Analisis - F. Garcia Lorca
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Y cada una de las artes maneja un aparato proyector que aleja las cosas y las transfigura. En su pantalla mgica las contemplamos desterradas, inquilinas de un astro inabordable y absolutamente lejanas. Ortega y Gasset, La deshumanizacin del arte. En la luna estn siempre en plena sesin de cinematogrfico pblico [...] De la luna nos ha venido a nosotros eso del cinematgrafo. Ramn Gmez de la Serna.
La extensa y sugestiva bibliografa creada en torno a la obra de Federico Garca Lorca nos planteaba dudas sobre la pertinencia de un nuevo artculo al respecto dado el poco margen que existe para nuevas aportaciones. Sin embargo la riqueza y complejidad creativa del autor impulsa, una y otra vez, a adentrarse entre los resquicios y relaciones que tanto su apasionante obra como su poca nos presentan. As, sin poder sustraernos a esta ltima inclinacin y por acercarnos y aprender de la primera, nos planteamos un estudio comparativo entre dos obras de Garca Lorca pertenecientes a gneros creativos diferentes: el guin cinematogrfico Viaje a la luna 1 y la obra teatral El pblico 2. Ambas obras fueron escritas durante la temporada en la que Federico Garca Lorca vivi en Norteamrica y Cuba entre 1929 y 1930 3. La presencia de Nueva York, la gran metrpoli arquetipo de modernidad y vanguardia, mezcla de razas y parangn del incipiente capitalismo deshuma1 Para el estudio seguimos la edicin Federico GARCA LORCA, Obras Completas (ed. Miguel Garca Posada), Barcelona, Galaxia Gutenberg/Crculo de Lectores, 1997, t. II, 267-278. 2 Igualmente las citas de la pieza teatral estn tomadas de Obras Completas, t. II, 281-327. 3 En nota al estudio introductorio de la edicin de Poeta en Nueva York, Madrid, Ctedra, 1990, 63, M Clementa Milln indica el itinerario y las fechas de este viaje: Lorca llega a Nueva York el 26 de junio de 1929, instalndose en la Universidad de Columbia. All permanece hasta su salida al campo de Vermont en agosto de ese ao, y a las montaas de Catskill, a finales de este mes o principios de septiembre. Vuelve a la ciudad en otoo, donde estar hasta su viaje a Cuba, iniciado el 7 de marzo de 1930, para desembarcar en Cdiz a principios de julio de este mismo ao.
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nizado, condicion decididamente la obra del poeta en este periodo. Ser ste un viaje decisivo para el escritor, teniendo en cuenta que hasta el momento no haba salido de Espaa, al que podemos imaginar abatido y confuso, en aquel entorno diametralmente opuesto al de su provinciana Granada.
La aurora de Nueva York tiene cuatro columnas de cieno y un huracn de negras palomas que chapotean las aguas podridas 4.
Garca Lorca toma el barco hacia la ciudad norteamericana en junio de 1929, con el amigo de la familia y futuro diputado socialista durante la Segunda Repblica: Fernando de los Ros. Se marcha con la disculpa de seguir un curso de ingls e impartir varias conferencias pero con un verdadero motivo: salir de Espaa, del claustrofbico ambiente en el que el aparentemente siempre jovial Federico est inmerso. Durante este ltimo ao Lorca se encuentra en una de sus pocas ms desesperanzadas: sus padres lo presionan para que desempee un trabajo ms estable puesto que todava no ha triunfado econmicamente como escritor, pasa por una triste crisis sentimental debida, con probabilidad, al desengao amoroso sufrido con el escultor Emilio Aladrn y le asaltan dudas estticas e inseguridades artsticas motivadas por las duras crticas que dos de sus compaeros de la Residencia de Estudiantes, Luis Buuel y Salvador Dal 6, han realizado a su ltima obra publicada 7 aunque escrita casi cuatro aos antes 8: Romancero gitano. Por todo ello, cuando embarca en Southampton el escritor sobrelleva un desolado sentimiento de incomprensin tanto artstica como personal que se reflejar con profusin en los textos y dibujos de esta poca. Viaje a la luna, Poeta en Nueva York y El pblico son las obras con las que pasado un ao Lorca regresar a Espaa. Las tres se caracterizan por un acercamiento artstico al movimiento surrealista. Federico, por medio de sus conocidos catalanes de la revista LAmic de les Arts sobre todo el crtico de arte Sebasti Gasch y la influencia de su querido amigo Dal, ha tomado contacto y conoce de primera mano las nuevas corrientes pictricas y literarias europeas, incluso ha expuesto sus dibujos en la prestigiosa y rompedora galera barcelonesa Dalmau 9. No llega al
4 La aurora, en Federico GARCA LORCA, Poeta en Nueva York, en Obras completas, t. I, 536. 5 Ramn GMEZ DE LA SERNA, Gregueras (ed. Rodolfo Cardona), Madrid, Ctedra, 1997, 132. 6 En una carta que envi Salvador Dal en septiembre de 1928 a Federico Garca Lorca le deca a propsito de Romancero gitano: Tu poesa actual cae de lleno dentro de la tradicional, en ella advierto la sustancia potica ms gorda que ha existido: pero! [] incapaz de emocionarnos ya ni de satisfacer nuestros deseos actuales. Tu poesa est ligada de pies y brazos a la poesa vieja. T quiz creers atrevidas ciertas imgenes, o encontrars una dosis crecida de irracionalidad en tus cosas, pero yo puedo decirte que tu poesa se mueve dentro de la ilustracin de los lugares comunes ms estereotipados y ms conformistas. En Salvador Dal escribe a Federico Garca Lorca [1925-1936] (presentacin, notas y cronologa de Rafael Santos Torroella), Poesa. Revista ilustrada de informacin potica, n 27-28, Madrid, Ministerio de Cultura, 1978, 89. 7 En el verano de 1928 se publica por fin el Romancero gitano, varios de cuyos poemas se han dado a conocer ya en revistas. El xito es inmediato, arrollador., Ian GIBSON, Garca Lorca. Biografa esencial, Pennsula, Barcelona, 1998, 49. 8 En realidad, cuando se publica el Romancero gitano, Lorca est ya en otra lnea muy diferente y est cansado del tema gitano. Ian GIBSON, Garca Lorca, 51.
Anlisis de las relaciones temticas entre las obras de Federico Garca Lorca: Viaje a la luna y El pblico
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surrealismo, pues, durante su viaje sino que todo su ambiente cultural anterior fue abono decisivo para amoldar las jvenes tendencias artsticas a su estilo. De todos modos, como bien seala M Clementa Milln 10 en su estudio introductorio a El pblico, no se puede afirmar que Lorca se vinculase plenamente a esta corriente vanguardista si se compara este periodo del autor con las producciones automticas realizadas durante estos aos por artistas plsticos y escritores franceses. De hecho nunca llegar a adoptar las estrictas posturas esttico-militantes de otros colegas como Luis Buuel, aunque destaca la agudeza de Lorca para destilar de cada movimiento que le interesa lo que l considera amoldable a su forma y fondo. Esta nueva influencia se adapta a su obra anterior como una pieza ms de un singular puzle cuya imagen general ofrece una sola exposicin; tal y como Ruiz Ramn aprecia: El universo dramtico de Lorca, como totalidad y en cada una de sus piezas, est estructurado sobre una sola situacin bsica, resultante del enfrentamiento conflictivo de dos series de fuerzas que [...] podemos designar principio de autoridad y principio de libertad 11. En este grupo de obras Lorca se plantea una renovacin esttica, manteniendo la sustancia de sus tramas anteriores si bien adoptando un tono ms autobiogrfico. A pesar de la pretendida cerrazn formal, los argumentos abordan de forma abierta la cuestin que le preocupaba ntimamente: su necesidad de vivir el amor y el deseo en libertad sin censuras ni barreras sociales. El marcado tono angustiado, unido a las crpticas imgenes poticas de estos textos suele desanimar a los lectores que slo extrajeron del Romancero gitano la parte ms rtmica y folclrica del poemario. Dos obras, dos lenguajes.
Luna: cinematgrafo con pelculas viejas 12.
Antes de iniciar el estudio comparativo apuntaremos con brevedad hacia las diferencias conceptuales existentes entre ambas obras, teniendo en cuenta los distintos lenguajes creativos a los que se adscribe cada una. Para ello parece necesario partir de lo que al respecto puntualiza Antonio Monegal:
Un guin no pasa de ser un elemento ms en el complejo proceso de realizacin de una pelcula, y su lectura no nos da ms que una remota idea de lo que podra ser el resultado sobre la pantalla. Hay consideraciones de ritmo, de composicin, infinitas variantes posibles al trasladar la palabra escrita a la imagen en movimiento, que el guin no puede reproducir con fidelidad. No se trata de un proceso de traduccin, sino de una nueva eleccin de operaciones significativas en otro sistema semitico 13.
9 Mario Hernndez, en su introduccin a la edicin de los dibujos de Lorca, la exposicin presenta el programa de se inaugur el 25 de junio de 1927 hasta su clausura el 2 de julio de 1927. La invitacin indicaba Joseph Dalmau, Salvador Dal, J. V. Foix, Joseph Carbonell, M. A. Cassanyes, Lluis Gngora, R. Sainz de la Maza, Lluis Montany, Rafael Barradas, J. Gutirrez Gili, Sebasti Gasch, us inviten a visitar lexposici de dibuixos de Federico Garca Lorca. Nota extrada de: Mario HERNNDEZ, Libro de los dibujos de Federico Garca Lorca, Madrid, Tabapress-Grupo Tabacalera/ Fundacin Federico Garca Lorca, 1990, 21. 10 Si comparamos El pblico con el teatro superrealista francs veremos que no son demasiadas las caractersticas fundamentales de este movimiento que le han afectado, ya que no hay mucho en esta obra de onrico o subconsciente, y menos del humor o la irona que sealbamos en las creaciones teatrales de este grupo., en GARCA LORCA, El pblico (ed. M Clementa Milln), Madrid, Ctedra, 1998, 81. 11 Francisco RUIZ RAMN, Historia del teatro espaol. Siglo XX, Madrid, Ctedra, 1997, 177. 12 GMEZ DE LA SERNA, Gregueras, 208. 13 F. GARCA LORCA, Viaje a la luna (ed., introd. y notas de Antonio Monegal), Valencia, Pre-Textos, 1994, 12.
