¡Chile Despertó! Una Investigación-Acción en Formación Ciudadana de Futuros Docentes Durante El Estallido Social
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Transformando las representaciones sociales de la participación ciudadana mediante la acción sobre problemas sociales de la comunidad. Una investigación-acción
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Juan José Salinas Valdésa, Jordi Castellví Matab & Pablo Camus Galleguillosc
a
Universidad de Antofagasta, Antofagasta, Chile. [email protected]
[orcid.org/0000-0003-3999-6231]
b
Universidad Internacional de La Rioja, Logroño, España. [email protected]
[orcid.org/0000-0002-6487-5477]
c
Universidad de Antofagasta, Antofagasta, Chile. [email protected]
[orcid.org/0000-0001-6463-3892]
RESUMEN
ABSTRACT
The current paper shows the results obtained in an action research related to an educational
intervention named ‘Módulo Cabildo Ciudadano’ (Module Citizen Council), aimed to strengthen
*
Investigación financiada por el proyecto El patrimonio, los problemas socialmente relevantes y la interculturalidad
como herramientas didácticas para la FID, DE-766/2019, VRA, Universidad de Antofagasta.
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INTRODUCCIÓN
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impuestas por uno de los legados de la dictadura de Pinochet al país: el sistema económico
neoliberal. En palabras del historiador Gabriel Salazar (2020), se trató del: “…más grande
y temible reventón social de toda la historia de Chile” (p.13). Uno de los primeros slogans
gritado por los manifestantes fue ¡No son 30 pesos, son 30 años!, pues, si bien todo comenzó
con protestas espontáneas contra el alza de 30 pesos en el pasaje del Metro de Santiago –
las cuales tuvieron un antecedente en los días previos con las evasiones masivas llevadas
adelante por estudiantes secundarios–, en realidad sus motivos eran mucho más profundos:
la ciudadanía protestaba en masa contra los efectos de las políticas económicas neoliberales
en su calidad de vida; ¡Chile despertó! Clamaron las y los chilenos desde redes sociales,
ventanas, calles y plazas. A raíz de la represión, a mediados de marzo de 2020 los heridos
y detenidos se contaban en miles, con cientos de denuncias de tortura, apremios ilegítimos
y abusos sexuales (Instituto Nacional de Derechos Humanos, 2020), así como siete muertos.
Es posible identificar dos motivos centrales del estallido, ambos estrechamente
relacionados entre sí. Primero, un sistema neoliberal que favorece el desinterés del Estado
por garantizar los derechos sociales de la población, lo cual ha provocado elevados índices
de desigualdad social y endeudamiento (Repetto, 2016), esto último incluso para satisfacer
las necesidades más básicas, en lo que Aniñir & Candina (2020) han definido como una
violencia estructural del sistema. Segundo, a un sistema político, derivado de la constitución
pinochetista de 1980, basado en una democracia restringida y tutelada (Grez, 2019). Ambos
constituyen problemas históricos de arrastre (Salazar, 2020) que han tenido un papel central
en dificultar el logro de los anhelos, tanto individuales como colectivos, de chilenas y chilenos.
La Constitución de 1980 establece el principio de subsidiaridad según el cual el Estado
se restringe de participar en las actividades económicas, lo que en la práctica le ha llevado a
desentenderse de asegurar el ejercicio de los derechos económicos, sociales y culturales de los
ciudadanos, todo ello, pese a la ratificación en 1972 del pacto internacional respecto a ellos.
Esto supone una profunda segregación de la población chilena según su capacidad de pago,
por ejemplo, en las áreas de educación y salud. Esto conlleva un problema importante para la
cohesión social, pues no solo implica la precarización de la calidad de vida de los grupos más
vulnerables y los sectores medios, sino que también conduce a la guetificación social y espacial
de una microminoría de clase alta (Morán, 2019). Al respecto, Heiss (2020) plantea que el 18 de
octubre la ciudadanía chilena salió a las calles para protestar cansada de “(…) vivir con salarios
de tercer mundo y con un costo de vida de país desarrollado; que el Estado abandone a su
suerte a ancianos, enfermos y niños vulnerables; que una buena educación y una buena salud
sean productos de lujo que solamente algunos pueden pagar” (p. 100).
