No Camines Solo Por La Vida... Adopta Un Perro
No Camines Solo Por La Vida... Adopta Un Perro
No Camines Solo Por La Vida... Adopta Un Perro
Hachi es una linda película que probablemente muchos de Uds. ya hayan visto. Es una historia
de lealtad total; lealtad a prueba de balas; fidelidad eterna…de esa que sólo nos pueden dar los
perros y que la prensa incluye de cuando en cuando como nota curiosa o sentimental. La historia
tiene un origen real porque el verdadero Hachiko nació en noviembre de 1923 en la prefectura de
Odate al norte del Japón. Fue allí donde entró a la vida del profesor Dr. Eisaburo Ueno a quién
esperaba todas las tardes sentado en la pequeña plaza de la estación Shibuya. La conexión entre
perro y hombre asombraba a la gente y maravillaba a sus conocidos pero, inesperadamente, la
fatalidad interrumpió la relación pues el profesor Ueno murió víctima de un ataque cardíaco en la
universidad.
Hashi siguió esperándolo en la plaza pese a todos los esfuerzos de la gente por convencerlo de
que regresara a casa. Las horas se volvieron días, los días semanas, las semanas meses, los meses
años y aún así, Hashi iba cada día a la estación a buscar entre todos esos rostros extraños el
rostro amado de su amigo. Ni la lluvia, el sol, el viento o la nieve impidieron su diario
peregrinar pues la lealtad hacia su amigo humano nunca pereció.
La lealtad demostrada por Hachi tuvo un extraordinario efecto entre los pobladores de Shibuya.
Él se transformó en un héroe y en abril de 1934 los habitantes del pueblo contrataron a Teru
Shou Ando, un famoso escultor japonés, para que realizara una estatua de bronce del fiel Hachi.
Casi un año más tarde, el 7 de marzo de1935 Hachi falleció al pie de su propia estatua.
Esta es sólo una de las miles historias de la lealtad que los perros pueden demostrar. En realidad,
creo que sólo ellos son capaces de manifestarla de esa peculiar forma que, en algunos casos, es
desconocida por humanos limitados que optaron por la traición y la deslealtad a los amigos. En
el largo o corto camino de la vida, es siempre beneficioso caminar al lado de un amigo. Y en
muchos casos este amigo se personifica en un perro. Un perro que un buen día encontramos en la
calle; una criatura que incluye a todas y a ninguna raza en su cuerpo maltrecho y desnutrido, una
vida que camina sin rumbo llevando en su corazón historias no contadas.
Hay gente que los ve pasar y los mira con compasión sin hacer nada; hay otros que ni siquiera
los miran porque son parte del paisaje rutinario de una ciudad que se afea con su presencia, pero
en este mundo cruel y plástico, aún queda gente que hará de su compasión un arma activa. Gente
que detendrá su rutina para interesarse y preocuparse por ese animal desprotegido. Es
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precisamente allí cuando las transformaciones ocurren ya que ese animal entra a nuestra vida
para mejorarla, enriquecerla y bendecirla. Con el tiempo, su belleza natural florece – porque con
amor, hasta el árbol más seco reverdece- y hasta nos olvidamos de que un día lo encontramos
vagando sin esperanza, sucio, enfermo, y sin alma. La criatura que vemos a nuestro lado es ahora
un hermano o un hijo, un miembro de la familia de la que nos sentimos orgullosos aunque no
sepa hacer ningún truco o pirueta.
Mucha gente los compra porque están desinformados de la cruel realidad de los criaderos de
perros en los que estos animales son explotados hasta morir. En los Estados Unidos, los puppy
mills, son criaderos sucios y estrechos cuya principal finalidad es producir grandes cantidades de
cachorros de diversas razas. En estos lugares los animales viven en condiciones antinaturales
donde se les fuerza (léase: violación) a reproducirse interminablemente para satisfacer los gustos
de un público ávido de pedigree. Lamentablemente, el hecho de que un cachorrito sea de raza, no
garantiza que sea un animal sano y socialmente adaptado. Debido a las constantes alteraciones
genéticas para desarrollar nuevas razas mezclando las ya existentes y a las condiciones en las que
se reproducen, frecuentemente estos animales desarrollan problemas físicos y emocionales de
por vida y son muy pocas las personas dispuestas a enfrentar estas dificultades y gastos
veterinarios. Es por eso que en los albergues de los Estados Unidos también se encuentran
muchos animales de raza que han sido abandonados o rechazados.
