DEPOSITO
DEPOSITO
DEPOSITO
Depósito
I. Concepto
II. Caracteres
1) Es un contrato nominado y típico, en tanto no solo tiene nomen iuris, sino que
tiene regulación legal.
2) Es consensual. Aquí se modificó la regulación del Código Civil, donde el
contrato era real y se perfeccionaba con la entrega de la cosa. Hoy, la entrega de la cosa,
al ser un contrato consensual, no es más que una de las obligaciones que pesan sobre el
1
Lorenzetti, R. L. (2007). Tratado de los contratos: tomo III. Santa Fe: Rubinzal Culzoni, p. 641.
2
Lorenzetti, R. L. (2015). Comentario al artículo 1356. En R. L. Lorenzetti (dir.), Código Civil y
Comercial de la Nación. Comentado: tomo VII. Santa Fe: Rubinzal Culzoni, p. 171.
3
Lorenzetti, R. L. (2007), op. cit., p. 648.
depositante.
3) Es bilateral, toda vez que al tratarse de un contrato consensual, el depositante
siempre tendrá la obligación de entregar la cosa y de pagar una retribución si ello fue
convenido. Para Vélez Sarsfield, el contrato era unilateral, pues la entrega de la cosa
perfeccionaba al contrato por ser real, y era gratuito.
4) Oneroso. Vimos que en la actualidad, a diferencia del Código Civil, se
presume la onerosidad, y las partes deberían pactar expresamente si quieren un contrato
gratuito, aunque ello no liberaría al depositante del deber de reintegrar los gastos en los
que razonablemente haya incurrido para la custodia y restitución.
5) No formal. No está sujeto a ningún tipo de exigencia formal, se aplican los
principios generales. Entonces, solo será formal cuando se trate de un contrato que es de
uso instrumentar en los términos del artículo 1019, segundo párrafo, en cuyo caso no
podrá ser probado solo por testigos. No obstante, cuando existe comienzo de ejecución,
se admite el principio de prueba por escrito.
6) De duración. Se trata de un contrato de tracto sucesivo o de ejecución
continuada porque la finalidad perseguida por las partes se cumple con su prolongación
en el tiempo. El depositario debe la custodia y la conservación de la cosa durante todo el
plazo del contrato, el que no se interrumpe como las obligaciones periódicas, sino que
es continuado hasta su término.
7) De consumo o profesional. Así se calificará si cae dentro de las previsiones de
los artículos 1092 y 1093, y artículo 2 de la Ley de Defensa del Consumidor.
Generalmente, el depositante elige la persona del depositario teniendo en cuenta su
carácter de profesional y experto, por ejemplo, cuando se trate del supuesto previsto en
el artículo 1375 (establecimientos y locales asimilados al depósito necesario) y en el
artículo 1376 (casas de depósito).
Más difícil será cuando no se trate de un sujeto profesional, o sea el contrato
inter amicus. Si bien el artículo 2 de la Ley de Defensa del Consumidor incluye a
quienes proveen servicios de manera ocasional, lo cual pareciera incluir el contrato
dentro de los consumidores, no puede soslayarse que, aun así, debe tratarse de un
proveedor, o sea quien realice una oferta profesional de un bien o servicio, hasta de
manera ocasional. Quedará afuera el supuesto en que un empresario contrate un
depósito para la custodia y conservación de bienes de su emprendimiento, puesto que no
se configura el requisito exigido por el régimen tuitivo, al no ser destinatario final.
La jurisprudencia ha calificado como relación de consumo y ha aplicado las
normas protectorias a supuestos asimilables al depósito fundamentalmente por daños y
sustracciones a automotores. Ejemplo: estacionamiento en supermercados,
hipermercados, shoppings, supuestos expresamente contemplados hoy en el artículo
1375.4
4
Lorenzetti, R. L. (2015), op. cit., p. 174.
mayoría de las relaciones jurídicas, entre ellas, el contrato de depósito considerado
esencialmente gratuito en el Código Civil.
