José María Arguedas

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José María Arguedas (Andahuaylas, 18 de enero de 1911-Lima, 2 de diciembre de 1969)

fue un escritor, poeta, profesor y antropólogo peruano. Fue autor de novelas y cuentos que
lo han llevado a ser considerado como uno de los grandes representantes de la literatura
del Perú.1 El crítico Martin Seymour-Smith considera a Arguedas "el más grande novelista
de nuestro tiempo",23 quien escribió "algunas de las prosas más poderosas que el mundo
haya conocido".4
Introdujo en la literatura una visión interior más rica e incisiva del mundo indígena. La
cuestión fundamental que se plantea en sus obras es la de un país dividido en dos culturas
(la andina de origen quechua y la occidental, traída por los españoles), que deben convivir.
Los grandes dilemas, angustias y esperanzas que ese proyecto plantea son el núcleo de su
visión.
Su labor como antropólogo e investigador social se da en paralelo a su importancia y a la
influencia que tuvo en su trabajo literario. Se debe destacar su estudio sobre el folklore
peruano, en particular de la música andina. Al respecto tuvo un contacto estrechísimo con
cantantes, músicos, danzantes de tijeras y diversos bailarines de todas las regiones del
Perú. Su contribución a la revalorización del arte indígena, reflejada especialmente en
el huayno y la danza, ha sido muy importante.
Fue además traductor y difusor de la literatura quechua, antigua y moderna, ocupaciones
todas que compartió con sus cargos de funcionario público y maestro. Entre sus novelas se
encuentran Yawar fiesta (1941), Los ríos profundos (1958), Todas las sangres (1964) y El
zorro de arriba y el zorro de abajo (1971).

Biografía[editar]
José María Arguedas Altamirano nació en Andahuaylas, en la sierra sur del Perú el 18 de
enero de 1911. Proveniente de una familia criolla y aristócrata por parte materna, quedó
huérfano de madre a los tres años de edad. Por la poca presencia de su padre ― abogado
litigante y viajero, y su mala relación con su madrastra ,ya que su madrastra lo maltrataba
junto con su hermanastro , se refugió en el cariño de los sirvientes andinos, lo que hizo que
se adentrara en la lengua y costumbres quechuas que modelaron su personalidad. Sus
estudios de primaria los realizó en San Juan de Lucanas, Puquio, Ayacucho y los de
secundaria en Huancayo y Lima.
Ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos, en 1931; allí se licenció
en Literatura, y posteriormente cursó Etnología; se recibió de bachiller en 1957 y de doctor
en 1963. Entre 1937 y 1938 estuvo en prisión en razón de una protesta contra un enviado
del dictador italiano Benito Mussolini, y se afilió al partido comunista. Paralelamente a su
formación profesional, en 1941 empezó a desempeñar el profesorado, primero en Sicuani,
Cuzco, y luego en Lima, en los colegios nacionales Alfonso Ugarte, Guadalupe y Mariano
Melgar, hasta 1949.
Ejerció también como funcionario en el Ministerio de Educación, poniendo en evidencia su
interés por preservar y promover la cultura peruana, en especial la música y la danza andina.
Fue director de la Casa de la Cultura (1963-1964) y director del Museo Nacional de Historia
(1964-1966). En el campo de la docencia superior, fue catedrático de Etnología en la
Universidad de San Marcos (1958-1968) y en la Universidad Nacional Agraria La Molina
(1962-1969). Agobiado por conflictos emocionales, puso fin a sus días disparándose un tiro
en la cabeza el 2 de diciembre de 1969, a los 58 años de edad.
Su obra narrativa refleja, descriptivamente, las experiencias de su vida recogidas de la
realidad del mundo andino, y está representada por las siguientes
obras: Agua (1935), Yawar fiesta (1941), Diamantes y pedernales (1954), Los ríos
profundos (1958), El Sexto (1961), La agonía de Rasu Ñiti (1962), Todas las
sangres (1964), El sueño del pongo (1965), El zorro de arriba y el zorro de abajo (publicado
póstumamente en 1971). Toda su producción literaria ha sido compilada en los primeros
cinco tomos de sus Obras completas (1983). Además, realizó traducciones y antologías de
poesía y cuentos quechuas, como sus trabajos de antropología y etnología y su producción
no literaria en general se encuentran compilados en la segunda parte de sus Obras
completas (2012).

