Escatología Ii: 2° Estudio de Las Últimas Cosas
Escatología Ii: 2° Estudio de Las Últimas Cosas
Escatología Ii: 2° Estudio de Las Últimas Cosas
Evangelio de Paz
ESCATOLOGÍA II
2° Estudio de las últimas cosas
Temas:
1
Seminario Bíblico Ministerial
Evangelio de Paz
Introducción.
El libro de Daniel.
1
- Nuevo Diccionario Bíblico Certeza. Varios editores. Editorial Certeza 2° Edición. Pag. 252.
2
Biblia de Estudio de la Profecía, RV 1960, T. Lattaye, Editorial Nivel Uno.
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haciendo así las dos principales divisiones de contenido, además del 1°capítulo.
Fue escrito en dos idiomas: en hebreo (cap.1 y 8 al 12) y en arameo (cap.2 al 7)
Ver: en próxima Definición de diccionarios el Libro de Daniel.
DEFINICIÓN EN DICCIONARIOS.
EL LIBRO DE DANIEL.
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después de Daniel, aparece el mismo modo, pero la otra forma desde el cap. 7 hasta
el fin. El Apocalipsis de Juan solo es perfectamente paralelo con Daniel, que puede
llamarse el Apocalipsis del Antiguo Testamento(...) Lo cercano y lo lejano no son
vistos en la misma perspectiva, como por los demás profetas, quienes miraban todo
lo porvenir, desde el punto de vista escatológico; pero en Daniel se dan los detalles
históricos de aquel desarrollo de las potencias mundiales, que tienen que acontecer
antes del advenimiento del reino. CONTENIDO DEL LIBRO. La introducción histórica y
biográfica en el primer capítulo. Daniel, cautivo y desterrado, es representante de su
nación en su servidumbre y exilio; mientras que, por su percepción celestial en los
sueños, que por mucho sobrepujaba la de los magos, representa la superioridad
divina del pueblo del pacto sobre sus señores paganos. Los altos honores, aun en este
mundo, que él alcanzó por su saber, tipifican la entrega al fin del reino mundial “al
pueblo de los santos del Altísimo” (cap. 7:27). Así la historia personal de Daniel es la
base típica de su profecía. Los profetas tuvieron que experimentar en sus propias
personas, y en su edad, algo de lo que ellas predecían acerca de los tiempos futuros;
así como David sintió mucho de los sufrimientos de Cristo en su propia persona
(véase Oseas 1:2–9,10,11; 2:3). Por esto entre sus profecías están incluidas las
noticias biográficas de Daniel y sus amigos. Los caps. 2 a 12 contienen la sustancia del
libro, y constan de dos partes. La primera, caps. 2 al 7, representa el desarrollo de las
potencias mundiales, desde un punto de vista histórico. La segunda, caps. 8 a 12 su
desarrollo respecto a Israel, especialmente en lo futuro inmediatamente anterior a la
venida de Cristo, predicho en el cap. nueve. Pero la profecía mira más allá del
porvenir inmediato hasta el cumplimiento completo en los días postreros, pues las
partes individuales en la historia orgánica de la salvación no pueden entenderse sino
en conexión con la salvación entera. También Israel miraba hacia adelante a los
tiempos mesiánicos, no sólo por la salvación espiritual, sino también por la
restauración visible del reino que nosotros aun ahora esperamos. La profecía que
ellos necesitaban debe comprender, pues, ambas cosas, y tanto de la historia del
mundo cuanto transcurriría antes de la consumación final. El período de las profecías
de Daniel es, por lo tanto, el que empieza con la caída de la teocracia hasta la
restauración final de ella: el período del dominio de las potencias mundiales, no
abolidas por la primera venida de Cristo (Juan 18:36; porque el haber tomado
entonces el reino terrenal, habría sido tomarlo de las manos de Satanás, Mateo 4:8–
10), para ser sobrepujado por su reino universal y eterno en su segunda venida
(Apocalipsis 11:15). Así pues, el examen general del desarrollo y destino final de las
potencias mundiales (caps. 2 al 7) adecuadamente antecede a descubrimientos en
cuanto al porvenir inmediato (caps. 8 al 12). Daniel hace ver la división por escribir la
primera parte en caldeo, la segunda y la introducción en hebreo; la primera,
referente a las potencias del mundo, la escribió en el idioma de la potencia mundial
en aquel entonces dominante, bajo la cual él vivía; la segunda parte, referente al
pueblo de Dios, la escribió en su propia lengua.
- Cometario Exegético y Explicativo de la Biblia. Tomo 1. Edit. Casa Bautista. Pág.936.
5
- Estudio Bíblico, Las Profecías de Daniel. Editorial Ministerio Apoyo Bíblico. Pág.7.
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Revelaciones Escatológicas.
revelar al rey. Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha
hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días.
He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama:’ Daniel 2:26-27.
Este sueño, de fuente divina, es bien detallado por Daniel en conjunto con su
completa interpretación, aunque él no haya sido el primero en verlo. Mucha de
la historia humana y el desarrollo de los poderes mundiales, se centran en esta
visión explicada por Daniel.
Cada una de las imágenes son una simbiosis o conformación de varios animales
entrelazados, dando a entender así el carácter que tendrían esas autoridades,
tanto su ferocidad como su velocidad en su expansión y dominios.
Babilonia, es un león con alas, rápidamente conquistaría sobre las costas del
mediterráneo hasta Egipto, y se preocuparían en el desarrollo cultural.
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El tercer imperio es el griego, un leopardo de varias cabezas con alas, esta era
una cultura más occidental, con otra filosofía e inteligencia, que, con gran
velocidad, dominaron mayores territorios, conquistando hasta África e India.
Sin duda Alejandro Magno fue su gran emperador, pero a su muerte el imperio
fue dividido en sus cuatro generales; de ellos se destacaron más: Seleuco I
(seleucidas) dominando el norte, y Ptolomeo en el sur (Egipto y Alejandría), y
entre ellos lucharon por Palestina y Siria. Daniel lo profetizó, según capítulo 11.
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Se lo revela como un personaje que estaba presente, pero solo al final tiene
supremacía sobre los demás cuernos, es cuando manifestará abiertamente su
persecución contra los santos.
En Daniel 7:11, narra de una bestia que es muerta, esta es la cuarta, es la esfera
romana de dominio de donde salían los cuernos o poderes, y las otras bestias
de 7:12, son las tres primeras que, aunque dejaron de existir, de alguna manera
permanecerían amalgamadas en los imperios posteriores.
Hasta que al final todos serían reemplazados por el trono de Cristo. En 7:14
hace referencia al reino en el milenio del Mesías, relacionado con 7:18, donde
los santos del Altísimo compartirían su reinado.
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Esta visión fue muy sorprendente para Daniel, quién recibió de una aparición
celestial para percibir su interpretación pues incluía representaciones que eran:
‘para el tiempo del fin'.
Ver: Daniel 8:15-19 y 27.
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La revelación es abarcadora hasta el final del tiempo sobre Israel, con tanta
precisión como complejidad de los eventos. Recordemos que Dios es Soberano,
sobre todo, inclusive sobre el tiempo, Dios dispone, revela y hace su voluntad:
´Porque yo Jehová hablaré, y se cumplirá la palabra que yo hable; no se tardará
más, sino que, en vuestros días, oh casa rebelde, hablaré palabra y la cumpliré,
dice Jehová el Señor´ Ezequiel 12:35.
´Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios,
y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde
el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi
consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero’ Isaías 46:9-10.