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Viaje a la luna se trata de un guin cinematogrfico dividido, matiza Romn Gubern, en setenta y dos secciones o apartados, aunque sin que cada uno equivalga a un plano, ni tampoco a una escena 14. Su argumento principal es el terror instintivo al sexo femenino, asociado a la palabra Socorro, y la intolerancia de la sociedad, exteriorizada mediante repugnancia fsica y situaciones violentas, ante otro tipo de manifestaciones amorosas o sexuales. Lorca, cuya complejidad plstica es notable y no duda en hacer uso de cualquier forma artstica para pronunciarse 15, se adapta al nuevo medio sabiendo que lo importante en un guin de cine mudo es lograr transmitir mediante imgenes con nervio su desasosegante sentimiento vital. Por esta razn no se detiene en pulir su escritura puesto que el guin no es ms que una mera herramienta y s se centra en lograr una simbologa precisa, acorde con sus intenciones y en la lnea formal del cine potico de autores como Jean Epstein o las nuevas producciones cinematogrficas vanguardistas, teniendo (como ms adelante sealaremos) presente el guin de Un chien andalou de Salvador Dal y Luis Buuel 16. Al leer Viaje a la luna observamos que Lorca pensaba conferir un ritmo vertiginoso que se aprecia de forma acentuada hasta el apartado 45 a la cinta que iba a rodar con el artista mexicano Emilio Amero. Muestra son las secciones siguientes en las que aparece con insistencia la impresin de celeridad:
[3] pies grandes corren rpidamente, [5] movimiento de arriba abajo, [7] movimiento de tic-tac, [8] seis piernas oscilan con gran rapidez, [9] y [10] manos que tiemblan, [12] el pasillo largo [...] que la mquina recorre con rapidez, [14] cada rpida por la montaa rusa, [18] y abre y cierra los ojos, [21] cuadros rpidos y bien ritmados, [27] otros peces con ritmo, [29] cien peces saltan o laten en agona, [33] cambia de negativo a positivo y de positivo a negativo rpidamente, [34] una puerta se cierra violentamente y otra puerta y otra y otra, [36] la cmara baja con gran ritmo acelerado, [37] subir y bajar escaleras, [43] la cmara desde abajo enfoca y sube la escalera.
Se aprecia cmo Lorca tiene en mente la continua exposicin de planos encadenados, por la repeticin de motivos y efectos de montaje, en consonancia con el estilo propuesto por las teoras cinematogrficas soviticas. Aunque, en general, el guin lorquiano nos trae ecos tcnicos e incluso visuales 17 de El acorazado Potemkin (1925), no es probable que el autor viese en estas fechas la
14 Romn GUBERN, Proyector de luna. La generacin del 27 y el cine, Barcelona, Anagrama, 1999, 449. 15 En la conferencia-recital Poeta (repetida por Federico entre 1932 y 1935) sobre el poemario gestado, en su mayora, en Nueva York nos dice: Tendr trescientas pginas, o algo ms [...] Llevar ilustraciones fotogrficas y cinematogrficas [...]. Lo visual como aadidura a su obra escrita se aprecia tanto en la preocupacin de Lorca por la puesta en escena de sus obras teatrales (por ejemplo, Mariana Pineda con decorados de Salvador Dal), como en la consideracin de sus dibujos como complemento fundamental al resto de su obra. No parece extrao, entonces, el inters del poeta por el cinematgrafo o la fotografa como otros medios de expresin. 16 Cinta estrenada en Pars el 6 de junio de 1929 en el Studio des Ursulines. GUBERN, Proyector de luna, 323. 17 Es difcil no recordar las imgenes encadenadas de la escalera de Odessa al leer en Viaje a la luna: Una mujer enlutada se cae por la escalera (seccin 39, 273) o el verso: Nos caemos por las escaleras para comer la tierra hmeda del poema Ciudad sin sueo perteneciente a Poeta en Nueva York, en Obras Completas, t.1, 532.
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mtica pelcula de Sergei M. Eisenstein que, como describe Gubern, galvaniz a los surrealistas 18 en su estreno en Pars en 1926 (donde s la vio Luis Buuel), puesto que en Espaa no se exhibi hasta noviembre de 1930 en Barcelona y durante la vigsima primera sesin del Cineclub Espaol en Madrid en mayo de 1931 con improvisada manifestacin revolucionaria incluida 19. Lo indudable es que Lorca a pesar del entusiasmo que muestra en cartas a su familia ante el reciente cine sonoro visto en Nueva York recordemos que la primera pelcula sonora fue The Jazz Singer de 1927 integra plenamente su guin en la tradicin del mudo. Al respecto Romn Gubern explica: [...] su Viaje a la luna resultara todava fiel a la esttica del cine mudo, con sus planos ideogramticos y su recurso a los rtulos y palabras escritas 20 y cierto es que aparecen abundantes letreros como: [15] Socorro Socorro, [21] No es por aqu o [30] Viaje a la luna. Asimismo, se presentan en el texto con obsesiva insistencia aclaraciones del tipo:
[10] [11] [13] [14] [24] [27] doble doble doble doble doble doble exposicin exposicin exposicin exposicin exposicin exposicin de de de de de de un nio que llora, una mujer, peces, letras de Socorro, un pez, serpientes de mar.
stas junto con la reiteracin se disuelve sobre... o la matizacin gran plano de... definen la mirada flmica del poeta, muy en conexin con lo que los intelectuales contemporneos a Lorca vean como innovaciones creativas que la tcnica cinematogrfica aportaba al arte. Si no supisemos que el siguiente fragmento del artculo de Guillermo de Torre Un arte que tiene nuestra edad es de 1930 y el guin lorquiano se fecha con anterioridad, supondramos que Federico lo tuvo muy presente a la hora de redactar su obra o, ms bien, confirma una misma percepcin y concepcin general acerca de las novedosas aportaciones del cinematgrafo:
[...] El cinema posee an otros elementos expresivos muy peculiares capaces de producir el simultanesmo visual, tales como son las reimpresiones y superimpresiones, flujos y desvanecidos: aludo a esos trozos en los cuales aparecen las imgenes superpuestas o desdobladas en otras, y baado el conjunto en una atmsfera nebulosa que suscita una impresin misteriosa, musical o potica 21.
Con respecto a El pblico, Viaje a la luna no traza la penetrante reflexin que Lorca aborda en la pieza teatral sobre la manifestacin artstica: en aquella presenta como un deber tico la necesidad de enfrentarse a la verdad en escena para conseguir educar a la sociedad desde el arte 22. De cualquier modo, creemos advertir en Viaje a la luna un esbozo sobre el fenmeno inconsciente de la inspiracin artstica. As, entre las secciones 16 y 21 el autor parece vincular su turbacin personal y sexual al desahogo que le produce el poder expresarse por medio de la escritura. Lorca escribe un gusano de seda sobre una hoja en fondo blanco 23, hoja que puede interpretarse como el folio vaco al que se enfrenta el escritor, mientras que el gusano de seda, cuya
18 GUBERN, Proyector de luna, 260. 19 GUBERN, Proyector de luna, 375-377. 20 GUBERN, Proyector de luna, 451. 21 Guillermo de TORRE, Un arte que tiene nuestra edad, Litoral, n 235 (2003), 77-79. Cita localizada en la pgina 77. 22 Lorca, consecuente con sus ideales, se esforzar en llevarlos a cabo en un futuro cercano embarcndose en el bello proyecto de La Barraca. 23 GARCA LORCA, Obras Completas, seccin 16, 269.
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caracterstica es convertirse en futura mariposa 24, se entendera como un remedo de la palabra potica. En el siguiente apartado 17 el gusano de seda realiza su metamorfosis hacia una cabeza muerta que se relaciona con la incapacidad creativa y junto a esta transmutacin la fantasa del poeta le conduce hacia un cielo con luna, esta ltima smbolo de muerte o esterilidad en gran parte de la obra lorquiana. La evocadora imagen en la que la luna se corta seccin 18 produce los vmitos que en numerosos ejemplos del guin 25 estn asociados a la repugnancia que la gente siente hacia la heterodoxia en los hbitos o, en este caso, al rechazo irrespetuoso ante cualquier tipo de novedad artstica, bien sea la que l propone o la que plasmaron sus, hasta hace poco, amigos en El perro andaluz. En las secciones 19 y 20 dos nios aparecen cantando con las cabezas manchadas, precisamente, de tinta que se funde sobre un plano en blanco salpicado, otra vez, de gotas de tinta, para finalizar con el letrero No es por ah que en consecuencia parece lgico entender como un aviso en el que se apunta a que el camino literario escogido no es el adecuado e indica la necesidad de buscar un estilo diferente. Pero el tema principal en el que se centra Viaje a la luna y que comparte con El pblico es tambin de carcter revelador: la necesidad de ser libre, despojndose de mscaras y disfraces, para lograr alcanzar el verdadero amor ajeno a tabes y culpabilidades. Ahora que, mientras El pblico es un anlisis ms profundo sobre los dos temas que tanto preocupaban al poeta la libertad en la creacin y la libertad en el amor, Viaje a la luna muestra la cara ms agnica de este ltimo conflicto, plasmada en el conflicto sexual, con imgenes enrgicamente violentas y la impresin final de desolacin ante la incomprensin general, concretizada en la insensibilidad de los dos jvenes rindose ante la tumba del hombre de las venas que, en verdad, no difiere mucho de la rebelin intransigente del pblico que da muerte al joven Julieta. Recurrencias temticas en Viaje a la luna y El pblico. I. Dos vertientes de Nueva York: espacio escnico de pesadilla y modelo de modernidad.
Al inventarse el cine, las nubes paradas en las fotografas comenzaron a andar 26.
