Universidad de Carabobo Facultad de Odontología Área de Postgrado Especialización de Odontopediatría Especialización Ortodoncia

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Universidad de Carabobo

Facultad de Odontología
Área de Postgrado
Especialización de Odontopediatría
Especialización Ortodoncia

ENSAYO
MALTRATO INFANTIL

Residente:
R1 Odontopediatría
Mireya Rojas Rocillo

Naguanagua, Abril de 2023.


Introducción

Según La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el maltrato infantil como:


“se trata de todo tipo de abuso físico, sexual, emocional, negligencia o tratamiento
negligente, comercial u otra explotación que generan un daño real o potencial para
la salud del niño, para su supervivencia, para su desarrollo o el de su dignidad en el
contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder”

Basados en esta primicia podemo decir entonces, que se considera maltrato infantil
cualquier acción, omisión o trato negligente, no accidental, que prive al niño de sus
derechos y su bienestar y que amenacen o interfieren en su normal desarrollo físico,
psíquico y social. Conviene destacar dos aspectos del maltrato infantil: el primero es
el carácter intencionado del daño. Este dato es un criterio importante de
confirmación cuando existe una sospecha, y el segundo son las consecuencias
sobre el niño, tanto físicas como emocionales.

Las consecuencias que esta terrible situación tendrá para el desarrollo del menor
van a depender mucho de su edad, características y vulnerabilidad, del tipo de
maltrato y de la intensidad y duración del mismo.
Se considera un niño maltratado a aquel individuo que se encuentra entre el
nacimiento y la pubertad y que es objeto de acciones u omisiones intencionadas
que generan lesiones físicas y/o mentales, muerte ocualquier otro daño personal
producido por sujetos que tengan relación con él. Los niños criados en hogares
donde se les maltrata suelen presentar un retraso y, en ocasiones, una detención
del proceso normal de desarrollo

El potencial daño irreversible físico, mental o de desarrollo dependerá


de la gravedad y duración del maltrato, así como de la edad del niño.
Los malos tratos son una experiencia traumática que genera una amplia variedad de
respuestas cognitivas, conductuales, psicológicas e interpersonales que se
prolongan hasta la adultez. Los efectos producidos por los malos tratos pueden
ser muy serios e incluso fatales y, a veces, no cesan en la infancia. Muchos niños
maltratados muestran dificultades para establecer una sana interrelación personal
en la adultez.

Con respecto al adulto maltratador, en relación a la evidencia la estadística muestra


que la persona agresora suele ser joven, de entre 18 y 45 años. Lo más frecuente
es que sea el padre (35,3%), seguido de la madre (27,4%), otro familiar (11,5%),
principalmente tíos y abuelos, y finalmente, otras personas allegadas y
desconocidas (13,7%). En cuanto al género de la persona agresora, en relación a la
violencia física y psicológica, el 71% de los agresores son hombres.
Para los casos de violencia sexual, el porcentaje se incrementa ligeramente y
representa el 77%.

En función del tipo de maltrato se pueden observar una serie


de características en los padres o cuidadores del niño:
En relación con el maltrato físico y emocional llama la atención el interés nulo o
deficiente por las necesidades emocionales del niño como el cariño, su estabilidad y
seguridad, la protección, o el desarrollo de su autoestima y de las necesidades
cognitivas e intelectuales como su escolarización o proyección social y laboral,
porque no tienen capacidad de reconocer e identificar las necesidades del menor
y no saben tampoco responder ante ellas, por eso las situaciones cotidianas de
contacto con él les generan mucho estrés.

Necesitan tener todo bajo control y justifican el maltrato con la necesidad de


educación y disciplina o por la rebeldía de sus hijos empleando valores educativos
autoritarios y rígidos y con frecuencia castigos excesivos como forma de controlar
su conducta.

En el maltrato sexual, el comportamiento de los progenitores con el niño puede ser


extremadamente protector o celoso en situaciones sociales, pero no muestran
preocupación por los problemas que pueda tener el menor, llegando a despreciarlo.
Se caracterizan por tener poca capacidad de empatía, a menudo son abusivos,
tímidos o aislados.

En cuanto a la negligencia u omisión, puede hacer sospechar la constante falta de


supervisión, especialmente cuando el niño está realizando acciones peligrosas o
durante largos períodos de tiempo. En el periodo prenatal pueden reconocerse
algunos comportamientos por parte de la madre que pueden poner en riesgo la
salud e integridad del feto y la posibilidad de establecer posteriormente una relación
adecuada con su hijo, como es la falta de seguimiento y control médico del
embarazo. En muchos casos suele tratarse de mujeres jóvenes, adolescentes o
inmaduras, que tienen un deficiente funcionamiento en el día a día, incapaces de
organizar sus obligaciones.

