Cap5 Higuera

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Higuera

Chapter · March 2014

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N. Gariglio J.C. Favaro


Universidad Nacional del Litoral Universidad Nacional del Litoral
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Cultivos frutales y ornamentales
para zonas templado-cálidas
Experiencias en la zona central de Santa Fe

1
Rector Enrique Mammarella
Director de Planeamiento y Gestión Académica Daniel Comba
Directora Ediciones UNL Ivana Tosti

∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙

Cultivos frutales y ornamentales en la zona Coordinación editorial


central de Santa Fe / Carlos Alberto Bouzo ... María Alejandra Sedrán
[et al.] ; compilado por María Soledad Coordinación diseño
García ... [et al.]. - 1a ed . - Santa Fe : Alina Hill
Universidad Nacional del Litoral, 2015. Producción general
Libro digital, PDF Ediciones UNL

Archivo Digital: descarga


ISBN 978-987-692-084-1 —
[email protected]
1. Cultivo. 2. Agricultura Intensiva. 3. Frutales. www.unl.edu.ar/editorial
I. Bouzo, Carlos Alberto
II. García, María Soledad, comp.
CDD 635.6

∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙

© Gariglio, Bouzo, Travadelo, Alesso, Alsina,


Arregui, Bertolaccini, Brizi, Buyatti, Castro,
Cives, Clement, Curis, J. C. Favaro, M. A. Favaro,
Forte, Gabriel, García, Leva, Lozano, Maina,
Mata, Micheloud, Morisigue, Nescier, Nocioni, ∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙
Pernuzzi, Perren, M. A. Pilatti, R. A. Pilatti,
Pirovani, Rista, Rossler, Sánchez, Santini,
Scotta, Sordo, Toffoli, Weber, 2020.

© , 2020 hdl.handle.net/11185/5536
Cultivos frutales y ornamentales
para zonas templado–cálidas
Experiencias en la zona central de Santa Fe

Norberto F. Gariglio
Carlos A. Bouzo
Mariana R. Travadelo

Editores

3
Capítulo 5
Higuera

1. Introducción y descripción de la planta


La higuera (Ficus carica L.) pertenece a la familia de las Moráceas, y es originaria
de la zona mediterránea de Asia sudoccidental. Se supone que es la primer planta
domesticada por el hombre (Kislev et al., 2006).
La planta se caracteriza por ser de crecimiento muy rápido, pudiendo alcanzar
entre 3 a 6 m de altura, y hasta 9–10 m de ancho de copa (Flores Domínguez, 1990).
Posee tronco grueso y robusto pero de madera blanda con corteza gris y brotes
frágiles. Sus ramas son grandes y de tendencia colgante, que enraízan fácilmente en
contacto con el suelo (Cohen, 2011).
Tanto el árbol como sus frutos poseen células secretoras de látex, que cons-
tituye el fluido citoplasmático de los laticíferos. Este látex contiene sustancias
gomosas que resultan muy costosas en términos energéticos para la planta (Kang
et al., 2000), pero que sirven para su defensa contra insectos, microorganismos y
hongos patógenos.
La copa es amplia, con hojas grandes, verde intensas en el haz, y pálidas y muy
reticuladas en el envés. Son ásperas al tacto, caducas y palmadas, con lóbulos más o
menos pronunciados de acuerdo con la variedad; alcanzan una dimensión entre 10 y
20 cm de longitud y de ancho.
El hábito de crecimiento es variable según el cultivar, desde brotes abiertos e
incluso colgantes, hasta hábitos verticales y compactos. El sistema radicular es
superficial, fibroso, abundante, y muy extendido lateralmente.
La inflorescencia de la higuera es un receptáculo floral excavado, denominado
sicono en cuyo interior se encuentran numerosas flores unisexuadas muy pequeñas
y cuya única salida al exterior es el ostíolo. Ese falso fruto es blando y se encuentra
recubierto de una piel muy fina cuyo color puede ser verde, negro, morado, ó marrón

109
rojizo, dependiendo de las distintas variedades. En su interior se encuentran los
verdaderos frutos, llamados aquenios (Flores Domínguez, 1990).
El receptáculo floral se hincha y se vuelve carnoso, formando una masa que se
denomina breva o higo, según la fecha de madurez y el tejido sobre el que se forma.
Las flores femeninas se componen de ovario, estilo largo y estigma bífido (Fernández
Márquez, 2006). La flor masculina está constituida por tres sépalos y tres estambres.

2. Valor nutritivo
El fruto de la higuera es una fuente importante de minerales, fundamentalmente de
calcio, potasio y hierro (Tablas 24 y 25). Su contenido de grasas y sodio es práctica-
mente nulo. Aporta fibras totales y solubles, así como vitaminas A y C.

2.1. Utilización
La fruta es consumida en fresco, deshidratada, o a través de la elaboración de
mermeladas. Además, se considera que la planta tiene propiedades medicinales. Los
higos cocidos se utilizan desde la antigüedad contra el dolor de garganta y el dolor
de encías, así como por sus propiedades laxantes. El látex se utiliza contra el trata-
miento de verrugas. Por otro lado, las hojas cocidas, se utilizan como remedio para
la diabetes y para las calcificaciones en los riñones e hígado (Flaishman et al., 2008).
Para el consumo en fresco el fruto adquiere sus mejores características organolép-
ticas cuando ya no tiene capacidad para conservarse. Por ello, existen diferentes alter-
nativas para transformar al fruto en un producto más duradero, una vez que alcanzó el
estado de madurez más adecuado (Flaishman et al., 2008). El desecado es la forma
más tradicional de conservación que se conoce desde tiempos prehistóricos, siendo
éste el principal destino de la producción, mientras que el consumo en fresco representa
apenas el 3 %. Los frutos deshidratados tienen un contenido de agua entre el 18 al 22 %.
Otros subproductos que pueden obtenerse son la fruta congelada, conservas y pastas.

