907-2021 (Revisión de Prisión)

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CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD

REPÚBLICA DE GUATEMALA, C.A.


Expediente 907-2021
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EXPEDIENTE 907-2021

CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD: Guatemala, seis de julio de dos mil

veintidós.

En apelación y con sus antecedentes, se examina la sentencia de once de

febrero de dos mil veintiuno, dictada por la Corte Suprema de Justicia, Cámara de

Amparo y Antejuicio, en las acciones constitucionales de amparo promovidas por

el Ministerio Público, por medio de la Fiscalía de Delitos Económicos, la

Superintendencia de Administración Tributaria, por medio de su mandataria

especial judicial con representación, abogada Agatha Christi Girón Beltrán, y la

Procuraduría General de la Nación contra la Sala de la Corte de Apelaciones del

ramo Penal en Materia Tributaria y Aduanera. La primera entidad postulante actuó

con el patrocinio del agente fiscal Dimas Jiménez y Jiménez, la segunda entidad

con el patrocinio de la referida abogada mandataria y la tercera entidad actuó con

el patrocinio del abogado Joel Estuardo Mayen Moeschler. Es ponente en el

presente caso la Magistrada Vocal II, Leyla Susana Lemus Arriaga, quien expresa

el parecer de este Tribunal.

ANTECEDENTES

I. LOS AMPAROS

A) Solicitud y autoridad: presentados, el primero, el siete de junio de dos mil

diecinueve, en el Juzgado de Paz Penal de Faltas de Turno Grupo “E” del

municipio y departamento de Guatemala, posteriormente remitido a la Corte

Suprema de Justicia, Cámara de Amparo y Antejuicio, el segundo y el tercero, el

cinco de julio de dos mil diecinueve, en la Sección de Amparo de la Corte

Suprema de Justicia. B) Acto reclamado: resolución de veinte de mayo de dos

mil diecinueve, por la cual la Sala de la Corte de Apelaciones del ramo Penal en
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Materia Tributaria y Aduanera declaró con lugar el recurso de apelación

promovido por Víctor Manuel Rodríguez Arita contra el auto por el que el Juez

Pluripersonal de Primera Instancia Penal en Materia Tributaria y Aduanera del

departamento de Guatemala había declarado sin lugar la revisión de la medida de

coerción de prisión preventiva y, como consecuencia, revocó la resolución

recurrida y le otorgó medidas sustitutivas, dentro del proceso penal que se tramita

en su contra y de otras personas por los delitos de Contrabando aduanero,

Asociación ilícita y Lavado de dinero u otros activos. C) Violaciones que

denuncian: a los derechos de defensa, a la tutela judicial efectiva y al ejercicio de

la acción penal pública, así como a los principios jurídicos de legalidad, seguridad

jurídica y debido proceso. D) Hechos que motivan los amparos: de lo expuesto

por las entidades postulantes y del estudio de los antecedentes, se resume: D.1)

Producción del acto reclamado: a) en su oportunidad, se dictó auto de

procesamiento contra Víctor Manuel Rodríguez Arita por los delitos de

Contrabando aduanero, Asociación ilícita y Lavado de dinero u otros activos;

asimismo, se dictó auto de prisión preventiva en su contra; b) posteriormente,

ante el Juez Pluripersonal de Primera Instancia Penal en Materia Tributaria y

Aduanera del departamento de Guatemala, el referido sindicado solicitó la revisión

de la medida de coerción de prisión preventiva, la cual fue declarada sin lugar; y

c) contra ese pronunciamiento, interpuso recurso de apelación, que la Sala de la

Corte de Apelaciones del ramo Penal en Materia Tributaria y Aduanera –autoridad

cuestionada–, en resolución de veinte de mayo de dos mil diecinueve –acto

reclamado–, declaró con lugar y, como consecuencia, revocó la resolución

recurrida y le otorgó como medidas sustitutivas la caución económica de ciento

veinticinco mil quetzales, arresto domiciliario, la obligación de presentarse cada


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quince días al Juzgado de Paz o al Ministerio Público, la prohibición de salir del

país sin autorización judicial y la garantía constituida mediante declaración jurada

por Lidia Liseth Guzmán Arita, que fue propuesta por el sindicado. D.2) Agravios

que se reprochan al acto reclamado: las entidades amparistas señalaron que la

autoridad cuestionada vulneró los derechos y principios jurídicos enunciados, por

las razones siguientes: a) el Ministerio Público indicó: a.i) no se tomó en cuenta

que en la audiencia de revisión de medida de coerción se había acreditado el

peligro de fuga y de obstaculización a la averiguación de la verdad, ya que se

advirtió que el sindicado utilizaba documentos que lo identificaban como

ciudadano hondureño, evadiendo el proceso penal de mérito por más de seis

meses; que este tenía pleno conocimiento de que existía una orden de

aprehensión en su contra, ya que su residencia fue objeto de allanamiento,

inspección y registro, sin embargo no se presentó de manera inmediata ante el

órgano jurisdiccional correspondiente a solventar su situación, sino hasta que fue

detenido por agentes policiales; que en fechas posteriores a la emisión de la

orden de aprehensión en su contra, el imputado obtuvo en la República de

Honduras, documentos de identificación personal a nombre de Rafael Antonio

Montejo Vásquez, lo que evidencia su intención de no ser capturado y sustraerse

del proceso penal; asimismo, que a solicitud del sindicado, ante el Registro

Nacional de las Personas de la República de Guatemala se inscribió la

identificación de persona a su favor de los nombres Víctor Arita, Víctor Rodríguez

Arita, Rafael Antonio Montejo Vásquez, Rafael Montejo y Rafael Montejo

Vásquez; y a.ii) la autoridad cuestionada se extralimitó en sus funciones, toda vez

que inobservó la normativa constitucional que establece que los tribunales en toda

resolución deben aplicar el principio que la Constitución Política de la República


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de Guatemala prevalece sobre cualquier ley o tratado, asimismo, no realizó una

adecuada selección y aplicación de normas al caso concreto, actuando

ilegalmente; b) la Superintendencia de Administración Tributaria señaló: b.i)

la autoridad cuestionada le dejó en estado de indefensión al revocar la prisión

preventiva y fijar una caución económica por el monto de ciento veinticinco mil

quetzales, cuando lo defraudado al Estado supera los cincuenta y un millones de

quetzales, dejando de aplicar los artículos 12 constitucional y 16 de la Ley del

Organismo Judicial, debido a que si hubiere emitido una debida fundamentación,

su decisión se hubiese basado en aspectos fácticos, jurídicos y probatorios, y no

hubiera fijado un monto desproporcional a lo defraudado; b.ii) el otorgamiento de

las medidas sustitutivas no atiende a la realidad ni a la situación de peligrosidad

en este caso, en el que puede afectarse el proceso penal por el latente peligro de

fuga y obstaculización a la averiguación de la verdad; b.iii) no tomó en cuenta que

no han variado las circunstancias por las que se decretó la prisión preventiva, por

lo que no era procedente el otorgamiento de las medidas sustitutivas; b.iv) no

emitió argumentos lógicos, jurídicos ni estructurados para determinar que no

existe peligro de fuga ni la posibilidad de obstaculización a la averiguación de la

verdad por parte del procesado; y b.v) la autoridad cuestionada se extralimitó en

sus funciones, afectando con ello directamente al Estado de Guatemala, pues lo

procedente era declarar sin lugar el recurso de apelación o, en todo caso, otorgar

una medida sustitutiva de caución económica con un monto dinerario que

permitiera asegurar la restitución del daño causado; y c) la Procuraduría General

de la Nación refirió que: c.i) la resolución cuestionada no tiene certeza jurídica,

pues fue dictada con base en una apreciación sucinta sobre el derecho de

igualdad, sin realizar un análisis lógico, jurídico, doctrinario y jurisprudencial que


