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Sentencia No. T-442/92 Debido Proceso/Superintendencia-Naturaleza

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Sentencia No.

T-442/92

DEBIDO PROCESO/SUPERINTENDENCIA-Naturaleza

El debido proceso administrativo tiene por objeto garantizar a través de la


evaluación de las autoridades administrativas competentes y de los Tribunales
Contenciosos, si los actos proferidos por la administración, se ajustan al
ordenamiento jurídico legal previamente establecido para ellos, con el fin de
tutelar la regularidad jurídica y afianzar la credibilidad de las instituciones
del Estado, ante la propia organización y los asociados y asegurar los
derechos de los gobernados. Las Superintendencias son entidades
administrativas del Orden Nacional, que las personas    que    prestan sus
servicios en esas dependencias son empleados públicos y que por lo tanto su
ejercicio y actividad está sometida a los parámetros de los artículos 6o.    y
122 de la Constitución Nacional, los actos proferidos por los funcionarios de
estas instituciones, son verdaderos actos administrativos que deben por esa
razón estar sometidos a la Constitución, a la ley y a los reglamentos propios
de la Superintendencia.

SUPERINTENDENCIA DE CAMBIOS-Funciones/INFRACCION
CAMBIARIA/ACCION DE TUTELA-Improcedencia

Existe un procedimiento especial administrativo para la averiguación y


sanción de las violaciones al estatuto cambiario que se sigue ante la
Superintendencia de Cambios. El acto administrativo que determinó la multa
puede a su vez ser objeto de recurso de reposición. Más tarde y en caso de
persistir la Superintendencia en mantener su decisión, existe la jurisdicción
de lo Contencioso-Administrativo ante quien se pueden ejercer las acciones
pertinentes y en el evento sublite de la multa, sería la de nulidad y de
restablecimiento del derecho que cabalmente persigue, no sólo la nulidad del
acto sino la restauración del derecho, esto es, volver las cosas al estado
anterior, vale decir la eliminación de dicha sanción pecuniaria con el
reconocimiento de los intereses que mientras tanto hubiera producido esa
suma. Como medida cautelar se puede pedir junto con esta actuación, la
suspensión provisional de la resolución mencionada y en caso de prosperidad,
temporalmente cesarán los efectos jurídicos de ella. Es improcedente la
acción de tutela.

SALA DE REVISION No. 6

Ref.: Proceso    de    Tutela    No. 1076.

Acción    de tutela con actuación


administrativa de la Superintendencia de
Cambios.      
Tema:Derecho al Debido Proceso como Derecho
Fundamental.

Demandante:

JOHNNY JOSE    DACCARETT GIHA.

Magistrados:

Dr. SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ


Ponente

Dr.JAIME SANIN GREIFFENSTEIN

Dr. CIRO ANGARITA BARON.

Santafé de Bogotá, D.C., tres (3) de julio de mil novecientos noventa y dos
(1992).

La Sala de Revisión de tutelas de la Corte Constitucional integrada por los


Magistrados Simón Rodríguez Rodríguez, Jaime Sanín Greiffenstein y Ciro
Angarita Barón, revisa la acción de tutela decidida en Sentencia dictada por el
Juzgado Cuarto Civil de Circuito de Barranquilla (Atlántico) de febrero doce
(12) de mil novecientos noventa y dos (1992).

I. ANTECEDENTES.

Con fundamento en los artículos 86 de la Constitución Política y 33 del


Decreto 2591 de l991, la Sala de Selección correspondiente de la Corte
Constitucional, llevó a cabo la selección de la acción de tutela de la referencia.

De conformidad con en el artículo 34 del Decreto 2591 de l991, esta Sala de


Revisión de la Corte, entra a dictar la sentencia correspondiente.

A. HECHOS DE LA DEMANDA.

Johnny José Daccarett Giha mediante abogado expresa como fundamentos de


hecho para ejercer la acción de tutela los siguientes:

La Superintendencia de Cambios, abrió investigación preliminar


administrativa contra Farnán Ltda. y otros.   

El 6 de enero de l988, se vinculó formalmente al proceso administrativo por


violación al régimen cambiario al señor Daccarett Giha a quien "no le
determinaron los hechos concretos que ameritaran su vinculación, ni las
pruebas que lo señalaran".
Con fecha 19 de diciembre de l990, le formularon pliego de cargos sin que
hubiera tenido la oportunidad de ejercer el derecho de defensa.

El infractor dió contestación dentro del término legal,    propuso la nulidad de


todo lo actuado, por violación del derecho de defensa y solicitó unas pruebas.

El 19 de junio de l991, la Superintendencia de Cambios dictó la Resolución


No. 00875 por medio de la cual    impuso una multa a Johnny José Daccarett
Giha, sin tener en cuenta la nulidad propuesta y denegó las pruebas
solicitadas.

Agrega la Sala que la multa ascendió a $1.096.097.616,11 y lo fue por


violación de los artículos 246 y 32 del Decreto Ley 444 de l967 y de la
Resolución 46 de l983 de la Junta Monetaria.

Cuando tuvo conocimiento de los cargos solicitó pruebas para infirmar "los
indicios" que sirvieron de base probatoria para formularlos y después imponer
la multa.

Así, le fue impuesta una multa sin haber tenido oportunidad de defensa, ni
antes ni después de los cargos.

Habiendo solicitado la repetición de las pruebas decretadas y    recibidas sin su


audiencia, la Superintendencia respondió que la contestación    "es la
oportunidad que tienen los investigados para solicitar pruebas y defenderse".

El 26 de julio de l985 (sic) propuso la nulidad de lo actuado por violación del


debido proceso.

B. ACCION DE TUTELA.

1. En escrito del 9 de diciembre de l991 Johnny Daccareth Giha presentó


acción de tutela ante el Juzgado Catorce Civil Municipal de Barranquilla, para
que ese Despacho judicial, ampare el derecho fundamental del debido proceso,
violado por la Superintendencia de Cambios, al expedir la Resolución No.
00875 del 19 de junio de l991 al haberlo sancionado con multa y con
fundamento en los hechos que se describieron anteriormente.

La acción de tutela se concreta a las siguientes peticiones:

Como medida provisional, el Juzgado ordene a la Superintendencia se


abstenga de decidir el recurso interpuesto por él contra sobre la Resolución
mencionada.

Como fallo definitivo, decrete la nulidad de todo lo actuado por la entidad


administrativa, a partir de su vinculación al proceso, para poder ejercer los
derechos    conculcados.
Precisa que las normas violadas de la Constitución son los    artículos 4o. que
tiene a la Constitución como norma de normas, el 29 que consagra el debido
proceso, el 34 que prohibe la confiscación y el    83 que consagra el principio
de la buena fe.

2. La Superintendencia en su alegato presentado el 14 de enero de l992,


por conducto de apoderada, señala al Juzgado la improcedencia de la tutela en
las investigaciones administrativas cambiarias.    Expresa que en ningún caso
la entidad representada por ella ha violado el debido proceso, que las
actuaciones que adelanta esa entidad en materia cambiaria son de carácter
administrativo, que tienen como fundamento el procedimiento especial
consagrado en el Decreto-Ley 444 de l967 al cual se sujetó, razón por la cual
no está llamada a prosperar la acción de tutela en contra de la Resolución No.
00875 de l991.

