La Musica en El Teatro Medieval y Renacentista
La Musica en El Teatro Medieval y Renacentista
La Musica en El Teatro Medieval y Renacentista
VARo Tonnmrrs
Universidad Complutense de Madrid
J.9.1. PREÁMBULO
Mú sica y drama caminan de la mano desde los mismos orígenes del teatro
es- pañ ol, cuyas raíces son comunes para todo el teatro moderno europeo.
Las tesis más tradicionales —cuyos fundamentos fueron expuestos por Edmund
Chambers [1903] y Karl Young [l93S] y su desarrollo para el caso españ ol por
Richard Do- novan [1958] — consideran que el teatro medieval surge dentro
del marco ecle- siá stico como una amplificació n del canto litú rgíco en
determinadas festividades religiosas: Navidad, Epifanía, Semana Santa, Corpus y
Asunci6n, principalmente. Estas mismas festividades, especialmente Navidad y
Corpus, será n el espacio festivo en el que se desarrollen la mayoría de los
dramas en lengua vemá cula du- rante el Renacimiento. No obstante, como
recuerda Á lvarez Pellitero [1990: 12], la idea de que el teatro españ ol en
romance nace del teano litú rgico fue ya cues- tionado por Bonilla y San
Martin [1921: 21], quien sostuvo su origen como imita-
ción del teatro pagano. Tesis mts recientes de Hardison [1965] también
cuestio- nar el modelo evolutivo de Chambers y Young, al proponer que el
drama religioso
arraigo en la Península Ibérica. Fuera de estos dos ciclos existen también maní
festaciones dramáticas asociadas a la fiesta de la Asunció n y a la celebració n
del Corpus Christi.
El ejemplo má s temprano del drama litú rgico de Pascua, conocido como
Kí- sitatio Sepulchrt, se encuentra en un tropario de la catedral de Vic datado
entre los siglos xi y xri, y consiste en el tropo dialogado Qitem qunerifis in
sepulehro
Son pocas las obras de teatro medieval en casteßano que fun llegado hasta
nosotroa. Lft íilRGİón de la mùsica en las mìsmas, cuando puede aer
identificada, es bastante variada. Frente a la riqueza musical del Auto de la huida
a Egipto o de una pieza íntegramente cantada como las żnmerifncioiies de Gómez
Manrique, encontramos una ausencia absolute de referencìas musicaies en el Auto
de los Re-
yes Magos o en of Auto de la Pasión de Alonso de Campo’. El elemento
musical mås recurrente es el «villancico de cabo», con el que concluyen la
mayońa de las
[vv. 77-80]
Juan del Encina (14ó8-1529/30), reconocido desde antiguo corno «padre del
teatro español» Ivéase § L5I. ocupa también un lugar fundamental eri la historia
musical española, Formado en la Cakdral de Salamanca bajo el magisterio de
Fernando de Torrijos, y en la Universidad salmantina en la cíitedra de su hermano
Diego de Fermoselle, Encina es sin duda el compositor profano más importante
de todo el Renacimiento español. De sus catorce obras dramáticas, once fueron
escritas antes de su viaje a ltalia hacia el año 1500. Escribió las ocho primeras
églogas, incluidas en su Camionero de 1496, para celebraciones específicas rela-
cionadas de algún modo con el cielo anual religioso: dos églogas de Navidad, dos
para la Semana Santa —una para la Pasión y otra para el día de Resurrección— y
dos para Carnaval; las dos últimas son de temática amorosa aparentemente des-
vinculadas de celebraciones anuales concretas. Las ocho églogas fueron com-
puestas y representadas en los años en que Encina estuvo al servicio de los du-
ques de Alba en la ciudad del Tomes. Otras tres obras también corresponden a la
etapa salmantina: la Representación sohre el poder del Aviar, representada ante el
Principe Juan poco antes de su muerte en octubre de 1497; la obra de escamio
estudiantil Auto del i epelón. y finalmente, la Égloga de las grandes lluvias, de
temática navideña. A la etapa italiana corresponden las tres últimas églogas
de amor pagtoril: la Égloga de Cristino y Febea, la Égloga de Fileno, Zambardo
y Cardonio y la Égloga de Plócida y Kictoriuno.