3. Producción mundial y nacional


La higuera se cultiva tanto en climas cálidos como templados. En el continente
Europeo, Turquía es el principal productor, con 260000 t, seguido de Grecia (80000 t),
España (63000 t), e Italia (35000 t).
En el continente Africano, se destaca Egipto, con una producción de 220000 t,
siguiéndole en importancia Marruecos (80000 t) y Argelia (42000 t).
En América, Estados Unidos alcanza las 40000 t, seguido de Brasil (16000 t). En Asia, Irán
produce alrededor de 78.000 t, y Siria 43000 t. De este modo, la producción mundial totaliza
aproximadamente 1200000 t (Agostini et al., 2002), ocupando alrededor de 427000 ha.
De este modo, Turquía concentra el 25 % de la producción mundial de higos, y
más del 50 % del comercio mundial. Además junto con Siria, Argelia, y Brasil, son los
principales países en los que la producción crece en la actualidad, mientras que en

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Tabla 24. Composición del fruto de la higuera Tabla 25. Comparación del aporte de nutrientes
deshidratado. Adaptado de Vinson (1999). minerales de diferentes frutos tradicionales.
Adaptado de Vinson (1999).

Componente Cantidad cada 100 g


de la dieta de higo Potasio Calcio Hierro
Calorías totales 283 cal Fruta (mg) (mg) (mg)
Grasa total 0,52 g Manzana (154g) 117 11 0,3
Grasa saturada 0,0 g Banana (126g) 324 4,9 0,3
Colesterol 0,0 g Dátil (40g) 240 10 0,2
Sodio 12,26 mg Higo seco (40g) 244 53 1,2
Potasio 609 mg Uva (138g) 255 15 0,4
Carbohidratos totales 66,16 g Naranja (154g) 279 62 0,2
Fibra total 12,21 g Durazno (40g) 290 7.2 0,6
Fibra soluble 3,47 g Frutilla (147g) 244 20,6 0,6
Fibra insoluble 8,74 g
Azúcares 49 g
Proteínas 3,14 g
Vitamina A 9,76 UI
Vitamina C 0,68 mg
Calcio 133 mg
Hierro 3,07 mg

Italia y España se da el proceso contrario (Flaishman et al., 2008). El mercado mundial


se caracteriza por una mayor demanda de fruta fresca, mientras la de higo deshidra-
tado se mantiene estable. Esto tal vez se deba a que el comercio mundial de fruta
fresca fue tradicionalmente muy reducido debido a la corta vida postcosecha de este
fruto; actualmente, con la aparición de nuevas variedades de mejor comportamiento,
combinado con mejores prácticas de cultivo y de postcosecha, se abren nuevas pers-
pectivas para el mercado de la fruta fresca (Aksoy et al., 2005).
En el país, las principales zonas productoras se encuentran en el noroeste, en la
región de Cuyo, y en la provincia de Buenos Aires (Prataviera y Godoy Aliverti, 1991).
A partir del año 1990, se registró un importante crecimiento en la superficie cultivada,
principalmente en las provincias del NOA y Formosa.
Argentina participa en la exportación de frutos frescos a mercados europeos con
resultados altamente satisfactorios al aprovechar la producción en contraestación y el
reconocimiento internacional del cultivar denominado «Brown Turkey» o «higo turco».
Durante el año 2002, las exportaciones argentinas alcanzaron un valor de US$ 28616

111
y un volumen de 16338 kg. Los destinos principales fueron los países limítrofes
(Uruguay y Brasil), abasteciendo también a Suiza, Francia y Mongolia, entre otros. Por
otro lado, el mercado interno en la Argentina no está abastecido con la demanda de
higos frescos, secos, y otros subproductos. Es por ello que las importaciones alcan-
zaron valores de 500 toneladas anuales durante los años 2002–2003, siendo los prin-
cipales países abastecedores Turquía y Chile.
En la zona central de la provincia de Santa Fe, el cultivo de la higuera es relativa-
mente reciente. A partir de los últimos 10 años se comenzaron a realizar pequeñas
plantaciones (0,1–2,0 has) que van desde Coronda al sur, hasta San Cristobal al
norte. El cultivo se está convirtiendo en una alternativa complementaria a la produc-
ción hortícola y/o como nueva opción productiva para emprendedores. La producción
alcanzada, actualmente está abasteciendo la demanda de la ciudad de Santa Fe,
Esperanza, y localidades cercanas, así como a pequeñas industrias dulceras.

4. Biología floral
La higuera produce dos cosechas, la de brevas y la de higos. Las brevas se originan
desde yemas axilares ubicadas en la parte terminal de los brotes de la estación de
crecimiento anterior. Comienzan a crecer en la primavera y maduran entre diciembre y
enero. Los higos se producen lateralmente en las axilas de las hojas de los brotes del
año (Fig. 23), y su maduración comienza a partir de enero. La duración de la cosecha

Figura 23. Brote del año de la higuera. Los


frutos se forman axilarmente dando origen a los
higos (sobre brotes del año). Las yemas que
no alcanzan a desarrollar al final de la estación
de crecimiento, darán las brevas a partir de la
próxima estación (sobre madera de un año).