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determine la plataforma fáctica en la determinación del peligro de fuga latente del

sindicado, puesto que la existencia del principio del favor libertatis opera en vista

de circunstancias atenuantes de la situación, lo cual no ocurre en el presente

caso, al existir indicios objetivos y comprobables de la existencia de una

estructura criminal organizada para defraudar al fisco y agraviar al Estado; c.ii) lo

deja en estado de indefensión, al alterar las formas del proceso y no realizar una

fundamentación y argumentación adecuada sobre la supuesta variación de la

plataforma fáctica referente al eminente peligro de fuga del procesado, por

presuntamente pertenecer a una estructura internacional encargada del

contrabando de cigarrillos, con un esquema organizacional y funciones

establecidas dentro y fuera del territorio nacional; y c.iii) la autoridad denunciada

no convalidó la argumentación referente a la plataforma fáctica que constituye el

peligro de fuga y tampoco previó las formas establecidas para el proceso penal,

variando las formas en la determinación del análisis del principio de favor libertatis

a una persona que posee indicios reales y comprobables de peligro de fuga,

careciendo su fallo de la fundamentación y argumentación inherente a toda

resolución judicial. D.3) Pretensión: a) el Ministerio Público solicitó que se

otorgue el amparo, como consecuencia: a.i) se deje en suspenso definitivo la

resolución reclamada, ordenándole a dicha judicatura que dicte nueva resolución

en la cual se declare sin lugar el recurso de apelación planteado por el acusado

Víctor Manuel Rodríguez Arita; y a.ii) que se conmine a la autoridad judicial

recurrida dar efectivo cumplimiento al fallo dentro del plazo que fije el tribunal de

amparo, bajo apercibimiento de que si incumple incurrirá en multa de cien a

cuatro mil quetzales, sin perjuicio de las responsabilidades civiles y penales

consiguientes; b) la Superintendencia de Administración Tributaria solicitó que


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oportunamente se dicte sentencia otorgando la protección constitucional, en

consecuencia, se suspenda en definitiva la resolución reclamada y se hagan las

demás declaraciones que en Derecho corresponde; y c) la Procuraduría General

de la Nación solicitó que se otorgue el amparo y, como consecuencia, se ordene

a la Sala reprochada que proceda a dictar nueva resolución fundamentada y

argumentada de conformidad con la plataforma fáctica y eminente peligro de fuga

del sindicado en cuestión y se hagan las demás consideraciones que en Derecho

corresponde. E) Uso de procedimientos y recursos: ninguno. F) Casos de

procedencia: invocaron los contenidos en las literales a), b), d) y h) del artículo

10 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad. G) Leyes

que estiman violadas: citaron los artículos 2º, 12, 28, 154, 203, 251 de la

Constitución Política de la República de Guatemala; 4º de la Ley de Amparo,

Exhibición Personal y de Constitucionalidad; 5, 11 Bis, 259, 262, 264, 277 del

Código Procesal Penal; 1, 3, 4, 13 y 16 de la Ley del Organismo Judicial.

II.TRÁMITE DE LOS AMPAROS

A) Amparo provisional: se otorgó, con el único efecto de dejar en suspenso el

acto reclamado. B) Terceros interesados: a) Víctor Manuel Rodríguez Arita,

Wender Estuardo García Maldonado, Wilmer Estuardo Barrientos Zacarías,

Sergio Leonel Gunera Saldívar, Edvin Rafael Castañeda Asig, Mario Enrique

Marroquín Salguero, Jorge Humberto Castañeda Asij, Edy Estuardo Chinchilla

Mayorga, Ángel Ariel Chinchilla Mayorga, Marco Tulio Jo Chub, José Herlindo

Canahui Hernández, Ángel Josué Solís Castro, Eddy Rolando Chinchilla

Gutiérrez, Edy Troches Saldívar, Kevin Alexander González Montúfar, Lesther

Francisco García Sandoval, Elvin Gustavo Ramírez Pineda, Gesler Yovany Ixcot,

Elix Randolfo Reyes Pérez, Elder Omar Zaldívar Hernández, Roberto Eduardo
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Tejeda Guillén, Miguel Pol Cuin y Manuel Pol Cuin, sindicados; y b) abogados

José Manuel Quinto Martínez, Sandra Gricelda Boteo Bran, Julio César Berrios

Cáceres, David Alberto Juárez Aldana, Cristina Alejandrina Soto Enríquez,

Alfonso Gerardo Saldaña Acevedo, María del Carmen Escobar Salazar, Gustavo

Guillermo García, Gustavo Adolfo Arbizú Rodas y Héctor Ismael Lemus Súchite.

C) Antecedentes remitidos: a) proceso penal número 2046-2017-127 del

Juzgado Pluripersonal de Primera Instancia Penal en Materia Tributaria y

Aduanera del departamento de Guatemala; y b) recurso de apelación 28-2019 de

la Sala de la Corte de Apelaciones del ramo Penal en Materia Tributaria y

Aduanera. D) Medios de comprobación: se prescindió del período probatorio y

se incorporaron como medios de prueba los antecedentes remitidos. E)

Sentencia de primer grado: la Corte Suprema de Justicia, Cámara de Amparo y

Antejuicio, consideró: “… Sobre la base de lo anterior y que esta Cámara

encuentra valedero, la autoridad reprochada determinó en el acto reclamado, que

el procesado en la audiencia de revisión de la medida de coerción propuso como

garante a la persona con la que actualmente convive y con quien ha procreado un

hijo, además de haber sido aprehendido en Ia circunscripción municipal

[desprendiéndose el arraigo], cuatro meses después que los demás sindicados

que obran dentro del mismo proceso y se les sindicaban los mismos delitos,

demostrando con ese actuar que tenía la disposición de someterse al proceso

penal hasta su finalización; con lo que se puede determinar que tampoco existía

el peligro de fuga [al no constar elementos de investigación objetivos que

evidenciaran esa condición procesal], con lo que se desvirtúa el presupuesto

contenido en el inciso 1 del artículo 264 del Código Procesal Penal, lo que la Sala

de la Corte de Apelaciones del Ramo Penal, en Materia Tributaria y Aduanera,


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tomó en consideración al emitir la resolución reclamada, habiendo realizado un

adecuado análisis jurídico en aplicación del derecho de igualdad y principio de

favor libertatis. No esta demás señalar la naturaleza de las Medidas de Coerción:

la exposición de motivos del Código Procesal Penal establece que los artículos

del 254 al 269 comprenden lo relativo a la coerción personal del imputado. Lo

primero que conviene destacar es el carácter cautelar de estas medidas, es decir

que no están vinculadas a la culpabilidad o inocencia del procesado, sino en la

necesidad de asegurar el desarrollo normal del proceso penal, aunque para que

puedan dictarse, se requiere información de haberse cometido un delito y la

concurrencia de motivos racionales para creer que la persona detenida lo ha

cometido o participado en él (artículo 13 constitucional). Cabe indicar que las

medidas sustitutivas son alternativas que ofrece el Código Procesal Penal a la

prisión preventiva, en aquellos casos en que los fines de la misma pueden

lograrse por otras vías menos gravosas para el sindicado y para lograr los fines

del proceso. De modo que, lo resuelto es congruente con las constancias

procesales dado que argumentó los motivos por los cuales era dable otorgar

medidas sustitutivas, por esa razón el acto impugnado se encuentra debidamente

fundamentado, tal y como lo establece el artículo 11 Bis del Código Procesal

Penal, puesto que los agravios sometidos a controversia por los apelantes fue

resuelto (sic) de manera lógica y jurídica, de conformidad con el artículo 148 de la

Ley del Organismo Judicial, además de haber aplicado uno de los efectos de la

apelación que establece el artículo 409 del Código Procesal Penal; lo que

evidencia que el tribunal ad quem no ocasionó los agravios señalados por el

Ministerio Público, la Superintendencia de Administración Tributaria -SAT- y el

Estado de Guatemala. Doctrina legal: respecto a la fundamentación de los fallos,


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la Corte de Constitucionalidad ha considerado: (…). Por último, de las actuaciones

subyacentes se pudo establecer también, que con fecha trece de enero del año

dos mil veintiuno, Víctor Manuel Rodríguez Arita (tercero interesado en los

amparos acumulados) presentó memorial a esta Cámara, en la cual adjuntó copia

de la sentencia dictada por la Sala cuestionada, de fecha treinta de septiembre de

dos mil veinte y en el -por tanto-, consta que la autoridad impugnada resolvió lo

siguiente: <<...En consecuencia, SE REVOCA el numeral V) del fallo impugnado y

resolviendo conforme a derecho: ABSUELVE a (...) Víctor Manuel Rodríguez Arita

del delito de lavado de dinero u otros activos, declarándoseles libres de este

cargo,...>>, lo que obra en el folio seiscientos veintiséis (626) del expediente de

amparo. De lo antes citado se desprende que Víctor Manuel Rodríguez Arita fue

absuelto por la autoridad reprochada, por lo que no tiene sentido limitarle la

libertad, en atención del derecho de igualdad, principio de favor libertatis y por no

existir peligro de fuga como atinadamente fue resuelto por la Sala ad quem, no

estando demás señalar que el anterior examen se hizo con fundamento en el

artículo 42 de la ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, el

cual preceptúa (…). Esta Cámara concluye que en el presente caso el tribunal de

alzada analizó los motivos por los cuales era viable otorgar las medidas

sustitutivas al apelante, por ende es notorio que los argumentos fácticos de los

postulantes van encaminados a que se revise el acto señalado como reprochado

lo cual no es procedente, en virtud de que el amparo no es una instancia revisora

de lo resuelto por los tribunales y acceder a ello implicaría desvirtuar la naturaleza

del mismo, ya que como se ha reiterado en varios fallos, se enjuicia el acto

reclamado, pero no se puede entrar a valorar o estimar las proposiciones de

fondo, porque de conformidad con el artículo 203 de la Constitución Política de la


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República de Guatemala, esta atribución corresponde con exclusividad a los

tribunales de justicia ordinarios, por lo tanto acoger la pretensión de los

solicitantes, sería sustituir al juez del proceso en la función que legalmente tiene

atribuida, lo que no es procedente, salvo violación constitucional. (…) De

conformidad con el artículo 45 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de

Constitucionalidad, no se condena en costas a los postulantes por estimarse

buena fe en su actuación y no se impone multa a los abogados patrocinantes por

los intereses que defienden”. Y resolvió: “… I) DENIEGA los amparos

interpuestos por el MINISTERIO PÚBLICO, LA SUPERINTENDENCIA DE

ADMINISTRACIÓN TRIBUTARIA -SAT- Y EL ESTADO DE GUATEMALA, en

contra de la SALA DE LA CORTE DE APELACIONES DEL RAMO PENAL, EN

MATERIA TRIBUTARIA Y ADUANERA. ll) No se condena en costas a los

postulantes, ni se impone multa a los abogados patrocinantes…”.

