Hora Santa
Hora Santa
Hora Santa
LECTOR 1: Señor Jesús. Hoy no venimos aquí para hablar de ti, sino a hablar y a estar
contigo, con la intimidad y con el calor con que Tú compartiste aquella Ultima Cena con tus
discípulos. Nosotros tus discípulos de hoy queremos también escuchar tus palabras, y
dejarnos amar por ti.
Juan, recordando aquél momento de tu vida dijo: Jesús, habiendo amado siempre a los
suyos, ahora los amó hasta el fin, hasta el extremo, hasta no poder más...
Había llegado tu Hora. La Hora de tu Glorificación, que Tú hiciste consistir, a la vez, en tu
pasión, muerte y resurrección que te hacía volver de nuevo junto a tu Padre.
(Música)
LECTOR 2: Sabes Jesús, no te acabamos de entender. ¿Por qué tenías que sufrir por nosotros
y morir de esa manera?... ¿No tenías bastante, si querías salvarnos, con pedírselo a Dios tu
Padre? ¿No podías haberlo hecho así?...
JESÚS: Sí, es muy cierto lo que dices. Me bastaba una súplica, pero, ¿hubierais entendido mi
amor? ¿Hubierais sospechado el amor de un Dios que os quiere tanto? Seguiríais viviendo de
la ley del talión: “ojo por ojo, diente por diente”, “tanto cuanto”. Mientras que ahora
conocéis como es mi amor y el de mi Padre hacia vosotros. Y para que tanto amor mío, tanto
sufrimiento por vosotros, tanta ilusión mía no lo echéis al olvido, os dejo mi cuerpo y mi
sangre: “tomad, tomad y comed, porque esto es mi Cuerpo. Tomad, tomad y bebed, porque
esta es mi Sangre... Haced esto en memoria mía”.
LECTOR 3: ¿Cómo, Jesús, qué hiciste?... no solamente nos amaste hasta el extremo en ese
momento sino que realizaste la mayor locura de amor: quedarte para siempre con nosotros
en un poco de pan y vino convertidos en tu cuerpo y sangre para que te comamos y, al
comerte hacernos uno contigo. Así, tú permaneces en nosotros, y nosotros en ti. Esta es la
mayor prueba tu amor.
¿Y qué nos pides a cambio de tanto amor? Nada. Nuevamente nos desconciertas. Tú, Jesús,
estás loco de amor por nosotros, y nosotros quisiéramos enloquecer de amor también por ti.
¿Cómo podemos corresponder a tanto amor? ¿Qué podemos hacer por ti?
(Música)
LECTOR 4: Y tú nos dices:
JESÚS: ¿Habéis visto mi amor por vosotros? Pues, así quiero que sea vuestro amor para con
los demás. Esto es lo que quiero que hagáis. Por eso os digo: “amaos los unos a los otros
como yo os he amado”. Este es mi mandamiento en el día en que yo he llevado mi amor
hasta el extremo, hasta no poder más...
LECTOR 4: ¿Cómo no amar a los demás, cómo no deshacernos en su servicio, ante el ejemplo
que nos has dado, ante lo que has hecho y haces por cada uno de nosotros?...
Y tú nos dices a cada uno de nosotros:
JESÚS: Si quieres amar como yo, ven, acércate a mí, déjame que te tome entre mis manos,
como aquél día cogí el pan. Déjame que tome tu vida, tu historia personal, que la haga mía,
que sea yo el dueño de ella y no tú.
Déjame que te bendiga una vez más, que te colme de dones preciosos, como hasta ahora he
hecho aunque tú no te dabas cuanta de que era yo quien te llenaba de bienes.
Y después déjame que te parta, que te rompa a trocitos para poder repartirte a los
hermanos, mis hermanos, tus hermanos. Todo ello es necesario para poder ser pan de vida.
Ello te va a doler, conlleva sufrimiento, olvido de uno mismo,... como me pasó a mí. Pero vale
la pena ya que todo es por amor.
E incluso cuando estés cansado, con dolor, cuando creas que no puedes más.... déjame
cogerte de nuevo entre mis manos, fuertemente, firmemente y levantarte de nuevo hacia el
Padre, bendecirte y volverte a partir y repartir para seguir siendo comida y bebida de
salvación para los hermanos.
Estas son las exigencias de un amor que se da hasta el extremo, hasta no poder más, hasta el
fin...
(Música)
Jesús nuestra respuesta quiere ser como la tuya en Getsemaní: “Aquí estoy Señor para hacer
tu voluntad, porque te quiero”
LECTOR 1: Jesús, Ya pasaron los primeros minutos de tu Hora tan amarga. Ahora, ya no
quedan más que los minutos finales de esa Hora bendita: la de tu glorificación. A nosotros, y
a todos nuestros hermanos, métenos en esa Hora, tu última Hora, la de tu glorificacion para
gozar todos juntos contigo, en la Gloria del Padre, de las inefables delicias de ese amor hasta
el extremo con que Tú nos amaste.