Informe Académico de Nefrología: Escuela Superior Politecnica de Chimborazo Facultad de Salud Pública Escuela de Medicina
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Informe Académico de Nefrología: Escuela Superior Politecnica de Chimborazo Facultad de Salud Pública Escuela de Medicina
Grupo: N°3
Integrantes:
Luis Aimacaña
Heliana Morales
Karen Tenelema
Adrian Torres
Mónica Uvidia
Ricardo Yanez
Docente:
Dra. Nilvia Serrano Gámez
2. DESARROLLO
2.1 Concepto
2.2 Etiología
Agentes antiinfecciosos
Aminoglucósidos:
b-lactámicos:
Las penicilinas, las cefalosporinas y los carbapenemes, el potencial nefrotóxico
es bajo, afección renal es a través de una nefritis intersticial, la necrosis tubular
aguda es rara.
Las alteraciones renales producidas por la penicilina suelen ser de tipo
isquémico como consecuencia de reacciones anafilácticas que cursan con shock.
Las cefalosporinas en general tienen un potencial nefrotóxico escaso. La
cefaloridina y la cefalotina son las más nefrotóxicas del grupo, mientras que la
cefuroxima, la cefoxitina y la ceftacidima tienen un potencial nefrotóxico
mínimo.
Su nefrotoxicidad aumenta con la edad, insuficiencia renal previa, dosis
excesivas, reacción de hipersensibilidad cruzada con la penicilina y asociación a
aminoglucósidos y diuréticos potentes (ácido etacrínico y furosemida), en esta
nefrotoxicidad se manifiesta habitualmente proteinuria e insuficiencia renal.
Sulfamidas:
La Sulfadiazina y sulfametoxazol, están relacionadas con la producción de
nefritis intersticial aguda.
Menos frecuente y en especial en presencia de orina ácida, puede producirse la
cristalización de las sulfamidas en el interior de los túbulos renales; esta
microobstrucción intrarrenal se manifiesta en forma de dolor lumbar,
insuficiencia renal, hematuria y la cristaluria característica.
Puede prevenirse con una adecuada hidratación y alcalinización de la orina.
Anfotericina B:
El efecto nefrotóxico sobre el túbulo renal se debe a su capacidad de unirse al
colesterol presente en las membranas celulares y alterar sus funciones; a este
mecanismo se le añade un efecto vasoconstrictor renal.
Las primeras alteraciones son la pérdida urinaria elevada de potasio y magnesio,
la presencia de ácido úrico y fosfato elevados, a lo que se añade una incapacidad
parcial para eliminar hidrogeniones.
Su cuadro característico cursa con acidosis tubular renal hipopotasémica e
hipomagnesémica, es frecuente el hallazgo de una diabetes insípida nefrogénica.
Si se alcanza una dosis total de 2-3 g, las alteraciones renales afectan al 80% de
los pacientes tratados, y estas son prácticamente constantes por encima de los 5
g. Se produce isquemia renal por el efecto vasoconstrictor renal de la
anfotericina.
Una adecuada hidratación del paciente reduce el potencial nefrotóxico de la
anfotericina, en fases avanzadas es característica la nefrocalcinosis con depósitos
de calcio tanto en los túbulos como en el intersticio renal.
Pentamidina:
Produce nefrotoxicidad en un 25%-65% de los pacientes; la administración
nebulizada por vía pulmonar es menos nefrotóxica.
El efecto es dependiente de la dosis, acumulativo y sinérgico con el de
anfotericina B. Junto a IRA puede inducir hipocalcemia e hipomagnesemia. Es
característica la presencia de hiperpotasemia por mecanismos semejantes a los
diuréticos ahorradores de potasio.
Polimixinas:
La colistina y la polimixina B son altamente nefrotóxicas, especialmente para el
túbulo proximal.
En los pacientes con la función renal disminuida se debe reducir la dosis. Sus
manifestaciones suelen mostrar albuminuria, azoemia y agregados de células
renales, la reducción de la emisión de orina y/o la elevación del nitrógeno ureico
obligan a discontinuar la administración de este fármaco.
Antivirales
Antirretrovirales
Fenacetina-salicilatos
Antiinflamatorios no esteroideos
Agentes antineoplásicos
Ciclofosfamida
Cisplatino
Una dosis única de 2mg/kg produce elevaciones transitorias del BUN
al cabo de 1-2 semanas del tratamiento. En general, la IRA suele ser
reversible y está relacionada con una necrosis tubula. La
administración repetida puede conducir a una fibrosis intersticial
crónica. Aproximadamente la mitad de los pacientes tratados con
cisplatino desarrolla hipomagnesemia por pérdidas urinarias de
magnesio. Esta alteración puede persistir meses después de cesar la
administración de cisplatino y suele asociarse a insuficiencia renal.
