Bullying Victimizacion Autoestima
Bullying Victimizacion Autoestima
Bullying Victimizacion Autoestima
Tabia, Brenda
A mis amigos, que supieron entender mis ausencias por estudio y permanecieron
siempre apoyándome en los logros y las dificultades.
Sin todos ellos, este logro, no hubiese sido posible. A cada uno, ¡GRACIAS!
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Índice:
Resumen…………………………………………………………………………………….6
CAPITULO I……………………………………………………………………………….8
Introducción…………………………………………………………………………9
Objetivos…………………………………………………………………………....12
Hipótesis…………………………………………………………………………....12
Justificación del estudio…………………………………………………………....13
CAPITULO II…………………………………………………………………………….16
Victimización y autoestima………………………………………………………...22
Marco teórico………………………………………………………………………………24
Concepto de bullying…………………………………………………………………..24
Características del bullying…………………………………………………………….25
Formas de acoso escolar………………………………………………………………..26
Perfiles psicosociales…………………………………………………………………..28
Posibles víctimas de acoso escolar…………………………………………………….29
Caracterización de las víctimas típicas………………………………………………...30
Consecuencias que tiene el Bullying…………………………………………………..31
Autoestima en la adolescencia………………………………………………………....33
Valores de la autoestima……………………………………………………………….35
Niveles de autoestima………………………………………………………………….35
Adolescencia…………………………………………………………………………...40
3
Cambios en la adolescencia……………………………………………………………41
Bullying y autoestima………………………………………………………………….44
CAPITULO III........……………………………………………………………………....46
Encuadre Metodológico…………………………………………………………………....47
Tipo de estudio………………………………………………………………….….47
Muestra………………………………………………………………………….….47
CAPITULO IV……………………………………………………………………….…...54
Resultados……………………………………………………………………………….…55
CAPITULO V…………………………………………………………………………..…62
Discusión………………………………………………………………………….………..63
Conclusión……………………………………………………………………….…………70
Limitaciones………………………………………………………………………..71
Recomendaciones……………………………………………………….………….72
Referencias…………………………………………………………………….…………...75
Anexo………………………………………………………………………….…………...79
4
Índice de tablas y gráficos
Tabla 1………………………………………………………………………………….…48
Tabla 2………………………………………………………………………………….…49
Gráfico 1………………………………………………………………………….……….48
Gráfico 2…………………………………………………………………………………..49
Tabla 3…………………………………………………………………………….………50
Resultados………………………………………………………………………….…….55
Tabla 1…………………………………………………………………………….………55
Tabla 2…………………………………………………………………………….………55
Tabla 3…………………………………………………………………………….………56
Tabla 4…………………………………………………………………………….………56
Tabla 5………………………………………………………………………….…………57
Tabla 6………………………………………………………………………….…………57
Tabla 7………………………………………………………………………….…………58
Tabla 8………………………………………………………………………….…………59
Tabla 9………………………………………………………………………….…………59
Tabla 10………………………………………………………………………….………..60
Gráfico 1………………………………………………………………………….……….60
Gráfico 2………………………………………………………………………….……….61
5
Resumen
El bullying es una conducta de acoso físico y/o psicológico que realiza un alumno o
grupo de alumnos contra otro u otros compañeros. Constituye un fenómeno transversal y
frecuente que afecta a un importante porcentaje de estudiantes en tanto victimas (en mayor
medida), victimarios o agresores, o en tanto observadores o espectadores del bullying entre
sus compañeros. En la Argentina, los casos de hostigamiento son cada vez más frecuentes,
y la violencia no termina en el aula sino que se puede trasladar a otros aspectos de la vida
del adolescente.
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selección de pocas variables. Hablamos de un estudio transversal por la cual no se sigue el
problema a través del tiempo.
Con respecto a los niveles de víctimas y perpetradores del acoso escolar decimos
que entre los alumnos encontramos victimas en mayor medida, dejando a los agresores en
un porcentaje menor. El sexo de los alumnos agresores era visiblemente el de los varones.
Mientras que en el caso de las víctimas, los resultados comprobados nos demuestran que el
sexo femenino es el más afectado en esta problemática. También se corroboró que las
víctimas del acoso escolar, poseen menor autoestima que aquellos que no lo sufren.
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CAPITULO I
8
Introducción
9
Es por ello que las víctimas de intimidación tienden a tener bajos niveles de autoestima,
pueden sentirse deprimidas, inseguras, ansiosas, hipersensibles, cautelosas y reservadas
(Berthold y Hoover, 1999; Craig, 1998; Olweus, 1995; Rigby y Slee, 1991). Normalmente
estos estudiantes se muestran encerrados en sí mismos, preocupados y temerosos ante las
situaciones nuevas (Byrne, 1994), o muestran una introversión extrema (Slee y Rigby,
1993).
En la literatura científica sobre el bullying se ha constatado en numerosas ocasiones la
estrecha relación existente entre los problemas de victimización y la baja autoestima de las
víctimas (Austin y Joseph, 1996; Guterman, Hahm y Cameron, 2002; Olweus, 1998;
Musitu, Buelga, Lila y Cava, 2001). Sin embargo, los resultados relativos a la asociación
entre la conducta agresiva y la autoestima son mucho más contradictorios. Algunos autores
sostienen que los adolescentes agresivos presentan una autoestima más baja que aquellos
sin problemas de conducta (Mynard y Joseph, 1997; O’Moore, 1997), mientras otros
afirman que los agresores por regla general se valoran positivamente a sí mismos y
muestran un nivel de autoestima medio o incluso alto (Olweus, 1998;Rigby y Slee, 1992).
En su investigación, Cerezo Ramírez (2001) precisó algunos elementos del perfil de los
agresores, las conclusiones apuntan a que, junto a algunos aspectos de tipo físico como el
ser varón (en una proporción de tres a uno) y poseer una condición física fuerte, estos
jóvenes establecen una dinámica relacional agresiva y generalmente violenta con aquellos
que consideran débiles y cobardes. Se consideran líderes y sinceros, muestran una alta
autoestima y considerable asertividad, rayando en ocasiones con la provocación.
Correia y Dalbert (2008), Jones et al., (2008) y Pérez et al. (2005) plantean que los
pertenecientes a un grupo de características agresivas tienen que mantener este rol con el
fin de ser aceptables dentro del mismo. Los grupos, tienden a ocultar sus conductas
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intimidantes hacia pares, a través de la acusación de sus propios miembros, como alguien
que no es deseable dentro del grupo, es decir, que inician un proceso de rechazo de un
miembro con el fin de proteger su propia identidad grupal y así fortalecer su cohesión.
Por otra parte, se ha encontrado que las víctimas del bullying tienen aspecto físico de
complexión débil y ocasionalmente, tienen una discapacidad física. (Lodge y Feldman,
2007; Rodríguez, Senoe & Pedreira, 2008). La personalidad de las víctimas se caracteriza
por la timidez y el aislamiento social.
Apoyando a lo anterior, Jones, Haslam, York y Ryan, (2008) y Monks y Smith (2006)
plantean que dentro de la dinámica de la intimidación, existen al menos dos participantes
principales (el matón y la víctima), entre los cuales se suscita una relación que es necesario
analizar y comprender.
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Esta investigación, por lo tanto, trataba de responder la siguiente pregunta: ¿existe una
asociación entre la victimización, el bullying y la autoestima, por parte de los pares en
adolescentes de 14 y 15 años a partir del auto-informe y nominaciones de pares de
alumnos?
Objetivo General
Objetivos específicos
Hipótesis
Existe diferencia en los porcentajes de victimas según sexo debido a que más varones
que mujeres son victimizados, y más varones son perpetradores del bullying.
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Justificación del estudio
El fenómeno de la violencia es nuevo y a la vez viejo; tan viejo como el ser humano,
pero en estos tiempos de fragmentación social, de inclusión y expulsión producidos por la
globalización, se presenta como nuevo en sus contenidos, en sus manifestaciones y en sus
sentidos.
Violencia en las escuelas, contra las escuelas, violencia institucional, distintos rostros de
un fenómeno complejo que daría cuenta de que el viejo dispositivo disciplinario estaría
colapsando y que la escuela y los docentes ya no parecen dotados de autoridad.
Estos escenarios obligan a formularse nuevas preguntas sobre los sentidos de la escuela
hoy, sobre el rol de desempeñar en la formación de niños y jóvenes como sujetos
individuales y actores sociales; sobre el papel de la escuela en la convivencia social, sobre
cómo se enseña y cómo se aprende a “vivir juntos”. No es casual que la UNESCO (1960)
estableciera como uno de los pilares de la educación siglo XXI el aprender a convivir, que
alcanzó así un estatus equivalentes a otros aprendizajes que se consideran indispensables de
conquistar en la escuela (Ferreyra y Peretti, 2006).
