Grado en Psicología: Psicología de La Salud Unidad Didáctica 4. Oncología y Cuidados Paliativos
Grado en Psicología: Psicología de La Salud Unidad Didáctica 4. Oncología y Cuidados Paliativos
Grado en Psicología: Psicología de La Salud Unidad Didáctica 4. Oncología y Cuidados Paliativos
Psicología de la Salud
2. Resumen .................................................................................................................. 28
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UD 4. Oncología y cuidados paliativos
En esta unidad nos vamos a centrar en el cáncer y los cuidados paliativos en población adulta.
Empezaremos por describir qué es el cáncer, cuáles son sus factores de riesgo y cómo se puede
prevenir desde la psicología de la salud.
Posteriormente, veremos cómo se puede intervenir para ayudar a las personas con cáncer a vivir
del mejor modo posible. Para ello, nos basaremos en el modelo de sufrimiento de Bayés, Arranz,
Barbero y Barreto (1996), en función del cual la intervención para disminuir el sufrimiento debería
tener un doble objetivo: 1) reducir las amenazas que la persona percibe y 2) potenciar sus
recursos para hacer frente a dichas amenazas.
En la segunda parte de esta unidad, introduciremos los cuidados paliativos, para centrarnos,
posteriormente, en tres aspectos esenciales: la comunicación desde el marco del counselling; la
evaluación y el manejo del dolor, y, finalmente, el proceso de duelo.
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1. Desarrollo del contenido
1.1. El cáncer
Aunque se habla de cáncer en singular, dentro de ese diagnóstico común se agrupan más de
doscientos tipos de enfermedades que presentan diferencias importantes en cuanto a su etiología,
sintomatología, tratamiento y pronóstico. En mujeres, el cáncer más diagnosticado es el de
mama, que supuso el 29 % de todos los nuevos diagnósticos de cáncer en mujeres en 2012, y
en varones, el de próstata, que supuso casi un 22 %.
A pesar de las diferencias entre los múltiples tipos de cáncer existentes, los procesos
cancerígenos tienen en común los siguientes elementos:
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1.1.1. Cifras del cáncer
A, B, C…
Como se mencionó en la Unidad didáctica 3, el cáncer es, hoy en día, la segunda causa de
muerte en nuestra sociedad; es la enfermedad responsable de casi el 28 % de las muertes que
se produjeron en España en el año 2014. Teniendo en cuenta las estimaciones poblacionales de
las Naciones Unidas, se calcula que en 2020, en España, el cáncer se cobrará la vida de
117 859 personas (73 424 varones y 44 435 mujeres).
Viaja
Puedes obtener más datos sobre la prevalencia del cáncer en el informe sobre datos del
cáncer publicado en 2012 por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
Cirugía
El objetivo es extirpar la formación neoplásica. Está indicado cuando el cáncer es muy localizado
y no muy extenso. Tiene el riesgo de que se puede desprender alguna célula cancerígena e
infiltrarse en el torrente sanguíneo, pudiendo producir metástasis. Suele acompañarse de
radioterapia o quimioterapia.
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Radioterapia
Quimioterapia
Consiste en el uso de sustancias químicas llamadas citostáticos que actúan contra la mitosis
celular, deteniendo la producción de células cancerígenas. El principal problema, nuevamente,
es que estas sustancias también afectan a las células normales, sobre todo a las de la piel y la
sangre, produciendo, en consecuencia, algunos de los efectos secundarios característicos
de este tratamiento, como la anemia o la caída del cabello.
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Entre las muchas campañas de donación de médula ósea, la más efectiva es la que llevó a
cabo Pablo Ráez, joven malagueño diagnosticado de leucemia a los 18 años. Con el hashtag
#retounmillon, Pablo consiguió un enorme aumento en el número de donantes de médula
en España y de hasta un 1000 % en Málaga. Desafortunadamente, falleció en 2017.
En contra de lo que pueda pensarse, el TMO no es una operación, sino que se realiza a través
de una sonda llamada catéter venoso central, un proceso similar a recibir una transfusión de
sangre. Su principal complicación asociada es la enfermedad de injerto contra huésped (EICH).
Terapia hormonal
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1.1.3. Factores de riesgo del cáncer
Según datos de la OMS, aproximadamente un 30 % de las muertes por cáncer son debidas a
cinco factores de riesgo conductuales y dietéticos: índice de masa corporal elevado, ingesta
reducida de frutas y verduras, falta de actividad física, consumo de tabaco y consumo de alcohol.
El consumo de tabaco es el factor de riesgo más importante y es la causa de más del 20 % de
las muertes mundiales por cáncer en general y alrededor del 70 % de las muertes mundiales por
cáncer de pulmón.
Viaja
Tal y como muestra este artículo, muchos de los casos de cáncer se podrían evitar por medio
de conductas saludables.
Es necesario destacar que, en el caso del cáncer, los factores de riesgo no actúan de un modo
aislado, sino que lo hacen sinérgicamente para provocar la enfermedad, como ocurre, por
ejemplo, con el humo del tabaco y la contaminación atmosférica, que contribuyen conjuntamente
al cáncer de pulmón.