Etiología

El maltrato infantil no es un hecho o un acontecimiento aislado, sino que se concibe


como la expresión de una disfunción en el sistema padres-niños-ambiente, no
existiendo una causa única que lo explique, Es un proceso que viene determinado
por la interacción de múltiples factores denominados de riesgo y que se pueden
clasificar en tres grupos: factores socio- culturales, factores familiares y factores
individuales.
Estos factores se interrelacionan entre sí, multiplicando sus efectos. Si, junto con
ellos, no hay unos factores amortiguadores o estos están muy disminuidos, la
capacidad de protección y atención que pueden proporcionar los padres o
cuidadores a sus hijos puede verse afectada, poniendo al menor en una posición de
vulnerabilidad frente a conductas o actitudes violentas.

Tipos de maltrato y negligencia infantil

Una clasificación ampliamente aceptada en los círculos profesionales de atención a


la infancia, es aquella que diferencia dos ejes: la clase de maltrato: activo en donde
se encuentra el abuso fosco, abuso sexual, explotacion laboral, abuso emocional.
Con respecto al pasivo, se encuentra el abandono físico, omisión negligencia,
negligencia odontológica y el abandono emocional.

El abuso físico se define como cualquier acción no accidental, llevada a cabo por los
progenitores o responsables del cuidado del niño que provoque o pueda provocar
daño físico o enfermedad. Ocasionalmente, también puede ser infringido por una
persona extraña al contexto del menor.

Se habla de abuso sexual cuando de lo que se trata es de la utilización que hace un


adulto de un niño inmaduro para actividades sexuales que no puede comprender
completamente, y para las cuales no puede dar su consentimiento. Además, estas
actividades son para satisfacer los deseos del adulto desde una posición de poder o
autoridad sobre el niño, violando la mayoría de las veces las leyes de una sociedad.

En ocasiones, en el maltrato lo que existe no es un daño físico, sino psíquico o


emocional. Acciones de los padres o responsables del menor, tales como rechazar,
aislar, ignorar, criticar o aterrorizar al niño son definidas como abuso emocional, es
decir, se trata de todas aquellas acciones que perjudican directa o indirectamente la
estabilidad psicológica del menor. Todo esto causará un retraso y deterioro en su
desarrollo psíquico, social, intelectual y en su autoestima.
Cuando, de forma consciente y continuada, los progenitores o responsables del
cuidado del niño no cubren sus necesidades básicas de alimentación, vestido,
asistencia médica, seguridad y educación, resultando en el deterioro de su salud
y desarrollo normal, se habla de negligencia, abandono u omisión física.

Junto con la negligencia física se encuentra la emocional, defnida como la falta


persistente de respuestas por parte de los padres o cuidadores a la proximidad e
interacción iniciadas por el niño. Falta de expresiones de amor, de afecto o de
interés sincero por el menor.

Un tipo de negligencia física es la negligencia dental, la Academia Americana de


Odontopediatría la defne como: “la falta voluntaria de los padres en la búsqueda y
compromiso con el tratamiento necesario y recomendado para asegurar un nivel
de salud oral adecuado para una correcta función y para la ausencia de dolor e
infección”. Es importante saber diferenciar aquellos padres que no tienen un
conocimiento adecuado de las necesidades orales y en el momento de ser
informados sobre la salud de sus hijos, seguidamente buscan tratamiento con
rapidez, de aquellos que, teniendo un adecuado conocimiento y conscientes de las
necesidades orales de sus hijos, sin presentar ningún tipo de barreras, por ejemplo,
económicas, no buscan el tratamiento oportuno para ellos.

Cuando se impone a un menor la obligación de realizar trabajos que exceden los


límites de lo habitual y que interfieren claramente en las actividades y necesidades
escolares del niño, se incurre en explotación infantil. Lo que diferencia el maltrato de
la necesidad es el empeño de los padres o responsables del menor por su
educación, buscando alternativas, sobre todo horarias para poder combinar trabajo
y aprendizaje escolar.

Factores individuales de riesgo

Existe una serie de factores que pueden impedir que el cuidador atienda o perciba
correctamente las señales que emite el niño. También es necesario considerar los
factores individuales de riesgo del niño. Algunas características de los menores que
requieren una atención y cuidados especiales pueden ser percibidas por sus
cuidadores como estresantes. Se pueden destacar las siguientes:

-Nacimiento prematuro y/o con bajo peso.


-Temperamiento difícil.
-Discapacidad física o intelectual.
-Enfermedades neurológicas congénitas o adquiridas.
-Problemas médicos crónicos o retrasos en el desarrollo.
-Problemas de conducta.
- La insatisfacción de las expectativas de los padres en relación al niño: sexo,
aspecto, físico, etc.

Factores familiares de riesgo

Se trata de todos aquellos factores relacionados con la relación madre/padre-hijo,


destacando la presencia de poca cohesión o desestructuración familiar, estando
los roles y funciones de sus miembros poco delimitados.

