Los Hombres Que No Tenían Miedo A La Igualdad MAArconada 2010 Ayuntamiento de Ourense
Los Hombres Que No Tenían Miedo A La Igualdad MAArconada 2010 Ayuntamiento de Ourense
Los Hombres Que No Tenían Miedo A La Igualdad MAArconada 2010 Ayuntamiento de Ourense
MIEDO A LA IGUALDAD
(De las resistencias masculinas a los hombres presuntamente igualitarios)
por Miguel Ángel Arconada1
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Miguel Ángel Arconada es profesor de Educación Secundaria en el IES Jorge Manrique (Palencia), profesor del Master de
la UNED “Los malos tratos y la violencia de género. Una visión multidisciplinar”, y cofundador de Codo a Codo. Grupo de
Hombres por la Igualdad de Palencia
Humanos de éstas y de la discriminación que padecen por el mero hecho de ser mujeres. Se
comienza a corregir así la soledad e insolidaridad que durante décadas vivieron las pocas
mujeres que se manifestaban en contra de esta violencia, desde mucho antes de que el
asesinato de Ana Orantes catapultara la movilización social al respecto.
La filosofía básica del Lazo Blanco es que, aunque no todos los hombres son
responsables de cometer actos violentos hacia las mujeres, todos los hombres y niños deben
responsabilizarse en acabar con esa violencia. Llevar un lazo se convierte así en una
promesa pública de no cometer nunca violencia contra las mujeres, consentirla o
permanecer en silencio ante ella. Además, comporta un elemento de reivindicación pública
de que los gobiernos y todas las instituciones controladas por hombres deben enfrentarse
con seriedad al problema. La Campaña del Lazo Blanco reunió en el primer año (1991) a
cerca de cien mil hombres de Canadá. Desde entonces esta Campaña se ha extendido a
Estados Unidos, Europa y gran parte de América Latina.
Por fin, los hombres comienza a decir “!BASTA YA!” a la violencia de género. Se
sienten bien proclamándolo y ven en esta demanda una elemento aglutinador de varones
críticos con nuestro modelo social y las pautas de relación entre mujeres y hombres. Pero no
es suficiente; no deben ser autocomplacientes con esta limitada y fácil implicación en el
proyecto de Igualdad. Deben saber que ser no violento no basta para ser igualitario. Por ello,
debemos aprovechar que sabemos que la base de la violencia es la desigualdad para analizar
también cómo deben implicarse los hombres en la erradicación de ésta y en la renuncia a sus
privilegios.
Muchos hombres tienen miedo a la Igualdad, aún antes de saber qué significa.
Quieren que casi nada cambie. Se sienten ajenos al proyecto de Igualdad y no les importan
las desigualdades y discriminaciones sufridas por las mujeres, a las que siguen viendo
destinadas al matrimonio, la maternidad, el cuidado y la entrega subordinada. Sólo están
dispuestos a cambiar lo mínimo, a demanda siempre de las mujeres, con el fin de evitar el
conflicto con ellas y de no perder algunas prebendas y placeres que de éstas obtienen. Son
hombres instalados, que simulan acuerdo con la igualdad en el trato público con las
mujeres, asumiendo el mensaje de lo políticamente correcto, pero que vuelven al mensaje
machista en reuniones sólo de hombres y en muchos de sus comportamientos cotidianos. No
quieren cuestionar su propia posición en el mundo ni la existencia de posibles privilegios,
públicos y privados, de los que disfrutan.
Una evolución de estos hombres, que conforma una masa social cada vez mayor, es
la que aquellos hombres que quieren huir de este modelo de discriminación severa hacia las
mujeres, para construir nuevas formas de relación sin dominación lacerante. Muchos son ya
los hombres no contrarios a la equidad, aunque interesadamente pasivos en facilitarla.