Acerca de quién es el sujeto legitimado en pagar la retribución, se discutió si
solo era el depositante, o –para el caso de no ser el titular de la cosa dejada en depósito–
si también podía responsabilizarse al titular del dominio. La justicia comercial, en un
fallo plenario, a propósito de un contrato de garaje, concluyó en el sentido de que el
único obligado es el depositante, aun cuando no sea propietario de la cosa.5
Consecuencia necesaria del principio de relatividad de los efectos de los contratos y
normas del contrato de depósito que determinan que puede ser celebrado por quien no
es titular de la cosa.
La gratuidad, dice la norma, debe ser pactada expresamente, si no, se presume
la onerosidad. No obstante, el hecho de que las partes hayan pactado que no se debe
retribución alguna, ello no impide que el depositario puede reclamar los gatos
razonables para hacer frente a la custodia y restitución. Se busca evitar el
enriquecimiento sin causa del depositante.
1. Locación de cosas
2. Contrato de Comodato
3. Contrato de Mandato
4. Contrato de garaje
Es un servicio ofrecido por las entidades bancarias que consiste en ofrecer a sus
clientes un servicio de custodia mediante cajas o cofres de seguridad para la guarda de
valores o bienes, que generalmente no son declarados, y por un plazo y con finalidad de
custodia, percibiendo como contraprestación un precio en dinero.
Se lo define como “un contrato por el cual el banco cede a un cliente por
determinado plazo el uso de un cofre o caja de seguridad, instalada en el edificio donde
el banco desarrolla su actividad en un lugar especialmente construido y vigilado,
mediante el pago de un precio, con la finalidad de que el cliente guarde allí
determinados bienes”.6
Está regulado en los artículo 1413 y siguientes del código, a los que se remite
para su mejor desarrollo.
V. Clases
El depósito es regulado como una figura genérica que admite subtipos según si
presenta determinados requisitos, de los que derivan efectos distintos.
Para definir estos subtipos, hay dos elementos diferentes: a) según el grado de
libertad que tiene el depositante en la elección de la persona del depositario. Existe el
depósito voluntario y el necesario; b) según la cosa objeto del contrato. Si es no
fungible o no consumible, será regular, y si no, irregular.
Los subtipos pueden combinarse, por lo que el depósito voluntario puede ser
regular o irregular, así como el necesario.
7
Lorenzetti, R. L. (2007), op. cit., p. 656.
depósito era irregular cuando:
a) La cosa depositada fuere dinero o cantidad de cosas consumibles,
si el depositante concede al depositario el uso de ellas o se las entrega sin las
precauciones del artículo anterior, segundo caso, aunque no le concediere el uso
y aunque se lo prohibiere;
b) Cuando representare un crédito en dinero o cantidad de cosas
consumibles, si el depositante autorizó al depositario para la cobranza.
Como se dijo, en el depósito regular, se transmite la tenencia de la cosa y, en
principio, el depositario tiene la obligación de guarda y debe poner en ella la diligencia
que usa para sus cosas o la que corresponde a su profesión. No puede usar ni servirse de
la cosa y debe restituirla al finalizar el contrato con todos sus frutos (art. 1358). En
cambio, cuando se trata de un depósito irregular, como la cosa no es identificable, se
transmite la propiedad, el dominio de ellas al depositario, que se libera entregando una
cosa de la misma especie y calidad que la recibida en depósito. El criterio es que el
contenido de la obligación de guarda no es la cosa, sino el valor que ella representa.
VI. Capacidad
En atención a lo regulado por los artículos 1363 y 1365, puede ser depositante
todo aquel que al menos tenga la tenencia de la cosa que se dará en depósito. En efecto,
se encuentran habilitados para realizar el depósito, todos quienes poseen un poder hecho
sobre la cosa, sea tenencia, sea posesión, razón por la cual el depositante no tiene que
justificar su derecho a la propiedad sobre la cosa para exigir su devolución, ni el
depositario le podría exigir que acredite tal circunstancia.