En Latinoamérica los criaderos de perros son peores al no existir leyes que los regulen y
autoridades que los obliguen a cumplir con las pocas normas establecidas. Cualquier hijo de
vecino hace que sus animales se reproduzcan para venderlos sin reparos. Cientos de cachorritos
adornados con ridículos lazos se ofrecen al público a precios irrisorios o muy caros. A veces, los
que los explotan juran por su madre que son una mezcla de Doberman o Pastor Alemán; pero si
el comprador refuta que les ven rasgos de Dálmata o San Bernardo, los perritos cambian de raza
al instante.
Por otra parte, tenemos a los grupos proteccionistas que tal vez con buenas intenciones, intentan
deshacerse de los animales a su cuidado dándolos en “adopción” indiscriminadamente. En su
afán de ayudar no se dan cuenta que la adopción de un animal debe ser un proceso de selección
cuidadoso y detallado; que no se puede entregar a nadie animales que no hayan sido previamente
esterilizados y sobretodo, que no se puede confiar en la palabra de cualquiera que por impulso, se
quiere llevar a un animalito a casa. De esta manera nunca se sabe si hubo compatibilidad, si toda
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la familia estaba de acuerdo en tenerlo o si tendrán los medios necesarios para atender todas sus
necesidades. Una vez que esos animales pasan a manos del extraño de buenas intenciones, nunca
más se sabe qué fue de ellos…. Lamento mucho entonces tener que reventar su burbuja de
ilusiones diciéndoles que las buenas intenciones NUNCA han ayudado a ningún animal.
Y finalmente tenemos a los siempre presentes huachafos, los fresas, o como se diga en los otros
países latinoamericanos. Los que se creen lo que no son. Los tipos que desesperadamente quieren
tener abolengo o clase no por sí mismos, sino por lo que poseen. Algo así como cuando un
peruanito dice que tiene origen europeo y cuelga un tremendo escudo con el apellido del bandido
español en la sala de su casa para que todos lo vean. Esta gente quiere sentirse socialmente
aceptada al tener un perro con pedigree, aunque su pedigree personal sea de dudosa reputación.
Que el mensaje quede claro entonces: Cada vez que alguien compra o hace que un perro se
reproduzca le está robando la posibilidad de vivir a un perro rescatado.
Todos mis hermanos y hermanas de cuatro patas fueron callejeros de pura cepa y con toda
seguridad puedo afirmar que nunca tuve familiares más dignos (bueno, con ciertas excepciones).
Ante nuestros ojos, florecieron y se convirtieron en seres especiales, queridos, inteligentes,
sabios, leales, con personalidades y gustos diferentes. Pinina I, la tan esperada amiga, nuestra
primera perrita que llegó directamente de la trastienda de una bodega de barrio; Pinina II,
comprada en la calle por alguien que después de unos días ya no la quiso más; Lulú, quien
olvidando su origen callejero se comportó como aristócrata durante toda su vida; Christie, a
quien mi hermana salvó con cinco cachorros en una noche lluviosa; Cholito, mi perro querido,
que nos tenía a todos en la palma de su patita izquierda; Brigitte, a quien mi hermana rescató de
las manos de un infeliz abusivo; Kissy, la más inteligente de todos nuestros perros capaz de
resolver problemas geométricos y finalmente Hermione una pequeñita proveniente de un barrio
muy humilde que ni siquiera podía ladrar cuando llegó a nuestra casa.
Estos callejeros nos dieron mucho más de lo que nosotros pudimos darles a ellos y es por eso que
recomiendo adoptar a un perro que inclusive sea mayor. A todos nos encantan los cachorritos de
cuerpos rechonchos y aliento a leche fresca, pero adoptar a un perro adulto tiene muchas
ventajas. Por ejemplo:
Ya tienen un tamaño definitivo y así nos evitamos sorpresas futuras.
Asimilan con más rapidez todo lo que se les enseña.
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En poco tiempo adquieren las costumbres y normas de disciplina básicas de su nuevo
hogar.
Su adaptación es más rápida y fácil.
Se evitan los inconvenientes que un cachorro provoca cuando aprende a hacer sus
necesidades.
Pero la ventaja más importante es que al adoptar a un perro adulto salvarás su vida y le darás la
gran oportunidad de tener una familia por el resto de su vida.
¿Y yo qué gano con esto? – se preguntará mucha gente. Pues bien, cuando la vida te agarre a
patadas y sientas que no tienes adónde ir; cuando ningún animal humano esté dispuesto a
ayudarte o consolarte, todo lo que tendrás que hacer es extender tu mano para sentir la nariz
húmeda, la pata amiga y la mirada noble del compañero más fiel, leal y sincero que jamás hayas
imaginado. No camines solo por la vida, adopta un perro… y si es callejero, ¡mucho mejor!
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