III. APELACIONES

A) La Superintendencia de Administración Tributaria –postulante– apeló,

señalando que la autoridad cuestionada se extralimitó en el ejercicio de sus

funciones e inobservó la normativa que establece que los tribunales en todas las

resoluciones observarán obligadamente el principio de que la Constitución Política

de la República de Guatemala prevalece sobre cualquier ley o tratado, puesto que

la existencia de un Estado de Derecho se manifiesta en plenitud en la observancia

del debido proceso. En el presente caso, al dictar la resolución reclamada se

generó inseguridad jurídica, violando los derechos de defensa y de la acción

penal pública, contrariando lo establecido en el artículo 11 Bis del Código

Procesal Penal, al no emitirse una debida fundamentación. B) La Procuraduría

General de la Nación –amparista– apeló, reiterando lo expresado en el escrito


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inicial de amparo. Agregó que el Tribunal de Amparo de primer grado indicó que

la autoridad recurrida ha actuado dentro de las funciones que la ley y la

Constitución Política de la República de Guatemala le otorgan, sin realizar el

debido razonamiento de cada uno de los amparos planteados.

IV. ALEGATOS EN EL DÍA DE LA VISTA

A) La Superintendencia de Administración Tributaria, amparista, indicó que

reiteraba los argumentos vertidos en el recurso de apelación. Solicitó que se

declare con lugar el recurso de apelación que promovió, se revoque la sentencia

impugnada y se otorgue el amparo. B) La Procuraduría General de la Nación,

postulante, reiteró lo argumentado al apelar. Solicitó que se declare con lugar el

recurso de apelación que instó y se revoque la sentencia venida en grado,

otorgando los amparos solicitados. C) José Manuel Quinto Martínez, tercero

interesado, expuso que la sentencia recurrida está apegada a Derecho, pues es

procedente que su defendido Víctor Manuel Rodríguez Arita goce de libertad por

medio de las medidas sustitutivas otorgadas mediante el acto reclamado,

conforme con los artículos 2º, 4º y 26 de la Constitución Política de la República

de Guatemala, porque es deber del Estado garantizarle a los habitantes de la

República, entre otros derechos fundamentales, la libertad y la libre locomoción

para permanecer y transitar en el territorio nacional; los numerales 2.1, 2.2 y 2.3

de la resolución 45/110 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de

catorce de diciembre de mil novecientos noventa, que contiene las Reglas

Mínimas de las Naciones Unidas (Reglas de Tokio); el principio número tres de la

resolución 43/173 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de nueve de

diciembre de mil novecientos noventa y ocho, que contiene el Conjunto de

Principios para la protección de todas las personas sometidas a cualquier forma


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de detención o prisión; los artículos 7, numerales 1, 3 y 5, y 24 de la Convención

Americana sobre Derechos Humanos, los artículos 9 numerales 1 y 3 del Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 21 del Código Procesal Penal.

Solicitó que se emita la sentencia que en Derecho corresponde, en la que se

declaren sin lugar los recursos de apelación planteados y, como consecuencia, se

confirme en su totalidad el fallo de primer grado. D) Víctor Manuel Rodríguez

Arita, tercero interesado, expresó: a) la sentencia apelada está apegada a

Derecho, toda vez que quedaron probadas cada una de las circunstancias

descritas en la fundamentación de hecho que la sustenta, concluyéndose que la

autoridad cuestionada no ocasionó los agravios señalados por el Ministerio

Público, la Superintendencia de Administración Tributaria y el Estado de

Guatemala, a través de la Procuraduría General de la Nación, en cada uno de sus

escritos iniciales de amparo; b) conforme al fallo de treinta de septiembre de dos

mil veinte, dictado dentro del recurso de apelación especial tramitado en el

expediente número único 02046-2017-00127, que obra en autos, quedó probado

que fue absuelto en segunda instancia dentro de la jurisdicción ordinaria, por la

hoy autoridad refutada, no teniendo sentido limitarle su derecho de libertad en

atención al derecho de igualdad, pues es él, el único que se encuentra bajo

prisión preventiva de los sindicados en este proceso penal. En ese sentido, se

evidencia que después de finalizadas las dos instancias que establece el artículo

211 de la Constitución Política de la República de Guatemala, únicamente quedó

condenado por el delito de Asociación ilícita, por el cual se le impuso la pena de

prisión de seis años inconmutables, de los cuales ya estuvo privado de libertad

por más de tres años, por lo que de conformidad con el artículo 268 numerales 2 y

3 del Código Procesal Penal, es procedente la cesación de la prisión preventiva;


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c) asimismo, que quedó probado que la autoridad cuestionada analizó los motivos

por los cuales era viable otorgarle las medidas sustitutivas, resultando notorio que

los argumentos de cada uno de los amparistas van encaminados a que se revise

el acto reprochado, lo cual no es procedente, en virtud que el amparo no es una

instancia revisora de lo resuelto en la jurisdicción ordinaria, por lo que acceder a

ello implicaría desvirtuar su naturaleza, ya que como se ha reiterado en varios

fallos, se enjuicia el acto reclamado, pero no se puede entrar a valorar o estimar

las proposiciones de fondo, porque de conformidad con el artículo 203

constitucional, esa atribución corresponde con exclusividad a los tribunales de

justicia ordinarios, por lo tanto acoger la pretensión de los amparistas sería

sustituir al juez del proceso en la función que legalmente tiene atribuida, lo que no

es procedente, salvo violación constitucional, la cual no se da en el presente caso;

d) del análisis de las actuaciones se establece que no existe violación a derechos

y garantías constitucionales que afecten a las entidades postulantes, en virtud que

la Sala objetada actuó conforme a las facultades legales que le confiere el artículo

409 del Código Procesal Penal; e) la jurisdicción constitucional no debe interferir o

entrometerse en la jurisdicción ordinaria, pues de lo contrario se crearía una

tercera instancia revisora de lo actuado en esta última, con ello pretender que por

la vía del amparo se sustituya el criterio judicial emitido en el acto reclamado por

la autoridad impugnada, equivaldría a invadir la esfera de las facultades legales

que le han sido conferidas por disposición de los artículos 11, 11 Bis y 409 del

Código citado, pues al haber determinado que no existe peligro de fuga de su

parte y con base al derecho de igualdad ante la ley, declaró con lugar el recurso

de apelación interpuesto, revocó el auto apelado de primer grado y le otorgó las

medidas sustitutivas; y f) las acciones constitucionales son improcedentes, porque


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el acto reclamado constituye una decisión judicial carente de carácter definitivo,

dado que aún se encuentra en trámite el proceso penal, existiendo todavía

diferentes mecanismos legales para provocar, conforme al artículo 276 del Código

Procesal Penal, que se revoquen o reformen las medidas sustitutivas. Por tal

motivo, al momento de dictarse sentencia, deben calificarse los hechos que

sustentan los argumentos de los postulantes, para que de conformidad con los

artículos 19 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad y

26 del Acuerdo 1-2013 de la Corte de Constitucionalidad, se suspenda en

definitiva el trámite del amparo por carecer el acto reclamado de carácter

definitivo. Solicitó que se declaren sin lugar los recursos de apelación planteados

y, como consecuencia, se confirme en su totalidad el fallo de primer grado. E) El

Ministerio Público, por medio de la Fiscalía de Asuntos Constitucionales,

Amparos y Exhibición Personal, señaló que no comparte el criterio sustentado

en la sentencia de amparo de primer grado, por las razones siguientes: a) la

denegatoria del amparo, le deja en estado de indefensión, pues la Sala de la

Corte de Apelaciones sustentó su decisión en un recurso inidóneo, por cuanto la

resolución que declaró sin lugar la revisión de la medida de coerción a favor del

procesado Víctor Manuel Rodríguez Arita no era susceptible de ser impugnada

por medio del recurso de apelación, al no estar contenida dentro de los supuestos

que regula el numeral 9 del artículo 404 del Código Procesal Penal, dado que

dicha decisión no impuso o modificó medida sustitutiva alguna a la otorgada

después de ligar a proceso al sindicado, de ahí que dicha autoridad se extralimitó

en el ejercicio de sus atribuciones al conocer el medio de impugnación referido.

