I. Bloque Derecho Financiero I. Bloque Derecho Financiero
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I. Bloque Derecho Financiero I. Bloque Derecho Financiero
1. LA ACTIVIDAD FINANCIERA
Vamos a referir-nos a la actividad financiera de los entes públicos. Junto a su estudio desde el
punto de vista jurídico del que se ocupa nuestra asignatura, la actividad financiera es
susceptible de ser estudiada también desde otros puntos de vista científicos:
Los gastos se hacen porque se detecta una necesidad. No se pueden acotar jurídicamente las
necesidades. Hay algunos gastos que son necesarios y se deben realizar, son aquellos que
dan cumplimiento a los derechos y libertades reconocidos en la Constitución.
La actividad financiera es
La disciplina que se conoce como Hacienda pública es en rigor aquella parte de la ciencia
económica que estudia también la actividad financiera de los entes públicos, proponiendo los
instrumentos económicos adecuados para la obtención de sus recursos, así como la
asignación idónea de los mismos para satisfacer las necesidades públicas, mostrando
especialmente las consecuencias económicas de las distintas alternativas o posibilidades de
obtención y gasto de los recursos económicos de carácter público.
La Hacienda Pública viene regulada por los arts. 5 y ss de la LGP. Según el art. 5 LGP “La
Hacienda Pública estatal, está constituida por el conjunto de derechos y obligaciones de
contenido económico cuya titularidad corresponde a la Administración General del Estado y
a sus organismos autónomos.”
Los tributos son una clase o modalidad de ingreso público. La recaudación no es la única
finalidad del tributo, ya que por medio de este se pueden, además, conseguir ciertos objetivos
extrafiscales que procuran atender el interés público en forma directa. Es decir, pretenden
incentivar y/o cambiar el comportamiento de los individuos. Por ejemplo, medidas
medioambientales o sanitarias (art. 2 LGT).
El tributo es una obligación legal. El origen legal de los tributos significa, en definitiva, que el
nacimiento de la obligación en qué consisten es consecuencia de la realización de las
situaciones tipificadas en las leyes tributarias, a cuya realización vinculan dichas leyes el
nacimiento de las obligaciones de esa naturaleza.
1. tributos
2. precios públicos (ingresos no tributarios)
3. deuda pública
4. ingresos patrimoniales
5. sanciones
El GASTO PÚBLICO puede ser descrito como las salidas de fondos del patrimonio de un ente
público con la finalidad de satisfacer las necesidades económicas que le compete atender.
Por lo tanto, vemos que existe una disociación entre ingresos y gastos. Los presupuestos no
aprueban los ingresos a percibir anualmente.
La Ley Presupuestaria tiene el carácter de una mera previsión respecto a los ingresos
públicos, mientras que para los gastos constituye una autorización limitativa, máxima y
temporal.
Las leyes tributarias tienen carácter permanente y se aplican sin necesidad de su previa
autorización en el Presupuesto. No limita los ingresos ni determina la cuantía.
Entre los PRINCIPIOS PROPIOS (no necesariamente exclusivos y excluyentes) podemos citar
los siguientes:
la Administración actúe con estricta sujeción a la Ley, sin margen para la autónoma
apreciación de dichos intereses, excepto en supuestos excepcionales.
5. Principio de reserva de ley y de preferencia de ley.
3.1 Contenido del Derecho Financiero y Tributario y relaciones con otras disciplinas
1. Derecho Tributario, que estudia las normas jurídicas reguladoras de los tributos.
2. Derecho patrimonial público
3. Derecho del Crédito Público, que trata de la obtención de medios financieros por los
entes públicos acudiendo al crédito: préstamos, créditos, avales.
4. Derecho Presupuestario y del Gasto Público, que estudia el poder de gastar, las
obligaciones públicas de gasto y los procedimientos a través de los cuales se autoriza y
se realiza el gasto público.
Según dicho principio, podemos decir abreviadamente, es necesaria una Ley formal para el
establecimiento de tributos. Se habla, en este sentido, de reserva de ley, aunque es mejor la
denominación de principio de legalidad. No obstante, en el lenguaje actual ambas expresiones
se usan como sinónimos.
Este principio tenía gran importancia antes de la aprobación de la CE, pero en la actualidad no
es más que una manifestación del principio de jerarquía normativa que recoge el artículo 9.3 de
la Constitución, y se plasma en el ámbito tributario en el artículo 8 de la Ley General Tributaria,
y en el de los gastos públicos en el artículo 4 de la Ley General Presupuestaria.
No deben confundirse los principios de reserva de ley y de preferencia de ley . El primero tiene
rango constitucional y supone que la materia financiera debe regularse obligatoriamente por ley
en los términos indicados en el apartado III.1, y por lo tanto, para que dejara de estar regulada
por ley sería necesaria una reforma de la Constitución. En cambio, el principio de preferencia
de ley no tiene rango constitucional, sino que se prevé en normas con rango legal ordinario, por
lo que otra ley posterior del mismo rango puede llevar a cabo su deslegalización, lo cual
significa, sin más, que se prefiere (pero no se reserva) la ley en la regulación de esos aspectos
de la materia financiera o de cualquier otra. En el ámbito tributario la preferencia de ley afecta a
todos los aspectos recogidos en el mencionado artículo 8 de la Ley General Tributaria, al que
cabe remitirse pese a que su enunciado se refiera a la Reserva de ley tributaria , incurriendo
precisamente en la confusión a que se acaba de aludir.
Por lo que se refiere al análisis y verificación de este principio de reserva de ley, resulta
conveniente analizar separadamente lo relativo a los ingresos y a los gastos.
El principio de legalidad tributaria se encuentra establecido en el artículo 31.3 CE: Sólo podrán
establecerse prestaciones personales o patrimoniales de carácter público con arreglo a la ley.
Así como también en el art. 8 LGT (preferencia de ley, reserva impropia)
¿Cuáles son las prestaciones que se encuentran amparadas por la garantía del principio de
legalidad?
Pero más allá de los tributos cabría entender que la intervención del legislativo es requerida
incluso en relación con ciertos supuestos como las tarifas de contratos de adhesión
relativos a servicios públicos esenciales, incluso cuando éstos sean prestados en régimen
de Derecho Privado y por entidades no públicas.
¿Cuáles son los elementos de la prestación que deben ser regulados en base a dicho
principio?
El principio de reserva de ley alcanza solamente a los elementos esenciales del tributo, según
reiterada doctrina del TC. Estos elementos esenciales son:
3. Base imponible: cifra inicial sobre la que se aplica un tipo imponible para calcular el
valor del impuesto que se debe satisfacer.
4. Tipo impositivo: tasa porcentual que se aplica a la base imponible para calcular la
cuota tributaria.
5. Cuota: resultado de aplicar el tipo impositivo a la base imponible.
La base imponible, el tipo impositivo y la cuota correspondería a cuánto hay que pagar.
