339883-Texto Del Art - Culo-180173-1-10-20191002
339883-Texto Del Art - Culo-180173-1-10-20191002
339883-Texto Del Art - Culo-180173-1-10-20191002
Universidad de Antioquia
Instituto de Estudios Regionales
Calle 67 No. 53 - 108
Bloque 9 - 243
Medellín - Colombia
Octubre de 2019
Medellín - Colombia
La presente publicación está protegida por los derechos de autor de quienes aparecen como titulares
del documento. El uso del documento está permitido de manera libre y gratuita y sin ánimo de lucro;
sin embargo, se exige el buen uso de la información ofrecida, no alterar su contenido y, en caso de ser
empleado, hacer la debida citación de la fuente. Las visiones expresadas en esta publicación son de los
autores. En ningún caso debe asumirse como una postura de INER o de la Universidad de Antioquia,
tampoco de los entes financiadores.
Conservación de la diversidad
Resumen:
El presente documento hace parte de una serie de productos derivados del proyecto de
investigación: Gran acuerdo por Antioquia 2050, del contrato interadministrativo 0154 del 2018
suscrito entre el Instituto para el Desarrollo de Antioquia (IDEA) y la Universidad de Antioquia,
financiado por la Gobernación de Antioquia, para realizar una serie de estudios de la línea base del
acuerdo por Antioquia 2050. El proyecto fue liderado por el Instituto de Estudios Regionales de la
Universidad de Antioquia, con participación de grupos de investigación de la facultad de
ingeniería, ciencias sociales, derecho y ciencias económicas. Los resultados del proyecto fueron
documentos técnicos sobre los siguientes temas: cambio climático, cambio demográfico,
reconfiguración del conflicto armado, conservación de la biodiversidad, desequilibrios en el
sistema urbano regional, disparidades regionales en desarrollo, diversificación energética, Estado
social de derecho y naturaleza como sujeto de derechos, estructura productiva e
internacionalización, gobernanza territorial, recurso hídrico y servicios ecosistémicos. El material
completo de la investigación reposa en el centro de documentación del Instituto de Estudios
Regionales, el cual puede contactar al correo [email protected].
I. Conservación de la Biodiversidad
Introducción
1
La diversidad biológica sostiene el funcionamiento de los ecosistemas y proporciona los servicios de los
ecosistemas esenciales para el bienestar humano; con la cual se garantiza la seguridad alimentaria, la salud humana,
el suministro de aire y agua potable; ella contribuye a los medios locales de subsistencia y al desarrollo económico,
y es esencial para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, incluyendo la reducción de la pobreza
(Parques Nacionales Naturales de Colombia, 2014).
participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos
genéticos. De manera contextual, en Colombia, los objetivos generales de conservación 2 buscan:
a) asegurar la continuidad de los procesos ecológicos y evolutivos naturales para mantener la
diversidad biológica; b) garantizar la oferta de bienes y servicios ambientales esenciales para el
bienestar humano, y c) garantizar la permanencia del medio natural o de algunos de sus
componentes, como fundamento para el mantenimiento de la diversidad cultural del país y de la
valoración social de la naturaleza. Para que estos objetivos se logren, es necesario el desarrollo de
acciones de conservación a escalas internacional, nacional, regional y local, y al mismo tiempo,
implementar estrategias al interior de los sectores económicos que usan la biodiversidad.
2
Según el decreto 2372 de 2010.
1. Situación actual
Esta numeral reseña las tendencias en conservación en los contextos internacional, nacional y
local referidos a los principales ecosistemas estratégicos y áreas naturales. Señala, igualmente,
algunas iniciativas y compromisos para lograrlo. Veamos
3
Sigla que denota Gases Efecto Invernadero, principales causantes del calentamiento del planeta.
En general, se acepta que un sistema de espacios protegidos es la base principal de las políticas
de conservación nacional y mundial. En la actualidad, según el informe ‘Protected Planet’ (2012),
los espacios protegidos cubren el 12,7% del área terrestre del mundo, y el 1,6% de la superficie
oceánica mundial. La pregunta que ahora se plantea es por qué, a pesar del aumento de los espacios
protegidos, aún persisten las altas tasas de pérdida de biodiversidad. Hay varias explicaciones para
esto (Mora & Sale, 2011), incluidas: los conflictos con el desarrollo humano; la creciente
población humana; una representación inadecuada de los sistemas protegidos de las ecorregiones
y las áreas consideradas críticas para la biodiversidad; escasos vínculos y conectividad entre las
áreas, y la necesidad de mejor integración en los paisajes terrestres y marinos circundantes; la
gestión inadecuada; la falta de planes de gestión; la falta de inventarios de biodiversidad
completos, y la ausencia de financiación adecuada.
4
Definida por Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial e IDEAM (2003) como el conjunto de
relictos de vegetación natural y semi-natural, corredores y áreas a restaurar en los agroecosistemas y otras áreas
intervenidas del país (centros urbanos y otros sistemas construidos) que tienen la funcionalidad en la conservación
de la biodiversidad, la productividad y la calidad de vida de la población.
billones de pesos para conservar su biodiversidad al año 2030, lo que se convierte en un enorme
reto para el país (El espectador, 2018).
A la pregunta de cuáles son las entidades encargadas de gestionar estos recursos, el IPBES
explica que el 30% está en manos de las Corporaciones Autónomas Regionales, el 20% va
directamente a los municipios, un 7% va a Parques Naturales Nacionales, el Ministerio de
Ambiente solo maneja 6%, mientras los Institutos de Investigación tienen cerca del 4% y los
departamentos el 4%. Se destaca que un 30% de la inversión ha sido realizada por entidades no
pertenecientes al Sector Ambiental (El espectador, 2018).
Las áreas naturales aún conservadas en el país, son sin duda la base fundamental del
mantenimiento de la biodiversidad y de los beneficios que se derivan para muchas poblaciones.