112
de higos depende del vigor de los brotes del año. Cuanto más vigorosos son estos,
más prolongado será el período de cosecha.
Al final del ciclo anual de crecimiento se produce la caída de las hojas, y las yemas
reproductivas ubicadas en la parte terminal del brote que no han dado higos, pasan
el invierno en estado de reposo. En la primavera, estas yemas retoman el crecimiento,
dando la cosecha de brevas y reiniciando el ciclo anual (Melgarejo Moreno, 2000).
Bajo condiciones de inviernos benignos, los higos que no alcanzan a madurar en
la estación de crecimiento permanecen en el árbol durante el invierno y completan su
desarrollo en la siguiente estación de crecimiento. Cuando el invierno es más riguroso,
estos frutos sufren daños y se caen, salvo que sean pequeños (Fase I de crecimiento);
en estos casos se forman brácteas que los cubren y protegen del frío, y darán brevas en
la próxima estación de crecimiento.
Debido a que hay variedades de higueras que no dan brevas, las variedades se clasi-
fican en dos grupos: a) Higueras de una sola cosecha o uníferas, de recolección en
otoño; b) Higueras de dos cosechas o bíferas que dan, además, otra cosecha en verano.

4.1. Crecimiento del fruto


En la axila de las hojas se encuentran dos yemas reproductivas y una yema vegeta-
tiva. En determinadas variedades, como Brown Turkey, normalmente es una sola inflo-
rescencia la que se desarrolla, pero en otros cultivares, como Kadota, suelen desarro-
llar ambos tipos de siconos.
El crecimiento del fruto de la higuera se puede dividir en tres fases. La fase I se extiende
hasta que el fruto alcanza un diámetro de 1,5 cm (5–6 semanas). En esta fase el fruto
incrementa rápidamente su diámetro pero tiene una baja tasa de incremento de peso.
La fase II es reducida, se distingue por la apertura de las brácteas que protegen
el ostíolo, y por el engrosamiento de los frutos. Tiene una duración de 20–25 días, el
cual puede reducirse a 7–10 días si es estimulado el crecimiento del fruto. En esta
etapa el fruto no cambia su diámetro ni su peso.
El fase III se extiende desde el inicio de la maduración hasta la madurez comercial. Es
un período que dura entre 3 y 5 semanas, donde se produce un rápido engrosamiento del
fruto, así como una alta tasa de acumulación de peso fresco y seco, y una gran acumu-
lación de azúcares. El 70 % del peso seco total, y un 90 % del contenido de azúcares, se
acumula en este período. También se produce un notable cambio en la pigmentación,
fundamentalmente en los frutos de coloración oscura, y pérdida de firmeza.
Las brevas presentan un patrón de crecimiento diferente, en comparación con los
higos. La fase II y la fase III son más cortas, y duran unas 2 semanas cada una.
El fruto es de tipo climatérico y muy perecedero, sujeto a una rápida degrada-
ción fisiológica, a pesar de que posee una actividad respiratoria y una producción
de etileno moderada (Kader, 2003). Se considera que su vida postcosecha puede
variar de 1 o 2 días hasta 4 a 6 semanas, dependiendo de las condiciones de alma-

113
cenamiento, el estado de madurez a la cosecha, y las características propias de la
variedad. Otra característica de este fruto, es que a pesar de ser clasificado como
climatérico, una vez cosechado su contenido de azúcares no se incrementa, por lo
que si la cosecha se produce en estado inmaduro nunca alcanzará las condiciones
óptimas de sabor (Flaishman et al., 2008).

5. Requerimientos agroecológicos
La higuera requiere de un sitio bien soleado para expresar la máxima producción de
frutos. Se recomiendan los tipos de suelos permeables y bien drenados, con buena
fertilidad. También prefiere suelos ricos en calcio y crece muy bien en terrenos con pH
entre 8 y 8.5. Sin embargo, se adapta a diferentes tipos de suelos, inclusive los pedre-
gosos y muy superficiales.
Es uno de los frutales más tolerantes a la salinidad, incluso a los cloruros. También
la planta establecida es muy resistente a la sequía, posiblemente debido a su sistema
radicular muy extendido, que alcanza hasta tres veces el diámetro de la copa.
La higuera está adaptada a diferentes regiones y climas, pero su crecimiento es
óptimo en zonas templadas (Flores Mora y Jiménez Bonilla, 2007). En el hemisferio
norte se la cultiva entre los 35 y 40º de latitud. Tolera bien las altas y bajas tempera-
turas (Agostini, 2002). En climas cálidos, como el centro de Brasil vegeta continua-
mente, y como la mayoría de las especies del género Ficus no entra en reposo vege-
tativo y no muestra abscisión de hojas. Las mejores condiciones se dan en zonas
con inviernos benignos y veranos calurosos, con precipitaciones escasas. El clima
mediterráneo es en el que mejor se adapta (templado–cálido–seco). La humedad alta
y las lluvias frecuentes perjudican la calidad de los frutos.
La higuera tiene bajos requerimientos de horas de frío y tolera heladas leves. A pesar
de ello, es importante destacar que las heladas ocurridas en invierno pueden provocar
la muerte de un número importante de brevas que se encuentran en un estado de
desarrollo más o menos avanzado (López y Salazar, 2010). Los umbrales térmicos para
este frutal son de -12,2 ºC para evitar la muerte del árbol por helada y -6,6 ºC para los
frutos. Sin embargo, se debe tener presente que la tolerancia al frío depende del origen
del cultivar. En determinadas variedades más sensibles al frío, las heladas tempranas
o tardías producen la muerte de la parte terminal de los brotes del año, y con ello se
afecta seriamente la producción de brevas. A modo de resumen se puede decir que
las bajas temperaturas invernales, entre -5 a -10 ºC según la variedad, constituyen un
factor limitante para el cultivo comercial de la higuera (Ferguson et al., 1990).
En zonas de clima templado la dormición es poco profunda, y se consigue hacer
brotar rápidamente las yemas cuando se hace forzado a temperaturas adecuadas
(Kawamata et al., 2002), lo cual hace suponer que se trata de ecodormición y no de
un proceso de endodormición. Con temperaturas nocturnas superiores a 12 ºC la
planta continúa creciendo y madurando sus frutos.

