Medicina Renacimiento
Medicina Renacimiento
Medicina Renacimiento
LA MEDICINA EN EL RENACIMIENTO
La medicina alcanzó gran desarrollo durante el Renacimiento, sobre todo en Europa occidental.
Los tratamientos médicos, tan primitivos en la Edad Media, se convirtieron en verdadera ciencia.
Gracias a sus infatigables investigaciones y a su lucha contra métodos anticuados, sabios como
Andrés Vesalio, Ambrosio Paré y Miguel Servet fueron figuras cumbres de este poderoso
desarrollo.
Sin embargo, todavía se ponían en práctica tratamientos ridículos, dolorosos, e incluso criminales.
La Edad Media había menospreciado la cultura de la Antigüedad, pero el Renacimiento trató de
restablecer el contacto con la Roma clásica y con Grecia. Al principio, este retorno al espíritu
clásico se limitó al arte y a la literatura. Pero al cabo de un tiempo se extendió también a las
ciencias.
En efecto, éstas experimentaron gran desarrollo en los siglos XV y XVI. Su florecimiento fue tan
evidente que se puede decir que para las ciencias nació una nueva era, que contrastaba con la
paralización e incluso el retroceso característico de la Edad Media.
Italia fue el país del renacimiento de las artes y las letras, más no del de las ciencias, que en esta
época alcanzaron su máximo desarrollo en naciones situadas más al norte: Países Bajos, Francia y
el Sacro Romano Imperio. La medicina también cobró gran incremento en estos países.
Entre las principales características del Renacimiento podemos destacar las siguientes:
Se desarrolló un espíritu crítico con pretensión de conocer científicamente la realidad.
Esto se manifestó en todas las artes y en el modo de concebir la relación de las
personas con el mundo.
Se inició en la ciudad italiana de Florencia y desde ahí pasó primero a las demás
ciudades italianas, especialmente a Roma y Venecia y luego al resto de Europa.
Adquirió gran importancia el concepto de individuo. Se manifestó mediante la
búsqueda de trascendencia personal a través de las propias obras ya sea como
creador, en el caso de los artistas; o como protector y brindando apoyo material a los
artistas en el caso de los mecenas.
El arte fue al mismo tiempo naturalista e idealista. Los artistas pretendían representar
el mundo real tal como se veía, pero al mismo tiempo querían mostrar solo su belleza.
Para lograr representar sobre la superficie plana del cuadro o la pared la
tridimensionalidad del mundo real desarrollaron técnicas, como la perspectiva que
daba sensación de espacio y el claroscuro, que permitía dar volumen a los cuerpos.
Los artistas se transformaron en intelectuales con conocimiento de matemática,
geometría y óptica para resolver los problemas de la perspectiva; de anatomía para
representar el cuerpo humano; así como de literatura, filosofía y teología para darle
interés a los temas de sus obras.
En literatura, se tomaron temas y personajes propios de la antigüedad clásica. Al
mismo tiempo, las formas adquirieron tanta importancia como los temas los temas
tratados.
3. RENACIMIENTO Y MEDICINA
Se volvieron a retomar los clásicos griegos y latinos, lo que dio lugar al nombre del Renacimiento.
El invento de la imprenta condicionó una impresionante difusión de la información, lo que aunado
al impulso del comercio e intercambio de productos entre Oriente y Occidente, permitió el auge
de ciudades, sobre todo en el norte de Italia, con una expansión de la economía artesanal y
mercantil. Florecieron universidades y se le dio prioridad al conocimiento, sobre todo al recibir una
gran cantidad de griegos que abandonaron Constantinopla, tras su caída en poder de los turcos, en
1453.
Se desarrollaron la Astronomía, la Química, las Matemáticas, la Ingeniería, la Arquitectura, todas
las artes y por supuesto, la Medicina. Se dio un impulso sin precedentes a la Anatomía,
constituyendo un verdadero motor de la medicina en general y de la cirugía, en particular. Resalta
Leonardo da Vinci (1452–1519) como un emblema en el conocimiento del cuerpo humano. En una
obra verdaderamente majestuosa llamada Manuscrito Anatómico A (1510–1511), con
impresionantes grabados orientados principalmente al estudio de huesos y músculos, pudo
plantearse un intento por comprender el funcionamiento del ser humano. En 1513 llevó a cabo
investigaciones anatómicas en el Hospital del Espíritu Santo de Roma, pero tuvo que renunciar
pues dos años después, fue acusado de llevar a cabo prácticas impías y sacrílegas, por el pontífice
León X, quien le prohibió la entrada al hospital. Para ese entonces, ya tenía proyectado un tratado
de Anatomía (Il libro dell ́Anatomia), pero la mayor parte de ese hermoso trabajo, por las razones
antes expuestas, desgraciadamente se perdió. Esto condicionó que muy pocos conocieran esta
extraordinaria faceta de investigador dentro del área médica.
Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim, mejor conocido como Paracelso
(1493–1541), fue un médico, alquimista y astrólogo suizo. Escribió, dentro de varias obras, un
tratado llamado Opera Omnia Médico-Chemico-Chiriugica y uno de cirugía titulado Magna
Chirurgia. Planteó la mínima intervención en la solución de heridas, luxaciones y fracturas,
privilegiando la acción de lo natural.
Pero el mejor anatomista de todos los tiempos indudablemente fue Andries van Wesel. Mejor
conocido como Andreas Vesalius o Andrés Vesalio (1514–1564) quien elaboró una de las más
grandes obras maestras de la cultura occidental con su De humani corporis fabrica, que son una
serie extraordinaria de láminas con representaciones anatómicas que no solamente se ajustan a la
realidad, sino que representan en una forma plenamente artística, las características del cuerpo
humano.
Otros autores sobresalientes en la evolución del conocimiento médico anatómico fueron Carolus
Stephanus o Charles Estienne (1504–1564); Bartolomeo Eustachio o Eustachi, mejor conocido
como Eustaquio (1510–1574) y Jean Fernel (1497–1558).
Pero fue Ambrosio Paré (1510–1590) la figura protagonista de la medicina quirúrgica del siglo XVI.
Publicó una colosal obra de cirugía: Dix Livres de la Chirurgie que estaba constituida en su primera
parte por descripciones de anatomía con fisiología y la segunda, de cirugía. Describió técnicas,
como el uso de torniquetes y ligaduras de grandes vasos en las amputaciones y puntualizó los
objetivos de los procedimientos quirúrgicos expresando que “la cirugía tiene cinco funciones:
eliminar lo superfluo, restaurar lo que se ha dislocado, separar lo que se ha unido, reunir lo que se
ha dividido y reparar los defectos de la naturaleza”. Expresó que el lavado era fundamental en el
tratamiento de las heridas por arma de fuego explicando: “no puedo decir por qué razón, pero
creo que uno de los principales medios para curar las heridas es conservarlas bien limpias”.
Así, la cirugía evolucionó en una forma sin precedentes. Estando en manos de los barberos en
plena Edad Media, gradualmente prosperó en el conocimiento teórico práctico, dando lugar a los
cirujanos (con conocimientos basados en la instrucción y el conocimiento basado en el estudio),
mientras que los barberos no eran otra cosa más que curanderos ambulantes.
Las observaciones, las prácticas y las investigaciones le imprimieron a la medicina occidental una
vitalidad que ya no se detendría y aunque en algunos aspectos permaneció una especie de
fidelidad a tradiciones antiguas, en efecto se creó un sistema médico lo suficientemente flexible
como para aceptar nuevas teorías, enriqueciendo postulados generados en el pasado que si bien
en muchos de los casos tenían errores, indudablemente contribuyeron a que se pudiese aspirar a
mejorar la calidad y la expectativa de vida.
Los pintores del Renacimiento más emblemáticos y sus obras más conocidas.
Leonardo da Vinci, 1452- 1519
Miguel Ángel, 1475-1564
Rafael Sanzio, 1483-1520
Sandro Botticelli, 1445-1510
Tiziano Vecellio, c.1488-1576
Fra Angélico, 1395-1455
Masaccio, 1401-1428
Alberto Durero, 1471-1528
Cirujanos
5. PARACELSO (1493-1541)
Nació en Einsielden (Suiza) (figura 9: Paracelso por Jan van Scorl, Louvre, París). Se opuso a
las autoridades académicas de la época, sometiendo a crítica a los clásicos. Su principal
obra fue "Opera Omnia Médico-Chemico-Chiriugica", aunque también escribió un tratado
de cirugía "Magna Chirurgia" en el que se recogen sus criterios quirúrgico-traumatológicos
más importantes. Paracelso optó por intervenir lo menos posible a la hora de solucionar
heridas, fracturas y luxaciones, dejando al tiempo y a la naturaleza ejercer su acción,
evitando a sus pacientes el trauma sobreañadido de una manipulación de dudosos
resultados. Destacan sus experiencias sobre heridas por arma de fuego.
A partir del Renacimiento se empezaron a hacer las primeras autopsias, comenzó una nueva
corriente de autores que creían solo lo que podían ver, alejándose definitivamente de las ideas
dogmáticas que hasta ese momento prevalecían.
Nace así la anatomía organicista, que relaciona directamente la morfología con las alteraciones y
síntomas que acompañan a la enfermedad.
