Tesina Dislexia
Tesina Dislexia
Tesina Dislexia
1. lenguaje
1.1 lenguaje y pensamiento
1.2 lenguaje y conocimiento
1.3 significado y sentido de la palabra
1.4 la formación de conceptos y la lengua
1.5 el lenguaje en el hogar
1.6 las reacciones de los niños ante la escuela
1.7 el lenguaje escrito
1.7.1 nivel presilábico
1.7.2 nivel silabico
1.7.3 la hipótesis silábica
1.7.4 nivel alfabetico
1.8 la oración
1.9 metodos de lectura y escritura
2. problemas de aprendizaje
2.1 dislexia
2.1.1 dislexia especifica o severa
2.1.2 dislexia moderada
2.2 disortografia
2.3 disgrafia
conclusiones
El ser humano es un individuo social que para poder subsistir necesita la de la comunicación e
interacción entre sus iguales, el cual le permite intercambiar ideas y emociones, su inherente
unión al pensamiento y la inteligencia provoca el desarrollo de la memoria y la interpretación de
símbolos, partiendo de esto podemos observar que, si el proceso de aprendizaje en el lenguaje se
ve alterado, el niño presentara dificultades para comunicase en sus etapas posteriores a su
desarrollo integral. Por lo tanto, el objetivo de la presente investigación es describir la importancia
de la terapia de lenguaje en niños con dislexia.
En el capítulo II se dio mucho énfasis en la importancia que tiene la terapia de lenguaje dentro del
área educativa y cómo influye para la integración de un niño con algún problema de lenguaje
tomando especial atención a la dislexia que es el tema en el que más profundizamos.
En el capítulo III tocamos un área bastante importante y mencionada dentro del lenguaje el cual es
el conductismo, el cual fomenta múltiples formas para desarrollar el lenguaje, los autores más
importantes que ha tenido esta rama de la psicología: el área de la educación especial es sin duda
un área relativamente nueva dentro de nuestro entorno social pero que ha demostrado avances
significativos y eficaces para la integración regular a niños con diferentes trastornos. No solo en el
área del lenguaje.
CAPÍTULO
I EL
LENGUAJ
E
1.1. El leguaje.
El ser humano, desde su etapa primitiva, ha tenido la necesidad de comunicarse con el fin de la
supervivencia de la especie y para ello se ha ingeniado y creado diferentes formas para poder
hacerlo, en su origen etimológico, el término lenguaje proviene del latín lingua, asociado al órgano
de la “lengua”. Lingua se relaciona también con lingere, que significa 'lamer' (Maureira, 2008, p.
91).
Las teorías actuales sobre el lenguaje integran la constitución cerebral del ser humano, la
educación y la interacción con nuestro medio los cuales realizan solamente la función de
desarrollo, nuestro impulso biológico por comunicarnos se encuentra latente hasta hoy en día en
cada uno de nosotros (Morris y Maisto, 2001, p. 258).
Es necesario establecer una diferenciación entre dos términos que suelen confundirse o utilizarse
como sinónimo del concepto de lenguaje: lengua y habla.
Lengua: hace referencia a un sistema específico de signos del que se valen las personas para
comunicarse. Para que funcione, ese sistema debe ser retenido en la memoria de los hablantes y
debe ser conocido por individuos con los que se quiere establecer una comunicación.
Habla: es poner en uso un sistema de signos por parte de un grupo de individuos. Este término
alude al acto individual y voluntario en que se eligen los signos concretos que se necesitan para
entablar la comunicación (Morris y Maisto, 2001, p. 260).
Nuestro medio ambiente, que es funcional, incluye estímulos de toda clase, la conducta de otros y
los productos de la interacción social, tales como costumbres, convenciones y artefactos. Los
eventos extralingüísticos se analizan como acciones reciprocas entre condiciones de estímulos, el
medio ambiente físico, así como los aspectos físicos del medio ambiente biológico y social. La
conducta directa de un organismo bajo factores disposicionales prescriptos puede influir de
manera determinante en esta área (Ribes y Harzem, 1990, p. 10).
¿Es adecuado considerar la conducta lingüística como social o cognitiva? Existen argumento para
ambas clasificaciones (Watson y Clay, 1991, pp. 262-264).
Los argumentos para la conducta social hacen hincapié en el contexto social en el que el niño se
desarrolla, su necesidad de interactuar con los demás, en especial con sus padres y la función que
el lenguaje desempeña como marco social.
Los argumentos para la conducta cognoscitiva recuerdan que el lenguaje también se desarrolla a
partir de una necesidad de orden y controlar el ambiente, el lenguaje y los símbolos facilitan la
solución de problemas, y la habilidad de un niño para desenvolverse en su ambiente se puede
medir a través de su dominio del lenguaje.
Se resuelve el conflicto sobre donde introduce el desarrollo lingüístico, ubicando donde la mayoría
de los psicólogos infantiles lo hacen, dentro del contexto de un estudio de desarrollo cognoscitivo,
aun reconociendo que los argumentos que resaltan sus funciones sociales son muy convenientes y
no pueden ponerse en duda (Watson y Clay, 1991, pp. 262-264).