La inmensa urbe ajena, indiferente y brutal, amenazada por un gento de trajes sin cabeza 27, estremeci como ya apuntamos al poeta. Por ello con frecuencia se presenta como el lugar en donde se asiste a episodios apocalpticos como el del muchacho colgado de sus propias vsceras que aparece en dos ocasiones en El pblico:
Director. [...] en Amrica hubo una vez un muchacho a quien la mscara ahorc colgado de sus propios intestinos. (Cuadro I, 285) Director. Si burlamos la mscara, sta nos colgar de un rbol como al muchacho de Amrica. (Cuadro III, 305)
24 La mariposa vinculada a la creacin o al creador potico aparece en dos de los versos de la Oda a Walt Whitman, incluida en Poeta en Nueva York, en los que leemos: Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman, / he dejado de ver tu barba llena de mariposas. Versos acompaados de una fotografa del poeta norteamericano con un montaje en el que la barba blanca se enlaza con seis mariposas. Esta fotografa puede verse en la pgina 218 de la edicin de Ctedra de Poeta en Nueva York. 25 Vase: Aparece una cabeza que vomita. Y en seguida toda la gente del bar que vomita, LORCA, Viaje a la luna, en Obras Completas, seccin 55, 275. 26 GMEZ DE LA SERNA, Gregueras, 137. 27 El rey de Harlem LORCA, Poeta en Nueva York, en Obras completas, 522.
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O las descripciones del paisaje metlico y spero de la ciudad, sobre todo visible en el poemario, donde se lee:
La aurora llega y nadie la recibe en su boca porque all no hay maana ni esperanza posible [...] Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes como recin salidas de un naufragio de sangre 28.
En cambio en Viaje a la luna la imagen neoyorquina est asociada con la velocidad y la modernidad de la ciudad de las mquinas. Ascensores, trenes, cmaras cinematogrficas o montaas rusas aparecen como muestra del lujo y dinamismo de la sociedad industrializada.
Se disuelve sobre un cruce en triple exposicin de trenes rpidos. (Seccin 48, 274) Vista de Broadway de noche con movimiento de tic-tac. (Seccin 7, 268) Se disuelve sobre un ascensor donde un negrito vomita. (Seccin 56, 275) Cada rpida por una montaa rusa en color azul con doble exposicin de letras de Socorro Socorro. (Seccin 14, 269)
Las grandes metrpolis con su ritmo acelerado y los novedosos artilugios mecnicos cautivaron en pleno a los vanguardistas. Muy en la lnea del espritu de su poca Guillermo de Torre profera en la Residencia de Estudiantes segn cuenta Salvador Dal la siguiente divertidsima diatriba al or recitar un verso de Verlaine:
Indignos hijos del ao 1923! De qu os sirve haber nacido bajo las alas de los aviones? Y todava os atrevis a llamaros gente de vanguardia y no sabis que los motores de combustin suenan mejor que los endecaslabos! Me marcho inmediatamente [...] porque mi sensibilidad no me permite quedarme quieto! [...] Las tertulias de vanguardia deben tener una cualidad dinmica, slo tienen sentido si estn unidas a la velocidad; [...] voy a hacer averiguaciones para adquirir un autobs para nuestras reuniones 29.
No es raro, pues, que Lorca use este tipo de estampas para crear la atmsfera de su guin cinematogrfico. De hecho fue el cinema un arte que tiene nuestra edad, segn titul el propio Guillermo de Torre a su artculo de 1930 ya mencionado. La diversidad racial y sus diferentes manifestaciones culturales como el jazz modelo, tambin, de msica novsima se incorporan, igualmente, a la nueva imaginera del escritor.
Los trenes se disuelven sobre una doble exposicin de teclados de pianos y manos tocando. (Seccin 49, 274)
Pero, a su vez, es sensible a la deshumanizacin y soledad que conlleva una sociedad en exceso mecanizada 30, por lo que podemos leer en El pblico:
Hombre 1. Agona. Soledad del hombre en el sueo lleno de ascensores y trenes donde t vas a velocidades inasibles. Soledad de los edificios, de las esquinas, de las playas, donde t no aparecers ya nunca. (Cuadro IV, 318)
Con la llegada de la industrializacin los negros protagonistas de Poeta en Nueva York continan formando parte de la marginalidad, en su ancestral condicin de esclavos del hombre rico. Sern ellos los desheredados sociales que sustituyan a los gitanos como colectividad excluida y pobre en la reciente produccin lorquiana.
28 La aurora LORCA, Poeta en Nueva York, en Obras completas, 536. 29 GIBSON, Garca Lorca, 104. 30 Destacados intelectuales y artistas de la poca consideraron las consecuencias de este cambio econmico que relegaba a los obreros a ser parte de la maquinaria. Slo por sealar dos ejemplos y puesto que el cine es parte del tema que nos ocupa, sera interesante rastrear las conexiones entre la visin neoyorquina de Lorca y pelculas como Metrpolis (1926) de Fritz Lang o Tiempos Modernos (1936) de Charles Chaplin.
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II. El disfraz y la mscara como recurso dramtico contrapuesto al desnudo como verdad.
La luna se pone distintas caretas cada noche, desde careta de diablo a careta de gendarme 31.
Desde el comienzo de la produccin lorquiana, no slo teatral, es frecuente el motivo del traje de carnaval o la careta como figuras simblicas. Pero aunque ste sea un elemento habitual en su imaginera la repeticin es tal en El pblico que M Clementa Milln en su citado estudio afirma:
Lorca une estructuralmente en esta obra los dos temas fundamentales que la componen: su consideracin sobre el teatro, y su propio conflicto interior. De esta forma, los trminos teatrales que en ella aparecen, trajes, mscaras, representacin, tienen siempre un doble significado, el puramente teatral, y el que lo relaciona con su mundo personal 32.
Se sabe de la fascinacin, tanto de Lorca como de sus compaeros de la Residencia de Estudiantes, por los disfraces 33. Las figuras de payasos y arlequines muestran una doble vertiente, por un lado el hecho teatral como tal, como personajes propios del espectculo, y por el otro la posibilidad de parapetar detrs de un antifaz el yo ms ntimo del autor. En verdad, se tratara de un juego de cambio de personalidad, jugar a aparentar ser otro o mostrar con disimulo cmo es uno mismo en realidad. Ya Antonio Machado dijo en boca de Juan de Mairena: Porque lo esencial carnavalesco no es ponerse careta, sino quitarse la cara. Y no hay nadie tan bien avenido con la suya que no aspire a estrenar otra alguna vez 34. Lorca es descrito por la mayora de los que lo conocieron como un hombre alegre y festivo pero esa imagen se contrapone en distintas ocasiones con la cara turbada y desolada que muestra en su obra o en cartas dirigidas a sus mejores amigos. De ah que el payaso, el pierrot o el arlequn constituyan una constante en su creacin por el carcter entre melanclico y bufonesco que trasmiten. Siguiendo el anlisis de Mario Hernndez:
Para Lorca esos rostros de fingida alegra le sirven para simbolizar la mezcla de lo trgico y lo riente en la vida humana y en su propio mundo artstico [...] constituyndose en dobles o correlatos de su propia personalidad 35.
El arlequn, en las obras que nos ocupan, se relaciona con la figura de un muchacho vestido de blanco, prototipo de ingenuidad. En el caso de Viaje a la luna el joven decide mostrarse tal y como es deshacindose de su atuendo de gracioso.
[...] Sobre el desnudo lleva dibujado el sistema de la circulacin de la sangre y arrastra un traje de arlequn. (Seccin 43, 273) 31 GMEZ DE LA SERNA, Gregueras, 211. 32 GARCA LORCA, El pblico (ed. M Clementa Milln), 29-30. 33 A Buuel, como a Lorca y a Dal, le fascinan los disfraces. El entusiasmo del tro en este sentido es contagioso. Los compaeros de la Orden se pasean por Toledo con los ms estrafalarios y, a veces, escandalosos atuendos. Ian GIBSON, Lorca Dal. El amor que no pudo ser, Barcelona, Plaza & Jans, 1999, 113. 34 Antonio MACHADO, Juan de Mairena (ed. de Antonio Fernndez Ferrer), Madrid, Ctedra, 1986, t. I, 165. 35 Mario HERNNDEZ, Libro de los dibujos de Federico Garca Lorca, 67. 36 M. HERNNDEZ, Libro de los dibujos, 67.
Anlisis de las relaciones temticas entre las obras de Federico Garca Lorca: Viaje a la luna y El pblico
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En El pblico observamos cmo el personaje llamado Director aparece desde el primer cuadro vestido de arlequn, sin embargo segn avanza la trama tomar valenta y decidir librarse de las ataduras, despojndose del traje y pasando ste a ser un actor en s mismo, algo similar a un desdoblamiento de personalidad.
Acotacin. (El Director de escena viene, como en el primer acto, transformado en un Arlequn blanco.) (Cuadro III, 304) Acotacin. (Entra el Traje Blanco de Arlequn y una Seora vestida de negro [...]) (Cuadro V, 325)
Desde otro punto de vista, Lorca juega con la ambigedad fsica de los muchachos y muchachas. As, en la cita que veremos a continuacin, el muchacho especifica el autor debe ser una mujer joven y en el caso de Julieta sta ser un hombre joven, al que el pblico slo descubrir al ver los pequesimos pies de ella que tan solo pueden ser de hombre, segn se dice en la obra 37.
Acotacin. [...] un Muchacho vestido de raso blanco con una gola blanca al cuello. Debe ser una actriz. Lleva una pequea guitarra negra. (Cuadro I, 286)
Este pretendido equvoco es lo que desencadena la furia e indignacin de los espectadores. El asco que les produce la confusin entre ambos sexos les mueve a perseguir y dar muerte a los protagonistas del drama.
