Ultimo Dia Triduo
Ultimo Dia Triduo
Ultimo Dia Triduo
Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su
madre: "Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción
-¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de
muchos corazones."
Oración introductoria
Jesús, hoy no quiero pedirte nada, quiero ofrecerte más bien todo lo que soy y mi humilde esfuerzo
de imitar a María, que ante el inmenso e inmerecido dolor que sufrió, supo guardar en su corazón
todo lo que no logró comprender. Con mucha fe, confianza y amor te suplico, Madre santísima, que
intercedas por mí ante tu amado Hijo.
Petición
María, acompáñame en mi camino de vida, como lo hiciste con tu Hijo Jesús.
Reflexión
Cuando Dios había decidido venir a la tierra había pensado ya desde toda la eternidad en encarnarse
por medio de la criatura más bella jamás creada. Su madre habría de ser la más hermosa de entre
las hijas de esta tierra de dolor, embellecida con la altísima dignidad de su pureza inmaculada y
virginal. Y así fue. Todos conocemos la grandeza de María.
Pero María no fue obligada a recibir al Hijo del Altísimo. Ella quiso libremente cooperar. Y sabía,
además, que el precio del amor habría de ser muy caro. “Una espada de dolor atravesará tu alma” le
profetizó el viejo Simeón. Pero, ¡cómo no dejar que el Verbo de Dios se entrañara en ella! Lo concibió,
lo portó en su vientre, lo dio a luz en un pobre pesebre, lo cargó en sus brazos de huida a Egipto, lo
educó con esmero en Nazaret, lo vio partir con lágrimas en los ojos a los 33 años, lo siguió
silenciosa, como fue su vida, en su predicación apostólica...
Ella nos enseña la gallardía con que el cristiano debe sobrellevar el dolor. El dolor es el precio del
amor a los demás. No es el castigo de un Dios que se regocija en hacer sufrir a sus criaturas, es el
momento en que podemos ofrecer ese dolor por el bien espiritual de los demás, es la experiencia de
la corredención, como María. Ella miró la cruz y a su Hijo y ofreció su dolor por todos nosotros.
¿No podríamos hacer también lo mismo cuando sufrimos? Mirar la cruz. Salvar almas. La diferencia
con Nuestra Madre es que en esa cruz el sufrir de nuestra vida está cargado en las carnes del Hijo de
Dios. Él sufrió por nuestros pecados. Él nos redimió sufriendo. Ella simplemente miró y ayudó a su
Hijo a redimirnos.
Propósito
Rezar el saludo a la Virgen (Ángelus), o una oración dedicada a Ella, para acompañarla en su dolor.
1. Para que la Iglesia lleve con alegría a Cristo, el Salvador, a todo el mundo, y muchos se
conviertan a Él. Roguemos al Señor.
2. Para que surjan vocaciones sacerdotales que con su vida den testimonio de que Jesús
está en medio de su pueblo y que nos ama. Roguemos al Señor.
4. Para que las madres que esperan un hijo se preparen a recibirlo con amor y como una
bendición de Dios. Roguemos al Señor.
5. Para que todos nosotros seamos morada del Espíritu y Él guíe nuestros pasos por el
camino del amor sincero, la pureza de costumbres y la fidelidad a Jesucristo. Roguemos al
Señor.
6. Por los que sufren; para que María, que permaneció firme en la hora de la prueba de su
Hijo amado, haga sentir su presencia maternal a los que sufren la cruz de la enfermedad, la
incomprensión, la guerra, la miseria, el desamor. Roguemos al Señor.
Oración: Recibe, Padre, por manos de María, nuestras oraciones; modela nuestras vidas
con la fuerza de tu amor y haz que seamos testigos tuyos ante el mundo. Por Jesucristo,
nuestro Señor.