El lenguaje se define como una forma de comunicarnos ya se oral, escrita o mediante señas, su
base es mediante símbolos los cuales tienen una generatividad infinita, la mayoría de las veces
lenguaje y habla se usan como sinónimo, sin embargo, no lo son, el habla es una forma de lenguaje
en la que se utilizan palabras o sonidos articulados la comunicación es un proceso por el cual
alguien hace saber o comunicar algo a otro, y por tanto es el fundamento de la vida social, no se
concibe la vida humana sin comunicación (Papalia et al, 2009, pp 220-229).
Los fundamentos teóricos de los tipos de lenguaje en nuestro entorno social, en los que podemos
encontrar múltiples formas, modos y costumbres que se tiene para utilizar y trasmitir el lenguaje.
Se han creado diferentes maneras de poder trasmitir un mensaje, para personas con trastornos de
lenguaje y así facilitar su comunicación y mejorar el entendimiento de su comunicación. En estos
casos se usa el lenguaje oral, escrito y de señas.
Entendamos por lenguaje oral la facultad exclusivamente humana que sirve para la
representación, expresión y comunicación de pensamiento o ideas mediante un sistema de
símbolos en este sentido el lenguaje es aquella función compleja que permite expresar y percibir
estados afectivos, conceptos e ideas por medio de los signos acústicos o gráficos (Papalia et al,
2009, pp 220-229).
Lenguaje escrito, la tipología de los seres humanos que pueden representar necesidades
educativas especiales, en el contexto de la adquisición de unas habilidades básicas como son la
lectura y la escritura es diversa. Por un lado, encontramos a los niños que por estar afectados por
algún tipo de discapacidad física necesite de un sistema de enseñanza y materiales especiales
adaptados para poder realizar estos aprendizajes (Papalia et al, 2009, pp 220-229).
Tengamos en cuenta que la lectoescritura es una adquisición fundamental para los aprendizajes
posteriores ya que en la escuela la fase inicial de aprender a leer y escribir debe transformarse
rápidamente en leer y escribir para aprender. Los problemas específicos en su adquisición
obstaculizan el progreso escolar de los niños y tienen efectos a largo plazo no solo en el desarrollo
de las capacidades cognitivas si no en las sociales, afectivas y motivacionales (Papalia et al, 2009,
pp 220-229).
El lenguaje de señas es el medio de comunicación que utilizan las comunidades de sordos en el
mundo, sin embargo, cada una tiene un sistema diferente. Los sordos buscan una identificación
lingüística y cultural al encontrarse con otros sordos, lo cual les permiten tener una convivencia de
naturaleza visual.
En los estudios acerca de las distintas lenguas hay ciertas tendencias hacia la aplicación estricta de
las leyes que regulan el lenguaje. En múltiples investigaciones se analizó los signos gestuales
intentando encontrar una analogía en el sistema fonológico de las lenguas orales, así se habla de
Querologia (estudio de los signos gestuales) y Querisemas (forma o configuración de la mano), que
son las unidades distintivas de este sistema (Papalia et al, 2009, pp 220-229).
A lo largo de esta investigación del lenguaje veremos diversos autores que han descrito las etapas
en el proceso de la adquisición del lenguaje, sin embargo, la población infantil varia ampliamente
en cuanto a la edad, entorno social y ubicación geográfica en donde se adquiere el lenguaje
hablado y al momento en el cual queda firmemente establecidas las funciones del lenguaje.
Hay una secuencia del desarrollo del lenguaje en los niños, en especial durante los primeros años
de vida, aun que ha sido documentada exhaustivamente, resulta menos claro como a través de
ciertos procesos los niños logran acceder a la comunicación verbal. En los años 50s se presentó un
debate sobre si la capacidad lingüística es aprendida o es innata, este debate fue expuesto por dos
escuelas de pensamiento (Watson y Clay, 1991, pp 347-351).
La teoría del aprendizaje, la cual se basa en la experiencia, los niños asimilan el lenguaje a través
del condicionamiento operante. Al principio, los bebes emiten sonidos de forma casual. Los
mayores refuerzan los sonidos que simulan el habla mediante sonrisas, intereses y elogios.
Los bebes repiten entonces sonidos reforzados, los sonidos que no hacen parte de la lengua nativa
no son reforzados y el niño deja gradualmente de emitirlos. Según la teoría del aprendizaje social
los bebes imitan los sonidos que han escuchado de los adultos y también se les refuerza al hacerlo
El aprendizaje de las palabras depende de un reforzamiento selectivo, a medida que este proceso
continuo los niños refuerzan un habla cada vez más similar a la de los adultos. La observación,
imitación y el refuerzo probablemente contribuyen al desarrollo del lenguaje (Watson y Clay, 1991,
pp 347-351).
La teoría platónica, defiende que el lenguaje no se aprende si no que se forma parte de nuestro
equipamiento genético y se desarrolla a partir de procesos madurativos siendo el ambiente un
mero mecanismo disparador de esta habilidad.