Por tal razón, se transgredió el principio de imperatividad al violar las formas del

debido proceso, así como el principio de legalidad; b) tampoco resulta idóneo el


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recurso de apelación para impugnar la decisión desestimatoria de la pretensión de

revisión de las medidas de coerción impuestas, dado que en esa resolución no se

denegó o restringió la libertad del procesado, lo que se verificó con la solicitud

instada era si habían variado las circunstancias primitivas que originaron la

imposición de la medida de coerción, por lo que, al no verificarse ese

presupuesto, no existió decisión que tuviera como efecto la denegatoria o

restricción de libertad; c) debe tomarse en cuenta que las medidas de coerción

personal impuestas pueden ser revisadas en cualquier momento y fase del

proceso, siempre y cuando se hayan modificado las circunstancias primitivas que

originaron su imposición; d) conforme a lo dispuesto por el Código Procesal Penal

y en atención a la doctrina legal sentada por la Corte de Constitucionalidad,

resulta procedente el amparo cuando la autoridad impugnada conoce y resuelve

un medio de impugnación que es inidóneo, violando con ello los principios

jurídicos de legalidad y del debido proceso; y e) por lo anterior, existe un agravio

que reparar, toda vez que la autoridad judicial se excedió del ámbito de las

atribuciones que legalmente tiene asignadas, en perjuicio de las funciones que le

corresponden al Ministerio Público, según el contenido del artículo 251 de la

Constitución Política de la República de Guatemala, variando las formas del

proceso en contravención a los principios de imperatividad y del debido proceso

establecidos en los artículos 12 constitucional, 3 y 20 del Código Procesal Penal.

Solicitó que se declaren con lugar los recursos de apelación y, en consecuencia,

se revoque la sentencia de primer grado, otorgando los amparos.

V. AUTO PARA MEJOR FALLAR

Derivado de lo resuelto, en auto de dieciocho de noviembre de dos mil veintiuno,

dictado por este Tribunal, la Corte Suprema de Justicia, Cámara Penal: a)


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remitió copia certificada de: i) sentencia de veintiocho de noviembre de dos mil

diecinueve, dictada por el Tribunal de Sentencia Penal en Materia Tributaria y

Aduanera, mediante la cual Víctor Manuel Rodríguez Arita fue condenado por los

delitos de Asociación ilícita y Lavado de dinero u otros activos, por los cuales se le

impuso las penas de seis y siete años y seis meses de prisión inconmutables y se

le absolvió del delito de Contrabando aduanero en forma continuada; ii) sentencia

de treinta de septiembre de dos mil veinte, emitida por la Sala de la Corte de

Apelaciones del ramo Penal en Materia Tributaria y Aduanera, mediante la cual se

acogió el recurso de apelación especial, por los motivos de fondo tercero y cuarto,

promovidos por el referido procesado, como consecuencia, lo absolvió del delito

de Lavado de dinero u otros activos; ambas fallos proferidos dentro del

expediente con número único 020406-2017-00127; iii) recursos de casación

planteados por la Superintendencia de Administración Tributaria, Víctor Manuel

Rodríguez Arita y la Procuraduría General de la Nación, dentro de los expedientes

números 01004-2021-00104, 01004-2021-00112 y 01004-2021-00123,

respectivamente, los cuales, según resolución de diecisiete de marzo de dos mil

veintiuno, fueron admitidos para su trámite y conexados, siendo esta la última

actuación que aparece, estando pendiente de dictarse sentencia; y iv) audio que

contiene la audiencia de revisión de medidas de coerción, celebrada el tres de

diciembre de dos mil diecinueve, solicitada por el procesado Víctor Manuel

Rodríguez Arita; y b) informó respecto de la situación jurídica del procesado que

este “se encuentra en prisión preventiva prórroga de libertad (sic) que se solicitó

el tres de septiembre de dos mil veintiuno venciéndola misma el dos de mayo de

dos mil veintidós la cual se encuentra en firmas”.

CONSIDERANDO
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-I-

De conformidad con la facultad prevista en el artículo 43 de la Ley de

Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, esta Corte se separa de la

doctrina legal sentada en anteriores oportunidades y concluye que la declaratoria

sin lugar de la solicitud de revisión de la medida de coerción personal consistente

en prisión preventiva es susceptible de ser impugnada por medio del recurso de

apelación, de conformidad con lo regulado en el inciso 10 del artículo 404 del

Código Procesal Penal.

De esa cuenta, se establece que no existe vulneración constitucional

alguna cuando la autoridad reprochada, al acoger el recurso de apelación

interpuesto por el procesado y otorgarle medidas sustitutivas, cumplió con emitir

una resolución debidamente motivada y fundamentada, con lo que actuó en el

ejercicio de sus facultades.

-II-

En el presente asunto, el Ministerio Público, por medio de la Fiscalía de

Delitos Económicos, la Superintendencia de Administración Tributaria y la

Procuraduría General de la Nación acudieron en amparo contra la Sala de la

Corte de Apelaciones del ramo Penal en Materia Tributaria y Aduanera,

señalando como acto reclamado la resolución que declaró con lugar el recurso de

apelación promovido por Víctor Manuel Rodríguez Arita contra el auto por el que

el Juez Pluripersonal de Primera Instancia Penal en Materia Tributaria y Aduanera

del departamento de Guatemala había declarado sin lugar la revisión de medida

de coerción de prisión preventiva y, como consecuencia, revocó la resolución

recurrida y le otorgó medidas sustitutivas, dentro del proceso penal que se tramita

en su contra y de otras personas por los delitos de Contrabando aduanero,


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Asociación ilícita y Lavado de dinero u otros activos.

Las entidades amparistas aducen que con la emisión del acto reclamado,

se trasgredieron los derechos y principios jurídicos enunciados por los motivos

expuestos en el apartado de Antecedentes de la presente sentencia.

El Tribunal de Amparo de primer grado consideró que la autoridad

cuestionada fundamentó debidamente el acto reclamado, actuando sin ocasionar

agravio; además, al haber sido, en alzada, absuelto el procesado del delito de

Lavado de dinero u otros activos, no tiene sentido limitarle la libertad conforme al

derecho de igualdad, del principio favor libertatis y por no existir peligro de fuga.

-III-

Para una mejor compresión del caso sometido a conocimiento de la justicia

constitucional y por la forma en la que se resuelve el presente asunto, es

pertinente poner de manifiesto los siguientes aspectos relevantes:

1) En su oportunidad, se dictó auto de procesamiento contra Víctor Manuel

Rodríguez Arita por los delitos de Contrabando aduanero, Asociación ilícita y

Lavado de dinero u otros activos; asimismo, se dictó auto de prisión preventiva.

2) Posteriormente ante el Juez Pluripersonal de Primera Instancia Penal en

Materia Tributaria y Aduanera del departamento de Guatemala, el referido

sindicado solicitó la revisión de la medida de coerción de prisión preventiva, la

cual fue declarada sin lugar.

3) Contra ese pronunciamiento, el imputado interpuso recurso de apelación,

que la Sala de la Corte de Apelaciones del ramo Penal en Materia Tributaria y

Aduanera –autoridad cuestionada–, por medio de la resolución que constituye el

acto reclamado, declaró con lugar y, como consecuencia, revocó la resolución

recurrida y le otorgó como medidas sustitutivas una caución económica de ciento


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veinticinco mil quetzales, arresto domiciliario, la obligación de presentarse cada

quince días al Juzgado de Paz o al Ministerio Público, la prohibición de salir del

país sin autorización judicial y la garantía constituida mediante declaración jurada

por Lidia Liseth Guzmán Arita, que fue propuesta por el sindicado; para el efecto,

la autoridad reprochada consideró: “… Al realizar el análisis del recurso de

apelación y del auto apelado, se establece que la juzgadora, dentro de sus

argumentos para resolver sobre la medida de coerción, hizo mención de algunos

de los documentos que fueron aportados para acreditar el arraigo del procesado,

pero estimó que no han variado las circunstancias primitivas que la motivaron a

considerar que existe peligro de fuga. Hizo especial referencia como elemento

nuevo aportado por la defensa, a una declaración que bajo juramento hizo el

procesado, en el que se compromete a presentarse cuantas veces sea necesario

para enfrentar el proceso penal, la cual no consideró suficiente para modificar la

medida de coerción, por lo que declaró sin lugar la petición. Este Tribunal estima

necesario examinar si aún existen los motivos racionales suficientes como lo

impone la norma constitucional (aspecto que la juzgadora no consideró) y si han

variado las circunstancias primitivas según lo determina la norma ordinaria, y al

respecto se establece que dentro de la carpeta judicial que corresponde al

proceso penal de marras, fueron ligados al proceso veinticuatro personas,

incluyendo dentro de ellas al recurrente Víctor Manuel Rodríguez Arita, quien fue

ligado a proceso por los delitos de contrabando aduanero en forma continuada,

lavado de dinero u otros activos y asociación ilícita. El resto de imputados fueron

ligados a proceso mediante auto dictado el cinco de marzo de dos mil dieciocho y

un día después a todos se les dictó auto de prisión preventiva. Posteriormente, el

catorce de junio de ese mismo año, en audiencia de revisión de medida de


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coerción, se revocó la prisión preventiva a los veintitrés imputados, sustituyéndola

por una caución económica de ciento veinticinco mil quetzales cada uno, así

como arresto domiciliario, la obligación de presentarse cada quince días al

juzgado de paz o a la fiscalía del Ministerio Público más cercana al lugar de sus

residencias y la prohibición de salir del país sin autorización judicial. En el caso

del procesado Rodríguez Arita, apelante, este fue aprehendido y puesto a

disposición del Juzgado de Primera Instancia Penal en materia Tributaria y

Aduanera el trece de julio de dos mil dieciocho, habiendo sido ligado a proceso y

sometido a la medida de coerción de prisión preventiva el veintinueve de agosto

del mismo año. En la audiencia de revisión de medida de coerción, la cual se

emitió la resolución que es objeto de apelación, según se pudo constatar al

escuchar el audio, la juzgadora no indicó la razón por la cual al referido imputado

le dio un trato diferente que, al resto de procesados, siendo ese uno de los

agravios que alegó la defensa. La a quo indicó que hay elementos serios para

abrir a debate oral y público; señaló que no habían variado las circunstancias

primitivas y persistía el peligro de fuga; cuestionó por qué inscribieron el aviso de

la identidad de persona hasta después de que se ligó a proceso y que al momento

de su aprehensión se encontró un documento de identificación oficial extendido

en Honduras; por esas razones no accedió a otorgar otra medida. De las

anteriores acotaciones y las constancias procesales, esta Sala estima que en el

presente caso se ha violado el derecho de igualdad como alega el recurrente en

parte de sus agravios, ya que no se advierten motivos racionales suficientes para

darle un trato diferente que al resto de imputados, pues siendo que todos fueron

ligados por asociación ilícita, no se encuentra justificación para que solo uno de

ellos no goce de otra medida de coerción distinta a la prisión preventiva, ni la


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juzgadora hizo la distinción al resolver sobre las motivaciones por las cuales a él

no lo benefició como al resto de procesados. En cuanto al peligro de fuga, nótese

que el apelante fue aprehendido más de cuatro meses después que los otros

veintitrés imputados y en la circunscripción municipal en donde acreditó que tiene

su arraigo, el departamento de Chiquimula, por lo que pudo haberse dado a la

fuga con anterioridad al estar enterado que los demás procesados habían sido

aprehendidos. En ese orden de ideas, estimamos que en respeto al derecho de

igualdad y en aplicación del principio de favor libertatis, es procedente privilegiar

el derecho a la libertad del imputado como lo establece la norma constitucional,

dado que el peligro de fuga inferido por la juzgadora es subjetivo, lo cual se

deduce al no constar elementos de investigación objetivos que evidencien esa

condición procesal. Asimismo, se estima que la misma norma adjetiva penal

(artículo 264) ordena que puede ser razonablemente evitado el peligro de fuga por

aplicación de otras medidas menos graves, tales como las que fueron impuestas

a los otros veintitrés imputados. En el presente caso, también se advierte que el

procesado propone como su garante a la persona con la que actualmente convive

y con quien ha procreado un hijo, lo cual es de considerarse a su favor en cuanto

a la disposición que tiene de someterse al trámite del proceso hasta su

finalización, pues se impone de otra carga o responsabilidad diferente para asumir

el proceso penal, y no perjudicar a su garante. Por las razones expuestas, se

arriba a la conclusión que debe declararse con lugar el recurso de apelación

interpuesto y como consecuencia, debe revocarse la medida de prisión preventiva

y en su lugar, se impondrán las que se mencionaron en los párrafos precedentes,

lo cual se detallará en la parte resolutiva, debiendo recobrar su libertad al cumplir

con las condiciones correspondientes, las cuales deberán acreditarse ante el juez
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de primera instancia”.

-IV-

Como cuestión inicial, es pertinente analizar el argumento expuesto por el

tercero interesado Víctor Manuel Rodríguez Arita, respecto a que el acto

reclamado no es un acto definitivo, por lo que los amparos incumplen con el

presupuesto procesal de definitividad. Al respecto, se establece que en el acto

señalado como agraviante, se declaró con lugar el recurso de apelación

promovido por Víctor Manuel Rodríguez Arita contra el auto por el que el Juez

Pluripersonal de Primera Instancia Penal en Materia Tributaria y Aduanera del

departamento de Guatemala había declarado sin lugar la revisión de medida de

coerción de prisión preventiva y, como consecuencia, revocó la resolución

recurrida y le otorgó medidas sustitutivas. De esa cuenta, se establece que contra

esa decisión no era viable agotar ningún medio de impugnación en la jurisdicción

ordinaria; de ahí que el acto reclamado tiene carácter definitivo para efectos de

amparo, por lo que es procedente analizar el fondo del asunto.

Superado lo anterior, al efectuar el análisis legal correspondiente, debe

señalarse que contra la resolución que declara sin lugar la revisión de la medida

de coerción consistente en prisión preventiva esta Corte ha sostenido que no

procede el recurso de apelación porque de conformidad con el artículo 404 del

Código Procesal Penal: “Son apelables los autos dictados por los jueces de

primera instancia que resuelvan: (…) 9) Los que declaren la prisión o imposición

de medidas sustitutivas y sus modificaciones…”, de ahí que dicha norma hace

referencia a tres supuestos en los que es viable hacer uso de la apelación, siendo

estos: a) el auto que declara la prisión preventiva, b) la resolución que otorga

medidas sustitutivas y c) el auto que modifica la imposición de medidas


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sustitutivas; de esa cuenta, se ha sostenido que la resolución que declara “sin

lugar” la revisión de la medida no corresponde a ninguno de los supuestos

indicados y, por ende, no es susceptible de impugnarse a través de ese medio

recursivo.

En concordancia con lo anterior, esta Corte ha considerado que la

resolución que declara sin lugar la revisión de la medida de coerción consistente

en prisión preventiva tampoco podría ser apelable de conformidad con lo

preceptuado en el inciso 10) del artículo 404 ibidem, pues en ella no se denegó o

restringió la libertad, ya que lo que se verificó con la solicitud instada era si habían

variado las circunstancias primitivas que originaron la imposición de la medida de

coerción, por lo que al no verificarse ese presupuesto, no existió decisión que

tuviera como efecto la denegatoria o restricción de libertad. [Doctrina legal

contenida, entre otras, en sentencias de veintinueve de enero y catorce de junio,

ambas de dos mil dieciocho, quince de febrero de dos mil diecisiete, tres de julio

de dos mil catorce, catorce de mayo de dos mil quince y tres de julio de dos mil

catorce, emitidas dentro de los expedientes 977-2017, 3760-2017, 1717-2016,

3197-2014, 4770-2014 y 4257-2013, respectivamente].

No obstante lo anterior, esta Corte, al efectuar un nuevo estudio del asunto,

estima necesario separarse del criterio aludido, con fundamento en las

consideraciones que se desarrollan a continuación.

La libertad de la persona constituye uno de los derechos fundamentales de

mayor trascendencia en la esfera jurídica del ser humano, pues únicamente a

partir de su goce real y efectivo, es posible el ejercicio y desarrollo de los demás

derechos en la vida social. En ese sentido, dada su importancia, este derecho ha

sido objeto de protección por medio de diferentes cuerpos internacionales, entre


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los que cabe destacar el artículo 3 de la Declaración Universal de Derechos

Humanos que establece: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a

la seguridad de su persona”; de manera más específica, el artículo 7 de la

Convención Americana Sobre Derechos Humanos preceptúa: “1. Toda persona

tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales. 2. Nadie puede ser privado

de su libertad física, salvo por las causas y en las condiciones fijadas de

antemano por las Constituciones Políticas de los Estados Partes o por las leyes

dictadas conforme a ellas. 3. Nadie puede ser sometido a detención o

encarcelamiento arbitrarios…”.

En el ámbito nacional, el artículo 2º de la Constitución Política de la

República de Guatemala prevé que es deber del Estado garantizar a los

habitantes de la República, entre otros, la libertad. Debe considerarse que ante la

amplitud del concepto “libertad” que enuncia la Constitución, este necesariamente

comprende el derecho a la libertad personal que deben gozar todos los individuos.

Así, como limitación a este derecho fundamental, se encuentra la medida de

coerción personal consistente en prisión preventiva que puede emitirse en el

desarrollo de un proceso penal.

La prisión preventiva se encuentra regulada en los artículos 13

constitucional y 259 del Código Procesal Penal, los cuales reconocen, en

similares términos, la posibilidad de que el juez ordene su imposición cuando: a)

medie información sobre la existencia de un hecho punible (delito); y b) que

concurran motivos racionales suficientes para creer que el imputado lo ha

cometido o participado en él.

Así, la Constitución al mismo tiempo reconoce y garantiza el derecho a la

libertad personal, pero también establece la posibilidad de restringirlo por causas


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específicas, como en el caso de la prisión preventiva.