Infancia y niñez[editar]
José María Arguedas Altamirano nació el 18 de enero de 1911 en la ciudad de Andahuaylas,
en la sierra sur del Perú. Era hijo de Víctor Manuel Arguedas Arellano, un abogado cuzqueño
que ejercía de Juez en diversos pueblos, y de Victoria Altamirano Navarro, perteneciente a
una hacendada y acaudalada familia de Andahuaylas. Cuando falleció su madre (cuando el
tenía 3 años), víctima de «cólicos hepáticos», pasó a vivir en la casa de su abuela paterna,
Teresa Arellano, en la ciudad de Andahuaylas. En 1915, al ser nombrado juez de primera
instancia de la provincia de Lucanas departamento de Ayacucho, su padre se trasladó a
dicha sede, donde poco después se casó con una rica hacendada del distrito de San Juan
(Lucanas), provincia del mismo nombre del departamento de Ayacucho, Grimanesa
Arangoitia Iturbi viuda de Pacheco (1917). El pequeño José María viajó entonces a Lucanas,
para reunirse con su madrastra; el viaje fue todo un acontecimiento para él, como lo
recordaría siempre. La familia se instaló en Puquio, capital de la provincia de Lucanas del
departamento de Ayacucho. José María y su hermano Arístides, dos años mayor que él,
fueron matriculados en una escuela particular. Al año siguiente, 1918, los dos hermanos
continuaron sus estudios en San Juan de Lucanas, a 10 km de Puquio, viviendo en la casa
de la madrastra. En 1919, Arístides fue enviado a estudiar a Lima y José María continuó
viviendo con la madrastra.
En 1920, tras la ascensión al poder de Augusto B. Leguía, el padre de José María ―que era
del partido contrario (pardista)― perdió su cargo de juez y tuvo que retornar a su profesión
de abogado litigante y viajero, trajinar que solo le permitía hacer visitas esporádicas a su
familia. Esta etapa de la vida del niño José María estuvo marcada por la difícil relación que
sostuvo con su madrastra y con su hermanastro Pablo Pacheco. Aquella sentía por su
hijastro un evidente desprecio, y constantemente lo mandaba a convivir con los criados
indígenas de la hacienda, de la cual solo lo recogía a la llegada de su padre, tal como lo ha
relatado Arguedas en el primer encuentro de narradores realizado en Arequipa en
1965.[cita requerida] Por su parte el hermanastro lo maltrataba física y psicológicamente e
incluso en una ocasión le obligó a presenciar la violación de una de sus tías, que era a la
vez la mamá de uno de sus compañeritos de escuela (los «escoleros» mencionados en
varios de sus cuentos). Al parecer, esa fue solo una de las tantas escenas sexuales que fue
obligado a presenciar, ya que el hermanastro tenía muchas amantes en el pueblo. 5La figura
de este hermanastro habría de perdurar en su obra literaria personificando al gamonal
abusivo, cruel y lujurioso. Sobre aquel personaje diría Arguedas posteriormente:
Cuando llegó mi hermanastro de vacaciones, ocurrió algo verdaderamente terrible (...) Desde el primer
momento yo le caí muy mal porque este sujeto era de facciones indígenas y yo de muchacho tenía el
pelo un poco castaño y era blanco en comparación con él. (...) Yo fui relegado a la cocina (...) quedaba
obligado a hacer algunas labores domésticas; a cuidar los becerros, a traerle el caballo, como mozo.
(...) Era un criminal, de esos clásicos. Trataba muy mal a los indios, y esto sí me dolía mucho y lo
llegué a odiar como lo odiaban todos los indios. Era un gamonal.6