Nos encontramos delante de una reserva relativa. En las reservas meramente relativas la Ley
puede limitarse a establecer los principios y criterios dentro de los cuales la concreta disciplina
de la materia reservada podrá posteriormente ser establecida, en todo o en parte, por una
fuente secundaria.
El fundamento para esta conclusión se encuentra en primer lugar en la propia letra del
precepto, que no habla de establecimiento por Ley, sino «con arreglo a la Ley»
Además, en relación con determinados tributos, como son los de los entes locales, dicho modo
de articulación es el único que permite cohonestar las exigencias propias del principio de la
autonomía financiera local (art. 142 CE), que aconseja en este concreto ámbito que las
Corporaciones locales disfruten de una cierta capacidad de opción, en cuanto a la
configuración de sus propios tributos, aun dentro de los márgenes establecidos por la Ley. Por
ejemplo, a los ayuntamientos se les reconoce la autonomia financiera pero un ayuntamiento no
puede dictar una ley, si un reglamento.
La calificación de la reserva de ley del artículo 31.3 CE como reserva relativa constituye una
doctrina asentada en numerosas Sentencias del TC:
«Conforme a constante doctrina de este Tribunal, la reserva de ley en materia tributaria exige que la
creación ex novo de un tributo y la determinación de los elementos esenciales o configuradores del mismo
debe llevarse a cabo mediante Ley
También hemos advertido que se trata de una reserva relativa en la que, aunque los criterios o principios
que han de regir la materia deben contenerse en una ley, resulta admisible la colaboración del
reglamento, siempre que sea indispensable por motivos técnicos o para optimizar el cumplimiento de las
finalidades propuestas por la Constitución o por la propia Ley, y siempre que la colaboración se produzca
en términos de subordinación, desarrollo y complementariedad»
Por lo tanto, las disposiciones reglamentarias son fuente del Derecho Tributario tal y como
recoge la letra e) del artículo 7.1 de la LGT.
Otra cuestión se plantea qué debe entenderse por ley, y concretamente si el término «ley»
comprende cualquier norma jurídica que posea ese rango jerárquico: ley orgánica, ley ordinaria,
leyes de comisión y otras normas jurídicas con fuerza de ley, como son los decretos legislativos
y los decretos-leyes.
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Según el art. 134.2 CE “Los Presupuestos Generales del Estado tendrán carácter anual,
incluirán la totalidad de los gastos e ingresos del sector público estatal y en ellos se consignará
el importe de los beneficios fiscales que afecten a los tributos del Estado.”
El artículo 134.7 de la CE establece: «La Ley de Presupuestos no puede crear tributos. Podrá
modificarlos cuando una ley tributaria sustantiva así lo prevea» . Este precepto regula dos
situaciones claramente diferenciadas: la creación de tributos y la modificación de tributos.
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En primer lugar, aquellos que según el artículo 93 CE requieren previa autorización por Ley
Orgánica ya que atribuyen el ejercicio de competencias a una organización internacional.
Con base en este precepto, España ha ratificado los Tratados constitutivos de la Unión
Europea, los Tratados de adhesión y sus sucesivas modificaciones. En definitiva, todo el
Derecho originario de la UE que, influye notablemente en el ordenamiento tributario de nuestro
país y del resto de Estados miembros.
Un segundo grupo de Tratados internacionales está conformado por los previstos en el artículo
94.1 CE, que exigen previa autorización de las Cortes Generales, siguiendo el procedimiento
previsto en el artículo 74.2 CE. Entre este tipo de Tratados se encuentran la mayoría de los que
interesan a nuestra disciplina, por afectar al deber constitucional de contribuir [art. 94.1.c)],
por implicar obligaciones financieras para la Hacienda Pública [art. 94.1.d)], o por suponer la
modificación o derogación de una ley o exigir medidas legislativas de ejecución [art. 94.1.e)]. La
STC 155/2005 ha establecido que es contrario a la CE autorizar este tipo de Tratados
mediante Real Decreto-Ley.
Entre este tipo de Tratados, destacan los Convenios para evitar la Doble Imposición (CDIs),
citados por el art. 7.b) LGT, cuya función es establecer no sólo los criterios de reparto del poder
tributario entre los diversos Estados, sino también coordinar los distintos sistemas tributarios
nacionales para evitar supuestos de doble o nula imposición. Debemos resaltar que este tipo
de Convenios se aplican con preferencia a la legislación interna.
Para el resto de los Tratados internacionales, es suficiente con que el Gobierno informe al
Congreso y al Senado de su conclusión (art. 94.2 CE).
Según se deduce del apartado 1 del artículo 81 de la CE, la regulación de la materia financiera
en general no está reservada a la ley orgánica. Las materias del Derecho Financiero que
precisan regulación por ley orgánica:
1. Los Estatutos de Autonomía, normas mediante las cuales asumen las CCAA las
competencias financieras, de acuerdo con el artículo 147.2.d) de la CE en conexión
con los artículos 156 y 157 de la misma.
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En nuestro Derecho interno la primera de las fuentes es la ley ordinaria, que desempeña un
papel fundamental en el campo del Derecho Tributario por imperativo del principio de legalidad;
o lo que es igual, por la exigencia de normas con rango de ley para regular los elementos
esenciales de los tributos. Es relevante, asimismo, la regulación por ley ordinaria de los
Presupuestos Generales del Estado.
Los decretos-ley son disposiciones provisionales con rango de ley que el Gobierno podrá
dictar, en caso de extraordinaria y urgente necesidad.
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Según el art. 86 CE los decretos-ley “no podrán afectar al ordenamiento de las instituciones
básicas del Estado, a los derechos, deberes y libertades de los ciudadanos regulados en el
Título I, al régimen de las Comunidades Autónomas ni al Derecho electoral general”.
El Tribunal Constitucional precisó que «cuando el artículo 86.1 CE excluye del ámbito del
decreto-ley a los deberes consagrados en el título I de la Constitución, únicamente está
EJEMPLO
El TC ha aplicado esta doctrina en sus decisiones posteriores. En la STC 189/2005, para declarar
la inconstitucionalidad de ciertos preceptos de un Decreto-Ley en materia de IRPF. Los
preceptos en cuestión eran los que modificaban el régimen de las ganancias patrimoniales, que
pasaron a tributar al tipo fijo del 18 por 100, en lugar de la tarifa progresiva aplicable para el resto
de las rentas. Se trataba claramente de un elemento central en la regulación de una figura
esencial en el sistema. En cambio, la STC 108/2004 sostuvo la constitucionalidad de
un Decreto-ley por el que se elevaba la cuantía del Impuesto Especial sobre el alcohol y bebidas
derivadas: «Por sus características, dice el TC, no puede decirse que ese impuesto constituya
uno de los pilares básicos o estructurales de nuestro sistema tributario, de manera que la
modificación parcial de su tipo de gravamen repercuta sensiblemente en el criterio de reparto de
la carga tributaria entre los contribuyentes. Además, dada su estructura y hecho imponible,
tampoco puede afirmarse que a través del citado Impuesto Especial se personalice el reparto de
la carga fiscal en nuestro sistema tributario, según los principios de capacidad económica,
igualdad y progresividad».
