Charles Spurgeon
Charles Spurgeon
Charles Spurgeon
darnos su Progreso del Peregrino, el más dulce de todos los poemas en prosa, sin hacernos
sentir y decir continuamente: “¡Vaya, este hombre es una Biblia viviente! Pínchalo
en cualquier parte, su sangre es Biblina, la esencia misma de la Biblia fluye de él. No
puede hablar sin citar un texto, porque su misma alma está llena de la Palabra de
Dios”.
Charles Spurgeon
El Progreso del Peregrino, huele a prisión. Fue escrito cuando el autor estaba confinado
en la cárcel de Bedford. Y los ministros nunca escriben ni predican tan bien como
cuando están bajo la cruz: el Espíritu de Cristo y de la Gloria descansa entonces
sobre ellos.
George Whitefield
El Progreso del Peregrino, es el libro más tierno y teológico de todos, late con vida en
cada palabra.
J. Gresham Machen
El Progreso del Peregrino es uno de los mejores libros que he leído en toda mi vida.
Mark Dever
Junto a la Biblia, El Progreso del Peregrino ha sido el libro más publicado en lengua
inglesa.
Derek Thomas
ii EDICIÓN COMPLETA Y DE ESTUDIO
Este clásico ha refrescado mi espíritu una y otra vez cuando mi alma ha anhelado
una guía centrada en Cristo a través de un laberinto de desvíos y diversiones
modernas. Estoy muy agradecida de que El progreso del peregrino esté ahora disponible
no sólo para una nueva generación de cristianos, sino también para creyentes como
yo que necesitan dirección y refresco a lo largo de nuestro viaje hacia el Hogar.
Joni Eareckson Tada
EL PROGRESO DEL PEREGRINO iii
EL PROGRESO
DEL PEREGRINO
JOHN BUNYAN
IMPRESO EN LIMA, PERÚ
iv EDICIÓN COMPLETA Y DE ESTUDIO
TABLA DE CONTENIDOS
DEDICATORIA VII
PREFACIO A LA EDICIÓN EN ESPAÑOL IX
Teología y temas relevantes en El Progreso del Peregrino xi
Características particulares de esta edición xii
EL PROGRESO DEL PEREGRINO 1
INTRODUCCIÓN POR GEORGE OFFOR 3
LA VIDA CRISTIANA, UNA PEREGRINACIÓN 3
La vida es un peregrinaje a través de una serie de conflictos espirituales 3
El progreso del peregrino: Una guía para todos los peregrinos hacia el cielo
4
El autor dispuso de tiempo libre para escribirlo al ser encarcelado por
negarse a violar su conciencia 6
COMPOSICIÓN DE LA OBRA 11
El Progreso del Peregrino: Escrito en la cárcel 11
Dificultades encontradas en el camino de su publicación 19
HABILIDADES DE BUNYAN 22
Las competencias de Bunyan para escribir El Progreso del Peregrino
santificadas mediante la disciplina de la prisión 23
PUBLICACIÓN DE EL PROGRESO DEL PEREGRINO 39
Liberación de Bunyan de la prisión y publicación de El Progreso del
Peregrino 39
ANÁLISIS DE LA OBRA 55
Observaciones sobre las partes más destacadas de El Progreso del
Peregrino 55
SINOPSIS DEL LIBRO 71
PRIMERA PARTE 72
SEGUNDA PARTE 74
EDICIONES USADAS PARA ESTA VERSIÓN 82
APOLOGÍA DEL AUTOR A SU LIBRO 85
EL PROGRESO DEL PEREGRINO: PRIMERA PARTE 93
LA CÁRCEL 95
vi EDICIÓN COMPLETA Y DE ESTUDIO
DEDICATORIA
A la congregación de
en
Cork, Irlanda
PREFACIO A LA EDICIÓN
EN ESPAÑOL
JAIME D. CABALLERO
Para mediados de 1655, un joven de 27 años adquiría cada vez mayor fama como
predicador. Lo particular de este joven era que, a diferencia de la mayoría de los
predicadores de su tiempo, no había recibido mayor educación teológica formal.
Con el transcurrir de los años su fama llegó a extenderse de tal manera, que
incluso uno de los hombres más importantes de su tiempo, quien para ese
entonces ocupada un lugar en el parlamente ingles, era rector de la prestigiosa
Universidad de Oxford, y gozaba de la reputación de ser el teólogo más
reconocido de Inglaterra, y quizá del mundo entero en su tiempo, dijo de él “Si
pudiera poseer las habilidades de aquel hojalatero para predicar, renunciaría con
gusto a todo mi aprendizaje”.1 El joven era John Bunyan (1628-1688), y el
teólogo John Owen (1616-1683), y la obra financiada por Owen llegaría a ser
conocida como El Progreso del Peregrino. Esta es la obra que usted tiene en sus
manos.