Estudiante 2. Precisamente por eso. Se amaban los esqueletos y estaban amarillos de llama, pero no se amaban los trajes y el pblico vio varias veces la cola de Julieta cubierta de pequeos sapitos de asco. (Cuadro IV, 313) Hombre 1 Han sido vencidos y ahora todo ser para burla y escarnio de la gente. (Cuadro III, 295)
Cotejando las dos obras estudiadas observamos otras perspectivas relativas a la expresin del disfraz, puesto que aparecen tambin alusiones a vestimentas aristocrticas o burguesas que pueden interpretarse como el traje social que constrie los verdaderos impulsos y que oculta o amordaza la verdad:
Acotacin. El Director sentado. Viste chaqu. (Cuadro I, 282) Director. [...] Quiero escupirte y romperte el frac con unas tijeritas. (Cuadro I, 286) [...] bar donde hay varios muchachos vestidos de esmoquin. (Seccin 50, 274) 38
Los protagonistas cumplen su cometido social integrndose mediante la apariencia, pero el ropaje y el ofrecer una imagen en la que no se reconocen, les impide sentir con intensidad la verdad que anhelan encontrar, la verdad de ser autnticos hombres. Esta dualidad es imposible de sobrellevar, por esta razn debern buscar el nico camino existente, a pesar de las consecuencias.
Hombre 1. Siendo hombres los dos y no dejndose arrastrar por los falsos deseos. Siendo ntegramente hombres. Es que un hombre puede dejar de serlo nunca? (Cuadro III, 295) 37 LORCA, El pblico, en Obras Completas, cuadro IV, 313. 38 LORCA, Viaje a la luna, en Obras Completas
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La lucha entre lo que los dems les obligan a ser y sus inclinaciones ms ntimas acabar por convertir al disidente en un mrtir. En el cuadro cuarto de El pblico se ve en escena un Desnudo Rojo coronado de espinas azules 39 anhelando morir, su representacin est cercana al calvario de Cristo e incluso, en la pgina 315, el autor asocia un altar con una sala de operaciones:
Enfermero. Est preparado el quirfano? Traspunte. Slo faltan los candeleros, el cliz y las ampollas de aceite alcanforado.
De la misma forma, en Viaje a la luna se hace referencia a santos y mrtires vinculados con el desnudo o desangrndose en un quirfano:
Aparece en la calle el hombre de las venas y queda en cruz [...]. (Seccin 47, 274) Doble exposicin de barrotes que pasan sobre un dibujo: Muerte de Santa Rodegunda 40. (Seccin 38, 272)
En esta lnea se enmarca la escena del cuadro segundo de El pblico 41 en el que Figura de Cascabeles azota con un ltigo a Figura de Pmpanos, castigo propio de un suplicio. Debe tenerse en cuenta que para Dal y Lorca la figura de San Sebastin 42 lacerado era una clave que aluda a la relacin entre ambos. El santo tambin patrn de Cadaqus, tierra natal de Dal fue protagonista de una de las primeras obras literarias del pintor 43 y de parte de los dibujos del poeta, que llega a autorretratarse con los smbolos del mrtir. Sobre el texto de Dal y sobre lo que representa para cada uno la iconografa del torturado, Lorca escribe una bella carta a su amigo desde Lanjarn en agosto de 1927, explicndole:
Tu San Sebastin de mrmol se opone al mo de carne que muere en todos los momentos, y as tiene que ser. [...] Todos tenemos una capacidad de San Sebastin bajo la murmuracin y la crtica. A San Sebastin le dieron martirio con toda razn y estuvo dentro del orden y la ley de su momento. Pecaba contra su poca... pero no lo saba! [...] Ningn mrtir lo supo. [...] No los mataron por adorar a su Dios, sino por no respetar el Dios de los dems 44.
La cita es aclaratoria sobre la sutil autoidentificacin de Federico que se siente una vctima incomprendida por su tiempo, sentimiento que le asalta en los momentos de soledad e incomunicacin de sus profundas crisis. Intranquilidades que como nica va de escape plasma en sus escritos.
39 LORCA, El pblico, en Obras Completas, 311. 40 Aqu Lorca se refiere a un dibujo suyo de influencia surrealista, fechado en 1929, lo que ayuda, a su vez, a determinar la composicin del guin cinematogrfico en el que aparece la referencia. Mario Hernndez lo describe como: Dibujo de muerte inventada, la de Santa Rodegunda, tendida sobre una mesa de operaciones, se incardina en el paisaje desolado de los poemas neoyorquinos, con tumbas y muertos que apelan a la vida. La terrible agona de la santa supone un correlato de la angustia de soledad y de muerte que los poemas trasmiten. M. HERNNDEZ, Libro de los dibujos, 98. 41 LORCA, El pblico, en Obras Completas, 291. 42 Tampoco debemos olvidar que la iconografa tradicional representa al santo casi desnudo lo que sirve a Lorca para apoyar su conviccin de la autenticidad y libertad del desnudo, asaetado y contorsionado, resaltando tanto su sufrimiento como su belleza fsica. La leyenda de San Sebastin inspir profusamente la obra de artistas plsticos, entre otros a Botticelli, Piero della Francesca, Mantegna, Ribera o El Greco. 43 El texto en prosa de Dal se public en LAmic de les Arts en julio de 1927. Segn nos comenta Ian Gibson San Sebastin, que seala la plena llegada de Dal sobre el escenario literario cataln, es una imaginativa exposicin de su esttica de la asepsia y de la Santa Objetividad, de la huida sistemtica y rigurosa del sentimentalismo y de la putrefaccin, GIBSON, Lorca Dal, 171. Tambin puede leerse el texto original de Dal en las pginas sucesivas. 44 LORCA, Obras completas, t. III, 1019-1020.
Anlisis de las relaciones temticas entre las obras de Federico Garca Lorca: Viaje a la luna y El pblico
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Para el autor los intransigentes censuran y coartan la diferencia porque se sienten amenazados, castran todo lo que no es familiar a su reducida realidad como consecuencia del miedo a enfrentarse a lo desconocido.
Estudiante 3. [...]; pero despus enarbolaron los cuchillos y los bastones porque la letra era ms fuerte que ellos y la doctrina, cuando desata su cabellera, puede atropellar sin miedo las verdades ms inocentes. (Cuadro IV, 317)
Ese miedo se revela con nitidez en las diferentes actitudes del pblico en El pblico; por ejemplo, cuando las damas intentan salir del teatro el Muchacho 1 afirma: Alguna puerta ser la verdadera!. Entre tanto la Dama 3 empieza a tener fro con este traje (Cuadro IV, 319). La verdad se atisba como algo espantoso. Damas y caballeros se encadenan a sus costumbres, reflejadas en el teatro convencional de autores como Jacinto Benavente, sintiendo repulsa por la liberacin de lo instintivo que an nos engarza con la naturaleza.
Hombre 1. [...] Y detrs de los juncos, a la orilla fresca de los remansos, hemos encontrado la huella del hombre que hace horrible la libertad de los desnudos. (Cuadro III, 295)
Del mismo modo, reivindicar el impulso natural ayudar a recobrar lo genuino del ser humano, lo no controlado por la conciencia, la autenticidad ajena a la arraigada educacin secular cuyo cuestionamiento provoca un conflicto doloroso e indeleble 45:
Caballo Negro. Cuando se hayan quitado el ltimo traje de sangre, la verdad ser una ortiga, un cangrejo devorado, o un trozo de cuero detrs de los cristales. (Cuadro III, 305)
El despojado, el mrtir, el relegado siente el imperativo de sacrificarse en aras de una verdad superior, ajena a los hombres, de ah el paralelo con el calvario sufrido por Cristo:
Desnudo. Padre mo, perdnalos, que no saben lo que se hacen. (Cuadro IV, 315) Desnudo. Padre, en tus manos encomiendo mi espritu. (Cuadro IV, 316)
De hecho quien acompaa al desnudo en su agona son los ladrones que van diciendo:
Santo. Santo. Santo. (Cuadro IV, 316)
En Viaje a la luna las referencias al desnudo como personaje, y su trasunto el hombre de las venas mantienen los mismos matices de significacin que en la obra teatral:
[...] En lo alto aparece un desnudo de muchacho. Tiene la cabeza como los muecos anatmicos con los msculos y las venas y los tendones. [...] (Seccin 43, 273) [] y el muchacho de espaldas se quita la americana y una peluca y aparece el hombre de las venas. (Seccin 62, 276) [...] el hombre de las venas muerto sobre peridicos abandonados y arenques. (Seccin 67, 277)
Por ltimo, hacer referencia a la mscara que como atributo teatral se asocia a lo visto, ms arriba, con relacin al traje. sta se concibe como la mentira social, la forma exterior a la que nos amoldamos, colocndonosla aun sabiendo que limita nuestra libertad individual.
45 Lorca nos advierte dramticamente en el poema Ciudad sin sueo: Pero no hay olvido ni sueo: / carne viva [...] / y al que le duele su dolor le doler sin descanso, Poeta en Nueva York, en Obras completas, 532.
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Director. En medio de la calle la mscara nos abrocha los botones y evita el rubor imprudente que a veces surge en las mejillas. En la alcoba, cuando nos metemos los dedos en las narices, o nos exploramos delicadamente el trasero, el yeso de la mscara oprime de tal forma nuestra carne que apenas si podemos tendernos en el lecho. (Cuadro III, 305) Hombre 1 (Al Director.) Mi lucha ha sido con la mscara hasta conseguir verte desnudo. (Cuadro III, 305) Hombre 3 [...] sta no es mi amiga. sta es una mscara, una escoba, un perro dbil de sof. (Cuadro III, 308)
Llama la atencin que constituyendo ste un smbolo recurrente en la pieza teatral, en cambio en Viaje a la luna no se haga referencia a ella. Pensamos que se debe a que como ya anotamos la teora sobre la naturaleza de lo artstico no es importante en el argumento del guin cinematogrfico. Es interesante, adems, detenerse en la ltima cita en la que aparece el concepto de debilidad. ste tampoco es un motivo que se desarrolle en el guin pero que por su importancia en El pblico merece nombrarse. En la obra de teatro se expone la teora por la cual se contraponen dos concepciones: el hombre valiente que busca la verdad contra el hombre dbil que acepta la mentira. Son dos posturas que preocupaban al escritor que, aunque intenta luchar por ser fuerte, en ocasiones se siente desfallecer ante el rechazo social. El remordimiento que asalta a Lorca se traslada a escena a travs de la culpabilidad que sufren tanto Hombre 1 como Director, incapaces de mostrar en pblico su diferencia, admiran a quien s es capaz de hacerlo.
