Cap5 Higuera
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Higuera
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R. Forte
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Rector Enrique Mammarella
Director de Planeamiento y Gestión Académica Daniel Comba
Directora Ediciones UNL Ivana Tosti
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∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙∙
© , 2020 hdl.handle.net/11185/5536
Cultivos frutales y ornamentales
para zonas templado–cálidas
Experiencias en la zona central de Santa Fe
Norberto F. Gariglio
Carlos A. Bouzo
Mariana R. Travadelo
Editores
3
Capítulo 5
Higuera
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rojizo, dependiendo de las distintas variedades. En su interior se encuentran los
verdaderos frutos, llamados aquenios (Flores Domínguez, 1990).
El receptáculo floral se hincha y se vuelve carnoso, formando una masa que se
denomina breva o higo, según la fecha de madurez y el tejido sobre el que se forma.
Las flores femeninas se componen de ovario, estilo largo y estigma bífido (Fernández
Márquez, 2006). La flor masculina está constituida por tres sépalos y tres estambres.
2. Valor nutritivo
El fruto de la higuera es una fuente importante de minerales, fundamentalmente de
calcio, potasio y hierro (Tablas 24 y 25). Su contenido de grasas y sodio es práctica-
mente nulo. Aporta fibras totales y solubles, así como vitaminas A y C.
2.1. Utilización
La fruta es consumida en fresco, deshidratada, o a través de la elaboración de
mermeladas. Además, se considera que la planta tiene propiedades medicinales. Los
higos cocidos se utilizan desde la antigüedad contra el dolor de garganta y el dolor
de encías, así como por sus propiedades laxantes. El látex se utiliza contra el trata-
miento de verrugas. Por otro lado, las hojas cocidas, se utilizan como remedio para
la diabetes y para las calcificaciones en los riñones e hígado (Flaishman et al., 2008).
Para el consumo en fresco el fruto adquiere sus mejores características organolép-
ticas cuando ya no tiene capacidad para conservarse. Por ello, existen diferentes alter-
nativas para transformar al fruto en un producto más duradero, una vez que alcanzó el
estado de madurez más adecuado (Flaishman et al., 2008). El desecado es la forma
más tradicional de conservación que se conoce desde tiempos prehistóricos, siendo
éste el principal destino de la producción, mientras que el consumo en fresco representa
apenas el 3 %. Los frutos deshidratados tienen un contenido de agua entre el 18 al 22 %.
Otros subproductos que pueden obtenerse son la fruta congelada, conservas y pastas.
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Tabla 24. Composición del fruto de la higuera Tabla 25. Comparación del aporte de nutrientes
deshidratado. Adaptado de Vinson (1999). minerales de diferentes frutos tradicionales.
Adaptado de Vinson (1999).
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y un volumen de 16338 kg. Los destinos principales fueron los países limítrofes
(Uruguay y Brasil), abasteciendo también a Suiza, Francia y Mongolia, entre otros. Por
otro lado, el mercado interno en la Argentina no está abastecido con la demanda de
higos frescos, secos, y otros subproductos. Es por ello que las importaciones alcan-
zaron valores de 500 toneladas anuales durante los años 2002–2003, siendo los prin-
cipales países abastecedores Turquía y Chile.
En la zona central de la provincia de Santa Fe, el cultivo de la higuera es relativa-
mente reciente. A partir de los últimos 10 años se comenzaron a realizar pequeñas
plantaciones (0,1–2,0 has) que van desde Coronda al sur, hasta San Cristobal al
norte. El cultivo se está convirtiendo en una alternativa complementaria a la produc-
ción hortícola y/o como nueva opción productiva para emprendedores. La producción
alcanzada, actualmente está abasteciendo la demanda de la ciudad de Santa Fe,
Esperanza, y localidades cercanas, así como a pequeñas industrias dulceras.
4. Biología floral
La higuera produce dos cosechas, la de brevas y la de higos. Las brevas se originan
desde yemas axilares ubicadas en la parte terminal de los brotes de la estación de
crecimiento anterior. Comienzan a crecer en la primavera y maduran entre diciembre y
enero. Los higos se producen lateralmente en las axilas de las hojas de los brotes del
año (Fig. 23), y su maduración comienza a partir de enero. La duración de la cosecha
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de higos depende del vigor de los brotes del año. Cuanto más vigorosos son estos,
más prolongado será el período de cosecha.
Al final del ciclo anual de crecimiento se produce la caída de las hojas, y las yemas
reproductivas ubicadas en la parte terminal del brote que no han dado higos, pasan
el invierno en estado de reposo. En la primavera, estas yemas retoman el crecimiento,
dando la cosecha de brevas y reiniciando el ciclo anual (Melgarejo Moreno, 2000).