Además de los cinco mencionados, algunos factores relacionados con el cáncer son los siguientes:
Conductas sexuales
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Esta página web del Instituto Nacional del Cáncer proporciona información más detallada
sobre la relación entre el virus del papiloma humano y el riesgo de padecer distintos tipos
de cáncer.
El cáncer de útero tiene su origen, en muchos casos, en una infección de tipo vírico, el
papilomavirus o virus del papiloma humano (VPH). El VPH se puede contagiar por
contacto sexual directo, de la piel y de las membranas mucosas de personas infectadas a la
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piel y a las de sus parejas sexuales. En los Estados Unidos, ocurren cerca de 14 millones de
casos nuevos cada año.
Rayos UVA
Play
Antes de la moda del bronceado, que comenzó hace algo más de cincuenta años, el cáncer de
piel se daba principalmente entre personas que pasaban muchas horas expuestas al sol, como
agricultores y pescadores. En estos últimos cincuenta años, el cáncer de piel se ha
incrementado un 500 %. La costumbre de tomar el sol en exceso es responsable cada año
de 400 000 nuevos casos de cáncer en Estados Unidos. En España, el mayor número de casos
se registra en población femenina en las islas Canarias. Uno de los cánceres de piel más
peligrosos y frecuentes es el melanoma maligno.
Variables de personalidad
Estrés
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Esta página web del Instituto Nacional del Cáncer indaga en la relación entre estrés y
cáncer.
La relación entre estrés y cáncer ha sido ampliamente estudiada. Parece que el estrés no es el
causante de los procesos tumorales, pero podría incrementar su velocidad de desarrollo. Se ha
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encontrado que el estrés incontrolable y agudo propicia el crecimiento tumoral; no obstante,
cuando la persona tiene medios conductuales para controlarlo, no se produce este crecimiento
(Pérez Álvarez, 1990).
Llegados a este punto, es preciso distinguir entre prevención primaria y secundaria, aunque
profundizaremos en estos términos en la Unidad didáctica 6 sobre el desarrollo de programas en
psicología de salud.
Prevención primaria
Prevención secundaria
Se refiere a los esfuerzos que se realizan para detener el progreso de la enfermedad una vez
que esta se ha iniciado, aunque sea asintomática.
Prevención terciaria
Muchas de las acciones de prevención primaria que son útiles para reducir la incidencia del
cáncer se derivan de los factores de riesgo previamente mencionados. Es decir, tratan de
reducir la aparición de nuevos casos a partir de la promoción de una dieta saludable y de
educación sexual, de la eliminación del consumo de tabaco y la reducción del consumo de alcohol,
y de la exposición prolongada al sol sin protección solar.
Viaja
Las campañas para concienciar sobre la detección precoz del cáncer de mama son muy
frecuentes. Una campaña de la Asociación Española Contra el Cáncer fue la que rezaba
«¿No dices que harías cualquier cosa por él? Hazte una mamografía».
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Campañas para la detección precoz del cáncer de mama en mujeres en edad de riesgo,
dado que la expectativa de curación es casi del 100 % si se detecta a tiempo. Estas campañas
promueven la realización de mamografías de control cada uno o dos años en mujeres de
entre 50 y 65 años. Además, algunas campañas promueven la realización de autoexámenes
mamarios en mujeres de todas las edades, aunque son mucho menos fiables y no se
recomiendan como técnica única de prevención.
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Cáncer colorrectal
Viaja
Campaña del año 2015 de prevención secundaria del cáncer colorrectal en población mayor
de 50 años.
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1.1.5. Intervención psicológica en oncología
Viaja
En este enlace, puedes acceder a un texto completo de Ramón Bayés donde se describe su
modelo de sufrimiento y se proponen métodos para evaluarlo y aliviarlo. Te recordamos que
este artículo es de lectura obligatoria para la realización del estudio de caso evaluable de esta
Unidad didáctica 4.
Modelo de sufrimiento
Antes de mencionar las acciones que pueden ser de utilidad para reducir el sufrimiento y mejorar
la vida de las personas con cáncer, creemos importante ahondar en el mismo concepto de
sufrimiento. ¿Qué es? ¿Cuándo sufrimos y cómo se puede aliviar? Según Bayés, Arranz, Barbero
y Barreto (1996), una persona sufre en los siguientes casos:
• Cuando experimenta o teme que le acontezca un daño físico o psicosocial que valora como
una amenaza importante para su existencia o integridad psíquica u orgánica.
• Cuando, al mismo tiempo, cree que carece de recursos para hacer frente a esta amenaza.
Desde este modelo, por amenazadora que sea una situación, si la persona dispone de recursos y
confía en su capacidad para ponerlos en marcha, se reducirá significativamente su sufrimiento.