Retienen y disfrutan los dividendos del patriarcado. Denuncian incluso la discriminación de
las mujeres, pero no les molesta su subordinación vital hacia ellos. A pesar del egoísmo de
su postura, son el principal núcleo al que debe dirigirse el intento de implicar a los hombres
en las políticas de Igualdad, pues muchos otros están radicalmente opuestos a ellas.
Así, en pleno siglo XXI podemos encontrar algunos hombres que sobre-actúan el
machismo más rancio, reivindicando todavía la superioridad masculina. Son los
denominados tardomachistas, que apelan aún a la naturaleza para reclamar que las mujeres
deben estar en la casa, al servicio del marido y de los hijos. Pero otros hombres han
generado un nuevo discurso para intentar frenar al avance de las mujeres y la pérdida de
poder masculino sobre éstas. Son los postmachistas, representantes de una nueva forma
más aséptica de lucha contra las mujeres, surgida cuando ya resulta impresentable
socialmente el tardo-machismo más descarnado y minusvalorador, rancio y viril, ya
claramente identificado como deseo de mantener el poder.
Por detrás de todas estas manifestaciones del machismo, se sigue apostando por la
misoginia y la subordinación de las mujeres al proyecto vital de los hombres. Y en la base
se articula el discurso de que las mujeres quieren el poder y los hombres deben defenderlo.
¿Por qué es tan difícil entender que las mujeres no quieren mandar sobre los hombres, sino
que quieren poder mandar sobre ellas mismas? ¿Por qué los hombres no admiten la idea de
que las mujeres gocen de tanta libertad y centralidad vital cómo ellos? ¿Cuáles siguen
siendo los elementos definitorios de la identidad masculina para que se tengan que enfrentar
a la posibilidad de que las mujeres obtengan el mismo estatus vital que ellos? ¿Por qué
tienen miedo a la Igualad y sienten en peligro su propia identidad?
La obsesión por sobreactuar la masculinidad, por impostarla para que no deje lugar a
dudas, muestra a las claras el carácter estructural de relación de poder que sustenta una
masculinidad tradicional Se trata de una masculinidad hegemónica, descrita por R.W.
Connell ya en 1989, que se define en oposición a la feminidad y otras identidades
masculinas, que aparecen subordinadas. Esta masculinidad hegemónica, de carácter
prácticamente normativo hasta la actualidad, tendría como principales características las
siguientes, todas ellas construidas a favor de una relación de poder y diferenciación frente a
las mujeres:
Conciencia de superioridad con respecto a lo femenino: el hombre se
autoconsidera independiente, autosuficiente y mejor. Ello está en la base de la
objetualización de la mujer y de la reclamación de que ésta debe estar al servicio
del hombre.
Exacerbada misoginia, con el repudio de todo lo femenino y el desprecio de los
valores tradicionalmente atribuidos a las mujeres. Nada puede tomarse ni
2
W. Martino y M.Pallota-Chiarolli, “Pero, ¿qué es un chico? (Aproximación a la masculinidad en contextos escolares)”
Pag.112 Octaedro, Barcelona 2006
aprenderse el mundo de las que son inferiores, cuando no directamente conectadas
con el mal
Exaltación de la agresividad física como expresión de la fuerza masculina y como
legítima estrategia para la resolución de conflictos.
Gusto por el riesgo: Ser capaz de asumir riesgos físicos, bien se salga victorioso o
incluso herido, genera ganancias en la jerarquía de los hombres.
Defensa de privilegios públicos y privados: un hombre de verdad debe colaborar
en conservar los privilegios siempre disfrutados. Renunciar a ellos supone una
traición a la causa de los hombres, una masculinidad inadecuada y la entrada en
mundos despreciados.3.