El innatismo hace énfasis en el papel activo del aprendizaje dado que el lenguaje es universal entre
los seres humanos, propuso que nuestro cerebro posee capacidades innatas para adquirir el
lenguaje. Los bebes aprenden a hablar con la misma naturalidad con la que aprenden a caminar,
asimismo se tiene un dispositivo innato para la adquisición del lenguaje que programa los cerebros
de los niños para analizar el lenguaje escuchado y descifrar sus reglas (Watson y Clay, 1991, pp
347-351).
El lenguaje es uno de los logros más complejos y notables del hombre, y es exclusivamente
humano. A algunas clases de chimpancé se les ha enseñado a usar algo semejante a los que se
emplean para sordos, pero ninguna sociedad animal ha desarrollado jamás un lenguaje que posea
la diversidad y complejidad del habla humana, o que permita la transición y comprensión de una
variedad infinita de mensajes, toda sociedad humana por más primitiva que sea tiene un lenguaje,
de esta forma hemos podido conseguir el funcionamiento de la sociedad (Watson y Clay. 1991, pp
347-351).
Vygotsky, propone que desde el punto de vista de la comunicación el significado de cada palabra
es una generalización o un concepto. Si las generalizaciones y conceptos son innegablemente actos
del pensamiento podemos considerar el significado como un fenómeno inherente al pensamiento
(Vygotsky, 2010, p. 230).
Gracias al lenguaje, todo el mundo puede saber mucho más de lo que podría aprender por
experiencia directa, el lenguaje también interviene de manera general en los procesos
cognoscitivos, en el pensamiento la memoria, el razonamiento, la solución de problemas y
planeación. Cada uno de nosotros puede crear un número infinito de oraciones que nunca se
hayan pronunciado, cada una de ellas coherente, propia, gramaticalmente correcta e inteligible
por otros (Morris y Maisto, 2001, p. 286).
Para las fechas que los niños han cumplido cuatro años la mayoría habla con oraciones bien
formadas en ocasiones llegan a expresar pensamientos muy complejos, hacia la edad de 6 años se
añade un vocabulario que varía entre las 8000 y las 14000 palabras, esto significa que entre las
edades de 1 y 6 años diariamente se añaden al vocabulario del niño de cinco a ocho palabras por
término medio, lo que es verdaderamente un logro notable.
¿Cómo pueden realizarse estos formidables avances en tan poco tiempo? Los procesos
subyacentes al desarrollo del lenguaje no se conocen aun plenamente, pero investigaciones
recientes nos has podido dejar ver que a lo largo de la vida de un ser humano la adquisición del
lenguaje no puede explicarse exclusivamente en función de la recompensa y el castigo o de la
simple imitación (Morris y Maisto, 2001, p. 287).
Debemos tener en cuenta que tanto el lenguaje como también la comunicación, el pensamiento,
la afectividad y el nivel cultural, tienen influencias recíprocas que condicionan finalmente el
desarrollo integral del niño. El lenguaje es un mecanismo estructurador y condicionante del
pensamiento y de la acción (Castañeda, 1999, pp. 5155).
A los 3 años: Hay un incremento rápido del vocabulario, incremento que es mucho mayor que lo
que ocurrirá posteriormente, llegando a tener un promedio de 896 palabras y a los tres años y
medio 1222 palabras. El niño en sus expresiones verbales ya emplea verbos auxiliares "haber" y
"ser" y da cierta prevalencia al artículo determinado
Tiene dificultad para explicar sucesos del pasado y futuro, para el adulto supone un esfuerzo
interpretar lo que el niño/a quiere decirle, esto se debe a que el niño/a no ha terminado el
proceso de interiorización del lenguaje y por su pensamiento preoperatorio. El egocentrismo y el
personalismo son características del lenguaje de esta edad, ya que el niño/a no es capaz de
ponerse en lugar del otro y deja de ser manejable, opone resistencia a los deseos de los adultos
(Castañeda, 1999, pp. 51-55).
Al jugar con las palabras empieza a hablar solo, aparece el monólogo, que no lo realiza como un
juego o para comunicarse con los demás, sino que es para decirse algo, piensa en voz alta, no
existe un lenguaje interno. Fantasea mientras juega solo: Él es el protagonista de su juego, da
órdenes, regaña, da de comer a los muñecos, se convierte en diversos personajes, etc.
A los 4 años: El niño/a domina virtualmente la gramática, pero comienza a expresarse de acuerdo
con un estilo "retórico propio". El niño empieza a utilizar los pronombres en el siguiente orden: Yo,
Tú, Él, Ella, Nosotros, Ustedes; contando con un vocabulario de 1,500 palabras aproximadamente.
comprende las ventajas del lenguaje para poder comunicarse y manifiesta interés en demostrar su
nueva habilidad, desea conversar por el placer que esto le supone (Castañeda, 1999, pp. 51-55).
Superar el egocentrismo y su capacidad para comprender razonamientos lógicos le permite
establecer diálogos y negociaciones, comienza a anticipar y organizar acciones. Comprende el
discurso descontextualizado del adulto siempre que sea significativo para él y si no entiende
pregunta. Puede explicar algo que le ha sucedido sin que el interlocutor haga esfuerzos para
entenderle ya que avanza en el dominio de las relaciones espaciotemporales y causales, pero tiene
limitaciones para referirse a estas relaciones verbalmente y utiliza fórmulas reiterativas
(Castañeda, 1999, P. 51-55).