Director. Por qu no lo haces t? Hombre 1. Porque no puedo, porque no quiero, porque soy dbil. (Cuadro III, 296) Director. Por qu soy tan dbil? Hombre 1. (Luchando.) Te amo. (Cuadro III, 306) Hombre 1. se es el valiente que en el caf y en el libro nos va arrollando las venas en largas espinas de pez. (Cuadro III, 296)
La valoracin de Lorca sobre las obras teatrales que triunfaban, en ese momento, en Espaa era muy negativa, no aportaban nada ni social ni creativamente. Representa las salas como sepulturas apolilladas, como un teatro muerto que, tanto por los temas que los dramaturgos de fama abordaban como por la actitud displicente de los asistentes, pareca imposible resucitar.
Hombre 2. Sepulturas con focos de gas, y anuncios, y largas filas de butacas. (Cuadro I, 284) Los Tres Caballos Blancos. Sepulturas con anuncios, focos de gas y largas filas de butacas. (Cuadro III, 305)
Con la repeticin casi literal de la misma frase observamos cmo el tema obsesionaba al dramaturgo. Lorca era consciente de que el hecho teatral estaba vinculado de forma indiscutible a la recepcin del mismo. De ah su temor a que ese pblico agresivo 47 arremetiese contra su obra en un momento en el que el autor juzgaba difcil lograr algn reconocimiento con el nuevo teatro que estaba escribiendo.
46 GMEZ DE LA SERNA, Gregueras, 200.
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Prestidigitador. Y qu teatro puede salir de un sepulcro? Director. Todo el teatro sale de las humedades confinadas. Todo el teatro verdadero tiene un profundo hedor de luna pasada. Cuando los trajes hablan, las personas vivas son ya botones de hueso en las paredes del calvario. Yo hice el tnel para apoderarme de los trajes y, a travs de ellos, haber enseado el perfil de una fuerza oculta cuando ya el pblico no tuviera ms remedio que atender, lleno de espritu y subyugado por la accin. (Cuadro V, 323)
A su vez, el autor contrapone la artificiosidad decadente del propio edificio teatral con la naturalidad localizada en el bosque, que supone la autntica renovacin en escena.
Hombre 2. Para qu vienes a la puerta de los teatros? Puedes llamar a un bosque y es fcil que ste abra el ruido de su savia para tus odos. Pero un teatro! (Cuadro I, 284)
En el regreso a la naturaleza est la esencia del hombre, casi anulada en nuestra vida cotidiana, y de la que slo captamos a diario una furtiva e irreconocible sensacin:
[...] porque el tutano del bosque penetrar por las rendijas para dejar en vuestra carne una leve huella de eclipse y una falsa tristeza de guante desteido y rosa qumica 48.
En cuanto a otro punto de la labor teatral, observamos lo que en realidad y con insistencia ansa lograr mediante la representacin, esto es, que el pblico tome conciencia de que una nueva sensibilidad esttica necesita la mirada de un nuevo espectador lleno de espritu y subyugado por la accin. Ortega y Gasset en la Deshumanizacin del arte puntualizaba en nota la importancia de este nuevo espectador, reflexin muy presente en la intelectualidad contempornea al filsofo:
Esta nueva sensibilidad no se da slo en los creadores de arte, sino tambin en gente que es slo pblico. Cuando he dicho que el arte nuevo es un arte para artistas, entenda por tales no slo los que producen este arte, sino los que tienen la capacidad de percibir valores puramente artsticos 49.
Conviene resaltar la vinculacin entre el smbolo del teatro como sepulcro y la representacin que de Romeo y Julieta de Shakespeare se lleva a cabo dentro de El pblico. El Director lleva a escena este drama para demostrar a los asistentes que el sentimiento amoroso trasciende al hombre, con independencia de sus particularidades o inclinaciones personales. A travs de la conocida escena sobre la tumba de Julieta, y la consciente tergiversacin lorquiana por la que aun variando el sexo de la protagonista la escena de amor entre los dos hombres sigue conmoviendo a los espectadores, nos demuestra el respeto que la palabra del maestro ingls tena para Lorca como paradigma de autenticidad.
47 Ya seal Jos Ortega y Gasset en La deshumanizacin del arte (1925): Al gran pblico le irrita que le engaen y no sabe complacerse en el delicioso fraude del arte, tanto ms exquisito cuanto mejor manifieste su textura fraudulenta, ORTEGA Y GASSET, La deshumanizacin del arte y otros ensayos de esttica (prl. de Valeriano Bozal), Madrid, EspasaCalpe, 2000, 80. 48 El rey de Harlem, LORCA, Poeta en Nueva York, en Obras completas, 520. 49 ORTEGA Y GASSET, La deshumanizacin del arte, 62. 50 ORTEGA Y GASSET, La deshumanizacin del arte, 64.
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Tanto este tema como todos en los que se analiza la manifestacin artstica o dramtica, no es posible cotejarlo con ejemplos de Viaje a la luna, aunque es sintomtico que al final del guin la muchacha y el muchacho pinten un bigote al muerto y mientras se besan con grandes risas:
De ellos surge un cementerio y se les ve besarse sobre una tumba. (Seccin 70, 277)
La visin ltima del guin es tan desengaada como la de la obra de teatro, al resaltar el desaliento de Lorca ante la intolerancia social de su nuestro tiempo y su imposible reforma. La nica esperanza sera que la verdad, localizada en el teatro bajo la arena, emergiese al fin.
Director. [...]; mis amigos y yo abrimos el tnel bajo la arena sin que lo notara la gente de la ciudad. Nos ayudaron muchos obreros y estudiantes que ahora niegan haber trabajado a pesar de tener las manos llenas de heridas. Cuando llegamos al sepulcro levantamos el teln. (Cuadro V, 323)
IV. La violencia.
La luna es el espejo de la experiencia de los siglos 51.
La primera sensacin al terminar de leer Viaje a la luna es la de un hondo desasosiego. El encadenamiento rapidsimo de imgenes tensas como manos amenazadoras, luchas entre personajes, mordiscos, peces agonizantes, mujeres que propinan palizas a nios que avanzan cantando con los ojos cerrados, carcajadas burlescas, ranas cayendo sobre la mesa, carteles de socorro, vmitos crean un claustrofbico ambiente propio de pesadilla, nada distante a la mayor parte de los poemas de Poeta en Nueva York, aunque en ste la crudeza se compense por el lirismo.
No es el vmito de los hsares sobre los pechos de la prostituta ni el vmito del gato que se trag una rana por descuido 52. Hombre 1. Agona. Soledad del hombre en el sueo [] 53. [] y luchan en una angustia de sueo 54.
Por esta insistente desolacin entrevemos el depresivo estado de nimo y la desazn que oprima a Lorca durante este periodo. El poeta muestra un fantico mundo de contrariedades en continua tensin, como primitiva relacin entre los hombres luchando para lograr su propio espacio. Ejemplo de ello es la escena de El pblico en la que el Director y el Hombre 1 se pelean mientras que el Hombre 2 y el Hombre 3 los observan. En esta disputa no slo pierden o ganan los que se enfrentan, para otros hombres su lucha ser decisiva al identificarse u oponerse a uno de ellos. Si aquellos se matasen entre s el Hombre 3 conseguira su libertad de ah que quiera empujarlos para que caigan a un pozo, en cambio para el Hombre 2 la muerte de los mismos constituira la esclavitud, su propia muerte.
51 52 53 54
GMEZ DE LA SERNA, Gregueras, 166. Paisaje de la multitud que vomita, LORCA, Poeta en Nueva York, en Obras completas, 528. LORCA, El pblico, en Obras Completas, cuadro IV, 318. LORCA, Viaje a la luna, en Obras Completas, seccin 50, 275.
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Hombre 3. Tendremos necesidad de separarlos. Hombre 2. Para que no se devoren. Hombre 3. Aunque yo encontrara mi libertad. (El Director y el Hombre 1 luchan sordamente.) Hombre 2. Pero yo encontrara mi muerte. (Cuadro III, 297)
El terror es constante ya que el mundo es un lugar injusto en el que slo se conseguir, en el supuesto de lograrlo, sacar la verdad a la luz y alcanzar la libertad combatiendo por ella. No parece extrao que el autor tendente a la empata con los desheredados y marginados, entre los que l mismo se encontraba por su tendencia sexual se involucrase en la convulsa situacin poltica y social del contexto histrico en el que haba nacido. Lgico es entonces que tanto en su obra como en la de sus contemporneos sea frecuente la exteriorizacin de este estremecimiento. Ilustrando lo dicho, en Viaje a la luna asistimos al encadenamiento de retratos desagradables y brutales:
[] Exposicin de las narices echando sangre. (Seccin 41, 273) [...] aparece un dibujo de una cabeza que vomita y abre y cierra los ojos [...] (Seccin 18, 269) El muchacho muerde a la muchacha en el cuello y tira violentamente de sus cabellos. (Seccin 59, 276)
Lorca traslada a sus escritos neoyorquinos este ambiente de podredumbre moral, reflejada mediante una esttica del fesmo, elemento plstico frecuente en la naturaleza alucinada surrealista. En este sentido encontramos trminos recurrentes, como el vmito asociado a la repugnancia que la sociedad siente ante actitudes diferentes a las establecidas, en todas estas creaciones. As en forma de eco obsesivo leemos en Viaje a la luna:
[...] aparece una cabeza enorme dibujada de mujer que vomita [...] (Seccin 33, 272) Aparece una cabeza que vomita. Y en seguida toda la gente del bar que vomita. (Seccin 55, 275) Se disuelve sobre un ascensor donde un negrito vomita. (Seccin 56, 275)
55 Paisaje de la multitud que vomita, LORCA, Poeta en Nueva York, en Obras completas, 528.
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Emergen, tambin, animales repugnantes como sapos y ranas 56, serpientes de mar o peces agnicos que acabarn, convertidos en arenques, pudrindose. Es en estos animales en los que se reconoce el escritor cuando atento observa su imagen reflejada en los ojos de aquellos a quienes les desagrada su condicin sexual.