114
Las condiciones de temperatura también afectan el color y la forma de los frutos.
En condiciones de climas más fríos, la pulpa toma un color más intenso y los frutos
son más alargados. Los frutos no sufren daño por enfriamiento, por lo que pueden
almacenarse hasta temperaturas de -1 ºC, con 90–95 % de humedad relativa. El uso
de aire forzado para reducir la temperatura de la fruta recién cosechada tiene un
enorme impacto sobre la conservación posterior de los frutos.
Las lluvias también afectan la calidad de los frutos, aumentando el rajado. Además,
los frutos que maduran en condiciones de tiempo lluvioso, desarrollan olores desa-
gradables que impiden su comercialización. A pesar de lo mencionado, se considera
que el clima condiciona mucho más la producción de fruta para deshidratado, mien-
tras que la producción de fruta para mercado en fresco puede realizarse bajo condi-
ciones ecológicas más diversas (Flaishman et al., 2008).

6. Tipos de higueras cultivadas


6.1. Higueras comunes
La principal característica de estas variedades es que no requieren de la poliniza-
ción para la obtención de la producción comercial; sin embargo, se prefiere hablar de
frutos persistentes más que de frutos partenocárpicos, ya que no se trata de un fruto
verdadero.
Las higueras comunes producen una o dos cosechas cada año, según la
variedad. La primera cosecha corresponde a las brevas formadas sobre ramas del
año anterior, y la segunda cosecha corresponde a los higos que se forman sobre
los brotes del año. Dentro de este grupo se encuentran las variedades comerciales
difundidas en Argentina.

6.2. Higueras de Smirna


Estas variedades necesitan de la polinización para el establecimiento del fruto. Tradi-
cionalmente se cultivaron en Oriente Medio y norte de África, y actualmente también
en California (EE. UU.).
Poseen sólo flores femeninas y las variedades polinizadoras se denominan “Cabrahigos”.
Los frutos verdaderos se desarrollan, y su principal destino es el deshidratado.

6.3. Higueras tipo San Pedro


Estas higueras tienen la particularidad de que las brevas son persistentes, mientras
que para la producción de higos necesitan de la “caprificación” (polinización).

6.4. Cabrahigos
Son higueras utilizadas para polinizar a las higueras de Smirna, en presencia del
himenóptero Blastophaga psenes. Generalmente, presentan tres floraciones al año.
No presentan valor para consumo humano.

115
6.5. Polinización
De acuerdo con lo que se mencionó, la clasificación anterior depende de la necesidad
de polinización. Así, las higueras tipo Smirna deben polinizarse, utilizando variedades
del tipo Cabrahigos y en presencia de un agente polinizante muy específico.
Los cabrahigos producen tres generaciones de siconos al año, con la siguiente
denominación; i) “Mamas”, que nacen en ramas del año anterior, y maduran al
comienzo del verano. Las flores masculinas están insertas cerca del ostíolo y las
femeninas en toda la cavidad; ii) “Prohigos”, situados en las axilas de las hojas nueva
y maduran al final del verano o en el otoño; iii) “Mamonas”, que aparecen en el otoño.
Cuando comienzan los primeros fríos no abscisionan, quedando en reposo y madu-
rando en la primavera siguiente.
En cuanto al ciclo de Blastophaga, lo realiza dentro de las flores brevistilas de
los futuros frutos del cabrahigo, ya que su oviscapto no puede llegar hasta el fondo
del ovario de las flores macrostilas, que son las que existen en las variedades
partenocárpicas.
Los machos de Blastophaga emergen de las agallas de las flores femeninas
llamadas “mamas” y fecundan a las hembras, y luego mueren aún dentro del mismo
sicono. Las hembras fecundadas salen del sicono y cargan el polen de las flores
masculinas. Luego penetran en el sicono de la segunda generación del cabrahigo
(prohigo), y depositan sus huevos en las flores brevistilas. Las larvas nacen y se desa-
rrollan. Los diferentes frutos del cabrahigo permiten que la avispa tenga frutos donde
realizar la oviposición prácticamente durante toda la estación de crecimiento.
El polen de los cabrahigos se emplea para fecundar higueras del tipo Smirna. Para
polinizar las brevas se utiliza el polen de los prohigos, siendo el de las mamonas el
usado para polinizar los higos de finales de verano.
El proceso de polinización se denomina “caprificación”, que consiste en favorecer
el traslado de polen de los cabrahigos a las higueras de tipo Smirna, por medio del
Blastophaga. Artificialmente se consigue llevando ramilletes de higos macho con el
insecto. No es recomendable la plantación de los cabrahigos en el mismo sitio en que
están las variedades productoras debido a que la polinización es muy desuniforme.
De este modo los árboles cercanos a los polinizadores tendrían una excesiva poli-
nización, que promueve el crecimiento y el rajado de los frutos; por el contrario, las
plantas más alejadas de los polinizadores tendrían una polinización deficiente.
El rajado de los frutos, puede ser disminuido de manera importante mediante una
aspersión de cloruro de calcio al 1 % (Aksoy y Anak, 1994)
Algunas variedades de higueras comunes, como ‘Autumn Honey’ y ‘Brown Turkey’
pueden producir brevas caprificadas. Estos frutos suelen ser más grandes, y tener mayor
capacidad de almacenamiento, pero son más sensibles al rajado (Rodov et al., 2005).

