Periodos Compositivos en Beethoven
Periodos Compositivos en Beethoven
Periodos Compositivos en Beethoven
Aunque esta clasificación del estilo de Beethoven en tres fases principales tuvo
también sus críticos, podemos encontrarla reformulada en numerosos trabajos
posteriores, de los cuales la voz «Beethoven, Ludwig van» incluida en el
TNGDMM es un ejemplo paradigmático. Por ejemplo, Liszt entendía que la
producción de Beethoven podía ser dividida en dos fases: una primera, en
la que aceptó los modelos de compositores anteriores para sus propias obras y
una segunda, en que sus necesidades como creador le llevaron a inventar
medios de expresión nuevos que se manifestaron en un nuevo estilo. Una de
las justificaciones de tal división está en una frase del propio Beethoven
transmitida a través de uno de sus alumnos, el pianista virtuoso Carl
Czerny. Supuestamente, hacia 1800 el compositor le confesó a un amigo
íntimo que no estaba completamente satisfecho de sus obras anteriores y que,
a partir de ese momento, iría a tomar un nuevo camino. Czerny da las tres
Sonatas para piano op. 31 como la obra que marca este cambio de
dirección, que se prolongaría en las obras compuestas a lo largo de la primera
década del siglo XIX. Liszt, tal como Adolph Bernhard Marx, que critica la
división tripartita obedeciendo a criterios estilísticos, identifica el desarrollo
artístico de la obra de Beethoven, según un paradigma evolutivo, cuyo
momento álgido coincide con la Sinfonía no 3 op. 55 ‘Heroica’, compuesta en
1803.
Lenz, al contrario de Schindler, ignora los aspectos biográficos, para
centrarse en la obra del compositor, y entiende la producción de
Beethoven como un proceso de crecimiento. En ella en lugar de utilizar el
término ‘períodos’, habla de ‘estilos’ o ‘maneras’. En consecuencia, prescinde
de criterios exclusivamente cronológicos. Cada una de las maneras
beethovenianas están relacionadas con las otras, representando diversos
estadios intelectuales por los que pasó el compositor: aprendizaje,
independencia o individualidad de sus maestros y plena madurez, que
coincide con el logro de una especie de transcendencia creativa.
Franz Liszt, por ejemplo, pensaba que su obra debía ser dividida en dos
fases:
La Novena Sinfonía, “el evangelio humano del arte del futuro" era, en su
opinión, la obra en la cual la "música absoluta" había alcanzado los límites
de su capacidad expresiva. Wagner fue uno de los autores que difundió la
asociación entre la sordera de Beethoven y la complejidad de sus últimas
obras, creando así la imagen del titán que luchó contra la fatalidad, tanto en su
vida como en su obra.
Como hemos indicado, a pesar de que está generalizada la idea de que este
esquema es bastante reduccionista, la aplicación de este principio organizativo
se ha mantenido hasta nuestros días, aunque se le han introducido algunos
elementos que abren nuevas perspectivas.