Los autores que iban apareciendo en la época y que descubrían lo valioso que resultaba la
autopsia para el estudio de la medicina, como por ejemplo Morgagni, fueron entendiendo que la
observación y el estudio de las alteraciones morfológicas eran la base fundamental para entender
las enfermedades.
7. LA FISIOLÓGIA
Otro aspecto de la biología que se benefició con el impulso del Renacimiento científico fue la
fisiología. De mayor impacto en el desarrollo de la fisiología científica fue el descubrimiento de la
circulación de la sangre por William Harvey (1578-1657). La idea ya había sido sugerida desde el
siglo XIII por Ibn an Nafis, y mucho se ha discutido que en el siglo XVI tanto Servet como Colombo
habían mencionado que la sangre del ventrículo derecho pasaba al ventrículo izquierdo por los
pulmones y no a través del tabique interventricular, como lo había postulado Galeno. Incluso
Colombo señala:
Entre los ventrículos está el septum, a través del cual casi todos piensan que hay un paso entre el
ventrículo derecho y el izquierdo, de modo que la sangre en tránsito puede hacerse sutil por la
generación de los espíritus vitales que permitan un paso más fácil. Sin embargo, esto es un error,
porque la sangre es llevada por la vena arterial (arteria pulmonar) a los pulmones... Regresa junto
con el aire por la arteria venal (venas pulmonares) al ventrículo izquierdo del corazón. Nadie ha
observado o registrado este hecho, aunque puede ser visto fácilmente por cualquiera.
Este texto sugiere que Colombo no sólo mencionó la circulación pulmonar de la sangre sino que la
había observado directamente. Harvey conocía el libro de Colombo y se refirió a él por lo menos
tres veces en su propia obra. No se sabe si Colombo había consultado el libro de Servet, Restitutio
christianismi, en donde se sugiere la existencia de la circulación pulmonar, pero es poco probable
porque Servet fue quemado vivo en 1553 y casi todas las copias de su libro fueron destruidas,
excepto tres, mientras que el texto de Colombo apareció en 1559.
Harvey nació en Folkestone y estudió en Cambridge. De ahí pasó, en 1517, a estudiar medicina en
la Universidad de Padua, donde fue alumno de Fabrizio de Aquapendante, de quien conservó
gratos recuerdos toda su vida. Tras graduarse en 1602 regresó a Londres a ejercer la medicina. Su
prestigio profesional creció rápidamente y en 1609 fue electo médico del Hospital de San
Bartolomé. En 1615 Harvey fue nombrado conferencista en el Colegio de Médicos de Londres; su
primer curso lo dictó al año siguiente y todavía se conservan las notas que hizo para sus
conferencias. Puede verse que desde entonces ya tenía clara la idea de la circulación de la sangre,
pero no la publicó sino hasta 1628, en su famoso libro De motu cordis. La teoría galénica del
movimiento de la sangre en el organismo no consideraba un movimiento circular sino más bien de
ida y venida de la sangre dentro del sistema venoso; según Galeno y todos sus seguidores, las
arterias no contenían sangre sino aire, pneuma. Además, la sangre se generaba continuamente en
el hígado, a partir de los alimentos, y alguna pasaba del lado derecho al lado izquierdo del corazón
a través de los poros del tabique interventricular, para mezclarse con el aire. Harvey presentó
muchos datos en contra de este concepto, derivados de distintas observaciones en anatomía
comparada, en embriología, en vivisecciones y en disecciones anatómicas no sólo de cadáveres
humanos sino también de muchas otras especies animales.
Conviene señalar, sin embargo, que Harvey nunca vio la circulación sanguínea, sino que la dedujo
de sus observaciones: la circulación de la sangre explicaba, mejor que ningún otro concepto, la
totalidad de los hechos. La conclusión de su libro es la siguiente:
Permítaseme que ahora resuma mi idea sobre la circulación sanguínea, y de esta manera la haga
generalmente conocida.
En vista de que los cálculos y las demostraciones visuales han confirmado todas mis suposiciones,
a saber, que la sangre atraviesa los pulmones y el corazón por el pulso de los ventrículos, es
inyectada con fuerza a todas las partes del cuerpo, de donde pasa a las venas y a las porosidades
de la carne, fluye de regreso de todas partes por esas mismas venas de la periferia al centro, de las
venas pequeñas a las mayores, y por fin llega a la vena cava y a la aurícula del corazón; todo esto,
también, en tal cantidad y con tan grande flujo y reflujo del —corazón a la periferia y de regreso
de la periferia al corazón— que no puede derivarse de la ingesta y también es de mucho mayor
volumen que el que sería necesario para la nutrición.