Director. Es en un pantano podrido donde debemos estar y no aqu. Bajo el lgamo donde se consumen las ranas muertas 57.
Otro elemento que representa el espanto son las manos, sobre las cuales hay tres paralelismos precisos entre ambas obras. En primer lugar, se presentan extremidades quemadas o deformes:
Dama 4. [...] hace un momento, ya los guardianes tenan las manos achicharradas y no lo podan contener 58. Plano de los bustos y las manos. [...] y las manos contrahechas con espirales de alambre 59.
O, por medio de las manos, se asestan palizas como imposicin del principio de autoridad a los nios que no saben comportarse. Precisamente contra esa dominacin se revelar el adulto intentando aniquilar a los que relegan y oprimen su verdadero ser:
Hombre 1. [...] Pero ahora yo voy a matar al Emperador. Sin cuchillo, con estas manos quebradizas que me envidian todas las mujeres 60.
Por ltimo, se hace uso del Gros plan o tcnica cinematogrfica de primeros planos para acentuar el pavor que stas producen como manos amputadas independientes al cuerpo. As en una acotacin teatral se dice:
Una gran mano impresa en la pared. (Cuadro I, 282)
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Las manos como marca de represin y autoritarismo, aunque tambin como seal de culpabilidad con la que la religin envolvi toda conducta sexual que no fuese la procreacin.
Prestidigitador. Yo convierto sin ningn esfuerzo un frasco de tinta en una mano cortada llena de anillos antiguos. (Cuadro V, 323)
As, alusiones a prcticas prohibidas como el onanismo asoman en las obras tanto de Lorca como de Luis Buuel y Salvador Dal (incluso como motivo insistente en la pintura de ste ltimo) con una mezcla de culpa y rebelin ante lo impuesto. A propsito conviene recordar la mano amputada del filme El perro andaluz que en el centro de una calle una andrgina mujer retuerce con un palo o en la misma pelcula la mano hormigueante, literal y de deseo, del protagonista hacia la mujer que lo rechaza.
V. El sexo.
La luna se hace tirabuzones en las magnolias 61.
Esta cuestin se vincula en la obra lorquiana a la frustracin vase el caso de Yerma, Doa Rosita la soltera o en Amor de don Perlimpln con Belisa en su jardn, a actos ilcitos e irrefrenables la pasin entre Adela y Pepe el Romano en La casa de Bernarda Alba, la arrebatada huida de la recin casada con su amante en Bodas de sangre o La casada infiel de Romancero gitano e incluso con coacciones e incesto como la violacin de tema bblico de Thamar y Amnn en el ltimo poema de Romancero gitano. Otras variantes de su concepto de pasin son, por un lado, el ambiente irreal y ertico que infunde la noche con luna y, por el otro, la asociacin entre muerte y resurreccin con el acto amoroso. As en El pblico los caballos, que encarnan la virilidad y fuerza carnal, exigen:
Los Tres Caballos Blancos. Desndate, Julieta, y deja al aire tu grupa para el azote de nuestras colas. Queremos resucitar! (Cuadro III, 304)
Las menciones al acto sexual, en esta obra teatral, se describen con una accin impetuosa que traspasa o se clava en el cuerpo. De ah que aparezcan con frecuencia verbos como pasar, atravesar o hincar espuelas, aunque en este caso sean los caballos sobre el costado de la amante:
Julieta. No soy yo una esclava para que me hinquen punzones de mbar en los senos [...] Nadie a travs de m! Yo a travs de vosotros! (Cuadro III, 304) Caballo Negro. (A Julieta.) A tu sitio. Que nadie pase a travs de ti. (Cuadro III, 304) Caballo Negro. [...] Oh amor, amor, que necesitas pasar tu luz por los calores oscuros! (Cuadro III, 304)
Viaje a la luna revela una fallida relacin heterosexual ante la que tras el plano de un beso sensual 62 el muchacho siente terror y repulsin por el cuerpo femenino, reflejado ste en los siguientes trminos: Aparece una guitarra. Y una mano rpida corta las cuerdas con unas tijeras 63.
61 GMEZ DE LA SERNA, Gregueras, 201. 62 LORCA, Viaje a la luna, en Obras Completas, seccin 58, 276. 63 LORCA, Viaje a la luna, en Obras Completas, seccin 60, 276.
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El pavor sexual hacia la mujer no se aprecia slo en ese plano sino que antes, tambin, aparecan los letreros de Socorro superpuestos sobre un sexo de mujer con movimiento de arriba abajo 64. Debe resaltarse que en ambas obras aparece el mismo personaje femenino: Elena, como transfiguracin mitificada de la mujer pero con una fuerte carga negativa por su ambicin, egosmo y mezquindad. En El pblico ser ella la que alerte contra el significado liberador de la autntica representacin de el teatro bajo la arena.
Director. Oh mala mujer! Elena! Elena! Hombre 1. [...] No llames a Elena. Director. Y por qu no? Me ha querido mucho cuando mi teatro estaba al aire libre. Elena! 65 Al cerrarse cada puerta saldr un letrero que diga: Elena Helena elhena eLHeNa 66.
La acotacin que marca su aparicin en escena es reveladora de su carcter mtico pues la describe ms como una escultura que como una mujer real:
Elena sale [...] Viste de griega. Lleva las cejas azules, el cabello blanco y los pies de yeso. (Cuadro I, 287)
Y justamente es a esa efigie idealizada a la nica a la que el protagonista del guin podr besar sin angustia:
Entonces ella se disuelve en un busto de yeso blanco y el hombre de las venas la besa apasionadamente. (Seccin 63, 276)
Ian Gibson sostiene la teora de identificar a este personaje con Eleanor Dove, novia y ms tarde esposa de Emilio Aladrn, el que fuera amor de Lorca alrededor de 1928. El bigrafo irlands explica:
Llama la atencin que en Viaje a la luna se insista sobre el nombre Elena, en un contexto de violencia y horror (secuencias 34 y 65) Por qu Elena? Aparte de la alusin obvia a la Elena griega, arquetipo de la belleza femenina, no podemos descartar la probabilidad de una referencia a Eleanor Dove, la novia inglesa de Emilio Aladrn, conocida entre sus amistades espaolas como, precisamente, Elena, y responsable, a los ojos de Lorca, de la ruptura de sus relaciones con el escultor. Elena reaparecer en la obra de teatro El pblico, probablemente empezada en Nueva York 67.
Aunque no deja de ser una hiptesis, lo cierto es que la escena de El pblico en la que Elena reprocha a su amado el Hombre 3: Vete con l! Y confisame ya la verdad que me ocultas. No me importa que estuvieras borracho y que te quieras justificar, pero t lo has besado y has dormido en la misma cama (Cuadro I, 288), bien podra ajustarse a lo intuido por Gibson. Adems de por lo indicado se podra, tambin, identificar a Emilio Aladrn con este personaje por la
64 65 66 67 LORCA, Viaje a la luna, en Obras Completas, seccin 5, 267. LORCA, El pblico, en Obras Completas, cuadro I, 286. LORCA, Viaje a la luna, en Obras Completas, seccin 34, 272. GIBSON, Lorca Dal, 250.
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cobarda del Hombre 3 a la hora de admitir en pblico su homosexualidad. Suponemos que para un enamorado que sufre es ms consolador pensar que ha sido abandonado por el temor de su amado a enfrentarse a la presin social que admitir que ha dejado de quererlo.
Hombre 3. Elena! (Pasa rpidamente por detrs del biombo y aparece sin barba con la cara palidsima y un ltigo en la mano. [...]) (Cuadro I, 288) Hombre 3. (Azotando al Director.) T siempre hablas, t siempre mientes y he de acabar contigo sin la menor misericordia. (Cuadro I, 288)
La conflictiva convivencia de Lorca con su condicin sexual parece derivarle, en ltimo extremo, a considerar la parte fsica del amor como el impedimento por el que los hombres no alcanzan la perfeccin ansiada.
Hombre 2. Dos semidioses si no tuvieran ano. Hombre 1. Pero el ano es el castigo del hombre. El ano es el fracaso del hombre, es su vergenza y su muerte. Los dos tenan ano y ninguno de los dos poda luchar con la belleza pura de los mrmoles que brillaban conservando deseos ntimos defendidos por una superficie intachable 68.
VI. El amor.
Los carteles de cine invitan al crimen y al amor 69.
En la obra lorquiana el amor constituye la fuerza arrolladora que da sentido a la vida del hombre. Sentimiento impetuoso que nos eleva a una pura espiritualidad y por el que somos capaces, si es autntico, de entregarnos sin reservas. El amor no se plasma en reflexiones o abstracciones, se trata de un plpito, algo vivo y misterioso.
Julieta. (Llorando.) Basta. No quiero orte ms. Para qu quieres llevarme? Es el engao la palabra del amor, el espejo roto, el paso en el agua. Despus me dejaras en el sepulcro otra vez, como todos hacen tratando de convencer a los que escuchan de que el verdadero amor es imposible. Ya estoy cansada. Y me levanto a pedir auxilio para arrojar de mi sepulcro a los que teorizan sobre mi corazn y a los que me abren la boca con pequeas pinzas de mrmol 70.
Reparemos en que el personaje que encarna el ideal del amor es Julieta, el/la joven signo de juventud, pureza e ingenuidad. Afn a los melanclicos arlequines, este personaje no ha sido an desnaturalizado por la sociedad, se mantiene puro en el sentido en el que hace las cosas como las siente y no como se las imponen.
Julieta. [...] A m no me importan las discusiones sobre el amor ni el teatro. Yo lo que quiero es amar. Caballo Blanco 1 (Apareciendo. Trae una espada en la mano.) Amar! Julieta. S. Con amor que dura slo un momento 71.