Por ello, el psicólogo de la salud deberá centrarse no solo en las amenazas, sino también en los
recursos percibidos para afrontarlas (Arranz et al., 2009). Así pues, la principal intervención que
presentamos es doble: por un lado, la disminución de amenazas, en la medida de lo posible, y,
por otro, la potenciación de sus recursos.
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Figura 1. El sufrimiento se produce cuando las amenazas percibidas superan a los recursos.
Se dice que no elegimos lo que nos pasa, pero sí cómo actuamos ante lo que nos pasa. En el caso
del cáncer, la amenaza está presente, es real, pero eso no quiere decir que la persona esté
completamente indefensa ante este diagnóstico (Die Trill, 2003). Esta idea puede llevar a la
indefensión aprendida y a la depresión. El trabajo fundamental del psicólogo que trabaje con
pacientes con cáncer será promover que la persona se adapte a su nueva situación y mantenga
la mejor calidad de vida posible a pesar de las dificultades por las que pueda estar pasando. Para
ello, el psicólogo deberá explorar qué aspectos percibe el paciente como amenazantes. Para
detectarlo, una pregunta de utilidad es la siguiente: «¿Qué es lo que más te preocupa?». Aunque
los motivos de preocupación serán diferentes para cada paciente, algunas de las intervenciones
más frecuentes en oncología van a ser las siguientes:
Favorecer la aceptación
Conocer y aceptar la situación va a posibilitar que la persona ponga todos los medios a su
alcance para afrontarla. Lo contrario (la negación de la realidad) conducirá a expectativas
desajustadas y a altos niveles de frustración evitables. Una conocida frase de Theodore
Roosevelt dice lo siguiente: «Haz lo que puedas, con lo que tengas, estés donde estés». Aceptar
lo que se tiene es un primer paso necesario.
Caso práctico:
Ana tiene 19 años y una leucemia aguda linfoblástica. Cuando fue diagnosticada, estaba
empezando la carrera de Medicina y llevaba cinco meses saliendo con un chico. Todo
empezó de forma inesperada. Ana empezó a sentirse muy cansada y tuvo varios mareos.
Tras diversas pruebas médicas, dieron con el diagnóstico. Hace dos meses, recibió un
autotrasplante y perdió el pelo por la quimioterapia; está extremadamente pálida y muy
hinchada debido a la medicación. Mira sus fotos y dice que no se reconoce a sí misma. No
ha cambiado su foto del perfil en las redes sociales. Le da mucha vergüenza que la vean
así y dice que lo último que quiere es dar pena. ¿Cómo ayudarías a Ana?
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Los cambios físicos como consecuencia del cáncer y sus tratamientos pueden tener un
importante impacto en el bienestar psicológico de los pacientes. La caída del cabello como
efecto secundario de la quimioterapia puede alterar la percepción de la imagen personal, y
desvela públicamente el diagnóstico de la persona. Además, en cánceres que se tratan
quirúrgicamente, como los de mama, en los que se realiza mastectomía, los cambios físicos
permanecen después de que la persona haya superado la enfermedad. Por ello, deberá
trabajarse la autoestima ligada a la imagen corporal, el autocuidado y, nuevamente, la
aceptación.
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Acciones como la reconstrucción mamaria o, más recientemente, los tatuajes han resultado
de utilidad para favorecer que las mujeres que han sobrevivido a un cáncer de mama
reconstruyan su identidad, acepten su nueva imagen corporal y, en definitiva, rehagan su
vida tras la enfermedad.
Cuando la enfermedad aparece, con la intención de proteger a sus seres queridos o en ocasiones
como consecuencia de su bajo estado de ánimo, algunas personas tienden a aislarse. El apoyo
social resulta fundamental para afrontar el cáncer. Por ello, deberemos promover que la
persona emplee estrategias para buscarlo a través de sus seres cercanos, de asociaciones de
pacientes, etcétera.
Fomentar la autonomía
Es frecuente que los pacientes con cáncer inhiban sus emociones para no dañar a otros o porque
piensan que no tiene sentido expresarlas (ej.: «Para qué voy a llorar, si me va a dar igual»).
No obstante, es importante que las personas identifiquen y expresen cómo se sienten. A
menudo, el psicólogo tendrá que ayudar a la persona en esta labor. El mero hecho de
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identificarlas, ponerles nombre y expresarlas facilita aceptarlas y vivir con ellas, de modo que
los esfuerzos de la persona no se gasten en reprimirlas.
Viñeta clínica
Tratar la falta de cooperación del paciente o sus familiares con el personal sanitario, así como
la falta de adhesión a los tratamientos y las recomendaciones médicas, será un importante
objetivo. Relacionado con este aspecto, es fundamental que la persona esté debidamente
informada y comprenda la información médica que se le transmita. En la sección de esta
unidad dedicada a la comunicación ahondaremos en este aspecto.