En ese orden de ideas, esta Corte ha sostenido que de la correcta

intelección de las normas constitucionales se desprende que, para garantizar el

derecho a la presunción de inocencia, del que se deriva la exigencia de un trato al

imputado que responda a dicha presunción durante el desarrollo del proceso

penal, cualquier medida que restrinja o limite su libertad o el ejercicio de sus

derechos debe ser entendida, en todo caso, con carácter excepcional y adoptada

cuando sea absolutamente imprescindible. Así, el propio Código Procesal Penal,

en desarrollo de las normas constitucionales, dispone en su artículo 259, segundo

párrafo, que: “La libertad no debe restringirse sino en los límites absolutamente

indispensables para asegurar la presencia del imputado durante el proceso”, esto

en consonancia con lo previsto en el artículo 14 del mismo cuerpo normativo que

regula: “…Las disposiciones de esta ley que restringen la libertad del imputado o

que limitan el ejercicio de sus facultades serán interpretadas restrictivamente; en

esta materia, la interpretación extensiva y la analogía quedan prohibidas, mientras

no favorezcan la libertad o el ejercicio de sus facultades. Las únicas medidas de

coerción posibles contra el imputado son las que éste Código autoriza, tendrán

carácter de excepcionales y serán proporcionales a la pena o medida de

seguridad y corrección que se espera del procedimiento, con estricta sujeción a

las disposiciones pertinentes…”.

De esa cuenta, es evidente que el auto de prisión a que alude el artículo 13

constitucional, en observancia del derecho a la presunción de inocencia

reconocido en el artículo 14 del mismo texto supremo, no tiene otro carácter que

el de una mera medida cautelar, es decir, un instrumento aplicable para el solo

efecto de asegurar el resultado satisfactorio del proceso, pues, por un lado,


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garantiza la comparecencia del sindicado a todas las fases del procedimiento y,

por el otro, impide que este asuma conductas que puedan obstruir la acción de la

justicia.

Conforme a lo expuesto, la prisión preventiva despliega la misma

naturaleza que las providencias precautorias, aunque, por su especial afectación

a derechos fundamentales, su regulación se ha elevado a rango constitucional,

siendo la legislación ordinaria la que, en desarrollo del precepto supremo,

establece los supuestos y condiciones en que puede ser decretada y el control

superior a que está sometida (artículo 404, incisos 9 y 10, del Código Procesal

Penal), así como el carácter provisional y siempre revocable –incluso de oficio–

de su utilización, todo ello en armonía con su naturaleza meramente instrumental

y asegurativa (artículos 276 y 277 del mismo cuerpo legal).

En tal sentido, la prisión preventiva, como antes se indicó, atiende a la

inevitable y necesaria restricción de la libertad personal del imputado para

asegurar el éxito del proceso, deviniendo en una medida de coerción que debe

ser utilizada excepcionalmente, no sin antes constatar que concurran los

supuestos que determina el orden jurídico. Así, destaca el artículo 13

constitucional el cual indica que únicamente es posible decretar auto de prisión si

precede información sobre la comisión de un delito y siempre que existan motivos

racionales suficientes para creer que el detenido lo ha cometido o ha participado

en su realización. La norma constitucional es complementada por la legislación

ordinaria, especificando el artículo 259 del Código Procesal Penal que, además

de lo anterior, es necesario, previo a emitir el auto respectivo, oír al sindicado para

así garantizar su derecho de defensa, debiendo además el juez verificar que en el

caso concreto existe peligro de fuga (artículo 262) o peligro de obstaculización


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para la averiguación de la verdad (artículo 263). El Código Procesal Penal, en las

normas citadas, regula un conjunto de circunstancias que el tribunal deberá tomar

en cuenta para determinar si las mismas revelan o no la existencia de peligro de

fuga o de obstaculización para la averiguación de la verdad, supuestos concretos

que hacen viable la utilización de la prisión preventiva, pues, de no existir alguno

de estos, nada habrá que ponga en riesgo previsible el éxito del proceso y, por

ende, ningún sentido ni objeto tendrá la utilización de la aludida medida de

coerción.

Como se aprecia, la Constitución y, supeditada a esta, la legislación

ordinaria, determinan el carácter precautorio de la prisión preventiva, haciendo

relación de las características propias de una medida de tal naturaleza, entre las

que destaca el requisito de necesidad, pues únicamente será aplicada cuando las

circunstancias específicas tornen indispensable su utilización, derivado del riesgo

que supone para el proceso la posible incomparecencia del imputado o la acción

obstaculizadora que pueda emprender.

Asimismo, destaca que se trata de una medida excepcional, en el sentido

de que la Constitución privilegia siempre la libertad del imputado, lo que se

traduce en que, de ser factible el aseguramiento de los resultados del proceso

mediante otros instrumentos menos gravosos para aquél, son estos los que

deben ser aplicados, situación que incide en la naturaleza subsidiaria de la

prisión, debiendo ser aplicada como una herramienta de ultima ratio, por los

efectos que produce. De esa cuenta, el ordenamiento procesal penal regula

determinadas medidas sustitutivas de la prisión preventiva, disponiendo en los

artículos 264 y 264 Bis del Código de mérito que estas habrán de ser aplicadas

siempre que el peligro de fuga o de obstaculización para la averiguación de la


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verdad pueda ser razonablemente evitado por su medio. Es así como se

comprenden, entre otras, el arresto domiciliario, ciertas prohibiciones al imputado

y la caución económica, medidas que, no obstante tener afectación en otros

derechos del imputado, tienden a asegurar, por igual, el resultado del proceso.

Cabe añadir que tal regulación resulta acorde con el artículo 9.3 del Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos que establece: “La prisión preventiva

de las personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla general, pero su

libertad podrá estar subordinada a garantías que aseguren la comparecencia del

acusado en el acto del juicio, o en cualquier momento de las diligencias

procesales y, en su caso, para la ejecución del fallo”. En similar sentido se ha

pronunciado este Tribunal en las sentencias de ocho de febrero de dos mil once y

veintiuno de mayo de dos mil quince, emitidas dentro de los expedientes 1994-

2009 y 23-2011, respectivamente.

Así las cosas, es pertinente señalar que el artículo 276 del Código Procesal

Penal regula: “El auto que imponga una medida de coerción o la rechace es

revocable o reformable, aun de oficio”. Por su parte, el artículo 277 de la ley

ibídem regula la posibilidad de revisión de la medida de coerción personal

impuesta al procesado, a petición de algunos de los sujetos que participan en el

proceso, en los siguientes términos: “El imputado y su defensor podrán provocar

el examen de la prisión y de la internación, o de cualquier otra medida de coerción

personal que hubiere sido impuesta, en cualquier momento del procedimiento,

siempre que hubieren variado las circunstancias primitivas. El examen se

producirá en audiencia oral, a la cual serán citados todos los intervinientes. El

tribunal decidirá inmediatamente en presencia de los que concurran. Se podrá

interrumpir la audiencia o la decisión por un lapso breve, con el fin de practicar


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una averiguación sumaria”. Es decir que esta norma faculta a que el procesado o

su defensor puedan solicitar la revisión de la medida de prisión preventiva (o

cualquier otra medida de coerción personal que haya sido impuesta) siempre que

hubieren variado las circunstancias primitivas que le dieron origen, cuyo examen

se realiza en audiencia oral a la cual serán citadas todas las partes, precisando tal

disposición que, en todo caso, el tribunal decidirá inmediatamente en presencia

de los sujetos que concurran a la audiencia señalada, con lo cual se vislumbra

que la ley procesal penal pretende, dada la importancia del derecho a la libertad,

que la medida de prisión preventiva (entre otras) pueda ser revisada por medio de

un mecanismo ágil, rápido y sencillo que permita verificar si han variado o no las

circunstancias primitivas que hicieron necesaria aquella medida y, por ende, si es

procedente mantenerla o sustituirla por otra u otras menos gravosas siempre que

los peligros de fuga y de obstaculización para la averiguación de la verdad

puedan ser razonablemente evitados, esto en congruencia con el carácter

excepcional y subsidiario de la prisión preventiva. En este punto, cabe reflexionar

acerca de que toda revisión de la medida de coerción consistente en prisión

preventiva tiene como finalidad que esta sea sustituida por otra u otras menos

gravosas, a efecto de que el procesado recupere su libertad personal.

Por otra parte, es preciso señalar que la labor de interpretación y aplicación

de las normas relativas a la admisibilidad, trámite y resolución de las

impugnaciones debe ser guiada por el principio pro persona, cuyo fin último es

lograr la máxima eficacia de los derechos y libertades. De esa cuenta, como pauta

interpretativa derivada de aquel principio general, el principio pro actione

demanda que la normativa procesal en materia recursiva, en su aplicación e

interpretación, tienda a viabilizar el acceso a los mecanismos de control de las


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decisiones judiciales, tal como lo exige, además, el derecho a recurrir. En materia

penal, además de los apuntados, la interpretación normativa debe regirse por el

principio favor libertatis, que implica la aplicación restrictiva de las normas que

limiten la libertad, como expresamente lo establece el segundo párrafo del artículo

14 del Código Procesal Penal: “…Las disposiciones de esta ley que restringen la

libertad del imputado o que limitan el ejercicio de sus facultades serán

interpretadas restrictivamente; en esta materia, la interpretación extensiva y la

analogía quedan prohibidas, mientras no favorezcan la libertad o el ejercicio de

sus facultades…”.