10
Lorenzetti, R. L. (2015), op. cit., p. 189.
alcanzar cualquier transmisión a título oneroso y no se limita a la venta. Luego, en caso
de permuta o dación en pago deberán no el precio, sino el provecho o beneficio
obtenido; c) si la cosa fue donada, para algunos los herederos nada deberían. Para otros,
igualmente los herederos del depositario deberían abonar su valor.
En caso de que el depósito sea oneroso, el artículo 1369 del Código Civil y
Comercial dispone que el depositante debe pagar la remuneración establecida para todo
el plazo del contrato, excepto pacto en contrario.
Asimismo, si para la conservación de la cosa es necesario hacer gastos
extraordinarios, el depositario debe dar aviso inmediato al depositante, y realizar los
gastos razonables causados por actos que no puedan demorarse. Estos gastos y los de
restitución son por cuenta del depositante.
Así como en el depósito oneroso, el plazo se entiende previsto en beneficio del
depositante, razón por la cual se dijo que este puede en cualquier momento requerir la
restitución de la cosa. Ello no significa un perjuicio para el depositario quien –salvo
pacto en contrario– tiene derecho a percibir la totalidad acordada por todo el plazo del
contrato. Es decir, que la norma tiene en cuenta el interés del depositario en el contrato
al pactarse una remuneración. Por ello, en principio, el depositario tiene derecho a toda
la remuneración pactada, aun cuando el depositante exija la restitución ante tempus.
11
Lorenzetti, R. L. (2015), op. cit., p. 195.
Claro que se trata de una disposición supletoria, razón por la cual opera salvo
que las partes hayan previsto expresamente una solución distinta.
En cuanto a los gastos, el principio general indica que los necesarios y
ordinarios, aquellos que habitualmente es necesario realizar para conservar la cosa,
deben ser realizados por el depositario en tanto integran su deber de guarda y resultan
imprescindibles para cumplir con la obligación restituir la cosa en buen estado y con sus
frutos. Se supone, además, que al ser ordinarios y habituales, fueron previstos por el
depositario a la hora de fijar su remuneración.
Respecto de los gastos extraordinarios, aquellos no previstos, que exceden de lo
común, cabe distinguir según se trate de gastos necesarios pero no urgentes, de los
urgentes. Respecto de los primeros, el legislador refiere que al depositario le basta con
dar aviso al depositante, quedando con ello liberado de su obligación.
Respecto de los urgentes, justamente, como no admiten demora, deberán ser
solventados por el depositario, pero dan derecho a reclamar su reembolso.
Si bien las reglas mencionadas –referidas a los gastos– están contempladas al
tratar el depósito oneroso en razón de su propia generalidad, corresponde aplicarlos
también a la modalidad gratuita, sin perjuicio de la facultad que tiene el depositario, en
este supuesto, de devolver anticipadamente la cosa.
XI. Plazo
12
Moeremans, D. (2010). Responsabilidad del hotelero en el contrato de hospedaje u hotelería. En L. F.
P. Leiva (dir.), Responsabilidad civil. Homenaje al Dr. René A. Padilla. Buenos Aires: La Ley, p. 356.
13
Zunino, J. O. (2007). Del depósito. En A. Belluscio (dir) y E. Zannoni (coord.), Código Civil y leyes
complementarias. Comentado, anotado y concordado: tomo IX. Buenos Aires: Astrea, p. 952.
eximentes es el caso fortuito y la fuerza mayor, ambos equiparables, pero siempre que
sea ajeno a la actividad hotelera. Es decir, que no haya podido ser previsto. Por ello, el
“casus” no opera como eximente cuando resulta una contingencia propia del riesgo de la
cosa o de la actividad.
El hotelero asume el riesgo que es propio del servicio que presta, es decir, el que
se produce en el ámbito interno de su actividad, y se exime cuando se produce en el
ámbito externo.