Tratar los problemas psicológicos que puedan presentarse (Die Trill, 2003)
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La incertidumbre, la falta de control y el deterioro físico pueden predisponer a las personas con
cáncer a sufrir ansiedad y depresión. Algunos estudios muestran que alrededor del 20 % de los
pacientes con cáncer tienen trastornos de ansiedad y el 15 %, depresión (Linden, Vodermaier,
MacKenzie y Greig, 2012; Rodríguez Marín, 1995). Es imprescindible que los psicólogos
detecten y traten estos problemas, ya que no solo alteran la vida de las personas que los sufren,
sino que además tienen un impacto en la supervivencia (Pinquart y Duberstein, 2010).
A lo largo del proceso, será necesario que el psicólogo esté presente apoyando al paciente en
las situaciones críticas que se produzcan, como malas noticias, recaídas, etc. Proporcionaremos
pautas para saber cómo responder ante estas situaciones en la sección de esta unidad destinada
a la comunicación de malas noticias.
Cuidar al cuidador
A menudo, las familias de los enfermos van a sentirse sobrecargadas o desbordadas por la
situación, pudiendo también manifestar importantes síntomas psicológicos como agotamiento,
labilidad emocional, depresión, ansiedad, etc. (Arranz et al., 2009). Es importante destacar que
la labor del psicólogo de la salud no se limita al trabajo con el paciente, sino que su apoyo se
extiende a todo el núcleo cercano al paciente, incluyendo a los niños.
La resiliencia se define como la capacidad de enfrentarse con éxito a situaciones vitales difíciles
(Smith et al., 2008; Rodríguez Rey, Alonso Tapia y Hernansaiz Garrido, 2016). Las personas con
un nivel de resiliencia mayor se van a enfrentar mejor a la enfermedad y a las dificultades
asociadas a esta. Evaluar la resiliencia con herramientas como la Brief Resilience Scale (Smith,
2008) puede resultar de utilidad para predecir cómo va a afrontar la persona la enfermedad.
Además, potenciar la resiliencia en las personas diagnosticadas de cáncer puede ser una
intervención muy acertada. Una de las mejores estrategias para potenciar la resiliencia es el
empleo de estrategias de afrontamiento adecuadas. En concreto, estrategias como tratar de
aprender de lo ocurrido y buscar soluciones a los problemas se han relacionado con mayor
resiliencia, mientras que estrategias como la queja o rumiar los problemas se relacionan con
menor resiliencia (Alonso Tapia et al., 2016).
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El crecimiento postraumático se define como los «cambios positivos que ocurren como
consecuencia de la exposición a eventos potencialmente traumáticos» (Tedeschi y Calhoun,
1996). Se ha observado que, como consecuencia de vivir situaciones difíciles, muchas personas
experimentan un crecimiento importante principalmente en las siguientes áreas (Rodríguez
Rey, Alonso Tapia, Kassam Adams y Garrido Hernansaiz, 2016):
Área personal
Después de situaciones críticas, a menudo, las personas se perciben como más fuertes o con
más recursos de lo que habrían pensado (ej.: «Nunca pensé que podría hacer frente a algo así,
y lo hice; soy más fuerte de lo que pensaba»).
Figura 3. Resiliencia: la resiliencia es la capacidad de adaptarse con éxito a las situaciones difíciles.
Área interpersonal
Área transpersonal
Algunas personas indican, tras sufrir eventos traumáticos, que dan más importancia a aspectos
espirituales o trascendentes, ya sean o no de carácter religioso (ej.: «Ahora aprecio realmente
el valor de mi propia vida»).
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1.2. Cuidados paliativos
Los avances en la medicina han permitido que personas que sufren enfermedades muy graves
puedan sobrevivir y mantener una adecuada calidad de vida. Sin embargo, eso no es posible en
todos los casos. Callahan indica lo siguiente:
Los objetivos de la medicina del siglo XXI tienen que ser dos y ambos de la misma categoría
y la misma importancia; por una parte, permanece el objetivo médico de siempre:
prevenir y tratar de vencer a las enfermedades; pero, por otra, cuando
independientemente de todos nuestros esfuerzos, llegue la muerte, conseguir que los
pacientes mueran en paz ya que, a pesar de los avances tecnológicos, nunca podremos
posponerla indefinidamente (2000).
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Figura 4. Paciente en cuidados paliativos recibiendo apoyo emocional.
Counselling
Play
Este interesante vídeo, titulado El poder de la empatía, describe en esencia qué es la empatía
y qué no lo es.
«El arte de hacer reflexionar a una persona, empatizando y confrontando, por medio de distintas
estrategias comunicativas, de tal modo que pueda tomar las decisiones que considere adecuadas
para ella y siempre teniendo en cuenta su estado emocional» (Barreto, 1997).
El counselling requiere una serie de actitudes, que fueron formuladas por Carl Rogers:
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a) Habilidades de comunicación asertiva
Que favorezcan un verdadero diálogo con el paciente. La costumbre en nuestra cultura es emplear
expresiones muy paternalistas, que tienden a bloquear la expresión emocional (ej.: «No se
preocupe/llore»). Estas intervenciones solamente sirven para aliviar la ansiedad del profesional
en ese momento, pero no ayudan al paciente a ser autónomo ni respetan su punto de vista. Una
máxima en el counselling es «no huir nunca del sufrimiento del paciente», como hacemos cuando
bloqueamos la expresión emocional. Las habilidades más importantes del counselling son las
siguientes:
Escucha activa
Debemos escuchar al paciente con toda nuestra atención, de modo verbal y no verbal, sin
juzgar y aceptando lo que nos dice.
