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Universidad tecnológica de Santiago

(UTESA)

Nombre:

Arianna leohayris

Apellidos:

Rojas Díaz

Matricula:

1-22-8448

Materia:

Derecho Civil I

Facilitador:

Carlos Ciriaco

Tema:

La unión libre o consensual de una pareja a la luz de distintas legislaciones


dominicanas y compararlas con el matrimonio civil

Fecha:

21/03/2023
Introducción

En el presente trabajo de investigación se ha podido comprobar las diferencias existentes entre


el matrimonio civil en República Dominicana y las relaciones consensuales en la parte
española de la isla de la Santo Domingo. Así mismo se ha podido ver analizar y estudiar los
cambios de criterios jurisprudenciales en materia de relaciones consensuales que ha tenido la
suprema corte de justicia de la Republica dominicana desde el año 1998 hasta la actualidad.

Con la investigación se puede observar que el Derecho se va adaptando a la necesidad real de


los tiempos y de las personas donde lo que prima en la actualidad es la realidad de los hechos
y no la aplicación de una teoría que figura plasmada en una doctrina sin vida.
La unión libre o consensual comparada con el matrimonio civil según distintas
legislaciones dominicanas.

1.1Concepto de matrimonio según la legislación de la Republica dominicana: contrato civil


entre un hombre y una mujer que han accedido libremente a casarse y que están en plena
capacidad de hacerlo.

1.2 concepto de Unión Consensual en virtud del artículo 55 numeral 5to de la constitución de la
Republica dominicana.

La unión singular y estable entre un hombre y una mujer, libres de impedimento matrimonial,
que forman un hogar de hecho, genera derechos y deberes en sus relaciones personales y
patrimoniales, de conformidad con la ley.

Anterior a esto el encabezado del artículo 55 establece lo siguiente:

Artículo 55.- Derechos de la familia. La familia es el fundamento de la sociedad y el espacio


básico para el desarrollo integral de las personas. Se constituye por vínculos naturales o
jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una mujer de contraer matrimonio o por la
voluntad responsable de conformarla.

1.3 en la cronología jurisprudencial de la Republica Dominicana en concubinato inicio su


ascenso de reconocimiento por una sentencia entre concubinos que a la vez eran comerciantes y
tenían negocios entre sí, el caso transcendió en los tribunales ordinarios y llego a la Suprema
corte de justicia y en el año 1998 se reconoció que cuando se trataba de parejas que habían
creado un patrimonio en común con participación económica mutua se debía reconocer
derechos al concubino o concubina demandante.

Luego la jurisprudencia de la Republica Dominicana en los años 2002-2003 amplio el criterio


del derecho de los y las concubinas estableciendo que una relación de familia de por lo menos
10 años aun sin demostrarse la participación económica como en una sociedad de hechos
generaba derechos a favor de los concubinos siempre y cuando la relación fuera estable y
singular.

”El criterio actual de la jurisprudencia Nacional es más amplio aun, ya que aplica de manera
cabal el artículo 55 Numeral 5to de la Constitución de la Republica Dominicana y los criterios
más avanzados de las jurisprudencia los cuales son:

a) una convivencia “more uxorio”, o lo que es lo mismo, una identificación con el modelo de
convivencia desarrollado en los hogares de las familias fundadas en el matrimonio, lo que se
traduce en una relación pública y notoria, quedando excluidas las basadas en relaciones ocultas
y secretas;

b) ausencia de formalidad legal en la unión;

c) una comunidad de vida familiar estable y duradera, con profundos lazos de afectividad;

d) que la unión presente condiciones de singularidad, es decir, que no existan de parte de los
dos convivientes iguales lazos de afectos o nexos formales de matrimonio con otros terceros en
forma simultánea, o sea, debe haber una relación monogámica, quedando excluidas de este
concepto las uniones de hecho que en sus orígenes fueron pérfidas, aun cuando haya cesado esa
condición por la disolución posterior del vínculo matrimonial de uno de los integrantes de la
unión consensual con una tercera persona;
e) que esa unión familiar de hecho esté integrada por dos personas de distintos sexos que
vivan como marido y mujer sin estar casados entre sí.