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Comprender las escenas de violencia en la escuela supone, además, analizarlas desde
dos puntos de vista complementarios, atendiendo a su carácter vincular: desde la
perspectiva de la víctima y desde la del victimario.
En este sentido, deben analizarse los sucesos violentos como procesos y no como
simples acontecimientos. Las secuelas que esto deja, son varias, comenzando por bajo
rendimiento escolar, humor cambiante, baja autoestima, entre otras… En estos casos,
muchas veces si no se toman las medidas o prevenciones necesarias puede llegar a
determinar conductas autodestructivas.
Padres y profesores poseen mínima información sobre este tema, por ende, no saben
cómo actuar o ignoran la situación, considerándolo como algo “normal” que ocurre en esta
edad (Ferreyra y Peretti, 2006).
Para los adolescentes, uno de los requisitos más importantes, urgentes e imprescindibles
para el crecimiento y la supervivencia, es la necesidad de formar parte de un grupo, de ser
aceptados y de verse reflejados en una cohorte de iguales. En este período, los adolescentes
se plantean las preguntas fundamentales: “¿Quién soy?”, “¿Cuál es el significado de la
vida?” y “¿Dónde debo buscar mi lugar?”. Es una época en que los niños realizan el paso a
la edad adulta, a través de los diversos procesos de institucionalización.
Debemos tener en cuenta que la autoestima alude a la valoración que la persona hace de
sí misma, de modo de que por un lado, el adolescente puede tener una imagen general de sí
mismo favorable o desfavorable, y por otro lado, puesto que se desenvuelve en diversos
contextos como el familiar, el escolar y el social, también desarrolla una imagen de sí
mismo específica en cada uno de ellos (Caba, Musito y Vera, 2000). La autoestima, por
14
tanto, refleja una actitud general o global hacia uno mismo, así como actitudes hacia
aspectos específicos que no son equivalentes ni intercambiables (Rosenberg, Schooler,
Shoenbach y Rosenberg, 1995).
Por todo esto es que nos parece sumamente importante abordar esta temática, sobre todo
en las escuelas donde hoy por hoy es el principal escenario, donde año a año se acrecienta
el porcentaje de casos y es desde esta institucionalidad donde se puede comenzar a
implementar cambios. El hecho de que esto ocurra principalmente dentro de las
instituciones escolares, creemos que tiene que ver con una sociedad que se impone, sin
tener respeto por el otro, habiendo cada vez menos tolerancia por las diferencias. Y es ahí
donde el colectivo estudiantil adolescente es el más afectado siendo más vulnerables,
debido a las etapas que atraviesan, de cambios tanto físicos como emocionales y
psicológicos.
Estudiar este fenómeno, sus implicancias, sus actores y sus consecuencias, nos hacen
ver, que pasa con cada uno de ellos. Poder preguntarnos qué sucede con ese estudiante que
es víctima de abuso, cómo es su autoestima, o bien, a su vez, que sucede con la autoestima
de aquel que produce los daños, de dónde surgen esas conductas. Una vez investigado esto,
poder detectar e intervenir pero sobre todas las cosas prevenir este tipo de sucesos donde
todos salen afectados.
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CAPÍTULO II
16
Estado del arte
Niveles de bullying
Los estudios sobre malos tratos entre compañeros en la escuela son bastante recientes. El
primer trabajo sistemático que suele citarse se inició en 1970 y todavía hoy se sigue
desarrollando, ya que se trata de un estudio longitudinal. Su autor fue Dan Olweus (1973),
de la Universidad de Bergen, y se llevó a cabo con una muestra de 900 sujetos.
En los dos estudios transversales realizados en Noruega y Suecia se utilizó el
Cuestionario Abusón /víctima (Olweus, 1983) mientras que en las investigaciones
longitudinales se han utilizado además múltiples instrumentos para obtener una mayor
información sobre diversos aspectos concretos y ciertas características específicas de los
agresores y las víctimas.
Para los propósitos del presente informe resulta suficiente resumir los resultados del
estudio de ámbito nacional llevado a cabo en 715 escuelas de Noruega (1983) y con un
número aproximado de 130.000 alumnos de edades comprendidas entre los 7 y los 16 años
(Olweus, 1999).:
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• Las agresiones solían ser realizadas por compañeros del mismo curso o de cursos
superiores.
• Por lo que se refiere a las víctimas, el 10% de alumnos manifestaban haber sido
agredidos de vez en cuando, y el 4%, una vez a la semana.
• Por lo que se refiere a los agresores, el 6% de los estudiantes manifestaron haber
agredido algunas veces, y el 1%, una vez a la semana.
En Escocia fue Mellor (1990) quien realizó el primer estudio de incidencia del abuso
entre iguales, financiado por el gobierno del Reino Unido. La muestra estuvo formada por
942 estudiantes de secundaria (12-16 años) pertenecientes a diez centros, y también en este
caso se utilizó el Cuestionario Abusón/víctima. A continuación se exponen los resultados
más importantes de esta investigación:
• El 3% de los escolares manifestó ser maltratado al menos una vez por semana,
mientras que el 6% afirmaba haberlo sido “a veces o con una frecuencia mayor".
• El 4% manifestó que había agredido a otros “a veces o con una frecuencia mayor”.
Un 2% manifestó hacerlo una vez por semana.
• No aparecen diferencias en el número de víctimas entre chicos y chicas a los 12-13
años.
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• Las chicas decrecían en el nivel de victimización de que eran objeto a partir de los
13-14 años; mientras que entre los chicos, a los 14-15 años había más víctimas que
en cursos anteriores.
• La mitad de los chicos y un tercio de las chicas admitían haber maltratado a otro
compañero en algún momento. La diferencia entre chicos y chicas maltratadores se
marcaba, sobre todo, a los 15 años donde un 12% de chicos manifestaban que
recientemente lo habían hecho y un 5% manifestaba que lo hacía todos los días.
• Un 48% consideró que los incidentes se daban en el recreo y un 28% en la clase.
• Se encontraron grandes diferencias de incidencia de unas escuelas a otras: las cifras
oscilaban desde un 2,4 % de adolescentes que 46 habían agredido a otro “a veces o
con una frecuencia mayor” en una escuela, hasta un 15,4% de agresores en otra
escuela.
• La incidencia total encontrada en las escuelas escocesas es menor que la de las
escuelas inglesas de los estudios de Smith (Mellor, 1999).
En Irlanda, los primeros estudios sobre el tema tuvieron lugar a partir de 1985 (Byrne,
1987, 1999; O'Moore y Hillery, 1989) usando adaptaciones del cuestionario elaborado por
Olweus, con muestras de escolares en edades comprendidas entre los 8 y 12 años. Merece
la pena prestar atención a otro estudio llevado a cabo en 1994 por Byrne, con una muestra
de sujetos considerablemente más amplia que los anteriores: 726 estudiantes de primaria y
576 de secundaria, pertenecientes a siete centros de Dublín. Siguiendo a Ortega (1994), los
resultados más importantes de este trabajo son: · Se encontró un 5,37% de agresores y un
5,14% de víctimas.
• En concordancia con los datos encontrados en otros países, los chicos participaban
más que las chicas como agresores y como víctimas: un 74,28% y un 59,7% de
agresores y víctimas, respectivamente, eran chicos.
• Los adolescentes discapacitados o desfavorecidos eran más victimizados que el
resto de sus compañeros.
• Se constató un absentismo escolar importante entre los agresores.
19
Cerezo Ramírez (2001) realizó su estudio sobre, las variables de personalidad y
socialización asociadas a cada una de las partes de la dinámica bullying, agresores y
víctimas. Sobre un total de 315 escolares entre 10 y 15 años, se detectaron 36 alumnos
bullies y 17 víctimas, los resultados revelaron diferencias significativas: altas puntuaciones
en Psicoticismo, sinceridad y liderazgo en los bullies y autocontrol, ansiedad y timidez en
las víctimas, destacándose el psicoticismo como dimensión discriminante entre ambos
grupos. (Defensor del pueblo, 1999)
La investigación efectuada por Resett y Oñate (2014) tenía como objetivo explorar las
distintas formas de ser acosado y acosar y determinar si estos predecían diferentes dominios
del auto-concepto. Se trabajó con una muestra intencional de 240 adolescentes de la ciudad
de Paraná de escuelas medias. Los resultados mostraron que las formas de ser acosado y el
acosar predecían percibirse negativamente en la capacidad para caerle bien a las personas y
las habilidades para hacer amigos; el ser acosado se asociaba con estar más disconforme
con la apariencia física, mientras que el agredir se relacionaba con evaluar peor el buen
comportamiento y percibir un mayor atractivo amoroso. Resett y Oñate (2014) señalan que
en diversas investigaciones, aseguran que las víctimas tienen menos amigos, son
rechazados, son tímidos en las relaciones y presentan déficits en sus habilidades sociales;
todo esto suele llevarlos al aislamiento social y a ser poco populares. Además los alumnos
con pocos amigos y que se perciben como inseguros son un blanco más fácil del acoso; la
victimización disminuye la deseabilidad social por parte de los pares a lo largo del tiempo.