Con respecto al papel del decreto-ley en materia presupuestaria , presenta una problemática
distinta que se ciñe fundamentalmente al ámbito de los Presupuestos Generales del Estado.
La imposibilidad de regular esta materia mediante decreto-ley no deriva de la cláusula
restrictiva establecida en el artículo 86.1 de la CE, sino de la competencia para su regulación,
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que viene atribuida exclusivamente a las Cortes –al poder legislativo– por las normas
constitucionales. Así, tanto en el artículo 134.1 como en el 66.2 de la CE se atribuye a las
Cortes la competencia para el examen, enmienda y aprobación de los Presupuestos Generales
del Estado, por lo que no cabe, en ningún caso, la regulación mediante decreto-ley de esta
materia, si bien es cierto que se utiliza con alguna frecuencia para llevar a cabo modificaciones
concretas de los Presupuestos, así como para precisar el alcance de la prórroga
presupuestaria.
El decreto legislativo es una norma jurídica con rango de ley, emanada del poder ejecutivo (el
Gobierno) en virtud de delegación expresa efectuada por el poder legislativo (es decir,
mediante ley ordinaria). Se contempla en el artículo 82 CE.
Como se sabe, junto al poder legislativo del Estado coexiste el de las CCAA, reconocido en sus
respectivos Estatutos de Autonomía. Como ha observado la doctrina, la relación entre las leyes
estatales y las autonómicas no es de jerarquía, sino de distribución competencial; sin
perjuicio de que en materia financiera la legislación autonómica debe acatar los principios y
criterios de coordinación fijados en la ya mencionada Ley Orgánica de Financiación de las
Comunidades Autónomas, dictada al amparo de lo dispuesto en el artículo 157.3 de la CE y
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Las leyes autonómicas, dictadas por las Asambleas Legislativas de las CCAA en la forma que
determinen sus respectivos Estatutos, tienen el mismo rango jerárquico que las que procedan
de las Cortes Generales, aunque presentan ciertas características que les dotan de una
singularidad propia.
En primer lugar, una ley autonómica tiene una doble dimensión formal y material , que permite
distinguirla de una ley estatal. En la dimensión formal es un acto aprobado por el legislativo
de la CA correspondiente; y desde la perspectiva material, su contenido viene fijado por las
competencias que tenga asumidas la CA en cuestión.
En segundo término, las CCAA y en particular, por lo que ahora interesa, sus Asambleas
legislativas, se hallan sujetas, además de a los principios constitucionales generales, a
algunos específicos contemplados, entre otros, en los artículos 157.2 y 158.2 de la CE, como
los de igualdad y solidaridad entre los españoles, de libertad de circulación en todo el territorio
español, de limitación territorial de sus efectos, etc.
Finalmente, aclarar que si el Gobierno del Estado, sobre la base de lo dispuesto en el artículo
161.2 de la CE, decide impugnar ante el TC una ley autonómica, se produce, a diferencia de lo
que ocurre cuando se impugna una ley de las Cortes Generales, una suspensión automática
de la ley impugnada , si bien el Tribunal deberá ratificar o levantar la misma en un plazo no
superior a cinco meses.
4.1 Reglamentos
Los Reglamentos, como normas de desarrollo y ejecución de las leyes, tienen lógicamente
espacio en el campo tributario. Además de los reglamentos que desarrollan las leyes propias de
cada tributo, están los «reglamentos generales» dictados en desarrollo de la LGT, siendo los
más relevantes:
La primera de las cuestiones que es necesario abordar en relación con los Reglamentos como
fuentes del Derecho tributario es la relativa a la titularidad de la potestad reglamentaria. Según
el artículo 97 CE, la potestad reglamentaria corresponde al Gobierno, que, como ha
precisado el TS, «no puede ser sustituido por un Ministro» (STS de 12-07-1982).
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4.2 Ordenanzas
Es importante destacar que, al carecer las Corporaciones Locales de potestad legislativa, las
ordenanzas tienen su fundamento o habilitación concreta en normas con rango de ley; y
que en la actualidad, esta habilitación se establece, para la generalidad de las Corporaciones
Locales a excepción de las pertenecientes al País Vasco y Navarra, en la Ley Reguladora de
las Haciendas Locales. En ella se contempla la posibilidad de dictar ordenanzas reguladoras
tanto de aspectos sustantivos como formales de los tributos locales; concretamente en sus
artículos 15, 16 y 17 se regula el ámbito, contenido y procedimiento de elaboración y
aprobación de las ordenanzas fiscales de las entidades locales.
Debemos tener en cuentas que hay distintos tipos de tributos (ya está explicado en el tema 4):
Tasas y contribuciones (art. 57 y 58 LHL): la ley habilita a los ayuntamientos para que
puedan establecerlas en determinadas materias (bastante amplias)
Impuestos: los ayuntamientos deben exigir los siguientes impuestos:
a) Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI)
b) Impuesto sobre Actividades Económicas (IAE)
c) Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica (IVTM)
Además pueden establecer y exigir el Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y
Obras y el Impuesto sobre el Incremento de Valor de los Terrenos de Naturaleza
Urbana, de acuerdo con la LHL, las disposiciones que la desarrollen y las respectivas
ordenanzas fiscales
En el ámbito tributario se hace referencia a estas disposiciones en el artículo 7.1 de la LGT, que
contempla la facultad de dictar disposiciones de desarrollo en materia tributaria por el Ministro
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El artículo 12.3 LGT establece que: “En el ámbito de las competencias del Estado, la facultad
de dictar disposiciones interpretativas o aclaratorias de las leyes y demás normas en
materia tributaria corresponde al Ministro de Hacienda y Administraciones Públicas y a los
órganos de la Administración Tributaria a los que se refiere el artículo 88.5 de esta Ley.
Este tipo de disposiciones no suponen actividad normativa en sentido estricto, sino que
establecen el sentido o interpretación dado a determinados preceptos que, a su juicio,
precisan de aclaración, vinculando únicamente a los órganos subordinados
jerárquicamente, pero no a los particulares ni a los Tribunales. Vinculan a los órganos de la
Administración Tributaria. Es decir, no es una fuerza normativa sino la idea jerárquica de
subordinación a los superiores.
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Los obligados no podrán entablar recurso alguno contra la contestación a la consulta, sin
perjuicio de que puedan hacerlo contra el acto o actos administrativos dictados de acuerdo con
los criterios manifestados en ella, dado que la contestación no es más que una manifestación
de juicio o conocimiento por parte de la Administración y no de voluntad, y que, como señala el
artículo 89.4 de la LGT, aquélla sólo tendrá carácter informativo.
Por lo tanto, vemos que los efectos duraran hasta que no se modifique la legislación o la
jurisprudencia aplicable.
La Administración tributaria competente deberá contestar por escrito las en el plazo de seis
meses desde su presentación. La falta de contestación en dicho plazo no implicará la
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Las contestaciones a consultas tributarias tendrán carácter vinculante para los órganos de la
Administración tributaria, no sólo en relación con el consultante, sino erga omnes , es decir,
también respecto de los demás obligados tributarios, siempre que exista identidad de razón
entre el supuesto planteado en la práctica y el resuelto en la contestación a la consulta (artículo
89.1 último párrafo de la LGT).