Heterosexualidad ostentosa y coitocéntrica: Para los hombres, el sexo es más una
forma de actuación, con un rendimiento cuantificable y difundible, que una
expresión de amor e intimidad. Las relaciones sexuales son una ocasión para
demostrar la virilidad y dar la talla con las mujeres, que deben ser conscientes de
que el sexo es algo que deben servir a sus compañeros. Para muchos hombres, los
encuentro sexuales son más un examen que un diálogo. El coito heterosexual es la
práctica sexual por antonomasia, en la que el hombre vuelve a caracterizarse como
ser superior que “da placer” o “hace un favor” a la compañera.
Autocontrol emocional y cauterización emotiva: Si los hombres son detentadores
del poder y autosuficientes, deben construir su invulnerabilidad emotiva. Los
sentimientos de dolor, vulnerabilidad, ternura y miedo,.. serían un peligro para la
identidad masculina, un indicio de debilidad, de masculinidad afeminada o,
incluso, de temor homofóbico. Por el contrario, el enfado, la ira y la agresividad se
interpretan como fórmulas legítimas de masculinidad en la medida en que ni
siquiera se consideran emociones sino reacciones. La masculinidad dominante
muestra temor a la intimidad afectiva, como espacio de comunicación de las
emociones, que considera femeninas, y de revelación de la propia vulnerabilidad.
Los hombres aprenden a ocultar su vulnerabilidad, incluso a sí mismos El hombre
que manifiesta sus emociones demostraría que no sabe autocontrolarlas o
gestionarlas.
Homofobia: la masculinidad homosexual es considera como inferior, inadecuada,
traidora,… cuando no degenerada o fruto de la enfermedad. Cualquier
incumplimiento de los mandatos de la masculinidad normativa conlleva entrar en
el territorio devaluado de la sospecha de homosexualidad., por lo que la homofobia
acaba configurándose como la primera barrera para una evolución de las
identidades masculinas.
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Así, no es extraño que la renuncia al privilegio de que la mujer se encargue de la casa, aunque ambos trabajen fuera del
hogar, aparezca caracterizada como propia de calzonazos, pringaos, cocinillas, maricones o marujos. Muchos de esos
calificativos, con importante base homófoba, muestran a las claras la pérdida de consideración pública que, en el orden
social sexista de la tradición, suponía asumir las responsabilidades domésticas
Para ello, los hombres deben reconocer la Igualdad entre mujeres y hombres como
principio ético, político y jurídico internacional y como elemento integrante de los Derechos
Humanos. El valor de la Igualdad debe reivindicarse como imprescindible para construir
una sociedad más democrática y justa. A partir de ello, debe renunciarse al disfrute de
privilegios, privados y públicos, y debe apostarse por la reciprocidad y la equivalencia en
las relaciones interpersonales.
Creemos que tres pudieran ser entendidos como los ejes del cambio masculino con
los que es posible vencer las resistencias de muchos hombres al cambio hacia la Igualdad:
la Justicia, la libertad y las ganancias masculinas. Los hombres cambiarán si valoran el
malestar de la actual situación, para ellos mismos y para las mujeres, y si aprecian las
ventajas del cambio hacia una nueva situación igualitaria, para ellos y para ellas. Los
hombres resistirán al cambio si perciben la situación actual como beneficiosa para ellos y si
identifican sólo pérdidas de estatus en el cambio hacia la igualdad.
La Igualdad no es también cosa de hombres, sino sobre todo cosa de hombres, pues
ellos son los que cuestionan aún el concepto de equivalencia existencial. Todos los
hombres, y especialmente los autodenominados igualitarios, deben analizar si creen o no
que hay algo que las mujeres deban hacer y de lo que ellos deban estar libres. Si hay alguna
responsabilidad que no sea suya. O si hay algo que los hombres pueden hacer y a ellas les
debe estar vetado. Si hay o no hombres capaces de convivir en igualdad con una mujer libre,
actuando coherentemente en su salida del mundo laboral para favorecer el proyecto vital de
su compañera, la justicia social, la responsabilidad paterna en el cuidado, la igualdad laboral
y la propia coherencia ética.
