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ISSN 2462-8506 Edición electrónica

Universidad de Antioquia
Instituto de Estudios Regionales
Calle 67 No. 53 - 108
Bloque 9 - 243
Medellín - Colombia
Octubre de 2019

Edición. Harold Cardona Trujillo, Yesenia Arboleda


Instituto de Estudios Regionales
Universidad de Antioquia
Calle 67 No. 53 - 108
Bloque 9 – 243
Teléfono 2195696 -2195983

Medellín - Colombia

El Instituto de Estudios Regionales es un centro de investigación de la Universidad de Antioquia-Colombia que se


dedica a investigar de manera creativa e incluyente, desde diversas disciplinas, produciendo conocimiento desde el diálogo
de saberes, aportando a las políticas públicas y a la gestión para el cambio social. Articula la investigación a procesos de
educación superior, formal y continua para un conocimiento socialmente pertinente con sentido crítico, fortaleciendo el
compromiso ético de los estudiantes. A través de actividades de extensión contribuye y cualifica para la gestión social,
promoviendo la pluralidad en la toma de decisiones y la formación en habilidades específicas de ciudadanos e instituciones.

La presente publicación está protegida por los derechos de autor de quienes aparecen como titulares
del documento. El uso del documento está permitido de manera libre y gratuita y sin ánimo de lucro;
sin embargo, se exige el buen uso de la información ofrecida, no alterar su contenido y, en caso de ser
empleado, hacer la debida citación de la fuente. Las visiones expresadas en esta publicación son de los
autores. En ningún caso debe asumirse como una postura de INER o de la Universidad de Antioquia,
tampoco de los entes financiadores.

Cómo citar: Restrepo Correa, Z. y Muñoz Rivera, A. (2019). Conservación de la Biodiversidad.


Documentos de Trabajo, (14), 1-56.

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Conservación de la diversidad

Resumen:
El presente documento hace parte de una serie de productos derivados del proyecto de
investigación: Gran acuerdo por Antioquia 2050, del contrato interadministrativo 0154 del 2018
suscrito entre el Instituto para el Desarrollo de Antioquia (IDEA) y la Universidad de Antioquia,
financiado por la Gobernación de Antioquia, para realizar una serie de estudios de la línea base del
acuerdo por Antioquia 2050. El proyecto fue liderado por el Instituto de Estudios Regionales de la
Universidad de Antioquia, con participación de grupos de investigación de la facultad de
ingeniería, ciencias sociales, derecho y ciencias económicas. Los resultados del proyecto fueron
documentos técnicos sobre los siguientes temas: cambio climático, cambio demográfico,
reconfiguración del conflicto armado, conservación de la biodiversidad, desequilibrios en el
sistema urbano regional, disparidades regionales en desarrollo, diversificación energética, Estado
social de derecho y naturaleza como sujeto de derechos, estructura productiva e
internacionalización, gobernanza territorial, recurso hídrico y servicios ecosistémicos. El material
completo de la investigación reposa en el centro de documentación del Instituto de Estudios
Regionales, el cual puede contactar al correo [email protected].

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I. Conservación de la Biodiversidad

Introducción

En los últimos años la conservación de la biodiversidad se ha convertido en un asunto de interés


público. De manera creciente los medios de comunicación hacen referencia conjunta a dos ideas:
pérdida de biodiversidad y desarrollo sustentable. Al mismo tiempo que las sociedades están
conscientes de la urgencia de tomar medidas para detener la posible pérdida de especies de
animales y plantas, no aceptan como solución planteamientos que impliquen el sacrificio
económico y social de las poblaciones humanas (Halffter, 2002).

En Colombia, la biodiversidad es considerada patrimonio de la nación, y tiene un valor


estratégico para el desarrollo presente y futuro del país. La biodiversidad, llamada también
diversidad biológica1, comprende la variedad de ecosistemas, especies, y recursos genéticos del
territorio nacional, e involucra en su uso y administración la participación del Estado en todos sus
niveles de actuación, así como los sectores económicos y la sociedad civil. Por lo tanto, la
conservación y manejo adecuado de la biodiversidad no solo pretende generar delimitaciones
ecológicas de áreas naturales, sino que representa una estrategia para la construcción de territorios
sostenibles que garanticen la base productiva de la nación y el aprovisionamiento de bienes y
servicios ambientales necesarios para el desarrollo integral de las poblaciones humanas.

Objetivos de la conservación de la biodiversidad: Según el Convenio sobre la Diversidad


Biológica (CDB, 2010), considerado a menudo como el principal instrumento internacional para
el desarrollo sostenible, se plantean a nivel global tres propósitos fundamentales que son: a) la
conservación de la diversidad biológica, b) la utilización sostenible de sus componentes, y c) la

1
La diversidad biológica sostiene el funcionamiento de los ecosistemas y proporciona los servicios de los
ecosistemas esenciales para el bienestar humano; con la cual se garantiza la seguridad alimentaria, la salud humana,
el suministro de aire y agua potable; ella contribuye a los medios locales de subsistencia y al desarrollo económico,
y es esencial para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, incluyendo la reducción de la pobreza
(Parques Nacionales Naturales de Colombia, 2014).

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participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos
genéticos. De manera contextual, en Colombia, los objetivos generales de conservación 2 buscan:
a) asegurar la continuidad de los procesos ecológicos y evolutivos naturales para mantener la
diversidad biológica; b) garantizar la oferta de bienes y servicios ambientales esenciales para el
bienestar humano, y c) garantizar la permanencia del medio natural o de algunos de sus
componentes, como fundamento para el mantenimiento de la diversidad cultural del país y de la
valoración social de la naturaleza. Para que estos objetivos se logren, es necesario el desarrollo de
acciones de conservación a escalas internacional, nacional, regional y local, y al mismo tiempo,
implementar estrategias al interior de los sectores económicos que usan la biodiversidad.

Enfoques de conservación de la biodiversidad: De manera general, la conservación estricta


de la diversidad biológica se puede lograr de diferentes formas. Una de ellas es la conservación ‘in
situ’, implementada como medio principal de conservación, la cual se centra en la conservación
de ecosistemas, especies y genes, en sus entornos naturales, por ejemplo, mediante el
establecimiento de zonas protegidas, la rehabilitación de ecosistemas degradados, y la adopción
de legislación para proteger las especies amenazadas. Otra forma es la conservación ‘ex situ’ de
especies, que se realiza en los zoológicos, jardines botánicos y bancos genéticos. No obstante, estas
estrategias por sí mismas no garantizan la conservación biológica o ecosistémica, o no pretenden
estrictamente restringir el uso de la biodiversidad, por el contrario, el país está promoviendo su
utilización de manera sostenible, bajo el enfoque por ecosistema para la conservación y utilización
sostenible de la diversidad biológica, promovido por el CDB (2010), en el que se consideran los
bienes y servicios suministrados por la diversidad biológica, como una estrategia integrada para
gestionar recursos.

2
Según el decreto 2372 de 2010.

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1. Situación actual

Esta numeral reseña las tendencias en conservación en los contextos internacional, nacional y
local referidos a los principales ecosistemas estratégicos y áreas naturales. Señala, igualmente,
algunas iniciativas y compromisos para lograrlo. Veamos

1.1 Contexto Internacional

Las estrategias de conservación y manejo de ecosistemas estratégicos y áreas naturales han


cobrado especial relevancia en la actualidad, debido a la rápida y drástica transformación de los
ecosistemas en los últimos 50 años. En tal sentido, a nivel internacional, se han creado
herramientas de acción y articulación para el manejo sostenible, conservación, y restauración de
la biodiversidad, cuyo propósito es el mantenimiento de una base natural suficiente para conservar
los procesos ecológicos necesarios a nivel regional, nacional y local.

En este contexto, la biodiversidad ha adquirido una nueva dimensión, debido a la gravedad


de la degradación de los ecosistemas, incluidas la pérdida acelerada de diversidad biológica de
manera irreversible en muchos casos, y la ocurrencia del cambio climático, ocasionado por la
concentración de emisiones de gases efecto invernadero (GEI 3 ), asociadas a las actividades
humanas. En este contexto se reconoce la interdependencia entre la conservación de la
biodiversidad y el cambio climático, incluyendo los impactos negativos, considerados problemas
relacionados de naturaleza global relacionados. La OCDE (2012) prevé que continuará la pérdida
de biodiversidad, especialmente en Asia, Europa y Sudáfrica; así mismo se pronostica que la
extensión de los bosques primarios, ricos en biodiversidad, se reducirá en 13%, y la biodiversidad
terrestre (medida como la abundancia media de especies) disminuirá un 10% adicional hacia 2050.
Se proyecta que el cambio climático será el factor de pérdida de biodiversidad de más rápido
crecimiento hacia 2050, seguido por la silvicultura comercial y, en menor escala, las tierras
destinadas a la producción de bioenergía. Se estima, además, que las mermas agregadas de

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Sigla que denota Gases Efecto Invernadero, principales causantes del calentamiento del planeta.

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biodiversidad y de los beneficios de los ecosistemas, vinculadas a la pérdida global de bosques,


por ejemplo, están entre los 2 y 5 billones de dólares cada año, de acuerdo con el estudio titulado
‘Economía de los Ecosistemas y la Biodiversidad’ (Sukhdev, Wittmer, & Miller, 2014).

En general, se acepta que un sistema de espacios protegidos es la base principal de las políticas
de conservación nacional y mundial. En la actualidad, según el informe ‘Protected Planet’ (2012),
los espacios protegidos cubren el 12,7% del área terrestre del mundo, y el 1,6% de la superficie
oceánica mundial. La pregunta que ahora se plantea es por qué, a pesar del aumento de los espacios
protegidos, aún persisten las altas tasas de pérdida de biodiversidad. Hay varias explicaciones para
esto (Mora & Sale, 2011), incluidas: los conflictos con el desarrollo humano; la creciente
población humana; una representación inadecuada de los sistemas protegidos de las ecorregiones
y las áreas consideradas críticas para la biodiversidad; escasos vínculos y conectividad entre las
áreas, y la necesidad de mejor integración en los paisajes terrestres y marinos circundantes; la
gestión inadecuada; la falta de planes de gestión; la falta de inventarios de biodiversidad
completos, y la ausencia de financiación adecuada.

1.1.1 Iniciativas que promueven el compromiso internacional.

En el contexto global, la atención se ha centrado en iniciativas que promueven el compromiso


internacional, en torno a objetivos comunes sobre el uso sostenible de la biodiversidad, tales como:
tratados sobre la deforestación y la conservación de la diversidad biológica; tratado para la
conservación del Amazonas; convenio sobre la diversidad biológica; tratados sobre el agotamiento
del ozono estratosférico; tratados sobre los océanos y sus recursos vivientes; tratados sobre la
contaminación transfronteriza del aire, y tratados sobre la contaminación atmosférica y el cambio
climático. Colombia se encuentra alineada a estrategias para el manejo y gestión de la
biodiversidad tales como: ‘Convenio sobre la Diversidad Biológica’ (CDB), la ‘Convención de las
Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación’ (CNULD), la ‘Convención sobre los
Humedales’ (‘Convención de Ramsar’), la ‘Declaración de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas’ (DNUDPI), y el ‘Foro de las Naciones Unidas sobre los
Bosques’ (FNUB), lo que conlleva sinergias y complementariedades entre las actividades,

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estrategias y otras acciones tendientes al manejo, conservación y restauración de ecosistemas con


fines diversos (UICN, 2012).

1.2 Contexto Nacional: Colombia

En los últimos 40 años, Colombia ha venido incrementando la implementación de estrategias e


iniciativas que promueven la conservación y manejo sostenible de su biodiversidad, derivada de
un aumento del conocimiento de los ecosistemas y sus dinámicas; al mismo tiempo se viene
presentando un mayor desarrollo normativo orientado por el desarrollo sostenible. Como resultado,
el país cuenta con políticas para promover la declaratoria de nuevas áreas naturales y la
administración de las existentes, además de otras políticas para controlar los factores de pérdida y
deterioro de los ecosistemas como, deforestación, contaminación, y cambio climático, derivados
principalmente de sectores como, minería, infraestructura, y agricultura a gran escala.