El ordenamiento actual suprimió la referencia que contenía la regulación anterior
en el sentido de que el robo con armas o escalamiento, que no pudiese resistir el
hotelero, importaba un caos fortuito. Hoy, se entiende que el empresario hotelero debe
adoptar las medidas de seguridad y prevención necesarias en función de su actividad,
controlando el correcto funcionamiento de los mecanismos de seguridad implementados
y la capacitación del personal en que delega la efectiva vigilancia, en cuyo contexto la
sustracción de los bienes depositados, aun llevada a cabo a mano armada, no puede ser
considerada imprevisible, máxime en atención a la reiteración con la que suele
cometerse tal modalidad delictiva.14
Otra eximente que prevé el artículo, y que no estaba contemplada en el Código
Civil, se refiere a los efectos dejados por el pasajero dentro del vehículo. Es decir, que si
bien el posadero responde por la sustracción del automóvil o sus partes constitutivas,
como de cualquier daño que cause al vehículo, se libera respecto de aquellos bienes que
el huésped por negligencia haya dejado olvidados en su interior. Cabe aclarar que esta
limitación no se aplica para los garajes o playas de estacionamiento, conforme lo
dispone expresamente el artículo 1375.
Respecto de los bienes de valor superior a los que ordinariamente los pasajeros
llevan consigo, el artículo 1372 señala que para que responda el posadero, es necesario
que el pasajero lo haya hecho saber al hotelero y guardado en las cajas de seguridad que
se encuentren a su disposición en el establecimiento. En este caso, la responsabilidad
del hotelero se limita al valor declarado de los efectos depositados.
Ahora, si los efectos del pasajero son excesivamente valiosos en relación con la
importancia del establecimiento, o su guarda causa molestias extraordinarias, los
hoteleros pueden negarse a recibirlos (art. 1373).
La norma impone al pasajero la carga de denunciar los objetos de valor
extraordinario o no usual que lleve consigo para que puedan ser debidamente
resguardados. Es lógico, que si tiene bienes de gran valor, se exija la denuncia al
posadero para que este adopte las medidas de seguridad necesarias para su cuidado. Es
más, conforme lo previsto en el artículo 1373, hasta podría negarse a recibirlos en caso
de que tenga un valor extraordinario en relación con el establecimiento o su guarda
cause molestias extraordinarias.
A ese deber de información que pesa sobre el pasajero, se le suma: i) la
obligación de denunciar el valor de los bienes que declara, en tanto será la medida de
reparación para el caso de pérdida o robo; ii) utilizar las cajas de seguridad que se
pongan a disposición.
Se entiende que el bien es de valor extraordinario cuando no es de los que
usualmente los pasajeros llevan consigo.
Ante la ausencia de cajas de seguridad, no se libera de responsabilidad al
hotelero, pero sí se exime en el supuesto de que habiéndolas puesto a disposición del
pasajero este voluntariamente decida no utilizarlas y luego reclame por pérdida o
sustracción.
14
Cámara Nacional Comercial, Sala A (16/09/2003). “Omega Coop. De Seguros c/ Osme SA”. La Ley,
2004-B, p. 1014.
Las reglas enunciadas constituyen la aplicación al específico supuesto de la
responsabilidad hotelera del principio de la previsibilidad contractual, según el cual las
partes de un contrato responden solo de las consecuencias que previeron o pudieron
prever al momento de contratar. Esta específica delimitación del daño resarcible,
implica que el deudor no debe responder por aquellos riesgos extraordinarios que no
fueron debidamente considerados y convenientemente asumidos al contratar. La
oportuna información al deudor (hotelero) del especial valor de los bienes introducidos
por el viajero permite a aquel adoptar los recaudos necesarios a su guarda segura o,
incluso, como se dijo, negarse a recibirlos.15
Excepto lo expuesto precedentemente, toda cláusula que excluya o limite la
responsabilidad del hotelero se tiene por no escrita (art. 1374).
15
Lorenzetti, R. L. (2015), op. cit., p. 220.
obligación accesoria de guarda. Por ejemplo, cuando se ofrece el servicio gratuito de
depósito en los hoteles.