Desde el momento que Israel se apartó de Dios, que dejó de practicar las
fiestas solemnes y de ofrecer los sacrificios en los momentos precisos, más
todavía en la cautividad, perdió de vista el reloj que Dios les estaba ofreciendo.
Así, su propio pueblo, quedaron fuera del tiempo y de conocimiento, hasta que
les llegó la necesaria revelación para devolverlos al cauce de la voluntad divina.
Ver: Salmo 104:19-24. Lamentaciones 1:4-5. Jeremías 8:7. Lucas 12:54-56.
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Al tratar los propósitos o eventos referidos en ellas, los para del texto bíblico,
sobresale lo escatológico en este plan de Dios: ‘para terminar la prevaricación,
y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y
sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos’ v.24.
Concluyendo, se puede decir que los primeros tres están cumplidos desde la
primera Venida de Cristo y los otros tres se cumplirán en su Segunda venida,
aunque, en su plenitud, todo será al regreso de Cristo. Es un cumplimiento a
través del Mesías Cristo para Israel, por medio de sus dos Venidas.
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tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días’ v.14. Significa
que los últimos tres capítulos de Daniel se encadenan por la misma revelación.
Además, aunque de manera indirecta, revela sobre oposiciones espirituales de
maldad que se manifiestan en diferentes reinos, naciones o reyes, impidiendo
el obrar y la voluntad divina. Esos poderes están comandados por autoridades,
aquí denominados príncipe de Persia y de Grecia, que a su vez son enfrentados
por los mensajeros celestiales en guerra espiritual, estando Miguel al mando.
Ver: Daniel 10:13, 20-21 y Daniel 12:1 con Apocalipsis 12:7 y Efesios 6:12.
Varios eventos sobre ‘el tiempo del fin’ (v.4 y9) son mencionados en esta última
parte del libro de Daniel, que lo haría de profecía comparativa a varios pasajes
del libro del Apocalipsis.
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Los primeros tres años y medio de Tribulación son en un pacto de judíos con el
Anticristo, que le permitiría realizar los sacrificios antiguos en el templo en
Jerusalén, pero después se prohibirían desatando lo peor de la Tribulación,
‘abominación desoladora’ (v.11) o ‘tiempo de angustia’ (v.1). Aquí suma tres
años y medio, 1260 días, más 30 días, que podrían ser del juicio del Gran trono
blanco antes del Milenio, o que el rompimiento del pacto sea 30 días antes.
DEFINICIÓN EN DICCIONARIOS.
70 Semanas.
La profecía de las 70 semanas trata asimismo de los sufrimientos inherentes al
establecimiento del reino de Dios (Dn. 9:24-27). El profeta había pedido el perdón y la
salvación de su pueblo, así como la restauración de la ciudad y del santuario del
Señor (Dn. 9:17-19). Dios le dio como respuesta que había un periodo de tiempo
determinado para expiar la iniquidad, terminar la prevaricación, poner fin al pecado,
traer la justicia perdurable, finalizar y consumar todas las profecías, y ungir al Mesías
ejecutor de estas cosas (Dn. 9:24). Para todo esto tienen que transcurrir 70
«semanas» (en hebreo «setenas», o grupos de 7). La «mitad de la semana» de Dn.
9:27 se corresponde con la duración de la gran tribulación, durante la que el
Anticristo hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Según Daniel y Apocalipsis, esta
tribulación durará 42 meses, 1.260 días, esto es, 3 1/2 años (Ap. 11:2, 3; 12:6, 14;
13:5; Dn. 7:25; 12:7); se puede llegar a la conclusión de que una «semana» entera se
corresponde con 7 años, y que 70 semanas son 490 años.
¿Cuál es el punto de partida de las 70 semanas? Según Dn. 9:25, tienen su inicio
«desde la salida de la orden para restaurar y edificar Jerusalén». Se mencionan otros
decretos con respecto al retorno de la cautividad:
(I) 1 de Ciro (Esd. 1:1-3). (II) 1 de Darío (Esd. 6:3-8).
(III) 2 de Artajerjes (Esd. 7:7; Neh. 2:1-8).
Los comentaristas han diferido a este respecto, pero parece más lógico tomar como
punto de partida el último, el único que menciona la reconstrucción, no sólo del
templo, sino de la ciudad. Este decreto se promulgó en el año 445 a.C.
Los 3 períodos indicados se sitúan a partir de esta fecha de la siguiente manera:
(I) Habrá 7 semanas durante las que la ciudad y sus murallas serán reconstruidas,
tiempos de angustia de 49 años (7 x 7), lo cual se corresponde con las épocas difíciles
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rey que profiere palabras inicuas contra Dios (Dn. 11:36) pertenecen al futuro, y
tienen que revelarse todavía (2 Ts. 2:4; Ap. 13:5, 6). Ciertas características del
conflicto entre el mundo y el reino de Dios se relacionan indudablemente con la lucha
encarnizada de la época de Antíoco Epifanes, pero no únicamente a aquella época.
Cristo y Sus apóstoles veían en las profecías de Daniel una revelación del provenir.
Tienen, indudablemente, una gran importancia en cuanto a la irrupción definitiva del
reino mesiánico.
En Apocalipsis, Juan no vio a los 4 imperios de Daniel de forma aislada, sino que
percibió de forma colectiva todos los reinos del mundo a la vez. Los considera como
un solo imperio, a pesar de sus diferencias externas. Los poderes mundiales no les
son presentados ni a Daniel ni a Juan bajo su aspecto político, sino solamente como la
expresión de la hostilidad del mundo hacia el reino de Dios. El principal objetivo de la
profecía no es precisamente el destino de las naciones, sino su relación con el reino
de Dios. Este hecho importante permite descubrir el sentido de la revelación de los
capítulos 11 y 12 del libro de Daniel. En efecto, el objeto de estos capítulos no es el
de exponer la historia política de los hombres, sino especialmente el de bosquejar, en
estilo apocalíptico, los grandes movimientos de este mundo en relación con el reino
de Dios. Los enemigos de Sión vinieron y siempre vienen o del norte o del sur.
Desarrollando en estilo apocalíptico esta constante histórica, la visión describe un
conflicto entre los poderes en lucha por la hegemonía: Una guerra llena de
vicisitudes, la derrota gradual del rey del sur, el triunfo final del rey del norte, y
finalmente su enfrentamiento a ultranza contra el reino de Dios. Este cuadro se
corresponde con Ez. 38 y Ez. 39.
Daniel habla de los tiempos del fin, el de la consumación. Es el tiempo final de la
cólera divina (Dn. 8:19; cp. Dn. 11:36); el juicio de los poderes mundiales tiene
entonces lugar, y se instaura el reino eterno de Dios (cp. Dn. 10:14) a lo que sigue la
consumación final (Dn. 12:1-3). Es el último tiempo de enfrentamiento entre los
poderes de este mundo y el reino de Dios, con una victoria total por parte de este
último (Dn. 11:40-12:4). Los apóstoles hablan asimismo de este período, que ellos
denominan la hora final, los últimos tiempos, o los días postreros. Dicen que ya había
empezado en tiempo de ellos, que no ha escapado, y que llegará a una manifestación
del Anticristo (2 Ts. 2:2-4; 2 Ti. 3:11; 1 Jn. 2:18; Jud. 18). Los hombres del NT vieron
con claridad la envergadura y el significado de las profecías de Daniel con respecto al
tiempo del fin. Incluso, la consciencia de que ellos inauguraban el período predicho.