A los 5 años: El niño/a se interesa por jugar con otros niños/as, ya tiene dentro de su vocabulario
alrededor de 2,300 palabras, suele estar ya capacitado para responder a preguntas de
comprensión referentes al comportamiento social aprendido, dado que su lenguaje ya se extiende
más allá de lo inmediato.
Esto se debe a la capacidad simbólica del niño y, como tal, puede evocar y representarse
mentalmente las cosas, acciones y situaciones, trascendiendo la realidad y el presente. Esa
capacidad y la necesidad de comunicarse hacen posible un mayor y rápido desarrollo del lenguaje
infantil, facilitando también el desarrollo de la inteligencia, el lenguaje le permite negociar, repartir
roles, discutir reglas, etc (Castañeda, 1999, pp.
51-55).
A los 6 años: El niño/a maneja alrededor de 3,000 palabras, A esta edad se inicia la etapa escolar,
en la cual el niño manifiesta una madurez neuropsicológica para el aprendizaje y un lenguaje cada
vez más abstracto. Debido al "dominio" del lenguaje el niño puede percibir distintas unidades
lingüísticas dentro de una lectura o discurso, percibiéndolo como un todo.
Esta capacidad hace que el niño tome conciencia de sí mismo, asumiendo un auto concepto y una
autoimagen adecuada o inadecuada, lo que influirá en su adaptación y desarrollo de personalidad,
domina y experimentalmente las reglas básicas de formación y combinación de palabras. Se
refieren más a situaciones u objetos concretos que a conceptos. Presenta carencias para expresar
sus sentimientos, pensamientos, deseos, etc. manifiesta la pérdida del egocentrismo ya que
reconoce distintas situaciones e interlocutores (Castañeda, 1999, pp. 59-60).
El desarrollo del lenguaje verbal del niño no es más que la adquisición de las capacidades de
comprensión y expresión lingüística. Es un proceso acumulativo que se inicia con el nacimiento del
niño. En cuanto llega al mundo, el bebé empieza a escuchar los fonemas, que son los sonidos que
se producen cuando hablamos. También comienzan a identificar las estructuras verbales que poco
a poco irán adquiriendo para comunicarse con quienes lo rodean y así cubrir sus necesidades
(Evenga, 1994, p. 35).
Por ello el desarrollo cognitivo y desarrollo lingüístico se encuentran unidos y son esenciales para
la elaboración del lenguaje y el pensamiento, la estrecha relación entre el lenguaje y el
pensamiento da lugar a la importancia de los siguientes aspectos:
Factores psicolingüísticos: el desarrollo cognitivo del niño marca las etapas del desarrollo verbal.
Funciones cognoscitivas: el lenguaje una vez adquirido contribuye en el progreso del desarrollo
cognitivo, siendo fundamental para la función de representación relacionada con componentes de
simbolización y abstracción en el pensamiento del niño (Evenga, 1994, p. 36).
Los neonatos tienen cierta conciencia del lenguaje, ya que armonizan sus movimientos corporales
de acuerdo con los tonos que escucha y registra de su ambiente. Desde luego, es posible decir que
esta no es su primera experiencia con los sonidos del habla, ya que, incluso desde que son fetos
debes haber experimentado alguna sensación cuando sus madres hablaban.
También parece que los lactantes poseen la suficiente sensibilidad para hacer discriminaciones
precisas en los sonidos del lenguaje. En una revisión de investigación sobre el desarrollo receptivo
del lenguaje en la lactancia, demostraban que los lactantes de uno a cuatro meses de edad eran
capaces de responder, y por consiguiente de distinguir entre las consonantes /p/ y /t/, y entre la
/b/ y /g/, así como entre las vocales /i/ y /a/. Los lactantes podrían distinguir entre grabaciones
distorsionadas y normales de la voz de su madre y de una mujer extraña (Watson y Clay, 1991, p.
262).
Los lactantes de tres meses de edad tendían a vocalizar más al escuchar la voz de su madre, lo que
sugería una asociación entre “madre” y “alimentación”. Los lactantes de seis meses de edad
tendrían a llorar más al escuchar la voz de su madre, en especial en su presentación normal. Este
fenómeno se podría explicar con base a otros estudios que demostraron que los lactantes de seis
meses de manera característica han desarrollado apego hace su madre, y por tanto se siente
alterados cuando la escuchan sin poder verla (Watson y Clay, 1991, p. 263-265).
Las evidencias señalan el hecho de que los lactantes son capaces de distinguir entre diversos
sonidos de lenguaje, y de que su percepción de ellos cambia con el tiempo, de acuerdo con su
creciente capacidad y sus necesidades. La competencia de lenguaje hace posible el desarrollo de
sistemas de clasificación, que a su vez son básicos de todas las formas de solución de problemas.
Los lactantes ya son capaces de hacer algunas discriminaciones precisas.