1.2.1 Políticas públicas que promueven la conservación de la biodiversidad.

El país dispone de políticas y programas relacionados con la biodiversidad, tales como, la


‘Política de Biodiversidad, Bosques y Servicios Ecosistémicos’ y la ‘Política de los Espacios
Oceánicos, Zonas Costeras e Insulares’. En noviembre de 1994, el país ratificó el ‘Convenio de
Diversidad Biológica’, mediante la Ley 165, con el cual asumió el compromiso de conservar como
mínimo el 17% del territorio nacional; reafirmó la soberanía del país sobre los recursos biológicos,
y asumió la responsabilidad del Estado en adoptar medidas para garantizar su conservación y
utilización sostenible (Parques Nacionales Naturales de Colombia, 2014). Así mismo, desde el año
2014 el país cuenta con la ‘Política Nacional de Gestión Integral de la Biodiversidad y sus
Servicios Ecosistémicos’ (PNGIBSE), la cual reconoce la gestión de la biodiversidad de manera
integral con sistemas ecológicos y sociales íntimamente relacionados, mediante los siguientes
objetivos: 1) avanzar hacia un crecimiento sostenible y bajo en carbono; 2) proteger y asegurar el
uso sostenible del capital natural, y mejorar la calidad y gobernanza ambiental; 3) lograr un
crecimiento resiliente y reducir la vulnerabilidad frente a los riesgos de desastres y al cambio
climático.

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Herramienta para incorporar biodiversidad y sus servicios ecosistémicos en la


planificación: El decreto 3600 de 2007, reglamenta los determinantes del ordenamiento territorial,
e incluye la Estructura ecológica principal como la propuesta de ordenamiento de la cobertura
vegetal, del uso y manejo de la tierra y del agua, que garantiza la conservación (preservación y
restauración) de la biodiversidad, los recursos biológicos y los servicios ambientales. Esta
propuesta se logra a partir de la identificación y proposiciones de manejo de la Infraestructura
Ecológica4. La importancia de este instrumento de planificación radica en que determina la base
natural, y propone mecanismos de gestión como la Conservación, la Restauración, el Manejo
sostenible y el Manejo de Áreas de riesgo; así mismo propone la articulación entre instituciones
coordinadas (SINA - Sistemas de Gestión Ambiental), y detalla la legislación y la financiación
vigentes y nuevas, así como los instrumentos económicos para la gestión y administración de la
infraestructura natural, como por ejemplo las tasas retributivas.

1.2.2. Inversión de Colombia en biodiversidad

Según la Plataforma Intergubernamental en Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES)


en su reunión de marzo de 2018, Colombia destina USD 283 millones al año del presupuesto
público para gestionar la biodiversidad. Estos se distribuyen de la siguiente manera: el 35,4% en
restauración, el 38% en protección, el 13% en articulación con otros sectores, el 9% en estrategias
de uso sostenible, el 6% en investigación, y cerca del 1% en procesos de participación. Por su
parte, la empresa privada invirtió USD 31 millones, entre 2007-2015. Las mayores inversiones
fueron en protección, seguida de restauración de ecosistemas. En conclusión, las inversiones del
sector público y privado sumadas representan el 0,9% del PIB anual, 5 puntos por debajo de los
10 países de América Latina y el Caribe que participan en ‘Biofin’, que invierten en promedio
0,14% del PIB anual en la gestión de la biodiversidad. De acuerdo a esto, Colombia necesita 48

4
Definida por Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial e IDEAM (2003) como el conjunto de
relictos de vegetación natural y semi-natural, corredores y áreas a restaurar en los agroecosistemas y otras áreas
intervenidas del país (centros urbanos y otros sistemas construidos) que tienen la funcionalidad en la conservación
de la biodiversidad, la productividad y la calidad de vida de la población.

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billones de pesos para conservar su biodiversidad al año 2030, lo que se convierte en un enorme
reto para el país (El espectador, 2018).

A la pregunta de cuáles son las entidades encargadas de gestionar estos recursos, el IPBES
explica que el 30% está en manos de las Corporaciones Autónomas Regionales, el 20% va
directamente a los municipios, un 7% va a Parques Naturales Nacionales, el Ministerio de
Ambiente solo maneja 6%, mientras los Institutos de Investigación tienen cerca del 4% y los
departamentos el 4%. Se destaca que un 30% de la inversión ha sido realizada por entidades no
pertenecientes al Sector Ambiental (El espectador, 2018).

1.2.3 Las áreas naturales en conservación y Ecosistemas Estratégicos

Las áreas naturales aún conservadas en el país, son sin duda la base fundamental del
mantenimiento de la biodiversidad y de los beneficios que se derivan para muchas poblaciones.
Muchas veces estas áreas naturales conservadas corresponden a ecosistemas estratégicos locales,
que no necesariamente se encuentran bajo alguna figura de protección del SINAP. En este caso, el
IDEAM5, mediante El Registro único de Ecosistemas y Áreas Ambientales (REAA) , identifica
y prioriza estos ecosistemas y áreas ambientales del territorio nacional, tales como: páramos (atlas
de páramos y páramos delimitados), humedales RAMSAR, bosque seco tropical, manglares,
pastos marinos, arrecifes coralinos, reservas forestales de ley 2 de 1959 (zona tipo a), áreas
susceptibles a procesos de restauración ecológica, y áreas de proyectos bosques de paz orientados
a la restauración ambiental y reconciliación de víctimas. Si bien los páramos y humedales no
constituyen una categoría de área protegida, son áreas de manejo especial, cuya declaratoria deberá
fundarse en estudios ecológicos, económicos y sociales, para un objetivo determinado. Algo
importante, es que en estas áreas se podrán implementar Pagos por Servicios Ambientales (PSA)
y otros incentivos y/o instrumentos orientados a la conservación.

5
Instituto de Hidrología, Meteorología y estudios ambientales de Colombia.

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Al analizar las áreas en conservación, la mayoría corresponden a ecosistemas de importancia


estratégica para el país, y muy probablemente serán protegidos bajo instrumentos normativos más
estrictos en el corto plazo. Los ecosistemas estratégicos, según Márquez (2014), son considerados
como ciertos páramos, bosques, sabanas o cuencas que juegan papeles fundamentales en el
sostenimiento de procesos naturales, sociales, económicos, ecológicos o de otra índole; por
ejemplo, las fuentes de agua o de alimentos. Sin embargo, la definición que prima es la establecida
en el decreto 2372 de 2010 en su artículo 29 que determina como ecosistemas estratégicos: las
zonas de páramos, subpáramos, los nacimientos de agua, y las zonas de recarga de acuíferos, como
áreas de especial importancia ecológica que gozan de protección especial, por lo que las
autoridades ambientales deberán adelantar las acciones tendientes a su conservación y manejo.

Ecosistemas de páramos: han adquirido recientemente una importancia social relevante, a


partir del debate de realizar actividades mineras en los páramos y la posible afectación de esta
actividad a la dinámica hídrica de estos ecosistemas. Por esta razón, desde el año 2011, el Gobierno
Nacional a través del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, inició el proceso de
delimitación de los complejos de páramos colombianos, y el pasado 27 de junio de 2018, fue
aprobada en el Congreso la ley para la protección de los páramos, enfocada en construir una
política pública en materia de conservación de estos ecosistemas, que incluye continuar con el
proceso de delimitación y prohibir actividades económicas como la minería, la extracción de
hidrocarburos, y la agricultura a gran escala. Las actividades económicas de comunidades
paramunas serán enfocadas en la preservación de los páramos; para ello, el Gobierno les garantiza
las fuentes de financiación, a través de los pagos por Servicios Ambientales, las líneas especiales
de crédito, y la asistencia técnica y acompañamiento del sector agrícola.

Otros ecosistemas del agua: han adquirido relevancia social son los humedales y los
manglares. Los humedales son ecosistemas que debido a condiciones hidrológicas y
geomorfológicas permiten la acumulación de agua temporal o permanente y dan lugar a un tipo
característico de suelo y/o a organismos adaptados a estas condiciones (Instituto de Investigación
de Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt, 2017). Por su parte, los manglares son
ecosistemas marino-costeros cuya especie fundamental es el mangle. Albergan una inmensa

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biodiversidad y son considerados como una de las 5 unidades ecológicas más productivas del
mundo. Tienen una gran importancia biológica debido a la alta biodiversidad asociada a estos
ecosistemas a la cual les sirven como protectores (Ministerio del medio ambiente, s.f.). Estos
ecosistemas son humedales costeros y salinos, pero para esta ficha se trabajarán de manera
independiente.

1.2.4 La conservación de la biodiversidad en Colombia

La conservación viene orientada por acciones desarrolladas e implementadas en el marco del


SINA6. Dentro de las principales acciones se encuentran: 1) conservación en áreas protegidas
declaradas, para la reducción de los procesos que involucran pérdida de los recursos naturales por
actividades antrópicas; 2) evitar la deforestación y degradación de los bosques, lo que involucra
actividades de seguimiento, control y vigilancia por parte de las Autoridades Ambientales —es
una importante herramienta para generar alertas de deforestación y planes de acción; 3)
restauración en áreas con vocación forestal, áreas para la conservación de los recursos naturales
y/o áreas con suelos degradados —esta estrategia de restauración se convierte en el eje central para
los planes de manejo ambiental, forestal, compensaciones, así como para la gestión y manejo de
los ecosistemas; 4) adquisición de predios en áreas estratégicas para conservación —esta estrategia
identifica áreas estratégicas para la provisión de servicios ecosistémicos, los cuales son adquiridos
por entes gubernamentales para su conservación; 5) la conservación y recuperación de poblaciones
de especies silvestres amenazadas o vulnerables, y 6) la promoción de planes de conservación de
especies ‘in situ’.

Conservación de la biodiversidad por Áreas protegidas: El Sistema Integrado Nacional de


Áreas Protegidas (SINAP7) está compuesto desde la perspectiva geográfica, por subsistemas, que
van desde lo regional (SIRAP), hasta lo departamental (SIDAP) y local (SILAP). Se ha venido

6
El Sistema Nacional Ambiental (SINA) está integrado por el Ministerio del Medio Ambiente, las Corporaciones
Autónomas Regionales, las Entidades Territoriales y los Institutos de Investigación adscritos y vinculados al
Ministerio. El Consejo Nacional Ambiental tiene el propósito de asegurar la coordinación intersectorial en el ámbito
público de las políticas, planes y programas en materia ambiental y de recursos naturales renovables.
7
Mediante decreto 2372 del año 2010.

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consolidando como una plataforma de integración y de administración de las áreas protegidas de


carácter nacional y regional, sean de propiedad pública, privada o colectiva, y que se enmarquen
dentro de los objetivos y directrices fijados por el Ministerio del Medio Ambiente de Colombia.
Las categorías que lo integran son: seis categorías de áreas protegidas públicas —Categorías
del Sistema de Parques Nacionales Naturales (SPNN), reservas forestales protectoras, parques
naturales regionales, distritos de manejo integrado, distritos de conservación de suelos y áreas de
recreación—, y una categoría de reservas naturales de la sociedad civil; todas estas áreas
registradas en el RUNAP8.

Según El RUNAP, de los 31 millones de hectáreas que hacen parte del SINAP, el SPNN hoy
administra 17,4 millones de hectáreas en áreas protegidas, y el resto es administrado por áreas
protegidas regionales y privadas de la sociedad civil. Sin embargo, muchas de las áreas que son
declaradas por las autoridades ambientales, los entes departamentales, o los municipios,
recientemente, no están aún registradas en esta plataforma, por lo que la cantidad de áreas en
conservación podría ser mayor (ver Fuente: ).

8
Plataforma del Registro Único Nacional de Áreas Protegidas.

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14

Figura 1. Áreas Protegidas en la Plataforma del Registro Único Nacional de Áreas


Protegidas.

Fuente: Parques Nacionales Naturales (2018).