Cuando te pido que me escuches y tú empiezas a darme consejos, no has hecho lo que
te he pedido. Cuando te pido que me escuches y tú empiezas a decirme por qué no
tendría que sentirme así, no respetas mis sentimientos. Cuando te pido que me escuches
y tú sientes el deber de hacer algo para resolver mi problema, no respondes a mis
necesidades. ¡Escúchame! Todo lo que te pido es que me escuches, no que hables ni
que hagas. Solo que me escuches. Aconsejar es fácil. Pero yo no soy un incapaz. Quizás
esté desanimado o en dificultad, pero no soy un inútil. Cuando tú haces por mí lo que
yo mismo podría hacer y no necesito, no haces más que contribuir a mi inseguridad.
Pero cuando aceptas, simplemente, que lo que siento me pertenece, aunque sea
irracional, entonces no tengo que intentar hacértelo entender, sino empezar a descubrir
lo que hay dentro de mí (R. O'Donnell).
Validación
Validar consiste en escuchar lo que nos están diciendo, los sentimientos y las necesidades que
nos están expresando, y empatizar y comprender al otro. Para validar, debemos facilitar y
permitir que la persona hable, ser sensibles a las emociones y legitimarlas, dar control, mostrar
acuerdo parcial cuando estemos en desacuerdo y reconocer las opiniones, los deseos, los
sentimientos del paciente.
Ejemplo de validación:
• Paciente: Yo creo que no tiene sentido que siga luchando. Me quiero morir.
• Psicólogo: Entiendo que tienes razones para pensar eso, has pasado por mucho, y es
normal que estés cansado…
Exploración
Es importante no presuponer, sino preguntar. Para ello, es útil empezar por emplear preguntas
abiertas (ej.: «¿Qué es lo que más le preocupa?»).
Confrontación
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Consiste en explicitar incoherencias entre los objetivos y las acciones de los pacientes,
preguntar al otro sus intenciones últimas. Ayuda a clarificar la posición del interlocutor e invita
a posicionarse en coherencia con sus metas. Para poder confrontar, tenemos antes que haber
escuchado y validado, pues, en palabras de Javier Barbero, «toda confrontación sin acogida
previa es una agresión».
• María, entiendo que no es fácil para ti llevarte bien con tu madre, pero discutir con ella
¿te ayuda realmente en estos momentos?
• Juan, entiendo que estés harto de tanta medicación y tantas pruebas, pero ¿conoces las
consecuencias de abandonar el tratamiento?
• Elena, entiendo que no quieres que tu madre sufra y que quieres que viva sus últimos
días feliz, pero ¿sabes lo que puede pasar si le ocultamos que tiene cáncer?
Estas habilidades son muy útiles para proporcionar ayuda en la toma de decisiones.
Una mala noticia es siempre una mala noticia, pero la comunicación establecida con la persona
que la recibe es una variable importante para disminuir el impacto psicológico al recibir la
información. Suele decirse que «una mala noticia bien dada y nada cambia. Una mala noticia mal
dada y todo cambia». Así, a la hora de dar malas noticias, es fundamental no solo cuidar qué se
va a contar, sino cómo se va a hacer.
Normalmente, no seremos los psicólogos quiénes comuniquemos malas noticias, pero muy
frecuentemente tendremos que enseñar a otros profesionales cómo hacerlo o estar presentes en
el momento de la comunicación, apoyando al profesional que lo haga y al paciente. Por ello, es
fundamental que sepamos cómo debe hacerse.
• Médico: Ana, lamento informarle de que hemos encontrado una sombra en el escáner
compatible con un tumor…
• Paciente: ¿Es cáncer, doctor? ¿Es cáncer?
• Médico: Todavía tenemos que hacer una biopsia para estar seguros, pero estos
resultados, junto con los de las analíticas, nos hacen temer que así sea.
• Paciente: (Llorando) No puede ser, no puede ser…
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• Médico: Entiendo que es una noticia muy dura y muy difícil de asimilar. ¿Quiere que
llamemos a alguien?
• Paciente: No… no… no. Mi familia no puede saber esto… doctor… ¿Es grave? ¿Cuánto
me queda?
Como muestra el cuadro de texto anterior, en muchos casos, escuchar la palabra cáncer equivale
para la persona que recibe este diagnóstico a oír la palabra muerte. Esto no siempre es así, ya
que sabemos que muchas personas sobreviven al cáncer gracias a los avances en los tratamientos
médicos; no obstante, si hay un diagnóstico capaz de atemorizar, este es el de cáncer.
• Procura disponer de un espacio íntimo y de tiempo suficiente. Se dice que «las malas
noticias deben darse sin reloj».