- Nuevo Diccionario Bíblico Certeza. 2° edición amplificada. Ed. Certeza. Pág.183-185.
Semana 70.
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El v.27 narra: ‘y por otra semana’, o sea que todavía falta el cumplimiento de la
última semana de 7 años, sería la semana setenta. Y la semana setenta es la
Tribulación. Y aquí se establece que, según el propósito divino, el último evento
incumbe principalmente a Israel, aunque otros sean afectados, describe sobre:
‘el pacto…el sacrificio y la ofrenda…las abominaciones…el desolador’.
Aunque los eventos de los últimos siete años son bien definidos bíblicamente,
podría haber un proceso previo de gestión para el desarrollo de esos eventos,
por ejemplo: el ascenso del Anticristo, la unificación de los poderes mundiales,
el desarrollo del pacto con Israel, las guerras y conflictos e inestabilidad social.
Podríamos considerar el por qué, de los siete años que se cortan a la mitad:
La revelación bíblica explica que los segundos tres años y medio son lo que
denomina: la Gran Tribulación, o sea, que es allí cuando se manifestará lo peor
de ese tiempo. El principio de la semana setenta sería cuando el Anticristo
confirma un pacto con Israel, y el rompimiento de ese pacto sería a la mitad,
iniciando los últimos tres años y medio. Hubo un antiguo pacto de muerte entre
Israel y las naciones extranjeras y es profético del pacto con el Anticristo.
Ver: Isaías 28:14-16 y 18.
DEFINICIÓN EN DICCIONARIOS.
En particular la profecía de las: setentas semanas es sin duda una “Predicción de
Tiempos” que obviamente para comprenderla hay que conocer muy bien la historia
del pueblo judío y algunos métodos de medición de tiempos, los cuales describiremos
resumidamente a continuación.
Medición de Tiempo en la antigüedad y determinación del “Año Profético”.
Los judíos al igual que la mayoría de las antiguas civilizaciones, midieron los tiempos
usando elementos astronómicos que tuvieran periodos de ciclos bien determinados y
de fácil visualización y comprensión, de allí que nacieron los calendarios lunares (Sal
104:19), consistente en doce meses de un doble ciclo o novilunios de 29,53 días cada
mes, es decir un año lunar de 12 x 29,53 = 354,37 días (354 días, 8 horas, 49 minutos.
Pero la dificultad del calendario lunar primario se presenta con las estaciones del año
ya que estas no tienen una correspondencia con el año lunar, puesto que las
estaciones del año se ajustan y dependen del año solar (años de 365d 5h 48’ 45,25’’ =
365,242190402 días) y los judíos por tratarse de un pueblo agricultor además del
calendario lunar tenían la necesidad de medir paralelamente las épocas del año por
la estación correspondiente.
Fue así que con el tiempo perfeccionaron el calendario mediante complejos
algoritmos matemáticos difícil de sobrellevar para obtener un calendario luni-solar.
En tiempos del profeta Daniel el calendario luni-solar babilónico consistía en un ciclo
lunar estelar de 19 años con 7 años embolismales (años con meses añadidos) para
equilibrar las estaciones con los ciclos lunares.
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La Tribulación.
¿Qué es?
La Tribulación 7, aunque sea difícil de comprender, es para propósitos divinos,
en síntesis, será un tiempo de juicios divinos, juicio a los que se oponen a Él,
incluido Satanás, juicio a los que se apartaron de la fe, los apóstatas, y juicio a
7
. Tribulación Del lat. tribulatio, -ōnis.
1. f. Congoja, pena, tormento o aflicción moral.
2. f. Persecución o adversidad que padece una persona.
-Diccionario de la Real Academia Española. Actualización 2022.
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La Tribulación será un tiempo único sobre la humanidad, nunca antes visto, por
lo que no se podría comparar con sucesos previos. Daniel dijo: ‘y será tiempo
de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces…' (12:1).
Aunque, en la simbología profética, se usan elementos históricos para que se
tengan referencias sobre lo por venir. Joel describe: 'viene el día de Jehová...día
de tinieblas y oscuridad, y un enemigo grande y fuerte; semejante a él no hubo
jamás, ni después de él lo habrá (v.1-2), estudiosos comparan esa oscuridad
con plagas de langostas, bien conocidas para la época, simbolizando:
hambruna, miedo, desesperación, miseria, enfermedad, muerte. Y, cuando se
da la revelación de ‘aspecto de caballos’ (v.4), por entonces no se usaban para
la agricultura, sino como armas de guerra y carros de asalto, y simbolizan:
guerras, armas y destrucción innumerable.
Ver: Joel 2:1-6.
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Recordemos que la profecía, especialmente las del A.T., suelen ser la revelación
de dos eventos futuros, uno más cercano y otro que describiría el tiempo final,
en este caso, el de la Tribulación.
Ver: Sofonías 1:15-18.
DEFINICIÓN EN DICCIONARIOS.
TRIBULACIÓN
Heb. tsar, צָר, lit. «estrecho, angostura, aflicción, tribulación»; 2347 thlipsis, lit.
«apretura, opresión, aflicción, persecución, tribulación, angustia» (Mt. 24:9, 21, 29;
Mc. 4:17 thlipsis 24; Hch. 7:10, 11; 14:22; 20:23; Ro. 2:9; 5:3; 8:35; 12:12; 2 Cor. 1:4;
2:4; 4:17; 6:4; 7:4; 8:2; Ef. 3:13; 4:14; 1 Tes. 1:6; 3:3; 2 Tes. 1:4, 6; Heb. 10:33; Stg.
1:27; Ap. 1:9; 2:9, 10, 22; 7:14).
El nombre heb. tsar describe un espacio angosto que fácilmente puede obstruirse con
una sola persona (cf. Nm. 22:25). Hace referencia al «aprieto» que uno siente cuando
se halla sometido a situaciones de injusticia y opresión, lo cual deriva en angustia
espiritual y psicológica. La espiritualidad hebrea gira en torno al Dios que libra de la
tribulación (2 Cro. 15:4; 20:9; Neh. 9:27). Para el verdadero israelita esto significa que
Yahvé es un Dios vivo, frente a los ídolos o falsos dioses, que tienen que ser llevados
«sobre los hombros», y aunque alguien los invoque, no responden ni libran de la
tribulación (Is. 46:7).
Por su parte, la espiritualidad cristiana, que nace de la experiencia de la angustia,
aflicción y dolor de su Maestro, gira en torno a la asunción de la tribulación como un
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paso que es necesario atravesar por amor de Cristo y su palabra (Mt 24:9; Jn. 16:33;
Ro. 5:3).
La tribulación es la experiencia general de los que quieran vivir piadosamente en
Cristo Jesús (2 Tm. 3:12). Los primeros cristianos fueron esparcidos a causa de «la
tribulación [thlipsis] que sobrevino en tiempos de Esteban» (Hch. 11:19). De esta
manera, la tribulación no es simplemente considerada como una molestia o
entorpecimiento del avance del mensaje evangélico, sino todo lo contrario, una
ocasión para su esparcimiento, al tiempo que, en manos de Dios, produce en el
creyente un más excelente peso de gloria (2 Cor. 4:17). Por la fe y el poder divino, la
tribulación se transforma en un medio de comunión con Cristo (Col. 1:24), de tal
manera que los autores apostólicos pueden presentarse a sí mismos como
«copartícipe en la tribulación y en el reino y en la perseverancia en Jesús» (Ap. 1:9).