Colombia cuenta con áreas protegidas para conservación desde 1938, sin embargo, comenzó a
incrementar sus áreas protegidas con fines de conservación desde la reglamentación del Código de
los Recursos Naturales, pasando de 3 millones de hectáreas en 1978, a cerca de 31 millones de
hectáreas protegidas, entre ecosistemas marinos y terrestres, registradas en el año 2018, que
equivalen al 14% del territorio nacional. De estas áreas en conservación, cerca de 17 millones de
hectáreas están protegidas bajo el Sistema Nacional de Parques Nacionales Naturales (PNN).
Llama la atención que de 1.065 declaratorias de áreas protegidas que tiene el país, 677 áreas
protegidas declaradas correspondan a la categoría de ‘Reserva Natural de la Sociedad Civil’, una
figura que viene en aumento como poderosa herramienta local de educación y manejo sostenible
del territorio. Si bien no cubren áreas tan extensas como un Parque Nacional Natural, se convierten
en excelentes estrategias de conectividad y prestación de bienes y servicios ambientales a nivel
local (ver Figura 2).

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Figura 2. Crecimiento del sistema nacional de áreas protegidas.

FUENTE: PARQUES NACIONALES NATURALES (2018).

Sin embargo, en materia de protección de la biodiversidad, el propósito de muchos instrumentos


de política de derecho ambiental se ha concentrado mayormente en la restricción de uso del suelo
en determinadas áreas donde se agrupa la mayor biodiversidad, dejando de lado los factores
económicos que inciden en que la protección y conservación se conviertan en elementos
generadores de desarrollo para el país (Clavijo, 2013); frente a esto es necesario revisar
mecanismos de financiación de la biodiversidad para los pobladores, como por ejemplo el pago
por servicios ambientales.

Estrategias complementarias de conservación: Muchos de los espacios de conservación que


no se enmarcaron en la categorización del SINAP, pasaron a llamarse estrategias
complementarias de conservación (ECC) (Santamaría et al., 2018), las cuales se constituyen
como figuras de conservación distintas a un área protegida. En el país se han identificado más de
1.500 ECC según Portal Nuevo Siglo (2018), las cuales han venido surgiendo como iniciativas
voluntarias locales, con altos niveles de participación social, que promueven la gestión de
problemáticas ambientales bajo diferentes arreglos de conservación y gobernanza. Cada ECC
puede presentar variedad de herramientas para su gestión, como: instrumentos económicos,
certificaciones, acuerdos comunitarios voluntarios, acuerdos entre los organismos reguladores y la
empresa privada, acuerdos entre las empresas privadas, o códigos de conducta dentro de un grupo
profesional o industrial, entre otras, las cuales vienen siendo consideradas de utilidad en la gestión
del medio ambiente (Dietz & Stern, 2002; Bocetti et al., 2012; ambos referenciados en Ruiz, 2018).

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1.2.5 Acciones de compensación por pérdida de biodiversidad en Colombia

Las compensaciones por impactos no mitigables sobre la biodiversidad son estrategias de


obligatorio cumplimiento, y en algunos casos, se convierten en estrategias complementarias a la
conservación. En Colombia existen dos tipos de compensaciones: las que se aplican a grandes
proyectos con impactos ambientales no mitigables y que requieren licencia ambiental de la
ANLA9, y aquellas compensaciones que se implementan por aprovechamiento de bosque natural
o levantamiento de veda, para lo cual el gobierno nacional ha venido desarrollando herramientas
que regulan este tipo de actividades:

Compensaciones por pérdida de biodiversidad: Recientemente, a partir del año 2012,


mediante la expedición de la resolución 1517, el MADS10 adoptó el Manual de Asignación de
Compensaciones por Pérdida de Biodiversidad (MACPB), el cual establece la obligatoriedad de
realizar las compensaciones ambientales bajo el principio de ‘no pérdida neta de biodiversidad’ y
‘equivalencia ecosistémica’ en proyectos de gran envergadura, obligados a obtener licencia
ambiental con competencia de la ANLA (Decreto 2014 de 2014)11. De acuerdo al MACPB:

las medidas de compensación son las acciones que tienen como objeto resarcir a la
biodiversidad por los impactos o efectos negativos que no puedan ser evitados, corregidos,
mitigados o sustituidos y que conlleven pérdida de la biodiversidad en los ecosistemas
naturales terrestres y vegetación secundaria; de manera que se garantice la conservación
efectiva de un área ecológicamente equivalente donde se logre generar una estrategia de
conservación permanente y/o su restauración ecológica, a fin de que al comparar con la
línea base se garantice la no pérdida neta de biodiversidad.

9
Agencia Nacional de Licencias Ambientales.
10
Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, 2018.
11
Competencia y exigibilidad de la licencia ambiental: Proyectos en el sector 1) hidrocarburos, 2) minero, 3) presas,
represas o embalses, 4) sector eléctrico, 5) generación de energía nuclear, 6) sector marítimo y portuario, 7) ejecución
de obras públicas, 8) construcción de obras marítimas duras, 9) construcción y operación de distritos de riego, 10)
producción de pesticidas, 11) importación y/o producción de productos sujetos a controles, 12) proyectos que afecten
el Sistema Nacional de Parques Nacionales Naturales, 13) proyectos de infraestructura en áreas protegidas, 14)
proyectos adelantados por las corporaciones autónomas regionales, 15) trasvase de cuencas.

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Compensaciones por medio de bancos de hábitat: Según el MADS, esta estrategia consiste
en un banco de tierras que se destina a actividades de conservación y restauración; uno de los
objetivos de la iniciativa es dinamizar la implementación de las compensaciones e inversiones
ambientales obligatorias, reglamentada mediante la Resolución 1051 del 2017 y registrada en el
Registro único de Ecosistemas y Áreas Ambientales (REAA). Los bancos de hábitat se podrán
financiar a partir de inversiones provenientes del sector público y/o privado, recursos de
cooperación internacional, recursos de la inversión forzosa de no menos del 1% de los proyectos
objeto de licenciamiento ambiental y/o de compensaciones ambientales de licencias, permisos,
concesiones, y demás autorizaciones ambientales, entre otras.

1.3 Contexto Departamental: Antioquia

En Antioquia, al igual que en el país, los bosques y la biodiversidad se han convertido en


recursos importantes para la sostenibilidad. Desde la gestión pública se ha evidenciado un aumento
de las políticas públicas encaminadas a lograr el desarrollo sostenible, así como de las iniciativas
de conservación en todas las subregiones. Base natural y ecosistemas, punto de partida de la
biodiversidad

El departamento de Antioquia, se extiende por más de seis millones de hectáreas, se encuentra


estratégicamente ubicado en una de las zonas de mayor biodiversidad del planeta, específicamente
en la región norte de los Andes tropicales, está bañado por costas del mar caribe y es receptor de
la humedad del océano pacífico. Contiene diversos ecosistemas, selvas húmedas del Chocó,
bosques secos, pantanos, manglares, y sistemas de montañas de los Andes. Además, es atravesado
por las cuencas de los ríos Magdalena, Cauca, Atrato, Porce-Nechí y San Jorge, y se encuentra
cerca al Istmo de Panamá, que conecta dos continentes (González-Caro et al., 2014; ver Figura 3).
El departamento de Antioquia se ha caracterizado por contar con una riqueza expresada en la
diversidad de ecosistemas, resultado de la combinación de condiciones físicas asociadas a la
precipitación (1.170 - 6.000 mm/año), elevaciones que abarcan desde zonas costeras hasta páramos
(0 - 3.800 m s. n. m.), diferentes condiciones de temperatura, una topografía en ocasiones plana y

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en otras quebrada y pronunciada, formando valles, altiplanos y zonas bajas inundables, entre otras
condiciones, que se expresan en subregiones tan diversas como sus gentes y costumbres
(Gobernación de Antioquia, 2016).

A pesar de tener solo el 5,4% del territorio de Colombia (uno de los países más diversos del
mundo), Antioquia alberga cerca del 47% de las especies reportadas en el país. Por ejemplo, se ha
reportado poblaciones en Antioquia de cerca del 30% de plantas vasculares (Idárraga & Callejas,
2011), el 49% de las especies de mariposas (Nymphalidae; Henao 2006), el 30% de los anfibios
(Gutiérrez et al. 2003), el 52% de especies de aves (Salaman, Donegan, and Caro 2009) y el 51%
de los mamíferos (Cuartas & Muñoz 2003). A pesar de esto, solo el ~30% (21.000 km2) de su
territorio es bosque natural, es decir hábitat apropiado para la mayoría de las especies (Rosenzweig
1995). Probablemente a esto se puede atribuir que también es el departamento con mayor cantidad
de especies amenazadas (162 especies de las 1.258 reportadas en los libros rojos de Colombia;
Salazar-Holguín 2010). Aunque, esto por sí solo es una problemática ambiental, generalmente es
acompañada de la degradación de los servicios ecosistémicos de los cuales depende el bienestar
humano. Antioquia tiene ~206 mil millones de metros cúbicos de agua disponibles para las
necesidades humanas, y el suministro de 10 complejos hidroeléctricos que proveen el 30% de la
energía eléctrica del país (Gobernación de Antioquia 2010; ver Luck et al. 2009). Autores citados
por (Fundación Jardín Botánico de Medellín, 2014)

Mora y Muñoz (2008, referenciado en Fundación Jardín Botánico de Medellín, 2013) muestran
que las características de los suelos, las condiciones de pendiente del terreno y humedad, hacen
que Antioquia sea una zona apropiada para la conservación de bosques y la explotación de recursos
como el agua (ver Sandel & Svenning, 2013, referenciado en Fundación Jardín Botánico de
Medellín, 2013). Por lo cual se plantea que al menos el 57,8% debería mantenerse como bosques,
sin embargo, solo existe el 32,8% actualmente, es decir ~1,5 millones de hectáreas se están usando
en otras actividades, arriesgando la sostenibilidad ambiental del departamento.

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¿Qué le queda al departamento de su base natural?: En términos de biodiversidad, la


mayoría de los biomas12 de Antioquia tienen menos del 40% de ‘remanencia’13. El bioma Seco
Tropical del Caribe es el más transformado (5% de remanencia), seguido de los biomas del
Magdalena y el Caribe (18%), y los del Pacífico y Atrato (28%). Sin embargo, el bioma Seco
Tropical del Caribe tiene 1.000 km2 más que los otros dos ecosistemas anteriores, es decir que su
trasformación ha sido más acelerada. Los biomas bajos de los Andes tienen la mayor extensión
natural en el departamento, sin embargo, su remanencia es del 33%. En contraste, el bioma de San
Lucas (estribaciones de la Serranía de San Lucas) presenta una remanencia total (100%; González-
Caro et al., 2014).
FIGURA 3. MAPA DE ECOSISTEMAS DE ANTIOQUIA.

FUENTE:GONZÁLEZ-CARO ET AL., 2014.

12
Unidad ecológica en que se divide la biosfera atendiendo a un conjunto de factores climáticos y geológicos que
determinan el tipo de vegetación y fauna.
13
La ‘remanencia’ de bioma se entiende como el área natural que aún permanece intacta respecto a su extensión
original (González-Caro et al, 2014).

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1.3.1 Prioridades de conservación definidas para Antioquia en el 2014

Teniendo en cuenta que en el 2014 se definió para el departamento el portafolio de prioridades


de conservación, y que este análisis definió cuatro zonas naturales en conservación que adquieren
el carácter de prioritarias y que requieren alguna figura de protección, es muy probable que las
declaratorias de estas zonas se realicen por parte de las autoridades ambientales, lo cual no significa
que se va a hacer fácil su administración y que realmente se van a conseguir los objetivos de
conservación. Los sitios del portafolio de conservación que se deben priorizar para Antioquia son:

 Nordeste alto: Hace parte de la jurisdicción de los municipios de Anorí, Amalfi y, en menor
proporción, Yarumal. Estos municipios concentran una de las extensiones de bosque más
importantes del departamento, aproximadamente, 2,72% de territorio y cerca del 8,2% de los
bosques antioqueños en un estado más cercano a lo natural en todo el departamento. No existe
ninguna figura de protección (nacional o local) que permita la continuidad futura de esta
región.
 Chocó antioqueño: Está distribuida en los municipios de Vigía del Fuerte y Murindó,
principalmente. Estos municipios concentran la extensión más grande de cobertura continua
de bosque en Antioquia, constituyendo cerca del 11,7% de los bosques antioqueños. Al igual
que en otras regiones, no existe ninguna figura de protección (nacional o local) que permita
mantener los bosques de esta región.
 Suroriente (Sonsón): Hace parte de los municipios de Nariño, Sonsón y Argelia; este último
en menor proporción. Estas jurisdicciones concentran una porción importante de los bosques
andinos del departamento, constituyendo cerca del 1,8% de los bosques antioqueños.
 Serranía de San Lucas: Está categorizada como una prioridad de conservación, debido a la
baja representatividad de sus ecosistemas en las áreas protegidas nacionales, su riqueza
biológica, y ofrecer hábitat para un número importante de especies amenazadas.