El primer intento del lactante de comunicarse (el llanto) es simplemente autoexpresión. Se pudo
identificar tres patrones básicos de llanto entre neonatos: el llanto rítmico básico de hambre, el
llanto “desesperado” o colérico, y el llanto en respuesta a dolor físico. El efecto de estos llantos en
las madres también tiene una actitud marcada (Watson y Clay, 1991, p. 263-265).
Los lactantes que recibieron refuerzos de vocales aumentaron en forma marcada la producción de
estas, mientras que su producción de consonantes permaneció en grado considerable. El grupo
que recibió el refuerzo para consonantes aumento su producción de estas, y manifestó solo un
ligero aumento de vocales. Los refuerzos por parte de adultos pueden influir en la adquisición de
lenguaje de los niños, no necesariamente quiere decir que el lenguaje pueda explicarse por
completo desde el punto de vista del refuerzo (Watson y Clay, 1991, p. 263-265)..
Si consideramos la transición de la comunicación prelingüística al lenguaje, especialmente con
relación a una posible continuidad, será mejor que comencemos a hablando tan profundamente
como podamos de la llamada “facultad original” de los seres humanos. Esto no se refiere
simplemente a los precursores prelingüísticos de la gramática o a una capacidad innata” para el
lenguaje (Bruner,1983, pp. 23-25).
Las preguntas sobre la naturaleza original y el posterior desarrollo de las facultades humanas, es
inherente a la naturaleza única, porque la aptitud humana es biológica en sus orígenes y cultural
en los medios con los que se expresa, mientras la capacidad para las acciones inteligentes tiene
profundas raíces biológicas y una evolución histórica discernible.
Se puede esbozar fácilmente lo que me parece que son “las facultades originales infantiles” en la
llamada esfera cognitiva. Pero para hacerlo de forma coherente se debe enfocar aquellos aspectos
que permitan y quizás impulsan, a los seres humanos a operar en una determinada cultura. Los
requerimientos de usar la cultura como una forma necesaria de manejo es lo que refuerza al
hombre a dominar el lenguaje.
Los niños de todas las culturas llegan a dominar el complicado sistema de su idioma materno a
menos que interfieran carencias o problemas físicos graves. Se trata de un conocimiento
admirable, pues antes de que el niño pueda participar en forma adecuada en una conversación
necesita al menos coordinar sonidos, significados, palabras y secuencias de palabras, volumen,
entonación, inflexión y las reglas para esperar su turno. Como es de esperarse, son muchas las
teorías que pretenden dar cuenta de la forma en que la gente domina el complejo proceso de la
comunicación (Woolfolk, 1999. pp. 51-54).
¿Cómo adquirimos el lenguaje? Las primeras ideas sobre el desarrollo del lenguaje suponían que
los niños aprenden a hablar de la misma manera que aprenden cualquier otra cosa, repitiendo las
conductas que les producen algún resultado positivo.
El niño emite un sonido, el padre sonríe y le responde.
Ante la leche el niño dice "ee”, a lo que el padre responde "sí, leche, leche", y le da al niño una
poca. El niño aprende a decir "leche" porque eso conduce a un padre contento y a la oportunidad
de beber leche. Los niños agregan nuevas palabras imitando los sonidos que escuchan y mejoran
su uso del lenguaje con las correcciones de los adultos que los rodean (Woolfolk, 1999. pp. 51-54).
Los investigadores que se dedican a estudiar las interacciones entre los niños pequeños y sus
padres han descubierto que en las primeras etapas del desarrollo del lenguaje es raro que los
padres corrijan la pronunciación y la gramática. Es mucho más probable que respondan al
contenido de los comentarios del niño. Si los padres pasaran todo el tiempo corrigiendo el
lenguaje de su hijo y no "escucharan" lo que intenta decirles, éste acabaría por ceder en sus
intentos por dominar un sistema tan complicado como el lenguaje. Los adultos que se encargan
del cuidado de los niños parecen adaptar su lenguaje para estar apenas un poco adelante del niño.
Antes de que empiecen a hablar, los adultos se dirigen a los pequeños con frases largas y
complicadas, pero simplifican su lenguaje tan pronto como empiezan a pronunciar palabras
identificables. Conforme el niño progresa, los adultos tienden a cambiar su lenguaje de modo que
estén sólo un poco adelante del nivel de desarrollo actual del pequeño, lo que facilita la nueva
comprensión. Parece que para extender el desarrollo del lenguaje infantil los adultos proporcionan
el tipo de apoyo, o andamiaje, que Vygotsky recomendaba. Además, al hacer que su lenguaje esté
un poco más avanzado pueden crear un desequilibrio y, consecuentemente, fomentar el
desarrollo (Woolfolk, 1999. pp. 51-54).
El uso social del lenguaje es complejo y se aprende al mismo tiempo que el contenido y la forma. El
niño aprende a ser cortés y amable con sus mayores, a simplificar su lenguaje cuando habla con
bebés, a tomar turnos en la conversación y entender el habla directa e indirectamente. Aprende,
además a determinar la intención de hablante y comprender las palabras. Por ejemplo, una
oración como: ¿Qué es eso? Puede tener distintos significados según sea la situación. Puede ser
una simple petición de información, pero también expresa temor o duda (Craig y Baucum, 2009,
pp. 162-168).