En general, presentan un mayor riesgo las familias monoparentales, aquellas con un


elevado número de hijos, padres adolescentes o excesivamente inmaduros y las
familias reconstituidas que, además, no tienen sistemas de apoyo familiares o
sociales que las orienten y apoyen en el abordaje de las situaciones vividas en el
hogar. Otros factores a tener en cuenta son los conflictos conyugales, los cambios
familiares como el divorcio, la muerte de un progenitor, una nueva pareja o
matrimonio hacen a los niños más vulnerables a cualquier abuso.

Factores socioculturales de riesgo

El contexto extra familiar y comunitario ejerce un importante papel sobre el


funcionamiento familiar y puede convertirse en una fuente de estrés. Cuando este
nivel de estrés es alto y la familia carece de recursos para manejar la situación, la
respuesta más habitual suele ser la violencia, la pasividad o la resignación. Algunas
situaciones sociales productoras de estrés pueden ser el desempleo, la pobreza, los
problemas laborales o el aislamiento social.

El papel del equipo odontológico en la lucha contra el maltrato infantil

Los odontólogos, particularmente los odontopediatras, como profesionales de


atención primaria de salud, deben poseer los conocimientos necesarios sobre las
manifestaciones físicas y comportamentales en los posibles casos de maltrato
infantil y/o del abandono, puesto que se encuentran en una inmejorable situación
para su diagnóstico por varias razones. En primer lugar, debido a su contacto
regular con los niños y sus familiares, segundo, por alta frecuencia de lesiones en
cara, cabeza y cuello y, por último, porque muchos abusadores tienden a cambiar
de médico u hospital con frecuencia por miedo a ser descubiertos, pero es más
probable que continúen llevando a sus hijos al mismo odontólogo.

La identificación de las señales de alarma de una posible situación de maltrato


infantil es un paso previo e imprescindible para la actuación y orientación del
problema. La detección debe ser lo más precoz posible. Es así como se puede
evitar la gravedad de las consecuencias del maltrato para el menor y como se
puede garantizar el éxito de la intervención.

Todo diagnóstico comienza con una buena historia clínica,cuyo objetivo es recoger
toda la información relevante sobre la situación actual que permita la sospecha de
maltrato: la historia de lesiones anteriores, el desarrollo social y comportamental del
niño y la situación familiar. La historia puede aumentar significativamente el índice
de sospecha del clínico, sobre todo cuando en la información recopilada de una
lesión potencialmente no accidental, uno de los padres no es capaz de explicar o
dice no haber advertido una herida evidente.
La evaluación clínica comienza en el mismo momento en que el niño entra a la sala
de espera porque allí el
El odontólogo y su equipo obtendrán una primera impresión general en relación a su
desarrollo, comportamiento, cuidado e interacción con sus padres o cuidadores.

Toda limitación de movimientos del niño debe ser investigada. El examen cuidadoso
de la cabeza, cara y cuello debe hacerse antes de efectuar un examen
bucal completo y sistemático. Las exploraciones en este menor que ha sido objeto
de abusos han de ser en un lugar lo más relajado posible, confortable,
tranquilo.

Es conveniente realizar la exploración lo más cercana posible a los hechos, ya que


esto posibilita la obtención de más pruebas, el mejor tratamiento de
las complicaciones infecciosas y de las lesiones, y un mejor apoyo psicológico al
paciente. Normalmente se recomienda hacerla sin la presencia de los padres.
La anamnesis, acompañada de la radiología y fotografía ayudará en el correcto
diagnóstico, y serán una prueba imprescindible en la denuncia de los casos.

Denuncia de la sospecha

Internacionalmente, los odontólogos están moral y legalmente obligados a denunciar


las sospechas de maltrato infantil y a llevar a cabo los procedimientos establecidos
localmente para la protección del menor asegurando en cualquier caso que se
cumplan sus derechos. No es necesario un diagnóstico de certeza para la
presentación de una denuncia, con una sospecha fundamentada es suficiente.
Conclusiones

Se debe realizar siempre una completa historia clínica, ya que puede aumentar
significativamente el índice de sospecha, además, será fundamental a la hora de la
elaboración del informe médico de sospecha.

El papel del personal sanitario no es comprobar si los hechos son ciertos, sino
comunicarlo a las instituciones pertinentes, quienes son los encargados de
investigarlo.

Es importante saber realizar un diagnóstico diferencial entre un posible maltrato y


una lesión accidental o una lesión por una patología sistémica de base; Así mismo
recordar que para la revisión de otras partes del cuerpo del paciente excluidas la
cabeza y cuello es necesario contar con otro personal de salud (ejemplo enfermera,
médico) para la misma ya que le odontólogo no cuenta con al autorización para
llevar a cabo dicho procedimiento
Bibliografía

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