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1.3.2 Lineamientos de sostenibilidad ambiental en el plan de desarrollo vigente

El actual plan de desarrollo, ‘Antioquia piensa en grande, 2016-2019’, plantea importantes


lineamientos de gestión relacionados con la conservación de la biodiversidad. Específicamente, la
línea estratégica 4: sostenibilidad ambiental, presenta el ‘agua vital’ como eje transversal de la
gestión ambiental del departamento, mediante programas específicos de adaptación al y mitigación
del cambio climático; la protección y conservación del recurso hídrico; la conservación de
ecosistemas estratégicos; el fortalecimiento interinstitucional y escenarios de participación para la
protección de los recursos naturales; la educación y cultura para la sostenibilidad ambiental del
departamento de Antioquia, y la gestión del riesgo.
De manera complementaria, el Plan de Desarrollo 2016-2019 presenta el programa específico
‘Conservación de ecosistemas estratégicos’ con el propósito de fortalecer las áreas protegidas
declaradas, priorizar la declaratoria de nuevas áreas definidas en las prioridades de conservación
departamental, la articulación de las Reservas de la Sociedad Civil y de los predios adquiridos para
la conservación de cuencas abastecedoras de acueductos con el Sistema Departamental de Áreas
Protegidas (SIDAP), así como la consolidación de Sistemas Locales de Áreas Protegidas (SILAP),
la restauración en ecosistemas estratégicos (manglares, páramos, humedales, playas con sus
problemas de erosión, entre otros), y estrategias de control ambiental como guardabosques,
guardacuencas, guardaciénagas, guardapáramos como apoyo al tema de posconflicto, así como la
financiación vinculada al esquema de pago por bienes y servicios ambientales.

1.3.3 La conservación mediante Sistema de Áreas protegidas

El Sistema Departamental de Áreas Protegidas (SIDAP) Antioquia, nace en el 2002 a través del
convenio marco de cooperación entre las Corporaciones Autónomas del departamento y la Unidad
Administrativa Especial del Sistema de Parques Nacionales Naturales, Dirección Territorial Andes
Occidentales (UAESPNN DTA). Por medio de la Ordenanza 37 del 28 de diciembre de 2007 de
la Asamblea Departamental de Antioquia, se crea oficialmente el Sistema Departamental de Áreas
Protegidas de Antioquia, como un ente que vela por garantizar la conservación de la biodiversidad,
los bienes y servicios ambientales, y el patrimonio social y cultural del departamento.

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El SIDAP Antioquia abarca el conjunto de áreas protegidas nacionales, regionales y locales,


públicas o privadas, existentes en las zonas, los actores sociales e institucionales, y las estrategias
e instrumentos de gestión que las articulan. El objetivo del SIDAP es lograr que sea un sistema
completo, representativo ecológicamente, y efectivamente gestionado. En términos de su
administración, el SIDAP Antioquia parte del reconocimiento de las particularidades al interior de
las subregiones que lo integran. Estas particularidades identifican nueve áreas homogéneas,
denominadas subsistemas de gestión ambiental territorial para la conservación, o subsistemas
regionales de áreas protegidas; estos subsistemas son: Región Metropolitana, Región Central de
Antioquia, Páramos y Bosques del Suroriente Antioqueño, Embalses del Oriente Antioqueño,
Atrato Medio, Cauca Nechí, Marino Costero, Norte Antioqueño, y Cordillera Occidental.

En la actualidad, el departamento cuenta con 77 áreas ecosistémicas, bajo alguna figura de


protección de acuerdo a las categorías que establece el SIRAP y la UICN, que suman en total
1.365.352 hectáreas y equivalen al 21,53% del territorio antioqueño cubierto por alguna figura de
protección. Este dato fue calculado en noviembre de 2018 a partir de información publicada en el
libro Antioquia, un territorio para proteger de Fundación Epm. Este cálculo incluye las áreas
protegidas declaradas por los entes nacionales, departamentales y locales, así como por las tres
Corporaciones Autónomas Regionales de Antioquia, hasta el 8 de noviembre de 2018, como es el
caso de la Ciénaga Barbacoas, declarada por Corantioquia como Distrito regional de manejo
integrado.

TABLA 1. RELACIÓN DE ÁREAS EN CONSERVACIÓN Y ÁREAS EN MANEJO SOSTENIBLE DE


ANTIOQUIA.
(%) (%)
Estrategia de conservación Área (ha) Cantidad Estrategias
Estrategias Departamento
Áreas protegidas 720.724,65 52 53,5 11,6
Área en manejo sostenible 626.710,82 25 46,5 9,9
Total áreas en
conservación y áreas en
manejo sostenible 1.347.435,47 77 100,0 21,5

FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA DATOS DE FUNDACIÓN EPM (2018)

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Para determinar el área total del departamento que se encuentra bajo alguna figura de
protección, se incluyeron las siguientes categorías de protección y manejo sostenible: Área de
Recreación Parque Ecológico, Parque Nacional Natural, Parque Natural Regional, Reserva Natural
Regional, Reserva Forestal Protectora Regional, Reserva Natural de la Sociedad Civil, Sistemas
locales de áreas protegidas, otras Estrategias de Conservación, Cuencas abastecedoras de agua de
Medellín y de Antioquia, así como la categoría de Distrito Regional de Manejo Integrado (DMI),
la cual se tomó como la estrategia de desarrollo sostenible en el departamento, y todas las demás
categorías como áreas protegidas.

FIGURA 4. CANTIDAD DE HECTÁREAS DECLARADAS BAJO LAS DIFERENTES CATEGORÍAS DE


CONSERVACIÓN EN ANTIOQUIA A NOVIEMBRE DE 2018.

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De acuerdo con lo anterior, las áreas protegidas cubren 11,6% del departamento, valor que se
suma un 9,9% que se encuentra administrado bajo un enfoque de desarrollo sostenible. Si bien el
departamento ha avanzado en la declaratoria de áreas en manejo sostenible como los DMI, es
necesario evaluar si estas figuras de protección sí garantizan realmente la conservación de mínimo
el 17% de los ecosistemas terrestres, y el 10% de los ecosistemas acuáticos, que establece el
compromiso del país con el CDB.

Llama la atención el aumento en los últimos años de las declaratorias de áreas protegidas como
complejos cenagosos, humedales y paramunos, considerados ecosistemas estratégicos del agua,
muchos de ellos bajo la figura de Distrito Regional de Manejo Integrado, lo cual supone un gran
reto para la administración del ecosistema. Igualmente, las Reservas Naturales de la Sociedad Civil
han empezado a ocupar un lugar importante en las estrategias de conservación; si bien son
pequeñas en tamaño, su importancia en el ámbito local se maximiza.

FIGURA 5. ÁREAS DE ANTIOQUIA DE ÁREAS PROTEGIDAS EN CADA UNA DE LAS SUBREGIONES


DEL DEPARTAMENTO.

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La conservación desde lo local: Un sistema local de áreas protegidas es esencial para la


conservación de la biodiversidad, aunque esta no es la única razón. Muchos estudios han permitido
demostrar que la creación bien planificada de sistemas locales de áreas protegidas son estrategias
eficaces para la prevención de desastres (Voog, 2004), adaptación al cambio climático (ISDR
2012), y la conservación de la biodiversidad (Margules, Sarkar, & Margules, 2007, referenciado
en Corantioquia, Municipio de Jardín, 2016) y sus servicios ecosistémicos (Millennium Ecosystem
Assessment, 2005, referenciado en Corantioquia, Municipio de Jardín, 2016).

En Antioquia, las estrategias que promueven la conservación local se encuentran en pleno


desarrollo, promovidas principalmente por la sociedad civil a través de la figura Reservas naturales
de la sociedad civil (RNSC), las cuales suman 3.646 hectáreas en 17 áreas protegidas del
departamento. De igual manera, los sistemas locales de áreas protegidas (SILAP) se encuentran en
plena implementación, promovidos principalmente por las autoridades municipales. Esta
estrategia reporta a la fecha un área total de 64.176 hectáreas en protección, distribuidas en 8
SILAP, y a la par se encuentran en proceso de declaratoria otros 10 ejercicios similares.

Asimismo, en el departamento, a la fecha, se registran 17 sistemas locales de áreas protegidas,


los cuales son impulsados por las autoridades ambientales. Su diseño y consolidación parte del
análisis de bienes y servicios que prestan actualmente los ecosistemas desde lo local a lo regional,
teniendo en cuenta una escala temporal, y haciendo aproximación a los factores de amenaza y
desarrollo económico en el municipio (Jardín Botánico de Medellín Joaquín Antonio Uribe, 2013;
ver Tabla 2).

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TABLA 2. RELACIÓN DE SISTEMAS LOCALES DE ÁREAS PROTEGIDAS SILAP EN ANTIOQUIA.


Área
# Municipio Acuerdo Municipal (ha)
Carolina del
1 Príncipe 013 de 2014 7932.07
2 Angostura 13.087
3 Cocorná 010 de 2008
4 Envigado 0009 de 2016 3.299
5 Guadalupe 012 de 2015 1.897
6 San Luis 08 de 2010
7 San Carlos 22 de 2012
8 Santa Rosa 018 de 2015 25.764
9 Sonsón 022 de 2009
10 Turbo 014 de 2012
11 Urrao 074 de 2010
12 Jardín En proceso 885
003 mayo 26 de 6.300
13 Támesis 2018
14 Gómez Plata En proceso 12.944
15 Apartadó En proceso
16 Amalfi En proceso
17 Yolombó En proceso
TOTAL 64.176
Fuente: Jardín Botánico de Medellín Joaquín Antonio Uribe, 2013.

La conectividad de la biodiversidad: Los corredores biológicos son iniciativas de


conservación que están ampliando las fronteras de la conservación para conectar ecosistemas
naturales y áreas conservadas. El desarrollo de la conectividad a través de corredores ecológicos
resulta fundamental para la biodiversidad, y también para asegurar el intercambio genético y
energético a través de una mayor extensión geográfica (Roy et al., 2010, referenciado en García

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Quiroja, 2014). El concepto de corredor ecológico está vinculado a contextos científicos y sociales.
Durante las últimas décadas han aparecido muchos datos sobre la importancia de los corredores
ecológicos para superar el problema de la fragmentación territorial (Van and Sawart, 2008,
referenciado en García Quiroja, 2014)

Por corredor biológico se entiende una proporción significativa de áreas silvestres, ecosistemas
naturales o seminaturales, o áreas en restauración, que sirven para mantener o restituir la
continuidad espacial de procesos biológicos, ecológicos o evolutivos; en particular, para evitar los
efectos negativos de la fragmentación de las poblaciones o los ecosistemas, o para corregir cuando
estos se hayan presentado. Su uso puede darse en diferentes escalas. Tienen particular importancia
cuando se diseñan en grandes espacios geográficos (a través de un continente o región); caso en el
cual sus funciones son múltiples. Son muy utilizados actualmente para mantener o restablecer la
continuidad de procesos entre áreas silvestres protegidas, o como zonas de amortiguación, de paso
para animales, o para reservas de especies útiles en zonas de aprovechamiento forestal, zonas
urbanas o de agricultura intensiva (República de Colombia, 2010).

Desde el 2014, en Antioquia, se priorizaron sitios claves para establecer corredores de


biodiversidad, tales como los bosques de Sonsón y el Alto de San Miguel, los cuales permiten
mantener una estrella fluvial clave para el departamento; así mismo, en la región norte de
Antioquia, entre el Páramo de Belmira y los bosques de Anorí-Yarumal, donde existen relictos de
bosques andinos en peligro crítico y mantienen la integridad ecológica de esta región (González-
Caro et al., 2014).