Ser hombre igualitario debe conllevar el compromiso de hacer posible ser hombre de
otra(s) manera(s) pero, sobre todo, de implicar a los hombres en la mejora de las
condiciones de vida de las mujeres de su tiempo y de las nuevas generaciones. Reivindicar
hombres autónomos y respetuosos que pueden compartir su vida con una mujer tan libre e
importante como ellos. Que no sólo quieren evolucionar para mejorar su calidad de vida,
sino que entienden que su tiempo comprometido lo está con el trabajo y con la unidad
familiar; que su tiempo compartido lo construyen desde la igualdad, y que su tiempo
personal les permite identificar sus formas de ver el mundo, de mejorarlo y de disfrutarlo.
Podríamos pensar que ya hay hombres de este tipo y que suponen un ejemplo y un
horizonte para nuevas generaciones de hombres. Sin embargo, Susana Covas señala4 como
muchos hombres por la igualdad lo son desde la tutorización vital de una compañera
feminista, que les exige y enseña comportamientos antisexistas, corresponsables y no
4COVAS, Susana “Hombres con valores igualitarios: historias de vida, logros alcanzados y cambios pendientes”
Ministerio de Igualdad, 2010
violentos como ingredientes básicos de una convivencia igualitaria. Son hombres
autocomplacientes por sentirse mejores seres humanos en sus relaciones sociales y
afectivas, y celosos del enriquecimiento emocional que les supone esta convivencia “Hay
una clara percepción de lo positivo que es aprender de la sensibilidad y capacidad
empática que tienen las mujeres, que según ellos expresan mejor sus sentimientos y
gestionan mejor sus emociones y afectos. No obstante, persiste la tendencia a naturalizar la
racionalidad como atributo masculino… La gestión de emociones y sentimientos de las
mujeres está valorizado en relación al reconocimiento de lo que ellos perciben como
carencias propias, pero la racionalidad de la que se sienten sobrados, aparece tímidamente
reconocida en la mujer y siempre y cuando no contradiga la suya”.
En definitiva, como señala Susana Covas, “seguiría pendiente aún en este perfil de
hombres, la conciencia de que los vínculos igualitarios requieren de una profunda
reciprocidad estructural…aún faltaría descubrir o desarrollar los verdaderos aportes
masculinos [de los hombres igualitarios] que enriquezcan la vida de las mujeres”.
Algo falla todavía cuando los comportamientos igualitarios en los hombres dependen
de la mayor o menor energía que destinen las mujeres para exigirlos. Da miedo pensar que
aún sea así durante décadas, un miedo real a la perpetuación de la injusticia, mucho más
intenso que el presunto miedo a la Igualdad que sienten algunos hombres.
Para saber más o cuestionarte en el ciberespacio:
1. www.hombresigualdad.com Página web del Programa Hombres por la Igualdad de la Delegación
de Igualdad y Salud del Ayuntamiento de Jerez de la Frontera, que ofrece un excelente fondo
documental en castellano escrito por varones y dirigidos a varones desde una perspectiva igualitaria.
Ofrece materiales en el área de educación para la potenciar nuevas masculinidades igualitarias
específicos para varones, así como materiales varios al respecto que puedes descargarte desde la
propia web.
- COVAS, Susana “Hombres con valores igualitarios: historias de vida, logros alcanzados y cambios
pendientes” Ministerio de Igualdad, 2010
- LAGARDE, Marcela “Claves feministas para la autoestima de las mujeres “ Col. Cuadernos
inacabados Ed- Horas y horas Madrid 2000
- MAGALLÓN, Carmen ”Mujeres en pie de paz” Madrid, Editorial Siglo XXI, 200
6.
- MARTINO, W y PALLOTA-CHIAROLLI, M., “Pero, ¿qué es un chico? (Aproximación a la
masculinidad en contextos escolares Octaedro, Barcelona 2006