Elkin Vesga Salas, Ensayo GeE - Cap4
Elkin Vesga Salas, Ensayo GeE - Cap4
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En la actualidad muchos son los criterios que arraigan los preceptos relacionados
con una falsa espiritualidad, entre ellas se manifiestan: la ansiedad nerviosa y violenta; la
negatividad y la tristeza; el individualismo; entre otras. Es por esto que el papa Francisco en
la EXHORTACIÓN APOSTÓLICA GAUDETE ET EXSULTATE en el Capítulo Cuarto
nos presenta Algunas Notas De La Santidad En El Mundo Actual, en donde aclara que no
son todas las que pueden conformar un modelo de santidad de pero si unas grandes
manifestaciones del amor de Dios y al prójimo de vital importancia, las cuales tienen su
fundamento espiritual en las bienaventuranzas y el pasaje de El Juicio Final (Mateo 25, 31-
46).
Como primer nota de Santidad el papa Francisco, nos propone Aguante, Paciencia
y Mansedumbre, donde se hace claridad en estar centrado, firme en torno a Dios que ama y
sostiene, en donde esa solidez interior esta hecho de paciencia y constancia en el bien,
haciendo viva esa promesa: «Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?»
(Rm 8,31). San Pablo invitaba a los romanos a no devolver «a nadie mal por mal» (Rm
12,17), siendo esto un gran problema en la sociedad actual, dado que cada uno quiere hacer
justicia por su propia en vez de vencer «al mal con el bien» (v.21), de esta forma hacer que
la paz verdadera que proviene de Dios sea la que actúe en nuestros corazones.
Las redes sociales pueden ser un canal de violencia escrita y verbal, en donde aún
en las paginas católicas los participantes en estas redes, por querer defender la fe, faltan a
los demás mandamientos de la ley de Dios, siendo estas un medio de calumnia y daño a la
dignidad humana sin control. Aquel que quiere aspirar a la santidad no gasta sus energías
en este tipo de situaciones y por el contrario ve en el silencio la virtud de saber que no es un
juez para juzgar a los demás.
«Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas» (1
P 2,21). Cristo es la expresión de humildad del Padre y a su vez un ejemplo de humillación,
estas dos son un camino para llegar a la santidad, cuando se ofrecen de corazón, por esta
razón los Apóstoles, después de la humillación, «salieron del Sanedrín dichosos de haber
sido considerados dignos de padecer por el nombre de Jesús» (Hch 5,41). Dejando claro su
Santidad que este tipo de situaciones no son netamente las de martirio, sino aquellas
cotidianas en donde se prefiere exaltar a los otros en vez de sí mismo evitando así, además,
el egocentrismo, buscando así imitar a Jesús y crecer en unión con El.
En la segunda nota nos presenta Alegría y sentido del humor; el santo es capaz de
vivir con alegría y sentido del humor. Sin perder el realismo, ilumina a los demás con un
espíritu positivo y esperanzado; la alegría es entonces aquella que se aviva con la novedad
del Espíritu Santo: como lo fue con María que cantaba «Se alegra mi espíritu en Dios, mi
salvador» (Lc 1,47) y el mismo Jesús «se llenó de alegría en el Espíritu Santo» (Lc 10,21).
Cuando él pasaba «toda la gente se alegraba» (Lc 13,17). Después de su resurrección,
donde llegaban los discípulos había una gran alegría (cf. Hch 8,8). Esta es la verdadera
alegría que el hombre debe de contagiarse y no de aquella consumista e individualista
vendida en la actualidad, la cual no ofrece gozo sino un placer pasajero. Incluso en la
alegría que se experimenta en compartir, porque «hay más dicha en dar que en recibir»
(Hch 20,35) y «Dios ama al que da con alegría» (2 Co 9,7), y es con estas acciones que se
multiplica el gozo «Alegraos con los que están alegres» (Rm 12,15).
Es necesario entonces tener apertura para recibir del Espíritu Santo el empuje para
no dejarse ganar por la pereza, el temor, la tentación, el peligro sino por el contrario
reconocer y ofrecer esa fragilidad en oración pidiendo esa Parresía, y poder recibir la
promesa «al terminar la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos; los llenó a todos
el Espíritu Santo, y predicaban con valentía la palabra de Dios» (Hch 4,31). Dios siempre
es novedad, que nos empuja a partir una y otra vez y a desplazarnos para ir más allá de lo
conocido, hacia las periferias y las fronteras; esta novedad es la dinámica que nace del
verdadero encuentro y a ejemplo del Evangelio donde vemos cómo Jesús «iba caminando
de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del
reino de Dios» (Lc 8,1). Y en la resurrección con los discípulos «el Señor cooperaba
confirmando la palabra con las señales que los acompañaban» (Mc 16,20).
Jesús invitaba a sus discípulos a prestar atención a los detalles como el de que se
estaba acabando el vino, el de pedir a sus discípulos que vieran cuantos panes tenían o el de
la viuda que ofreció sus dos monedas, entre otros; en medio de estos Dios regala
experiencias evangelizadoras que ayudan a crecer y santificar la vida de las comunidades
según el proyecto de Dios y así en el futuro poder identificarse con aquel deseo de Jesús:
«Que todos sean uno, como tú Padre en mí y yo en ti» (Jn 17,21).
La oración de súplica es expresión del corazón que confía en Dios, que sabe que
solo no puede. La oración de petición tantas veces nos serena el corazón y nos ayuda a
seguir luchando con esperanza. La oración de intercesión tiene un valor particular, porque
es un acto de confianza en Dios y al mismo tiempo una expresión de amor al prójimo.
Estas cinco notas de santidad presentadas por el papa Francisco son sin duda una
gran referencia para poder vivir y alcanzar la santidad en la actualidad en este mundo que
cada vez avanza más rápido, que después de analizar una a una, estas son comunicadas en
un lenguaje claro y de palabras sencillas a aquel cristiano que quiera buscar ese camino que
lleva a la santidad.
Sin duda se hace necesario el meditar y llevar al corazón cada una ellas, teniendo
como cabeza a Cristo y su fundamento espiritual en las bienaventuranzas, compartidas y
vividas con sus discípulos, y así reconocer en cuales se debe poner más empeño para
perfeccionarlas a la manera de Cristo y ponerlas al servicio de su Iglesia en la medida que
se vaya creciendo en el camino a la santidad al cual son llamados todos aquellos que le
siguen.