Otro dato que arroja la investigación de Resett, et al. (2015) -el cual tenía como
propósito indagar la equivalencia factorial del cuestionario de agresores/ victimas de
Olweus según género- es que las víctimas del acoso escolar tiene mayores niveles de
problemas emocionales: ansiedad elevada, depresión y más baja autoestima que los grupos
21
no agredidos. También tomamos de estos aportes, el cual se llegó a la conclusión que los
varones son más victimizados que las mujeres, las relaciones entre los varones tienden a ser
más agresivas. Estas diferencias emergen principalmente en la agresión física y pueden ser
detectadas a edades tempranas.
Victimización y autoestima
Siguiendo con los estudios sobre dicho fenómeno, nos parece importante destacar las
siguientes investigaciones, que dan cuenta la relación estrecha entre las variables bullying,
victimización y autoestima.
Otro aporte tomado es de Angione, Gabriela (2016) quien en su estudio “Acoso escolar,
autoestima y ansiedad en adolescentes” tuvo como objetivo analizar la relación entre el
acoso escolar, la autoestima y la ansiedad en adolescentes escolarizados de 14 a 16 años del
22
conurbano Bonaerense. Los resultados de su investigación señalaron que a mayor índice de
acoso escolar menor autoestima, y viceversa, y a mayor índice de acoso escolar mayor nivel
de ansiedad. Además los participantes con menor nivel de autoestima presentan mayor
nivel de ansiedad. Las mujeres presentan mayor índice de violencia verbal (violencia
psicológica) y ansiedad, en comparación con los varones que muestran niveles más altos de
agresión (violencia física).
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Marco teórico
Concepto de Bullying
En los ambientes escolares son frecuentes las peleas, los insultos y las muestras de
fuerza entre los propios escolares. Pero, en ocasiones, estas muestras agresivas se presentan
como un claro abuso de poder donde alguien se convierte en el blanco asiduo de los
ataques. Este tipo de agresividad social entre escolares, fue abordada por primera vez en
Escandinavia en 1969, a raíz del suicidio de un estudiante motivado por el acoso, al que era
sometido por algunos de sus propios compañeros de escuela. El fenómeno se conoce
internacionalmente como bullying (Olweus, 1996). El mismo, es un juego perverso de
dominio-sumisión que cuando se mantiene de forma prolongada da lugar a procesos de
victimización, con lo que ello significa deterioro psicológico de la personalidad de la
víctima y de deterioro moral del agresor.
El bullying (del inglés bull, toro) sirve para explicar un proceso de abuso e intimidación
sistemática por parte de un sujeto hacia otro que no tiene posibilidad de defenderse. Esta
imposibilidad de la víctima puede deberse a que está acostumbrada a ocupar ese lugar de
desventaja en su familia, o bien porque se siente incapaz de enfrentarse al poder del bully.
24
El bullying, en estas personas genera consecuencias: fracaso y dificultades escolares,
ansiedad y ansiedad anticipatoria, insatisfacción, fobia a ir al colegio, ausentismo,
formación de una personalidad insegura que impide el desarrollo normal e integral y
descenso de la autoestima al no lograr resolver los ataques (Santander, 2004).
Entre las características específicas de esta forma de maltrato cabe destacar que:
- Se trata de una conducta agresiva con intención de hacer daño.
- Es persistente y repetida en el tiempo, de manera que, cuando un alumno o grupo de
alumnos ha establecido una relación de intimidación con otro alumno o grupo de alumnos
se genera una trama que refuerza su capacidad de generar miedo.
- Se establece una relación de fuerzas muy desigual, donde en ningún caso la víctima
puede responder a las agresiones ni encuentra vías de escape (Cerezo Ramírez, 2008).
• La intimidación puede ser oportunista, pero una vez que empieza, suele normalmente
continuar.
• Una víctima del acoso escolar puede sufrir daños físicos, emocionales, o bien
psicológicos.
• Todos los actos de intimidación tienen una dimensión ya sea emocional o psicológica
(Sullivan et al., 2003).
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intimidación se muestran poco dispuestas a explicar su experiencia a nadie. Parte de la
dinámica del bullying es el desequilibrio de poderes entre el acosador y la víctima, lo cual
es una garantía de que el acoso no será denunciado. Igual que otras formas de abuso, la
intimidación es oculta. Las razones por la que la persona intimidada no explica lo que le
ocurre son muy complicadas:
• No creen que los profesores puedan o vayan a hacer nada para defender a la víctima.
• Tienen miedo de que si sus padres lo explican a las autoridades escolares, el acoso
aun sea peor.
• Creen que, de alguna manera tienen la culpa de lo que les ocurre (Sullivan et al,
2003).
El acoso escolar puede ser físico o no físico y puede incluir daños materiales.
• El acoso físico es la forma más obvia del bullying, y tiene lugar cuando una persona
sufre daños físicos al ser mordida, pegada, pateada, golpeada, escupida, o a causa de
cualquier otro ataque físico.
• El acoso no físico (algunas veces conocido como agresión social) puede ser verbal o no
verbal.
26
violencias, los comentarios o burlas racistas, el lenguaje sexualmente indecente u
ofensivo, comentarios crueles y la difusión de rumores falsos y mal intencionados.
Daños materiales: puede incluir desgarrar prendas de vestir, romper los libros y otros
objetos, y tomar posesiones (robar).
27
Perfiles psicosociales
Agresor
Es un líder, que usa estrategias negativas para mantener el poder y el control, no
solo sobre la victima sino hacia gran parte de sus compañeros. De ahí, que lleve a cabo una
conducta violenta basada en burlas (sobre el aspecto, forma de ser, o de hablar de su
víctima), insultos, robos, amenazas, golpes, rumores, con el fin de ridiculizarla o de
aislarla; que sepa reírse de ella, y que la acuse de débil cuando ésta intenta apoyarse en el
grupo.
Víctima
Probablemente funcione desde hace tiempo como el chivo expiatorio del grupo. En
algunos casos, esta posición de desventaja le puede dar posibilidad de que el resto de los
compañeros estén pendientes de ella y, por tanto, crea que ese lugar le da ciertas ventajas.
No obstante, la mayoría de las víctimas de bullying se encuentran en posición desfavorables
por miedo y/o pánico a su maltratador.
Espectadores
Son el resto de compañeros que contempla la puesta en escena del agresor y callan
porque disfrutan, porque temen estar ellos, en el punto de mira, o bien porque carecen de
habilidades sociales para evitarlo, y que son inconscientes de, hasta qué punto puede llegar
la escalada de agresividad. Lo común es que, a medida que la víctima se siente cada vez
más aislada y va perdiendo interés por el estudio, porque se daña su autoestima, más se
convierte en aquello que no desea: una marioneta del bully y del grupo, que no dudará en
seguir haciéndole daño si se comporta como él espera y puede compartir un poco de
protagonismo con el líder.
Por esa razón la relación desigual entre el bully y la víctima no es la única que se
afianza. El grupo ya ha aprendido a hacer nuevas alianzas y poco a poco, sin proponérselo,
va mimetizándose con el acosador, y sus componentes cada vez se parecen más a él. Pero
no hay que engañarse: aunque la parte más visiblemente dañada es la víctima, las heridas de
28
los testigos mudos no son por esto menos profundas. Están cada vez más inseguros, menos
iguales a sí mismos e impotentes. Como si tras sus risas y sus burlas, tras la aparente
satisfacción, tras el blindaje, el temor de verse en el lugar de la víctima, a que el bully
encuentre en alguno de ellos otro objetivo para llevar a cabo sus nefastas acciones, sigue
ahí, manteniéndolos en una posición de aislados incondicionales, tan solo por temor
(Sullivan et al, 2005).
Cualquier persona puede ser víctima del acoso escolar. Una vez establecida la cultura de
la intimidación, todos los que son “diferentes” o se destacan por alguna razón tienen más
posibilidades de ser escogidos; la naturaleza aleatoria e indiscriminada de la intimidación
nos permite afirmar que nadie es inmune. Una vez dicho esto, muchos estudios abordan
acertadamente la intimidación dirigida a ciertos individuos como una manera de abordar las
cuestiones de desigualdades, prejuicio y estereotipos presentes en la sociedad.
Cualquier persona, en cualquier lugar, que muestre alguna vulnerabilidad y no disponga
del apoyo de un grupo, puede convertirse en una víctima de la intimidación.