Bajo condiciones de inviernos benignos, los higos que no alcanzan a madurar en
la estación de crecimiento permanecen en el árbol durante el invierno y completan su
desarrollo en la siguiente estación de crecimiento. Cuando el invierno es más riguroso,
estos frutos sufren daños y se caen, salvo que sean pequeños (Fase I de crecimiento);
en estos casos se forman brácteas que los cubren y protegen del frío, y darán brevas en
la próxima estación de crecimiento.
Debido a que hay variedades de higueras que no dan brevas, las variedades se clasi-
fican en dos grupos: a) Higueras de una sola cosecha o uníferas, de recolección en
otoño; b) Higueras de dos cosechas o bíferas que dan, además, otra cosecha en verano.
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cenamiento, el estado de madurez a la cosecha, y las características propias de la
variedad. Otra característica de este fruto, es que a pesar de ser clasificado como
climatérico, una vez cosechado su contenido de azúcares no se incrementa, por lo
que si la cosecha se produce en estado inmaduro nunca alcanzará las condiciones
óptimas de sabor (Flaishman et al., 2008).
5. Requerimientos agroecológicos
La higuera requiere de un sitio bien soleado para expresar la máxima producción de
frutos. Se recomiendan los tipos de suelos permeables y bien drenados, con buena
fertilidad. También prefiere suelos ricos en calcio y crece muy bien en terrenos con pH
entre 8 y 8.5. Sin embargo, se adapta a diferentes tipos de suelos, inclusive los pedre-
gosos y muy superficiales.
Es uno de los frutales más tolerantes a la salinidad, incluso a los cloruros. También
la planta establecida es muy resistente a la sequía, posiblemente debido a su sistema
radicular muy extendido, que alcanza hasta tres veces el diámetro de la copa.
La higuera está adaptada a diferentes regiones y climas, pero su crecimiento es
óptimo en zonas templadas (Flores Mora y Jiménez Bonilla, 2007). En el hemisferio
norte se la cultiva entre los 35 y 40º de latitud. Tolera bien las altas y bajas tempera-
turas (Agostini, 2002). En climas cálidos, como el centro de Brasil vegeta continua-
mente, y como la mayoría de las especies del género Ficus no entra en reposo vege-
tativo y no muestra abscisión de hojas. Las mejores condiciones se dan en zonas
con inviernos benignos y veranos calurosos, con precipitaciones escasas. El clima
mediterráneo es en el que mejor se adapta (templado–cálido–seco). La humedad alta
y las lluvias frecuentes perjudican la calidad de los frutos.
La higuera tiene bajos requerimientos de horas de frío y tolera heladas leves. A pesar
de ello, es importante destacar que las heladas ocurridas en invierno pueden provocar
la muerte de un número importante de brevas que se encuentran en un estado de
desarrollo más o menos avanzado (López y Salazar, 2010). Los umbrales térmicos para
este frutal son de -12,2 ºC para evitar la muerte del árbol por helada y -6,6 ºC para los
frutos. Sin embargo, se debe tener presente que la tolerancia al frío depende del origen
del cultivar. En determinadas variedades más sensibles al frío, las heladas tempranas
o tardías producen la muerte de la parte terminal de los brotes del año, y con ello se
afecta seriamente la producción de brevas. A modo de resumen se puede decir que
las bajas temperaturas invernales, entre -5 a -10 ºC según la variedad, constituyen un
factor limitante para el cultivo comercial de la higuera (Ferguson et al., 1990).
En zonas de clima templado la dormición es poco profunda, y se consigue hacer
brotar rápidamente las yemas cuando se hace forzado a temperaturas adecuadas
(Kawamata et al., 2002), lo cual hace suponer que se trata de ecodormición y no de
un proceso de endodormición. Con temperaturas nocturnas superiores a 12 ºC la
planta continúa creciendo y madurando sus frutos.
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Las condiciones de temperatura también afectan el color y la forma de los frutos.
En condiciones de climas más fríos, la pulpa toma un color más intenso y los frutos
son más alargados. Los frutos no sufren daño por enfriamiento, por lo que pueden
almacenarse hasta temperaturas de -1 ºC, con 90–95 % de humedad relativa. El uso
de aire forzado para reducir la temperatura de la fruta recién cosechada tiene un
enorme impacto sobre la conservación posterior de los frutos.