Algunos, sin embargo, consideran que el supuesto maltrato de la madrastra fue una ficción;
entre ellos el mismo Arístides.7
A mediados de julio de 1921 José María se escapó de la casa de la madrastra junto con su
hermano Arístides, que había retornado de Lima; ambos fueron a la hacienda Viseca,
propiedad de su tía Zoila Rosa Peñafiel y su esposo José Manuel Perea Arellano (medio
hermano de su padre) a quien le tenía un gran cariño, situada a 8 km de San Juan de
Lucanas. Allí vivió durante dos años, en ausencia del padre, conviviendo con los campesinos
a quienes les tomó cariño y con quienes participaba por diversión de las faenas agrícolas.
De dos campesinos guardaría un especial recuerdo: don Felipe Maywa y don Víctor Pusa.
Para José María fueron los años más felices de su vida.

Adolescencia y primera juventud[editar]


La plaza de Abancay.

Después de huir con su hermano Arístides de casa de la madrastra, en 1923 abandonó su


retiro al ser recogido por su padre, a quien acompañó en sus frecuentes viajes laborales,
conociendo más de 200 pueblos. Pasaron por Huamanga, Cuzco y Abancay. En esta última
ciudad ingresó como interno en el Colegio Miguel Grau de los Padres Mercedarios, cursando
el quinto y sexto grado de primaria, entre 1924 y 1925, mientras su padre continuaba su vida
itinerante y su hermano Arístides seguía su educación en Lima. Esta etapa de su vida quedó
conmovedoramente plasmada en su obra maestra, Los ríos profundos:
Mi padre no pudo encontrar nunca dónde fijar su residencia; fue un abogado de provincias, inestable
y errante. Con él conocí más de doscientos pueblos. (...) Pero mi padre decidía irse de un pueblo a
otro cuando las montañas, los caminos, los campos de juego, el lugar donde duermen los pájaros,
cuando los detalles del pueblo empezaban a formar parte de la memoria. (...) Hasta un día en que mi
padre me confesó, con ademán aparentemente más enérgico que otras veces, que nuestro
peregrinaje terminaría en Abancay. (...) Cruzábamos el Apurímac, y en los ojos azules e inocentes de
mi padre vi la expresión característica que tenían cuando el desaliento le hacía concebir la decisión
de nuevos viajes. (...) Yo estaba matriculado en el Colegio y dormía en el internado. Comprendí que
mi padre se marcharía. Después de varios años de haber viajado juntos, yo debía quedarme; y él se
iría solo.8

En el verano de 1925, cuando se hallaba de visita en la hacienda Karkequi, en los valles


del Apurímac sufrió un accidente con la rueda de un trapiche, de resultas del cual perdió dos
dedos de la mano derecha y se le atrofiaron los dedos restantes.9
En 1926, junto con su hermano Arístides empezó sus estudios secundarios en el colegio
San Luis Gonzaga de Ica, en la desértica costa peruana, hecho que marcó su alejamiento
del ambiente serrano que había moldeado hasta entonces su infancia, pues hasta entonces
había visitado la costa solo de manera esporádica. Cursó allí hasta el segundo año de
secundaria y sufrió en carne propia el desprecio de los costeños hacia los serranos, tanto
de parte de sus profesores como de los mismos alumnos. Se enamoró intensamente de una
muchacha iqueña llamada Pompeya, a quien le dedicó unos acrósticos, pero ella lo rechazó
diciéndole que no quería tener amores con serranos.10Él se vengó llegando a ser el primero
de la clase en todos los cursos, derrumbando así la creencia de la incapacidad intelectual
del hombre andino.
En 1928 reanudó su vida trashumante otra vez en la sierra, siempre junto a su padre. Vivió
entre Pampas y Huancayo; en esta última ciudad cursó el tercero de secundaria, en el
colegio Santa Isabel. Fue allí donde se inició formalmente como escritor al colaborar en la
revista estudiantil Antorcha; se dice también que por entonces escribió una novela de
600 páginas, que tiempo después le arrebataría la policía, pero de la que no ha quedado
huella alguna.10
Cursó sus dos últimos años de secundaria (1929-1930) en el Colegio Nuestra Señora de La
Merced, de Lima, casi sin asistir a clases pues viajaba con frecuencia a Yauyos para estar
al lado de su padre, que se hallaba agobiado por la estrechez económica. Aprobó los
exámenes finales, terminando así sus estudios escolares prácticamente estudiando sin
maestro.