Es frecuente el desarrollo de hipocalcemia e hipopotasemia intensas,
secundarias a la hipomagnesemia.
Metotrexato
El efecto nefrotóxico del metotrexato se manifiesta en forma de IRA
y se debe a la precipitación intratubular de 7-hidroximetotrexato, un
metabolito muy poco soluble. Una hidratación adecuada puede
disminuir la nefrotoxicidad.
Mitomicina C
La nefrotoxicidad se produce en el 4%-10% de los pacientes tratados
y tiene una relación con la dosis administrada. Se manifiesta en
forma de insuficiencia renal, anemia hemolítica microangiopática y
trombopenia.
Nitrosoureas
Las nitrosoureas y estreptozocina, son escasamente nefrotóxicas y se
relacionan con una nefritis intersticial crónica.
Síndrome de lisis tumoral
Es un grupo de complicaciones metabólicas que se presentan después
del tratamiento quimioterápico de ciertas neoplasias, leucemias y
linfoma de Burkitt. Sus manifestaciones incluyen hiperfosfatemia,
hipocalcemia, hiperpotasemia, hiperuricemia extrema e IRA. La
profilaxis con alopurinol y una adecuada hidratación y alcalinización
reducen la incidencia.
Bisfosfonatos
Estos compuestos pueden producir insuficiencia renal un tiempo
después de su administración. El pamidronato puede ocasionar una
glomerulosclerosis segmentaria y focal colapsante con síndrome
nefrótico. El zoledronato causa lesiones tubulares.
Interleucina 2
La IL-2 puede inducir hipotensión, oliguria, retención salina con
edemas e insuficiencia renal, en la que también participa una
nefrotoxicidad directa. Este cuadro se relaciona con el síndrome de
«fuga» capilar por aumento de la permeabilidad capilar y
disminución de la volemia eficaz. El cuadro se agrava con la
administración de AINE.
Anticalcineurínicos
El efecto secundario más frecuente de la ciclosporina es la inducción
de insuficiencia renal dependiente de la dosis; este hecho reviste
especial trascendencia en el trasplante renal dada la dificultad clínica
para distinguir el rechazo de la nefrotoxicidad. La nefrotoxicidad
aguda y reversible por ciclosporina está relacionada con la
vasoconstricción renal mediada por la endotelina y el tromboxano
A2. La mayor incidencia de hipertensión arterial en los pacientes
tratados con ciclosporina se ha relacionado con los cambios
hemodinámicos, vasculares y tubulares inducidos por este fármaco.
En raras ocasiones se puede presentar un cuadro microangiopático
superponible clínica y biológicamente a un síndrome urémico-
hemolítico. En pacientes con uso prolongado de ciclosporina, la
nefrotoxicidad crónica está determinada por una insuficiencia renal
lentamente progresiva en relación con fibrosis intersticial, atrofia
tubular, esclerosis glomerular y arteriosclerosis acelerada. Entre un
5% y un 10% de los pacientes alcanza el grado de insuficiencia renal
crónica terminal. Este tipo de nefrotoxicidad se correlaciona poco
con las dosis o las concentraciones plasmáticas del fármaco. Otros
efectos descritos son la acidosis metabólica hiperclorémica e
hiperpotasémica, en relación con la inhibición del sistema renina-
angiotensina, la hiperuricemia y la pérdida renal de magnesio.
Interferón
Tanto el IFN-a como el IFN-g pueden producir insuficiencia renal. El
IFN-a induce ocasionalmente proteinuria y síndrome nefrótico con
lesiones mínimas.
Metoxiflurano
El metoxiflurano es un anestésico cuyo mayor efecto adverso es la
nefrotoxicidad, especialmente importante después de altas dosis o
anestesia prolongada. Tras la exposición al anestésico aparece una
poliuria resistente a la vasopresina (diabetes insípida nefrogénica), a
la que puede seguir una insuficiencia renal. Es posible el desarrollo
de una IRC irreversible. En relación con el grado de deterioro
funcional y morfológico del riñón se produce una elevación
plasmática y urinaria de fluoruro inorgánico y de ácido oxálico, a los
que se atribuyen las lesiones renales.
Penicilamina
El 7%-10% de los pacientes tratados con penicilamina presenta
proteinuria moderada, de los que el 30% llega a desarrollar un
síndrome nefrótico por nefropatía membranosa. Raras veces se
desarrolla insuficiencia renal, y la proteinuria suele desaparecer 6- 8
meses después de retirar el fármaco. Ocasionalmente se ha descrito
un síndrome renopulmonar semejante al síndrome de Goodpasture y,
eventualmente, un síndrome similar al lupus eritematoso sistémico.
