Leyendas y Mitos

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LA LAGUNA DEL INCA

Poco antes de la llegada de los españoles a Sudamérica, los


incas habían extendido su territorio hasta la zona central de
Chile, existen números vestigios arqueológicos e historias
locales que dan cuenta de esta presencia.

En la localidad de Portillo, el conocido centro de ski ubicado a


pocos kilómetros de Santiago, existe una famosa laguna de
color esmeralda: la Laguna del Inca.

Cuenta la leyenda que el inca Illi Yupanqui se enamoró de la


hermosa princesa Kora-llé. El amor correspondido, se sellaría
en una ceremonia matrimonial en una de las cumbres que
rodean la laguna.

Según el ritual, luego de la ceremonia, la novia ataviada con


sus ropas nupciales y preciosas joyas debía descender junto
a su séquito por la ladera del cerro. Como el camino era
estrecho y cubierto de grava, la princesa resbaló, cayendo al
vacío.

Illi Yunpanqui corrió desesperado, solo para encontrar a su


amada que yacía muerta a la orilla de la laguna. Con
profundo dolor, y creyendo que ninguna tumba sería lo
suficientemente grandiosa como para recibir a su princesa,
decidió que el cuerpo fuera depositado en las profundidades
de la laguna.

Kora-llé fue envuelta en linos blancos y su cuerpo depositado


en el centro de la laguna. A medida que su cuerpo se hundía,
el agua mágicamente se volvió de color esmeralda, el mismo
color de los ojos de la princesa.

Desde entonces se dice que la Laguna del Inca está


encantada y que, sobre sus aguas quietas, el alma de Illi
Yupanqui deambula llorando la ausencia de su prometida.
Visítala en un atardecer de invierno, y te prometemos llegarán
hasta tus oídos los tristes sonidos de los lamentos del inca
que nunca dejó de amar a su mujer.
"Lago Budi" proviene del mapudungun que significa "agua
salada". Según la tradición popular el nombre del lago -
ubicado en la comuna de Puerto Saavedra en la Región de la
Araucanía- refiere a la historia de Sayén, hija única de un
cacique mapuche, quien le pidió a su padre conocer el mar. Al
llegar a sus orillas la niña fue atrapada por un torbellino. El
cacique esperó algunos días a que el mar le devolviese su
hija, pero no sucedió. Con honda tristeza, volvió a su
comunidad llorando, mientras el mar iba formando un
pequeño cauce tras él. Al llegar a la aldea, sumamente
cansado, el cacique se durmió en una piedra. En sueños, vio
una isla en medio de un lago salado que pudo observar al
despertar. A cambio de su hija el mar le obsequio un lago
repleto de fauna para su comunidad, al cual llamaron Budi
(Castillo, Beverly. "La Historia del Budi, Beverly". Antología
2014: concurso "Historias de Nuestra Tierra", 22 años.
Santiago de Chile: FUCOA, 2015, p. 201)
Caicai y Trentren