Así lo ha dicho la jurisprudencia, respecto de los daños y sustracción de
vehículos estacionados en playas o lugares que destinan a sus clientes los
supermercados y shoppings. Al respecto, se ha sostenido que la gratuidad en el
estacionamiento en tales supuestos, no exime de responsabilidad al establecimiento, en
tanto dicho servicio adicional de guarda no es ofrecido desinteresadamente sino para su
propio beneficio, pues trae aparejado un incremento de la afluencia de público y,
además, cabe presumir que su costo ha sido trasladado al precio de los bienes
comercializados. Incluso, si el potencial comprador ingresara al establecimiento y no
realizara ninguna compra, pesa igualmente sobre quien lucra con esos consumidores
potenciales el deber de guarda y custodia de los vehículos estacionados. Distinta será la
situación si se demuestra que el damnificado había estacionado en una playa afectada a
un establecimiento comercial para trasladarse a un sitio distinto, en cuyo caso no cabría
responsabilizar al titular de la misma.16
Al régimen previsto, que encuadra el supuesto bajo el factor de atribución
objetivo, cabe aplicar el estatuto especial del consumidor en el supuesto de que le sea
aplicable (supermercados, hipermercados, shopping center, etc.).
Que la responsabilidad sea de tipo objetivo, importa que solo puede eximirse el
titular del establecimiento demostrando la ruptura del nexo causal, esto es: el casus
(caso fortuito o de fuerza mayor), el hecho de la víctima o de un tercero por quien no
debe responder. No obstante, se ha dicho que en caso de robo a mano armada, ello no
exime de responsabilidad, en tanto no puede considerarse un supuesto de fuerza mayor
al constituir un riesgo propio de la actividad que se realiza de manera onerosa y, por
ello, se tiene el deber de tomar todos los recaudos de seguridad necesarios para evitar su
ocurrencia.
En el caso de los parquímetros o estacionómetros, se ha dicho que tienen una
finalidad y regulación muy diferente del contrato de garaje, ya que al ser por hora crea
la presunción de que la principal finalidad que cumple es la proporcionar un espacio,
por tiempo limitado, para el estacionamiento del vehículo, a diferencia del contrato de
garaje, donde la finalidad primordial es la de guarda.
16
Lorenzetti, R. L. (2015), op. cit., p. 225.
siendo objetiva la responsabilidad del depositario y de resultado, admitiendo como
causales de exoneración: a) el daño derivado de la naturaleza de la misma cosa
depositada; b) el daño derivado del vicio o defecto intrínseco de la misma cosa
depositada; c) el daño derivado del embalaje, toda vez que se entiende que quien tiene
la obligación de embalar y hacerlo conforme la estructura y naturaleza de la cosa es el
depositante; d) caso fortuito externo a su actividad. No lo sería y, por ende, respondería
la casa de depósito, en caso de pérdida o destrucción por incendio y robo, en tanto
situaciones previsibles.
Es claro que se trata del supuesto del depósito regular, toda vez que en el
irregular, al transmitirse la propiedad de la cosa por tratarse de bienes fungibles, la
especie nunca perece y el depositario siempre tendría la obligación de restituir la misma
calidad y cantidad del entregado en depósito.
Se somete a la decisión de peritos arbitradores cualquier conflicto derivado de la
tasación de los bienes.
El artículo 1377 enuncia las obligaciones específicas a cargo de los titulares de
las casas de depósito, a las que se suman las que en general corresponden a todo
depositario.
La novedad es que deben dar recibo de la mercadería que se le entrega, como
permitir la inspección del depositante de las cosas dadas en depósito.
El recibo es a fin de que al finalizar el contrato el depositante puede controlar si
la mercadería coincide con lo originariamente entregado. Tiene un fin probatorio que
permite acreditar la existencia del contrato de depósito y las mercaderías entregadas.
Su falta de entrega responsabiliza al depositario, pero no hace a la validez del
contrato, por ser consensual.