Vida universitaria[editar]
Vista exterior de la histórica Casona de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde José
María Arguedas estudió, y en la que luego se desempeñaría como catedrático.

En 1931, ya con 20 años de edad, se estableció permanentemente en Lima e ingresó a la


Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Allí, contra lo que
esperaba, fue recibido con cordialidad y respeto por sus condiscípulos, entre los que se
contaban los futuros filósofos Luis Felipe Alarco y Carlos Cueto Fernandini, y los
poetas Emilio Adolfo Westphalen y Luis Fabio Xammar. A raíz del fallecimiento de su padre,
ocurrido el año siguiente, se vio forzado a ganarse la vida entrando a trabajar como auxiliar
en la Administración de Correos. Era apenas un puesto de portapliegos, pero los 180 soles
mensuales de sueldo aliviaron sus necesidades económicas a lo largo de cinco años. 11
En 1933 publicó su primer cuento, «Warma kuyay», publicado en la revista Signo. En 1935
publicó Agua, su primer libro de cuentos, que obtuvo el segundo premio de la Revista
Americana de Buenos Aires y que inauguró una nueva época en la historia
del indigenismo literario.12En 1936 fundó con Augusto Tamayo Vargas, Alberto Tauro del
Pino y otros, la revista Palabra, en cuyas páginas se ve reflejada la ideología propugnada
por José Carlos Mariátegui.
En 1937 fue apresado por participar en las protestas estudiantiles contra la visita del general
italiano Camarotta, jefe de una misión policial de la Italia fascista. Eran los días de la
dictadura de Óscar R. Benavides. Fue trasladado al penal «El Sexto» de Lima, donde
permaneció 8 meses en prisión, episodio que tiempo después evocó en la novela del mismo
nombre. Pero a pesar de simpatizar con el ideario comunista, nunca participó activamente
en la política militante. Estando en prisión, se dio tiempo para traducir muchas canciones
quechuas que aparecieron en su segundo libro publicado: Canto kechwa.

Educador, etnólogo y literato[editar]


Perdido su trabajo en el Correo y lograda su Licenciatura de Literatura en San Marcos,
Arguedas inició su carrera docente en el Colegio Nacional «Mateo Pumacahua» de Sicuani,
en el departamento de Cuzco, como profesor de Castellano y Geografía y con el sueldo de
200 soles mensuales (1939-1941). Allí, junto con sus alumnos, llevó a cabo un trabajo de
recopilación del folclor local. Descubrió entonces su vocación de etnólogo. Paralelamente
contrajo matrimonio con Celia Bustamante Vernal, el 30 de junio de 1939, quien junto con
su hermana Alicia era promotora de la Peña Cultural «Pancho Fierro», un legendario centro
de reunión de artistas e intelectuales en Lima.
En 1941 publicó Yawar Fiesta (novela), su tercer libro y primera novela a la vez. Entre
octubre de 1941 y noviembre de 1942 fue agregado al Ministerio de Educación para
colaborar en la reforma de los planes de estudios secundarios. Tras representar al
profesorado peruano en el Primer Congreso Indigenista
Interamericano de Pátzcuaro (1940), reasumió su labor de profesor de castellano en los
colegios nacionales «Alfonso Ugarte», «Nuestra Señora de Guadalupe» y «Mariano Melgar»
de Lima. En esos años publicó también en la prensa muchos artículos de divulgación
folclórica y etnográfica sobre el mundo andino.
En 1944 presentó un episodio depresivo caracterizado por decaimiento, fatiga, insomnio,
ansiedad y probablemente crisis de angustia, por lo cual pidió licencia repetidas veces en
su centro de labor docente, hasta 1945. Este episodio lo describió en sus cartas a su
hermano Arístides y brevemente en sus diarios insertados en su novela póstuma El zorro de
arriba y el zorro de abajo; en una de esas cartas (con fecha 23 de julio de 1945) dijo:
Yo sigo mal. Van tres años que mi vida es una alternativa de relativo alivio y de días y noches en que
parece que ya voy a terminar. No leo, apenas escribo; cualquier preocupación intensa me abate
totalmente. Sólo con un descanso prolongado, en condiciones especiales, podría quizá, según los
médicos, curar hasta recuperar mucho mi salud. Pero eso es imposible.
José María Arguedas13