Según los mapuche, estas dos serpientes serían originalmente los


hijos de los pillanes más poderosos, que como castigo habrían sido
convertidos en estos seres. Así que el hijo de Peripillán fue convertido
en una inmensa serpiente que sería Caicai y el hijo de Antu convertido
en una inmensa serpiente que sería Trentren. Ambas serpientes
serían adversarias, así como fueron adversarios Antu y Peripillán.
Caicai habría sido mandada a vivir en el mar para ayudar a cuidarlo
junto a los Ngen-ko, y Trentren habría sido mandada a vivir en la tierra
para ayudar a cuidar junto a los demás Ngen a la tierra, y para ayudar
al ser humano; Siendo así como estas dos culebras son usadas como
un instrumento a través del cual también se cumple la voluntad de los
antiguos espíritus mapuche.
Se dice que cuando Caicai despertó de su gran sueño de varios años,
a causa del desagradecimiento que tuvieron los hombres por todo lo
dado por el mar; Caicai se enfureció y usó su cola en forma de
pescado para golpear el agua. Con ello inició un gran cataclismo que
empezó a inundar y crear un diluvio en todo el territorio; ya que tenía
el deseo de castigar al ser humano y de incorporar toda la vida
terrestre a sus dominios. Caicai ordenó a las aguas que inundaran los
valles y cerros, y que llevasen a todos los habitantes al fondo del mar.
Al ver Trentren, que los habitantes y animales estaban desesperados y
que los hombres la invocaron, y como por órdenes de su padre, ella
era quien debía proveerles de sabiduría y protección; decidió ayudar a
los seres humanos. Así ayudó a escapar a los habitantes y a los
animales subiéndolos en su lomo y llevándolos a los cerros; y a los
que quedaban atrapados por las aguas, los transformó en aves para
que escaparan volando; a los que se ahogaban en peces y mamíferos
marinos (siendo uno de ellos el origen del cahuelche), y a los
ahogados en sumpall. Los seres humanos que quedaron inmóviles por
el terror que sentían, se habrían transformado en mankial. Pero como
el mar seguía subiendo de nivel, Trentren tuvo que ordenarles a los
cerros que aumentaran de altura para contrarrestar el poder de Caicai.
Enojada,Cai-cai empezó a luchar contra Trentren en una titánica
batalla que duró mucho tiempo, hasta que ambas serpientes se
cansaron, con lo cual Tren-tren venció parcialmente al no haberse
inundado toda la tierra, sin embargo, las aguas no volvieron totalmente
a su nivel antiguo; con lo que Chile obtuvo su actual geografía.
Posteriormente, según la tradición chilota, Caicai se conformó con la
porción de tierra obtenida que logró inundar, y delegó sus funciones
referente al mar, al gran Millalobo.
Según la tradición mapuche, luego del cataclismo, todos siguieron su
vida tranquila; hasta que un día fue Trentren quien posteriormente se
encolerizó por la actitud que tenían los hombres, e hizo que todos
los volcanes entraran en erupción y la población tuvo que mudarse a
otros lugares más seguros. Desde ese momento, Trentren continúa
manifestándose mediante temblores, terremotos y erupciones
volcánicas, mientras que Caicai causa los maremotos e inundaciones
cuando se revuelve en medio de su sueño.

La Pincoya
Uno de los mitos más populares entre los pescadores de
Chiloé es el de una sirena llamada la Pincoya. A veces, dicen,
la acompaña su marido, el Pincoy. Rara vez abandona el mar
para internarse por ríos y lagos. Esta ninfa marina fecunda los
peces y mariscos bajo las aguas, de modo que de ella
dependen la abundancia o escasez del alimento de los
pescadores. Cuando la Pincoya aparece en la playa
danzando, con sus brazos abiertos y mirando hacia el mar,
los pescadores se alegran porque este baile es anuncio de
pesca abundante. Si danza mirando hacia la costa, es mal
presagio porque alejará a los peces. Pero el mal presagio
puede ser bueno para otros, porque la Pincoya lleva la
abundancia a los más necesitados.

La alegría, aunque sea desde la pobreza, atrae a la Pincoya,


por eso los chilotes cantan, bailan y hacen curantos para que
ella los vea y los favorezca. Parte del mito cuenta que la
Pincoya nació en la hermosa laguna Huelde, cerca de Cucao,
que es una mujer muy bella, de tez blanca ligeramente
bronceada, cabellos de oro y que, de la cintura hacia abajo,
tiene la forma de un pez. Ciertas noches silba o entona
embrujadoras canciones amorosas, ante las cuales nadie
puede resistirse.
El Caleuche
Un buque fantasma navega por los mares de Chiloé. Es el
Caleuche, y su tripulación está compuesta de brujos. En las
noches oscuras ilumina su velamen rojizo y cuando quiere
ocultarse provoca una densa neblina. Nunca vaga por el
archipiélago a la luz del día, porque se hace invisible o se
convierte en una roca. Y sus tripulantes se transforman en
lobos marinos o en alcatraces. Quien mira al Caleuche puede
quedar, por arte de brujería, con la boca torcida o con la
cabeza vuelta hacia la espalda. Al buque pueden subir, sin
embargo, los náufragos, los ahogados, quienes pueden ver
las ciudades del fondo del mar y sus tesoros, pero no divulgar
lo visto. Es el caso de la chalupa que salió de Chonchi,
dirigida por el hijo de un respetable habitante del lugar. La
chalupa no volvió más.

Cuando el padre lo supo, se limitó a sonreír de una manera


extraña que guardaba una revelación: el hijo se encontraba a
salvo a bordo del Caleuche. Desde ese día, el padre
comenzó a enriquecerse en su actividad de comerciante, y
por las noches se escuchó el arrastre de cadenas cerca de su
casa: era el Caleuche que desembarcaba furtivamente
cuantiosas mercaderías, lo que revelaba las ocultas
relaciones que el negociante tenía con el barco fantasma.
La laguna Roja
A 3.700 metros de altitud, en la precordillera de la región de
Arica y Parinacota, existe una misteriosa laguna de color rojo
sangre, que además de ser visualmente impresionante,
fascina por los mitos y leyendas que ha inspirado en la cultura
local.

Según los lugareños, hace siglos atrás, una comunidad


Aymara se instaló a las orillas del manantial, sin saber que su
dueño era el mismísimo diablo, quien a modo de advertencia,
le había dado un leve color rojo para mantener alejado a todo
quien la descubriese. Los habitantes ignoraron la amenaza,
bebieron de sus aguas y fallecieron por ello. Así contribuyeron
al rojo sangre que hoy tiene la laguna.

Como esta leyenda, hay otras, y lo mismo sucede con las


explicaciones científicas. No se han hecho muchos estudios
al respecto, por ende, aún no hay una explicación
concluyente, aunque se cree que son sedimentos y cierto tipo
de algas, las que le dan este color tan singular a este cuerpo
de agua. Lo que sí está comprobado, es que se trata de una
terma cuya temperatura va de los 40 a los 50 grados celsius.

Es impresionante, pero pese a esto, esta maravilla de la


comuna de Camarones, ubicada a 200 km de Iquique,es tan
desconocida que en muchos mapas ni si quiera aparece, y es
que el SERNATUR no la registró sino hasta el 2009. Ni a
esta, ni a sus hermanas.

Porque la laguna roja no está sola, cerca de ella están las


lagunas verde y amarilla, que hacen de este lugar más
místico aún. Además, en el camino desde Iquique, es posible
adentrarse más aún en la cultura Aymara visitando pueblos
como el Camiña y observando los petrogrifos de Chillayza.
Sumpal
Según cuentan las leyendas mapuche, los sumpall son los seres
encargados de cuidar las aguas de ríos, lagos y mares; y en
aquellos lugares donde viven, nunca se acaba el agua. La
mayoría de ellos habita ríos y lagunas. Son seres que,
dependiendo de su género, raptan hombres o mujeres; pero esto
ocurriría comúnmente con la voluntad del secuestrado o
secuestrada, quienes, encantados, escuchaban sonidos y voces
maravillosas llamándolos desde el fondo de las aguas. Los
ahogados eran frecuentemente niñas, que según la leyenda, a
veces volvían cargadas de mariscos y pescados, a consolar a sus
padres y pedirles que no lloraran. Al ser llevada la persona al
fondo del río o el lago, a un lugar llamado sumpallwe, también se
transformaría en sumpall. Otras fuentes señalan que se
convertían en aves; a veces en una wala, que no vuela bien pero
si es excelente nadadora, esto porque el Sumpall todavía la
retiene. Si el sumpall ha raptado a una mujer, la familia de la
mujer recibiría un pago (el ngapitun) por el robo de la novia; que
es una costumbre del pueblo mapuche, cuando alguien secuestra
a una mujer para casarse con ella. (La retribución que debe hacer
el sumpall está muy arraigada en la cultura mapuche como una
ley natural; todo lo que se quita debe ser repuesto; por eso hay
muchos ritos en los que se hacen ofrendas y regalos antes de
cosechar o quitar. Como por ejemplo las ofrendas que se hacen al
mar, poniendo ollas de comida en hilera, sobre la arena; el mar se
las lleva, pero debe devolverlo todo con peces abundantes; a
veces no es la ola quien trae las retribuciones sino una sirena,
una niña que sale del agua con un canasto de peces y mariscos).
La sumpall, en algunas ocasiones, igualmente puede dar un pago
a la madre del hombre que ella ama, pero el hecho sería contrario
a lo común en la tradición Mapuche. También se dice que los
sumpall fecundan a las mujeres que van solas a las orillas de los
ríos.

Los primeros sumpall habrían sido creados por Trengtreng Filu y


Kaykay Filu, a partir de los hombres que se ahogaron en la gran
batalla de las serpientes míticas que se desarrollaba durante un
gran diluvio. Los sumpall se caracterizan por ser seres que
pueden realizar el bien o el mal. Así, pueden cobrar venganza
contra las personas que hacen daño a los ríos, lagunas y otros
lugares relacionados con el agua; cumpliendo en estos casos el
mismo papel que los Ngen-ko (espíritus dueños del agua).
Hay decenas de relatos y leyendas en torno a los ríos, costas,
lagos y lagunas donde interviene el sumpall. El pueblo mapuche
es muy aficionado al agua y la natación, y debían explicar el por
qué y el destino de los ahogados.

El cuero
En Cuero habita en ríos, lagos, lagunas y también el mar, pero de
preferencia se le encuentra en pequeñas y oscuras lagunas.
Tiene la forma de un cuero de vacuno extendido de gran tamaño,
por eso su nombre indígena es "el Threquelhuecuvu", (de
thrulque=cuero y huecuvu=genio maléfico). En el borde de su
cuerpo tiene una especie de filudas garras. Son pocos los que
han logrado ver su cabeza, pero se dice que tiene como
tentáculos en forma de tenazas, los que terminan en un par de
ojos rojizos y saltones. Otros dicen haber visto lo que podría ser
su rostro, y que es indescriptiblemente horrible. De lo que si se
está seguro, es que por debajo de su cuerpo, en el centro tiene
una boca, que se asemeja a una gran ventosa, con la cual
succiona hasta la última gota de sangre de sus víctimas.

Suavemente se desplaza por sobre las aguas buscando de que


alimentarse. Pobre de aquel que este cerca de la orilla de las
aguas donde habita, pues utilizando sus oscuros poderes hace
subir las aguas e hipnotiza al infortunado. Entonces cuando el
nivel de las aguas se lo permite, rápidamente envuelve a su
víctima y lo arrastra hasta el fondo del río o laguna, donde la
devorará. Cuando, la persona o animal está nadando en las
aguas, su siniestra sed de sangre se torna mucho más fácil de
satisfacer.

Se sabe por ejemplo de personas que han estado muy cerca de


la orilla de un río, y que han sido capturados por el Cuero. Muy
conocida es la historia de una mujer que lavaba, y que
descuidadamente dejó a su guagua cerca de la orilla, y entonces
apareció de improviso el Cuero para robársela y devorar al
indefenso infante.

Para librarse del acecho del peligroso Cuero es necesario solicitar


los servicios de un Machi entendido. Esta persona atrae con su
magia al implacable monstruo hasta la orilla. Una vez cerca, lo
engaña y le lanza ramas de "calafate" (un arbusto de durísimas
espinas y que da unos frutos de dulce sabor y color azul). El
Cuero, enceguecido por la magia del Machi, envuelve las ramas,
pensando que es una sabrosa presa. Pero al apretar con fuerza el
arbusto, hace que las espinas se entierren en su cuerpo,
desgarrándose y sangrando hasta morir.
Este monstruo acuático no sólo habita en Chiloé. También se
sabe de su presencia en diversas lagunas del sur de Chile.
Cuando era niño solía ir a jugar con mis vecinos a unas lagunas
cerca de mi casa en unos cerros de Puerto Montt, pero se nos
tenía prohibido bañarnos en ellas, pues se decía que en ellas
habitaba el Cuero.

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