EMBARAZO EN ADOLESCENCIA
México ocupa el primer lugar a nivel
mundial en embarazos en
adolescentes entre las naciones de
la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económicos, con una
tasa de fecundidad de 77
nacimientos por cada mil
adolescentes de 15 a 19 años de
edad.
En nuestro país 23 por ciento de los adolescentes inician su vida sexual entre los
12 y 19 años de edad. De acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Población
comienza a una edad promedio de 15.5 años, y estadísticas del Instituto Nacional
de Perinatología indican que sucede a los 14.6 años, en promedio.
Además, se observa la tendencia de hacerlo a más temprana edad, y eso tiene
que ver con las redes sociales a las cuales los jóvenes acceden, donde hay una
cantidad importante de información falsa, y al tipo de educación que reciben en
colegios o con sus seres cercanos, y que no es necesariamente adecuada
Entre quienes iniciaron su vida sexual, la mayoría (97 por ciento) conoce al menos
un método anticonceptivo; sin embargo, más de la mitad no utilizó ninguno en su
primera relación sexual. Así, aproximadamente ocurren al año 340 mil
nacimientos en mujeres menores de 19 años.
En embarazos en adolescentes hay mayor probabilidad de desarrollar
enfermedades que pueden poner en riesgo la vida, por ejemplo, preeclampsia,
parto pretérmino, diabetes gestacional o eclampsia. Por ello, “debe ser una
estrategia disminuirlos, sobre todo para mejorar la salud de la mujer y disminuir
la mortalidad materna”.
Para iniciar la vida sexual debemos tener madurez anatómica, emocional y
psicosocial. “Después de los 21 años podría ser una buena etapa para iniciar la
vida sexual y así disminuir factores de riesgo, como el embarazo adolescente”,
La salud sexual es un estado de bienestar físico, mental y social en relación con
la sexualidad. Requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y de
las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias placenteras
y seguras, libres de toda coacción, discriminación y violencia.
La conforman diferentes
factores: el biológico se
refiere a la madurez anatómica
del cuerpo de hombres y
mujeres para ser capaces de
tener una vida sexual plena. El
cognitivo y el psicológico se
refieren a la autoestima, que es
importante para que los seres
humanos puedan desenvolverse
y desarrollar esa parte de su
vida con plenitud; así como el social también es importante porque influye en el
momento en que una persona inicia esas prácticas, cómo lo hace, y en algunas
conductas o hábitos propios de cada cultura.
No olvidemos que tenemos derechos a la libertad sexual, a la equidad, a sentir
placer, a tener autonomía, integridad y seguridad del cuerpo; y a tomar
decisiones reproductivas libres y responsables, es decir, cuándo vamos a iniciar
nuestra vida sexual, cómo nos vamos a cuidar, cómo nos vamos a relacionar con
las demás personas y decidir el número de hijos que queremos tener y el
espaciamiento entre ellos.
La capacidad de tener relaciones sexuales o disfrutarlas se dividen en grupo
etarios; es decir, no son los mismos para un adolescente que para un adulto
mayor, o una mujer en la transición a la menopausia. Las mujeres adolescentes,
por ejemplo, reportan problemas para alcanzar el orgasmo, y los varones para
mantener la erección o eyaculación precoz.
Si hay un inicio prematuro de la vida sexual puede presentarse dispareunia o
dolor producido al intentar realizar el coito u otras actividades sexuales con
penetración; en cambio, cuando hay madurez del eje hipotálamo-hipófisis-ovario
hay una secreción de estrógenos adecuada que permite el desarrollo y
elasticidad de la vagina.
También intervienen aspectos sociales y psicológicos, como el miedo al embarazo,
a las infecciones de transmisión sexual y a aquellos aspectos que no pueden
platicar con sus seres cercanos o con un médico, y que les pueden provocar
ansiedad; eso limita sentir placer.
Respecto a las enfermedades de transmisión sexual, en México la principal es la
vulvovaginitis con aproximadamente 140 mil casos reportados en 2019; a ese
padecimiento se suman otros como la candidiasis urogenital, la tricomoniasis, el
VIH y el herpes genital. La OMS destaca que el virus de papiloma humano es la
infección de transmisión sexual más frecuente en el mundo.