Se recuperó, pero finalmente tendría otras recaídas posteriores.


Según atestigua César Lévano, en esta época Arguedas estuvo muy cerca de los
comunistas, a quienes apoyó en diversas labores, como en la de capacitación a círculos
obreros.14Los apristas lo acusaron de ser un «conocido militante comunista», acusación que
sin duda tuvo mucho eco pues a fines de 1948 la recién instalada dictadura de Manuel A.
Odría declaró a Arguedas «excedente», cesándolo de su puesto de profesor en el colegio
Mariano Melgar. Al año siguiente se inscribió en el Instituto de Etnología de San Marcos y
reanudó su labor intelectual. Ese mismo año publicó Canciones y cuentos del pueblo
quechua. En los años siguientes continuó ejerciendo diversos cargos en instituciones
oficiales encargadas de conservar y promover la cultura.
En marzo de 1947 fue nombrado Conservador General de Folklore del Ministerio de
Educación, para luego ser promovido a Jefe de la Sección Folklore, Bellas Artes y Despacho
del mismo Ministerio (1950-1952). Llevó a cabo importantes iniciativas orientadas a estudiar
la cultura popular en todo el país. Por su gestión directa, Jacinto Palacios Zaragoza, el gran
trovador ancashino, creador de la guitarra andina de 2 manceras, grabó el primer disco de
música andina en 1948. Los teatros Municipal y Segura abrieron sus puertas al arte andino.
Entre 1950 y 1953 dictó cursos de Etnología y Quechua en el Instituto Pedagógico Nacional
de Varones. En 1951 viajó a La Paz, Bolivia, para participar en una reunión de
la OIT (Organización Internacional del Trabajo). En 1952 hizo un largo viaje con su esposa
Celia por la región central andina, recopilando material folclórico, que publicó con el título
de Cuentos mágico-realistas y canciones de fiestas tradicionales del valle de Mantaro,
provincias de Jauja y Concepción. En 1953 fue nombrado director del Instituto de Estudios
Etnológicos del hoy Museo Nacional de la Cultura Peruana, cargo en el que permaneció
durante diez años; simultáneamente dirigió la revista Folklore Americano (órgano del Comité
Interamericano de Folklore, del que era secretario).
En 1954 publicó la novela corta Diamantes y pedernales, conjuntamente con una reedición
de los cuentos de Agua, a las que sumó el cuento Orovilca. Habían pasado unos 13 años
desde que no publicaba un libro de creación literaria; a partir de entonces retomó de manera
sostenida tal labor creativa, hasta su muerte. Pero su retorno a la literatura no lo apartó de
la etnología. En 1955 su cuento «La muerte de los Arango» obtuvo el primer premio del
Concurso Latinoamericano de Cuento organizado en México.
A fin de complementar su formación profesional, se especializó en la Universidad de San
Marcos en Etnología, de la que optó el grado de Bachiller el (20 de diciembre de 1957) con
su tesis «La evolución de las comunidades indígenas», trabajo que obtuvo el Premio
Nacional Fomento a la Cultura Javier Prado 1958. Por entonces realizó su primer viaje por
Europa, becado por la UNESCO, para efectuar estudios diversos, tanto en España como
en Francia. Durante el tiempo que permaneció en España, Arguedas hizo investigaciones
entre las comunidades de la provincia de Zamora, realizando su trabajo de campo
en Bermillo de Sayago,15 buscando las raíces hispanas de la cultura andina, que le dieron
material para su tesis doctoral: «Las Comunidades de España y del Perú», con la que se
graduó el 5 de julio de 1963.

