Historia Del Derecho Notarial: Docente Karla Patricia Garcia Arita
Historia Del Derecho Notarial: Docente Karla Patricia Garcia Arita
Historia Del Derecho Notarial: Docente Karla Patricia Garcia Arita
1. Introducción
2. Razón de ser del Derecho Notarial y su fundamento sociológico.
3. Historia del Derecho Notarial
4. Regulaciones Notariales.
5. El Notariado en el Derecho Indiano.
6. El Derecho Notarial en Venezuela: Breve reseña histórica.
7. Sistemas de Organización del Notariado.
8. El Notariado Latino.
9. Bibliografía.
INTRODUCCION
Los actos o negocios jurídicos se crean y configuran según las normas del
Derecho material, vale decir Civil o Mercantil, pero han de perfeccionarse
adquiriendo forma, en términos que permitan acreditar su verdad y legalidad,
ambas garantizadas por la fe pública.
Otras veces, en cambio, se trata de fijar meros hechos comprobados con igual
garantía de exactitud. Es decir, un relato sin comportar manifestaciones de
voluntad, recogiendo hechos patentes o evidentes y no negocio jurídico alguno.
Ahora bien, en cualquier caso, tanto para dar forma adecuada al negocio jurídico
como para consignar los hechos, todo ello en un tipo de documento dotado de fe
pública, se hace imprescindible disponer de un sistema normativo que regule
solemnidades y verificaciones, lo cual pertenece a los dominios del Derecho
formal, un Derecho formal extra judicial, de alli el origen del derecho Notarial.
El proceso evolutivo del Notariado es el mismo que el del instrumento público. "En
un principio fue el documento. No hay que olvidarlo. El documento creó al Notario,
aunque hoy el Notario haga el documento", observa el profesor Núñez Lagos.
En todo caso, cualquiera que haya sido la antigüedad del grupo, la perpetuación
de ciertos hechos debió constituir imperiosa necesidad de transmitirlos como dejar
de ellos constancia notoria.
Es en la historia del comportamiento social del hombre donde deben buscarse las
primeras formas de la función notarial. Para buscar elementos históricos de otras
ciencias, ha señalado Fichter, se ha menester del estudio científico del
comportamiento humano.
Si bien es cierto que muchos notarialistas ven "esta gran gama de personajes, a
los antecesores del notario actual, es preciso, sin embargo, analizar el criterio,
pues con tal amplitud –afirma Pondé- "llegaríamos al extremo absurdo de significar
que todo aquel que supo escribir y fue capaz de redactar un documento a petición
de un tercero ha sido antecesor del notario".
El tabelión tenía la finalidad de redactar actas jurídicas y los convenios entre los
particulares.
Eduardo Durando, -citado por Pondé-, señala que el hábito de recurrir a fociales
el censo para redactar actas jurídicas, y luego, archivarlas, provocó un trabajo
excesivo para éste, que dio origen a que aparecieran especialistas en redacción
de escrituras y testamentos, dándole la formula legal.
En suma, "la especial condición de actuar en los negocios privados, de tener una
intervención netamente particular, completada por su aptitud redactora; el
conocimiento del derecho que les permitía actuar de manera de asesor jurídico, y
la posibilidad de que procurara la eficaz conservación de los documentos, hacen
que el “tabelion”, quien, con más legítimos derechos pudiera considerarse
antecesor del notario dentro de la interpretación caracterizante del notario de tipo
latino”.
3. Regulaciones Notariales.
El desarrollo del pensamiento jurídico en Roma, en sus distintas épocas, fue
intenso y fecundo, y ello hubo de conducirá los varios intentos de compilación
legislativa, como el Código Gregoriano, el Código Hermogomiano, la compilación
de Teodosio II o Código Teodosiano, y la más importante de todas, la de
Justiniano Augusto (527-565), quien una vez que hubo unificado todos los
territorios itálicos, dio inicio a su extraordinaria labor jurídica de compilación. Su
trabajo de codificación comprende cuatro partes: el Código, el Digesto o
Pandectas, las instituciones y las Novelas.
En las novelas (novellas), se encuentran nutridos grupos de normas reguladoras
de la actividad del "tabelión", así como los requisitos documentales. Las novelas
reguladoras del tabelionato romano son las XUV, XLIVII, LXXM y al decir de
Pondé, ostenta un carácter descriptivo. Así por ejemplo, el primer capítulo ubica la
actividad en lugares llamados "plaza", requiriendo que el tabelión estuviere
presente desde el comienzo hasta la terminación del documento.
Era indispensable la presencia del tabelión hasta el punto que su ausencia le era
sancionada con la pérdida de la "plaza" o "statio".