En todo el mundo las primeras manifestaciones lingüísticas del niño son palabras aisladas, casi
siempre sustantivos y por lo general los nombres de las personas y de las cosas de su entorno
inmediato. En un principio no posee la capacidad de combinarlas. Más bien emplea el habla
holofrásica: expresiones de una palabra que transmiten ideas complejas. Así, en diversos
contextos, con entonación y gestos distintos, “mamá” puede significar “quiero a mi mamá”,
“Mamá, átame el zapato” o “Allí está mamá”. ¿Qué palabras forman el vocabulario inicial del
infante? La elección dependerá de los términos que escuche, pero las primeras palabras encajan
en categorías predecibles.
Los sustantivos que designan cosas específicas como “papi”, “botellita” y “carro” abarcan gran
parte de su vocabulario. Sin embargo, los niños que se hallan en la etapa holofrásica a veces
emplean además palabras que indican una función o relación como
“allí”, “no”, “ido” y arriba”, antes de utilizar sustantivos. Las palabras y las categorías de palabras
que usa un niño dependerán por lo general de su estilo de habla. Una de las primeras
investigaciones que estudiaron los estilos del aprendizaje del lenguaje, identificó niños con un
estilo “referencial”, que solían utilizar sustantivos, y niños “expresivos”, que estaban más
inclinados a usar verbos activos y pronombres (Craig y Baucum, 2009, pp. 162-168).
A los 18 meses de edad en que los niños poseen un vocabulario de cerca de 500 palabras. El
vocabulario de los niños referenciales estaba dominado por nombres, principalmente de personas
u objetos. En cambio, los niños expresivos los habían aprendido, pero empleaban un porcentaje
más alto de términos concernientes a las interacciones sociales (por ejemplo, “vete”, “quiero” y
“dame”).
Los niños expresivos solían tener un vocabulario menos extenso que los referenciales. Además,
tendían más a crear y a emplear “palabras vacías” (sin significado) para sustituir las que no
conocían. Otros investigadores han descubierto una variación estilística mayor en el uso del
lenguaje durante la etapa de una palabra, en parte atribuible a las características lingüísticas de la
madre (Craig y Baucum, 2009, pp.
162-168).
Las primeras palabras del niño a menudo son sobre extensiones. Si bien las primeras palabras se
refieren a una persona, objeto o situación concretos, el niño las generaliza para aludir a todas las
cosas similares. Supongamos que tiene un perro llamado “Guardián”. Utilizará este nombre para
designar todos los perros e incluso todos los animales de cuatro patas. Sólo después de aprender
palabras nuevas, como “perrito”, redefinirá las categorías erróneas.
Los niños tienden a ampliar, reducir o a sobreponer las categorías para determinar qué palabras
las refieren, porque no poseen el conocimiento del adulto sobre las funciones y características
correspondientes de los objetos. Por el contrario, en ocasiones destacan algunas características
que los adultos no tienen en cuenta, a medida que los niños aprenden nombres diferentes para los
objetos (como “minino”, “gato”, “león” y “tigre”) reasignan las palabras a categorías más
específicas. En otras palabras, un león y un tigre son gatos, aunque diferentes (Craig y Baucum,
2009, pp.
162-168).
Con el tiempo las categorías de la comunicación oral del niño incorporan la estructura de la cultura
lingüística en que se le educa; el niño adopta sus métodos para agrupar y clasificar objetos y
conceptos. El proceso de categorización parece seguir el mismo patrón que el desarrollo
intelectual o cognoscitivo en general. Las palabras del niño y sus significados están vinculadas de
manera estrecha a los conceptos que empieza a formarse
¿Qué surge primero, la palabra o el concepto? Los investigadores interpretan las pruebas en forma
diferente. Algunos, entre los que se contaba Piaget, sostienen que el concepto suele aparecer
primero. El niño se forma un concepto y luego le da un nombre, real o inventado. Los gemelos
crean a veces un lenguaje privado, y los niños sordos inventan señas o gestos aun cuando no les
enseñen el lenguaje de signos, esto significa que los conceptos se obtienen primero (Craig y
Baucum, 2009, pp. 162-168).
El niño empieza a combinar palabras hacia la mitad del segundo año de vida. Los primeros intentos
suelen ser dos palabras que representan dos ideas: “Papá ve”, “Sacar calcetín”, “Más jugo”. Pronto
aparecen las reglas implícitas de la sintaxis, y utiliza oraciones de dos palabras en una forma
coherente.
Puede decir “Ver perro” o “Ver carro” al señalar esas cosas. Pero no dice “Carro ver”. ¿Qué tipo de
reglas lingüísticas aplica en esta etapa? Cuando empieza a combinar palabras, sus oraciones son
limitadas en extremo. En un principio, constan de dos elementos; luego de tres, etc. En cada fase
la oración incluye pocas palabras o pensamiento; los niños retienen palabras informativas y omiten
las menos importantes.
El resultado es la llama habla telegráfica (Craig y Baucum, 2009, pp. 162-168).