Narrativa cumbre[editar]
En 1958 publicó Los ríos profundos, novela autobiográfica, por la cual recibió en 1959 el
Premio Nacional de Fomento a la Cultura «Ricardo Palma». Esta novela ha sido considerada
como su obra maestra. Por entonces empezó a ejercer como catedrático de Etnología en
la Universidad de San Marcos (de 1958 a 1968). De la misma disciplina fue también profesor
en la Universidad Nacional Agraria La Molina (de 1962 a 1969).
En 1961 publicó su novela El Sexto, por la cual se le concedió, por segunda vez, el Premio
Nacional de Fomento a la Cultura «Ricardo Palma» (1962). Dicha obra es un relato novelado
de su experiencia carcelaria en el famoso penal situado en el centro de Lima, que sería
clausurado en 1986.
En 1962 editó su cuento La agonía de Rasu Ñiti. Viajó en ese mismo año a Berlín
Occidental (Alemania), donde se llevó a cabo el primer coloquio de escritores
iberoamericanos, organizado por la revista Humboldt.
En 1963 fue nombrado Director de la Casa de la Cultura del Perú, donde llevó a cabo una
importante labor profesional; sin embargo, renunció al año siguiente, como gesto de
solidaridad para con el presidente de la Comisión Nacional de Cultura.
En 1964 publicó su obra más ambiciosa: Todas las sangres, novela de gran consistencia
narrativa, en la que el escritor quiso mostrar toda la variedad de tipos humanos que
conforman el Perú y a la vez los conflictos determinados por los cambios que origina en las
poblaciones andinas el progreso contemporáneo. Sin embargo, esta novela fue criticada
severamente durante una mesa redonda organizada por el Instituto de Estudios Peruanos
el día 23 de junio de 1965, aduciéndose que era una versión distorsionada de la sociedad
peruana. Estas críticas fueron devastadoras para Arguedas, quien aquella misma noche
escribió estas líneas desgarradoras:
… casi demostrado por dos sabios sociólogos y un economista, […], que mi libro Todas las sangres es
negativo para el país, no tengo nada que hacer ya en este mundo. Mis fuerzas han declinado creo
que irremediablemente.16

Uno de los críticos desaforados de la obra arguediana era el escritor Sebastián Salazar
Bondy. Según la interpretación de algunos, esas críticas fueron uno de los tantos eslabones
que se sumaron a alimentar la depresión de Arguedas, que lo llevaría a su primer intento de
suicidio al año siguiente
No obstante, su labor intelectual siguió recibiendo reconocimientos oficiales. En ese mismo
año de 1964 su labor de docente mereció el otorgamiento de las «Palmas Magisteriales» en
grado de Comendador y una Resolución Suprema firmada por el presidente Fernando
Belaúnde Terry dándole las «gracias por los servicios prestados a favor de la cultura
nacional». Fue nombrado también Director del Museo Nacional de Historia, cargo que ejerció
hasta 1966.
En 1965 Arguedas inició su divorcio de Celia a la vez que entablaba una nueva relación con
una dama chilena, Sybila Arredondo, con quien se casó en 1967, una vez fallada la sentencia
de divorcio. Sybila lo acompañó hasta el final de su vida; décadas después, estuvo presa en
el Perú acusada de tener vínculos con el grupo terrorista Sendero Luminoso y tras ser
liberada volvió a su país en el 2002.
Ese mismo año de 1965 Arguedas hizo numerosos viajes al extranjero y al interior del Perú.
En enero estuvo en Génova, en un congreso de escritores, y en abril y mayo pasó dos
meses, invitado por el Departamento de Estado, recurriendo universidades norteamericanas
(en Washington D. C., California e Indiana). De regresó a Perú, visitó Panamá. En junio
asistió al primer Encuentro de Narradores Peruanos, realizado en Arequipa, donde sostuvo
una polémica con Sebastián Salazar Bondy quien días después falleció víctima de
una cirrosis hepática congénita. En septiembre y octubre estuvo en Francia. Pero se dio
tiempo para publicar, en edición bilingüe, su cuento El sueño del pongo.
Estatua de José María Arguedas.