Este sentimiento engrandece como tal, sin importar el sexo o la condicin del ser amado. En el cuadro primero de El pblico 72 el Director relata el argumento de la obra que est escribiendo
68 69 70 71 72 LORCA, El pblico, en Obras Completas, cuadro III, 295. GMEZ DE LA SERNA, Gregueras, 205. LORCA, El pblico, en Obras Completas, cuadro III, 300. LORCA, El pblico, en Obras Completas, cuadro III, 299. LORCA, El pblico, en Obras Completas, 283.
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como: Un hombre y una mujer que se enamoran. En cambio despus el Hombre 1 consecuente a lo largo del drama con su reivindicacin de revelar la verdad juega a otorgar diferentes identidades a Romeo y a Julieta para demostrar al Director que no importa cmo son, ni quines, lo fundamental es que se aman. El amor tambin se analiza dentro de la obra teatral desde su contrario: el desamor, o desde el dolor a/al ser rechazado. Esto queda presente en la relacin que mantienen Figura de Cascabeles y Figura de Pmpanos cuyo dilogo da comienzo al cuadro segundo que refleja su pasin homosexual, mezclada con cierto signo masoquista y de sumisin que adopta Figura de Pmpanos con respecto a Figura de Cascabeles. Pmpanos no quiere perder a Cascabeles y se une a l como las moscas a la mierda 73, pero Cascabeles al saber el poder que tiene sobre su amado, debido a la dependencia afectiva de Pmpanos, juega a maltratarlo e insultarlo [...] Levntate del suelo, cobarde, (Cuadro II, 292) para luego amenazar con abandonarlo por Elena:
Figura de Cascabeles. [...] Y luego vendra Elena a mi cama. Elena, corazn mo! Mientras t, debajo de los cojines, estaras tendido lleno de sudor, un sudor que no sera el tuyo, [...] 74.
Cascabeles se siente retenido por Pmpanos y lo desprecia por ello, al final acabar desairndolo: Todo entre nosotros era un juego. Jugbamos. (Cuadro II, 292) Al igual que en este cuadro, es continua la correspondencia en los dos escritos entre amor y lucha. Como ejemplo leemos en El pblico:
Hombre 1. (Luchando.) Te amo. Director. (Luchando.) Te escupo. Julieta. Estn luchando! Caballo Negro. Se aman. (Cuadro III, 306)
De igual forma, en Viaje a la luna el amor se asocia con el desprecio al otro por parte de uno de los amantes y la disputa entre ellos:
La muchacha se defiende del muchacho, y ste con gran furia le da otro beso profundo y pone los dedos pulgares sobre los ojos como para hundir los dedos en ellos. (Seccin 61, 276) Grita la muchacha []. (Seccin 62, 276)
Pero esta confrontacin no nos debe hacer olvidar que, ante todo, el amor es entendido como un impulso de liberacin y verdad:
Director. [...] Por eso yo me atrev a realizar un dificilsimo juego potico en espera de que el amor rompiera con mpetu y diera nueva forma a los trajes 75. Pero no quiero mundo ni sueo, voz divina, quiero mi libertad, mi amor humano en el rincn ms oscuro de la brisa que nadie quiera. Mi amor humano! 76 73 74 75 76 LORCA, El pblico, en Obras Completas, 289. LORCA, El pblico, en Obras Completas, 291. LORCA, El pblico, en Obras Completas, cuadro V, 324. Poema doble del lago Eden, LORCA, Poeta en Nueva York, en Obras completas, 538.
Anlisis de las relaciones temticas entre las obras de Federico Garca Lorca: Viaje a la luna y El pblico
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La luna, el cuchillo y el pez como eco del amor, el sexo y la muerte se revelan como smbolos recurrentes y con frecuencia relacionados entre s en la obra completa de Lorca. Concebidos como una seal de fuerzas desconocidas o augurios que sobrepasan la razn humana, se acercan a la idea prehistrica, casi totmica, de un elemento-signo. El pez, ser proveniente de otro medio, escurridizo, se asemeja en su forma tanto a la luna en uno de sus cuartos creciente o menguante como al cuchillo, por la misma representacin en forma de filo por la que se intuye el astro. Pero, no slo por su forma sino, sobre todo, por la proximidad del color de sus escamas con los destellos plateados de lejana luna o la lmina de acero de una navaja. En las dos piezas que nos ocupan son numerosos los ejemplos localizados sobre estos motivos:
Figura de Cascabeles. Y si yo me convirtiera en pez luna? Figura de Pmpanos. Yo me convertira en cuchillo 78. Hombre 1. (Gritando.) En pez luna; slo deseo que t seas un pez luna! Que te conviertas en un pez luna! 79
La vinculacin entre el pez y la luna, como representantes de un concepto similar ya explicado ms arriba, da lugar a esta especie acutica: el pez luna que, por otra parte, no es imaginada; aunque resulta difcil saber si el autor tuvo alguna oportunidad de conocer al animal real cuyo evocador nombre adopta. Al respecto Jos ngel Valente sealaba con agudeza : [] constituyen o forman un animal de sustancia puramente mtica, el pez luna. Ese animal no tiene ms naturaleza, aunque exista en la naturaleza, que la que recibe en la mitognesis caracterstica de este mundo potico 80. De todos modos, en concreto se trata de una especie de color gris pardo y cuerpo casi discoidal, que habita en los mares tropicales e incluso cabe la posibilidad de que Lorca lo hubiese visto en algn acuario durante su viaje, pues encontramos varias menciones sobre este medio artificial en Viaje a la luna:
Se disuelve sobre una doble exposicin de serpientes de mar del aqurium y stas en los cangrejos del mismo aqurium y stos en otros peces con ritmo. (Seccin 27, 270-271)
En esta cita observamos la perspicaz comparacin que entre la escena teatral y un acuario realiza el autor. Cada uno de estos espacios representantes pero ajenos a lo real compromete, a quien se acerca a ellos, a mantener una actitud de mero espectador, sin juzgar, slo por el impulso humano de empata o conocimiento de otros puntos de vista o formas de entender el mundo que
77 78 79 80 GMEZ DE LA SERNA, Gregueras, 194. LORCA, El pblico, en Obras Completas, cuadro II, 289. LORCA, El pblico, en Obras Completas, cuadro III, 307. Jos ngel VALENTE, Pez Luna, Trece de nieve, n 1-2 (1976), 191-201. Cita tomada de la pgina 201.
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no tiene necesariamente que compartir. Pero debido a la incomprensin, se observa cmo el pez luna o el poeta, fuera de su mbito y moribundo, es objeto de escarnio de las gentes que lo consideran algo viscoso y putrefacto. En la misma lnea de lo ya comentado con respecto a las ranas y repetido en las dos obras que estudiamos con idntico sentido.
Seora. [...] Los pescadores me llevaron esta maana un enorme pez luna, plido, descompuesto, y me gritaron: Aqu tienes a tu hijo! Como el pez manaba sin cesar un hilito de sangre por la boca, los nios rean y pintaban de rojo las suelas de sus botas. Cuando yo cerr mi puerta sent como la gente de los mercados lo arrastraban hacia el mar 80. [] aparece un gran plano en el cual saltan, en agona, dos peces. stos se convierten en un caleidoscopio en el que cien peces saltan o laten en agona 82.
Y no extraa aqu la comparacin que el poeta realiza entre el artista y los peces o pescados, puesto que era una designacin usada a menudo entre su grupo de amigos, como podemos leer en algunas de sus cartas en las que Lorca y Dal se llaman afectuosamente lenguado:
[...] a ti, al lenguado que se ve en tu libro, quiero y admiro, a ese lenguado gordo, que el da que pierdas el miedo, te cagues en los Salinas, abandones la Rima, en fin, el Arte tal y como se entiende entre los puercos hars cosas divertidas, horripilantes, [ilegible], crispadas, poticas, como ningn poeta ha realizado 83.
En cuanto al smbolo lunar, presencia obsesiva y enigmtica en toda la obra lorquiana, se percibe el marcado tono lrico que alcanza el texto en el momento en el que el satlite se torna protagonista. A continuacin leemos la onrica descripcin que de ella realiza Julieta en El pblico:
Julieta. [...] La luna empuja de modo suave las casas deshabitadas, provoca la cada de las columnas y ofrece a los gusanos diminutas antorchas para entrar en el interior de las cerezas. La luna lleva a las alcobas las caretas de la meningitis, llena de agua fra los vientres de las embarazadas, y apenas me descuido arroja puados de hierba sobre mis hombros. [...]) (Cuadro III, 300)
De esta forma, la vertiente surrealista ms ortodoxa de Lorca aflora cuando menciona al astro:
Hombre 3. Cuando sale la luna, los nios del campo se renen para defecar 84.
Con respecto al guin nos detendremos en un pasaje, vigorosamente sugestivo y crptico, cuyos protagonistas son tres hombres y su representante simblico es el satlite:
[...] Uno mira la luna hacia arriba levantando la cabeza y aparece la luna en la pantalla, otro mira la luna y aparece una cabeza de pjaro en gran plano a la cual se estruja el cuello hasta que muera ante el objetivo, el tercero mira la luna y aparece en la pantalla una luna dibujada sobre fondo blanco que se disuelve sobre un sexo y el sexo en la boca que grita. (Seccin 45, 274) 81 LORCA, El pblico, en Obras Completas, cuadro V, 325. 82 LORCA, Viaje a la luna, en Obras Completas, seccin 29, 271. 83 Cita perteneciente a la carta de septiembre de 1928 que envi Salvador Dal a Federico Garca Lorca, extrada de Salvador Dal escribe a Federico Garca Lorca, 93. 84 LORCA, El pblico, en Obras Completas, cuadro III, 295. 85 LORCA, Viaje a la luna, en Obras Completas, seccin 72, 278. 86 LORCA, El pblico, en Obras Completas, cuadro III, 295.