116
7. Variedades más utilizadas
Brown Turkey
Es un árbol vigoroso, grande y produc-
tivo. La cosecha de los higos comienza
hacia fines de diciembre y se puede
prolongar hasta fines de mayo cuando se
realizan podas intensas. Los frutos son
de tamaño grande y de buen comporta-
miento postcosecha (Fig. 24).
Figura 24. Frutos de la variedad Brown Turkey
Guarinta embalados para su comercialización en la zona
La fecha de cosecha es unos 15 días central de Santa Fe, Argentina.
más tardía que la variedad Brown Turkey
y también presenta una postcosecha más delicada. Es originaria de una mutación
de la variedad ‘Málaga’. Fruto grande (80–90 g), con forma de pera. Muy buen sabor.
Madura desde el ostíolo hacia el ápice. Color verde amarillento con pulpa rojiza.

Kadota
La característica de esta variedad es que el fruto exuda una sustancia de apariencia
melosa, por lo cual también recibe el nombre de ‘gota de miel’. El fruto es amari-
llento verdoso con pulpa de color ámbar. En zonas áridas y calurosas no tiene un
buen comportamiento porque el fruto adquiere una textura mantecosa. Esta variedad
puede ser polinizada y en estas circunstancias da un fruto de características pare-
cidas a los higos tipo Smirna.

Elegible
Fruto mediano (50–70 g) con presencia de pilosidad, color verde claro y pulpa de
color claro. Es una variedad muy vigorosa, que se puede adaptar para la producción
de brevas en el sistema de poda intensivo.

A continuación, se detallan los países o regiones productoras y algunas de las varie-


dades, en ese orden (Flores Domínguez, 1990). Turquía: ‘Bursa Siyahi’ (Smirna) y
‘Sari Lop’ (Smirna). California: ‘Adriático’ (o ‘Verdone’), ‘Black mission’, ‘Kadota’ y
‘Conadria’. España: ‘Cuello de dama blanco’ y ‘Napolitana negro’. Grecia: ‘Kalomon’
(Smirna). Italia: ‘Petreli’, ‘San Giovanni’ y ‘Dottato’ (o ‘Kadota’).
Una correcta identificación de las variedades es necesaria, ya que existen mate-
riales idénticos que se han difundido con nombres diferentes y viceversa, variedades
distintas que se conocen con un mismo nombre (Flaishman et al., 2008).

117
8. Multiplicación
La higuera puede ser propagada por estacas, acodo aéreo y/o injerto. La propaga-
ción por semilla es posible en los tipos que la producen naturalmente y en los tipos
partenocárpicos debidamente polinizados. Por otro lado, la polinización por semilla
solo tiene interés para los fitomejoradores (Guera y Costa, 1988). Aunque la facilidad
de propagación fue el principal criterio en la selección clonal de patrones, otros atri-
butos tales como resistencia a plagas, enfermedades y desfavorables condiciones
climáticas o la capacidad para disminuir el tamaño del vástago, han cobrado mayor
prioridad (Webster,1995).
La multiplicación vegetativa de las plantas se realiza a partir de una porción de
ellas, y es fundamentalmente utilizada en la conservación o reproducción de plantas
o clones de interés. Entre los métodos más utilizados se citan la reproducción por
estacas y por acodos. La estaca se obtiene a partir de ramas de diferente edad, o
incluso de las raíces, que colocadas en las adecuadas condiciones ambientales son
capaces de formar raíces y brotes. La longitud de las estacas por lo general son de
30 a 40 cm (Espinosa, 1996), y su extracción debe hacerse hacia el final del otoño o
al comienzo del período invernal. La fase de establecimiento in vitro tiene como obje-
tivo obtener material viable para iniciar el proceso de micropropagación, por lo que es
indispensable contar con material vegetal pretratado en condiciones de invernadero,
ya que el material tomado directamente de campo posee en su superficie una variedad
de microorganismos que deben ser reducidos para facilitar los procedimientos de
desinfección (Flores Mora et al., 2009). La micropropagación permite la multiplicación
masiva de plantas, libre de virus y la conservación de germoplasma (Villalobos, 1988).
Para efectuar un acodo aéreo, se corta un anillo de 2 cm de ancho de la corteza
de un vástago grueso o de una rama delgada. En algunas variedades es común la
emisión de brotes desde la base de la planta, muchos de los cuales si toman contacto
con el suelo son capaces de enraizar y se pueden pasar a macetas para la formación
de una nueva planta (Fig. 25).

9. Sistema de cultivo
En los sistemas tradicionales de plantación en secano, la higuera se cultivaba en marcos
de plantación muy amplios, alcanzando los 9 x 9 m, y hasta 12 x 12 m. En cultivos bajo
regadío o en zonas con mayores precipitaciones conducidas bajo el sistema de poda
tradicional, los marcos de plantación pueden variar entre 6 x 6 m, y hasta 5 x 3 m.
En los sistemas de conducción con poda intensa, donde la planta posee un esque-
leto mínimo y el crecimiento del año es rebajado anualmente a 1 o 2 nudos, el tamaño
de la planta permite aumentar las densidades de plantación de manera considerable,
llegando a marcos de plantación tan reducidos como 4 x 3 y hasta 4 x 2 m (Fig. 26).
La plantación del cultivo debe realizarse a la salida del invierno, cuando la planta
está aun en dormición, de modo de evitar daños por frío. Las plantas pequeñas son

118
Figura 25. Brotes emitidos desde la base de la
planta, los cuales si al extraerlos se observa que
están enraizados se pueden colocar en contene-
dores para originar una nueva planta.
Figura 26. Plantación de higuera en la zona del
cinturón hortícola Santafesino, en un marco de
plantación de 4 x 2 m.

susceptibles al daño por sol hasta que el dosel vegetal cubra el tronco y las ramas
principales. Puede ser recomendable la utilización de pintura blanca de base acuosa
para aumentar la reflexión de la radiación y disminuir el daño por quemado de la
corteza (Flaishman et al., 2008).
La plantación comienza a ser productiva a partir del segundo año de plantación y
alcanza la plena producción entre los 3 y 5 años de su iniciación. A los 15–20 años la
producción comienza a declinar.