También, desde el 2017, en el departamento de Antioquia se inició la primera etapa


de delimitación de corredores biológicos para la protección de la fauna; esta iniciativa está siendo
liderada por la Asamblea Departamental de Antioquia, con el propósito de proteger los pasos de
fauna silvestre en algún grado de amenaza. Hoy el departamento acoge el paso de cinco corredores
biológicos para mamíferos, que son: corredor biológico del Jaguar; corredor biológico del Puma;
corredor biológico del Oso de Anteojos; corredor biológico del Manatí, y corredor biológico del
Tití gris (ver Figura 6).

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FIGURA 6. RETOS DE CONSERVACIÓN EN ANTIOQUIA.

2. Posible evolución

A partir del estado de la conservación de la biodiversidad en Antioquia, se identifican cuatro


fuerzas impulsoras que constituyen actualmente los principales agentes movilizadores de las
estrategias de protección de áreas naturales o la promoción de acuerdos sociales para la
conservación: 1) mitigar el cambio climático; 2) la conservación de los ecosistemas estratégicos;
3) los mercados de servicios ecosistémicos, y 4) la participación ciudadana.

Fuerza impulsora 1: La biodiversidad como medida de mitigación del cambio climático

Uno de los principales factores que amenaza con transformar hábitats y ecosistemas, es el
cambio climático global. Por esta razón, el IPCC14 en su comunicación de octubre de 2018 plantea
la necesidad de disminuir las emisiones netas globales de dióxido de carbono (CO2) de origen
humano alrededor de un 45% para el 2030, respecto de los niveles de 2010, y una continua

14
Panel Intergubernamental de Cambio Climático, IPCC por sus siglas en inglés.

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disminución hasta alcanzar el ‘cero netos’ aproximadamente en 2050. Eso significa que se
necesitaría compensar cualquier emisión de remanente por medio de la remoción de CO2 de la
atmósfera (IPCC, 2018); frente a este escenario, una gran posibilidad de mitigación es el manejo
y conservación de áreas naturales y ecosistemas estratégicos (ver Figura 7).

Escenario de cambio climático: a partir de los escenarios de cambio climático planteados por
el IDEAM para el año 2100, se estima que para fin de siglo el departamento aumentará la
temperatura hasta 2,2°C. En un escenario intermedio, hasta el año 2040, la temperatura podrá
aumentar en promedio en 0,8°C. En general, las poblaciones que pueden verse más afectadas por
aumentos de temperatura corresponden a las subregiones de Urabá, Bajo Cauca y Magdalena
Medio; las actividades que allí se realizan relacionadas con grandes cultivos podrán tener
afectaciones por aumentos de temperatura que modifiquen los ciclos tradicionales. Al revisar el
porcentaje de conservación de la biodiversidad de estas subregiones, coinciden con el menor
porcentaje de áreas protegidas del departamento; en el caso del Bajo Cauca, tiene el 1% bajo
protección, y en el caso del Magdalena Medio, cuenta con el 5% de su territorio protegido. Si bien
las áreas protegidas no son la única estrategia frente al cambio climático, son pilares importantes
del manejo sostenible del territorio (IDEAM, 2011).

De igual manera, la probabilidad de sequías podrá aumentar en los municipios de El Bagre,


Zaragoza, Segovia y el Sur de Caucasia, debido a los ascensos de temperatura y disminución de
precipitación. Es previsible un aumento en los deslizamientos, sobre las poblaciones que se
encuentran ubicadas en topografías con pendientes elevadas, debido al aumento de precipitaciones
y cambios en la cobertura del suelo, por lo que los sectores de construcción e infraestructura en
general deben incorporar medidas de adaptación en este sentido (IDEAM, 2011).

Algunos ejemplos de actividades que promueven el manejo de la biodiversidad para promover


la mitigación o adaptación al cambio climático son: 1) mantenimiento y restauración de los
ecosistemas naturales; 2) la protección e incremento de los servicios ecosistémicos naturales; 3) el
manejo de hábitats de especies amenazadas; 4) la creación de refugios y zonas de amortiguamiento,
y 5) el establecimiento de sistemas de áreas protegidas de ecosistemas terrestres, marinos y de

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agua dulce (Sánchez & Madriñán, 2012). En este sentido, el gran reto del cambio climático es que
la sociedad entienda no solo los cambios en la temperatura y precipitación, sino su relación con
las transformaciones que estamos generando en la Tierra y la necesidad de desarrollar medidas de
adaptación ante el cambio climático.

En este contexto para la biodiversidad, el cambio climático representa una gran oportunidad de
conservación y ampliación de sus fronteras, lo cual ha comenzado a consolidarse, a partir de la
expedición de la ley 1931 de 2018, denominada ley de cambio climático; la cual tiene como uno
de sus principales instrumentos, la implementación de los Planes Integrales de Gestión del Cambio
Climático Territoriales (PIGCCT). En tal sentido, se presenta el mapa de retos de la conservación
en Antioquia, como una propuesta para la mitigación de los efectos del cambio climático a nivel
territorial en el largo plazo, con enfoque funcional por especies, con inclusión de grupos étnicos y
conservación local (ver Figura 7).
Figura 7. Escenario cambio climático por cambio en la temperatura y la precipitación, y los
retos del departamento.

Fuente: IDEAM.

Fuerza impulsora 2: La conservación de los ecosistemas estratégicos

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Previendo que para el año 2030 se viene una bonanza económica de los países emergentes, y
gran parte de los ingresos se lograrán aumentando aproximadamente tres veces la demanda de
recursos naturales, se convierte en un reto para Antioquia planificar el uso sostenible de su base
natural, de manera que se mantenga la conservación de los ecosistemas estratégicos, y con ellos
su funcionalidad y la provisión de los servicios ecosistémicos.

La conservación de los ecosistemas estratégicos ha tomado fuerza en el país y en el


departamento en los últimos años, a partir de la importancia que la sociedad le ha venido dando al
mantenimiento de algunas funciones ecológicas de los ecosistemas, más allá de la conservación
de una especie de animal o planta en particular. Esta tendencia continúa cobrando cada vez mayor
importancia en todos los sectores y niveles de actuación de la sociedad. Por lo tanto, es evidente
una mayor articulación entre los actores relacionados tanto a nivel departamental, nacional e
internacional; además del surgimiento y/o afianzamiento de estrategias complementarias de
conservación y manejo de la biodiversidad principalmente por parte de la sociedad civil o empresas
particulares, que ven en la conservación de la biodiversidad y los ecosistemas una alternativa de
la sostenibilidad. Sin embargo, sigue vigente la necesidad de planteamientos que combinen
conservación de la biodiversidad con desarrollo sustentable (Halffter, 2002), sobre todo en el
sector primario, y en actividades como la minería, la explotación de hidrocarburos y la
infraestructura, asuntos muy polémicos en el país.

En Antioquia, la conservación de los ecosistemas del agua como páramos, manglares,


humedales y cuencas abastecedoras de agua, son actualmente una de las principales fuerzas
impulsoras de la conservación bajo el enfoque de Ecosistemas estratégicos. Su importancia para
el suministro de agua para el consumo humano, la regulación de inundaciones, y la provisión de
alimentos, ha tomado dimensiones sociales que están movilizando al país a darle un tratamiento
especial a estos ecosistemas, y muy probablemente serán protegidos bajo instrumentos normativos
más estrictos en el corto plazo. A continuación, se detallan algunos ecosistemas estratégicos
movilizadores de las estrategias de conservación, así como algunas acciones complementarias para
la conservación del recurso hídrico:

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 Ecosistemas de páramo: en Antioquia existen cinco complejos de Páramos representativos


que son, el Páramo del Sol (Urrao-Frontino, Caicedo, Abriaquí, Santafé de Antioquia, Salgar),
el Páramo de Sonsón (Sonsón-Nariño-Argelia), el Páramo de Paramillo (Dabeiba, Ituango,
Mutatá, Peque), Citará (Andes, Betania, Ciudad Bolívar) y el Páramo de Santa Inés (Belmira,
Entrerríos, San José de la Montaña, San Andrés de Cuerquia, Liborina, Olaya y Sabanalarga).
En total, las áreas de páramos de Antioquia suman aproximadamente 43 mil hectáreas, los
cuales se encuentran en proceso de delimitación y declaración como área protegida.

 Ecosistemas de manglar: el departamento cuenta con poco más de 16 mil hectáreas de


manglares todos ubicados en el Golfo de Urabá, de los cuales el 78% están en el delta del río
Atrato. El ecosistema de manglar es la primera línea de defensa que protege la costa contra la
erosión y las tormentas, además de ser uno de los ecosistemas más productivos del planeta
(Mejía Quiñones, 2014); sobre todo en materia de recursos pesqueros, razón por la cual las
comunidades del Golfo de Urabá desarrollan actividades de pesca de alrededor de 60 toneladas
al año.

 Ecosistemas de humedales: Según su morfología se pueden clasificar en humedales marinos,


ribereños, estuarios, lacustres y palustres, los cuales debido a condiciones hidrológicas y
geomorfológicas permiten la acumulación de agua temporal o permanente y dan lugar a un
tipo característico de suelo y/o a organismos adaptados a estas condiciones (Instituto de
Investigación de Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt, 2015).

Antioquia cuenta con dos grandes sistemas de humedales a escala subregional que son: el
Sistema de humedales del Magdalena Medio y el Sistema de Humedales en el Bajo Cauca. Por
su parte, la Jurisdicción de CORNARE cuenta con el SIRAP15, Bosques, Páramos y humedales
del Suroriente y Magdalena Medio antioqueño, en el cual se encuentran las ciénagas de los
deltas del río Claro-Cocorná Sur y la Miel, y otras aledañas (Cornare, 2014).

15
Sistema Regional de Áreas protegidas.

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33

CORANTIOQUIA alberga 2 sistemas de humedales tropicales de llanuras aluviales, uno


asociado al río Magdalena en los municipios de Yondó, Puerto Berrío y Puerto Nare; otro
asociado a los ríos Cauca-Nechí en los municipios de Zaragoza, el Bagre, Nechí, Caucasia,
Tarazá y Cáceres. Ambos sistemas presentan complejos cenagosos (56.734 ha; Corantioquia,
2007). Así mismo, cuenta con humedales de alta montaña en la subregión de Tahamies, con
una serie importante de lagunas de alta montaña, así como en las reservas Farallones del Citará
y Nues-Capota-Trocha ubicadas en las regiones Citará y Cartama (Corantioquia, 2007).
CORPOURABÁ, en la subregión caribe, tiene presencia de los humedales Represa el Bote,
Ciénagas El Calabozo, La Estación, Ensenada de Rionegro, bajos de la Ensenada, Rionegro,
Ciénagas la Marimonda, El Salado y Ciénaga de Venus (Corpourabá, 2012).

 Conservación de cuencas abastecedoras de agua: la estrategia de conservación de áreas para


la recarga hídrica se está desarrollando por parte del sector público, según lo dispuesto por el
Decreto 953 de 2013 y el Decreto 870 de 2017, el cual determina que los departamentos y
municipios dedicarán un porcentaje no inferior al 1% de sus ingresos corrientes para la
adquisición y mantenimiento de las áreas de importancia estratégica para la conservación de
recursos hídricos que surten a los acueductos municipales, distritales y regionales, o para
financiar esquemas de pago por servicios ambientales en dichas áreas (Secretaría del Medio
Ambiente Gobernación de Antioquia; Fundación epm, 2018).

El departamento en conjunto con las administraciones municipales cofinanció, durante el


periodo 2014-2017, la adquisición de 10.719,9 hectáreas para la protección y conservación del
recurso, beneficiando a 474.640 personas; el departamento de Antioquia ha restaurado un total
de 15.213,44 hectáreas en el periodo comprendido entre el 2014 y el 2017; con respecto a la
reforestación en el 2017, la información disponible reporta 242 hectáreas reforestadas
(Secretaría del Medio Ambiente Gobernación de Antioquia; Fundación epm, 2018).