El Progreso del Peregrino, de John Bunyan, es un libro que no necesita
presentación. Es un clásico de la fe evangélica protestante que ha resistido la
prueba del tiempo, y que todo creyente debería leer al menos una vez. Todos
somos peregrinos en esta tierra. Cada día que pasa estamos un día más cerca a la
culminación de nuestra peregrinación. Cuando termine el día de hoy estarás un
día más cerca a tu muerte que el día de ayer. El tema de la peregrinación en este
1 Nick Needham, 2000 Years of Christ’s Power: The Age of Religious Conflict, vol. 4 (Ross-
shire, Scotland: Christian Focus, 2016), 326. Esta cita es cierta, y proviene probablemente
hacia el final del período de Bunyan en la prisión. El contexto de esta tuvo lugar en una
conversación entre el Rey Carlos II y John Owen, en la que Owen intercedía por Bunyan para
que fuera liberado de la prisión. John Owen tuvo un rol crucial no solo en la publicación de
las obras de Bunyan, sino también en la liberación de Bunyan de la prisión.
x EDICIÓN COMPLETA Y DE ESTUDIO
2 W. N. Kerr, “Joh Bunyan”, eds. Sinclair B. Ferguson y J.I. Packer, New Dictionary of
La importancia del libro que usted tiene en sus manos no puede ser sobre
enfatizada.
Un punto importante que a menudo se pasa por alto al momento de leer esta obra
es la teología de Bunyan. Aunque El progreso del peregrino no es un compendio
de teología sistemática sino una alegoría que busca describir la realidad de la vida
cristiana de principio a fin, el libro es profundamente teológico. Debemos ser
conscientes de cuales eran las presuposiciones teológicas de Bunyan, y cual el
esquema interpretativo bajo el cual interpretaba y comprendía las Escrituras. Sobre
este punto el Dr. Michael A. Haykin escribe:
Este es un punto importante que a veces se pasa por alto. El progreso del
peregrino es una alegoría cristiana, pero contiene mucha teología. Una fuerte
soteriología calvinista, también llamadas doctrinas de la gracia, una
comprensión de las Escrituras basada en la teología del pacto, y una eclesiología
congregacionalista, con un fuerte énfasis en la importancia de la iglesia local
como medio de la administración de los medios de gracia y crecimiento en la
4 Geoff Thomas, “John Bunyan: His Life, Writing, and Influence,” Puritan Reformed
Theology: Historical and Systematic (London; Downers Grove, IL: Inter-Varsity Press;
InterVarsity Press, 2016), 141.
xii EDICIÓN COMPLETA Y DE ESTUDIO
vida cristiana, son temas teológicos que permean los escritos de Bunyan, y están
detrás de las alegorías usadas en El progreso del peregrino.6
Un segundo punto clave para la compresión de las obras de Bunyan, y en
especial de El progreso del peregrino, es la relevancia del sufrimiento en la vida
cristiana. El progreso del peregrino fue concebido en el horno de la persecución,
bajo las horas más grises de la vida del autor. John Piper escribe sobre este punto:
doctrina de la Justificación. Sobre este punto puede ver: Joel R. Beeke, “John Bunyan on
Justification,” Puritan Reformed Journal 5, no. 2 (2013): 107-131.
7 John Piper, “To Live upon God That Is Invisible: Suffering and Service in the Life of
Obra completa
análisis del vocabulario, y contexto, ver: Nigel Smith, “John Bunyan and Restoration
Literature”, en The Cambridge Companion to John Bunyan, ed. Anne Dunan-Page (Cambridge,
UK: Cambridge University Press, 2010), 26-38.
9 Esta segunda parte a menudo ha sido traducida y publicada al español con el titulo La
Peregrina. Ver: John Bunyan, La Peregrina: Segunda Parte de El Progreso Del Peregrino, trans.
Carlos Araujo García, Segunda edición. (Moral de Calatrava, Ciudad Real: Editorial Peregrino,
2012), 27.
xiv EDICIÓN COMPLETA Y DE ESTUDIO
10 Hay varias ediciones de las obras de Bunyan en ingles. Existen diferencias entre las
ediciones. Hay ediciones que son abreviadas, y fáciles de entender para niños, ediciones
completas, etc. La obra de Offor en Bunyan es considerada la edición estándar de las obras
de Bunyan. La Universidad de Oxford ha producido recientemente una edición académica,
crítica de los obras de Bunyan.
EL PROGRESO DEL PEREGRINO xv
Referencias bíblicas
Grabados y gráficos
11 Ver la página 82 de este libro, bajo el título “Ediciones usadas para esta versión”, para
una lista de las ediciones de El Progreso del Peregrino usadas por George Offor en la
compilación de la edición final de 1861. Hubieron más de 60 ediciones para el momento de
la publicación de la edición final de El Progreso del Peregrino en 1861; ocho de estas 60
ediciones fueron llevadas a cabo por Bunyan mismo entre la publicación del libro en 1678 y
su muerte en 1688.
xvi EDICIÓN COMPLETA Y DE ESTUDIO
del libro publicadas entre 1679 y 1861. Los grabados fueron seleccionados por
el Dr. Barry Horner, y publicados a través de Bunyan Ministries. Su uso es libre
de copyright y de distribución libre.12 Esta edición hace uso de una variedad de
gráficos e ilustraciones.
Conclusión
Jaime D. Caballero
12 Para una colección complete de los grabados de Bunyan libres de copyright y para
PRESENTADO BAJO
EL SÍMIL DE UN SUEÑO
JOHN BUNYAN
1861
Publicado originalmente en 1678
2 EDICIÓN COMPLETA Y DE ESTUDIO
INTRODUCCIÓN POR
GEORGE OFFOR
¿Estás buscando algo excepcional y provechoso?
¿Verás una verdad dentro de una fábula?
¿Eres olvidadizo? ¿Quieres recordar
Desde el día de Año Nuevo hasta el último de diciembre?
Entonces lee mis cuentos; se te clavarán como abrojos.
El patriarca percibió esto cuando se inclinó ante el Faraón y dijo: “Los años
de mi peregrinación son 130 años; pocos y malos han sido los años de mi vida,
y no han alcanzado a los años que mis padres vivieron en los días de su
peregrinación” (Gn. 47:9). David cantó los estatutos del Señor en la casa de su
peregrinación (Sal. 119:54). Así, con el pasar de los siglos, cuando el Libro de
la Inspiración estaba a punto de concluirse, el Espíritu Santo continuó el símil
en las epístolas apostólicas, “confesando que eran extranjeros y peregrinos en la
tierra” (Heb. 11:13). Como tales se nos exhorta: “Les ruego como a extranjeros
y peregrinos, que se abstengan de las pasiones carnales” (1P. 2:11). “Por tanto,
tengan cuidado cómo andan; no como insensatos sino como sabios” (Ef. 5:15).
“Corran de tal modo que ganen” (1Co. 9:24). Estas son instrucciones que llegan
al corazón de cada cristiano convertido en todo el mundo. A todos se les advierte
de la necesidad de la sobriedad y la vigilancia atenta, porque “su adversario, el
diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar” (1P. 5:8).
Él “echará a algunos de ustedes en la cárcel para que sean probados, y tendrán
tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y Yo te daré la corona de la
vida” (Ap. 2:10).
Todos los hombres son peregrinos. Todos transitan por este mundo. El cristiano
considera de buena gana que su vida es un viaje, porque busca una patria mejor;
pero la mayor parte de los hombres se empeñan en evitar el recuerdo de que lo
temporal es una preparación para lo eterno, y, como consecuencia de este
descuido, tiemblan al acercarse al borde de la tumba, en la que se ven
irresistiblemente sumergidos. A pesar de que los ejemplos continuos les
advierten de que, de repente, en el momento en que menos esperan la catástrofe
fatal, ésta les puede sobrevenir, aun así, como si estuvieran encaprichados, no
investigan en los Santos Oráculos cómo pueden escapar de la segunda muerte.
Al contrario, toman el miserable consejo de algún “Sabio Mundano”, y buscan
refugio en las mentiras, que la muerte barrerá terriblemente. Descuidan por
completo cualquier preparación para un acontecimiento tan importante y certero,
si no repentino. Todos avanzan. El tiempo apura a aquellos cuyo peregrinaje se
restringe a las sucias pero fascinantes calles de la “Ciudad de la Destrucción”,
hacia su perdición eterna; mientras que aquellos cuyos ansiosos clamores los
EL PROGRESO DEL PEREGRINO 5
conducen al llamado cristiano, avanzan por el estrecho y difícil camino que lleva
a la Jerusalén celestial.
Condensar las instrucciones dadas al peregrino en los Escritos Inspirados en
un mapa del camino, una guía o manual para el camino a la Ciudad Celestial,
una ayuda para los viajeros de Sión, y una fiel advertencia para los adeptos que
se agolpan en el ancho camino de la ruina, fue una labor de amor por su vasta
importancia, digna de las más altas facultades del intelecto humano y de la más
cálida filantropía cristiana. Es sorprendente que una obra que se sugiere tan
naturalmente a la imaginación, y que tiene un interés tan universal, se haya
retrasado tanto. Los sueños abstrusos de los rabinos judíos, las espléndidas
figuras y escenarios que flotaban ante las mentes de los sabios orientales y
griegos, y la intensa sutileza de los escolásticos de la Edad Media, estaban
destinados a una clase muy limitada, que excluía a todos excepto a los discípulos
más inmediatos.
Así, todas sus instrucciones tenían una tendencia directa a alejarlos del
camino de la felicidad, para que vagaran por los laberintos de una sofistería
insensata, o, para usar las palabras del apóstol, “arruinarlos por medio de la
filosofía y el vano engaño”. Se trataba de una obra que sólo podía ser llevada a
cabo por un alma extensa, por encima de todo sesgo sectario; por alguien que
pudiera, con una caridad sin límites, abrazar a todas las naciones, todas las
lenguas y todos los pueblos, como hermanos en los vastos dominios de su Dios.
Por alguien consciente de que la felicidad humana no sería perfecta hasta que
este universo se convirtiera en el reino de su Cristo. Sólo una mente tan bendita
y santificada podía proporcionar a sus compañeros pecadores un epítome del
camino a la ciudad celestial, igualmente aceptable para los cristianos de todas
las denominaciones.
Escribir para instruir a toda la humanidad no es competencia de un sectario
intolerante, cuya visión de la felicidad se limita a abarcar a sus propios discípulos
inmediatos. Si los sabios antiguos, o los escolásticos más modernos, hubieran
sido conscientes de su hermandad con toda la raza humana, sabiendo que cada
individuo, de todas las creencias o partidos, está cumpliendo su peregrinaje a
través del corto espacio de tiempo asignado para prepararlo para una eternidad
sin límites, seguramente algunos de los grandes e ilustres filósofos de épocas
pasadas habrían intentado completar una alegoría, cuyo esquema se había dado
en el más antiguo de los registros: los Santos Oráculos. Sin embargo, todavía no
se ha encontrado ningún rastro de tal intento en la literatura hebrea, oriental,
griega o latina.
6 EDICIÓN COMPLETA Y DE ESTUDIO
Hemos tenido muchas reuniones, tanto para orar a Dios como para exhortarnos
unos a otros, y hemos gozado de la dulce y reconfortante presencia del Señor
EL PROGRESO DEL PEREGRINO 7
entre nosotros para animarnos; ¡bendito sea su nombre por ello! No me confieso
culpable de otra cosa.
Debes ser llevado de nuevo a la cárcel, y permanecer allí durante los tres meses
siguientes. Si al final de los tres meses no te sometes y vas a la iglesia a escuchar
el servicio divino, dejando tu predicación, deberás ser desterrado del reino. Y
si, después del día que se te haya señalado para que te vayas, se te encuentra en
este reino, serás colgado por ello. Te lo digo claramente. Y así el juez ordenó
al carcelero que se lo llevara.1
Esto ocurrió poco después de la restauración de Carlos II, cuando una jerarquía
persecutoria que se había reinstalado en el poder revivió leyes obsoletas y
tiránicas. La voz hosca y severa de la autoridad despótica decía que el calderero
o el pescador no debían predicar ni enseñar. Pero, a riesgo inminente de ser
deportado, e incluso de morir, el piadoso y muy talentoso trabajador John
Bunyan perseveró en instruir al campesinado que se situaba al alcance de su voz.
Por ello, y por no asistir a la iglesia de su parroquia, fue apresado y enviado a la
cárcel de Bedford; y, por el poder dominante de su Dios, los medios que se
utilizaron para impedir que su voz fuera escuchada por unos pocos pobres
trabajadores, abrieron a este perseguido discípulo de Cristo el camino del honor
y de la utilidad más duradera y extensa.
Arrancado de los brazos de su afectuosa esposa, que fue llevada a las puertas
de la muerte por los dolorosos temores de que su vida fuera sacrificada; privado
de la compañía de sus hijos y de la comunión personal con el pequeño rebaño de
Cristo al que ministraba, este hombre tan santo, tan inofensivo y tan útil fue
encarcelado en una prisión, con los delincuentes y los personajes más
degradados. Pero “el furor del hombre te alabará; con un residuo de furor te
ceñirás”, oh Señor (Sal. 76:10). Allí encontró un lugar de descanso, con tiempo
libre para escribir su famosa alegoría. Allí, habiendo encomendado a su
desconsolada esposa y a su pequeña familia a la protección del Rey de reyes,
incluso en ese lugar, con una conciencia libre de culpa y llena de paz espiritual,
descansó tranquilamente, esperando con resignación la voluntad de su Padre
celestial. ¡Qué extraña morada para alguien tan altamente honrado por Dios!
¡Qué modo tan sobrenatural de prepararlo para su glorioso destino, para brillar
como una estrella en el firmamento celestial y ocupar una mansión en la gloria!
Quien piense que la felicidad, o la santidad, o el verdadero honor, han de medirse
por la grandeza temporal, hace una estimación falsa, y conoce poco los caminos
de Dios.
viuda no pudo contratar un coche fúnebre, sino que llevó su cuerpo en una carreta a la tumba.
Véase Narrative of Proceedings against the Nonconformists at Bedford, 4ta, 1670, en posesión
del Editor.
EL PROGRESO DEL PEREGRINO 9
Se trataba de aquel obsoleto sistema de tiranía similar al que arrojó a los tres
jóvenes hebreos al horno de fuego, a Daniel al foso de los leones, y que había
martirizado a miles de santos de Dios. Un sistema opuesto no sólo a la razón y
al sentido común, sino a los actos de Dios en la naturaleza. Pretendía obligar a
la uniformidad en los modos de adoración y en los asuntos de la fe; atar el
espíritu con grilletes, e impedir esas indagaciones personales sobre la religión
que se ordenan tan estrictamente en la Palabra de Dios.
El modo de acceso y acercamiento de un pecador al trono de la gracia divina
se hallaba limitado a la misma rutina insípida de formalidades y ceremonias en
todas las circunstancias. En pocas palabras, se exigía la completa postración de
la mente inmortal ante la pretensión de infalibilidad de la ciencia sacerdotal. Tal
sistema requería el apoyo de la violencia y la tiranía; y por lo tanto, se decretó
por ley que todos debían asistir constantemente a la iglesia parroquial y realizar
el servicio prescrito, bajo pena de multa, prisión, deportación o muerte. Si se
detectaba a alguna persona benévola, no relacionada con el partido religioso que
se asociaba con el Estado, visitando y orando con los enfermos, enseñando a los
ignorantes el camino al cielo, consolando a las conciencias afligidas o
convirtiendo a los pecadores a la santidad, se le condenaba a la cárcel, a fin de
detener esas útiles labores.
En esta época, la Biblia, que durante siglos había estado oculta, circulaba
ampliamente entre el pueblo. La educación había difundido los medios para
examinar esas páginas sagradas; mientras que un ministerio santo, bajo la
Mancomunidad, había sembrado ampliamente las semillas de la vida. Muchos
experimentaban los poderes del mundo venidero. Cientos de miles de personas
habían sido instruidas en el Catecismo de la Asamblea, y habían dado su
aprobación a la Confesión de Fe. Por su parte, más de veinte mil personas se
habían unido a las iglesias bautistas. Multitudes de mujeres y hombres piadosos,
de todas las denominaciones, estaban demostrando la sinceridad y la veracidad
de su profesión cristiana mediante su conducta inofensiva, benévola y pía.
La muerte de Oliver Cromwell dio rienda suelta a esos espíritus ambiciosos
y licenciosos, que durante algunos años se habían mantenido bajo una severa
restricción. Abrió el camino para la restauración del viejo sistema de
extravagancia, tiranía e iniquidad. Como arroyos por mucho tiempo reprimidos,
ahora fluían con una violencia irresistible, llenando su curso con las lágrimas de
los virtuosos y las maldiciones de los profanos.
Los puritanos, por sus sencillos hábitos de vida, se habían asegurado muchas
comodidades que despertaron la sed de saqueo, y los enemigos de la verdad
EL PROGRESO DEL PEREGRINO 11
COMPOSICIÓN DE LA OBRA
“Del que come salió comida” (Jue. 14:14). “La ira del hombre te alabará”, ¡oh
Dios! ¡Cuán miserable es el estado de aquellos perseguidores que, como Satanás,
se encuentran luchando contra el Todopoderoso! Para impedir que el piadoso y
talentoso John Bunyan hiciera el bien, la religión del Estado lo encerró en una
pestilente cárcel; ¡y cuán notablemente fue invalidada, lográndose el mismo
objeto que pretendían impedir! El poder del Estado, los sacerdotes y los jueces,
armados con leyes del Parlamento, para obligar a la uniformidad en la fe y la
práctica, se unen para aplastar a un pobre hojalatero. Él predica las buenas
nuevas de la salvación a unos pocos pecadores temblorosos. Se convierten; de
ser plagas para la sociedad, se convierten en ciudadanos valiosos y útiles. Todo
esto se lleva a cabo en un establo; la pompa, las ceremonias y las vestimentas
utilizadas en un edificio consagrado se reducen a la nada.
El reino de Cristo crecía, con todos sus benditos efectos, sin la ayuda de una
educación erudita. Debían impedir que Dios acompañe y bendiga a su devoto y
humilde siervo de una manera tan contraria a las leyes del Parlamento y al
orgullo humano. Así, los jueces se reúnen, advierten a su presa prevista y se
esfuerzan por engatusarlo para que obedezca y se convierta en un esclavo
espiritual. Él vio su disposición hostil, conoció sus amplios poderes para
encarcelar, deportar y dar una muerte ignominiosa. ¿Qué podía hacer un pobre
calderero en circunstancias tan alarmantes? Tenía un refugio y un amigo que
ellos no veían ni conocían. Se aconsejó con su Dios, y, mientras estaba en el
camino del deber, sintió que tenía un muro de fuego a su alrededor, que todas
las cosas debían obrar para bien. Siguió tranquilamente su camino.
La orden fue emitida por el juez Wingate, un nombre conocido sólo por este
acto de iniquidad. Fue el primer intento de persecución en ese condado, y la
reunión tuvo lugar en un lugar llamado Samsell. Fue advertido por los enemigos
de la verdad, con la esperanza de que huyera, y que ellos pudieran triunfar. Se
levantó la posse comitatus, y los mentirosos en espera “mantuvieron una
vigilancia fuertísima alrededor de la casa”. Sus tímidos amigos le rogaron que
huyera. Se dirigió a un aposento cerrado para tener comunión con su Dios,
entrando luego en la reunión con su fuerza espiritual renovada.
Cuando sus pobres amigos, alarmados por su seguridad, le pidieron que no
asistiera a la reunión, dijo: “No me moveré, ni haré que se suspenda la reunión
por esto. Vamos, tengan buen ánimo, no nos dejemos amedrentar; nuestra causa
EL PROGRESO DEL PEREGRINO 13
7 La ribera de este río, el Ouse, había sido famosa por el magnífico mausoleo de Offa,
rey de los Mercianos, uno de los ilustres asesinos y ladrones de su tiempo, de quien la familia
del editor, en su insensata vanidad, reclama descendencia. Pero acerca de esto, como dice
Camden, “una corriente más violenta y rápida que la ordinaria, en una inundación, la barrió
por completo”. Una vez erigido el puente, se levantó un muelle desde el río para sostener los
dos arcos centrales, y en este muelle estaba la sombría prisión de Bunyan. Este oscuro lugar,
una morada idónea para la crueldad, también ha sido arrasado. El ojo de John Howard, en
1788, penetró en este cubil, y lo describió así: “Los hombres y las mujeres delincuentes se
relacionan entre sí; sus habitaciones nocturnas son dos mazmorras, un solo patio para los
deudores y los delincuentes, sin enfermería ni baño” —Howard, Lazarettoes and Prisons, 4ta,
1789, pág. 150. Bien pudo Bunyan llamarla “una cueva”. El portón fue derribado en 1765, y
la prisión fue demolida muy poco después de que Howard hubiera desvelado su sombría
miseria. El puente tenía sólo catorce pies de ancho. Las mazmorras debieron ser realmente
pequeñas. ¡Qué extraña vivienda eligió Dios para su siervo, en el que escribir este importante
libro!