C. FALLO DE PRIMERA INSTANCIA.

El Juzgado Catorce Civil Municipal de Barranquilla en providencia del 20 de


enero pasado, concedió la tutela al accionante Jhonny Daccarett Giha y ordenó
a la Superintendencia de Cambios que decretara la nulidad de la actuación
administrativa a partir de su vinculación al proceso.    Que se formalizara
nuevamente la investigación administrativa, se precisaran los hechos en que
ella se fundaba y se notificara al infractor de conformidad con las
disposiciones legales.

Le otorga un plazo de cuarenta y ocho (48) horas a la Superintendencia para


adecuar su comportamiento a estos requerimientos.

Fundamenta su decisión en la violación al debido proceso de conformidad con


el artículo 29 de la Constitución Nacional.

La providencia fue impugnada el    23 de enero de l992 y pasó a conocimiento


del Juzgado Cuarto Civil del Circuito.

D. FALLO DE SEGUNDA INSTANCIA.

El Juzgado Cuarto Civil del Circuito de Barranquilla en providencia de febrero


12 de l992 revocó en todas sus partes la decisión del fallo de tutela proferido
por el Juzgado Catorce Civil Municipal de Barranquilla teniendo en cuenta
que el peticionario de la acción tenía a su disposición    otros    mecanismos
de    defensa judicial para hacer valer sus derechos, en la forma prevista en el
artículo 32 del Decreto 2591 de l991, cuales son el recurso de reposición
interpuesto en su oportunidad por él contra la Resolución No. 00875 de l991
de la Superintendencia y las acciones contencioso administrativas que se
pueden incoar ante la justicia administrativa.

El expediente fue remitido a la Corte Constitucional para su revisión.

II. COMPETENCIA.
Es competente la Corte para revisar el presente fallo de tutela y ello de
conformidad con lo prescrito en el artículo 86 inciso 2o. y 241 numeral 9o. de
la Constitución Nacional, en concordancia con los artículos 33 y 34 del
Decreto 2591 de l991, tiene competencia la Corte para revisar el presente fallo
de tutela.

III.    CONSIDERACIONES

Esta acción    fue instaurada contra una autoridad pública del Orden Nacional,
por cuanto la parte demandada es la Superintendencia    de    Cambios,
calidad    que le otorga el inciso final del artículo 115 en consonancia con el
150-7 de la Constitución Nacional.

Con fundamento en los hechos reseñados, estima esta Corte que los puntos
relacionados con la presente controversia jurídica, son:

1. Establecer el carácter del debido proceso como derecho fundamental.

2. Las infracciones cambiarias se regulan por un procedimiento especial.


Funciones de la Superintendencia de Control de Cambios (hoy,
Superintendencia de Cambios).

3. Improcedencia de la acción de tutela por existir defensa judicial para el


derecho fundamental.

Entra esta Sala de Revisión a desarrollar el temario propuesto, en los


siguientes términos:

1. El debido Proceso es Derecho Fundamental

La Acción de tutela, fue incorporada a nuestro ordenamiento jurídico en la


Constitución de l991, norma que en su artículo 86 la establece como un
amparo a los derechos fundamentales.

En el cuerpo de la Constitución se encuentra el título II que habla "De los


derechos, las garantías y los deberes".    Este en su primer capítulo señala los
derechos fundamentales entre los cuales aparece descrito el debido proceso.

Proceso es el conjunto de actos sucesivos que se realizan por parte del Juez o
con conocimiento de él para que en un asunto sometido a su consideración
administre justicia.

El debido proceso entendido en sentido amplio o general es un estado de


cambio constante y de evolución    correspondiente a cualquier fenómeno, que
tiene por objeto    conseguir un fin establecido con anterioridad.

En su acepción jurídica, el debido proceso es el conjunto de garantías


establecidas como medios obligatorios    necesarios y esenciales para que el
ejercicio de la función jurisdiccional se materialice, si se tiene en cuenta que
es imposible aplicar el derecho por parte de los Organos del Estado, sin que la
actuación de éstos se haya ajustado a los procedimientos institucionalizados
para el fiel cumplimiento de su misión de administrar justicia.    Significa esto
que todos los actos que el Juez y las partes ejecutan, en la iniciación, impulso
procesal, desarrollo y extinción del mismo, tienen carácter jurídico    porque
están    previamente señalados por la ley instrumental. Es una actividad reglada
y garantizadora que se desarrolla por etapas, entrelazadas o unidas por un
objetivo común, como es el de obtener la aplicación del derecho positivo, a un
caso concreto, sometido a la actividad jurisdiccional del Estado.

La institución del debido proceso aparece señalada como derecho fundamental


por lo que ha significado para el desarrollo del hombre, como ser social.

El hombre es el principio y fin de todo sistema de organización estatal, de ahí


que el reconocimiento y la protección de los derechos fundamentales de él son
en el presente el primer objetivo del constitucionalismo actual.

El principio de autoridad de los gobernantes, está limitado por ciertos


derechos de la persona humana, que son anteriores y superiores a toda forma
de organización política.

Esa limitación de los gobernantes constituye el punto de partida de todas las


doctrinas que se ocupan de reivindicar para el hombre unos atributos
esenciales que el Estado se halla en la obligación de respetar.

Esta situación debidamente comprobada a través de la historia de la


humanidad, por el seguimiento que los estudiosos de las ciencias sociales de la
época habían realizado, a las diferentes formas de estado, en relación con el
trato dado a los derechos de los asociados, se convirtió de hecho, en la razón
de ser para que esos derechos, no solo tuvieran algunas veces vigencia
práctica, sino que hicieron imperiosa su inclusión formal, en las diferentes
proclamas sobre derechos humanos, desde finales del siglo XVII.

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de l789 en su


artículo 16, advierte: "Toda sociedad en la cual la garantía de los derechos no
esté asegurada, ni determinada la separación de los poderes, carece
totalmente de Constitución".    Desde la fecha de publicación de este principio,
ningún Estado podía    aspirar a que lo consideraran como tal, si no había
incluido en su sistema un mecanismo de amparo para los derechos civiles de
los hombres. Esta es la razón por la cual se ha llegado a afirmar que las
garantías de los derechos fundamentales están incorporadas a la esencia del
Estado democrático.

La comunidad internacional ha sido protagonista de primer orden para que los


Estados asuman responsabilidades respecto    de    la    guarda    de    los
derechos fundamentales,    porque consideran que la mejor opción para
aclimatar la paz universal, el desarrollo económico, social y cultural de los
pueblos, tiene su origen, en la justicia y en la equidad que cada una de las
naciones en particular le brinde a sus administrados.