En 1966 hizo tres viajes a Chile (en enero, por diez días, en julio, por cuatro y en septiembre
por dos) y asistió, en Argentina, a un congreso de interamericanistas, luego del cual
visitó Uruguay por dos semanas. Ese mismo año publicó su traducción al español de la
crónica Dioses y hombres de Huarochirí del doctrinero hispanoperuano Francisco de Ávila.

Depresión y suicidio[editar]
La depresión de José María Arguedas hizo crisis en 1966, llevándolo a un primer intento de
suicidio por sobredosis de barbitúricos el 11 de abril de aquel año. [cita requerida] Desde algunos
años atrás, el escritor venía recibiendo múltiples tratamientos psiquiátricos, describiendo sus
padecimientos en sus escritos:
Yo estoy sumamente preocupado con mi pobre salud. (...) He vuelto fatigadísimo, sin poder dormir y
angustiado. Tengo que ir a donde el médico nuevamente; aunque estos caballeros nunca llegan a
entender bien lo que uno sufre ni las causas. Lo malo es que esto me viene desde mi infancia (carta
a John Murra, 28 de abril de 1961).17
Un poco por miedo otro poco porque se me necesitaba o creo que se me necesitaba he sobrevivido
hasta hoy y será hasta el lunes o martes. Temo que el Seconal no me haga el efecto deseado. Pero
creo que ya nada puedo hacer. Hoy me siento más aniquilado y quienes viven junto a mí no lo creen
o acaso sea más psíquico que orgánico. Da lo mismo. (...) Tengo 55 años. He vivido bastante más de
lo que creí (carta a Arístides Arguedas, 10 de abril de 1966).18

A partir del intento de suicidio, su vida ya no volvió a ser la misma. Se aisló de sus amigos
y renunció a todos los cargos públicos que ejercía en el Ministerio de Educación, con el
propósito de dedicarse solamente a sus cátedras en la Universidad Agraria y en la de San
Marcos. Para tratar su mal se puso en contacto con la psiquiatra chilena Lola Hoffmann,
quien le recomendó, a manera de tratamiento, que continuara escribiendo. De este modo
publicó otro libro de cuentos: Amor mundo (en ediciones simultáneas en Montevideo y en
Lima, en 1967), y trabajó en la que sería su obra póstuma: El zorro de arriba y el zorro de
abajo.
En 1967 dejó su magisterio en la Universidad de San Marcos, y, casi simultáneamente, fue
elegido jefe del departamento de Sociología de la Universidad Nacional Agraria La Molina,
a la cual se consagró a tiempo completo. Continuó su afiebrado ritmo de viajes. En febrero
estuvo en Puno, presidiendo un concurso folclórico con motivo de la fiesta de la Candelaria.
En marzo pasó 15 días en México, con motivo del Segundo Congreso Latinoamericano de
Escritores, en Guadalajara, y ocho días en Chile, en otro certamen literario. A fines de julio
viajó a Austria, para una reunión de antropología, y en noviembre estaba de nuevo en
Santiago de Chile, trabajando en su novela de los «zorros».
En 1968 le fue otorgado el premio «Inca Garcilaso de la Vega». En esa ocasión pronunció
su célebre discurso y testamento intelectual:19 No soy un aculturado, en el que "con mayor
optimismo"20 se autodefine21 como mestizo:22 "Yo no soy un aculturado, yo soy un peruano
que orgullosamente como un demonio feliz habla en cristiano y en indio, en español y en
quechua."23
Del 14 de enero al 22 de febrero de ese año estuvo en Cuba, con Sybila, como jurado
del Premio Casa de las Américas. Ese mismo año y el siguiente tuvo su amarga polémica
con el escritor argentino Julio Cortázar, y viajó varias veces a Chimbote, a fin de documentar
su última novela.
A principios de 1969 hizo su último viaje a Chimbote. Ese mismo año hizo tres viajes a Chile,
el último de los ellos por cerca de cinco meses, de abril a octubre. Por entonces se
agudizaron nuevamente sus dolencias psíquicas y renació la idea del suicidio, tal como lo
atestiguan sus diarios insertos en su novela póstuma:
Yo no voy a sobrevivir al libro. Como estoy seguro que mis facultades y armas de creador, profesor,
estudioso e incitador, se han debilitado hasta quedar casi nulas y sólo me quedan las que me
relegarían a la condición de espectador pasivo e impotente de la formidable lucha que la humanidad
está librando en el Perú y en todas partes, no me sería posible tolerar ese destino. O actor, como he
sido desde que ingresé a la escuela secundaria, hace cuarenta y tres años, o nada. (Epílogo, 29 de
agosto de 1969).24