Jesús anunció para antes de su segundo advenimiento, como una señal precursora,
una «gran tribulación como no ha habido desde el principio del mundo hasta ahora,
ni habrá jamás» (Mt. 24:21, 29; Mc. 13:19, 24), de la cual las persecuciones sufridas
por la Iglesia han sido como anticipaciones (cf. Ap. 7:14).
-Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia. Alfonso Ropero Berzosa. Ed. Clie. Pág.4226.
TRIBULACIÓN (Gran).
Breve período de terribles juicios, y que precederá inmediatamente a la gloriosa
venida del Señor y coincidirá con el reinado del Anticristo. La expresión «gran
tribulación» proviene de Ap. 7:14, pero las profecías hablan frecuentemente de la
época de inusitada angustia por la que pasará el mundo al final de los tiempos (Dn.
12:1; Is. 26:20), el día terrible de Jehová (Is. 2:12, 17-19; 13:6, 9-13; Ez. 30:2-3; Jl.
1:15; 2:1-2, 11; Am. 5:18, 20; Sof. 1:14-18).
Jesús, hablando no sólo de los sufrimientos de Jerusalén en el año 70, sino
especialmente en el tiempo que precederá a Su retomo, dijo: «Porque habrá
entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta
ahora, ni la habrá» (Mt. 24:21).
Daniel y el Señor Jesús relacionan el Anticristo y la abominación desoladora con la
gran tribulación (Dn. 7:25; 9:27; 12:1, 7; Mt. 24:15, 21). El Apocalipsis precisa que el
reinado de este personaje estará caracterizado por terribles persecuciones (Ap. 13:7,
15-17) y por castigos de una terrible gravedad.
La Gran Tribulación será, por una parte, «tiempo de angustia para Jacob» (Jer. 30:7);
por otra, tribulación para la cristiandad apóstata (Ap. 2:22) y sobre toda la tierra (Ap.
16, etc.). La tribulación provendrá de la ira de Dios contra una humanidad rebelde y
apóstata (Ef. 5:6; Ap. 6:15-17; 8:6-13; 9; 15; 16, etc.), y de la gran ira del diablo,
arrojado del cielo, perseguidor de los testigos de Dios (Ap. 12:12-17) y enemigo y
destructor de la humanidad.
En su carácter de dragón, Satanás se hará adorar de los hombres (Ap. 13:4) y, junto
con la Bestia y el falso profeta, ejercerá dominio sobre toda la humanidad (Ap. 13:7),
dando muerte a los fieles testigos de Dios (Ap. 13:7; cfr. 7:14). Ocho veces, y usando
cuatro expresiones diferentes, Daniel (Dn. 7:25; 9:27; 12:7) y Juan (Ap. 11:2, 3; 12:6,
14; 13:5) anuncian que este sombrío período durará tres años y medio.
Dios no quedará sin testimonio; en medio de esta turbulencia se reservará un
número señalado de israelitas (Ap. 7:3-8; cfr. Ez. 9:4-6) y salvará a través de ellos a
una multitud que sufrirá el martirio por la fe (Ap. 7:9-14); suscitará, además a dos
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testigos poderosos, con cuyo ministerio azotará a los habitantes de Jerusalén, donde
el Señor fue crucificado (Ap. 11:1-12). La Gran Tribulación alcanzará su clímax de
violencia en la batalla de Armagedón, que tendrá su fin con la gloriosa aparición del
mismo Señor Jesucristo (VENIDA SEGUNDA).
La iglesia y la tribulación.
Entre los expositores de convicción premilenial, esto es, los que sostienen que la
Segunda Venida del Señor será anterior al Milenio, hay cuatro posturas principales:
(1) Postribulacionismo.
En este punto de vista, la Iglesia pasa a través de la tribulación. Sus defensores
proclaman que es la fe histórica de la Iglesia cristiana. Se afirma además que el mismo
hecho de que a la Iglesia le fue prometida tribulación sostiene esta postura. Por otra
parte, identifican la resurrección de los justos de Israel, evidentemente al final de la
Gran Tribulación, y seguramente coincidente con la de los santos muertos durante
ella (cfr. Dn. 12:1-3, 13; Ap. 20:4) con el arrebatamiento de la Iglesia (1 Ts. 4:13-18).
Es evidente que esta postura destruye la doctrina de la inminencia de la venida de
Cristo en relación con los creyentes y que aparece en pasajes como Jn. 14:2-3; 1 Co.
1:7; Fil. 3:20-21; 1 Ts. 1:9-10; 4:16-17; 5:5-9; Tit. 2:13; Stg. 5:8-9; Ap. 3:10; 22:17-22).
Además, a pesar de la pretensión de «historicidad» de los postribulacionistas, en la
iglesia primitiva sí se sostenía la inminencia de la vuelta del Señor a recoger a Su
iglesia. Entre los que la sustentan se hallan Clemente de Roma, Cipriano, y la misma
Didaché.
(2) Mid-tribulacionismo.
En esta postura, la Iglesia es arrebatada a la mitad de la tribulación. Se asumen varios
de los supuestos del postribulacionismo, pero se considera que el arrebatamiento
está marcado en Ap. 11:12, 15, identificando a los dos testigos como un símbolo de
los dos grupos de cristianos, los vivos y los muertos. Se asume también que la «última
trompeta» de 1 Co. 15:52 es la misma que la séptima trompeta de Ap. 11:15, que
suena en medio de la tribulación.
(3) Arrebatamiento parcial.
Los proponentes de esta postura defienden que sólo los creyentes que estén velando
serán arrebatados antes de la tribulación, mientras que los creyentes tibios serán
dejados para pasar por la tribulación. Sin embargo, la promesa del arrebatamiento es
para todos los creyentes, con independencia de su estado (1 Co. 15:51-54; 1 Ts. 1:9-
10; 2:19; 4:13-18; 5:4-11; Ap. 22:12). El estado del cristiano sí que tendrá que ver con
las recompensas ante el tribunal de Cristo.
(4) Pretribulacionismo.
La postura de que la Iglesia será arrebatada antes de la Gran Tribulación se basa en
los siguientes puntos:
(A) La doctrina de la inminencia. Antes de la venida del Señor en gloria a la tierra se
darán muchas señales; sin embargo, la Iglesia es llamada a vivir en la espera del
inminente retomo de Cristo a recogerla a Sí mismo (Jn. 14:2-3; 1 Co. 15:51-52; Fil.
3:20; Col. 3:4; 1 Ts. 1:10; 1Ti. 6:14; Tit. 2:13; Stg. 5:8; 1P. 3:3-4; Ap. 3:3).
(B) Las promesas dadas a la Iglesia. En Ap. 3:10 se afirma: «Yo te guardaré de la hora
de la prueba» No se dice «durante» o «en medio de», sino que se usa la preposición
gr. «ek», «fuera de»; por otra parte, en 1 Ts. 1:9-10 se afirma que estamos para
«esperar de los cielos a su Hijo, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera»; en 1 Ts.
30
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Evangelio de Paz
5:9 se insiste: «Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación
por medio de nuestro Señor Jesucristo». En 1 Ts. 5:10 se da una intimación de que la
realidad de esta salvación de la ira no es condicional al estado de vela del creyente;
reposa enteramente en los méritos de Cristo.
