: no beber mucho alcohol, no fumar, hacer 30
minutos de ejercicio diarios, adoptar una dieta natural y mantener un peso estable
disminuye las probabilidades de presentar cáncer a largo plazo.
Además de todas estas medidas, también es de utilidad llevar a cabo pruebas de
prevención genética si se tiene un claro historial familiar de cáncer mamario. Esto no
evita que aparezca el cáncer, pero sí permite a la paciente conocer su proclividad a
desarrollarlo y actuar en consecuencia.

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