9) Respecto a los requisitos descritos precedentemente para el reconocimiento de las relaciones


de hecho o consensuales, que en esencia y conforme a nuestra Constitución son la notoriedad,
la cohabitación, la singularidad, la estabilidad y la inexistencia de impedimento matrimonial,
estas Salas Reunidas de la Suprema Corte de Justicia se referirán, en primer término, a la
“estabilidad”de la relación consensual y, en segundo término, sobre la condición de
singularidad.
10) Estas Salas Reunidas han denominado“estabilidad” al requisito que debe exhibir la unión de
hecho para producir efectos jurídicos, porque es el término empleado por la Constitución
vigente. En efecto, el referido artículo 55.5 de nuestra ley fundamental3incluye expresamente
dicho concepto, el cual es el que debe ser interpretado y concretado en relación al presente caso.
11) La estabilidad de una unión de hecho entre un hombre y una mujer se refiere a que la
relación de los concubinos no puede ser momentánea ni accidental, implicando. Esta decisión
parte de dos situaciones que no han sido controvertidas en este proceso: a) la posibilidad de los
jueces aplicar directamente las disposiciones constitucionales para la solución de los casos,
principalmente las que contienen las normas de derecho fundamentales; y b) que estas últimas,
es decir, los derechos fundamentales tienen un carácter evidentemente dinámico (no estático),
constituyendo construcciones axiológicas que funcionan como directivas prácticas del sistema
constitucional, de donde se extrae que su incumplimiento genera distorsiones y afectaciones al
orden constitucional que impiden la limitación de su eficacia por cuestiones temporales, todo
sobre la base de que estos derechos conforman expresiones necesarias para los fines que la
constitución impone al Estado. Por esa razón, en ciertos casos, es posible la aplicación de los
derechos fundamentales contenidos en la Constitución vigente a hechos sucedidos antes de su
origen como normas constitucionales.

Lo esencial reside en que el tipo de vida en común, que debe ser similar a las que llevan los
unidos en matrimonio, no sufra alteraciones en sus aspectos básicos que impriman confusión
sobre la naturaleza del vínculo.
12) En ese sentido la situación relativa a la estabilidad constituye una entidad compleja en la
que hay que tener en cuenta múltiples factores. Sin duda alguna que el tiempo de duración de la
relación de hecho reviste extrema importancia, pero no debe perderse de vista que no es lo
único a ponderar, ya que, tal y como se lleva dicho, hay que apreciar todos los elementos
fácticos que apunten a la no variabilidad de la relación, en los cuales probablemente
intervengan aspectos diferentes a los temporales, aunque estos últimos actúen en conjunción
con los primeros. Es por ello que ante la ausencia de una disposición legal que regule el
concepto de que se trata (estabilidad en materia de uniones de hecho), estas Salas Reunidas de
la Suprema Corte de Justicia entiende esta situación deba ser analizado por los jueces de fondo
“in concreto”sobre la base de los hechos de la causa.
13) Adicionalmente esta solución parece preferible por un tema de adecuada interpretación de
la Constitución, donde resultaría incorrecto desde el punto de vista de la función de los jueces
en un Estado de Derecho, que estas Salas Reunidas consideren, como única lectura del concepto
“estabilidad” aquí referido, la pre-comprensión de un tiempo mínimo expreso de duración de la
relación de hecho. Se estaría partiendo de la convicción errónea, tal y como se lleva dicho
anteriormente, de una simetría o equiparación total entre estabilidad y tiempo mínimo de
duración, dejando de lado cualquier otro factor que tenga incidencia en la continuidad y no
variabilidad de la relación de que se trate. Adicionalmente existe el inconveniente que dicho
plazo tendría que ser dispuesto judicialmente, en ausencia de disposición constitucional o legal,
como una norma de alcance general que estas Salas Reunidas consideran no necesario
implementar debido a que ha procedido a dispensar una interpretación de la Constitución
adecuada a la esencia y finalidad de la norma analizada, permitiendo a los jueces determinar,
mediante el análisis de todos los factores que incidan en la solución, la justicia para cada caso
concreto como valor supremo del Estado Constitucional.
14) En otro orden, respecto a la condición de singularidad, específicamente sobre la afirmación
que hasta ahora era sostenida por esta Suprema Corte de Justicia en cuanto a “las uniones que
en sus orígenes fueron pérfidas, aun cuando haya cesado esa condición por la disolución
posterior del vínculo matrimonial de uno de los integrantes de la unión consensual con una
tercera persona”, estas Salas Reunidas de la Suprema Corte de Justicia procederán a modificar
este criterio por las razones que se expondrán a continuación.
15) La singularidad implica que todos los elementos que constituyen el concubinato deben
darse solamente entre los dos sujetos. Significa que estos no deben tener otras relaciones
simultáneas con similares características. Sin embargo, para las Salas Reunidas, esto no
significa que pueda descartarse la existencia del concubinato cuando se demuestre que las
relaciones simultáneas cesaron y a partir de ese momento se verifique la exclusividad en la
relación y la concurrencia de los demás requisitos exigidos para que se configure la figura. Esto
es así, porque nuestra Constitución, al definir las relaciones consensuales se refiere a una unión
singular y estable libre de impedimento matrimonial sin discriminar el origen de la relación.