Siendo la Gran Tribulación el desencadenamiento de la ira de Dios sobre un mundo
culpable, y para los «moradores de la tierra» (Ap. 11:10; 12:12, etc.), y siendo que la
Iglesia no es moradora, sino peregrina y extranjera en este mundo (cfr. Fil. 2:10), es
evidente que todas estas indicaciones acumulativas pueden dar seguridad al creyente
de que la Iglesia no estará en la tierra durante la Gran Tribulación. Cierto es que le
han sido prometidas tribulaciones, pero no las que se desprenden de los juicios que
el Dios vengador arrojará sobre la tierra antes del establecimiento del reinado
milenial, sino las que resultan de vivir en un medio hostil, blanco de las persecuciones
del Enemigo. Por otra parte, es evidente que los 144.000 señalados son el remanente
israelita, que Dios suscitará previamente al establecimiento del reinado mesiánico
sobre la tierra (Ap. 7). La multitud procedente de la Gran Tribulación es un fruto
evidente de las labores del testimonio de los 144.000 (Ap. 7:9-17). Éste será el núcleo
del remanente de Israel que recibirá la gracia del arrepentimiento nacional ante la
manifestación de Aquel «a quien traspasaron» (Zac. 12:10 ss.).
- Nuevo Diccionario Bíblico Certeza. 2°Edición Ampliada. Autores var. Ed. Certeza. Pág.961.
Señales de la Tribulación.
Todas las batallas previas e históricas sobre Israel, de muchas maneras, serían
proféticas de la gran batalla de Armagedón 8 , la que traería al Mesías Rey.
Ver: Ezequiel 38:1-9.
Primero, tenemos que tener en cuenta que el profeta Ezequiel parece narrar
una gran guerra, pero la misma profecía revela sobre dos: una es Armagedón,
al final de la Tribulación, y la otra, similar, que tendría lugar al final del Milenio.
Segundo, algunos pueblos antiguos hoy se corresponderían con otros nombres:
Persia hoy sería Irán, Togarma sería Turquía, Siria sería Damasco, Cus sería
Etiopía, Fut sería Libia, etc., y Magog podría ser Rusia o una coalición similar.
Todas formarían las tropas reunidas en una confederación de naciones dirigidas
por el Anticristo con la única intención de destruir a Israel. El termino Gog
significa supremo o alto, príncipe de la tierra, que sería este personaje.
Una guerra de tal magnitud tendría un trasfondo de tiempo de formación. Este
conflicto, en contra de Israel, sería el final de una cruenta persecución en la
última mitad de la tribulación al anularse el pacto con el Anticristo, empezaría
una gran persecución individual hasta finalizar en esta guerra de nivel global.
Ver: Mateo 24:9 y 15-21.
8
ARMAGEDÓN tip, EJER ESCA LUGA = «montaña del degüello» (heb.).
Es el nombre hebreo del lugar donde los reyes de la tierra y todas las naciones se reunirán para hacer
guerra contra el Señor Jesús en el gran día del Dios Todopoderoso (Ap. 16:16).
Parece ser una mención al gran campo de batalla de Palestina en el Esdraelón y a Meguido
mencionados en diversos pasajes de las Escrituras (Jue. 5:19; 1 R. 4:12; 2 R. 23:29, 30).
- Nuevo Diccionario Bíblico Certeza. Segunda edición. Editorial Certeza. Pág.71.
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Evangelio de Paz
No sólo que a la humanidad le sería imposible lograr una verdadera paz global,
sino que, por el contrario, se desarrollará un crecimiento de rebeliones,
sublevaciones, alzamientos y revoluciones, sea por la causa que sea. La
revelación describe: ‘alborotos; y principios de dolores…’. También se describe:
‘oiréis de guerras y rumores de guerras...se levantará nación contra nación, y
reino contra…principio de dolores’.
Ver: Marcos 13:7-8. Mateo 24:6-8.
33
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Apostasía.
También habrá una gran apostasía, serían los falsos creyentes o que, después
de ver, negarán el nombre y la obra de Cristo.
Ver: 2°Tesalonicenses 2:1-3. 1°Timoteo 4:1. 2°Timoteo 3:1-5 y 13, 4:2-4.
2°Pedro 3:3-4. Judas 17-18.
9
https://www.gotquestions.org/Espanol/ecumenismo.html.
10
El significado básico de apostasía es “revuelta” o “rebelión”. Su único otro uso en el Nuevo
Testamento se refiere a abandonar la ley de Moisés (Hch. 21:21). La Septuaginta, la traducción griega
del Antiguo Testamento, usa tres veces la palabra para expresar la rebelión contra Dios (Jos. 22:22; 2
Cr. 29:19; Jer. 2:19). Así, pues, la palabra señala el abandono deliberado de una posición religiosa que
tenían antes. Pablo no se refería aquí a la apostasía en sentido general (abandono de la verdad del
evangelio). Siempre ha habido iglesias apóstatas, como Laodicea (Ap. 3:14-22), e individuos apóstatas
(He. 10:25-31; 2 P. 2:20-22). Como esta apostasía generalizada siempre está presente, no puede
significar un período de tiempo particular. Por lo tanto, no puede ser el evento específico que Pablo
tenía en mente.
- Comentario MacArthur del Nuevo Testamento. 2°Tesalonisences. Editorial Portavoz. Pág.37.
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Fin o Armagedón.
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Leemos en Lucas 21:34-36 ‘Mirad también por vosotros mismos, que vuestros
corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta
vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá
sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo
tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas
que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre’.
DEFINICIÓN EN DICCIONARIOS.
ARMAGEDÓN.
Gr. 717 Armageddón, Ἀρμαγεδδ = «montaña de Meguido»; heb. ַ גִמ ְהרhar Megiddó;
transliteración al griego del nombre «Meguido» en hebreo, al que el autor del
Apocalipsis antepuso el prefijo har («montaña»). Ya que no existía tal montaña, pues
Meguido era una ciudad en el valle de Esdraelón (cf. «llanura de Meguido», Zac.
12:11), es evidente que no es una referencia geográfica sino simbólica.
La ciudad de > Meguido, al norte del Monte Carmelo, estaba cerca del camino entre
Egipto y Siria y controlaba así el acceso a Jerusalén desde el norte. Por eso era lugar
de muchas batallas estratégicas (Jue. 5:19; 1 R. 4:12; 2 R. 23:29, 30; 2 Cro. 35:22; Zac.
12:11).
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En toda la literatura bíblica, este vocablo aparece sólo en Ap 16:16 como lugar donde
la troika satánica moviliza sus tropas, aunque lo que sigue no es una batalla sino un
terremoto y enormes granizos (16:18-21). En el Apocalipsis aparecen otros relatos de
combate final, todos muy distintos y difíciles de armonizar. La primera es la sexta
trompeta, cuando una caballería de 200 millones de jinetes, montados en caballos
que soplan fuego, cruzan el Éufrates y matan la tercera parte de la humanidad. En
14:18-20 el juicio se describe como una batalla de caballería en la que «la sangre
llegó hasta los frenos de los caballos». En las batallas de 17:14-17, descritas con
pocos detalles, la bestia y los diez cuernos pelean contra el Cordero, pero después
desvían su ataque contra la ramera (ciudad de Roma, 17:18). De nuevo, el pasaje no
describe ninguna batalla, pero sí el saqueo y la quema de la ciudad. En 19:11-21, la
batalla es de caballerías, reunidas para guerrear. No figuran armas excepto una
espada que Cristo trae en su boca, y aquí tampoco se describe el combate sino sólo
sus consecuencias (19:20-21). Aunque menciona muchos muertos, es por la espada
que sale de su boca, sin mención alguna de conflicto armado. Entre tantas
descripciones tan diversas, es probable que ninguna sea literal en todos sus detalles.
-Diccionario Gran Enciclopédico de la Biblia. Alfonso Ropero Berzosa. Editorial Clie. Pág. 384.
TEMPLO.
(Nota agregada a la definición de diccionario: el 1°templo fue construido por Salomón
el 2° fue reconstruido por Zorobabel, el mismo fue remodelado llamado de Herodes).
Templo de Zorobabel.
Ciro permitió a los israelitas que construyeran un templo de sesenta codos de
anchura y sesenta codos de altura (Esd. 6:3). No se hace mención de la longitud.
Comenzado en el año 537 a.C., el segundo año después del retorno del exilio, fue
acabado en el año 515, en el año sexto de Darío, a pesar de la oposición de los
samaritanos (Esd. 3:8; 6:15). Las dimensiones de los panes del templo no se indican.
El nuevo edificio seguía las líneas básicas del Templo de Salomón, pero sin su
esplendor (Esd. 3:12). Sin embargo, tendría un destino aún más glorioso, a causa de la
venida, ya más cercana entonces, de Jesucristo (Hag. 2:3, 9). Se usaron cedros del
Líbano (Esd. 3:7) y metales preciosos ofrecidos voluntariamente como durante la
peregrinación por el desierto (Esd. 1:6; 2:68, 69). Se habían recuperado numerosos
utensilios del Templo de Salomón (Esd. 1:7-11). Las paredes interiores se recubrieron
de oro. El Templo, como en el pasado, se dividía en Lugar Santísimo y lugar santo,
indudablemente separados por un velo (...). Sin embargo, el Lugar Santísimo estaba
vacío, por cuanto el arca había desaparecido (Cicerón, pro Flac. 28; Tácito, Historias
5:9). En el lugar santo se hallaba el altar del incienso y, al igual que en la época del
Tabernáculo, sólo un candelero de oro y una sola mesa para los panes de la
proposición (...). Las cámaras exteriores eran contiguas al edificio (Neh. 10:37-39;
12:44; 13:4), que rodeaban los atrios (Neh. 8:16; 13:7); había también un mar de
bronce y un altar para los holocaustos (Esd. 7:17), hecho de piedra (...).
Una balaustrada de madera separaba el atrio de los sacerdotes del atrio exterior ( )
Había unas puertas para cerrar el templo y sus atrios (Neh. 6:10).
El Templo de Herodes.
El Templo de Herodes sobrepasó la belleza del anterior. Josefo, que lo conocía bien,
lo describe detalladamente (Ant. 15:11; Guerras 5:5); también se dan datos en la
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Misná (Middoth). Antes de derribar el santuario antiguo, Herodes hizo preparar los
materiales necesarios. Los trabajos comenzaron el año decimoctavo del reinado de
Herodes, en el año 20-19 a.C. Herodes asignó a los sacerdotes la tarea de construir la
parte en la que sólo ellos tenían el derecho a entrar. Un año y medio más tarde
habían finalizado la tarea. Otros obreros tardaron ocho años para construir los
pórticos. El edificio no fue acabado hasta la época del procurador Albino (62-64 d.C.;
cfr. Jn. 2:20). El conjunto ocupaba dos veces más espacio que el templo anterior. La
parte principal, hecha de bloques de piedra blanca, tenía la misma longitud y anchura
que, en la época de Salomón, pero la altura era de cuarenta codos, en lugar de
treinta, sin contar una sala superior. El edificio contenía un Lugar Santísimo y un
Lugar santo, análogo a las etapas anteriores. Un velo separaba el Lugar santo del
Santísimo, que estaba vacío (Guerras 5:5, 5). Cuando Cristo expiró, este velo se rasgó
por medio, de arriba abajo, significando que toda alma redimida puede, desde
entonces, entrar en la misma presencia de Dios (Mt. 27:51; He. 6:19; 10:20). En el
Lugar santo había un altar de oro para el incienso, una mesa de oro para los panes de
la proposición, y un candelero de oro. Un gran pórtico al este llevaba a la puerta del
Lugar santo. Esta puerta era de madera dorada y tenía cuatro hojas; delante de ella
había un velo de lino fino, mezclado de azul, púrpura y carmesí. Una enorme vid con
grandes uvas decoraba el interior del pórtico. La parte trasera del templo y los dos
laterales estaban rodeados de un edificio suplementario de una altura de cuarenta
codos, albergando cuarenta y ocho cámaras (Guerras 6:4, 7). Este anexo tenía
asimismo dos alas. Una de ellas tenía una escalera de caracol. La longitud exterior de
este anexo era de cien codos, y su anchura de cincuenta y cuatro. Con las dos alas
laterales, la anchura llegaba a los setenta codos. Encima del Lugar santo y del
Santísimo había estancias. Delante de la fachada había un pórtico de cien codos de
largo y veinte de ancho. Herodes hizo poner encima de él un águila de oro (Ant. 17:6,
2-3; Guerras 1:33, 23). Una escalera de doce peldaños descendía del pórtico del Lugar
santo al atrio de los sacerdotes, que rodeaba al edificio sagrado. En este patio se
hallaba el altar para los holocaustos, con una altura de quince codos; su base era un
cuadrado de cincuenta codos de lado. Este altar estaba provisto de una rampa de
acceso. Había una fuente en lugar del mar de bronce. Un muro de alrededor de un
codo de espesor cerraba el atrio de los sacerdotes. Había un gran atrio que rodeaba a
éste, dos veces más grande que el del antiguo templo, y rodeado por un muro de
veinticinco codos. Contra este muro se alineaban las cámaras de almacenamiento
(Guerras 6:5, 2). Delante de estas cámaras se levantaba un pórtico cubierto que
miraba a los lados del templo. La parte occidental de este gran atrio, que estaba
separado por un muro de la parte oriental, constituía el atrio de Israel, donde sólo
podían entrar los varones. La parte oriental, el atrio de las mujeres, ocupaba un plano
inferior. Del atrio de los hombres se abría una gran puerta en el centro del muro, y
quince escalones llevaban al atrio de las mujeres, totalmente prohibido a los
extranjeros.
Unas murallas separaban este atrio del atrio exterior, llamado también atrio de los
gentiles, que estaba rodeado de magníficos pórticos. La Torre Antonia ocupaba el
ángulo noroeste del atrio exterior, cortando sus pórticos. Desde lo alto de sus torres
se podían vigilar los edificios sagrados. Había inscripciones mediante las que se
prohibía a los gentiles, bajo pena de muerte, entrar en los otros atrios. El triple muro
de separación (cfr. Ef. 2:14) estaba atravesado por nueve puertas, recubiertas de oro
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y plata, y semejantes a torres (Hch. 3:2, 10). La diferencia de niveles era de quince
codos entre el vestíbulo del Lugar santo y el atrio de los gentiles. De aquel vestíbulo
se descendían doce peldaños al atrio de los sacerdotes, quince peldaños más llevaban
del atrio de Israel al de las mujeres; de allí, cinco peldaños más llevaban a la
explanada, donde catorce gradas más llevaban al atrio de los gentiles. Este atrio de
los gentiles rodeaba totalmente el recinto sagrado y tenía la forma de un cuadrado
(Guerras 6:5, 4). El pórtico que iba a lo largo del muro oriental era considerado un
resto del primer templo, y llevaba el nombre de pórtico de Salomón (Jn. 10:23; Hch.
3:11; Guerras 5:5,1). Es en el atrio de los gentiles que había cambistas y vendedores
con permiso de comerciar (Mt. 21:12; Jn. 2:14). Durante el asedio de Jerusalén por
parte de los romanos, en el año 70 d.C., los judíos incendiaron una parte del pórtico
que comunicaba con la Torre Antonia. A pesar de la prohibición de Tito, que quería
salvar el Templo, un soldado romano le prendió fuego entonces (Guerras 6:3,1; 4:5...)
Los romanos derribaron las murallas. En el año 136 d.C., o algo antes, el emperador
Adriano erigió un santuario a Júpiter Capitolino sobre la explanada del Templo.
Juliano el Apóstata intentó, el año 363, reconstruir el Templo, a fin de refutar la
profecía de Cristo (Mt. 24:1,2). Los obreros, sin embargo, afirmaron después que
llamaradas que surgían repetidas veces del suelo les impidieron echar los cimientos.
En el año 691, 'Abdal-Malik construyó, sobre la explanada del Templo, la «Cúpula de
la Roca», que recibe erróneamente el nombre de «Mezquita de Omar».
El Templo mesiánico futuro. El profeta Ezequiel describe en su libro el Templo
mesiánico (Ez. 40-48), que se hará realidad durante el Milenio.
Situación del Templo.
De manera general se acepta que el edificio principal del Templo se levantaba donde
en la actualidad se levanta la «Cúpula de la Roca», en la explanada del Templo. Asher
S. Kaufman, en un prolijo estudio de campo y de fuentes históricas, documenta sin
embargo que el cuerpo del santuario, orientado de oeste a este, tenía el Lugar
Santísimo centrado en la pequeña cúpula Qubbat el-Arwah (ár.: «Cúpula de los
Espíritus»), también llamada Qubbat el-Alouah (ár.: «Cúpula de las Tablas»). Según
M. de Vogüé, este último nombre se debía a que esta cúpula estaba dedicada a la
memoria de las Tablas de la Ley. Esto coincide con el hecho de que en el Santísimo
estaba el arca, conteniendo las Tablas de la Ley (Vogüé, «Le Temple de Jerusalem»,
París, 1864, p. 105). Kaufman da en su artículo una interesante reconstrucción doble
del Templo de Salomón y de Zorobabel superpuestos a la explanada del monte del
Templo. El resultado es que en ambos casos el Templo, con el santuario, el atrio de
los sacerdotes y altar del holocausto, así como el atrio exterior, ocupa el espacio libre
de la explanada al norte, quedando su muro meridional a unos veintidós metros de la
Cúpula de la Roca (véase Kaufman: «Where the Ancient Temple of Jerusalem Stood»,
en Biblical Archaeology Review, vol. IX, n.0 2, marzo/abril 1983, PP. 40-59).
- Nuevo Diccionario Bíblico Certeza. Segunda edición. Editorial Certeza. Pág.925.
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El Anticristo.
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En la revelación, de Daniel, también asocia a este personaje con los poderes del
mundo, que le darían respaldo en su accionar. Describe que le preceden diez
cuernos o autoridades mundiales, o una gran unificación de poderes que dan
posicionamiento al Anticristo. Revelando, además, de su sobresaliente
capacidad en sabiduría, ciencia y verborragia, ‘ojos como de hombre y una boca
que habla grandes cosas...y parecía más grande que sus compañeros’.
Y su surgimiento se relaciona con el imperio, poder e idiosincrasia 11 romana.
Ver: Daniel 7:7-8, 20-21 y 24-25. Apocalipsis 17:12-13.
DEFINICIÓN EN DICCIONARIOS.
ANTICRISTO.
Heb. Gr. 500 antíkhristos, ντχριστος = «contra Cristo», más bien que «en lugar de
Cristo». Lit. se refiere a un antagonista o rival de Cristo, no a un usurpador de su
lugar. En la Escritura no hay una enseñanza formal sobre su persona, solo
ocasionalmente aparecen algunos rasgos de este extraño personaje.
El término «anticristo» únicamente se halla en las epístolas de Juan (1 Jn. 2:18, 22;
4:3; 2 Jn. 7) para indicar a los maestros de falsas doctrinas, pero el trasfondo se
encuentra indudablemente en el pensamiento último del AT y concretamente en la >
apocalíptica judía, donde se había desarrollado la idea de un dirigente político que se
declararía a sí mismo de naturaleza divina e incitaría a las naciones paganas a un
asalto definitivo contra el pueblo de Dios. Ezequiel habla de un príncipe poderoso y
violento a quien da el nombre enigmático de Gog (Ez. 38:2, 14, 16, 18; 39:1, 11, 15).
Daniel menciona la > «abominación desoladora» en el Templo de Jerusalén,
conectada con el cuerno pequeño que blasfema contra Dios y oprime al pueblo
elegido, referencia indudable a la persecución de > Antíoco IV Epífanes (175-163
a.C.) ...Jesús mismo habla de «falsos cristos y falsos profetas» que tratarán de
obnubilar a los creyentes y hacer milagros (Mc. 13:21-22; Mt. 24:24). Estos
pseudocristos (pseudókhristoi, ψευδχριστοι) pueden engañar, de ser posible, a los
escogidos, pero no son específicamente el Antricristo (hoantíkhristos, ντχριστος),
sino pseudoprofetas (pseudoprophetai, ψευδοπροφται), meras prefiguraciones del
falso profeta final (ho pseudoprophetes, ψευδοπροφτης) al que se refiere Ap. 16:14.
Pablo habla de «el hombre de pecado», «el inicuo», «el adversario» que usurpa el
lugar de Dios en el Templo de Dios (2 Ts. 2:3-12). Surge por obra de Satanás, aliado
con él, y obrará señales y maravillas mentirosas con todo engaño de iniquidad para
los que se pierden. Los que han rehusado la verdad serán entregados a la mentira de
este inicuo, que será eliminado finalmente en el retorno de Cristo.
Juan afirma que lo propio de la «última hora» es la aparición del Anticristo, al que
solo él designa por este nombre (1 Jn. 2:18). Pero a la vez que apunta a una figura
individual señala también a los herejes que enseñan falsas doctrinas, destruyendo así
la obra de Cristo y su Iglesia (1 Jn. 2:18, 22; 2 Jn. 7; cf. 1 Jn. 4:3). De este modo los
herejes se convierten en precursores del impostor final, «el hijo de perdición»
mencionado por Pablo (2 Ts. 2:1-12). En Ap. 13:1, junto al dragón (Satanás) aparecen
dos bestias; la primera, la «Bestia» por excelencia, es el Anticristo, cuyo número es el
666; la segunda aparece con la designación de «el falso profeta». Los tres vuelven a
ser mencionados en Ap. 16:13. De todos ellos solo se menciona en Ap. 17:3 ss a la
Bestia.
En Ap. 19:20 son derrotados la Bestia y el falso profeta, quedando exclusivamente el
dragón, «lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso
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profeta» mil años más tarde. La figura de la primera bestia, símbolo de un tirano
poderoso y malvado de los últimos tiempos que se endiosa a sí mismo y persigue a
los cristianos que le niegan culto, enlaza claramente con Daniel 7. La segunda bestia,
«el pseudo profeta», es la figura simbólica representante de la falsa religión que
fomenta o cultiva el culto divino del tirano, cuyas imágenes históricas corresponden a
los emperadores romanos, el culto a los dioses de su imperio y el sistema político-
religioso que los sostenía.
En resumen, el Anticristo es el gran impostor que se opone a Cristo con la intención
de arrebatarle sus seguidores; es el perseguidor de los cristianos e instrumento del
diablo, no el diablo mismo. Se trata de una figura individual de los últimos tiempos,
cuyos precursores son los distintos herejes a lo largo de la historia. El tema del
Anticristo fue habitual en los escritos de los Padres de la Iglesia, que lo mencionan en
ocasiones como una figura individual y otras como una figura colectiva. Han sido
numerosas desde siempre las identificaciones del Anticristo, comenzando con Nerón.
La Iglesia antigua lo asimiló al Imperio romano perseguidor; la Reforma protestante lo
identificó generalmente con el papado.
- Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia. Alfonso Ropero Berzosa. Editorial Clie. Pág.263
ANTICRISTO.
Sorprendentemente, dados los retratos altamente desarrollados de la figura del
anticristo a lo largo de la historia cristiana, el término en sí aparece únicamente
cuatro veces en la Biblia, solo en 1 y 2 Juan, nunca en Apocalipsis. Sin embargo,
encontramos figuras comparables en Marcos 13.22 y relatos paralelos («falsos
cristos»), 2 Tesalonicenses 2.3 («el hombre de pecado»), y Apocalipsis 13, 17 (la
bestia marina). Todos estos tienen relación con los falsos profetas: engañadores que
alejan a las personas de los caminos del Señor (p.ej., Dt 13). 132 2 Juan 7-11 advierte
de la llegada de engañadores/anticristos, mientras que 1 Juan 2.18- 22; 4.1-6 indica
que ya están activos. Esas personas sobrepasan los límites de las enseñanzas de
Cristo. Su comportamiento es indiferente e inmoral. Niegan la encarnación y la
mesianidad de Jesús. La presencia de estos «enemigos de Cristo» sugiere la llegada
de «los últimos días». Apocalipsis 13 pinta un cuadro parecido, más alarmante.
Empoderado por el dragón (Satanás, cp. Ap 12.9), la bestia marina (ver Monstruo) es
la imagen negativa de Cristo: imita las coronas de Jesús (Ap 13.1; 19.12), sus
honorables títulos (Ap 13.1; 19.11-16), su ejercicio del poder divino (Ap 13.2; 12.5,
10), su promoción de la *adoración divina (Ap 13.4; 1.6), así como su muerte y
resurrección (Ap 13.3; 1.18; 5.6). La bestia es un cristo falso, que con sus llamativas
señales compite con Cristo por la lealtad y la adoración (cp. Mr 13.22; 2 Ts 2.3-4; Ap
13.13-14). Es importante destacar que su poder es limitado y que Cristo lo derrotará
(2 Ts 2.3; 1 Jn 4.4; Ap 19.20). Juan, que escribió para advertir a los cristianos contra el
poder blasfemo ejercido por el imperio, identifica esta bestia con Roma («la ciudad
de las siete colinas», cp. Ap 17.9). Sin embargo, sus imágenes revelan que el poder
del anticristo que reside en la bestia es mucho mayor que Roma. Perdura más allá del
primer siglo, hasta el presente y el escatón, allí donde la naturaleza y el mensaje de
Cristo se refuten en el servicio de demandas fraudulentas de lealtad absoluta.
- Gran Diccionario Enciclopédico de Imágenes y Símbolos de la Biblia. Editorial Clie. Pág.133.
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Predicación y Martirio.
El libro de Apocalipsis.
Apocalipsis 12, correr el velo, su otra nominación es Revelación, pues este libro
revela todos los acontecimientos en el cielo y en la tierra hasta el fin de todo.
Su escritor es el apóstol Juan, en momentos que estaba sentenciado por Roma
a estar aislado en la isla rocosa de Patmos, cerca de Éfeso, por causa de su fe y
su testimonio del evangelio. Juan 13 ya era anciano, y era el último de los doce.
La fecha estimativa del libro es entre 94 a 96 dC., cuando Domiciano gobernaba
en el imperio romano, y causaba gran opresión a Israel y otros bajo su dominio.
Ver: Apocalipsis 1:4 y 9, 22:8.
A. El prólogo (1:1–8)
B. La visión del Cristo glorificado (1:9–18)
C. La comisión del apóstol a escribir (1:19, 20)
II. Las cosas que son (2:1–3:22)
A. La carta a la iglesia en Éfeso (2:1–7)
B. La carta a la iglesia en Esmirna (2:8–11)
C. La carta a la iglesia en Pérgamo (2:12–17)
D. La carta a la iglesia en Tiatira (2:18–29)
E. La carta a la iglesia en Sardis (3:1–6)
F. La carta a la iglesia en Filadelfia (3:7–13)
G. La carta a la iglesia en Laodicea (3:14–22)
III. Las cosas que han de ser después de estas (4:1–22:21)
A. Adoración en el cielo (4:1–5:14)
B. La gran tribulación (6:1–18:24)
C. El regreso del Rey (19:1–21)
D. El milenio (20:1–10)
E. El juicio del gran trono blanco (20:11–15)
F. El estado eterno (21:1–22:21)
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Este libro se divide tres partes bien diferenciadas, anunciadas en el mimo texto:
‘Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de
estas’ (Apocalipsis 1:19), o sea, Juan recibiría revelación de lo pasado, presente
y lo futuro. Solo Dios es el que conoce, revela y hace cumplir los tiempos.
Ver: Apocalipsis 1:1 con Isaías 44:7, 45:21, 46:9-10.
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DEFINICIÓN EN DICCIONARIOS.
nom, APOCALIPSIS.
Título del único libro profético del Nuevo Testamento, y que se toma de la primera
palabra griega, que significa «revelación». En este libro, se desvela el futuro en una
serie de visiones panorámicas contempladas por el Vidente apocalíptico. La luz y las
tinieblas, el bien y el mal, son las fuerzas morales en oposición. Dios, Cristo y Satanás;
hombres, salvos y perdidos, y ángeles, santos e impíos, son los actores en este
maravilloso libro acerca de los planes y propósitos de Dios. Las escenas varían y
cambian; ahora el tiempo, después la eternidad. El cielo, la tierra, el abismo y el lago
de fuego constituyen su escenario. El cántico de los redimidos y el llanto de los
vencidos regocijan y apenan. El resultado es el triunfo de Dios, y las glorias mileniales
y eternas de Cristo resplandecen de una manera brillante e imperecedera.
«Entonces» se cumplirá lo dicho por el antiguo profeta hebreo; «Verá el fruto de la
aflicción de su alma y quedará satisfecho» (Is. 53:11). Los cielos y la tierra creados
(Ap. 22:1) vienen a ser las moradas eternas de todo lo que es santo y bueno, en tanto
que el lago de ruego (Ap. 21:8) recogerá todo aquello que es inicuo y contrario a Dios.
Así como la gracia es el tema central de las Epístolas, el tema característico de este
libro es el gobierno público de Dios en sus tratos frente al mal y la exaltación del bien
1. División: -(a) Dos partes. Este libro se divide en dos partes principales: (A) Desde el
capítulo 1 al 11:18, donde se delinean proféticamente el estado de cosas y los
acontecimientos desde el final del primer siglo del cristianismo hasta la introducción
del estado eterno. (B) Desde el capítulo 11:19 hasta 22:21, en el que se dan detalles
relacionados con Israel y la Cristiandad en la terrible futura crisis de su historia.
-(b) Tres divisiones. La clave de las tres divisiones del libro nos es dada en Ap. 1:19.
Aquí tenemos la clave a la comprensión de este libro. Contiene un pasado, un
presente y un futuro: (A) «Escribe las cosas que has visto.» Se trata de la visión de los
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