Las víctimas del acoso escolar se encuentran en una situación de desventaja académica,
social y emocional. Tienden a pensar que ellos son los responsables de la intimidación que
sufren y este sentimiento empeora porque no pueden hacerle frente. A causa de los
continuados abusos, llegan a creer que no sirven para nada, y con frecuencia caen en la
depresión. Si están sujetos a una intimidación continua, la depresión puede empeorar, y en
casos extremos de victimización y baja autoestima puede llegar hasta la autolesión y el
suicidio.
Cuando se sufren intimidaciones, están siempre alertas esperando el próximo ataque,
intentando evitarlo, y se sienten desvalidos y desesperados.
Para evitarlo, pueden empezar a faltar a la escuela. Debido a la tensión que sufren, el
trabajo académico deja de ser importante y pierde su significado, y empiezan a quedar
rezagados. Cuando más rezagados van quedando, más difícil es recuperarlos. Piensan que
son unos fracasados y que su trabajo académico se limita a reflejar esta situación.
29
El hecho de ser siempre las víctimas, significa que acaban asumiendo los atributos de
una víctima. Como tales, pueden caer en la otra dirección y adoptar actitudes más
arriesgadas de lo normal durante la adolescencia. Todo ello es producto del sentimiento de
desesperación (Sullivan et al, 2005).
• Víctima pasiva: tiene pocas defensas, es un objetivo fácil y ocupa la posición más baja
de la jerarquía social. Puede intentar complacer al intimidador, que normalmente jugará
con ella y después le hará alguna trastada.
• Intimidador víctima: como expresamos más arriba, estas personas, tienden a pensar que
ellos son los responsables de la intimidación que sufren y este sentimiento empeora
porque no pueden hacerle frente.
Las victimas típicas son alumnos más ansiosos e inseguros que el resto. Además, suelen
ser cautos, sensibles y tranquilos. Cuando se sienten atacados, normalmente reaccionan
llorando y alejándose. Así mismo, padecen una baja autoestima, y tienen una opinión
negativa de sí mismos y de su situación. Es frecuente que se consideren fracasados,
estúpidos, avergonzados o faltos de atractivos.
En lo que se refiere a las víctimas, lo primero que se observa en ellas es el negarse a ir
a la escuela, la baja de calificaciones y algunos malestares físicos, como dolores de
30
cabeza o estómago. Después de un tiempo, las víctimas se repliegan sobre sí mismas,
tienen vergüenza de lo que les pasa y se sienten inferiores. En un plazo más largo pueden
abandonar los estudios, y desarrollar verdaderas depresiones nerviosas (incluso el suicidio)
así como trastornos de angustia y de dependencia a las drogas. Pueden también tomar
el camino de la venganza.
Ser víctima de intimidación es como caer en un círculo vicioso difícil de salir: dice
Olweus (1999), "eres víctima porque te agreden y te agreden porque eres víctima".
En otras palabras, la intimidación o el rechazo se vuelven la causa de la intimidación.
Muchos sujetos creen que algunos defectos físicos son la verdadera causa de la
intimidación, como la gordura, los lentes, los ojos bizcos, las orejas despegadas, la
estatura baja, el color de la piel o las incapacidades físicas e intelectuales. Sin
embargo, éstas son solamente algunas de tantas oportunidades que los agresores
aprovechan para acosar. La verdadera razón es la vergüenza que algunos niños
experimentan al sentirse diferentes, y la vergüenza, como el miedo, crea un malestar
visible que los agresores detectan con facilidad (Olweus, 1999, p. 38).
31
Son menos felices en la escuela, más solitarios y tienen menos buenos amigos (Boulton
y Underwood, 1992; Slee, 1995; Slee y Rigby, 1993). En consecuencia tienen más
posibilidades de abandonar los estudios (Olweus, 1993).
Las víctimas, especialmente las chicas se ven muy afectadas por el hecho de ser evitadas
socialmente o de ser evaluadas negativamente por parte de sus iguales (Slee, 1995).
Kumpulainen et al (1998), vincularon la intimidación con síntomas psicosomáticos,
depresión y asistencia psiquiátrica. Kalthiala-Heino et al (1999) y Rigby y Slee (1999)
indicaron que los implicados en el bullying mostraban el riesgo más alto de ideación de
suicidio, es decir, de pensar en el suicidio, y de cometerlo. En relación con la intimidación
escolar, Smith y Shu (2000) afirman que por la causa del acoso escolar, varios jóvenes se
suicidan cada año.
Peterson y Rigby (1999) descubrieron que había algunos efectos retardados negativos
en el hecho de ser acosados:
• El 31% de los chicos y el 46% de las chicas se sentían peor con ellos mismos.
• El 40% de los chicos y el 60% de las chicas dijeron sentirse enojados o desdichados.
• El 14% de los chicos y el 12% de las chicas dijeron que se ausentaban de la escuela
como consecuencia de ello (Sullivan et al, 2003).
32
Autoestima en la adolescencia
33
de lo que nos gustaría ser. La autoestima se construye desde la infancia y depende de la
forma de relación con las personas significativas, principalmente los padres. Los padres
pueden ayudar a sus hijos a desarrollar una alta autoestima, condición que puede influir
notablemente en la vida adulta.
Desarrollar la Autoestima en el ser humano, es apuntar al desarrollo del amor por sí
mismo, por sus capacidades, por sus valoraciones, es entender que el único ser capaz de
fomentar el buen vivir es el hombre con el descubrimiento de sus potencialidades, que lo
llevaran en la última instancia a construir un proyecto de vida (Dayana Cajas, 2012).
Para poder lograr una autoestima consolidada, debemos tener en cuenta el auto-
concepto:
Auto-concepto
Lo que creemos de nosotros mismos. El auto-concepto representa el conjunto de
características o atributos que nos definen como individuos y nos diferencian de los demás.
Para construir un auto-concepto, los individuos ponen atención en la retroalimentación que
reciben en sus asuntos cotidianos que muestran sus atributos, características y preferencias
personales. (Dayana Cajas, 2012).
Tal como expresa Resett, Moreno y Rodríguez (2012), uno de los conceptos más
relevantes con relación al sí mismo, es el auto-concepto, el cual refiere a un juicio o
evaluación sobre cuán positiva o negativamente se percibe un sujeto en un área de su vida
(Harter, 1999, 2006). En cambio, la autoestima global, refiere a que tan positiva o
negativamente evalúa un sujeto, su persona.
Una vez desarrollado este término, que se engloba dentro de la autoestima, como un
componente fundamental, podemos decir que ambos términos coexisten, ya que aquella
persona que posee una buena percepción e imagen de sí, habiendo logrado y conformado
un buen auto-concepto, conociendo sus atributos y limitaciones, va a poder consolidar así
su autoestima de manera efectiva y por ende, de esta manera poder relacionarse
eficazmente con su entorno.
34
Valores de la Autoestima
La Autoestima necesita de valores que serán la base para su desarrollo y son los
siguientes:
A. Valores Corporales: estimar nuestro propio cuerpo aceptarlo tal y como es con defectos
y virtudes.
B. Capacidad Sexual: sentirse orgulloso del sexo que posee, para esto es necesario enseñar
a la persona a vivir con responsabilidad, la actividad sexual humana, siendo importante el
conocimiento de nuestra realidad psíquica, biológica y social.
C. Valores Intelectuales: son los más duraderos, ya que se identifica los talentos propios de
la inteligencia, ya que de esta manera obtenemos valoración de sí mismo.
D. Valores Estéticos y Morales: el primero se refiere a la identificación de nuestras
habilidades, estos nos ayuda a valorar nuestras cualidades; y el segundo se refiere a las
normas implantadas propias de una sociedad como por ejemplo respeto, responsabilidad,
solidaridad, entre otras.
E. Valores Afectivos: son los sentimientos propios de cada ser humano y que los diferencia
de los demás es decir esperanza, deseo, serenidad y amor.
Niveles de la Autoestima
Autoestima elevada
“Una persona que vive con autoestima, comparte e invita a integridad, honestidad,
responsabilidad, comprensión y amor, siente que es importante, tiene confianza en su
propia competencia, toma sus propias decisiones, está dispuesto a respetar a las demás
personas, se acepta a sí mismo como persona y permitirá potenciar la capacidad para
35
desarrollar sus habilidades y aumentar el nivel seguridad personal” (Kamachek, 1971,
p.65).
Autoestima media
Autoestima baja
36
Cuando una persona no logra ser auténtica, se le originan los mayores sufrimientos,
tales como, enfermedades psicológicas, la depresión, las neurosis y ciertos rasgos que
pueden no llegar a ser patológicos, pero crean una serie de insatisfacciones y situaciones de
dolor, como por ejemplo, timidez, vergüenza, temores, trastornos psicosomáticos. Otra de
las causas por las cuales las personas llegan a desvalorizarse, es por la comparación con los
demás, destacando de éstos las virtudes en las que son superiores, por ejemplo: sienten que
no llegan a los rendimientos que otros alcanzan; creen que su existencia no tiene una
finalidad, un sentido y se sienten incapaces de otorgárselo; sus seres significativos los
descalifican y la existencia se reduce a la de un ser casi sin ser. No llegan a comprender que
todas las personas son diferentes, únicas e irrepetibles, por lo que se consideran menos que
los demás.