La incapacidad del sistema político chileno para dar respuesta a las demandas sociales
de la ciudadanía tiene su base fundamental en la Constitución de 1980, la cual fue elaborada
y plebiscitada por la dictadura militar –en un proceso plagado de irregularidades– para
perpetuar una concepción de la sociedad y de la economía de corte autoritario y neoliberal
(Bassa, 2020). Para ello, sus creadores incorporaron una serie de elementos que garantizan
la posibilidad de veto, por parte de la minoría de derecha, de cualquier reforma al sistema.
Entre tales componentes se incluyeron: senadores designados –entre ellos luego estaría el
mismo Pinochet–; quórums sumamente elevados para modificar la carta fundamental; un
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sistema de elección binominal para impedir la entrada a cargos políticos de personas ajenas
a las dos grandes coaliciones, ambas interesadas en mantener el neoliberalismo; el Consejo
de Seguridad Nacional (COSENA), que posicionó a las fuerzas armadas como guardianes del
sistema; y un Tribunal Constitucional (TC), con una buena parte de sus integrantes nombrados
desde instancias de poder cooptadas por los partidos políticos tradicionales, por lo que en la
práctica constituye una tercera Cámara no elegida democráticamente y con el poder de frenar
el desarrollo legislativo de la agenda política pública (Bassa, 2020). Las diversas reformas a
la Constitución de 1980 –siendo las principales las de 1989 y 2005– no han sido capaces de
darle legitimidad frente a la ciudadanía, ni han sido lo suficientemente profundas como para
permitirle canalizar las demandas de los chilenos.
El estallido social supuso un quiebre con la denominada ‘subjetividad neoliberal’, esto
es, con la forma de pensar la sociedad según los principios de dicha ideología: individualismo,
exaltación de los logros materiales, rechazo a lo comunitario, etc. (Flores & García, 2011;
Morán, 2019). La masividad y extensión de las protestas, que en algunas jornadas superaron
el millón de personas solo en la capital, permitieron al imaginario colectivo tomar conciencia
de que buena parte de los problemas, que se creían individuales, en realidad son colectivos,
y fruto de un sistema económico y político concreto. De esta forma, no resulta extraño el
nutrido respaldo ciudadano al desarrollo de una nueva constitución para el país en múltiples
encuestas (Activa Research, 2019; CADEM, 2020), mientras que la sociedad parece haber
entrado en un proceso de politización no visto desde el fin de la dictadura.
Desde el jueves 24 de octubre de 2019 la población autoorganizó ‘cabildos ciudadanos’ a lo
largo de Chile, asambleas públicas para tratar la situación del país en el estallido, los motivos de este,
el modelo político-económico imperante; y las características de una posible nueva constitución
(Fuentes, 2019), constituyéndose, de esta forma, en instancias espontáneas de formación social
y política para la ciudadanía. Tal tipo de autoorganización comunitaria tiene antecedentes en las
asambleas ciudadanas y cabildos territoriales organizados por la población para enfrentar diversas
medidas neoliberales –tales como alzas en insumos básicos o privatización de carreteras– durante
el periodo 2010-2013, y en los llamados ‘cabildos locales’, organizados por el segundo gobierno
de Michelle Bachelet en el contexto de su fallido intento por cambiar la constitución.
El desafío de desarrollar una nueva constitución dotada de legitimidad implica, como
condición sine qua non, la necesidad de una amplia participación ciudadana, tanto en
su aprobación como en el proceso de su elaboración, lo cual supone no solo rebasar los
límites impuestos por el ‘Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución’1 a la soberanía
constituyente popular, sino también con la necesidad de que la ciudadanía se reeduque a
sí misma para asumir la tarea de crear una nueva carta fundamental (Heiss, 2020). En este
sentido, Bassa (2020) sostiene que el éxito del proceso constituyente depende directamente
de la participación popular, mientras que Salazar (2020) agrega que para lograr el pleno
ejercicio de la soberanía constituyente: “La ciudadanía debe, pues, con urgencia, reeducarse
a sí misma. El futuro de todos depende de esa auto-educación” (p.53). Nuestra disposición
a contribuir a dicha tarea dio origen a la propuesta didáctica presentada en estas páginas.