Diez de las obras incluyen al menos una intervención musical en Momia de
«villancicos de cabo», composiciones en romance contadas al final de la repre-
sentación a modo de moraleja y fin de fiesta. Aunque esta función como colofón
ho era nueva —hemos visto ejemplos en el teatro medieval—, el autor salmantino '
parece haber adoptado y popularizado una fórmula que se convertirá en un ele- r
mento convencional del teatro español. La Égloga oci‹rvo es la única entre las
primeras que incluye un segundo villancico en la acción dramática. En una escena
en la que dialogan delante de los duques, los pastores intemimpen su razonamien-
La musica en el teatro medieval y renacentista 277
del panorama teatral del Renacimiento españ ol, lo que indujo a Cotarelo
[1934: 21] a afírinar que «con las repeticiones y adomos mnsicslas formørían
una espe- cie de 6pera reducida a lo mä s mlnimo y elemental›.
Sin llegar al nivel del Diálogo, la mú sica juega un papel destacado ęn otras
obras profanas de Lucas Fernä ndez. La ptimera Jnrsn o cursí comedia
conclitye com dos villancicos gucesivos que suman 110 versos, má s de un
17% del total. En la segunda obra del mismo ó tulo la mú sica juega un papel
menos intenso, ya que solamente se incluye un «villancico de cabo».
Por su lado, en las tres obras religiosas —una égloga y un auto de Navidad
y us auto de Pasió n— ct lugar de lv mú 4ica es todavía mä s importance.
Solamente en éstas se incluye la indicaci6n de que los villancicos se cantan
«en canto de ó r- gano», esto es, polifó nicamente, referencia que no aparece en
ninguna de las obras profanas. Recordemos que su autor era maestro de
capilla de la Catedral de Sala- manca y que en esta institució n se establecieron
en el añ o 1499 seis capellanías para cantores, y contaba ademä s con seis
niñ os de coro y un organists [Torrente, 2002]. Espinosa Maeso [1923)
demuestra que Femá ndez escríbió varías obras dramä ticas para la catedml en
los primeros afios del siglo xvi, y parece razonable øsumir, de amierdo con
Cotarelo (1929], que estas tres fueran escritas para ese marco y se
representaron entre 1501 y 1503. El hecho de que en las tres obras re-
ligiosas se utilize una técnica musical mä s avanzada que en las obras profanas
es perfectamente congniente en un momento histó rico en el que se eataba
exten- diendo la préctica de establecer Papillas polifó nicøs en las grandes
iglesias espa- ñ olas.
Err la Égloga o farsa del Nascliniento de Nuestro Redemptor un pastor comu-
nica a sus compañ eros la noticia del Nacimiento que le ha transmitido el
Á ngel, y el eimitañ o Macario manifiesta su alegrla y explica el sentido
trascendente de la nnticia. Uno de los pastore8 recuerda en ese momento las
palabras del Credo de Nicea «Qui propter voc hDitiin *! RFDptE Ø noxtram
salutes desciendil de celts et
incarnatus est de Spirits Sancto ex Marcia Pirgù ie» e inmediatamente el sentido
del Nacimiento se let revcla a todos: cAquí ce han de fincar de rodillas todos
quatro y cantar en canto de órgano» para cantai la continuació n de la oració n
«Et homo factus est». Este canto poJifó nico aparece en un memento singular
de la ac- ció n, para reflejar que low pastores han comprendido el sen.îido de la
Anunciació n. El canto de ó rgano vuelve a aparecer al final de la égloga, en un
villancico cuyo estribillo coincide con el inicio del IX Røsponsorio de
Maitines de Navidad
«P'erbuni caro factum est», y cuyas coplas son una intermedias pero concluye
con los pastores que llegan «a Bethłéii a adorar al Sehor cantando y vaylando
el vi- llancico en fit escripto en canto de órgano». Dos son los villancicos y es
necesa- rio llamar a un cuarto pastor, Minguillo, para completer el cuarteto
vocal que re- quiere la polifonía
El Auto de la Pasión es lB Obra má s extensa y elaborada de Lucas
Ferná ndez y la má s rica desde el punto de vìøta musical, «en donde hallamos
el divíno arte, no al final ni ajeno al drama, sino dentro de él, fomiando parte
del diá logo y dá n-
282 Síg1o ‘,
donos, en fìn, una pieza dratnäÕ ca en que se canta y se represents o declama,
no må s or menos que en cualquier modema zaizuela» [Cotarelo, 1934: 22]. De
las
cínco piezas cantadaa, tres aparecen a lo largo de la acció n para destacar puntos
dramú ticos de especial intensided- Hacia el principio del texto, el diá logo de
San
Pedro con Dionisio de Atenas y San Mateo se ve interrumpido cuando «Bntran
las tree Marias con este llanto, cantú ndolo en canto de ó rgano: ¡Ay
mezquinas, ay cuİtadas!». Mãs adelante, cuaødo San Mateo esta narrando la
Pasió n de Cristo, ct autor requiere que se muestre de improviso un dccc
homo, y «los recitadores hín- cause do rodillas cantando a quatro boces: Ecce
áonto . Cuando San Mateo llega en su narració n al memento de la cnicifixió n,
«Aqui se ha de descobrir una crux, repents a desora», mienar los recitadores
vuelven a hincarse da rodi1)as para cantar polifó nicamente la estrofa del
himno Kexilla Regis «O Cms ave, spec mi- ca». Nos tree momentos senaladoa —
en especial los dos ú ltimos— uń lizan efec- tos visuales sú bitos para provocar
una reacció n de piedad en el auditorio, subia- yä ndolos con el canto
polifó nico intetpretado por los personajes en escena. El auto concluye con el
canto sucesivo de una canció n y un villancico. La primers,
«Adorä moste, Señ on›, se basa en un estribillo conocido en diversas fiientes poéti-
cas y del cual se conserva una versió n musical de Francisco de la Tone en
el Caneionero Musical de Palacio [n,° 444]. inmediatamente después se canta
el vi- llancico «Di ¿por qué mueres en cruz», cuya versió n anó nima a tres
voces en el mismo cancionero se atribuye nonnalmente a Femäodez {n,° 41 l].
El estilo mué- cal de esta obra es sobrio y técnicamente sencillo, pero utilize
con habilidad la
.«onoridad y el ritmo pam realzar el dramatismo del poeina, en especial el
ú ltimo verso del estribillo —que se repite nueve vecea a lo largo de la
obra— «¡Ay de por ti, pecador!», separando con un silencio dramä Õ co la
exclamaeió n «Ay» de las palabras giguientes. La combínació n de acció n,
imagen y mú sica carece de prece- dentes en ct teatro contemporäneo y
convierte el O1fto de ła Pasión en una de las obras mä s singulares e
interesantes de su tiempo.
c) Go Vicørrrø
" El tratado teórico De musica lihi i seplem de Francisco do Salinas (Salamanca, 1577) cita nu-
merosas canciones populares para ilustrar la teoría rítmico de su autor.
