Bibliografía Básica: Esquema:: - Noción de Hipertexto
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3- LITERATURA E HIPERTEXTO
Bibliografía básica:
- Cabo Aseguinolaza, F. y Rábade Villar, M. C, 2008.
Esquema:
- Noción de hipertexto
- Literatura e hipertexto: sus modalidades
a) Narrativa hipertextual (hipernarración)
b) Teatro digital (hiperdrama)
c) Poesía hipertextual (hiperpoesía)
Noción de hipertexto
Un hipertexto está formado por texto y enlace (links) que pueden abrirse o activarse
para remitir a otros textos (o a otros tipos de información visual o auditiva) que, a su vez,
contienen enlaces que remiten a nuevos textos, y así sucesivamente. En teoría, la red de
remisiones no tiene principio ni fin; cada hipertexto procura la posibilidad de continuar la lectura
de otro u otros hipertextos, que a su vez, están unidos a otros y así ad infinitum. Los enlaces no
sólo relacionan entre sí textos distintos, sino también textos y otros medios no verbales. Se
atribuye a Theodor Nelson la utilización, en la década de los sesenta, del término hipertexto para
referirse a la “escritura no secuencial”, que no llegaría a materializarse hasta los años ochenta,
con la conformación de la World Wide Web, esto es, el sistema internacional que permite la
publicación de textos relacionados entre sí por medios electrónicos (M. J. Vega: “Literatura
hipertextual y teoría literaria”, en Vega, ed., 2000: 9).
La palabra hipertexto fue creada por Nelson en 1965 para referirse a “una serie
de bloques de textos, conectados entre sí por nexos que forman diferentes itinerarios
para el usuario”. Más tarde, este concepto incluye elementos que van más allá del texto
escrito: sonidos e imágenes. Surge así la noción de “texto multimediático” o
“hipermediático”. Es una modalidad que supera la noción de “texto escrito” (como
secuencia de unidades exclusivamente lingüísticas), que se apoya en técnicas
informáticas que se asocian a redes de comunicación como Internet. Así, el texto
multimediático –mediante el empleo de enlaces (links)- admite configuraciones distintas
de cada una de las secuencias, según la elección del lector, y ofrece además la
posibilidad de saltar a unidades textuales (nodos) independientes del texto principal.
Por tanto, el hipertexto se compone: a) de un texto principal, b) de unos enlaces
(links) que, al ser activados, conectan directamente con c) otros textos (nodos). Con
todo esto se forma una red contextual, no lineal (sin principio ni fin, pues se puede ir
directamente de unos textos a otros según nuestras opciones de búsqueda). George P.
Landow considera al hipertexto como “un medio informático que relaciona tanto
información verbal como no verbal. Los nexos electrónicos unen lexías tanto ‘externas’
a una obra, por ejemplo, un comentario de ésta por otro autor, o textos paralelos o
comparativos, como ‘internas’ y así crean un texto que el lector experimenta como no
lineal o, mejor dicho, como multilineal o multisecuencial” (1995: 15-16).
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“literatura” y “libro”, considerando que ambos conceptos se vinculan al “texto
tipográfico”, al que se opone ahora el “texto electrónico”. El “hipertexto literario”
supone una visión alternativa al concepto tradicional de “literatura”, entendida como
“conjunto específico de obras vistas como secuencias fijas y estables, agrupadas según
géneros, leídas para uso y disfrute original y enseñadas mediante selecciones canónicas
con sentidos autorizados” (C. Moreno Hernández, 1998: 16 y 147).
La noción de hipertexto literario tiene algunos precursores, tanto en el ámbito de
la creación como en el de la teoría literaria: recordemos que Cortázar, en Rayuela,
propone al lector saltarse la lectura lineal y aventurarse a leer mediante saltos de
páginas, o cómo los caligramas presentan tanto una dimensión poética como pictórica.
Por otra parte, sabemos que algunas corrientes de teoría literaria (sobre todo a partir de
la segunda mitad del siglo XX) desplazan la importancia del autor hacia el lector; un
lector activo que actúa como cocreador (teorías de Umberto Eco, Estética de la
Recepción literaria…).
La relación entre literatura y medialidad no sólo plantea nuevas formas de
interacción entre literatura y otras manifestaciones artísticas, sino que supone también
una nueva perspectiva que permite comprobar cómo los medios pueden ampliar y
reformular el alcance que tradicionalmente se les ha asignado a los géneros literarios.
En definitiva, se trata de unas modalidades integradas en la dimensión lúdica de la
literatura.
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hay alguien que, a modo de de árbitro, ejerce cierto tipo de control
sobre la historia: integra las propuestas (textos) de los participantes y
cuida de que se cumplan unas reglas mínimas en el intercambio
(como normas de entrada o de salida). El control no se ejerce sobre la
narración, sino sobre la forma de interacción. Se trata de una fórmula
que estimula la creatividad y ofrece a los lectores la posibilidad de
convertirse en autores mediante la comunicación con otros
participantes. De todas formas, la heterogeneidad de las aportaciones
supone un obstáculo para conseguir la calidad necesaria como para
considerar estos productos como verdadera “obra literaria”. Se trata,
más bien, de un juego.
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creadores tienen un instrumento con la que mostrar lo que ocurre en los “espacios
latentes”.
En un hiperdrama la acción necesita espacios distintos entre los que el lector-
espectador puede elegir (con la opción añadida de seguir a uno u otro personaje, lo que
implica acceder a nuevas pantallas con otros textos).
Aunque la lectura del hiperdrama es similar a la de la hiperficción, la
representación es más complicada, pues presenta problemas técnicos: el hiperdrama se
desarrolla en un “espacio de representación” dividido en ámbitos diferentes por los que
el espectador debe desplazarse para seguir la obra. Como ya hemos indicado, se elimina
la noción de “espacio latente” porque los actores siempre están en escena (“espacio
presente”). Por otra parte, el hiperdrama suprime la relación entre acción principal y
acciones secundarias: presenta numerosos hilos dramáticos entre los que no existe
ninguna relación de prioridad. El autor se limita a ofrecer la totalidad de
acontecimientos que tienen lugar en varios espacios durante un mismo tiempo, aunque
sin primar ninguno de ellos: es el espectador el que tiene que elegir tanto líneas
argumentales como personajes. Como es obvio, se trata de un espectador activo que, al
elegir lo que quiere ver, se construye su propia representación, lo que le proporciona
una visión parcial de la obra (y no global, como le ocurre al espectador convencional),
puesto que sólo puede seguir un recorrido (enlace) cada vez: si quiere ver la obra
completa, deberá regresar al punto de partida e ir activando, uno a uno, todos los
recorridos.
También el cometido del director de escena es más complicado, puesto que debe
acordar con precisión los tiempos para evitar desajustes (como ya hemos indicado, está
coordinando una obra que no se puede ver en su totalidad).
La principal novedad que ofrece el hiperdrama reside en su escritura hipertextual
y en el intento de trasladar a escena las posibilidades que la era digital ofrece a la
creación de ficciones. El mayor problema que presenta es la dificultad que entraña
acomodar la experiencia dramática al ámbito virtual: sólo es posible representar un
hiperdrama si se da total coincidencia entre el tiempo de la historia y el tiempo
dramático.
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2- Hiperpoemas, definidos como “poemas concebidos para explorar las
posibilidades de escritura y lectura del hipertexto, que vive en la
World Wide Web, que permite activar enlaces múltiples que conducen
a nuevos textos, a imágenes o a sonidos y que propicia la continua
recomposición de los itinerarios de lectura” (M. José Vega,
“Holopoemas. La palabra ilusoria”, en Pineda, V., coord., “Poesía
visual”, Quimera nº 220, 2002: 55-58).
Bibliografía específica: