Club de Cultura Socialista y La Gestión Alfonsín

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10/3/23, 1:21 El Club de Cultura Socialista y la gestión Alfonsín: transición a una nueva cultura política plural y democrática.

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2013

El Club de Cultura Socialista y la


gestión Alfonsín: transición a
una nueva cultura política plural
y democrática.
Pablo Ponza
https://doi.org/10.4000/nuevomundo.65035

Résumés
Español English
El artículo analiza la fundación y posicionamiento político del Club de Cultura Socialista durante
el gobierno de Raúl Alfonsín (1983-1989). El texto describe sus objetivos e intervenciones a lo
largo de la gestión de Alfonsín, intervenciones que quedaron marcadas por la cercanía y el apoyo
entre 1983-1987, y el cuestionamiento y las desavenencias entre 1987-1989. El texto aborda las
dos principales preocupaciones del período: en primer lugar, la re-significación de ciertas
tradiciones político-ideológicas de la izquierda, el intento de cortar con un pasado autoritario, los
deseos de ampliar la participación ciudadana y promover una nueva cultura política en clave
democrática. Y en segundo lugar, la estrategia democratizadora de Alfonsín, el juzgamiento por
violaciones de derechos humanos y la presión de los militares en un contexto de crisis económica.

The Socialist Culture Club and the Alfonsín´s management: transition to a new political
democratic culture.
This article analyzes the foundation and the political position of the Socialist Culture Club during
the government of Raúl Alfonsín (1983-1989) describing goals and interventions along his
management. The text has two main concerns about this period: first, the conceptual re-
signification of democracy, the attempt to cut with an authoritarian past and to expand citizen
participation promoting a new political culture. Secondly, it analyzes the Alfonsin´s
democratization strategy, the prosecution for human rights violations and the resistance from the
military in an economic crisis environment.

https://journals.openedition.org/nuevomundo/65035 1/17
10/3/23, 1:21 El Club de Cultura Socialista y la gestión Alfonsín: transición a una nueva cultura política plural y democrática.

Entrées d’index
Keywords: Socialist Culture Club, The Future City, Transition to democracy, Argentina,
Alfonsín
Palabras claves: Club de Cultura Socialista, La Ciudad Futura, Transición a la democracia,
Argentina, Alfonsín.

Texte intégral

1. Introducción: los antecedentes y la


fundación del Club
1 El Club de Cultura Socialista fue fundado en Buenos Aires en julio de 1984 como
resultado de la fusión de dos conocidos núcleos intelectuales de izquierda. El primero
de ellos reunido a partir de 1978 alrededor de la revista Punto de Vista, y con Beatriz
Sarlo, Carlos Altamirano, Hugo Vezzetti, Rafael Filippelli y Adrián Gorelik como sus
miembros más visibles o destacados. El segundo grupo, recientemente regresado al país
tras exiliarse en México, tenía entre sus miembros más notables a José Aricó, Juan
Carlos Portantiero, Jorge Tula y Emilio De Ípola.1
2 En cuanto a los argen-mex -como se llamaba coloquialmente a los recién llegados-
venían de participar en el Distrito Federal de organizaciones como la Casa Argentina
de la Solidaridad, de fundar el Grupo de Discusión Socialista y editar Controversia
(1979-1981), publicación donde se observa un descarnado proceso de autocrítica,
expiación y mea culpa respecto de la experiencia política, ideológica y metodológica de
la izquierda revolucionaria que había actuado en Argentina durante 1960 y 1970. Sin
duda la derrota de la llamada Nueva Izquierda, el exilio y la crisis en la que estaba
sumido el marxismo desataron una revisión marcando una profunda ruptura dentro de
su propio campo. Dicha ruptura se asentó fundamentalmente en dos grandes temas.
Por un lado, el cuestionamiento a la lucha armada y la visión belicista de la política que
habían mostrado las organizaciones político-militares. Y, por otro, esa crítica dio lugar a
la revalorización de la democracia como sistema válido para la resolución de conflictos.2
3 Como vemos, ya en el exilio este grupo de hombres había dado un giro a sus
concepciones políticas mutando desde el paradigma revolucionario hacia el posibilista o
democrático. Pero el giro a la democracia fue efecto más de la violencia aplicada por el
Estado Terrorista y el fracaso de la izquierda armada que de la espontánea maduración
de su pensamiento político. Sobre la base de esa experiencia empírica estos hombres se
proyectaron hacia el futuro reelaborando su cultura política en clave democrática.
4 Asimismo, diversos estudios (Nun y Portantiero, 1985. Lechner, 1986. O´Donnell,
1988. Lesgart, 2003. Burgos, 2004. Ansaldi, 2006. Ponza, 2010. Reano, 2010. Gago,
2012) coinciden en que la Democracia se convirtió en protagonista del debate
académico, político e ideológico de los intelectuales de la época, desplazando la
hegemonía que la Revolución había tenido desde fines de 1950. Cabe aclarar que la
democracia -en tanto categoría conceptual amplia y polémica- se consolidó entonces
bajo una visión eminentemente institucionalista, quizás por ser visualizada como la
única alternativa posible al autoritarismo reinante en casi toda Latinoamérica.
5 Durante una entrevista realizada por Vanni Blengino el propio José Aricó explicó la
naturaleza que guió la iniciativa del Club:

“Una experiencia de este tipo sólo pudo nacer en un suelo afectado por la
tragedia del exilio. Y no sólo del exilio exterior sino también del otro, del
interior, en un país donde todo un denso tejido cultural fue destruido por
el terrorismo y la violencia militar. El Club surge como producto del
encuentro de dos experiencias de exilio: la del grupo de argentinos
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refugiados en México y la del núcleo de intelectuales que en Buenos Aires


emprendieron (…) Punto de Vista”.3

6 El hecho de que hayan decidido fundar un Club y no un partido político o una


asociación académica habla del espíritu del grupo, que procuró evocar la idea de una
institución apoyada en la camaradería. Según Juan Carlos Portantiero él fue quien le
propuso a Aricó la idea del Club: “metamos dos palabras: una club y otra cultura, para
que quede claro que de lo que se trata es de un lugar donde debatir ideas (…) que se
están dando en el mundo y que acá nunca llegaron”.4 En la Biblioteca José Aricó de la
Universidad Nacional de Córdoba se encuentra disponible el borrador de la
“Declaración de Principios” mecanografiada por el propio Aricó. El documento de dos
páginas destaca dos cuestiones principales: por un lado, que la democracia y la
transformación social estarán en el centro de las preocupaciones del Club. Y por otro, el
doble significado que le confieren a la cuestión democrática. En primer término, el del
reconocimiento del contexto democrático como el único capaz de permitir la expansión
de un movimiento social de izquierda que impulse la transformación. Y en segundo
término, considerar que las libertades civiles y políticas asociadas al funcionamiento de
la democracia constituyen un patrimonio irrenunciable para la perspectiva socialista:

“Los abajo firmantes hemos convenido fundar el Club de Cultura


Socialista, un centro para la discusión y el análisis de los problemas
políticos, sociales y culturales de la sociedad argentina. Provenientes de
diferentes experiencias y tradiciones políticas, encaramos esta iniciativa
con la certidumbre de que las posiciones socialistas no superarán su
colocación periférica (…) si no se abren paso a una nueva reflexión teórica
y una nueva cultura política”.5