Las lluvias también afectan la calidad de los frutos, aumentando el rajado. Además,
los frutos que maduran en condiciones de tiempo lluvioso, desarrollan olores desa-
gradables que impiden su comercialización. A pesar de lo mencionado, se considera
que el clima condiciona mucho más la producción de fruta para deshidratado, mien-
tras que la producción de fruta para mercado en fresco puede realizarse bajo condi-
ciones ecológicas más diversas (Flaishman et al., 2008).
6.4. Cabrahigos
Son higueras utilizadas para polinizar a las higueras de Smirna, en presencia del
himenóptero Blastophaga psenes. Generalmente, presentan tres floraciones al año.
No presentan valor para consumo humano.
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6.5. Polinización
De acuerdo con lo que se mencionó, la clasificación anterior depende de la necesidad
de polinización. Así, las higueras tipo Smirna deben polinizarse, utilizando variedades
del tipo Cabrahigos y en presencia de un agente polinizante muy específico.
Los cabrahigos producen tres generaciones de siconos al año, con la siguiente
denominación; i) “Mamas”, que nacen en ramas del año anterior, y maduran al
comienzo del verano. Las flores masculinas están insertas cerca del ostíolo y las
femeninas en toda la cavidad; ii) “Prohigos”, situados en las axilas de las hojas nueva
y maduran al final del verano o en el otoño; iii) “Mamonas”, que aparecen en el otoño.
Cuando comienzan los primeros fríos no abscisionan, quedando en reposo y madu-
rando en la primavera siguiente.
En cuanto al ciclo de Blastophaga, lo realiza dentro de las flores brevistilas de
los futuros frutos del cabrahigo, ya que su oviscapto no puede llegar hasta el fondo
del ovario de las flores macrostilas, que son las que existen en las variedades
partenocárpicas.
Los machos de Blastophaga emergen de las agallas de las flores femeninas
llamadas “mamas” y fecundan a las hembras, y luego mueren aún dentro del mismo
sicono. Las hembras fecundadas salen del sicono y cargan el polen de las flores
masculinas. Luego penetran en el sicono de la segunda generación del cabrahigo
(prohigo), y depositan sus huevos en las flores brevistilas. Las larvas nacen y se desa-
rrollan. Los diferentes frutos del cabrahigo permiten que la avispa tenga frutos donde
realizar la oviposición prácticamente durante toda la estación de crecimiento.
El polen de los cabrahigos se emplea para fecundar higueras del tipo Smirna. Para
polinizar las brevas se utiliza el polen de los prohigos, siendo el de las mamonas el
usado para polinizar los higos de finales de verano.
El proceso de polinización se denomina “caprificación”, que consiste en favorecer
el traslado de polen de los cabrahigos a las higueras de tipo Smirna, por medio del
Blastophaga. Artificialmente se consigue llevando ramilletes de higos macho con el
insecto. No es recomendable la plantación de los cabrahigos en el mismo sitio en que
están las variedades productoras debido a que la polinización es muy desuniforme.
De este modo los árboles cercanos a los polinizadores tendrían una excesiva poli-
nización, que promueve el crecimiento y el rajado de los frutos; por el contrario, las
plantas más alejadas de los polinizadores tendrían una polinización deficiente.
El rajado de los frutos, puede ser disminuido de manera importante mediante una
aspersión de cloruro de calcio al 1 % (Aksoy y Anak, 1994)
Algunas variedades de higueras comunes, como ‘Autumn Honey’ y ‘Brown Turkey’
pueden producir brevas caprificadas. Estos frutos suelen ser más grandes, y tener mayor
capacidad de almacenamiento, pero son más sensibles al rajado (Rodov et al., 2005).
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7. Variedades más utilizadas
Brown Turkey
Es un árbol vigoroso, grande y produc-
tivo. La cosecha de los higos comienza
hacia fines de diciembre y se puede
prolongar hasta fines de mayo cuando se
realizan podas intensas. Los frutos son
de tamaño grande y de buen comporta-
miento postcosecha (Fig. 24).
Figura 24. Frutos de la variedad Brown Turkey
Guarinta embalados para su comercialización en la zona
La fecha de cosecha es unos 15 días central de Santa Fe, Argentina.
más tardía que la variedad Brown Turkey
y también presenta una postcosecha más delicada. Es originaria de una mutación
de la variedad ‘Málaga’. Fruto grande (80–90 g), con forma de pera. Muy buen sabor.
Madura desde el ostíolo hacia el ápice. Color verde amarillento con pulpa rojiza.
Kadota
La característica de esta variedad es que el fruto exuda una sustancia de apariencia
melosa, por lo cual también recibe el nombre de ‘gota de miel’. El fruto es amari-
llento verdoso con pulpa de color ámbar. En zonas áridas y calurosas no tiene un
buen comportamiento porque el fruto adquiere una textura mantecosa. Esta variedad
puede ser polinizada y en estas circunstancias da un fruto de características pare-
cidas a los higos tipo Smirna.