16) En cuanto al requisito de estar libre de impedimento matrimonial que establece la


Constitución, refiere a las prohibiciones señaladas por el legislador para contraer matrimonio,
previendo especialmente, el incesto; además, como ya se indicó, ninguna de las partes puede
estar casado con un tercero, simultáneamente; por lo tanto, si la relación consensual se originó
mientras existía un matrimonio, esta solo podrá ser reconocida, para fines de establecer el
tiempo, a partir de la disolución. Esto no significa que en todos los casos la singularidad se
destruya cuando alguno de estos elementos ocurra entre uno de los concubinos y otro sujeto; es
decir, para el reconocimiento de la relación consensual no puede haber relaciones simultáneas y
permanentes de convivencia afectiva con otra persona, sin embargo, esta restricción no puede
confundirse con el incumplimiento al deber de fidelidad a través de una relación aislada o
casual con un tercero, pues los actos de infidelidad por su naturaleza misma no cumplen con las
condiciones de una relación consensual para que se asuma la existencia de relaciones paralelas
de la misma naturaleza. Ver artículos 144, 147, 161, 162, 163 del Código Civil dicho
matrimonio por cualquier causa que establezca la ley y solo a partir del momento en donde se
configuren todas las condiciones requeridas para su reconocimiento, expuestas
precedentemente.

17) En virtud de lo expuesto, estas Salas Reunidas de la Suprema Corte se apartan del criterio
hasta ahora sostenido respecto a las relaciones de origen pérfido, que aun luego de disuelto el
vínculo matrimonial, no pueden ser reconocidas como una relación consensual para fines de
generar derechos y deberes personales y patrimoniales, estableciendo que, en los casos donde la
relación afectiva inicie mientras una de las partes esté legalmente casada, solo podrá
considerarse una relación consensual para fines de adquirir derechos y deberes a partir de la
disolución del matrimonio y siempre y cuando se evidencien las demás condiciones.

En cuanto a los bienes forjados durante la relación de hecho 18) Luego de verificado el
cumplimiento de las condiciones para establecer la existencia de la relación consensual,
procede determinar el régimen que regula los bienes fomentados durante la relación de hecho
entre los concubinos. 19) Respecto a los bienes forjados durante la relación, esta Suprema Corte
de Justicia ha sostenido el criterio que una relación consensual more uxorio hace presumir
irrefragablemente la existencia de una comunidad entre los concubinos, sin que pueda
exigírseles la prueba de la medida en que los bienes fomentados han sido el producto del aporte
en común y sin tomar en cuenta que dichos aportes no necesariamente deben ser materiales para
la constitución del patrimonio común.