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Ya se mencion que las obras neoyorquinas mostraban el lado ms autobiogrfico de la produccin de Garca Lorca; en este caso conviene asociar a cada uno de los tres hombres que nombra con parte de la biografa del autor para poder arrojar alguna luz sobre la secuencia. El primero que slo mira la luna viendo el astro tal cual es, se puede considerar un autorretrato en el que el poeta sugiere una simbiosis entre l y el satlite. El segundo hombre, al contemplar la luna, ve una cabeza de pjaro a la que estruja el cuello hasta que muere ante el objetivo. sta podra entenderse como una referencia a Salvador Dal pues en los cuadros que pint sobre esos aos apareca una cabeza de pjaro saliendo de su autorretrato 87, asociada a sus deseos insatisfechos y obsesiones sexuales. Dal matara al pjaro como smbolo de su negacin hacia un impulso homosexual. Asimismo, la crueldad y el primer plano, concepto clave de la mquina ptica, nos traen ecos del asentimentalismo y la teora de la Santa Objetividad que propugnaba Dal en los ensayos de pocos aos antes. Por ltimo, el tercero puede corresponderse con el personaje Hombre 3 de El Pblico, al compartir el mismo nombre/nmero, y al que como ya apuntamos por su relacin con Elena se identifica con Emilio Aladrn. La relacin del tercero con la luna y el sexo, que no se especifica si es de hombre o de mujer, remite de nuevo al pavor irracional ante la ambigedad sexual al disolverse el sexo en una boca que grita. Imagen que expresa miedo y autorepresin. El hombre al mirar la luna siente la espina del deseo pero su terror o cobarda ante el qu dirn lo amordaza. En otra lnea, no hay que olvidar que la luna est presente en el mismo ttulo del guin el cual, sin poder evitarlo, nos remite al clsico cinematogrfico de Georges Mlis, francs pionero que supo advertir en el nuevo invento tcnico un medio de expresin artstica capaz de proporcionar imagen a la ficcin. Pero parece extrao, por lejano, que el granadino tuviese en mente dicha pelcula. Al respecto Gubern aporta un dato significativo que transcribimos a continuacin:
Viaje a la luna, escrito en un par de das entre diciembre de 1929 y febrero de 1930, [...]. Lorca visit por entonces Coney Island, en cuyo parque de atracciones exista un famoso ciclorama bautizado Trip to the Moon, realizado por Frederick Thompson e inaugurado en 1902, por lo que se ha sugerido que esta espectacular atraccin pudo determinar el ttulo de su guin 88.
Y aportando algo ms sobre este apunte, interesa aadir la descripcin que realiza Daniel Canogar sobre los parques de atracciones neoyorquinos que pudo visitar Federico Garca Lorca:
Los legendarios parques de atracciones de Coney Island en Nueva York destacaban especialmente por su radical combinacin de mquina y entretenimiento. [...]. El Viaje a la Luna fue uno de los ms importantes espectculos en la Exposicin Internacional de Buffalo de 1901, en el estado de Nueva York. Los visitantes de la exposicin se montaban a una nave espacial, que tras un despegue simulado, aterrizaba sobre una luna decorada con cavernas y grutas. El paisaje lunar estaba habitado por una comunidad de enanos y de gigantes, e incluso haba un grupo de doncellas lunticas que ofrecan un queso de color verde al pblico 89.
Por lo espectacular del divertimento y teniendo en cuenta que Lorca hace mencin en la seccin 14 de su guin a una montaa rusa, parece plausible que el autor se inspirase tanto o ms en esta atraccin como en la composicin de Mlis.
87 Remitimos, como ejemplo muy ilustrativo, al cuadro de Dal de 1929: El juego lgubre. 88 GUBERN, Proyector de luna, 448. 89 Daniel CANOGAR, Ciudades efmeras. Exposiciones Universales: espectculo y tecnologa, Madrid, Julio Ollero editor, 1992, 66-67.
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En otro orden pero tocante a la cita de Viaje a la luna en la que aparecen los tres hombres, sorprende la repeticin continua de elementos, palabras o personajes agrupados de tres en tres que salpican ambas creaciones; recurrencia que confiere efectividad al texto.
Director. Fuera, fuera, fuera! (Cuadro I, 282) Los Caballos. No, no, no. (Cuadro I, 283) Director. Ja, ja, ja! [...]. (Cuadro I, 287) Nio. El Emperador! El Emperador! El Emperador! (Cuadro I, 292) Socorro Socorro Socorro. (Seccin 1, 267) 90
Asimismo en las tres obras coincidencia curiosa del periodo de Nueva York aparecen agrupados en tros los personajes principales: los hombres de la secuencia, leda ms arriba, de Viaje a la luna; los personajes principales de la obra teatral que responden a los impersonales nombres de: Hombre 1, 2, 3 aunque el Hombre 1 se identifique en ocasiones como Gonzalo 91 y, como tercer ejemplo, el poema Fbula y rueda de los tres amigos, que corresponden a Enrique, el conocido Emilio y Lorenzo, de Poeta en Nueva York 92.
Acotacin. Entran tres Hombres vestidos de frac exactamente iguales. Llevan barbas oscuras (Cuadro I, 283)
Por ltimo mencionar lo que, por otro lado, ya han destacado muchos crticos: la sorprendente vinculacin que algunas imgenes del guin de Lorca guardan con la cinta de sus colegas Salvador Dal y Luis Buuel, El perro andaluz. Asombra, sobre todo, si se parte de que sus bigrafos consideran remota la posibilidad de que Lorca viese la pelcula de sus (ex)amigos en su brevsimo paso por Pars antes de embarcar hacia Nueva York 93. No obstante parece indudable que conoca por referencias el filme surrealista puesto que se lo coment a Emilio Amero la tarde que decidieron gestar el guin de su futuro y malogrado, por inacabado, proyecto: Viaje a la luna. Se ha hablado mucho sobre las posibles alusiones que Un chien andalou contena haca Lorca y por las que el poeta se sinti dolido. Dado que sus dos creadores afirmaron hasta su muerte que si exista esta coincidencia era arbitraria respuesta en consonancia con su militancia surrealista, parece improbable que estas insinuaciones se confirmen alguna vez. Lo que s se puede analizar son las concurrencias entre los elementos aparecidos en ambos guiones. Por ejemplo, la impactante imagen del ojo seccionado que ha retrado la mirada de muchos cinfilos y el corte siguiente en el que una nube pasa justo en el centro de la luna marcando el paralelismo entre ambas imgenes, parece formar parte de los motivos y guios personales compartidos por los amigos de la Residencia de Estudiantes, de ah que en Viaje a la luna nos sorprenda leer:
La luna se corta [...]. (Seccin 18, 269)
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Aunque estas imgenes no slo son comparables por su identificacin visual sino tambin desde el punto de vista simblico, pues en el filme Luis Buuel afila una navaja con la que despus se cortar el ojo de una mujer, mientras que en el guin de Lorca lo que se corta con unas tijeras son las cuerdas de una guitarra, como ya se vio, asociacin comn con el cuerpo femenino. Incluso otras citas tanto de la obra teatral como del guin lorquiano, nos traen ecos de la pelcula de 1929, al relacionar metafricamente las manos y las hormigas como representacin del impulso sexual:
Director. [...] Cuando dice usted amor me asombro. Prestidigitador. Se asombra, de qu? Director. Veo que cada grano de arena se convierte en una hormiga vivsima 94. [] Desde dos empiezan a surgir hasta que cubren la cama como hormigas diminutas 95.
Por otro lado, si recordamos el uso comn que en la Residencia de Estudiantes se hizo de la palabra putrefaccin, para referirse tanto a la degradacin fsica como a la creativa, no sorprende la aparicin frecuente de miembros descuartizados o insectos sobre la carne como tema en estas obras.
Figura de Pmpanos. Toma un hacha y crtame las piernas. Deja que vengan los insectos de la ruina y vete [...]. (Cuadro II, 290) De los gusanos de seda sale una gran cabeza muerta []. (seccin 17, 269)
Expuestas las inquietudes, motivadas por la estricta y represiva educacin del momento, y los temores de Lorca para aceptar y que fuese aceptada con libertad su condicin sexual, observamos que estas turbaciones no estn muy distantes a las de la conocida escena de El perro andaluz en la que el hombre arrastra, literalmente, junto a su deseo fsico de atrapar a la mujer toda su carga religiosa e ideas de una sociedad burguesa considerada por ellos como putrefacta porque oprime al individuo. Reflejo de esta misma represin es el concepto de castigo, ejemplificado cuando en El perro andaluz se pone al hombre cara a la pared con los brazos en alto y por la paliza que una mujer da a un nio en Viaje a la luna. La idealizacin artstica de la mujer al convertirla en escultura, tambin se muestra en los dos guiones. Por un lado, en la descripcin, ya explicada, de Elena por Lorca y por el otro, en la escena de El perro andaluz en la que un muerto cae en el claro de un bosque sobre una mujer de espaldas, desnuda y arrodillada anloga a una estatua. Asimismo, el final de las dos obras revela similitudes al describir a un hombre y a una mujer que juntos disfrutan y ren, mofndose de un atormentado. En realidad tiene poca importancia aunque cualquier vanguardista que se precie desease el prurito de la idea primigenia quin fue el dueo de los logros visuales o del bosquejo de cada idea puesto que en s mismos los dos guiones reflejaban unas ideas comunes adoptadas como propias en las obras de los tres grandes genios. La gran pena es que no se haya podido ver concluido el Viaje a la luna de Federico Garca Lorca, del que hoy slo nos resta acercarnos a travs de la interpretacin cinematogrfica que del guin realiz el artista plstico Frederic Amat 96.
94 LORCA, El pblico, en Obras Completas, cuadro V, 324. 95 LORCA, Viaje a la luna, en Obras Completas, seccin 1, 267. 96 Pueden verse las fotografas que de la adaptacin al cine realiz el artista cataln en, Frederic AMAT, Viaje a la luna, Barcelona, LEixemple, 1998.
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En fin, el anlisis de estos textos es arriesgado dado su singular cripticismo, pues se puede caer con facilidad en interpretaciones en exceso abiertas sobre temas casi tipificados, como el hecho creativo, la violencia, el amor, el sexo, la muerte o el desasosiego ante el rechazo social; por esta razn se ha intentado evitar en lo posible recurrir a intuiciones no fundamentadas. El objetivo era procurar mostrar un enfoque ms ntido que arroje alguna luz lunar sobre los motivos que comparten las obras que Lorca gest durante su viaje.