• Preséntate al paciente y a sus familiares clarificando el motivo de la entrevista y no dando
por sentado que otras personas ya han informado parcialmente al paciente de la situación.
Averigüe lo que el paciente ya sabe o sospecha.
• Antes de transmitir la información, utiliza el denominado warning shot. Es un mensaje
breve que anticipa que vamos a transmitir malas noticias y ayuda a la persona a asimilar
el impacto de estas. Por ejemplo: «Manuela, me temo que las noticias no son las que
desearíamos…».
• Trata de utilizar palabras y expresiones claras y sencillas para cerciorarte de que asimilan
la información que se les está transmitiendo.
• Presta atención a las necesidades que surjan, sin presuponerlas. Clarifícalas y escucha
activamente. Procura saber cuánta información desea y su grado de asimilación.
• No proporciones falsas esperanzas ni palabras amables de relleno. Aguanta el silencio en
actitud empática, respetando los tiempos necesarios para asimilar el impacto emocional
de las noticias. No podemos tener soluciones mágicas.
• Ofrece otras fuentes de apoyo, sobre todo dentro de la red familiar y de amigos, que
puedan acompañar en el dolor a la víctima o familiar. No dejes a la persona sola tras
haberle dado la noticia.
• Cuando comuniquemos este tipo de noticias, debemos preguntarnos cómo nos
encontramos, si estamos en condiciones de continuar haciendo la misma función.
Tendremos que poner en marcha mecanismos para estabilizar nuestras emociones.
Cuando damos una mala noticia, adquirimos el deber moral y profesional de ayudar a la persona
a asimilarla. Casi siempre resulta difícil aventurar la reacción de las personas que reciben una
mala noticia. Algunos de los factores que nos pueden ayudar a pronosticar el impacto emocional
de una noticia pueden ser si esta era o no previsible, la personalidad de la persona o la edad
(Figley, 1999).
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Reacciones frecuentes ante una mala noticia
Esta situación puede traducirse en serios problemas emocionales para el enfermo, como
sentimientos de soledad y falta de comprensión, incomunicación y aislamiento. Las personas se
sienten engañadas, con lo cual dejan de confiar en los profesionales y en los familiares. Esta
situación, además, imposibilita proporcionar al paciente el apoyo emocional que necesita.
En España, el que un paciente no esté informado es bastante frecuente. Arranz et al. (1995)
estudiaron una muestra de 96 pacientes de cáncer avanzado y hallaron que el 22 % conocía el
diagnóstico completo, el 24 % tenía información parcial, pero conociendo que se trataba de un
cáncer, y el 54 % aseguraba que no tenía un diagnóstico distinto de cáncer. Es importante
destacar que el problema no viene cuando el paciente no está informado, sino cuando
quiere estarlo y la familia o el equipo médico le niegan el derecho a esta información.
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Intervenciones recomendadas en pacto de silencio (adaptado de Arranz et al., 2009):
A pesar de los avances médicos realizados, muchos pacientes, en la actualidad, sufren dolor no
solo en las fases finales de su vida, sino a lo largo de todo el proceso de enfermedad. Por
ello, es imprescindible tenerlo en cuenta en todo momento y no únicamente en las fases finales.
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Figura 5. Los psicólogos deben esforzarse por ayudar al paciente a manejar el dolor en todas las fases.
Llegado este momento, es importante preguntarnos lo siguiente: «¿Es lo mismo dolor que
sufrimiento?» La respuesta es que no, aunque uno puede llevar al otro. Las estrategias
que el paciente perciba que tiene para hacer frente al dolor (sus recursos) van a determinar si el
dolor que siente se convierte en sufrimiento (Bayés et al., 1996). Todo ello conduce a que el dolor
sea susceptible de un abordaje psicoterapéutico (Amigo, 2012), pues desde la psicología
podemos ayudar al paciente a que tenga recursos para hacerle frente, disminuyendo su
sufrimiento asociado.
Hoy en día se acepta que el dolor es una experiencia multidimensional que se ve afectada por
los siguientes factores interrelacionados:
Viaja
Esta página web del Colegio Oficial de Psicólogos ahonda en las maneras en las que, desde
la psicología, se puede ayudar a los pacientes que sufren de dolor crónico.
Con respecto al tratamiento psicológico del dolor, algunas estrategias que han mostrado ser útiles
para su manejo son la distracción, la relajación, el biofeedback, las técnicas cognitivas como la
restructuración cognitiva, que nos permiten enfrentarnos a nuestros pensamientos y sentimientos
de forma más eficaz, o la activación conductual, entre otras.
Para poder ayudar al paciente a manejar el dolor, es importante evaluarlo, lo que puede
realizarse mediante distintos procedimientos complementarios:
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1. Entrevistas: será normalmente el primer paso e irá encaminada a realizar un análisis
funcional del dolor del paciente. Deberá incluir, al menos, los siguientes elementos:
• Intensidad, frecuencia y duración del dolor, y momentos en los que se produce.