Elegible
Fruto mediano (50–70 g) con presencia de pilosidad, color verde claro y pulpa de
color claro. Es una variedad muy vigorosa, que se puede adaptar para la producción
de brevas en el sistema de poda intensivo.
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8. Multiplicación
La higuera puede ser propagada por estacas, acodo aéreo y/o injerto. La propaga-
ción por semilla es posible en los tipos que la producen naturalmente y en los tipos
partenocárpicos debidamente polinizados. Por otro lado, la polinización por semilla
solo tiene interés para los fitomejoradores (Guera y Costa, 1988). Aunque la facilidad
de propagación fue el principal criterio en la selección clonal de patrones, otros atri-
butos tales como resistencia a plagas, enfermedades y desfavorables condiciones
climáticas o la capacidad para disminuir el tamaño del vástago, han cobrado mayor
prioridad (Webster,1995).
La multiplicación vegetativa de las plantas se realiza a partir de una porción de
ellas, y es fundamentalmente utilizada en la conservación o reproducción de plantas
o clones de interés. Entre los métodos más utilizados se citan la reproducción por
estacas y por acodos. La estaca se obtiene a partir de ramas de diferente edad, o
incluso de las raíces, que colocadas en las adecuadas condiciones ambientales son
capaces de formar raíces y brotes. La longitud de las estacas por lo general son de
30 a 40 cm (Espinosa, 1996), y su extracción debe hacerse hacia el final del otoño o
al comienzo del período invernal. La fase de establecimiento in vitro tiene como obje-
tivo obtener material viable para iniciar el proceso de micropropagación, por lo que es
indispensable contar con material vegetal pretratado en condiciones de invernadero,
ya que el material tomado directamente de campo posee en su superficie una variedad
de microorganismos que deben ser reducidos para facilitar los procedimientos de
desinfección (Flores Mora et al., 2009). La micropropagación permite la multiplicación
masiva de plantas, libre de virus y la conservación de germoplasma (Villalobos, 1988).
Para efectuar un acodo aéreo, se corta un anillo de 2 cm de ancho de la corteza
de un vástago grueso o de una rama delgada. En algunas variedades es común la
emisión de brotes desde la base de la planta, muchos de los cuales si toman contacto
con el suelo son capaces de enraizar y se pueden pasar a macetas para la formación
de una nueva planta (Fig. 25).
9. Sistema de cultivo
En los sistemas tradicionales de plantación en secano, la higuera se cultivaba en marcos
de plantación muy amplios, alcanzando los 9 x 9 m, y hasta 12 x 12 m. En cultivos bajo
regadío o en zonas con mayores precipitaciones conducidas bajo el sistema de poda
tradicional, los marcos de plantación pueden variar entre 6 x 6 m, y hasta 5 x 3 m.
En los sistemas de conducción con poda intensa, donde la planta posee un esque-
leto mínimo y el crecimiento del año es rebajado anualmente a 1 o 2 nudos, el tamaño
de la planta permite aumentar las densidades de plantación de manera considerable,
llegando a marcos de plantación tan reducidos como 4 x 3 y hasta 4 x 2 m (Fig. 26).
La plantación del cultivo debe realizarse a la salida del invierno, cuando la planta
está aun en dormición, de modo de evitar daños por frío. Las plantas pequeñas son
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Figura 25. Brotes emitidos desde la base de la
planta, los cuales si al extraerlos se observa que
están enraizados se pueden colocar en contene-
dores para originar una nueva planta.
Figura 26. Plantación de higuera en la zona del
cinturón hortícola Santafesino, en un marco de
plantación de 4 x 2 m.
susceptibles al daño por sol hasta que el dosel vegetal cubra el tronco y las ramas
principales. Puede ser recomendable la utilización de pintura blanca de base acuosa
para aumentar la reflexión de la radiación y disminuir el daño por quemado de la
corteza (Flaishman et al., 2008).
La plantación comienza a ser productiva a partir del segundo año de plantación y
alcanza la plena producción entre los 3 y 5 años de su iniciación. A los 15–20 años la
producción comienza a declinar.
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Figura 28. A la derecha se observa la planta de
higuera sin podar y a su izquierda la misma planta
conducida bajo un sistema de poda intensiva.
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Figura 29. Diferencias en la distribución de la cosecha en la variedad ‘Guarinta’ sometida a dife-
rentes sistemas de poda. Datos de producción referidos a la cosecha semanal de 100 plantas.
