SAN JOSÉ Por El P. Leonardo Castellani
SAN JOSÉ Por El P. Leonardo Castellani
SAN JOSÉ Por El P. Leonardo Castellani
Leonardo Castellani
Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo te estábamos
buscando con angustia[1].
El Justo.
Esposo de la Madre de Dios.
Padre adoptivo del Redentor.
Lugarteniente de Dios Padre.
Patrono de la Iglesia Universal.
Abogado de una Buena Muerte.
Defensor de todos los Obreros.
Modelo de todos los Padres de familia,
y al mismo tiempo el Santo de quien menos se sabe, el más humilde y
escondido, como una estrella que hay en el cielo tan al lado del Sol que nadie
ha visto.
La Escritura dice de San José una sola palabra: que era justo, lo cual en el
lenguaje de la Escritura significa santo, perfecto, cabal. Es tan grande la virtud
de la justicia.
Una virtud perfecta presupone todas: muchos distinguen en alguna virtud, no
hay hombre que no tenga alguna: generoso, leal, compasivo, recto, valiente,
franco, piadoso, religioso, sobrio... Pero hay quienes son compasivos y
débiles, generosos e incontinentes, fuertes y orgullosos, humildes y
pusilánimes.
Las tres virtudes que resplandecen en lo que el Evangelio nos narra de San
José son la castidad, el trabajo y la oración.
La oración de San José está en las dos moniciones del ángel, la de recibir a
su esposa[2] y la de huir a Egipto[3].
El Trabajo. San José fue encargado de una de las misiones más grandes del
mundo. Personaje importantísimo. Nos asombramos ante la misión de un
Colón, de un San Martín, de un Dus... San José es el eje sobre el que gira la
redención -el mayor de los santos fuera de la madre de Dios- y mirad cómo
son las vías de Dios: trabajo el más oscuro, humilde, insignificante. Trabajo
manual rudo toda la vida. Pero, ¿cómo? ¿Vos, oh, San José, sois padre del
Mesías, mandáis al Verbo de Dios, tenéis en vuestra casa a la esperanza de
toda la humanidad y estáis haciendo arados, manceras, vigas, puertas,
postigos, batientes, ataúdes...
No se puede decir que el mundo moderno no trabaje; trabaja quizá
demasiado, pero trabaja mal. Ha robado al trabajo su sello divino y humano y
ese es quizá al peor crimen de nuestra época, trabajo de bestias, trabajo de
esclavos, máquinas, enfermos enloquecidos... Trabajan los pobres explotados
por algunos ricos; trabajan ricos esclavizados al dios cruel del Lucro de la
Avaricia, del más tengo más quiero; y al dios estúpido del placer frívolo y la
diversión incesante que los trae con fiebre continua y se llama Vida Social,
Figuración, Vida Mundana. Y sobre este mundo que ha olvidado la dignidad
humana y cristiana del trabajo planea la más grande de las revoluciones de la
historia.
Por eso la Iglesia nos manda a hacer oraciones vocales, asistir a la misa
dominical y a ciertas solemnidades.
Se ora poco en el mundo. A Dios gracias hay santas almas que oran por
otras. Pero las naciones no oran, porque en ellas ha triunfado el liberalismo. Y
bien, he aquí que las naciones se derrumban. “Si el Señor no edifica la casa,
en vano trabajan los que la construyen. Si el Señor no guarda la ciudad, el
centinela vigila en vano”. Las guerras son efectos de los pecados. Dice De
Maistre que cuando los pecados; ciertos pecados se acumulan, estalla la
guerra:
__________
[1] Lc. 2, 48.
[2] Mt 1, 20-21.
[3] Mt 2,13-14.
[4] Isaías 7, 14.
A SAN JOSÉ
José casto custodio de María
en tu casa despierto y te bendigo
me alzo cansado y rezongando sigo
un día más de dolorosa vía.
Abejorrada no visiblemente
mi alma en obra servil, sueño demente
y esperanza mayor que la razón
P. Leonardo Castellani