1
Acuerdo alcanzado la madrugada del 15 de noviembre de 2019 por un amplio espectro de partidos políticos,
pero sin participación ciudadana.
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La Educación Ciudadana posee una importancia cada vez mayor en los sistemas
educativos actuales, lo cual tiene su origen en la demanda de las sociedades por mayor
participación en los asuntos públicos y en la necesidad de enfrentar los graves problemas
sociales y ecológicos que, a diversas escalas, amenazan a la humanidad. En cuanto a la
Educación Superior, resulta necesario prestar una especial atención a la Formación Inicial
Docente (FID), debido al rol clave para la sociedad que cumple el profesorado en la tarea de
educar ciudadanos. En este sentido, OREALC y UNESCO (2017) resaltan una serie de fortalezas
de esta área en las universidades latinoamericanas, tales como su extendida presencia y una
amplia adscripción a los principios democráticos, no obstante, advierten del predominio del
enfoque teórico-expositivo al concretarla en las aulas y a su posición marginal en las áreas
curriculares.
Las y los docentes reflejan en sus prácticas educativas sus ideas personales, sus
nociones sobre la ciudadanía y la democracia, y sus visiones respecto a los objetivos de
la educación (Thornton, 1991). En este sentido, las experiencias vivenciadas durante su
etapa como estudiantes contribuyen ampliamente a construir tales ideas y, por tanto,
inciden en la forma en como luego concretan su propio quehacer pedagógico. De esta
forma, Reyes, Campos, Osandón y Muñoz, (2013) nos plantean, en un estudio empírico
realizado con docentes chilenos de segundo ciclo de educación básica, que al planificar
sus clases en ciudadanía estos consideran más sus propias experiencias ciudadanas que
la formación teórica recibida en la universidad. Por ello, para formar a futuros formadores
de ciudadanos y ciudadanas resulta necesario articular sus aprendizajes a partir de
situaciones que impliquen el ejercicio real y profundo de la democracia, entendiendo
que no es posible contribuir al desarrollo de la ciudadanía de otros sin antes haber
desarrollado la propia.
Los enfoques que adopta la Educación Ciudadana en la actualidad son variados
y, a menudo, se combinan en la construcción de los currículums oficiales. Una de las
perspectivas predominantes tiene el objetivo de formar ciudadanos responsables
(Westheimer & Kahne, 2004) y está vinculada a la educación moral y cívica. Este enfoque
suele ir acompañado de la promoción de símbolos e instituciones nacionales y de la
cultura predominante, para desarrollar sentimientos e identidades patrióticas. También
son comunes los enfoques que dan preeminencia a la educación financiera, a la creatividad,
al emprendimiento y al desarrollo personal individual, para formar ciudadanos que vivan
en contextos económicos que tienden a la desregularización, al individualismo y a la
competitividad. Otros enfoques se plantean, desde los procesos educativos formales, el
objetivo de educar a una ciudadanía participativa, que conozca la importancia de las
instituciones democráticas y que esté dispuesta a defenderla (Kennedy, 2019), estos son
comúnmente denominados como “Educación para la Ciudadanía” (Benjumea, Gutiérrez,
Jaramillo, Mesa & Pimienta, 2011). Finalmente, encontramos los enfoques relativos a la
Pedagogía Crítica, interesados en el aprendizaje de la ciudadanía a lo largo de la vida y en
diferentes contextos, y que usualmente son etiquetados bajo el concepto de “Formación
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(…) la total imposibilidad de ser neutrales frente al mundo, al futuro… nos plantea
necesariamente el derecho y el deber de tomar una posición como educadores… –respetando
el derecho que los educandos tienen de optar y aprender a optar, para lo cual necesitan
libertad–… y jamás intentar imponerles nuestras opciones, subrepticiamente o no (p. 78).