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higuera, de modo de disminuir el vigor de los brotes. Es esta la razón por la que se
justifica el despuntado o desyemado al inicio de la estación de crecimiento.
En un sistema de poda intensivo en el que se pretenda favorecer la producción de
brevas la poda debe realizarse luego de la cosecha de las brevas; esto permite el creci-
miento de los brotes de reemplazo en lo que queda de la estación de crecimiento. Los
sistemas de poda invernal intensa, no producen brevas porque se eliminan las ramas sobre
las que se asientan las yemas fructíferas o los frutos pequeños en estado de quiescencia.
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Tabla 26. Rendimientos normales del cultivo de la higuera en fincas comerciales del Cinturón Hortí-
cola Santafesino. Marco de plantación 4 x 2 m.
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Figura 30. Distribución de la cosecha de higos para las variedades ‘Brown Turkey’ y ‘Guarinta’.
Resultados expresados como producción semanal de 100 plantas.
12.2. Fertilización
La cultura histórica es que la higuera en general no se abona, no obstante muchas
experiencias han demostrado la eficacia de la incorporación al terreno de estiércoles
y fertilizantes como por ejemplo, nitrato de amonio o superfosfato (Melgarejo Moreno,
2000). Asimismo, se destaca como muy aconsejable la realización de aportes de
oligoelementos a dosis que oscilan entre 50 y 100 g árbol-1, pudiéndose aplicar éstos
al suelo o por aspersión foliar. La higuera responde muy bien a la fertilización nitro-
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genada, pero los frutos pierden calidad ya que se afecta el sabor y la capacidad de
conservación, si bien el tamaño mejora.
En España, se recomiendan para la producción de frutos frescos, un aporte de
25–30 t de materia orgánica, 50 kg de N, 150 kg de P, y 110 kg de K. En cambio para
la producción de frutos secos, se reducen los aportes a 10 t de materia orgánica, 21
kg de N, 90 kg de P, y 70 kg de K.
El calcio, el azufre, y el magnesio, proporcionan consistencia y calidad en cuanto a
riqueza de azúcares. Debido a que la planta prefiere suelos con pH alcalino, se reco-
mienda el encalado del suelo cuando el pH es inferior a 6. El agregado de potasio
aumenta el rajado de los frutos en la zona del ostíolo, y decrece el porcentaje de frutos
dañados por quemado de sol. En estos casos importa la relación del potasio con el
magnesio y el calcio, y no el contenido de potasio por sí solo (Flaishman et al., 2008).
En California, el cultivo se fertiliza solamente con Nitrógeno, y con una aplicación
entre 22 y 45 kg ha-1 (Ferguson et al., 1990).
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Bibliografía
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Sobre los autores
Capítulo 2. Cítricos
· Norma Guadalupe Micheloud. Ing. Agr. M.Sc. Fisiología Vegetal UNL–FCA
· Rubén Andrés Pilatti. Ing. Agr. M.Sc. Fisiología Vegetal UNL–FCA
Capítulo 3. Duraznero
· Norberto F. Gariglio
· Marcela Emilce Weber. Ing. Agr. M.Sc. Fruticultura UNL–FCA
· Rubén Andrés Pilatti
Capítulo 4. Manzano
· Damián César Castro. Ing. Ftal. Dr. Fruticultura UNL–FCA
· Juan Carlos Favaro. Ing. Agr. Horticultura UNL–FCA
· Roberto Ricardo Scotta. Ing. Agr. M.Sc. Dr. Sanidad Vegetal UNL–FCA
· Norberto F. Gariglio
Capítulo 5. Higuera
· Norberto F. Gariglio
· Juan Carlos Favaro
· Rosina Forte. Becaria, Fruticultura UNL–FCA
279
Capítulo 6. Frambueso
· María del Huerto Sordo. Ing. Agr. INTA Santa Fe
· María Natalia Guadalupe Clement. Ing. Agr. INTA Santa Fe
· Cristian Raúl Pernuzzi. Ing. Agr. Introducción a los Sistemas Agropecuarios UNL–FCA
· Norberto F. Gariglio
280
Capítulo 13. Sistemas productivos
· Mariana Travadelo
· Ricardo Andrés Perren. CPN, FCE–UNL
· Mariela Analía Maina. Ing. Agr. M.Sc. Mercadeo Agroalimentario UNL–FCA
· Noelia Rossler. Ing. Agr. Mag. Administración de las Organizaciones UNL–FCA
· María Cecilia Brizi. Ing. Agr. Mercadeo Agroalimentario UNL–FCA
281