 Delimitación de rondas hídricas: como estrategia complementaria para la protección del


recurso hídrico, el Decreto 2245 de 2017 establece los criterios técnicos para que las
autoridades ambientales realicen estudios para la delimitación de las rondas hídricas, mediante

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el acotamiento de la faja paralela a los cuerpos de agua a que se refiere el literal d) del artículo
83 del decreto-ley 2811 de 1974 y el área de protección o conservación aferente, para lo cual
deberán realizar los estudios correspondientes. Si bien estas áreas no tienen hasta el momento
categorías declaratorias como áreas protegidas, con su delimitación, se convierten en
estrategias complementarias de conservación y elementos de la infraestructura ecológica
principal para promover la conectividad ecológica y la prestación de servicios ecosistémicos.

 Acciones de restauración: con respecto a esta estrategia, el departamento de Antioquia ha


restaurado un total de 15.213,44 hectáreas en el periodo comprendido entre el 2014 y el 2017;
con respecto a la reforestación en el 2017 se reportan 242 hectáreas reforestadas (Fundación
epm, Gobernación de Antioquia, 2018).

 Control de las áreas naturales: actualmente se vienen desarrollando algunas estrategias de


control de las áreas de interés público como guardabosques, guardacuencas, guardaciénagas, y
guardapáramos, definidas por la Gobernación de Antioquia (2016). Estas estrategias son
novedosas en tanto incorporan a las poblaciones locales en el ejercicio de la conservación, y
se adaptan a las condiciones del territorio, lo cual viene generando apropiación de las
poblaciones de sus áreas protegidas.

Reto de conservación del departamento: teniendo en cuenta que las áreas prioridades de
conservación definidas en el 2014 se presentan como zonas de importancia ecológica para el
departamento, las cuales gozan de importancia estratégica para la conservación de la
biodiversidad, se presenta una propuesta del escenario de la conservación para Antioquia en forma
de mapa, donde se integran los ecosistemas estratégicos del agua como páramos, humedales y
manglares, así como las cuencas abastecedoras del agua y las zonas de importancia ecológica
denominadas prioridades de conservación. Esta propuesta responde a la necesidad de garantizar
una base natural suficiente para el mantenimiento de los procesos ecológicos y el
aprovisionamiento de servicios ecosistémicos (ver Figura 8)

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Figura 8. Ecosistemas de conservación y prioridades de conservación para Antioquia.

Fuerza impulsora 3: Mercados de carbono y pago por servicios ambientales –PSA

Actualmente, los mecanismos de pago por servicios ambientales y el mercado de carbono o de


reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero, surgen por la necesidad de tomar
medidas ante la evidencia de que la actividad humana está influenciando un proceso de
calentamiento climático global acelerado (Eguren, 2004). Por ejemplo, el mercado de carbono está
en desarrollo, y es improbable que desaparezca. Existe una convicción e infraestructura de
mercado demasiado avanzadas para paralizar el proceso de desarrollar un mercado de reducción
de emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI; Eguren, 2004). Para Antioquia, esta ventana y el
mecanismo de pago por servicios ambientales representan una oportunidad de manejo y
conservación de áreas naturales locales de manera rentable en el mediano largo plazo. Así mismo,
el crecimiento de Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), competitivo y el desarrollo de las
energías renovables.

Pago por Servicios Ambientales: En Colombia, el concepto de pago por servicios ambientales
no es nuevo. Desde hace 20 años, el Estado ha creado incentivos para promover la conservación
como el ‘Certificado de Incentivo Forestal a la Conservación’ (CIF), en el cual se reconoce el costo

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en el que incurre un propietario por conservar en su predio ecosistemas boscosos o invertir en


nuevas plantaciones forestales. Por su parte, el programa ‘Familias Guardabosques’ ofrece
ingresos económicos y apoyo técnico para proyectos productivos a familias en riesgo de sembrar
cultivos ilícitos. Actualmente, los recursos de los esquemas PSA vienen no solo del Estado sino
de la empresa privada y de las personas naturales (Revista Semana, 2017).

El país cuenta hoy con el Decreto 870 de 2017, que establece el Pago por Servicios Ambientales
y otros incentivos a la conservación, como respuesta ante el incremento de cultivos de uso ilícito
en áreas de ecosistemas social y ambientalmente estratégicos, así como ante la tala ilegal de
bosques naturales que viene generando grandes focos de deforestación y trasformación de estos
territorios (Constitucional, 2017). Este decreto propone el desarrollo de nuevas alternativas
económicas para la generación de ingresos a las comunidades que permitan, con eficacia y
celeridad, frenar la transformación ambiental y la pérdida del capital natural, y contribuyan al
mejoramiento de las condiciones de bienestar y buen vivir. En este sentido, los esquemas de pago
por servicios ambientales para servicios de regulación hídrica y calidad del agua, pueden llevarse
a cabo fácilmente a través de la financiación de los usuarios directos, aunque también es factible
que se haga por medio de los gobiernos locales o regionales (Vargas & Reyes, 2011).

BanCO2: El departamento ha desarrollado acciones enfocadas en el recurso hídrico a través


del proyecto BanCO2, que busca estimular la conservación de los ecosistemas, mediante el pago
por servicios ambientales, como incentivo por conservación y/o por afectaciones ambientales,
permitiendo a las comunidades asentadas en estas zonas recibir recursos correspondientes al pago
por el costo de oportunidad que representa la conservación, restauración, y mitigación de los
ecosistemas estratégicos. Este programa se viene desarrollando por parte de las entidades
territoriales con la obligación de proteger las cuencas abastecedoras de agua. La gobernación de
Antioquia tiene registro que con esta estrategia actualmente se benefician 23 municipios ubicados
en jurisdicción Corantioquia, 24 en la jurisdicción de Cornare, 12 en jurisdicción de Corpourabá,
y 5 en jurisdicción del AMVA para un total de 64 municipios vinculados al programa.

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Mercado de carbono: Como resultado de la cumbre mundial de cambio climático (COP21),


Colombia asumió el compromiso de reducir sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI)
en un 20%, con relación a las emisiones proyectadas a 2030. Desde entonces, las acciones del país
se han orientado en aumentar la resiliencia y la capacidad adaptativa al cambio climático, a través
de 10 acciones sectoriales y territoriales priorizadas para 2030. La meta de reducción del 20%
comprende el 100% de las emisiones de todos los sectores emisores y la totalidad del territorio
nacional, según la información resultante del Inventario Nacional de GEI realizado en 2010 (South
pole group, 2018).

El país cuenta con cuatro herramientas principales de política pública para lograr esta meta: 1)
La Estrategia Colombiana de Desarrollo Bajo en Carbono (ECDBC); 2) El Plan Nacional de
Adaptación al Cambio Climático (PNACC); 3) La Estrategia nacional de reducción del riesgo
financiero del Estado ante la ocurrencia de desastres naturales, y 4) La Estrategia Nacional de
Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Forestal (REDD+), enmarcada en la
Política Nacional frente al Cambio Climático. Es necesario entonces implementar estos planes para
alcanzar el 20% de las reducciones de carbono, sin embargo, es clave la participación del sector
privado en la mitigación de emisiones de carbono, lo cual es posible a través de un mercado de
carbono (South pole group, 2018).

Para Antioquia, la incursión en los mercados de carbono representa una gran oportunidad en lo
que respecta a la implementación de estrategias REDD+, tomando como punto de partida el
potencial forestal y las áreas prioritarias de conservación del departamento, como una manera de
promover la conservación de áreas naturales locales de manera rentable en el mediano y el largo
plazo.

Los negocios verdes o la bioeconomía: La bioeconomía es entendida como la producción de


productos biológicos renovables y la transformación de esos productos y sus residuos en otros
productos de mayor valor agregado. En ese sentido, las aplicaciones de la bioeconomía y su
enfoque como negocios verdes ganan cada vez más espacio en la economía colombiana, y se están

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convirtiendo en una muy buena alternativa de crecimiento para los sectores agropecuario y turismo
de naturaleza.

RETO: Debido a la importancia que han adquirido los servicios ecosistémicos o beneficios
derivados de ecosistemas estratégicos (páramos, humedales RAMSAR, bosque seco tropical,
manglares, pastos marinos, arrecifes coralinos, reservas forestales de Ley 2 de 1959, Áreas
Susceptibles a Procesos de Restauración Ecológica, y Áreas de proyectos Bosques de Paz)
orientados a la restauración ambiental y reconciliación de víctimas, se hace necesario considerar
otros incentivos económicos o mecanismos de pago por servicios ecosistémicos diferentes al
abastecimiento hídrico que actualmente se realiza. Esto sugiere, el desarrollo de mecanismos
específicos de financiación que involucren las particularidades de los grupos poblacionales como
comunidades indígenas, afro y habitantes de estos ecosistemas, así como la definición de acuerdos
de conservación como, renuncia a la tala de bosques, y la adopción de prácticas agropecuarias y
de pesca sostenibles.

Para el caso de Colombia, factores como la falta de gobernanza, el aumento de los cultivos de
uso ilícito, y la corrupción, agravan considerablemente la situación de degradación de los
ecosistemas. Así mismo, consolidar un modelo de desarrollo que involucre el uso sostenible de la
biodiversidad debe ser complementado con otras herramientas tales como las relacionadas con el
ordenamiento ambiental del territorio, los planes de manejo de los proyectos de desarrollo
sectorial, y otros mecanismos como los bancos de germoplasma, los jardines botánicos y
herramientas de conservación ‘ex situ’ (Sánchez & Madriñán, 2012). Sin embargo, en la aplicación
de estrategias de conservación basadas en los incentivos económicos, se encuentra que la dificultad
más importante es la incertidumbre del efecto que tienen los incentivos económicos sobre el
tamaño y configuración espacial del área a conservar, y por lo tanto del tipo y cantidad de servicios
ambientales ofrecidos (Vargas & Reyes, 2011).

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Fuerza impulsora 4: la participación ciudadana, activador de la conservación de la


biodiversidad

Es evidente la mayor preocupación de los ciudadanos por la protección y manejo de sus recursos
naturales. Esto se refleja en el aumento de las iniciativas de conservación con enfoque voluntario
y/o privado como las reservas de la sociedad civil; aunque estas acciones no representen
necesariamente grandes superficies en conservación a una escala regional, se consolidan como
áreas locales de importancia absoluta en su escala, para proporcionar bienes y servicios
ecosistémicos en sus entornos.

Las comunidades locales: Teniendo en cuenta que aproximadamente el 60% de la población


de Antioquia se encuentra en la Región Metropolitana, y el 40% restante de la población habita en
las regiones, se hace necesario convertir la biodiversidad en una herramienta de equidad territorial
bajo un enfoque sostenible. Por su parte, los grupos étnicos, afro y campesinos ubicados en
ecosistemas de alto valor, son determinantes en el ejercicio de la conservación; en la medida en
que se generen mecanismos económicos asociados a la biodiversidad, esto se convierte en un factor
de inclusión y desarrollo local.

Un reto para el departamento es crear una línea económica para que las poblaciones puedan
vivir del uso sostenible de la biodiversidad. Esto se refiere a generar capacidad instalada,
capacitación y proyecciones, lo cual solo se logra mediante el fortalecimiento de la gobernanza
comunitaria. Otro reto lo constituye la gestión territorial de la biodiversidad, en medio de
escenarios de posacuerdo en aquellas regiones que por medio siglo habían quedado por fuera de
los ‘beneficios del desarrollo’.

3. Actores estratégicos
Corporaciones autónomas regionales; Unidad Administrativa Especial Parques Nacionales
Naturales de Colombia; sector educativo, con sus grupos de investigación; Gobernación de
Antioquia; Municipios; SIDAP; SILAP; Gobernación de Antioquia; Pacto por los Bosques; EPM;

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Mineros de Antioquia; sector industrial; Parques Nacionales, y así mismo, instituciones, empresas,
grupos étnicos, grupos afros, ciudadanos y comunidades organizadas que habitan el departamento.

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II. Expresiones territoriales sobre la Conservación de la biodiversidad

Esta tendencia se refiere tanto a la pérdida de la biodiversidad como al desarrollo sustentable.


Sin embargo, a pesar de la mayor conciencia de las sociedades sobre la necesidad de detener la
pérdida de especies de animales y plantas, todavía hay reticencias con las soluciones que implican
el sacrificio económico y social de las poblaciones humanas (Halffter, 2002). Como veremos, y a
pesar de algunos esfuerzos de conservación, en general, todas las subregiones del departamento
tienen problemas de pérdida de biodiversidad por efectos acumulados de un modelo de desarrollo
con énfasis extractivo.