8 Un documento profundamente interesante que suele adjuntarse a las Obras de
portada dice “también lo que descubrió en la cárcel. Todo lo que fue escrito por su propia
mano allí”. El prefacio de “A Defence of Justification” está fechado en la época de la prisión, en
1671. Así como su “Confession”: “Tuyo en las cadenas por el evangelio”.
16 EDICIÓN COMPLETA Y DE ESTUDIO
La nota al margen de ese “lugar donde había una cueva” reza “LA CÁRCEL”. Esto
se añadió por primera vez en la cuarta edición, en 1680; probablemente le
preguntaron qué quería decir con la cueva, y desde entonces, en todas las
ediciones, indica que su significado era “LA CÁRCEL”. El hecho de que Bunyan
concedía mucha importancia a estas notas marginales, como una LLAVE de sus
obras, se indica claramente en sus versos al lector de Guerra Santa (Holy war):
No hay lenguaje más claro. El autor desea que todos sus lectores comprendan
dónde ideó y escribió El Progreso del Peregrino. Dice que fue en “una cueva”.
Pone la llave de esta palabra en la ventana, y al girar la llave hacia la derecha,
nos revela que la cueva es la cárcel de Bedford. En este lúgubre antro durmió
tranquilamente. Como el salmista, no temía a diez mil personas, “me acosté y
dormí; me desperté, porque el Señor me sostuvo”. ¿Y por qué? Porque “clamé
al Señor”, “tú, Señor, eres un escudo para mí; mi gloria, y el que levanta mi
cabeza” (Sal. 3). Como Pedro, con una conciencia libre de culpa, “durmió
mientras estaba en la cárcel”. Y aunque Bunyan no tuvo ningún ángel del cielo
que le abriera las puertas de la cárcel, gozó de esa comunión celestial que llenó
su alma de paz, y le capacitó para escribir para la instrucción de la humanidad.
La rapidez con la que la concepción de El Progreso del Peregrino llegó a
su mente y se redujo a la escritura, la describe así:
10 El margen.
EL PROGRESO DEL PEREGRINO 17
Al leer Gracia Abundante, uno puede decir a cada paso: Aquí está el futuro
autor de El Progreso del Peregrino. Es como si estuvieras al lado de un
gran escultor y observaras cada movimiento de su cincel, habiéndote
explicado antes su diseño, de modo que a cada golpe aparece claramente un
nuevo rasgo de belleza en la futura estatua.
Para que su buen fin sea conocido tanto como su mal comienzo, me he tomado
la libertad, por mi conocimiento y por el buen testimonio dado por otros de sus
amigos, de unir esto al hilo, que se ha roto demasiado pronto, y así alargarlo
hasta su entrada en la eternidad.
Hay pruebas internas muy sólidas de que El Progreso del Peregrino fue escrito
mucho antes de su publicación. Una segunda edición salió de la misma imprenta,
por los mismos editores, en el mismo año, 1678; y se encuentra una llamativa
diferencia en la ortografía de muchas palabras en estas dos ediciones. Por
ejemplo, “drownded” se corrige a “drowned”, “Slow of Despond” a “Slough of
Despond”, “chaulk” a “chalk”, “travailler” a “traveler”, “countrey” a “country”,
“rags” a “rags”, “brust” a “burst”. Esto puede explicarse fácilmente por el hecho
de que el autor conservó la obra en manuscrito durante algunos años antes de
que se imprimiera, y que finalmente consintió en enviarla a la imprenta tal y
como la había escrito. Hay una diferencia aparente de veinte años en la ortografía
de estos dos libros, que se publicaron en el mismo año, además de algunas
adiciones considerables de nuevos caracteres en la segunda edición. El impresor
parece haber respetado el manuscrito en cuanto a la ortografía, la puntuación, las
mayúsculas y las cursivas. Esto demuestra que, a pesar de sus numerosos e
importantes compromisos, Bunyan encontró tiempo para cultivar y mejorar su
talento en la composición, entre el momento en que escribió la primera edición
y el de la publicación de la segunda.
La razón por la que no se publicó durante varios años después de su
liberación, parece deberse a la diferencia de opinión expresada por sus amigos
en cuanto a la conveniencia de imprimir un libro que trataba tan familiarmente
los temas más solemnes.
HABILIDADES DE BUNYAN
previo para recibir la Cena del Señor, y quién debe juzgar el modo de su administración.
Algunas de las iglesias estaban de acuerdo con la Iglesia de Inglaterra en cuanto a su poder
para decretar ritos y ceremonias. No así John Bunyan. Él consideraba que esta cuestión debía
dejarse a la decisión personal de cada candidato. Los frutos del nuevo nacimiento, el
bautismo del Espíritu Santo, que es la única puerta de admisión a la familia del Salvador, era,
en su opinión, la única cuestión que debía decidir la iglesia, como requisito previo a la
admisión a la mesa de su Señor. Véase Mt. 3:11; Mr. 1:8; Lc. 3:16; Jn. 1:26-28; compárese con
Hch. 6:2, y Ef. 4:5.