Recuérdese, que la persona, va creciendo y formando su personalidad dentro del
ambiente familiar, que es el principal factor que influye en la formación de la misma, ya
que le incorpora a ésta los valores, reglas y costumbres que a veces suelen ser
contraproducentes. Algunos de los aspectos ya mencionados son incorporados, a la familia,
por medio del 'modelo' que la sociedad nos presenta, y éste es asimilado por todos los
grupos sociales. Pero, la personalidad de cada uno, no sólo se forma a través de la familia,
sino también, con lo que ésta cree que los demás piensan de ella y con lo que piensa de sí
misma, al salir de este ambiente y relacionarse con personas de otro grupo diferente.
Los sentimientos de inseguridad e inferioridad que sufren las personas con autoestima
baja la llevan a sentir envidia y celos de los otros, lo que difícilmente aceptan,
manifestándose con actitudes de tristeza, depresión, resignación y aparente abnegación o
bien con actitudes de ansiedad, miedo agresividad y rencor (Cajas, 2012, p. 68).
37
• Tienen indecisión crónica, no por falta de información sino por miedo a exagerado a
equivocarse
• Muestran hostilidad, irritabilidad, están siempre a punto de estallar por cosas de poca
importancia, todo le sienta mal, todo le disgusta, todo le decepciona, nada le satisface.
• Los adolescentes recurren al alcohol y a las drogas para calmar su ansiedad, aunque el
resultado sea el contrario (Cajas, 2012, p. 69).
Para Clark et al. (2000), existen 3 condiciones fundamentales que deben comenzar a
experimentarse positivamente para elevar la autoestima estas son: singularidad,
vinculación, y los modelos.
A. La vinculación
Se refiere al establecimiento de relaciones sociales productivas y duraderas, es
decir, vincularse a una red significativa de actividades compartidas con otras personas. La
formación de cada persona depende de conexiones familiares, culturales, comunitarias,
étnicas, deportistas, ideológicas entre otras y como se desenvuelve en estas.
38
B. La singularidad
Implica el reconocimiento y aprecio por la propia individualidad a su vez fuerte y
apoyada por los demás. Esta condición incluye respetar los derechos personales y ajenos.
C. Los modelos.-
Son pautas de referencia para servir de guía vital es decir metas valores, ideales,
intereses, entre otras, es importante saber cómo debo actuar, y hacia dónde voy (Cajas,
2012, p. 72).
39
Adolescencia
Adolescencia inicial o baja: abarca entre los once y los trece años, período que llamamos
pubertad; la necesidad y la demanda social de convertirse en adultos se ven incrementadas
con los cambios que se producen en su cuerpo. Comienza la diferenciación física entre los
sexos, la atención y la energía del adolescente inicial son absorbidas por la reestructuración
del esquema corporal y el logro de la identidad. El otro sexo es vivido como “peligroso”,
“desconocido” en su mundo de ser y de actuar, se relacionan con sujetos del mismo sexo.
40
En la pubertad el joven tienden a agruparse con sus pares y surgen amistades
muy estrechas, especialmente entre los del mismo sexo. En la adolescencia el joven tiene
una conciencia de ser social y una cierta competencia y adecuación en sociedad en esta
etapa ya tienen un grupo de amigo, participa en diferentes grupos de actividades extra
curriculares y se siente identificado con un grupo de iguales es decir compañeros que
comparten los mismos intereses. Para el adolescente el grupo de pares es el mecanismo que
le permite salir del ámbito familiar e ingresar al ámbito social de una forma adecuada y
de cierta manera protegida, ya que el grupo se convierte en un espacio donde puede
actuar, reflexionar, ensayar conductas, desarrollar destrezas, tener amigos e ir
elaborando su identidad. El grupo le da al joven una sensación de seguridad y de
pertenencia.
Los grupos de pares representan una referencia muy importante en la construcción
de la identidad adolescente. Según Efron “Los intercambios y los movimientos que se
suscitan a través de estos grupos son un eslabón clave en la confirmación de la identidad
adolescente, porque se trata de un ensamblaje cualitativamente distinto entre lo histórico
que se va reestructurando y lo actual” (Griffa y Moreno, 2009).
Cambios en la adolescencia
Cambios biológicos
Durante la adolescencia, el cuerpo de los niños sufre cambios enormes. La pubertad
suele aparecer durante la primera adolescencia (aunque puede empezar entre los 11 y los 16
años), y normalmente uno o dos años después del inicio de la pubertad, los jóvenes
experimentan un crecimiento increíble. También experimentan un desarrollo sexual muy
41
rápido, va acompañado de una actividad hormonal que se refleja en los cambios en sus
emociones. Durante la pubertad los niños se transforman en hombres jóvenes y las niñas en
mujeres jóvenes.
Al mismo tiempo, muchas de las funciones físicas y psicológicas parecen estar en su
mejor momento durante la adolescencia, por ejemplo: la fuerza, la velocidad y la capacidad,
de aprender (Csikszentmihalyi y Schmidt, 1998, citado en Santrock, 2001). Los
adolescentes que se encuentran en un entorno seguro que les apoya, y que tienen un sentido
claro de su identidad y una buena autoestima son, en consecuencia, más capaces de hacer
coincidir su desarrollo físico con su desarrollo intelectual y social.
Planteadas las fases y cambios por los que atraviesa el adolescente, nos parece de suma
importancia investigar la repercusión del bullying sobre la autoestima de las víctimas, ya
que al fin y al cabo durante este proceso, dichas personas se ven mayormente afectadas.
42
Podemos destacar que una de las tareas esenciales de la etapa adolescente, consiste
en alcanzar una definición de sí mismo y una valoración personal.
43
Bullying y autoestima
El adolescente que padece baja autoestima carece de seguridades. Los que son
sometidos a persistentes acosos por parte de sus compañeros, muchas veces dudan de sí
mismos y temen las críticas ajenas a un grado paralizante. Los avergüenza ser lo que son
(Voors, 2005, p.102).
44
Rigby (2000), esgrime que existe una relación causal entre la victimización de los
iguales y una mala salud mental, y que los estudiantes que han sido acosados, muestran
menor autoestima. Los victimizados y aislados no suelen disponer, de ninguna manera
efectiva para hacer frente al problema de la intimidación (Voors, 2005, p.102-104).
45
CAPÍTULO III
46
Encuadre metodológico
Tipo de estudio
Esta investigación contaba con un diseño de tipo descriptivo-correlacional, ya que tiene
el propósito describir y medir el grado de relación existente entre dos variables o conceptos,
es decir, identificar la asociación existente entre la victimización y la autoestima en
adolescente de 14 y 15 años de edad, que cursan el nivel secundario en la ciudad de Paraná.
En la temporalización de esta investigación se utilizó el diseño transversal, ya que se
realizó una sola medición.
Según el tipo de fuente, era una investigación de campo, ya que los datos fueron
recolectados en un ámbito natural y concreto.
Muestra
En este proyecto se tomó una muestra intencional de tipo no probabilístico intencional.
Se trabajará con una muestra de aproximadamente 150 adolescentes entre 14 y 15 años de
edad, que cursan el nivel secundario de la ciudad de Paraná, Entre Ríos.
47
tabla 1. En cuanto al sexo de los sujetos evaluados; el 46,7% fueron varones, mientras que
el 53,3 % mujeres, como se ve en la tabla 2 y gráfico 2. Contando a su vez con la
autorización de los padres y/o tutores de los mismos. Asegurando el anonimato y
confidencialidad de los datos.
Tabla 1
Edad de los sujetos
Frecuencia Porcentaje
14 77 51,3
15 73 48,7
Total 150 100,0
48
Tabla 2
Frecuencia Porcentaje
Varones 70 46,7
Mujeres 80 53,3
Total 150 100,0
Gráfico 2
49
En la tabla 3 se puede detallar el porcentaje de alumnos, evaluados en cada escuela.