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METODOLOGÍA
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limitaciones al bienestar social colectivo impuestas por el modelo neoliberal, lo cual fue
asociado a un ejercicio maximalista y comunitarista de la participación ciudadana. Por otro
lado, respecto a los derechos humanos, hubo una tendencia mayoritaria a asociarlos con las
graves imágenes de violencia policial que, en aquellos días, y a través de las redes sociales,
impactaban a la audiencia nacional e internacional, mientras que fueron escasamente
relacionados con otros derechos de orden político, económico, social y cultural.
Los cabildos ciudadanos que durante el estallido fueron organizados espontáneamente
por la ciudadanía a lo largo de todo Chile tuvieron un carácter público y abierto. Por ello, las
clases del módulo, excepto la primera y la última, fueron desarrolladas en espacios abiertos de
la universidad, tanto en la llamada ‘Plaza de la Reforma’, centro cívico de la casa de estudios,
como en el sector de ‘Los Pastos’, uno de los pocos lugares con césped y árboles en aquel
desértico paisaje. Por el mismo motivo, se utilizó un parlante portátil con dos micrófonos
inalámbricos con el objetivo de que las discusiones fuesen no solo audibles por el grupo
curso, sino también, eventualmente, por todo miembro de la comunidad universitaria.
Etapa 1. En la primera y la segunda clase se buscó fortalecer el conjunto de competencias
explicitadas en la Tabla 2 para esta fase. Para ello, se conformaron grupos de cuatro a cinco
jóvenes, quienes, previa discusión interna, eligieron uno de los cuatro ejes introductorios: 1)
Antecedentes del estallido social, 2) ¿Cómo se ha producido? Características, 3) Violaciones a los
DDHH, y 4) Proceso constituyente. Estos fueron profundizados mediante la ‘Guía 1: El derecho
a pensar distinto’ y el uso de una serie de códigos QR con información escrita y audiovisual
que, en todo caso, fue posible complementar libremente utilizando los teléfonos móviles.
Ambas clases finalizaron con discusiones a nivel de curso respecto a los temas tratados. Todas
las guías y códigos QR utilizados en el MCC pueden ser consultados en la Fig. 1.
Etapa 2. En la tercera clase se buscó sobre todo fortalecer habilidades y valores de
orden comunicativo, mediante el contraste crítico del tratamiento que dos medios de
comunicación (uno de carácter internacional y otro propiedad de un conocido empresario
chileno) hicieron de un mismo tema candente que por esos días copaba las portadas: el
sabotaje por parte del alumnado de Enseñanza Media (secundaria) de la Prueba de Selección
Universitaria (PSU), denunciada por estos como un elemento que contribuye a la reproducción
de las desigualdades sociales del país. Reunidos en grupos, la problemática fue analizada a
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partir de la ‘Guía 2: Nosotros frente a los medios’ y códigos QR con noticias en formato
audiovisual, para luego discutir las respuestas en asamblea. Tal actividad estuvo orientada al
desarrollo de habilidades críticas para la búsqueda, selección y análisis de la información. En
este sentido, y a modo de ejemplo, en una de las guías del alumnado se puede leer:
Cada línea editorial tiene su propia ideología establecida, las cuales se enfocan en
ciertos parámetros que se deben regir para informar los hechos noticiosos y así lograr
causar indirectamente en la audiencia cierta postura ante el suceso ocurrido, esto si lo
relacionamos con el tema PSU, veremos que existen diferentes enfoques relacionado con
el mismo hecho (Grupo IV).
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El diseño original del módulo contempló una séptima clase con presentaciones grupales
finales con las propuestas constitucionales del alumnado. Sin embargo, y por los motivos
ya señalados, tales presentaciones debieron ser realizadas de forma telemática, mediante
videos subidos a una página de Facebook diseñada para tal fin. En ellos, todos los grupos
se mostraron proclives a una nueva constitución, en detrimento de modificar la actual, y
sus propuestas para esta apuntaron especialmente a fortalecer la función social del Estado,
y así garantizar el ejercicio de los derechos económicos, sociales y culturales por parte de
la ciudadanía. Asimismo, plantearon la importancia de que una nueva carta fundamental
establezca el uso prioritario al servicio de la vida humana de los recursos naturales y bienes
de uso público, así como la necesidad de reconocer constitucionalmente a los pueblos
originarios de Chile.
Las notas de campo efectuadas apuntan a una fuerte motivación de los partícipes respecto
a los temas abordados, de los cuales poseían abundante información previa y, cuando esta les
parecía incompleta, recurrían a sus dispositivos móviles para indagar más a fondo. También
se expresaron continuamente en las diversas discusiones y cumplieron con entusiasmo y a
cabalidad las tareas encomendadas. Por otro lado, se mostraron entusiasmados con salir del
aula, aunque en ocasiones fue difícil lidiar con el sol (en la plaza) y con los insectos (en el
césped). No obstante, ello abrió la posibilidad de que espontáneamente se integrasen como
observadores alumnos de otras carreras, lo cual efectivamente sucedió.
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Aprendizajes Referencias
Sobre la Constitución chilena de 1980 22,8%
Sobre los motivos y características del estallido social y el proceso constituyente 17,54%
Desarrollo de una forma de pensar más crítica y abierta 14,03%
Habilidades y valores ligados a la comunicación 14,03%
Sobre constituciones de otros países y sus diferencias con la de Chile 12,28%
Desarrollo de la empatía social 5,26%
Sobre la política y su influencia en la sociedad 5,26%
Sobre las características de la formación ciudadana y su importancia para la democracia 3,5%
Otros 5,26%
Entre las fortalezas del MCC destacadas por el alumnado se repitieron especialmente
su abordaje de la contingencia que atravesaba el país en esos momentos y su ambiente
abierto, que permitió expresar y debatir las ideas y opiniones libremente, en un ambiente
no amenazante y de respeto por el derecho a pensar distinto. Dichas valoraciones fueron
constantes en la información recabada. A continuación, algunos ejemplos.
En el grupo de discusión:
Daniel2: Lo que estaba pasando en el país era como la parte práctica de la asignatura,
estaba todo conectado. Lo que pasábamos en clase, salíamos de ella y lo veíamos ahí,
in situ. Eso, al menos a mí, me marcó. Nosotros como alumnos no estábamos pensando
mucho en matemáticas o en lenguaje, sino básicamente en lo que estaba pasando en ese
momento en el país.
Gabriela: Creo que esto nos ayudó a entender que estaba pasando acá, tal vez no
muchos teníamos la idea, así «al pan, pan, y al vino, vino» [sin rodeos], de lo que estaba
pasando, de todas las injusticias que hay. Y esto, al menos a mí, me ayudó a abrir los
ojos, a entender varias cosas.
En cuestionarios:
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En entrevistas:
Las actividades realizadas fueron situadas frecuentemente entre las fortalezas del módulo,
siendo calificadas como entretenidas, activas, participativas y capaces de lograr aprendizajes
significativos. En este sentido, los jóvenes destacaron que fuesen realizadas grupalmente y fuera
del aula, esto último, según señalaron, sería un elemento poco habitual en su formación. De las
actividades realizadas en espacios públicos, fue especialmente valorada la oportunidad de discutir
la realidad social y política desde una perspectiva calificada por algunos como ‘realista’, es decir,
abierta a la participación (tal como sucedía en los cabildos que se realizaban a lo largo del país), en
este caso, de otros estudiantes. Al respecto, un partícipe del grupo de discusión señaló:
Dentro de las actividades realizadas, la que yo más tengo grabada fue en los
pastos con los parlantes... tu opinión no solo era escuchada por tus compañeros de
curso, que nos escuchamos todos los días, sino que por todo el que estuviese cerca.