Con razón afirma el doctor Manuel José Cepeda, respecto de este tema, lo
siguiente:

"La fuerza de los derechos a nivel internacional es cada vez más grande.
La Corte Europea de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de
Derechos Humanos han adoptado decisiones trascendentales sobre el
tema, que han llegado inclusive a desencadenar procesos de reforma
constitucional en otras latitudes.    Y en un plano más político, pero no
menos significativo, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
resolvió formalmente justificar limitaciones a la soberanía de un Estado
con base en la Defensa de los Derechos Humanos, como sucedió hace
unos meses con los Kurdos en Irán.    Se está desarrollando, entonces un
campo inmensamente rico que ha llevado a un replanteamiento de
doctrinas jurídicas y posiciones políticas que tenían una larga tradición.

No es este el lugar apropiado para profundizar en este y otros temas


relativos a la interpretación de los derechos y sus implicaciones. De lo
que se trata simplemente es de recoger fuentes normativas indispensables
para entender los alcances de la Carta de los Derechos ".1 1

A nuestro Estado también han llegado vientos informadores que    han


imprimido nueva dinámica a las instituciones, se ha evolucionado y
modernizado el Estado, pero especialmente se le ha dado mayor vigor y celo
al hombre, a su desarrollo, a la guarda y protección de sus derechos y a ese fin
intrínseco que toda persona lleva en la búsqueda de su superación y en la
prestación de un servicio útil para sus congéneres, que se le reconozcan sus
valores y se le tenga en cuenta su calidad humana.

De ahí que el artículo 1o. de la Constitución Nacional, prescribe:

"Colombia es un Estado Social de derecho, organizado en forma de


República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades
territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el
respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las
personas que la integran y en la prevalencia del interés general".

Es fundamento del Estado Social Colombiano el respeto de la dignidad


humana, toda vez que la persona considerada como tal es el destinatario final
de todos los preceptos contenidos en ella.

El artículo 2o. de la norma constitucional establece los fines esenciales del


Estado y entre ellos consagra el de garantizar la efectividad de los principios,
derechos y deberes instituídos en ella. Expresa en su inciso final, lo siguiente:

1
Manuel José Cepeda. "Los Derechos Constitucionales, fuentes internacionales para su interpretación".
Consejería para el desarrollo de la Constitución. Pág. XI.
"Las autoridades de la República están instituídas    para    proteger    a
todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra y bienes,
creencias y demás derechos y libertades, y para asegurar el
cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares",

Precepto que establece la responsabilidad objetiva de las autoridades estatales,


que convierte en realidad el cabal cumplimiento de los deberes y fines
propuestos del Estado dentro de la norma Constitucional, y en el Artículo 5o.
la Carta afirma que el Estado se obliga a reconocer la primacía de los derechos
inalienables de la persona. Entonces, sí existen dentro de nuestra organización
jurídica esos derechos que están por encima de toda consideración y el Estado
tiene la obligación ineludible por esa razón y circunstancia, de respetarlos,
protegerlos y hacer que las autoridades y asociados en general, hagan un
reconocimiento expreso de esos derechos y respeten, en igual forma, su cabal
ejercicio.

El capítulo I del Título II Constitucional consagra, entre otros el derecho a la


vida, la prohibición a la desaparición forzada, a torturas, a tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes, el derecho a la libertad e igualdad ante la
ley, el reconocimiento de la personalidad jurídica, derecho a la intimidad
personal y familia, al libre desarrollo de su personalidad, derecho de la
persona a vivir en paz, a ejercer el derecho de petición, a circular libremente, a
escoger trabajo o profesión según sus aptitudes, a que en todas las actuaciones
judiciales    y administrativas, se le aplique un debido proceso, al derecho de
asociarse para ejercer actividades económicas, culturales, sociales o laborales;
puede aspirar a conformar, y a ejercer el poder político del Estado, todos estos
considerados como derechos fundamentales para que el hombre pueda
desarrollarse como ser social.

El derecho al debido proceso fue contemplado en    la Declaración de los


Derechos del Hombre y del Ciudadano, adoptada por la Asamblea Nacional
Constituyente de Francia el 26 de agosto de l789, la cual en su artículo 7o.
prescribe:

"Ningún hombre puede ser acusado, arrestado ni detenido sino en los


casos determinados por la ley y con las formalidades prescritas en ella.
Los que soliciten, expidan, ejecuten o hagan ejecutar órdenes
arbitrarias, deben ser castigados; pero todo ciudadano llamado o preso
en virtud de la ley debe obedecer al instante y si resiste se hace
culpable".

Este ordenamiento contiene reglas precisas y rigurosas en lo pertinente al


debido proceso penal.    Significa esto, que desde esos tiempos se preveía que
sin la existencia anterior de una ley que tipificara el hecho como punible,
ningún acto humano podía dar lugar a su arresto o    detención por parte de las
autoridades encargadas de administrar    justicia.        El      señalamiento    de
la norma prescribe que las personas encargadas del juzgamiento, tienen la
obligación de adecuar su actuación judicial a los lineamientos,    que con
antelación se han establecido.
A partir de la consagración formal en la declaración comentada, del principio
del debido proceso como derecho esencial para el desarrollo del hombre, todos
los tratados internacionales que hacen referencia o se relacionan con el respeto
de los Derechos Humanos, lo encuentran imprescindible y de obligatoria
incorporación en las normas supranacionales.

Este precepto hace parte de los mandamientos consagrados en el Pacto


Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su artículo 14, reconocido
también en el artículo 8o. de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, pactos internacionales ratificados y aprobados por Colombia, los
cuales por esa condición, hacen parte de nuestra Ordenación Legal.

La Constitución Política, establece el debido proceso en su artículo 29, el cual


se expresa así:

"El debido proceso se aplicará a toda clase de actuaciones judiciales


y administrativas.
Nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto
que se le    imputa, ante juez o tribunal competente y con observancia
de la plenitud de las formas propias de cada juicio.

En materia penal, la ley permisiva o favorable, aun cuando sea


posterior, se aplicará de preferencia a la restrictiva o desfavorable.

Toda persona se presume inocente mientras no se le haya declarado


judicialmente culpable.    Quien sea sindicado tiene derecho a la
defensa y a la asistencia de un abogado escogido por él, o de oficio,
durante la investigación y el juzgamiento; a un debido proceso
público sin dilaciones injustificadas; a presentar pruebas y a
controvertir las que se alleguen en su contra; a impugnar la
sentencia condenatoria, y a no ser juzgado dos veces por el mismo
hecho.

Es nula, de pleno derecho, la prueba obtenida con violación del


debido proceso".

Ha expresado esta Sala de Revisión que con el artículo precedente se


relacionan el 31, cuando da la oportunidad a las partes procesales para apelar
las decisiones del Juez y a éste le otorga competencia para consultar las
sentencias, figuras que someten a una revisión más las decisiones adoptadas
por el Juez de conocimiento.

En lo que hace relación con el artículo 33 de la Constitución, éste prohibe la


autoincriminación, al señalar que nadie está obligado a declarar contra sí
mismo o contra su cónyuge o compañero permanente o de parientes dentro del
cuarto grado de consanguinidad, segundo de afinidad o primero civil.
El Código de Procedimiento Penal    recoge estos postulados constitucionales y
los desarrolla en su título preliminar denominado "normas rectoras" en sus
artículos 1o. a 22 (arts. 1o. a 17 del Decreto Ley 0050 de 1987),    como
garantías reales establecidas en beneficio de las personas requeridas por la
jurisdicción estatal.