Metales y metaloides
Plomo: La intoxicación aguda por plomo se manifiesta, aparte de los
síntomas extrarrenales, por signos de lesión tubular renal
fundamentalmente proximal. Es característica la elevada eliminación
urinaria de plomo, ácido d-aminolevulínico (ALA), coproporfirinas,
urobilinógeno y pigmentos biliares. Histológicamente se observa
degeneración de las células tubulares proximales, con unos cuerpos
de inclusión intranucleares eosinófilos característicos; estas células
pueden observarse en el sedimento urinario. En la intoxicación aguda
se administran quelantes, como el EDTA cálcico disódico por vía
parenteral, que favorecen la formación de complejos EDTA-plomo
no tóxicos y fácilmente eliminables por el riñón en función del
filtrado glomerular. Debe vigilarse la propia nefrotoxicidad del
EDTA. También puede emplearse el DMSA por vía oral, aunque con
menos experiencia. La intoxicación crónica por plomo produce una
nefritis intersticial crónica de evolución muy lenta hacia la IRC.
Cadmio
La exposición aguda y grave se produce habitualmente por vía
respiratoria; aparte de las manifestaciones de insuficiencia
respiratoria y de alteraciones hepáticas puede ocasionar lesiones
tubulares con necrosis tubular. La intoxicación crónica causa lesiones
tubulares proximales, manifestadas proteinuria de bajo peso
molecular, enzimuria, cadenas ligeras de g-globulinas y b2-
microglobulina. La determinación en orina de la proteína de unión al
retinol es de utilidad en el diagnóstico de este trastorno. Otras
manifestaciones renales son glucosuria, aminoaciduria, déficit de
concentración urinaria y acidosis tubular. Algunos de estos hechos
conducen a una hipercalciuria, con la consiguiente litiasis renal, y a
una osteomalacia muy dolorosa. La hipercalciuria y la ausencia de
hiperuricemia la distinguen de la nefropatía causada por plomo. La
eliminación urinaria de cadmio es alta sólo durante la exposición. El
diagnóstico definitivo se establece al determinar el contenido en
cadmio en hígado y riñón mediante análisis por rayos g. De forma
crónica, el cadmio puede producir nefritis intersticial.
Mercurio
La toxicidad del mercurio depende de su forma química y de la vía
de absorción. El mercurio elemental no es tóxico ingerido por vía
digestiva; en cambio, la inhalación respiratoria de sus vapores
metálicos produce lesiones bronquiales y encefalopatía. Las sales de
mercurio orgánicas e inorgánicas son potencialmente nefrotóxicas; el
bicloruro de mercurio (HgCl2) es altamente nefrotóxico, con
producción de necrosis tubular aguda. Clínicamente, la intoxicación
por mercurio se manifiesta por un sabor amargo-metálico, sensación
de constricción faríngea, ardor retrosternal, náuseas, vómitos,
gastritis, dolor abdominal, diarreas, shock e IRA. Antes de
establecerse la anuria se halla proteinuria, hematuria, cilindros
epiteliales, glucosuria, aminoaciduria y una elevada eliminación de
mercurio por la orina. El dimercaprol (BAL) es el antídoto efectivo,
dado que actúa en forma competitiva con los radicales sulfhidrilos
biológicos. Dado que el complejo BAL-mercurio se elimina por vía
renal y que su acumulación causa hipoglucemia y convulsiones, en
caso de insuficiencia renal debe indicarse diálisis precozmente.
Sales de oro
Las alteraciones renales aparecen gradualmente, primero con
proteinuria y posteriormente con un síndrome nefrótico. La
microhematuria y la insuficiencia renal son raras. La proteinuria se
halla hasta en el 30% de los pacientes tratados y su presencia no se
correlaciona con los niveles de oro en sangre ni en orina. El sustrato
histológico de esta nefropatía corresponde en la mayoría de los casos
a una nefropatía membranosa y sólo en ocasiones a una
glomerulopatía con cambios mínimos. La supresión del fármaco
suele negativizar la proteinuria al cabo de 4 a 18 meses. En estos
casos no están indicados los glucocorticoides (1).