5. DERECHO SUPLETORIO
En el caso del DERECHO TRIBUTARIO el art 7.2 LGT nos dice que “Tendrán carácter
supletorio las disposiciones generales del Derecho Administrativo y los preceptos del Derecho
Común”. Se establece un criterio de supletoriedad sin establecer una prelación (no hay ni
primero, ni segundo ni tercero),
Respecto al DERECHO PRESUPUESTARIO, el art. 4.3 LGP sí que establece una prelación
respecto al derecho supletorio: “Tendrán carácter supletorio las demás normas de derecho
administrativo y, en su defecto, las normas de derecho común”
6. CODIFICACIÓN
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- Parte general: en la LGT 58/2003 se regulan los elementos esenciales del tributo y los
elementos básicos de los procedimientos. Se complementa con reglamentos que
desarrollan los procedimientos.
- Parte especial: leyes de cada tributo
El Derecho Presupuestario es una disciplina mucho más moderna, nació en el 1977. Por esto
está muy vinculado a las disciplinas que estudian la Hacienda Pública como una entidad
económica.
Debemos tener en cuenta que una norma tributaria no es una norma de gravamen, no es una
norma exclusivamente restrictiva de derechos, sino que también se le debe dar un valor
positivo. No cabe duda de que los deberes tributarios encajan dentro de los valores de
solidaridad propios del Estado Social de Derecho.
Existen ciertos planteamientos que consideran las leyes tributarias como normas «odiosas» o
excepcionales, en razón de la configuración del tributo como una institución restrictiva del
ámbito o esfera de libertad y propiedad inherentes al ciudadano. Este carácter restrictivo
llevaría consigo unos métodos de aplicación de las leyes tributarias similares a los empleados
en el ámbito de las normas restrictivas por excelencia, las penales. Este planteamiento debe
considerarse fuera de actualidad.
Según nuestra CE de 1978, el tributo debe ser considerado como una institución perfectamente
normal, encajada entre los instrumentos del Estado Social de Derecho y en el estatuto del
ciudadano, no como un elemento negativo, sino como manifestación del valor de solidaridad,
que contribuye, junto con otros derechos y libertades, a la configuración de dicho estatuto.
Debemos tener también desterrada la idea de que el tributo sea una norma económica, es una
norma jurídica. La actividad financiera también es objeto de estudio por la rama económica,
pero, nosotros estudiamos desde la perspectiva jurídica por tanto la norma de estudiamos es
una norma jurídica y no es un criterio o principio económico el que debemos atender. Esto es
importante porque a veces se tiende a aplicar la norma tributaria con criterio económico, esto
no tiene que ser así.
1.2 En el tiempo
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Las NORMAS TRIBUTARIAS entran en vigor a los veinte días de su completa publicación en
el boletín oficial, salvo que la propia norma establezca otra cosa (art. 10.1 LGT) 1
En la práctica es normal que las normas tributarias entren en vigor con una vacatio legis
desde la fecha de su publicación oficial hasta el inicio del siguiente año natural. En el caso de
los decretos leyes, sin embargo, la entrada en vigor se produce normalmente el mismo día de
su aprobación.
Respecto al cese de su vigencia, las normas tributarias tienen, en principio, una vigencia
indefinida. Por lo tanto, la ley va a lo a desplegar sus efectos desde la entrada en vigor hasta:
La norma tributaria se aplica a los hechos producidos a partir del momento de su entrada en
vigor. Según la LGT, las normas se aplican a los tributos sin período impositivo –p. ej., el IVA–
que se devenguen después de su entrada en vigor y a los demás tributos cuyo período
impositivo se inicie con posterioridad a la entrada en vigor.
Retroactividad
Nada impide, en principio, que una norma tributaria pueda aplicarse con carácter retroactivo,
siempre que la propia ley así lo establezca (art. 10.2 LGT).
“Salvo que se disponga lo contrario, las normas tributarias no tendrán efecto retroactivo
y se aplicarán a los tributos sin período impositivo devengados a partir de su entrada en
vigor y a los demás tributos cuyo período impositivo se inicie desde ese momento”
Cabe recordar que, en todo caso, la irretroactividad de las normas tributarias debe respetar los
principios de capacidad económica, de seguridad jurídica y de interdicción de la
arbitrariedad.
1 Hablamos solo de normas tributarias, las normas presupuestarias Venen otra lógica que se explicara
más adelante.
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Respecto a la posible conculcación del principio de seguridad jurídica por una norma tributaria
retroactiva, es evidente que tal norma no es escrupulosa con las exigencias de este principio,
en cuanto no pudo conocerse en el momento que aconteció la situación a que va a aplicarse,
aunque el TC matiza esta observación señalando que «el grado de retroactividad de la norma
cuestionada, así como las circunstancias específicas que concurran en cada caso, se
convierten en elemento clave en el enjuiciamiento de su presunta inconstitucionalidad.” Los
grados de retroactividad que existen son:
Sucederá, en primer lugar, cuando la norma retroactiva sea más favorable al contribuyente,
como en el caso de una norma que contemplara con efectos retroactivos la minoración del tipo
de gravamen de un impuesto o el establecimiento de una exención.
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del perdón de las sanciones de quienes se acojan a ellas, ya que los incumplimientos se
produjeron antes de aprobarse la ley que contempla esa regularización.
Y, por último, será admisible en algún caso la constitucionalidad de las normas tributarias
dictadas después de iniciado, pero dentro del período impositivo, en los denominados
impuestos periódicos, como cuando se aprueba una nueva escala de gravamen en el IRPF
después de iniciado el año natural, supuesto calificado por el Tribunal Constitucional, como de
retroactividad impropia, supeditando sin embargo su constitucionalidad a la previsibilidad de la
medida, a las razones que la fundamentan y a su alcance.
Por otra parte, debe recordarse que las leyes reguladoras de las infracciones y sanciones
tributarias:
Serán irretroactivas, por mor del artículo 9.3 de la CE, si son perjudiciales (sanciones
y recargos)
Serán retroactivas cuando resulten más favorables para los interesados. A este
respecto, el segundo párrafo del artículo 10.2 de la LGT señala que «... las normas que
regulen el régimen de las infracciones y sanciones tributarias y el de los recargos
tendrán efectos retroactivos respecto de los actos que no sean firmes cuando su
aplicación resulte más favorable para el interesado». El precepto deja claro que el
alcance de la retroactividad favorable a los interesados se restringe exclusivamente a
los actos de la Administración que no sean firmes, esto es, que aún sean recurribles o
impugnables en vía ordinaria o especial.