La lectura del documento requería de varios momentos o fases, que se pueden
resumir así:
a) Las partes acudían al Tabelión y le imponían el deseo de realizar un
negocio jurídico o contrato. Era la "rogatoria", la que generalmente estaba a
cargo de subalternos llamados "ministrantes”;
b) El segundo momento lo constituía la "speda", especie de proyecto que se
leía a las panes, a los fines de su aprobación corrección, etapa conocida
como "initium";
c) Aprobado el contenido de la "Speda", se pasaba en limpio para que las
panes lo firmaran, o suscribieran; ésto se hacía en hojas de pairo y se
conocían como "protocolum";
d) Finalizada la esCTÍnira en el "protocolum", venía la autorización por parte
del Tabelión, conocido como "completio".
Estas regulaciones justinianas del tabelionato romano, advierten la afloración de
principios estrictamente apegados a las normas del notariado. El prefacio de la
novela XLIV y también el capítulo I, hacen mención "al encargo" o "el encomendar
la redacción de un documento, de donde, en general, los autores siguen, que era
la formación de una petición rogada, la rogado como principio básico de la
ejercitación el notariado.
Dichas novelas, en fin, ofrecían una detallada regulación a la par cuidadora en
donde cumplían toda la actividad del Tabelión romano. Ordenación que por otra
parte, además de otorgar seguridad y certeza al acto podía servir de fundamento
para el adelanto técnico jurídico de la ciencia notarial, no sólo en el imperio sino en
su ulterior desarrollo.
No hay duda de los adelantos y tecnicismos jurídicos del Tabelión, que éstos al
decir de don José María Sanahuja, es un Tratado de Derecho Notarial (Capitulo X,
Tomo I) al principio no tenían ningún carácter oficial, pero la confianza que fueron
inspirados por su pericia, como por la intervención de los testigos en los
documentos que redactaban y las formalidades que en ellos se observaban, rodeo
a dichos documentos de garantías suficientes, hasta el extremo de llegar a
considerarse INSTRUMENTA PÚBLICA. Por otro lado, es de tener en cuenta que
si bien el Tabelión puede ser considerado al principio como un hombre de
condición social inferior, pero letrado, acaba de conquistar, debido a su pericia y
moralidad, un elevado rango social.
La gran labor Justiniano, constituyó un elemento técnico de importancia en el
desarrollo del pensamiento jurídico; y en cuanto a su influencia posterior de todos
es harto sabido que el derecho justiniano, después de vencer no pocos escollos,
extendió su benéfico influjo a lo largo y ancho de Europa, incluyendo la Península
Ibérica y, por supuesto y con mas veras, los campos en donde se habían
establecido los imperios franco y romano-germánico. Esta influencia cobra una
especial relevancia en la materia notarial; de ahí por qué el sistema, hoy bien
conocido como “sistema latino" del notariado, sea amplía no solamente en España
iberoamericana, sino que abarca países como Alemania, Holanda, Austria e
inclusive secciones de Los estados Unidos (Lousiana) y Canadá (Provincia de
Quebec), para no hablar de regiones tan distantes en el espacio y en su formación
histórica, como es el caso del Japón.
La obra de Justiniano marcó huella y rumbo en los posteriores trabajos de
compilación legislativa, tal es el caso de la Constitución de León VI el Filósofo
(Novele 115), y conocido tambien como el Sabio. Estas leyes eran la traducción al
griego de las novelas de Justiniano y representaron sobre todo el esfuerzo
organizativo de las Corporaciones Gremiales las que eran precedidas por las
tabularii. Y es importante, además, por cuanto contenía una serie de exigencias
requeridas ala persona del Notario, quien debía tener muchas virtudes y gran
sabiduría. Eran sesenta libro el que regulaba la materia notarial se le conocía
como el libro de Leparca o libro del Prefecto.
Si fecundo fue el desarrollo del pensamiento jurídico Roma, hasta el punto que el
derecho es elemento esencial de civilización, éste se vio desmoronado ante la
invasión de los bárbaros, la caída de sus instituciones y el surgimiento de nuevas
realidades socio-políticas. Fueron hechos nuevos de diversas indole los que
advinieron y ello configuraba nueva interpretación jurídica.
El primer pueblo invasor y violento fue el visigodo. Llegaron a Roma y siguieron al
sur, se extendieron al sur, se extendieron por Francia y luego ocuparon la
península ibérica, instaurando el reino visigótico. Hacia el sur, en la región
andaluza ya habían llegado vándalos, quienes avanzaron hacia el norte de África.
En la Germania, y al mismo tiempo, surgían movimientos pueblos de norte a sur,
invasión que llegó a la península Itálica, donde se establecieron en la hoy
Lombardía, llamada así por el asentamiento de los Lombardos. El movimiento de
estos pueblos, la aparición de nuevas realidades es importante desde el punto de
vista del notariado, porque deja entre ver cómo en la región norteña de Italia se
fue produciendo una sucesión y una consiguiente fusión de pueblos que, más
tarde, configurarían un crisol jurídico. Los sucesos históricos hicieron que la ciudad
de Bolonia experimentara, más que ninguna ciudad de la Italia Septentrional, los
impactos de todos esos movimientos socio-políticos.
En la Universidad de Bolonia se formó un grupo de notables juristas comentadores
de los textos de derecho y llamados por ello los glosadores. Fue en Bolonia, y
gracias a sus notables exegetas, donde nació la enseñanza pública del arte de la
Notaría,
Ramiero de Perusa (Irmerio Ramieri Di Perugia), fue un gran glosador (1050-
1130) fundador de la escuela jurídica de Bolonia. Profesor del arte de Notaría. Su
obra Summa ars notarial, expone la interpretación de las leyes romanas,
longobardas y las propias. Se tenía el ejercicio de la Notaría como un arte y como
lo afirma Escobar De La Riva, no es de extrañar que las primeras manifestaciones
de una teoría notarial respondieran a la idea de arte, ya que éste hubo de ser
anterior a la ciencia.
La obra de Ranier, Summa ars notarial, está metodológicamente dividida así,
donde expone los principios generales de tipo pragmático sobre la función del
Notario, y una parte que es las condiciones del notario, del conocimiento de las
leyes y capacidad para captar el negocio que las partes le han sometido.
Es de anotar las interpretaciones dadas ante la concepción de Notaria como arte.
Algunos como un término poco adecuado en el sentido de que la función notarial
puede más propiamente, ser estimada como una de las muchas ramas de la
ciencia del derecho. Pero en ese momento el vocablo arte, como calificativo de la
disciplina jurídica o intelectual, tenía importante rango.
Del otro lado, todas las ciencias –decía FaIguera- tienen una aplicación práctica
traduciéndose en obras estables y homogéneas por medio del ejercicio continuado
que constituye un oficio, una profesión, el modo de vivir de una persona, son artes,
sin que por eso dejen de ser ciencias. Recta Ratio, operum faciendorum o rerum
Faciendorum llamaban los antiguos al arte y nosotros decimos aún que es el
conjunto de preceptos y reglas para hacer bien alguna cosa de manera que la
base del arte son los hechos continuados en cuya ejecución se aplican las reglas
teóricas.
Pero cabe preguntar: ¿Cuál era el fundamento del arte notarial? Don José Córnes,
Notario Eclesiástico de la Curia de Vich en el siglo XII en su obra '”Tratado
Eclesiástico Teórico-Práctico del Arte de Notaría", asiente que "todo el arte o
ciencia del Escribano versa sobre tres cosas: contratos, últimas voluntades y
juicios. Su formación de instrumentos -añade- no es una parte separada, sino
común e inherente a estas tres, y consecuencias de las mismas.
En los años de vigencia de las culturas de la ciencia notarial en Bolonia y muy
posteriores a él, se desarrolló bastante la doctrina que su metodología expositiva
insistiera en los tres aspectos del arte notarial: teórica, práctica y arte. Entre
muchos autores, Vicent Gibert, definía a la teoría del arte de Notaría como "la
investigación que comprende la naturaleza de las personas, cosas y negocios que
se manejan lícitamente por los hombres y se transmiten a la posteridad”; y define
la práctica como "el acto o ejercicio correspondiente al Un o designio de la teoría”,
y el arte “que enseña como fundamento a redactar auténticamente los negocios
legítimos de los hombres”.
Al igual que Ranieri di Perugia, el fundador de la Escuela Notarial de Bolonia, dos
personalidades de la ciencia jurídico-notarial descuellan en Bolonia. Son ellos
Rolandino y Salotiel.
Rolandino Pasaggieri, conocido también, como Rodolfo, fue sin duda alguna el
maestro más eminente de la escuela de Bolinia; notario y político, influyó de
manera grande en la política de su tiempo de la que derivó satisfacciones y
amarguras.
Sus obras relacionadas con el arte o ciencia notarial son las siguientes:
a. Summa ars Notarial.
b. Flos testamentarums o Flor ultiniarum voluntatusus
c. Tractatus Notulamm
d. Aurora
e. De oficiu tabellionatus in vilis vel castris.
Cuatro partes comprende la obra ralandino: la primera de los contratos en general,
del matrimonio; la segunda sobre los actos de ultima voluntad; la tercera se habla
de los procesos judiciales y la ultima sobre la hechura de las escrituras y las
respectivas copias.
Falguera, estudioso y analista de la obra de Rolandino, le asigna al tractus
notulario, una importancia máxima, pues allí aparece lo notarial concebido "como
ciencia autónoma con reglas propias y principios especiales.
Otro gran forjador de la ciencia notarial fue el maestro Salotiel, tambien de la
escuela de Bolonia, y sus esfuerzos conllevan una calidad científica. Su obra
máxima la llamó Ars Notarial, cuya exposición doctrinaria la integran cuatro libros
sobre derecho civil, y el último de formularios. Ha de mencionarse su prólogo,
donde habla de la condición de los notarios, de su capacidad, de su aptitud para el
cargo, de las condiciones morales, principios éticos y buenas costumbres, "varón
de mente sana, vidente y oyente y constituido en intregra fama y que tenga pleno
conocimiento del arte notarial o tabeliano; y define al notario como que "ejerce el
oficio publico y a cuya fe públicamente hoy se recurre con el fin de que escriba y
reduzca a forma pública, para su perpetua memoria, todo lo que los hombres
realizan".
En todas las exposiciones de Salotiel el "oficio de notario estriba en la redacción
de contratos o de actos de última voluntad y también en todos aquellos asuntos
que se vinculan con los juicios, situación explicable puesto que por entonces no se
había alcanzado la distinción delimitativa entre la actividad estrictamente notarial y
la judicial, es decir, que estaban todavía confundidas la fe judicial y la fe notarial”.
Ciencia y actividad notarial fueron la expresión más elocuente de la cultura jurídica
en Bolonia. Allí, el desarrollo de la ciencia del derecho notarial, fue, sin duda
alguna, esplendoroso. El destello notarial de Bolonia dio a la cultura universal
primero en tal intelectual de los maestros glosadores, y luego, la calidad cientifica
de los comentadores y post glosadores. Así fue de fecundo el hacer jurídico de
Bolonia y sus maestros "formaron un crisol jurídico que en el futuro irradiaría sus
luces a muchas de las naciones europeas de la actualidad.
La influencia de los estudios notariales de los maestros de Bolonia fue
verdaderamente positiva a las naciones vecinas, en las cuales se dictaron una
serie de normas reguladoras de la actividad notarial. Así se produjo el caso del
Piamonte mediante el célebre estatuto de Pedro II en el año 1265. Contiene dos
aspectos fundamentales: la fundación de depósito de documentos (cartulario),
donde quedaban guardados (archivados) las imbreviativas que, un momento dado,
pudieran ser cotejadas. Aparece el origen de protocolos. Y consagra, por otra
parte, una cuestión que ha sido característica inherente al notariado en su sistema
de retribución arancelaria. Es importante "puntualizar esta forma de pago
honorarios por arancel, confirmatoria por otra parte, de normas precedentes,
porque viene a establecerse el abolengo histórico del régimen arancelario en
contraposición al pago de un salario o sueldo”. Y esta forma de emolumentos ha
sido tan específica en los sistemas notariales, que el "salario no aparece en la
historia notarial, sino como desvío de períodos declinantes".
El llamado estatuto del "Conté Verde" de Amadeo VI, fue a todas luces de una
importancia muy grande. Es en 1379,donde por este cuerpo de normas legales
referidas a lo notarial se hace y por vez primera la distinción entre fe judicial y fe
notarial.
Oto Amadeo el VIII, que fuera elevado al pontificado con el nombre de Felix V, se
le debe la promulgación de un estatuto denominado "De tabellionibus et Notaris",
en el cual se establece un cierto orden que debe llevar el notario para la redacción
del documento. Es la instauración definitiva del Protocolo.
Por virtud de los estudios de Bolonia, el documento notarial constituyó en la Edad
Media, verdadera perfección no sólo en su redacción, fiel interprete del querer de
las partes, sino por sobretodo en sus formas jurídicas.
De allí surgió el documento publico en su concepto filosófico y doctrinario, como
expresión de lo verídico, de lo cierto de su contenido y de su seriedad como
emanado de mano de persona publica, en fin, como algo que no dejara dudas por
su claridad en sus consecuencias practicas. Nos parece exacto el concepto de
Pedro Boaterio, en que “notar pública y auténticamente es hacer por la mano
pública del notario, porque no se considera pública otra mano que la del notario, o
también que las publicaciones convierten al instrumento público digno de fe".
En lo tocante al desarrollo notarial francés se advierte que organización y progreso
lo inicia en el año 1270, y a partir de las célebres revoluciones, conocidas como
"establecimientos de San Luis", reguladora de las actividades de los notarios. No
podían exceder de sesenta en la ciudad de París, y debían estar todos reunidos
en una sola sede o edificio, en el Gran Chaletec, lugar donde ejercía funciones el
Preboste de la ciudad.
Es de observar, que "los notarios de París no autorizaban por sí el documento,
sino a nombre del Preboste, ni estampaban su se personal, sino el de aquél, lo
que no es un índice muy satisfactorio acerca de la autonomía del notario en esa
época”.
Sin embargo, la labor del rey San Luis, ha de buscarse en intención organizativa
de imprimir a la naciente actividad notarial.
Una reforma, esta vez imbuida de técnica notarial, fue la de Felipe IV, conocido
como el Hermoso. Se le concedió a los notarios el autorizar los documentos,
imprimir su propio sello, y se indicó la forma de llevar los documentos.
Con todo el progreso notarial francés, para la época, no tuvo el signo de grandeza,
desarrollo y cultivo intelectual de Bolonia.
En España la evolución de la actividad notarial tuvo ciertas características que la
señalan con elementos peculiares y de progreso. Los fueros provinciales, el
sentido igualitario e individualista, las relaciones entre el Monarca y los señores
feudales, dieron a la vida social española un profundo contenido jurídico y político.
Con tal sentido jurídico, los ordenamientos legales llegaron a un gran casuismo, y
a taI no podía escapar el que hacer notarial. Durante la denominación goda en
España, según Fernández Casado, ya vislumbraba el notariado.
Según San Ildefonso en su libro de Varones Ilustres, San Eladio en el siglo VII, fue
notario de los Reyes Sisebuto, Serintila y Sisenando.
Además, y ello importa mucho al desarrollo notarial, las provincias españolas
tuvieron, emanadas de ellas, su propio esquema jurídico. Distinto fue el derecho
castellano al de Aragón y al catalán.
Es en la ciudad de Valencia donde el notariado adquiere esplendor y notorio
progreso; adelanto y desarrollo parangonables a los de la misma Bolonia.
El aspirante a notario "recibía una enseñanza directa por ' parte de otro notario,
con quien compartía durante años los quehaceres, recibiendo indicaciones y
aplicándolas. Esta proximidad entre el maestro y discípulo llegaba al grado de
compartir no solamente los quehaceres profesionales, sino también su mesa,
como para captar del maestro hasta los gestos, las actitudes y las posiciones
correctas, culminando con la necesidad de que determinadas etapas |de la
enseñanza, debían cumplirse viviendo en la propia casa del notario constituido en
su maestro".
Semejante método pedagógico debió constituir lección ejemplar y eficaz, en la que
el maestro se agota en el discípulo.
Además de esta enseñanza que duraba varios años, el aspirante debía someterse
a riguroso examen, con jurado integrado por personas versadas en la materia y
dos notarios y "juristas de la alcurnia propia de los sabios".
Era una organización estricta y agrupados los notarios se les conocía como
Colegio insigne, y sus dirigentes se les llamaban mayorales.
En la historia del notariado español hubo una serie de cuerpos legales, cuya
influencia en lo jurídico y fedatario fue verdaderamente trascendente en su
desenvolvimiento histórico.
Dos personalidades de destacada actuación en el ámbito jurídico aportaron
mediante su obra, gran auge en lo notarial, Femando II el Santo y su hijo Alfonso
X el Sabio. Dejaron huella perdurable por la labor legislativa.
El primero ordenó la traducción del famoso Fuero Juzgo, recopilación de leyes del
siglo VII y desarrolla varios capítulos relacionados con los escribanos. Más
importante, el Fuero Real, llamado también "Fuero de las Leyes", "Fuero de las
Leyes" o "Libro de los Consejos de Castilla". Ley contenido nacional, constituyó
intento serio de unificación legislativa. Se habla concretamente de los "escribanos
públicos" en libro I, Título VIII; y el libro II, Título IX "Cartas y traslados" del
documento notarial.
Lo novedoso e importante de estas disposiciones es obligación que impone a los
notarios de conocer a otorgante testigos; recogiendo este mandato, y por primera
vez, la fe conocimiento.
Entre los años de 1256 y 1268 se promulgó el célebre código de Alfonzo X,
conocido como "Las siete partidas". Se ocupa este código no sólo de la
organización notarial y su función, sino que llega a contener fórmulas para la
autorización de los instrumentos y plantillas para la redacción de determinados
contratos. Establece las condiciones éticas que ha de reunir los escribanos, de su
lealtad, de su competencia. Señala dos tipos de escribanos, los que escribían las
cartas y despachos de la casa real, y los escribanos públicos, quienes redactaban
los contratos de los hombres.
Esta obra Alfonsina ha sido de gran importancia para la institución notarial,
"puesto que la influencia de sus preceptos se extendió en forma tal que podemos
decir hoy en día que muchas de estas concepciones y leyes han inspirado gran
número de preceptos de las legislaciones presentes".
Merece mención el ordenamiento de Alcalá de Henares, 1348 promulgado durante
el remado de Alfonzo XI. Este texto legal y gracias a la prudencia del soberano,
modificó parcialmente las leyes de las siete partidas en aquella que habían venido
rechazando la población.
Como quiera que la recopilación Alfonsina había venido cayendo casi en letra
muerta por la oposición a su aplicación; el nuevo ordenamiento vino a comunicarle
nueve aliento.
Si bien es cierto que en lo relacionado con la cuestión notarial no sufrió el código
de las partidas, sino ligeramente en material testamental, el nuevo texto legal
ratificó la jerarquía otorgada al notario y la seriedad de la regulación dada a la
función notarial.
Todo lo bueno que los tratadistas tienen dicho sobre la organicidad notariata de
las partidas -ha expresado Pondé-, cobró la realidad merced al ordenamiento de
Alcalá de Henares.
Es dable afirmar que estos ordenamientos jurídicos concibieran a la función
notarial con la seriedad y seguridad que deben tratar los negocios de los hombres
autorizados por la confianza inspiradora de un funcionario fedatario, el escribano.
Este, sin duda alguna, adquirió verdadero rango y se le concibió inmerso en las
partidas con la importancia de su libro.
La definición que de ellos se expresa en las partidas, ét buenos et entendidos, los
consagra como leales, buenos entendidos deben ser los escribanos de la corte del
rey et que sepan bien escribir, de manera que las cartas que ellos yacieren, bien
semeje que de corte de rey yacen hones que las yacen de buen entendimiento"
(ley II).
En el orden del tiempo y venida la edad moderna, muchas realidades políticas,
sociales o bien económicas habían cambiad casi en forma radical. Es verdad, la
Edad Media había aportado su caudal filosófico y, por medio de él, se llegaba a la
nueva concepción del hombre occidental. Estas transformaciones, naturalmente
debieron influir, como en efecto así fue, en el ámbito de la vida del derecho.
El paréntesis de tiempo habría sido largo desde las siete partidas para encontrar
otra regulación jurídica de interés histórico notarial.
En los años anteriores, la función notarial habría decaído un tanto en su seriedad y
muchos escribanos mostraron defectuosa formación.
En 1493 ocupó el trono imperial Maximiliano de Austria, emperador del Sacro
Imperio Romano-Germano. Promulgó un estatuto conocido como "Constitución
Imperial sobre notariado" (1512). Comienza, conforme a costumbre de la época,
con una especie de "invocación" a manera de petición de principios objeto de la
materia que va ser regulada, modificada o rectificada, y expresa el deseo de que
los hechos de los hombres dejan memoria determinada, cierta y perpetua. Así
indica de que, "no sólo mantenerla justicia y la paz, sino también para solucionar
aquellas cosas que acontecen todos los dias en el Gobierno de la República y
entre los ciudadanos, es necesario y utilísimo exista él oficio de notario, por el cual
los deseos, voluntades y hechos de los hombres (a fin de que no caigan en el
olvido o en la debilidad de la memoria), por medio de la escritura y públicos
documentos firmados, se transmitan y permanezcan de una manera determinada
cierta y perpetua".
Establece con vehemente deseo esta constitución las solemnidades notariales
traducidas en muchas formalidades; regula el modo de tener acceso al cargo
notarial; señala la manera que han de llevarse los protocolos; la forma muy
solemne de los testamentos; previene a los notarios sobre la falacia de muchos.
Impone una regulación cuidadora y, sobretodo, hilvana una serie de prohibiciones
a los notarios a manera de ejemplo morales en aquello que no deban incurrir.
Todo documento debe comenzar, sin omitir la invocación del nombre de Dios; año
de la salvación, la indicación del año del principal mes y dias.
Esta obra maximiliana, trae una serie de documentos de suma importancia, no
sólo para la función notarial en sí, sino ante la cuidadosa elaboración del
instrumento publico, fundamental por las consecuencias jurídicas del acto
sometido al Notario.
El notario está obligado a anotar todo lo ocurrido ante ellos y los testigos, con lo
cual han de dar fe de lo visto, oído y percibido por los sentidos.
Es minuciosa la reglamentación de esta parte vinculada con el precepto de visu et
auditu sui sensibus, porque no se allana el simple enunciado que ya tenemos
conocido. Abre brecha en una tematica que contrapuso doctrinas, porque la
coincidencia de los notarialistas en cuanto a lo que el notario ve y oye, es plena,
pero al incursionar en lo que cae bajo sus sentidos la unanimidad interpretativa
diverge. La constitución maximiliana aceptó la cotizacion de otros sentidos
además de los de la vista y el oído y previó que cuando se tratare del sentido del
gusto o del tacto o del olfato, los testigos como el propio notario, tocarán u olieran,
y estando presente las partes, tanto los testigos como el propio notario dejarán
constancia de lo que estos testigos percibieron por esos sentidos. La actividad del
notario debía limitarse a dejar constancia de la percepción sensorial hecha por los
testigos, pero había la posibilidad de que también el propio notario hubiese
gustado, tocado u olido, y en ese supuesto sí podía expresarlo, y esta era una
manera de robustecer el dicho délos testigos con su testimonio.
Un paréntesis de tiempo habrá de transcurrir desde Maximiliano, para encontrar
otra obra legislativa de interés notarial. En efecto, el año "de la Revolución
Francesa, el 25 de ventoso (16de marzo de 1803), se promulga una ley tenida
como rectificadora de una serie de defectos, faltas o errores. Ley ésta que,
necesriamente, hubo de recoger las nuevas concepciones político-libróficas
impuestas por el nuevo orden de cosas. Habían cobrado vigencia el individualismo
y una considerada como el alma del derecho mejor medio de realizar la justicia".
Texto legal tenido como antecedente de las modernas legislaciones notariales, y
ello es así “no solamente por el contenido, por supuesto, es de una perfectibilidad
hasta entonces no alcanzada, y que en general se basa en preceptivas
notarialistas que hemos conocido en el transcurso de los años. Su fundamental
importancia está en cuanto a la popularización que logró de preceptos que, de
manera regulada, no habían tenido la misma trascendencia en otros países, donde
al igual que en Francia, continuaba debatiéndose el notariado en unas formas
defectuosas debidas, ya lo puntualizamos en un momento, no a fallas intrínsecas
del notariado sino deficiencias legislativas y a la apatía gubernamental para poner
orden en esta actividad que tan sustancialmente atañe al interés del Estado y la
sociedad".
Es una ley de unos 69 artículos; la primera parte (Titulo I, articulo 1), habla de los
notarios y actas notariales; de las funciones competencia y deberes notariales.
Concibe y define a los notarios como funcionarios públicos, competentes para
recibir las actas y contratos a que las partes quieran dar el carácter autenticidad,
propio de los actos públicos, así como para asegurar la fecha y llevar depósito.
Una de las características que ha tenido el notariado, en todos los sistemas
jurídicos al correr de los tiempos, y en todos los países, y desde muy lejos, es la
estabilidad del notario. Es curioso anotar que en la época de la ley del ventoso,
anos de transformaciones y cambios; de turbulencia y muerte, y de cambios
profundos en el orden legal se consagrara la concepción del funcionario vitalicio
en un campo público. El notario lo es de por vida.
Establece, claramente, la división entre fe notarial y aquella dada por el juez; ésto
es, aísla al notario de toda actividad; y establece, además y muy
provechosamente diferencias entre el notario y otra serie de funcionarios, que
actúan en la esfera de lo jurídico, como comisarios, procuradores, relatores, etc.
Consagra una incompatibilidad entre dichos funcionarios y, al propio tiempo exige
la autonomía de la función notarial
El principio de que la fe inherente al acta notarial es oponible al inexpugnable,
salvo el procedimiento de falsedad, queda, por este texto legal, instaurado
claramente.
Esta ley, dada su importancia para el momento histórico en que se la promulgó,
hubo de influir y así sucedió en muchas concepciones notariales posteriores no
solo en Francia sino en varios países.
7. El Notariado Latino.
Punto interesante es la figura del notario. Sobre él descansa uno de los aspectos
fundamentales de la institución notarial; y en su ejercicio y misión, hace
cotidianamente derecho notarial. Diariamente siente vivencias jurídicas; su
pensamiento es fecundo al interpretar las relaciones que el mando moderno, en su
avasallante tecnología ofrece a las relaciones humanas en lo jurídico-económico.
El notario latino es "colaborador nato y calificado del poder público, con la ventaja
de que no sólo aplica la norma rígida al derecho positivo sino que sabe encontrar
el encuadre flexible dado por los usos y costumbres". Presta además una labor
social de alcance y contenido social, mediante un deber de consejo a quienes
acuden a él. De allí que lo primero que ha de hacer el notario es iniciar una serie
de procedimientos, quizás de orden psíquico, tendientes a conseguir una fiel
interpretación de la voluntad de las partes, pues ''no se limita a recibir y transcribir,
investiga la verdadera voluntad de las partes, su real intención, y recién luego las
dirige hacia las formas jurídicas que correspondan, dándole a las declaraciones
una redacción documental que evite cualquier oscuridad o dudan.
Se evidencia mediante la autoría del documento por parte del notario, el papel
principalísimo que desempeña en el mundo jurídico de la vida social. Por eso al
notario latino se te exige el conocimiento adecuado y científico del derecho.
Visto así al notario latino, ¿cómo se le definiría desde el punto de vista jurídico?
Veamos algunos intentos de definición expuestos en eventos y congresos
internacionales:
a) I Congreso de Buenos Aires. 194S:
'El notario es el profesional de Derecho encargado de una función publica,
consistente en recibir, interpretar y dar forma legal a la voluntad de las partes,
redactando los instrumentos adecuados a ese fin y confiriéndoles autenticidad,
conservar los originales de éstos y expedir copias que den fe de su contenido. En
su función esta comprendida la autenticación de hechos".
b) III Congreso de Perú. 1954:
"Los notarios son tos profesionales del Derecho más próximos a la vida por su
situación en el punto de confluencia de las leyes y de tos hombres. Esta situación
les impone ser un elemento vivificante en la sociedad; en sus relaciones con
quienes depositan en ellos su confianza, deben humanizar las normas jurídicas y
adoptar la contratación a las necesidades de los particulares...".
c) IV Congreso de Brasil. 1956:
“El notario latino por el hecho de estar encargado de aplicar la ley en los contratos
que autoriza, actúa como un asesor de las partes en cuanto a ella; además, ante
su oscuridad, sin contradicciones y sin omisiones, el esta llamado a aclararla e
interpretarla. El notario latino da vida a la ley y esta vida es la expresión tanto de la
voluntad del legislador como de las partes. Debe saber adoptarse tanto a los
casos particulares como a las situaciones creadas por la evolución económica y
social del país en que actúa".
d) VII Congreso de México. 1965:
"Como profesional del Derecho la función asesora del Notario abarca todos los
aspectos relaciones con el negocio que las partes le someten. El asesoramiento
en materia fiscal incluye ilustra acerca de las diversas formas jurídicas que puedan
resultar mas adecuadas para el logro de los fines lícitos que se proponen alcanzar
conciliando los intereses de las panes en el reparto equitativo de la carga fiscal; el
probable alcance del impuesto, tos riesgos y dificultades, que puedan resultar de
una calificación diversa y las consecuencias tributarias futuras derivadas del
negoció. Su actividad asesora no tiene más limites que lo lidio".
e) X Congreso de Montevideo. 1969:
"El notariado debe realizarse con espíritu de reafirmación en sus líneas
institucionales: 1) de profesionales del Derecho que ejerzan una función pública en
su triple labor asesora, configuradora y autenticadora; 2) con la convicción de que
la permanencia de esas líneas institucionales constituye la cumplida garantía que
lo habilita del modo más idóneo para realizar la seguridad y certeza que el estado
y la sociedad le tienen confiados".
f) XI Congreso de Atenas. 1971:
"...reitera la necesidad de que el notariado preste atención a las modificaciones
vertiginosas que se operan en el mundo y a los adelantos de la técnica en cuanto
puedan influir sobre su quehacer, a fin de adaptarse, en lo necesario, para prestar
su función de servicio...".
g) XII Congreso de Buenos Aires. 1973:
"...la necesidad de la intervención de una persona invertida de la función pública,
competente e imparcial en todo tipo de contratación aún y sobre todo cuando una
de las panes sea una persona u organismo público.
Que la única persona idónea para cumplir esta función en una forma adecuada es
el notario, dado que él es garantía de imparcialidad y competencia científica".
h) XIV Congreso de Guatemala. 1977:
"...la importancia primordial del documento notarial de cuya formación el notario es
protagonista en cuanto se refiere a su estructuración formal y a su contenido
jurídico en cuya elección a los fines de la consecución de los resultados queridos
por las partes, el notario concurre, cumpliendo así su propio deber de libre
profesional altamente calificado como gula jurídica e informador de las partes
sobre los aspectos y las consecuencias del negocio jurídico que van a realizar".
BIBLIOGRAFIA.
Pineda Corredor, Carlos Humberto. Derecho Notarial I.
Publicaciones Monfort, S.R.L. Venezuela, 1996
Yanes, Antonio Rafael. El Registro Inmobiliario y el notariado en
Venzuela
Editores Grafiunica. Caracas, Venezuela.
Revista del Ministerio de Justicia. Año XIV. No. 53. Abril-Diciembre
1965
Ley del Registro y del Notariado.
Realizado por
Nancy Godoy López
[email protected]