Finalmente renunció a su cargo en la Universidad Agraria. El 28 de noviembre de 1969 le


escribió a su esposa Sybila:
¡Perdóname! Desde 1943 me han visto muchos médicos peruanos, y desde el 62, Lola, de Santiago.
Y antes también padecí mucho con los insomnios y decaimientos. Pero ahora, en estos meses últimos,
tú lo sabes, ya casi no puedo leer; no me es posible escribir sino a saltos, con temor. No puedo dictar
clases porque me fatigo. No puedo subir a la Sierra porque me causa trastornos. Y sabes que luchar
y contribuir es para mí la vida. No hacer nada es peor que la muerte, y tú has de comprender y,
finalmente, aprobar lo que hago.25

Ese mismo día (28 de noviembre de 1969) se encerró en uno de los baños de la universidad
y se disparó un tiro en la cabeza. Tras ser encontrado, en grave estado, fue trasladado
al Hospital del Empleado26 donde pasó cinco días de agonía y falleció el 2 de diciembre de
1969.
El día de su entierro, tal como el escritor había pedido en su diario y en sus últimas cartas,
el músico Máximo Damián tocó el violín ante su féretro ―acompañado por el arpista Luciano
Chiara y los danzantes de tijera Gerardo y Zacarías Chiara― y luego pronunció un breve
discurso, en palabras que transmitieron el sentimiento del pueblo indígena, que lamentó
profundamente su partida.
Sus restos fueron enterrados en el Cementerio El Ángel. En junio de 2004 fue exhumado y
trasladado a Andahuaylas, el lugar donde nació.
En 1969 ―el mismo año en que suicidó― Arguedas concedió una entrevista a Ariel
Dorfman para la revista Trilce:
Entiendo y he asimilado la cultura llamada occidental hasta un grado relativamente alto; admiro a Bach
y a Prokofiev, a Shakespeare, Sófocles y Rimbaud, a Camus y Eliot, pero más plenamente gozo con
las canciones tradicionales de mi pueblo; puedo cantar, con la pureza auténtica de un indio chanka,
un harawi de cosecha. ¿Qué soy? Un hombre civilizado que no ha dejado de ser, en la médula un
indígena del Perú; indígena, no indio. Y así, he caminado por las calles de París y de Roma, de Berlín
y de Buenos Aires. Y quienes me oyeron cantar, han escuchado melodías absolutamente
desconocidas, de gran belleza y con un mensaje original. La barbarie es una palabra que inventaron
los europeos cuando estaban muy seguros de que ellos eran superiores a los hombres de
otras razas y de otros continentes «recién descubiertos».

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