Subregión Suroeste. La colonización del territorio estuvo asociada al uso intensivo de los
recursos naturales mediante actividades agrícolas y ganaderas. Sin embargo, en los límites entre
Antioquia y Chocó, y con la subregión de Urabá, hay áreas de especial importancia en tanto son
fronteras en zonas boscosas que tienen figuras legales de protección ambiental lo que augura mayor
control en el cambio de destinación de los suelos y la deforestación.

Las más importantes áreas de protección ambiental de la subregión son los distritos de manejo
integrado, reservas forestales protectoras, y en el caso de Urrao, el Parque Nacional Natural de Las
Orquídeas. Todas ellas tienen valores para la conservación por ser corredores biológicos, estrellas
hídricas con importancia biológica, económica, social y paisajística. Uno de los retos es conectar
las prácticas productivas campesinas con la conservación.

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Tabla 1. Áreas de protección ambiental Suroeste antioqueño


Nombre Hectáreas Municipios CAR
DMI Cuchilla Jardín-Támesis 28,050.94 Jardín, Támesis, Jericó, Corantioquia
Andes, Caramanta
DMI Cuchilla Cerro Plateado – 8,893.09 Salgar, Betulia, Concordia, Corantioquia,
Alto de San José Urrao Corpourabá,
Codechocó
DMI Divisoria Valle de Aburrá río 28,070.67 Medellín, Itagüí, Caldas, La Corantioquia
Cauca Estrella, Amagá, Bello,
Ebéjico, Heliconia,
Angelópolis y San Jerónimo
DMI Río Barroso –San Juan 3.037 Salgar, Pueblorrico, Tarso, Corantioquia
Hispania, Ciudad Bolívar
DMI Nubes – Trocha – Capota, 4,182.28 Jericó, Tarso, Pueblorrico Corantioquia
área protegida que comparte el
municipio de
Reservas Forestales Protectora 29,870.25 Urrao, Abriaquí, Caicedo, Corpourabá,
Nacional De Urrao Frontino Corantioquia
Reserva Forestal Protectora 30,071.13 Andes, Betania, Ciudad Corantioquia,
Regional Farallones del Citará Bolívar, Mistrató, Bagadó, Codechocó, Carder.
Jardín.
Reserva Forestal Protectoral 892.41 Venecia y Fredonia Corantioquia
Regional Cerro Bravo
Páramo: Farallones de Citará 12.512,90 Andes, Betania, Ciudad Corantioquia
Bolívar, Mistrató, Bagadó,
Jardín.
Páramo: Cerro Plateado 395,28 Salgar, Betulia, Concordia, Corantioquia,
Urrao Corpourabá,
Codechocó
Páramo: Alto de San José 72,46 Salgar, Betulia, Concordia, Corantioquia,
Urrao Corpourabá,
Codechocó
Fuente: Registro Único Nacional de Áreas Protegidas

La titulación minera ha tenido su mayor incidencia en una zona que, por su potencial aurífero,
se ha denominada Cinturón de Oro de Colombia al que pertenece la subregión y que abarca los
municipios de la margen occidental del río Cauca y los más próximos al departamento de Caldas.
También el municipio de Urrao en la zona del Penderisco. Hasta el 2011 se habían titulado 107,157
hectáreas (219 títulos mineros) del territorio de la subregión a particulares (Gobernación de
Antioquia, 2012) y a algunas empresas mineras multinacionales como la Anglo Gold Ashanti y
I’m Gold para explotar oro en la subregión. En el municipio de Támesis, por ejemplo, el 90% del
territorio ha sido solicitado para explotación minera (Codeate, 2013). Allí es donde más se expresa

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la tensión entre áreas protegidas y títulos mineros, especialmente en el DMI Cuchilla Jardín-
Támesis que abarca los municipios de Támesis, Jardín, Jericó, Andes y Caramanta (Lota II).

Algunos de los títulos mineros fueron concedidos, paradójicamente, en zonas excluibles para el
desarrollo de esta actividad, como las áreas protegidas, y en áreas restringidas como resguardos
indígenas y territorios de comunidades negras. Esta tensión se refleja en que en el departamento
hay 24 áreas protegidas que representan un 7.66% del territorio, cifra inferior a la que alcanzan los
1.470 títulos mineros otorgados que representan el 13,23% del total del territorio. De esas áreas
tituladas, 28.403 hectáreas tituladas se encuentran ubicadas en 16 de las 24 áreas protegidas. El
Lota II define que, ante esta situación, en esas áreas traslapadas Antioquia le dará prioridad a la
función protectora sobre la minería, en virtud de que el impacto sobre la actividad minera de tal
decisión será menor que la alternativa contraria que afectaría el 66% de las áreas protegidas. Así,
se propone estudiar la continuidad de títulos mineros en tales áreas y no avalar en el futuro las
concesiones sobre áreas protegidas o iniciativas de conservación (Gobernación de Antioquia,
2012).

Esta situación ha estado enmarcada en un debate entre competencias de las diferentes


instituciones estatales y la prelación que en la práctica ha tenido el ordenamiento minero del
territorio a partir de los recursos subsuelo por estar circunscrito a las instituciones del nivel central
del Estado. Las competencias de instituciones subnacionales como las funciones de protección
ambiental de las CAR o de los municipios para ordenar su territorio y proteger las cuencas hídricas
se han visto en tensión con los títulos mineros. Estas competencias siguen siendo objeto de revisión
por parte de las altas cortes y tribunales.

El desarrollo de la minería supone retos para su articulación con dinámicas sociales y


proyecciones locales, en tanto quienes las realizan son actores externos a la subregión y sus
actividades producen un reordenamiento del territorio basado exclusivamente en la explotación de
los recursos del subsuelo; de ahí las tensiones en el territorio entre la función protectora del medio
ambiente, la protección de los suelos, la garantía del bienestar de las poblaciones y el desarrollo
de actividades económicas exógenas.

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Si bien el auge minero puede incrementar la productividad y competitividad y constituir un


aporte considerable al PIB departamental y nacional, implica tensiones ambientales, culturales,
productivas y sociales (Gobernación de Antioquia, 2012). Una de las más evidentes es con la
función de protección ambiental pues las potenciales explotaciones mineras a mediana y gran
escala, de oro y de otros metales, producen riesgos a los ecosistemas estratégicos y efectos
adversos en la gran diversidad de zonas de vida, variedad de flora y fauna (Farallones del Citará y
Parque Nacional Natural de las Orquídeas), riqueza hídrica y bosques de niebla.

A pesar de que las algunas áreas ricas ambientalmente son protegidas, tienen alguna de ellas un
alto grado de abandono y desatención de los sistemas ambientales por su ubicación en los bordes
o fronteras territoriales (Gobernación de Antioquia, 2010). Otras están traslapadas con títulos
mineros otorgados a empresas o particulares constituyéndose en delimitaciones superpuestas que
deben ser tenidas en cuenta por el departamento, los municipios y las autoridades ambientales para
garantizar una ordenación territorial equilibrada y sostenible en lo ambiental y lo social.

Las tensiones entre formas de ordenamiento del territorio tenderán a acrecentarse con el
aumento del interés y el avance de los proyectos por parte de las empresas mineras, y dependiendo
de factores tan variables como los precios internacionales de los minerales y las inversiones de las
empresas. Si bien había una tendencia en las decisiones judiciales hacia posiciones cada vez más
garantistas hacia las comunidades, la coordinación de competencias y el interés por mayor
participación a los municipios en la minería, recientemente las decisiones han estado en un punto
intermedio y no han tenido mayores repercusiones en el territorio.

Subregión Occidente. En la subregión hay dos Parques Nacionales Naturales: El Parque de


Las Orquídeas ubicado en los municipios de Frontino y Abriaquí, y el Parque Nacional Paramillo
entre Dabeiba y Peque. De orden regional, cuenta áreas protegidas en el Distrito de Manejo
Integrado Divisoria Valle de Aburrá-Río Cauca, Distrito de Manejo Integrado Sistema de Páramos
y Bosques Altoandinos del Noroccidente Antioqueño; el Parque Regional Natural Corredor de las
Alegrías; y Alto del Insor y su área de influencia.

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La compra de predios para preservación y restauración y el pago por servicios ambientales son
algunas de las estrategias de conservación de las Corporaciones Ambientales con presencia en
Occidente. Para generar ingresos a las comunidades e incentivar la conservación de los recursos,
el desarrollo del ecoturismo se vislumbra como una actividad posible en las diferentes áreas
protegidas. Por ejemplo, la declaratoria regional del Corredor de las Alegrías en 2015 ubicado en
Santa Fe de Antioquia, Anzá y Caicedo, podría aprovechar el reconocimiento turístico del primer
municipio y hacer el giro a un turismo ecológico que aporte a la conservación del medio ambiente
y la mejora de las condiciones de vida de las comunidades de estos municipios.

Subregión Nordeste. Es la tercera subregión de importancia en plantaciones forestales. Tiene


16.018 Ha sembradas, núcleos forestales en Yolombó, Vegachí, Amalfi y San Roque y presencia
de la Cía. Agrícola La Sierra, Tablemac y Cipreses de Colombia S.A. (Gobernación de Antioquia;
UdeA; UPB, 2015). La explotación de madera y las plantaciones forestales han configurado las
transformaciones de la población luego de años de conflictos y despojos con el asentamiento de
grandes multinacionales y pérdida de oferta agroalimentaria. Pese a su dinamismo, los productos
provenientes del sector forestal requieren mayor competitividad en términos de rendimiento por
unidad de área y costos de producción. La deficiente asistencia técnica, la informalidad en la
tenencia de los predios y dificultades para acceder a créditos y para asociarse o trabajar en equipo
son algunos de los inconvenientes de este sector (Gobernación de Antioquia, 2016). Los habitantes
han planteado reparos a la dinámica agroforestal por la introducción de nuevas especies
cuestionadas como el pino canadiense y el eucalipto, cultivos homogéneos que desplazan flora y
fauna nativa, afectan la protección hídrica y los suelos, y, en algunos casos, desplazan
comunidades. A estas plantaciones las comunidades las llaman “desiertos verdes”.

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La particularidad de la subregión en
términos de uso del suelo radica en que la
ausencia de áreas de protección han
afectado las tierras por explotaciones
agroproductivas y mineras que desnudan
y degradan los suelos, contaminan las
aguas y vuelven insuficientes los
productos y servicios ecosistémicos para
suplir las demandas de la población
(Comisión Tripartita, 2012, pág. 77).

Fuente: Mapa de áreas protegidas. Tan sólo parte de


Segovia y Remedios se encuentran como reservas
forestales. INER

El mapa adjunto muestra en color verde


pálido la predominancia del uso del suelo en
agroforestería, los proyectos agroforestales
(color verde intenso), la ganadería (color
naranja) y en menor proporción, la
agricultura (color fucsia). Lo anterior se
traslapa con la otorgación de títulos mineros
(entramado) con gran concentración en los
municipios de Segovia y Remedios, Santo
Domingo y San Roque, en los cuales se
concentra el poco uso del suelo para
actividades agrícolas.

Fuente: Mapa Uso actual del suelo vs títulos mineros,


INER

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La subregión cuenta con un DMI en el


municipio de Anorí; una reserva de la
sociedad civil en el municipio de
Amalfí; dos sectores de Reservas
Forestales Protectoras Nacionales en
los municipios de San Roque y Santo
Domingo. Finalmente, una Reserva
Forestal Protectora Nacional en los
municipios de Segovia y Remedios,
municipios con alta titulación y
solicitud de títulos mineros.

Fuente: Mapa de áreas protegidas. INER

Las áreas más bajas han sido las más intervenidas, mientras que las que se conservan mejor
están asociadas a condiciones topográficas más adversas y con menores posibilidades de
accesibilidad. La ganadería y la actividad minera ejercen fuertes presiones sobre los recursos
naturales y graves consecuencias en la pérdida y contaminación del suelo y del agua. A pesasr de
ello, es notorio el potencial forestal protector de la subregión gracias a las zonas de bosques que
conserva la Serranía de San Lucas (Comisión Tripartita, 2012, pág. 80). En el periodo 2014-2015
se deforestaron 32,32 hectáreas y en el periodo 2015-2016 un total de 61,68 hectáreas (Anuario
Estadístico de Antioquia, 2016). Para la subregión del Nordeste, segunda del departamento con
menor número de Áreas Protegidas, se proponen Iniciativas de Conservación que suman 13.283,37
hectáreas (1,56% de la subregión).

Subregión Magdalena Medio. El proyecto de recuperación de la navegabilidad del rio


Magdalena y las demás obras y megaproyectos convergentes con este en el Magdalena Medio
Colombiano, se incrementará la actividad minera y la degradación de los suelos, lo que tiene
efectos en la Estructura Ecológica Principal de la subregión, material y ecosistémica, compuesta

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por el río Magdalena y su llanura aluvial. Se espera que el desarrollo territorial del Departamento
de Antioquia sea sostenible, de ahí la importancia de comprender los efectos de estas obras desde
su comienzo hasta el año 2050. Los antecedentes del megaproyecto evidencian el marcado énfasis
economicista de la estrategia de desarrollo para la subregión, lo que se sintoniza con los diferentes
acuerdos de libre comercio internacionales que el país ha suscrito.

Para Delvalle (2017), desde una perspectiva medio-ambientalista, las obras de dragado y
encauzamiento del río Magdalena son un atentado contra su diversidad ecosistémica, ya que
intentan fijar y estabilizar un ambiente natural, cambiante y dinámico, sin considerar la naturaleza
de cuenca, es decir, no se ve el río en su complejidad ecológica, política, social y económica sino
solamente como una autopista acuática, una hidrovía como la llaman los mismos gestores del
proyecto.

Como antecedentes ambientales se destaca la opinión de CORMAGDALENA (2012), el


asociado público del megaproyecto, de que el proyecto no requería licencia ambiental, sino que el
concesionario debía elaborar un Plan de Adaptación a la Guía Ambiental del INVIAS- PAGA. La
explicación fue que si bien el proyecto en su integridad no requería la Licencia Ambiental (LA)
de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), algunas obras específicas, tales
como las de dragado sí la requerían, asunto que establecería luego el Ministerio de Ambiente y, en
consecuencia, el concesionario Navelena o sus subcontratistas tendrían que hacer la solicitud ante
la ANLA, organismo que en el 2013 confirmó la necesidad de una LA para las obras en las
Unidades Funcionales de Navegación (UFN) No. 3 y No. 4.

En marzo del 2017 Cormagdalena decretó la caducidad del contrato firmado con Navelena 16 y
en abril anunció en la Revista Dinero (2018) que el proyecto había recuperado su marcha, una vez
que fue aprobado el nuevo modelo de financiación para el mismo. Sea cual fuere la intervención,
se requerirían múltiples acciones para paliar los daños ambientales propios de las diferentes

16
Puede ampliarse esta información en Delvalle Quevedo, Rocío. El proyecto de Recuperación de la Navegabilidad
del Río Magdalena como generador de conflictos ambientales en la llanura inundable del río Magdalena. Universidad
Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Económicas, Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) Bogotá, 2017.

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intervenciones de infraestructura en el territorio: bien sea en el escenario 1 en que la subregión se


consolide en centro logístico, industrial y de comercio con uno o varios Esquemas Asociativos
Territoriales (EAT), con las concepciones locales articuladas desde una visión estratégica de escala
regional; o en las condiciones del segundo posible escenario de desarrollo económico en el que
Antioquia se ha hecho a varios centros de dinamismo altamente interconectados en los municipios
de Puerto Berrio, Puerto Nare y Puerto Triunfo, agrupados bajo la figura de asociación “Región
de Planificación y Gestión (RPG). Se requieren acciones urgentes para garantizar la supervivencia
de estos futuros centros logísticos ya que se erigirían mayores aglomeraciones urbanas a su
alrededor, lo que implica deforestación para la urbanización, deforestación para la agricultura en
aras de satisfacer una mucho mayor demanda de alimentos, mayor contaminación y sedimentación
de las aguas y una mayor demanda de servicios y otros recursos.

En materia de deforestación, Juan D. Restrepo (2015),17 sustenta que entre las décadas de 1970
y 1990, fue talada aproximadamente el 43% del área de bosques del Magdalena Medio con fines
de agricultura y ganadería con una tasa de deforestación anual del 2,1%, representando el valor de
deforestación más alto entre las cuencas tropicales a nivel mundial. Desde las décadas 1970 y 1980
y hasta las tres últimas, la deforestación ha aumentado casi exponencialmente, sin ninguna
desaceleración.

En el caso de Puerto Nare, en el que se consolidaría especialmente la actividad extractiva de la


minería bajo ambos escenarios, serían necesarios planes de restauración de los suelos degradados
por estas actividades, en aras de reincorporarlos a la Estructura Ecológica Principal. Restrepo
(2015), afirma que el rio ha perdido navegabilidad a causa de la erosión, transporte y disposición
de sedimentos, que hacen parte de la dinámica natural del Magdalena y sus planicies inundables,
pero que se agrava por muy importante incremento de la deforestación en su cuenca, lo que
significa mayor erosión de los suelos y, en consecuencia, aumento de la sedimentación en el río.
Destaca la importancia de controlar la deforestación causada por procesos de ganadería y minería
(explotación carbonífera y extracción de calizas, calcáreos, cuarzo y mármoles, así como la

17
Juan D. Restrepo, 2015. “Causas naturales y humanas de la erosión en la Cuenca del río Magdalena: Resumen para
tomadores de decisión”. Ph. D. Profesor-investigador de la Escuela de Ciencias de la Universidad Eafit.

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explotación de hidrocarburos en Yondó), procesos que se incrementarían a causa del auge


económico que propiciaría el desarrollo del Magdalena Medio bajo cualquiera de los dos
escenarios aquí planteados.

Son indiscutibles los riesgos ambientales a los que se está exponiendo la subregión con el
embate de los megaproyectos en continuo avance, en tanto siguen siendo proyectos bandera de los
recientes gobiernos nacionales. En el documento del 2015 ¿Para dónde va el río Magdalena?
Riesgos sociales, ambientales y económicos del proyecto de navegabilidad realizado por FESCOL
y el Foro Nacional Ambiental en Bogotá, se denuncia la falta de rigor en el proyecto sin ninguna
visión integral del río, porque se desconoce la capacidad de resiliencia ante los escenarios de
cambio climático cuando el país ha experimentado efectos negativos por malas prácticas de
desarrollo sobre la cuenca del Magdalena con deterioros ecosistémicos desde los páramos, hasta
su desembocadura, incluyendo sus ecosistemas de manglar. Thomas Walschburger, coordinador
de ciencias de la ONG Tropical Nature Conservancy para los países tropicales del norte, sur y
Centroamérica, con su equipo de investigadores ha estudiado el proyecto del río Magdalena y han
denunciado en su artículo Hacia una gestión integral de las planicies inundables en la cuenca
Magdalena-cauca, una “falta de coordinación interinstitucional y una total ausencia de una gestión
integral” como errores importantes del proyecto.

Subregión Bajo Cauca. Algunas de las áreas protegidas de la subregión son la Reserva regional
Bajo Cauca-Nechí, entre los municipios de Cáceres, Zaragoza y Anorí, con 45.000 hectáreas; la
Reserva de Recursos Naturales Cañón del Río Cauca, que para la subregión incluye a los
municipios de Cáceres y Caucasia; los Bosques de la Ley segunda de 1959 pertenecientes a la
reserva del Magdalena Medio. Alguna de ellas está impactada por las actividades de minería y
ganadería extensiva y, por ejemplo, por títulos mineros concedidos en los bosques de la Ley
segunda en jurisdicción de los municipios de Nechí, El Bagre y Zaragoza. Cabe mencionar al
Parque Natural del Paramillo como un área de reserva natural que se encuentra afectada por la
dinámica de plantaciones de cultivos de coca que se vivencia en la subregión, extendiéndose fuera
de ella hacia el área de conservación con 1.557 hectáreas (Oficina de las Naciones Unidas contra
la Droga y el Delito, 2018, p. 68). En el año 2017 Corantioquia anunció la protección de 12.227

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hectáreas adicionales que conforman las Ciénagas El Sapo- Hoyo Grande, ubicadas entre los
municipios de Nechí y Caucasia, bajo la figura de Distrito Regional de Manejo Integrado.

Subregión Aburrá Norte. En esta subregión se reconocen 21 sitios de interés ambiental o


ecosistemas estratégicos (Plan Estratégico para el Aburrá Norte, PEAN, 2006), ((Proyecto
Metropolitano 2002-2020, 2002) y el río como eje estructurante, la gran cuenca que recibe las
quebradas que se desprenden de las montañas y laderas de la región y complementan el capital
hídrico que contiene vida y provee de recursos ecosistémicos al Valle de Aburrá. Sin embargo, en
la mayoría de estos afluentes se presentan altos grados de contaminación, invasión de sus cauces
y degradación. Según el Plan Estratégico para el Aburrá Norte, PEAN 2006 y las Directrices
Metropolitanas de Ordenamiento Territorial Rural, DMOTR, 2011, la contaminación de las
fuentes de agua en el Aburrá Norte deviene del vertimiento de residuos sólidos y aguas residuales
industriales y domésticas y es causa principal de las afecciones a la salud de la población,
especialmente la rural que todavía se abastece de fuentes sin potabilización. La contaminación
también se relaciona con el deterioro del paisaje, ya que las quebradas pierden su potencial como
zonas de recorrido, disfrute y turismo y disminución de las especies acuáticas existentes por
menores niveles de oxígeno y aumento de carga orgánica contaminante. Así mismo, en las áreas
de la llanura o vegas de los ríos, se ha densificado la construcción, incluso extendida hacia zonas
declaradas de reserva y protección, lo que ha llevado a una presión poblacional sobre la
disponibilidad de tierras.

El suelo de la subregión está catalogado principalmente como rural donde, según el PEAN, 2006,
(Proyecto Metropolitano 2002-2020, 2002) avanza un acelerado proceso de parcelación por planes
masivos de vivienda que han transformado el uso agrícola del suelo, desplazado la producción
agropecuaria y la propiedad campesina nativa. El crecimiento poblacional en el Valle de Aburrá y
la extensión de la ciudad de Medellín hacia esta subregión han presionado los recursos naturales.
Se estima que para el 2020 habrá un millón de habitantes más respecto a la población actual, lo
que plantea mayor presión sobre los recursos naturales, la seguridad alimentaria y los servicios
básicos.

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No solo los pobladores del Valle de Aburrá demandan la subregión para actividades de disfrute de
sus paisajes, descanso y turismo, sino para actividades económicas cuyas malas prácticas
ambientales no atienden el equilibrio de los ecosistemas y crean situaciones conflictivas como
cambios inadecuados en los usos del suelo que llevan a su erosión, la desregulación de caudales
que incrementan las inundaciones, la disminución de los hábitats para especies de flora y fauna, la
contaminación atmosférica, de aguas y suelos, el incremento de asentamientos ubicados en zonas
de alto riesgo y sobre las laderas del Valle con difíciles condiciones geotécnicas y fragilidad
ambiental que ocasionan la pérdida de vidas humanas.

Subregión Urabá. Por su condición de única región costera de Antioquia, Urabá se convierte
en la salida del departamento al mar. Es una región de gran biodiversidad y riqueza cultural que
comparte ecosistemas estratégicos con Córdoba y Chocó, y configura una porción del denominado
Chocó Biogeográfico. El Golfo de Urabá, el sistema aluvial del Atrato con sus humedales
asociados, y la Serranía de Abibe, conforman elementos que estructuran el territorio. Es la segunda
región de Antioquia con mayor área protegida (cerca de 98.000 has) a pesar de los históricos
procesos de deforestación, extracción ilegal de madera, desecación de humedales y poco interés
en sus litorales. Recientemente esta situación se ha transformado a pesar de que se mantienen
procesos productivos que afectan sus ricos ecosistemas (ver fichas Recurso Hídrico y Servicios
Ecosistémicos).

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