Muchas veces estas áreas naturales conservadas corresponden a ecosistemas estratégicos locales,
que no necesariamente se encuentran bajo alguna figura de protección del SINAP. En este caso, el
IDEAM5, mediante El Registro único de Ecosistemas y Áreas Ambientales (REAA) , identifica
y prioriza estos ecosistemas y áreas ambientales del territorio nacional, tales como: páramos (atlas
de páramos y páramos delimitados), humedales RAMSAR, bosque seco tropical, manglares,
pastos marinos, arrecifes coralinos, reservas forestales de ley 2 de 1959 (zona tipo a), áreas
susceptibles a procesos de restauración ecológica, y áreas de proyectos bosques de paz orientados
a la restauración ambiental y reconciliación de víctimas. Si bien los páramos y humedales no
constituyen una categoría de área protegida, son áreas de manejo especial, cuya declaratoria deberá
fundarse en estudios ecológicos, económicos y sociales, para un objetivo determinado. Algo
importante, es que en estas áreas se podrán implementar Pagos por Servicios Ambientales (PSA)
y otros incentivos y/o instrumentos orientados a la conservación.
5
Instituto de Hidrología, Meteorología y estudios ambientales de Colombia.
Otros ecosistemas del agua: han adquirido relevancia social son los humedales y los
manglares. Los humedales son ecosistemas que debido a condiciones hidrológicas y
geomorfológicas permiten la acumulación de agua temporal o permanente y dan lugar a un tipo
característico de suelo y/o a organismos adaptados a estas condiciones (Instituto de Investigación
de Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt, 2017). Por su parte, los manglares son
ecosistemas marino-costeros cuya especie fundamental es el mangle. Albergan una inmensa
biodiversidad y son considerados como una de las 5 unidades ecológicas más productivas del
mundo. Tienen una gran importancia biológica debido a la alta biodiversidad asociada a estos
ecosistemas a la cual les sirven como protectores (Ministerio del medio ambiente, s.f.). Estos
ecosistemas son humedales costeros y salinos, pero para esta ficha se trabajarán de manera
independiente.
6
El Sistema Nacional Ambiental (SINA) está integrado por el Ministerio del Medio Ambiente, las Corporaciones
Autónomas Regionales, las Entidades Territoriales y los Institutos de Investigación adscritos y vinculados al
Ministerio. El Consejo Nacional Ambiental tiene el propósito de asegurar la coordinación intersectorial en el ámbito
público de las políticas, planes y programas en materia ambiental y de recursos naturales renovables.
7
Mediante decreto 2372 del año 2010.
Según El RUNAP, de los 31 millones de hectáreas que hacen parte del SINAP, el SPNN hoy
administra 17,4 millones de hectáreas en áreas protegidas, y el resto es administrado por áreas
protegidas regionales y privadas de la sociedad civil. Sin embargo, muchas de las áreas que son
declaradas por las autoridades ambientales, los entes departamentales, o los municipios,
recientemente, no están aún registradas en esta plataforma, por lo que la cantidad de áreas en
conservación podría ser mayor (ver Fuente: ).
8
Plataforma del Registro Único Nacional de Áreas Protegidas.
Colombia cuenta con áreas protegidas para conservación desde 1938, sin embargo, comenzó a
incrementar sus áreas protegidas con fines de conservación desde la reglamentación del Código de
los Recursos Naturales, pasando de 3 millones de hectáreas en 1978, a cerca de 31 millones de
hectáreas protegidas, entre ecosistemas marinos y terrestres, registradas en el año 2018, que
equivalen al 14% del territorio nacional. De estas áreas en conservación, cerca de 17 millones de
hectáreas están protegidas bajo el Sistema Nacional de Parques Nacionales Naturales (PNN).
Llama la atención que de 1.065 declaratorias de áreas protegidas que tiene el país, 677 áreas
protegidas declaradas correspondan a la categoría de ‘Reserva Natural de la Sociedad Civil’, una
figura que viene en aumento como poderosa herramienta local de educación y manejo sostenible
del territorio. Si bien no cubren áreas tan extensas como un Parque Nacional Natural, se convierten
en excelentes estrategias de conectividad y prestación de bienes y servicios ambientales a nivel
local (ver Figura 2).
las medidas de compensación son las acciones que tienen como objeto resarcir a la
biodiversidad por los impactos o efectos negativos que no puedan ser evitados, corregidos,
mitigados o sustituidos y que conlleven pérdida de la biodiversidad en los ecosistemas
naturales terrestres y vegetación secundaria; de manera que se garantice la conservación
efectiva de un área ecológicamente equivalente donde se logre generar una estrategia de
conservación permanente y/o su restauración ecológica, a fin de que al comparar con la
línea base se garantice la no pérdida neta de biodiversidad.
9
Agencia Nacional de Licencias Ambientales.
10
Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, 2018.
11
Competencia y exigibilidad de la licencia ambiental: Proyectos en el sector 1) hidrocarburos, 2) minero, 3) presas,
represas o embalses, 4) sector eléctrico, 5) generación de energía nuclear, 6) sector marítimo y portuario, 7) ejecución
de obras públicas, 8) construcción de obras marítimas duras, 9) construcción y operación de distritos de riego, 10)
producción de pesticidas, 11) importación y/o producción de productos sujetos a controles, 12) proyectos que afecten
el Sistema Nacional de Parques Nacionales Naturales, 13) proyectos de infraestructura en áreas protegidas, 14)
proyectos adelantados por las corporaciones autónomas regionales, 15) trasvase de cuencas.
Compensaciones por medio de bancos de hábitat: Según el MADS, esta estrategia consiste
en un banco de tierras que se destina a actividades de conservación y restauración; uno de los
objetivos de la iniciativa es dinamizar la implementación de las compensaciones e inversiones
ambientales obligatorias, reglamentada mediante la Resolución 1051 del 2017 y registrada en el
Registro único de Ecosistemas y Áreas Ambientales (REAA). Los bancos de hábitat se podrán
financiar a partir de inversiones provenientes del sector público y/o privado, recursos de
cooperación internacional, recursos de la inversión forzosa de no menos del 1% de los proyectos
objeto de licenciamiento ambiental y/o de compensaciones ambientales de licencias, permisos,
concesiones, y demás autorizaciones ambientales, entre otras.
en otras quebrada y pronunciada, formando valles, altiplanos y zonas bajas inundables, entre otras
condiciones, que se expresan en subregiones tan diversas como sus gentes y costumbres
(Gobernación de Antioquia, 2016).
A pesar de tener solo el 5,4% del territorio de Colombia (uno de los países más diversos del
mundo), Antioquia alberga cerca del 47% de las especies reportadas en el país. Por ejemplo, se ha
reportado poblaciones en Antioquia de cerca del 30% de plantas vasculares (Idárraga & Callejas,
2011), el 49% de las especies de mariposas (Nymphalidae; Henao 2006), el 30% de los anfibios
(Gutiérrez et al. 2003), el 52% de especies de aves (Salaman, Donegan, and Caro 2009) y el 51%
de los mamíferos (Cuartas & Muñoz 2003). A pesar de esto, solo el ~30% (21.000 km2) de su
territorio es bosque natural, es decir hábitat apropiado para la mayoría de las especies (Rosenzweig
1995). Probablemente a esto se puede atribuir que también es el departamento con mayor cantidad
de especies amenazadas (162 especies de las 1.258 reportadas en los libros rojos de Colombia;
Salazar-Holguín 2010). Aunque, esto por sí solo es una problemática ambiental, generalmente es
acompañada de la degradación de los servicios ecosistémicos de los cuales depende el bienestar
humano. Antioquia tiene ~206 mil millones de metros cúbicos de agua disponibles para las
necesidades humanas, y el suministro de 10 complejos hidroeléctricos que proveen el 30% de la
energía eléctrica del país (Gobernación de Antioquia 2010; ver Luck et al. 2009). Autores citados
por (Fundación Jardín Botánico de Medellín, 2014)
Mora y Muñoz (2008, referenciado en Fundación Jardín Botánico de Medellín, 2013) muestran
que las características de los suelos, las condiciones de pendiente del terreno y humedad, hacen
que Antioquia sea una zona apropiada para la conservación de bosques y la explotación de recursos
como el agua (ver Sandel & Svenning, 2013, referenciado en Fundación Jardín Botánico de
Medellín, 2013). Por lo cual se plantea que al menos el 57,8% debería mantenerse como bosques,
sin embargo, solo existe el 32,8% actualmente, es decir ~1,5 millones de hectáreas se están usando
en otras actividades, arriesgando la sostenibilidad ambiental del departamento.
12
Unidad ecológica en que se divide la biosfera atendiendo a un conjunto de factores climáticos y geológicos que
determinan el tipo de vegetación y fauna.
13
La ‘remanencia’ de bioma se entiende como el área natural que aún permanece intacta respecto a su extensión
original (González-Caro et al, 2014).
Nordeste alto: Hace parte de la jurisdicción de los municipios de Anorí, Amalfi y, en menor
proporción, Yarumal. Estos municipios concentran una de las extensiones de bosque más
importantes del departamento, aproximadamente, 2,72% de territorio y cerca del 8,2% de los
bosques antioqueños en un estado más cercano a lo natural en todo el departamento. No existe
ninguna figura de protección (nacional o local) que permita la continuidad futura de esta
región.
Chocó antioqueño: Está distribuida en los municipios de Vigía del Fuerte y Murindó,
principalmente. Estos municipios concentran la extensión más grande de cobertura continua
de bosque en Antioquia, constituyendo cerca del 11,7% de los bosques antioqueños. Al igual
que en otras regiones, no existe ninguna figura de protección (nacional o local) que permita
mantener los bosques de esta región.
Suroriente (Sonsón): Hace parte de los municipios de Nariño, Sonsón y Argelia; este último
en menor proporción. Estas jurisdicciones concentran una porción importante de los bosques
andinos del departamento, constituyendo cerca del 1,8% de los bosques antioqueños.
Serranía de San Lucas: Está categorizada como una prioridad de conservación, debido a la
baja representatividad de sus ecosistemas en las áreas protegidas nacionales, su riqueza
biológica, y ofrecer hábitat para un número importante de especies amenazadas.
El Sistema Departamental de Áreas Protegidas (SIDAP) Antioquia, nace en el 2002 a través del
convenio marco de cooperación entre las Corporaciones Autónomas del departamento y la Unidad
Administrativa Especial del Sistema de Parques Nacionales Naturales, Dirección Territorial Andes
Occidentales (UAESPNN DTA). Por medio de la Ordenanza 37 del 28 de diciembre de 2007 de
la Asamblea Departamental de Antioquia, se crea oficialmente el Sistema Departamental de Áreas
Protegidas de Antioquia, como un ente que vela por garantizar la conservación de la biodiversidad,
los bienes y servicios ambientales, y el patrimonio social y cultural del departamento.
Para determinar el área total del departamento que se encuentra bajo alguna figura de
protección, se incluyeron las siguientes categorías de protección y manejo sostenible: Área de
Recreación Parque Ecológico, Parque Nacional Natural, Parque Natural Regional, Reserva Natural
Regional, Reserva Forestal Protectora Regional, Reserva Natural de la Sociedad Civil, Sistemas
locales de áreas protegidas, otras Estrategias de Conservación, Cuencas abastecedoras de agua de
Medellín y de Antioquia, así como la categoría de Distrito Regional de Manejo Integrado (DMI),
la cual se tomó como la estrategia de desarrollo sostenible en el departamento, y todas las demás
categorías como áreas protegidas.
De acuerdo con lo anterior, las áreas protegidas cubren 11,6% del departamento, valor que se
suma un 9,9% que se encuentra administrado bajo un enfoque de desarrollo sostenible. Si bien el
departamento ha avanzado en la declaratoria de áreas en manejo sostenible como los DMI, es
necesario evaluar si estas figuras de protección sí garantizan realmente la conservación de mínimo
el 17% de los ecosistemas terrestres, y el 10% de los ecosistemas acuáticos, que establece el
compromiso del país con el CDB.
Llama la atención el aumento en los últimos años de las declaratorias de áreas protegidas como
complejos cenagosos, humedales y paramunos, considerados ecosistemas estratégicos del agua,
muchos de ellos bajo la figura de Distrito Regional de Manejo Integrado, lo cual supone un gran
reto para la administración del ecosistema. Igualmente, las Reservas Naturales de la Sociedad Civil
han empezado a ocupar un lugar importante en las estrategias de conservación; si bien son
pequeñas en tamaño, su importancia en el ámbito local se maximiza.
Quiroja, 2014). El concepto de corredor ecológico está vinculado a contextos científicos y sociales.
Durante las últimas décadas han aparecido muchos datos sobre la importancia de los corredores
ecológicos para superar el problema de la fragmentación territorial (Van and Sawart, 2008,
referenciado en García Quiroja, 2014)
Por corredor biológico se entiende una proporción significativa de áreas silvestres, ecosistemas
naturales o seminaturales, o áreas en restauración, que sirven para mantener o restituir la
continuidad espacial de procesos biológicos, ecológicos o evolutivos; en particular, para evitar los
efectos negativos de la fragmentación de las poblaciones o los ecosistemas, o para corregir cuando
estos se hayan presentado. Su uso puede darse en diferentes escalas. Tienen particular importancia
cuando se diseñan en grandes espacios geográficos (a través de un continente o región); caso en el
cual sus funciones son múltiples. Son muy utilizados actualmente para mantener o restablecer la
continuidad de procesos entre áreas silvestres protegidas, o como zonas de amortiguación, de paso
para animales, o para reservas de especies útiles en zonas de aprovechamiento forestal, zonas
urbanas o de agricultura intensiva (República de Colombia, 2010).
2. Posible evolución
Uno de los principales factores que amenaza con transformar hábitats y ecosistemas, es el
cambio climático global. Por esta razón, el IPCC14 en su comunicación de octubre de 2018 plantea
la necesidad de disminuir las emisiones netas globales de dióxido de carbono (CO2) de origen
humano alrededor de un 45% para el 2030, respecto de los niveles de 2010, y una continua
14
Panel Intergubernamental de Cambio Climático, IPCC por sus siglas en inglés.
disminución hasta alcanzar el ‘cero netos’ aproximadamente en 2050. Eso significa que se
necesitaría compensar cualquier emisión de remanente por medio de la remoción de CO2 de la
atmósfera (IPCC, 2018); frente a este escenario, una gran posibilidad de mitigación es el manejo
y conservación de áreas naturales y ecosistemas estratégicos (ver Figura 7).
Escenario de cambio climático: a partir de los escenarios de cambio climático planteados por
el IDEAM para el año 2100, se estima que para fin de siglo el departamento aumentará la
temperatura hasta 2,2°C. En un escenario intermedio, hasta el año 2040, la temperatura podrá
aumentar en promedio en 0,8°C. En general, las poblaciones que pueden verse más afectadas por
aumentos de temperatura corresponden a las subregiones de Urabá, Bajo Cauca y Magdalena
Medio; las actividades que allí se realizan relacionadas con grandes cultivos podrán tener
afectaciones por aumentos de temperatura que modifiquen los ciclos tradicionales. Al revisar el
porcentaje de conservación de la biodiversidad de estas subregiones, coinciden con el menor
porcentaje de áreas protegidas del departamento; en el caso del Bajo Cauca, tiene el 1% bajo
protección, y en el caso del Magdalena Medio, cuenta con el 5% de su territorio protegido. Si bien
las áreas protegidas no son la única estrategia frente al cambio climático, son pilares importantes
del manejo sostenible del territorio (IDEAM, 2011).
agua dulce (Sánchez & Madriñán, 2012). En este sentido, el gran reto del cambio climático es que
la sociedad entienda no solo los cambios en la temperatura y precipitación, sino su relación con
las transformaciones que estamos generando en la Tierra y la necesidad de desarrollar medidas de
adaptación ante el cambio climático.
En este contexto para la biodiversidad, el cambio climático representa una gran oportunidad de
conservación y ampliación de sus fronteras, lo cual ha comenzado a consolidarse, a partir de la
expedición de la ley 1931 de 2018, denominada ley de cambio climático; la cual tiene como uno
de sus principales instrumentos, la implementación de los Planes Integrales de Gestión del Cambio
Climático Territoriales (PIGCCT). En tal sentido, se presenta el mapa de retos de la conservación
en Antioquia, como una propuesta para la mitigación de los efectos del cambio climático a nivel
territorial en el largo plazo, con enfoque funcional por especies, con inclusión de grupos étnicos y
conservación local (ver Figura 7).
Figura 7. Escenario cambio climático por cambio en la temperatura y la precipitación, y los
retos del departamento.
Fuente: IDEAM.
Previendo que para el año 2030 se viene una bonanza económica de los países emergentes, y
gran parte de los ingresos se lograrán aumentando aproximadamente tres veces la demanda de
recursos naturales, se convierte en un reto para Antioquia planificar el uso sostenible de su base
natural, de manera que se mantenga la conservación de los ecosistemas estratégicos, y con ellos
su funcionalidad y la provisión de los servicios ecosistémicos.