Todavía recuerdo que había unos compañeros de educación física que estaban muy
atentos a lo que estábamos hablando (…) (Daniel).
(…) lo bueno fue hablarlo [la contingencia], porque en mi casa esas cosas no se
tocan, porque se producen polémicas y peleas. Poder hablarlo y entender cosas fue, al
menos para mí, un alivio, porque para mí era un tabú, había muchas cosas de las cuales
yo no entendía nada… ayudó mucho escuchar a los compañeros (Gabriela).
En cuanto a las debilidades del MCC, la mayoría de los jóvenes señaló no encontrarlas.
Sin embargo, algunos se refirieron a las limitaciones impuestas por el contexto de crisis en que
fue realizado y que, finalmente, obligaron a efectuar su última clase de forma online, situación
que habría restringido las posibilidades de expresar adecuadamente sus ideas y propuestas en
un debate final, actividad respecto a la cual mantuvieron elevadas expectativas que no fueron
cumplidas. Por otro lado, también se planteó la dificultad que supone, para realizar actividades
de este tipo, la falta de sombra y comodidad en los espacios públicos abiertos de la universidad.
Los veintidós partícipes del MCC consideraron que este fue un aporte a su formación
inicial docente, apuntando, en buena parte de los casos, a que dicho módulo fue una
experiencia didáctica que les sirve como un ejemplo que podrán considerar situadamente en
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su futura labor como profesores y profesoras de primaria. Asimismo, fue destacado en este
ítem el desarrollo de valores y habilidades de orden comunicativo, incluyendo una mayor
apertura a otras ideas. Por otro lado, algunos jóvenes indicaron que el MCC incidió en su
forma de ver el aprendizaje y en los fines que asignan a la educación. Sobre estos puntos, se
exponen algunas ideas expresadas en los cuestionarios:
Estas actividades las puedo realizar con mis futuros alumnos, ya que es necesario
crear una sociedad activa, que puedan lograr un mejor vivir, que tengan conocimiento de
lo que pasa en su entorno y lo que puede pasar en un futuro, crear en los alumnos un
pensamiento crítico y formarlos para que puedan participar en la sociedad, por esto mismo,
para lograr todo esto en mis alumnos, tengo que lograrlo yo principalmente. (Valeria).
Los profesores solemos enseñar como nos enseñaron en la universidad o replicamos
la forma en la que hemos aprendido... [me] fue grata esta experiencia didáctica, debido a
que somos quienes deben formar a las futuras generaciones (…) (Patricia).
Los jóvenes también plantearon propuestas de mejora para una nueva edición del MCC,
entre ellas se cuentan: 1) realizar debates finales, tanto sobre el estallido social como del proceso
constituyente; 2) incluir franjas y entrevistas a la ciudadanía en el desarrollo de material audiovisual;
3) hacer llamados abiertos a la comunidad universitaria a participar en las actividades; y 4) trabajar
conjuntamente con otros niveles de la misma carrera de PEB y/u otras carreras de la universidad,
bajo una lógica interdisciplinar. Respecto a esta última propuesta, el alumnado destacó la ventaja
que supondría poner en diálogo una gama más amplia de perspectivas individuales y de lo que
denominaron ‘la ideología de cada curso y/o carrera’, es decir, el conjunto de ideas políticas
predominantes en cada uno de estos. Al respecto, en la discusión grupal se propuso:
Gabriela: (…) para la próxima se podría invitar a más gente para ver si piensan
como nosotros o distinto, independiente de que carrera sean. Incluso puede ser que
nuestra carrera tiene una ideología y ellos otra, y ni siquiera nos estemos dando cuenta.
Que hayan escuchado fue bueno, pero me hubiera gustado saber que pensaban de lo
que estábamos diciendo.
Daniel: Sería una instancia genial para debatir distintos puntos de vista. Creo
que si todas las asignaturas se encaminaran así sacaríamos mejores conclusiones,
saldríamos más tolerantes y todos con una mirada mucho más crítica.