Partiendo de las anteriores premisas, es procedente analizar el inciso 10)

del artículo 404 de ley ibídem que preceptúa: “Son apelables los autos dictados

por los jueces de primera instancia que resuelvan: (…) 10) Los que denieguen o

restrinjan la libertad…”; de ahí que este precepto regula que son apelables los

autos que conlleven la denegación o restricción del derecho a la libertad personal.

En este particular caso, importa indagar sobre el significado del término “denegar”

que aparece en la norma citada.

Para el efecto, es preciso señalar que la interpretación de esta disposición

legal, a tenor de lo dispuesto en el artículo 10 de la Ley del Organismo Judicial

(cuyo contenido es acorde y aceptado tanto por la doctrina del Derecho como por

la jurisprudencia de esta Corte), debe hacerse conforme a su texto, según el

sentido propio de sus palabras, a su contexto y de acuerdo con las disposiciones

constitucionales. En ese sentido, al analizar la norma objeto de estudio cabe

advertir que la declaratoria sin lugar de la solicitud de revisión de la medida de

coerción consistente en prisión preventiva podría encuadrar en un auto que

“deniega” la libertad; no obstante, para determinar si esta apreciación deviene o


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no acertada habrá que atenerse, por disposición del artículo 11 de la ley ibídem,

al contenido del término “denegar”, que gramaticalmente significa: “No conceder

lo que se pide o solicita” (Real Academia Española: Diccionario de la lengua

española, 23.ª ed., [versión 23.5 en línea]. <https://dle.rae.es>); asimismo, es

preciso traer a cuenta que el Diccionario panhispánico de dudas indica que

“denegar” significa: “En su sentido propio, ‘rechazar o no conceder [algo que se

pide]’, es transitivo: «El juez de primera instancia deniega nuevamente la libertad

provisional pedida por la defensa» (Hoy [Chile] 14-20.7.97)”.

En ese orden de ideas, vale resaltar que, precisamente, la declaratoria sin

lugar de la revisión de la medida de coerción consistente en prisión preventiva

conlleva mantener privado de libertad al procesado y que siendo la pretensión de

esa solicitud obtener la libertad individual, esta es denegada, al momento en el

que el juzgador decide declarar sin lugar la petición de la mencionada revisión de

la medida de coerción.

Debe considerarse que la autoridad judicial, de conformidad con el artículo

277 del Código Procesal Penal, después de escuchar las argumentaciones de las

partes que concurran a la audiencia de revisión de la medida de coerción personal

aludida, deberá verificar si han variado o no las circunstancias primitivas que

originaron la prisión preventiva y, posteriormente, decidir si es viable o no el

otorgamiento de alguna de las medidas sustitutivas previstas en la ley; en todo

caso, de acceder a la revisión y otorgar medidas sustitutivas, tal resolución será

susceptible de ser impugnada, pero no con base en el inciso 10 del artículo 404

del Código Procesal Penal, sino de acuerdo a lo regulado en el inciso 9 que

establece: “Son apelables los autos dictados por los jueces de primera instancia

que resuelvan: (…) 9) Los que declaren la prisión o imposición de medidas


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sustitutivas y sus modificaciones…”. Por ello, es evidente que el diseño del

procedimiento establecido en el Código Procesal Penal tiende a que toda

resolución que incida en la libertad de la persona pueda ser revisada por un

tribunal superior, por medio de los distintos supuestos que habilitan el recurso de

apelación, siendo necesario, en este caso, por la relevancia del derecho a la

libertad personal y en atención al principio de igualdad, que en ambos escenarios

(cuando se declare con o sin lugar la revisión de la prisión preventiva) tal decisión

pueda ser revisada en alzada, estableciendo si, efectivamente, han variado o no

las circunstancias primitivas y, en su caso, si es procedente el otorgamiento o

confirmación de las medidas sustitutivas.

Así las cosas, se advierte que al referirse el numeral 10 del artículo 404

citado que son apelables los autos que “…denieguen (…) la libertad…”, dentro de

estos, necesariamente, se encuentra el que no accede a la revisión de la medida

de prisión preventiva, ya que tal resolución lleva inmersa una denegación a la

libertad personal pretendida, la cual es una decisión que, dada su trascendencia,

amerita ser revisada en alzada, a efecto de que un órgano superior se asegure

que, en el caso concreto, es pertinente o no mantener la medida excepcional de

prisión preventiva.

Finalmente, es preciso señalar que las consideraciones desarrolladas en

párrafos precedentes son acordes a los estándares internacionales en materia de

derechos humanos, en particular con las previsiones de la Convención Americana

sobre Derechos Humanos respecto a la protección del derecho a la libertad

personal y de la garantía a un recurso sencillo y rápido que ampare actos que

violen derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la propia

Convención. En ese sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha


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precisado las características que debe tener una medida de detención o prisión

preventiva para ajustarse a las disposiciones de la Convención Americana sobre

Derechos Humanos en los siguientes términos: “a) Es una medida cautelar y no

punitiva: debe estar dirigida a lograr fines legítimos y razonablemente

relacionados con el proceso penal en curso. No puede convertirse en una pena

anticipada ni basarse en fines preventivos-generales o preventivo-especiales

atribuibles a la pena b) Debe fundarse en elementos probatorios suficientes: Para

disponer y mantener medidas como la prisión preventiva deben existir elementos

probatorios suficientes que permitan suponer razonablemente que la persona

sometida a proceso ha participado en el ilícito que se investiga. Verificar este

presupuesto material constituye un primer paso necesario para restringir el

derecho a la libertad personal por medio de una medida cautelar, pues si no

existiesen mínimamente elementos que permitan vincular a la persona con el

hecho punible investigado, tampoco habrá necesidad de asegurar los fines del

proceso. Para la Corte, la sospecha tiene que estar fundada en hechos

específicos, esto es, no en meras conjeturas o intuiciones abstractas. De allí se

deduce que el Estado no debe detener para luego investigar, por el contrario, sólo

está autorizado a privar de la libertad a una persona cuando alcance el

conocimiento suficiente para poder llevarla a juicio. c) Está sujeta a revisión

periódica: La Corte ha puesto de relieve que no debe prolongarse cuando no

subsistan las razones que motivaron su adopción. También ha observado que son

las autoridades nacionales las encargadas de valorar la pertinencia o no del

mantenimiento de las medidas cautelares que emiten conforme a su propio

ordenamiento. Al realizar esta tarea, las autoridades nacionales deben ofrecer los

fundamentos suficientes que permitan conocer los motivos por los cuales se
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mantiene la restricción de la libertad, la cual, para que no se erija en una privación

de libertad arbitraria, de acuerdo con el artículo 7.3 de la Convención Americana,

debe estar fundada en la necesidad de asegurar que el detenido no impedirá el

desarrollo eficiente de las investigaciones ni eludirá la acción de la justicia. La

Corte resalta, además, que el juez no tiene que esperar hasta el momento de

dictar sentencia absolutoria para que una persona detenida recupere su

libertad, sino que debe valorar periódicamente si se mantienen las causas

de la medida y la necesidad y la proporcionalidad de ésta, así como si el

plazo de la detención ha sobrepasado los límites que imponen la ley y la

razón. En cualquier momento en que aparezca que la prisión preventiva no

satisface estas condiciones, deberá decretarse la libertad, sin perjuicio de

que el proceso respectivo continúe” –los resaltados son propios de este

Tribunal– [Caso Norín Catrimán y otros (Dirigentes, miembros y activista del

Pueblo Indígena Mapuche) Vs. Chile, sentencia de 29 de mayo de 2014, párrafo

311. En similar sentido se pronunció en el Caso Argüelles y otros Vs. Argentina,

sentencia de 20 de noviembre de 2014, párrafos 121 y 22; y en el Caso Pollo

Rivera y otros Vs. Perú, sentencia de 21 de octubre de 2016, párrafo 122].

Asimismo, el citado Tribunal Internacional ha referido que “…los Estados deben

promover recursos accesibles a toda persona para la protección de sus

derechos”, de manera que “[s]i una determinada acción es el recurso destinado

por la ley para obtener la restitución del derecho que se considera violado, toda

persona que sea titular de dicho derecho debe tener la posibilidad real de

interponerlo”. En esa línea, ha destacado “la importancia de que los Estados

regulen los recursos judiciales de forma tal que las personas tengan certeza y

seguridad jurídica de sus condiciones de acceso”. [Caso Tibi vs. Ecuador, párrafo
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131; y Caso Castañeda Gutman vs. México, párrafos 78, 106 y 110].