El debido proceso en los Pactos y Convenios Internacionales.

La Institución del Debido Proceso, engloba los siguientes derechos: el


principio de la legalidad, el principio que otorga el derecho a los procesados,
el del Juez Natural, la favorabilidad y permisibilidad para el sindicado o
procesado, la prohibición de la autoincriminación, la obligación para el Estado
de buscarle un defensor a los pobres, derecho a la protección judicial,
derechos que le asiste a los presos y la segunda instancia, preceptos todos
estos consagrados en la legislación internacional.

Cada día el Constitucionalismo colombiano se ha visto obligado a instruirse


de las fuentes internacionales que establecen en sus ordenamientos avances
importantes en cuanto a la aplicación del derecho. Los foros internacionales
debaten con mayor severidad las restricciones a que se ven sometidos muchos
pueblos de la humanidad, porque precisamente ahí en esas asambleas, se
cuestionan con mayor independencia, el panorama político, social, cultural y
económico de los Estados.

Esta la razón para mencionar los tratados y convenios que aprobados por
Colombia, establecen las instituciones jurídicas que forman parte del debido
proceso así:

La Convención Americana sobre Derechos Humanos, Pacto de San José de


Costa Rica del 22 de noviembre de l969, aprobado por la ley 74 de l968.

El Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos aprobado por la ley


74 de l968.

La Convención sobre los Derechos del Niño adoptada por la Asamblea


General de las Naciones unidas el 20 de noviembre de l989.

La Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o


degradantes aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas según
Resolución 39 de l946.

En los Convenios de Ginebra I,II,III y IV del 12 de agosto de l949, aprobados


por la ley 5a de l960.

La Convención Internacional para la represión y el castigo del crimen del


Apartheid, ratificada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, según
Resolución No. 3068 de 30 de noviembre de l973, aprobada por la ley 26 de
l987.
En la Convención para la prevención del delito de genocidio, firmada por la
Asamblea General de las Naciones Unidas, ratificada por resolución No. 260
A (III) de 9 de diciembre de l948 y aprobada según ley 28 de l959.

En el Protocolo adicional a los Convenios de Ginebra de agosto 12 de l949,


relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados
internacionales.

En el Protocolo sobre el Estatuto de los refugiados, aprobado por la ley 65 de


l979.

La Constitución Nacional es amplia en el sentido de brindar acogida y tener


como fuente de criterios para la interpretación de los derechos fundamentales
a los tratados internacionales suscritos por Colombia al prescribirlo así su
artículo 93:

"Los tratados y convenios internacionales ratificados por el


Congreso, que reconocen los derechos humanos y que prohiben su
limitación en los estados de excepción, prevalecen en el orden
interno, los derechos y deberes consagrados en esta Carta, se
interpretarán de conformidad con los tratados internacionales sobre
derechos humanos suscritos por Colombia".

El Presidente César Gaviria expresa respecto a la interpretación de los


derechos fundamentales:

"En lo que tiene que ver con la protección de los valores


fundamentales de un Estado Social y democrático de derecho, la
Constitución introdujo un gran vuelco filosófico.    La tarea de
desentrañar el significado de esos valores, no es fácil.    Tomará
tiempo. A veces los criterios objetivos podrán parecer insuficientes.
Por eso, la misma Constitución le otorgó a los tratados
internacionales sobre derechos humanos un valor especial".2 2

El debido proceso penal

Se ha dicho, que el derecho penal, tanto sustantivo como procedimental es


eminentemente público.    El hecho punible que identifica a las conductas,
como violatorias del régimen penal es creado por el Estado y las normas que
establecen los procedimientos a seguir dentro de las etapas procesales también
tienen su origen en el Estado. Este a través de la Rama Jurisdiccional es el
titular del derecho punitivo que sanciona las infracciones no sólo a nombre del
lesionado sino a nombre y en representación de la sociedad a quien se le
amenaza con las conductas punibles.

2
Presidente César Gaviria Trujillo. Los Derechos Constitucionales fuentes Internacionales para su
interpretación. Prólogo Pág. VIII.
Como el derecho penal no sólo interesa a las partes procesales sino a toda la
comunidad y dado el carácter público de éste, sus normas son de imperioso
cumplimiento para los sujetos y partes procesales que intervienen en el
conflicto. Al Estado es a quien le corresponde poner en movimiento los
medios adecuados para hacer cumplir las normas penales y sancionar al
infractor, respetando las garantías constitucionales y legales que se han
consagrado para el juzgamiento.

Es por esta situación que encuentra especial peso constitucional la figura del
debido proceso en materia penal, de allí que si se mira con detenimiento el
contenido del artículo 29 de la Constitución Nacional, fuerza concluir que esta
norma tiene particular trascendencia    y aplicabilidad en el derecho criminal.

El tercer inciso de la norma en cita, sólo tiene operancia en materia penal al


prescribir las figuras jurídicas de la permisibilidad y favorabilidad en estos
juicios.    En el cuarto se habla de la presunción de inocencia del sindicado, de
la culpabilidad, preceptos que tienen relación directa con los procesos penales.

El fin del proceso está determinado por la búsqueda de la verdad material


dentro de la confrontación ideológica establecida    por    las    partes.      Esa
meta    sólo se puede cumplir, si el juez y las partes, adecúan su proceder a
unos trámites previos y obedecen unos principios fundamentales constituídos
como garantías universalmente reconocidas para que el juicio sea eficiente e
idóneo y el fallo produzca efectos en derecho.

La legalidad de los delitos y de las penas, la ritualidad del juicio, el principio


del Juez natural, la favorabilidad y la permisibilidad normativa y el derecho de
defensa, la prohibición de la autoincriminación y la doble instancia, son los
pilares sobre los cuales descansa el debido proceso penal.

Estos principios no sólo deben respetarse, sino garantizarse materialmente


dentro de la vigencia del proceso porque de lo contrario estaría viciada la
actuación judicial.

El debido proceso tiene una amplia historia jurisprudencial en nuestro medio.