Resulta relevante analizar un caso que escapó a la norma respecto al entusiasmo del
alumnado con tratar el estallido social en clases. Se trata de Bárbara, quien planteó que, si bien
valora positivamente el MCC, discutir sobre tal tema le produjo en ocasiones una sensación
de hastío, producto de que este copaba continuamente tanto los medios de comunicación
como sus espacios sociales. Al respecto, en su entrevista señaló:
En ese entonces estaba chatísima [cansada] con el tema del estallido social. No
quería escuchar nada más al respecto, porque estaba en la U y era estallido social, salía
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de la U y era estallido social. Iba para todas partes y era estallido social… entonces
sentía que era demasiado. Pero siento que es algo personal, no que el estallido sea
irrelevante (…).
Dicha joven, no obstante, precisó su acuerdo con tratar temas de actualidad social y
política como herramienta didáctica para formar en ciudadanía, sobre lo cual indicó:
Yo creo que está bien, creo que puede ayudar a las personas a abrir su forma de
mirar las cosas… cuando discutes con otra persona esta te hace ver que las cosas no
son exactamente como tú pensabas o tal vez te hace cuestionar la forma en que miras
las cosas. Entonces, creo que es súper importante discutir, sobre todo si son temas
relevantes en la vida cotidiana de las personas.
Finalmente, se debe señalar que el análisis por tablas cruzadas de las frecuencias
descriptivas, correspondientes a los datos sociodemográficos y las preguntas cerradas del
cuestionario aplicado, no arrojó resultados significativos.
A partir de los resultados, es posible sostener que tratar el estallido social y el proceso
constituyente fue una estrategia didáctica útil para el desarrollo de las competencias
ciudadanas del alumnado partícipe, lo cual se condice con posiciones teóricas que apuntan
al potencial de los temas candentes y de interés público en la formación de ciudadanos
(Magendzo, 2016; Santisteban, 2019) y con el resultado de diversas estudios empíricos
realizados tanto en el ámbito de la educación superior (Salinas, 2019, 2020) como en
secundaria (Salazar, Orellana & Arias, 2019; Salinas & Oller, 2017, 2020). Al igual que en las
investigaciones mencionadas, el alumnado demostró poseer conocimientos previos respecto
a los asuntos tratados, lo que facilitó su uso con fines educativos.
El MCC supuso el debate de asuntos de interés social en espacios públicos y abiertos
de la universidad, en un ambiente de tolerancia y respeto por las diversas ideas, lo cual
contribuyó al desarrollo de conocimientos, habilidades y valores ligados a la comunicación,
a la participación política y a la comprensión de la propia realidad social. Esto coincide
con el planteamiento de Zambrano (2018) quien señala que el estudiante universitario
puede desarrollar competencias ciudadanas cuando: “(…) puede manifestar sus emociones,
reflexionar sobre sus experiencias vividas, expresar sus puntos de vistas, desarrollar la
habilidad comunicativa de la asertividad (…) poner en prácticas [sic] los conocimientos,
valores y acciones ciudadanas en el aula” (p. 80).
El alumnado valoró de forma importante la posibilidad de tratar asuntos sociales y
políticos de interés público, manifestando en múltiples ocasiones la falta de espacios para
tratar dichos temas en el seno familiar. Esto genera preocupación pues, tal como señalan
Aguado, Ballesteros, Mata & Sánchez, (2013): “La familia juega un papel fundamental en el
aprendizaje de la práctica ciudadana (…)” (p. 40), y pone de relieve la importancia de abordar
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CONCLUSIONES
Los resultados apuntan a un elevado potencial del MCC para el desarrollo de competencias
ciudadanas y el empoderamiento constituyente del alumnado partícipe, quienes ejercitaron
sus capacidades de pensar críticamente, de comunicar de forma informada y respetuosa, de
valorar el derecho de los demás a pensar diferente y de participar activamente en base a un
proyecto político para el fortalecimiento de la democracia. Asimismo, demostraron un fuerte
interés en el proceso constituyente y por participar en él.
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