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Perdonar: Eximir o liberar de una obligación pendiente, de una ofensa recibida o de una
pena por una falta cometida.
Cuando se perdona se expresa tolerancia o comprensión ante el error ajeno.
Antes del momento del perdón, la persona que lo solicita debe estar arrepentida,
mientras que el perjudicado por la falta tiene que estar dispuesto a dejar el problema atrás.
En el lugar donde pareciera más difícil practicar el perdón es en la familia, quizás por
esa historia familiar que tenemos de deudas no pagada, conflictos no resueltos o por nuestro
orgullo de creernos mejores que los que nos hirieron.
No hay más grande ejemplo del perdón, que aquellas palabras desde la cruz: “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen”. (Lc. 23.34), este ejemplo quedo como lección
para sus discípulos y todas las familias de la tierra.
A la luz de este ejemplo ¿Cómo podemos negar el perdón a un miembro de la familia
que nos ofende?
Aunque no reconozcan su falta, ni pidan perdón, debemos hacerlo, porque nosotros
necesitamos ser libres de la carga del resentimiento, el rencor y la ira.
El hogar debe ser el lugar principal donde uno perdona y es perdonado, así podemos
demostrar que nos amamos como Cristo nos ama.
Para perdonar se requiere de un corazón humilde y con mucho deseo de agradar a Dios.
Perdonar es reconocer que un día quizás nosotros también necesitemos ser perdonados.
Es tomar la decisión de dejar atrás la ofensa. Es más que olvidar, es ser libre y dejar
libre.
Para poder perdonar es necesario echar un vistazo a como estaban las cosas antes de las
heridas, que fue lo que provocó este dolor y de esta manera buscar el remedio. (Cristo).
Dios como el creador de todo cuanto existe, es El Dueño, sin embargo Él ha delegado a
todas las personas, según su capacidad administrativa, una serie de recursos diferentes
como tiempo, dinero, habilidades, para que cumplan el propósito encomendado en la vida,
útil a Dios y a los semejantes. Por lo tanto nunca se debe olvidar que se es administrador no
dueño, al final se va a rendir cuenta sobre el uso dado a los recursos entregados. Sal. 24:1-2
La familia de la fe (8)
Dios quiere tener una familia y nos creó para formar parte de ella. Toda la Biblia
es la historia de Dios formando una familia para amarlo, honrarlo y reinar con Él
para siempre.
Como bien sabemos, una familia es un grupo de personas emparentadas entre sí.
Existen vínculos espirituales que nos unen como miembros de la Iglesia de
Jesucristo a nivel mundial convirtiéndonos así en una verdadera familia.
Todos participamos de la misma vida, pues por todos corre la misma sangre, es
decir, la gracia de Dios que llevamos dentro desde que el Espíritu Santo se ha
derramado en nuestros corazones.
Dios mira a los hombres en Cristo Jesús, como sus hijos, amándonos y dándonos
por su Espíritu el poder llamarlo: ¡Padre nuestro! Ro. 8:15; Ga. 4:6
Para algunos, la Iglesia es una asociación, una organización, una institución,
estamos de acuerdo con eso, pero la Iglesia es, ante todo y sobre todo, la Familia y el
Pueblo de Dios.
Ser miembros de la familia de Dios nos da un propósito (misión) por el cual vivir.
Como familia debemos estar tan comprometidos los unos con los otros como lo
estamos con Jesucristo (comunión). 1ª Jn. 1:7.
La comunión que debemos tener como familia significa experimentar la vida
juntos. Sal. 133
La vida en comunidad como miembros de la Iglesia de Jesucristo no es un asunto
de religión, sino de relación espiritual.
Todos los valores aplicados a la familia (amor, obediencia, unidad, respeto, etc.)
deben ser puestos en práctica en la iglesia como familia que somos.
Un cristiano no puede estar en comunión con Dios y enemistado con los creyentes
al mismo tiempo.
La unidad de la iglesia debe ser el elemento principal para funcionar como
familia. Jn. 17:23
mismo sexo?
12. ¿Qué significa que la Iglesia de Jesucristo sea nuestra familia de la fe?
13. ¿Le ayudó la serie “La familia” en sus relaciones familiares y en su vida
personal?