• Tipo y frecuencia de las manifestaciones de dolor del paciente.
• Contextos en los que ocurren las manifestaciones de dolor.
• Condiciones (físicas, emocionales…) que influyen en la probabilidad de aparición de la
conducta de dolor.
• Actividades que la persona (o sus allegados) abandona cuando siente dolor o que la
persona (o sus allegados) realizaría si no sintiese dolor.
• Conductas alternativas del paciente o sus allegados ante el dolor.
2. Cuestionarios. Existen múltiples instrumentos para evaluar el dolor y el sufrimiento.
Elegir uno u otro dependerá de nuestros objetivos. En esta sección, queremos destacar la
herramienta de detección de malestar emocional (Limonero et al., 2012). Incluye cinco
preguntas para evaluar el malestar general, las preocupaciones en distintas áreas (ej.: la
enfermedad), el esfuerzo percibido de hacer frente a la situación y los signos externos de
malestar. Ha mostrado su utilidad para explorar el malestar emocional de los pacientes
con enfermedades oncológicas avanzadas y ha sido adaptada al ámbito de la enfermedad
renal crónica avanzada por García Llana, Rodríguez Rey y el grupo SEDEN (2015).
3. Autorregistros. Se puede diseñar un autorregistro que incluya los aspectos que se
quieran conocer sobre el dolor del paciente y pedirle que lo complete durante un periodo
de tiempo.
La muerte de un ser querido es uno de los acontecimientos vitales más estresantes a los que se
enfrenta el ser humano. El duelo es la reacción psicológica ante la pérdida y es una respuesta
normal ante un suceso doloroso. Muy frecuentemente, evoluciona hacia la superación y el
crecimiento personal, pero en algunos casos no será así. Cuando el duelo no se produzca
normalmente, se producirá un duelo complicado o patológico. Lo que diferencia el duelo
normal del patológico es la intensidad de los síntomas, la duración de la reacción y la aparición
de síntomas que no tienen la mayoría de las personas (ej.: ideas delirantes) (Worden, 1998).
Viaja
Según el psicólogo J. William Worden (1997), elaborar un duelo de forma adaptativa implica
llevar a cabo cuatro tareas, que se suelen realizar de manera natural en el orden descrito a
continuación, aunque pueden darse de manera no secuencial. Lo importante es que se trabajen
y culminen todas ellas. La siguiente tabla resume estas cuatro fases:
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Figura 6. Mujer en proceso de duelo.
Cuando alguien fallece, es frecuente que se produzca una respuesta inicial de incredulidad: «No
puede ser». La primera tarea del duelo consiste en aceptar que la persona ha fallecido y no va
a volver; es decir, deshacer la negación que inicialmente se suele producir. Debido a esta
negación, es posible que la persona en duelo se sienta como anestesiada emocionalmente, de
modo que no experimente el dolor en toda su magnitud. En estos casos, el dolor vendrá
después. Para llevar a cabo esta tarea, ayuda recordar a la persona fallecida, hablar de ella, de
su vida y de su muerte.
A veces, cuando aparecen emociones como la rabia o la tristeza, las personas intentan evitarlas
para no sufrir o para no dañar a los otros: «Si yo me derrumbo, ¿quién va a ayudar a mis
hijos?». Sin embargo, no expresar este dolor puede aumentar el sufrimiento. Esta tarea implica
experimentar, identificar y expresar el impacto emocional producido por la pérdida. El apoyo
emocional en estos momentos nos puede ayudar a poner nombre a estas emociones, llegando
a expresar aquello que sentimos y que todavía no hemos logrado verbalizar (ej.: «Me duele no
haberme podido despedir de ella»).
Cuando alguien pierde a un ser querido, este dejará un vacío. La persona fallecida ocupaba
ciertos roles (por ejemplo, se ocupaba de cocinar o era en compañía de quien la persona
realizaba todo su ocio). Tras la muerte, el doliente tiene que reconstruir su vida, lo que puede
implicar tomar nuevas responsabilidades, desarrollar nuevas habilidades y asumir nuevos roles.
Esta tarea implica adaptarse a nuestra nueva vida cotidiana.
Para continuar su vida, a pesar de la pérdida, las personas buscan un lugar simbólico en el que
reubicar emocional y cognitivamente a la persona fallecida. El vínculo no termina con la muerte,
pero tiene que modificarse. Algunas personas llevan flores al cementerio, otras tienen una foto
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a la que hablan, otras piensan que está dentro de ellas, de manera que simbólicamente la
persona sigue manteniendo el vínculo.
Viaja
Dos artículos de Javier Barbero et al. (2014) describen el protocolo para la elaboración de
cartas de condolencia y su efectividad para ayudar a los familiares de las personas fallecidas
en los servicios de nefrología y oncohematología.