10. Conducción y poda de la higuera


La poda tiene gran importancia sobre la formación y productividad de los árboles.
Mediante esta práctica cultural se pretende obtener frutos de calidad, mantener el equi-
librio vegetativo entre las distintas ramas del árbol, entre éstas y el sistema radicular, y
favorecer la iluminación de las partes inferiores del árbol (Rigitano y Ojima, 1963).
La higuera tiene un desarrollo natural en forma colgante, por lo que en un sistema
de poda tradicional, debe levantarse el árbol y formar la cruz a una altura entre 0,9 y
1,2 m. En la forma de vaso tradicional se eligen de 3 a 6 ramas principales. Estas se
ramifican en secundarias luego de alcanzar un metro o más de longitud. Se procura
que los árboles adultos no sobrepasen los 2,5–3,0 m de altura.
En el sistema tradicional de baja densidad de plantación, se considera que la poda
de fructificación en la higuera no tiene sentido, debido a que no es una especie vecera
y la calidad de los frutos no es mejorada por dicha práctica cultural. Se considera que
la poda reduce la cosecha sin aumentar la calidad de los frutos restantes.
En el sistema de poda intensivo se procura aumentar la densidad de plantas para
incrementar la productividad por hectárea. Durante la estación de crecimiento los
brotes alcanzan 2,5 m de altura aproximadamente (Fig. 27), con lo cual la cosecha y

119
Figura 28. A la derecha se observa la planta de
higuera sin podar y a su izquierda la misma planta
conducida bajo un sistema de poda intensiva.

Figura 27. Planta de higuera conducida bajo un


sistema de poda intensiva. El tronco principal no
sobrepasa los 0,8–1,0 m y el esqueleto es muy
reducido.

la mayoría de los trabajos se pueden realizar sin necesidad de escaleras. En función


de la edad de la planta, se deja una cantidad creciente de ramos fructíferos, de
acuerdo con lo siguiente:

Primer año 2 brotes


Segundo año 4 brotes
Tercer año 8 brotes
Cuarto año 16 brotes
Quinto año en adelante 25–30 brotes

Al final de la estación de crecimiento, en el sistema de poda intensivo se rebajan los


brotes del año a 1 o 2 nudos (Fig. 28).
Con este sistema de poda intensa, los brotes se vigorizan con lo cual se prolonga
el período de cosecha. De este modo, se pueden recolectar higos desde fin de
diciembre hasta fines de abril en zonas de clima templado–cálido, mientras que en el
sistema tradicional la cosecha es mucho más reducida (Fig. 29).

120
Figura 29. Diferencias en la distribución de la cosecha en la variedad ‘Guarinta’ sometida a dife-
rentes sistemas de poda. Datos de producción referidos a la cosecha semanal de 100 plantas.

Cuando se realiza un sistema de conducción intermedio, propiciando una copa de


2,5 a 3,0 m de altura, la poda invernal es relativamente liviana, y se hace con el objetivo
de renovar ramas enfermas o envejecidas. Una poda más severa se realiza cada 3
años para estimular la emisión de madera nueva de reemplazo.
La higuera recibe podas de rejuvenecimiento, ya que en un manejo tradicional, la
planta a partir de los 30 años comienza un período de decaimiento. Se puede cortar la
planta a ras del suelo o respetando el tronco principal (0,8–1,2 m).

10.1. Producción de brevas


Para favorecer la producción de brevas en el sistema de conducción tradicional se suele
utilizar la poda de ‘Argenteuil’. Esta se aplica a un 35–50 % de las ramas del árbol, de
modo de no perjudicar la cosecha de higos. Consiste en eliminar el botón terminal al prin-
cipio de la vegetación, en las ramas portadoras de futuras brevas. Luego, se suprimen
los brotes nacidos junto a los frutos, dejando solamente dos brotes en la base de la
rama. Luego de la cosecha, la rama se poda, dejando las ramas de reemplazo basales.
Debe tenerse presente que las brevas se forman sobre brotes relativamente poco
vigorosos (30–40 cm). Para ello es necesario obtener una fuerte ramificación de la

121
higuera, de modo de disminuir el vigor de los brotes. Es esta la razón por la que se
justifica el despuntado o desyemado al inicio de la estación de crecimiento.
En un sistema de poda intensivo en el que se pretenda favorecer la producción de
brevas la poda debe realizarse luego de la cosecha de las brevas; esto permite el creci-
miento de los brotes de reemplazo en lo que queda de la estación de crecimiento. Los
sistemas de poda invernal intensa, no producen brevas porque se eliminan las ramas sobre
las que se asientan las yemas fructíferas o los frutos pequeños en estado de quiescencia.