Las personas más cercanas a los jóvenes son los padres “y tendríamos que darles
buena educación para que sepan transmitir información útil y que no sea falsa a
sus hijos”. El sector salud, opinó, debe buscar más estrategias para lograrlo.
Para la experta, a partir de edades tempranas debemos brindar herramientas y
estrategias para que tengan una vida sexual plena y responsable, además de
acceso a los métodos de planificación familiar. “Hay que quitarnos el tabú de que
no pueden empezar su vida sexual a tan temprana edad, porque sabemos que no
sucede así”. Ante las creencias y mitos que difunden influencers y otros usuarios
de redes sociales, hay que ofrecer información de calidad.
Es importante mejorar la educación y eso conlleva información correcta y fácil
de entender, campañas de planificación, impulsar el autocuidado, postergar el
inicio de la vida sexual y motivar los proyectos de vida de los jóvenes.
En el adulto mayor es recomendable tener un estilo de vida saludable porque eso
evita enfermedades crónico-degenerativas, como diabetes e hipertensión, y
males del sistema cardiovascular. “La base de todo es tener estímulos de vida
saludables desde temprana edad”.
“La salud sexual se tiene que adecuar a los términos que cada población entienda;
desde las etapas preescolar y escolar hay que llamar a las partes del cuerpo por
su nombre e implementar métodos anticonceptivos una vez que la edad avance”,
afirmó.
Las religiones aún tienen impacto en la sexualidad, la cual es vista como tabú o
algo prohibido. Por esas creencias, los adolescentes sienten vergüenza o miedo
de acudir con sus padres o a un centro de salud para iniciar un método de
planificación familiar. “Es una barrera que se debería quitar para mejorar las
opciones y herramientas que deben tener, y que son parte de los derechos
sexuales”.
Un adolescente puede pedir su método anticonceptivo sin estar acompañado de
un tutor; puede hacer valer sus derechos reproductivos y llevar a cabo una
sexualidad de forma responsable.
ABORTO
¿Qué es un aborto?
El aborto es la pérdida del embarazo "en un
momento en el que el feto o embrión no es viable,
es decir, que no es capaz de sobrevivir fuera del
útero materno", pérdida de la gestación de un
embrión o feto que tenga menos de medio kilo o
500 gramos o hasta la semana 22. En caso de que
sea otra semana más avanzada u otro peso pero
totalmente incompatible con la vida también se
consideraría aborto.
Se puede producir tanto de forma espontánea
como inducida. Sea cual sea el caso, el aborto concluye con la expulsión del feto
a través del canal vaginal.
Aborto espontáneo
El aborto espontáneo es aquel que no se da de forma intencionada, sino a causa
de una serie de complicaciones en el feto o en la madre. Generalmente ocurre
durante las 12 primeras semanas de gestación y no precisa de ningún tipo de
intervención quirúrgica, pero a partir de la semana 20 pasa a denominarse
muerte fetal
Las causas de un aborto espontáneo pueden ser varias, aunque lo más común es
que se deba a problemas en los cromosomas de los embriones. "Esto es que el
embrión tiene algún problema en su dotación cromosímica o en su contenido
genético que permite su implante en el útero pero no su desarrollo final".También
existen otros factores como niveles hormonales anómalos, diabetes no
controlada, incompetencia del cuello uterino o algunos medicamentos. Otro tipo
de causas pueden ser infecciones, obesidad, problemas físicos en los órganos
reproductores de la madre, problemas con la respuesta inmunitaria o
enfermedades graves.
La edad también puede ser un factor determinante: a mayor edad, mayor es la
probabilidad de sufrir un aborto espontáneo, especialmente a partir de los 40
años. El haber sufrido un aborto espontáneo anteriormente también puede
aumentar las posibilidades de volver a sufrirlo.
Existen síntomas que pueden indicar un aborto espontáneo como lumbalgia, dolor
abdominal, cólicos o sangrados vaginales. "Hay mujeres que abortan sin saberlo
y se ve en un hallazgo casual en las pruebas ginecológicas, y otras que tienen
síntomas como distensión abdominal, calambres, nauseas o repulsión a los olores
pero, de repente, dejan de tenerlos".