Litio
Hasta un 25% de los pacientes tratados con litio presenta diversos
grados de poliuria con tendencia a la hipernatremia como expresión
de una diabetes insípida nefrogénica; esta poliuria puede controlarse
con amiloride. Su nefrotoxicidad se reduce de manera notable y se
mantiene una concentración plasmática por debajo de 0,6mmol/L
(0,4mg/dL). En la intoxicación aguda por litio puede producirse una
IRA en la que deben evitarse tanto la hipovolemia como los
diuréticos de asa por su efecto sobre el aumento de la reabsorción
proximal de sodio y de litio. En cambio, la utilización de diuréticos
tiazídicos y los AINE pueden estar indicados. En casos graves está
indicada la hemodiálisis para su extracción plasmática. La
nefrotoxicidad crónica puede inducir una nefritis intersticial crónica.
También puede inducir una acidosis tubular distal incompleta.
Excepcionalmente puede dar lugar a un síndrome nefrótico por
glomerulosclerosis focal.
Radiocontrastes
El potencial nefrotóxico de los contrastes yodados se atribuye tanto a
mecanismos de toxicidad celular directa, inducción de uricosuria y
cristaluria obstructiva como a la vasoconstricción renal producida por
la alteración del balance endotelina/óxido nítrico. El riesgo de
desencadenar una IRA en la población normal se cifra en el 0,3%.
Este porcentaje es superior al 50% de los casos en pacientes
deshidratados, diabéticos o con insuficiencia renal previa. En general,
la insuficiencia renal aguda se inicia a las 12-24h de administrar el
contraste, es no oligúrica y la recuperación se inicia a los 3-5 días.
Frente a la mayor nefrotoxicidad de los iniciales compuestos iónicos
e hiperosmolares (diatrizoatos), los actuales compuestos no iónicos y
menos hiperosmolares (iohexol, iodinoxanol) parecen ser menos
nefrotóxicos. En las primeras horas tras la administración del radio
contraste las tiras reactivas urinarias pueden dar falsas proteinurias
que no deben considerarse como daño glomerular. Una correcta
hidratación con bicarbonato desde horas antes hasta horas después de
la prueba, un adecuado estado hemodinámico y posiblemente la
administración de acetilcisteína (600mg/12h p.o. durante 2 días,
iniciada el día antes de la exploración) constituyen la mejor profilaxis
disponible en los pacientes con riesgo elevado. El ascenso de la
creatinina sérica suele iniciarse antes de las 24h, alcanza su pico
máximo a los 2-4 días y vuelve a los valores basales en 1 semana. El
gadolinio, contraste paramagnético utilizado en las exploraciones
mediante RM, no es nefrotóxico, pero cuando se administra a
pacientes con insuficiencia renal se ha relacionado con el desarrollo
de la dermopatía fibrosante nefrogénica con eventual afección
sistémica y evolución fatal
Etilenglicol
El metabolito del etilenglicol, el ácido oxálico, es el causante de la
necrosis tubular renal, cristalización intra tubular renal birrefringente
de oxalato cálcico, dilatación tubular y edema e infiltración
mononuclear intersticial. Antes de instaurarse la oliguria es posible
observar cristales de oxalato cálcico en la orina junto a
microhematuria. Puede desarrollarse una acidosis metabólica láctica
de extrema gravedad. La presencia en el contexto clínico de acidosis
metabólica con hiato aniónico elevado, junto con la presencia de
hiato osmolar plasmático aumentado, sugiere intoxicación por
etilenglicol. El tratamiento consiste en la perfusión de soluciones
alcalinas (bicarbonato sódico) y en inducir una diuresis forzada con
manitol o diuréticos del tipo de la furosemida o ácido etacrínico.
Dado que el etanol utiliza la misma vía enzimática de
metabolización, su administración puede retrasar la metabolización
del etilenglicol a ácido oxálico. También puede eliminarse el
etilenglicol circulante por diálisis.
Tetracloruro de carbono
El tetracloruro de carbono y sus metabolitos tienen efectos
directamente tóxicos sobre el hígado, en el que origina una necrosis
centrolobulillar, y sobre el riñón, donde provoca degeneración y
necrosis tubular. La oliguria puede no ser aparente hasta pasados 7-
10 días de la intoxicación y suele durar de 1 a 2 semanas. El análisis
de orina muestra microhematuria y proteinuria de forma más
frecuente e intensa que en otros cuadros nefrotóxicos. Tóxicos
relacionados capaces de producir lesiones hepáticas y renales son el
cloroformo y el tricloroetileno. Este último, aparte de como
consecuencia de su uso industrial, es responsable de casos de IRA en
inhaladores de colas.