Ultraactividad
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necesario de su regulación (artículo 134.4 de la CE), lo que hace que deba esperarse la misma,
cumpliendo así las exigencias del principio de seguridad jurídica
Respecto del cese de la vigencia, las Leyes de Presupuestos son por lo general anuales
(artículos 134.2 de la CE y 34.1 de la LGP), y tienen previsto el fin de su vigencia el 31 de
diciembre de cada año, salvo que no se haya aprobado la del año siguiente, en cuyo caso se
aplica la prórroga prevista en el artículo 134.4 de la Constitución.
1.3 En el espacio
Para que las normas jurídicas sean aplicables a las situaciones de la vida real es preciso que
estén vigentes en el lugar donde hayan acontecido tales situaciones.
No obstante, la cuestión tiene mayor complejidad y se deben abordar básicamente estas dos
cuestiones:
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El artículo 11 LGT establece dos criterios o puntos de conexión subsidiarios (frente a las
normas reguladoras de cada tributo) entre el territorio de aplicación de las normas tributarias y
la situación o presupuesto de hecho contemplado en las mismas:
1. el de TERRITORIALIDAD, para los tributos reales, que tiene carácter general. Las
normas tributarias se aplican a todas las situaciones que se produzcan o acontezcan
dentro del territorio del ente público de que se trate. Por ejemplo, el impuesto sobre
bienes inmuebles (IBI).
2. el de RESIDENCIA, para los tributos personales. Por lo tanto, cuando se trate de
tributos de naturaleza personal, esto es, aquellos cuyo hecho imponible se refiere a las
personas, como es el caso del IRPF, la sujeción al respectivo impuesto afectará a los
residentes en el territorio español, incluso si la situación no acontece en el territorio
español.
En cuanto a las normas reguladoras del gasto público, las Leyes de Presupuestos se aplicarán
en el ámbito territorial del ente público al que correspondan
A nivel interno, la doble imposición no está prohibida a nivel español. Pero, su existencia
tampoco es justa en todos los casos. Un ejemplo de doble imposición interna es la del pago de
la gasolina, sobre la que gravan dos impuestos: impuesto de hidrocarburos y IVA.
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No obstante, sí que está prohibida la doble imposición entre los tributos del estado y los
autonómicos. Según el art. 6.2 LOFCA: “Los tributos que establezcan las Comunidades
Autónomas no podrán recaer sobre hechos imponibles gravados por el Estado”. Si el Estado
establece tributos sobre hechos imponibles ya gravados por las Comunidades Autónomas,
estos últimos serán suprimidos y el Estado deberá compensar a las CCAA.
Así como también está prohibida la doble imposición entre los tributos autonómicos y los
locales. Según el art. 6.3 LOFCA: “Los tributos que establezcan las Comunidades Autónomas
no podrán recaer sobre hechos imponibles gravados por los tributos locales”
Por lo tanto, PUEDE existir doble imposición entre tributos del Estado, entre tributos
autonómicos, entre tributos del Estado, y entre tributos del Estado y los entes locales.
2. PROCESO DE APLICACIÓN
2.1 Interpretación
La aplicación de las normas del Derecho Financiero a las situaciones de la vida real exige la
identidad entre lo acontecido y lo previsto en la norma que se pretende aplicar. Pues bien, para
conocer esa identidad es preciso interpretar el contenido de las normas.
La interpretación de las normas del Derecho Financiero, al ser una norma ordinaria, ha de
abordarse con iguales criterios que las demás disciplinas jurídicas, es decir, los del art. 3 CC.
Según el art. 12.1 LGT: “las normas tributarias se interpretarán con arreglo a lo dispuesto en el
apartado 1 del artículo 3 del Código Civil”. Igualmente se manifiesta la validez para el derecho
de los gastos públicos de los métodos de interpretación admitidos, con carácter general en
Derecho, en lo dispuesto en el artículo 4.3 de la LGP: “Tendrán carácter supletorio las demás
normas del derecho administrativo y las normas del derecho común”.
Respecto de los términos o palabras utilizados por las normas tributarias, artículo 12.2 LGT
establece: “En tanto no se definan por la normativa tributaria, los términos empleados en sus
normas se entenderán conforme a su sentido jurídico, técnico o usual, según proceda”
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obligado cumplimiento para todos los órganos de la Administración Tributaria, pero no para los
ciudadanos.
La correcta interpretación de las normas tributarias será el paso previo para llevar a cabo lo que
se conoce como la calificación de las situaciones
2.2 Calificación
Por lo tanto, los posibles pactos en la denominación o forma o los defectos negociales no
van a afectar a la calificación.
Esto es así ya que la obligación tributaria no puede quedar a la voluntad de las partes. Un
ejemplo de porque esto debe ser así son los préstamos, ya que los préstamos no hay
gravamen pero en las donaciones si (impuesto de donaciones). Por lo que el préstamo tiene
una condición más favorable, si se pudiera elegir que calificación darle todo el mundo calificaría
las donaciones como préstamos. Es por ello, que si se hace un préstamo se deben establecer
cláusulas de devolución.
2.3 Integración
La integración de las normas jurídicas se describe por la doctrina como “el proceso lógico
consistente en determinar cuál hubiera sido la voluntad del legislador si hubiera previsto un
supuesto que no ha tenido en cuenta”.
Se podría decir que la interpretación sirve para conocer lo que el legislador ha dicho, pensado,
y la integración para conocer lo que habría dicho, pensado. Es decir, la integración no
interpreta, sino que actúa cuando no existe una norma (vacío normativo). Es importante tener
en cuenta que la integración no es fuente del derecho.
28
Para cubrir este vacío se recurre a la analogía, este es un método consistente en la obtención
de los principios contenidos en la norma que contempla un determinado supuesto, para
aplicarlos a otro no regulado en dicha norma, pero que guarda con aquél una relación de
similitud.
En el ámbito del gasto público, el art. 4.3 de la LGP viene a otorgar plena validez a lo dispuesto
en el Código Civil, al reconocer, a su vez, que “tendrán carácter supletorio las demás normas
del derecho administrativo y, en su defecto, las del derecho común”; y por lo que se refiere a las
normas tributarias, el artículo 14 de la LGT dispone que “no se admitirá la analogía para
extender más allá de sus términos estrictos el ámbito del hecho imponible, de las exenciones
y demás beneficios e incentivos fiscales”
Por lo tanto, se admite la integración analógica del conjunto de las normas del ordenamiento
financiero, con la excepción de las:
normas temporales
normas tributarias reguladoras del hecho imponible, y de las exenciones y demás
beneficios fiscales
3. CORRECCIÓN DE LA APLICACIÓN
Las economías de opción consisten en la posibilidad que tienen los obligados tributarios de
optar por alguna de las previsiones alternativas que las propias leyes contemplan, por lo que
no se atenta a lo requerido en ellas –lo que sí acontece en el conflicto en la aplicación de la
norma tributaria–, pudiendo a veces ofrecerse expresamente la opción en la propia ley.
No existe ninguna ocultación de los hechos a efectos tributarios, lo único que hago es
ejercer una opción. Jurídicamente la norma que me aplico no es impropia por el resultado que
se obtiene, es decir, de acuerdo con la calificación y la naturaleza del negocio es totalmente
coherente.
Lo que se busca es un ahorro fiscal. Es una forma de planificación lícita, dicha elección no va
a conllevar ninguna consecuencia extra de carácter compensador o sancionador en perjuicio
de los obligados tributarios. Simplemente se van a desplegar los efectos jurídicos previstos.
29
Por ejemplo, no quiero pagar el IRPF y por lo tanto no trabajo. Otro ejemplo, una persona
quiere “cambiar” un terreno por otro. Puede elegir entre hacer una permuta o hacer dos
compraventas, dependiendo que le sea más favorable a nivel fiscal (aunque en este caso, es
igual ya que la permuta se grava dos veces). Otro ejemplo sería el de los pequeños
empresarios que por el volumen de facturación pueden elegir un régimen de estimación
objetiva o de módulos, és un régimen opcional que me va a dar ventajas.
Es la utilización de formas jurídicas con fines diversos a las previstas para ellas, obteniendo
resultado equivalente.
En el art.15 LGT nos establece los requisitos que se deben dar simultáneamente para que se
de este conflicto:
También se requiere para la declaración del conflicto que se cumplan las siguientes garantías
procedimentales:
Respecto de las consecuencias en estos supuestos de «conflicto», son las previstas en el art.
15.3 LGT y consiste en que «se exigirá el tributo aplicando la norma que hubiera
correspondido a los actos o negocios usuales o propios o eliminando las ventajas fiscales
obtenidas, y se liquidarán intereses de demora» .
En cuanto a la aplicación de sanciones, el artículo 206 bis de la LGT prevé esta posibilidad
cuando se produzca alguna de estas situaciones:
30
Si bien, para que se produzca una infracción de esta naturaleza será necesario que haya una
igualdad sustancial de la situación producida con otros supuestos en los que la
Administración hubiera considerado y
publicado previamente como de «conflicto».
Así pues, a la incertidumbre de lo que sean
actos notoriamente artificiosos o impropios,
hay que añadir la de la igualdad sustancial
con los precedentes anteriores que la
Administración ha calificado de conflicto en
la aplicación de la norma tributaria.2
A veces, es difícil establecer los límites entre una calificación y una declaración de conflicto.
Un ejemplo de conflicto de la aplicación de la norma puede ser que un empresario que tributa
en estimación objetiva (módulos) constituya una sociedad para poder desviar parte de los
ingresos que obtiene para no superar los límites de exclusión en este régimen. Como se ve en
este caso no hay engaño ni ocultación, se utiliza una figura lícita como es una sociedad, pero la
única intención es una menor tributación.
3.3 Simulación
Son aquellos negocios en los que se oculta bajo la apariencia de un negocio normal, otro
propósito negocial. Es decir, existe simulación negocial cuando las partes se ponen de acuerdo
para hacer aparecer ante terceros unas relaciones que no se corresponden con la realidad.
Bien porque las relaciones o desplazamientos patrimoniales aparentemente pactados no
existen en absoluto (simulación absoluta), bien porque la relación realmente acordada es
diversa de la que se describe en el contrato (simulación relativa). En todo caso, es esencial al
concepto de simulación la mentira, el engaño, la ocultación de la realidad
31
simulación se pondrá de manifiesto sencillamente en la fijación de los hechos sobre los cuales
se practicará la liquidación. No hay un procedimiento contradictorio.
1. El efecto principal, según la LGT será que «el hecho imponible gravado será el
efectivamente realizado por las partes» (art. 16.1). Es decir, el efecto de la
apreciación de simulación será que la deuda se liquidará en función de los hechos
realmente producidos, tal como quedan establecidos luego de la prueba de la
simulación.
2. En segundo lugar, dice la Ley que se exigirán intereses de demora (art. 16.3). En
realidad, los intereses de demora no son una consecuencia de la declaración de
simulación sino del retraso en el pago y serán exigibles tanto si ha existido simulación
como si no
3. Además de ello, la declaración de simulación acarreará normalmente la imposición de
sanciones, como también advierte el mismo apartado 3 del artículo 16. Estas
sanciones serán impuestas en un procedimiento diferente o en el propio procedimiento
de liquidación, según veremos en su momento. Y en esa imposición de sanciones, el
propio hecho de la ocultación, inseparable del concepto de simulación, podrá ser tenido
en cuenta a la hora de graduar la multa.
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3.5 Terminología
Evasión
Elusión
33
34
El poder financiero es una manifestación del poder político en el ámbito concreto de la actividad
financiera, pudiendo describirse como la capacidad de ordenar dicha actividad financiera.
Las manifestaciones más relevantes del poder financiero son:
Por lo que respecta a la estructura del poder financiero, dependerá en gran medida de cómo
esté organizado o "estructurado" políticamente cada Estado. España es un Estado unitario
descentralizado, en el que se reconocen diversos entes públicos de base territorial con
autonomía política y a los que la Constitución ha atribuido el ejercicio de determinadas
competencias. Según el art. 137 CE “ El Estado se organiza territorialmente en municipios, en
provincias y en las Comunidades Autónomas que se constituyan. Todas estas entidades gozan
de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses.”
Así, la CE no atribuye este poder financiero exclusivamente a una sola de las entidades
políticas de nuestro país, sino que lo distribuye entre los distintos ámbitos territoriales en
que se organiza política y administrativamente el Estado español. Así pues, la Constitución
atribuye poder financiero tanto al Estado como a las Comunidades Autónomas y a las
Corporaciones Locales.
Además, el artículo 93 de
nuestro texto constitucional
autoriza al Estado español la
cesión de competencias a las
35
Esta concepción no es válida actualmente. Todos los poderes son originarios de la CE y las
diferencias en el poder financiero de los entes citados no se encuentra en el origen de dicho
poder, que en todo caso procede de la Constitución, sino en los límites establecidos para cada
uno de los diferentes supuestos. Es decir, en la diversa extensión de dichos poderes:
Por lo que se refiere al poder del Estado en el ámbito de los ingresos tributarios, el artículo
133.1 CE reconoce que “la potestad originaria para establecer los tributos corresponde
exclusivamente al Estado mediante ley”.
Es importante fijarnos en el poder financiero del Estado en relación con otros entes.
36
En relación a los entes locales, en primer lugar, debemos tener en cuenta el principio de
autonomía local reconocido en el art. 140 CE, es decir, tienen autonomia financiera. Esta es
una autonomia limitada ya que los entes locales no tiene facultad legislativa, y por lo tanto
debido al principio de legalidad, no pueden crear tributos. No obstante, el art. 142 establece el
principio de suficiencia financiera: “las Haciendas locales deberán disponer de los medios
suficientes para el desempeño de las funciones que la ley atribuye a las Corporaciones
respectivas y se nutrirán fundamentalmente de tributos propios y de la participación en los del
Estado y de las Comunidades Autónomas” Así que aunque las entidades locales no puedan
crear tributos se le aseguran unos recursos suficientes, por lo que una ley estatal les va
conseguir esos recursos. La Ley Reguladora de las Haciendas Locales, es la norma marco a
través de la cual el Estado ha desarrollado el poder financiero de las Corporaciones Locales,
tanto en el ámbito de sus gastos como en el de sus ingresos.
En materia de gasto público resulta significativo el artículo 134 CE que configura las Leyes de
Presupuestos Generales del Estado, en cuyo apartado 2 se establece que dichos presupuestos
«incluirán la totalidad de los gastos (...) del sector público estatal» . Se reconoce así,
implícitamente, el pleno poder o
capacidad del Estado respecto de la
ordenación jurídica de todos sus gastos:
37
Por otro lado, el artículo 156.1 de la CE, dispone que «las Comunidades Autónomas gozarán
de autonomía financiera para el desarrollo y ejecución de sus competencias con arreglo a los
principios de coordinación con la Hacienda estatal y de solidaridad entre todos los
españoles» .
1. Principio de territorialidad. El art. 157.2 de la CE dispone que las CCAA “no podrán
en ningún caso adoptar medidas tributarias sobre bienes situados fuera de su
territorio o que supongan obstáculo para la libre circulación de mercancías o
servicios”. Por otro lado, la LOFCA nos dice que el sistema de ingresos de las CCAA
no puede implicar privilegios económicos o sociales ni suponer la existencia de
barreras fiscales en el territorio español.
2. Prohibición de la doble imposición. Según el art. 6 LOFCA, los tributos que
establezcan las Comunidades Autónomas no podrán recaer sobre hechos imponibles
gravados por
a. el Estado. Además, si el Estado grava un hecho imponible ya gravado por una
CCAA, prevalece el del Estado
b. los tributos locales, los cuales son regulados por leyes estatales.
El Estado tiene el poder para fijar el límite superior y el límite inferior, esto nos muestra
la preferencia de gravamen del Estado. Se evita, así, la duplicidad de hecho imponible.
En materia de ingresos públicos, según el art. 133.2 CE “Las Comunidades Autónomas y las
Corporaciones locales podrán establecer y exigir tributos, de acuerdo con la Constitución y las
leyes”
El poder financiero de las CCAA está fundamentalmente regulado en el artículo 157 de la CE.
Este precepto constitucional enumera los recursos de los que pueden disponer las CCAA y
establece limitaciones para la regulación de los mismos.
El apartado 1 del artículo 157 de la CE nos indica los recursos de las Comunidades Autónomas
1. Propios. Cada Comunidad Autónoma puede crear sus propios tributos, incluido
impuestos, que no pueden superponerse sobre los del sistema tributario estatal.
2. Transferencias del Estado
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En materia de gastos públicos, como se desprende del artículo 156.1 de la CE, todas las CCAA
ostentarán el poder financiero que precise «el desarrollo y ejecución de sus competencias».
El límite aparece en el principio de estabilidad presupuestaria (Ley Orgánica 2/2012, de 27
de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera) que tiene unas medidas
preventivas, correctivas y coercitivas. Se establecen:
Mecanismos de información
Necesidad de la autorización del estado para emitir Deuda Pública.
Las CCAA del País Vasco y de Navarra , en las que se integran los territorios forales de Álava,
Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra, tienen un régimen especial en este ámbito del poder financiero,
cuyo fundamento constitucional se encuentra en la disposición adicional primera de la CE.
Los límites de este poder son solo la CE y la ley del régimen propio. No obstante, debe existir
una presión fiscal equivalente. Debemos tener en cuenta, que no tienen LOFCA, por lo que
no tienen el límite de la doble imposición. Por lo tanto, por ejemplo, van a poder establecer un
IRPF.
País Vasco. Son las Diputaciones Forales vascas las que regulan y gestionan las figuras
tributarias más significativas, de acuerdo con unos principios y reglas de armonización
pactadas con el Estado en las leyes que aprueban el Concierto Económico con el País Vasco
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(Ley 12/2002, de 23 de mayo), que recoge los aspectos fundamentales de las relaciones
jurídico-financieras entre el Estado y la CCAA.
Navarra. Es la Comunidad Autónoma de Navarra la que regula y gestiona las figuras tributarias
más significativas, de acuerdo con unos principios y reglas de armonización pactadas con el
Estado en las leyes que aprueban el Convenio Económico con Navarra (Ley 28/1990, de 26
de diciembre), que recoge los aspectos fundamentales de las relaciones jurídico-financieras
entre el Estado y la CCAA.
Por lo tanto, vemos que el Estatuto de Autonomía del País Vasco y la Ley de Reintegración y
Amejoramiento del Fuero Navarro no contemplan entre sus recursos todos los previstos en el
artículo 157.1 de la CE, y concretamente no perciben impuestos estatales cedidos ni pueden
establecer recargos sobre dichos impuestos estatales.
En consecuencia, las CCAA vasca y navarra perciben ingresos distintos de los contemplados
en el artículo 157.1 de la CE.
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desempeño de las funciones que la ley atribuye a las Corporaciones respectivas y se nutrirán
fundamentalmente de tributos propios y de la participación en los del Estado y de las
Comunidades Autónomas». No se debe dar necesariamente por medios propios.
Hay que advertir que existe una fundamental diferencia entre las CCAA y las Corporaciones
Locales, ya que mientras aquéllas tienen poder legislativo, las Corporaciones Locales carecen
de él. Consiguientemente, por mor del principio de reserva de ley que rige en materia tributaria,
las Corporaciones Locales sólo pueden establecer tributos o decidir sobre la regulación parcial
de algunos de sus elementos esenciales si cuentan para ello con la habilitación explícita de
una ley. Por lo tanto, sólo pueden establecer tributos en el sentido de acordar la «puesta en
vigor» en su territorio y, en su caso, completar lo establecido en la ley en la regulación de
alguno de sus elementos esenciales cuando la propia ley así lo prevea, de manera que el poder
tributario local es un poder tributario compartido, puesto que a ello obliga la reserva de ley en
materia tributaria.
El Real Decreto Legislativo 2/2004, de 5 de marzo, por el que se aprueba el texto refundido de
la Ley Reguladora de las Haciendas Locales (LHL), es la norma marco a través de la cual el
Estado ha desarrollado el poder financiero de las Corporaciones Locales, tanto en el ámbito de
sus gastos como en el de sus ingresos, sin perjuicio de los regímenes financieros forales del
País Vasco y Navarra. En particular, en lo que afecta a los ingresos públicos, su artículo 2.1,
enumera los recursos de las Haciendas Locales:
a) Las tasas
b) Las contribuciones especiales
c) Los impuestos. El artículo 59 LHL nos hace una enumeración de impuestos:
“1. Los ayuntamientos exigirán, de acuerdo con esta ley y las disposiciones que la
desarrollan, los siguientes impuestos:
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Art 26.3 LHL: “La persistencia en el incumplimiento de alguna de las obligaciones a que
se refiere el apartado anterior, cuando suponga un incumplimiento del objetivo de
estabilidad presupuestaria, del objetivo de deuda pública o de la regla de gasto, podrá
considerarse como gestión gravemente dañosa para los intereses generales, y podrá
procederse a la disolución de los órganos de la Corporación Local incumplidora, de
conformidad con lo previsto en el artículo 61 de la Ley 7/1985, de 2 de abril,
Reguladora de las Bases de Régimen Local”.
42
Los tributos propios de la UE que obtienen de países no miembros son: el arancel aduanero y
las exacciones agrícolas.
Por un lado, hay una vertiente negativa, por la cual el Estado no puede:
También tenemos una vertiente positiva, por la cual tenemos que aproximar nuestros
normativas en determinados impuestos, concretamente, el IVA. Es decir, debemos realizar una
actividad armonizadora. Tenemos la obligación de asumir las directivas que se promulguen en
esta materia.
Respecto al GASTO PÚBLICO, la UE también tiene poder. La UE tiene una voz específica a la
hora de determinar los criterios de estabilidad presupuestaria, lo cual permite que la
inflación no se traslade a otros estados.
Esto es así ya que nuestro gasto afecta al resto de países que tienen nuestra misma moneda.
43
44
“1. Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad
económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y
progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio.
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2. EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD
Podemos considerar este principio como la regla básica en el reparto o distribución de la carga
tributaria. Podemos decir que el tributo tiene “2 patas”: la ley y la capacidad económica.
El TC define la capacidad económica como la aptitud para adquirir y ser titular de bienes,
así como para obtener rentas. Esta capacidad de pago puede ser actual o potencial. Este
principio se vulnera cuando se somete a gravamen una renta, no ya potencial, sino inexistente
o ficticia. Según el TC “el legislador (estatal o autonómico) solo podrá establecer tributos sobre
una concreta manifestación de riqueza o de renta real”. Si un tributo no se rige por el principio
de capacidad económico es nulo.
Directa:
acumulación patrimonio. Es estático (aquello que yo tengo). Esto se gravara.
Por ejemplo, con el IBI.
obtención de rentas. Es un flujo que ser gravara. Por ejemplo, con el IRPF
Indirecta: gasto o consumo. Tengo una disponibilidad para gastar, este excedente que
tengo se gravara. Por ejemplo, con el IVA.
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En el momento de las exigencias que debería conllevar la aplicación del principio de capacidad
económica, se le da mayor relevancia de la imposición sobre la renta y el patrimonio (que
constituyen la imposición directa) que de la imposición sobre el consumo (que constituye la
imposición indirecta), porque la imposición directa mide mejor la capacidad económica de quien
está obligado a pagar los impuestos.
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El beneficio no resulta equitativo. Los mayores contribuyentes serían los pobres que consumen
más servicios públicos
Hay gente que hace planificaciones de la renta, intentando tributar en los Estados donde más
me conviene. Existen rentas de capital, que al ser movibles nos va a generar esta disfunción.
Quien tiene capacidad económica no tributa aquello que debe pero se aprovecha de los
servicios donde está sentado. Por ejemplo, Apple tributa poco en España pero se aprovecha de
las infraestructuras y los servicios públicos que le presta España. Es por eso, que se necesita
un cierto equilibro entre el principio de capacidad económica y el de beneficio.
3.2. Generalidad
El principio de generalidad está contemplado de forma implícita en el artículo 31.1 CE, cuando
dice que «todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos...», y de forma expresa
en el artículo 3 de la LGT, y significa que los tributos han de exigirse a todos los que
manifiesten la capacidad económica tipificada en los tributos y se encuentren en el ámbito
territorial al que extiende su poder tributario el ente público impositor.
Los destinatarios de los tributos (todos) no son solo los nacionales españoles, sino todos los
que tengan determinadas relaciones económicas vinculadas con el territorio de aplicación de
nuestras normas tributarias (es decir, también extranjeros). Los extranjeros, aunque estén en
el territorio de forma irregular, tributaran.
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Por lo tanto, vemos que este criterio significa que TODOS deben tributar, sin privilegios en la
carga fiscal. No obstante, la vigencia del principio de generalidad no significa que no puedan
existir exenciones o beneficios fiscales. Estas normas de favor pueden fundamentarse en la
propia capacidad económica (p. ej., la exención de la renta mínima o vital) o en otras razones
amparadas por el ordenamiento, como los criterios extrafiscales. Lo que no es admisible, de
acuerdo con esta regla de la generalidad, es el establecimiento de exenciones (u otro tipo de
medidas) intuitu personae. En este sentido, ha dicho el TS que son notas del principio de
generalidad «la abstracción y la impersonalidad: su opuesto, la alusión intuitu personae , la
acepción de personas» (STS de 2-06-1986).
3.3. Igualdad
3.4. Progresividad
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Es decir, que si una persona tuviera unos ingresos de 1000€ y otra de 1000000€ y las dos
contribuyeran en un 10%, esto estaría contradiciendo el principio de progresividad. Para
cumplir el principio, el que tiene unos ingresos mayores pagaría, por ejemplo, un 30%.
Este principio de progresividad afecta al conjunto del sistema tributario pero no a cada uno
de los tributos individualmente considerados, ya que alguna de sus figuras pueden no tener
carácter progresivo. Por lo tanto, es constitucionalmente admisible un tributo regresivo (a quien
tiene más riqueza se le grava menos respecto a quien tiene menos). El IVA puede tener un
resultado regresivo.
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También tiene que ver con los servicios públicos que recibes (a lo mejor puedes pajar el 60% si
después tienes garantizados ciertos derechos como la sanidad, etc).
Este principio esta protegiendo el derecho a la propiedad (art. 33 CE). Además, un impuesto
confiscatorio me estaría lesionando la capacidad económica. Puedo gravar si existe
capacidad y no puedo gravar si existe confiscatoriedad.
La doble imposición no tiene porque ser confiscatoria, así como la confiscatoriedad no tiene
porque ser por doble imposición (puede ser por una muy gravosa). Son ideas distintas.
El principio básico del gasto público es el de justicia del gasto (art. 31.2). Que se divide en los
siguientes principios:
Se recoge en el artículo 31.2 de la CE: «El gasto público realizará una asignación equitativa de
los recursos públicos». Es la primera Constitución española que recoge el principio de equidad
del gasto público.
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Son criterios técnicos de gastos, criterios de racionalidad económica que tienen como
destinatario natural a las Administraciones públicas.
Aun cuando la Constitución se refiera a los criterios de eficiencia y economía en relación solo
con los gastos públicos, sin duda afectan también a los ingresos, por un doble motivo: por la
estrecha conexión que existe entre los ingresos y los gastos públicos; y por la paradoja que
supondría que los gastos públicos se ajustaran a criterios de eficiencia y economía, y que los
ingresos públicos no lo hicieran.
Debemos tener en cuenta que prevalece el principio de equidad, por encima de estos
principios.
Viene recogido en el art. 135 CE. “1.Todas las Administraciones Públicas adecuarán sus
actuaciones al principio de estabilidad presupuestaria”. Aparece subordinado al principio de
justicia, no puede contradecir la idea de equidad del gasto.
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