Así lo confirman las tesis sentadas por la Corte Suprema de Justicia en
diferentes oportunidades. Ha sido esta Corporación lúcida y rica en
apreciaciones sobre esta figura y al respecto se considera procedente recoger
algunos de sus acertados criterios:

"Los principios del debido proceso y del derecho de defensa exigen el


respeto a las formas normadas también preexistentes de
procedimiento para cada juicio, la carga de la    prueba    para    el
Estado    y    no para el sindicado, la controversia probatoria plena y
previa a la evaluación y decisión, y la prohibición    no    sólo    de la
penalidad sino también del Juzgamiento Ex Post Facto, o sea que por
hechos sobrevivientes, no probados o no controvertidos, o no
incriminados inicialmente, o aún no establecidos previa y claramente
en norma alguna".3 3

En otra de sus providencias para precisar la importancia práctica del debido


proceso dijo:

"El debido proceso, como una de esas garantías, no puede constituír


un simple enunciado formal, sino que impera entenderse en todo su
contenido pragmático, como que se desarrolla en los principios y
regulaciones determinadas en los Códigos de Procedimiento, además
de las leyes que los reglamentan y para este evento, específicamente
en las normas de orden penal; de ahí que el proceso no corresponda
a una reunión arbitraria de actuaciones sin un determinado
objetivo".4 4

Y para reafirmar el debido proceso como una institución procesal de orden


público, señaló:

"Debe agregarse, por otra parte, que los principios del debido
proceso no sólo tienen relación con la defensa de los sindicados o
demandados sino también con la protección de los intereses de la
colectividad    e    incluso con la garantía de los derechos concedidos
por el ordenamiento jurídico, que solo pueden hacerse valer, ante la
renuencia de los obligados, mediante juicio ante tribunal competente
y con la plenitud de las formas legales ".5 5

El debido proceso administrativo

El debido proceso administrativo tiene por objeto garantizar a través de la


evaluación de las autoridades administrativas competentes y de los Tribunales
Contenciosos, si los actos proferidos por la administración, se ajustan al
ordenamiento jurídico legal previamente establecido para ellos, con el fin de
tutelar la regularidad jurídica y afianzar la credibilidad de las instituciones del
Estado, ante la propia organización y los asociados y asegurar los derechos de
los gobernados.

Se observa que el debido proceso se mueve dentro del contexto de garantizar


la correcta producción de los actos administrativos, y por ello    extiende su
cobertura a todo el ejercicio que debe desarrollar la administración pública, en
la realización de sus objetivos y fines estatales, es decir, cobija a todas sus
manifestaciones    en    cuanto a la formación y ejecución de los actos, a las
peticiones que realicen los particulares, a los procesos que por motivo y con
ocasión de sus funciones cada entidad administrativa debe desarrollar y desde
3
Corte Suprema de Justicia. Sentencia de 7 de marzo de l.985.
4
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal. Sentencia de Casación del 29 de sept. de l987. M.P.
Lisandro Martínez Zuñiga. Gaceta Judicial. Tomo 189. Pág.321.
5
Corte Suprema de Justicia. Sala Plena. Sentencia No.120 de agosto 27 de l.987. M.P. doctor Jesús Vallejo
Mejía. Gaceta Judicial No. 2430. Pág. 88.
luego, garantiza la defensa ciudadana al señalarle los medios de impugnación
previstos respecto de las providencias administrativas, cuando crea el
particular, que a través de ellas se hayan afectado sus intereses.

El debido proceso tiene reglas de legitimación, representación, notificaciones,


términos para pruebas, competencias, recursos e instancias garantías
establecidas en beneficio del administrado, etapas que deben cumplirse dentro
del procedimiento administrativo señalado.    Se concluye que estos actos
deben formarse mediante procedimientos previstos en la ley, que la
observancia de la forma es la regla general, no sólo como garantía para evitar
la arbitrariedad, sino para el logro de una organización administrativa racional
y ordenada en todo su ejercicio, el cumplimiento estricto para asegurar la
vigencia de los fines estatales, y para constituir pruebas de los actos
respectivos, que permitan examinarlos respecto de su formación, esencia,
eficacia y validez de los mismos.

El ejercicio de la función pública para la fecha de los acontecimientos, tenía su


fundamento en el artículo 20 de la Constitución Nacional anterior, que al
respecto decía:

"Los particulares no son responsables ante las autoridades sino por


la infracción de la    Constitución    y    de    las    leyes.        Los
funcionarios públicos lo son por la misma causa y por
extralimitación de funciones, o por omisión en ejercicio de éstas".

Esta norma corresponde al artículo 6o. del ordenamiento actual y dentro de


ella se observa que los servidores públicos tienen un marco legal dentro del
cual actúan, cuando se encuentran en ejercicio de sus funciones, ámbito
señalado que deben respetar porque si hacen más de lo que por competencia se
les ha asignado, están extralimitándose en sus funciones y si hacen menos,
están omitiendo sus obligaciones, es decir, hay omisión de funciones.

Es que la actividad administrativa es eminentemente reglada, en razón de que


con su actuación el funcionario no sólo compromete su voluntad, sino que
decide con su proceder, a nombre y en representación de toda la comunidad
constituída y organizada a través del Estado.

El artículo precedente tiene estrecha relación    con el 63 de la anterior Carta


que expresaba: "No habrá en Colombia ningún empleo que no tenga funciones
detalladas en la ley o reglamento", precepto que consagra la Constitución
vigente en su artículo 122, el cual hace más rigurosa las condiciones para la
prestación del servicio de funciones públicas, así:    el cargo debe encontrarse
creado en la planta    de    la    entidad,    estar      previstos      sus    costos
presupuestales,    la persona ha de jurar que va a cumplir con los deberes que el
cargo le impone y tiene la obligación de declarar el monto de sus bienes y
rentas.

Se constata con la lectura de estos dos artículos que el Constituyente previó


darle toda la relevancia y solemnidad al ejercicio de las funciones oficiales y
ha determinado que toda aquella actividad que desarrolle una persona como
servidora pública debe realizarla acorde con la ley, carácter que reviste de
legalidad la actuación administrativa.

Este principio de legalidad de los actos administrativos tiene su origen en la


imperiosa obligación de que el funcionario público someta su conducta a una
serie de normas que le señalan    el camino a seguir    en cuanto a la toma de
decisiones. No impera su libre arbitrio, sino el sometimiento de su voluntad a
los preceptos constitucionales que rigen la materia, a las leyes y a los
reglamentos que le dan la competencia a cada funcionario, normas tan
especiales y concretas que llegan a definir lo que debe hacer cada funcionario
en su caso particular.

El Consejo de Estado tiene amplia jurisprudencia sobre la materia, y de la


siguiente forma reseña los requisitos esenciales de los actos administrativos:

"En todo acto administrativo existen ciertos elementos esenciales, de los


cuales dependen su validez y eficacia.    Esos elementos son los
siguientes: órgano competente, voluntad administrativa, contenido,
motivos, finalidad y forma. 1o. Organo Competente: El acto debe emanar
de la administración, es decir de un órgano estatal que actúe en función
administrativa. Además, el órgano de la administración debe actuar
dentro de los límites de su competencia.    Si los excede, el acto resulta
viciado, con mayor o menor intensidad, según sea la naturaleza del
exceso cometido. 2o. Voluntad Administrativa: Otro elemento esencial
del acto administrativo es la existencia de una voluntad estatal válida,
exteriorizada en una declaración expresada en forma legal.    El acto
administrativo se aprecia a través de esa declaración, pero lo esencial es
la voluntad real del órgano administrativo.    A este respecto algunos
tratadistas plantean el problema de si la voluntad de la administración
puede originar actos administrativos válidos, manifestándose en forma
tácita.    En estos casos el acto tácito se infiere de otros actos expresos
que lo presuponen necesariamente: 3o. Contenido: Todo    acto
administrativo debe tener un contenido determinado, el cual debe
ajustarse a todas las normas jurídicas vigentes. La existencia de este
contenido, ajustado a las normas jurídicas vigentes y superiores, es un
elemento esencial para la validez del acto. 4o. Motivo: El concepto de
causa del derecho privado no puede aplicarse exactamente a los actos
administrativos, porque en derecho privado se trata generalmente de
convenciones libremente pactadas por las partes, mientras que, en
derecho administrativo, generalmente se trata de actos unilaterales, que
emanan de una sola voluntad o sea la voluntad de la administración. La
administración no puede actuar caprichosamente, sino que debe hacerlo
tomando en consideración las circunstancias de hecho y derecho que
corresponde.    En las actividades fundamentalmente reguladas, los actos
de la administración están casi totalmente determinados de antemano;
en cambio, en las actividades discrecionales, la administración tiene un
margen más o menos amplio para decidir, pero debe tomar en cuenta las
circunstancias y los    fines    propios del servicio a su cargo.    Las
circunstancias de hecho o de derecho que, en cada caso, llevan a dictar
el acto administrativo constituyen la causa, o mejor, el motivo de dicho
acto administrativo. 5o. La forma: Las entidades públicas, en su calidad
de personas jurídicas, expresan su voluntad a través de ciertos
procedimientos. Las formalidades del acto administrativo no pueden
confundirse con su forma.    Las formalidades son los requisitos que han
de observarse para dictar el acto y pueden ser anteriores, concomitantes
o posteriores al acto. La forma es el modo como se documenta la
voluntad administrativa que da vida al acto."6 6

Por regla general los actos administrativos deben cumplir estos requisitos,
para que ellos tengan plena validez. Si falta alguno de esos presupuestos, el
Estado ha creado los medios de control respecto de las acciones u omisiones
de la administración.    Así lo prescriben los artículo 84 y 85 del Código
Contencioso Administrativo que al respecto, señala:

"Artículo 84. Acción de nulidad. Toda persona podrá solicitar por sí, o
por medio de representante, la nulidad de los actos administrativos.
Procederá no sólo cuando dichos actos infrinjan las normas en que
deberá fundarse sino también cuando hayan sido expedidos por
funcionarios u organismos incompetentes, o con desconocimiento del
derecho de audiencia y de defensa, o mediante falsa motivación o en
forma irregular o con desviación de las atribuciones propias del
funcionario o corporación que los profirió.

También puede pedirse que se declare la nulidad de las circulares de


servicio y de las actas de certificación y registro".

"Artículo 85. Acción de nulidad y de restablecimiento del derecho. Toda


persona que se crea lesionada en un derecho amparado en una norma
jurídica, podrá pedir que se declare la nulidad del acto administrativo y
se le restablezca en su derecho; también podrá solicitar que se le repare
el daño. La misma acción tendrá quien pretenda que le modifiquen una
obligación fiscal, o de otra clase, o la devolución de lo que pagó
indebidamente".

Las manifestaciones de voluntad de la administración, por gozar de la


presunción de legalidad, producen    efectos jurídicos.

La obligatoriedad del cumplimiento de los actos de la administración, se


considera como parte del ejercicio del poder de imperio del Estado, quien a
través de ellos, impone su voluntad a los administrados.    Pero la conducta de
la administración, a su vez, está sometida a una serie de reglas claras y
precisas que los funcionarios deben cumplir para que el acto producto de esa

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Auto de marzo 9 de l971.Sala Plena de lo Contencioso Administrativo. C.P.Dr.Lucrecio Jaramillo Vélez.
Diccionario Jurídico. Evolución Jurisprudencial del Consejo de Estado l958-l981.Tomo I. Págs.105-106.
voluntad, tenga plena validez y llegue a producir los efectos jurídicos
deseados.

Encuentra esta Sala de Revisión que la figura jurídica del debido proceso en el
ámbito de las actuaciones administrativas,    no    sólo    tiene    sus fundamentos
en los artículos 29,31, y 33 de la Constitución Nacional, sino que estas normas
deben mirarse íntimamente relacionadas con el 6o., 121 y 122 de la Carta
Política, habida cuenta que en ellas se expresa el criterio reglado que debe
asistir a toda actuación de la administración pública nacional por pequeña que
sea.

Los fines de la administración deben estar guiados por sentimientos de buen


servicio de beneficio colectivo para la población y los actos que ella produzca
deben estar precedidos por los elementos esenciales previstos para cada
actuación, con las formalidades que las normas exigen para el cumplimiento
de las funciones inherentes a los servidores públicos.    Nada se ha dejado al
azar, al arbitrio del gobernante de turno porque por encima de su voluntad,
están los intereses supremos de la colectividad.    Por esta circunstancia, se ha
llegado a afirmar:

"La concepción democrática del poder excluye y proscribe cualquier


acto del Estado dirigido a conseguir fines simplemente personales o
inspirados en intereses minoritarios o de grupo, pero no basta que el
Estado persiga fines de interés público o de defensa de derechos
objetivos para que sus actos resulten legítimos.    Ni siquiera es suficiente
que los órganos emisores del acto tengan origen democrático. Es
necesario, además, que por la Constitución y la ley se les haya confiado
la competencia para expedir el acto y que utilicen sólo los medios
legalmente    autorizados.      Estos,    en    todo caso, deben ser adecuados,
necesarios y proporcionales a la magnitud del conflicto y ante todo al fin
que se persigue.    Es el principio de utilización moderada del poder".7 7

El título V de la Constitución Nacional señala la organización del Estado


Colombiano y en el Capítulo I aparece la estructura Nacional.    El artículo 115
inciso final señala que "las Gobernaciones y las Alcaldías, así como las
Superintendencias, los establecimientos públicos y las empresas industriales y
comerciales del Estado, forman parte de la Rama Ejecutiva".

En el artículo 150, cuando establece que al Congreso le corresponde hacer las


leyes y por medio de ellas ejerce las siguientes funciones, en el numeral 7,
precisa: "Determinar la estructura de la administración nacional y crear,
suprimir o fusionar ministerios, departamentos administrativos,
Superintendencias, establecimientos públicos y otras entidades del Orden
Nacional, señalando sus objetivos y estructura orgánica..."

Se precisa entonces, que las Superintendencias son entidades administrativas


del Orden Nacional, que las personas    que    prestan sus servicios en esas
7
Marino Tadeo Henao.La Constituyente, la Constitución y la reforma del Estado.Documentos ESAP l.990.
Págs. 14 y 15.
dependencias son empleados públicos y que por lo tanto su ejercicio y
actividad está sometida a los parámetros de los artículos 6o.    y    122 de la
Constitución Nacional y por último, los actos proferidos por los funcionarios
de estas instituciones, son verdaderos actos administrativos que deben por esa
razón estar sometidos a la Constitución, a la ley y a los reglamentos propios de
la Superintendencia.

El tema del derecho fundamental del debido proceso ha sido tratado en las
sentencias T-11, T-13, T-401, T-419, T-440, T-453 y T-463 de esta Corte
Constitucional.