7 Sin duda en el espíritu del Club estaba presente el deseo de consolidar la democracia
y, a su vez, favorecer el desarrollo de una corriente socialista y democrática que, no sólo
no registraba antecedentes, sino que requería imponer dicha condición para avanzar en
la democratización efectiva de los hábitos sociales. Esta declaración de principios
implicó una ruptura explícita con el pasado del grupo, en especial si pensamos en la
experiencia de Pasado y Presente y su vínculo con una izquierda radical que había
reducido la democracia y la propia práctica política a un valor apenas contingente e
instrumental. En este sentido, años más tarde y durante una larga entrevista realizada
por Horacio Crespo, Aricó destacó ese aspecto:

“Desde distintas perspectivas y experiencias se propone recoger,


cuestionar y reelaborar la cultura política de la izquierda socialista,
contribuyendo a formular nuevas hipótesis y nuevas maneras de encarar
los grandes problemas (…) la finalidad principal es la de organizar una
labor político-cultural de indagación de los problemas del socialismo y la
democracia en la sociedad moderna.”6

8 En el segundo número de La Ciudad Futura los editores explicaron cual era la


dinámica de funcionamiento del Club. Era solventado por las cuotas sociales de sus
miembros, era una entidad independiente en lo político partidario y las actividades
internas (conferencias, debates, mesas redondas, etc.) eran elaboradas en función de
los intereses de los socios.7 El Club funcionó primero en el local de la calle Azcuénaga
(42) de la ciudad de Buenos Aires y luego en el de Bartolomé Mitre 2093, sede más
amplia que permitió albergar una creciente audiencia. Sin embargo, tal como lo reseña
la página web del Club8, durante los años noventa debió sobrellevar durísimos trances:
en 1991 falleció Aricó y se reveló que Pancho era insustituible. Pese al esfuerzo para
sobreponerse de su pérdida el funcionamiento se vio afectado y en 1993 emergió a la
superficie una pugna latente. Una pugna que tuvo como consecuencia la ruptura con
Sarlo, Vezzetti, Filippelli, Gorelik, entre otros. Para Portantiero: “el Club era Pancho. En

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los lugares en que Pancho era el organizador era a la vez el jefe. Tenía esa virtud.
Pancho tenía características personales notables”.9

2. Primavera democrática:
incertidumbre, pluralismo y tolerancia.
9 Para interpretar el cambio de paradigma que se produjo en este núcleo intelectual de
izquierda es necesario situarnos en la coyuntura política de la época, tener en cuenta la
dinámica de cambio que produjo el establecimiento de la democracia y los efectos de la
fuerte apuesta discursiva impulsada por el presidente Alfonsín. Creo que no sería justo
soslayar la influencia de su liderazgo en la promoción de una concepción amplia y
plural de la democracia, así como tampoco menospreciar el corte simbólico y material
que se propuso realizar con un pasado pleno de autoritarismo y horror.
10 La ola democratizadora impulsada desde la cúspide del Estado fue altamente
persuasiva y sinérgica con la transformación que muchos de los intelectuales reunidos
en el Club venían promoviendo, por lo menos, desde 1978-1979. El proyecto
alfonsinista, más allá de sus deficiencias, tuvo la virtud de ser altamente eficaz a la hora
de proponer un nuevo pacto moral y establecer una nueva frontera ética tras las
violaciones de los derechos humanos de la Dictadura. Las ideas del pacto institucional y
el imperio de la ley fueron funcionalmente innovadoras para la izquierda democrática
que, justamente, compartía la convicción de extirpar de su propia cultura política el
autoritarismo, el verticalismo, las concepciones compactas y escasamente plurales en la
construcción del orden y el poder.
11 Según Gerardo Aboy Carlés10 una de las cualidades del discurso alfonsinista fue su
efecto frontera. Su narrativa fue construida a partir de una doble ruptura: por una parte
señaló una ruptura con el pasado reciente encarnado por la última dictadura militar,
cuya imagen era asociada directamente al autoritarismo, la muerte y el horror. Y por
otra, confrontó ese pasado con la promesa del pleno Estado de Derecho. Sin embargo,
el discurso alfonsinista fue más allá de la impugnación del trágico pasado reciente y
propuso una lectura de larga duración. Para Aboy Carlés,11 Alfonsín buscó asociar la
vigencia de la democracia con el bienestar y la prosperidad, y para cuya concreción era
imprescindible la conformación de una nueva cultura política que permitiera eliminar
el faccionalismo que desde 1930 había sido tan disruptivo para el régimen político.
12 Alfonsín buscó sanear un Estado carcomido por el autoritarismo y la
discrecionalidad, juzgar los crímenes aberrantes de sus funcionarios, rectificar la
economía y hacer más plurales, tolerantes y democráticos los canales institucionales de
participación ciudadana. Y esa era una convicción compartida por algunos de los
principales referentes del Club (Aricó, Portantiero, Tula y De Ípola). Es decir, esa era
una convicción compartida no sólo a escala de Estado, sino también hacia el interior de
una izquierda donde habitaban problemáticas semejantes. De allí que, en su etapa
inicial, las medidas del gobierno no sólo fueran acompañadas por el Club, sino que
hubo incluso cierta sorpresa ya que Alfonsín superó las expectativas de muchos, en
especial porque provenía de un partido que no lo representaba. Al respecto Portantiero
recuerda que:

(…) “en los años 76-81 nunca me hubiera imaginado que iba a votar a un
radical en mi vida (…) pero me acuerdo que fui y me emocioné hasta las
lágrimas en un acto que hizo Alfonsín en la cancha de Ferro (…) lo viví con
mucho entusiasmo (…) yo lo defendía a Alfonsín, pero defender a los
radicales, me parecía muy difícil”.12

13 A Aricó parece haberle ocurrido lo mismo. Esto podemos comprobarlo en el artículo


“Alfonsín está a la izquierda de la sociedad” (Página 12: 18/6/1987) o en la primera
entrega de La Ciudad Futura donde dice:

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“(…) no somos ni radicales, ni socialdemócratas. Somos simplemente


socialistas que tenemos una convicción compartida. (…) ha surgido [con
Alfonsín] la posibilidad de construir un sistema político democrático que
pueda arrancar a la República de un funesto destino.”13

14 Alfonsín no sólo influenció en el desarrollo de las ideas de varios de los miembros del
Club -en especial de Portantiero y Emilio De Ípola- sino que incluso ambos fueron
integrados al llamado Grupo Esmeralda, comité que asesoró al presidente durante su
gestión. Según relata Portantiero allí discutían problemas de coyuntura: “y ahí metimos
Bobbio, Rawls, etc. (…) y así fuimos armando el discurso de Alfonsín, que adquiere su
plenitud a fines de 1985 con el discurso de Parque Norte (…) que implicaba una idea
socialdemócrata de modernización del país”.14 Según Josefina Elizalde15 el grupo
elaboró el nuevo concepto de democracia y cultura política. Para Elizalde los miembros
más destacados fueron Portantiero y De Ipola, a quienes Alfonsín recibía
periódicamente en la residencia de Olivos para conversar sobre cuestiones de
actualidad. De Ípola recuerda que:
15 (…) “leía y apreciaba los textos que producíamos (…). Allí Portantiero y yo lanzamos
la idea de que Alfonsín pronunciara, digamos, un discurso trascendente (…) con vistas a
una democracia moderna participativa y solidaria. Alfonsín mostró enseguida su
acuerdo. (…) El 1º de diciembre de 1985 se cerró el Plenario de delegados de la Unión
Cívica Radical, y Alfonsín debía pronunciar el discurso de Parque Norte”.16
16 En ese evento Alfonsín se propuso sentar las bases teóricas para dejar atrás las
interrupciones al régimen constitucional sufridas desde el golpe de estado a Yrigoyen.
Planteó que el pluralismo era la base sobre la cual la democracia argentina debía
edificarse, promoviendo un sistema de lealtades que dejara de lado los enfrentamientos
y favoreciera el fortalecimiento institucional y la gobernabilidad.

“La sustitución de la violencia y la intolerancia por la discusión y el


pluralismo, la exclusión de la lucha salvaje como medio para dirimir las
naturales contiendas entre diferentes ideas y propuestas, y su reemplazo
por el debate abierto (…) constituyen un primer compromiso para la
movilización detrás de objetivos comunes. La sociedad nueva que
veremos crecer (…) no es otra que una sociedad democrática y solidaria”.17

17 Paradójicamente, la propuesta más amplia e inclusiva del presidente coincide con el


comienzo de su declinación, ese fue su pico de popularidad. Parque Norte tuvo lugar en
el marco del entonces novedoso Plan Austral y a menos de un mes de los comicios
legislativos donde el radicalismo se impuso casi en el ochenta por ciento de los distritos.
18 Para Emilio De Ípola18 los efectos del discurso de Parque Norte no fueron los
deseados, pues las fuerzas políticas y sociales que podían llevar a cabo una acción
reformista la consideraron una mera maniobra táctica producto de un proyecto
hegemónico. Siguiendo el relato de De Ípola, la estrategia de Alfonsín se sintetizó en un
trípode conceptual constituido por la idea de democracia participativa, ética de la
solidaridad y modernización, tres ideas o conceptos que sobre todo Portantiero había
venido explorado en los últimos años.
19 Recodemos brevemente que desde su exilio en México tanto Aricó como Portantiero
comenzaron una revisión crítica de la tradición marxista latinoamericana mostrando un
acercamiento a perspectivas neo-institucionales. Allí abordaron el rol del pacto en las
modificaciones legislativas para reformar el Estado y ampliar la participación
ciudadana. De hecho, podemos decir que buena parte del debate político-intelectual de
la época giro en torno a las estrategias de concertación que permitieran dar mayor
horizontalidad al Estado. Portantiero desarrolló ampliamente la idea del pacto, por
ejemplo, en “Crisis social y pacto democrático” (1984) junto a Emilio De Ipola; en
Ensayos sobre la transición democrática argentina (1985) junto a José Nun; en “Una
constitución para la democracia” y “De la contradicción a los conflictos” (ambos de
1986); en La producción de un orden (1988); en “El socialismo y el tema del Estado”

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(1988); “La distancia entre la política y el terror” y “La transición democrática y la


izquierda política” (ambos de 1989); entre otros.
20 Estos textos exponían una preocupación central: la Democracia como ordenador
político capaz de establecer las reglas del juego sobre los cuales definir las prioridades
de la transición en lo social y lo económico. Dicha preocupación se expresó en el
discurso de Parque Norte pues, en primer lugar, la idea de democracia participativa no
se refería exclusivamente a la consolidación formal del Estado de Derecho sino al deseo
de ampliar la participación en las decisiones que afectaran directamente al ciudadano.
El instrumento básico para ello sería la introducción del plebiscito y el referéndum,
incorporados al luego frustrado proyecto de reforma de la Constitución. Asimismo, en
segundo lugar, el llamado a la ética de la solidaridad buscó responsabilizar al Estado de
resolver eficazmente los problemas de justicia social. Y por último, la idea de
modernización apuntó a las innovaciones burocráticas que debían aplicarse para dar
contenido concreto a las reformas propuestas.
21 Tanto para Aricó como para Portantiero y De Ípola, el discurso de Parque Norte tenía
una doble entrada. Por un lado, era creativo pues no había antecedentes en la historia
argentina moderna de un proceso democrático tan innovador como este. Y por otro, los
valores proyectados en términos de cultura-política eran universales. En este sentido, el
discurso alfonsinista tuvo un marcado carácter prometéico e iniciático respecto del
ejercicio de la democracia. En primer lugar porque buscó regenerar la idea del origen y
legitimidad del ejercicio del poder en la voluntad de las mayorías. En segundo lugar,
porque atribuyó un valor medular a la tolerancia frente a las diferencias y el respeto
intrínseco a los procedimientos institucionales. Y por último, porque estableció
creativamente un nuevo vínculo entre gobernantes-gobernados y Estado de Derecho-
Constitución.
22 Lo novedoso para la izquierda era pensarse democrática. Lo novedoso era superar el
sentido garantido del devenir histórico impreso por las diferentes exégesis del
marxismo. Es decir, lo novedoso para esta izquierda era aceptar la idea de la
incertidumbre y las contingencias propias que imponía el juego democrático.
Recordemos que hasta aquí la izquierda marxista había despreciado la democracia, la
consideraba un sistema ineficaz, útil sólo a los sectores burgueses dominantes que se
servían de ella para perpetuar la dominación y sus privilegios. Por ello históricamente
separó abstractamente la idea de democracia formal de democracia sustantiva. La
primera de ellas estaba anclada a una concepción capitalista-liberal y, la segunda, a una
forma superior e ideal destinada al socialismo. Hubo aquí sin duda un intento de
superar el tradicional vínculo entre democracia formal y democracia sustantiva pues
ya no podía pensarse una participación ciudadana plural y diversa sin comprometerse
en la transformación del ordenamiento jurídico del Estado.
23 A juicio de Ariana Reano,19 a partir de aquí se buscó implementar dualismos
conceptuales más acordes con las problemáticas políticas modernas. Así pues, nuevas
formas dicotómicas tales como democracia representativa/democracia par­ticipativa,
democracia política/democracia social, democracia gobernada/democracia gobernante;
entre otras, comenzaron a circular en el interior del debate político del Club. Para
Reano, en este punto el dilema era ¿cómo hacer para reconocer positivamente la
necesidad de un orden democrático institucional sin resignar el pro­yecto de
transformación que caracterizaba al socialismo?
24 Tal como había ocurrido en los sesentas con Gramsci, Badaloni, Della Volpe,
Luporini o Croce; en los ochenta la revisión teórica emprendida por la izquierda italiana
con intelectuales como Giacomo Marramao, Gianfranco Poggi, Lucio Coletti y
especialmente el filósofo Norberto Bobbio, fue de gran ayuda para Aricó y Portantiero;
pero en esta ocasión para pensar la vía parlamentaria. En 1982 y 1986 respectivamente,
Bobbio publicó El problema de la guerra y las vías de la paz (Gedisa) y Sociedad y
estado en la filosofía moderna (Fondo de Cultura Económica) textos que fueron
reseñados por La Ciudad Futura y de los cuales los editores adoptaron algunas
consideraciones conceptuales. En dichos textos Bobbio acuñó el término democracia
real para referirse a un orden utópico, posible pero improbable. La idea de democracia
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real que Bobbio instaló casi en el plano de la utopía y los ideales comenzó a funcionar
como marco conceptual, como horizonte de futuro y como guía de los comportamientos
políticos concretos.

3. Carapintadas, Obediencia Debida y el


fin del idilio
25 Como vimos, hasta aquí las relaciones entre el gobierno y el Club eran buenas. En
general las intervenciones de Alfonsín eran favorablemente consideradas pues hasta
entonces habían compartido coincidencias respecto a consolidar la democracia,
fortalecer el Estado de Derecho, respetar los derechos humanos, investigar y juzgar los
crímenes de la dictadura, incentivar la participación ciudadana, democratizar las
estructuras sindicales y reformar el Estado. No obstante, a partir del primer trimestre
de 1987 comenzaron las desavenencias.
26 Repasemos los hechos que marcaron la ruptura. Desde el inicio mismo de su gestión
Alfonsín tuvo que afrontar dos problemas principales. Por un lado, la crisis económica
heredada de la dictadura. Y por otro, dar curso a los juicios contra los militares.
Alternativamente el presidente intentó solventar estas dos cuestiones, que si bien
parecían conflictos de diferente índole o naturaleza, no sólo se influían mutuamente
sino que influían poderosamente en el estado de ánimo de la sociedad. En cuanto a la
crisis, en junio de 1985 el ministro de economía Juan Sourrouille anunció el Plan
Austral. Las medidas centrales del plan incluían un cambio de moneda, control de
precios de los productos y tarifas de los servicios públicos, congelamiento salarial sin
emisión monetaria, etcétera. Se pretendía de este modo detener un proceso
inflacionario que crecía al vertiginoso ritmo del 1% diario. Dichas medidas eran
exigencias del FMI para avanzar en las negociaciones del pago de la deuda externa y el
otorgamiento de un crédito suplementario de 4.200 millones de dólares. Pese a dichos
esfuerzos Alfonsín no logró avances con ninguna de las entidades crediticias, ni con el
FMI, el Banco Mundial o el Club de Paris. Este fue su primer fracaso en materia
económica.20
27 El éxito inicial del plan se reflejó en las elecciones legislativas de noviembre de 1985 y
la UCR reforzó su mayoría absoluta en la Cámara de Diputados manteniendo intactas
sus 128 bancas. El PJ, en cambio, disminuyó su representación a 101 bancas. El
radicalismo ganó, además, 17 de las 23 gobernaciones, incluyendo la Capital Federal. El
triunfo electoral parecía dar indicios de que la sociedad renovaba la confianza en
Alfonsín. Pero a fines de 1986 el Plan Austral dio muestras de agotamiento y la nueva
moneda comenzó a desvalorizarse con respecto al dólar, la inflación volvió a trepar
mientras que la recesión y los conflictos sociales se agravaron.
28 En cuanto al juzgamiento de los militares implicados en la represión ilegal, este fue el
asunto más complejo y sensible de abordar para la gestión. Del largo proceso iniciado
por Alfonsín tal vez debamos distinguir dos grande momentos. El primer momento
quedó marcado por la creación de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas
(CONADEP), la edición del Nunca Más y el comienzo de las acciones judiciales.21 Y el
segundo por los tres alzamientos militares que lograron, primero, intervenir el proceso
y, luego, paralizarlo.
29 En cuanto a la primer de iniciativa, es decir, la creación de la CONADEP, la edición
del Nunca Más y el juicio a las juntas, fue celebrada por los intelectuales del Club y en
general por todo el arco progresista. El Nunca Más constituyó el relato oficial del
horror y dejó una seña indeleble como relato oficial de nuestro pasado reciente. Para
Emilio Crenzel22 el informe, al tiempo que asumía implícitamente haber recuperado el
aparato estatal para la democracia tomaba un compromiso moral de cara al futuro. Es
decir, por una parte señaló lo que ya nunca jamás podía repetirse. Y por otra, era un
proyecto que asumía una carga promisoria. De allí hacia atrás todo era parte del
pasado. Y la lectura de ese pasado fue instituido por la memoria oficial que encarnaba el
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informe. A juicio de Hugo Vezzetti,23 el Nunca Más produjo un verdadero


acontecimiento re-significante del pasado e impuso una marca que quedó como un polo
de referencia ineludible.
30 Sin duda el gobierno no podía controlar los efectos generados por el Nunca Más,
situación que le ocasionó una serie de ventajas y desventajas. Por una parte, conocer los
aberrantes detalles del accionar represivo amplió la aceptación social de los juicios y el
gobierno se apropió de la versión oficial de los hechos. Pero por otra, hizo moralmente
insuficiente e injusto circunscribir la culpabilidad de semejantes atrocidades sólo a las
cúpulas militares. Dicho de otro modo, el Nunca Más amplió las expectativas de justicia
plena a la vez que deslegitimó los planes originales del gobierno de imponer una
condena acotada y parcial.
31 Seguidamente, y para dar por concluido el capítulo correspondiente a los crímenes
cometidos durante la dictadura, Alfonsín envió al Congreso un proyecto de ley que se
conocería más tarde como Punto Final, aprobado el 23 de diciembre de 1986. Según
esta ley se extinguía toda acción penal contra civiles y militares no imputados hasta el
23/02/1987. Poco más tarde, y como resultado de tres alzamientos militares conocidos
como Carapintadas,24 al Punto Final se agregó una nueva ley conocida como la de
Obediencia Debida cuya finalidad era presumir que los subordinados habían actuado
siguiendo órdenes de sus superiores. Es decir, la Obediencia Debida no sólo liberaba de
responsabilidades y dejaba impune a cientos de represores, sino que además ponía al
descubierto la fragilidad del gobierno ante las presiones de las Fuerzas Armadas.
32 Podemos decir que aquí no sólo se terminó el idilio entre el gobierno y el Club, sino
que las divisiones surgieron en el propio seno del Club. En el siguiente número de La
Ciudad Futura los miembros vinculados a Punto de Vista ya no figuraron en el Consejo
Editorial. Se retiraron Carlos Altamirano, Jorge Liernur, José Nun, Beatriz Sarlo y
Hugo Vezzetti. De allí en adelante no se observaron debates en torno a las posturas
alfonsinistas marcando una ruptura en la unión inicial. Es evidente que los mecanismos
que implementó Alfonsín para resolver la cuestión militar no generaron agrado
provocando un distanciamiento inmediato de la posición oficial. El desacuerdo
podemos observarlo, por ejemplo, en la editorial del décimo número de La Ciudad
Futura donde los editores se preguntaban:

“¿Debe la izquierda olvidar la ética –los terribles crímenes del terror de


estado- y aceptar servilmente la iniciativa del presidente Alfonsín? ¿Hay
acá un dilema entre el confort de la ética y la incomodidad del
pragmatismo?”.25 [También se acusó desde la revista que en Pascuas]:
“Alfonsín le mintió a la plaza, a todos los que se habían movilizado para
garantizar el orden democrático”26.

33 Asimismo, en la editorial del número 7 la revista señaló que el brote de


insubordinación entre oficiales del ejército dejaba en evidencia que el problema militar
no estaba apaciguado sino que había una pugna interna con importantes sectores poco
dispuestos a acatar con disciplina el orden constitucional.27 Se advirtió además que el
principal nudo problemático de la transición no parecía estar dado por el conflicto entre
gobierno y oposición, sino por la vulnerabilidad del sistema democrático frente a una
agresión de la derecha militar. Por caso, la editorial del quinto número decía:

“Hemos visto que la derecha militar tiene una fuerza que recorre
capilarmente toda la estructura del ejército. Fundamentalista, integrista,
mesiánica, acorazando su nacionalismo católico bajo el uniforme de los
comandos, es un precipitado de la malvinización, un núcleo duro de
irredentismo que socava la república. Tienen un proyecto trasnochado de
país y no cesarán en su empeño de llevarlo a cabo”.28

34 Por su parte, el filósofo Tomas Abraham recuerda que hacia 1987 la desilusión se
apoderó de los sectores medios que habían apoyado a Alfonsín. Para Abraham la
primavera duró un par de años y después empezó la decepción:
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“Cuando él decía en unos pocos años vamos a ser como Italia y España y
vamos a crear una socialdemocracia acá, y vamos a ser tolerantes y
plurales y vamos a hacer cultura, el lazo con Europa todavía estaba en el
horizonte de la esperanza. Hoy día eso ya no existe más. Todo eso, se cae
junto con Alfonsín”.29

35 Por su parte, de aquellos dramáticos momentos el politólogo Vicente Palermo


recuerda que:

“Efectivamente la situación fue muy mala para Alfonsín. Tener que ir [a


ver a Aldo Rico] al cuartel demuestra que efectivamente no tenía
absolutamente ningún poder de fuego. Era una situación en la cual
ningún miembro de las fuerzas armadas iba a tirar un tiro para imponer la
voluntad presidencial. (…) Alfonsín estaba en una situación
complicada”.30

36 Para Julio Godio la Ley de Obediencia Debida no era otra cosa que una forma
original de coalición entre la UCR y las FFAA:

“Una coalición que daría lugar a la consolidación en esa institución de la


corriente históricamente hegemónica, esto es el liberalismo conservador
fundado por el general Roca, y cuyos herederos se nuclean hoy alrededor
del general Caridi en una corriente constitucionalista”.31

37 Desde la perspectiva de Godio las circunstancias políticas de la transición estaban


cambiando rápidamente. En 1983 una abrumadora mayoría de votantes había optado
por Alfonsín y la UCR porque se correspondían con el reclamo mayoritario: instalación
de una democracia política, restablecimiento del tejido social democrático, relaciones
internacionales pacíficas. Pero en 1987, continuando con la tendencia de las elecciones
de 1985 (renovación parcial de las cámaras de Diputados y Senadores), en el centro de
la demanda de los electores parecía tener más relevancia la economía que la política.
Cuando la crisis económica se combinó con la crisis política, se consumó el divorcio.
Para Godio los datos de la realidad daban cuenta del desgaste sufrido por el gobierno:

“(…) ese desgaste tiene su eje articulador en el fracaso del Plan Austral
para detener la inflación, eje alrededor al cual se suman otros factores
adversos de orden político y económico-financiero, como son la errática
política con las FFAA que condujo a la ley de obediencia debida”.32

38 Para muchos miembros del Club -antes que la economía- la cuestión militar era el
tema prioritario. Consideraban que la democracia no podía ser construida sobre la
impunidad de quienes secuestraron, torturaron y asesinaron fríamente a sus
compatriotas. La jerarquía que le otorgaban al tema era comprensible si tenemos en
cuenta la experiencia que muchos de ellos habían sufrido durante el Terrorismo de
Estado. Además, desde su perspectiva, la cuestión militar no se agotaba en los
levantamientos Carapintadas ni en las violaciones de Derechos Humanos de la última
dictadura, sino que la dificultad endémica estaba dada por la tradicional
insubordinación militar al poder civil. Prueba de ello fueron, por ejemplo, los
numerosos obstáculos con los que tropezó la aprobación de la nueva Ley de Defensa y la
discusión parlamentaria sobre el control civil de las Fuerzas Armadas. En especial en
temas vinculados a los mecanismos internos de profesionalización, de promoción, de
formación ideológica y técnica.
39 Pero ¿por qué el gobierno optó por la condena de los principales actores y no por el
procesamiento absoluto de los implicados en la represión ilegal? Según Carlos Nino,33
intentar el castigo a todos hubiera conducido al fracaso del proceso, pues hubiese
obligado a Alfonsín a admitir públicamente que carecía de la fuerza necesaria para
hacerlo. Y para Nino esa confesión de impotencia habría deteriorado la imagen del
gobierno y debilitado la transición a la democracia. No obstante, incluso acotando las
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penas, finalmente eso fue lo que ocurrió. Años más tarde el propio Alfonsín reconoció
que:

“Por supuesto hubiera sido deseable que la persecución fuera contra todos
los que hubieran cometido delitos. Pero (…) nuestro objetivo no podía ser
el juicio y condena de todos los que de una u otra manera habían
vulnerado los derechos humanos, porque esto era irrealizable, sino
alcanzar un castigo ejemplificador (…) sentar precedentes de que nunca
más un argentino sería sacado de su casa en la noche, torturado o
asesinado por funcionarios del aparato estatal”.34

40 En principio, dicha fórmula estaba sustentada sobre un controvertido cálculo


político. Alfonsín sabía que la representatividad que estos cuadros militares tenían en la
institución castrense hacían difícil no sólo conseguir colaboradores en el proceso
judicial, sino que enemistarse con ellos le haría imposible incorporar a las Fuerzas
Armadas dentro del nuevo orden constitucional e institucional.
41 A favor de Alfonsín es justo tener en cuenta dos cuestiones importantes. En primer
lugar, hasta entonces ningún otro país había logrado avances en materia judicial por
violaciones de derechos humanos y -exceptuando los juicios de Nüremberg- no existía
jurisprudencia ni fórmulas preestablecidas para enfrentar esta clase de crímenes. Y en
segundo lugar, entre los dos candidatos presidenciables de la época: Alfonsín (UCR) e
Ítalo Luder (PJ) Alfonsín fue el único preocupado por dar cauce al tema de las
violaciones de Derechos Humanos. La postura del peronismo -avalado por las
organizaciones sindicales más numerosas- durante la campaña electoral fue la de no
innovar y reconocer el decreto de auto-amnistía redactado por los militares.
42 En opinión de Andrés Masi Rius y Eduardo Pretel Eraso,35 los levantamientos
militares causaron abruptos cambios en la política gubernamental que generaron
incertidumbre en la sociedad acerca de la preparación de las Fuerzas Armadas para
aceptar el papel subordinado al gobierno civil y la competencia del presidente para
ejercer autoridad sobre el Ejército. Así pues, en un claro proceso de creciente
ingobernabilidad, deslegitimación del liderazgo, en un contexto de profunda crisis
económica, de desocupación, de hiperinflación, de alto déficit fiscal y deterioro de los
servicios prestados por el estado: los levantamientos Carapintada y la sanción de la ley
de Obediencia Debida tuvieron un efecto negativo en la percepción de una importante
porción del electorado. Una percepción que sin duda era determinante para los planes
del presidente, ya que el 6 de septiembre de 1987 (sólo cinco meses después del
levantamiento) estaba previsto celebrar elecciones legislativas y provinciales. En dichos
comicios se renovó la mitad de la cámara de Diputados de la Nación y todos los
gobernadores. Esta fue una verdadera debacle para la UCR, ya que de las veintidós
gobernaciones en disputa tan sólo logró imponerse en las de Río Negro y Córdoba.
Asimismo, en la elección para el Congreso, el Partido Justicialista obtuvo el 41 % de los
votos (60 bancas) mientras que la UCR alcanzó el 37 % (52 bancas).
43 A esta altura de los acontecimientos y visualizando el veloz deterioro que sufría el
gobierno de Alfonsín, para el Club de Cultura Socialista el único objetivo de fondo que
podía sostenerse era llegar a las presidenciales de 1989 y completar correctamente el
proceso de transición. En 1989 la sociedad habría de elegir un nuevo presidente quien
por fin recibiría el mando de manos de otro presidente electo. Pero aún faltaban dos
largos años para las presidenciales y la previsible derrota electoral del radicalismo el 6
de septiembre de 1987 ratificaba el complicado panorama que Alfonsín tenía por
delante.

4. Elecciones presidenciales: cambio de


mando y transición al neoliberalismo
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44 El inicio de 1989 quedó indefectiblemente marcado por el último alzamiento


Carapintada (en diciembre de 1988) y el fallido copamiento del Regimiento 3 de
Infantería General Manuel Belgrano de La Tablada (el 23 de enero de 1989) por parte
de 42 militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP) bajo el mando de Enrique
Gorriarán Merlo.
45 El proceso eleccionario presidencial se dio en medio de una aguda recesión: caída del
6% en el PBI, una deuda externa de 63.000 millones de dólares y una hiperinflación
cercana al 5000% anual. El 6 febrero se anunció la devaluación de la moneda y la
marcha hacia el pico hiper-inflacionario se hizo incontenible. El dólar se disparó y el
Ministro de Economía intentó sin éxito contener la estampida. El malestar y la
incertidumbre se apoderaron de la población. Cientos de personas comenzaron a
formar fila en las casas de cambio intentando comprar dólares. Finalmente, frente a un
pedido del candidato radical a la presidencia, Eduardo Angeloz, el 31 de marzo
Sourrouille renunció a su cargo y fue reemplazado por Juan Carlos Pugliese. Después
de una breve gestión que no consiguió estabilizar el terreno económico, el nuevo
Ministro dimitió y fue reemplazado por Jesús Rodríguez.
46 Asimismo, las elecciones dentro del Partido Justicialista el 9 de julio de 1988, habían
arrojado un resultado desalentador para las expectativas del Club. El entonces
gobernador de La Rioja Carlos Menem (53,94%) se impuso a Antonio Cafiero (46.06%)
en las elecciones primarias para las presidenciales del año entrante. Dichas internas
eran las primeras que se realizaban mediante el voto directo de los afiliados en los más
de cuarenta años de historia del partido. Y el triunfo de Menem significaba que el sector
más conservador y burocrático del peronismo accedía nuevamente al control del
partido.
47 El triunfo de Menem causó sorpresa y desazón especialmente en los sectores
progresistas que esperaban un aporte más edificante por parte de la principal fuerza
política de oposición. Menem era un líder desconocido en los centros urbanos con
mayor presencia mediática y su victoria detuvo el proceso democratizador que el
Peronismo de la Renovación había comenzado tras la derrota electoral de 1983. El
acceso de Menem había sido promovido por las 62 Organizaciones, Luis Barrionuevo,
Jorge Triaca, Diego Ibáñez, entre otros conspicuos representantes del ala más
pragmática y tradicionalista. Esto hecho se vio con preocupación desde el Club. Juan
Carlos Rubinstein analizó el caso y expresó al respecto:

“La derrota del elenco renovador y (…) el triunfo de Menem como


candidato a la presidencia por el peronismo resulta de un doble fenómeno
que, en su conjunto, comporta modos (…) irracionales de conducta (…) El
peronismo, que luego del fracaso electoral de 1983 y 1985 pareció iniciar
un período de cambio, pasible de integrarse al sistema democrático (…) el
9 de julio de 1988 ha impuesto un nuevo hecho que retrotrae la situación,
en lo esencial, a las condiciones de 1983”.36

48 Los redactores de La Ciudad Futura temían que el triunfo de Menem en las


presidenciales pusiera en riesgo los avances que la democracia había conseguido.
Analizaron el escenario político y no sólo adelantaron dicho triunfo sino también
algunas de sus consecuencias:

“Este temor no se aloja únicamente en las corrientes políticas


históricamente diferenciadas del peronismo y de sus tendencias más
democráticas identificadas con el proyecto de la renovación. (…) el triunfo
de Menem en las internas del partido justicialista reactivó todo aquello
que la renovación se propuso destruir para transformar el peronismo en
una fuerza propulsiva del cambio social en el marco de la democracia
política”.37

49 Desde el Club consideraban que ni Menem ni Angeloz estaban en condiciones de


transformar una situación catastrófica. De hecho, en el último número de La Ciudad
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Futura antes de los comicios la editorial de la revista expresó la desilusión de muchos


ciudadanos ante las alternativas posibles: “Como pocas veces en el recuerdo de los
argentinos vamos a las próximas elecciones con tamaña incertidumbre; el sentimiento
generalizado es de temor, de fastidio y escepticismo sobre la efectiva capacidad de
gobierno que pueda derivar de sus eventuales resultados”.38
50 Paradójicamente, y a pesar del convulsionado proceso institucional por el que
atravesaba el país, los miembros del Club sabían que, más allá de sus preferencias
políticas, que hubiera elecciones ya era un triunfo para la joven democracia argentina.
De allí que no sólo dieran una especial relevancia a estas elecciones sino que las vivían
como un avance. Recordemos que desde 1928 no había sucesión entre dos presidentes
constitucionales. Luego de muchos años de violencia y frustraciones los argentinos
tendrían la ocasión de elegir un nuevo presidente en el marco de las más amplias
libertades democráticas y civiles. Esto sin dudas era motivo de celebración, aunque las
alternativas no fueran las deseadas:

(…) “muchos dudaron en 1983 que esta ocasión pudiera darse (…) Para los
argentinos que hemos aceptado a la democracia como forma institucional
y política de organización de la vida nacional, este hecho singular debería
ser motivo de regocijo”.39

51 Desde el Club consideraban que la abrupta caída del alfonsinismo había sido
provocada fundamentalmente por la combinación de la crisis económico-político-
militar y el prematuro empantanamiento del Peronismo de la Renovación. A su juicio,
estos hechos habían dificultado llegar a las presidenciales con opciones más fieles a sus
valores democráticos. Sin embargo, y teniendo en cuenta las opciones, desde La Ciudad
Futura se mostraron persuadidos de apoyar la candidatura de Angeloz, la cual
consideraban la más conveniente. Es decir, desde el Club se apoyó la candidatura con
opciones de triunfo que a priori aparecía como el mal menor. El objetivo principal era
asegurar la institucionalidad democrática, sin la cual ningún proyecto de alternativa
progresista les parecía imaginable:

“Porque creemos que el triunfo del radicalismo y de sus candidatos a la


presidencia y la vice presidencia de la nación crean las condiciones más
favorables para la preservación de la transición democrática y la búsqueda
de los caminos que conduzcan a coaliciones de gobierno, los miembros de
La Ciudad Futura invitamos a quienes comparten nuestros propósitos e
ideales a votar por la fórmula Angeloz-Casella, completándola con los
candidatos a diputados y concejales de la Unidad Socialista. Lamentamos
que las circunstancias nos obliguen a dividir un voto que por nuestras
convicciones hubiéramos querido emitir sin cortes. Pero si así lo
hiciéramos no calmaríamos la preocupación que hoy sentimos por el
destino futuro de nuestra patria”.40

52 Recordemos que Alfonsín debía terminar su mandato el 10 de diciembre de 1989. Sin


embargo, la grave situación económica y política empujó al presidente a adelantar las
elecciones al 14 de mayo. Finalmente Carlos Menem, riojano de 59 años de edad, se
convirtió así en el presidente de los argentinos con el 47,49% de los votos, frente al
32,45% que obtuvo el candidato oficialista. Menem asumió la presidencia el 8 de julio
de 1989 tras el retiro anticipado de Alfonsín, quien no pudo contener la tensa situación
social que generó la crisis híper inflacionaria.
53 Desde La Ciudad Futura Hugo Vezzetti41 describió la trayectoria del ciclo alfonsinista
como un proceso que se inició bajo el fervor de las consignas fundacionales, cuya
secuencia de su ascenso, apogeo, declinación y caída podría ser rápidamente asociada a
la repetición de otros procesos de gobierno –democráticos y de facto- que cumplieron
una curva similar. A juicio de Vezzetti, en las alternativas descendentes de ese ciclo se
condensaba dramáticamente la historia de cien años de historia argentina, donde los

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presidentes fueron destituidos por diversas vías y tras su salida se elevó siempre la
consigna de la re-fundación y el nuevo comienzo.

Breve sumario final


54 En el artículo observamos dos grandes cuestiones. Por un lado la fundación y
trayectoria del Club de Cultura Socialista. Y por otro, su vínculo con la gestión de
Alfonsín. En cuanto al Club vimos su conformación en tanto centro de discusión y
análisis de los problemas políticos, sociales y culturales que aquejaban la consolidación
de la joven democracia Argentina. Analizamos cómo sus miembros propiciaron una
nueva cultura política pluralista, tolerante y democrática hacia el interior de la
izquierda, caracterizada por el abandono de métodos y concepciones radicales para la
consecución de objetivos políticos. De dicho proceso podemos destacar dos aspectos
principales. En primer lugar, el esfuerzo por re-significar ciertas tradiciones de
izquierda, en especial la de separar abstractamente la idea de democracia formal de
democracia real, y con el fin de incorporar nuevos dualismos conceptuales más acordes
a las problemáticas modernas. Y en segundo término, el novedoso intento de conciliar
las lógicas del campo intelectual con las del político buscando otorgar nuevos sentidos a
su propia función en tanto intelectuales. En este punto, repasamos fundamentalmente
la experiencia de Portantiero y De Ípola en el Grupo Esmeralda, cuyo vínculo orgánico
y ambivalente con el gobierno y el Club puso en cuestión la tradicional función crítica
de estos intelectuales.
55 En cuanto a la relación con el gobierno de Alfonsín, vimos que transitó por dos
grandes etapas. La primera de 1983 a 1987, caracterizada por el apoyo, las convicciones
compartidas y la plena identificación con el discurso alfonsinista, en especial respecto a
terminar con un pasado autoritario, recuperar la esfera normativa, tanto jurídica como
institucional, ampliar la pluralidad, la tolerancia, la participación ciudadana y reformar
el Estado. Y la segunda, de 1987 a 1989 signada por el cuestionamiento y la desilusión
tras los alzamientos Carapintadas y las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, cuya
sanción no sólo apartó al Club de la posición oficial sino que generó desavenencias
irremediables entre algunos de sus miembros. Tal vez el fin del idilio entre el Club y
Alfonsín fue marcado por las paradojas, las ambigüedades y las contradicciones
provocadas por el ejercicio real del poder. Y por la imposibilidad de sostener una
relación en la que la democracia -concebida como un valor universal y absoluto- puede
asegurar por sí misma la estabilidad de un orden político deseado.

Bibliographie
Bibliografía y prensa de época (citadas)
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por Héctor Pavón. 10 de abril, 2010 - p.4. Consulta realizada el 10 de abril de 2010.

Notes
1 Los miembros fundadores del Club fueron: José Aricó, principal promotor del proyecto, Beatriz
Sarlo, Carlos Altamirano, Juan Carlos Portantiero, María Teresa Gramuglio, Sergio Bufano,
Marcelo Cavarozzi, Alberto Díaz, Rafael Filipelli, Ricardo Graciano, Arnaldo Jáuregui, Domingo
Maio, Ricardo Nudelman, José Nun, Osvaldo Pedroso, Sergio Rodríguez, Hilda Sábato, Jorge
Sarquís, Jorge Tula, Oscar Terán, Hugo Vezzetti y Emilio de Ipola. No obstante, dentro de ambos
colectivos los vínculos de amistad eran diversos y había marcados liderazgos, por ejemplo el de
Aricó y Portantiero por un lado, y el de Sarlo y Altamirano por otro.
2 Ver Pablo Ponza. “La izquierda en su laberinto: Intelectuales argentinos, ideas y publicaciones
en el exilio (1976-1983)”. Boletín Americanista. Nº 60. Facultad de Geografía e Historia de la
https://journals.openedition.org/nuevomundo/65035 14/17
10/3/23, 1:21 El Club de Cultura Socialista y la gestión Alfonsín: transición a una nueva cultura política plural y democrática.
Universidad de Barcelona. 2010. Ver Verónica Gago, Controversia: una lengua del exilio. Buenos
Aires. Ediciones Biblioteca Nacional. 2012.
3 José Aricó, “Respuesta al Cuestionario de Rinascita”. Socialismo y Participación. Nº 34. 1986,
p. 126.
4 Juan Carlos Portantiero: un itinerario político-intelectual. Entrevista de Edgardo Mocca,
Buenos Aires. Ediciones Biblioteca Nacional. 2012, p.99.
5 José Aricó, Declaración de Principios del Club de Cultura Socialista. Biblioteca José Aricó,
Universidad Nacional de Córdoba, 1984.
6 José Aricó, Entrevistas 1974-1991. Córdoba. Centro de Estudios Avanzados, 1999, p.261.
7 Ver “Club de Cultura Socialista” (artículo sin firma), La Ciudad Futura. N° 2, octubre de 1986,
p.4.
8 Web Club de Cultura Socialista:
http://www.clubsocialista.com.ar/sobre_el_club/breve_historia.php consultada el 1º de junio de
2012.
9 Ibid, 108.
10 Gerardo Aboy Carlés: “Parque Norte o la doble ruptura alfonsinista”. En Marcos Novaro
(Comps.). La historia reciente. Argentina en democracia. Buenos Aires. Edhasa. 2004, p.39.
11 Gerardo Aboy Carlés. Las dos Fronteras de La democracia Argentina. Buenos Aires. Homo
Sapiens. 2001.
12 Ibid, pp.97-102.
13 Aricó, José, “La Ciudad Futura”. La Ciudad Futura. N° 1 agosto. Buenos Aires, 1986, p.2.
14 Ibid, p.105.
15 El Grupo Esmeralda fue organizado por Meyer Goodbar y Eduardo Issaharoff; coordinado por
Margarita Graziano y compuesto por Portantiero, De Ípola, Carlos Nino, Daniel Lutsky, Gabriel
Kessler, Claudia Hilb, Pablo Giussani, Sergio Bufano, Hugo Rapoport, Eva y Marcela Goodbar,
Marcelo Cosin y Damián Tabarosky. Ver Josefina Elizalde, “La participación política de los
intelectuales durante la transición democrática: el Grupo Esmeralda y el presidente Alfonsín”.
http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/participacion-politica-intelectuales-
durante-transicion.pdf (2009) consultada 26-12-12.
16 Emilio De Ípola, “Discutir a Alfonsín: Repensando el legado de los años ’80 en la Democracia
Argentina”. Conferencia dictada el 30-7-2009, Departamento de Ciencia Política y Estudios
Internacionales, Universidad Torcuato Di Tella. Buenos Aires.
17 Raúl Ricardo Alfonsín. Discurso de Parque
Norte:http://constitucionweb.blogspot.com.ar/2010/03/discurso-de-parque-norte-
convocatoria.html consultado el 6-7-2012.
18 Emilio De Ípola. “Veinte años después Parque Norte: razones del fracaso de un intento de
enfrentar la crisis Argentina”. En Marcos Novaro (Comps.). La historia reciente. Argentina en
democracia. Buenos Aires. Edhasa. 2004
19 Ariana Reano, “Controversia y La Ciudad Futura: democracia y socialismo en debate”.
Revista Mexicana de Sociología. N° 3. México. 2012.
20 Ver Pablo Gerchunoff y Lucas Llach, El ciclo de la ilusión y el desencanto. Buenos Aires,
Planeta, 2000.
21 El juicio a los ex militares comenzó en forma oral y pública el 22 de abril de l985 y concluyó
con la sentencia de la Cámara Federal en diciembre del mismo año.
22 Ver Emilio Crenzel, La historia política del Nunca Más. Buenos Aires, Siglo XXI, 2008.
23 Ver Hugo Vezzetti, Pasado y Presente. Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.
24 El 20 de abril de 1987 estalló en Campo de Mayo la primera de las tres sublevaciones militares
Carapintadas que buscaban desactivar el proceso judicial emprendido en abril de 1985. El
amotinamiento liderado por el Teniente Coronel Aldo Rico quebró bruscamente la inocencia de la
transición y demostró cuán factible era obtener resultados presionando al gobierno. El éxito de la
primera acción Carapintada animó los dos posteriores amotinamientos: el de Monte Caseros,
Corrientes, en enero de 1988. Y el de Zarate, Buenos Aires, en diciembre de 1988.
25 Editorial, “Los militares ante la sociedad”. La Ciudad Futura. N°10, abril. Buenos Aires. 1988,
p.2.
26 “Desde donde enunciamos los socialistas” (sin firma). La Ciudad Futura. N°10, abril, 1988,
p.11.
27 Editorial, “Hora de responsabilidad compartida”. La Ciudad Futura.N°7, octubre. Buenos
Aires. 1987, p.3.
28 Editorial, “Una historia que recién empieza”. La Ciudad Futura.N°5, junio. Buenos Aires.
1987, p.3.

https://journals.openedition.org/nuevomundo/65035 15/17
10/3/23, 1:21 El Club de Cultura Socialista y la gestión Alfonsín: transición a una nueva cultura política plural y democrática.
29 Tomás Abraham, “Lo que Alfonsín nos dejó”. Ñ. Revista de Cultura. 10 de abril. Buenos Aires,
2010, p.4.
30 Vicente Palermo. “Lo que Alfonsín nos dejó”. Ñ. Revista de Cultura. Clarín. Entrevista
realizada por Héctor Pavón. 10 de abril, 2010 - p.4. Consulta realizada el 10 de abril de 2010.
31 Julio Godio, “¿Razón o pasión?”. La Ciudad Futura. N°6 agosto. Buenos Aires, 1987, p.9.
32 Ibid. p.9.
33 Carlos Nino, Juicio al mal absoluto. Buenos Aires, Ariel, 2006.
34 Raúl Ricardo Alfonsín, Memoria política. Transición a la democracia y Derechos Humanos.
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, 2004, p 14.
35 Andrés Masi Rius y Eduardo Eraso Pretel, “Fuerzas Armadas y transición democrática.
Argentina 1983-1989”. HAOL. Universidad Católica de Cuyo. N°13, primavera, 2007.
36 Juan Carlos Rubinstein, “Radicalismo, peronismo, Socialdemocracia” La Ciudad Futura.
N°13-14, noviembre – enero. Buenos Aires. 1988-1989, p.22.
37 Editorial, “Los motivos del voto”. La Ciudad Futura. N° 16 abril-mayo. Buenos Aires. 1989,
p.3.
38 Ibid. p.3.
39 Ibid. p.22.
40 Ibid. p.3.
41 Hugo Vezzetti, “Lo viejo y lo nuevo”. La Ciudad Futura.N°17-18, junio/septiembre. Buenos
Aires. 1989, p.10.

Pour citer cet article


Référence électronique
Pablo Ponza, « El Club de Cultura Socialista y la gestión Alfonsín: transición a una nueva cultura
política plural y democrática. », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne], Questions du temps
présent, mis en ligne le 15 février 2013, consulté le 09 mars 2023. URL :
http://journals.openedition.org/nuevomundo/65035 ; DOI :
https://doi.org/10.4000/nuevomundo.65035

Cet article est cité par


Mercader, Sofía. (2021) 'Punto de Vista' and the Argentine Intellectual Left.
DOI: 10.1007/978-3-030-79042-4_5

Auteur
Pablo Ponza
CONICET – Universidad de Buenos Aires,[email protected]

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Paru dans Nuevo Mundo Mundos Nuevos, Débats

Droits d’auteur

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10/3/23, 1:21 El Club de Cultura Socialista y la gestión Alfonsín: transición a una nueva cultura política plural y democrática.
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