Antioquia cuenta con dos grandes sistemas de humedales a escala subregional que son: el
Sistema de humedales del Magdalena Medio y el Sistema de Humedales en el Bajo Cauca. Por
su parte, la Jurisdicción de CORNARE cuenta con el SIRAP15, Bosques, Páramos y humedales
del Suroriente y Magdalena Medio antioqueño, en el cual se encuentran las ciénagas de los
deltas del río Claro-Cocorná Sur y la Miel, y otras aledañas (Cornare, 2014).
15
Sistema Regional de Áreas protegidas.
el acotamiento de la faja paralela a los cuerpos de agua a que se refiere el literal d) del artículo
83 del decreto-ley 2811 de 1974 y el área de protección o conservación aferente, para lo cual
deberán realizar los estudios correspondientes. Si bien estas áreas no tienen hasta el momento
categorías declaratorias como áreas protegidas, con su delimitación, se convierten en
estrategias complementarias de conservación y elementos de la infraestructura ecológica
principal para promover la conectividad ecológica y la prestación de servicios ecosistémicos.
Reto de conservación del departamento: teniendo en cuenta que las áreas prioridades de
conservación definidas en el 2014 se presentan como zonas de importancia ecológica para el
departamento, las cuales gozan de importancia estratégica para la conservación de la
biodiversidad, se presenta una propuesta del escenario de la conservación para Antioquia en forma
de mapa, donde se integran los ecosistemas estratégicos del agua como páramos, humedales y
manglares, así como las cuencas abastecedoras del agua y las zonas de importancia ecológica
denominadas prioridades de conservación. Esta propuesta responde a la necesidad de garantizar
una base natural suficiente para el mantenimiento de los procesos ecológicos y el
aprovisionamiento de servicios ecosistémicos (ver Figura 8)
Pago por Servicios Ambientales: En Colombia, el concepto de pago por servicios ambientales
no es nuevo. Desde hace 20 años, el Estado ha creado incentivos para promover la conservación
como el ‘Certificado de Incentivo Forestal a la Conservación’ (CIF), en el cual se reconoce el costo
El país cuenta hoy con el Decreto 870 de 2017, que establece el Pago por Servicios Ambientales
y otros incentivos a la conservación, como respuesta ante el incremento de cultivos de uso ilícito
en áreas de ecosistemas social y ambientalmente estratégicos, así como ante la tala ilegal de
bosques naturales que viene generando grandes focos de deforestación y trasformación de estos
territorios (Constitucional, 2017). Este decreto propone el desarrollo de nuevas alternativas
económicas para la generación de ingresos a las comunidades que permitan, con eficacia y
celeridad, frenar la transformación ambiental y la pérdida del capital natural, y contribuyan al
mejoramiento de las condiciones de bienestar y buen vivir. En este sentido, los esquemas de pago
por servicios ambientales para servicios de regulación hídrica y calidad del agua, pueden llevarse
a cabo fácilmente a través de la financiación de los usuarios directos, aunque también es factible
que se haga por medio de los gobiernos locales o regionales (Vargas & Reyes, 2011).
El país cuenta con cuatro herramientas principales de política pública para lograr esta meta: 1)
La Estrategia Colombiana de Desarrollo Bajo en Carbono (ECDBC); 2) El Plan Nacional de
Adaptación al Cambio Climático (PNACC); 3) La Estrategia nacional de reducción del riesgo
financiero del Estado ante la ocurrencia de desastres naturales, y 4) La Estrategia Nacional de
Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal (REDD+), enmarcada en la
Política Nacional frente al Cambio Climático. Es necesario entonces implementar estos planes para
alcanzar el 20% de las reducciones de carbono, sin embargo, es clave la participación del sector
privado en la mitigación de emisiones de carbono, lo cual es posible a través de un mercado de
carbono (South pole group, 2018).
Para Antioquia, la incursión en los mercados de carbono representa una gran oportunidad en lo
que respecta a la implementación de estrategias REDD+, tomando como punto de partida el
potencial forestal y las áreas prioritarias de conservación del departamento, como una manera de
promover la conservación de áreas naturales locales de manera rentable en el mediano y el largo
plazo.
convirtiendo en una muy buena alternativa de crecimiento para los sectores agropecuario y turismo
de naturaleza.
RETO: Debido a la importancia que han adquirido los servicios ecosistémicos o beneficios
derivados de ecosistemas estratégicos (páramos, humedales RAMSAR, bosque seco tropical,
manglares, pastos marinos, arrecifes coralinos, reservas forestales de Ley 2 de 1959, Áreas
Susceptibles a Procesos de Restauración Ecológica, y Áreas de proyectos Bosques de Paz)
orientados a la restauración ambiental y reconciliación de víctimas, se hace necesario considerar
otros incentivos económicos o mecanismos de pago por servicios ecosistémicos diferentes al
abastecimiento hídrico que actualmente se realiza. Esto sugiere, el desarrollo de mecanismos
específicos de financiación que involucren las particularidades de los grupos poblacionales como
comunidades indígenas, afro y habitantes de estos ecosistemas, así como la definición de acuerdos
de conservación como, renuncia a la tala de bosques, y la adopción de prácticas agropecuarias y
de pesca sostenibles.
Para el caso de Colombia, factores como la falta de gobernanza, el aumento de los cultivos de
uso ilícito, y la corrupción, agravan considerablemente la situación de degradación de los
ecosistemas. Así mismo, consolidar un modelo de desarrollo que involucre el uso sostenible de la
biodiversidad debe ser complementado con otras herramientas tales como las relacionadas con el
ordenamiento ambiental del territorio, los planes de manejo de los proyectos de desarrollo
sectorial, y otros mecanismos como los bancos de germoplasma, los jardines botánicos y
herramientas de conservación ‘ex situ’ (Sánchez & Madriñán, 2012). Sin embargo, en la aplicación
de estrategias de conservación basadas en los incentivos económicos, se encuentra que la dificultad
más importante es la incertidumbre del efecto que tienen los incentivos económicos sobre el
tamaño y configuración espacial del área a conservar, y por lo tanto del tipo y cantidad de servicios
ambientales ofrecidos (Vargas & Reyes, 2011).
Es evidente la mayor preocupación de los ciudadanos por la protección y manejo de sus recursos
naturales. Esto se refleja en el aumento de las iniciativas de conservación con enfoque voluntario
y/o privado como las reservas de la sociedad civil; aunque estas acciones no representen
necesariamente grandes superficies en conservación a una escala regional, se consolidan como
áreas locales de importancia absoluta en su escala, para proporcionar bienes y servicios
ecosistémicos en sus entornos.
Un reto para el departamento es crear una línea económica para que las poblaciones puedan
vivir del uso sostenible de la biodiversidad. Esto se refiere a generar capacidad instalada,
capacitación y proyecciones, lo cual solo se logra mediante el fortalecimiento de la gobernanza
comunitaria. Otro reto lo constituye la gestión territorial de la biodiversidad, en medio de
escenarios de posacuerdo en aquellas regiones que por medio siglo habían quedado por fuera de
los ‘beneficios del desarrollo’.
3. Actores estratégicos
Corporaciones autónomas regionales; Unidad Administrativa Especial Parques Nacionales
Naturales de Colombia; sector educativo, con sus grupos de investigación; Gobernación de
Antioquia; Municipios; SIDAP; SILAP; Gobernación de Antioquia; Pacto por los Bosques; EPM;
Mineros de Antioquia; sector industrial; Parques Nacionales, y así mismo, instituciones, empresas,
grupos étnicos, grupos afros, ciudadanos y comunidades organizadas que habitan el departamento.
Subregión Suroeste. La colonización del territorio estuvo asociada al uso intensivo de los
recursos naturales mediante actividades agrícolas y ganaderas. Sin embargo, en los límites entre
Antioquia y Chocó, y con la subregión de Urabá, hay áreas de especial importancia en tanto son
fronteras en zonas boscosas que tienen figuras legales de protección ambiental lo que augura mayor
control en el cambio de destinación de los suelos y la deforestación.
Las más importantes áreas de protección ambiental de la subregión son los distritos de manejo
integrado, reservas forestales protectoras, y en el caso de Urrao, el Parque Nacional Natural de Las
Orquídeas. Todas ellas tienen valores para la conservación por ser corredores biológicos, estrellas
hídricas con importancia biológica, económica, social y paisajística. Uno de los retos es conectar
las prácticas productivas campesinas con la conservación.
La titulación minera ha tenido su mayor incidencia en una zona que, por su potencial aurífero,
se ha denominada Cinturón de Oro de Colombia al que pertenece la subregión y que abarca los
municipios de la margen occidental del río Cauca y los más próximos al departamento de Caldas.
También el municipio de Urrao en la zona del Penderisco. Hasta el 2011 se habían titulado 107,157
hectáreas (219 títulos mineros) del territorio de la subregión a particulares (Gobernación de
Antioquia, 2012) y a algunas empresas mineras multinacionales como la Anglo Gold Ashanti y
I’m Gold para explotar oro en la subregión. En el municipio de Támesis, por ejemplo, el 90% del
territorio ha sido solicitado para explotación minera (Codeate, 2013). Allí es donde más se expresa
la tensión entre áreas protegidas y títulos mineros, especialmente en el DMI Cuchilla Jardín-
Támesis que abarca los municipios de Támesis, Jardín, Jericó, Andes y Caramanta (Lota II).
Algunos de los títulos mineros fueron concedidos, paradójicamente, en zonas excluibles para el
desarrollo de esta actividad, como las áreas protegidas, y en áreas restringidas como resguardos
indígenas y territorios de comunidades negras. Esta tensión se refleja en que en el departamento
hay 24 áreas protegidas que representan un 7.66% del territorio, cifra inferior a la que alcanzan los
1.470 títulos mineros otorgados que representan el 13,23% del total del territorio. De esas áreas
tituladas, 28.403 hectáreas tituladas se encuentran ubicadas en 16 de las 24 áreas protegidas. El
Lota II define que, ante esta situación, en esas áreas traslapadas Antioquia le dará prioridad a la
función protectora sobre la minería, en virtud de que el impacto sobre la actividad minera de tal
decisión será menor que la alternativa contraria que afectaría el 66% de las áreas protegidas. Así,
se propone estudiar la continuidad de títulos mineros en tales áreas y no avalar en el futuro las
concesiones sobre áreas protegidas o iniciativas de conservación (Gobernación de Antioquia,
2012).
A pesar de que las algunas áreas ricas ambientalmente son protegidas, tienen alguna de ellas un
alto grado de abandono y desatención de los sistemas ambientales por su ubicación en los bordes
o fronteras territoriales (Gobernación de Antioquia, 2010). Otras están traslapadas con títulos
mineros otorgados a empresas o particulares constituyéndose en delimitaciones superpuestas que
deben ser tenidas en cuenta por el departamento, los municipios y las autoridades ambientales para
garantizar una ordenación territorial equilibrada y sostenible en lo ambiental y lo social.
Las tensiones entre formas de ordenamiento del territorio tenderán a acrecentarse con el
aumento del interés y el avance de los proyectos por parte de las empresas mineras, y dependiendo
de factores tan variables como los precios internacionales de los minerales y las inversiones de las
empresas. Si bien había una tendencia en las decisiones judiciales hacia posiciones cada vez más
garantistas hacia las comunidades, la coordinación de competencias y el interés por mayor
participación a los municipios en la minería, recientemente las decisiones han estado en un punto
intermedio y no han tenido mayores repercusiones en el territorio.
La compra de predios para preservación y restauración y el pago por servicios ambientales son
algunas de las estrategias de conservación de las Corporaciones Ambientales con presencia en
Occidente. Para generar ingresos a las comunidades e incentivar la conservación de los recursos,
el desarrollo del ecoturismo se vislumbra como una actividad posible en las diferentes áreas
protegidas. Por ejemplo, la declaratoria regional del Corredor de las Alegrías en 2015 ubicado en
Santa Fe de Antioquia, Anzá y Caicedo, podría aprovechar el reconocimiento turístico del primer
municipio y hacer el giro a un turismo ecológico que aporte a la conservación del medio ambiente
y la mejora de las condiciones de vida de las comunidades de estos municipios.
La particularidad de la subregión en
términos de uso del suelo radica en que la
ausencia de áreas de protección han
afectado las tierras por explotaciones
agroproductivas y mineras que desnudan
y degradan los suelos, contaminan las
aguas y vuelven insuficientes los
productos y servicios ecosistémicos para
suplir las demandas de la población
(Comisión Tripartita, 2012, pág. 77).
Las áreas más bajas han sido las más intervenidas, mientras que las que se conservan mejor
están asociadas a condiciones topográficas más adversas y con menores posibilidades de
accesibilidad. La ganadería y la actividad minera ejercen fuertes presiones sobre los recursos
naturales y graves consecuencias en la pérdida y contaminación del suelo y del agua. A pesasr de
ello, es notorio el potencial forestal protector de la subregión gracias a las zonas de bosques que
conserva la Serranía de San Lucas (Comisión Tripartita, 2012, pág. 80). En el periodo 2014-2015
se deforestaron 32,32 hectáreas y en el periodo 2015-2016 un total de 61,68 hectáreas (Anuario
Estadístico de Antioquia, 2016). Para la subregión del Nordeste, segunda del departamento con
menor número de Áreas Protegidas, se proponen Iniciativas de Conservación que suman 13.283,37
hectáreas (1,56% de la subregión).
por el río Magdalena y su llanura aluvial. Se espera que el desarrollo territorial del Departamento
de Antioquia sea sostenible, de ahí la importancia de comprender los efectos de estas obras desde
su comienzo hasta el año 2050. Los antecedentes del megaproyecto evidencian el marcado énfasis
economicista de la estrategia de desarrollo para la subregión, lo que se sintoniza con los diferentes
acuerdos de libre comercio internacionales que el país ha suscrito.
Para Delvalle (2017), desde una perspectiva medio-ambientalista, las obras de dragado y
encauzamiento del río Magdalena son un atentado contra su diversidad ecosistémica, ya que
intentan fijar y estabilizar un ambiente natural, cambiante y dinámico, sin considerar la naturaleza
de cuenca, es decir, no se ve el río en su complejidad ecológica, política, social y económica sino
solamente como una autopista acuática, una hidrovía como la llaman los mismos gestores del
proyecto.
En marzo del 2017 Cormagdalena decretó la caducidad del contrato firmado con Navelena 16 y
en abril anunció en la Revista Dinero (2018) que el proyecto había recuperado su marcha, una vez
que fue aprobado el nuevo modelo de financiación para el mismo. Sea cual fuere la intervención,
se requerirían múltiples acciones para paliar los daños ambientales propios de las diferentes
16
Puede ampliarse esta información en Delvalle Quevedo, Rocío. El proyecto de Recuperación de la Navegabilidad
del Río Magdalena como generador de conflictos ambientales en la llanura inundable del río Magdalena. Universidad
Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Económicas, Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) Bogotá, 2017.
En materia de deforestación, Juan D. Restrepo (2015),17 sustenta que entre las décadas de 1970
y 1990, fue talada aproximadamente el 43% del área de bosques del Magdalena Medio con fines
de agricultura y ganadería con una tasa de deforestación anual del 2,1%, representando el valor de
deforestación más alto entre las cuencas tropicales a nivel mundial. Desde las décadas 1970 y 1980
y hasta las tres últimas, la deforestación ha aumentado casi exponencialmente, sin ninguna
desaceleración.
17
Juan D. Restrepo, 2015. “Causas naturales y humanas de la erosión en la Cuenca del río Magdalena: Resumen para
tomadores de decisión”. Ph. D. Profesor-investigador de la Escuela de Ciencias de la Universidad Eafit.
Son indiscutibles los riesgos ambientales a los que se está exponiendo la subregión con el
embate de los megaproyectos en continuo avance, en tanto siguen siendo proyectos bandera de los
recientes gobiernos nacionales. En el documento del 2015 ¿Para dónde va el río Magdalena?
Riesgos sociales, ambientales y económicos del proyecto de navegabilidad realizado por FESCOL
y el Foro Nacional Ambiental en Bogotá, se denuncia la falta de rigor en el proyecto sin ninguna
visión integral del río, porque se desconoce la capacidad de resiliencia ante los escenarios de
cambio climático cuando el país ha experimentado efectos negativos por malas prácticas de
desarrollo sobre la cuenca del Magdalena con deterioros ecosistémicos desde los páramos, hasta
su desembocadura, incluyendo sus ecosistemas de manglar. Thomas Walschburger, coordinador
de ciencias de la ONG Tropical Nature Conservancy para los países tropicales del norte, sur y
Centroamérica, con su equipo de investigadores ha estudiado el proyecto del río Magdalena y han
denunciado en su artículo Hacia una gestión integral de las planicies inundables en la cuenca
Magdalena-cauca, una “falta de coordinación interinstitucional y una total ausencia de una gestión
integral” como errores importantes del proyecto.
