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(JUAN 4:31-35)
Creo que por todos es conocida la fábula de la gallina y el cerdo. Este cuento dice
que un día estaban la gallina y el cerdo comentando como ayudarían a componer
al mundo. El cerdo opinó que si la gente se alimentara mejor, las cosas
cambiarían. La gallina estuvo totalmente de acuerdo y propuso que se le diera a la
gente con hambre, huevos con tocino. Yo, dijo la gallina, pongo los huevos y tú
pones el tocino. El cerdito dijo: Estoy de acuerdo, menos en lo del tocino, pues al
poner tú los huevos, te involucras, pero si yo pongo el tocino, me comprometo.
Jesús quiere, no sólo gente que se involucra. De esos hay muchos. El Señor quiere
gente que se comprometa con ÉL, aunque en ello tenga que invertir su tiempo, sus
bienes, su dinero, sus dones, sus talentos, en fin, toda su vida.
Todos tenemos compromisos. Ya sea como esposos, padres, hijos, hermanos,
amigos, trabajadores, etc. Pero creo que el mayor compromiso y que debemos
cumplir con prioridad y premura, es el compromiso que tenemos con Cristo.
En nuestro pasaje, nuestro Señor Jesucristo nos ejemplifica cómo se cumple con
el compromiso con Dios. Haremos bien si seguimos al pie de la letra este modelo
por excelencia. Sin duda nos enseñará a efectuar cabalmente nuestro compromiso
con Dios.