Otros
El tolueno es muy utilizado como disolvente y es responsable de
lesión renal y, sobre todo, de acidosis tubular renal en inhaladores de
cola. Además, diferentes hidrocarburos se han asociado
temporalmente con el desarrollo de glomerulonefritis. El ácido
aristolóquico presente en hierbas medicinales chinas parece ser el
responsable de nefritis intersticial crónica. La nefropatía endémica de
los Balcanes a través de la ocratoxina A, hidrocarburos, el ácido
aristolóquico y diversos factores ambientales también pueden inducir
una nefritis tubulointersticial crónica y eventualmente tumores de la
pelvis renal y uretra.
2.3 Fisiopatología
Fármacos como los enumerados anteriormente provocan daño al tejido renal
a través de numerosos mecanismos. Algunos de estos mecanismos incluyen
cambios en la hemodinámica glomerular, toxicidad de células tubulares,
inflamación, nefropatía por cristales, rabdomiólisis y microangiopatía
trombótica.
Cambios en la hemodinámica glomerular: Se ve alterado el filtrado
glomerular y la circulación de prostaglandina que son necesarias para la
expansión de las arterias aferentes. Se ha demostrado que los
medicamentos antiprostaglandina, AINES o los medicamentos que
tienen actividad antiangiotensina como los IECA y ARRA II, inducen
nefrotoxicidad en los glomérulos.
Toxicidad de células tubulares: Las células del túbulo proximal, están
expuestos a los fármacos en el proceso de concentración y reabsorción a
través del glomérulo y se ven muy influenciados por la toxicidad de los
fármacos. La citotoxicidad ocurre debido a las mitocondrias dañadas en
los túbulos, el sistema de transporte tubular alterado y el aumento del
estrés oxidativo por la generación de radicales libres. Los fármacos
inductores de citotoxicidad incluyen antibióticos aminoglucósidos,
agentes antifúngicos como anfotericina B, fármacos antirretrovirales
como adefovir, fármacos contra el cáncer como cisplatino y foscarnet.
Inflamación: Los fármacos nefrotóxicos a menudo inducen inflamación
en los glomérulos, los túbulos proximales y la matriz celular circundante
y luego fibrizan el tejido renal. La inflamación que altera las funciones
renales normales e induce toxicidad incluye glomerulonefritis, nefritis
intersticial aguda y crónica. Se ha demostrado que la glomerulonefritis
está estrechamente relacionada con la proteinuria.
Nefropatía por cristales: El trastorno de la función renal también se ve
afectado por medicamentos que producen cristales insolubles en la orina
humana. La formación de cristales insolubles depende de la acidez de la
orina y de la concentración del fármaco. Los fármacos que pueden causar
nefropatía por cristales son los antibióticos como la ampicilina y los
agentes antivirales como el Aciclovir.
Rabdomiolisis: La rabdomiólisis es una afección en la que el contenido
de las fibras musculares se libera en el torrente sanguíneo cuando se
destruye el músculo esquelético debido a alguna lesión. A medida que las
células del músculo renal se desintegran, la mioglobina y la creatina
quinasa sérica se liberan en la sangre. La mioglobina liberada degrada y
deprime la función de filtración en el riñón, lo que produce necrosis
tubular aguda o insuficiencia renal. Las principales causas de la
rabdomiólisis son el abuso de drogas como la heroína, la metadona, la
metanfetamina y las estatinas, así como el alcoholismo.
Microangiopatía trombótica: La microangiopatía trombótica inducida por
fármacos resulta del daño orgánico a través de la inflamación o toxicidad
directa en las células epiteliales renales. Se ha demostrado que los
agentes antiplaquetarios que incluyen ciclosporina, mitomicina-C y
quinina causan microangiopatía trombótica.
2.5 Diagnostico
Debido a que los marcadores estándar tradicionales como BUN y creatinina sérica
tienen baja sensibilidad y especificidad, el momento del diagnóstico y el tratamiento a
menudo se retrasan.Por lo tanto, es necesario el desarrollo de nuevos biomarcadores
para el diagnóstico específico de nefrotoxicidad en etapas más tempranasLos
biomarcadores nos permiten determinar el daño temprano a la salud causado por la
exposición a sustancias tóxicas exógenas.
Citoquinas
Metanfetamina Interferones, interleucinas, TNF,
LCR
KIM-1, NGAL, Clusterina,
Osteopontina
Túbulo distal Anfotericina B, litio NGAL, clusterina, osteopontina
3. EVOLUCIÓN Y PRONOSTICO
4. BIBLIOGRAFÍA
1. Sanz M, Martínez M. Afectación renal por fármacos, medios diagnósticos y tóxicos. Medicine
[Internet]. 2019 [citado 2022 nov 23];12(82):4840-8. Available from:
https://residenciamflapaz.com/Articulos%20Residencia%2017/322%20Afectacion%20renal
%20por%20farmacos.pdf