Subregión Bajo Cauca. Algunas de las áreas protegidas de la subregión son la Reserva regional
Bajo Cauca-Nechí, entre los municipios de Cáceres, Zaragoza y Anorí, con 45.000 hectáreas; la
Reserva de Recursos Naturales Cañón del Río Cauca, que para la subregión incluye a los
municipios de Cáceres y Caucasia; los Bosques de la Ley segunda de 1959 pertenecientes a la
reserva del Magdalena Medio. Alguna de ellas está impactada por las actividades de minería y
ganadería extensiva y, por ejemplo, por títulos mineros concedidos en los bosques de la Ley
segunda en jurisdicción de los municipios de Nechí, El Bagre y Zaragoza. Cabe mencionar al
Parque Natural del Paramillo como un área de reserva natural que se encuentra afectada por la
dinámica de plantaciones de cultivos de coca que se vivencia en la subregión, extendiéndose fuera
de ella hacia el área de conservación con 1.557 hectáreas (Oficina de las Naciones Unidas contra
la Droga y el Delito, 2018, p. 68). En el año 2017 Corantioquia anunció la protección de 12.227
hectáreas adicionales que conforman las Ciénagas El Sapo- Hoyo Grande, ubicadas entre los
municipios de Nechí y Caucasia, bajo la figura de Distrito Regional de Manejo Integrado.
El suelo de la subregión está catalogado principalmente como rural donde, según el PEAN, 2006,
(Proyecto Metropolitano 2002-2020, 2002) avanza un acelerado proceso de parcelación por planes
masivos de vivienda que han transformado el uso agrícola del suelo, desplazado la producción
agropecuaria y la propiedad campesina nativa. El crecimiento poblacional en el Valle de Aburrá y
la extensión de la ciudad de Medellín hacia esta subregión han presionado los recursos naturales.
Se estima que para el 2020 habrá un millón de habitantes más respecto a la población actual, lo
que plantea mayor presión sobre los recursos naturales, la seguridad alimentaria y los servicios
básicos.
No solo los pobladores del Valle de Aburrá demandan la subregión para actividades de disfrute de
sus paisajes, descanso y turismo, sino para actividades económicas cuyas malas prácticas
ambientales no atienden el equilibrio de los ecosistemas y crean situaciones conflictivas como
cambios inadecuados en los usos del suelo que llevan a su erosión, la desregulación de caudales
que incrementan las inundaciones, la disminución de los hábitats para especies de flora y fauna, la
contaminación atmosférica, de aguas y suelos, el incremento de asentamientos ubicados en zonas
de alto riesgo y sobre las laderas del Valle con difíciles condiciones geotécnicas y fragilidad
ambiental que ocasionan la pérdida de vidas humanas.
Subregión Urabá. Por su condición de única región costera de Antioquia, Urabá se convierte
en la salida del departamento al mar. Es una región de gran biodiversidad y riqueza cultural que
comparte ecosistemas estratégicos con Córdoba y Chocó, y configura una porción del denominado
Chocó Biogeográfico. El Golfo de Urabá, el sistema aluvial del Atrato con sus humedales
asociados, y la Serranía de Abibe, conforman elementos que estructuran el territorio. Es la segunda
región de Antioquia con mayor área protegida (cerca de 98.000 has) a pesar de los históricos
procesos de deforestación, extracción ilegal de madera, desecación de humedales y poco interés
en sus litorales. Recientemente esta situación se ha transformado a pesar de que se mantienen
procesos productivos que afectan sus ricos ecosistemas (ver fichas Recurso Hídrico y Servicios
Ecosistémicos).
Referencias
CDB. (2010). Convenio sobre la biodiversidad biológica Obtenido de Secretaría del Convenio
sobre la Diversidad Biológica: https://www.cbd.int/undb/media/factsheets/undb-
factsheets-es-web.pdf
Clavijo, S. (2013). Protección de los ecosistemas estratégicos, un reto para el derecho.
Bucaramanga: Universidad Autónoma de Bucaramanga.
Constitucional, C. (25 de mayo de 2017). Decreto Ley 870 de 2017. Obtenido de
http://www.corteconstitucional.gov.co/comunicados/No.%2053%20comunicado%2018%
20y%2019%20de%20octubre%20de%202017.pdf.pdf
Corantioquia. (2007). Plan de gestión ambiental regional (PGAR) 2007-2019.
Corantioquia, Municipio de Jardín. (2016). Diagnóstico Sistema Local de Aréas Protegidas
SILAP Jardín. Corantioquia.
Cornare. (2014). Plan de gestión ambiental regional (PGAR) 2014-2032. .
Eguren, C. (2004). El mercado de carbono en América Latina y el Caribe: balance y
perspectivas. Serie Medio Ambiente y Desarrollo No.83.
El espectador. (Marzo de 2018). www.elespectador.com. Obtenido de:
www.elespectador.com/noticias/medio-ambiente/colombia-necesita-usd-48-billones-
para-conservar-su-biodiversidad-2030-articulo-746032
Fundación epm, Gobernación de Antioquia. (2018). Antioqua, un territorio para proteger.
Medellín: Fundación epm.
Fundación Jardín Botánico de Medellín. (2013). Identificación de las áreas de importancia para
la conservación de la biodiversidad articulada al sistema de información ambiental del
departamento de Antioquia. Medellín: Gobernación de Antioquia.
Fundación Jardín Botánico de Medellin. (2014). Identificación de las áreas de importancia para
la conservación de la biodiversidad articulada al sistema de información ambiental del
departamento de Antioquia. Medellín.
García Quiroga, F.E. (2014). Los corredores ecológicos y su importancia ambiental.
Observatorio Medioambiental ISSN: 1139-1987, 46.
Sukhdev, P., Wittmer, H., & Miller, D. (2014). La Economía de los Ecosistemas y la
Biodiversidad (TEEB). Oxford University Press.
UICN. (2012). Adaptación basada en Ecosistemas una respuesta al Cambio Climático. Quito: -
UICN- Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y de los Recursos
Naturales.
Vargas, A., & Reyes, M. (2011). Incentivos económicos para la Conservación de áreas naturales:
Una revisión de la literatura. Lecturas de economía, 74, 151-170.