20) Conforme al criterio jurisprudencial citado precedentemente, para las uniones consensuales
aplica el régimen legal de comunidad de bienes de los matrimonios civiles y religiosos,
regulados por la ley, régimen que supone, que los bienes y utilidades que la conforman,
corresponderán en partes iguales a ambos cónyuges, indicando por demás, que la existencia de
comunidad de bienes constituye una presunción irrefragable, que por definición no admite
prueba en contrario.
21) Que respecto a dicho criterio que se ha sostenido hasta ahora sobre "la presunción
irrefragable de comunidad de bienes en las relaciones consensuales", estas Salas Reunidas de la
Suprema Corte de Justicia procederán a exponer los motivos y razones que dan lugar a su
variación, los cuales serán presentados a continuación.
22) Ante la pregunta ¿deriva necesariamente del texto de la Constitución nivelación total entre
la unión de hecho y el matrimonio en lo concerniente en cuanto al régimen de los bienes que se
fomenten durante su duración?, debe optarse por una respuesta negativa, ya que de su artículo
55.5 en su parte final se aprecia que expresamente reserva a la ley establecer dicha regulación.
23) Lo anterior no solo emana de una lectura literal del texto constitucional, sino que tiene
como fundamento que una equiparación total entre el matrimonio y la unión de hecho en
relación al tema señalado más arriba aniquilaría toda libertad de las personas para diseñar su
estilo de vida como concreción del derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad
establecido en el artículo 43 constitucional, el cual les permite escoger e incidir en las
situaciones que le permitan alcanzar la felicidad y determinar que es importante o no en su vida,
ello sin perjuicio que adicionalmente banalizaría la institución del matrimonio como base de la
organización familiar según el artículo 55.3 de la Constitución.
24) Así las cosas, estas razones gravitan para que el silencio del legislador sobre el régimen en
cuestión no justifique que se atribuyan a las relaciones consensuales disposiciones legales
propias del régimen de comunidad previstas solo para los matrimonios civiles y religiosos, las
cuales indican que, en caso de no especificar el régimen en el contrato de matrimonio, esto
implica la aceptación implícita del régimen de comunidad legal, lo que establece una
presunción de comunidad que ni siquiera es irrefragable, toda vez que, en caso de controversia,
el esposo o la esposa puede aportar la prueba del acuerdo de separación conforme a la ley, lo
cual, por el criterio jurisprudencial que hasta ahora se había sostenido, no es posible en las
uniones consensuales.
25) Adicionalmente, de la lectura de nuestra Constitución se desprende, que si la intención del
constituyente hubiese sido atribuir a las uniones consensuales los efectos de un matrimonio
civil, en su aspecto patrimonial, lo hubiese indicado como así lo hizo con los matrimonios
religiosos.
26) Esto es así, ya que una interpretación correcta de la Constitución en este aspecto, debe tener
en cuenta todos los intereses en conflicto, pues por un lado debe protegerse, tanto el derecho
fundamental al libre desarrollo de la personalidad antes mencionado, como el necesario
régimen de protección social que debe dispensar el Artículo 1399 y siguientes del Código
Civil; Ley 189-01, que modifica el Código Civil en relación a los regímenes matrimoniales, de
fecha 12 de septiembre de 2001; Ley 198-11, que regula los matrimonios religiosos y sus
efectos en la República Dominicana, de fecha 3 de agosto de 2011. Artículo 55 numeral 4 de la
Constitución: Los matrimonios religiosos tendrán efectos civiles en los términos que establezca
la ley.
Estado sobre las personas. Esta situación implica una sucinta pero necesaria explicación. El
Derecho al libre desarrollo de la personalidad permitirá a las personas incidir en un tema tan
importante para su felicidad y realización personal como sería el tipo de relación de pareja que
desea fomentar, siendo determinante a estos efectos la regulación los bienes generados durante
el curso de la relación de que se trate. Por otra parte, resulta sin duda necesario proteger a los
concubinos con respecto a las adversidades que le podría deparar la vida social y que
encontrarían alguna justificación en su accionar durante el transcurso de la unión de hecho, tal y
como más abajo se podrá observar.
27) Este conflicto no debe resolverse apresuradamente mediante una ponderación que imponga
una primacía total de un interés sobre otro, sino que la Constitución en su artículo 74.4 prevé
que, antes de decantarse en favor de una fórmula (que fundamentada en cierto tipo de ediciones
o pasajes privilegios o punto de vista de un solo interés en la solución), exista la posibilidad de
que sea realizada una armonización de los bienes en pugna. Es lo que se conoce como principio
de concordancia práctica, el cual deriva de otro principio de interpretación constitucional
denominado “unidad de la Constitución”, los cuales implican que los bienes constitucionales
deben ser coordinados en aras de una efectiva optimización de los mismos.
28) De esta manera, no habrá sacrifico total de un interés en beneficio del otro, sino que se
impondrán las limitaciones en ambos que permitan el mayor grado de operatividad y eficacia de
cada uno de ellos individualmente considerados. Es decir, debe buscarse una solución que
optimice en la mayor medida posible, tanto el derecho de libertad de las personas para elegir un
régimen de unión libre con cierta informalidad en cuanto a la regulación de los bienes,
distinguiéndolo en ese aspecto de la comunidad de bienes inherente al matrimonio, como cierto
grado de la protección que asiste a los concubinos con respecto a las adversidades que le
pudiera deparar la vida y que encontrarán justificación en situaciones jurídicas que más abajo se
expondrán.
29) En ese tenor, no puede pretenderse ni desconocerse que efectivamente la vida cotidiana,
propia de este tipo de relaciones, es propicia para la creación de un patrimonio común por las
circunstancias de hecho que la caracterizan, lo cual puede generar un estado de indivisión entre
la pareja consensual. Sin embargo, previo a ordenarse la partición, el juez apoderado de la
demanda deberá resolver las contestaciones que surjan respecto a la adquisición y forma de
distribución de los bienes adquiridos durante la relación.