Estoy obligado a concluir que en los animales la sangre es mantenida en un circuito con un tipo de
movimiento circular incesante, y que ésta es una actividad o función del corazón que lleva a cabo
por medio de su pulsación, y que en suma constituye la única razón para ese movimiento pulsátil
del corazón.
8. La Epidemiologia y Fracastoro
En el capítulo 2 de su Libero, Fracastoro se refiere a los diferentes tipos de infección como sigue:
Los tipos esenciales de contagio son en número de tres: 1) infección por puro contacto; 2)
infección por contacto humano y con objetos contaminados, como en la sarna, la tisis, la pelada, la
lepra (elefantiasis) y otras de ese tipo. Llamo "objetos contaminados" a cosas como vestidos, ropas
de cama, etc., que aunque no se encuentran corrompidos en sí mismos, de todos modos pueden
albergar las semillas esenciales (seminaria prima) del contagio y así producir infección; 3)
finalmente hay otra clase de infección que actúa no sólo por contacto humano y con objetos sino
que también puede trasmitirse a distancia. Estas son las fiebres pestilenciales, la tisis, ciertas
oftalmias, el exantema llamado viruela, y otras semejantes.
La infección por contacto la compara Fracastoro con la putrefacción que pasa de un racimo de
uvas a otros vecinos, o de una manzana a otras en la misma canasta; en cambio, le parece que la
infección por objetos contaminados es de tipo diferente ya que el principio infeccioso (primo
infecto), al pasar del enfermo al objeto puede permanecer en él sin modificarse durante tiempos
variables que pueden ser hasta de dos o tres años.
Para explicar la infección a distancia Fracastoro presenta la teoría del hálito o de la exhalación, que
supone que todos los cuerpos u objetos están continuamente desprendiendo partículas que
percibimos a través de nuestros sentidos; por ejemplo, la exhalación de una cebolla puede
apreciarse por el olfato y además produce lagrimeo. De manera similar, las exhalaciones de ciertas
enfermedades pueden viajar a distancia y producir contagio, pero con diferencias importantes: en
primer lugar, las semillas se unen a los humores con los que tienen afinidad, y en segundo lugar,
generan otras semillas similares a ellas mismas hasta que todo el cuerpo se encuentra afectado.
Fracastoro no sólo anticipó de esta manera la multiplicación de los agentes biológicos de
enfermedad dentro del paciente, sino que además señaló su especificidad como sigue:
Existen plagas de árboles que no afectan a los animales y otras propias de las bestias que no
atacan a las plantas. También entre los animales hay padecimientos propios del hombre, del
ganado, de los caballos, etc. Es más, considerando por separado los distintos tipos de seres vivos,
hay enfermedades que afectan a los niños y a los jóvenes que no ocurren en los viejos y viceversa.
También hay otras que sólo atacan a los hombres, o sólo a las mujeres, y todavía otras que atacan
a ambos sexos. Algunos sujetos atraviesan inermes las pestilencias mientras que otros se
enferman de ellas.
Fracastoro distingue entre las infecciones y los envenenamientos señalando que estos últimos no
producen putrefacción ni pueden reproducir en otro organismo sus semillas, o sea que no son
infecciosos.
Existe una controversia acerca de la influencia que las ideas de Fracastoro tuvieron en la medicina
de su tiempo y la de sus sucesores. La idea de que, al igual que Vesalio y Paré, Fracastoro fue
responsable de una revolución en el pensamiento médico del Renacimiento que transformó
conceptos medievales en modernos es difícil de sostener. Sus libros no tuvieron repercusión
comparable a la Fabrica de Vesalio o las Oeuvres de Paré. De hecho, estudios recientes no han
revelado que los escritos de Fracastoro se usaran para avanzar en la comprensión de las
enfermedades infecciosas. Mucho de lo que enseñó a mediados del siglo XVI tuvo que
redescubrirse en los siglos XVIII y XIX.
Quizá el problema principal es que la obra de Fracastoro fue un intento de retratar la naturaleza
con una finísima malla de hipótesis e intuiciones geniales, pero con muy pocos hechos. La principal
diferencia de la obra de Fracastoro, en comparación con las de Vesalio y Paré, es que mientras la
del primero es casi puramente teórica, las de los segundos son eminentemente prácticas; en
ausencia de demostraciones objetivas era válido proponer otras ideas y explorar otros caminos.
Fracastoro era un renacentista genial pero se adelantó a su tiempo y pagó por ello; pero si hubiera
nacido un siglo más tarde, cuando los microscopios alcanzaron el desarrollo necesario para revelar
el universo microbiológico, sus semillas hubieran pasado de ser meras hipótesis a convertirse en
algo concreto en el mundo de la realidad, y con ello su contribución al progreso de la medicina
hubiera sido incomparablemente mayor.