Tabla 3
Frecuencia Porcentaje
Favaloro 13 8,7
Toma nueva 19 12,7
Nacional 26 17,3
Entre Ríos 47 31,3
Centenario 45 30,0
Total 150 100,0
Consta de 38 preguntas para medir los problemas en relación con agredir/ser agredido
durante los últimos meses:
– Una pregunta sobre la frecuencia de abusar de los demás y otra sobre la de ser
abusado;
– Diez preguntas sobre la frecuencia de las distintas formas de agredir y otras diez sobre
la de ser agredido (poner sobrenombres, excluir, golpear, decir mentiras, sacar o romper
cosas, amenazas, burlas sobre el aspecto físico, burlas sexuales, agredir con SMS o con
Internet, y otras formas de acosar o ser acosado);
50
– Tres preguntas relativas a la cantidad, el sexo y el grado de los alumnos que llevan
adelante la intimidación;
– Una referente a la duración temporal de la agresión desde que comenzó (semanas,
meses, años);
– Una sobre los lugares donde ocurre la misma (en el aula, en el patio de la escuela, en el
camino de la casa al colegio, etc.);
– Once preguntas relativas a la percepción de las actitudes de los distintos actores de la
institución con respecto a la intimidación y al ser intimidado (docentes, directivos, padres,
alumnos, etc.).
El Cuestionario de Olweus para medir la frecuencia del acoso escolar emplea las
siguientes alternativas de respuesta:
– “Nunca”
– “Una o dos veces”
– “Dos o tres veces al mes”
– “Más o menos una vez por semana”
– “Varias veces por semana”.
Para que un alumno sea víctima o perpetrador del acoso, debe marcar al menos la opción
de “dos o tres veces al mes”. Este cuestionario ha sido empleado en numerosos estudios de
países del primer mundo. Las virtudes psicométricas del mismo han sido comprobadas en
muestras de más de 5.000 sujetos, demostrando alta confiabilidad -alfa de Cronbach
alrededor de 0,90 tanto para victimizar como para ser victimizado-, validez de constructo y
la propiedad de distinguir a los alumnos agresores y a los victimizados (Olweus, 2006;
Solberg y Olweus, 2003). El Cuestionario Olweus difiere de otros desarrollados
anteriormente debido a que: -provee una clara definición del bullying; -considera un
período de tiempo específico para informarlo; -brinda alternativas de respuestas que evitan
la distorsión subjetiva al informar la frecuencia del maltrato -e incluye preguntas sobre la
reacción de otros sujetos (pares, docentes, padres, etc.) ante el fenómeno. Fue adaptada con
buenas propiedades a nuestros país (Resett, 2011, 2018) y se usó dicha adaptación.
51
Nominación por Parte del Grupo de Pares de Juvonen et al. (2003).
Ésta permite que los pares identifiquen quiénes son agresores y quiénes son
víctimas a partir de los siguientes descriptores: “empuja y agarra a las piñas a otros
alumnos”; “se burla, hace cargadas pesadas y pone sobrenombres feos a otros alumnos” y
“dice cosas feas y mentiras sobre otros alumnos” para la agresión y “otros alumnos lo
empujan, lo agarran a las piñas”; “otros alumno se burlan de él, le hacen cargadas pesadas,
le ponen sobrenombres feos” y “otros alumnos dicen cosas feas y mentiras sobre él” para el
ser agredido. Se considera que un alumno es víctima o agresor cuando, al menos, recibe
dos nominaciones.
Esta nominación ha demostrado buena confiabilidad interna y validez en los
estudios del primer mundo (Juvonen et al., 2003). Fue adaptada a nuestro país por Resett
(2016).
Para resguardar los datos de los sujetos involucrados, en primera instancia se pidió
permiso en las instituciones educativas para llevar a cabo la realización de la investigación.
Luego, aprobado dichos permisos, se contactó a los adolescentes y sus responsables,
mediante consentimiento informado para trabajar con los alumnos, explicando que todas las
52
técnicas aplicadas se mantendrán en el ámbito privado. La participación fue voluntaria,
anónima y confidencial.
Las instituciones educativas públicas fueron las seleccionadas para la aplicación de las
técnicas y recolección de datos fueron elegidas en el marco público. Las mismas se
desarrollaron en el aula, con una duración aproximada de 40 minutos o menos.
53
CAPÍTULO IV
54
Resultados
Tabla 1
Porcentaje de víctimas en adolescentes de 14 y 15 años de edad según auto-informe.
Frecuencia Porcentaje
No victimizado 129 86,0
Sí victimizado 21 14,0
Total 150 100,0
Por otro lado, en la siguiente tabla 2 podemos observar qué porcentaje de alumnos
que son agresores, con 6,7% como perpetradores del bullying, dejando un 93,3 % que no
es agresor.
Tabla 2
Frecuencia Porcentaje
No agresor 140 93,3
Sí agresor 10 6,7
Total 150 100,0
55
Tabla 3
Porcentaje de víctimas en adolescentes de 14 y 15 años según nominación de pares.
Frecuencia Porcentaje
No victimizado 51 48,6
Sí victimizado 54 51,4
Total 105 100,0
Tabla 4
Frecuencia Porcentaje
No agresor 86 47,8
Sí agresor 94 52,2
Total 180 100,0
56
Tabla 5
Porcentaje de las víctimas del acoso escolar con auto-informe en adolescentes según sexo.
Sexo Total
Varón Mujer
Víctima No Frecuencia 65 64 129
Porcentaje 92,9% 80,0% 86,0%
Si Frecuencia 5 16 21
Porcentaje 7,1% 20,0% 14,0%
Total 70 80 150
Tabla 6
Porcentaje de agresores del acoso escolar con auto-informe en adolescentes según sexo.
Sexo Total
Varón Mujer
Agresor No 63 77 140
90,0% 96,3% 93,3%
Si 7 3 10
10,0% 3,8% 6,7%
70 80 150
57
El tercer objetivo “describir la autoestima en alumnos de 14 y 15 años”, a
continuación en la tabla 7 se presentan las medias de autoestima, como también las de
victimización y bullying del auto-informe.
Tabla 7
Datos descriptivos de la escala de autoestima de Rosenberg, de la escala victimización y
bullying del auto-informe en adolescentes de 14 y 15 años.
Mínimo Máximo M DE
Autoestima 10,00 39,00 27,56 5,32
Victimización 0 31,00 3,00 4,35
Bullying 0 17,00 1,84 2,87
N 150
58
Tabla 8
También se realizó una comparación de medias para autoestima según ser víctima o no, y
según ser agresor o no. En las siguientes tablas, se hallaron diferencias significativas en
autoestima según ser víctima o no, t = 2,14 p < 0,04 debido a menor autoestima en las
víctimas en comparación con los no victimizados pero no había para ser agresor o no t =
0,58 p < 0,58.
Tabla Nº 9
Desviación
victima N Media estándar
Autoestima no 129 27,9380 5,09097
si 21 25,2857 6,25414
59
Tabla Nº 10
Desviación
Agresor N Media estándar
autoestima No 140 27,6714 5,06567
Si 10 26,1000 8,41229
Gráfico 1
60
Gráfico 2
61
CAPÍTULO V
62
Discusión, conclusión, recomendaciones y limitaciones
Discusión
Siguiendo con el auto-informe, decimos que el 6,7% de la totalidad de los alumnos eran
perpetradores de acoso escolar mientras que al 93,3 % no se le aplica esta categoría. Y en
nominaciones de pares vemos que el 52,2 % agreden a sus compañeros, dejando el 47,8 %
a los alumnos que no ejercen este tipo de conductas. Fuesanta Cerezo y Méndez (2013)
encontraron resultados similares a los de esta investigación, afirmando que hallaron mayor
número de víctimas que de agresores.
63
Esto da cuenta que esta investigación se corrobora con las antes mencionadas,
destacando que hay mayor porcentaje de victimas que de agresores, pudiendo así, confirmar
nuestro primer objetivo.
Queremos destacar que en el auto-informe y en nominaciones de pares, el porcentaje de
los afectados del fenómeno bullying, fue menor que el total, pero esos valores estimados,
tanto de victimas como de agresores, son altamente significativos y alarmantes ya que,
revisando anteriores porcentajes, actualmente se observa cómo este fenómeno, devastador
para los adolescentes, se va incrementando a lo largo del tiempo.
Si bien la primer hipótesis, “existe diferencia en los porcentajes de víctimas según sexo
debido a que más varones que mujeres son victimizados y más mujeres que varones son
perpetradores del bullying” apunta a la diferenciación de sexo, afirmamos en este primer
objetivo que hay una diferencia clara y marcada en lo que respecta al porcentaje de
alumnos victimizados de los que no lo son.
Tal como afirma Angione (2016), en cuanto a la comparación por género, se pudo
evidenciar diferencias a favor de las mujeres, ya que ellas mostraron mayor índice de acoso
escolar.
En contraste a la presente investigación, se tomó los resultados del estudio de Brizuela
(2018), quien indica que un 7,1% corresponde a mujeres víctimas, mientras que un 21,8%
son hombres victimizados.
Siguiendo esta línea, tomamos aportes de Cerezo y Méndez (2013) quienes, señalan que
en cuanto al sexo, tanto víctimas como agresores, son del sexo masculino.
