Historia

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Bruno Materazzi

Bruno ha pasado toda su vida en el ejército. Comenzó su carrera militar con diecisiete años y la terminó
como capitán a los veintiséis. Lo cierto es que nunca había entrado en combate, y no deseaba hacerlo.
Estaba en el ejército por una sencilla razón: tenía un trabajo y un sueldo fijo. Pero lo bueno no dura para
siempre: el día de su 30º cumpleaños fue embarcado como muchos otros argentinos hacia las Malvinas,
que había sido invadida por la pérfida Albión. Fue asignado a la 3ª compañía de cazadores y pusieron a
unos jóvenes reclutas bajo su mando, con la misión de proteger un carguero que abastecía un
portaviones. Bruno pagó cara su inexperiencia en el combate, ya que realizó un despliegue táctico
nefasto. Cuando los rebeldes atacaron su posición, protegidos por la floresta sus hombres fueron
eliminados rápidamente. Bruno, escondido desde detrás de unas piedras, y totalmente solo y aterrado
podía oír el sonido de las armas y los gritos agónicos de sus soldados moribundos. Totalmente fuera de
si, salió de la floresta hasta quedar sólo y desorientado. Parecía que detrás de cada mata podía surgir el
fogonazo fatal, que tras cada tronco se escondía el machete que podía rebanarle el cuello. No pudo frenar
su carrera, hasta que en medio de tropezones y caídas, fue a parar a un lodazal. Intentó analizar su nueva
situación. No podía volver con los suyos, por temor a ser acusado de deserción, y tampoco podía
permitirse el lujo de ser descubierto por el enemigo, que podían considerarlo un espía., Así que decidió
quedarse en el bosque y buscar alimento y refugio, tratando de sobrevivir hasta que terminara la guerra.
Pero su vida urbana no le había preparado para una situación semejante, así que la fiebre pronto hizo
mella en él. Después de una semana de hambruna se desplomó sin sentido.
Cuando despertó se encontraba en una improvisada cama hecha de paja, bajo un techo de hojas de palma.
Intentó ponerse en pie pero una anciana mujer se lo impidió. Pasaron varias semanas hasta que Bruno
estuvo completamente recuperado y cuando estuvo curado comenzó a sopesar la idea de regresar a
Argentina. Preguntó a la anciana la manera de dejar aquel pueblucho y dirigirse a algún puerto, pero la
mujer no quiso indicárselo. Enojado, Bruno recogió sus pertenencias y se dirigió hacia la puerta, mientras
la mujer le suplicaba que no se marchara. Días más tarde, la anciana decidió mostrarle el camino y le
habló de cierto demonio que acababa con la vida de los viajeros que se aventuraban por él. Riéndose de
esos cuentos de viejas salió de la aldea. Unos días más tarde hacía un alto en el camino para descansar,
algo le atacó y le mordió el cuello, y de esta forma Bruno pasó a la no vida. El tiempo perdió sentido para
él y pasó varios años con su sire Pablo en el bosque hasta que su deseo de volver a Argentina se hizo
demasiado fuerte como para resistirlo. Se despidió de su sire y partió a su hogar,
Decidió desembarcar en Burdeos, en Francia, y pasó la frontera por Navarra. Caminaba de noche hacia su
destino. Sevilla. Una noche, cerca de un pueblo medio destruido se encontró con los cuerpos de una
familia gitana que habían sido atados de manos y ejecutados. Siguió el rastro de los asesinos
encontrándolos un par de kilómetros hacia el sur. Lo que vio le hizo enfurecer y caer en un frenesí
salvaje: tres desalmados estaban violando a una chica gitana. Al verle aparecer, uno de ellos sacó un arma
y disparó contra la muchacha. Fuera de sí, Bruno acabó con los tres hombres en un santiamén
Su furia le llevó a desgarrar cuerpos y miembros. Cuando recuperó el autocontrol se acercó a la
muchacha, que a pesar de la herida de bala todavía se esforzaba por respirar. No tenía permiso del
príncipe para abrazarla así que la dejo morir no permitiría que sucesos así ocurrieran jamás.

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