En conclusión, con fundamento en los razonamientos anteriores y basada

en la facultad prevista en el artículo 43 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal

y de Constitucionalidad, esta Corte se separa de la doctrina legal sentada en

anteriores oportunidades y concluye que la declaratoria sin lugar de la solicitud de

revisión de la medida de coerción personal consistente en prisión preventiva es

susceptible de ser impugnada por medio del recurso de apelación, de

conformidad con lo regulado en el inciso 10 del artículo 404 del Código Procesal

Penal.

-V-

Al estimarse idóneo el recurso de apelación resuelto en el acto reclamado,

se estima procedente analizar el fondo del asunto y establecer si la Sala

cuestionada, al revocar la prisión preventiva y otorgar medidas sustitutivas al

procesado, vulneró los derechos de las entidades postulantes.

Del estudio de las constancias procesales y los alegatos de las partes, se

establece que la autoridad reprochada, al emitir el acto reclamado, actuó en el

ejercicio de sus facultades, emitiendo para el efecto una resolución debidamente

motivada y fundamentada.

En efecto, se advierte que la referida autoridad para arribar a la conclusión

de que no era procedente mantener la medida de prisión preventiva analizó las

actuaciones y los hechos acaecidos en la secuela del proceso penal de mérito,

estableciendo que no existían motivos fundados para conferir un trato distinto al

procesado respecto al resto de imputados, quienes gozaban de medidas

sustitutivas; asimismo, respecto al peligro de fuga que fundó la decisión de

mantener la prisión preventiva, la Sala reprochada estimó que el apelante fue


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aprehendido más de cuatro meses después que los otros veintitrés imputados en

la misma circunscripción donde acreditó que tiene su arraigo, por lo que pudo

haberse dado a la fuga con anterioridad, lo cual no ocurrió. De esa cuenta, estimó

que era procedente privilegiar el derecho a la libertad del imputado, dado que el

peligro de fuga inferido por la juzgadora no tenía sustento, al no constar

elementos de investigación objetivos que denotaran la existencia de ese riesgo

procesal, aunado a que el peligro de fuga podía ser razonablemente evitado por

aplicación de otras medidas menos graves, tales como las que fueron impuestas

a los otros veintitrés imputados. Finalmente, la Sala denunciada consideró, como

elemento adicional, que el procesado propuso como su garante a la persona con

la que actualmente convive y con quien ha procreado un hijo, lo cual era una

circunstancia que debía tomarse en cuenta a su favor, en cuanto a la disposición

que tenía de someterse al trámite del proceso hasta su finalización, pues se

impuso una carga o responsabilidad adicional diferente para enfrentar el proceso

penal y no perjudicar a su garante.

Lo anterior, denota que la Sala reprochada efectuó un análisis minucioso

del asunto sometido a su conocimiento y, explicando de forma clara y precisa las

razones de su decisión, con el debido análisis de las condiciones particulares del

caso, concluyó en la procedencia de acoger la apelación y otorgar al procesado

medidas sustitutivas, pues las circunstancias que originaron la imposición de la

prisión preventiva habían variado y no subsistía el peligro procesal que justificaba

la necesidad de mantener esa medida privativa de libertad.

En cuanto al agravio referente a que la autoridad cuestionada se extralimitó

en sus funciones, pues lo procedente era declarar sin lugar el recurso de

apelación o, en todo caso, otorgar una medida sustitutiva de caución económica


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con un monto dinerario que permitiera asegurar la restitución del daño causado,

se establece que este Tribunal se ha pronunciado en sentencias de tres de marzo

de dos mil quince y doce de diciembre de dos mil diecisiete, en los expedientes

59102014 y 3611-2017, respectivamente, en el sentido de que al fijar la caución

económica deben tomarse en cuenta por lo menos los aspectos siguientes: a) no

debe utilizarse desnaturalizando la finalidad de las medidas; b) su cumplimiento

no debe ser imposible; c) debe guardar relación con la gravedad del delito

impugnado; y d) debe guardar relación proporcional con el daño causado. Para

ello se ha referido que, el tema de la proporcionalidad es una circunstancia sobre

la cual el juzgador debe tener particular atención para la delimitación del monto de

la caución económica, sobre todo, cuando la norma utiliza ese término en lugar de

equivalencia, que sería, en todo caso, lo que obligaría al juzgador a fijar la

caución en idéntica cantidad con el daño causado y la gravedad del delito,

circunstancias que son imposibles de determinar en dinero; ese análisis que le

corresponde a la jurisdicción ordinaria, debe realizarse de forma integral, es decir,

sin dejar fuera uno de los criterios anteriormente señalados, pues esa

proporcionalidad debe deducirse no solo de la gravedad del delito y daño

ocasionado, sino esto en relación a la capacidad económica del sindicado, pues

existe la prohibición de tornar la medida en imposible cumplimiento, si no se toma

en consideración este último aspecto.

Así las cosas, se establece que en este caso la Sala objetada dispuso

otorgar, entre otras medidas, la de caución económica al procesado pero por el

mismo monto que se había impuesto a los otros veintitrés coimputados, es decir

por la cantidad de ciento veinticinco mil quetzales, lo cual estimó razonable y

necesario para evitar el peligro procesal de fuga, con lo que se denota que
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cumplió con analizar cada uno de los aspectos señalados en el párrafo

precedente y, sobre todo, evitando que la medida se tornara de imposible

cumplimiento, con lo que se desvirtuaría su finalidad y naturaleza dentro del

proceso penal; de ahí que el agravio aducido carece de sustento.

Por lo considerado, se concluye que la autoridad reprochada, al emitir el

acto reclamado, no ocasionó agravio alguno a las entidades postulantes, por lo

que los amparos solicitados deben denegarse por notoriamente improcedentes. Al

haber resuelto en igual sentido el a quo, procede declarar sin lugar los recursos

de apelación interpuestos y confirmar la sentencia de primer grado, con la única

modificación de precisar que se revoca la protección interina oportunamente

decretada.

LEYES APLICABLES

Artículos citados, 265, 268, 272 literal c) de la Constitución Política de la

República de Guatemala; 10, 42, 44, 46, 47, 60, 61, 66, 67, 149, 163 literal c),

179, 185 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad; 7 Bis

del Acuerdo 3-89; 29 y 36 del Acuerdo 1-2013, ambos de la Corte de

Constitucionalidad.

POR TANTO

La Corte de Constitucionalidad, con fundamento en lo considerado y leyes

citadas, resuelve: I) Por disposición del artículo 156 de la Ley de Amparo,

Exhibición Personal y de Constitucionalidad, y conforme lo asentado en el artículo

1º del Acuerdo 3-2021 de esta Corte, integra el Tribunal el Magistrado José

Francisco De Mata Vela. II) Por haber cesado en el cargo los abogados Henry

Philip Comte Velásquez y Jorge Rolando Rosales Mirón, integran el Tribunal los

Magistrados Juan José Samayoa Villatoro y Walter Paulino Jiménez Texaj,


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respectivamente, para conocer y resolver el presente asunto. III) Sin lugar los

recursos de apelación interpuestos por la Superintendencia de Administración

Tributaria y la Procuraduría General de la Nación –amparistas– y, como

consecuencia, confirma la sentencia venida en grado, con la modificación de

precisar que se revoca el amparo provisional oportunamente decretado. IV)

Notifíquese y, con certificación de lo resuelto, devuélvase los antecedentes.


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Firmado digitalmente
por DINA JOSEFINA
OCHOA ESCRIBA
Fecha: 06/07/2022
10:44:55 a. m. Razón:
Aprobado Ubicación:
Corte de
Constitucionalidad
Firmado digitalmente Firmado digitalmente
por NESTER por LEYLA SUSANA
MAURICIO VASQUEZ LEMUS ARRIAGA
PIMENTEL Fecha: Fecha: 06/07/2022
06/07/2022 10:46:10 a. 10:46:56 a. m. Razón:
m. Razón: Aprobado Aprobado Ubicación:
Ubicación: Corte de Corte de
Constitucionalidad Constitucionalidad

Firmado digitalmente Firmado digitalmente


por JOSE FRANCISCO por ROBERTO
DE MATA VELA MOLINA BARRETO
Fecha: 06/07/2022 Fecha: 06/07/2022
10:48:20 a. m. Razón: 10:49:25 a. m. Razón:
Aprobado Ubicación: Aprobado Ubicación:
Corte de Corte de
Constitucionalidad Constitucionalidad

Firmado digitalmente
por JUAN JOSE
SAMAYOA
VILLATORO Fecha:
06/07/2022 10:51:24 a.
m. Razón: Aprobado
Ubicación: Corte de
Constitucionalidad

Firmado digitalmente
por WALTER PAULINO
JIMENEZ TEXAJ
Fecha: 06/07/2022
10:53:18 a. m. Razón:
Aprobado Ubicación:
Corte de
Constitucionalidad
Firmado digitalmente
por ANA GERALDINE
CARINES GONZALEZ
Fecha: 06/07/2022
10:53:50 a. m. Razón:
Aprobado Ubicación:
Corte de
Constitucionalidad

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