64
Resett y Oñate (2014), en su investigación nos aportan que, las víctimas del bullying
tienen menos amigos, son rechazados, son muy tímidos en las relaciones y presentan déficit
en sus habilidades sociales, lo cual los lleva al aislamiento social. Son inseguros, tienen
baja autoestima, lo cual es un blanco fácil del acoso.
Angione (2016) destaca que el hostigamiento de tipo verbal, empleado a través de
rumores, ridiculizaciones, etc., es característico del género femenino, dado que las
adolescentes buscan ser aceptadas por los otros a nivel socio-afectivo. Se podría pensar que
existe una competencia en las relaciones interpersonales respecto a la aceptación social y al
prestigio. En la misma línea, los varones presentan mayores índices de acoso escolar, en
relación a las agresiones, intimidaciones, amenazas y robos.
El motivo que lleva a los varones a ejercer las agresiones físicas en mayor grado que el
sexo femenino, es en relación con la cultura machista, la cual los alienta a mostrarse como
seres agresivos, violentos y duros (Delgado, 2012). Esto le permitirá obtener poder, lo cual
aumentaría su autoestima y la aceptación de sus pares, pudiendo sentirse intocables e
impunes, ante el temor que provocaría este accionar con los otros.
El segundo objetivo planteado, con sus respectivos resultados, refutan en primer lugar
nuestra primer hipótesis “existe diferencia en los porcentajes de víctimas según sexo debido
65
a que más varones que mujeres son victimizados y más mujeres que varones son
perpetradores del bullying”, ya que hay mayor porcentaje de mujeres victimizadas que de
varones, sin embargo, corroboramos que el mayor porcentaje de perpetradores del bullying
son de sexo masculino.
La investigación de Parra y Oliva (2004) nos esclarece este punto, ya que ellos señalan
en su estudio que a medida que transcurre la segunda década de la vida, la autoestima
adolescente experimenta un incremento. Durante la adolescencia inicial, con los cambios
puberales y la transición a la educación secundaria, se produce un decremento en los
niveles generales de autoestima. Estos años, son los de menor autoestima de toda la
adolescencia. Tras la adolescencia media, momento en el que más cerca están los niveles de
autoestima de chicos y chicas, la autoestima de los primeros, sigue aumentando y la de las
segundas se mantiene en niveles estables.
66
estudio, los resultados indicarían que a nivel general de la muestra pocos corresponden
tener una autoestima baja.
Ojeda Pérez, y Cardenas Cuesta (2017) observaron que el 100% de los participantes que
comprenden 246 adolescentes, 59% de ellos se encuentran dentro de un nivel alto de
autoestima, entre el nivel de autoestima media encontramos un 26% y en el último nivel un
14% de los adolescentes. Estos resultados son similares a los encontrados en esta
investigación por lo que coinciden que la mayoría de los adolescentes presentan una
autoestima estable y son los menos los que tienen afectada la misma.
Queremos destacar que dentro de este objetivo, los resultados fueron dispares. Como se
expuso anteriormente los valores significativos son expuestos en las correlaciones
planteadas, indicando que los adolescentes que presentan menor autoestima, son aquellos
que están inmersos en la problemática de acoso escolar, y por otro lado, los resultados de
comparación de medias, nos muestra que en la mayoría de los alumnos encuestados, se
67
visualiza un autoestima media/alta. El porqué de estos resultados dispares, puede deberse a
que en el primer caso, haciendo una correlación se pueden visualizar diferencias más
sutiles y sin construcciones de grupos por separados, por el contrario cuando comparamos,
como en el segundo caso, se debe hacer una división de los grupos y en ello se pierde
información.
Garaigordobil, et al., (2013), comprueba que los adolescentes de ambos sexos con altas
puntuaciones en victimización tuvieron significativamente menor nivel de autoestima.
Resett y Oñate (2014), ratifican los resultados obtenidos. Señalan que las víctimas tienen
menos amigos, son más rechazados, son muy tímidos en las relaciones y presentan déficits
en sus habilidades sociales; todo esto suele llevarlos al aislamiento social y a ser poco
populares. Ser impopular, sin embargo, es tanto un antecedente como una consecuencia del
ser agredido. Los alumnos con pocos amigos y que se perciben como inseguros son un
blanco más fácil del acoso; a su vez, la victimización disminuye la deseabilidad social por
parte de los pares a lo largo del tiempo. Tampoco es llamativo que se perciban menos
atractivos en su apariencia física, lo cual también se ha detectado en otros estudios (por
ejemplo, Andreou, 2001). Como se señaló, las víctimas tienen una imagen negativa de sí,
por ejemplo, presentan baja autoestima y mayores niveles de autoestima que los alumnos
no acosados o que los agresores.
Además, como presentan Gerenni y Fridman (2015) dan cuenta que a mayor nivel de
victimización recibida por parte de los adolescentes, menor es el nivel de autoestima de los
mismos.
Así, también, Angione (2016) afirma que el acoso escolar presenta una asociación
negativa con la autoestima y una asociación positiva con la ansiedad. Lo cual evidencia que
a mayor índice de acoso escolar, menor autoestima y viceversa, y a mayor índice de acoso
escolar mayor nivel de ansiedad.
Esta investigación nos llevó a poder visualizar el incremento de los afectados del
bullying a lo largo del tiempo, comparando con otras investigaciones ya mencionadas
anteriormente. Resultados que nos parecen altamente significativos y alarmantes, ya que da
68
cuenta el avance del fenómeno dentro de las instituciones escolares y la sociedad.
Fenómeno que destruye a aquellos adolescentes que están formando su identidad, y que los
hace cada vez más inseguros y vulnerables.
69
Conclusión
70
Limitaciones
71
Recomendaciones
Este estudio nos revela la importancia de poder y deber trabajar desde la escuela con
los estudiantes, desde el inicio de su escolarización, los valores, tales como respeto,
sinceridad, tolerancia, compañerismo, solidaridad, etc., como así también normas de
convivencia y límites; fomentando el habla y la comunicación.
Hablar del valor de cada uno de los individuos, fomentar la autoestima, y promover
la valoración que tienen los adolescentes sobre sí mismos, ayudando a superar la
negatividad que algunos de ellos poseen.
Para lograr este objetivo es necesario incluir no solo a los estudiantes sino a todo el
cuerpo institucional, directivos, preceptores, docentes, aportando desde una mirada
psicopedagógica estrategias de trabajo, generando nuevos contenidos curriculares en
relación a las normativas de convivencia, de valores, de relaciones interinstitucionales y
de problemáticas actuales que franquean la vida de los adolescentes; proponiendo talleres
que traten la temática mencionada e incluir en ellos a las familias, generando espacio de
escucha, comprensión y reflexión. Generar debates y plantear proyectos de prevención.
72
escolar como así también mediante asesoramiento externo y consultorios. Podemos decir
que en primer lugar se puede abordar la prevención, evitando que los adolescentes inicien
estas prácticas. Consecutivamente apuntar a la detección de maneras inadecuadas de
relacionarse, que nos llevará a la intervención. Observando al grupo, asesorando al docente,
brindando espacios de escuchas grupales e individuales tanto al cuerpo estudiantil como a
docentes y padres.
73
Hay una infinidad de variables que pueden abordarse y que inciden en esta temática,
que si bien, no es actual, gracias a las investigaciones ya realizadas, a los medios de
comunicación y a la concientización de las personas, actualmente contamos con mayores
herramientas para poder prevenir el acoso escolar. Es por ello, que hacemos especial
hincapié y recomendamos seguir estudiando este fenómeno incorporando mayores
variables que se van a dar a conocer y así poder abordarlas.
74
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adolescentes”. CALIDAD DE VIDA Y SALUD 2016, Vol. 9, (No. 1), 2-12.
Tixe Cajas, D.A (2012). “La Autoestima en adolescentes victimas del fenómeno de Bullying”.
Informe Final del Trabajo de Grado Académico, previo la obtención del título de
77
Psicóloga Infantil y Psicorrehabilitadora. Facultad de ciencias psicológicas, universidad
central del Ecuador.
Voors, W., (2005). “Bullying. El acoso escolar”. Barcelona, España: Ediciones Oniro.
78
ANEXO
79
Instrumentos de recolección de datos
En este cuestionario encontrarás una serie de preguntas sobre tu vida en la escuela. En cada
pregunta marcá con una X a la derecha la oración que mejor describe cómo te sentís en la
escuela.
¡¡¡UNA SOLA X PARA CADA PREGUNTA!!!
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¿Qué es ser agredido? Un alumno está siendo agredido cuando otro alumno, o varios, hacen
algunas de estas cosas:
• Lo insultan, se burlan, le hacen cargadas pesadas o le ponen sobrenombres
feos.
• Lo dejan afuera del grupo, no lo dejan participar, lo excluyen, etc.
• Le pegan, lo patean, lo empujan o encierran dentro de una habitación.
• Hacen correr mentiras o mandan cartitas o mensajitos diciendo cosas feas
sobre ese alumno, tratando de dejarlo mal con demás alumnos.