Asimismo, será importante que los psicólogos que trabajen con personas que se encuentren en
las fases finales de su vida dediquen esfuerzos a la prevención del duelo complicado. Algunas
pautas para prevenir que el duelo se complique son las siguientes (Gil Juliá, Bellver y Ballester,
2008):
27
2. Resumen
En esta unidad, hemos visto algunos de los temas que pueden resultar emocionalmente más
difíciles para un/a psicólogo/a: el cáncer, los cuidados paliativos y el duelo.
Hemos empezado por introducir qué es el cáncer, viendo que es la segunda causa de muerte en
nuestra sociedad en la actualidad, para pasar a describir sus tratamientos. Posteriormente, nos
hemos centrado en conocer sus factores de riesgo, lo que nos ha dado pistas para saber cómo
prevenirlo. Esta prevención, como hemos visto, será primaria, cuando trate de reducir la aparición
de nuevos casos de cáncer (por ejemplo, reduciendo el consumo de tabaco, el sedentarismo o la
exposición solar prolongada y sin protección), o secundaria, cuando trate de detectar de forma
precoz los casos de cáncer ya existentes (por ejemplo, mediante la realización de mamografías
en población de riesgo).
En la segunda parte de esta unidad, hemos introducido y definido los cuidados paliativos, que,
según la OMS, tienen como objetivo el cuidado total y activo de los pacientes cuya enfermedad
no responde a un tratamiento curativo. Dentro de esta sección, nos hemos centrado en tres
aspectos fundamentales: la comunicación desde el marco del counselling, la evaluación y el
manejo del dolor, y, finalmente, el proceso de duelo. Con respecto al duelo, hemos visto que no
es de por sí un proceso patológico y que su curso normal suele incluir las cuatro etapas que fueron
descritas por Worden (1997). No obstante, en algunos casos, el proceso de duelo se puede
patologizar o complicar. En este sentido, el psicólogo que trabaje con pacientes al final de la vida
y con sus familiares tiene un importante papel en la prevención del duelo complicado en
familiares, y su trabajo, en algunas ocasiones, se extenderá más allá de la vida del paciente,
acompañando y apoyando a los familiares en su proceso de duelo.
28
3. Mapa conceptual
29
4. Recursos bibliográficos
Bibliografía básica
Arranz, P., Barbero, J., Barreto, P. y Bayés, R. (2009). Intervención emocional en cuidados
paliativos. Modelos y protocolos (4.ª ed.). Barcelona: Ariel Ciencias Médicas.
Bayés, R., Arranz, P., Barbero, J. y Barreto, P. (1996). Propuesta de un modelo integral para
una intervención terapéutica paliativa. Medicina Paliativa, 3, 114-121.
Remor, E., Arranz Carrillo, P. y Ulla, S. (2003). El psicólogo en el ámbito hospitalario. Bilbao:
Desclée de Brouwer.
Bibliografía complementaria
Alonso Tapia, J., Rodríguez Rey, R., Garrido Hernansaiz, H., Ruiz, M. y Nieto, C. (2016). Coping
assessment from the perspective of the person-situation interaction: development and
validation of the situated coping questionnaire for adults. Psicothema, 28(4), 479-486.
Barbero, J., Alameda Angulo, A., Díaz Sayas, L., Jiménez Ávalos, M. C. y García Llana, H.
(2014). Las cartas de condolencia: marco conceptual y protocolo. Medicina Paliativa, 21(4),
160-172.
Barbero, J., García Llana, H., Rodríguez Rey, R., Prado, M., Marongiu, V., Canales, M. A. y
Selgas, R. (2014). Evaluación del impacto de cartas de condolencia en familiares en duelo.
Medicina Paliativa, 21(3), 98-104.
Costa, M., López Méndez, E. y Dawson Books España. (2003). Consejo psicológico: una alianza
estratégica para el apoyo, la potenciación y el cambio. Madrid: Síntesis.
Gil Juliá, B., Bellver, A. y Ballester, R. (2008). Duelo: evaluación, diagnóstico y tratamiento.
Psicooncología, 5(1), 103-116.
Limonero, J. T., Mateo, D., Maté Méndez, J., González Barboteo, J., Bayés, R., Bernaus, M.…,
Viel, S. (2012). Evaluación de las propiedades psicométricas del cuestionario de detección de
malestar emocional (DME) en pacientes oncológicos. Gaceta Sanitaria, 26(2), 145-152.
Linden, W., Vodermaier, A., MacKenzie, R. y Greig, D. (2012). Anxiety and depression after
cancer diagnosis: prevalence rates by cancer type, gender, and age. Journal of Affective
Disorders, 141(2-3), 343-351.
Rodríguez Rey, R., Alonso Tapia, J., Kassam Adams, N. y Garrido Hernansaiz, H. (2016). The
factor structure of the posttraumatic growth inventory in parents of critically ill children.
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Otros recursos
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UCM. Recuperado de https://revistas.ucm.es/index.php/PSIC
Universidad Complutense de Madrid (UCM). (s. f.). Revista de Psicooncología. Madrid: UCM.
Recuperado de http://pendientedemigracion.ucm.es/info/apsom/revistapsicooncologia/
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