La miisico en el teatro medieval y i enacentista 285
novedosos del teatro espanol renacentista; «es casi una zafzuela, en que la
música aparece empleada con muy originales registros expresivos» [Cotarelo,
1934i 27). Entroncada por su temática con el Canto de la fiióifa y el Ordo
prophetarum, en esta obra la música se convierte en un elemento estnictural
esencial en la drama-
flotando una variedad de desde el canto
que parezca que .ce tiene en el aire. Todas las demás figuras an de estar y
repre- sentar en parte escondida, donde nadie las pueda ver snfvo ta Sibila,
porque a de dor razbn de lo que hlzieren (235]
No me las enseñes
que me miitdrśs
[vv. 276-285]
res, cuyas coplas sirven como vehículo para la intervenció n siempre fiiera de
escena— de una serie de personajes del Antiguo Testamento que son anunciados
por la Sibila: Adä n, Noé, Abraham, Moisés, David, Isaías y Jeremías. Cada uno
de estos personajes canta unos versos relacionados con su propia historia
si esperança he vara.
Tooos Quein e6 era non despeja
si esperança he vera.
Quein eepera non despera
si esperauça he vera.
de vista musical, una de las obras mäs soiprendentes del teatro sacio del
Renaci- miento. So conserva en un manuscrito de la Biblioteca Nacional (Mr.
16.058), y ha sido fecôada por Crawford [1911] hacia el tercer cuarto del siglo
xvi. La Comedîa consta de 1547 versos, & los cuales un tercio —456
den alas 22 secciones cautadas de la obra. Teniendo en cuenta que el verso
cantado siempre ocupa mäs beœpo que el habiado, podemos concluir que
la mùsica
dia. La dìvisión en noctumos nos coloca los maítínes de Navidad
de cuatro de ellos sugiere que no se nata de una celebración
los martinis constaban de trus noctumos conventual, donde los
maitines navidefios tenían cuatro. Altemativamente, Rodriguez Rodriguez
[1990: 1314- 1316] considers que el cuarto se referiría por asimilacibn a la
hora canónica laudes, que se solía celebrar sin intermipción
inmediatamente despućs
Lo mäs probable es que la Comedia a lo pastoril î:ucra eseríta para su
inter- pretaeión en un convento religioso durante los nuitines de Navidad en
algún año del tercer cuarto del siglo xvi
Deseo, Hu ianidad
vinidød, Jusú cia,
¿Qué os piaz?
Vaezunos Que os lebantéis de la cama,
que viene la Deidad
Los cinco versos del estribillo se distribuyen de manera regular entre las
dos
el orden.
da música en el teatro medievaf y renacentista 295
Por tanto, o pastores,
Que guardáis el peligro del ganado,
Oyd nuestros clamores
De un goço seõ alado
Que el Hijo de Dios Padre es bumanado.
[vv, 1259-1268]
" Rste es nun de los argumentos centrales de Louise Stein (1993] en su estudio del teatro calde-
IUf1Í8f10.
296 Siglo XVI
por primers vez por Leo Rouanet en 1901 y ha sido objeto de un exhaiistivo
estu- dio literario —con tin extenso capltulo dedicado a la faceta musical— por
parte
de Mercedes de los Reyes [1988: l 127-1218; véase ahora su estudio en esta mis-
El auto empieza con un villaneico cuyo texto presenta el tema central del au-
to, a saber, el pecado original. Los personajes alegóricos que acompafían a Adán
representan las cualidades asociadas al yerro de Adán: el Libre Albedrío y la
Ig- norancia le empujaron a seguir el camino del Deseo, lo que le llevó a
sufrir las exigencias del Trabajo. Estos personajes intervienen de forma
dialogada en la primera escena, hasta que invocar a la Sabiduría, que hace
an entrada cantando otto villancico de la mano de las Vimides, precedidas
por una breve canción del Trabajo:
Buélvese el Trabajo, cantando esta cançión:
Ya viene el alva, la nida,
ya viene el día.
Entra la Sabiduría con los tres Virtudes, cantando,
Las almas humanas,
a Dios laa guiarnos
t0das C.OfRO VAmO6.
La sabiduría
nos pone en conçierto
y al honbre dispierto
hacemos la guía;
si no se desvía,
de Dios le guiarnos
todas corao vaJztos.
[vv, 215-226]
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