1.3 El lenguaje verbal como parte del desarrollo integral del niño
Se tiene que empezar por considerar que el lenguaje es una de las funciones fundamentales que
intervienen en el desarrollo cognitivo del individuo, tal como lo dice M. López Melero, “es
cognitivo el lenguaje porque es considerado la base del pensamiento y es porque a grandes rasgos
es el acto de la inteligencia misma”. Desde esta perspectiva el lenguaje, es cualitativamente
distinto del resto de las conductas inteligentes, el lenguaje tiene una gramática que incluye reglas
de sonidos, significados y estructuras (Watson y Clay, 1991, p. 353).
Etapa prelingüística, denominada también como la etapa preverbal, comprende los primeros 10 a
12 meses de edad. Se caracteriza por la expresión buco-fonatoria que de por sí apenas tiene un
valor comunicativo. También se considera como la etapa del nivel fónico puro, debido a que el
infante emite sólo sonidos onomatopéyicos. Durante esta etapa, que abarca el primer año de vida,
la comunicación que establece el niño con su medio (familia), especial y particularmente con su
madre, es de tipo afectivo y gestual (Bruner,1983, pp. 26-29)
De allí que para estimularlo lingüísticamente la madre deba utilizar, junto con el lenguaje afectivo
y gestual, el lenguaje verbal. La palabra debe acompañar siempre al gesto y a las actividades de la
madre con su hijo. Esta etapa preverbal hasta hace poco despertaba escaso interés de los
especialistas, pero gracias a las investigaciones actuales. Hoy sabemos que tiene un valor
relevante y trascendental en la configuración de las bases del desarrollo lingüístico.
La etapa lingüística se inicia con la expresión de la primera palabra, a la que se le otorga legítima
importancia, como primer anuncio del lenguaje cargado de un propósito de comunicación. Sin
embargo, no se puede decir con precisión cuándo empieza este anuncio del lenguaje, se precisa y
confirma cuándo se puede hablar de la “primera palabra”. Los estudios al respecto se basan
principalmente en las informaciones que dan normalmente las madres, por ello la fecha de su
aparición está diversamente fijada (Bruner,1983, pp. 26-29).
Hay que señalar, además, que usualmente las niñas empiezan a hablar un poco antes que los
niños. Por otro lado, aparte del sexo, y tomando como referencia las peculiaridades individuales,
un niño puede demorarse más que otros en una etapa, pero pasar rápidamente por otra,
condicionando de este modo la aparición de la primera palabra en los niños en cronologías
distintas. No obstante, los diferentes especialistas estiman que la mayoría de los niños, tal vez el
90 % de ellos, dicen sus primeras palabras cuando tienen entre 15 a 18 meses.
Pese a que esta afirmación no es concluyente la etapa lingüística se considere en forma amplia,
desde aproximadamente el primer año, pasando de las variadísimas emisiones fónicas del período
prelingüístico, a la adquisición de los fonemas propiamente dichos en el plano fonológico.
Igualmente se produce el perfeccionamiento semántico y sintáctico de las palabras a medida que
el niño va creciendo (Bruner,1983, pp. 26-29).
Con los años los diferentes estudios se han concentrado en entender cómo pasamos del llanto y el
balbuceo a hablar el lenguaje adulto. Han surgido muchas controversias sobre cómo se desarrolla
el lenguaje, pero es posible subrayar cuatro componentes, la imitación, el condicionamiento, las
estructuras innatas del lenguaje y el desarrollo cognoscitivo (Craig y Baucum, 2009, pp. 245-248).
Aunque algunas frases nacen de la imitación, una forma como “mi ir” es a todas luces original
resulta difícil que el niño oiga a alguien expresarse así. Aun cuando los adultos usan el habla
infantil o tratan de corregir los errores de los niños, éstos suelen conservar sus propios patrones
de habla (Craig y Baucum, 2009, pp. 245-248).
También el castigo surte efecto, expresar ciertas palabras inaceptables desde el punto de vista
social puede producir consecuencias que harán que el niño se abstenga de usarlas otra vez, por lo
menos en presencia de adultos. Pero como en el caso de la imitación, el reforzamiento tampoco
explica en sí la adquisición de la sintaxis. Gran parte del habla infantil es original y, por lo mismo,
nunca ha sido reforzada.
Aun cuando algunas formas sean alentadas y otras desalentadas, no sería posible reforzar todas
las correctas y extinguir todas las incorrectas por más ininteligibles o incorrectas que sean, los
adultos tienden a reforzar las expresiones orales, en especial cuando los niños empiezan a hablar
(Craig y Baucum, 2009, pp. 245-248).
Cuando el niño oye hablar a la gente, aprende de manera automática reglas y produce lenguaje a
partir de ellas. El proceso se ajusta a una secuencia predecible; los niños están en condiciones de
asimilar ciertas clases de reglas e información antes que otras clases. Los niños están programados
para aprender el lenguaje y lo hacen en forma activa, aunque no del todo consciente (Craig y
Baucum, 2009, pp. 245-248).