• Y otras cosas como por el estilo.
Cuando decimos que un alumno es agredido, nos referimos a agresiones que suceden varias
veces y de las cuales él/ella no puede defenderse. Es decir, cuando es tratado de mala
manera, agresivamente; no cuando dos alumnos con la misma fuerza se pelean o discuten
entre ellos.
4- Desde que empezaron las clases ¿cuántas veces fuiste agredido en la escuela?
• Nunca.
• Una o dos veces.
• Dos o tres veces al mes.
• Más o menos una vez por semana.
• Varias veces por semana.
Desde que empezaron las clases ¿te agredieron en estas formas en la escuela?
Respondé todas las preguntas.
81
8- Dijeron mentiras o cosas feas sobre mí y trataron de dejarme mal con los demás
alumnos.
• Nunca.
• Una o dos veces.
• Dos o tres veces al mes.
• Más o menos una vez por semana
• Varias veces por semana.
10- Me amenazaron para obligarme a que haga cosas que no quería hacer.
• Nunca.
• Una o dos veces.
• Dos o tres veces al mes.
• Más o menos una vez por semana
• Varias veces por semana.
12- Me dijeron cosas feas o me hicieron gestos groseros sobre temas sexuales.
• Nunca.
• Una o dos veces.
• Dos o tres veces al mes.
• Más o menos una vez por semana
• Varias veces por semana.
15- ¿En que curso (o cursos) está el alumno o los alumnos que te agredieron?
(PODÉS MARCAR MÁS DE UNA ORACIÓN SI HACE FALTA).
• No fui agredido en la escuela desde que empezaron las clases.
• Están en mi curso.
• Están en el mismo año que yo pero en otro curso.
• Están en años más altos que el mío.
• Están en años más bajos que el mío.
83
19- ¿Dónde fuiste agredido?
• No fui agredido en la escuela desde que empezaron las clases (SI
MARCASTE ESTO, PASÁ DIRECTAMENTE A LA PREGUNTA 20).
- Fui agredido en los siguientes lugares desde que empezaron las clases
(PODÉS MARCAR MÁS DE UNO SI HACE FALTA):
-En el patio (durante los recreos u horas libres)
-En los pasillos o escaleras.
-En clase cuando estaba el profesor.
-En clase cuando no estaba el profesor.
-En los baños.
-En la clase de Educación Física.
-En la cantina o comedor de la escuela
-En el camino de ida o de vuelta de la escuela.
-En la parada del colectivo que tomo para ir o volver de la escuela.
-En el colectivo que tomo para ir o volver de la escuela.
-En otro lugar de la escuela. Decí cuál: ………………………………
20- ¿Le dijiste a alguien que fuiste agredido en la escuela desde que empezaron las
clases?
• No fui agredido en la escuela desde que empezaron las clases (SI
MARCASTE ESTO, PASÁ DIRECTAMENTE A LA PREGUNTA 21)
• Fui agredido pero no le conté a nadie.
- Fui agredido y le dije a (PODÉS MARCAR MÁS DE UNO SI HACE
FALTA):
-Al profesor de tu curso.
-A otro adulto de la escuela.
-A tus padres.
-A tus hermanos.
-A tus amigos.
-A otra persona. Decí cuál: ………………………………..
21- ¿Cuántas veces los profesores u otros adultos de la escuela trataron de evitar que
agredieran a un alumno?
• Casi nunca.
• De vez en cuando.
• A veces.
• Muchas veces.
• Casi siempre.
22- ¿Cuántas veces los alumnos de tu escuela trataron de evitar que agredieran a un
alumno?
• Casi nunca.
• De vez en cuando.
• A veces.
• Muchas veces.
• Casi siempre.
84
23- Desde que empezaron las clases ¿alguien de tu casa habló con la gente de la
escuela para evitar que fueras agredido?
-No fui agredido en la escuela desde que empezaron las clases
-No se contactaron con la escuela.
-Se contactaron una vez.
-Se contactaron varias veces.
25- Desde que empezaron las clases ¿con qué frecuencia agrediste a otro alumno en
la escuela?
- Nunca.
- Una o dos veces.
- Dos o tres veces al mes.
- Más o menos una vez por semana
- Varias veces por semana.
Desde que empezaron las clases ¿en qué formas agrediste en la escuela? Respondé
todas las preguntas.
26- Dije sobrenombres feos, le hice cargadas pesadas, o me burlé de otro chico/a.
- Nunca.
- Una o dos veces.
- Dos o tres veces al mes.
- Más o menos una vez por semana
- Varias veces por semana.
27- Dejé afuera del grupo, no lo dejé participar, excluí a un chico o chica.
- Nunca.
- Una o dos veces.
- Dos o tres veces al mes.
- Más o menos una vez por semana
- Varias veces por semana.
85
29-Dije mentiras o cosas feas sobre un chico o chica para dejarlo/a mal con los
demás alumnos.
- Nunca.
- Una o dos veces.
- Dos o tres veces al mes.
- Más o menos una vez por semana
- Varias veces por semana.
• Amenacé a un chico o chica para obligarlo a que haga cosas que no quería
hacer.
- Nunca.
- Una o dos veces.
- Dos o tres veces al mes.
- Más o menos una vez por semana
- Varias veces por semana.
.
32- Dije cosas feas o me burlé del aspecto físico de un chico o chica.
- Nunca.
- Una o dos veces.
- Dos o tres veces al mes.
- Más o menos una vez por semana
- Varias veces por semana.
33- Dije cosas feas o hice gestos groseros sobre temas sexuales a un chico o una
chica.
- Nunca.
- Una o dos veces.
- Dos o tres veces al mes.
- Más o menos una vez por semana
- Varias veces por semana.
36- Desde que empezaron las clases ¿algún profesor habló con vos sobre tu agresión
a otros chicos?
- No agredí a otro alumno desde que empezaron las clases.
- No hablaron conmigo.
- Hablaron conmigo una vez.
- Hablaron conmigo varias veces.
37- Desde que empezaron las clases ¿alguien de tu casa habló con vos sobre tu
agresión hacia los otros alumnos?
- No agredí a otro alumno desde que empezaron las clases.
- No hablaron conmigo.
- Hablaron conmigo una vez.
- Hablaron conmigo varias veces.
38-¿Te pondrías de acuerdo con otros alumnos para agredir a alguien que no te
gusta?
- Sí
- Puede ser
- No sé.
- No creo.
- No.
- De ninguna manera.
39- ¿Qué haces generalmente cuando sabés que un alumno de tu edad están siendo
agredido?
- Nunca me entero cuando agreden a un alumno de mi edad
- Participo en la agresión.
87
- No hago nada, pero creo que se lo merece.
- Sólo miro.
- No hago nada, pero creo que yo debería ayudarlo.
- Trato de ayudar en alguna forma al alumno que están agrediendo.
41- ¿En general cuánto han hecho tus profesores para evitar la agresión entre los
alumnos desde que empezaron las clases?
- Poco o nada.
- Muy poco.
- Algo.
- Bastante.
- Mucho.
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Escala de Autoestima de Rosenberg
Este test tiene por objeto evaluar el sentimiento de satisfacción que la persona tiene de sí
misma. Por favor, conteste las siguientes frases con la respuesta que considere más
apropiada.
A. Muy de acuerdo
B. De acuerdo
C. En desacuerdo
D. Muy en desacuerdo
A B C D
1. Siento que soy una persona digna de aprecio, al menos en igual
medida que los demás.
2. Estoy convencido de que tengo cualidades buenas.
3. Soy capaz de hacer las cosas tan bien como la mayoría de la gente.
4. Tengo una actitud positiva hacia mí mismo/a.
5. En general estoy satisfecho/a de mí mismo/a.
6. Siento que no tengo mucho de lo que estar orgulloso/a.
7. En general, me inclino a pensar que soy un fracasado/a.
8. Me gustaría poder sentir más respeto por mí mismo.
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9. Hay veces que realmente pienso que soy un inútil.
10. A veces creo que no soy buena persona.
Nominaciones de pares
A continuación te damos una serie de afirmaciones sobre agredir o ser agredido, pensá
detenidamente y decí qué alumnos de tu curso hacen o sufren algunas de las siguientes
conductas marcando con una X en el cuadrado al lado del nombre del chico/a.
Agredir
Alumno Empuja y/o agarra a Se burla, hace Dice cosas feas y/o
otros alumnos
90
Ser agredido
91
Tabla de Baremos de Rosemberg (resultados)
Porcentaje Porcentaje
Frecuencia Porcentaje válido acumulado
Válido 10,00 1 ,4 ,7 ,7
12,00 1 ,4 ,7 1,3
19,00 1 ,4 ,7 6,7
92
FORMULARIO DE CONSENTIMIENTO INFORMADO
93