EL PROGRESO DEL PEREGRINO 23
El carácter humano fue desvelado ante el ojo penetrante de alguien tan versado
en los escritos inspirados. Se observan todos los puntos débiles, así como las
ventajas de las que se aprovecha el sutil enemigo de las almas; y todo ello está
representado de forma tan admirable y clara que el que corre debe detenerse, leer
y admirar, incluso con sorpresa y asombro, viéndose obligado a preguntarse: ¿De
dónde sacó este pobre artesano semejante conocimiento?
Tampoco debe olvidarse que, además de sus conocimientos celestiales,
poseía peculiares cualidades terrenales para su importante trabajo. Había sido el
mismísimo cabecilla de toda clase de vicios e impiedades. John Ryland describe
su carácter con singular acritud:
Ningún hombre con sentido común e integridad puede negar que Bunyan, el
calderero de Elstow, era un ateo práctico, un infiel despreciable, un vil rebelde
para con Dios y el bien, un despilfarrador común, un despreciador de almas, un
asesino de almas, un miserable desconsiderado, tanto como puede existir sobre
la faz de la tierra. Asómbrate ahora, oh cielo, hasta la eternidad, y maravíllate,
oh tierra e infierno, mientras dure el tiempo. Contemplen a este mismo hombre
convertido en un milagro de misericordia, en un espejo de sabiduría, bondad,
santidad, verdad y amor. Contemplen su contaminada alma limpia y adornada
por la gracia divina, su culpa perdonada, la ley divina inscrita en su corazón, y
Había recibido los meros rudimentos de la educación, pero los hábitos viciosos
habían borrado “casi por completo” de su memoria toda lección útil. Así pues,
debió tener, cuando fue impactado por la verdad divina, una gran determinación
que le permitió no sólo recuperar la instrucción que había recibido en sus días
de juventud, sino incluso añadirle tales acervos de provechosa información. Para
esto, su natural rapidez de percepción y su memoria retentiva deben haber sido
de extremo valor. El hecho de haberse relacionado íntimamente con toda clase
de hombres, y de haberlos visto en sus momentos de mayor despreocupación, le
permitió retratar a sus personajes con matices tan vivos y con una precisión tan
gráfica. Lleno de una inspiración que sólo podría extraerse de la Biblia, ha
delineado personajes tan conmovedores e interesantes para nosotros en el siglo
XIX como lo fueron para nuestros antepasados peregrinos de una época pasada,
y como lo serán para el viajero cristiano de los tiempos venideros. Es una
historia, con pocas variaciones, de lo que siempre debe ocurrir mientras el
cristianismo perdure.
Bunyan había recorrido la ruta del pecado. Había sembrado la semilla del
vicio y producido los amargos frutos del arrepentimiento. Había sentido una
intensa alarma por el peligro de que los tormentos eternos se tragasen su alma
en la muerte. Había huido y encontrado refugio en los sufrimientos de Cristo.
Una vez quitada su carga, amaba mucho, porque se le había perdonado mucho.
Había sido sacado de las horribles tinieblas, ¡y ahora estaba listo para ayudar a
los que caminan por el lúgubre Valle de la Sombra de Muerte!
Sus hábitos y actividades al aire libre, y su contemplación santificada de las
bellezas de la naturaleza, estaban destinados a fortalecer el vigor de su
imaginación y la determinación de su carácter. Felizmente, el glorioso Soñador
nunca pareció imaginarse su propia fama inmortal como autor. Poco soñaba con
la dichosa influencia que sus humildes trabajos tendrían sobre millones de
hombres. Todo su espíritu se centraba en su Salvador; todos sus esfuerzos
estaban destinados a dar a conocer las alegres nuevas de la salvación a los
pecadores que lo rodeaban. Si codiciaba la lengua de un ángel, no era por la
brillantez del lenguaje, sino para poder utilizar palabras ardientes que dejaran
una impresión indeleble en sus oyentes.
17 John Gifford fue mayor en el ejército del Rey. Fue condenado por levantar una
externas, sin embargo, por gracia, he aprendido, por el ejemplo del apóstol, a
predicar la verdad y también a trabajar con mis manos, tanto para mi propio
sustento como para el de los que están conmigo, cuando tengo oportunidad.
Además, confío en que el Señor Jesús, que me ha ayudado a rechazar el salario
de la injusticia hasta ahora, también me ayudará todavía, de modo que distribuiré
lo que Dios me ha dado libremente, y no por lucro sucio.18
19 El público está en deuda con el Sr. S. J. Button por una nueva y elegante edición de
que la verdadera santidad del Evangelio fluye de ella”21 o, “Se demuestra que
el pretendido Diseño del Cristianismo del Sr. Fowler no hace más que pisotear
la sangre del Hijo de Dios e idolatrar la propia justicia del hombre.”22
En este apresurado, pero valioso libro, Bunyan utilizó un lenguaje muy
fuerte, reflexionando sobre un hombre de considerable influencia, y uno de sus
decididos enemigos. Respecto a algunos de los criterios del Sr. Fowler, dice:
“Aquí hay puros dictados de un hombre bruto y bestial, que no se conoce a sí
mismo ni una sola tilde de la Palabra de Dios”23. “Pero, ¿por qué este LADRÓN
ama trepar así, intentando llegar a Dios por otros medios fuera de Cristo?”24. El
Sr. Fowler dijo:
Bunyan conocía los sentimientos del clero local, y también sabía que el Acta de
Uniformidad acababa de expulsar a todos los ministros piadosos y evangélicos
de la Iglesia de Inglaterra. Con relación este sofisma, en cuanto a que un cristiano
está obligado por la costumbre del país en el que vive, y por la autoridad de los
superiores, respecto a las formas o ceremonias externas del culto divino y la
enseñanza religiosa, nuestro guía del peregrino estalla así en lo que Mr. Fowler
llama un Rabshakeh:27
21 A Defence of the Doctrine of Justification by Faith in Jesus Christ, showing true Gospel
trample under foot the blood of the Son of God; and the idolizing of man’s own righteousness.