2. Las infracciones cambiarias se regulan por un procedimiento


especial. Funciones de la Superintendencia de Control de Cambios (hoy
Superintendencia de Cambios)

Todas las reformas constitucionales traen aparejadas una serie de cambios


institucionales dentro de la estructura del Estado.    Ellos son portadores de
revoluciones dentro de la organización jurídico-políticas de las entidades
administrativas que conllevan a los administrados a cambiar sus costumbres
para adecuarlas a la nueva vida organizacional.

Las tendencias intervencionistas plasmadas en las reformas constitucionales


de l936, l945 y l968 hicieron que el Estado estuviera más cerca de las
actividades que desarrollaban las personas del común y trataron de ejercer un
control estricto y severo sobre algunas actuaciones y operaciones llevadas a
cabo por los asociados.

Esta tendencia hizo que se crearan una variedad de organismos nacionales que
prestaran especialmente unos servicios a la comunidad y se gestaron otros, que
fueron a contratar y a vigilar las actuaciones de los asociados. Se pasó en esta
forma a un estado planificador que trató de dirigir la economía, los programas
de proyección social y las inversiones.

Para que los programas se cumplieran, el Estado le dió competencia a varias


instituciones para ejercer funciones de control y vigilancia, con funciones no
sólo preventivas sino sancionadoras para perseguir a través de este medio, a
las personas que no se sometieran a las reglas de intervención, planificación y
sometimiento de ciertas actividades de interés general. Así nace y se le dá
competencia administrativa-disciplinaria a la Superintendencia de Cambios
para perseguir y sancionar a los infractores del régimen cambiario nacional.

El proceso administrativo contravencional que corresponde seguir a la


Superintendencia de Control de Cambios, en el evento sublite,    está    reglado
en el Decreto 444 de l967, por el cual se establece el régimen de cambios
internacionales y de comercio exterior.

En el artículo 2o. del Decreto se precisa que todas las operaciones de cambio
exterior están sujetas a control por parte del Estado.
Su artículo 4o. precisa: La posesión y negociación de oro y divisas se ceñirán
a las disposiciones de este Decreto.

Con las excepciones en él establecidas, los ingresos en moneda extranjera se


venderán al Banco de la República o se canjearán en esta Institución por
"Certificados de Cambio", según el caso. Solamente podrán adquirirse divisas
para los fines económica o socialmente útiles definidos como tales en este
estatuto y previa la expedición de la respectiva licencia de cambios.

La obligación de negociar las divisas con el Banco de la República se aplicará


especialmente cuando se trate de exportaciones de bienes y servicios, según lo
dispone el literal a) del artículo 5o. del Decreto citado.

El artículo 18 define el certificado de cambio como los títulos representativos


de monedas extrajeras que el Banco de la República deberá expedir contra
entrega de divisas que constituyan ingresos al mercado nacional y en los
artículos siguientes señala el trámite para la expedición de los certificados de
cambio, su regulación en el mercado y el término de vencimiento de los
mismos.

Por lo que interesa a los fines del presente proceso, se transcribe el artículo
246 del nombrado Decreto: "Para los efectos del presente estatuto se
considerarán operaciones de cambio exterior no solamente aquellas que
implican ingresos o egresos de divisas, sino también las entradas al país y las
salidas de éste de moneda legal colombiana. En consecuencia, dichas
entradas o salidas están sujetas a las disposiciones sobre control de cambios y
solamente podrán efectuarse en la forma y en los casos que autorice la Junta
Monetaria mediante resoluciones de carácter general. La violación de las
normas de este artículo se sancionará por la prefectura de control de cambios
con las penas previstas en este estatuto para el caso de las infracciones a las
disposiciones sobre control de cambios".

La vigilancia y el control de todas estas actividades cambiarias los ejerce la


Perfectura de Cambios, hoy Superintendencia    de    Cambios,    en    la    forma
en    que lo prescribe el artículo 217 del Estatuto Cambiario y en ejercicio    de
esas    funciones puede solicitar informes a las entidades oficiales para cumplir
las tareas que se le han asignado, adelantan las diligencias y averiguaciones
del caso para constatar si ha habido violación al régimen cambiario nacional y
si ello ha sucedido debe proceder a imponer multas a los infractores al tenor
del literal d) del artículo referido.

La cuantía de las multas, al tenor del artículo 221 íbidem será del 200 por
ciento del monto de la operación comprobada y se graduará de acuerdo con las
circunstancias dentro de las cuales fue cometida la infracción. Si la multa no
fuere cubierta dentro de los cinco (5) días siguientes a la notificación de la
Resolución que la impone, o si contra ella no se ejercita el recurso de
reposición dentro del mismo término, o dentro de los cinco (5) días siguientes
a la que resuelve la reposición, se convertirá en arresto a razón de un día por
cada treinta pesos, pero el arresto no podrá exceder de dos años.
Sobre el trámite para imponer las multas previene el artículo 222 íbidem:

"Las investigaciones por posible violación de las normas cuya vigilancia


se confía a la Prefectura se abrirán de oficio o por aviso o queja
recibidos; terminada la investigación, se correrá traslado al interesado
mediante la entrega de copia del informativo, para que dentro de los
cinco días siguientes formule sus descargos y solicite las pruebas que
considere necesarias.

Si las pruebas solicitadas fueren conducentes, se practicarán dentro del


término que señale el Prefecto, el cual no podrá ser superior a treinta
días, más el término de la distancia.

La apreciación de las pruebas se hará de acuerdo con el valor que les


asigna el Código de Procedimiento Penal".

Y el Artículo 223 dispone que:

"Vencido el término para practicar pruebas, el prefecto decidirá,


mediante resolución motivada, que se notificará al infractor en la forma
prevista por el Decreto 2733 de l959.

Contra la resolución sólo procede el recurso de reposición; surtido el


recurso, se entiende agotada la vía gubernativa y la resolución es
acusable ante el Tribunal de lo Contencioso Administrativo en única
instancia, si la cuantía de la multa es de treinta mil pesos o menos, o ante
el Consejo de Estado si es superior.

El Consejo de Estado o el Tribunal rechazarán toda demanda a la cual


no se le acompañe el recibo de pago de la multa, si no se hubiere hecho
su conversión en arresto; en caso de arresto, la demanda deberá
acompañarse de la prueba de que se está cumpliendo".

3. Improcedencia de la acción de tutela por existir defensa judicial

A términos del Artículo 86 de la Constitución Política, la    acción    de    tutela,


instituída    para    proteger      los derechos constitucionales fundamentales ante
su vulneración o amenaza, sólo procede cuando el afectado no disponga de
otro medio de defensa judicial, salvo que ella se utilice como mecanismo
transitorio para evitar un perjuicio irremediable.

