Babylon
Babylon
Babylon
Damien Chazelle cuenta una historia que ya se ha contado antes, que se alarga tres fatigosas horas
y que desborda mal gusto y vulgaridad.
MADRID
18/01/2023 21:08
BEGOÑA PIÑA@BEGONAPINA
La gran, con perdón, cagada de un elefante es la presentación de Babylon, la nueva película de Damien
Chazelle, un desatino mayúsculo que, al menos, arranca con la honestidad de esta clarísima y
"desbordante" declaración de intenciones. Todo lo que van a ver a continuación, en las ¡tres horas y nueve
minutos restantes! es sucio, desagradable, soez, vulgar y simple. Una ordinariez para envolver una historia
aburrida, que hemos visto muchas veces antes en otras películas (algunas sí, verdaderamente grandes) y
Damien Chazelle, el director y guionista que arrasó con La ciudad de las estrellas (La la land), se ha
hinchado tanto de sí mismo que ha explotado. En su nueva película, Babylon, ha echado el resto para
demostrar que es el gran visionario de la nueva época del cine y se ha estrellado. El fracaso en la taquilla
en su primer fin de semana nada más que 3,5 millones, cuando se preveía que hiciera una taquilla de unos
15, cifra que no alcanzó tampoco sumando sus segunda y tercera semanas.
Cierto que algunas críticas han defendido con uñas y dientes la película, pero cierto también que otras la
han despedazado sin piedad. Sin término medio, como la propia película. Un reparto encabezado
por Margot Robbie, Brad Pitt y Diego Calva es uno de sus principales atractivos. Otro es la promesa de
una historia sobre el nacimiento de Los Ángeles, de Hollywood y la industria del cine.
Sin embargo, este es un relato conocido, contado sobradamente en el cine, y que, lo peor de todo, repite sin
pudor el argumento de algunos trabajos anteriores. Un actor, la gran estrella del cine mudo; una chica que
sueña con convertirse en la actriz adorada de Hollywood, un recién llegado que se abre paso en el nuevo
mundo y triunfa, la llegada del sonoro, la caída en el olvido de los nombres más populares del cine.
En la intención de Chazelle está desbordar al espectador de amor por el cine como la sublime expresión
de la cultura popular, pero también la de retratar aquellos inicios en los años veinte como "una época de
degeneración y depravación desatadas", en sus propias palabras. Lo mejor y lo peor de Hollywood. Se
queda en lo peor.
Sobrepasar límites
15 años de investigación, decenas de clásicos del cine (copias en 35 mm) visionados con los productores
para inspirarse, cientos de extras, una banda sonora trabajadísima obra de Justin Hurwitz, unos decorados
espectaculares y un objetivo: sobrepasar todos los límites. Este último, sin duda, lo consigue. Damien
Chazelle rebasa con éxito la frontera del buen gusto. Y lo hace desde el arranque de la película.
Una gran fiesta, larguísima, sirve de presentación de los personajes. Un poderoso productor de
Hollywood, Don Wallach, (interpretado por el actor Jeff Garlin), que en esta ficción se parece
sospechosamente a Harvey Weinstein, celebra una exuberante bacanal en su mansión en medio del
desierto. Sexo, sexo, sexo y montaña de cocaína, alcohol y demencia repartidos por todas las estancias de
ese enorme edificio durante un fin de semana, mientras una banda de músicos negros tocan sin cesar y sin
Por ahí pasan Jack Conrad (Brad Pitt), el actor más famoso del mundo, como lo fueran en su tiempo
Valentino o Fairbanks, y la columnista de prensa rosa Elinor St. John (Jean Smart), creada a partir de
referentes como la escritora Elinor Glyn, la reportera Adela Rogers St. Johns, Louella Parsons, Hedda
Hasta allí llega la aventurera Nellie LaRoy (Margot Robbie) en busca de su gran oportunidad en el cine. Y
allí, se encuentra con Manny Torres (Diego Calva), inspirado también en personajes reales. "Uno de ellos
fue René Cardona, un inmigrante cubano en el Hollywood de los años 20 que fue ascendiendo hasta
convertirse en el ejecutivo de estudio más joven de la ciudad, y más tarde se convirtió en uno de los
personajes importantes de la Edad de Oro del cine mexicano", especifica Chazelle en las notas de
producción.
Declaración de soberbia
En esa fiesta empieza esta aventura de reinterpretación del nacimiento de Hollywood y en ella el director se
autorretrata obscenamente y, para quien no lo haya pillado, lo repite y subraya en sus declaraciones sobre
la película. "Desde el principio, sentí que teníamos que tratar de empezar la película con una secuencia de
fiesta gigante que dejara en mantillas a todas las otras secuencias de fiesta. En la historia del cine ha
habido algunas secuencias de grandes fiestas, así que teníamos que escapar de las sombras de figuras
gigantescas".
Tal vez, Chazelle pensó que podría superar la fiesta que rodó Fellini en La dolce vita o mucho más
recientemente la que celebró Sorrentino en La grande bellezza o la hilarante y fantástica de El guateque,
"Quería poner bajo el microscopio los inicios de una forma de arte y de una industria, justo en el momento
en que ambas estaban aún buscando el punto de equilibrio. Y, en un nivel más profundo, me gustaba la
idea de observar una sociedad en proceso de cambio", explica el director en las notas de producción, donde
aclara que la transición al cine sonoro acabó con la carrera de muchas personas y que aquel momento tuvo
Babylon ha quedado abducida por ese lado oscuro y sucio de esta "historia de ambición desmedida y