El modelo consistirá, tal y como se verá más abajo, en el establecimiento de una presunción
simple, es decir, que admita prueba en contrario, en beneficio de una comunidad de bienes entre
los unidos de hecho, no una de tipo irrefragable como exigía el criterio que por este medio se
varía, lo cual permite cierto grado de actuación entre los dos (2) bienes en conflicto reseñados.

30) El presente cambio de criterio jurisprudencial se refiere a que la constatación de una elación
consensual more uxorio por parte de los jueces del fondo no hace presumir irrefragablemente la
comunidad de bienes entre la pareja consensual, sino que mantiene una presunción simple, no
en base al régimen de comunidad legal, sino en virtud de que es nuestra Constitución la que
afirma en su artículo 55.5 que la relación consensual, genera derechos y deberes en sus
relaciones patrimoniales. En consecuencia, presume derechos patrimoniales por las
circunstancias de hecho que la caracterizan, lo cual puede generar un estado de indivisión entre
la pareja consensual.

31) Que presumir el patrimonio común de la pareja consensual hasta prueba en contrario
implica que la parte que cuestione la exclusividad de uno, varios o todos los bienes deberá
probar que tales derechos patrimoniales (que nuestra Constitución presume que se generan
producto de los bienes adquiridos durante la relación), en el caso de especie no se fomentaron
en común, aportando la prueba de que los bienes fueron adquiridos de forma individual sin la
participación o aporte de su pareja y que son de su propiedad exclusiva, para que esto sea
valorado por los jueces de fondo. De lo contrario, todos los bienes adquiridos durante la
relación consensual pueden presumirse propiedad de ambos y los jueces de fondo
ordenarán su partición en partes iguales.

32) Dicho lo anterior, cabe destacar que la demanda en partición de los bienes fomentados
durante una relación consensual, no debe estar supeditada únicamente a si la mujer o el hombre
realizó o no aportes materiales al patrimonio, ya que, como lo establece nuestra Constitución,
no solo se contribuye al patrimonio común con una actividad laboral o pecuniaria fuera del
hogar que permita aportar bienes a su sostenimiento, sino también cuando se trabaja en las
labores propias del hogar, aspecto que debe ser considerado por los jueces del fondo a fin de
dictar una decisión acorde con nuestra realidad social, tal y como lo reconoce el inciso 11 del
artículo 5 de la Constitución10.
33) En este orden, el trabajo doméstico constituye una actividad económica que genera riqueza
y derechos, por lo tanto, los bienes materiales no son los únicos elementos con valor relevante a
considerar en la constitución de un patrimonio común entre parejas consensuales, razones por
las que los jueces de fondo deben evaluar “in concreto”o particularmente los aportes no
materiales que contribuyan al patrimonio común, es decir, caso por caso. Pues resulta, que la
pareja que permanece en el hogar y es responsable de todas las tareas domésticas, así como del
cuidado del artículo 55, numeral 11 de la Constitución: El Estado reconoce el trabajo del hogar
como actividad económica
34) En cuanto a la facultad de modificar un criterio jurisprudencial, ha sido juzgado por la
Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia, lo siguiente: “que conforme al artículo 2 de la
Ley sobre Procedimiento de Casacón, “Las decisiones de la Suprema Corte de Justicia, en
funciones de Corte de Casación , establecen y mantienen la unidad de la jurisprudencia
nacional”; que la unidad jurisprudencial referida asegura la obtención de una justicia
predecible, cualidad que ha sido reconocida por la doctrina como una garantía de dos principios
fundamentales de nuestro sistema judicial, a saber, la igualdad de todos ante la ley y la
seguridad jurídica; que, en efecto, aun cuando en materia civil y comercial la jurisprudencia no
constituye una fuente directa de derecho, es el juez quien materializa el significado y contenido
de las normas jurídicas cuando las interpreta y aplica a cada caso concreto sometido a su
consideración, definiendo su significado y alcance; que, en tal virtud, es evidente, que tanto la
igualdad ante la ley como la seguridad jurídica serán realizadas en la medida en que los litigios
sustentados en presupuestos de hechos iguales o similares sean solucionados de manera
semejante por los tribunales; que, no obstante, es generalmente admitido que un tribunal pueda
apartarse de sus precedentes, siempre y cuando ofrezca una fundamentación suficiente y
razonable de su conversión jurisprudencial, lo cual se deriva de la propia dinámica jurídica que
constituye la evolución en la interpretación y aplicación del derecho; que aun cuando en esta
materia el precedente judicial no tiene un carácter vinculante, los principios de imparcialidad,
razonabilidad, equidad, justicia e igualdad inherente a la función judicial implican que todo
cambio del criterio habitual de un tribunal, incluida la Corte de Casación, debe estar
debidamente motivado de manera razonable, razonada y destinada a ser mantenida con cierta
continuidad y con fundamento en motivos jurídicos objetivos, tal como lo hará esta Sala Civil y
Comercial de la Suprema Corte de Justicia, como Corte de Casación, al adoptar el criterio que
asumirá en la presente sentencia, pues es el más adecuado y conforme al estado actual de
nuestro derecho”11.
35) Por las razones expuestas, estas Salas Reunidas de la Suprema Corte de Justicia varían los
criterios que hasta el momento se habían mantenido tanto sobre la condición de singularidad
cuando en sus orígenes la relación fue pérfida y sobre la presunción irrefragable de comunidad
de los bienes adquiridos por las parejas consensuales; para que en lo adelante, el primer criterio,
no sea un impedimento para reconocer la relación consensual siendo el punto de partida la
disolución del matrimonio, siempre y cuando se cumplan las demás condiciones, y en cuanto al
segundo criterio, para establecer una presunción simple de copropiedad de los bienes
fomentados durante la relación consensual en virtud del artículo 55.5 de
nuestra Constitución.
36) Esta solución, tal y como se lleva dicho anteriormente, permitirá a los jueces del fondo
tomar en cuenta todos los factores que incidan en la solución que finalmente se dispensará en
cuanto a los bienes fomentados por la pareja unida de hecho, suministrando una justicia para
cada caso concreto atendiendo a sus especificidades como valor supremo del Estado
Constitucional, evitando de esa manera determinaciones o reglamentaciones de tipo general
que, bajo la sombrilla de la seguridad jurídica, esconden iniquidades debido a la omisión de las
particularidades que distinguen las distintas especies que se presentan ante los
jueces.
37) Una vez ha quedado establecido los cambios de criterios en las formas señaladas, procede
ponderarlos dos aspectos fundamentales cuestionados por los recurrentes: 1) la ausencia de
singularidad, y 2) que la corte a qua sitúa elinicio de la relación en una época donde Ramón
Sigfredo Beras Porrata estaba casado con Carmen Cisneros Sepúlveda, por lo que no se
cumplen todos los requisitos de una relación consensual more uxorio.
38) Respecto al primer aspecto, y en virtud del control de desnaturalización de los hechos
ejercido por estas Salas Reunidas de la Suprema Corte de Justicia, se ha podido comprobar, de
los documentos aportados ante la corte a qua, que efectivamente Ramón Sigfredo Beras Porrata
tuvo una hija con Melida Esther Bernardino, de nombre Neda Esther Beras Bernardino nacida
el 30 de septiembre de 1974. Igualmente, Francisca Astacio Polanco procreó hijos (mellizos)
con el señor Emilio Amancio Peguero Castro, llamados Santiago y María Peguero Astacio,
nacidos el 16 de febrero de 1976.
39) Igualmente, se constata que Ramón Sigfredo Beras Porrata estuvo casado con Carmen
Cisneros Sepúlveda desde el 16 de octubre de 1958 hasta el 11 de marzo de 1979, año en que
esta última falleció lo cual constituye una causa de disolución del matrimonio.
40) Que la prueba de la relación entre Ramón Sigfredo Beras PorratayMelida Esther
Bernardino, es el nacimiento de su hija, lo cual sucedió mientras estuvo casado con Carmen
Cisneros Sepúlveda al igual que sucedió con el nacimiento de los hijos de Francisca Astacio
Polanco, verificando estas Salas Reunidas que no fue aportado ante la corte a quaotro medio de
prueba que permitiera constatar que estas relaciones se hayan extendido en el tiempo, por lo que
proceden a rechazar este alegato.
41) En cuanto al segundo aspecto, se verifica que la corte a qua para determinar el
cumplimiento de las requisitos de una convivencia more uxorio y la duración de la relación
consensual entre Ramón Sigfredo Beras Porrata y Francisca Astacio Polanco se fundamentó en
el acto de notoriedad núm. 32-09, de fecha 12 de febrero del año 2009, instrumentado por ante
el Dr. Francisco Alberto Zorrilla, abogado notario para los del número de San Pedro de
Macorís, donde se hace constar que Francisca Astacio Polanco falleció el 24 de noviembre de
2005 yrecoge las declaraciones de testigos que declaran la existencia de la relación consensual
por un periodo de aproximadamente 40 años.
42) En virtud del precitado acto notarial, la corte a qua retuvo la certeza de esta relación durante
el periodo indicado, y que convivieron juntos bajo un mismo techo, es por ello que existiendo
una comunidad consensual es lo pertinente, en primer orden, revocar la sentencia impugnada,
ante la comprobación de que esta dispuso el rechazo de la demanda por alegada falta de pruebas
de los aportes realizados a dicha unión por la parte recurrente, y, en consecuencia, ordenó la
partición de bienes.
43) Resulta que si Ramón Sigfredo Beras Porrata y Francisca Astacio Polanco mantuvieron una
relación consensual durante 40 años y esta última falleció en el año 2005, el punto de partidade
esta relación retenido por la corte a quafue el año 1965, lo cual legalmente no es posibletoda
vez que Ramón Sigfredo Beras Porrata estuvo casado hasta el año 1979, por lo que para
determinar el tiempo de duración de la relación consensual, esta debió calcularlo a partir de
1979.
44) Por las consideraciones anteriores, estas Salas Reunidas de la Suprema Corte de Justicia
juzgan que la corte a qua ha incurrido en una falta de valoración de las pruebas aportadas, pues
no ponderó el acta de matrimonio de los señores Ramón Sigfredo Beras Porrata y Carmen
Cisneros Sepúlveda, conjuntamente con el acta de defunción de esta última como evidencia de
la disolución del matrimonio en 1979, así como el acta de defunción de Francisca Astacio
Polanco, depositados bajo inventario por ante la alzada.
45) Que la apreciación de dichos documentos era de vital importancia para la solución del caso,
toda vez que su análisis en conjunto no permite determinar el punto de partida de la indicada
relaciónpara valorar si hubo bienes constituidos o fomentados durante ese periodo, así como los
aportes de cada uno al patrimonio común, en caso de que sean probados, aspectos que son
puramente fácticos que escapan de la competencia de estas Salas Reunidas de la Suprema Corte
de Justicia.
46) Por los motivos indicados procede casar con envío la sentencia impugnada a fin de que se
determine la duración de la relación consensual que existió entre los señores Ramón Sigfredo
Beras Porrata y Francisca Astacio Polanco, y en vista del criterio expuesto, comprobar si
procede ordenar la partición de los bienes en virtud de la determinación que se haga de los
aportes de cada uno
47) Finalmente, al tenor del numeral 1 del artículo 65 de la Ley 3726 del 29 de diciembre de
1959, sobre Procedimiento de Casación y artículo 131 del Código de Procedimiento Civil, se
compensan las costas en virtud de que ambas partes sucumbieron respectivamente en algunos
puntos”. (Sentencia núm._32-2020 de fecha 01 de octubre de 2020 de las Slas Reunidas de la
Suprema Corte de Justicia de la Republica Dominicana).

Desde el punto de vista conceptual los planteamiemientos del Derecho Civil dominicano son
más formales, pero desde el punto de la realidad los conceptos constitucionales son más
realistas y fundados en la realidad debido a que el texto constitucional toma en consideración la
realidad objetiva de los hechos de una relación de pareja que conforma libremente una familia
El tema de la unión libre o consensual es un tema de bastante ahínco en nuestro país ya que
debido a distintas causas (como un tema de cultura) este es el principal tipo de unión por las
cuales las parejas se declaran en la república dominicana. Llevando de esta manera un tipo
de matrimonio de hecho, es decir un reconocimiento de unión consensuada para que una
pareja pueda cohabitar y contar con ciertos derechos que le brinde el estado.

En la actualidad este tipo de relación es reconocida en el artículo 55-5 de la constitución


dominicana la cual dicta que ‘La unión singular y estable entre un hombre y una mujer. libres
de impedimento matrimonial, que forman un hogar de hecho, genera derechos y deberes en
sus relaciones personales y patrimoniales…’ Es decir que este tipo de unión siempre y
cuando sea reconocida por el estado contará con derechos y deberes de caracteres similares a
los de una unión civil.

Aunque estos también difieren en ciertos puntos específicos ya que el matrimonio civil
contiene una resistencia más estricta entre la que podemos destacar el código civil
dominicano en su artículo 1395 sobre la inmutabilidad de las conversaciones matrimoniales
la cual dice ‘No podrá hacerse en ellas ninguna variación después de haberse efectuado el
matrimonio’. Esta ley se rige sin importar o condicionar el régimen matrimonial bajo el cual
estén casados los esposos.

Según lo que pudimos observar en uno de los textos bibliográficos que nos fue
recomendados, el Dr. Juan Alfredo Biaggi Lama establece en su doctrina ‘Los regímenes
matrimoniales en el ordenamiento jurídico Dominicano’ citando el artículo que hemos
mencionado anteriormente del código civil ‘Las modalidades que para otros contratos
contempla el código civil como lo sería una cláusula condicional o una cláusula potestativa.
Y así en ese sentido no pueden acordar un régimen matrimonial por cierto tiempo o bajo
ciertas condiciones suspensivas o resolutorias’.

Con esta citación es preciso entender que en caso de que se viole la disposición legal (o en
determinados casos la causa de un contrato) este se juzga de pleno derecho sin que este
afecte o invalide el matrimonio.

El matrimonio civil posee en comparación más derechos que el acto de unión consensuada
debido a su estado dominicanas que, aunque reconozcan las uniones de hecho como parte de
una validación legal de una pareja le otorga ciertos derechos que la ya mencionada no. Entre
unas de las validaciones más destacadas es la edad para contraer matrimonio.

En leyes anteriores se permitía la unión consensuada de menores de edad siempre y cuando


sea está consensuada por el individuo. Esta ley le otorgaba la opción de que menores de edad
pudieran vivir bajo una unión de hecho, otorgándole también las responsabilidades y
derechos de una persona mayor de edad. Este artículo constitucional fue modificado en lo
que es el código de menor actual en el cual expresa de manera explícita que ningún menor
puede contraer o entrar en una unión libre, siendo de esta manera incluso penalizado el acto
como matrimonio infantil.

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