Pues bien, de las consideraciones que se han hecho precedentemente, ha


quedado establecido que existe en primer lugar un procedimiento especial
administrativo para la averiguación y sanción de las violaciones al estatuto
cambiario que se sigue ante la Superintendencia de Control de Cambios (hoy
Superintendencia de Cambios). El acto administrativo que determinó la multa,
a saber, la Resolución No. 00875 de l991 puede a su vez ser objeto de recurso
de reposición. Más tarde y en caso de persistir la Superintendencia en
mantener su decisión, existe la jurisdicción de lo Contencioso-
Administrativo ante quien se pueden ejercer las acciones pertinentes y en el
evento sublite de la multa, sería la de nulidad y de restablecimiento del
derecho que cabalmente persigue, no sólo la nulidad del acto sino la
restauración del derecho, esto es, volver las cosas al estado anterior, vale decir
la eliminación de dicha sanción pecuniaria con el reconocimiento de los
intereses que mientras tanto hubiera producido esa suma. Como medida
cautelar se puede pedir junto con esta actuación, la suspensión provisional de
la resolución mencionada y en caso de prosperidad, temporalmente cesarán los
efectos jurídicos de ella (Artículo 152 Código Contencioso Administrativo).

Tan cierta es la existencia de la vía administrativa previa para obtener la


protección del derecho, que el mismo demandante de la acción de tutela ha
manifestado que ya interpuso recurso de reposición contra la Resolución
No.00875 de l991 de la Superintendencia que lo multó y ante la cual cursa
actualmente.

Tampoco es dable el mecanismo transitorio para evitar un daño irremediable,


ya que definido éste como el que sólo puede repararse en su integridad
mediante una indemnización, el gravamen económico que se le impuso a
Johnny José Daccarett Giha puede recuperarse, en el sentido de obtener la
supresión de la multa, a través de la acción contencioso-administrativa antes
mencionada. De ahí que el Decreto 306 de l992 acertadamente prevenga que
no se considera que el perjuicio tenga el carácter de irremediable, cuando el
interesado pueda solicitar a la autoridad judicial competente, que se disponga
el restablecimiento o protección del derecho, mediante la adopción de
disposiciones como las siguientes: "e. Orden de restitución o devolución de
una suma de dinero pagada por razón de una multa, un tributo, una
contribución, una tasa, una regalía o cualquier otro título....". (Subraya la
Sala).

Del mismo modo es enfático el artículo 3o. del Decreto 306 de l992
reglamentario del Decreto 2591 de l991 al determinar que "se entenderá que
no se encuentra amenazado un derecho constitucional fundamental por el sólo
hecho de que se abra o adelante una investigación o averiguación
administrativa por la autoridad competente con sujeción al procedimiento
correspondiente reglado por la ley".

De todo lo cual ha de concluírse que es improcedente la acción de tutela y que


por ello esta Sala comparte la apreciación y decisión del Juez Cuarto Civil del
Circuito de Barranquilla que así lo declaró y que revocó la tutela concedida
indebidamente por el Juez 14 Civil Municipal de la misma ciudad.

Por último ha de precisarse que el procedimiento gubernativo atrás examinado


del Decreto Ley 444 de 1967, por ser especial, prevalece sobre el general
contemplado para toda clase de casos en el Código Contencioso
Administrativo (artículo 1o.).

4. El nuevo estatuto sancionatorio del régimen cambiario


El Gobierno Nacional    expidió el Decreto No. 1746 de l991, por medio del
cual se establece el Régimen    sancionatorio        y        el      procedimiento
administrativo cambiario.    En el artículo 1o. señala la competencia de la
Superintendencia de Cambios para establecer las infracciones, e imponer las
sanciones que se deriven de las actividades cambiarias.

Los artículos 3o. al 5o. dicen quienes son sujetos activos de estas operaciones,
sus intermediarios y las sanciones a las que pueden hacerse acreedores.

Precisa el artículo 6o., la caducidad de la acción, que vence a los dos (2) años,
contados a partir del último acto constitutivo de la falta y la prescripción de la
sanción que se imponga será de tres (3) años, contados a partir de la fecha en
que la Superintendencia haya ejecutoriado el acto administrativo que la señala.

La iniciación de la etapa de diligencias preliminares se iniciará por queja o en


forma oficiosa, actuación    que la Superintendencia puede adelantar sin la
intervención del particular afectado con la medida.

Terminada la etapa instructiva, y evaluadas las pruebas recopiladas, si el


funcionario de conocimiento    considera que los hechos son constitutivos de
infracciones cambiarias, la entidad administrativa, mediante providencia
motivada señala en forma concreta las operaciones que dieron origen a ella e
indica las normas    violadas, acto que se notifica al infractor o a su apoderado.

El traslado se hace por quince (15) días, periodo en el cual los presuntos
infractores pueden solicitar pruebas, objetar las obtenidas antes de su
vinculación jurídica al proceso y presentar los descargos que consideren
pertinentes.

El periodo probatorio será de treinta (30) días cuando se trate de prácticas de


pruebas en territorio nacional, o de sesenta (60), si ellas se realizan en el
exterior.

Los artículos 16 y 17 señalan que la decisión para practicar pruebas, proferida


por la administración se notificará por estado en el término de tres (3) días,
susceptible del recurso de reposición el cual debe resolverse en el lapso de
cinco (5) días.

El artículo 20 señala que vencido el término de traslado    la Superintendencia


expedirá la Resolución motivada que decidirá sobre el fondo del proceso
disciplinario cambiario.

No es obligatorio para la Superintendencia, tener enterado al particular sobre


las actividades encaminadas a establecer la responsabilidad cambiaria, sino a
partir del momento en que se le corre pliego de cargos y se establece su
vinculación jurídica al proceso. Adiciona su término de traslado en diez (10)
días y cambia las condiciones para la práctica de pruebas, decisión que debe
ser adoptada por la administración, mediante providencia motivada susceptible
del recurso de reposición.

Aún con los cambios anotados, el criterio del legislador fue el mismo y en el
fondo se puede precisar que se conserva el marco legal del ya derogado
Decreto 444 de 1967.

Esta Sala quiere resaltar que ni con la anterior legislación ni con la actual hay
vinculación jurídico procesal del inculpado antes de la notificación del pliego
de cargos.

En mérito de lo expuesto, la Sala de Revisión de la Corte Constitucional,


administrando justicia en nombre del pueblo y por mandato de la
Constitución,

FALLA:

Primero: Confirmar la sentencia del Juzgado Cuarto Civil del Circuito de


Barranquilla de 12 de febrero de 1992, mediante la cual se revocó el fallo del
Juez 14 Civil Municipal de Barranquilla que había concedido la tutela al señor
Johnny Daccarett Giha.

Segundo:    Comunicar al Juzgado Catorce Civil Municipal de Barranquilla la


presente decisión para que sea notificada a las partes conforme a lo dispuesto
en el artículo 36 del Decreto 2591 de 1991.   

Igualmente enviar copia de la presente sentencia al Juzgado Cuarto Civil del


Circuito de Barranquilla.

COMUNIQUESE Y NOTIFIQUESE

SIMON RODRIGUEZ RODRIGUEZ


Magistrado Ponente

CIRO ANGARITA BARON                          JAIME SANIN GREIFFENSTEIN


        Magistrado                                            Magistrado

MARTHA V. SACHICA DE MONCALEANO


Secretaria General

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