Vol. ii. pág. 278.
23 Pág. 283.
27 También Rabsaces. Título que significa “jefe de los príncipes” en acadio y arameo.
No conozco a nadie tan apegado a eso como ustedes, aún toda la pandilla de su
falso clero rabioso; quienes, generalmente, como el mono del que usted habla,
mienten soplando el aplauso y la gloria de su trompetería, y, como la cola, con
sus argumentos tontos y sofísticos, cubren lo inmundo de la misma.28
Bunyan no puede deshonrar al obispo más de lo que una criatura ruin puede
eclipsar a la luna ladrándole, o convertir los palacios en algo despreciable
alzando las patas contra ellos.30
No le preocupan en lo más mínimo (eso pretende) los ladridos brutales de tal
criatura… un calumniador de lo más bocazas.31
John Bunyan, una persona que ha estado a punto estos veinte años, o más, de
ser infame en la ciudad y el condado de Bedford por ser un cismático
sumamente pestilente.32
Ahora apelo a la autoridad para saber si este hombre debería disfrutar de algún
interés en la tolerancia de Su Majestad, y si dejar impunes a tales incendiarios
y a los cismáticos más impúdicos y maliciosos no tiende a la subversión de todo
el gobierno. Yo digo, dejemos que nuestros superiores juzguen esto.33
30 Ibid. Prefacio.
31 Ibid. Pág. 2.
32 Ibid. pág. 3. Esto concuerda exactamente con la opinión del juez Chester, expresada
en el juicio cuando la esposa de Bunyan presionó tan noblemente al juez Hale para que lo
liberara: “Mi señor —dijo el juez Chester— es un tipo pestilente, no hay un sujeto igual en el
país”. —Relation of Bunyan's Imprisonment, vol. i. pág. 57.
33 Dirt wipt off, pág. 70.
34 EDICIÓN COMPLETA Y DE ESTUDIO
Bunyan había sufrido entonces casi doce años de prisión, y era más celoso e
intrépido que nunca; y sin embargo, este obispo fanático de buena gana habría
hecho que su encarcelamiento continuara, o que su vida se perdiera, porque no
podía resistir las flechas con las que este prisionero de Cristo lo atacaba, sacadas
todas ellas del horno de la Santa Palabra de Dios. Esta fue una de las lecciones
con las que Bunyan aprendió a dirigir a los peregrinos en su ataque contra el
monstruo, el Anticristo, el cual era sumamente desenfrenado, y miraba a los
peregrinos con gran desprecio. Pero estos valientes lo asaltaron continuamente,
hasta que fue herido, “y algunos creen ciertamente que esta bestia morirá de sus
heridas”.34 Cómo se alegraría la iglesia de Cristo de presenciar su muerte, y ver
sus viles restos enterrados bajo todos sus instrumentos de tortura; sus
inquisiciones, llamas y estacas, mazmorras y potro de tortura, cabestros y rentas
eclesiásticas. Otra lección, y una muy seria, le fue enseñada en la controversia
que sostuvo con algunos cuáqueros y bautistas estrictos.
La controversia de Bunyan, que se dice que fue con los cuáqueros, fue, de
hecho, no con ese grupo altamente respetable y útil de cristianos, sino con
personas que él consideraba que estaban bajo graves engaños, algunos de los
cuales se llamaban a sí mismos cuáqueros. En este período, la Sociedad de
Amigos no estaba unida en un cuerpo o denominación. La batalla, según sus
propias palabras, era contra Satanás y las mentiras con las que había engañado a
algunos espíritus entusiastas. Estos personajes fueron llamados, en palabras de
Bunyan, una compañía de despotricadores sueltos y de pensadores ligeros, con
algún que otro legalista, que exacerbaban sus principios a veces sobre esta
religión y otras sobre aquella.
Es cierto que habla de los engaños de los cuáqueros; pero su lucha era contra
los criterios, y no contra las personas, y expone lo que en su opinión, eran “las
mentiras con las que el diablo engaña a las pobres almas”. En primer lugar, que
la salvación no estaba completamente lograda para los pecadores por Cristo
Jesús. Segundo, que la luz interior era suficiente sin la Palabra escrita. Algunos
de estos videntes negaban la divinidad de Cristo. Otros afirmaban que Cristo
nació, vivió y fue crucificado dentro de ellos, y que sólo podía ser encontrado
dentro de ellos con la ayuda de esa luz que ilumina a todo hombre que viene al
mundo; que su aparición en forma de hombre, y su humillación hasta la muerte
35 Las cintas para sombreros eran alegres ramilletes de cintas y rosetas que se
Entre otras preguntas que le hizo Burroughs, una fue: “¿Acaso quien es
mentiroso y calumniador no es un impío de naturaleza maldita?”.37 La respuesta
de Bunyan fue: