Estados Unidos en Guerra - Regresa El Fantasma de Vietnam
Estados Unidos en Guerra - Regresa El Fantasma de Vietnam
Estados Unidos en Guerra - Regresa El Fantasma de Vietnam
Kintto Lucas
Compilador
Abya-Yala
2001
ESTADOS UNIDOS EN GUERRA
Regresa el fantasma de Vietnam
© Inter Press Service
ISBN: 9978-04-742-5
Miradas
El teatro del Bien y el Mal, Eduardo Galeano........................................................ 11
Estados Unidos después del trauma, Joaquín Roy ................................................ 14
La sociedad abierta en la mira del terrorismo, Mario Soares............................... 15
Enemigos creados por nosotros mismos, Mark Sommer ..................................... 17
Una movilización preventiva mundial para evitar la catástrofe,
Luiz Inácio Lula da Silva......................................................................................... 20
Un discurso importante, Mario Soares.................................................................. 22
La opción ganadora de Bush, Hazel Henderson.................................................... 25
El tribunal penal internacional es la sede para juzgar a Bin Laden27
Emma Bonino.......................................................................................................... 27
¿Justicia infinita contra quién?, Kintto Lucas ........................................................ 29
Símbolos, Eduardo Galeano ................................................................................... 33
Ajedrez geoestratégico
Política exterior de Estados Unidos es un generador de resentimiento,
Mushahid Hussain .................................................................................................. 39
Bin Laden, del caso Irán-Contras a la guerra con Estados Unidos, Kintto Lucas .. 42
El petróleo impregna la guerra, Ranjit Devraj ..................................................... 45
Otra guerra por los precios del petróleo, Andrés Cañizález................................. 48
Diplomacia de guerra, Jim Lobe............................................................................. 50
Las dudas aliadas, Yojana Sharma ......................................................................... 52
La lección no aprendida de Pearl Harbour, Jim Lobe........................................... 55
Atentados cambian rumbo de globalización, Gustavo González ......................... 58
El dilema de Asia Oriental, Tim Shorrock ............................................................. 60
Impactos sobre Asia Meridional, Mushahid Hussain ........................................... 63
Vuelve la guerra fría, Ranjit Devraj ....................................................................... 66
Colin Powell en peligroso equilibrio, Praful Bidwai............................................. 68
China en un mundo de conflictos, Antoaneta Bezlova......................................... 71
Entre la espada y la pared, Antoaneta Bezlova ...................................................... 73
Apoyo a campaña antiterrorista acerca a dos rivales, Antoaneta Bezlova ........... 76
Gobierno de Japón impulsa colaboración militar con Estados Unidos,
Suvendrini Kakuchi ................................................................................................. 78
6 INTER PRESS SERVICE
En la lucha del Bien contra el Mal, siempre es el pueblo quien pone los
muertos.
Los terroristas han matado a trabajadores de cincuenta países, en Nue-
va York y en Washington, en nombre del Bien contra el Mal. Y en nombre del
Bien contra el Mal el presidente Bush jura venganza: “Vamos a eliminar el Mal
de este mundo”, anuncia.
¿Eliminar el Mal? ¿Qué sería del Bien sin el Mal? No sólo los fanáticos
religiosos necesitan enemigos para justificar su locura. También necesitan
enemigos, para justificar su existencia, la industria de armamentos y el gigan-
tesco aparato militar de Estados Unidos. Buenos y malos, malos y buenos: los
actores cambian de máscaras, los héroes pasan a ser monstruos y los mons-
truos héroes, según exigen los que escriben el drama.
Eso no tiene nada de nuevo. El científico alemán Werner von Braun fue
malo cuando inventó los cohetes V-2, que Hitler descargó sobre Londres, pe-
ro se convirtió en bueno el día en que puso su talento al servicio de Estados
Unidos. Stalin fue bueno durante la Segunda Guerra Mundial y malo después,
cuando pasó a dirigir el Imperio del Mal. En los años de la guerra fría escri-
bió John Steinbeck: “Quizá todo el mundo necesita rusos. Apuesto a que tam-
bién en Rusia necesitan rusos. Quizá ellos los llaman americanos.” Después,
los rusos se abuenaron. Ahora, también Putin dice: “El Mal debe ser castiga-
do.”
Saddam Hussein era bueno, y buenas eran las armas químicas que em-
pleó contra los iraníes y los kurdos. Después, se amaló. Ya se llamaba Satán
Hussein cuando los Estados Unidos, que venían de invadir Panamá, invadie-
ron Irak porque Irak había invadido Kuwait. Bush padre tuvo a su cargo esta
guerra contra el Mal. Con el espíritu humanitario y compasivo que caracteri-
za a su familia, mató a más de cien mil iraquíes, civiles en su gran mayoría.
Satán Hussein sigue estando donde estaba, pero este enemigo número
uno de la humanidad ha caído a la categoría de enemigo número dos. El fla-
gelo del mundo se llama ahora Osama Bin Laden. La Agencia Central de In-
teligencia (CIA) le había enseñado todo lo que sabe en materia de terrorismo:
Bin Laden, amado y armado por el gobierno de Estados Unidos, era uno de
12 Miradas
Hace una década, con el colapso de la Unión Soviética (todos, en los Es-
tados Unidos y en Europa), nos las prometíamos muy felices. Era, para usar el
tópico de Fukuyama, el fin de la historia.
En realidad, se creía que se habían terminado las ideologías que habían
atenazado al mundo en el anterior siglo, que se cerraba con una década de an-
ticipación. La globalización, por su parte, se prestaba a tomar posiciones en
un planeta feliz presidido por el libre comercio y la bondad de la democracia
liberal. Era, en suma, un mundo idílico. Pero sucedió que casi todos los fan-
tasmas del pasado se resistían a abandonar la escena.
Algunos de los jinetes del Apocalipsis salían de las cloacas donde apa-
rentemente se habían refugiado, al menos en el llamado mundo occidental,
ante la tenaz resistencia del sistema gracias al paraguas nuclear de la OTAN y
la protección de la modesta pero eficaz Comunidad Europea.
De repente, el racismo y el fascismo, el fanatismo y las más extremas
ideologías regresaban a las barricadas y se encargaban de recordarle a la opu-
lenta Europa que en sus arrabales podían recrear todas las pesadillas del pasa-
do. El aviso fue en Yugoslavia. Pero en el corazón del imperio, y por sinrazo-
nes diferentes, los enemigos internos, insatisfechos por el multiculturalismo
que amenazaba una pretendida pureza de sangre norteamericana, atacaban
por su cuenta. Oklahoma fue otro aviso, a la americana. Se creía que con la
ejecución del aparente solitario nativista se había terminado con la rabia.
En el exterior era otra cosa. Las embajadas de los Estados Unidos se
convertían en fortalezas. Kenya y Sudán engrosaron las listas de advertencias.
Pero el sistema seguía incólume, sin apenas inmutarse. El Oriente Medio se
desangraba, pero entraba dentro de lo normal. Era la pelea de siempre entre
judíos y palestinos.
Huntington y su pretendido choque de civilizaciones no se tomaban en
serio. Su tesis se intuía, no sin razón, como una excusa del llamado complejo
industrial-militar para engrosar las arcas de las compañías a las órdenes del
Pentágono. Y llegó la tragedia.
La dimensión del trauma rebasa todo lo imaginable y de ahí que sea
virtualmente imposible predecir las consecuencias, pero hay que intentarlo.
Estados Unidos en guerra 15
tros propios y peores enemigos, somos también nuestros propios y más efec-
tivos aliados.
Los enemigos que ahora enfrentamos son tan poderosos, tan imperso-
nales en su aspecto y tan ineludibles en sus impactos que nos golpearán tan-
to a todos por separado como a todos juntos. La misma emocionante unidad
con la cual los estadounidenses, sus aliados y adversarios respondieron inme-
diatamente tras la conmoción provocada por los ataques al World Trade Cen-
ter tiene el potencial para juntarnos a todos a fin de enfrentar colectivamente
a las catástrofes naturales, financieras y sociales que nos están esperando. Por-
que es cuando están más sometidos a grandes presiones que los seres huma-
nos se muestran más capaces de autosacrificio y de actuar en favor del bien
común.
Sin embargo, tales respuestas no están en modo alguno aseguradas, es-
pecialmente cuando una inicial efusión de generosidad es luego reemplazada
por una “fatiga de compasión”. Tampoco hemos nunca, hasta ahora, experi-
mentado los desastres simultáneos con que probablemente nos castigarán
combinaciones de graves disturbios climáticos, degradación ambiental y apu-
ros económicos. Porque estamos entrando en una era de inestabilidad cróni-
ca, en la que las placas tectónicas que se extienden debajo de lo que pensamos
sea la condición “normal” y permanente del planeta cambien de posición y
choquen entre ellas de modo imprevisible y desconcertante.
Ninguna de estas pesadillas es ineludible. La esperanza subsiste porque
nosotros tenemos en nuestras mismas manos los medios para nuestra propia
salvación. Pero para salvarnos a nosotros mismos debemos primero recono-
cer que nuestro peor enemigo no es “el otro” -sea él árabe, judío, estadouni-
dense o chino- sino nuestra trágicamente equivocada creencia de que hay “un
otro”. Lo que hay en realidad es un “nosotros” en este solitario universo y, nos
guste o no, somos completamente responsables de nuestros destinos. Nuestra
mejor defensa contra los enemigos que ahora enfrentamos es la de mirarnos
en el espejo y de hacer la paz con lo que veamos en él. Armados con tal enten-
dimiento nos transformaremos en los guerreros del espíritu que necesitamos
ser para superar los titánicos desafíos que nos hemos planteado a nosotros
mismos como especie.
20 Miradas
Un discurso importante
MARIO SOARES
Presidente de Portugal entre los años 1986 y 1996. Columnista de IPS.
ridad no ponga en peligro las reglas básicas de una sociedad libre como la
norteamericana, el respeto de los derechos humanos y la intimidad de cada
ciudadano?
El presidente Bush habló asimismo, en el discurso que vengo comen-
tando, de que el combate ha de ser llevado a cabo también en el campo de la
economía y de las finanzas. Este es un terreno sumamente complejo. Estados
Unidos rozaba la recesión antes del 11 de septiembre. Los acontecimientos de
ese martes negro no facilitarán las cosas, ni para Estados Unidos ni para Eu-
ropa. Las bolsas mundiales van a la baja. ¿Se dispondrá de un proyecto, inspi-
rado en las recetas de Keynes, para inyectar el dinero necesario en las obras de
reconstrucción y en ayuda a las industrias en crisis? En una sociedad que está
dirigida por el neoliberalismo, como lo es la actual, resulta difícil imaginar
que esto suceda.
No obstante, existe otro aspecto que hay que destacar: las operaciones
de bolsa que se dice que Bin Laden hizo antes y después de los ataques, jugan-
do con las propias armas de los especuladores de las bolsas norteamericanas
y europeas. Armas éstas mucho más destructoras a largo plazo -si no se dis-
pone de una regulación financiera internacional- que las utilizadas por los ka-
mikazes con los aviones de las líneas comerciales norteamericanas. ¿Cómo se
podrá evitar que la introducción del dinero negro anónimo en los flujos fi-
nancieros internacionales, también éstos sin rostro, sigan poniendo en peligro
las sociedades libres, fundadas en la justicia y el derecho?
He presentado un conjunto de interrogantes suscitadas por el discurso
de Bush ante el Congreso de Estados Unidos. Norteamérica, en la crisis de
1929, tuvo necesidad de un Franklin Roosevelt al frente de su destino. ¿Ten-
drá George W. Bush la envergadura para convertirse en un Roosevelt de esta
hora? Con frecuencia, las grandes ocasiones hacen a los grandes hombres. Ve-
remos...
Estados Unidos en guerra 25
Sólo las Naciones Unidas tienen la capacidad suficiente para llevar a to-
dos los países a una reunión cumbre sobre el terrorismo en la cual, incluyen-
do a muchos países musulmanes, se pueda dar forma a una estrategia mun-
dial para combatir al flagelo terrorista donde quiera que esté en nuestra inter-
conectada aldea global. Tales estrategias ganadoras se harán más frecuentes y
predominantes cuando todos aprendamos las lecciones de la interdependen-
cia mundial.
riesgos que corre el mundo entero por culpa de un grupo de exaltados y alia-
dos del terrorismo.
Afganistán es un país fundamental en términos geoestratégicos, por su
ubicación en las rutas del petróleo y del gas, así como del narcotráfico. Kabul
puede convertirse en un centro de desestabilización internacional.”
Una situación semejante se había conformado a comienzos de la déca-
da del noventa, cuando la diplomacia occidental se esforzaba por todos los
medios en convivir con Milosevic en vez de combatirlo. Pasó bastante tiempo
antes de que, en vista de las barbaries cometidas por Milosevic, desde Srebre-
nica a Kosovo, los gobiernos integrantes de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN) se asumieran la responsabilidad de emplear la fuer-
za militar y neutralizar a los autores de esos crímenes.
La intervención de la OTAN en Serbia suscitó encendidas polémicas
durante las semanas en las que tuvo lugar. Pero desde que el Tribunal de La
Haya juzgó y encarceló a los mayores criminales de guerra, ya nadie parece
dispuesto a ver en Milosevic un héroe perseguido y a tomar a sus sangrientos
generales por patriotas oprimidos. Hoy en día es la opinión pública mundial,
no la OTAN, la que condena diez años de horrores en la ex Yugoslavia.
Es de esperar que suceda lo mismo después del 11 de septiembre. No es
sólo por amor a la justicia que es necesario identificar, capturar y sentenciar a
los grandes criminales del nuevo terrorismo de acuerdo con las reglas de los
estados de derecho. Es también la condición preliminar e indispensable para
conocer a los estrategas del fundamentalismo político-religioso y sus cómpli-
ces y para impedir que esta nueva especie de enemigos de la humanidad pue-
dan imponer la barbarie a sus súbditos y a nosotros mismos.
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Símbolos
E DUARDO GALEANO
Escritor uruguayo. Columnista de IPS.
Holliwood. La realidad imita al cine: todo estalla, los niños reciben mi-
siles de la película Atlantis en la cajita feliz de Mc Donald’s, y es cada vez más
difícil distinguir entre la sangre y el ketchup.
Ahora el Pentágono ha encargado a algunos guionistas de cine y exper-
tos en efectos especiales que ayuden a adivinar los nuevos objetivos terroris-
tas y que también imaginen la manera de defenderse. Según la revista Variety,
uno de los que está en eso es el guionista de Duro de matar.
Pánico. La humanidad entera está sintiendo los síntomas del ataque del
ántrax, chuchos, dolor de cabeza, esa mancha en la piel que parece moretón...
Todos tenemos miedo de abrir las cartas, y no porque contengan alguna im-
pagable cuenta de impuestos o de luz, o la fatal noticia de que lamentamos co-
municarle que hemos resuelto prescindir de sus servicios.
Estados Unidos en guerra 35
Cuatro afganos, que trabajaban para las Naciones Unidas, fueron los
primeros “daños colaterales” de los que se tuvo noticia. Todo un símbolo: ellos
se dedicaban a desenterrar minas.
Afganistán es el país más minado del mundo. Bajo el suelo hay diez mi-
llones de minas listas para matar o mutilar a quien las pise. Muchas fueron
plantadas por los rusos, cuando la invasión, y muchas fueron plantadas, con-
tra los rusos, por donación del gobierno de Estados Unidos a los guerreros de
Alá.
Afganistán nunca ha aceptado el acuerdo internacional que prohibe las
minas antipersonales. Estados Unidos, tampoco. Y ahora las caravanas de los
fugitivos intentan escapar, a pie o en burro, de los misiles que llueven desde el
cielo y de las minas que estallan desde la tierra.
“Los niños mueren, pero nadie hace nada. Las casas son destruidas, pe-
ro nadie hace nada. Los sitios sagrados son violados, pero nadie hace nada. Es-
toy harto de la vida en este mundo de mortales”, es el lamento de un poeta
árabe publicado en el diario Al Hayat, de Londres.
El autor de esas líneas no es un radical islámico, sino el embajador de
Arabia Saudita en Gran Bretaña, y los sentimientos expresados en ellas son ca-
si universales entre los musulmanes, sean pobres o ricos.
La doble moral de Washington refuerza la hostilidad de los musulma-
nes. Por ejemplo, Estados Unidos insiste en la aplicación de las resoluciones
de las Naciones Unidas con respecto a Iraq, pero no con respecto a Israel.
Así mismo, Washington otorga a las bombas nucleares denominaciones
religiosas, como la bomba “islámica” de Pakistán, y considera el terrorismo un
monopolio del Islam.
Olvida, sin embargo, que Timothy McVeigh (autor del atentado de
Oklahoma), Baruch Goldstein (el colono judío que asesinó a 29 palestinos en
una mezquita en 1994) y los Tigres de Tamil (que asesinaron al ex primer mi-
nistro indio Rajiv Gandhi y perpetraron numerosos atentados en Sri Lanka),
no son musulmanes.
La conspiración o connivencia de Washington para el debilitamiento
del proceso democrático en algunos países es otro ingrediente clave del senti-
miento contrario a Estados Unidos.
En 1960, el líder independentista Patrice Lumumba fue expulsado del
gobierno de la actual República Democrática de Congo y reemplazado por el
general Joseph Mobutu, considerado el hombre adecuado para imponer el or-
den por las multinacionales que operaban en el país.
En 1965, el general Suharto derrocó a Sukarno en Indonesia. Posterior-
mente, fueron masacrados unos 500.000 indonesios, muchos de los cuales fi-
guraban en listas de izquierdistas suministradas por la embajada de Estados
Unidos a los hombres de Suharto.
Y en 1973, el socialista Salvador Allende, presidente de Chile democrá-
ticamente electo, fue derrocado y se suicidó en un golpe militar respaldado
por la CIA.
No sorprende que algunos pueblos atribuyan la injusticia, la represión,
la pobreza y la corrupción reinantes en sus países a las acciones de Estados
Unidos. Sin embargo, no muchos estadounidenses eran conscientes del im-
pacto de la política exterior de Washington sobre millones de vidas en el ex-
tranjero hasta el 11 de septiembre, el día de los atentados contra las torres ge-
melas de Nueva York y el Pentágono.
42 Ajedrez geoestratégico
El extremista saudita Osama Bin Laden, que fue entrenado por Estados
Unidos, parece ser un ubicuo fantasma y tuvo incluso participación en la fi-
nanciación ilegal de las fuerzas que combatieron al régimen sandinista de Ni-
caragua.
Bin Laden, por cuya captura vivo o muerto Estados Unidos se declaró
dispuesto a ir a la guerra contra Afganistán, es a juicio de algunos analistas un
ejemplo de los riesgosos colaboradores que utiliza a veces la Agencia Central
de Inteligencia (CIA).
Adrián Mac Liman, investigador del Centro de Colaboraciones Solida-
rias de Madrid y especialista en asuntos de Medio Oriente, cree que Bin La-
den es la “oveja negra de la CIA”. Como también lo fue el general Manuel No-
Estados Unidos en guerra 43
cional que coincide con el tercer trimestre del año, periodo en que tradicio-
nalmente aumenta la demanda por el fin del verano en el Norte industrializa-
do.
“La OPEP no debe recortar nuevamente la producción y más bien de-
be estimular la demanda energética” mediante precios moderados, aseguró el
experto.
Desde el 1 de septiembre, la OPEP coloca en el mercado mundial 23,2
millones de barriles diarios de crudo. En este total no se suman las ventas de
Iraq bajo control de la Organización de Naciones Unidas desde 1990, cuando
ese país invadió Kuwait.
Los ataques contra Afganistán crearon “una nueva situación y no pode-
mos tomar acciones sin determinar bien cuál va a ser el cuadro final de ese es-
cenario”, dijo Rodríguez a la prensa venezolana desde Viena, sede de la OPEP.
La organización podría citar una reunión ministerial extraordinaria,
antes de la ya prevista para el 14 de noviembre, informó Rodríguez. Los mi-
nistros habían optado en su última reunión a fines de septiembre por no va-
riar la producción y vigilar el comportamiento del mercado.
Por su parte, el presidente venezolano Hugo Chávez, quien visitó en los
últimos días algunos países miembros de las OPEP y sostiene contactos tele-
fónicos regulares con sus pares de la organización petrolera, dijo que podría
citarse una nueva cumbre del grupo, que sólo ha tenido dos reuniones de ese
tipo en 40 años de historia.
Desde que asumió el gobierno de Venezuela, Chavez es considerado co-
mo el principal impulsor de la OPEP, que trajo como consecuencia el alza de
los precios del crudo. Esa subida llevó a que Estados Unidos tuviera que sacar
sus reservas al mercado.
Rodríguez señaló que el mercado está marcado por la incertidumbre
que siembran los ataques contra Afganistán y la desaceleración del crecimien-
to económico mundial, consecuencia de la recesión en Estados Unidos que se
vio agudizada tras los ataques del 11 de septiembre.
“Todavía no sabemos qué repercusiones van a tener ambos elementos.
La respuesta hasta ahora ha sido muy tranquila”, dijo Rodríguez, quien des-
cartó divergencias entre los socios de la organización ante la coyuntura inter-
nacional.
La OPEP, que abastece 37 por ciento del mercado mundial de petróleo,
está integrada por Argelia, Arabia saudita, Emiratos Arabes Unidos, Indone-
sia, Irán, Iraq, Kuwait, Libia, Nigeria, Qatar y Venezuela.
El descenso de precios ha sido paulatino desde el 11 de septiembre y no
se registró el sobresalto que preveían algunos analistas.
50 Ajedrez geoestratégico
Diplomacia de guerra
J IM LOBE
Corresponsal de IPS en Washington.
propia acción militar con algún apoyo logístico de sus aliados europeos”, afir-
mó un diplomático de la UE en Berlín.
“Pakistán y Arabia Saudita, dos de los tres países que reconocieron al
régimen del Talibán, podrían ser militarmente mucho más importantes que
los aliados europeos”, subrayó.
De hecho, miles de efectivos militares estadounidenses y aviones de
guerra están apostados en Arabia Saudita, país que podría ser una “platafor-
ma de lanzamiento”, clave para cualquier ataque.
Los ataques del día 11 en Nueva York y Washington, así como la res-
puesta de Estados Unidos, abren interrogantes sobre el futuro de la globaliza-
ción y de los movimientos que cuestionan ese proceso.
El historiador y periodista italiano Gennaro Carotenuto y el periodista
chileno Víctor Hugo de la Fuente advirtieron el riesgo de que se satanice a los
movimientos globalifóbicos por sus críticas contra la hegemonía mundial de
Estados Unidos.
“La reacción de muchos será la impuesta por los medios de comunica-
ción: cualquier crítica al imperio (Estados Unidos) es hoy en día casi compli-
cidad con el terrorismo”, dijo a IPS Carotenuto desde su centro de trabajo en
la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Macerata, en Italia.
La posible prevalencia de ese tipo de enfoques sería “un golpe gravísi-
mo” para los críticos de la globalización neoliberal, agregó Carotenuto, miem-
bro del Foro Social de Génova, que promovió las protestas pacíficas durante
la reunión del Grupo de los 8 países más ricos del mundo, realizada en julio
en ese septentrional puerto italiano.
Por su parte, De la Fuente sostuvo en Santiago de Chile que “es eviden-
te que Estados Unidos y los sectores más reaccionarios ya se han lanzado con-
tra los movimientos que se oponen a la globalización neoliberal intentando
demonizarlos”.
“Pero nuestros movimientos son pacifistas y defienden valores y prin-
cipios apreciados por la gran mayoría de la población, como son la justicia y
Estados Unidos en guerra 59
década estimulan las críticas al gasto anual de unos 5.000 millones de dólares
que realiza Japón para albergar las bases estadounidenses.
El gobernante Partido Democrático Liberal (PDL) ha cambiado sus
posiciones históricas debido al liderazgo del actual primer ministro, Junichi-
ro Koizumi, cuyo programa de reformas estructurales busca sustituir el repar-
to de la riqueza por el reparto de las cargas, indicó Kato.
En ese contexto, “es natural que la gente se pregunte si el país mantie-
ne un trato justo” con Estados Unidos, o si Washington “se aprovecha” de To-
kio, opinó. El PDL, en el cual coexisten fracciones proestadounidenses y an-
tiestadounidenses, afronta un grave dilema y “carece de argumentos convin-
centes para defender la alianza” militar con Estados Unidos, aseguró.
Esa alianza podía justificarse durante la Guerra Fría, al invocar amena-
zas de la Unión Soviética o de Corea del Norte, pero en la actualidad se ha de-
fendido con argumentos sobre el peligro del terrorismo internacional, contra
el cual la presencia militar estadounidense en Japón “es poco eficaz”, explicó.
El gobierno japonés debería sostener en forma pública que la razón de
esa alianza es en la actualidad la amenaza de China, y “la gente lo apoyaría”,
añadió.
Tras los atentados del 11 de septiembre, Koizumi decidió desplegar las
Fuerzas de Autodefensa de su país, al cual Estados Unidos impuso prescindir
de un Ejército tras derrotarlo en la Segunda Guerra Mundial, para apoyar
eventuales acciones militares de Washington en respuesta a esos ataques te-
rroristas.
En una encuesta realizada por el diario japonés Asahi sobre ese desplie-
gue, 46 por ciento de los consultados expresaron su oposición a la decisión de
Koizumi, y 42 por ciento la apoyaron. “Eso muestra que la gente aún no está
segura de que Japón deba emprender acciones militares”, comentó Kato.
Más que ninguna otra región del mundo, Asia meridional enfrentará
graves consecuencias por la campaña antiterrorista emprendida por Estados
Unidos tras los atentados suicidas de Nueva York y Washington.
64 Ajedrez geoestratégico
El día en que Koizumi llegó a Beijing, Jiang aseguró a Bush por teléfo-
no que China está “lado a lado” con Estados Unidos en la lucha contra el te-
rror.
Al terminar sus conversaciones con Jiang y Zhu, Koizumi declaró que
obtuvo comprensión hacia el papel militar de Tokio en la campaña antiterro-
rista.
“Procuré el entendimiento (de China) y creo que lo obtuve”, expresó
Koizumi, y describió su charla con Jiang como “alegre y disfrutable”. “Logra-
mos un entendimiento básico para mejorar las relaciones bilaterales. El en-
cuentro fue muy significativo”, concluyó.
Por su parte, Jiang señaló que la historia “es la base política de las rela-
ciones chino-japonesas” y que “Asia siempre se mantendrá atenta para que Ja-
pón no retome su antiguo camino”, citado por el canal oficial de televisión. Si
Japón no reconoce sus errores del pasado, será muy difícil alcanzar una mejo-
ría sustancial en sus relaciones con China y otros vecinos de Asia, advirtió
Zhu a su homólogo japonés.
dos, el general retirado Anthony Zinni, quien asumió como asesor especial del
secretario de Estado Colin Powell.
Al igual que Tamerlán, Karimov se muestra poco tolerante al disenso.
Bajo su control, el parlamento uzbeko ilegalizó a todos los partidos indepen-
dientes, cuyos líderes fueron forzados a exiliarse.
Observadores internacionales reiteraron las denuncias sobre los proce-
dimientos de sucesivas elecciones en las que Karimov se impuso por más de
90 por ciento de los votos.
Las prácticas de su gobierno se encuentran entre las más represivas de
la región. Al menos 7.000 musulmanes cumplen condenas de hasta 20 años de
prisión acusados de “actividades contra el estado” o “intentos de subvertir el
orden constitucional”, según un informe de Human Rights Watch (HRW). La
tortura es “común” y son “rutinarias” las prácticas de golpizas, electrochoque
y violación de los detenidos, según el documento. Las autoridades locales or-
ganizan “manifestaciones de repudio” para intimidar y aislar a las familias de
los detenidos, en especial a las mujeres, “en un retorno a los oscuros días de la
Unión Soviética”. El régimen de Karimov “está radicalizando a la juventud de-
sencantada, empujándola a tomar las armas y a unirse al Movimiento Islámi-
co de Uzbekistán y sus aliados”, dijo en agosto ante el Congreso un diplomá-
tico estadounidense. El gobierno de Bill Clinton (1993-2001) reiteró su preo-
cupación por las prácticas represivas, pese a que estrechó los vínculos en ma-
teria de seguridad con Uzbekistán. Tashkent recibió en la última década 263
millones de dólares en asistencia económica y militar, que comprendió im-
portantes sumas para la lucha contra el terrorismo y el tráfico de drogas. Ana-
listas de Washington estiman que el gobierno de Bush estrechará aun más esos
lazos. Según fuentes legislativas, el gobierno pedirá al Congreso que apruebe
más ayuda militar y presionará al Banco Mundial y al Fondo Monetario In-
ternacional (FMI) para que proporcionen más préstamos al país de Asia cen-
tral. El FMI retiró este año a su representante permanente en Uzbekistán an-
te la negativa de Karimov de implementar reformas. Algunos analistas creen
que el régimen exagera la amenaza del Movimiento Islámico de Uzbekistán,
cuyos efectivos no suman más que algunos cientos, con el fin de obtener más
apoyo de Occidente. Una oposición más radical y violenta “sirve para fortale-
cer la imagen cultivada por Karimov desde la independencia, la de un post-
moderno Kemal Ataturk (líder nacionalista turco) dedicado a combatir las
fuerzas atávicas de los clérigos musulmanes, y a mantener a Uzbekistán del la-
do de Occidente”, opinó Hanks.
Estados Unidos en guerra 83
El enemigo de mi enemigo
puede ser mi amigo
J IM LOBE
Corresponsal de IPS en Washington.
volución islámica de 1978, quienes habían pedido el año pasado miles de mi-
llones de dólares de indemnización por parte del gobierno iraní.
El Departamento de Estado había decidido anular esa demanda cuan-
do conoció su existencia, pero muchos piensan que la intención fue enviar a
Teherán un mensaje conciliatorio.
“La idea de que el Departamento de Estado acaba de enterarse de que
sus propios diplomáticos ganaron un juicio contra un gobierno soberano es
ridícula”, opinó el asistente de un congresista que votó en el verano (boreal)
la prórroga por cinco años de la vigencia de la Ley de Sanciones Contra Irán
y Libia.
Esa ley autoriza al Poder Ejecutivo a sancionar a las firmas extranjeras
que inviertan en la explotación del petróleo iraní. La nueva actitud del Depar-
tamento de Estado hacia Irán es posterior a la recepción de un mensaje diplo-
mático de Teherán, enviado mediante el ministro de Relaciones Exteriores de
Suiza. En ese mensaje, el gobierno iraní aseguró a Washington que brindará
asistencia a cualquier tripulante de aviones militares estadounidenses derri-
bados u obligados a aterrizar en territorio de Irán durante operaciones con-
tra Afganistán.
Estados Unidos rompió relaciones diplomáticas con Irán tras la toma
de la embajada en Teherán, y ambos gobiernos se comunican mediante diplo-
máticos suizos.
El gobierno iraní tiene sumo interés en las operaciones estadouniden-
ses en Afganistán, ya que tiene una frontera de 800 kilómetros con ese país y
es hostil al Talibán, entre otras cosas porque representa a la rama wahabi del
islamismo sunnita, en conflicto desde hace siglos con el islamismo chiita de
Teherán.
Irán ha protestado en reiteradas ocasiones por el trato del Talibán a la
etnia hazara de Afganistán, cuyos integrantes son 20 por ciento de la pobla-
ción afgana y en su mayoría chiitas.
Además, en la actualidad hay unos dos millones de afganos refugiados
en Irán, una de las mayores poblaciones de refugiados del mundo, y el derro-
camiento del Talibán ayudaría a cumplir el deseo iraní de que esas personas
vuelvan a su país.
Teherán estuvo a punto de declarar la guerra a Afganistán en 1998, lue-
go de que fuerzas del Talibán mataron a diplomáticos iraníes. La actual co-
yuntura muestra una coincidencia de intereses entre Irán y Estados Unidos,
pero en ambos países hay fuerzas poderosas que se oponen a reactivar las re-
laciones bilaterales, congeladas durante casi un cuarto de siglo.
Estados Unidos en guerra 95
Teherán no sólo desea desempeñar ese papel en el Golfo, con cuyos go-
biernos ha mejorado mucho sus relaciones en los últimos años, sino también
en Asia Central.
en su guerra contra los cristianos y los defensores de cultos africanos que lu-
chan desde hace 18 años por la autonomía del sur del país.
A los activistas les preocupa la opción del “compromiso constructivo”
adoptada por el gobierno de Washington hacia Jartum.
Grupos cristianos, la bancada de legisladores negros en el Congreso,
sindicatos y destacados activistas de derechos humanos esperaban que los
atentados suicidas del día 11 persuadirían al presidente George W. Bush de
enfrentar al régimen sudanés como parte del movimiento terrorista interna-
cional.
“Sudán debe ser considerado una pieza esencial del rompecabezas (del
terrorismo)”, afirmó Nina Shea, analista de Freedom House, organización de
derechos humanos que integra la semioficial Comisión Estadounidense sobre
Libertad Religiosa Internacional.
El informe del Departamento de Estado sobre terrorismo publicado en
abril sostenía que Sudán “seguía siendo utilizado como refugio seguro de va-
rios grupos”, como la organización Al Qaeda, de Bin Laden, el Grupo Islámi-
co (Gama Islamiya) y la Jihad Islámica egipcia entre otras, señaló Shea.
Agentes sudaneses estuvieron implicados en el atentado de 1993 contra
las torres gemelas del World Trade Center y en el intento de asesinato del pre-
sidente de Egipto Hosni Mubarak en 1995, por el cual la Organización de Na-
ciones Unidas (ONU) decretó sanciones contra Sudán, indicó Shea.
A raíz de las presiones egipcias y estadounidenses, Sudán expulsó a Bin
Laden en 1996.
Como represalia a los atentados de 1998 a las embajadas estadouniden-
ses en Kenia y Tanzania, el gobierno de Bill Clinton condujo un ataque con
misiles contra un laboratorio farmacéutico en las afueras de la capital suda-
nesa, supuestamente utilizado por Bin Laden.
Los activistas apuntan así mismo a los testimonios aportados en los úl-
timos juicios por terrorismo, donde se detallan los estrechos lazos de Bin La-
den con Jartum, así como el imperio que el acaudalado saudita construyó du-
rante su permanencia en Sudán (1991-1996).
Ese imperio comprende campamentos de entrenamiento militar, cuen-
tas bancarias, empresas aparentemente legítimas, plantaciones y una firma
que construyó la carretera que utilizan el ejército sudanés y las compañías pe-
troleras extranjeras en su avance hacia el sur.
“Es esencial reconocer que la presencia financiera de Bin Laden en Su-
dán continúa en particular en la agricultura, la banca y la construcción”, dijo
Eric Reeves, uno de los dirigentes del movimiento contra Jartum.
98 Ajedrez geoestratégico
Pero eso no amilanó a las fuerzas contrarias a Iraq dentro del Pentágo-
no, que enviaron a Europa al ex director de la CIA (Agencia Central de Inte-
ligencia) James Woolsey para recabar pruebas de la posible complicidad ira-
quí, sin siquiera haberle informado al respecto al Departamento de Estado.
Esa maniobra es parte de una estrategia para excluir a Powell, rival de los con-
servadores fuera del gobierno que sostienen que su plan de concentrar el
combate en Afganistán atenta contra el objetivo de Bush de atacar a los terro-
ristas y a todos los estados que los protejan.
El 19 y el 20 de septiembre, según el New York Times, Perle convocó al
Consejo de Política de Defensa, un organismo semigubernamental designado
por el presidente, cuyos 180 integrantes accedieron en principio a que Estados
Unidos ataque a Iraq después de Afganistán.
El Consejo está integrado por Woolsey, el ex secretario de Estado Henry
Kissinger, el ex vicepresidente Dan Quayle y el ex presidente de la Cámara de
Representantes, Newt Gingrich, entre otros. El Departamento de Estado no
fue invitado a la reunión ni informado al respecto.
Powell se habría sentido “afligido” cuando una carta enviada al Conse-
jo de Seguridad de la ONU por el embajador de Estados Unidos John Negro-
ponte, en el primer día de bombardeos contra Afganistán, señaló que Was-
hington se reservaba el derecho de atacar a “otras organizaciones y otros esta-
dos”.
La frase habría sido incluida por el asesor adjunto de Seguridad Nacio-
nal, Stephen Hadley, considerado un aliado de los conservadores en el Pentá-
gono, según el New York Times.
El argumento más poderoso sobre la participación de Saddam Hussein
en los atentados de septiembre se basa en informes de inteligencia que indi-
can que Mohammed Atta -considerado el agente clave en los secuestros de los
aviones- se reunió este año en Praga con un espía iraquí y luego con el emba-
jador iraquí ante Turquía.
También se basa en la labor de la especialista en Iraq Laurie Mylroie,
quien sostuvo en el diario Wall Street Journal que la inteligencia iraquí fue
cómplice del atentado explosivo contra las torres gemelas en 1993 y de otro
plan para bombardear la sede de la ONU y dos túneles en Nueva York.
A pesar de sus diferencias ideológicas y políticas, según Mylroie, Bin
Laden y Sadam Hussein se han consultado a través de colaboradores a lo lar-
go de los años, y poco antes de los atentados de 1998 contra las embajadas de
Estados Unidos en Kenia y Tanzania, ambos divulgaron amenazas “con un re-
frán similar”.
104 Ajedrez geoestratégico
Demócratas y republicanos
unidos para la guerra
J IM LOBE
Corresponsal de IPS en Washington.
Los críticos temen que varias de las normas propuestas se empleen con-
tra minorías sociales, y en especial contra los musulmanes. “Se trata de cam-
bios políticos muy perturbadores. Algunos de estos proyectos de leyes no son
estrictamente necesarios, sino reacciones reflejas, y en la práctica se emplea-
rán como medios de control social contra grupos minoritarios”, dijo a IPS
Penny Green, profesora de leyes en la Universidad de Westminster.
“Demasiadas iniciativas del gobierno tienen muy poco que ver con el
terrorismo. Es como si los ataques en Estados Unidos hicieran posible apro-
bar todo tipo de leyes brutales”, dijo a IPS Yasha Maccanico, de la organiza-
ción no gubernamental Statewatch, que defiende las libertades civiles.
Leyes vigentes otorgan al gobierno “casi todos” los poderes que pide,
entre ellos los de “detener por tiempo indefinido a personas que cree respon-
sables de actos inconvenientes para el bien público”, señaló a IPS el profesor
Rodney Austin, de la Universidad de Londres.
Sin embargo, la aprobación de nuevas normas y el estado de ánimo im-
perante en la sociedad se combinarán para que los musulmanes sea someti-
dos a controles excesivos, pronosticó.
Por otra parte, algunas de la iniciativas gubernamentales pueden con-
siderarse violatorias de la Convención Europea de Derechos Humanos, que el
país ratificó en 1998 mediante la Ley de Derechos Humanos, advirtió.
Los líderes palestinos procuran dejar claro que su lucha en los territo-
rios ocupados está disociada del terrorismo, pero no pueden evitar que los
grupos extremistas atraigan cada vez a más jóvenes dispuestos a morir por el
Islam.
Shadi, un joven barbero de 21 años, se casó hace poco, pero sueña con
que 72 vírgenes lo rodeen en el paraíso, la recompensa que reciben los márti-
res islámicos, según la creencia.
En su barbería familiar ubicada en el campamento de refugiados de Ja-
baliya, en Gaza, justo frente a una mezquita, Shadi habló a IPS sobre el honor
que significa para un musulmán participar de un ataque suicida y de cómo
todos los que “niegan al Islam” pueden ser un objetivo.
Los posibles atacantes suicidas como Shadi son un problema para la
Autoridad Nacional Palestina (ANP) y su presidente, Yasser Arafat, quien rea-
liza una dura campaña para disociar a la lucha palestina del terrorismo.
Israel procura pintar a Arafat como su propio Osama Bin Laden, líder
saudita de la organización Al Qaeda (La base) y acusado por Estados Unidos
de los atentados del 11 de septiembre contra Nueva York y Washington. Re-
presentantes de varios grupos políticos palestinos se reunieron días atrás en el
Hotel Internacional en Gaza para coordinar su postura ante los ataques del 11
de septiembre.
“Afrontamos un gran dilema”, dijo Ziad Abu Amr, presidente del comi-
té político del Consejo Legislativo, el parlamento palestino.
“Por un lado, queremos dejar en claro la diferencia entre nuestra lucha
y el terrorismo. Y no queremos darle a los israelíes la oportunidad para que
tomen ventaja de la situación actual. Por el otro, no queremos renunciar a
nuestro legítimo derecho de resistir la ocupación”, afirmó.
Para Abu Amr, la ANP logró que la comunidad internacional distinga
entre la lucha palestina y los ataques en Estados Unidos. “No hay ninguna or-
ganización palestina en la lista de 27 grupos terroristas elaborada por el De-
partamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos”, destacó.
128 Ajedrez geoestratégico
Shadi considera seguir los pasos de su hermano mártir, pero aún no es-
tá seguro, pues teme herir a sus padres y a su joven esposa. “Nadie debe la-
mentar la muerte de un mártir, pues honra a su familia y gana la entrada al
paraíso”, afirma.
Para él, las 72 vírgenes que esperan a un mártir en el paraíso no es lo
que lo motiva a convertirse a uno de ellos, pero reconoce que “es importante
saber que será recompensado”.
israelíes con más alto índice de desempleo son todas árabes. “Creo que esta-
mos en otra era y habrá más agresiones contra los árabes”, predijo Sanaa Ha-
moud, activista de los derechos humanos y abogado árabe.
“Hasta el pasado octubre creíamos que estas cosas no nos podrían ocu-
rrir, que no se matarían ciudadanos por manifestarse. No sólo estamos enoja-
dos, sino que tenemos miedo. Debemos repensar nuestra situación aquí y pre-
cisamos protección internacional”, agregó.
El comportamiento de la policía es ahora el principal tema de una co-
misión estatal investigadora, la cual reveló, por primera vez en la historia na-
cional, que las fuerzas de seguridad israelíes utilizaron francotiradores contra
sus propios ciudadanos.
La policía, por su parte, alega que sus agentes corrían riesgo de vida.
“Muchos árabes israelíes se han pasado de la raya”, aunque “la mayoría desean
ser parte del estado de Israel”, afirmó el ministro de Comunicaciones Reuven
Rivlin.
El ministro de Justicia Meir Shetreet enfureció a los árabes con sus de-
claraciones de respaldo a la policía mientras las investigaciones aún estaban
en curso.
Tras una visita a la comisión investigadora, Shetreet dijo a la prensa que
el jefe de policía Alec Ron, responsable de la matanza, “es un oficial valiente y
honesto”.
“Es fácil sentarse en una sala con aire acondicionado y criticar a la po-
licía, pero les sugiero que se sitúen en medio de disturbios masivos y piensen
cómo reaccionarían en esa situación”, dijo el ministro.
Por su parte, los judíos israelíes evitan ahora Kafr Manda y otras zonas
árabes.
Pero los problemas no empezaron el pasado octubre. Las relaciones en-
tre árabes y judíos de Israel se vienen deteriorando desde hace muchos años
por la falta de progreso hacia una solución para el conflicto palestino-israelí.
En las elecciones del pasado febrero, sólo 20 por ciento de los ciudada-
nos árabes votaron, debido a su rechazo a cualquiera de los dos candidatos a
primer ministro, Ehud Barak y Ariel Sharon. “Dudo mucho que podamos lo-
grar el respeto a nuestros derechos humanos básicos mediante los canales del
gobierno, el parlamento y otros marcos formales”, dijo Hammoud.
“No digo que debamos rendirnos y no participar en este tipo de lucha,
pero en comunidad debemos sentarnos a pensar en una nueva estrategia”,
añadió.
Estados Unidos en guerra 135
Los árabes israelíes enfrentan una nueva amenaza en los últimos me-
ses: son catalogados como un “problema demográfico” y el ministro extremis-
ta Avigdor Lieberman propuso una “transferencia” de población.
“No se puede esperar mucho de personas que nos consideran un peli-
gro y un riesgo demográfico”, dijo Hashem Mahameed, un legislador de la
Lista Árabe Unida. “Nadie puede asegurar que no habrá más insurrecciones
de los árabes israelíes si las actuales políticas continúan. La situación puede
explotar en cualquier momento”, advirtió.
pan que la guerra contra el terrorismo y el fanatismo será larga y penosa, una
guerra sin una brújula segura”.
Krauze espera que sean esas voces las que prevalezcan, pues, sentenció,
“vale la pena librar esa guerra, librarla en todo el mundo y sin cuartel, pero
desde los valores que han construido la civilización de occidente”.
encamina a una lucha contra el terrorismo, el mundo debe recordar que Is-
rael practica terrorismo a gran escala”, afirmó el diario Tishrin.
Ariel Sharon “es uno de los mayores símbolos del terrorismo”, sostuvo
el diario, en referencia al papel del actual primer ministro israelí en la matan-
za de 1982 en los campamentos palestinos de Sabra y Shatila, en Líbano.
El secretario de Estado Colin Powell telefoneó al ministro sirio de
Asuntos Externos Faroul Sharaa para agradecer el mensaje de simpatía hacia
el pueblo estadounidense enviado por el presidente Bashar Al Assad a su par
George W. Bush.
En el cable, Al Assad reclamó un esfuerzo internacional para terminar
con el terrorismo, y Powell opinó que la condena siria puede abrir las puertas
a un aliado inesperado.
Pero Siria aún no se suma a la coalición estadounidense y reclama el
consenso internacional sobre el significado del término terrorismo.
Siria y otros países sólo se unirían a la campaña antiterrorista si la co-
munidad internacional se abocara a crear una definición nueva y común de
“terrorismo” vinculada a los ataques indiscriminados contra civiles, opinó el
experto en Medio Oriente Shibley Telhami, de Washington.
Por ejemplo, Estados Unidos y Siria juzgan en forma muy distinta al
movimiento armado Hizbolá, que acosó a las tropas israelíes en el sur del Lí-
bano hasta lograr su retiro en mayo de 2000.
Damasco considera a Hizbolá símbolo de la resistencia a la ocupación
israelí, pero para Estados Unidos no es más que una organización terrorista.
Una campaña de Washington contra Hizbolá pondría en aprietos a Da-
masco en el ámbito internacional, y encenderían los sentimientos antiesta-
dounidenses en Medio Oriente.
La cuestión de la definición del terrorismo había sido planteada en
1985 por el ex presidente Afez Al Assad, quien gobernó Siria durante 30 años
hasta su muerte en 2000.
Al Assad apeló a la comunidad internacional para “establecer una dis-
tinción” entre terrorismo y “el derecho de un pueblo a resistir la ocupación
extranjera”.
“Para extirpar al terrorismo se necesita una estrategia mundial con ob-
jetivos claramente establecidos”, afirmó el diario Ath Thawra, órgano oficial
del gobernante partido Baas.
El diario reiteró los reclamos de los países árabes para que Washington
no deje de lado el conflicto de Medio Oriente por concentrarse en su campa-
ña de represalias militares.
144 Ajedrez geoestratégico
El costo geopolítico
de la alianza con Washington
MUSHAHID H USSAIN
Corresponsal de IPS en Islamabad.
ría confiar en la gente y explicarle con claridad sus motivos para cooperar con
Estados Unidos”, agregó.
regreso a Pakistán.
El ISI tiene gran experiencia en asuntos de Afganistán, ya que en los
años 80 supervisó las operaciones de inteligencia en ese país contra las tropas
soviéticas de ocupación, en colaboración con la CIA (Agencia Central de In-
teligencia de Estados Unidos) y servicios de Gran Bretaña y Arabia Saudita.
El relevo de dos generales conocidos como “halcones” fue interpretado
en Pakistán como una decisión encaminada a marginar la línea dura del régi-
men, que cuestionaba el respaldo a la campaña internacional contra Afganis-
tán y contra Bin Laden, a quien Estados Unidos acusa de los atentados del 11
de septiembre contra Nueva York y Washington.
Los observadores señalan que el presidente, que fue informado por Es-
tados Unidos del momento en que sería lanzado el ataque, se sirvió con fines
políticos de la tradición del país de periódica remoción de viejos mandos pa-
ra promover a una nueva generación de oficiales de las Fuerzas Armadas.
Dos presidentes militares del pasado, los generales Zia ul Haq y Ayub
Khan, que gobernaron cada uno de ellos durante más de una década, sólo
consolidaron su posición luego de prolongar su permanencia al frente del
ejército.
Musharraf fue designado jefe del ejército el 7 de octubre de 1998 por
Sharif, y debía retirarse del servicio militar activo el mismo día que Estados
Unidos inició los ataques contra Afganistán.
Algunas versiones sugieren que el ejército discute un plan de restable-
cimiento del sistema democrático que reservaría a los militares la última pa-
labra en asuntos clave. La Corte Suprema de Justicia ha facultado al régimen
de facto a continuar en funciones sólo hasta el 12 de octubre de 2002.
El cambio de mandos resuelto alteró el escalafón castrense, al promo-
ver a la cúpula militar a dos nuevos generales y relegar a quienes estaban en
puerta para ocupar esas posiciones. “Se trata de una gran reestructuración de
la base del poder”, advirtió el diario en lengua inglesa The News.
La reestructuración parece en consonancia “con el nuevo papel que los
pakistaníes esperan tener en la coalición internacional contra el terrorismo”,
comentó The News,
El general Ehsanul Haq, que se desempeñaba como comandante del
ejército en la septentrional provincia de Peshawar, vecina a Afganistán, fue
nombrado jefe del ISI.
Las áreas en que Pakistán aceptó colaborar con Estados Unidos com-
prenden las tareas de inteligencia, el uso del espacio aéreo y apoyo logístico.
170 Ajedrez geoestratégico
El general retirado Alí Quli Khan, ex jefe del ejército, advirtió que los
militares no guardan aprecio a Estados Unidos, que en 1998 impuso sancio-
nes a Pakistán por sus pruebas nucleares.
Muchos pakistaníes sostienen que Washington siempre utilizó a este
país en defensa de sus intereses en la región, como ocurrió durante la guerra
contra la ocupación soviética de Afganistán (1979-1989).
Los sermones en las mezquitas se refirieron a las “traiciones” de Esta-
dos Unidos en el pasado, si bien la mayoría de los clérigos que conducían la
oración, sobre todo en Islamabad, aceptaron el pedido del gobierno de evitar
declaraciones que pudieran incitar a la violencia.
“No debemos participar en ningún derramamiento de sangre en Afga-
nistán para calmar a los estadounidenses. Ellos nunca nos ayudaron cuando
los necesitamos y nosotros no tenemos que ayudarlos ahora”, clamó un cléri-
go en una mezquita de la capital.
La huelga y la protesta es una respuesta al presidente Pervez Musharraf,
quien restó importancia al movimiento opuesto al propósito del gobierno de
alinearse con Estados Unidos para combatir el terrorismo.
El mensaje de Musharraf por la cadena nacional de radio y televisión
fue claro. Pakistán respaldará a Estados Unidos, en nombre de sus intereses es-
tratégicos, diplomáticos y económicos.
El discurso provocó la protesta callejera de quienes se oponen a Esta-
dos Unidos y simpatizan con Afganistán. Washington exigió al Talibán, grupo
fundamentalista que gobierna la mayor parte de Afganistán, que expulse de su
territorio al extremista saudita Osama Bin Laden.
El Gran Consejo Islámico de Afganistán, una asamblea de clérigos,
aconsejó al gobierno de los talibanes que solicite a Bin Laden el abandono vo-
luntario del país. Pero Estados Unidos declaró insuficiente ese paso y conti-
núa sus preparativos de guerra.
“El pueblo debe mostrarle su fuerza al gobierno. Debe participar en la
huelga y decirle a Islamabad que no quiere que Pakistán apoye ningún ataque
contra Afganistán”, dijo Maulana Samiul Haq, dirigente del derechista parti-
do Jamiat Ulema Islam, cercano a Talibán y miembro del Consejo para la De-
fensa de Afganistán y Pakistán.
El Consejo, integrado por 25 partidos religiosos y grupos de comba-
tientes islámicos, solicitó al gobierno que rechace todas las exigencias de Esta-
dos Unidos, que incluyen el intercambio de información, el uso de espacio aé-
reo y el respaldo logístico de Pakistán
“Ceder a las demandas de Estados Unidos causará una agitación a gran
escala contra el gobierno y también puede desatar una guerra civil. Apoyar a
Estados Unidos en guerra 173
Rogoff dijo que el ataque terrorista del día 11 está “teniendo un efecto
negativo en la actividad en muchas regiones del planeta”, pero “es prematuro
intentar cuantificar su efecto” en la economía de Estados Unidos y del resto
del mundo.
Los técnicos del FMI desestiman el temor de que los atentados, que
causaron la muerte a más de 6.800 personas, mantengan deprimida la econo-
mía mundial durante varios años.
En lo inmediato, los bancos centrales actuaron velozmente para soste-
ner los sistemas de pago, evitando una catastrófica pérdida de confianza de los
mercados financieros.
La Reserva Federal (Banco Central) estadounidense bajó 0,5 puntos la
tasa de interés anual interbancaria, que se sitúa ahora en tres por ciento, y su
ejemplo fue seguido por otros bancos centrales del mundo.
La sacudida del 11 de septiembre fue grave para las finanzas. El índice
industrial Dow Jones cayó 14 por ciento en cinco días, lo cual representa una
pérdida de 1,4 billones de dólares para los inversores. Los ataques determina-
ron el despido de 100.000 personas de las industrias aérea y aeroespacial de
Estados Unidos. Los países cuyo presupuesto dependen del turismo verán
desmoronarse sus ingresos.
Sin embargo, “aún hay razones para el optimismo a largo plazo. Todo
depende de que logremos impedir el comienzo de un ciclo negativo en el ám-
bito doméstico y global. Esa es la gran tarea y la gran incógnita”, señaló Gene
Sperling, que fue consejero económico del presidente Bill Clinton (1993-ene-
ro 2001).
El FMI redujo su previsión de crecimiento económico mundial para es-
te año de 3,2 por ciento, la tasa que había calculado en abril, a 2,6 por ciento,
frente al resultado de 4,8 por ciento en el 2000.
El pronóstico para el mundo en desarrollo es de un aumento este año
de 4,3 por ciento, ante 5,8 por ciento el año pasado.
En cuanto a la expansión de América Latina, caerá de 4,2 por ciento en
2000 a 1,7 por ciento este año, debido fundamentalmente a la crisis financie-
ra de Argentina y a la crisis energética y política de Brasil.
Antes de los ataques contra Nueva York y Washington, los economistas
creían que la recuperación de Estados Unidos se produciría para Navidad.
Ahora, “el primer cuatrimestre del año próximo puede ser el punto de infle-
xión”, dijo Sperling.
Estados Unidos en guerra 191
Estados Unidos deberá cesar los bombardeos si no desea causar protestas so-
ciales que desestabilicen a gobiernos musulmanes aliados.
Esa advertencia fue formulada por el presidente de Egipto, Hosni Mu-
barak, y el de Pakistán, Pervez Musharraf, entre otros.
Además, la caída de bombas sobre zonas residenciales y depósitos de la
Cruz Roja en Afganistán hace que Estados Unidos pierda una batalla moral
ante la comunidad internacional, pese a sus desmentidos y las disculpas.
Organizaciones no gubernamentales humanitarias han criticado con
severidad esos hechos. Human Rights Watch (HRW), con sede en Estados
Unidos, informó que por lo menos 23 civiles, en su mayoría niños y niñas de
poca edad, murieron debido a bombas estadounidenses en la aldea de Thori,
cercana a una base militar del Talibán.
Amnistía Internacional, con sede en Gran Bretaña, pidió a Washington
que deje de arrojar sobre territorio afgano bombas de dispersión, que causan
heridas y mutilaciones a civiles.
Las terribles imágenes de la destrucción de las Torre Gemelas de Nueva
York, donde murieron unas 5.000 personas el 11 de septiembre, son reempla-
zadas en los medios de comunicación por las de aldeas devastadas y familias
destrozadas en Afganistán.
La difusión de esas imágenes hace cada vez más difícil para Washington
persuadir a los musulmanes del mundo de que la guerra en curso no es con-
tra el Islam, sino contra un pequeño grupo de terroristas.
Ya está claro que esta campaña militar no será como las de Panamá, Iraq
y Kosovo, que en los últimos 12 años ayudaron a Estados Unidos a olvidar la
humillación padecida en Vietnam (1960-1975).
El amargo recuerdo de Vietnam aún no se impone con toda su fuerza
en la opinión pública, pero esta guerra lo evoca en algunos aspectos.
Como Vietnam, Afganistán es sobre todo un país agrario, muy pobre y
descentralizado, todo lo contrario a un “escenario rico en objetivos”, según la
jerga del Pentágono (Ministerio de Defensa).
Aún hay grandes diferencias, porque Washington evita cuanto puede
estacionar tropas en Afganistán, y no ha empleado todo su poderío aéreo.
Sin embargo, políticos estadounidenses de extrema derecha lamentan
que la situación es igual a la de Vietnam en el sentido de que la acción militar
es acotada por la estrategia política, que procura ante todo articular una am-
plia coalición capaz de asegurar la estabilidad futura de Afganistán.
Eso impide que las fuerzas armadas aniquilen al ejército talibán para
permitir que la Alianza del Norte, representante de minorías étnicas tajikas,
Estados Unidos en guerra 193