10.1.1. Untura o atemperamiento


Consiste en anticipar la maduración de las brevas. La más utilizada es la untura con
aceite de oliva, aunque también puede utilizarse etileno o ácido giberélico. Además,
provoca una concentración de la maduración permitiendo un ahorro en la mano de
obra para la cosecha.
El atemperamiento con aceite de oliva consiste en introducir una gota de aceite en
el ostiolo del fruto cuando éste inicia la apertura de las brácteas. Puede corroborarse
el momento de la aplicación, seccionando un fruto y comprobando si ha virado a rojo
su coloración interior (fase II). Si se hace en forma anticipada, los frutos abscisionan
sin llegar a madurez.
Se realiza manualmente a aproximadamente un 40 % de los frutos del árbol. A la
semana se puede tratar otro 20 % adicional.
Utilizando Ethrel con una concentración de 300 ppm, se obtiene un resultado muy
parecido al logrado con aceite de oliva, aunque la abscisión de frutos de la segunda
cosecha es mayor. Con 200 ppm, se logra la maduración de los frutos 15 días
después de realizado el tratamiento y produce muy baja abscisión de frutos. Dosis
mayores de 300 ppm producen una caída de frutos muy alta. Al final del verano, se
puede adelantar la madurez aplicando Ethrel a razón de 200 ppm. En España, reali-
zando el tratamiento en el mes de agosto provoca la maduración en 5 días, concen-
trando la madurez de la fruta y disminuyendo la demanda de mano de obra para la
cosecha. Este tratamiento, provoca abscisión de frutos atrasados.
En la zona central de Santa Fe se ha utilizado con éxito la untura de higos al final
del período vegetativo. En abril–mayo, cuando la temperatura ambiente desciende,
los higos detienen su crecimiento y no alcanzan la maduración por lo que abortarán
luego de la ocurrencia de heladas invernales. La untura, principalmente en esta situa-
ción, permite la rápida maduración de estos frutos.

11. Cosecha y rendimiento


La higuera es una planta precoz ya que durante el segundo año comienza la cosecha. A
partir del cuarto año se logra la plena producción en el sistema de poda intensivo, alcan-
zando valores en torno a los 10 kg por planta, aunque determinados años se pueden
alcanzar los 15 kg por planta, lo que da una producción entre 12 a 18 t ha-1 (Tabla 26).

122
Tabla 26. Rendimientos normales del cultivo de la higuera en fincas comerciales del Cinturón Hortí-
cola Santafesino. Marco de plantación 4 x 2 m.

Brown Turkey Guarinta


-1
2da. Cosecha (kg planta ) 3,95 2,72
3ra. Cosecha 9,30 6,74
4ta. Cosecha 12,10 10,46
5ta. Cosecha 9,21 8,11

Bajo condiciones de cultivo en invernadero, alargando el período de cosecha,


se alcanzan valores cercanos a las 25 t ha-1 de frutos de alta calidad (Flaishman et
al., 2008).
En el momento de cosecha para el mercado en fresco los frutos deben alcanzar
un estado muy particular de madurez. Si son cosechados inmaduros no alcanzarán
un adecuado sabor aun luego de un prolongado período de almacenamiento, mien-
tras que si se cosechan sobremaduros sufren un rápido deterioro. En la variedad
‘Brown Turkey’, el momento de cosecha se caracteriza por una apariencia de “rayado”
típico, con un 70–90 % de coloración púrpura (Fig. 24). La cosecha es mejor realizarla
durante la mañana y de forma manual. En condiciones de alta temperatura, la piel del
fruto al ser tocada con los dedos se ve afectada. Un operario puede cosechar entre
100 y 200 kg por jornal. En el momento de plena cosecha y bajo condiciones de altas
temperaturas, como ocurre durante los meses de enero y febrero, la cosecha debe
realizarse diariamente, mientras que cuando la temperatura desciende, la frecuencia
puede disminuir hasta una vez por semana.
Debido a que los frutos maduran secuencialmente a lo largo del brote, la poda
intensa que estimula el crecimiento, y por ende la longitud de los ramos del año,
permite una distribución más amplia de la cosecha. En la zona central de Santa Fe
esta se extiende desde principios de enero hasta fines de abril o fines de mayo según
los años. El momento de mayor cosecha se obtiene durante el mes de enero para la
variedad ‘Brown Turkey’ o en el mes de febrero para la variedad ‘Guarinta’ (Fig. 30),
estando la producción de ambas variedades desfasadas en unos 15 días. La cosecha
es relativamente abundante hasta fines de marzo y luego decae considerablemente
durante abril y mayo.
Es recomendable que quienes realizan la cosecha usen guantes y tengan los
brazos cubiertos para prevenir irritaciones en la piel causada por el latex. Sin
embargo, los guantes reducen la sensibilidad para detectar la firmeza y el momento
más adecuado de cosecha.

123
Figura 30. Distribución de la cosecha de higos para las variedades ‘Brown Turkey’ y ‘Guarinta’.
Resultados expresados como producción semanal de 100 plantas.

12. Otras prácticas culturales


12.1. Irrigación
La higuera tolera mejor las condiciones de sequía cuando se la compara con otros
árboles frutales por lo que resulta muy atractivo su cultivo para zonas secas. De
todos modos, no existe demasiada información sobre los requerimientos hídricos de
la planta, aunque algunos estudios indicarían que con un aporte de agua mediante
riego del 50 % de la evaporación de tanque de referencia, sería el adecuado (d’Andria
et al., 1992). Deben evitarse cambios bruscos de humedad durante el período final de
crecimiento del fruto de modo de evitar su rajado.

12.2. Fertilización
La cultura histórica es que la higuera en general no se abona, no obstante muchas
experiencias han demostrado la eficacia de la incorporación al terreno de estiércoles
y fertilizantes como por ejemplo, nitrato de amonio o superfosfato (Melgarejo Moreno,
2000). Asimismo, se destaca como muy aconsejable la realización de aportes de
oligoelementos a dosis que oscilan entre 50 y 100 g árbol-1, pudiéndose aplicar éstos
al suelo o por aspersión foliar. La higuera responde muy bien a la fertilización nitro-

124
genada, pero los frutos pierden calidad ya que se afecta el sabor y la capacidad de
conservación, si bien el tamaño mejora.
En España, se recomiendan para la producción de frutos frescos, un aporte de
25–30 t de materia orgánica, 50 kg de N, 150 kg de P, y 110 kg de K. En cambio para
la producción de frutos secos, se reducen los aportes a 10 t de materia orgánica, 21
kg de N, 90 kg de P, y 70 kg de K.
El calcio, el azufre, y el magnesio, proporcionan consistencia y calidad en cuanto a
riqueza de azúcares. Debido a que la planta prefiere suelos con pH alcalino, se reco-
mienda el encalado del suelo cuando el pH es inferior a 6. El agregado de potasio
aumenta el rajado de los frutos en la zona del ostíolo, y decrece el porcentaje de frutos
dañados por quemado de sol. En estos casos importa la relación del potasio con el
magnesio y el calcio, y no el contenido de potasio por sí solo (Flaishman et al., 2008).
En California, el cultivo se fertiliza solamente con Nitrógeno, y con una aplicación
entre 22 y 45 kg ha-1 (Ferguson et al., 1990).

13. Plagas y enfermedades


La higuera es un cultivo que posee escasos problemas de plagas y enfermedades.
En la zona central de Santa Fe se han observado problemas de cochinillas y taladros
en lo referente a plagas, y roya como principal enfermedad. En los capítulos 9 y 10 se
abordan estos aspectos con más detalle.

125
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127
Sobre los autores

Capítulo 1. Caracterización agroclimática y edafológica


del centro de la provincia de Santa Fe
· María Soledad García. Ing. Agr. M.Sc. Agroclimatología UNL–FCA
· Perla Ester Leva. Ing. Agr. M.Sc. Dra. Agroclimatología UNL–FCA
· Guillermo Daniel Toffoli. Becario. Agroclimatología UNL–FCA
· Miguel Ángel Pilatti. Ing. Agr. M.Sc. Edafología UNL–FCA
· Carlos Agustín Alesso. Ing. Agr. Estadística UNL–FCA

Capítulo 2. Cítricos
· Norma Guadalupe Micheloud. Ing. Agr. M.Sc. Fisiología Vegetal UNL–FCA
· Rubén Andrés Pilatti. Ing. Agr. M.Sc. Fisiología Vegetal UNL–FCA

Capítulo 3. Duraznero
· Norberto F. Gariglio
· Marcela Emilce Weber. Ing. Agr. M.Sc. Fruticultura UNL–FCA
· Rubén Andrés Pilatti

Capítulo 4. Manzano
· Damián César Castro. Ing. Ftal. Dr. Fruticultura UNL–FCA
· Juan Carlos Favaro. Ing. Agr. Horticultura UNL–FCA
· Roberto Ricardo Scotta. Ing. Agr. M.Sc. Dr. Sanidad Vegetal UNL–FCA
· Norberto F. Gariglio

Capítulo 5. Higuera
· Norberto F. Gariglio
· Juan Carlos Favaro
· Rosina Forte. Becaria, Fruticultura UNL–FCA

279
Capítulo 6. Frambueso
· María del Huerto Sordo. Ing. Agr. INTA Santa Fe
· María Natalia Guadalupe Clement. Ing. Agr. INTA Santa Fe
· Cristian Raúl Pernuzzi. Ing. Agr. Introducción a los Sistemas Agropecuarios UNL–FCA
· Norberto F. Gariglio

Capítulo 7. Papaya o Mamón


· Carlos A. Bouzo
· Juan Carlos Favaro

Capítulo 8. Flores y follaje de corte


· Marcela Alejandra Buyatti. Ing. Agr. M. Sc. Floricultura UNL–FCA
· Paola Gabriel. Ing. Agr. Becaria, Floricultura UNL–FCA
· Silvina Nocioni. Ing. Agr. Becaria Floricultura UNL–FCA
· Diego Alejandro Mata. Ing. Agr. M.Sc. INTA Castelar
· Daniel Morisigue. Ing. Agr. INTA Castelar

Capítulo 9. Manejo de plagas


· María Cristina Arregui. Ing. Agr. Dra. Sanidad Vegetal UNL–FCA
· Isabel Bertolaccini. Ing. Agr. M. Sc. Dr. Zoología Agrícola UNL–FCA
· María Cecilia Curis. Ing. Agr. Zoología Agrícola UNL–FCA
· Daniel Eusebio Sánchez. Ing. Agr. Sanidad Vegetal UNL–FCA

Capítulo 10. Manejo de enfermedades


· Luis Mario Rista. Ing. Agr. Fitopatología UNL–FCA
· María Alejandra Favaro. Ing. Agr. Dra. Fitopatología UNL–FCA

Capítulo 11. Requerimientos tecnológicos básicos


para el manejo de poscosecha
· Carlos A. Bouzo
· María Elida Pirovani. Ing. Qco. M.Sc. ITA UNL–FIQ

Capítulo 12. Caracterización de la calidad de las frutas, su rol en la alimentación,


y alternativas de procesamiento e industrialización a pequeña escala
· Daniel Alberto Alsina. Lic. Qca. Dr. Química UNL–FCA
· Isabel de los Milagros Nescier. Lic. Qca. M.Sc. Química
· Zulma Santini. Bqca. Dra. UNL–FBCB
· Hugo Cives. Dr. Fac. Cs. Alim. UNER
· Lisandro Lozano. Med. Vet. Prof. Indpte

280
Capítulo 13. Sistemas productivos
· Mariana Travadelo
· Ricardo Andrés Perren. CPN, FCE–UNL
· Mariela Analía Maina. Ing. Agr. M.Sc. Mercadeo Agroalimentario UNL–FCA
· Noelia Rossler. Ing. Agr. Mag. Administración de las Organizaciones UNL–FCA
· María Cecilia Brizi. Ing. Agr. Mercadeo Agroalimentario UNL–FCA

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