Las estructuras innatas del lenguaje se encuentran con el niño durante su proceso de aprendizaje,
al principio adquieren reglas simples correspondientes a la gramática pivotal y luego en los
primeros años de vida, su sintaxis se vuelve cada vez más compleja y semejante a la de un adulto,
conforme agregan palabras funcionales y efectúan otros ajustes. Una prueba en favor de las
estructuras innatas del lenguaje es la capacidad de los niños sordos para crear sistemas
espontáneos de gestos parecidos al lenguaje de signos.
Durante los seis primeros meses de vida, los niños sordos balbucean igual que los niños normales.
Otra más es el hecho de que existen algunos universales lingüísticos que se encuentran en todas
las culturas y saber la secuencia ordenada de desarrollo del balbuceo, de las primeras palabras y
del habla telegráfica. En primer lugar, no se cuenta con otras pruebas anatómicas de la existencia
del mecanismo de adquisición del lenguaje, además de la observación de que los hemisferios
cerebrales se especializan en determinadas funciones del lenguaje.
El desarrollo cognoscitivo tiene un patrón de habla particular no surge antes que el niño tenga el
concepto correspondiente. Entre el año y los cuatro y medio años, los niños construyen su propia
gramática y se acercan paulatinamente a la gramática de los adultos. Sin embargo, en un
momento dado son capaces de expresar sólo los conceptos que dominan (Craig y Baucum, 2009,
pp. 245-248).
Existen muchas semejanzas entre el desarrollo cognoscitivo y el del lenguaje. Más o menos en el
momento en que el niño comienza a comprender la permanencia del objeto y se interesa por
juegos que consisten en ocultar objetos y en encontrarlos, su lenguaje incipiente refleja esos
procesos cognoscitivos. Las etapas por las que todo niño "normal" pasa en camino a hablar y
formar oraciones o grupos de palabras. Pero, previamente, cabe hacer la siguiente aclaración. El
término "normal" simplemente significa lo que la mayoría de los niños hacen dentro de un tiempo
"esperado" o "deseado", consideración que está basada en criterios consensuales y/o estadísticos.
Sin embargo, cabe señalar que ningún niño es un dato estadístico ni un término promedio, pues
cada uno es enfáticamente un individuo. Por eso, entre todos los niños que hablan normalmente y
que, por lo general, se le supedita a este patrón de consideración estándar, la edad específica en
que comiencen a hablar puede variar. En esto intervienen las particularidades individuales
dependientes del estado y función del aspecto anatómico y sistema nervioso, del aspecto
psicológico, de las condiciones de educación y de las características del lenguaje de las personas
que rodean al niño (Craig y Baucum, 2009, pp. 245-248).
Algunos niños empiezan a hablar temprano y de "golpe", otros un poco más tarde y, también, hay
unos que se rezagan considerablemente, inquietando al principio a sus padres con su silencio
tenaz y asombrándolos, luego, con su excesiva locuacidad Ciertos retrasos pueden atribuirse a la
herencia, debido a que hay familias donde los niños empiezan a hablar más tarde que en otras.
Pero también hay casos, en gran medida, generados por el medio ambiente, en especial por el
hogar, en el que los padres no suelen estimular adecuadamente la adquisición y el desarrollo del
habla de sus niños (Papalia y Duskin, 2000, pp. 156-159).
En el hijo único, cuyos padres sólo hablan lo indispensable, creen innecesario decirle algo a su niño
antes de que éste pueda "comprender" y responder. También se tiene como ejemplo el caso de los
hijos de padres sordomudos, quienes por falta de conversación en el hogar empiezan a hablar
mucho más tarde que los otros niños de su misma edad, aunque ellos mismos no sean ni sordos ni
mudos. En cambio, los niños que crecen rodeados y estimulados lingüísticamente por sus mayores,
o a quienes sus padres les han hablado aun antes de que puedan comprender el sentido de las
palabras, aprenden fácilmente a hablar en comparación a los niños antes señalados (Papalia y
Duskin, 2000, pp. 156-159).
De esa forma la familia cumple una función importante en la aparición y en el ritmo del desarrollo
del lenguaje verbal del niño. Si éste se siente emocionalmente seguro y lingüísticamente
estimulado, se desarrollará normal y óptimamente, superando las dificultades de las distintas
etapas en el tiempo esperado; pero cuando la familia es conflictiva e indiferente con él. Esto
obstaculizará y retardará su evolución y, muchas veces, con consecuencias negativas para su
comportamiento de ajuste posterior.
El desarrollo psicomotor de los niños juega un papel fundamental en el proceso de adquisición de
las habilidades básicas. Su progreso adecuado es fundamental a la hora de moverse, hablar,
relacionarse, identificar objetos o personas, y por supuesto, para el desarrollo del lenguaje. El
desarrollo del lenguaje es paulatino. Mínimo en sus primeras etapas, para poco a poco, ira
adquiriendo más importancia a medida que el niño va madurando en su conjunto. No debemos
olvidar que el desarrollo de sus capacidades va unido a su relación con el entorno, las
características progresivas del desarrollo del lenguaje verbal en los diferentes niveles de edad se
adscriben a las etapas del desarrollo integral del niño (Papalia y Duskin, 2000, pp. 156-159).