Muerte fetal
Cuando el aborto ocurre con
posterioridad a las 20 primeras
semanas de gestación se conoce como
muerte fetal y en estos casos siempre
se requiere de cirugía para extraer el
feto del útero. Es un caso
extraordinario, pues sólo ocurre en
menos del 1% de los embarazos.
Los primeros síntomas de una muerte
fetal se suelen mostrar al detectar un
menor movimiento del bebé o espasmos y dolores en la pelvis, la espalda o el
vientre. Factores como el tabaquismo, la hipertensión arterial o la diabetes
pueden aumentar las probabilidades de que esto ocurra, pero también se puede
producir por preclampsia y eclampsia, enfermedades infecciosas, anomalías
congénitas graves, posmadurez o lupus, entre otras patologías.
El aborto inducido es aquel que se realiza por propia voluntad de la mujer. Hay
dos formas de interrumpir un embarazo:
Se toma un medicamento para llevar a cabo el aborto. Sólo se puede hacer
durante las nueve primeras semanas de embarazo. El más común es la
mifepristona, una hormona que bloquea la progesterona. Este y otros
medicamentos se toman durante tres sesiones en una clínica bajo la supervisión
de un médico, y pueden surgir algunos sangrados vaginales a causa de los
medicamentos. Otros efectos secundarios de este tratamiento son cólicos,
diarrea o malestar estomacal, y en raras ocasiones, fiebre alta. El aborto médico
tiene una efectividad aproximada del 97 por ciento.
Se realiza una cirugía para extraer el feto. Existen dos métodos frecuentes de
aborto quirúrgico por aspiración con vacío manual, que se puede hacer durante
las 12 primeras semanas de embarazo y consiste en la extracción de todo el
tejido que contiene el útero con un instrumento succionador de manera manual y
la dilatación y evacuación.
En ambos casos, se dilata el cuello del útero y se introduce un tubo a través del
cual se succiona todo aquello a eliminar para completar el aborto. Tras esta
operación pueden surgir algunos sangrados así como cólicos menstruales. La
efectividad del aborto quirúrgico es cercana al cien por cien.
Si se realiza con anestesia local puede parecerse a una regla molesta. Si a la
paciente le preocupa el dolor o está muy nerviosa "se puede realizar también con
sedación
Al cabo de las tres o cuatro semanas de haber sufrido un aborto, el ciclo
menstrual vuelve a la normalidad.
Con cuántas semanas de gestación se puede abortar
La legislación contempla la interrupción del embarazo por libre voluntad de la
gestante "hasta la semana 14". Por otra parte, "la norma permite el aborto
provocado por patología fetal y por salud materna (física y psíquica) hasta la
semana 22".
Aquellas mujeres que sin haberlo deseado ni planificado, se quedan embarazadas
y teniéndolo claro deciden interrumpir su embarazo, tomando la decisión por
ellas mismas, teniendo en cuenta sus propios criterios, valorando que si ese no
es su momento para ser madre otros en el futuro podrán serlo, no tienen por qué
tener ninguna consecuencia negativa a medio y largo plazo".
Diferencias entre píldora del
día después y píldora abortiva
Existe la creencia de que la
píldora del día después es
abortiva y perjudicial para la
mujer o para su capacidad
reproductiva futura. La píldora del día después no puede interrumpir un
embarazo en curso ni dañar un embrión en desarrollo.
La anticoncepción de urgencia actúa retrasando el momento en que el ovario
libera un óvulo preparado para la fecundación e impidiendo su encuentro con un
espermatozoide. Los espermatozoides pueden vivir en el aparato genital de la
mujer entre tres y cinco días tras el coito. En estos días la mujer puede quedarse
embarazada si se produjera la ovulación.
Los casos más frecuentes en los que se recomienda utilizar la píldora del día
después para evitar un embarazo no planificado son: cuando se han mantenido
relaciones sexuales sin protección, olvidos en la toma de la píldora habitual,
incumplimiento de los plazos de colocación o retirada del anillo vaginal o el parche
y rotura, retención o uso inadecuado del preservativo. En cualquiera de estas
situaciones, la mujer puede estar en riesgo de un embarazo no planificado.
Por su parte, la píldora abortiva es, junto con el aborto quirúrgico, un método de
interrupción voluntaria del embarazo (IVE).